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Miradas, descubriendo a Bea (II y Final)

en Hetero: General

Llevábamos un año y medio juntos, yo ya había notado que a Bea la preocupaba algo, muchas noches se quedaba mirando a la nada por muchos minutos, seria, no decía nada, la preguntaba si le ocurría algo, y siempre me respondía lo mismo, cosas mías tranquilo. Me quise hacer el ciego, pero sabía que tenía que contarme lo que pasaba, estaba acojonado, y tenía un miedo atroz a perderla, así que cogí al toro por los cuernos y una noche viendo la televisión la volví a ver con la mirada perdida, aspire aire llenando mis pulmones y apague la televisión, ella salió de su mundo miro la televisión y luego a mí con cara de interrogación.

—A ver mi vida, le dije, esto no puede seguir así, llevas casi un mes, que no eres tú, algo te preocupa y mucho, necesito saber lo que te pasa y solucionarlo.

Me miro con esos ojos azules que parecían que te estaban analizando, se llenó sus pulmones de aire para después soltarlo poco a poco, eso me intranquilizo.

—Hay algo que debes de saber, no creí necesario contártelo, pensé que lo tenía superado, pero no es así, lo estoy pasando muy mal y no sé cómo afrontar esto.

—Dímelo, Bea, ¿Qué es lo que no te deja dormir?

—Sergio, tengo una amante.

Mi mundo salto hecho añicos, la adrenalina fluyo por mi cuerpo y mi corazón se disparó a mil pulsaciones, un sudor frio me invadió, otra vez, joder, otra vez me ocurre. Mis ojos se inundaron de lágrimas.

—¿Cómo se llama el?, ¿lo conozco, es algún amigo tuyo, algún compañero de trabajo?

—No mi vida, no me has entendido, no es EL es ELLA, tengo UNA amante.

—¿Una mujer?, pero tú no eres lesbiana, vamos, estás conmigo, joder estoy hecho un lio

—Claro que no soy lesbiana, soy hetero, pero antes de conocerte mucho antes tuve una relación con una chica que duro seis meses, me sentía tan sola y tan falta de cariño que me enamore de ella, pero me gustan los hombres, puse fin a aquella relación y te conocí a ti, como te he dicho pensé que lo tenía superado, a menudo pensaba en ella, fue honesta y no me molesto, hasta que hace un mes más o menos, me llamó me dijo que lo había intentado, pero que me echaba muchísimo de menos, estuvimos hablando más de dos horas, nos hemos visto un par de veces y me he dado cuenta de yo también la echaba mucho de menos.

Con los ojos, humedecidos la hice la pregunta, que no deseaba hacerla, y con un hilo de voz se la formule.

—¿Vas a dejarme?

—NO, mi vida, NO, no te voy a dejar, quítate eso de la cabeza, se la bomba que te acabo de lanzar, pero quiero que tengas muy claro, que eres el hombre de mi vida, ni quiero ni pienso dejarte, sin ti no soy nada, te quiero en mi vida y te amo con todo mi ser y tengo claro que quiero terminar mis días contigo. Lo que no quiero es engañarte, la he visto un par de veces, solo ha habido algún beso y alguna caricia, pero me ha hecho sentir que soy la peor persona del mundo, y no te mereces esto, por eso te lo cuento.

—Entonces, si la quieres a ella ¿en qué nivel quedo yo?, ¿soy el segundo plato en tu vida? Tu para mi eres mi único universo ¿y me estas pidiendo que te comparta?

—No mi amor, tú no eres el segundo plato, eres más que eso, lo eres todo, pero yo tengo dos universos uno de ellos el más grande e imprescindible eres tú, y el otro más pequeño pero muy importante es ella, necesito estar con ella, pero no quiero engañarte, si me dices que lo pare, no se habla más, y nos olvidamos del asunto, por nada del mundo quiero dañar nuestra relación, aunque sé que esto la ha cambiado.

No os puedo decir cómo me sentía, furioso, defraudado, iracundo, dolido, mire mi reloj, eran las diez y media de la noche, me levante y me fui a nuestra habitación, me empecé a vestir, Bea estaba en la puerta mirándome y se echó a llorar, era la primera vez que la veía llorar de esa manera desde que estábamos juntos y me partió el alma, me levante me fui hacia ella y la abrace muy fuerte, ella me abrazó como si su vida dependiese de mí.

—No me dejes mi vida, prometo que está olvidado, pero no me dejes, decía Bea mientras lloraba con desesperación.

—No te voy a dejar mi amor, solo voy a dar una vuelta, quiero pensar, poner orden en mi cabeza y procesar todo lo que me has dicho.

Bea se negaba a deshacer su abrazo, al final, la bese y salí por la puerta, mi vida, nuestra vida había dado un giro de 180°, y lo que tenía claro, muy claro es que si me negaba en redondo, tarde o temprano ella sucumbiría y empezarían los engaños y los mosqueos, con lo que nuestra relación se terminaría degradando hasta finalizar cada uno por nuestro lado y eso no lo quería, era la mujer de mi vida e iba a luchar con todo lo que tuviese a mi alcance por ella. Por otra parte si aceptaba la situación, estaba aceptando que otra persona la proporcionase un placer que yo no sabía darla, si acaso podía luchar por su amor con un hombre, pero ¿con una mujer?, era una batalla perdida de antemano, el amor que puede sentir y dar una mujer es mucho más puro que el de un hombre.

Estuve cerca de dos horas dando una vuelta, y pensando, había puesto en orden mis ideas y mis preferencias, sabía que aquello no se iba a parar aunque me negase, así que mejor estar enterado, que andar con mentiras. Abrí la puerta de casa despacio por si Bea estaba dormida, nada más lejos, llego hasta mi corriendo y me abrazó fuertemente, me comió a besos, tenía los ojos muy rojos de haber llorado.

—Mi vida, mi amor, te juro que lo que te he dicho se ha terminado, por nada del mundo…La puse un dedo en sus labios.

—Shhhh, mi vida, nada ha terminado y lo sabes, tu misma lo has dicho, por ahora solo te pido una cosa, invítala a comer el sábado me gustaría conocer a la persona que va a compartir tu corazón conmigo.

Me miro sorprendida, pero asintió con la cabeza, la cogí de la mano, y nos fuimos a nuestra habitación a dormir, era tarde y mañana madrugábamos.

Ninguno de los dos, durmió bien, y la semana fue horrible, en mi ánimo pesaba como una losa la noticia que me dio Bea, ella lejos de parecer contenta, se arrepentía cada vez mas de haber abierto la caja de pandora, su actitud hacia mí no cambio, se deshacía en todo tipo de detalles de cariño. No habíamos hablado del tema desde que me lo dijo, parecía que ninguno de los dos quisiera hablar de ello aunque sabíamos que iba a ocurrir, era jueves, quedaban menos de dos días para que la amante de mi mujer viniese a nuestra casa y no sabía siquiera como se llamaba, nos sentamos en el sillón, Bea como siempre se acurruco contra mí para que la abrazase, me encantaba estrecharla contra mí.

—Bea…

—Dime cariño.

—Dime como se llama, háblame de ella.

Bea me miro a los ojos, y me beso con mucho cariño.

—Se llama Claudia, es una preciosidad rubia de 24 añitos, es muy tierna y delicada, bastante ingenua, es una niña metida en un cuerpo de mujer, pero que mujer, cuando la veas te vas a enamorar de ella, pero hay algo que debes de saber, se quedó huérfana de madre cuando ella tenía siete años, su padre no superó la muerte de su mujer, la madre de Claudia, hasta los quince años su padre la respeto, pero una noche se emborracho y cuando llego a su casa entro en su habitación y la violo.

