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La Perra de mi Jefa

en Hetero: General

El día había sido largo y agotador, desde las nueve de la mañana, que había entrado a trabajar en la gran torre Meroni, no había parado. La torre Meroni es una estructura de acero, hormigón y cristal de 120 pisos, de diseño vanguardista y dedicada a alojar a las sedes de las mejores compañías del país, pertenece a una de las mejores familias de Italia, y su hija Anna Meroni la gestionaba de forma militar, con un estricto código clasista.

Pero casi mejor, vamos a presentarnos, así conoceréis mejor la historia. Mi nombre es David Navarro, 29 años, programador multiplataforma, hice un módulo superior, pero las posibilidades hoy en día de encontrar trabajo eran muy remotas, con la edad que tenía me había independizado, vivía a duras penas, incluso llegue a pensar en irme fuera de España, pero a última hora y a través de un amigo me ofrecieron este trabajo que me ayudaría a pagar mis facturas y poder mantener mi casa.

Físicamente, soy agraciado, moreno, ojos color miel, no voy al gimnasio, pero este trabajo me mantiene en forma, tengo un cuerpo marcado y bonito, (según las chicas), y bueno en la cama, las veces que he ligado, las chicas no han salido huyendo, de hecho alguna ha repetido, les ha encantado mi polla, y la forma en la que follo con ellas. No me suelo cortar con las mujeres, se lo que les gusta y lo que las hace sentirse únicas y lo exploto, si me fijo en una mujer, raro es que no terminemos follando.

Anna Meroni, es la dueña o gerente de esta inmensa torre, mujer enigmática, fría, déspota, vehemente, clasista, opresora y con ojos y oídos por todos sus dominios. Es espectacularmente hermosa, larga melena negra, y unos ojos entre marrón muy oscuro, y negros como su alma, la edad estará entre los 30 a 35 años, su cara es preciosa y su cuerpo se adivina espectacular, pero es totalmente inaccesible, vaya, que me cae como una patada en mis gónadas, de hecho si la veo acercarse enseguida hago mutis por el foro y desparezco.

Mi función en esa torre es la de mantenimiento, trabajo en un horario esclavo desde las nueve de la mañana hasta…bueno, hay veces que salgo de madrugada. He de decir que el sueldo es muy bueno, eso es lo que me mantiene atado, casi no tengo vida social, pero el dinero me hace falta y aunque es una perra sin sentimientos, Anna reconoce a la gente que trabaja duro y la paga muy bien.

Somos un equipo de diez personas para el mantenimiento, todos los días hay algo que hacer, yo me aclimato a todo, reparo desde un grifo, hasta redes informáticas, ordenadores y temas eléctricos, me encanta aprender, y todos los días me acoplo a algún técnico que viene expresamente a reparar alguna máquina, ya sea de aire acondicionado, ascensores, fotocopiadoras…etc. En estos días teníamos mucho trabajo, estábamos en la planta 110, montando unas oficinas con paneles, haciendo despachos y puestos de trabajo, yo era el encargado de montar la red de ordenadores y asegurarme que en todos los puestos funcionaba dicha red, era sábado cerca de las diez de la noche, estaba agotado, deseaba terminar e irme a casa, darme una ducha y dormir el domingo hasta las tantas.

Apagué las luces de la planta y me dirigí al ascensor exprés, tardaba nada y menos en llegar a mi planta, teníamos prohibido utilizarlo los de mantenimiento, solo era para los jefazos, secretarias de dirección, directivos y algún que otro jefecillo pelota, solo funcionaba con una tarjeta especial que el ultimo técnico que vino a revisar los ascensores me dio a cambio de unas rondas de cerveza. El día había sido agotador, ni había salido a comer, me metí en el ascensor y di al interruptor de la planta -1 que es donde teníamos nuestra oficina y es desde donde se centralizaban todos los avisos que debíamos atender en el edificio. Estaba pensando en mis cosas cuando vi que el ascensor deceleraba y se paraba en la planta 95, me asusté, era la planta de la perra de mi jefa, joder pero era muy tarde y era sábado, no podía ser ella.

Se abrieron las puertas, y puta mala suerte, si era ella, me miró con desprecio de arriba abajo y se metió en el ascensor dándome la espalda.

—Sr. Navarro, buenas noches, ¿cuantas veces he de decirles que este ascensor está prohibido para ustedes los de mantenimiento?

—Srta. Meroni, buenas noches, es tan tarde que creí que…no me dejó terminar.

—Yo pensé, yo creí…son hijos de doña ignorancia y doña pérdida de tiempo, dijo secamente Anna, el lunes cuando se incorpore al trabajo vaya a ver al jefe de recursos humanos, esto le va a costar caro.

—Como usted diga, Srta. Meroni, respondí intentando controlar mi ira.

El primero en notarlo fui yo, fue una fluctuación rápida en la iluminación, mire hacia el techo e inmediatamente el ascensor se detuvo, se apagaron todas las luces quedando solo una pequeña luz de emergencia que iluminaba el interior del ascensor mínimamente.

—¿Qué es lo que ha pasado Sr. Navarro? Pregunto Anna con preocupación.

—Lo único que le puedo decir Srta. Meroni, es que se ha ido la luz de todo el edificio, incluso de una manzana entera, solo debemos de esperar a que vuelva la luz, seguro que tarda muy poco, tranquilícese.

Sin pensarlo miré mi teléfono móvil, estaba sin señal, pedí educadamente su teléfono a Anna y lo mismo, al quedarse sin energía eléctrica el botón de emergencia no funcionaba, joder, vaya mierda, mira que hay gente trabajando en este edificio, prefería quedarme encerrado solo, pero puñetera coincidencia, me ha tocado quedarme con la peor de las personas.

Anna, se movía nerviosamente dentro del habitáculo del ascensor, este era amplio con lo que no estábamos apretujados, se frotaba las manos, murmuraba algo ininteligible, la verdad es que me estaba poniendo de los nervios, no me gustaba el cariz que estaba tomado la situación, los cortes de luz suelen ser de poco tiempo, este estaba tardando más de la cuenta.

—¿No va a hacer usted nada Sr. Navarro, es de mantenimiento, sabrá lo que hacer?

—Pues poco puedo hacer Srta. Meroni, ahora mismo estamos incomunicados, su teléfono y el mío no tienen cobertura, y sin electricidad este ascensor no funciona, solo nos queda esperar a que alguien nos eche de menos y vengan a rescatarnos.

—Es usted un incompetente, debería de saber lo que hacer en estos casos, para eso se le paga, esto no va a quedar así, seguro que sabe lo que hacer, pero prefiere hacerme sufrir.

Me estaba empezando a hartar, era insoportable, la miré indolente, con apatía deseando que de un momento a otro volviese la luz y pudiésemos salir de allí, no la soportaba.

—Srta. Meroni, solo piense una cosa y no sea tan egocéntrica, yo también estoy encerrado aquí, ¿cree que si supiese como salir, no lo habría hecho ya?

Anna, me miro con disgusto, me dio igual, pero algo me decía que íbamos a pasar mucho tiempo en ese habitáculo, empecé a pensar que algo había que hacer, teníamos necesidades fisiológicas que solventar y hacerlo dentro del ascensor implicaba olores muy desagradables, lo que faltaba, aparte de aguantar a semejante mujer, soportar sus olores, y encima me echaría los perros por tener que soportar ella los míos.

Mire al techo, abrí mi caja de herramientas y accedí a los paneles escamoteables para salir al exterior, al techo del ascensor, eran modernos con lo que tenían unas escaleritas acopladas para poder salir más fácilmente. Cuando subí al techo del ascensor, lo que vi no me gustó, había luz en los fosos de los ascensores, eso significaba que la electricidad había venido, pero el ascensor estaba muerto, no respondía a ninguna orden, eché un vistazo de nuevo mi móvil y seguía sin señal, mire a mi alrededor, enseguida encontré un sitio adecuado para poder hacer nuestras necesidades, de hecho yo fui el primero en echar una buena meada al fondo del foso.

Mire las posibilidades que teníamos, el ascensor estaba entre dos pisos, podía acceder al mecanismo de apertura, pero no había espacio para salir, y por abajo, creo que no accedía al mecanismo de apertura de puertas, además sería complicado que la pija de mi jefa accediese a hacer una locura como descolgarse y salir por la parte inferior, estábamos, estaba jodido, era sábado, de seguro hasta el lunes no salíamos de allí, sabía lo que eso significaba, esta zorra se iba a volver loca y al final por puro instinto de supervivencia la mataría.

