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Yo, prostituta.

en Hetero: General

No es que me sienta orgullosa de lo que hago, de hecho deseo dejarlo, pero me gusta vivir bien y este trabajo, porque eso es esto para mí, me reporta unos beneficios que de otra manera no podría conseguir. No os voy a consentir que me llaméis PUTA, porque no lo soy, soy una prostituta que es muy diferente y para aquellos que no sepan diferenciarlo os lo digo, prostituta es aquella persona que mantiene relaciones sexuales con otras personas a cambio de una remuneración económica; dicho llanamente, la prostitución es el sexo por dinero, y la puta es aquella que es adicta al sexo y lo hace por placer sin ganar dinero, con cualquiera e incluso llegando a engañar a su pareja, y lo lleva como estilo de vida. Bien, aclarado este punto os reconozco que me gusta el sexo, pero no con cualquiera, y si quisiera follar con alguien sin cobrarle, seria a la persona que amo, y de momento esa persona no existe.

Y ahí estaba yo, tumbada en mi cama con un tío un tanto patético pero que me había pagado 300€ por echarme todos los polvos que pudiese en la hora y media que tenía, su cara colorada y las gotitas de sudor que empezaban a asomarse por su frente me indicaban que le estaba costando alcanzar su segundo orgasmo, yo le alentaba con frases estudiadas y caritas de placer fingido.

—Venga cielo ufffff, lo estás haciendo de película, me tienes agotada por el placer, asiii, como me gusta sentirla dentro de mí, venga dame duro, asiiiiii, asiiiiiiii, mffff…ahhhhhh.

Cerraba mis ojos y ponía una cara de placer sin igual, mientras el tío en cuestión encima de mí, veía como se tensaba y notaba los espasmos de su polla en mi interior, yo le abrazaba con brazos y piernas para asegurarle que me había gustado y que lo deseaba dentro de mí, unos minutos para que se recuperase y mirando la hora en el reloj de la mesilla oía la alarma de mi móvil y daba por finalizada la representación.

—Me ha encantado estar contigo, ha sido increíble, pero siento romper el momento, ya nos hemos pasado  de tiempo, ¿lo entiendes, verdad?

—Claro, claro, me decía mi cliente, se está tan a gustito dentro de ti que me encantaría quedarme más rato, pero eso es imposible, lo sé.

Mi cliente se levantaba saliéndose de mí, veía su preservativo con una pequeña corrida  y me aseguraba que no hubiese pasado nada anormal, yo misma se lo quitaba para asegurarme y luego tirarlo, él se iba al baño y luego le despedía en la puerta.

—Denise, como siempre ha sido un placer, es que estas muy buena y tienes un cuerpazo para soñar con él, estoy deseando volver otra vez.

Yo ponía cara de niña buena, y me dejaba querer, siempre despedía a mis clientes desnudita, para que no olvidasen lo que se perdían si no volvían, y con dos castos besos en la mejilla daba por finalizada esa sesión, cerraba la puerta y me iba a mi gran bañera para darme un buen baño y relajarme aparte de limpiarme a fondo y quitarme los restos de gel lubricante de mi vagina.

Pero creo que lo mejor será que me presente, como ya sabéis me dedico al oficio más antiguo del mundo, soy prostituta, pero prostituta de lujo, una escort, soy una autentica belleza de 23 añitos, me llamo Silvia pero mi nombre de guerra es Denise, mido 1.70 peso 62 kilos y mis medidas son 100-60-90, mis ojos son verdes, mi pelo es moreno, y mi piel está ligeramente bronceada y sin ninguna imperfección, estoy totalmente depilada tengo un culito redondo, en forma de corazón y respingón que hipnotiza a los hombres y soy terriblemente sensual.

Soy estudiante universitaria, estudio sociología, y tengo una beca, soy de un pueblo de Extremadura y me gusta vivir muy, muy bien, por eso me dedico a esto, tengo cultura y saber estar, hablo sin problemas inglés y francés y con el italiano me defiendo muy bien, con lo que algunos clientes me llevan de viaje a eventos por un par de días y me gano un buen dinero, tengo mi cartera de clientes fijos que dependiendo de los meses se dejan de 10 a 15.000 €. Aunque al principio me costó bastante, me impuse una autodisciplina y con el tiempo logre manejar la situación a mi antojo. Como es lógico y también os imaginareis,  ni besos en los labios, ni besos con lengua ni cunnilingus y las felaciones siempre con preservativo y salvo a un cliente al que aprecio mucho y le cobro el doble, a ninguno le dejo entrar por mi puerta trasera, ni incluso tocarla,  todos los meses analítica por si he contraído alguna ETS y visita al ginecólogo para asegurarme que todo está en su sitio y sin problemas. Quizás os resulte excesivo lo que cobro a cambio de lo que doy, lo siento, son mis normas, si las aceptas vale, pero si no te gustan hay más mujeres como yo que por menos te dan más, pero te aseguro que nadie te va a tratar con tanto cariño como yo. Lo único malo de todo esto, es que soy incapaz de enamorarme de un hombre, los trato como a ganado, mis sentimientos los tengo blindados y cuando me follan ni siento ni padezco, solo me abro de piernas y les dejo entrar en mí, hace muchos años que no siento un orgasmo con un hombre.

Como veis me cuido bastante bien, y llevo una vida muy ordenada, voy al gimnasio una hora todos los días con lo que tengo un cuerpo precioso y creedme si os digo que tengo a todos los musculitos del gimnasio más salidos que una esquina, pero a todos los mantengo a raya, todavía no ha nacido el hombre que se adueñe de mi corazón…o eso creía, inocente de mí.

¿Cómo empezó todo?, pues lo normal, con una llamada de teléfono, sonó mi móvil, el que tengo solo para este trabajo y vi numero oculto, mi primera reacción fue no coger la llamada, a lo mejor era de algún operador de telefonía ofreciéndome irme con ellos pero ¿y si era un cliente misterioso?.

—Dígame.

—Hola, buenos días, ¿Denise?

Su voz era tremendamente varonil, me sedujo según la escuche y me gusto como dijo mi nombre, parecía un locutor de radio.

—Sí, soy yo, dígame.

—Permíteme que me presente, mi nombre es Hugo, y un cliente tuyo me ha animado a que te llame, me ha comentado qué eres muy hermosa y bueno me gustaría comprobarlo, si no te importa.

Aunque estaba como hipnotizada por su voz, enseguida me metí en mi papel y poniendo mi voz más sensual hable con él.

—Hola Hugo, encantada de saludarte, me imagino que mi cliente te habrá puesto al corriente de todo, pero aun así te comento…

No me dejo terminar, estaba muy seguro de sí mismo y no dudaba lo más mínimo.

—Digamos que nuestro conocido en común me ha hablado mucho de ti, decía Hugo, sé que eres muy especial, no admites palabras soeces, ni azotes, ni tonterías, si el cliente se porta bien contigo eres muy cariñosa y lo más importante, te gusta la puntualidad y hasta que no me veas físicamente no sabré seguro si me admites, te gusta la gente con clase y no te gustan los viejos ni los babosos. ¿Se me olvida algo?

—Veo que estas bien informado, le conteste, aunque sé que lo sabes, el estar conmigo una hora y media te cuesta 300€, y te aseguro que no te vas a arrepentir, de hecho querrás repetir.

—Bueno Denise, dime cuando me puedes recibir, estoy deseando conocerte.

—Dame un momento que miro mi agenda, si mira, esta tarde a las 19.00 horas puedes venir.

—Lo siento pero esta tarde la tengo ocupada, ¿no podría ser hoy por la mañana?

—No Hugo, esta mañana la tengo completa (tenía que ir a clase).

—Bien Denise, ¿mañana a las 18.00 horas te vendría bien?

—Si Hugo, sería perfecto.

—Bien Denise, entonces hasta mañana, que tengas un buen día.

—Igualmente Hugo, hasta mañana.

Me quede mirando al teléfono, joder pensé, gracia a dios cogí esta llamada, espero que el tío este bueno, porque la voz era impresionante, ahora que lo pensaba tampoco le había preguntado cómo le gustaría que le recibiese, en lencería, desnudita, de colegiala, sabía lo que les gustaba a los hombres, le recibiría con una camisetita corta que dejaba casi al aire mis grandes tetas y una faldita tan corta que solo tapaba ligeramente mi sexo, me pondría también un tanguita muy sugerente que se metía entre los labios de mi chochito, sé que ese conjunto levantaba más que pasiones.

El resto del día lo pase normal, a las cuatro de la tarde recibí a mi primer cliente del día, aunque, siempre decía que no admitiría a babosos ni viejos, las cosas no estaban para hacer ascos, la clientela que tenía oscilaba desde los 45 a los 65 años, todos forrados de pasta, pasta ganada con el ladrillo, eran nuevos ricos y se jactaban de los millones que tenían, no tenían clase, eran cazurros y vehementes y no tenían ni idea de tratar a una mujer, y menos a una como yo, que era una preciosidad, tierna y delicada, era verme y enseguida empezaban a meterme mano sin ningún tipo de escrúpulo, habían pagado y eso les daba derecho.

No era tonta, ese tipo de trato no me gustaba, pero me adapte a la situación y sin que ellos se diesen cuenta, les distraía durante más de 45 minutos, con arrumacos, roces, besos muy cerca de la comisura de los labios, mientras les iba desnudando, y cuando se querían dar cuenta me habían echado uno rapidito y se tenían que ir, religiosamente me daban mi dinero y ala, hasta otra.

Al día siguiente, ya ni me acordaba de Hugo, solo al mirar la agenda y ver el planing que tenía, vi su nombre apuntado a las seis de la tarde, me fui a la universidad, y cuando llegue, comí rápidamente y me metí a arreglarme para Hugo, a las seis de la tarde en punto sonó mi telefonillo.

—¿Si, quién es?, pregunte.

—Hola Denise, buenas tardes, soy Hugo.

No hacía falta que me dijese quien era, solo el oír su voz nuevamente hizo que un escalofrió recorriese mi cuerpo, espere a que llamase al timbre, pero lejos de eso hizo sonar los nudillos en la puerta suavemente, fui a abrir, antes me mire en el espejo de la entrada, estaba muy sexi y guapísima, abrí la puerta y casi se me caen las braguitas al suelo, Hugo era guapísimo, muy alto, castaño claro, unos ojos azules preciosos y esa barbita cuidada de cuatro días que le hacía una carita increíble, debería de tener en torno a los 37 o 40 años, venia de traje que le sentaba como un guante y olía de maravilla, no a perfume barato, alguna colonia de Hugo Boss o de Paco Rabanne. En pocas palabras me dejo totalmente impresionada y mira que eso era difícil en mí.

—Hola Denise, tu cliente no me mintió, eres una autentica preciosidad.

El muy cabrito no me repaso de arriba abajo, como hacían la mayoría, ni me metió mano, solo clavo sus inmensos ojos azules en los míos, cogió mi mano y la llevo a sus labios besándola suavemente como si fuese una gran dama y ahí estaba yo con cara de boba mirándole y ni había articulado palabra aun.

—Ummm…quizás no soy de tu agrado, ¿no me invitas a pasar?

En ese momento caí en la cuenta que le había dejado en la puerta y no le había dicho ni media palabra, solo tenía cara de boba, nada más que faltaba que se me cayese la babilla por la comisura de mi boca para rematar la faena.

—Perdona Hugo, he sido una mal educada, claro que eres de mi agrado, ven pasa.

Le cogí de la mano, y le lleve hacia el salón, sabia el espectáculo que le estaba dando con mi culito respingón prácticamente al aire, aunque en esos momentos me hubiese encantado estar con un vestido y unos zapatos de tacón para él. Nos sentamos en el sofá y quise empezar mi ataque, con este no estaba dispuesta a perder el tiempo, le quería desnudito y para mí, casi estaba por ir a mi habitación y pagarle 300€ a él por lo buenísimo que estaba, pero me volvió a sorprender.

—Si no te importa Denise, me gustaría tomarme un café, ¿sería posible?

—¿Un…un café? Claro Hugo como no.

Me dejo descolocada, me levante y me fui a la cocina, desde la puerta le miraba, a cada momento me gustaba más, nuestras miradas se cruzaron y me regalo una sonrisa preciosa, sus dientes eran perfectos, se la devolví y le pregunte desde la cocina.

—¿Cómo te gusta el café?

—Solo sin azúcar, gracias.

A los pocos minutos, tenía una taza de café humeante frente a él, me volví a sentar mirándole fijamente, su perfil, su cuello, su nuez marcada en su garganta…ufffff, me estaban entrando unos calores increíbles, nunca me había puesto así, quise tomar las riendas de la situación, pero me volvió a sorprender.

—¿Tu no tomas nada?, me dijo.

La verdad es que tenía la garganta seca, me sentía rara, sonreí, me levante y me serví una cola light, cuando me senté nuevamente, el apoyo su largo brazo derecho en el respaldo del sofá, cruzaba sus piernas de una manera muy masculina y me miraba fijamente de nuevo.

—Denise, te lo reconozco, eres muy bella, pareces una muñequita de porcelana, y tienes un cuerpo que seguro haría perder la cabeza a más de uno.

Y a ti, joder, ¿a ti no te la hago perder?, vamos espabila que me tienes a 100, no me seduzcas, soy una chica fácil, pensé para mí.

—Muchas gracias Hugo, intento cuidarme lo mejor posible, mi imagen lo es todo.

—Y dime Denise, ¿solo te dedicas a esto, o haces alguna otra cosa?

—Por las mañanas voy a la universidad, estudio sociología, aunque tengo una beca, esto lo tengo como apoyo económico, me gusta vivir bien y la ropa de marca, y este piso no se paga con una beca.

¿Pero qué es lo que estaba haciendo?, ¿estaba explicando mi vida a un perfecto desconocido?, venga ya, esto se iba a acabar ya mismo, iba a tomar las riendas de la situación, me lo iba a follar y puerta, empezaba a estar incomoda al no llevar yo el control.

—Sociología, dijo Hugo sorprendido, siempre me ha gustado esa carrera.

Empezamos hablar sobre sociología, estaba alucinada, tenía una cultura brutal, daba nombres de sociólogos celebres, hablaba de libros, las tendencias actuales de la sociedad, estaba emocionada, escuchaba mis opiniones y el me daba las suyas, estaba tan metida en la conversación que no me fije en el tiempo, en mi teléfono sonó mi alarma indicándome que ya habían trascurrido 90 minutos, su tiempo había terminado. Me quede helada, nunca me había pasado eso, pero porras, era tan fácil hablar con el que ni me di cuenta, pensé que no era ético el cobrarle, no habíamos hecho nada, y ni siquiera me había puesto un mano encima, solo el delicado beso de sus labios en el dorso de mi mano. Vi como el también miraba su reloj y me sonreía.

—Bueno Denise, ha sido un auténtico placer el haberte conocido, eres una mujer fascinante.

Diciendo esto se levantó, saco su cartera y me dio seis billetes de 50€, le mire confundida, sujetando el dinero en mi mano.

—Hugo, no veo ético el que te cobre este dinero por no haber hecho nada contigo, no es necesario que me pagues, le dije tendiéndole el dinero hacia él.

—No Denise, tu tiempo  vale dinero, y el placer no solo lo da el sexo, para mí ha sido un placer increíble el hablar contigo, de verdad.

Me volvió a dejar sin palabras, se dirigió hacia la puerta y yo le acompañe como un perrito faldero, cuando llego se dio la vuelta volvió a coger mi mano con delicadeza y beso el dorso con dulzura, ese contacto me hizo estremecer.

—Nos volveremos a ver Denise, te lo aseguro.

Y diciendo esto, salió por la puerta dejándome con cara de pasmarote y sin saber muy bien qué demonios es lo que había pasado. Cuando reaccione, había dos cosas que tenía muy claras, que estaba muy excitada y estaba empapada, metí mi mano en mi entrepierna y la saque brillante de mis jugos, y que ese hombre me gustaba como nunca nadie me había gustado. Hice algo que hacia mucho tiempo que no hacía, me fui al salón, me senté donde se había sentado él, me quite mi tanguita, y abriéndome bien de piernas me empecé a masturbar pensando que era el quien lo hacía, todavía en el ambiente flotaba su perfume, no tarde ni medio minuto en alcanzar un orgasmo arrollador que me dejo satisfecha, pero llena de dudas.

En los siguientes días, no le pude sacar de mi cabecita, pensaba a todas horas en él, en su cara, en su saber estar, en su fuerte personalidad, en como en todo momento tuvo el control de la situación, es de ese tipo de hombres que sabes que no puedes dejar escapar, todos los días miraba mi teléfono esperando una llamada suya, mentiría si dijera que no deseaba volver a verle, y algunas noches no lo podía evitar, en mi cama, desnuda, me volvía a masturbar pensando él.