—Joder Bea, me estas poniendo mal cuerpo.

—La chiquilla, estuvo aguantando estoicamente durante un mes las violaciones y tocamientos de su padre, un día al salir del instituto, en vez de ir a su casa se fue a una comisaría y conto lo sucedido, allí empezó su liberación y su calvario, su padre fue condenado a 15 años de prisión, pero ningún familiar se quiso hacer cargo de, según ellos, esa “degenerada”, asuntos sociales se ocupó de ella, y la dieron a una familia de acogida, hasta que cumplió los 18 años, ahora vive en un piso de chicas, pagando un alquiler a medias, pero todo esto ha tenido un precio, no soporta el contacto de un hombre y no confía en nadie, solo en mí, yo la enseñe, tenía inquietudes y le di respuestas. No es que ella sea lesbiana, te aseguro que no lo es, pero soy la única persona que le ha sabido dar placer y amor. Cómo ves somos un caso atípico.

—¿Cómo la conociste?

Estaba en H&M®, en la cola de los probadores, había un montón de chicas esperando, era un rollazo, de repente su vocecilla sonó detrás de mí,

—¿Esta es la cola para los probadores?

—Si hija, nos tendremos que armar de paciencia, la conteste.

El caso es que entre unas cosas y otras empezamos a hablar, congeniamos enseguida, y al llegar mi turno para pasar, la cogí del brazo y nos metimos las dos en el probador, cuando nos quedamos en ropa interior no pude dejar de mirarla y ella hizo lo mismo. Es una autentica preciosidad, en ese momento no dijimos nada, pero algo en mi cambio, me notaba excitada al mirar su cuerpo. El caso es que cuando salimos de la tienda nos fuimos a tomar algo y pasamos la tarde juntas, nunca lo había pasado tan bien con una mujer. Pasaron algunas semanas y ya nos habíamos dado muestras de cariño, pero sin llegar a nada, un fin de semana que mis padres se fueron de viaje la invite a dormir en mi casa, viendo una película, estábamos las dos muy abrazadas, estábamos excitadas. Cuando llego la hora de dormir me pregunto que donde dormía, yo la conteste que conmigo, ella me acaricio la cara y en un susurro me dijo que dormía desnuda, yo también, la conteste, y nos besamos, no te puedo describir lo que sentí, pero esa noche fue increíble, no dormimos nada. En ese fin de semana me contó lo sucedido con su padre y su problema, así como sus inquietudes, me enamore de su inocencia, de su candidez.

—¿La amas? Pregunte con miedo.

—NO….yo a quien amo es a ti, a ella la quiero, la tengo mucho cariño, y me encanta cuando me besa o me acaricia, pero mi vida, todo lo que quiero lo que deseo, está en ti, tu eres mi vida, mis ganas de seguir adelante, lo eres todo, sé que es complicado de entender y se el calvario que vas a pasar, pero dime PARA, y te aseguro que todo se acaba.

—No mi vida, no quiero parar nada, esto es algo que nos va a poner a prueba, sé que si me niego a esto, aunque me gustaría, si lo hago, no nos va a ir bien, tu seguirás viéndola a escondidas y vendrán los mosqueos, las malas caras y las discusiones, y no quiero eso, vamos a remar en la misma dirección y que sea lo que dios quiera.

Bea me beso con pasión, la acababa de dar carta blanca para verse con Claudia, negros nubarrones se cernieron sobre mí, nada más lejos de la realidad, esa decisión nos traería los meses más felices de nuestras vidas. Esa noche hicimos el amor con pasión, si de algo estaba seguro, es que Bea no me iba a dejar, su actitud hacia mí no había cambiado, era la misma de siempre, veríamos cuando empezasen los encuentros que es lo que pasaba. No se lo había comentado, quería conocer primero a Claudia, pero les sugeriría que lo hiciesen en casa, que no se fuesen por ahí a saber dónde, allí tendrían tranquilidad, y si querían que me fuese pues me daría una vuelta, me iría a correr, eso me tranquilizaba.

Llego el sábado, Bea y yo nos afanamos en dejar todo listo para que todo fuese bien, estábamos en la cocina preparando la comida y llamaron al timbre, Bea se asustó y se puso tensa.

—Voy a abrir cariño, me dijo mirándome con preocupación.

Alea iacta est (la suerte está echada), pensé. Tenía un nudo en la boca del estómago, mi corazón iba disparado y me costaba algo respirar, oí voces, casi susurros en el comedor, me intente tranquilizar, seguí entre mis cazuelas haciendo la comida.

—Sergio, esta es Claudia, oí a mis espaldas.

Me gire, y allí estaba ella, Bea tenía las manos sobre los hombros de Claudia, era como una muñequita de porcelana, era preciosa y como me dijo Bea, vaya mujer, pequeñita, no llegaba a 1.60, tenía un cuerpo que se adivinaba espectacular, pechos generosos melena rubia a media espalda, ojos de color miel, y unos labios carnosos hechos para besar, no me quise ni acercar, a darla un par de besos aunque lo deseaba, no quería asustarla.

—Hola Claudia, Bea me ha hablado mucho de ti.

—Hola Sergio, Bea me ha contado maravillas sobre ti también, qui…quiero darte las gracias por permitirme entrar en tu casa, me imagino lo que debes de estar pasando en tu interior.

Diciendo esto, hizo algo que dejo alucinada a Bea y a mí, llego hasta mi altura y me dio un abrazo y un beso, el abrazo lo mantuvo y me arriesgue, la bese en la frente, no dijo nada, solo me miro a los ojos y me dio las gracias. La comida fue tensa, aunque quería quitarle hierro al asunto, todos sabíamos que es lo que había, en la sobremesa, y con un buen café y una copa, me dirigí a ellas.

—Mirad chicas, todos sabemos por qué estamos aquí, no hay por qué intentar disimular, mi voz era tranquila y sosegada, he pensado que, que mejor sitio que esta, tu casa Bea, para que te encuentres con Claudia, es un lugar tranquilo, sabes que nadie os va a molestar y yo me puedo ir o me puedo quedar, lo que queráis, no os tenéis que sentir coaccionadas, lo estoy ofreciendo de corazón.

A Bea se le saltaron las lágrimas, sabía que tenía una tensión de nervios muy grande.

—¿Ahora me entiendes Claudia, cuando te digo que estoy loca por él?

Bea, me dio un húmedo beso, mientras que la mano de Claudia agarraba la mía y la apretaba con fuerza.

—Y ahora Bea, si yo fuese tú, cogería de la mano a Claudia, me iría a mi habitación, y me metería en la ducha con ella.

Me volvió a besar, cogió de la mano a Claudia y se la llevo a la habitación, antes de entrar, se dio la vuelta y vino nuevamente hasta mi…

—Mi amor, si sientes que te agobias, que no lo soportas, solo toca la puerta y lo paro inmediatamente, por favor.

—Tranquila, esto lo voy a mirar como si fueseis un par de amigas que os metéis en el baño para arreglaros e iros de juerga, estate tranquila, venga ve con Claudia y disfruta, mientras yo recojo esto.

