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Tempestad

en Hetero: Infidelidad

El reloj de mi oficina marcaba las doce del mediodía, mi autoestima estaba por los suelos, se supone que a la una salía disparada hacia el aeropuerto, mi novio me esperaba para coger un avión e irnos a pasar las navidades a Londres. Felicitaciones y deseos de pasarlo bien por parte de los compañeros, pero cuando me quedé sola me eche a llorar con amargura y desesperación, mi novio esa persona que creía que era el amor de mi vida me dejo de la peor manera posible, de la forma más cobarde, fui una estúpida y no lo vi venir.

Pablo el que era mi novio le conocía hace cuatro años, de acuerdo que en los últimos meses las cosas no nos iban muy bien, pero este viaje lo habíamos reservado para poder estar juntos y poner todo en claro, pero por lo que se ve él tenía otros planes, dos horas antes de irnos me escribió un wasap y me dijo que se iba a Londres con Noemí, una niñata de 20 años y pechos operados que revoloteaba cerca de mí ya ex novio. Y ahí estaba yo con 34 años sentada en una silla de mi oficina, sola llorando a moco y baba y sintiéndome la mujer más desgraciada y vulnerable del mundo.

Quizás me queráis conocer y saber cómo soy. Me llamo María, tengo 34 años, no soy una top model pero tengo mis curvas, de acuerdo quizás me sobren algunos kilitos pero el conjunto me gusta cuando me miro al espejo, morena, ojos marrones carita redonda y unos labios que para mí son muy sensuales, tengo una tetas grandes que son mi punto débil, buenas caderas y un culo grande precioso y respingón, como os he dicho el conjunto me gusta.

Miré nuevamente el reloj de la oficina, ya marcaba casi las dos de la tarde, no me apetecía irme  a casa y tener que dar explicaciones a mis padres, lo decidí sobre la marcha me iría a casa de mis abuelos, un caserón que mis padres habían reformado y lo habían dotado de todas las comodidades, estaba en Villamanin (León), y era el sitio perfecto para perderme estar alejada de todo y todos y pensar en mí.

Me fui a hipermercado, he hice compra para un regimiento, sinceramente no sabía cuánto tiempo estaría allí, lo que deseaba desde luego es no tener que salir a diario a comprar al pueblo.

Cerca de las tres y media de la tarde me puse en camino con el coche cargado hasta los topes, por delante más de cuatro horas de carretera en los que empezaría a desgranar mi relación con Pablo y cómo llegamos a este final, me daría tiempo a pensar en mí y a ponerlo a parir mientras se divertía con Noemí en Londres.

—Soy una estúpida, ¿pero cómo no lo vi venir?

Me decía en voz alta, mientras mi mente inventaba cientos de insultos dirigidos a mí ya ex novio. Iba por la autopista y de repente las luces del coche se conectaron automáticamente, no me había dado cuenta pero el cielo estaba muy encapotado y con unas nubes negras que no me gustaron nada, me pare en una gasolinera a poner combustible y comprar algo de comer no había probado bocado desde el desayuno, llené el depósito y fui a pagar, el chaval que estaba atendiendo era simpático.

—Surtidor 3, le dije dándole mi tarjeta de crédito.

—Son 52€, dijo el chaval con una gran sonrisa.

—Señorita perdone si me meto donde no me llaman, ¿pero hacia donde se dirige?

—Voy a Villamanin en León, ¿Por qué lo preguntas?

—Se avecina tormenta, dijo el chaval señalando el cielo, y usted se dirige de cabeza a ella.

—Bueno tranquilo, dije suficiente, no es la primera ni la última vez que me pilla una gran nevada o carreteras casi cortadas, voy bien pertrechada.

El chaval me miró desconfiando por lo que le había dicho, salió de su mostrador y cogió una bolsa, se fue por los mostradores de la tienda y metió diversas cosas, cuando terminó vino hacia mí y con una gran sonrisa me lo ofreció.

—Acéptelo por favor, una mujer tan guapa como usted no debe de enfrentarse al mal tiempo sin algunos víveres.

Me enterneció su gesto, pero que mono, me lo hubiese comido a besos me acerque y le di un beso en la mejilla.

—Muchas gracias por el detalle, eres un cielo, le dije con una sonrisa forzada.

Me puse de nuevo en carretera y puse Radio Nacional esa emisora me informaría en todo momento sobre el tiempo. Llegando a León la emisora me empezó a informar y las noticias no eran nada buenas, por toda la cornisa cantábrica nevaba copiosamente, el temporal se recrudecía y se dirigía hacia el interior, saliendo de León y faltando pocos kilómetros para mi pueblo empezó a nevar de una manera que no había visto en mi vida, conocía esa carretera como la palma de mi mano, pero nevando como nevaba iba a desaparecer en nada y menos.

—Vamos María, sin miedo, me dije a mi misma, en peores plazas hemos toreado y hemos salido por la puerta grande.

El coche que llevaba era un SUV, tracción a las cuatro ruedas y con los últimos avances en seguridad, pero lo que más me gustaba eran las luces que llevaba, algo que llamaban matriz de led pero que alumbraban una barbaridad, mi ánimo creció cuando vi las luces del pueblo, a la salida estaba la casa de mis abuelos, un pequeño caminito en cuesta de apenas 20 metros y habría llegado a mi destino.

No me digáis como lo hice, atravesé el pueblo pero me quede atorada en el caminito de subida a mi casa. Había mucha nieve y el coche no podía avanzar, quise forzarlo pero creo que lo fastidie, se paró y solo pude dejarlo caer y aparcarlo. Mire hacia la casa y vi luz.

—¿Hay luz?, dije en voz alta, fui a tocar el claxon pero no funcionaba. ¡¡MIERDA!! Grité malhumorada.

Salí del coche, me separaban pocos metros de mi meta, pero hacerlo nevando como nevaba, con zapatos de tacón una faldita de tubo una blusa y un abrigo ligero, era tarea imposible. Según puse los pies en la nieve me hundí hasta más de la mitad de las pantorrillas, fui a dar el primer paso y perdí mi zapato me arrodille a buscarlo y eso fue peor, no solo no encontré el zapato si no que perdí el otro, todo estaba oscuro, tenía los pies helados, las manos, el viento soplaba fuerte y la nieve golpeaba mi cara con fuerza casi no veía, me fui hacia el coche y pondría la calefacción para calentarme, estaba congelada, me metí dentro pero recordé que el coche no arrancaba, daba el contacto pero el motor no hacía nada, me fije en la temperatura exterior:       -12ºC.

—María tienes que llegar a esa casa, aquí no te puedes quedar vas a morir congelada me dije a mi misma.

En esos momentos todas la luces del pueblo se apagaron, me imagino que por el temporal habrían caído las líneas de alta tensión, mire por todos los lados y todo era oscuridad, me eche a llorar nerviosa y asustada, mire mi móvil y estaba sin cobertura, aun así marque el 112 pero no obtuve respuesta.

—María, me decía a mí misma en voz alta, tu salvación está a escasos quince metros, tienes que llegar, allí tienes ropa adecuada y calzado.

Volví a salir del coche, nevaba tan intensamente y soplaba tan fuerte el viento que hasta me costó abrir la puerta del coche, me hundí más arriba de las rodillas, iba descalza las medias rotas y los pies en contacto directo con la nieve, estaba tiritando mis músculos se agarrotaban, me caí de bruces y hundí mi cara en la nieve, no sentía mis manos, en esos momentos tuve mucho miedo y me eche a llorar de rabia

—¡¡VAMOS MARIA JODER!! Grite temblando de frio.

Me logre incorporar conseguí dar dos pasos y volví a caer, me revolvía furiosa en la nieve, pero notaba como las fuerza me empezaba a abandonar, no tenía fuerzas para incorporarme, estaba a unos metros de mi casa y notaba como mis fuerzas me abandonaban, iba a morir congelada, en esos momentos me acorde de mi ex novio y grité con las pocas fuerzas que me quedaban.

—¡¡HIJO DE PUTAAA!!

Ya no recuerdo mucho más, tenía flashes, alguien me cogía en brazos, una chimenea, calor, y un dolor lacerante en mis extremidades y luego silencio y oscuridad, sinceramente creí que había muerto, pero me desperté dentro de casa de mis abuelos, tumbada en el sofá de la biblioteca frente a la chimenea con un fuego acogedor, estaba envuelta en una manta cálida y tenía puesto un pijama de franela, debajo de ese pijama estaba desnuda afuera seguía nevando copiosamente y el viento ululaba en la ventana

—¿Hola? Dije en voz alta.

En ese momento por la puerta entraba Fran con una taza de chocolate caliente que me ofreció.

A ver, Francisco, Fran, era amigo de mi hermano desde que íbamos al colegio, era de la familia, mis padres le adoraban, pero yo, joder me caía como una patada en la tripa, no le aguantaba, era verle y se me ponía mal cuerpo, no quería estar en la misma habitación que estuviese el, su voz, esa voz profunda y grave se clavaba en mi cerebro y me levantaba dolor de cabeza.

—¡¡FRAN!! ¿Qué coño haces en mi casa? Dije malhumorada

—De nada por salvarte la vida María y yo también me alegro de verte jodia mal educada. Por cierto tienes quemaduras en las manos y en los pies debido al frio, estarás unos días con algo de dolor, te he dado una pomada para aliviarte y que no se te hagan grietas.

Miré mis manos y efectivamente, estaban muy coloradas y tenían una capa brillante que creo seria la pomada, me quite la manta y mire mis pies tapados por unos calcetines muy calentitos.

—Vamos a ver Fran, vamos por partes, primero que haces aquí y cuando te vas, dije furiosa

—Estoy aquí trabajando en la traducción de un libro de ingeniería, hablé con tus padres y me dejaron venirme aquí a trabajar hasta que termine y creo que será cerca de primeros de Febrero, lo siento María, tú te iras antes.

—No me has entendido, quiero que recojas tus cosas y te vayas ahora mismo de mi casa. Dije vehemente.

—Primero María, esta no es tu casa, es la casa de tus padres y son ellos los que me han dejado quedarme y segundo, con lo que está cayendo fuera ni loco pienso irme de aquí, ahora como tú tienes más practica te dejo que intentes llegar hasta tu coche y que te vayas a la mierda…imbécil.

Fran salió de la habitación malhumorado, yo estaba encendida, rabiosa, mire bajo mi pijama de franela y el mundo se me vino encima, ¿ese cabron me ha visto desnuda?, será hijo de puta, pensé.

Intente levantarme pero un dolor en los pies punzante me lo impidió, no me lo podía creer encima estaba impedida, ¿iba a depender de Fran?

—¡¡FRAN!! ¡¡FRAN!! Grité.

—¿Y ahora qué quieres, amargada?

—No me jodas tío, dije enfadada, que hago desnuda dentro de este pijama. ¿Tú me has desnudado, mono salido?

—A ver niñata, estabas de nieve hasta las orejas, tuve que desnudarte y secarte para ponerte el pijama, además chillaste como una cerda el día de matanza cuando tus manos y tus pies empezaron a entrar en calor, me costó un mundo tranquilizarte y que te quedases dormida.