—¿David?, ¿David, está usted ahí?, preguntaba Anna asustada.

Parecía mentira, pero digno de alabanza que esta perra sin sentimientos se conocía a todos y cada uno de sus empleados, nombres y apellidos, sus teléfonos y direcciones, pero lo utilizaba para que supieses que te tenía controlado.

—Si Srta. Meroni, estoy aquí arriba intentando buscar soluciones, ahora mismo bajo.

Bajé, y cuando vi a Anna me impactó, sus ojos anegados de lágrimas, y la ferocidad de su mirada era ahora de miedo, de sentirse totalmente vulnerable, según estuve frente a ella me dejo sin palabras, se abrazó a mí y se echó a llorar como una niña, la deje que se tranquilizase, la abracé suavemente, dejándola notar que no pensaba dejarla sola.

—Srta. Meroni, tranquilícese, esto no va a durar mucho.

—Anna, llámame Anna, no quiero que pienses nada raro, pero me horroriza el sentirme sola, y este es uno de esos momentos, cuando has desaparecido por esa trampilla, pensé que me ibas a dejar aquí, sé que caigo mal a la gente.

Me encantaba sentir su cuerpo, ella estaba abrazada a mí, y acariciaba mi espalda mientras hablaba, yo intensifique mi abrazo hacia ella, pero lejos de zafarse, se apretó más contra mí. Aunque la situación me gustaba, estaba empezando a excitarme, hacia un par de meses que no follaba, y sentir el cuerpo de Anna me estaba poniendo cachondo, no lo quise llevar más allá, y deshice el abrazo, besé la frente de Anna y la tranquilicé.

—Bueno Anna, tranquilízate que no pienso salir de aquí sin ti, solo estaba viendo las posibilidades que teníamos, y siento decirlo pero son muy pocas, tendremos que esperar a que llegue el lunes y vengan a rescatarnos.

—Pero, si viene la luz antes, el ascensor funcionara, ¿no? Pregunto Anna con preocupación.

—Mira Anna, hice que se asomase a la trampilla, como ves el foso de ascensores tiene luz, la corriente ya ha llegado, pero algo ha fallado, ya sea en el cuarto de ascensores o aquí, en el panel de botones. Por desgracia no conozco como funciona ni lo que se puede hacer.

Anna puso cara de desesperación, volvió a mirar su móvil y marco un número, pero no obtuvo respuesta.

—Vamos a morir verdad, dijo Anna totalmente abatida.

—Por dios no digas eso, la aclaré, como mucho vamos a tener que pasar aquí unas cuantas horas, y a lo sumo el lunes por la mañana todo habrá acabado.

—¡¡El lunes por la mañana!!  Eso es mucho tiempo, no tenemos agua ni comida, por no decir que cuando tengamos ganas de ir al baño, a ver que hacemos, dijo Anna con desesperación.

—Bueno Anna, míralo desde mi punto de vista, ahí tengo mi fiambrera, dentro hay dos botellitas de agua, un sándwich de pollo y medio bocadillo de bacón, sé que no es mucho, pero si lo racionamos podemos sobrevivir. Ves esa trampilla, si accedemos a ella en el techo del ascensor y en la esquina opuesta a esta tenemos nuestro cuarto de baño, todo ira al foso del ascensor, y piensa querida jefa, que cada minuto que pase es un minuto menos que te queda de estar aquí encerrada.

Anna me miró, con admiración y acarició mi cara.

—Siempre eres optimista por naturaleza, ¿verdad?, me dijo Anna, no te dejas vencer por miedos ni obstáculos, me gustan las personas con esa manera de ser. Bien, el tema de la comida y la bebida la tenemos solucionada, ahora si me muestras donde hacer mis necesidades, me gustaría hacer un pis.

Indique a Anna como acceder al techo del ascensor, pero según iba vestida parecía una tarea imposible, una falda de tubo un poco por encima de las rodillas muy ajustada le impedía subir libremente, lo intento un par de veces, pero la falda no la dejaba margen de maniobra. Anna miro a la trampilla abierta y a las escaleritas y me miro a mí, me sonrió de manera picara y empezó a remangarse la falda, hasta que me dejo ver su ropa interior, mi polla reaccionó como me esperaba, me empalme de una manera escandalosa, tenía un culo espectacular solo cubierto por un culote muy provocativo y unas piernas preciosas.

—Creo David, que no te voy a enseñar nada que no hayas visto ya, me dijo Anna. Además ante situaciones complicadas, soluciones drásticas.

Mire como subía, era lo más excitante que había visto, parecía mentira hacía apenas unas horas odiaba a esa mujer y ahora se comportaba como un ser humano, y me tenía excitado, pero cuando llego al final, era incapaz de salir afuera, yo estaba mirándola desde abajo, veía como se abría algo de piernas, intentando salir pero no podía.

—Ufff, David, no puedo salir, voy a bajar y me enseñas ¿vale?, me dijo Anna.

No sé si lo hizo adrede, yo la esperaba abajo, cuidando que no se cayese pero tropezó, cayó apoyando su espalda en mi pecho, y rozando su culo directamente con mi paquete, mis manos casi rozaron sus tetas, joder esta mujer me estaba poniendo a cien.

—Lo siento David, estos zapatos de tacón son muy traicioneros.

La mire, divertido, la situación lejos de incomodarme me empezaba a sorprender, la actitud de Anna, no era esa, parecía que quería algo “mas”, bueno, veríamos como se desarrollaban los acontecimientos, pero lo que si tenía claro es que si esa fiera quería follar, iba a tener lo que buscaba.

—Bien Anna, mira como lo hago.

La indique como hacerlo, y la verdad al final tenía que utilizar los brazos para salir al exterior, y creo que ella no tenía la fuerza suficiente. Vi como empezaba a subir, me miraba con la cara sonriente, y llegado al punto de salir al exterior, vi que no podía impulsarse.

—Ves David, es aquí donde me tienes que ayudar.

La agarre de sus manos, y tire de ella, era una plumita, pesaría entorno a los 50 o 52 Kg, cuando estuvo encima del techo del ascensor, miro todo y me hizo un montón de preguntas, yo seguía ensimismado mirando su culo y sus piernas, no quería asustarla, pero ya me había pillado en varias ocasiones con mi vista clavada en sus zonas bajas. La indique donde podía hacer sus necesidades y me fui a meter en el ascensor nuevamente.

—No querido, no te vayas, solo date la vuelta, dijo Anna.

Eso hice, me di la vuelta y espere que hiciese sus necesidades, notaba suspiros de alivio, de cuando te estas meando a rabiar y por fin consigues encontrar un sitio donde vaciar el deposito.

—Que a gusto me he quedado, dijo Anna, estaba reventando, no tendrás un clínex ¿verdad?

Ya lo tenía preparado, solo extendí mi brazo hacia atrás y ella con una risa me lo cogió. Bajamos dentro del ascensor, entre unas cosas y otras eran cerca de la una de la mañana, preparamos algo de cena y nos pusimos a hablar de todo un poco, había mucho tiempo por delante, una cosa llevo a la otra y terminamos hablando de nosotros.

—Anna, eres una mujer fantástica, ¿por qué te has hecho esa imagen de mala persona, de inaccesible?

—Dilo claramente David, de hija de puta, se la imagen que doy, y créeme que me molesta, pero es la única manera de que te respeten, sobre todo en este mundillo en el que todos son hombres al mando de grandes fortunas, como muestres debilidad te arrancan la piel a tiras.

—Sabes que todo el mundo te odia, según te ve sale corriendo, pero no conocen lo que yo estoy viendo, no lo creerían.

—David, me dijo muy seria Anna, y deberá de seguir así. Solo tú conoces mi verdadero yo, el como soy, pero no quiero que salga de aquí.

Nos quedamos callados unos minutos, con nuestros pensamientos, quería preguntarla, pero a lo mejor salía trasquilado, pero quién dijo miedo.

—Anna, ¿hay alguien en tu vida? ¿Estas casada, o tienes novio?

Me miro con cara seductora, clavo sus inmensos ojos negros en los míos, tenía una semi sonrisa en su boca y su mano jugaba con su pelo.

—Estoy divorciada, me case con 25 años con el que pensé era el amor de mi vida, tardo solo un año en engañarme, lo pille con otra en la cama, me pidió perdón de mil maneras, y le di otra oportunidad, a las dos semanas le volví a pillar, y le mande a la mierda, ahora con 31 años he dejado de creer en el amor y esas chorradas.

Me miro interrogante, deseando escuchar cosas sobre mí.