No es que me encontrase a gusto, pero fue mejor de lo que yo creía, entre recoger la cocina, y ordenar facturas del taller se me paso la tarde, de vez en cuando se oía algún gemido ahogado o algún gritito,  cuando me quise dar cuenta salieron de la mano las dos, solo llevaban las braguitas y una camiseta grande cada una que les llegaba poco más abajo de su culo, vi en sus caras felicidad, sobre todo en la de Claudia, Bea me beso con pasión, y Claudia hizo algo de nuevo que nos volvió a sorprender, ella estaba de pie, se acercó hasta mi estaba sentado en una silla, agarro mi cabeza y la abrazo contra su pecho, note sus tetas en mi cara no llevaba sujetador, seguidamente y con toda naturalidad me dio un pico, y mirándome a los ojos me volvió a dar las gracias.

Esa noche nos fuimos a cenar los tres por ahí, pasamos una noche muy divertida, la tensión se había disipado, solo hubo un momento de tensión, un baboso se acercó a Claudia, y la intento besar, como me dijo Bea, se puso histérica y se echó a llorar, me tuve que enfrentar con el tío, pero sus amigos se lo llevaron antes de que le sacudiese, volví al lado de las chicas, Claudia seguía abrazada a Bea, pague la consumición y nos fuimos de allí, se me ocurrió irnos a El Ebanito otra vez, allí sí que lo pasamos bien, bailamos hasta hartarnos, y lo más divertido fue cuando pusieron música lenta, Claudia se quiso sentar y dejarnos a Bea y a mí, la agarramos entre los dos, la abrazamos y estuvimos bailando lento los tres, creo que nunca me he reído tanto.

Esa noche, estando en la cama con Bea, se lo pregunte……

—¿Qué tal ha ido todo?, ¿Lo has pasado bien?

—Si lo he pasado bien, pero, ya no es lo mismo, y quiero darte las gracias otra vez, porque al permitirme hacerlo con Claudia me he dado cuenta.

—¿Qué no es lo mismo?

—Mi amor, estas tu, cuando Claudia me comía mi chochito, me imaginaba a ti follándome la boca a la vez, solo el pensarlo hacia que me corriera como una loca, cuando estaba comiéndole yo el coñito a Claudia tenía mi culo y ni coño expuestos, me imaginaba que me follabas salvajemente por mi culo o por mi coño, solo cuando hemos hecho un 69 he podido gozar algo con ella, por eso no es lo mismo, yo sé que Claudia a disfrutado mucho, me he sentido muy querida por ella, pero te quería en esos momentos conmigo.

Al oírla hablar así me tranquilice mucho, pero también me imaginaba la escena de ellas dos, y tenía una erección muy dolorosa…

—Ufffff, Bea, me has puesto como una moto, voy a reventar.

Esa noche Bea hizo el amor conmigo como el primer día que nos descubrimos, casi no dormimos, solo cuando el cielo clareaba amaneciendo, caímos rendidos, abrazados y felices. Los encuentros con Claudia no fueron tan frecuentes como pensé en un principio, aunque sus visitas eran habituales, en lo que si me fije, es que Claudia estaba muy necesitada de cariño, y de afecto, como alguna vez nos comentó, solo el estar con nosotros la hacía sentir feliz, la dábamos cariño, y la hacíamos sentir que esa era su casa. Casi todos los fines de semana los pasaba con nosotros, pero como dije antes no todo eran encuentros con Bea, muchas veces solo quería estar abrazada a ella. Una noche de Viernes, después de cenar los tres, nos pusimos a ver la televisión, me senté en el sillón y ellas antes de venir se quedaron hablando un rato, al poco vinieron y Bea sentó a mi lado a Claudia.

—Vamos a probar una cosa Claudia, muchas veces me has comentado que te gusta ver como Sergio me abraza cuando vemos la televisión, y que te gustaría sentir lo mismo, hoy tú haces de Bea y yo de Claudia…

Mire a Bea extrañado, ella solo me sonrió y me guiño un ojo, mire a Claudia que me estaba mirando fijamente con esos ojazos color miel, apoyo su cabecita en  mi hombro derecho y me abrazo a mi dejándome sentir su cuerpecito, pase mi brazo y lo deje descansar a modo de bandolera en su pecho y abdomen, y bese su cabecita. Bea hizo lo mismo con Claudia, se tumbó a su lado apoyo su cabecita en su hombro derecho y abrazo a Claudia.

—Chicos, estoy en el séptimo cielo, me encanta estar así con vosotros, comento Claudia.

Por qué no decirlo, esa escena me excito, notaba las tetas de Claudia en mi brazo ella estaba muy abrazada a mi dejándome sentir su calor, no veía que estuviese tensa, se la veía relajada, al rato metió una mano por debajo de mi camiseta y empezó a acariciar mi abdomen. Lo pase muy mal, mi erección se notaba a la legua, Claudia se tenía que dar cuenta, pero no hacía nada, lo peor es que tenía a Bea separada por el cuerpo de Claudia, y si levantaba la cabeza y me miraba, debido a mi postura se daría cuenta también.

Cuando termino la película, las chicas se levantaron, Bea la primera, me miro, y vio mi erección debajo del pantalón del pijama, me miro con los ojos muy abiertos y la boca en forma de “O”, puse cara de pánico, ella solo ahogo su risa, y me volvió a guiñar un ojo, se fue al servicio, y me dejo a solas con Claudia, que no había deshecho su abrazo conmigo, la mire desde mi posición y vi horrorizado como miraba fijamente a mi bulto, se puso de rodillas a mi lado, y me beso, no fue un pico, no, fue un beso con lengua en toda regla, se levantó  y en ese momento entro Bea, yo seguía teniendo cara de pánico, pero Bea solo me sonreía tranquilamente.

—Te quedas a dormir Claudia, pregunto Bea.

—Si no es molestia, me gustaría pasar el fin de semana con vosotros.

—No seas boba cielo, dijo Bea, estamos encantados de que te quedes.

La casa tenía tres habitaciones una de ellas la había habilitado como despacho, la otra, Bea la había hecho una acogedora habitación de invitados, con lo que dormir no suponía ningún problema, estuvieron charlando un rato más, yo permanecía callado, pensando en lo que había pasado y en que había traicionado a Bea.

Llego la hora de acostarse, Claudia se despidió de nosotros como siempre, nos daba un piquito en los labios, para ella era todo muy natural, pero yo estaba tenso, Bea no tardo ni dos minutos en darse cuenta de que algo había pasado, nos fuimos a nuestra habitación y me abrazo……

—Haber mi vida, que te pasa, ¿Por qué tienes esa cara?

—Bea, lo he pasado fatal, Claudia me ha excitado, he estado toda la película con una erección bestial, pero lo peor……joder Bea, lo siento, lo peor es que me ha besado, pero no un pico, un señor beso con lengua y con pasión, y no he hecho nada por detenerla, es más….me ha gustado la sensación.

—Eso, mi vida, es una muy buena noticia. Como te dije, ni Claudia ni yo somos lesbianas, nos gusta estar juntas de vez en cuando, pero no es lo que queremos, nos lo hemos confesado, la sigue dando pánico estar a solas con un hombre, pero si estoy con ella se siente a salvo, y me ha confesado que le gustaría probar, el ver a un hombre desnudo a su lado y no sentirse amenazada, y ahí mi vida me vas a ayudar tú.

Mi cara era de asombro, ¿mi mujer estaba diciendo que me acostase con ellas?

—Bea, ¿estoy entendiendo, que no solo no te ha molestado que me besase con Claudia, sino que además me quieres meter en la cama con vosotras?

—Eso es mi vida, se, porque me lo ha dicho, que Claudia te quiere un montón, para ella eres un hombre muy especial, y como me dijo una vez, no la importaría sentir tu cuerpo desnudo a su lado, la excitas. Mañana después de comer, me voy a llevar a Claudia a la habitación, quiero que te duches y te perfumes y esperes en el salón, se paciente.