—¿Te pusiste cachondo viéndome desnuda? ¿Te hiciste una paja viéndome? Dije con asco, intentando humillarle.

—Una no tres, y además me corrí en tus tetas y tu cuerpo, dijo con desprecio. Mira María no te creas que estas tan buena, te sobran kilos para aburrir, tienes unas cartucheras que dan asco y tus tetas están caídas, sinceramente no me extraña que tu novio te haya dejado.

—¿Y TU COMO COÑO SABES QUE ME HA DEJADO SUBNORMAL?, grite con lágrimas en los ojos.

—Se supone que deberías de estar en Londres con él, ¿y si no estás allí y estas aquí? No es difícil adivinar que te ha dejado tirada…femme fatal, dijo Fran con ironía.

Rompí a llorar derrotada, me sentía vulnerable y este cabron me iba a amargar la existencia, ni siquiera me consoló, me dejo en ese sillón llorando, mi mundo era una mierda, me quería morir.

Estuve mucho rato llorando, no sé cuánto habría pasado, el reloj de la biblioteca marcaba las doce del mediodía, Fran entro con leña y ni me miró, echo los leños al fuego y volvió a desaparecer, me sentía ignorada, era como un mueble. Me intente poner en pie nuevamente, pero el dolor era insoportable y necesitaba ir al baño, dependía de Fran y eso me agobiaba, volví a llorar y en ese momento entro Fran con una taza de algo humeante, me la dio y se sentó a mi lado.

—¿Qué es? Le pregunte llorando.

—Tu infusión favorita, María seamos realistas, no nos aguantamos pero por desgracia vamos a tener que estar encerrados aquí hasta que la tempestad amaine y las quitanieves abran las carreteras.

Ese detalle me pillo desprevenida, ¿Fran sabía cuál era mi infusión favorita? La probé y efectivamente era la que me gustaba, eso me animo de alguna manera.

—Fran necesito ir al baño, pero los pies me duelen horrores, ayúdame por favor.

Mi voz no sonó autoritaria, sonó normal, seria pero normal, Fran me levanto en brazos y me llevo al baño, lo hizo delicadamente y me levantó como a una pluma, instintivamente pase los brazos por su cuello, con lo que estábamos muy pegados, me embriago su olor. Cuando llegamos me dejo suavemente en el suelo.

—María apóyate en los talones, yo te sujeto por las axilas bájate el pantalón y te sentare en el inodoro.

Ni rechiste su recomendación, seguíamos muy pegados, me baje los pantalones y me dejo suavemente sentada en el wáter.

—Cuando termines avísame y vendré a ayudarte.

Salió del servicio y cerró la puerta, al segundo mi cara era de placer, mi vejiga iba a reventar, estuve un rato más, intente levantarme valerme por mi misma, pero el dolor era insoportable, me tuve que hacer a la idea.

—¡¡FRAN!! ¿Me puedes ayudar?

Al instante Fran entro al baño, me volvió a elevar por las axilas y me ajuste mis pantalones, me tomo en brazos y me dejo de nuevo en el sillón frente a la chimenea.

—Si te hace falta algo pídemelo, tenemos de todo, dijo Fran, esto que te está pasando durara  unos días tranquilízate de verdad no me importa ayudarte.

En la comida comente a Fran que en mi coche tenía más víveres y dos maletas con mi ropa, la comida era deliciosa, me sorprendió con chorizos a la riojana, y con el hambre que tenía repetí, luego me llevó al sillón y me sirvió una taza de humeante café, sinceramente, me sentía como una mierda por haberle tratado como lo hice.

Por la tarde vi por la gran ventana que tenía tras de mí, como Fran dentro de la tempestad bajaba con una especie de trineo enganchado al cabestrante de su todoterreno, nevaba de tal manera que según empezó a bajar no le veía, solo veía el cable, empezaba a tardar y me empecé a preocupar, ¿y si le había pasado algo? Me puse nerviosa hasta que de repente oí el motor de su cabestrante y el cable subiendo el trineo, al poco estaba dentro de casa.

—Mira que he visto tormentas y tempestades dijo Fran, pero como esta ninguna, tu coche está prácticamente enterrado bajo la nieve, fácil que afuera el espesor llegue al metro y medio.

—¿tendremos suficiente comida? Pregunté preocupada.

—Por eso no te preocupes, tenemos víveres suficientes para más de dos meses, dijo Fran, cuando me enteré de la tormenta que se avecinaba bajé a León y me aprovisione bien, aparte de lo que has traído tú, tranquila que no nos falta de nada.

Eso me tranquilizo, y de alguna manera me animo, por fin tenía mi ropa y me podría poner ropa interior, además necesitaba ducharme, pero eso me angustiaba, no me mantenía en pie y no sabía cómo hacerlo sin ayuda…sin la ayuda de Fran.

La cena que preparo fue deliciosa, la verdad me estaba sorprendiendo este malnacido, cuando me dejo en el sillón nuevamente le dije que se sentase a mi lado, quería hablar con él.

—Fran, sabes que no soy de disculparme y menos contigo, pero quiero que aceptes mis disculpas por cómo te he tratado esta mañana y quiero darte las gracias por salvarme la vida, te lo digo de corazón.

—Vaya, gracias María, acepto tus disculpas. Pero una sonrisa en tu cara de vinagre mejoraría las cosas, resultarían más creíbles.

Miré a Fran con odio, joder era imposible, no le aguantaba, según me pudiese valer por mí misma le mataría. Vi como Fran se iba a levantar, era violento pero se lo tenía que decir, era frustrante tener que depender de ese tío insoportable.

—Ehhh…Fran hay otra cosa, me resulta violento pero es que…me hace falta ducharme, lavarme la cabeza, y es que no me mantengo en pie, dije ya llorando.

Me miró durante unos segundos, indolente, sin decirme nada, salió de la habitación y oía como preparaba algo, estaba intrigada no sabía cómo lo iba a hacer pero me intrigaba, de repente le vi aparecer por la puerta me dejo las maletas y me dijo que cogiese una muda y si quería, algo que ponerme que no fuese ese pijama de franela.

La verdad, con ese pijama me encontraba muy a gusto, pero necesitaba ponerme ropa interior, me sentía desnuda, cuando estuve lista llamé a Fran, me cogió en brazos y me dejo en una silla dentro de la ducha.

—Creo que te apañaras tu solita, dijo Fran, quítate el pijama según salga, aquí en esta silla detrás de la  mampara de baño esta la toalla y tu muda, cuando termines avísame y te ayudaré, por cierto ten cuidado con la temperatura del agua, tienes quemadas las manos y los pies.

Me encontré sola dentro del baño con algo de esfuerzo me pude desnudar, notaba mis manos y mis pies como acartonados, con falta de tacto, abrí el agua caliente y regulé la temperatura del agua, vi las estrellas, el dolor era insoportable, aun así medio llorando por el dolor conseguí ducharme y lavarme la cabeza, me seque como pude pero era imposible mantenerme en pie, no podía ni levantarme para poder ponerme las braguitas y los pantalones del pijama, lloré, lloré por lo dependiente que me encontraba para todo, me puse el sujetador y la parte de arriba del pijama, puse la toalla tapando de mi cintura hacia abajo.

—¡¡FRAN!! ¿Puedes venir? Grité.

Fran entro dentro del baño y vio como estaba, me miró extrañado.

—No me mires así joder, ayúdame mis manos y mis pies duelen a rabiar y no puedo ponerme la ropa interior ni los pantalones, dije rabiosa.

Fran no se ando con remilgos, me levanto no dándome tiempo a sujetar la toalla, me saco de la ducha y me sentó en un taburete, no sabía cómo taparme para que no me viese con mis vergüenzas al aire, fue a por la toalla me la dio y me volvió a levantar, pero esta vez me agarro y pegó mi espada a su pecho.

—Venga sécate, yo te sujeto.

Lo hice lo más rápido que pude, tuve que abrir mis piernas para secar mi sexo y mi culo, en esos momentos note algo que presionaba mis nalgas, venga ya, no me fastidies que este subnormal se había empalmado, joder puto salido de mierda, pero mire al frente y me vi reflejada en un espejo, Fran había visto con nitidez mi coño depiladito y sin un solo pelo, vi su mirada clavada en mí.

—Ya me puedes soltar, le dije secamente.

Me sentó en la silla cogió mis braguitas y me las puso, otra vez vio mi coñito con nitidez, me volvió a levantar y yo me las pude subir, misma operación con el pantalón del pijama, me sentó de nuevo y me dio un cepillo y un secador de pelo, me fije en el terrible bulto que marcaban sus pantalones.

—Sécate el pelo, no quiero que te acatarres.

Salió dando un portazo, ¿Le había puesto cachondo?, venga ya, hacía tantos años que nos conocíamos y nos llevábamos mal que casi era imposible, pero ¿y ese pedazo de bulto en su bragueta? De alguna manera me hizo sentir bien, me hizo sentir deseada subió mi ego, pero mi mente quiso humillarle, dejarle en ridículo.

—¡¡JODER MARIA VALE YA!! Me regañe a mí misma en voz baja, parece mentira como se está portando contigo y solo piensas en fastidiarle.

Me reí conmigo misma, a estas alturas y ni sabía que quería, en otras circunstancias le habría humillado, pero es cierto que se estaba portando conmigo como todo un caballero. Cuando termine de secarme el pelo le llamé, no tardó en venir, mire su cara, su gesto y su bragueta, por este orden. Hay algo que me gustaba y es que me levantaba como si fuese una pluma, y eso me hacía sentir delgadita. Me dejo en el sillón frente a la chimenea, fuera aunque con menos intensidad, seguía nevando y soplando el viento al rato entro de nuevo con algo en la mano.

—Te tengo que dar esta pomada en las manos y en los pies, dijo Fran, si no te seguirá doliendo y se te harán grietas.

Le deje hacer, me dio una pequeña cantidad en una mano y la extendió en un masaje suave, acariciaba mi mano, entrelazaba sus dedos con los míos, por una vez me fije en sus manos, suaves, dedos largos, manos bonitas, acogedoras, hizo la misma operación con la otra mano, de vez en cuando clavaba sus inmensos ojos verdes en los míos, eran muy bonitos, tantos años y no me había dado cuenta de los ojos tan bonitos que tenía, me encantaba como acariciaba mis manos estaba extasiada.

El súmmum fue cuando se arrodillo delante de mí, agarro un pie con delicadeza lo masajeo  y mimo excelsamente con esa pomada, note como mi braguita se empezaba a mojar, me estaba excitando ver a Fran acariciando mis pies de forma tan delicada y mirándome de esa manera, me hizo recordar en inmenso bulto de su bragueta, en esos momentos me hubiese gustado estar desnuda, abrirme bien de piernas y meter su carita en mi entrepierna para que me devorase.