—Anna, sabes que eres muy guapa, vaya eres tremendamente hermosa, duele escuchar que una mujer como tú, se cierre al amor.

—Quizás es que todavía no ha venido el hombre que sepa abrir mi corazón y adueñarse de él. Anda, por qué no me cuentas algo sobre ti.

—Mi vida como tal es muy sencilla, tengo 29 años, y estoy soltero, vivo solo, estuve viviendo con una chica, pero no éramos compatibles en los horarios incluso estando viviendo juntos nos veíamos muy poco lo dejamos por imposible, de vez en cuando quedamos y nos tomamos un café, todavía hay cariño, de esto hace ya casi un año.

—¿Solo un café?, dijo Anna provocativamente.

—Si Anna, solo un café.

Mire mi reloj, eran cerca de las tres de la mañana, no me apetecía hablar sobre cuando quedaba con Yolanda mi ex, era un gilipollas, follabamos como animales, y cuando terminábamos ella se iba sonriente y yo me quedaba hecho polvo. Creo que Anna vio mi intención, y dándome las buenas noches se puso a dormir como buenamente pudo, gracias a dios el suelo del ascensor era de moqueta, con lo que era más cálido, y la verdad empezaba a hacer algo de frio.

No sé cuánto habría dormido, miré mi reloj eran cerca de las siete de la mañana, miré a Anna, estaba en posición fetal, tiritando de frio, me dio pena verla así, la levante, tenía los ojos rojos de llorar, apoye mi espalda en una esquina del ascensor y la estreche contra mí, para darla calor, frote su espalda y sus piernas, mientras besaba su frente, ella gimoteaba, solo decía que íbamos a morir.

—Tranquila Anna, no vamos a morir, solo tienes frio, veras como ahora te encuentras mejor.

Ella se volvió a hacer un ovillo y yo la estreche contra mí, dándola todo el calor que podía, a los pocos minutos vi como su respiración se tranquilizaba y se quedaba dormida, me la quede mirando, era preciosa, pero inalcanzable, vivíamos en mundos diferentes, si se hubiese tratado de otra mujer, creo que todavía seguiríamos follando, acaricie su carita, y bese su frente nuevamente, verla así me producía una sensación de ternura muy grande.

No sé cuánto tiempo había pasado, me desperté con el culo entumecido, Anna seguía durmiendo, toqué sus manos y estaban calientes, besé su frente y su naricilla y también estaban calientes, bien por lo menos había conseguido que se encontrase mucho mejor en esa difícil situación. Vi como abría sus ojos, me miraba y sonreía.

—David, definitivamente eres un cielo de hombre, me ha encantado sentirme protegida y a salvo entre tus brazos, suena cursi, lo sé, pero muy pocas personas se hubiesen preocupado por mí, me diste calor y me diste ánimos, me has tratado como no esperaba que lo hicieses.

Acaricio mi cara y me dio un pico en los labios, volvió a hacerse un ovillo, estuvimos acariciándonos durante unos minutos, hasta que Anna me miro sonriente y un pelín colorada.

Creo que debo de ir al baño. Hicimos la misma operación, la ayude a subir y me mostro sus piernas y ese maravilloso culo, cuando estábamos arriba, me lo dijo avergonzada.

—Te importaría dejarme sola, me hace falta intimidad.

Supe lo que quería, yo en su lugar hubiese hecho lo mismo, al poco rato me pidió ayudarla a bajar, la espere abajo cuidando que no se cayese, pego nuevamente su espalda a mi pecho mientras agarraba su cintura, y se dejaba caer, cuando llego abajo se dio la vuelta, y me abrazo con fuerza, se colgó de mi cuello y me volvió a besar en los labios, lo hizo como si fuese la cosa más natural del mundo.

—Anna, ¿por qué lo has hecho?, no es que me moleste pero me pillas fuera de juego.

—David, lo hago por qué me siento muy a gusto contigo, y me ha encantado como me has tratado, me encanta estar contigo.

Me gustó lo que me dijo, la verdad es que estábamos teniendo una conexión fantástica, era una mujer increíble, fui yo el que subió ahora a hacer mis necesidades, cuando bajé, Anna me dio una toallita húmeda para limpiarme las manos, desayunamos un poco y pasamos el domingo hablando conociéndonos mejor, hubo muestras de cariño, y casi todo el rato Anna estuvo abrazada a mí, la noche del domingo al lunes, Anna volvió a hacerse un ovillo se acurrucó en mis brazos y nos quedamos dormidos enseguida.

Un ruido me despertó, mire la hora eran las 6.40 de la mañana, alguien golpeaba las puertas del ascensor, y gritaban.

—¿HAY ALGUIEN AHÍ?

—SIIIIIII, grite con todas mis fuerzas.

 Anna al oírme se despertó y me miro emocionada.

—¿Quiénes estáis dentro?

—La Srta. Meroni y yo David Navarro, de mantenimiento.

—¡¡COMOOOO!!

—Has oído bien inútil, sácanos de aquí inmediatamente grito Anna.

Me miro divertida, y me volvió a besar, se abrazó a mí y me dejo sentir su cuerpo y su calor.

—Enseguida vienen los de los ascensores dicen que en diez minutos están aquí, dijo nerviosamente nuestro interlocutor.

Anna me miro con cariño y acaricio mi cara.

—Esto no lo voy a olvidar, gracias a ti has hecho de esta espera algo muy agradable, cuando salgamos de aquí, escuches lo que escuches, es solo teatro, mi forma de ser cara a la galería, no lo olvides.

A la media hora más o menos nos bajaron a la planta baja, allí la esperaban la cohorte, de lechuguinos pelotas y jefecillos venidos a menos, que según la vieron empezaron a hacerla reverencias, en la puerta la limusina de la empresa la esperaba para llevarla a casa, vi cómo se alejaba, pero se paró y se dio la vuelta viniendo hacia mí de nuevo.

—Sr. Navarro, tómese la semana libre, creo que se lo ha ganado, aun así le recuerdo que tiene una falta grave que cumplir, a los de mantenimiento les está prohibido utilizar estos ascensores, el lunes que viene según se incorpore al trabajo pásese por recursos humanos.

Me miró a los ojos y vi cómo me guiñaba un ojo complicemente, la vi alejarse de nuevo y me quede mirándola hasta que se metió en el coche. Los compañeros me atiborraron a preguntas, sobre lo que había pasado en ese ascensor desde el sábado por la noche, les di algo de carnaza para que disfrutasen y me marché a casa, según llegué me di una buena ducha y me fui a dormir, me alegré, tenía una semana por delante, aunque iba a echar de menos a Anna, estúpidamente la había cogido cariño.

No sé qué hora era, desde luego debía de ser tarde, era de noche, un ruido intermitente como un zumbido me había despertado, era mi teléfono que estaba sonando, mire y era un número desconocido, estuve a punto de no cogerlo, pero en el último instante conteste.

—¿Dígame?

—Hola David, ¿te pillo en mal momento?

—¡¡Anna!! Que alegría.

Me salió del alma, natural, pero me alegró oír su voz, era dulce y cariñosa.

—¿De verdad te alegras de oírme?

—Por supuesto que sí, aunque más me gustaría verte.

—Eso tiene fácil solución, dijo Anna, ve y abre la puerta de tu casa.

Me quede mudo, pero así como estaba con los bóxer y una camiseta fui corriendo y abrí la puerta de mi casa, y allí estaba Anna, preciosa, con un abrigo de piel que le cubría todo el cuerpo, y con dos bolsas en las manos, me las mostró, mientras me miraba divertida.

—Tenía ganas de verte, y de invitarte a cenar, así que como no sabía que es lo que te gustaba, he traído unas hamburguesas y patatas fritas, y de beber lo que más te guste, vino, cerveza o coca cola.

Estaba sin palabras, me limite a coger las bolsas, e invitarla a pasar, fui a la cocina y lo deje todo, volví al salón y Anna ojeaba todo curiosa, me quede mirándola embobado, cuando se dio cuenta, me miro divertida y rió cautivadoramente.

—¿Qué? Me preguntó mimosa.

—Anna todavía no me creo que estés en mi salón, me apetecía mucho volver a verte.

Me acerqué a ella y la ayude a quitarse el abrigo, cuando se lo quite la mujer más sensual que me pudiese imaginar estaba delante de mí, un vestido negro que era como una segunda piel me dejaba adivinar su espléndida figura, era corto tapaba un poco más abajo de su perfecto culo, dejaba su espalda al aire y tenía un escote de vértigo, unos zapatos de tacón preciosos realzaban su figura, no lo pude evitar me fije en sus tetas, no llevaba sujetador, sus pezones iban a romper la tela del vestido, su cara preciosa, perfectamente maquillada, sus labios pintados de un rojo brillante y su larga melena negra conferían un conjunto difícil dejar de mirar, ella vio mi cara y giro sobre sí misma.