—Bea, hare lo que me pidas, pero me parece que estás perdiendo el control sobre esta situación.

Bea me beso con pasión, y me miro con infinito cariño, en su mirada veía determinación y seguridad.

—Sergio, confía en mí, esto es el principio de la solución, quiero que Claudia se dé cuenta que yo no soy su tabla de salvación, que hay más “tablas”, y tú vas a ser ese vínculo que la hace falta, quiero dejar zanjado este tema, pero que no sea traumático para Claudia, la sigo queriendo mucho para hacerla daño.

Confiaba ciegamente en Bea, me había demostrado muchas veces que era muy buena estratega, pero miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza, bajo mi punto de vista estábamos entrando en terreno pantanoso, ella confiaba en mí, yo no la ocultaba nada, en más de una ocasión, vi a Claudia solo con un tanga, tenía un cuerpo espectacular, y un culo que quitaba el sentido, pero verla desnuda y quizás frotándose contra mí, ufffff…no sabría que saldría de aquello, ni como reaccionaria, Bea no se daba a cuenta pero era un hombre y ellas, dos bellezas impresionantes.

Esa noche no dormí nada bien, estaba muy excitado, solo de pensar lo que me esperaba al día siguiente hacia que estuviese con una erección permanente. Para colmo Bea no quiso hacer nada conmigo, me dijo que me reservase que mañana tendría que dar lo mejor de mí, me desperté un montón de veces, sueños pornográficos se coreografiaban en mi mente, mire mi reloj eran las 4.30 de la madrugada, Bea dormía plácidamente, con cuidado me levante y me fui a la cocina, a ver si tomando un poco de leche caliente conseguía dormir, mi cabeza no dejaba de darle vueltas a la idea de Bea. No encendí la luz de la cocina, con la claridad que entraba de la calle se veía casi todo, abrí la nevera y del fregadero tome un vaso que llene de leche y lo metí en el microondas.

—Veo que no soy la única que no puede dormir, dijo Claudia desde una parte de penumbra de la cocina.

El salto que metí tuvo que resultar hasta cómico, solo llevaba un bóxer y la tienda de campaña instalada.

—Joder Claudia que susto me has dado, pensé que estaba solo, mientras hacía esto intentaba esconder mi más que visible erección.

—Yo también, por eso cuando he oído ruido me he escondido en la parte oscura de la cocina, pensaba dejarlo pasar, que terminases y te fueses, pero no he podido evitar fijarme en tu paquete.

En ese momento Claudia salió de la oscuridad, iba solo con unas braguitas, era preciosa, los reflejos de la noche, la hacían aún más deseable, se acercó a mí y se quedó muy cerca, mirándome a los ojos.

—El beso que te he dado esta noche, me ha encantado, nunca pensé que llegaría a hacerlo, pero contigo ha sido muy fácil, me dijo.

Seguidamente, me abrazo, y me beso con pasión, ella notaba mi erección pero no decía nada, baje mis manos y manosee ese precioso culo que tenía, note como se ponía muy tensa y deshacía el beso rápidamente.

—Lo siento Sergio, perdóname, que descanses.

Diciendo esto, despareció por la puerta y me dejo con una erección dolorosa y brutal, no me quise tocar aunque deseaba masturbarme y aliviar la tensión, al día siguiente me desquitaría.

La mañana del sábado fue el preludio de lo que me esperaba, primero me levante yo, iba con el mismo bóxer, me puse a preparar el desayuno para los tres, me gustaba hacerlo, alguien me abrazo muy fuerte por detrás, sabía que era Claudia por su perfume, notaba su cuerpo pegado al mío y sus tetas pegadas a mi espalda, me dio un beso en mi nuca que me erizo los pelos de todo mi cuerpo, me di la vuelta y la mire detenidamente, llevaba una camiseta de tirantes muy amplia casi dejaba ver sus tetas, solo le llegaba al ombligo y unos pantaloncitos tan ajustados, que se metían por su sexo marcándolo deliciosamente, su carita era una mezcla entre miedo y excitación, me acerque a ella la abracé y la bese como ella me había besado por la noche, Claudia lejos de amedrentarse se abrazó con fuerza devolviéndome el beso y frotándose contra mí.

—Sergio, no sé lo que me pasa contigo, eres el primer hombre al que dejo hacer esto sin que me bloquee ni me ponga a gritar, me…me excitas.

Seguíamos abrazados, Bea salió de nuestra habitación, y nos vio así, lejos de disgustarse, me sonrió y se froto las manos, solo llevaba una camiseta y unas braguitas mínimas que la hacían muy deseable, llego a nuestra altura y se abrazó a nosotros, me dio un beso con lengua, y a Claudia la abrazo contra sí y la morreo con lujuria, yo tenía ya una erección descomunal, era el sueño de todo hombre, tener a dos preciosidades medio desnudas solo para ti. El desayuno fue divertido, lleno de miradas cómplices y de tocamientos bajo la mesa, Claudia estaba desatada y una de las veces llego a tocarme la polla por encima del bóxer, yo no sabía dónde meterme, estaba muy excitado y no sabía cuánto iba a aguantar.

Por fin nos quedamos solos Bea y yo, la explique todo lo que había pasado desde que me levante de madrugada hasta el desayuno, a Bea no parecía importarle, al contrario, se mostró complacida porque Claudia ya se lo había contado y supo que nunca la iba a ocultar nada.

—Bea, mira como estoy, la polla me va a estallar, y esto ha sido obra de Claudia, no soy de piedra y desde que se ha levantado me ha estado buscando, Bea, Claudia me quiere follar, y eso no creo que tenga que ocurrir, estamos poniendo en riesgo nuestra relación.

—Mi vida, si te quiere follar, que te folle, no estarás engañándome, porque yo estaré delante, y sois a las personas que más quiero, además yo estoy muy segura de ti y de lo nuestro, tu déjame hacer a mí y disfruta.

La situación había dado un giro de 270°, los acontecimientos de los dos últimos meses habían derivado en esto, de ser víctima iba a pasar a ser, “colaborador”, mi chica, mi mujer, no había querido dejarme al margen y algo tramaba, estaba muy tranquila ante esta situación y lo que se podía avecinar.

La mañana paso tranquila, hicimos las tareas de la casa, Claudia, nos ayudó en todo, se sentía integrada con el entorno y la encantaba la sensación de familia que tenía con nosotros, sobre la una me puse a preparar la comida, ellas se sentaron en el sillón y estuvieron jugueteando delante de mí, yo fingí que no le daba importancia, pero cada vez que las veía besándose, o acariciándose sin pudor, tenía una erección de caballo. La comida transcurrió como el desayuno, entre Bea y Claudia me calentaron hasta el borde del orgasmo, parecía que se habían puesto de acuerdo, pero aguante con mi mejor cara y nos reímos de todo.

En la sobremesa después del café, Bea me miro, y me guiño un ojo, ahora empezaba lo mejor, yo estaba excitadísimo, miro a Claudia y la cogió de la mano, se levantaron y me besaron las dos, sin decirme nada se fueron a la habitación y cerraron la puerta, estaba temblando, recogí la mesa y la cocina y me fui a duchar, solo de pensar lo que me esperaba hacia que mi polla diese saltitos de excitación. Me prepare bien, me depile como me gustaba sin un solo pelo en mi zona genital, me afeite, y me perfume como me dijo Bea, solo me puse un bóxer y una camiseta, me tome un Viagra de 100 mg no sabía a lo que me enfrentaba pero no quería un gatillazo en el último momento. Me senté en el sillón a esperar con la televisión encendida pero sin ver lo que ponían, mi cabeza, mis sentidos estaban pendientes de todo, pasaron veinte largos minutos y se abrió la puerta de nuestra habitación.