Tuvieron que pasar más de dos semanas para recibir una llamada suya, según vi en la pantalla de mi móvil “numero oculto” me dio un vuelco el corazón.

—Dígame, respondí.

—Hola Denise, buenos días, ¿Cómo estás?

—¡¡Hugo!! Buenos días, estoy muy bien.

—Veo que te acuerdas de mí, te llamaba para ver si nos podíamos ver de nuevo.

Si tú supieras como me acuerdo de ti, bandido, no habrías tardado más de dos semanas en llamarme.

—Por supuesto que me acuerdo de ti, tu mujer te debe de tener muy controlado para haber tardado tanto tiempo en llamarme.

Note un frio silencio, fueron unos segundos pero me indicaron que algo no iba bien.

—Mi mujer falleció hace más de un año en un accidente de tráfico, me dijo Hugo con tristeza.

Me quede pálida, y me golpee la frente con la palma de mi mano, no daba una con este hombre, no sé qué iba a pensar de mí.

—Por dios Hugo, perdona mi torpeza, lo siento no quería ofenderte.

—No pasa nada Denise, no tenías por qué saberlo, acepto tus disculpas.

Estaba a punto de echarme a llorar por mi torpeza, mira que hacía años que había salido del pueblo, pero es que parecía nueva joder.

—¿Todavía quieres volver a verme?, le pregunte.

—Por supuesto que si Denis, dijo Hugo con alegría, como te dije eres una mujer fascinante.

—Esta tarde la tengo libre, no tengo ningún compromiso, ¿te vendría bien?

—Sí, me vendría muy bien.

—Te espero a las seis como el otro día.

—Muy bien, hasta las seis entonces.

Me fui a la universidad y cuando llegue me puse a arreglarme para él, quería estar de infarto, que cayese rendido a mis pies, pase de ponerme ropa sexy y me puse un vestido que me quedaba muy bien, no era provocativo, era elegante, ropa interior de La Perla, y unos zapatos de tacón de aguja que hacían mi figura más estilizada y mi trasero más bonito, me mire y remire en el espejo, estaba preciosa, mi maquillaje, mis ojos, mi pelo y como toque un par de gotitas de Coco Chanel, en esos momentos sonó el telefonillo, ni pregunte quien era, eran las seis en punto, estaba enfrente de la puerta y un suave toque de nudillos en la puerta me indicaban que ya estaba allí, abrí la puerta y vi su mirada de sorpresa al verme así vestida, me gusto la mirada que me echo, le agarre de la mano y le invite a entrar, el venia como siempre impecable con un traje perfecto como era el, instintivamente junte mi cuerpo al suyo y le abrace, me encanto sentir su calor.

—Hugo, te ruego que me disculpes de nuevo por mi torpeza de hoy, me siento muy mal por lo que dije.

Con una de las voces masculinas más sensuales que había escuchado me respondió susurrando en mi oído, en ese momento moje mis bragas.

—Te lo repito Denis, no tienes por qué disculparte, por mi parte está olvidado.

Pasamos al salón, y casi volvió a ocurrir lo mismo, el tomo el control de la situación pero me puse frente a él, le di las manos y le levante del sillón.

—Vamos a ver Hugo, no sé si te has dado cuenta pero no hace falta que me seduzcas, soy una prostituta de lujo y ahora me apetece verte desnudo y que me folles como es debido, ¿tienes algún inconveniente?

—N…no, quería que me conocieses un poco más, no sé, no hacerlo tan frio.

—¿Nunca has estado con una prostituta?

—No, nunca.

—Veras Hugo, aquí no vienes a charlar ni a tomar café, aquí vienes a follar, yo sé a lo que me dedico, y tu deberías de saberlo no te salgo barata precisamente…para que te sientas mejor, te diré que me gustas mucho, y que el otro día me dejaste con un calentón brutal, tanto que cuando te fuiste me tuve que ir al mismo sillón que estás viendo y me tuve que masturbar pensando en ti.

Mientras hablaba con él se dejaba hacer, ya le había quitado la camisa y estaba alucinando del torso que lucía aquí mi amigo, por dios era lo más perfecto que había visto en toda mi vida, acostumbrada a los clientes de barriguita cervecera y pectorales fofos. Yo le acariciaba con delicadeza desplegando mis mejores encantos solo para él, ya estaba empapada, notaba mi humedad y amenazaba con descender por el interior de mis piernas. Con mucha sensualidad me di la vuelta dándole la espalda y casi en un susurro le dije que me bajase la cremallera del vestido, frente a él me lo fui quitando poco a poco, cuando llegue a mi culo me di la vuelta y como las mejores actrices porno, fui bajando mi vestido dejando a la vista mi culo y mi chochito, todo brillante por la excitación.

—Ufffff, madre mía Denise, me voy a correr solo con mirarte, eres tremendamente sensual.

Me agache delante de él, y le ayude a quitarse los zapatos, mi cara quedaba a la altura de su paquete y algo escondía por que se insinuaba sobre su pantalón, le quite el cinto y le desabroche el pantalón que cayó a sus pies, y ahí es cuando me quede con la boca abierta y los ojos como platos, tres dedos de su polla asomaban por el elástico del bóxer, inmediatamente se lo baje y ante mi apareció la polla más grande que había visto en mi vida, preciosa, larga, recta, surcada por gruesas venas confiriéndole un aspecto fiero y como colofón dos impresionantes huevos colgando, vale tenía las manos pequeñitas, pero es que no abarcaba la circunferencia de semejante pollon y sus huevos no cabían en una mano mía, era sencillamente espectacular.

—Por dios Hugo, ¿de que mundo de ensueño sales tú?, solo hay una palabra para describirte, ESPECTACULAR, eso es lo que eres.

—¿No te asusta mi polla?

—¿Asustarme?, se me está haciendo la boca agua, mira que he visto pollas en mi vida, pero como esta ninguna.

Le ayude a desnudarse totalmente y luego le hice que me quitase mi sujetador y mi tanguita, cuando me vio completamente desnuda trago saliba, no tengo abuela, pero sé que estoy buenísima, mi cuerpo es perfecto y muy bonito. Le cogí de la mano y lo lleve a mi habitación, no a la habitación donde recibía a los clientes, no, a mi cama, donde dormía todos los días, era mi santuario, pero quería que se impregnase de su olor,  le tumbe en la cama y empecé a acariciarle, mis principios empezaban a chocar frontalmente con lo que deseaba hacer con Hugo, quería besarle, comerle, chuparle y quería que el hiciese conmigo lo mismo, pero eso no era posible, no me podía permitir ciertos lujos, primero por él y luego por mí, aunque ese hombre me gustaba más que comer con los dedos, no dejaba de pensar que era una prostituta.

Aun así me esmere en mis caricias, y el en las suyas, sabía lo que me pasaba y no forzó ninguna situación, cuando note que estaba a punto de correrse le puse un preservativo, que me costó encontrar debido al tamaño de su polla, y deje que me penetrase…joder que sensación, estaba tan empapada de mis jugos que no hizo ni falta gel lubricante, notaba como iba entrando, abriéndome poco a poco, era un cielo, lo hacía con un cariño que me emocionaba.

—Como te siento Hugo, siiiiiii, me vas a partir con ese pollon, pero por lo que más quieras no pareees.

Note como su punta llego al final de mi coño, si hacia algo de fuerza era doloroso, el vio mi expresión y empezó a sacarla, joder, era tal el placer que me estaba dando que me iba a correr, casi la saco totalmente y dejándose caer la metió con más fuerza, de mi garganta salió un grito de placer y empecé a correrme como una burra, nunca en todos mis años de sexo me había corrido de esa manera.

—Ahhhhhh, siiiiiii, diooos que gusto, no pareees, asiiiiii, asiiiiii, me corrooo.

Note como mojaba la polla de mi amante, y mis jugos bajaban entre los cachetes de mi culo empapando todo, estaba fuera de mí, Hugo seguía bombeando como un animal, un segundo orgasmo me sobrevino, largo y muy placentero, seguía debajo de él y quería cambiar de posición, le empuje delicadamente y se salió de mí, le tumbe y me puse a horcajadas metiéndome su polla hasta que ya no entro más, solo quedaban un par de dedos, pero ansiaba notar su pelvis chocando con la mía, lo lograría era cuestión de tiempo, empecé a cabalgarle furiosa, encadenaba un orgasmo detrás de otro, estaba en el cielo, note como Hugo se tensaba y empezaba a notar las contracciones de su polla en mi interior, note hasta diez contracciones que me imagino serian latigazos de semen, era tal el placer que me volví a correr, eche mi cuerpo hacia adelante y nuestras bocas quedaron a escasos centímetros, no me contuve y le bese con pasión chillando mi orgasmo en su boca mientras nuestras lenguas se conocían y jugaban dándose placer.

Nos quedamos así tumbados yo encima de él, notaba su corazón a toda velocidad y nuestras respiraciones aceleradas, Hugo cariñosamente, besaba mi cara y mi frente, estaba muy relajada y feliz, hacía mucho tiempo, que no me corría tantas veces y tan intensamente. En ese momento sonó la alarma indicando que los 90 minutos habían pasado, pero yo no me movía.

—Denise, me encanta estar así contigo, pero mi tiempo ha acabado, debo de irme.

—Ya sé que ha sonado la alarma, pero estoy muy a gusto ahora, espera un rato, además no tengo ningún compromiso, tranquilo.

Hugo obedeció sin rechistar, notaba como su polla de vez en cuando daba un espasmo, no había perdido su erección, estaba fascinada, pasados unos veinte minutos, en los cuales Hugo me mimo, saque su polla de mi interior, sentí un vacío incomodo, me incorpore y le mire con una gran sonrisa.

—Me has hecho disfrutar tanto que creo que debería de ser yo quien te pagase a ti.

Reímos los dos y le volví a besar, me derretía, el tío besaba de maravilla, porras, algo hará mal, pero es que por ahora era de película. Le quite el preservativo y alucine con la cantidad de leche que había en el interior, era una pasada, por un momento imagine esos latigazos se semen en mi interior y un escalofrió recorrió mi espalda. Fue al servicio y salió al salón empezó a vestirse, yo le miraba, sin decir nada, pero no tenía ninguna gana de que se fuera, quería que se quedara, pero iba en contra de mis principios, no intimar demasiado con los clientes, estaba con mis pensamientos y no me di cuenta que Hugo ya se marchaba.

—Denis, me marcho.

—Perdona Hugo, estaba pensando en otra cosa

Vi una ligera mirada de decepción en los ojos  de Hugo, seré boba, estabas pensando en él, lo que le has dicho casi ha sido despectivo, como si lo que te ha hecho disfrutar no significase nada para ti. Hugo saco su cartera y volvió a sacar seis billetes de 50€, casi me dio vergüenza cogérselos, le acompañe hasta la salida y volvió a cogerme delicadamente la mano y la volvió a besar con ternura, el impecablemente vestido, yo desnuda, a la porra, pegue mi cuerpo al suyo y le bese metiéndole la lengua hasta la campanilla.

—Lo siento Hugo, deseaba hacerlo.

—No lo sientas, deseaba que lo hicieses.

Cerro la puerta y se fue, me quede un tanto melancólica, habían sido los mejores 90 minutos desde hacía mucho, mucho tiempo, fui a mi cuarto y me tumbe en la cama, olía a él, cogí la almohada y la pegue a mi cara aspirando su aroma, volvía a estar muy excitada, me abrí de piernas y empecé a jugar con mi mano en mi coño, a los pocos minutos otro intenso orgasmo atravesaba mi cuerpo.

Mi vida como tal cambió, vaya que cambió, al principio el cambio fue muy sutil, pero se había metido en mi cabecita y no lograba sacarlo de ahí, entenderme, no me disgustaba, pero la tranquilidad que tenía antes, el tener todo milimétricamente estudiado empezó a esfumarse, primero, solo pensaba en volver a verle, me gustaba como me hacía sentir, segundo, me fastidiaba no tener su teléfono, y tercero y más importante…solo quería estar con él, pero no os hagáis líos, no estaba enamorada ni nada de eso, solo, quería estar con él, pero solo eso.

Nunca en ningún momento, mostro su malestar por lo que hacía, el venía a verme, se había convertido en mi mejor cliente, de hecho había ciertas “preferencias” que nadie tenía, solo por él era capaz de anular una cita con un asiduo, a el mismo no le trataba como a un cliente, para mí era mucho más, ya no me bastaban los 90 minutos, algunas veces nuestras sesiones de sexo llegaban a las tres horas e incluso en más de una ocasión, ni quise cobrarle, nunca ningún hombre me había hecho gozar como lo hacía el, solo con Hugo me entregaba en cuerpo y alma, era dueño de mi cuerpo y aunque no hacia todo lo que deseaba por seguridad suya y mía, sabía que era cuestión de tiempo el que fuese completamente suya, empezaba a notar ese famoso aleteo de mariposas en el estómago del que tanto habla la gente enamorada.

Fue un viernes del mes de junio, llevábamos más de cinco meses de visitas muy continuas, pero ese día fue el punto de inflexión, nos habíamos metido en la cama a las cuatro de la tarde y eran cerca de las nueve, era incansable, yo había perdido la cuenta de los orgasmos que me había proporcionado y el tío se había corrido tres veces, estábamos relajados, él me tenía abrazada y notaba su polla en mi culito, me dio la vuelta y me beso con ternura y pasión, acariciándome la cara y mirándome fijamente a los ojos, parecía que quería decirme algo importante…pero no.

—Estoy muy a gusto contigo, pero me debo de ir.

Me molestaba cuando me decía eso, yo quería que se quedase, tampoco me hubiese importado que se quedara a dormir…bueno, vale, sí, me había enamorado como una tonta de él, pero no se lo podía decir, era lo que era, y eso no podía borrarlo, me volvió a besar y se empezó a vestir, antes de terminar saco su cartera.

—No Hugo, no me des nada, después de lo que me has hecho disfrutar, me parece vergonzoso el cobrarte algo.

No quería decirle lo que realmente pasaba, me ofuscaba el que me diese dinero por follar con él, lo amaba y si me pagaba me hacía sentir como me prostituía y eso me entristecía.

—No Denise, esto te lo doy para ayudarte a pagar el alquiler del piso.

Cogió mi cartera y metió el dinero dentro, termino de vestirse, como siempre, con un traje impecable que le sentaba como un guante, era muy guapo y estaba coladita por él, me dio la mano y me levante de la cama, me abrazo muy fuerte y me volvió a besar, yo me aferre a él y pegue mi cuerpo al suyo, me levanto en volandas y así abrazados me llevo hasta la entrada, yo no quería deshacer el abrazo, ni me quería separar de sus labios, pero el con cariño deshizo el abrazo y el beso.

—Te llamo la semana que viene, ¿vale?, dijo Hugo.

—Sabes que me puedes llamar cuando tú quieras.

Como siempre, cogió mi mano y la beso con ternura, me encantaba cuando hacia eso, note cierta tristeza en su mirada, dio media vuelta y se fue, me sentí vacía, muy vacía y sola y me eche a llorar, lo que siempre había dicho que no me pasaría, me estaba sucediendo, ¿y ahora qué?, como lo solucionaba, me senté en el sillón, seguía llorando y estaba desnuda, me fui a la habitación y me puse una batita corta que tenía, me senté en la cama y acaricie la almohada donde minutos antes había reposado su cabeza, no sé cuánto tiempo habría pasado quizás veinte minutos cuando sonó el telefonillo, me asuste puesto que no esperaba a nadie.

—¿Quién es?, dije algo intranquila.

—Denis, soy Hugo, ¿me puedes abrir?

Pulse el botón de apertura del portal, mi corazón se aceleró, me seque las lágrimas lo mejor que pude, ni le di tiempo a llamar, cuando note sus pasos abrí la puerta, el pasó y me beso con pasión, con deseo, me abrace a él y respondí a su beso, se separó y me miro a los ojos.

—¿Has llorado, tienes los ojos muy rojos y brillantes?

Yo solo asentí con la cabeza.

—¿Por qué Denise, que ha pasado?

—Silvia, Hugo, me llamo Silvia, y lloro por cosas mías, cosas que pasan.

Me miro extrañado, pero con mucho cariño y ternura.

—Silvia, me gusta muchísimo tu nombre.

Me volvió a besar, y me abrazo dándome cariño, me empezaba a encontrar muy a gusto nuevamente.

—¿Hugo a que has venido?, ¿se te ha olvidado algo?

—No Silvia, solo…solo…joder, Silvia vámonos a cenar tu y yo, déjame invitarte esta noche, pero porque tú quieras venir conmigo, no como un cliente.

Mi corazón dio un vuelco, ¿me estaba pidiendo una cita?, joder que sí, las mariposas en el estómago se habían convertido en un torbellino.

—No Hugo, le dije con seriedad fingida.

—Ya, pensé que…pero es lógico, no íntimas con los clientes, lo entiendo.