—Anna estás preciosa.

—Muchas gracias, rio Anna coquetamente.

Vi como Anna me miraba divertida, yo no podía apartar la vista de ella, y no me percaté que seguía en ropa interior, con una más que visible erección y delante de una mujer increíblemente hermosa. Cuando reparé en su mirada me avergoncé y me excusé lo mejor que pude.

—¡¡JODER!! Perdona, con la emoción he salido como estaba durmiendo, ¿te pongo una copa de vino, y me voy a cambiar?

—Venga, te lo acepto, dijo Anna con una gran sonrisa.

La deje con su copa de vino, y me fui a dar una ducha rápida y a cambiarme de ropa, no tarde mucho, cuando salí al salón, estaba mirando mi colección de CD´s, mientras balanceaba su copa, enseguida noto mi presencia y sin volverse, me lo comentó.

—David, me encanta la música que tienes, ¿te importaría poner uno de estos CD´s mientras cenamos?

—Claro, como no.

La cena fue muy informal y muy divertida, parecía mentira que mi jefa, esa persona odiosa hasta hace un par de días, fuese tan…como decirlo, seductora, amable, graciosa, atenta, tenía un sentido del humor muy acido, pero te hacia reír con sus ocurrencias, lo pasamos muy bien, y lo que más me gustó, fue que comiendo la hamburguesa se guarreo las manos sin problema y como me dijo disfrutaba con ello. Hicimos una sobremesa larga, hablamos mucho de nosotros, el ambiente era distendido, en más de una ocasión Anna agarro mi mano de forma cómplice para contarme algo, nos habíamos servido una copa y empezamos a hablar de las vacaciones.

—Mis vacaciones suelen ser muy aburridas, dijo Anna.

—¿Y eso? La pregunté intrigado.

—Veras David, el tener mucho dinero no da la felicidad, por ejemplo, este año estuve en Zanzíbar, ¿lo conoces?

—Por fotos Anna, yo no me puedo permitir esos lujos.

—Pues estuve quince días y me aburrí soberanamente.

—Anna, casi es un pecado que vayas a esos sitios y no te lo pases bien, es un paraíso de playas blancas y aguas turquesas.

—Lo que tú digas David, pero si vas sola y sin nadie con quien hablar te aburres.

Me sorprendió que me dijese eso, aunque si me lo dice antes de conocerla como la conocía ahora no me hubiese extrañado que ni el diablo hubiese querido ir con ella. No decíamos nada, pero me miro a los ojos con esa mirada que acojonaba aunque en esta ocasión me decía que confiaba en mí.

—David, me gustaría enseñarte algo, algo muy íntimo, ¿me dejas tu portátil?

Me quedé extrañado pero se lo di, metió una dirección y apareció una pantalla con nombre de usuario y contraseña, una vez introducida aparecierón un montón de carpetas, buscó la que quería y la primera imagen era de una playa preciosa, de arena blanca y totalmente vacía.

—Mira, estas fotos son de mi estancia en Zanzíbar, quiero que las veas muy atentamente, me las hice yo sola con la ayuda de un trípode, no había nadie haciéndomelas, pero la fotografía me gusta mucho, es mi hobby.

Me enseñó unas cuantas fotos con una calidad impresionante, Anna estaba sentada a mi lado muy juntos los dos, rozándonos en todo momento, llego a un punto en que paro y me miro.

—Lo que te voy a enseñar ahora solo lo he visto yo, y ahora lo vas a ver tú, es algo que deseo hacer. Confío en tu discreción, ¿me permites?

Se levantó, me hizo echarme hacia atrás y se sentó sobre mi muslo, hacia buena temperatura y yo llevaba pantalones cortos, se abrió ligeramente de piernas y me dejo sentir el calor de su culo y su sexo a través de la tela del vestido, se notaba que llevaba un tanga, me miro de manera seductora y clicó en la siguiente foto, lo que vi me dejo impactado, Anna totalmente desnuda sobre la arena blanca contrastaba con el moreno de su piel, eran fotos que enseñaban mucho sin ser pornográficas, era erotismo en su máxima expresión, mi polla empezó a cobrar vida, tener sentada a Anna notando su culo y su coño en mi muslo y viendo las fotos hizo que tuviese una erección de caballo, no sabía dónde poner mis manos, y ella seguía pasando fotos y hablándome como en un susurro, me miró de forma seductora y miró mi polla, vi deseo en su mirada, e hizo algo que fue el detonante.

Se levantó ligeramente y se recogió el vestido, se volvió a sentar pero esta vez notaba su piel caliente y la humedad de su coñito a través de la tela de la braguita sobre mi piel, mi polla iba a reventar, la tenía a centímetros de mí, veía su espalda, su melena negra, olía su perfume, sus caderas empezaron a moverse, frotándose contra mi muslo, posé mis manos en su cintura y Anna gimió suavemente, la abrace y bese su espalda, mis manos subieron por delante hasta sus tetas, las abraqué, amasé y pellizqué a través del vestido, Anna gemía escandalosamente, bajé mi mano y la apoyé en su pierna, fui subiendo lentamente por el interior hacia su coñito, Anna abrió aún más sus piernas invitándome a seguir.

—Ummmm, David, por dios no pares, no me hagas sufrir más.

Anna estaba totalmente entregada, llegue a su coñito y lo sobé por encima de la braguita, la aparté y por primera vez toqué su coño, lampiño, suave, y totalmente mojado, me apodere de su clítoris, estaba inflamado y muy sensible, según pose mi dedo en él, Anna gimió largamente y sus caderas se movían ya sin control.

—Que rico por dios, no pares, vas a hacer que me corra.

—De eso se trata, de que disfrutes, la dije excitado.

Tardó pocos minutos en correrse, gimió, gritó mientras una mano suya sobaba mi polla por encima de la ropa, su respiración agitada me decía el orgasmo magnifico que le había proporcionado, metí dos dedos míos en su interior, estaba chorreando, los lleve a mi boca y los saboree.

—Que rica sabes Anna, te voy a comer hasta que me pidas que pare.

—Cabrón, como me pone que hagas eso.

Se levantó, y me miro desde arriba, vi su chochito tapado por su tanga, lo tenía metido entre sus labios, agarre su culo con mis manos y la atraje hacia mí besando su tripita.

—Llévame a tu cama, quiero que me folles hasta que no podamos más.

Agarré su culo y ella paso sus brazos por mi cuello y sus piernas por mis caderas, mientras íbamos a mi cama nos íbamos besando con lujuria, juntando nuestras lenguas, invadiendo nuestras bocas. Tardamos muy poco en estar desnudos los dos, el cuerpo de Anna era una obra de arte esculpido día a día en el gimnasio, su culo era lo más perfecto que había visto, suave, respingón, con su justa dureza, tenía que follarla el culo sí o sí.

Anna me tumbo en la cama y me miro con ojos de gata en celo, agarro mi polla y la pajeo suavemente.

—Ummmm, que preciosidad de polla, larga, gorda y suave.

Se metió más de la mitad en su boca, y empezó a hacerme una mamada tranquila, ponía todo su empeño, pero lo que más me ponía es que casi la hacía desparecer dentro de su boquita, me miraba a los ojos con cara de placer y yo estaba que no aguantaba más.

—Anna por dios que bien la chupas, joder me voy a correr, Annaaa…me corro, me corrooo.

El primer trallazo de leche fue a su paladar, el resto regó su cara, se la deje echa un cromo, con churretones de leche cruzando su carita.

—Como me gusta esto, dijo Anna excitada, tú también sabes muy bien, me encanta tu sabor.

La besé, así como estaba con la cara llena de mi corrida, la bese con pasión, estábamos los dos de rodillas, ella agarraba mi polla y la pajeaba, no había perdido ni gota de dureza, estaba lista para lo que la echasen, yo a su vez pasaba mi dedo corazón a lo largo de su rajita, estaba muy mojada, la empuje suavemente y la puse en cuatro, me dejo ver esa preciosidad que tenía entre sus piernas, apunte a su chochito y de un golpe de caderas se la metí hasta los huevos.

—¡¡AHHHHH!! Joder, despacito león, que hace mucho que no follo.