Vi salir a Claudia, bellísima, totalmente desnuda, Bea la había maquillado, parecía una modelo, Bea estaba apoyada en el marco de la puerta mirando todo, también estaba maquillada, según se clavaron mis ojos en los suyos me lanzo un beso, Claudia llego a mi altura y se puso frente a mí, mire a sus ojos, se la veía excitada, me dio sus manos para que las cogiese y tiro de mi poniéndome de pie, saco mi camiseta y me beso y bajo hacia mi pecho,besándolo, acariciándome, llego a mi bóxer y me lo quito saltando mi polla totalmente erecta, amoratada, ella la miro seria durante unos segundos y mirándome a los ojos recorrió mi extensión con su mano, se puso de pie y me volvió a besar, fue un beso lleno de pasión, ella me abrazaba pero yo no me atrevía, ella cogió mis manos y las paso por su espalda, y la abrace contra mi sintiendo su sedosa piel. Vi a Bea que empezaba a excitarse y recorría su cuerpo con sus manos mientras una de ellas se metía entre sus piernas y empezaba a acariciarse.

—Ven Sergio, vamos con Bea.

Cuando llegue a donde estaba Bea, me beso con pasión, metía su lengua  y devoraba mi boca, sabía que estaba muy excitada y necesitaba que la follasen, Claudia me tumbo en la cama y se echó a mi lado, pegándose a mí y dejándome sentir su cuerpo.

—Sergio, Bea y yo hemos hablado y quiero, queremos que participes con nosotras, solo quiero decirte que déjame acostumbrarme a ti, me excitas, y quiero probar cosas nuevas contigo, pero por favor, no fuerces ninguna situación, ¿vale?

—Tranquila Claudia, solo hare lo que tú me digas que haga, no pienso forzar nada, se lo importante que es esto para ti, y el paso de gigante que estás dando, y solo quiero ayudarte.

Claudia me miro con cariño, y me beso, notaba como su cuerpo se estremecía con mi contacto, Bea, me miro arrebolada, su mirada destilaba deseo, se apodero de mi polla y se la llevo a la boca, empezó una mamada de lo más sensual, Claudia al verlo se acercó a ella, se quedó mirando cómo se follaba la boca, Claudia de rodillas abierta de piernas se acariciaba su chochito, dándose placer.

—¿Me dejas probar Bea?

Bea saco mi polla de su boca a la vez que la succionaba con ansia, parecía que me iba a sacar el cerebro.

—Venga cielo, dijo Bea, ya lo hemos ensayado muchas veces con nuestros juguetitos y sabes cómo hacerlo, es toda tuya.

Note la boca de Claudia como devoraba mi poya, sus labios, su boca, su manera de chuparla era totalmente diferente, pero lo hacía muy bien, de hecho tenía la garganta más profunda que Bea, cuando mi chica vio que todo iba bien, vino hacia mí y me besó.

—¿Me echabas de menos?, dijo Bea.

—Más que a nada en este mundo.

Se incorporó y paso una pierna por cada lado de mi cabeza dándome la espalda, se agacho y empecé a comerle su coñito, la visión de su culo y su coño era sublime, me aferre a ella y empecé a devorar su culo y su coño, la sensación que tenía era mágica, dos bocas me chupaban y tenía el coño de mi mujer en la boca, mi orgasmo se acercaba, intente atrasarlo lo máximo que pude, pero no podía pararlo estaba muy excitado, al no saber que boca me estaba comiendo quise avisarlo….

—Chicas ya no aguanto más, me voy a correr, no aguanto…Ahhhhh.

Empecé a correrme salvajemente, Bea se levantó apoyando su coñito en mi boca mientras sus caderas se meneaban y un orgasmo atravesaba su cuerpo llenando de jugos mi boca, Claudia se estaba tragando mi corrida, notaba como succionaba y no dejaba escapar ni una gota, fueron momentos de placer indescriptibles, fue un orgasmo largo,  intenso, salvaje, Claudia no dejo de chupar hasta que me dejo la poya limpia y lista para un nuevo asalto. Mi lengua no había dejado de lamer a Bea, ella movía sus caderas y ronroneaba de placer, vi como Claudia se incorporaba y besaba a Claudia, note un estremecimiento en su cuerpo, veía como se comían y se frotaban con pasión, era su momento, Claudia no se había corrido todavía y reclamaba su orgasmo, me dejaron libre y me fui hacia un lado  de la cama, mientras veía como esas dos diosas se daban placer, los gestos que vi de Bea no tenían nada que ver como cuando estaba conmigo, como me dijo ella era un placer muy diferente. Tumbo a Claudia en la cama y abrió sus piernas, esa visión era turbadora, tenía un coñito muy cerrado, sus labios mayores atesoraban con delicadeza lo que escondía detrás, Bea se puso de rodillas, y empezó a devorar su sexo con ansia, yo era un espectador privilegiado, tenía una erección descomunal, Bea me miro a los ojos y enseguida entendí lo que quería, me puse tras ella y la penetre con delicadeza.

—Follame como solo tú sabes hacerlo.

La habitación se llenó de gemidos y de sonidos de chapoteos, estuvimos así durante muchos minutos, Claudia me miraba fijamente a los ojos, mientras follaba a Bea, aumente el ritmo y la fuerza de la penetración, sabia como le gustaba a Bea, que la diesen fuerte, según empecé note como gemía en el coño de Claudia, y esta se estremeció, al notar como la boca de Bea  la comía con más fuerza debido a mis embestidas, Bea no tardo ni un minuto en empezar a correrse, grito su orgasmo en el coño de Claudia y yo al notar como ordeñaba mi polla empecé a vaciarme en su interior. Vi como las manos de Claudia se aferraban a la cabecita de Bea, y empezaba a mover sus caderas, frotando su sexo por la boca de Bea, lanzo un alarido mientras un orgasmo arrollador la atravesaba, veía como Bea bebía su esencia alargando más si cabe su placer, fueron minutos de intenso goce que nos dejó jadeando por el esfuerzo.

—Chicos, de largo creo que ha sido el mejor orgasmo que he tenido en mucho tiempo, dijo Claudia.

Me tumbe al lado de Bea, ella me daba la espalda y miraba a Claudia, las dos se acariciaban la cara, mi polla la tenía entre los cachetes del culo de mi chica ella lo movía acariciándome, las respiraciones se tranquilizaron. La primera en hablar fue Bea

—Bueno Claudia, ¿qué te parece la experiencia por ahora?

—Ufffff, yo sigo cachonda perdida, me ha encantado ver cómo te follaba Sergio, cuando ha empezado a darte fuerte su expresión y la tuya han cambiado, hasta la mía ha tenido que cambiar, notaba las embestidas de Sergio en mí, tu boca haciendo diabluras, Sergio…

—Dime Claudia.

—¿Te ha gustado lo que te he hecho?

—Ha sido increíble Claudia, me has dado mucho placer y me has llevado al éxtasis al notar como te tragabas mi corrida.

—Bueno, toda no la he tragado, parte la he guardado en mi boca y al besar a Bea se la he pasado.

—Cabrona, eso no lo esperaba, dijo Bea, me has puesto cachondísima, el notar el sabor de mi chico en tu boca, ufffff…que morbazo. Bueno Claudia, dinos, que te gustaría hacer ahora, Sergio y yo te llevamos ventaja, hemos tenido dos orgasmos y tu solo uno, ¿quieres probar algo nuevo?