—Esta es tu pose natural ante mí, arrodillado, humillado, suplicante, dije irónicamente

Me quede a cuadros, mire la cara de Fran, y esos ojazos verdes se inyectaron en fuego, estaba muy a gusto con él y ¿mi subconsciente? lanzó a través de mi boca semejante chorrada, que seamos sinceros en condiciones normales hubiese sido lo más natural, pero esta situación no se había dibujado ni remotamente en mi cabeza.

—Sabes lo que te digo María, que así te salgan grietas y te mueras de dolor que yo no voy a mover un dedo por ti subnormal, parece mentira que tengas 34 años y sigas siendo tan cría y tan inmadura.

Fran se levantó de mal humor, había fastidiado el momento tan bonito que estábamos teniendo, que dicho sea de paso era imposible pensar que podría suceder ni en el mejor de mis sueños, pero estaba muy a gusto con él.

—Fran espera queda el otro pie, dije con pena, casi con lágrimas en los ojos como si fuera el Dr. Jekyll y Mr. Hyde y me hubiese transformado.

—María ahí tienes la pomada y si quieres dátela tu solita. Lo que te ocurra a partir de ahora, me trae sin cuidado. Ahora, dame un solo problema, y te juro por tus padres, que te dejo en la nieve así te mueras de frio y tenga que ir a la cárcel por dejar morir a una persona sin alma.

Diciendo esto abandonó la habitación, mire mi pie hasta hace un momento mimado por él y ahora por un comentario estúpido que ni se por qué lo dije estaba sola y con ganas de llorar. Mi vida era una mierda, y empezaba a entender que quizás y solo quizás la culpa no fuese de los demás, si no que era culpa mía por mi manera de ser, por mi manera de tratar a la gente. Como pude me di la pomada en el otro pie, pero no fue ni remotamente igual, quería sentir otra vez sus manos en mi piel.

Antes de irse a dormir, me puso una mesita al lado del sofá y me trajo un vaso de leche con cola cao, me dejo hablando sola, ¿Cómo sabía que me gustaba eso antes de irme a dormir?, también me dejo una especia de vigila bebes, que no sé de donde habría salido.

—Te debería dejar a tu suerte, pero yo soy humano, no como tú, si necesitas algo llámame y bajaré a ayudarte. Que descanses María.

No me dio tiempo ni a decirle que lo siento, que me había comportado como una estúpida, pero que no quería ser así. Me tome la taza de leche con cola cao, justo como a mí me gustaba, en su punto, ¿Cómo conocía mis gustos?

—Bueno, pensé susurrando, son muchos años de llevarnos mal, me debe de conocer como a su hermana.

Pero… ¿Qué conocía yo de él? Sinceramente, nada, solo me había preocupado de burlarme, dejarle en ridículo, humillarle y hacerle sentir incomodo cuando compartiésemos espacio. Me remonte a los años de colegio, cuando éramos críos e íbamos juntos a clase, una ligera sonrisa cruzó mi cara, era una guerrera, una niña que me metía en peleas, problemas y demás zarandajas infantiles, ahora me daba cuenta que era Fran quien estaba siempre a mi lado para pelear junto a mí, nunca me dejo sola. Fue en el instituto, cuando empecé a ridiculizarle, me junté con el grupito de niñas tontas pero muy populares, y es ahí donde empecé a no ser yo misma.

—Mira María, por ahí viene tu novio, decían mientras se reían de mí.

Sí, me acuerdo perfectamente de ese día, Fran no me había hecho nada, ni me había mirado, pero fue pasar por mi lado y le empuje tirándolo al suelo, recuerdo su mirada pérdida no entendiendo nada.

—Fran estoy hasta el coño de que seas mi sombra joder, déjame tranquila, eres un puto planchabragas, un beta, piérdete.

Mi hermano me miro extrañado, ayudó a levantarse a Fran y se fueron, yo me sentí única cuando mis “amigas” me aplaudieron y me abrazaron, ese día fue grandioso para mí, me hizo ser una “malota” era como esas amigas que se comportaban como subnormales. Ese día cuando salimos del instituto me percaté de que Fran no venía con nosotros.

—¿Y Fran? Pregunté a mi hermano.

—Pero tú eres gilipollas ¿vedad?, dijo mi hermano muy serio, María olvídate de Fran ya no vendrá con nosotros, ni le veras, le has dejado en ridículo delante de todos.

Me sentí fatal, pero no lo demostré, a partir de ese día fue mi cambio, mi odio por él, joder, mi paladín, mi caballero andante me había abandonado por un simple comentario, recuerdo que me sentí decepcionada y fue a raíz de lo que yo provoqué cuando empezó todo. Fran ni me dirigió la palabra desde ese día, venia muchas veces a casa, llamaba al timbre y yo le abría la puerta.

—¡¡Ah!! ¿Eres tú?

Decía mirándole con desprecio de arriba abajo, para seguidamente cerrar la puerta en sus narices, me iba descojonada a la cocina, y contaba el tiempo, un minuto y volvía a tocar el timbre, misma operación y Fran aguantando estoicamente, hasta que aparecía mi hermano y me cortaba la diversión…por dios que gilipollas fui.

Terminé mi cola cao y mire la taza, la taza que con cariño me había preparado Fran, mire el vigila bebes y desee escuchar su voz…pero permaneció en silencio. Me acomodé en el sillón, y me envolví en el edredón que me había puesto, olía a él, aspire profundamente, y deje a mi mente volar de nuevo, recordando

Mi cabeza no podía contabilizar las veces que le humille, incluso delante de mis padres que me reprendían con dureza y me castigaban por su culpa aumentando mi ira contra él.

—Vaya mierda María, me dije a mi misma, yo era una estúpida pero era a él a quien echaba la culpa, de todo.

Recordé nuestra adolescencia, nuestra juventud, la de veces que le humille, pase de él, me reí en su cara de su poca vida social, hasta estando en la universidad, un día me pase por su facultad y le deje en ridículo delante de su gente, comentando su poca atracción y que seguramente seguía virgen.

Me encontré llorando, llorando por mi falta de tacto con él, mi falta de humanidad, mi envidia por su vida ordenada y lógica, recordé que en ninguno solo de mis cumpleaños falto un detalle suyo, siempre me regaló algo, unos pendientes, un collar, un CD, hasta un móvil, que termino en la basura al saber que él me lo regalaba, ramos de flores, en mi graduación me regaló un vestido de ensueño que por orgullo vendí  en segunda mano sin haberlo estrenado, cuando me vio sin su vestido disfruté de su cara de desilusión…y yo lloraba, ahora lloraba al saber el daño que había infligido.

En ese momento me di cuenta que mi paladín, mi caballero andante, siempre se había mantenido a mi lado, en la oscuridad, siempre velando por mí, siempre complaciéndome, ignorando mis desplantes, mis humillaciones, ¿Qué hombre aguanta eso? Me asustaba el reconocerlo, Fran estaba enamorado de mí y yo le había tratado a patadas. Me dormí llorando, me sentía mal, rastrera, estúpida, me acordaba de sus manos acariciando las mías, sus ojos, pero por dios como no me di cuenta antes.

No pasé buena noche, mi mente recordaba todas y cada una de las miserias que hice con él, y un sentimiento de culpa nació en mí, aparte del sentimiento de fracaso con mi ya ex pareja, no sabía cómo afrontar todo esto, tenía que estar muy segura, y por nada del mundo quería dañar de nuevo a Fran, me asusté, un sentimiento de cariño, de inmenso cariño empezó a nacer en mi hacia Fran.

El tercer día amaneció peor que el anterior, el viento soplaba fuerte y mire va través de la ventana, nevaba como si no hubiese nevado nunca, dentro de la biblioteca se estaba muy bien, ni me imagino la temperatura que debía de hacer fuera, pero seguro que llegaba a más de -15ºC, me percaté de que mis pies y mis manos ya dolían mucho menos, me puse en pie, y vi con alegría como mis pies soportaban mi peso sin problema, dolían sí, pero era un dolor soportable, necesitaba ver a Fran, quería verle y fijarme más en él, oí como bajaba por las escaleras, deje de mirar por la ventana y me tumbe en el sillón, mientras hacía como si leyese algo.

—Buenos días María, dijo Fran de la manera más seca.

Bueno ¿Qué esperabas? Pensé, ¿un saludo cariñoso?

—Buenos días Fran, dije con voz suave, ¿has descansado bien?

—Perfectamente, ahora preparo el desayuno.

Su voz era seca, distante, fría como la temperatura que hacia afuera, no podía esperar otra cosa, sabía que todo había cambiado, ahora quedaba lo más complicado, ganarme su confianza, su cariño,  sería un trabajo extenuante tantos años de estupideces no se olvidan en un minuto.

Fran vino al poco con mi desayuno, y si, era lo que desayunaba todos los días, era mi desayuno, ¿pero cómo lo sabía?, bueno tampoco era tan complicado, muchas veces se quedaba a dormir en mi casa y cuando entraba en la cocina aparte de mostrar mi desagrado por que el estuviese allí, veía lo que yo desayunaba, he de reconocer que soy una persona de costumbres y si me gusta algo, ¿Por qué voy a cambiar? Pero necesitaba cambiar, cambiar mi actitud.

—Fran, de verdad me asombra que conozcas mis gustos, le dije con una de las sonrisas más francas que tenía.

—Son muchos años conociéndote María, dijo sorprendido.

Me miro extrañado por unos instantes, pero me dejo sola de nuevo.

—Perdóname María, debo de ponerme a trabajar, estoy en la habitación de al lado, si te hace falta algo llámame.

Solo le sonreí, y vi como salía de la biblioteca de nuevo. Definitivamente si, nunca me había fijado en Fran como hombre, y ahora después de mi descubrimiento, me sentía muy atraída por él, necesitaba sentirle, sentir de nuevo sus manos, y que me acariciase, me imagine por un momento estar desnuda delante de él y casi me corro de gusto, joder a esas alturas y ya tenía empapadas mis braguitas, metí mi mano y empecé a acariciarme, mis flujos empapaban mi mano, la saque y me la quede mirando.

—Joder María, que burra estas, mascullé entre dientes.

Metí los dedos en mi boca y un latigazo de placer recorrió mi espalda, volví a meter mi manita en mi coñito, me abrí bien de piernas y me apodere de mi clítoris, inflamado, sensible, mi mente dibujo la cara de Fran, su bulto presionando mi culo, sus manos acariciándome…creo que nunca me he corrido de la manera que lo hice y tan rápidamente, empecé a sudar dentro de ese pijama de franela, pero mi orgasmo fue largo, larguísimo y de mi mente no se fue Fran, me costó recuperar mi respiración normal, notaba mis mejillas encendidas, mi boca seca, y mis pezones ardiendo, muy sensibles.

—Joder Fran, ven aquí y follame, te necesito dentro de mí, susurre.