Era un visión lujuriosa, ver a la perra de mi jefa, de esta guisa, viendo como su coño se comía mi rabo hasta los huevos, y notando los suspiros de placer que tenía, me tenía muy excitado, la follaba sin prisas, sacando mi polla  hasta que casi se salía y metiéndosela hasta que mis huevos chocaban con su coñito, quería que notase toda mi extensión entrando en ella.

—Joder, que bien follas, ummm, me vas a hacer correr, asiiiiii, follame más fuerte, follame con fuerza…mássss, siiiii, dame fuerte.

Empecé a bombearla con fuerza, clavando mi polla en lo más hondo se su encharcado coño, Anna gritaba de placer, estaba a punto de correrse, vi su anito, abierto, pidiendo ser penetrado, me chupe mi dedo pulgar y lo pasee por su esfínter, Anna emitió un gemido largo, y sin preguntar se lo metí, joder, ese culo ya no era terreno virgen.

—Hijo putaaa, que gustooo, por dios, sigue no pares, no se te ocurra parar que te matoooo…me corrooooo…siiiiiiiiiiiiii.

Vi como el cuerpo de Anna convulsionaba, su piel se erizó y note las contracciones en mi polla, yo seguía follandola sin compasión en mi dormitorio solo se escuchaba el chocar de mi pelvis contra su culo y los gritos de Anna, su orgasmo fue tan fuerte que casi me arranca el dedo que tenía metido en su culo.

—Ufffff, para, para David, déjame recuperarme, eres increíble me has hecho ver las estrellas.

Anna se tumbó boca abajo con mi polla todavía dentro, la sensación era increíble, me dedique a besarla por la espalda, empecé a mimarla, ella ronroneaba como un tigresa, movía sus caderas, yo no me había corrido y lo necesitaba, pero no lo quería así, me salí de su interior, mi polla estaba brillante de su corrida, empecé a besarla la espalda, bajando por ella, al llegar a su culo abrí sus cachetes y lamí con ansia su anito, ella gimió de nuevo.

—¿Qué me quieres hacer ahora?, me has dejado hecha polvo con el orgasmo que he tenido y no te has corrido, dime, ¿Qué quieres de mí? Dijo Anna lujuriosa.

—Te voy a follar el culo, no hay nada que me ponga más ahora mismo que follarte ese culo tan bonito que tienes.

—¿Por qué los tíos siempre piensan que a las tías nos gusta que nos den por culo?

Me dejo descolocado su pregunta, pero si dudaba ahora, iba a quedar como un pringado frente a mi jefa, tenía que tener el control. La mire a los ojos y la besé de forma libidinosa, Anna me respondió al beso con más ímpetu aún, me tire a la piscina, aun a sabiendas que me podía dar un tortazo.

—No me vengas con esas ahora, ese culo ya ha probado el placer de ser follado, lo tienes bien abierto, y desde el otro día en el ascensor solo deseaba follarlo.

Anna me miro muy seria, me hizo sentarme con mi espalda apoyada en el cabecero de la cama, ella se sentó a horcajadas sobre mí, mi polla noto nuevamente en calor de su coño, me beso nuevamente, con cariño, mientras sus caderas se movían sobre mi polla.

—De acuerdo, dijo Anna, mi culo no es virgen, pero lo que te aseguro es que ningún hombre ha entrado por ahí, veras, desde que mi marido y yo nos separamos, no había vuelto a follar, solo en mis noches más ardientes, en las que deseaba tener a un buen macho en mi cama, mi juguetito favorito me dedicó los orgasmos que necesitaba, fue a él a quien le di mi culo, el me lo abrió…y muy bien por lo que veo.

—Pues Anna, si me permites ser el primer hombre, sería un honor para mí follarte ese precioso culo que tienes.

Mi polla estaba como una barra de acero, Anna levanto sus caderas y se metió mi polla en su coñito, empezó a follarme, el placer era enorme, la empecé a comer las tetas, la situación era morbosa y muy excitante, mis huevos estaban cargaditos de nuevo y deseaban vaciarse. Anna cabalgaba encima de mí, amasaba su culo, era perfecto, ensalivé mi dedo corazón y se lo metí en su culito, su gemido largo me dijo lo que estaba gozando.

—Eres un cabrón, sabes lo que me gusta y eso me preocupa, dijo Anna.

Diciendo esto, saco mi polla de su coño, brillante, empapada de sus jugos y quitando mi mano la enfilo a su culo, se dejó caer poco a poco, le comía las tetas veía su cara entre el placer y el dolor, pero hasta que no se la metió hasta los huevos no paró, me miro con lujuria y me beso mordiéndome el labio hasta hacerme gritar de dolor.

—Joder Anna, casi te quedas con el cacho.

—Que te duela, como me está doliendo a mi cabrón, dijo Anna con gesto de dolor.

Y una mierda, esta cabrona se empezaba a comportar como cuando estaba en sus dominios, de forma autoritaria y déspota, estábamos disfrutando, tenía que entenderlo. Me agarré de su precioso culo y mi polla empezó a follarse ese anito abierto que tenía, el bombeo era brutal, la mordía las tetas, lamia sus pezones y se los estiraba con los dientes hasta hacerla chillar.

—¡¡PARA!! POR DIOS PARA, ME VAS A MATAR.

—No te voy a matar zorra, vas a disfrutar como nunca lo has hecho, lo que tienes metido en tu culo es una buena polla no un juguete.

La di un fuerte azote, a lo que ella emitió un gemido largo, su cara se había transformado, era la viva imagen del deseo, se abrazaba a mí, gemía gritaba, movía sus caderas de forma hipnótica, estaba al borde de mi aguante, quería que se corriese conmigo y sabía que no iba a tardar mucho, decía frases ininteligibles.

—Por dios David, no paresss, me corrooooo…no aguanto massss…¡¡AHHHHHH!!...SIIIIIIII.

Note las contracciones sobre mi polla, y exploté, empecé a largar chorros de leche en el culito de mi jefa, mientras le comía las tetas y ella gritaba de gusto, fue un orgasmo tan largo que nos dejó abrazados durante más de veinte minutos, recuperándonos mientras nos besábamos y nos dábamos cariño.

—David, de largo ha sido uno de los mejores orgasmos de mi vida, decía Anna, me besaba la cara, y me miraba con picardía.

—Te aseguro, que lo puedo mejorar, la dije, solo déjame recuperarme.

—Me has llamado zorra, creo que debería de molestarme.

—Pero no lo vas a hacer por sabes que te gusta cómo te trato, ¿a qué si putita mía?

Me miro muy seria, sabía que no me había equivocado, pero me acojonó esa mirada, empezó a cambiar y su cara empezó a ser risueña, de sentirse a gusto.

—Sabes, cuando me quede encerrada en el ascensor contigo, pensé que sería la peor experiencia de mi vida. En ese día y medio más o menos, me demostraste lo que es ser un hombre, un hombre de verdad, nadie me había cuidado como lo hiciste tú. Ahora me estas demostrando lo mismo, pero encima sabes lo que me gusta, como me gusta que me traten en todo momento. Esto va a ser muy interesante.

Estuvimos follando toda la noche, Anna no paro de tener orgasmos y yo quedé agotado, cuando nos dormimos, abracé a Anna como cuando estábamos dentro del ascensor, me miro con cariño, se acurruco contra mí y se quedó profundamente dormida, la miraba y a cada momento me gusta más, pero sabía que éramos de mundos diferentes.

Toda esa semana la pasamos juntos, hicimos muchas cosas, pero sobre todo follamos, follamos como dementes, como si no hubiese un mañana, nos volvimos adictos el uno al otro, nos buscábamos, nos deseábamos, el domingo por la tarde llevé a Anna a su casa, subí con ella a su impresionante ático y follamos de nuevo, era imposible no mirarla y no desearla, era preciosa.

—Va ser muy difícil verte mañana y no abrazarte, dijo Anna, quiero que tengas una cosa muy clara, cristalina, mi carácter en el trabajo va a ser el mismo, es fachada, teatro, lo que siento por ti ahora mismo va a permanecer intacto, y mañana según salgas de trabajar quiero que vengas directo a mi casa quiero cenar contigo, y no te olvides que tienes una cita en recursos humanos, me dijo con cara traviesa.

—De acuerdo jefa, no lo he olvidado, mañana nos veremos.

Nos besamos como si ese fuese el último beso que nos dábamos, para mí fue difícil separarme de ella, había sido una semana como nunca había tenido en mi vida. Pase mala noche, echaba de menos a Anna a mi lado, el calor de su cuerpo, su respiración tranquila, diciéndome lo a gusto que se encontraba junto a mí, el despertador sonó como siempre, me duche y me fui a trabajar, bajé a mi oficina y vi los avisos que había de mantenimiento, los compañeros me preguntaron por mi semana…si ellos supieran.