Claudia, se quedo muy seria, miraba a Bea con respeto, y me miraba a mí.

—Dilo cielo, no temas nada, dijo Bea.

—Bu…bueno y si no hay problema me gustaría sentir a Sergio dentro de mí.

Joder, mi polla dio un respingo, Claudia quería que la follase, Bea tenía razón, se levantó y me beso con mucho cariño….

—No temas nada mi vida, me dijo, solo disfruta y no te preocupes.

Bea se puso en un lado de la cama y yo me puse en medio, vi cómo se acercaba Claudia, acariciaba mi cara y me besaba con pasión, en sus ojos había cariño y deseo, se giró y paso una pierna por encima de mi cara quedando su culo y su coño a mi disposición, la visión era increíble vi el altar que Claudia atesoraba ahora estaba más abierto, brillante, note como su boca se volvía a apoderar de mi polla, me hacia una mamada profunda, jugueteaba con su lengua por todo mi glande dándome mucho placer y la volvía a meter dentro, muy dentro. Yo a mi vez, pasaba mi lengua y me apoderaba de su clítoris castigándolo con mi lengua, las caderas de Claudia empezaron a moverse muy sensualmente, todavía no la había puesto las manos encima y deseaba acariciarla y amasar ese culo que me estaba volviendo loco.

—Claudia, ¿te puedo acariciar con las manos?

—Por dios, si, hazlo, joder Sergio que boquita tienes…ufffff.

Me apodere de esos dos globos de carne que pedían ser acariciados, separe más sus nalgas y vi su anito, precioso, palpitaba de excitación, introduje mi lengua en él, chupe, lamí y la saboree, Claudia empezó a aullar de placer, se levantó se dio la vuelta y poniéndose encima de mí se clavó mi polla hasta los huevos, note las contracciones de su vagina, se estaba corriendo como una salvaje, se echó sobre mí y devoro mi boca, estaba desatada.

—Es increíble, es un placer muy diferente, pero me gusta, gracias Sergio.

Claudia no se había salido  todavía, mi polla estaba dura como el acero, seguía moviendo sus caderas con tranquilidad, me miraba a los ojos con cara de traviesa, me estaba derritiendo, alargo una mano hacia donde estaba Bea, estaba con las piernas abiertas acariciándose, su cara denotaba placer, Claudia la puso frete a ella, y dejo su sexo a mi alcance, ellas se abrazaron y se besaron y yo empecé a comerme el coñito de mi mujer, ella me lo agradeció abriendo más sus piernas para que tuviese un buen acceso a todos sus rincones, me apodere de su culo y comí y lamí desesperadamente a mi mujer, llenándome de ella y de su aroma, mi orgasmo se acercaba, lo notaba crecer desde la punta de mis pies y mi cabeza, bajando hacia mi polla no sabía si podía o debía correrme dentro de ella aunque lo deseaba.

—Claudia me voy a correr, no aguanto mucho más, dios me estas matando.

Nadie me respondió, todos estábamos sumidos en el más absoluto de los placeres, primero note como Bea empezaba a mover sus caderas sin control sobre mi boca y empezaba a gemir su orgasmo en la boca de Claudia, yo me aferre a su cuerpo y pegue mi boca bebiéndome sus jugos que bañaron mi cara, Claudia empezó a cabalgarme salvajemente, llegue a un punto sin retorno, y empecé a vaciarme dentro de ella, que al notar los latigazos de semen en su útero empezó a correrse conmigo, fueron segundos de intenso placer, de mucho placer, las respiraciones iban disparadas y solo se escuchaban suspiros y jadeos, notaba mis piernas empapadas de la esencia de Claudia y de parte de mi corrida, y mi cara empapada de los jugos de Bea, deshicieron su abrazo y saliéndose de mi Claudia se echó a mi lado, me beso con cariño, tenía lágrimas en los ojos.

—Gracias Sergio de verdad, muchas gracias ha sido increíble.

Bea me miro con cariño y me beso con ternura.

—Cariño, ¿Cómo estás?, la dije preocupado

—Estoy muy bien, me has dejado desfallecida, y veo que a Claudia también, sabía que podía confiar en ti.

Se abrazó a mí y nos quedamos adormilados los tres, había sido increíble, me había follado a dos diosas y estaba en otro mundo. Deseaba quedarme a solas con Bea y hablar con ella, ver si la había afectado algo el ver que me follase a Claudia delante de ella, sabía que me había dicho que no, pero quería hablarlo con ella y ver sus reacciones. Eso no pudo ocurrir hasta el lunes, nos pasamos todo el fin de semana follando como conejos, mi único objetivo es que Bea viese que yo quería estar con ella y follarla, pero ella me animaba a satisfacer los deseos de Claudia, todo lo que ella deseaba hacer, automáticamente se ponía en práctica con muy buenos resultados, en esos dos días empezamos a descubrir a la verdadera Claudia, una mujer increíble sedienta de sexo, en esos dos días también pude comprobar que la actitud de Bea no cambio, seguía siendo la misma, y participaba en todos y cada uno de los encuentros entre Claudia y yo

El lunes por la mañana dejamos a Claudia cerca de su trabajo, se la veía feliz, risueña, cuando llegamos nos dio un morreo a cada uno y nos reiteró su agradecimiento.

—Sois increíbles, de verdad, dijo Claudia, este fin de semana no lo olvidare en mi vida, nos vemos, que tengáis buena semana.

Arranque el coche y Bea se apoyó en mi hombro.

—Estoy que me tiemblan las piernas, si pudiese me metía en la cama ahora y me tiraba durmiendo hasta la noche, comente a Bea.

—Pobrecito mío, te he hecho trabajar el doble, voy a tener que cuidarte muy bien, dijo Bea.

—Bea, estoy muy preocupado, no sé cómo va a afectarnos esto, quisiera saber cómo lo estas llevando, no te voy a engañar, es el sueño de todo hombre  y estoy disfrutando mucho, pero tú me importas más que Claudia y su problema.

—Mira mi vida, desde que empezó todo este tema, y desde que te metí por medio, sabia, sé que tiene que acabar, no te voy a decir que disfrute viendo cómo te follas a Claudia, pero tiene su punto de morbo, de vez en cuando una punzada de celos me atenaza, pero es mirarte, y siempre tienes una caricia, un gesto, un abrazo que me dice que aunque estés dentro de ella, tu cabeza, tu pensamiento está conmigo. Te lo vuelvo a repetir, esto es el principio de la solución, déjame hacer a mí, tranquilo y disfruta.

—Pero dime a grandes rasgos cuál es tu plan, si voy a ser parte de él, por lo menos saber lo que me espera.

—Es muy sencillo, dijo Bea, quiero que tome confianza estando con un hombre, quiero sacar a la zorra que lleva dentro y que maneje la situación a su antojo, llegara el momento en que quiera estar a solas contigo, tenerte solo para ella, a mí me vera como una contrincante, cuando eso ocurra, será el momento de empezar a dejarla que vuele sola, que conozca a un chico y que se lie con él, entonces nuestros encuentros se irán espaciando hasta desaparecer. Ese es a grandes rasgos mi plan.

La mire no muy convencido, pero como os he comentado es muy buena estratega, confiaba ciegamente en Claudia y su lealtad, y sabía que por mi parte no la iba a engañar y la iba a tener al corriente de todo. Lo primero que hice esa mañana fue ir a la farmacia y comprar un complejo vitamínico mi mente y mi cuerpo me decían que me preparase para rendir al máximo, me asesore bien sobre dietas,  y cambie mi tabla de ejercicios en el gimnasio, tenía que ganar musculatura para aguantar las largas sesiones de sexo que me esperaban.