Mis manos fueron a mis tetas, me acaricie por encima del sujetador, en esos momentos me molestaba toda la ropa, si hubiese sido por mí me hubiese desnudado allí mismo, hubiese llamado a Fran y le hubiese dejado hacer de todo con mi cuerpo, necesitaba sentirlo. Estaba con mis pensamientos pecaminosos y oí de fondo una musiquilla muy relajante, me quedé quieta y escuchaba con nitidez esa música, atrayente, sensual, con cuidado me levanté y me dirigí a la fuente de sonido, no fue difícil localizarla pero no estaba preparada para ver lo que vi.

—¡¡VIRGEN SANTA!! Murmuré.

Fran estaba solo con unos pantalones de lycra que eran como una segunda piel, estaba practicando taichí, me fije en su paquete que lucía abultado, pero lo que realmente me encendió fue su cuerpo, era lo más perfecto que había visto nunca, ahora entendía por qué me levantaba como a un pluma, espalda ancha, brazos fuertes, torso muy definido marcando unos pectorales poderosos y esa tabletita de chocolate, y sus piernas, por dios que maravilla, pero lo que realmente me cautivó fue su culito, prieto, marcado, me enamore de él , lo quería solo para mí.

Me fui a dar la vuelta y sin querer tire una figurita colgada de la pared.

—¡¡Mierda!! Dije entre dientes.

Me quedé quieta esperando que no se oyese lo que acababa de pasar pero se abrió la puerta y apareció Fran.

—¡¡María que haces!! Te puedes hacer daño, dijo Fran cogiéndome en brazos rápidamente.

Me abracé como si mi vida dependiese de él, mi cara se metió entre su cuello y su poderoso hombro y aspire su aroma de hombre, mi coño era ya una catarata, joder ningún tío me había puesto tan cachonda, no quería que se diese cuenta de cómo me encontraba.

—Vale Fran, tranquilo, solo estaba practicando, aunque duele pero ya por lo menos puedo moverme.

Me miro con esos ojos verdes que eran mi perdición en esos momentos, y me dejo en el suelo suavemente, me agarre a su cintura y le mire con una gran sonrisa.

—Ves, ya voy haciendo mis pinitos, de aquí a un par de días como nueva.

Estuve tentada de bajar una mano hacia ese culito prieto que tenía pero me corté, ahora tenía que ir poco a poco, que tomase confianza conmigo, le tenía que hacer ver que me importaba, tantos y tantos años de desplantes y humillaciones no se olvidan así como así. Me acompaño hasta la biblioteca de nuevo y me dejo sentada en ese sillón que ya empezaba a tener la forma de mi cuerpo; estaba deseando poder dormir en una cama y a ser posible acompañada de Fran, esa mañana estuve muy inquieta, no hacía nada más que pensar como acercarme más a él.

Sin darme cuenta paseaba por la biblioteca, los pies apenas dolían ya, los notaba sensibles pero no era el dolor de los primeros días, llevábamos ya tres días encerrados en esa casa y necesitaba hacer algo, pensé que lo mejor sería subir mis maletas a las habitaciones y ducharme de nuevo, ponerme ropa más acorde con lo que quería llegar a conseguir y eso solo era toda la atención de Fran, necesitaba quitarme ese pijama acogedor y ponerme más seductora, tenía la ropa, solo había que ponerlo en práctica.

—Fran, puedes ayudarme le dije.

Al momento le veía entrar por la puerta, se había duchado, no sé qué colonia utilizaba pero en su piel se convertía en el mayor de los afrodisiacos para mí.

—¿Te ocurre algo? Pregunto preocupado.

—Nada tranquilo, le dije con una sonrisa, estoy pensando que me gustaría subir a las habitaciones, colocar mi ropa y dormir en una cama, este sillón ha sido buen compañero, pero echo de menos un buen colchón.

—Por mi perfecto, subo las maletas  y ahora bajo a por ti y te ayudo.

—No Fran, no es necesario, tú sube las maletas a la habitación de mis padres y yo voy poco a poco, tranquilo que puedo hacerlo.

Al rato estaba en la habitación de mis padres colocando toda mi ropa, la claridad de la nieve entraba por el gran ventanal que tenía, seguía nevando, todo lo que se podía ver estaba de un blanco inmaculado, la estampa era bucólica, faltaban tres días para nochebuena, estábamos en una casa rodeados de nieve, incomunicados, y con una vistas de casitas con tejados blancos y chimeneas humeantes, dentro de la casa la temperatura era muy buena, la calefacción era radiante y funcionaba sin problema gracias a un generador auxiliar que mi padre había mandado instalar el verano pasado, abastecía la casa de electricidad aunque no se podía tener todo encendido solo lo más imprescindible.

Me fui a la ducha, necesitaba ponerme guapa para que Fran babease por mí, esta vez aunque también dolió la ducha fue más llevadera, me pinté y perfumé, me fui a poner un tanguita muy sugerente, pero mirando lo que me iba a poner, opte por no llevar braguitas, solo me puse un sujetador muy sugerente, unos leggins que eran como una segunda piel y me hacían un culo precioso y por delante se metían por mi coñito dibujándolo nítidamente, una camiseta muy ceñida dejando un gran escote a la vista era toda mi vestimenta, me puse unos calcetines y las zapatillas de mi madre, me mire al espejo y me encontré irresistible, era hora de atacar.

Baje a la biblioteca de nuevo, mire en la habitación contigua y vi a Fran trabajando en la traducción de su libro, me llené los pulmones de aire y entre dentro, Fran se dio la vuelta y vi como abrió sus ojos y tragaba saliba, el repaso que me dio me puso cachonda hasta a mí.

—Fran sé que no tengo ningún derecho a pedírtelo, pero dame la pomada en los pies anda por favor, te aseguro que no voy a soltar ninguna bordería de las mías.

Me miró desconfiado, pero creo que mi atuendo le despejo las dudas, yo iba delante pero notaba su mirada clavada en mi culo, cuando llegamos a la biblioteca me senté en el sillón dejándole ver el balcón de mi escote, él estaba todavía de pie, pero pude apreciar el bulto que ya se marcaba en su pantalón corto.

—¿Quieres que también te la de en las manos? Pregunto Fran nervioso.

—Si por favor, dije en un susurro.

Fue mágico, la suavidad con la que me dio la pomada, notaba su cariño a través de su piel, nos mirábamos a los ojos como dos enamorados aunque de vez en cuando su mirada se clavaba en mis tetas cosa que no me disgustaba, estaba muy excitada, nunca nadie me había hecho un masaje en las manos pero era lo más sensual y erótico que había, notaba la humedad en mi coño y de seguro que ya había traspasado la tela del pantalón pero me dio igual.

Temblé de deseo cuando se arrodillo ante mí y cogió con delicadeza un pie, instintivamente me abrí de piernas, quería que intuyese lo que escondía detrás de la tela, sus ojos se clavaron en mi entrepierna y no podía dejar de mirar, notaba sus manos acariciando mi pie, cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en el respaldo, mi coño era ya un manantial, abrí los ojos y me incorpore ligeramente, pobrecito mío, tenía una erección descomunal que su pantalón no escondía, me dejo los pies relajados, pero con una excitación que no podía ocultar.

—Bueno ya está, dijo Fran temblando como un flan y mirándome a los ojos como esperando un hachazo de los míos.

Le mire con cariño, acaricie su cara y la atraje hacia mí, bese sus labios con ternura un par de veces, el beso fue sin lengua, pero cargado de intenciones.

—Muchas gracias Fran, eres un cielo.

Vi cómo se levantaba con rapidez y salía apurado de la biblioteca, la tienda de campaña que me mostro por unos instantes me indico que se iba a cascar una soberana paja a mi salud, yo solo metí mi mano en mi coñito y tarde nada y menos en tener un orgasmo increíble, saque mi mano empapada. Me quede pensando, me di cuenta que Fran esa persona tan odiada por mí me llevaba a cotas de excitación que nuca había alcanzado y era capaz de hacerme correr sin esfuerzo con solo pensar en él.

Me metí en el baño de abajo, y me quite los leggins, estaba empapada, mi coño babeaba de manera escandalosa, me metí en la ducha y me lave bien, pensé en el beso que le había dado y me volví a excitar, dispare directamente a su línea de flotación le había dejado tocado, pero el a mí también, estaba deseando tenerlo ceca de mi  de nuevo, esto no quería alargarlo mucho más. Subí a mi habitación y me puse un tanguita y un salvaslip, tampoco era plan de llevar el coño casi al aire destilando fluidos. Cuando bajé Fran se encontraba en la cocina preparando la comida, seguía llevando esos pantalones de lycra, deseaba abrazarle, que sintiese mi cuerpo pegado al suyo.

—Eso huele muy bien, le dije a Fran poniéndome a su lado.

—Te estoy haciendo una paella que te vas a chupar los dedos.

Acaricie su espalda, y le di un beso en la mejilla dándole las gracias. La comida fue tranquila, hablamos mucho de todo, con tranquilidad, no hubo malas caras ni borderías por parte de los dos, aunque al final me confesó Fran que estaba algo confuso por mi actitud.

—Sabes Fran, sé que no te puedo pedir perdón por todos estos años que te he hecho la vida imposible, solo te puedo demostrar que he cambiado, te pido que me dejes demostrártelo.

Me miro por un par de interminable minutos sin decir nada, solo me miraba a los ojos, su mirada me intimidaba, pero por nada del mundo se la iba a retirar, al final cogió mi mano y me beso en la palma.

—Tenemos muchos días por delante Maria, tenemos que conocernos.

Hicimos una sobremesa larga, con café y chupitos de pacharán, hablamos hasta agotarnos y cada vez me gustaba más y me encontraba más a gusto con él. Esa tarde trabajo en la biblioteca conmigo al lado, había química, mucha química, nos buscábamos, nos acariciábamos y sin venir a cuento nos besábamos en la mejilla y nos abrazábamos, nos gustaba sentirnos, ese día transcurrió así, fue bonito y nos conocimos mucho más, esa noche durmiendo por fin en una cama  me desnude y me masturbe pensando que Fran estaba a mi lado y era el que me follaba con los dedos, goce como hacía tiempo que no lo hacía y alcance un orgasmo que me dejo agotada, esa noche dormí como un bebe.

Por la mañana cuando me desperté vi que ya no nevaba, había mucha bruma, me desperté feliz, muy contenta recordando todos y cada uno de los detalles del día anterior con Fran. Quise dar una vuelta más de tuerca y bajé a desayunar solo con unos pantaloncitos cortos muy holgados que dejaban más de media nalga al aire y una camisetita ceñida marcando pezones, para no ser tan descarada una batita corta por encima.

Fran estaba en la cocina cuando baje y le saludé, me vio y le tembló el pulso, lo note por la taza que hizo ruido sobre el platito, me excito el saber que le ponía nervioso me acerqué a él y fue instintivo le abrace y le di un beso muy cerca de su boca.

—Buenos días Fran, ¿Qué tal has descansado?

—Ufff. Maria, sí que has cambiado…estas…estas preciosa, resplandeciente.

—¿Sabes Fran? Me gustó mucho el día de ayer, de vez en cuando es bueno pararse y mirar hacia atrás.

Fran me miraba indeciso, no sabía si le hablaba en serio, o estaba de cachondeo.