La cara de Hugo era todo un poema, tristeza, frustración, era todo un conjunto que me llego al corazón, le mire, agarre su cara con mis manos y le bese.

—No me has dejado terminar, soy yo la que te voy a invitar a cenar, tú me invitas a las copas de después, ¿aceptas?

Hugo me levanto en vilo y me beso con pasión, me abrazaba y giraba sobre sí.

—Claro que acepto, vaya que si acepto, lo que tú digas mi vida.

—Vale, déjame que me duche y me arregle, no tardo mucho, mientras si quieres ponte una cerveza o lo que quieras.

Le di un beso y salí corriendo a mi habitación, estaba feliz, y además en mi cabeza todavía sonaba ese “mi vida” que había dicho. Se agolpaban cientos de preguntas que de momento no tenían contestación, tiempo al tiempo me decía mientras miraba rápidamente lo que me iba a poner, como hacía calor, unos vaqueros un top y unas sandalias de tacón. Más o menos a la media hora estaba vestida mirándome en el espejo que tenía en mi habitación, la imagen que me devolvía me gustaba, informal pero muy guapa, esos vaqueros me sentaban muy bien y realzaban mis curvas, quería estar preciosa para él, un ligero maquillaje, mi pelo recogido en un gracioso moño revoltoso y unas gotas de perfume, y salí al salón, la cara que puso cuando me vio me gusto, y me gustó mucho, eso me decía que le encantaba lo que veía, di una vuelta sobre mí y le mire presumida.

—Veo que te gusta lo que ves.

—Silvia, estas guapísima, eres una preciosidad.

—Gracias Hugo.

Me beso nuevamente, no me cansaba de sentir sus besos, bueno sus besos y otras muchas cosas, lo que me hacía sentir ese pedazo de hombretón era difícil de describir.

—Si no te importa Silvia, me gustaría acercarme a mi casa a ducharme y cambiarme, estamos cerca y no tardo nada.

Sonreí con dulzura, me iba a llevar a su casa, podría entrar en sus dominios y ver más de cerca como vivía, vaya no pongáis esa cara, soy mujer y algo cotilla y encima de pueblo, la combinación perfecta.

Algo que me llamo la atención, fue que cuando llegamos a su coche, no sé por qué me imaginaba uno grande, amplio, pero mi sorpresa fue que tenía un Smart for Two, casi me partía de la risa.

—¿De qué te estas riendo?, ¿de mi pedazo de coche?

—Jajajajaja, no me lo tomes a mal Hugo, pero es que un hombre tan grande como tú con este coche tan pequeñito, la verdad es que no te pega nada.

—Sí, sí, tu ríete pero esto para moverse por Madrid es una maravilla, aparcas en cualquier sitio y es cómodo.

Efectivamente, nos montamos y era muy cómodo, tenía todo lo que un coche grande puede tener pero en un espacio muy reducido, tardamos menos de quince minutos en llegar a su casa, vivía en el extrarradio de Madrid, cerca de la carretera de Valencia, metió el coche en el garaje y subimos al último piso, su casa me encantó, vivía en un ático muy cuco, y muy bien amueblado, no era la típica casa de un soltero, bueno, en este caso de un viudo, me beso y me dejo en el salón.

—Puedes curiosear lo que quieras, en la nevera tienes bebidas, estás en tu casa, ahora salgo.

Me dejo sola, mire fotografías, libros, tenía una biblioteca espectacular, fui a la cocina y todo estaba limpio y ordenado, abrí el frigorífico y me serví una cerveza sin alcohol, me extrañó, no vi ninguna foto de una mujer que me dijese quien fue su esposa, todo eran fotos con gente, me imagino importante. Me dirigí a la terraza y me encanto como la tenía decorada, un césped artificial, unas bonitas plantas y dos tumbonas muy grandes y cómodas con una mesa en medio, conferían a ese espacio un sitio para descansar, me tumbe y mire al cielo, la noche era perfecta y estaba muy feliz, no quería pensar en las consecuencias, sabía que me estaba comportando como una mujer enamorada de un hombre, pero sabía mi status, era una prostituta, eso no se borraba ni con lejía.

Unas manos se apoderaron de mis hombros, y unos labios de mi cuello, mis sentidos se colapsaron, note su fragancia, me di la vuelta y sus labios se apoderaron de los míos, joder, es que era imposible no enamorarse de este tío, era detallista, guapo, varonil, en la cama era impresionante, lo tenía claro lo quería para mí y estaba dispuesta a todo por conseguirlo.

—Nos vamos, me dijo mientras me besaba.

—Venga, vámonos, me muero de hambre, le dije.

Bajamos al garaje cogidos de la mano, me encantaba esa sensación de ser única para él, nunca en todos los años de mi vida había sentido lo que estaba sintiendo ahora, ¿esto era el estar enamorada?, si era así no me quería perder detalle. Le llevé a la Plaza de Santa Ana a un sitio en el que estuve una vez que me gustó mucho, La Trucha, fue una cena de picoteo, muy informal, pero muy divertida, y nos ayudó a conocernos más, de hecho hablamos mucho sobre nosotros.

—Háblame de ti Hugo, llevamos meses juntos pero no sé nada de ti.

—Hay poco que contar, dijo Hugo, nací aquí, en Madrid, hace 36 años soy arquitecto, y soy ejecutivo de una multinacional, me crie en el barrio de Salamanca, mis padres eran de clase alta, soy hijo único, no he tengo hermanos, he estudiado en los mejores colegios y universidades, mis estudios los curse fuera de España, con 25 años conocí a la que fue mi mujer, a los 30 nos casamos y fui feliz con ella, no conseguimos tener hijos, aunque lo deseábamos, eso no fue motivo para que fuésemos felices, pensábamos en una adopción, pero como dice el refrán, “las cosas de palacio van despacio”, a Mary, se llamaba María, pero la llamaba Mary, como te decía a Mary le gustaba la velocidad, conducía todo lo que tuviese motor, un Sábado se levantó temprano y dijo que se iba a hacer unos kilómetros con una moto de gran cilindrada que le regale, la despedí en la puerta mientras veía como se alejaba…

No pudo seguir, vi como sus ojos se llenaban de lágrimas, impresionaba ver un tiarrón como el, llorando como un niño, me conmovió, solo puede abrazarle y consolarle, no me podía imaginar el dolor que tenía que sentir.

—Tranquilo Hugo, no hace falta que sigas, esto te va a acompañar toda la vida, pero tienes que aprender a vivir con ello, tu estas vivo y tienes que rehacer tu vida.

—No, Silvia tranquila, duele recordarlo, sobre todo cuando no había llegado a comer, estaba preocupado, a las siete de la tarde una llamada de teléfono de la guardia civil me dijo que mi mujer había sufrido un grave accidente y había fallecido en el acto. No quiero recordar más ese momento, fueron meses muy duros, abandone la casa donde vivía con Mary, los recuerdos dolían y todavía flotaba su espíritu en el ambiente, alquile el ático que has conocido, en todos estos meses me he dedicado a mi trabajo, y desde que te conocí no había estado con ninguna mujer desde que falleció mi esposa. Y ahora estamos aquí, como ves no había mucho que contar.

—¿Y en todo este tiempo, desde que falleció tu mujer, no has deseado estar con alguien?

—Bueno, candidatas no me han faltado, pero ni estaba preparado ni quería tener ninguna relación sentimental, no sé, te parecerá una tontería, pero tengo la impresión de estar engañando a Mary.

—No seas bobo Hugo, no estas engañando a nadie, es una cosa normal, estabas muy enamorado de tu mujer, ese sentimiento sigue latente y nunca lo olvidaras, pero tu vida sigue adelante.

Estaba impresionada, la vida de este hombre que parecía de película se truncó, por un fatal accidente, por otra parte y siendo egoísta, gracias a eso había llegado hasta mí, no sé cuánto tiempo estaría conmigo, y si sería capaz de aceptarme y tomarme en serio, pero de lo que estaba segura es de que le iba a hacer feliz.

—¿Quieres que nos vayamos o pedimos más de cenar? Dijo Hugo.

—Yo por mi parte estoy llena, he cenado muy bien y todo estaba riquísimo. Lo que me apetece ahora es dar una vuelta, pasear y luego si acaso tomarnos algo.

Hugo quiso pagar, pero se lo impedí, le dije que yo pagaba la cena y así fue, salimos de La Trucha y nos pusimos a andar, al principio íbamos callados, y cada uno por su lado sin ni siquiera rozarnos, eso me disgustaba, quería que me diese la mano o que me agarrase de la cintura, necesitaba sentirle, no se hizo esperar mucho, paso su brazo por encima de mis hombros y yo le agarre por la cintura atrayéndolo hacia mí.

—Así mucho mejor, le dije con una sonrisa pícara.

—¿Me vas a contar algo sobre ti? Pregunto Hugo.

—Pues vamos a ver, le dije, soy extremeña, nací en un pueblo de Cáceres que se llama Benquerencia, te puedes imaginar mi infancia, en los pueblos todos se conocen y no había día que fulanita o menganita diese novedades a mi madre de las trastadas que hacía, era muy traviesa e inquieta, pero muy buena estudiante, mi madre es la típica ama de casa y muy beata de misa diaria, y mi padre trabaja el campo, soy la mediana de cinco hermanos tres chicos y dos chicas, yo soy la única que estoy estudiando una carrera, mis hermanos ayudan a mi padre y mi otra hermana quiere quedarse en el pueblo, dice que es donde se encuentra más a gusto.

—Me imagino que ninguno de tu familia sabe a lo que te dedicas. Me dijo Hugo.

—Sinceramente, creo que no, pero se huelen algo, más que nada porque mi madre o mi hermana quiere venir a verme y siempre tengo cosas que hacer, y en más de una ocasión les he tenido que mandar dinero por que la cosecha ha sido mala o han salido gastos inesperados, ellos me preguntan que de donde sale el dinero, y yo les digo que he encontrado un trabajo a tiempo parcial, en fin, la verdad no sé si lo saben o no…bueno y luego está la prima de mi madre.

—¿Qué pasa con la prima de tu madre?, pregunto Hugo.

—Esta es otra historia, y te la voy a contar porque te voy a responder a otra pregunta que no me has hecho pero ronda en tu cabecita, ¿Por qué me dedico a prostituirme? o ¿Qué es lo que paso, para que llegase a tomar la decisión de prostituirme?

—Pues sí, dijo Hugo, es una pregunta que me hago hace mucho tiempo, me imaginaba que si seguíamos viéndonos me lo contarías.

—Como te he dicho siempre fui una niña muy inquieta…y precoz, con ocho años descubrí mi sexo, una noche estando en mi cama empecé a acariciarme entre mis piernas y notaba unas cosquillitas muy ricas que no sabía muy bien que eran, se me ocurrió preguntar a mi madre y vaya disgusto que la di, me llamo de todo, yo no lo entendía, ella solo hacía que llorar y santiguarse, estaba asustada, no sabía por qué se había puesto así, ese día me llevo a misa y me hizo prometer ante el altar que nunca más me tocaría “ahí”.

Vi como Hugo, se aguantaba la risa por no ofenderme, así que me reí con ganas y el hizo lo mismo.

—Como te puedes imaginar, no hice caso a mi madre, y mi promesa esa misma noche fue rota, tenía el problema que no podía acudir a nadie que me lo explicase, primero por ser muy pequeña, y segundo ¿a quién le pregunto eso en un pueblo de la España profunda? Tendría diez años y mi cuerpo empezaba a tener cambios, mis tetitas me dolían horrores y empezaba a tener pelusilla en mi pubis, una noche de invierno, estaba en mi cama, totalmente desnudita abierta de piernas y toque algo que parecía un botoncito, fue como un calambrazo, esa noche tuve mi primer orgasmo, estaba alucinada con mi descubrimiento, estaba tan mojada que pensé que me había orinado encima, no sabía lo que me había pasado pero me gusto, y mucho, pero seguía sin que nadie me aclarase nada. Cuando termine el colegio, mi madre hablo con una prima suya que vive aquí en Madrid para que estudiase la ESO y el bachiller aquí, eso cambio mi vida.

—¿Con que años te viniste a Madrid? Pregunto Hugo.

—Creo que fue con doce años, el cambio del pueblo a la capital, fue brutal, el primer mes me lo pase llorando, quería volver con mis padres, pero el cariño de mi prima y su marido pronto me hicieron olvidar mis penas. Con doce años estaba muy desarrollada para mi edad, ya tenía buenas tetas y mis caderas se marcaban mucho, tenía un culito pequeño y respingón, y me gustaba vestir algo provocativa, con ropas ajustadas que marcaban mis curvas, los chavales de mi clase siempre andaban diciéndome guarradas, que yo contaba a mi prima y esta me iba aleccionando, como había más chicas en clase empecé a hablar con ellas y me pusieron al día de todo, yo estaba alucinada, en menos de dos semanas me sabia las partes del sexo femenino y sus nombres y la del masculino, incluso una amiga de clase me llevo un día a su casa y me puso una peli porno…ufffff, ese día mi amiga y yo terminamos desnudas, metiéndonos mano y masturbándonos mutuamente.

Me quede un momento callada, recordaba ese día con mucho cariño, fue el comienzo de mi amor por el sexo, esa peli porno y mi amiga me marcaron.

—Silvia continua por dios, no me dejes con la intriga.

Acerco su cara a mi oído y me dijo en un susurro que me puso los pelos de punta.

—Además, me has excitado como no te puedes hacer una idea, tengo una erección que me duele.

Mire a su entrepierna y un enorme bulto se veía marcado en sus vaqueros, me puse frente a él y le bese con lujuria, con gula, me frote contra el con descaro, delante de la gente que pasaba, yo también me notaba empapada, este tío me ponía a mil, la humedad de mi coño amenazaba con atravesar hasta mis vaqueros.

—Los encuentros con esta compañera continuaron, pero sentía que me faltaba “algo”, cuando veía las pelis porno y veía esas tremendas pollas entrando y saliendo de los coños o los culos de las actrices, me mojaba como una burra, sabía lo que quería, y en esos momentos quería una buena polla, la pregunta era como conseguirla, tenía trece años pero aparentaba 18, y mis hormonas estaban disparadas, pero tampoco quería entregar mi virginidad a un zoquete. Mis ruegos fueron escuchados, un sábado vino a comer un amigo de mi primo, tenía 27 años y se llamaba Raúl, no es que fuese guapísimo, pero tenía su aquel, enseguida conectamos, empezamos a hablar de muchas cosas, me gustaba como me trataba, me hacía sentir mayor y muy especial. Sus visitas aumentaron, aunque solo fueran unos minutos hablaba conmigo, yo lo deseaba y el me deseaba también, los dos lo sabíamos, solo era cuestión de tiempo.

—¿Y tú prima no sospecho nada?, si os veía tanto tiempo juntos, me imagino que se haría preguntas.

—No, todo lo contrario, sabía que Raúl era un buen chico y no haría nada fuera de lo normal, vamos que para mi prima Raúl era un pagafantas, un planchabragas, un chico que era incapaz de acercarse a una mujer, como decía ella, como no espabile y con la edad que tiene, se queda soltero. Lo que yo si tenía claro, es que era un hombre cabal y que no haría nada conmigo aunque lo deseaba, tendría que ser yo quien diese el primer paso.

La noche era estupenda hacía calor y de tanto andar estábamos algo sudados, vimos un garito muy tranquilo y nos metimos dentro, el ambiente era bueno, la música estaba a un volumen qué te dejaba hablar y yo necesitaba ir al servicio. Hugo se quedó en la barra pidiendo bebidas y cuando salí me llamo con la mano estaba sentado en un sitio con poca luz y muy íntimo, eso me gusto. Me senté muy pegada a él, me abrazo contra su cuerpo, y me beso con cariño.

—Continua mi vida, me tienes en ascuas.

Otra vez lo había dicho “mi vida”, es que me encantaba como me lo decía y me gustaba como me hacía sentir.

—Un miércoles, me lo encontré a la salida del instituto, estaba esperándome, mi corazón se puso a cien, me saludo, me dijo que pasaba por ahí y decidió esperarme para acompañarme a casa, teníamos como quince minutos andando, él me hablaba pero mi mente estaba en otro sitio, y vi un portal abierto, no me lo pensé, le agarre de la mano y le arrastre dentro, tire mi carpeta al suelo, me abrace a él y le bese, nos comíamos con desesperación, como si nos fuese la vida en ello, bajó su mano y la metió por debajo de mi faldita hasta llegar a mi encharcado coñito, abrí mis piernas para sentirle mejor y apartando mis braguitas un hombre me masturbo por primera vez «Silvia, mi amor como deseaba esto, estoy loco por ti», me dijo muy excitado, yo no aguante mucho más y me corrí entre sus dedos como una burra, «Quiero que me folles, te necesito dentro de mí, sueño con ello hace semanas», le replique yo al borde de la locura, Raúl se encargó de todo, ese Sábado por la tarde nos iríamos al parque de atracciones él y yo, solos, y estaríamos hasta la madrugada que cerrasen, mi prima le hizo responsable de mi bienestar, y vaya que si se ocupó.