Entre semana algunas veces venia Claudia y nos esperaba a que terminásemos y se venía con nosotros a casa o a tomar algo, pero todos los viernes tenia a Claudia en el taller, sentada en la oficina esperando a que empezase un fin de semana de sexo desenfrenado. Las semanas, los meses fueron pasando, Claudia se integró en nuestra vida como una pieza fundamental, era muy moldeable y Bea supo sacar partido de eso, le puso líneas rojas que dejo muy claro no debía de sobrepasar y lo respeto sin rechistar, hicimos escapadas de fin de semana para no tener la monotonía de estar siempre metidos en casa, era divertido llegar al hotel donde nos íbamos a hospedar y ver a un tío con dos preciosidades en una habitación con cama de matrimonio, el o la recepcionista se quedaban con la boca abierta, pero eso si nunca nos tuvieron que llamar la atención aunque los lamparones en las sabanas indicaban que no solo se había dormido en esa cama.

Claudia ya no tenía ningún miedo a pedir o a hacer algo conmigo, su lado hetero había resurgido con una fuerza inusitada y era capaz de orquestar situaciones que nos llevaban a los tres a orgasmos largos y placenteros, era muy morbosa, y Bea y yo disfrutábamos mucho con ella. En más de una ocasión quise penetrarla por ese culo tan increíble que tenía pero siempre me lo negó, Bea se extrañó, ya que en algunas de sus sesiones sola con ella, si la penetraba por su culito con algún juguete y no rechistaba, un día intentándolo de nuevo, la pregunte por que no quería experimentarlo, se sentó frente a nosotros y nos lo explico.

—Mira Sergio, te quiero mucho, eres un hombre increíble, para mi eres mi primer hombre y me has hecho gozar como no te imaginas, pero ese tesoro solo se lo daré a la persona que ame con todo mi ser, y yo a ti no te amo, eres la pareja de la mejor persona que he conocido en mi vida y esa es una línea roja que yo me he marcado y no pienso cruzar, espero que lo entiendas.

Bea y yo la abrazamos y la besamos con cariño, su lealtad y su entrega estaban fuera de toda duda.

—Tranquila Claudia, aclarado este punto, ya no volverá a ocurrir, la dije.

Bea y yo presentíamos que el final de esa relación a tres tenía sus días contados, cada vez Claudia se relacionaba mas con hombres, incluso alguno la beso y se sobaron a conciencia, no pareció importarle aunque le dio largas rápidamente. Entre unas cosas y otras llevábamos más de un año con esa unión, una noche entre semana, Bea y yo hablamos.

—Mi vida, dijo Bea, creo que vamos a pasar a la última fase del plan, quiero que se quede a solas contigo, ya la veo muy desenvuelta, pero no sé si es porque venía con nosotros pero ha tenido oportunidad de irse con alguien que le gusta y no lo ha hecho.

Vi la mirada de Bea, había tristeza, sabía que eso la haría sufrir, no estaba cómoda.

—Bea, no es necesario que lo haga.

—SI es necesario, hazme caso, tenemos que estar seguros.

—Vale mi vida, será como digas pero no seré yo quien se quede a solas con ella, la dije serio, eso te haría sufrir, y por nada del mundo lo voy a permitir.

Bea se echó a llorar, sabía que tarde o temprano esto pasaría factura, había que terminarlo y tenía que ser YA.

—Tranquila mi amor, veras como todo sale bien, este fin de semana, lo vamos a pasar solos tú y yo, y veras como a partir de ahora todo va a ir bien, confía en mí.

Bese a Bea y la abrace contra mí, la transmití tranquilidad, estaba muy alterada y para tranquilizarla la explique mi plan.

—Veras cariño, tú no te habrás dado cuenta, pero a mí no se me escapa nada de lo que pasa en la calle de nuestro trabajo, hace más o menos un par de meses cuando viene Claudia a buscarnos y hasta que nos vamos, se va a la papelería, y que casualidad, siempre esta Toni, el hijo de los dueños.

—Es cierto, alguna vez me has dicho que Claudia había venido pero que se quedaba y Toni le llevaba a casa.

—Bueno, dije, he hablado con Toni, y no ha tardado ni cinco minutos en confesarme que está loco por Claudia, que alguna vez en la trastienda se han comido la boca desesperadamente, pero que hay algo que la frena. Cariño, lo tenemos fácil, vamos a hacer de Celestinas, este fin de semana no, lo reservo para ti y para mí, déjame hablar con Claudia, pero para el siguiente viernes lo preparamos.

Nos dormimos muy abrazados, amaba a esa mujer más que a nada en este mundo, y me había regalado una experiencia que había sido increíble, ya iba siendo hora que tomase las riendas de la situación y terminase con esa aventura. Al día siguiente hable con Claudia y la explique que nos hacía falta un fin de semana para nosotros dos solos, ella lo entendió perfectamente y no hubo ningún problema. Me fui a una agencia de viajes, y conseguí un viaje a Paris para el fin de semana, quise dar una sorpresa a Bea y solo la dije que ese fin de semana era solo para nosotros, que ya había hablado con Claudia y no había ningún problema. El viernes cuando llegamos de trabajar, se abrazó fuertemente a mí y me beso.

—Cariño, vete preparando, que te voy a dejar sequito.

Mire la hora, íbamos justos de tiempo para ir al aeropuerto.

—Bea, mi vida, me apunto a eso, pero déjame sequito en un hotel al lado de Sena y con la torre Eiffel de fondo, esta noche cenamos en Paris, ¿Te apetece?

Bea se abrazó a mí y me comió a besos, nos fuimos al aeropuerto y esa noche tuvimos una cena muy romántica en la Tour Maine Montparnasse en el piso 56 con Paris y la torre Eiffel  a nuestros pies y viendo como cada hora tintineaba cambiando de colores. Lo pasamos increíblemente bien, aprovechamos los dos días al máximo y hubo mucho cariño, mucho sexo y mucha diversión, eso nos hizo afrontar la semana con más ganas, y justo en esa semana iba a cambiar todo o por lo menos eso creía. Esa noche comente los detalles con Bea.

—Bueno Bea, la semana será como tenga que ser, pero intentaremos por todos los medios que Claudia no se venga a casa con nosotros, y si se viene no darle la oportunidad de que pida sexo, el viernes va a ser el día más delicado, justo después de trabajar tú te vas a venir a casa con Claudia, después de un rato yo apareceré con Toni, eso quiere decir que no os lieis ni os pongáis “cómodas” como cuando nos quedamos los tres solos, que el chaval se lo curre un poco.

Bea se echó a reír, y sellamos nuestro plan con un polvo de antología. Esa semana iba a ser decisiva y terminaríamos con una etapa que pedía a gritos llegar a su fin. Claudia hizo acto de presencia pregunto por nuestro fin de semana y le contamos lo que habíamos hecho, se quedó encantada del detalle que había tenido con Bea.

—Me encantaría que mi pareja tuviese esos detalles conmigo, comento Claudia, ha tenido que ser muy bonito, un fin de semana en París, que romántico.