Antes de ponerme a trabajar, y como me dijo Anna, subí a la oficina de RRHH, según entré, vi a Anna y al responsable, mirando algo en la pantalla del ordenador, ninguno de los dos me miro según entre, solo me quede de pie esperando, miraba a Anna, estaba preciosa, cuando terminaron, me miraron los dos muy serios.

—Buenos días Sr. Navarro, dijo Anna muy seria, como sabrá usted, ha cometido una falta grave al utilizar un ascensor que no debía de utilizar, por eso le ruego que entregue su tarjeta de acceso.

Dejé la tarjeta que el técnico me había dado, encima de la mesa.

—Aun así Sr. Navarro, he de reconocer que gracias a usted, ese día y medio fue muy llevadero, se comportó como un caballero y me cuidó, no esperaba ese comportamiento y me dejo impresionada, por eso quiero recompensarle con un aumento de sueldo y mi agradecimiento, esto nunca lo olvidaré. Aun así se lo repito, no utilicen ese ascensor.

—Le estoy muy agradecido Srta. Meroni, le aseguro que nunca más volverá a ocurrir.

—Otra cosa Sr. Navarro, el jefe de RRHH y yo hemos estado viendo su rendimiento, es impresionante, pero su hora de salida no es normal, a partir de hoy quiero que el departamento de mantenimiento tenga un horario que les deje tiempo, usted va a ser el responsable, por ejemplo, que tal entrar a las 08.00 y salir a las 18.30, por supuesto los sueldos se mantendrían y se pagarían las horas, pero solo tendrían una hora para comer… ¿Qué me dice?

—Srta. Meroni, creo que todo el departamento de mantenimiento le va a estar muy agradecido

—Bien Sr. Navarro, eso es todo, pase usted un buen día, dijo Anna muy seria.

Me retiré eufórico, joder un aumento de sueldo, eso me vendría muy bien, me fui hacia el montacargas, bajaría a la oficina de mantenimiento y les daría las buenas noticias a los chicos. Estaba con mis pensamientos, y note una presencia a mi lado, miré y era Anna, esperaba el montacargas junto a mí.

—¿Srta. Meroni, va a utilizar el montacargas?

—Vera Sr. Navarro, después de la experiencia, creo que estaré una larga temporada sin utilizar ese ascensor.

Yo solo esbocé una sonrisa, cuando estuvimos los dos solos dentro del montacargas nos comimos la boca como desesperados.

—David, esto no es normal, te he echado de menos esta noche como no te haces una idea.

—Yo también Anna, te buscaba a mi lado continuamente.

Me miró con un cariño infinito y me beso metiendo su lengua hasta mi campanilla,  me recordó que esa tarde iba a su casa, los chicos se alegraron de las buenas noticias, y el día se me pasó rápidamente con los avisos de los mantenimientos que debíamos realizar. Cuando salía por la puerta los de seguridad me llamaron y me dieron un sobre cerrado.

—David, algo malo has hecho, la jefa nos ha dejado este sobre para ti y tenía una cara de mala leche que no te haces una idea.

Lo abrí, en su interior un mando a distancia con dos llaves y otro sobre cerrado, cuando lo abrí, era una pequeña carta de Anna con instrucciones precisas.

«David, estas son las llaves de mi casa y el mando del garaje, aparca en la plaza 36, sube a mi casa y desnúdate, te estoy esperando en el jacuzzi»

Volé, literalmente eso es lo que hice, deseaba estar con Anna, volverla a hacer mía, follarla, me salté semáforos, e infringí el código de circulación no sé cuántas veces, cuando por fin llegue a su casa y me desnudé, iba con mi polla como el mástil de una bandera, vi la cabecita de Anna en el jacuzzi me acerqué y bese su cuello.

—Se me ha hecho el día eterno, necesitaba sentirte, me dijo Anna muy sensualmente.

Me metí en el jacuzzi, yo estaba muy excitado y Anna me miraba con deseo, se acercó a mí y se sentó sobre mi polla, frente a mí, se la metió hasta los huevos.

—He estado mojada todo el día pensando en esto, me dijo Anna riendo, he tenido que salir a comprar braguitas por que la que llevaba puestas estaban chorreando, creo que es la primera vez en mi vida que utilizo braguitas de mercería y reconozco que son muy cómodas, me estas descubriendo un mundo nuevo para mí.

Anna, no dejaba sus caderas quietas, las mecía suavemente frotándose contra mí, notando mi polla en su interior, literalmente me tenía aprisionado contra su cuerpo, yo agarraba su culo, y marcaba la pauta de la penetración, oía como Anna gemía en mi oído.

—Me gusta sentirte dentro de mí, es una sensación de plenitud increíble, ummm, me gusta que me folles, me gusta sentir tu leche golpeando en mi útero.

Empecé a comerle el cuello, la llenaba de besos, Anna gemía cada vez más fuerte, su cuerpo respondía a mis envites, me lance a comerle esas tetas tan increíbles que tenía.

—Sigueee, asiii, me corro David, me corrooooooo.

Note las convulsiones del cuerpo de Anna, sus caderas incontroladas y su vagina exprimiendo mi polla intentando sacar mi esencia, pero quería que ella tuviese más orgasmos, quería llevarla a la cima del placer. Anna me comía a besos, me beso como creo que ninguna mujer lo ha hecho, notando su pasión y su entrega.

—Joder, me ha encantado, lo necesitaba, pero tú no te has corrido, me dijo Anna, ¿Qué te pasa?, ¿algo va mal?

—Para nada, la dije sonriendo, todo va perfectamente, estoy con una mujer increíble, pero quiero alargar esto, me encanta ver tu carita cuando te corres, y quiero verla más veces.

Me miro con vicio, esa mirada me acojonó, pero fue el detonante, perdimos los papeles y dejamos las sutilezas, empezó a cabalgarme furiosamente, mi polla entraba y salía de su coño sin problema, notaba que estaba muy lubricada, su coño chorreaba.

—Vamos cabrón, dame tu leche, la quiero en mi coñoooo, joder, joder, me corro, me corrooooo.

Se volvió a aferrar a mí, gritaba y se retorcía del placer que la estaba proporcionando, pero no dejo de follarme, metí mi dedo corazón en su culo ella me miro descolocada, loca de placer y volvió a cabalgarme, pero esta vez me sorprendió, saco mi polla se su chochito y la enfilo a su culo, me miro con lascivia y se dejó caer poniendo cara entre el dolor y el placer.

—Me lo estas poniendo difícil, dijo Anna excitada, me tienes agotada, pero quiero tu leche, quiero mi premio.

Anna se empezó a mover muy suavemente, notaba entrar y salir mi polla de su culo, ella tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior, me miro y me beso con cariño, la verdad mi aguante empezaba a dar muestras de flaqueza, sus ojos estaban clavados en los míos, la veía disfrutar, notaba como su cuerpo respondía a cada estímulo a cada caricia mía, era imposible aguantar mucho más, la agarre bien de su precioso culo y empecé un brutal bombeo.

—Así, asiii, eso es, follameeeee, rómpeme el culo, destrozameeee.

La agarre del pelo con violencia, y la devore la boca, y de una estocada le metí mi polla hasta que no entraba más, gruñí y empecé a correrme.

—Me corrooo Anna, me corrooooo.

Note como Anna se tensaba al notar el primer trallazo de semen en su interior, seguidamente las contracciones de su esfínter me indicaron que ella también se estaba corriendo, gemía muy fuerte se abrazaba a mí con desesperación, su orgasmo fue muy largo, y nos dejó a los dos desfallecidos por el placer. Permanecimos muy abrazados, recuperando nuestra respiración, pero quise volver a la realidad, llevábamos no sé cuánto tiempo a remojo y estábamos como los garbanzos, nos metimos en la ducha y nos quitamos los restos de jabón, nos fuimos al salón y nos sentamos en el sofá, Anna se hizo un ovillito y se acurruco contra mí, la abracé y la di cariño y calor, besaba su cabecita  y su frente.

Estábamos tan relajados que nos quedamos dormidos, era una sensación agradable el sentir el calor de Anna, cuando me desperté vi que eran más de las doce de la noche, empecé a besar con ternura a Anna que abrió los ojos y me miro con cariño.

—Ummmm, estaba tan a gusto en tus brazos que me he quedado dormida, ¿Qué hora es?

—Más de las doce de la noche, ¿tienes hambre?

—Siii, tengo hambre, de comer y de ti, dijo Anna mimosa.