—Para, para Silvia, ufffff, necesito ir al baño a colocarme esto, señalando a su paquete, voy a reventar me tienes excitadísimo.

Le bese y se fue al baño, no habían pasado ni treinta segundos y ya tenía a un moscón delante mía, «Guapa, me dejas invitarte a una copa, te he visto con ese guaperas y no es tu tipo, te lo aseguro», sabrás tu quien es mi tipo, so cazurro, pensé, lo mire de arriba a abajo con frialdad.

 —Hacemos una cosa, le dije, si tu polla mide más de 26 cm. me vas a follar hasta hartarte por todos mis agujeritos, pero si no mide más, mi amigo el guaperas te va a meter 26 cm. de morcón ibérico por tu culito, ¿hace?.

 El tío incluso se lo pensó, me partía de risa por dentro, a los pocos segundos abrió su boca, «no mereces la pena tía, no estoy tan desesperado», en esos momentos llego Hugo y con un grave “¿Todo va bien?”, hizo que el tío saliese corriendo, mientras yo le decía en voz alta «adiós, “chiquitín”», me estaba retorciendo de risa en mi asiento, mientras Hugo me miraba interrogante, cuando logre tranquilizarme le expliqué lo que había pasado.

—Serás cabrona, ¿y si el tío acepta?, vaya marrón.

Por un momento me lo imagine, y volví a retorcerme de la risa, mis lágrimas no me dejaban ver, pero me desternillaba, como pude le dije.

—Imagínate…Jajajajaja…los tres en la cama….Jajajajaja, haciendo el trenecito.

Los dos rompimos a llorar de la risa, pero lo mejor es que el tío en cuestión estaba con un mosqueo de la leche, al final el tío pago y se fue a probar suerte en otro sitio, lo siento había dado con la mujer equivocada, pero el rato que me hizo pasar se lo agradecí.

Hugo volvió a besarme, sus besos me dejaban sin aire, y me transmitían miles de sensaciones, me notaba muy mojada y muy excitada, esa noche estaba siendo muy, muy especial. Me acaricio la cara y me volvió a besar con ternura, y llegados hasta aquí, ¿sería raro pensar que Hugo sentía algo por mí?, yo creo que sí, que estaba coladito por mí, pero algo le frenaba y yo sabía lo que era, pero por el sería capaz de remover cielo y tierra, era mi hombre y yo quería ser su mujer.

—Continua con la historia Silvia, me tienes en ascuas.

—Ese Sábado 6 de junio, Raúl me fue a recoger a casa de mi prima a la doce del mediodía, teníamos todo el día para nosotros, me llevo a su casa y te aseguro que no pude hacer mejor elección, Raúl era tierno, sensible cariñoso, apasionado, todos los calificativos se quedan cortos, me marco para siempre, y me hizo amar el sexo más de lo que lo amaba, fueron más de doce horas de sexo desenfrenado, disfruto de mí, una niña de trece años, pero yo disfrute más de él, porque en esas horas se respiraba amor, cuando vi su polla me quede con la boca abierta, era inmensa o eso me pareció a mí, era la primera y estaba extasiada, cuando me desvirgó era tanto el placer que me proporcionaba que solo sentí un pequeño pinchazo, el resto fue placer, mucho placer, los orgasmos fueron incontables, estuve con el cuatro meses, en los cuales me enseño todo lo que se podía enseñar, me enseñó a hacer una buena mamada, me enseño las diferentes posturas, como conseguir más placer para mí y como más para mi pareja, conocí el sexo anal, me encanto aunque no lo practico mucho. Al final me inventaba fines de semana con amigas para pasarlos con él. Era divino, me tenía enamorada y gozaba con él lo que no te puedes hacer una idea.

En ese momento me puse seria, ahora los recuerdos eran dolorosos, para mí en esa edad era el amor de mi vida, lo amaba con todo mí ser, me había hecho mujer y no lo quería perder, me saciaba en todos los sentidos. Hugo empezó a darse cuenta que mis recuerdos me podían, me estaban haciendo sufrir.

—Si te sirve de algo Silvia, te diré que mi primera mujer no la he olvidado, ni la consigo olvidar, era un chaval de 16 años, una amiga de mi madre que estaba de muerte me sedujo, era una MILF, pero me enseño todo lo que se ahora, y disfrutó de mi polla hasta decir basta, como me dijo, nunca se había sentido tan llena y feliz de estar con un hombre.

—Los primeros amores marcan mucho, ¿a qué si? Le dije. El día más amargo de mi vida fue cuando me dijo que se tenía que ir fuera de España a trabajar, su empresa le mandaba a  Inglaterra y de ahí al golfo de Méjico, estaría años sin pisar España, me hizo prometerle que estaría bien y empezaría a salir con gente de mi edad, el solo me había enseñado, como me dijo «yo solo he sido tu mentor, sabes que lo nuestro no puede funcionar, ahora solo pon en práctica lo que has aprendido». Hicimos el amor por última vez y le pedí que quería sentir su polla sin preservativo, quería sentir piel con piel, la sensación fue increíble… no deje que se corriera fuera, cuando vi que no podía aguantar más y que deseaba correrse le dije que lo hiciese dentro de mí, deseaba sentir su esencia golpeando en mi interior…fue mejor de lo que imaginaba, siempre me quede con esa sensación, gracias a dios no ocurrió nada de lo que arrepentirme, pero jugué con fuego. Los siguientes meses fueron horribles, lloraba día y noche, mi prima me ayudó mucho y no pregunto, pero me ayudo a salir de mi depresión, empecé a conocer a chicos nuevos, pero ya no era lo mismo, los utilizaba y los dejaba, quería encontrar lo que me daba Raúl pero la búsqueda fue infructuosa. A los veinte años me fui de casa de mi prima, no me gustaba como me miraba su marido, y mi prima se dio cuenta, las broncas entre ellos eran diarias y sabía que yo era el motivo, así que me fui de alquiler a casa de unas amigas, de ahí me fui a un piso que me dejo una compañera de la universidad y fue cuando empecé a vivir sola.

—¿Pero en esos momentos ejercías la prostitución? Pregunto Hugo.

—Todavía no pero rondaba por mi cabeza, veras, como te dije amo el sexo, me gusta follar todos los días y más de una vez, quizás te pueda parecer que soy una ninfómana pero no, solo me gusta el sexo, y que mejor que o esto o actriz porno, las deudas se me acumulaban, así que opte por la vía más fácil, prostituirme, lo primero que hice fue estudiar el mercado, vi las opciones, no quería ser una puta barata y vulgar, quería mas y me dedique a ser única, la primera vez fue difícil, me fui a un garito donde se juntaban hombres con dinero, no me interesaban los jovencitos, me puse en la barra, con un vestido muy seductor, no tarde ni cinco minutos en que un caballero iniciase una conversación conmigo, lo calenté hasta la desesperación y me lo dijo abiertamente, «putita, quiero follarte hasta reventarte, vámonos a otro sitio», le pare los pies rápidamente, el tío pensaba que le saldría gratis, cuando le dije que eran 200€ una hora casi se echa atrás, pero me los dio, le lleve a mi casa y me folló, así de frio e impersonal, estaba muy nerviosa, pero di la talla, y ese fue mi lanzamiento a este mundillo, el boca a boca, y una página web donde me anuncio, son el escaparate donde mirar.

—Bueno, dijo Hugo, tu vida es que no haya sido un camino de rosas, pero si hay una cosa que me gustado es lo decidida que eres para emprender algo, lo piensas, lo haces. Entonces corrígeme si me equivoco, ¿en la prostitución empezaste por las deudas o porque te gustaba follar?

—Más por lo primero que por lo segundo, me gusta vivir bien y la ropa de marca, odio los mercadillos, yo cuando voy al Cote Ingles, o a la calle Serrano a la milla de oro, me puedo dejar 6000€ sin problema, pero te aseguro que cada euro que me gasto me lo trabajo y mucho.

—¿Te puedo hacer una pregunta un tanto comprometida?, dijo Hugo.

—Hazla, pero a lo mejor no te la respondo.

—¿Cuánto ganas al mes, con esto?

Me lo quede mirando, ese tipo de preguntas era comprometido, pero quería ser sincera con él, no quería secretos si pretendía que me tomase en serio, aunque sabía que estaba sobre arenas movedizas

—Hay variaciones pero una media de 11000€ por mes, sin problema.

No hizo ningún comentario soez ni despectivo, solo miro al suelo como evaluando algo, un detalle a tener en cuenta es que me había agarrado una mano, hacía mucho rato, tenía sus dedos entrelazados con los míos y con su otra mano me acariciaba suavemente, eso me tranquilizaba y me hacía sentir bien.

—Silvia, ¿has pensado alguna vez en dejar este tipo de vida?

—Todos los días cuando me despierto lo pienso Hugo, todos los días.

Hugo miro su reloj, creo que la noche había acabado en ese momento y no me apetecía nada irme a casa, quería estar con él, necesitaba sentirlo dentro de mi nuevamente, además ya estaba harta, quería entregarme a él totalmente, sin barreras ni preservativos, no se lo había dicho, pero lo que sentía con él era más grade y más fuerte que lo que sentía con Raúl, lo que andaba buscando lo había encontrado, pero ¿Cómo hacérselo saber? Hugo se levantó y fue a pagar a la barra, vino hacia mí y me dio la mano para levantarme, salimos del local, el me llevaba abrazada, pero no me decía nada y ese silencio me estaba matando. Impulsivo, esa era la palabra acorde con su forma de ser, íbamos caminando se paró en seco me abrazo con fuerza y me beso levantándome en vilo.

—Silvia, mi vida, vamos a mi casa a tomar la penúltima, y quédate esta noche a dormir conmigo, quiero despertarme viento tu carita.

Casi me echo a llorar, parecía que me había leído el pensamiento, me abrace a él y le bese con ganas dejando que mi lengua jugase con la suya e invadiendo su boca.

—Claro que si cielo, vamos a tu casa.

Los dos sabíamos lo que eso significaba, vamos, yo lo tenía muy claro, en esos momentos éramos una pareja que iba a pasar el fin de semana juntos, yo no era una prostituta ni el mi cliente. Me sentía empapada, solo de pensar que iba a pasar la noche con él y lo que iba a hacer, por fin le iba a sentir como lo había deseado desde el principio.

Nos fuimos dando un paseo, muy acaramelados, besándonos en cada esquina y metiéndonos mano a la menor ocasión, cuando llegamos al coche estábamos los dos más que excitados, yo no me pude contener y le desabroche el pantalón sacando su preciosa polla dispuesta para mí, iba conduciendo y yo le masturbaba suavemente, me agache y empecé a darla besitos por la punta, abrí mi boquita y me introduje todo lo que pude su verga hasta mi garganta.

—Silvia, Silvia….para, no tengo puesto ningún preservativo, espera que lleguemos a casa.

—Veras Hugo, esta noche tú no eres un cliente, ni yo una prostituta, somos una pareja que se respeta y se desea, y como tal quiero sentirte sin ninguna barrera, yo confió en ti, y yo quiero que confíes en mí, somos un hombre y una mujer sanos y con ganas de amarse, ¿estás de acuerdo?

—Claro que si mi vida, confió en ti sin ninguna duda, siempre lo he hecho.

Otra vez “mi vida”, me ponía los pelos como escarpias cada vez que me lo decía, y lo que me acababa de decir, por dios, nunca nadie se había portado así conmigo, ya no quería ocultarlo, lo amaba con cada fibra de mi ser. Cuando llegamos a su casa no hubo ni copa ni nada parecido, nos desnudamos mutuamente y nos fuimos a la habitación de Hugo, una cama grandísima presidia la estancia, me encanto, le empuje suavemente y se tumbó, pase mi mano por su cuello, su torso y llegue a su polla, estaba dura como el acero, la acaricie mientras le miraba a los ojos.

—Hugo, esta noche quiero sentirte como nunca lo he hecho, quiero que me comas, que me chupes, que lamas cada rincón de mi cuerpo, quiero que tu boca me lleve a un orgasmo sin retorno, quiero fundirme contigo, que sientas como me licuo en ti, y que cada molécula de mi cuerpo sepa quién es su dueño, quiero que mi vagina saboree el  dulzor de tu polla, quiero que llegues más allá de donde llegas normalmente y que mi útero se inunde de tu simiente y no dejes de entrar por cada una de mis puertas, están abiertas para ti.

Creo que le deje muy claro que es lo que deseaba de él, busque sus labios que me esperaban abiertos deseando sentir mi aliento, nuestras lenguas fueron una y me pegue a sus labios sin querer separarme, suavemente deshice el beso, y empecé a bajar por su pecho hasta llegar a esa preciosa polla que reclamaba mis atenciones, puse su cabeza entre mis piernas en un mágico 69, y empecé a notar, como su lengua hacia diabluras desde mi clítoris hasta mi anito, me dedique a lamer y chupar ese inmenso trozo de carne que palpitaba entre mis manos, Hugo me estaba haciendo llegar a un orgasmo con su boquita por primera vez, mis caderas bailaban sobre su cara, y me notaba muy húmeda, empapada. El orgasmo nació desde mi estómago y se fue haciendo intenso, casi se me nublo la vista, el placer atravesaba mi cuerpo y hacia que me convulsionase encima de su cara dejándosela totalmente empapada.

—Por dios Hugo, que boquita tienes, si esto va a ser así, me parece que me espera una noche increible

 Descansaba encima de su cuerpo con mis piernas totalmente abiertas y mi sexo pegado a su cara, intentaba recuperar mi respiración, tenía agarrada su polla que palpitaba en mi mano pidiendo mis atenciones, la metí en mi boca todo lo que pude, chupe y lamí todo su grosor y toda su extensión, Hugo bufaba de placer.

—Para Silvia, para, no me quiero correr en tu boquita quiero follarte.

Eso fue música celestial para mis oídos, Hugo me ayudo a incorporarme, todavía me temblaban las piernas, apoyo su espalda en el cabecero y me puse a horcajadas sobre él, empecé a recorrer su polla con mi coñito empapando toda su extensión y dándome placer, eleve mi culito y empecé a sentarme sobre ese tremendo pollón, según lo note entrar en mi empecé a bramar de placer, hacía mucho tiempo que no notaba una polla sin forro, y esta era increíble, notaba su calor, su piel contra mi piel, su suavidad, simplemente esa sensación era increíble, totalmente diferente a lo que había sentido con él, seguía entrando en mí, poco a poco, sin prisa, pero esa polla me estaba llevando a un orgasmo sin haber terminado de entrar.

—Hugo, por dios, me vas a hacer correr y solo acabamos de empezaaaaar, si, joder siiiiiii, me corrooooo, Hugo me corrooooo.

Un orgasmo brutal hizo convulsionar mi cuerpo, Hugo de un golpe de caderas metió lo que quedaba de polla llevándome al paroxismo del placer, grite hasta quedarme sin aire en mis pulmones, y el muy cabrito encima me comía las tetas de una manera deliciosa, joder estaba en el cielo o poco me faltaba. Abrace su cabeza contra mi pecho mientras mis caderas se movían de adelante a atrás frotándome contra él, el placer era intenso, entonces me di cuenta que me había metido toda su polla en mí, esboce una sonrisa de satisfacción, mi vagina estaba relajada, y me encontraba totalmente sentada encima de el con su polla dentro de mí, llegando a sitios donde nunca nadie había llegado y haciéndome sentir lo que nunca había sentido. Notaba los espasmos de su polla en mi interior, me proporcionaban descargas eléctricas en todo mi cuerpo, necesitaba sentir como se corría en mi interior, necesitaba sentir esa sensación casi olvidada. Bese su boca con lujuria, metiendo mi lengua y haciendo ese beso interminable, él se movía delicadamente en mí, haciéndome sentir los prolegómenos de otro orgasmo, lo hacía lento, haciéndome disfrutar, me sentía suya y de nadie más, estaba empapada, literalmente chorreando, había mojado las piernas de Hugo, pero estaba en la gloria

—Dios mío Hugo, como te siento mi amor ¿no te corres?

—Todavía no mi vida, esta tarde me has dejado sequito, pero estoy disfrutando de ti una barbaridad.

Bajo sus manos a mi culo y me levanto dejándome caer de golpe, la sensación fue brutal y gemí de placer, volvió a hacer lo mismo y empecé a cabalgarle salvajemente mientras le comía la boca con lujuria, un orgasmo brutal arraso mi cuerpo mientras me licuaba sobre su polla, mi coño era un manantial de flujos, su polla resbalaba en mi interior sin problemas proporcionándome un placer indescriptible, no acababa de terminar mi orgasmo y empezaba otro que me hacía aullar como una loba en celo.