—Maria, no me quiero ilusionar, pero temo que en cualquier momento te rías de mí y me dejes a la altura del betún como es tu costumbre.

Sabía que me costaría, pero me sentía tan atraída por el que lo lucharía, me puse en su lugar y yo también hubiese dudado. Le volví a abrazar, me gustaba sentir su cuerpo, su calor y le besé, fue un beso corto y sincero, le mire a los ojos mientras acariciaba su carita asustada.

—Mi vida, nunca más, nunca voy a tratarte como hacia siempre, por eso te he dicho que es bueno pararse y mirar atrás, solo te pido que confíes en mí, sé que dudas, pero no temas nada.

Volví a a abrazarle con fuerza que sintiese mi cuerpo deseoso de él, le miré con cariño y acaricie su carita nuevamente, note algo muy duro presionado mi pelvis, estuve tentada de pegarme de nuevo a él y frotarme lascivamente, en ese momento mi cabeza solo pensaba en follar con Fran hasta caer rendidos.

—¿Desayunamos? dijo Fran con un hilo de voz.

—Siii, le dije divertida, me muero de hambre.

El desayuno fue delicioso, largo, hablamos, notaba como Fran me buscaba, besaba mi mano, reía conmigo, el ambiente era de complicidad total, le ayude a recoger las cosas del desayuno, el no desaprovechaba ocasión de mirar mi culo cuando me agachaba a dejar algo, al pobre mío lo tenía desesperado, el bulto del pantalón del pijama así lo demostraba.

—Me voy a duchar, le dije.

—Vas a tener que esperar un rato, el agua de las tuberías se ha congelado, he llenado de nieve el deposito del establo, tardara unas horas en deshacerse y filtrarse. Aunque si quieres calentamos unas ollas con nieve en la chimenea y por lo menos te puedes bañar a base de caceroladas, eso tardara bastante menos.

Eso hicimos, pusimos un par de ollas con nieve en la chimenea y nos dispusimos a esperar, os preguntareis lo del depósito en el establo. Mi padre sabia el clima que hacía en este pueblo, estudio ingeniería industrial, y era bastante manitas, cuando se reformo esta casa, aparte de meterla todo tipo de comodidades, se preocupó mucho del aislamiento interior y que fuese autónoma si por circunstancias, como esta, se quedaba sin luz ni agua, montó un depósito de 500 litros que se podía llenar de nieve por una claraboya encima de él, además para que no se congelase lo doto de un sistema de calefacción y un sistema de filtrado de agua natural.

A la hora más o menos estaba en el baño lavándome como me había dicho Fran, no fue incomodo, fue diferente pero me bañe entera y me lave la cabeza, cuando salí solo con una toalla en mi cabeza y otra tapando a duras penas mi cuerpo, Fran me vio desde la cocina y se atraganto con el café que estaba tomando.

—Joder Maria, estas…estas, decía Fran mientras tosía.

Me acerque a él felinamente, sabia el espectáculo que le estaba dando, mi coño se veía cuando andaba, me abrace a él y le mire sensualmente, susurre en su oído.

—¿Cómo estoy Fran? Dímelo.

Esta vez fue el quien me abrazo con fuerza mientras me besaba y su lengua se introducía en mi boca, respondí a su beso con desesperación, haciendo que nuestras lenguas jugasen, note como una mano bajaba y agarraba una nalga apretándola contra si haciendo que notase su dureza, estaba claro que estaba muy excitado y yo también. Gemí dentro de su boca mientras mis caderas empezabas a moverse, no sé qué pasaría por su cabeza, paró de repente y se separó de mí mirándome asustado.

—Pe…perdóname Maria, yo no quería…

Me dejo en la cocina, caliente como un hierro al rojo y con mi coño preparado para recibir su polla, me dejo perpleja, no sabía lo que había pasado, subí a mi habitación y me hice un dedo hasta que estalle en un poderoso orgasmo, me limpie bien con toallitas húmedas y me vestí, necesitaba hablar con él.

Lo que me puse era muy sexy, un culotte muy provocativo, una minifalda vaquera que tapaba más bien poco y una chaqueta de lana muy suave de manga larga muy entallada y muy ajustada, no me puse sujetador y con los suficientes botones sueltos para que viese mis tetas lo mejor posible. Le vi en el exterior quitando la nieve de la entrada y haciendo camino hacia la cuesta que llevaba la pueblo, no le quise molestar, a lo mejor quería quitarse la tensión haciendo eso; me encantaba verle como conseguía quitar la nieve a paladas y a la velocidad que lo hacía, aunque por otra parte se iba a agotar y lo quería fresco.

Estuvo más de dos horas en el exterior, de su cabeza salía vaho del esfuerzo y la transpiración, vendría con sed, así que prepare algo parecido al Aquarius para que recuperase sales minerales perdidas en la transpiración y el esfuerzo. Cuando entró al interior de la casa, le ayude a quitarse el pesado anorak que tenía y las botas altas para la nieve, vi cómo me miraba, vi deseo en sus ojos, yo me mostraba ante él, quería que viese que le estaba provocando, joder solo me faltaba decírselo.

—Me voy a duchar, creo que ya debe de funcionar, dijo Fran.

—Espera cielo, estas sudando mucho, bebe un poco de esto te sentara bien, le dije con cariño.

Me hizo caso, estaba muerto de sed, se bebió dos vasos de tirón y me dio las gracias, subió a las habitaciones y al rato oí la ducha que funcionaba sin problemas. Ese día no paso mucho más, empezó muy bien pero no termino como yo deseaba, no quiso contarme lo que había pasado en la cocina por la mañana cada vez que se lo decía se ponía muy colorado, de acuerdo que hubo más abrazos y más besos apasionados, parecía que Fran iba ganado en seguridad, pero al llegar la noche se despidió con cariño de mí y se fue a su habitación.

—A ver Maria, me dije a mi misma, vamos a dejarnos de sutilezas y vamos a la política de hechos consumados, de esta noche no pasa.

Subí a mi cuarto, y me desnudé, me mire en el espejo, me sobraban unos kilitos de acuerdo, pero el conjunto haría resucitar a un muerto, mire mi culo y es que era lo que más me gustaba acogedor, suave y respingón. Me fui al cuarto de baño y me asee bien, lave mi culo y mi coñito en el bidé, necesitaba sentir la boca de Fran comiéndome enterita, solo de pensarlo ya me estaba excitando y mi coño parecía una fuente, nunca me había pasado esto con ningún tío. Me eche un poco de colonia, poca, tampoco había que exagerar y me fui hacia la puerta de la habitación de Fran, llene de aire mis pulmones y entre dentro.

La habitación estaba a oscuras, pero la conocía, era la habitación de invitados, había dormido muchas veces en esa gran cama, por la ventana entraba una tenue claridad, me puse por el lado opuesto donde dormía Fran y deje caer mi camisón metiéndome en la cama.

—Ma…Ma…Maria, ¿Qué haces? Dijo Fran asustado.

—Mi amor, solo dime una cosa, ¿Estás enamorado de mí?

No veía su cara, pero mis manos la acariciaban, sentía su corazón a mil por hora y su respiración agitada, tardo unos segundos que se me hicieron eternos, ¿Y si me había equivocado y Fran no quería nada conmigo? Me empecé a preocupar, todas las señales me decían que no, que no me había equivocado que sentía algo por mí.

—Maria estoy más que enamorado, te amo, te he querido desde que íbamos al colegio, te quise aun cuando me humillaste en el instituto y cuando empezaste a tratarme peor que un a un perro. Puedes insultarme pero que te quede claro que siempre te he querido.

Me faltaba poco para echarme a llorar, creo que en ese momento supe que sería suya siempre, sabía que Fran nunca me fallaría. Junté mi cuerpo al suyo y nos besamos como desesperados, Fran me acariciaba y sentía como sus manos me dibujaban en la oscuridad, notaba su polla dura, durísima en mi tripa, pero quería verle desnudo, su cuerpo era impresionante.

—Mi amor enciende la luz, le dije jadeando.

Fran encendió la luz, la claridad hizo que cerrásemos los ojos, los fuimos abriendo poco a poco, nos miramos a los ojos y nos abrazamos con fuerza besándonos, sintiéndonos, me gustaba como me abrazaba, como me besaba, me gustaba la suavidad de su piel, su calor…su olor. Mis manos no paraban quietas, acariciaba su cuerpo, pero tenía su polla atrapada ente mi tripa y su cuerpo, quería verle entero que su imagen desnudo se grabase en mi retina, me puse de rodillas en la cama y retire el edredón mis ojos se abrieron como platos. Un cuerpo esculpido con horas de gimnasio, perfecto, y una pedazo de polla que me hizo temblar fue lo primero que vi, ahora entendía los abultados paquetes que lucía de vez en cuando en sus pantalones.

—Joder Fran, dije con la boca abierta.

Sé que no estuve muy elocuente, pero es que no me salían las palabras, agarre ese tótem de carne palpitante, estaba durísima, yo no es que fuese una santa a lo largo de mi vida me había follado a 20 o 22 tíos, mi virginidad la perdí con un tío de 23 años cuando yo solo tenía doce años, era el hermano de una de esas chicas tontas del instituto, le calenté hasta hacerle enloquecer, y me lo follé, así como suena, fue un polvo de compromiso, pero que abrió la veda para mí. En mi vida he conocido muchas pollas, de varios tamaños y formas, pero os aseguro que ninguna tan grande como esta, tan bonita y sobre todo tan dura.

En ese momento note como los dedos de Fran jugaban con mi coñito, yo empezaba a mover mis caderas, notaba mi coño empapado, el tener entre mis manos esa polla y los deditos de Fran jugando con mi clítoris, hicieron que gimiese como una puta.

Baje hacia su polla, le iba a hacer la mamada de su vida, y esa polla lo pedía a voces, su único ojito me miraba triste pidiendo mis atenciones. Le mire a los ojos y me metí más de la mitad en mi boca, ummm, riquísima.

—Espera, espera Maria, dijo Fran nervioso.

—Que pasa cariño mío, ¿no te gusta lo que te hago?, le dije metiéndome nuevamente más de la mitad de su polla en mi boca.

—Ufffff…no, me encanta…es que, joder Maria paraaa.

—Fran ¿Qué pasa? Pregunté ya preocupada.

—Esta mañana en la cocina…

Pare de repente, Fran necesitaba sincerarse conmigo, quería conocer todo de él, subí, le mire a los ojos y le bese con cariño.

—Cuéntamelo mi amor, ¿Qué ha pasado esta mañana en la cocina?

—Me avergüenza decirlo, pero estabas tan sexy, tu cuerpo pegado al mío, el beso, tu olor, cuando te he agarrado el culo y he notado tus caderas frotándose sobre mí, me he…joder…me he corrido.

Casi me hecho a reír por lo gracioso de la situación, me halagó el hecho de que le excitase tanto, guarde mi compostura y le volví a besar.