—Anda vamos a la cocina que te preparo algo de cenar, la dije levantándome y agarrando sus manos.

Nos fuimos hacia la cocina con Anna abrazada a mí apoyando su carita en mi espalda. Cuando llegamos se sentó en un taburete y vio como me desenvolvía en la cocina, abría la nevera, sacaba los ingredientes que iba a necesitar y ponía una sartén en la vitro con algo de aceite. La cocina de Anna era inmensa tenía una isla en medio con sartenes y cacerolas colgadas, y era un espacio único para una cena informal, no hablábamos, solo me miraba embelesada; saque una copa y la serví un poco de vino, mientras la lanzaba un beso.

—David, dijo Anna, ¿de verdad no hay  nadie en tu vida que aprecie lo que vales?

La quise decir que si, que había alguien, alguien que había conocido en un ascensor, alguien que en muy poco tiempo se había metido en mi cabeza y no lograba sacarla de ahí, alguien increíble que me hacía tocar el cielo, alguien que para mí era inalcanzable.

—Pues no, no hay nadie, aunque espero que en un futuro haya alguien que me aprecie.

Anna me miró de una forma enigmática, no hablamos nada más hasta que empezamos a cenar, mi jefa, esa mujer autoritaria, malhumorada y controladora, me miraba sorprendida cuando se metió el primer bocado en su boca y lo saboreo.

—Ummmm, que rico David, ¿Qué es esto?

—Una simple tortilla de jamón y queso con un toque personal.

—Sabe deliciosa, eres una caja de sorpresas.

Cenamos en silencio, pero nuestras miradas lo decían todo, cuando terminamos, Anna se abrazó a mí, y me besó.

—No quiero que te vayas, quédate a dormir conmigo.

Sonreí, la cogí en brazos y la lleve a su dormitorio, nos desnudamos y nos metimos en la cama, pero no follamos, hicimos el amor, lo hicimos en silencio, sintiéndonos, besándonos, notando cada centímetro de nuestros cuerpos notando como nuestros orgasmos crecían en nuestro interior y se iban acompasando para llegar al clímax a la vez, explotamos en un montón de sensaciones, Anna me beso hasta dejarme sin aire, acarició mi cara y encogiéndose se abrazó a mí y me hizo que la abrazase.

—Hasta mañana David.

—Hasta mañana Anna, que descanses.

Me costó dormirme, si hay algo que me enfadaba de mi manera de ser es que me encoñaba de las mujeres muy fácilmente, necesitaba decirla que la quería, que la amaba, me hacía falta dirigirme a ella como mi amor o mi vida, pero necesitaba más, que ella me lo dijese a mí, de momento no sabía que era yo para ella, estaba confundido y no sabía muy bien cómo actuar, no quería precipitar las cosas, solo dejaría que el tiempo hablase.

El despertador de mi móvil me aviso que tenía que levantarme, Anna abrió los ojos y me besó.

—¿Por qué está sonando tu despertador?, no hace falta que te levantes, quédate conmigo, podíamos ir juntos al trabajo.

Anna se había apoderado de mi erección matutina, y besaba mi pecho, mientras se frotaba contra mi cuerpo de manera lasciva.

—Me encantaría quedarme en la cama contigo, pero sería difícil explicar a la gente porque tú y yo llegamos a la misma hora sabiendo que mi horario de entrada son las ocho de la mañana. Creo que es mejor que me marche, nos veremos en el trabajo.

Me duché y me vestí, bese a Anna antes de irme, ella se abrazó a mí y me susurro un “que tengas buen día” a las ocho en punto fichaba en mi lugar de trabajo, y sobre las diez de la mañana vi como entraba Anna en el edificio, a partir de ese día todo fue un secreto, salvo cuando salíamos de la gran torre Meroni, entonces nuestra pasión se desataba y éramos dos animales en la cama.

Mi vida cambió, no en gran medida pero si era diferente, Anna me invitaba a cenar en sitios que yo ni podía mirar por los precios que tenía, como me decía le importaba una mierda que nos viesen juntos, en el fondo éramos un hombre y una mujer, que de malo teníaque nos divirtiésemos, íbamos a sitios de moda, según nos veían llegar se abrían las puertas y nos dirigían a salones VIP, el trato era exclusivo, pero lo que más le gustaba a Anna era quedarse en mi casa, muchos fines de semana nos encerrábamos y no salíamos hasta el lunes por la mañana.

Así, fueron pasando los meses, la relación que teníamos Anna y yo era peculiar, no había frases de amor, pero si había gestos, no podíamos pasar ni un día sin estar juntos sin abrazarnos, sin sentirnos, pero el lenguaje era frio, yo era David y ella era Anna. En alguna ocasión, quedé con mi ex para tomar un café, pero se sorprendió de que no quisiese follar con ella, en el fondo me liberó de unas ataduras que me hacían daño por que seguía muy enamorado de ella, aunque en mi cabeza y mi corazón Anna campaba a sus anchas.

Llegando el verano Anna me preguntó que donde me iba a ir de vacaciones.

—Realmente no lo sé, no he hecho planes, aunque te he de reconocer que casi todos mis amigos están en el extranjero trabajando, y los pocos que quedan aquí tienen pareja, con lo que ni pienso decirles nada, no quiero ir de sujeta velas.

—Me encantaría que te vinieses de vacaciones conmigo, me dijo Anna.Déjame que lo prepare todo, quiero darte una sorpresa.

El día uno de Agosto, Anna y yo tomábamos un avión rumbo a Zanzíbar, me sorprendió que quisiese volver al mismo destino que al año pasado, además sabiendo que como me conto cuando empezó todo, se aburrió bastante, de hecho, se lo comenté, solo me miró con cariño, y agarro mi mano entrelazando sus dedos con los míos.

—Sé que este año va ser diferente, muy diferente, sé que voy a disfrutar de las vacaciones y de la maravillosa compañía que tengo, dijo Anna.

Como se suele decir todo fue maravilloso, Zanzíbar no la conocía, para mí era un viaje impresionante, el lugar idílico, las playas como las que vemos en las fotos la mayoría de los mortales, arena blanca, aguas cristalinas, marcos únicos para poder disfrutar con tu pareja. Nos alojamos en un bungalow de lujo, estábamos sobre el mar tengo que reconocer que Anna lo había preparado con todo detalle, el lugar era sublime, es de esos sitios en los que piensas cuando sueñas que te toque la lotería y tomarte un año sabático.

Pero algo pasó, fue un fallo mío, aunque tampoco lo puedo considerar fallo, seamos realistas, hay gente que es capaz de separar el sexo del amor, yo era incapaz, me había enamorado de Anna, era innegable, cuando follabamos la sentía como nunca había sentido a una mujer, pero notaba que ella no sentía lo mismo, o por lo menos no lo demostraba, me encantaba como se entregaba a mí, la pasión con lo que lo hacía, como me pedía más, como se abrazaba a mí, y sobre todo el cariño que me demostraba aunque verbalmente no había muestras de cariño.

Una, noche estábamos sobre la arena de una playa, desnudos lo dos, follando como animales, todo el entorno invitaba a ello, Anna estaba dándolo todo y yo también, nunca había estado tan excitado ni tan entregado, Anna había tenido ya tres orgasmos y me pedía que me corriese, era tanto el cariño con lo que me lo decía que estallé en uno de los mayores orgasmos que recuerdo.

—Mi amor me corrooooo, joder como te quierooo

La susurre en su oído mientras llenaba su útero de leche, me abracé a ella, pero note algo que nunca había pasado, ella se quedó abierta de piernas, y con sus brazos sobre la arena, vaya como una estrella de mar, pero no me acariciaba ni me abrazaba como otras veces. Lo quise achacar al agotamiento, pero me miro seria, y me dijo que nos fuésemos a dormir; algo había cambiado, lo noté enseguida y esa noche lo corrobore, según nos acostamos, me dio un frio buenas noches y dándome la espalda se durmió.

Al día siguiente cuando me desperté, ya no estaba a mi lado, la vi en la terraza sentada viendo amanecer, me levante y la fui a dar un beso en los labios como todos los días, pero me retiro la cara y solo le pude dar un leve beso en la mejilla.

—Anna, ¿ocurre algo?

Me miró, por unos segundos, seria y fríamente.

—Nada, solo que no he pasado buena noche, he dormido poco y estoy de mal humor.

—¿Puedo hacer algo para que te encuentres mejor? La dije dulcemente acariciando su cara.

Note como se ponía tensa e intentaba esquivar mi caricia.