—Silvia mi vida, me corrooo, por dios que placer, te voy a llenar de leche, ahhhhhh, siiiiiiii.

La sensación fue indescriptible, clavo su polla hasta los huevos, mientras notaba su glande en lo más hondo de mi interior, note uno, dos, tres así hasta ocho latigazos de semen en mi útero, lo que hizo amplificar el orgasmo que estaba teniendo, Hugo me tenía abrazada con fuerza, bufaba en mi pecho mientras me comía las tetas, fue un orgasmo largo y muy, muy placentero, me quede empalada en su polla mientras nos recuperábamos, me había encantado, le miraba con amor, como una mujer enamorada solo sabe mirar a su hombre, tenía ganas de decirle que lo amaba, que lo quería con locura y que era solo suya, pero mi mente solo me recordaba a lo que me dedicaba, cada vez me arrepentía mas de haber destrozado mi vida de esta manera, solo porque me gustaba vivir bien, no contaba con esto , no contaba con enamorarme.

Hugo, empezó a besarme por toda la cara y comerme la boca con pasión, todavía seguía en mi interior, pero notaba como su polla iba menguando, se salió de mí, y note como su corrida se escapaba de mi interior, estaba desfallecida, me había dejado hecha un trapo, pero muy feliz y completamente relajada, me tumbe a su lado le bese tiernamente y apoye mi cabeza en su hombro.

—Hugo ha sido increíble, mejor de lo que pensaba.

Hugo me abrazo contra sí, apago la luz y me quede dormida casi al instante, feliz, abrazada al hombre que amaba. La luz entraba a raudales en la habitación, pero estaba sola en la cama, eso me entristeció, yo quería amanecer con él, no sabía ni qué hora era, le vi entrar en la habitación y casi me echó a llorar, me traía el desayuno a la cama, nadie me había tratado así nunca.

—Buenos días mi vida, ¿has descansado bien? Dijo Hugo.

Otra vez ese “mi vida”, cada vez que me lo decía, hacía que me sintiese más cerca de él.

—Mejor que bien, he dormido muy a gusto, aunque he echado de menos de menos despertarme contigo al lado.

—Lo siento Silvia, pero es que me caía de hambre y mi estómago empezaba a hacer ruidos. Sabes, esta noche me he despertado muchas veces, me encantaba ver tu carita relajada, eres tremendamente bella aun cuando estas dormida.

Me dejo la bandeja encima de mis piernas, me ayudo a incorporarme y puso las almohadas de manera que mi espalda pudiese apoyarse, no le faltaba detalle, un par de tostadas, mantequilla, mermelada, café, leche, zumo de naranja, y una rosa roja, este tío era increíble, le mire con cariño y le bese con ternura, estaba a nada y menos de echarme a llorar como una niña, el, a lo mejor, lo hacía de manera natural, pero esos detalles a mi me parecían actos de amor, y eso me ponía los pelos de punta.

Las mujeres cuando queremos somos enrevesadas, esta relación que parecía idílica y que me estaba cautivando de pronto hizo que muchas preguntas se agolparan en mi cabeza. Primero, este tío estaba muy bueno, era guapísimo y no tendría problemas para encontrar una mujer, buena y guapa. Segundo por que se iba a fijar en mí, una prostituta de lujo, que había estado con cientos de hombres y siempre estaríamos con el miedo de si alguien me reconocía. Tercero, el tío manejaba mucha pasta eso se le veía, el verme todas las semanas incluso tres y cuatro veces por semana, aunque de vez en cuando no le quisiese cobrar, hacía que me hiciese la cuarta pregunta. ¿Yo era un juego para el?, eso sí que no, yo le amaba, pero no le iba a permitir que me hiciese daño. No me preguntéis por qué pero esa idea se apodero de mí y me hizo sentir muy mal, engañada, mi humor cambio radicalmente, necesitaba salir de esa casa, necesitaba retomar mi vida. Hubo una quinta, sexta y séptima pregunta, pero estaba tan cabreada que quise terminar con esa farsa.

—Ehhh!, Silvia cielo, te has quedado mirando a la nada, ¿Qué piensas?

Su voz dulce y grave me saco de mis pensamientos, no sé cómo le mire, pero su gesto dulce se transformó en uno de preocupación, mejor no quieras saber en lo que pienso, creo que no te gustaría.

—Lo siento Hugo, debo de irme, tengo trabajo, le dije muy secamente.

—¿Irte, ahora?, es Sábado, pensé que pasaríamos el día juntos, tengo un montón de planes para ti y para mí, me dijo Hugo con desesperación.

Mi enfado y mi cabreo hablaron por mí, porque no era yo la que hablaba. Con el mayor de mis desprecios le respondí.

—Vamos a ver Hugo, ¿tú y yo, planes, pasar el día juntos?, que te quede claro cariño, el que te dejase ayer por la noche correrte dentro de mí, no te da derecho a nada, no somos novios, soy una prostituta que te quede claro y si quieres pasar el día conmigo te va a costar 2.000€.

—Vale Silvia, te los doy, no hay problema, pero no te vayas.

—¡¡Pero quien coño te has creído que eres!! Le respondí gritando, ¿Mi dueño?, aunque me dieras 6.000€, no pasaría el día contigo, tengo más clientes que tengo que cuidar y quieren disfrutar de mi cuerpo, joder, que no te enteras.

No calibré lo que había dicho hasta que mire a Hugo y le vi llorando,  me sentí fatal, ¿era estúpida o que me pasaba?, ni toque su desayuno que con tanto cariño me había preparado, me levante y fui a buscar mi ropa, me metí en el baño, cuando salí Hugo estaba sentado, solo con un bóxer, encima tuve la cara de preguntárselo.

—¿Me llevas a casa o me cojo un taxi?

Ni me miro, solo se levantó y empezó a vestirse, quise mantener mi pose de indiferencia, y me dedique a revisar el móvil de trabajo que tenía, un cliente me pagaba 9.000€ por irme con él una semana a Los Ángeles, me vendría bien para desconectar, le mande un wasap diciéndole que aceptaba.

Hugo salió vestido, no me dijo nada, ni me miro, solo se fue hacia la puerta de salida cogió sus llaves y bajamos al garaje, en todo el trayecto hasta mi casa no dijo ni una palabra, y yo, cada vez me sentía peor persona, era gilipollas, ¿pero que es lo que me había pasado?, en esos momentos debería de haber parado eso y hablar con él, decirle lo que sentía y lo que pensaba, pero fui cobarde y lo deje correr. Cuando llegamos a mi casa ni se bajó, de forma seca se lo comente.

—La semana que viene no voy a estar localizable, me marcho a Los Ángeles.

Vi como una lagrima bajaba por su mejilla, cerré la puerta de su coche y se fue a toda velocidad, subí a mi casa destrozada, según entre llore como hacía tiempo que no lo hacía, fue un sábado horrible, me sentía como una estúpida y estaba segura que había perdido a Hugo para siempre me puse en contacto con mi cliente y quedamos en el aeropuerto a las nueve de la noche, sería un vuelo nocturno, antes de irme mire mi cuenta y ya me había ingresado el dinero, esbocé una sonrisa de desencanto…bien, todo volvía a la normalidad, ¿es eso lo que quería realmente?.

Decir que me lo pase muy bien y que todo me daba igual seria mentir y engañarme a mí misma, fue una semana horrible y no deje de pensar ni un solo segundo en Hugo, no estuve a la altura de lo que mi cliente había pagado por mí, pero no podía, lo siento, era superior a mí. Mi cliente estaba bastante defraudado con mi actitud, no le había dejado tocarme ni un pelo, el viernes por la noche, llamo a mi puerta y le abrí, no deseaba verle pero era mi obligación, me extraño, iba vestido de sport, solo me dijo.

—Vístete con algo informal, vamos a emborracharnos.

Venga ya, en eso estaba pensando yo. Me vestí con lo primero que pille, bajamos al bar del hotel y empezamos a charlar, de la vida, del trabajo, en fin de muchas cosas, era un cliente bueno y sé que estaba forrado, tenía una educación exquisita y nunca me había tratado como a una prostituta, casi diría que me trataba como a una hija.

—A ver,  Denise, ¿hace cuánto nos conocemos, dos, tres años?, nunca he tenido queja de ti ni de tu trato y saber estar, pero este viaje ha sido para olvidar has sido deprimente y quisiera saber por qué.

Baje mi mirada al suelo, estaba avergonzada, todo esto me estaba afectando y mucho, no quise responder, pero hay un dicho que dice que un silencio vale más que mil palabras.

—De acuerdo, me dijo mi cliente, estas muy enamorada de alguien y todavía no sabes que es lo que haces aquí. Sólo te voy a decir una cosa, si has encontrado a alguien que no le importe lo que eres y te ama con toda su alma, deja esta vida y hazlo ya, y no le dejes escapar, mata, roba, golpea… muerde por él, pero no le dejes.

—Pero es que no sé si me ama, sé que se ha portado conmigo muy bien, había muchas muestras de cariño y me ha tratado como a una persona no como a una prostituta, pero yo le he hecho mucho daño, no sé si me perdonara.

—Niña, eso tendrás que averiguarlo tú, y si el acepta verte otra vez, déjale claro lo que sientes, y si no quiere verte, lucha por lo que te pertenece y vuelve a dejarle claro lo que percibes, desnuda tu corazón delante de él.

Seguimos hablando, y cayeron dos copas más, la verdad era un encanto de persona, me acompaño a la habitación y solo me pidió una cosa, ya que el servicio no había sido completo me dijo que le devolviese la mitad de lo ingresado. Lo considere justo, esa misma noche le hice una transferencia a su cuenta.

Cuando llegue el domingo a mi casa estaba muy cansada, pero me duche me cambie y me fui a casa de Hugo, me avergonzaba el comportamiento que había tenido con él, no sabía que es lo que le diría, aunque un PERDONAME como una casa sería un buen principio, toque su telefonillo, pero nadie respondió, joder no puede ser, es domingo por la mañana debería de estar en casa, se abrió la puerta del garaje y me cole dentro, vi su coche, eso me hizo tener esperanzas, no me quedo más remedio que salir del garaje hacia el exterior, no había posibilidad de subir a su piso a no ser que tuvieses la llave del ascensor, cuando llegue al portal de su piso espere pacientemente a que alguien saliese, no tuve que esperar mucho y pude subir hasta su piso, llame y llame, pero nadie respondió, no sé si estaba dentro pero no me quería ver, o es que realmente no había nadie.

—Señorita, ¿busca a alguien?

Una voz femenina a mi espalda me sobresalto.

—Sí, estoy buscando a Hugo.

—Hugo, se fue hace una semana, le vi salir con dos maletas.

—¿No sabrá, donde se ha ido o su número de teléfono?, es muy urgente que hable con él.

—No, lo siento, pero esa información no la tengo.

Saque de mi bolso una libretita y le apunte mi nombre y el número de mi móvil y le di el papel a la vecina.

—Solo le pido que si le ve no le diga nada, solo llámeme y dígame si ha llegado, necesito verle, y tranquila, no soy ninguna loca, ¿me haría ese favor?

Me miro, por unos instantes sopesando su respuesta, la expresión de mi cara no era de loca, más bien era de preocupación, me sonrió.

—Tranquila querida, si le veo por aquí te llamo.

Me fui a casa derrotada y totalmente agotada, solo me maldecía por decir lo que dije y no ser más valiente y decirle todo lo que siento por él, y sobre todo por no tener su número de teléfono, solo tenía la esperanza que su vecina me llamase, intentaba repasar mentalmente a mis clientes intentando saber quién podía ser su conocido, pero eso era prácticamente imposible, solo me tocaba esperar.

Tuvo que pasar casi un mes, joder, estaba desesperada, desde que vine de Los Ángeles, no había estado con nadie, si quería estar a su altura tenía que terminar con la vida que llevaba, todos los clientes que me habían llamado los atendí, pero les dije que ya me había retirado, que solo tenía la línea abierta para que supiesen que Denise había desparecido, hubo de todo, como en botica, gente que fue amable y me dio las gracias por los momentos vividos deseándome suerte, hasta los más vulgares que me dijeron que aunque me retirase siempre sería una puta, pasados veinte días mi teléfono de trabajo se quedó mudo ya no recibía llamadas, elimine mi página web y empecé a vivir mi vida como una chica normal, tenía un buen colchón de dinero, pero ese piso era muy caro, aguantaría hasta principios de curso y me cambiaria a algo más económico.

Una mañana sonó el móvil de trabajo y vi numero oculto, el corazón se me disparo a mil pulsaciones.

—¿Hugo? Dije ansiosa.

—Hola Denise, buenos días, te llamaba por si me podías recibir hoy a las seis de la tarde.

—¿No quieres venir ahora?, ¿Por qué has tardado tanto tiempo en llamar?

Era tanto el deseo de verle, de estar con él, que no me di cuenta que me llamo por mi nombre de guerra y su trato fue muy frio.

—No, tengo cosas que hacer, dijo Hugo, esta tarde te veo.

Y colgó, ni siquiera se despidió, me quede mirando el teléfono atónita, bueno, esta tarde le veo, y lo aclaro todo. El tiempo paso muy despacio, llego las seis de la tarde y nadie apareció, él era muy puntual, y sabía que me gustaba la puntualidad, sobre las seis y media sonó el telefonillo.

—¿Si?

Al otro lado la voz grave de Hugo soltó un seco «Abre», estaba muy nerviosa, necesitaba verle, abrazarle y sentir sus labios y sus caricias, estaba vestida normal, nada del otro mundo, una camiseta de tirantes y un pantalón corto, iba sin maquillar, ya no recibía a un cliente lo recibía a él, a mi amor, lo tenía idealizado en mi cabeza. Llamo al timbre, y abrí deseosa y con una sonrisa en mi cara que se borró cuando vi su expresión de desagrado.

—Joder Denise, ¿ya no te arreglas para recibir a tus clientes?, me voy a plantear el cambiar de puta, empiezas a no merecer la pena.

Me quede sin palabras, ese no era mi Hugo, una sensación de angustia se apodero de mí, estaba como paralizada.

—Hugo tenemos que hablar, quiero contarte algo.

—¿Cómo?, dijo Hugo, perdona bonita, como tú me dijiste aquí no se viene a charlar, aquí se viene a follar, y eso es lo que quiero en este momento, tu eres una prostituta y yo soy tu cliente, me lo dejaste cristalino la última vez, así que déjame disfrutar de tu cuerpo.

Estaba como agarrotada, no supe reaccionar, entro cerró la puerta y agarrándome de la muñeca me llevo a la habitación de los clientes, donde nunca le había llevado, siempre le llevaba a mi habitación, en ese momento me di cuenta que no me llamaba por mi nombre y me trataba como lo que era, una prostituta, quise parar eso y explicarle que todo había acabado, pero no salía ninguna palabra de mi boca, mis ojos se llenaron de lágrimas, él se desnudó.

—Joder Denise espabila el tiempo corre. Grito Hugo sobresaltándome.

Empecé a desnudarme con vergüenza, hacia casi un mes que no me depilaba y eso me avergonzaba más aun, vi como Hugo perdía la paciencia. Me ayudo a desnudarme rápidamente, y me empujo sobre la cama, vi cómo se ponía un preservativo le quise parar.

—Hugo cielo, le dije con ternura, no hace falta que te pongas…

—Calla ostia, no haces más que hablar, vamos a lo que interesa.

Me abrió de piernas y se puso encima de mí, ya no olía a perfume caro, olía a sudor, note la punta de su polla a la entrada de mi coño y empujo con fuerza, el grito se tuvo que escuchar en todo el edificio, no estaba lubricada y me dolió como si me arrancasen cachos de piel, me eche a llorar desesperada.

—Para Hugo por dios, me estas destrozando.

—Joder que seca estas, vaya mierda, dijo Hugo con evidente mal humor.

Abrió el cajón de la mesilla, dónde guardaba el lubricante y se embadurno bien su polla, de mi ni se preocupó, volvió a encarar su verga y la metió hasta el final, volví a gritar de dolor, empezó un brutal mete saca que más que darme placer me estaba matando de dolor, mis ojos se inundaron de lágrimas y rompí a llorar nuevamente, Hugo ni se preocupó de lo que me pasaba, solo le veía con los ojos cerrados concentrándose en su orgasmo, estuvo casi veinte minutos bombeándome, yo no sentía placer, solo dolor, ni le decía nada, solo lloraba y le acariciaba la cara, intentaba buscar sus labios pero él me rehuía.

—Quita coño, a saber que habrás besado en este mes.

Note como se tensaba y empezaban los espasmos de su polla corriéndose, todo el atractivo que tenía para mí, todo el amor que sentía por él, desapareció, solo quería que terminase y se fuese, prácticamente me estaba violando, y yo lo estaba consintiendo.

—Joder Denise, no sé dónde coño has estado metida este mes, pero has perdido atractivo, mírate, tu coño tiene pelo y tus axilas también, tus piernas pinchan, que coño es esto, ya ni me calientas, vaya mierda de puta.