—A ver mi amor, que quede esto muy claro, le dije susurrando en su oído mientras le masturbaba. Te quiero, quiero que me des tu leche, que te corras en mi boca, en mi cara, en mis tetas en mi coño, en mi culo, quiero todo de ti y te deseo. A sí que, si te la voy a chupar y quieres correrte en mi boca… ¿a qué esperas?

Ya puestos a ser sinceros, y como comentario personal, he de deciros que mi época más golfa fue desde los 16 a los 22 años, hubo de todo, folladas increíbles, tríos, cuartetos, lésbico, BSDM, orgias, fisting vaginal, incluso me pagaron por sexo, si, en un momento de mi vida fui una prostituta y cobré por hacerlo aunque era más puta que las gallinas me gustaban las pollas y me encantaba follar.

Me acuerdo de ese día, tenía 17 años, y un tío de 44 tacos que conocí en una discoteca se encoño conmigo, me encantaba calentarle, siempre vestida provocativamente luciendo mi cuerpo, que por aquella época era perfecto, hasta que llego el día que acepte comer con él. La comida fue increíble en un sitio impresionante, no se ando con rodeos en la sobremesa me lo soltó.

—Maria voy a ser sincero contigo, uno ya tiene su edad y pasa de jueguecitos y tonterías, sabes que me excitas y quiero follarte, te doy 500€ y nos subimos a una habitación que tengo en este hotel a follar toda la tarde.

Le mire seductora, 500 pavos por aquella época era un pastizal para mí, la de cosas que podía hacer.

—¿Y a que estamos esperando? Dije con cara de vicio.

Vi al tío con la pupilas dilatadas, saco su cartera y me dio los 500 pavos, en ese momento tenía mi mini tanguita empapado, el tío se iba a correr según me viese en ropa interior.

—Maria te voy a follar como nunca te han follado, me voy a correr en todos tus agujeritos.

Vi el cielo abierto, mi culito era virgen, nadie lo había profanado.

—No, no cielo, le dije segura de mi misma, mi culito es virgen y nadie entra por ahí, a no ser que yo lo desee, mi coño y boca son tuyos a mi culito déjalo tranquilo.

El tío me miró por unos interminables minutos, evaluando la situación, la verdad no me esperaba su respuesta, me pillo en bragas nunca mejor dicho, pero mantuve mi compostura.

—De acuerdo Maria, 3000€, por disfrutar de ti sin límite y desvirgar tu culito, pero… follamos a pelo, quiero que cuando terminemos mi leche rebose por todos los lados de tu cuerpecito.

—Por supuesto cariño, pero el dinero por adelantado, le dije viciosa.

El tío llamo a un camarero y al instante otro tipo muy estirado vino y no sé qué le dijo, el solo saco una tarjeta de crédito y a los pocos minutos el tipo estirado le entrego un fajo de billetes.

—Aquí lo tienes zorra, 3000 €, tu cuerpo me pertenece durante toda la tarde hasta que me canse de ti.

Me asuste un poco, estaba jugando con fuego, hacerlo a pelo, sabía lo que significaba, mañana me tendría que comprar la píldora del día después, estaba en mis días fértiles y me daba miedo pillar una ETS pero ahora no me podía echar a atrás era mucha pasta, este tío no se conformaría con una negativa y mi coño estaba literalmente chorreando de excitación.

Estuvimos siete horas follando como animales, nunca en mi vida he alcanzado tantos orgasmos, el tío se comportó como un auténtico vicioso del sexo, no conocía el hardcore, pero creo que en esa sesión me hice una idea, la dureza con la que me folló, las cosas que me hizo, y mis suplicas no escuchadas para que no me hiciese daño creo que me llevaron a la cima del éxtasis. Al final llegue a mi casa rebosando leche por todos mis agujeritos, dolorida como si me hubiesen dado una paliza, pero con 3500 pavos en mi bolsillo. Desde ese día nadie me folló como el en esa tarde.

Hubo un par de "clientes" mas, pero fueron tan asquerosos y me dio tanto asco que lo deje, no quería eso en mi vida me gane 8.000€ más y me retire por decirlo de alguna manera. A raíz de ese día estuve con muchos hombres pero nadie supo darme lo que me dio ese tío de 44 años.

Con esto os quería comentar que Fran podía correrse donde gustase, no me iba a asustar, según le deseaba en ese momento mi cuerpo era suyo, con lo coladito que estaba por mi iba a ser muy tierno y delicado, le mire con amor y me fui bajando a ese pedazo de pollón que me llamaba a voces, me tenía fascinada, su tamaño, su grosor y su capullo, parecía un champiñón, grande morado, me relamí pensando en el banquete que me iba a dar.

—No cariño, no lo quiero así, dijo Fran dejándome sin saber lo que decir.

Se levantó de la cama y me levanto a mí, me miro con cariño. No podía dejar de mirar esa polla, mi coño se licuaba según la veía, me arrodille delante de él y agarre su polla, pero volvió a levantarme y me beso.

—No cariño, tampoco quiero esto, me dijo Fran, ya no sabía lo que hacer. Esto lo he soñado y lo he deseado, déjame enseñártelo me comentó.

Se fue hacia una esquina de la cama y se sentó muy al borde, su polla apuntaba al techo, desafiante.

—Ponte a cuatro, y ven gateando a comerme la polla…sin manos.

Su voz sonó con autoridad, como una orden, pero me gustó, le mire a los ojos mientras me acercaba, su mirada era expectante, llegue a su altura le mire a los ojos y sin manos me metí mas de mitad de su polla en mi boca, era deliciosa y la situación me excitaba.

—Así mi vida, decía Fran, es increíble lo bien que lo haces.

Mamaba su polla mientras le miraba a los ojos, me arrodille y me senté sobre mis talones, puse mis manos sobre sus muslos y me esmere en hacerle correr en mi boca, oía como bufaba, como me acariciaba, hasta que cambiaron las tornas.

—Maria, me encanta como la chupas, pero lo que realmente quiero es follarte la boca, he soñado con ello.

Yo le miraba traviesa, acaricio mi cabeza y empezó a hacerme una coleta con sus manos, cuando considero que me tenía bien asegurada metió su polla en mi boca y del primer envite me la dejo llegar hasta la garganta, la arcada fue inevitable, pero me excito, poco a poco su polla se hacía hueco, babeaba como a una niña que le salen los dientes, pero cada vez llegaba más adentro y mis arcadas aunque inevitables las lograba controlar.

—Asiii mi vida, te la voy a meter entera en tu garganta y me voy a correr, sigue chupando zorra no pares.

Fran estaba muy excitado y ya me follaba la boca sin control su velocidad era endiablada, mi nariz prácticamente tocaba su pubis, según lo notaba agarraba mi cabeza y apretaba fuerte, sometiéndome, estaba tan excitada tan cachonda que me iba a correr.

—¡¡Mariaaaaaa, me corrooooo!!

Clavo su polla en mi garganta, la tenía metida entera en mi boca, note como se corría, las lágrimas surcaban mis mejillas, pero era tan excitante que sin tocarme empecé a correrme yo también, no podía gritar mi mano bajo a mi coño y empecé a masturbarme con furia, mi vista se nublo, necesitaba respirar me ahogaba, Fran controlo los tiempo muy bien, saco su polla de él interior de mi boca mientras todavía escupía leche, chupe su capullo mientras gemía mi orgasmo, nunca me había corrido así, de esa manera y sin prácticamente tocarme.

Me tumbe en la cama para descansar estaba desfallecida, vi como Fran se ponía en pie, su polla todavía era una barra de acero, beso mi boca con ganas me morreo bien, bajo por mi cuello mientras amasaba mis tetas y me ponía los pezones como dos puntas de acero, gemía escandalosamente.

—Fran sigue cabron, me matas de placer.

Su boca se apodero de una teta mía mientras que con su otra mano me abría las piernas y empezaba a follarme con sus dedos, el sentir como babeaba mis tetas, mordía mis pezones hasta casi arrancármelos y me follaba con sus dedos, me llevo al delirio, bajo con su boca por mi tripita y me dio un mordisquito en mi pubis.

—AHHHH, joder Fran que me haces, dije jadeando.

Sacó sus dedos de mi coñito, y abrió mis piernas hasta casi hacerme daño mire por encima de mí y vi la mirada de sátiro que tenía Fran.

—Ábrete los labios del coño, dijo Fran.

Me los abrí, y su lengua larga gorda se metió en mi coño, di un gemido largo, y empezó a comerme el coño y el culo como nunca me lo habían comido, su lengua tenia vida propia, lamio chupo, y me follo mi coño y mi culo con ese apéndice que hacia maravillas. Mis caderas no paraban de moverse, notaba mi coño como un manantial, metió un dedo en mi culo, mientras su lengua me follaba tanto placer pudo conmigo y arqueando mi espalda estalle en un poderoso orgasmo que regó la cara de Fran.

—Ahhhhh….siiiii, joder que gusto, Fran me estas matando a orgasmos.

—Siempre supe que eras deliciosa, pero tu sabor es adictivo, dijo Fran con una voz bronca que no conocía.

Me tenía desfallecida, había tenido dos orgasmos que me habían dejado rota, pero no me dejo descansar, me agarro por las piernas y me puso al borde de la cama, con la mitad de mi culo fuera del colchón, joder me imaginaba lo que iba a hacer y mi coñito se licuo más aun, empezó a pasar su polla por todo lo largo de mi rajita, me hacía hervir de placer de nuevo.

—Vamos follame cabrón, es lo que has deseado toda tu vida, ¡¡VAMOSSSS HAZLOOO!! Grite con desesperación.

Mi coño la acogió como si fuese parte de él, me la metió de un tirón, hasta el fondo y hasta que note como sus huevos golpeaban mi culo de forma deliciosa, arquee mi espalda y mil estrellitas explotaron en mis ojos del placer que había sentido, note la punta de su polla donde nunca había sentido nada, me miro a los ojos y me beso con pasión mientras la sacaba totalmente y repetía la operación, a este paso iba a explotar en otro orgasmo.

—FRAN…DIOSSS, ¿QUE ME HACESSS?....AHHHHHH.

Empezó a follarme de una manera bestial, sudaba a mares pero él me abrazaba, me lamia mientras su polla perforaba mi coño como un martillo neumático, no tarde nada en correrme grite como una desesperada, pero el no disminuyo su cadencia, cuando se cansó de esa postura me levanto como a una pluma, me enganche a su cuello y el paso sus fuertes brazos por las corvas de mis piernas, me tenía totalmente abierta y su polla no dejaba de taladrarme, ahora era el quien me impulsaba y me dejaba caer haciendo más profunda la penetración, estaba tan excitada, tan entregada que note como me venía otro orgasmo, ahora fui yo quien le comió la boca y grite en su interior mi placer, se subió encima de la cama conmigo y sin sacar su polla de mi interior, se tumbó, le cabalgue mientras me comía las tetas, las estrujaba las maltrataba, las mordía, llegó un punto que no soporte tanto placer y empecé a encadenar orgasmos.

—Fran para mi amor, necesito descansar, suplicaba sin resultado.