En esa semana hable con Toni, me conto que paso el fin de semana con Claudia, lo pasaron muy bien, Toni estaba como loco por follarse a Claudia, pero algo la detenía y yo sabía lo que era, a lo mejor me equivocaba, pero era como una niña, necesitaba de nuestra aprobación y ese viernes le daríamos carta blanca. Como planeamos, el viernes llego Claudia con su maletita para pasar el fin de semana con nosotros, Claudia nada más llegar, me dijo que iba a la papelería a comprar algo que necesitaba, yo ya había quedado con Toni y todo empezó a rodar.

Cuando Bea salió de trabajar se fue a casa con Claudia, note un atisbo de tristeza en la cara de Claudia, eso para mí fue una muy buena señal, al rato vino Toni, estaba muy nervioso y me conto algo que me alegro….

—Claudia esta algo disgustada, quiere quedarse conmigo, pero no quiere quedar mal con vosotros, dice que en vuestra casa se siente como en familia y que os portáis con ella como si fuese una hija.

Lógicamente, lo más importante se quedó entre nosotros tres, esa sería una historia que recordaríamos toda la vida. Llame a Bea, me dijo que estaban en casa, que Claudia no había siquiera insinuado el hacer nada, estaba triste, y aunque la preguntaba no soltaba prenda. La dije que en una hora estaríamos allí para cenar, que iba a tomar una cerveza con Toni.

La escena cuando llegamos Toni y yo a casa se me quedara grabada de por vida, cuando llegamos, dije en voz alta que ya estábamos en casa, primero salió Bea, me beso y seguidamente dio dos besos a Toni.

—Que sorpresa Toni, tu por aquí, me encanta que hayas venido, dijo Bea en voz alta para que Claudia lo oyese.

No tardo ni dos segundos en salir al salón, su cara se ilumino, ya no había duda, estaba loquita por él, fue como si de repente Bea y yo no estuviésemos allí, fue hacia Toni se abrazó a él con fuerza y lo beso hasta en el alma, Bea y yo nos apartamos y nos fuimos a la cocina, les dejamos en el salón, besándose con pasión, lo mismo que hicimos Bea y yo al entrar en la cocina, esto marchaba. Al rato entraron y Claudia avergonzada me lo pregunto.

—¿Desde cuando sabias que me había enamorado de Toni?

—Claudia cielo, que vengas tres veces en semana y siempre tengas que comprar algo en la papelería, y que además siempre coincidiese que estaba Toni, pues que quieres que te diga, suma dos más dos y te da el resultado. Solo queremos decirte Bea y yo que estamos encantados y muy orgullosos del paso que has dado.

Con esto último Claudia se acercó a Bea y la abrazo, la dio un casto beso en la mejilla y luego vino a mí, me abrazo y también me dio un casto beso en la mejilla.

—Nunca voy a olvidar lo que habéis hecho por mí, sois más que amigos y os quiero un montón.

Bueno, todo estaba más que hablado, Bea me miraba con admiración, Toni y Claudia estaban en su mundo, y yo estaba exultante, esta aventura había tocado a su fin, no había habido un final traumático para Claudia, que era lo que más importaba a Bea, la cena fue todo un éxito, dos parejas demostrándose cariño en cada momento, cuando terminamos agarre a Bea de la mano y nos levantamos…

—Se siente chicos, pero los últimos tienen que recoger la mesa, así que, os ha tocado.

—Capullo, dijo Claudia con una sonrisa pícara.

Bea y yo nos fuimos al salón, quería dejarlos solos a ver que hacían, nos sentamos y la abrace fuerte contra mí, ella se hizo un ovillo y se acuno entre mis brazos, estuvimos así un buen rato, en la cocina ya no se oían ruidos de cacharros, nos levantamos y nos acercamos sigilosamente hacia la cocina, Claudia estaba sentada a horcajadas sobre Toni tenia subida la falda hasta la cintura, y el chico agarraba el culo de Claudia y esta movía sus caderas frotándose contra su paquete, el top y el sujetador lo tenía por encima de las tetas y Claudia abrazaba la cabeza  del chaval contra su pecho, debo de decir que una pequeña punzada de celos se apodero de mí, pero desapareció pronto cuando Bea echo mano a mi paquete.

—Esta vuelve a ser toda mía, me dijo con una gran sonrisa.

Nos volvimos al sillón y al rato salieron los dos de la cocina, Claudia se dirigió a nosotros.

—Si no os importa, me voy a pasar el fin de semana a casa de Toni.

—Claudia nos parece una idea genial, disfrutad y pasarlo bien, Toni, es tarde si quieres llévate mi coche y me lo devuelves el lunes, les dije.

Nos despedimos y cuando cerramos la puerta nos abrazamos, por fin había acabado la aventura. El lunes, y con una cara de felicidad que maravillaba, Claudia hablo con nosotros.

—Quiero que entendáis, que ahora no debemos seguir viéndonos, os quiero mucho, pero quiero muchísimo a Toni, nos llevamos de maravilla y soy muy feliz con él, y no se merece que le engañe, además, vosotros  ya habéis hecho mucho por mí. Pero eso no quita que de vez en cuando nos veamos los cuatro y tomemos algo, para nada quiero perder el contacto con vosotros, nunca, oídme bien, nunca os voy a olvidar.

—Y nosotros tampoco cariño, la dijo Bea con lágrimas en los ojos.

Bea y yo la abrazamos, y ahí termino todo, no fue traumático para nadie y todos salimos ganando. A la semana, poco más, Bea y yo retomamos nuestra vida, a los pocos meses, una noche después de hacer el amor, Bea me miro seria, muy seria.

—Sergio tengo algo que contarte.

—Te temo, cuando dices eso.

—Te voy a embarcar en otra aventura, pero esta va a ser para muchos años. Mi vida vas a ser papa.

Me eche a llorar de la alegría, iba a tener mi propia familia, a mis casi 41 años iba a cumplir uno de mis sueños con la mujer más maravillosa que el destino puso en mi camino. Los primeros en enterarse fueron los padres de Bea, que también se emocionaron por que iban a ser abuelos, aunque nos aconsejaron que formalizásemos nuestro estado.

Invitamos a Toni y Claudia a comer y les dimos la noticia. Claudia se echó a llorar y se abrazó a Bea, estaba muy contenta, será como un hermanito pequeño para mí, nos dijo. A Toni y Claudia se los veía muy, muy enamorados, en un momento que nos quedamos solos Toni y yo le pregunte.

—¿Cómo lo llevas con Claudia?, ¿Todo va bien?

—La amo Sergio, la amo con todo mi ser, es una mujer excepcional, me lo ha dado todo, se calló unos segundos. El otro día estábamos en la cama y por primera vez en mi vida tuve sexo anal con ella, fue…fue increíble, como ama, como se entrega, si me pide la luna, hago lo que sea para dársela.

—Conozco a Claudia muy bien, y te aseguro que te ama con todo su ser, amala, dala mucho cariño y sobre todo respétala, ya sabes lo que ha sufrido.

En el quinto mes de embarazo, nos casamos por lo civil Bea y yo, fue una boda muy sencilla y solo para los más allegados, de viaje de novios nos fuimos al Healthouse Las Dunas, en Estepona, un balneario de lujo, debido al estado de Bea, decidimos dejar un buen viaje para más adelante, por ahora solo quería que la mimasen en todos y cada uno de los aspectos de su estado.

Y por fin a los nueve meses, Bea dio a luz a un precioso niño, que hizo de nuestras vidas una aventura increíble. Álvaro, que así le bautizamos, tuvo dos padrinos de excepción, Toni y Claudia y os aseguro amigos míos, que ese niño, vino con un pan debajo del brazo, porque fue nacer y las cosas nos empezaron a ir muy, muy bien, pero eso quizás, solo quizás, sea para contar en otra historia.