—Vete ahora mismo de mi casa, le dije aparentando tranquilidad.

—¿Cómo dices?, dijo Hugo con chulería.

—QUE TE VAYAS AHORA MISMO DE MI CASA HIJO DE PUTA, grite en su cara.

Hugo se levantó despacio, me miro confundido, mis ojos estaban rojos de llorar y de ira, le odiaba, odiaba a muerte a ese cabron que me acababa de destrozar, se vistió, yo seguía llorando, estaba hecha un ovillo, saco su cartera y lanzo unos billetes sobre mí.

—Solo te doy 150€, es lo que te mereces, me parece que es la última vez que nos vemos.

Me quede en la cama llorando, no entendía muy bien que es lo que había pasado, oí como se cerraba la puerta y Hugo desaparecía de mi vida…y grite, grite de dolor y de odio, mi vagina ardía y me dolía hasta decir basta, baje mi mano y la saque con restos de sangre y de gel lubricante, como pude me levante y me fui al baño, empecé a llenar la bañera, sabía lo que debía de hacer, cuando estuvo llena me metí y me lave a fondo, cuando salí, me aplique una pomada antibiótica y analgésica que me receto el ginecólogo una vez que me sucedió algo parecido, más tranquila empecé a analizar lo ocurrido, sabía que Hugo estaría muy dolido, le trate muy mal, pero lo que había hecho conmigo no se lo perdonaría, me había tratado como a basura. No sé cuánto tiempo habría pasado, sonó mi móvil particular, vi un número desconocido.

—¿Dígame?

—Silvia, soy la vecina de Hugo, en estos momentos acaba de llegar a su casa, cuando quieras puedes venir.

Estuve por decirla que no me interesaba, que todo estaba claro, pero quise ir más allá.

—Se lo agradezco, dentro de un rato estaré allí, si no le importa llamare a su piso para que me abra la puerta, ¿habría algún problema?

—Ninguno querida.

Sobre las nueve de la noche estaba llamando al piso de la vecina, me abrió sin preguntar, me encontraba enfrente de la puerta del piso de Hugo, la vecina abrió la puerta y se lo agradecí con una sonrisa, llame al timbre y al poco Hugo me abrió, entre sin preguntar, me fui directa al salón.

—Se puede saber qué es lo que haces…

No le deje terminar, le solté un tortazo que le hizo perder el equilibrio.

—Esto por tratarme como a una puta barata.

ZASSS.

—Esto por hacerme el daño que me has hecho, cabrón.

Y ZASS, le solté un puñetazo en la nariz que me hizo polvo la mano, y cogiendo sus 150€ se los tire a la cara.

—Y esto por valorarme tan poco, ahora mismo ni todo tu dinero sería suficiente para poder follar conmigo hijo de puta.

Salí de su casa dando un portazo, estaba furiosa pero me había despachado a gusto con él, la mano me dolía horrores, llame al ascensor pero tardaba en llegar, note su presencia detrás de mí y me di la vuelta preparada para darle una patada en los huevos, pero me frene, tenía la camisa llena de sangre los ojos vidriosos de llorar por el golpe en la nariz, y la cara roja como la grana por los dos tortazos, con un hilo de voz me lo pidió.

—Silvia por favor no te vayas, entra en casa y vamos a aclarar esto, por favor.

—Que quieres aclarar, ¿lo que me has hecho esta tarde?, respondí enfadada.

—Silvia, hace un mes en esta casa me destrozaste, me dijo elevando la voz, hiciste añicos mi autoestima y mi corazón lo rompiste en cachitos muy pequeños, te amo maldita sea, y me dejaste desecho con lo que me dijiste, me costó más de una semana el dejar de llorar por ti y nunca lo he pasado tan mal al saber que por segunda vez había perdido a la persona que amaba.

De repente toda la mala leche que tenia se disipo, me había dicho que me amaba, mierda, ¿en que estaba pensando cuando le dije eso?, me tranquilice, apoye mi frente en su pecho notando la humedad de su sangre, le di la mano y nos metimos nuevamente en su casa, su nariz no paraba de echar sangre, lo lleve al baño y le puse dos tapones de algodón con agua oxigenada, me fui a la cocina y abrí el congelador, cogí una bolsa de guisantes congelados y me la puse en la mano, me fui al salón y me senté al lado de Hugo, nos miramos fijamente durante unos interminables minutos.

—Silvia ¿qué paso aquel día?, ¿Por qué después de una noche de película, me trataste como a una mierda, como si no quisieras verme de nuevo?

—Bien Hugo, lo más sensato es que empecemos a ser sinceros. La pregunta que me hago  es ¿Por qué un tío que esta tan bueno, contrata los servicios de una prostituta de lujo?, Me explico, eres un hombre guapo, bien parecido, estoy segura que podrías tener a cualquier mujer que quisieras, guapa y buena, manejas dinero y creo que estabas jugando conmigo, corte de raíz eso y por eso te conteste como lo hice.

Me avergoncé de mi misma, fui una estúpida, me parece que ya lo he dicho pero por si acaso lo vuelvo a decir, la de años que hace que he salido del pueblo, pero no aprendo.

—Silvia no me jodas, dime que no ha sido solo por eso, pero por dios ¿no te dabas cuenta de lo enamorado que estaba de ti?, desde el primer día que te vi, me gustaste, para mí el hándicap, era que me quisieras y dejases la vida que llevabas, por eso intentaba pasar la mayor cantidad de tiempo posible contigo, la tercera vez que estuve contigo supe que te amaba.

¿Sabéis esa sensación de sentirse pequeña y muy, muy estúpida? Pues así me sentía yo en esos momentos, con todo lo lista que me creía que era, ni me di cuenta que ese pobre hombre no se estaba riendo de mí, estaba enamorado de mí, lo que yo estaba deseando había ocurrido pero lo había estropeado.

Hugo vio mi cara de frustración, con indecisión acerco su mano a mi cara y me acaricio, con ternura.

—Joder Hugo, la he fastidiado, yo también estaba coladita por ti, te quiero más que a nada y solo quiero estar contigo, no sé qué me paso ni porque pensé eso, pero lo que me has hecho esta tarde, me ha dolido, no esperaba eso de ti.

—Silvia, quiero que dejes la vida que llevas. Sabes como soy, lo que has visto esta tarde de mí, sabes que no soy así, sé que es difícil pero perdóname, estaba muy dolido contigo, no era yo.

No le quise decir que hacía más de un mes que ya no ejercía la prostitución, todavía no me había respondido ¿por qué yo?, lo que si tenía claro es que deseaba estar con él, y esperaba compartir más de unas horas a la semana.

Mi mano me empezaba a preocupar, aunque la tenía con hielo, estaba muy hinchada, y me dolía horrores cuando movía los dedos, Hugo había calado los tapones de algodón y seguía sangrando, entre el dolor de mi sexo y la mano estaba que me subía por las paredes, Hugo no tenía mejor pinta, la nariz como un pimiento morrón y la mejilla izquierda hinchada del primer tortazo que se llevó de mí.

—Hugo, aunque no me gusta, me parece que debemos de ir a urgencias, mi mano y mi vagina me duelen como no te puedes hacer una idea, y tu nariz no es que tenga mejor aspecto.

—Estoy avergonzado Silvia, no sé cómo vamos a explicar esto.

—Ya hablaremos de ello, Hugo, tranquilo.

Hugo se cambió de camisa, yo deje la bolsa de guisantes en el fregadero y nos fuimos a urgencias. Para mi sorpresa, Hugo condujo seguro de hacia dónde iba, y desde luego no era a ninguno de los hospitales conocidos, al cabo de la media hora nos metimos en una zona residencial muy exclusiva, y llegamos a una clínica privada, nos metimos por urgencias, y dejamos el coche en la puerta, yo empezaba a alucinar, Hugo me agarro de la mano y entramos en una sala aséptica, perfectamente acondicionada y decorada, y con una bonita melodía de fondo, una enfermera en una mesa se levantó como un resorte según nos vio entrar.

—Señor Contreras buenas noches, pero por dios ¿Qué es lo que le ha pasado?

—Hola Paula buenas noches, las puertas nunca se han llevado bien con mi nariz, ¿esta Esteban todavía por aquí?

—Sí, claro que esta por aquí señor Contreras, ahora mismo le llamo.

—¿Señor Contreras? ¿Una clínica privada?, Hugo, que estamos haciendo aquí, le dije apremiando mi voz para que me respondiese.

—Mi amor, hemos venido a urgencias, aquí nos van a tratar muy bien, no temas nada.

Al poco apareció un médico de bata blanca, que se dirigió a Hugo y le dio un abrazo como si fuese un hijo suyo, enseguida le agarro la cara y le miro la nariz.

—Veo que por fin alguien te ha puesto en tu sitio, ¿no es así jovencita? Dijo ese doctor cogiendo mi mano y mirando lo hinchada que estaba.

Hugo hizo saber al doctor lo que había pasado, desde que estuvo en mi casa hasta que le zurre en la suya, a los pocos minutos dos traumatólogos, un ginecólogo, un otorrino, un cirujano maxilofacial y cuatro enfermeras se hicieron cargo de nosotros, nos hicieron un reconocimiento a fondo, radiografías y a Hugo una resonancia de la cara, resultado, Hugo tenía la nariz rota, fui una bestia lo reconozco, pero él me dejo el chichi inservible por quince días mínimo de las laceraciones que tenía, aparte que me tuvieron que inmovilizar la mano por otros quince días ya que tenía fisurados dos huesos, genial, ¿y ahora como me las apañaba yo, con una mano inservible?.

Eran cerca de las doce de la noche cuando salimos de la clínica, el trato fue exclusivo, esa es la palabra, Hugo me llevaba agarrada de la cintura, su cara era un poema, la nariz con ese apósito tan escandaloso para dejarle recto el tabique nasal, todo hinchado y las bolsas de los ojos con sendos derrames. Esteban era el director de urgencias nos echó una soberana bronca a los dos, incluso a Hugo le dijo que por que le conocía de hacía años, pero era para haberle aplicado el protocolo de malos tratos a la mujer, y yo con un brazo en cabestrillo y una mano inutilizada, aparte de una torunda que tenía metida en la vagina con un medicamento para mitigar el dolor y ayudar a la cicatrización y que me haría ir al día siguiente nuevamente a la clínica para quitármelo y revisar como estaba. A todo esto nos dieron medicación para el dolor y para poder dormir, teníamos que hacer reposo por lo menos una semana.

Nos montamos en el coche, y Hugo me miro.

—¿Qué quieres hacer ahora? Dijo Hugo.

—Pues que voy a querer, irme a casa a descansar, estoy hecha polvo y me duele todo el cuerpo.

—Por qué no vamos a tu casa, haces una maleta y te vienes a mi casa estos días, déjame cuidarte, además con esa mano poco puedes hacer.

Mira que estaba enfadada con él, pero ese detalle derribo todas mis defensas, eso nos ayudaría mucho a reencontrarnos, amaba a ese hombre y esta era una oportunidad que no pensaba dejar pasar.

—Esa es una idea muy buena, hagamos eso, le dije con la mejor de mis sonrisas.

Pasamos por mi casa e hice una maleta para pasar unos días, de todas formas si me hacía falta algo siempre nos podíamos pasar nuevamente. Cuando llegamos, entre unas cosas y otras eran cerca de las dos de la mañana, nos metimos en la cocina y nos hicimos algo de cenar, y si, dormimos juntos, y no, no pasó nada, no estábamos para fiestas ninguno de los dos. Al día siguiente me desperté sola en esa gran cama, pero al instante Hugo volvía a entrar, con una bandeja y el desayuno, como la vez anterior me ayudo a incorporarme y me puso las almohadas en mi espalda a modo de respaldo, en la bandeja el mismo desayuno y una rosa roja y me eche a llorar, no lo pude evitar, pero que estúpida fui, me abracé a él y le bese con fuerza, con cariño, pero un quejido y dos lagrimones saliendo de sus ojos me indicaron que le había hecho daño.

—Perdón mi amor, perdón, pero me ha emocionado esto y deseaba besarte.

Le acariciaba la cara y le secaba las lágrimas, el me dio un piquito muy tierno. Desayune como una reina, Hugo se quedó conmigo y me hizo reír, entre la voz que tenía grave pero muy nasal y lo que me contaba me estuve riendo con ganas. Los primeros quince días fueron muy tiernos, hablamos mucho, le conté que había dejado la prostitución, que cuando me fui  a Los Ángeles no pasó nada, y que lo hacía por él, porque le quería y deseaba estar con él, como me dijo mi cliente, desnude mi corazón ante Hugo. A las tres semanas estábamos prácticamente recuperados, mi vagina estaba todavía muy sensible y dolía cuando trataba de penetrarme, pero eso no fue motivo para darnos unos buenos banquetes de sexo oral, si tengo que describir esas semanas solo encuentro unas palabras, felicidad y relajación. Ya no nos acordábamos del amargo incidente que tuvimos, fui una borde desagradable y él fue un bruto sin tacto, nos prometimos que nunca llegaríamos a esos niveles nuevamente.

He de reconocer que empezaba a estar intranquila, en esas tres semanas con Hugo, me había encantado convivir con él las 24 horas, había cariño deseo y ganas de compartir todo, pero ya estábamos prácticamente recuperados y veía que nuestra convivencia en común se acababa y eso no lo quería, no quería volver a mi casa, quería quedarme con él  y empezar a compartir todo.

Ese día me levante más excitada que de costumbre, Hugo me hizo las curas pertinentes en mi sexo, deseaba que llegase el momento de ponerme delante de él muy abierta de piernas y mostrando mi coñito totalmente expuesto para que él le dedicase las atenciones y curas pertinentes, en todos esos días sé que mi pobre Hugo tenía unas erecciones descomunales, pero sabía que no podía follar conmigo, le relajaba a base de sexo oral y masturbándole, pero ese día lo quería, lo deseaba dentro de mí, metió su dedo en mi vagina con la pomada que nos receto el ginecólogo, yo gemía de placer, me notaba empapada y ese dedo no me molestaba para nada, no como otros días.

—Hugo, desnúdate, necesito que me folles, quiero sentirte dentro.

—Silvia, mi amor, te puedo hacer daño, el ginecólogo nos dijo…

No le dejé terminar, estaba tan cachonda que yo misma le desnudé, no hubo preliminares, Hugo tenía su polla como una viga de acero, dura, amoratada y dando pequeños espasmos, me maravillaba ese pedazo de instrumento que dios le había concedido, le tumbe en la cama y me senté encima de él, quería ser yo quien llevase el ritmo de la penetración por si acaso.

Eleve mi culito y encare su glande hacia mi entrada, estaba chorreando literalmente, me pase su polla por mis labios para que se empapase, el placer que sentía era enorme, cuando la tuve en posición me senté sobre ella, notando como me abría, como me invadía.

—Hugooo, mi vida, follamee, por dios como te siento, joder me voy a correr, y todavía no has llegado al final, siiiiiiii, siiiiiii, ¡AHHHHHHH ¡

Clavé mis uñas en el pecho de Hugo, el orgasmo estaba siendo arrollador, Hugo me tenía agarrada del culo y no me dejaba bajar, temía hacerme daño nuevamente, le bese con ternura y acaricie su cara.

—Tranquilo cielo, deja que entre más, si veo que me duele yo misma lo paro.

Estaba muy excitada, notaba mi vagina distendida y muy relajada, entre mis fluidos y la pomada que Hugo me había dado notaba entrar ese ariete de carne, pero no me dolía, solo me proporcionaba placer, mucho placer, note como mi pubis choco con su cuerpo y moví mis caderas de adelante a atrás, la sensación de plenitud era máxima y el roce de su piel sobre mi clítoris me empezaba a llevar nuevamente a un orgasmo, me quede así empalada notando su polla llenándome totalmente y su glande empujando el final de mi útero con una mezcla entre dolor y placer indefinible.

—¡Ahhhhh! Silvia mi amor, no creo que aguante mucho, me estas exprimiendo y me voy a correr como no dejes de hacer eso.

—¿Y que se supone que estoy haciendo? Le dije con voz mimosa mientras llevaba sus manos a mis tetas.

—Es como si los músculos de tu vagina me estuvieran pajeando, es una sensación indescriptible.

Hugo elevo su pelvis, con lo que la penetración fue más profunda, di un pequeño gritito de placer, y se dejó caer, repitió eso haciéndome botar sobre su polla que se clavaba en lo más profundo de mi ser llevándome a cotas de placer que no conocía, mi vista se nublo, creo que hasta perdí el conocimiento durante unos segundos, la explosión de mi orgasmo me rompió totalmente, grite de gusto, le bese y continúe corriéndome hasta caer desfallecida sobre su pecho, notaba los espasmos de mi vagina sobre su poderosa herramienta, notaba su calor, su grosor, como me llenaba.