Mi cuerpo temblaba de placer y de deseo, me tenía a su merced, podía hacer conmigo lo que quisiese, paro durante unos minutos su polla la sentía durísima en lo más profundo de mi coño, lo llenaba de una manera increíble, y los músculos de mi vagina se agarraban a ese falo del demonio que me hacía ver más allá del infinito.

—Maria, te he deseado tanto, te he llorado tantas veces que esta es una manera de desquitarme, te amo.

Bendita venganza, pensé, me quito de encima suyo  y me puso en cuatro, me manejaba como a una muñeca, me puso la polla delante y le hice una buena mamada, profunda, la lubrique bien, seguía como el acero, se puso detrás de mí y lamio todo mi coño y mi culo empecé a retorcerme de gusto estaba muy sensible.

—Joder Fran que lengua tienes, me vas a matar le dije jadeando de placer.

Note como se erguía y enfilaba su ariete a mi coño, aullé como una loba cuando me dejo ir dentro de mí su pollon, otra vez empezó a martillear mi coño de una manera salvaje, creo que no tarde ni quince segundos en alcanzar otro orgasmo, y otro, y otro, metió su dedo pulgar en mi culo y eso fue otro detonante, hizo que me retorciese de placer.

—Fran, Frannnn, por dios córrete, dame tu leche, le rogaba

No me oía, solo castigaba mi coño con esa polla que dios le había dado, casi estaba en un orgasmo continuo, no sabía cuándo terminaba uno y empezaba el otro, estaba agotada, desfallecida, necesitaba descansar, pero faltaba la traca final, note como Fran se salía de mi interior y se acostaba a mi lado, me deje caer rendida mientras le miraba con amor.

—Y yo que pensé que serias un juguetito en mis manos bandido, decía cansada, me has destrozado.

Acaricio mi cara y me beso con cariño, vi su mirada de lujuria y me asusté.

—Mi amor todavía no me he corrido, y mis huevos están llenos de leche que te pertenece.

Le iba a decir que le hacia una mamada o que ya si eso mañana seguíamos, ni caso, me volvió a levantar como a una pluma, puso dos almohadas bajo mi tripa y susurrando en mi oído me lo dijo, se me pusieron los pelos de punta y un escalofrió recorrió mi espalda.

—Ábrete el culo mi amor, dijo Fran con cariño y autoridad.

Llevé mis manos a los cachetes de mi culo y los abrí para él, volvía notar su lengua horadando mi anito, el placer era enorme, estuvo un buen rato así, hasta que me hizo rogarle.

—Vamos, follame el culo, dame esa polla que tienes y rómpelooo.

Note como entraba centímetro a centímetro, dolía, pero dentro de ese dolor había mucho placer, empezó a moverse con cuidado, me notaba repleta, su polla era como un dildo, no perdía dureza, era como el acero, empezó con tranquilidad pero al poco me estaba rompiendo el culo, mis gritos se tuvieron que escuchar en el pueblo, era tal el placer que estaba sintiendo que mi vista se hizo borrosa.

—Te gusta zorra, te gusta cómo te rompo el culoooo. Decía Fran fuera de sí.

—Siiiii, por dios, no pareees…rómpeme, destrozameeee, decía loca de placer.

No sé cómo lo hizo, bueno si a base de fuerza, me la clavo bien profundo, paso un brazo por debajo de mis tetas y con el otro me agarro fuerte por el bajo vientre, me levanto pegando su pecho a mi espalda, instintivamente pase mis piernas hacia atrás de su cuerpo, se bajó de la cama con su polla bien clavada en mi interior, me depósito en el suelo frete a un espejo y me hizo apoyarme en la cómoda, mis piernas casi no me sostenían, sabía lo que quería, saque mi culito ofreciéndoselo más aun, arquee mi espalda de forma sensual y le mire con vicio.

—Vamos Fran continua donde lo has dejado.

—Mírate Maria, mira la cara de vicio que tienes, quiero que veas como te corres y quiero que veas mi cara cuando inunde tu culo de leche.

Saco su polla, escupió en mi culo y volvió a follarme irracionalmente, Fran me tenía bien agarrada por las caderas, oía el envite de su pelvis sobre mi culo, y notaba como ese vergote me llevaba a un orgasmo sin retorno.

—Fran mi amor, me corro, me corrooooo…hazlo comigoooo.

Mire mi cara desencajada por el placer, las manos de Fran subieron a mis tetas amasándolas, y vi como cerraba sus ojos con fuerza, al poco un bramido ronco y note como su leche hirviente llenaba mi intestino, mis fuerzas fallaron y mis piernas no me sostenían, Fran me agarro y me pego contra su cuerpo, me abrazo contra sí y me cubrió de besos dándome cariño, estaba al límite de mis fuerzas, creo que me desmayé porque ya no recuerdo nada más.

Me desperté sola en esa gran cama, aspire, olía a Fran, recordé la noche pasada y lo que me hizo sentir, esboce una sonrisa, aunque el dolor de mi culo y el escozor de mi coño y mi garganta, me recordó la intensa follada que me dio, salvo ese tío de 44 años que me dejo para el arrastre, nadie me había follado tan intensamente como me lo hizo Fran por la noche, pensé en él, como me trato, como me utilizo, me destrozó, pero me dio el mejor sexo desde hacía muchísimos años y la respuesta es sí, me había enamorado de él como una colegiala, esa persona que hacía cuatro días no soportaba, ahora me hacía suspirar cuando pensaba en él.

—Buenos días, dijo Fran entrando en la habitación, ¿has descansado bien mi amor?

—Más que bien, le dije con cariño, ayer me dejarte hecha un trapo.

—Me gustó mucho follar contigo Maria, eres increíble, te he preparado el baño para que te relajes, sé que me pase contigo, pero no podía parar, dijo Fran con algo de culpa.

Le bese con pasión, ¿el tío me había preparado el baño? Joder, en todos los años de mi vida nadie me había tratado así. Me cogió en brazos me llevo al baño y me dejo dentro de la bañera, la temperatura del agua era la ideal, me beso nuevamente.

—Cuando termines baja te he preparado un buen desayuno.

Nos besamos nuevamente y me quede en la bañera, muy relajada, no hay nada mejor que una noche de buen sexo y un baño por la mañana. Recordé cada momento en el que poseyó mi cuerpo, casi me corro otra vez recordando cómo me folló la boca, la manera salvaje de follarme el coño y por poco se me para el corazón pensando cómo me reventó el culo y su gran corrida. No sé cuántas horas estuvimos, pero sé que no aguante su ritmo y mira que a mí me gusta follar, eso me encendió más aun, mi mano empezó a acariar mi clítoris mientras recordaba, estaba tan caliente que no tarde nada en correrme.

—Joder Maria, me dije hablando bajito, lo tenías delante de ti, lo que siempre has soñado y tu puteándole…ya te vale.

Me vestí muy provocativa, quería seguir calentándolo, excitándolo, un tanguita mínimo, unos mini short muy ajustados que marcaban mis curvas perfectamente y una chaquetita suave y cálida corta dejando mi ombliguito al aire y por supuesto sin sujetador, cuando entre en la cocina y Fran me vio casi me viola, estaba en una nube con él, me sentía deseada, amada y muy querida, estaba feliz.

Pasamos la noche buena y la navidad encamados, Fran me sorprendía a cada momento, sabia ser tierno y cariñoso y me hacia el amor como nadie me lo había hecho, pero cuando le pedía caña, ya me podía agarrar al primer resquicio porque me trataba como a una zorra sedienta de sexo y me manejaba como a una muñeca, me encantaba, me dejaba rota y no me cansaba de su polla. Nos conocimos más a fondo, nos preguntamos por nuestros deseos sexuales, donde nos gustaría viajar, etc. Me sorprendió que Fran hubiese cumplido la mayoría de ellos conmigo.

—Sinceramente Maria, sabía que un día serias mía, he follado con otras, pero no eran tú, no disfrutaba.

Seguía teniendo miedo de mis sentimientos, me estaba enganchando mucho con este tío y me daba pánico, había recibido muchos palos en mi vida y ya no quería equivocarme más.

La tempestad pasó, el buen tiempo se instaló en Villamanin, había muchas cosas que hacer, entre ellas desenterrar mi coche de debajo de la nieve, solo se veía una pequeña parte del techo y de la ventanilla del conductor. Le comenté a Fran lo que me había pasado cuando llegué, pero no le dio importancia, trabajamos muy duro los dos para quitar la barbaridad de nieve acumulada, luego con un quitanieves manual que mi padre había comprado hicimos camino hasta la carretera, la verdad es que lo dejamos todo muy despejado de nieve.

Por la tarde y después de comer, logramos sacar mi coche de donde estaba con la ayuda del cabestrante de su 4x4 y milagro, mi coche arranco sin ningún problema, más tarde me enteraría que al forzarle, hizo subir en exceso la temperatura del motor y para proteger la mecánica la propia unidad de inyección paro el motor y no le dejaba arrancar, una gracia de la tecnología.

La Guardia Civil pasó a hacernos una visita y comprobar que estábamos bien, nos comunicaron que ya había cobertura de móvil y que en unas horas se restablecería el suministro eléctrico. Por la tarde ya funcionaba todo correctamente, hable con mi casa y le conté a mis padres la aventura, aunque les tranquilicé, se preocuparon que estuviésemos Fran y yo juntos, no por nada sino por lo mal que nos llevábamos, si ellos supiesen.

Yo empezaba a trabajar el día 2 de enero, todavía me quedaba poco menos de una semana de estar con Fran, muchas veces me lo quedaba mirando, pensando en las vueltas que da la vida, como me sorprendía con pequeños detalles, haciéndome sentir única, había momentos en los que deseaba parar esto y pensar, y otras cuando me follaba que no podía dejar de pensar que no quería que despareciese de mi vida…lo quería mi lado, quería compartir mi vida con él. Hasta que tuve que preparar la maleta pasaron los días como un suspiro, 20 años machacándole y solo hicieron falta cuatro días para caer rendida ante el y enamorarme hasta el tuétano, el día 1 antes de irme pasamos toda la mañana en la cama, me hizo el amor de una manera increíble y lo único que le pedí al final es que se corriese en mi cara, a nadie le dejaba hacerlo, era para mí como si me marcase como su mujer, su hembra, y aunque no lo creáis solo dos hombres lo habían hecho en toda mi vida, el tipo de 44 años, y Fran, he de reconocer que los dos me marcaron de una manera u otra, los dos eran unos fuera de serie.

La despedida fue horrible, no me quería separar de su lado, me abracé a él y llore como una niña, me dio todo el cariño del que era capaz y mucho más, pero me aterraba el no verlo cuando me despertase, me había acostumbrado a él, a verlo cada segundo, y ahora de repente desaparecía así sin más.

—Mi vida por que no te vienes a Madrid y trabajas allí, ¿no es lo mismo? Decía con desesperación.