—¿Pero mi vida, no te corres? Quiero sentir como me llenas, deseo que te corras en mi interior.

—Y eso voy a hacer, pero no quiero correrme en tu coño quiero correrme en tu culo.

Le mire con sorpresa, no me esperaba esa respuesta, pero según oí eso mi esfínter se abrió como una flor. Hugo me ayudo a levantarme saco su polla totalmente brillante, y de mi interior cayeron mis flujos encima de Hugo. Me puso a cuatro patas, arquee mi espalda y deje expuesto y abierto mi culo para él.

—Es todo tuyo mi amor, le dije jadeando de placer, prepáralo bien, hace tiempo que nadie entra por ahí, pero deseo que me lo folles.

Hugo volvió a follarme, en esa postura notaba mucho más como su polla me abría y llegaba al final donde no había más coño, empezó a abrirme el culo, y lo hizo con tanto mimo y tanto lubricante que hizo que me corriera un par de veces antes de follarme el culo.

—Por diossss Hugooo, me estas matando, no paro de tener orgasmos, vamoooos, follame el culo, párteme en dos.

Salió de mi coño, y me beso desde la nuca hasta llegar a mis riñones, poniéndome los pelos de punta y erizando mi piel, note su glande en mi culito y una leve presión y se coló sin problema, empujo un poco más y se quedó parado dejando que mi esfínter se adaptase a ese pedazo de pollon.

—Joder Silvia que apretadita estas, que gustazoooo, te voy a follar el culo hasta reventártelo.

De un golpe de caderas metió el resto hasta que note como sus huevos rebotaban en mi coñito, eleve mi cara arqueando mas mi espalda y aullé como una perra en celo, no había prácticamente dolor y Hugo empezó a follarme salvajemente, el placer era extremo, paso una de sus manos hacia mi coño y se apodero de mi clítoris, el muy cabron sabia como llevarme a la cima y dejarme allí.

—Hugooo, mi vidaaaa, siiiiiii, agggg, por dios, me corrooo, me corrro siiiiiiii, siiiiiiiiiiiiii.

Empecé a correrme como nunca lo había hecho, las sensaciones, el cariño, la pasión, y sus dedos acariciándome el clítoris, todo se alió para hacerme alcanzar un orgasmo como nunca lo había tenido, gritaba, movía mis caderas buscándolo hacia fuerza hacia atrás para que su polla me llenase más, estaba desatada.

—Hugo, no pares, dame más, mássss, asiiiiii, rómpeme, follameeeee, asiiiiiiiiiii. Aggggggg

Sin terminar el orgasmo que tenía empezó otro más fuerte, más intenso que el anterior, estaba desfallecida pero no quería que esa sensación terminase, mi pobre Hugo hacia esfuerzos sobrehumanos para seguir dándome placer pero todo tiene su fin, y no aguanto más.

—Silviaaaa, me corrooooo, no aguanto más, te voy a llenar de lecheeeeee, ahhhhhh, siiiiiii, siiiiiii.

Note como su polla empezaba a soltar latigazos de semen en mi culito, esa sensación me sacio y me hizo alcanzar otro orgasmo más alucinante que el anterior, no sé cómo describirlo, fue como si teniendo un orgasmo tuviese otro dentro de ese orgasmo, mi cuerpo tembló, sudaba y me retorcía, note como había inundado de semen mis entrañas, nos llevó varios minutos el tranquilizarnos y recuperar la respiración, joder amaba a ese hombre, nadie, nunca, me había hecho sentir así.

No sé cuánto tiempo había pasado, notaba el peso de Hugo sobre mí, pero lejos de molestarme me gustaba la sensación, note como su polla iba menguando en mi interior, se salió de mi e inmediatamente note su corrida salir a borbotones de mi interior, se tumbó a mi lado y me miro con cariño, me abrazo contra sí y me beso con mucha ternura.

—Te amo, te amo, te amo Silvia, nunca me voy a cansar de decírtelo y no me quiero separar nunca de ti.

Vamos a ver, que un tío te haya llevado al olimpo de los placeres, te haya tratado como a una reina durante más de tres semanas y encima te diga eso, sinceramente, ¿no es para comértelo?, me tenía enamorada, y por el haría locuras, lo sabía, esta vez solo me lo comí a besos.

—Yo también te amo, mi amor, y no quiero que esto termine, creo que ahora mismo no sabría vivir sin ti y tengo claro que no me quiero separar de tu lado, necesito verte todas las mañanas cuando abro los ojos..

Fue una declaración en toda regla, ya lo habíamos confesado, pero ahora era oficial, hacia casi dos meses que no ejercía la prostitución, ya ni me acordaba de esa parte de mi vida aunque siempre me acompañaría, quise ser realista, fue una locura de la que siempre me arrepentiré, pero no tiene que ser condicionante para que encauce mi vida y la viva con una persona maravillosa y que además la conocía, no escondía nada era transparente para él.

Hugo me miraba intensamente, me beso con pasión, me sentía deseada por él y eso me gustaba, acariciaba mi cara, le sentía coladito por mí.

—Vamos a la ducha, te invito a comer, quiero salir por ahí y presumir de ti, eres una preciosidad.

Que cabron, me hacía flotar, me sentía única, joder le quería tanto que me empezaba a mosquear conmigo misma, era un sentimiento muy desconocido para mí, me llevo en brazos y nos metimos en la ducha, aunque parezca mentira era la primera vez que nos duchábamos juntos, le empecé a enjabonar, y me esmere con él, sobre todo con su polla, me seguía asombrando como la hacía crecer entre mis manos, como alcanzaba unas dimensiones espectaculares, pensé, que nunca había terminado en mi boca, fue en ese preciso segundo que lo desee con toda mi alma, me arrodille delante de él, y empecé a darle besitos y a recorrer toda su extensión con mi boca, Hugo me miraba con amor mirándome a los ojos.

—Silvia mi vida, me encanta ver cómo me haces una mamada, no dejes de mirarme.

Agarro mi cabeza y marcaba el ritmo, no deje de mirarle, cada vez metía mas su polla dentro de mi boca, el hacía algo de fuerza y me provocaba una ligera arcada, sacaba su polla llena de mis babas, mientras le masturbaba con las dos manos, le comía los huevos incluso llegue a jugar con la punta de mi lengua en su esfínter, Hugo bufaba de placer.

—Ufffff, Silvia mi amor, no voy a aguantar mucho más, me voy a correr, me corrooooooo.

Como guinda metí lo que pude su polla en mi boca mientras un dedo mío se colaba en su culo. Eso fue un detonante que no se esperaba, y empezó a correrse como un desesperado en mi boca, bufaba gritaba notaba cada uno de sus poderosos chorros en mi paladar y en mi garganta, saque su polla de mi boca y fue el mismo el que se terminó de correr en mi cara, me marco, quería ser su puta, única y exclusivamente de él, no sé de donde sacaba tanta leche pero dejo mi cara totalmente embarrada de semen, me levante y sin decirle nada le bese con pasión, lujuria, deseo, no hizo ascos aun teniendo la cara como la tenía, cuando nos separamos metió mi cara debajo del agua, tenía los ojos cerrados por la corrida me lavo bien y me volvió a besar.

—Eres increíble mi vida, me dijo Hugo, eres lo que siempre he buscado en una mujer, te quiero.

Sé que puede resultar empalagoso, tanto te quiero, te amo, no seáis unos sosos, tenéis que sentiros como me sentía yo, cada te quiero, te amo, cada muestra de cariño, de amor, era hacerme sentir única, esa sensación me gustaba y no quería perderla nunca, las o los que lo hayan sentido saben a lo que me refiero.

Hugo se dedicó a mí, me lavo muy bien, me encantaba sentir sus manos en mi cuerpo, se esmeró en mis tetas, eran mi perdición, me las comía de una manera deliciosa, mi coñito se llevó una sesión de lengua que me llevo a un orgasmo sin retorno mientras que dos dedos suyos taladraban mi culo sin compasión, el orgasmo fue arrollador, me aferre a él, mis piernas me fallaban pero él me abrazo y me mantuvo pegado a él dándome cariño…ufffff fue increíble.

Nos fuimos a comer, me llevo a un restaurante a las afueras de Madrid, en una terraza donde se estaba de lujo, y con unas vistas preciosas, la comida fue espectacular, la sobremesa suprema y nos prodigamos en muestras de cariño, ya no había que esconder nada, lo más importante lo sabíamos y eso era que nos queríamos…peroooo, siempre hay un puñetero “pero”, cuando íbamos a irnos Hugo me beso y me miro preocupado.

—Hugo cielo ¿Qué pasa?, a que viene esa cara.

—Silvia, solo hay que salvar un último escollo, creo que ya ha llegado el momento de contarte todo, absolutamente todo.

—Hugo no me asustes, dime que todo va bien.

—Silvia mi vida, todo va bien, solo que… ¿me amas?, dímelo, dime que me amas.

—Te amo más que a mi vida Hugo, lo que estoy sintiendo contigo no lo he sentido con nadie, TE QUIERO, y quiero ser tuya, solo tuya, quiero compartir todo contigo, eres lo que más deseo.

—Gracias Silvia, te aseguro que yo siento lo mismo por ti y quiero que entres en mi vida.

—¿Qué pasa Hugo? Me estas preocupando.

—Silvia, en algo te he mentido, soy arquitecto, pero no soy ejecutivo de ninguna empresa, soy dueño de tres estudios de arquitectura, con proyectos a nivel mundial, aparte de otros negocios. Por ejemplo la clínica donde nos han tratado es de mi propiedad…soy rico, millonario o como me dice la gente más allegada asquerosamente rico niño pijo.

—Estas de broma, ¿verdad?

—No estoy de broma Silvia, ahora no. Y aquí viene la respuesta a tu pregunta, ¿Por qué tú? Una profesional del sexo.

—Dímelo Hugo, ¿porque yo, porque te has enamorado de mí?

—Veras, cuando me quede viudo, como te conté, fue muy duro para mí, lo pase muy mal, Mary lo era todo en mi vida y de la noche a la mañana me encontré solo, muy solo, mis más allegados, dejaron unos meses de duelo por mi difunta esposa pero quisieron ponerme en “circulación”, era un viudo de oro, se corrió la voz por toda la gente de la alta sociedad que empezaba a ir a fiestas, y aquí fue donde me negué a seguir con esa farsa.

—¿Con que farsa Hugo, que pasó?

Hugo puso cara de tristeza, y esbozo una sonrisa de amargura

—En todas las fiestas en que casi me obligaron a ir, siempre estaba rodeado de jovencitas realmente bellas, todas de las más reputadas familias de la sociedad madrileña, incluso hijas de embajadores, de no sé qué país, aquí es donde te mentí, desde que murió Mary hasta que te conocí, sí que me acosté con unas cuantas mujeres, de hecho el mes que estuve desaparecido también estuve con algunas mujeres, pero ninguna me daba lo que me das tú, todas absolutamente todas, estaban vacías y según me veían desnudo era siempre igual, «joder que grande la tienes…ufffff, no creo que eso entre en mi…para, para me duele… ¿Qué te la chupe, estas de broma? … ¿Por el culo, ni en broma, quien te crees que soy una puta». No había sentimiento ni pasión el sexo para ellas solo era compromiso, no disfrutaban de él, solo querían atraparme, casarse y tener un status en esta puta sociedad.

Vi como Hugo estaba sufriendo, me senté en sus rodillas y le abrace con cariño, solo sabía lo que sentía por él y no iba a hacer leña del árbol caído.

—Hugo, yo me he enamorado del hombre que estoy viendo, no de su fortuna, me he enamorado del placer que me hace sentir, no de una posición en la sociedad.

Nos besamos con cariño, estaba algo confundida, pero mi sentimiento hacia el permanecía intacto, su confesión me había sorprendido pero no era grave.

—Veras Silvia, dijo Hugo, yo quería a Mary la amaba, pero en la cama era muy desgraciado, nunca fue capaz de satisfacerme, era tremendamente bella y sensual, pero la penetración era imposible nunca conseguí tener un orgasmo así con ella, nuestros encuentros sexuales se limitaban a caricias y masturbaciones, la penetración estaba descartada, era frustrante el estar con ella en la cama y no poder hacer nada, cuando éramos novios nos acostamos muchas veces,  pero la penetración para ella era muy dolorosa, la amaba tanto que pensé que con el tiempo se acostumbraría, pero no fue así. Cuando falleció, una de las promesas que me hice fue la de encontrar a una mujer que me quisiera y que supiese darme placer, o eso o permanecería sin pareja hasta mi muerte. Un día un directivo de uno de los estudios me dijo que tenía que rehacer mi vida, me eche a reír pero se lo dije en serio «solo me casare con una mujer tan bella como Mary y que sea muy puta en la cama» y entonces me dio un número de teléfono y te conocí. Ahora Silvia quiero que veas algo, y pienso que según lo veas, vas a entender por qué fuiste tú y no otra.

Hugo pago la cuenta e hizo una llamada de teléfono, estaba muy intrigada con lo último que me había dicho, nos montamos en el coche y nos fuimos hacia la carretera de Burgos, entramos en una de las urbanizaciones más exclusivas de todo Madrid, La Moraleja, justo en el control de entrada nos paramos y el guarda de seguridad se alegró de ver a Hugo.

—Señor Contreras que alegría verle, hacía mucho tiempo.

—Si hacía tiempo Julián, ¿Qué tal la familia?

—Muy bien señor, muchas gracias por preguntar, si me lo permite, ¿quién le acompaña?, ya sabe que es por motivos de seguridad.

Diciendo esto se asomó por la ventanilla del conductor, me miro abrió mucho los ojos y se quedó blanco.

—Es mi novia Julián, no temas.

Seguimos camino, yo estaba a punto de llorar, me había presentado como a su novia, joder, que bien sonaba eso, hasta me costaba respirar. Llegamos a un pedazo de chalet impresionante, automáticamente se abrieron las puertas de entrada y nos metimos con el coche, nos salió a recibir un señor que no supe quién era hasta que bajándome me vio y puso la misma cara de sorpresa que el guarda de seguridad.

—Silvia, permíteme que te presente a Anselmo, él es el mayordomo, el jefe del servicio y el que hace que esta casa siga estando tan bonita como siempre.

Se acercó a mí, y me beso la mano inclinándose.

—Señorita Silvia, es un enorme placer el conocerla sea usted bienvenida.

Le di las gracias, pasamos al interior y conocí al resto del servicio, una de las doncellas, la más joven, se echó las manos a la boca y se puso a llorar según me vio, estaba muy confundida hasta que Hugo me llevo a un estudio repleto de fotos, me quede pálida, sin habla.

—Silvia, te presento a Mary.

¿Sabéis eso que dicen que en algún lugar de la tierra hay un doble exactamente igual a nosotros?, yo acababa de encontrar a mi doble, salvo ligeros matices, Mary y yo éramos como dos gotas de agua, me quede muda, miraba todas las fotos y en todas me reconocía, mismo pelo, mismo color de ojos, misma nariz, mismo color de piel…misma boca.

—Ahora entiendes por qué tenías que ser tú y no podía ser otra persona, me dijo Hugo, según me abriste la puerta el primer día tuve que hacer esfuerzos sobrehumanos para no echarme a llorar y comerte a besos. Eres la persona que he buscado toda mi vida, en estas semanas que hemos estado juntos me has hecho muy feliz y no quiero que esto acabe, quiero más de ti, lo quiero todo.

Yo solo asentí con la cabeza, no podía hablar, tenía un nudo en la garganta, ahora lo entendía todo, el porqué de su comportamiento, me quise poner en su lugar, y no me hago una idea de lo que debió de sufrir sabiendo que me follaba a otros hombres, y ahora entiendo que cuando se acostaba conmigo me hacia el amor no me follaba, por eso disfrutaba tanto con él. Me abrace a él como si en ello me fuese la vida y rompí a llorar, Hugo solo me abrazaba contra sí, y me intentaba tranquilizar. En ese momento no fui consciente pero mi vida había dado un giro de 180° la vida, mi vida tal como la conocía había cambiado.

Pasamos toda la tarde en su casa, porque eso es lo que era, su casa, era impresionante, tenía siete habitaciones cinco cuartos de baño, un salón impresionante, biblioteca, piscina climatizada, sala de cine, piscina exterior grandísima, gimnasio y todo esto en un entorno de película, me enseño el garaje, tenía cabida para seis coches, pero estaba vacío, Hugo me dijo que cuando murió Mary, vendió todos los coches, Ferrari, Lamborghini, Porche, las mejores maquinas, pero eran de ella, por eso las vendió.

—Creo que ahora me debo de comprar un coche más acorde con nosotros, dijo Hugo, como dijiste el Smart no pega conmigo. Dime mi vida ¿Qué coche te gusta más?

—Hugo, ten en cuenta que es el coche que vas a conducir tú, no el que me guste a mí, pero si te sirve de algo el Range Rover es un coche que me gusta mucho.

Esa noche cenamos en el jardín del chalet, no sé si lo he dicho pero todo era increíble, no faltaba detalle, sobre las doce de la noche nos despedimos, todos se quedaron tristes, pero Hugo les aseguro que sería por poco tiempo. Nos fuimos a su otra casa, cuando llegamos nos pusimos mas cómodos, nos servimos una copa y nos sentamos en la terraza.

—Bueno cariño, dijo Hugo, ¿dime cómo te sientes?, ahora ya lo sabes todo y no hay secretos, ¿Qué piensas hacer?

—Mis sentimientos hacia ti no han cambiado lo mas mínimo desde esta mañana, te quiero, te amo y sé que no me quiero separar de tu lado, quiero ser parte de ti y que tú seas parte de mí. Por otra parte hay una cosa que me da miedo y es el pasado que tengo, no quiero que te perjudique, ¿y si alguien me reconoce? puede ser muy violento para los dos. ¿Y cómo me siento? Confundida, alagada, furiosa, alegre, única… tuya, me siento tuya.

Hugo me beso con mucho cariño, como si fuese su más valioso tesoro, me hizo tumbarme a su lado y me abrazo contra sí.

—Cariño ¿nos vamos de vacaciones mañana?, dijo Hugo.

—¿Cómo, de vacaciones?, ¿mañana?, ¿Dónde?, dije confundida.

—Veras, tengo una casa en Formentera, en una zona preciosa y muy tranquila, ¿te apetece ir?

—Me encantaría conocerla, nunca he estado allí.

—Pues hecho, mañana nos vamos, dijo Hugo.

Me levante para ir al ordenador a ver si encontraba un vuelo para el día siguiente, pero Hugo volvió a sorprenderme.

—Cariño, no hace falta, como te dije poseo tres estudios de arquitectura, uno en Madrid, otro en Barcelona y otro en Paris, tenemos proyectos y obras por todo el mundo, nos tenemos que mover a menudo, tenemos un avión privado a nuestra disposición. ¿A qué hora quieres salir?

—Las diez de la mañana sería buena hora, le dije sorprendida.

Hugo me beso, saco su teléfono móvil y marco, a los pocos segundos alguien respondió y puso el manos libres.

—Buenas noches, soy Hugo Contreras,  mañana necesito el avión preparado para las diez de la mañana, el vuelo será hasta Valencia, España y seremos dos personas con equipaje.

—Muy bien Sr. Contreras, mañana a las diez el avión estará preparado

Yo tenía los ojos muy abiertos, y como siempre, casi me faltaba el hilillo de baba por la comisura de mis labios, si quería impresionarme lo había conseguido, aunque no iba a ser la única sorpresa que me iba a llevar.

Nos levantamos e hicimos la maleta, lo único que no tenía era el bikini, Hugo me dijo que no me preocupase, que cuando llegásemos podría comprarme ropa. Esa noche estaba muy nerviosa, excitada y eufórica, nos metimos en la cama y no me pude estar quieta, le necesitaba dentro de mi dándome placer y vaya si lo hizo, ni se cuándo nos dormimos, pero estaba desfallecida de los orgasmos que me había hecho tener, se corrió dentro de mí, en mi boca, en mis tetas, en mi culo, me encantaba sentirme así de puta para él.

A las diez de la mañana estábamos en el aeropuerto montando en un avión de unas doce plazas lujosamente decorado con unos asientos que eran auténticas butacas, el vuelo fue increíble, y llegamos a Valencia en un suspiro, allí nos esperaba un coche que nos llevó al puerto deportivo, otra sorpresa, llegamos a un barco precioso, un pedazo de velero impresionante, nos ayudaron a subir las cosas a bordo y Hugo se puso a los mandos, por dios sabia como impresionar a una chica.

—¿También sabes manejar este barco?, pregunte sorprendida.

—Siempre me ha gustado el mar, me saque la licencia de capitán de velero, y me compre este barco, con el he disfrutado mucho, ahora amor mío, relájate y ponte muy cómoda, tenemos por delante una travesía algo larga, llegaremos de madrugada, dormiremos en el barco y mañana atracaremos y subiremos a casa.

Meteros en mi pellejo, esto era una aventura para mí, seguía eufórica, excitada, iba con el amor de mi vida en un pedazo de barco impresionante, hacia una isla que vi en internet y era un paraíso, ya con el plan que me había comentado Hugo me lo estaba pasando bomba. La travesía fue increíble, cuando salimos a alta mar, ayude a Hugo a preparar el barco para navegar con viento, aunque estaba todo muy automatizado, había que asegurar cabos, en una solemne ceremonia, Hugo me nombro grumete y me dio una gorra, y aunque os suene a broma me tome mi trabajo muy en serio. Pasar la noche en el barco me encanto, fue increíble, Hugo puso el piloto automático y nos fuimos a dormir, no pasó nada reseñable estábamos tan cansados que nos dormimos enseguida, pero Hugo me reservaba otra sorpresa, me despertó con mimo cuando amanecía, nos subimos a cubierta desnudos los dos, y me hizo el amor mientras salía el sol…fue…fue…inmenso, increíble, teníamos la isla a la vista luego nos bajamos al camarote y dormimos muy abrazados hasta las diez de la mañana, nos despertamos y desayunamos algo, en ese momento una sirena de una patrullera de la guardia civil sonó muy cerca, subimos a cubierta y vimos su barco.

—Sr. Contreras, que alegría volver a verle por estos lugares, ayer me dijo la comandancia que su barco se dirigía hacia aquí y he querido venir a saludarle. Permiso para subir a bordo capitán.

—Permiso concedido teniente.

Cuando subió, se fundieron en un abrazo, este hombre es que conocía a todo dios, me volvió a presentar como su novia y a mí se me hacía el chichi agua, en esos momentos conocía lo que era estar feliz y no quería que acabase. Iniciamos la navegación otra vez pero con motor, llegamos a una cala preciosa, de aguas cristalinas y arena blanca una casa increíble, estaba un poco por encima de esa playa y allí echamos el ancla.

—Hugo, ¿esa es tu casa de la playa?

—Esa es, ¿te gusta?

—Joder que sí.

Enseguida bajaron dos personas que nos ayudaron a instalarnos, la casa era otro pedazo de chalet increíble, dios mío lo que hace tener dinero, estaba en un entorno natural, todo verde, frondoso, nos fuimos al pueblo a comprar algo de ropa para mí, y me compre lo más provocativo que encontré para Hugo, un bikini normalito y otros dos que eran trocitos de tela cubriendo lo imprescindible. La verdad, fueron tres semanas increíbles, disfrutamos el uno del otro y disfrutamos de nuestras primeras vacaciones, navegamos, follamos, recorrimos la isla y sus playas, fueron unas vacaciones increíbles y los dos teníamos un moreno envidiable.

Una noche preciosa, estrellada, con luna llena, Hugo me bajo a la playa, hacía calor y la noche invitaba al baño, nos desnudamos y nos metimos en el agua, me atrajo hacia el, y me beso con pasión, tenía mi cuerpo muy sensible mis pezones arañaban su pecho de lo duros que estaban, me levanto en vilo y le abrace con mis piernas notando su polla en mi coño, estaba empapada y no precisamente del agua, solo me deje caer y empecé a disfrutar, nunca había hecho el amor en el mar y por la noche en un entorno idílico, notaba como me iba abriendo, poco a poco, llenándome, nunca me cansaría de esa sensación, sus manos en mi culo, amasándolo, jugando con mi esfínter, por dios el placer era inenarrable, con ayuda de Hugo empecé a subir y bajar, follándole con amor, estuvimos así varios minutos mis jadeos y suspiros le anunciaban mi orgasmo.

—Hugo, mi amor, como te siento, me encanta cuando me follas así, joder, me voy a correr, si, si, si, siiiiiiiiiiiiii, me corrooooo.

Me aferre al cuello de Hugo y le comí la boca con gula mientras gritaba mi orgasmo y notaba como se corría dentro de mí, me encantaba esa sensación, me aferre a él le abrace hasta casi fundirme con su piel, sin haberse salido de mí, me beso con cariño me encantaba sentirlo dentro de mi llenándome.

—Silvia mi vida, cuando lleguemos a Madrid, ¿te vienes a vivir conmigo?, no soportaría estar lejos de ti.

—Claro que sí mi amor, es lo que más deseo, como te dije quiero que seas lo primero que veo cuando abro los ojos por la mañana.

Nos besamos por interminables minutos, sinceramente todo lo que os diga de cómo me sentía seria redundar en lo  mismo, decir que lo amaba ya se quedaba corto, era un tío con estrella, elegía los momentos adecuados para decir la frase exacta y hacerte babear, de verdad como me alegraba que todas esas jovencitas e hijas de embajadores de no sé qué país fuesen una sosas en la cama, no tenían ni idea de cómo tratar a un hombre.

—La pregunta Silvia es donde quieres vivir, ¿en el ático, o en La Moraleja?

—Veras Hugo, el ático es un lugar que tiene sentimientos encontrados, por una parte me recuerda que allí mande casi a la porra nuestra relación, pero por otra fue el primer sitio en el que disfrute de ti sin barreras, pero realmente pienso que tu casa, donde debes de vivir es el chalet de la Moraleja, y me encantaría vivir allí contigo.

—Hecho entonces, cuando lleguemos a Madrid nos vamos a La Moraleja, voy a llamarles para que vayan preparando todo, solo tendremos que pasar por tu casa y recoger las cosas que te hagan falta, y para que no tengas que preocuparte de nada le diré a mis abogados que avisen a los propietarios que dejamos la casa y ellos se encargaran de todo.

Salimos del agua y nos secamos, la noche era preciosa, nos tumbamos en las toallas y Hugo volvió a hacerme el amor, no hay palabras para describir lo que sentí, me hizo alcanzar dos orgasmos más que me dejaron muy relajada. Esa noche dormimos como benditos, abrazados, sintiéndonos, estaba emocionada, había encontrado a el amor de mi vida y la vida que iba a vivir era más que increíble, sabía que habría momentos difíciles, pero me aseguraría que todo fuese transparente entre Hugo y yo, eso sería lo más importante.

Nos instalamos en La Moraleja, y ahí empezó nuestra vida como pareja, los primeros meses fueron un ir y venir continuo hasta que nos asentamos, tengo que reconocer que toda la gente que se ocupaba de ese pedazo de casoplon, me hizo sentirme como en casa, eran serviciales, y estaban atentos a todo, me prepararon un despachito donde poder aislarme y estudiar, y no le faltaba de nada. Hugo tuvo un detalle impresionante, vamos como todo lo que hacía el, el dormitorio de matrimonio lo vació entero y lo remodelo de nuevo, escogimos los muebles del dormitorio nuevo y el color de las paredes, el solo me pidió que le dejase tener una foto en la que estaban él y Mary abrazados para ponerla en su mesilla, como te puedes negar a eso, además sabiendo que el estudio donde estaban todas las fotos lo habían reconvertido  y ya no quedaba ninguna foto, como me dijo Hugo ahora era yo la señora de la casa, a Mary le recordaría siempre, pero ahora era yo quien ocupaba su corazón.

Esa tarde de otoño, nos llevaron a un concesionario Land Rover, Hugo me volvió a sorprender y nos entregaron un precioso Range Rover full equipe, precioso, Hugo me dio las llaves y me dejo conducirlo hasta nuestra casa, por dios que bien sonaba eso, nuestra casa, en el garaje el Smart que sería mi coche a partir de ahora y el Range Rover, presidian esa estancia.

La vida, con Hugo era fantástica, siempre tenía una muestra de cariño o algún detalle conmigo, una cosa que me gustaba de él, es que después de cenar, nos sentábamos y hablábamos, hablábamos de todo, de nosotros, de política, del mundo, de la sociedad, de arquitectura…los temas eran infinitos, y nos ayudaron a conocernos aún mejor. Nuestra vida en común estaba llena de anécdotas muy divertidas, por ejemplo una de ellas fue en una fastuosa fiesta, en la que nos invitaron, esa noche iba bellísima, según Hugo rompedora, llevaba un traje de noche negro con un escote de vértigo y dejando mi espalda al aire, me encantaba ver como los hombres babeaban a mi paso, Hugo iba de smoking, guapísimo, éramos el centro de atención de la fiesta, a media noche Hugo hablaba con dos muchimillonarios de no sé qué proyecto en el extranjero y tres niñas preciosas, guapísimas, me dieron conversación, yo ya tenía 24 años, y esas niñas tendrían entre 20 o 22 años, la diferencia de edad no era tanta, aunque las tres eran bastante tontas e inocentes y yo estaba ya muy “curtida”. Hablamos de todo un poco, y reímos cínicamente hasta que una de ellas hizo la “pregunta”.

—Y cuéntanos Silvia, ¿Cómo conociste a Hugo?, siempre ha sido muy escurridizo con las mujeres, ¿Cómo conseguiste cazarlo?, dijo con aires de solvencia.

Escurridizo con vosotras bobas, que no sabéis abriros de piernas, pensé por lo bajo.

—Fue en la universidad, les dije, el daba una charla sobre el impacto de la arquitectura en la sociedad actual, yo me sentaba en la primera fila y nuestras miradas lo dijeron todo. Mire a Hugo que estaba muy cerca y vi su cara de guasa.

—Que romántico, dijo la más panoli.

—No querida, nada de romanticismo, la dije muy segura, miradas de lujuria y deseo, en medio de su ponencia abrí mis piernas para que viese el tesoro que tenía y que deseaba que fuese suyo, a los hombres se les gana por el estómago y en la cama. Las tres pusieron cara de asombro.

—¿Pero tú le haces comiditas a Hugo? Pregunto otra inocentemente.

—Por supuesto cielo, le hago unas comiditas de polla impresionantes y le dejo que se corra en mi boca, luego me lo follo hasta dejarle seco y satisfecho. Así conquiste a Hugo.

La carcajada de Hugo se oyó en toda la sala, tuvo que pedir disculpas a sus interlocutores, porque no podía parar de reír. A las tres niñas se les había caído el mentón hasta el escote, sus caras eran de estupor, pero de sus bocas no salía ni un sonido. Con la mejor de mis sonrisas me despedí de ellas.

—Y ahora si me perdonan señoritas voy a hacerle una comidita a Hugo.

Me di la vuelta, y me encontré a Hugo llorando de la risa, estaba muy colorado, le agarre del brazo y me lo lleve de allí.

—Señores si me lo permiten me lo llevo, tengo ganas de que mi marido me traiga una copa.

Salimos al jardín y nos apartamos un poco, Hugo rompió a reírse con ganas, sus ojos estaban brillantes y rojos de la risa.

—Mira que eres cabrona, lo que me has hecho reír, ¿Sabes que una de ellas, la que te ha preguntado lo de la comidita, es la hija del embajador de Francia?

—Por mi como si son del ensanche de Vallecas, están verdes para aburrir, no les queda que aprender.

Cuando nos íbamos a ir una de ellas, vino corriendo a despedirse, me abrazo y me dio un beso, me miro con admiración y me dio una tarjeta.

—Por favor llámame un día de estos y nos tomamos algo, las tres queremos hablar contigo, eres increíble.

Cogí la tarjeta y la guarde, en esos momentos, no lo sabía, era lógico, pero una de esas tres bellezas iba a ser mi cuñada, se casaría con mi hermano pequeño.

Pero también hubo momentos de tensión, en alguna ocasión, alguno de mis ex clientes me reconoció, aunque mi aspecto había mejorado increíblemente ya no me parecía a Denise. Tengo que reconocer que yo me puse muy nerviosa, más que nada porque no quería poner en un compromiso a Hugo, pero como siempre me sentí segura y a salvo con él, unas palabras amables pero incuestionables hacían que el tipo en cuestión se fuese como había venido, en ningún momento nadie se sobrepasó conmigo ni hubo necesidad de llegar más lejos.

De momento las cosas nos van muy bien, somos muy felices juntos, sabemos que todavía quedan algunos escollos que salvar, el que sus padres me conozcan y el que mi familia conozca a Hugo. Se de sobra que esto último no va a ser problema, Hugo es un cielo y me ha dicho que invite a mis padres a venir a Madrid que en el chalet hay sitio de sobra, pero tengo algo de miedo, el tiempo lo ira diciendo. Lo más importante es que nosotros nos llevamos muy bien, no me canso de hacer el amor con Hugo, aunque de vez en cuando me folla salvajemente, me encanta como me trata y como me deja de agotada, es insaciable y eso me cautiva y me domina. Pensé que esto que me ha ocurrido, solo sucedía en las películas, pero a veces esas películas se hacen realidad, no os puedo describir lo feliz que puedo llegar a ser en estos momentos, pero voy a hacer todo lo posible para que esta sensación no acabe…y soy muy tenaz y cabezota.

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