—Maria no es lo mismo créeme, necesito concentración, aislarme para cumplir con los plazos, tengo un montón de trabajo y necesito sacarlo adelante, mis jefes me exigen mucho. Tranquila a mediados del mes que viene estaré en Madrid

Su respuesta me hizo llorar aún más, no aguantaría tanto tiempo sin estar con él, le necesitaba más que respirar, entre hipidos y sollozos me despedí, me tenía que ir a Madrid, por delante más de cuatro horas de carretera, llegaría a casa de mis padres cerca de las diez de la noche y al día siguiente a trabajar, volver a la rutina.

Me consolé, el fin de semana me volvería a ir al pueblo y según llegase el viernes por la noche me metería en la cama con Fran y follaríamos hasta el domingo que me volviese a Madrid, eso de alguna manera me animo. Durante todo el trayecto de vuelta no deje de pensar en todos y cada uno de los momentos pasados con Fran, y llegué a la conclusión que le necesitaba en mi vida.

Necesito parar y pensar en todo lo que pasó después, nunca salen los planes como deseas, y menos en mi caso, toda mi vida fui una gilipollas y no supe separar lo bueno de lo malo, me gustaba follar, me gustaban los hombres, pero ni pude ni quise poner límites a mis deseos, las mujeres solemos ser más inteligentes que los hombres, sabemos que solemos tener todas las situaciones controladas y controlamos muy bien nuestros sentimientos, pero un gran hijo de puta me arruinó la vida.

Cuando llegué a mi casa, y abrí la puerta me encontré en el salón a mi padre y a Pablo mi ex novio hablando, si ya de por si venia deprimida, el verle me dejo literalmente hundida en la miseria, el muy hijo de puta tenía en la cara una sonrisa de suficiencia que me descompuso.

—Pero…pero ¿tú que haces aquí tonto los cojones?, dije furiosa.

—Vamos cielo, no te pongas así, tu padre me ha llamado para que venga a consolarte, sabemos que has tenido que pasar con Fran… ¿Cuántos días? Dijo Pablo curioso.

—Quince días hijo, dijo mi padre con una risa.

—Pues eso cariño mío, he venido para hacerte olvidar esa experiencia que de seguro te ha amargado las navidades.

—Esto…esto es irreal, dije alucinada. Papa este hijo de puta, me mandó un mensaje a dos horas de irme a Londres con él, diciéndome que se iba con una guarra de tetas operadas, me dejo por una zorra y se fue con ella, ¿lo entiendes? Dije llorando.

—Hija, dijo mi padre conciliador, a veces los hombres buscamos fuera lo que en casa no encontramos.

Me volví loca, agarre a mi ex novio y le rompí un vaso en la cara, mientras le pateaba y le echaba de mi casa, y a mi padre le di un bofetón que me dolió hasta a mí.

—Papá, que sea la última vez que se te ocurre manejar mi vida, no eres nadie para invitar a gente que ni quiero ni deseo ver… ¿TE HA QUEDADO CLARO? Le grité.

No dijo nada, solo asintió acariciándose la mejilla donde le había soltado la bofetada, mi madre miraba todo aterrada, me fui a mi habitación llorando, derrotada, necesitaba a Fran a mi lado, quería tenerle allí, le llame pero su  móvil estaba apagado o fuera de cobertura.

Esa noche no fue mala fue peor, casi no dormí y solo hacía que pensar en Fran, cuando conseguía dormirme, me despertaba sobresaltada buscando a Fran a mi lado, por dios como le echaba de menos. Solo pensaba en el viernes a las dos de la tarde, salir del trabajo y coger la carretera para encontrarme con la persona que más amaba, la que me hacía vibrar, la que me hacía subir a la cima y me dejaba ver lo que sería mi vida junto a él, eso me mantenía viva.

Se supone que la semana seria tranquila, pero no fue así, mi ex no me dejo tranquila ni un segundo, mensajes al móvil, llamadas a mi casa, a mi oficina, me esperaba todos los días a la salida y me suplicaba que le diese otra oportunidad, intentaba invitarme a comer, todo en mi eran negativas, además Fran casi no me llamaba, sus mensajes eran muy cortos…parecía que no estaba enamorado de mí, solo me decía que esperase al viernes, que el teléfono era frio e impersonal

Fui bajando la guardia con el cabron de mi ex, el jueves a la salida del trabajo y ya más animada por que al día siguiente iba a ver al amor de mi vida, acepte comer con él, le puse a caer de un burro y el acepto todas las críticas y me dio la razón, nos montamos en su coche y me llevo a tomar una copa, pero cuando me quise dar cuenta estábamos en nuestro picadero habitual, me puse echa una furia con el pero no sé cómo me encontré haciéndole una paja, de la paja pase a la mamada y al poco estábamos desnudos en el asiento de atrás follando, fue un polvo penoso, de los de olvidar, ni me hizo llegar al orgasmo, solo se corrió en mi interior  y saco su polla ya flácida de mi coño.

—Joder ¿Qué he hecho? Dije con lágrimas en los ojos.

En mi cabeza la imagen de Fran no se quitaba, mi sentimiento de culpabilidad me estaba matando, quería desaparecer de ahí, llegar a mi casa, meterme en la ducha y limpiarme el coño de la corrida de este hijo de puta, ¿pero en que estaba pensando para hacerlo con este imbécil?

—Llévame a mi coche, eres un cabrón, no quiero volver a verte en mi vida me oyes, has conseguido lo que querías, ahora déjame en paz, le dije dolida.

El muy hijo de puta me saco del coche y me dejo tirada en medio de la nada, me costó casi tres horas el llegar a donde estaba aparcado mi vehículo cerca de mi trabajo, esa noche no dormí nada, no sabía que iba a hacer cuando estuviese frente a Fran, "ojos que no ven…" me repetía mi misma, pero lo peor faltaba por llegar.

A la mañana siguiente cuando me desperté, vi que tenía un mensaje en el móvil de mi ex, era un video de dos minutos del polvo que eche con él en el coche acompañado de un texto "Fran te follaras a tu novia los fines de semana, pero yo entre semana la consuelo" me eche a llorar, otro mensaje del cabron de mi ex entraba en ese momento "Fran ha recibido este mensaje también, jodete puta, ya no follaras conmigo, pero tampoco con el" Enseguida llame a Fran pero no me cogió el teléfono, volví a llamarle y me corto la llamada.

—DIOOOOS, grite, ya lo ha visto.

Me vestí con lo primero que encontré, ni desayune, mis padres me miraron asustados y mi madre vino a consolarme.

—¿Qué te pasa hija, como estas así?

—Mama, le he perdido, otra vez le he perdido, dije llorando con desesperación, me voy al pueblo.

—Hija, que dices no entiendo nada, no me asustes.

—Ya te lo explicaré mama.

Corrí como alma que lleva el diablo, de cuando en cuando le llamaba a ver si me cogía el teléfono y conseguía hablar con él pero no hubo suerte al final apago el móvil, cuando llegue a la cuestecita que llevaba a mi casa ya me eche a llorar, su 4x4 no estaba, baje de mi coche y entre en la casa llamándole, pero nadie respondió, la casa estaba aún caliente, pero todo estaba desconectado, las llaves de agua cerradas y la caldera apagada, subí a su habitación en el armario faltaba su ropa y su maleta no me quise quedar más, mire mi reloj.

—Venga Maria, si te das prisa a las cinco estas en casa de Fran, me dije dándome ánimos.

Todo fue infructuoso, no conseguí encontrarle, hablé con mi hermano, era mi último recurso, pero estaba dolido conmigo por haber hecho tanto daño a Fran.

—Déjale ir Maria, no quiere saber nada de ti, ya le has hecho suficiente daño, me dijo mi hermano con acritud.

Todo a raíz de ese momento fue en caída libre, ya no tenía ilusión por nada, mi vida era una mierda, contrate a un detective privado y le siguió la pista hasta Canadá, pero allí ya no supo dar con él, caí en una depresión muy fuerte de la que no conseguía recuperarme, me despidieron de mi trabajo, mi horizonte no existía, recordaba a Fran en cada momento y esos maravillosos quince días que pase con él, eso me mantenía en la tierra.

Pasarían más de dos años, mi vida estaba rota y no levantaba cabeza un sábado vi a mis padres y mi hermano muy elegantes, me dijeron que se iban de boda, insistí en porque yo no iba, hasta que me dijeron que era la boda de Fran, se casaba con una chica canadiense pero lo celebraban aquí en Madrid, les dijo que yo no estaba invitada, eso me hundió aún más, cuando se fueron salí detrás y los seguí, conseguí llegar a la iglesia y allí por fin vi de nuevo a Fran, precioso, guapísimo, mis ojos se llenaron de lágrimas al verle, me confundí entre el gentío y vi llegar a la novia, la tuve envidia, se iba a casar con mi hombre, era una pelirroja de ojos azules espectacular, alta y con cuerpazo, vi entrar a todo el mundo, lloré y me retire derrotada.

Me vi en un centro comercial, entrando en una tienda de deportes y comprando cuerda de escalada, llegue a mi casa y me encontré sola muy sola, llorando, mi vida estaba hecha trizas y no conseguía recomponerla mis manos iban haciendo el nudo, era como una autómata, mire la hora eran cerca de las diez de la noche, mi cuerpo se iba desconectando de sensaciones, y en mi cabeza una sola idea, salí a la terraza y ate a conciencia la cuerda a la barandilla me la ajuste al cuello y salte al vacío, me vi caer y de repente un golpe seco en mi cuello y todo negro un flash y un murmullo de gente y me vi gritando a Fran en el suelo del instituto.

—Fran estoy hasta el coño de que seas mi sombra joder, déjame tranquila, eres un puto planchabragas, un beta, piérdete.

Volví a ver la cara de Fran con esa mirada perdida, pero esta vez me quede mirándole conmocionada, me incorpore y mire mi cuerpo con asombro me palpe la cara y me di la vuelta para ver a las más tontas del instituto, mi cara se enfureció.

—Y vosotras so pedorras que hacéis mirando, iros a la mierda.

Se fueron todas más que indignadas, ayude a Fran a levantarse del suelo y le mire con amor con sorpresa.

—Haya dicho lo que haya dicho hace un momento, olvídalo, tu eres mi hombre, mi caballero andante no lo olvides nunca. Le dije acariciando su cara.

Y delante de todos los allí presentes le di un morreo a tonillo mientras notaba como su polla se clavaba en mi coñito, tenía bien claro a quién le iba a dar mi virginidad en breve.

¿Creéis en la reencarnación o como se llame esto?, la verdad yo no creo mucho pero algo increíble me ha pasado, algo que escapa a mi entendimiento, ahora mismo soy una mente adulta en un cuerpo adolescente, tengo otra vez mi vida por delante, y yo seré quien la reescriba, no quiero pensar si estoy en un universo paralelo o que ha pasado con mi yo adulta y todo lo que me rodeaba, no se explicarlo y no pienso preguntar mucho, me tomarían por loca. Por ahora voy de la mano con mi Fran mientras agarro del brazo a mi hermano y le sonrió, estoy feliz.

                                                                                         Fin

 

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