—NO, mejor déjame tranquila, ya se me pasará.

Bien, sabía que la había cagado, Anna me tenía como folloamigo, pero pasaba de enamoramientos, creo que todo lo que hablase con ella ahora mismo no serviría de nada, todavía quedaba una semana por delante, y pensé que iba a ser bastante duro estar con una persona que no me quería a su lado.

Ya por la tarde parece ser que estaba más receptiva, por lo menos no me miraba con odio, la invité a cenar, para ver si por lo menos podíamos hablar de lo sucedido, y limar asperezas, cuando llegamos, y mientras nos preparaban la mesa nos fuimos a la barra a tomar una cerveza, un mulato era el encargado de atenderla, cuando se dirigió a nosotros vi como miró a Anna, esa mirada no pasó desapercibida para ninguno de los dos, para más inri, nos dieron una mesa cerca de la barra con lo que Anna se pasó toda la cena con miraditas y sonrisas, en un par de ocasiones se levantó excusándose para ir al baño, pero aunque estaba de espaldas a la barra, a través de una vidriera veía la imagen de Anna hablando con el mulato, la cena fue un desastre, no había comunicación, y ya para rematar Anna se levantó en los postres vi como besaba al mulato y salían los dos agarrados de la cintura.

—No me esperes levantado.

Me dijo Anna sin prácticamente dirigirme la mirada. Si no tenía claro su actitud hacia mí, con esto me había quedado totalmente cristalino. Decir que me daba igual seria mentir flagrantemente, me convencí a mí mismo que era mejor así, si esto se hubiese alargado más, hubiese sufrido bastante, me di cuenta de lo caprichosa que era Anna, si algo no le gustaba en vez de hablar y solucionarlo era mejor eliminarlo, era su forma de ser, en esos momentos creo que debido a mi frustración vi lo fea que era Anna, fea interiormente. Estaba con mis pensamientos cuando un camarero me puso una copa delante, le miré extrañado, yo no había pedido nada.

—Caballero, esas dos damas le invitan a esta copa, me dijo amablemente el camarero.

Vi como dos mujeres bastante guapas levantaban su copa a modo de saludo, yo hice lo propio y levantándome de mi mesa, me fui hacia donde estaban ellas.

—Buenas noches, muchísimas gracias por la invitación, me llamo David.

—Buenas noches David, no hay por qué darlas, dijo una de ellas la que parecía más mayor, pero por favor siéntate y acompáñanos, mi nombre es Nuria, y mi amiga se llama Cristina.

Estuvimos hablando y conociéndonos un poco, tengo que reconocer que aunque no me quitaba de la cabeza a Anna, el estar con estas dos bellezas hacia que me olvidase de ella. La más mayor, Nuria, tendría no más de 40 años era pelirroja, pero teñida, sus ojos eran de un azul intenso, llevaba una blusa que dejaba ver un generoso escote y su conversación era muy agradable. Cristina creo que no llegaba alos 25 años, rubia natural y con unos ojos grises preciosos, llevaba una camiseta muy ajustada dejando adivinar un par de poderosas tetas.

—David, ¿te puedo preguntar algo? Dijo Nuria.

—Por supuesto, pregunta lo que quieras.

—¿Qué es lo que ha pasado con tu novia? Creo que es muy fuerte lo que te ha hecho.

—¡¡Ahh!! No es mi novia, es una amiga que ha encontrado un rollete para que la eche un polvo.

—Mira tú, y nosotras sufriendo por ti, pensábamos que era tu novia, y cuando la hemos visto hacer lo que ha hecho hemos pensado que vaya golfa.

—Os agradezco vuestra preocupación, pero no pasa nada, solo que esta noche creo que dormiré en la playa.

Las dos mujeres se miraron entre sí y se echaron a reír, a la hora poco más estábamos los tres desnudos en la cama de su lujoso bungalow follando como si no hubiese un mañana, Nuria desnuda era espectacular, pero quien me impresionó fue Cris, tenía un cuerpo precioso, y follaba con una entrega y un cariño que enamoraba, nos pasamos casi toda la noche follando, no sé si debido a mi mala leche por la actitud de Anna o a que controlaba mis orgasmos, las dos mujeres quedaron más que satisfechas, desmadejadas en la cama y con una cara de felicidad increíble.

Al día siguiente me desperté tarde, una sensación muy agradable recorría mi polla, cuando abrí los ojos vi a Cris, haciéndome una mamada impresionante, Nuria no estaba en la cama, así que pase una pierna suya por mi cabeza e hicimos un 69 que llevó a Cris a obtener un violento orgasmo.

—Por dios David, creo que nunca me han comido el coño, como me lo has comido tú, decía Cris con la respiración agitada.

Nos levantamos y nos metimos los dos en la ducha, aproveché y me la follé, ella alcanzo un par de orgasmos más y yo me corrí abundantemente en sus grandes tetas.

—Joder tío, follas divinamente, de largo me haces ver las estrellas, no entiendo como tu amiga no se aprovecha de ti.

Me encogí de hombros y la besé, cuando salimos los dos, Nuria estaba esperándonos para ir a desayunar.

—Venga parejita, vaya ducha os habéis pegado, el agua debía de salir muy fría por los gritos de Cristina, dijo Nuria divertida.

Cuando llegamos al restaurante del complejo hotelero, vi a Anna sola sentada en una mesa, yo no quise acercarme, pero sé que ella me vio entrando con esas dos preciosidades, me senté de espaldas a ella, no quería ni mirarla, estaba bastante molesto aunque sabía que tendría que pasarme por nuestro bungalow aunque solo fuese para cambiarme de ropa.

—David, me dijo Cris, tu “amiga” está sentada sola y mirándonos con cara de pocos amigos.

—Bueno, ahora me acercaré a preguntarla que tal su noche con el mulato.

Durante el desayuno nos conocimos un poco más, me sorprendió, Nuria era una mujer casada aunque me contó que su matrimonio era solo fachada, se había terminado hace años, estaba de vacaciones con Cristina la amiga de una sobrina suya y que a su vez trabajaba en la empresa de regentaba Nuria, ActivitiGroup la empresa de Nuria era una empresa que se dedicaba a la bolsa, inversiones y demás productos financieros, y dado como vestía sus modales y su saber estar en todos los momentos me di cuenta que era una señora con mayúsculas, a Cris la asemeje más a mí, creo que Nuria se había encaprichado de ella, aunque no era tonta, estaba licenciada en económicas y tenía dos master en economía.

Cuando terminamos, yo me iba a ir a ver a Anna, aunque no me apetecía, pero Nuria y Cris no me lo permitieron, me dijeron que las acompañase a una playa que conocían y las había gustado mucho, nos montamos en un fueraborda que Nuria manejó con soltura, a los pocos minutos llegamos a una islita pequeñacon muy poca gente pero con todos los servicios, me fije que todo el mundo iba desnudo, así que tardamos muy poco en quedarnos sin ropa, y pasar un día de playa increíble, invite a las chicas a comer y por la tarde nos despedimos, nos dimos nuestros números de móvil, vivíamos en la misma ciudad, y me aseguraron que nos veríamos.

Iba de camino al bungalow donde Anna y yo nos alojábamos, sabía que todo había terminado, de hecho iba a ser incomodo el estar con ella; cuando llegue me encontré a Anna sentada en la terraza, sola, con una copa en la mano, mi maleta estaba encima de la cama, toda la ropa metida dentro ordenada, solo había que cerrarla, Anna según me oyó entrar se levantó y me miro muy seria.

—¿Te lo has pasado bien con esas dos?

—Lo mismo que tú con el mulato, por lo menos ellas no me dejan tirado en mitad de un restaurante, la conteste con rencor.

—Gilipollas, no hice nada con él, a la hora estaba aquí para decirte que había sido una estúpida y que lo sentía, pero ya he visto lo que te importo, y luego esta mañana la manera de ignorarme.

Fue a su mesilla y saco una especie de cartera, me dio un sobre, dentro estaba mi billete de avión y algo de dinero.

—No te quiero a mi lado, quiero que te vayas, dijo Anna dolida, nadie me ha hecho sentir tan mal como me has hecho sentir tú.

Cerré mi maleta y me dispuse a salir de la habitación, estaba bastante enfadado, furioso más bien, me pare en la puerta y me di la vuelta, Anna se había vuelto a sentar en la terraza, abrí el sobre y deje el dinero sobre la cama, no quería su caridad, ella era orgullosa, pero yo lo era más.

—Anna, siento si esta mañana te he ignorado pero estaba furioso contigo, yo no he buscado esta situación, has sido tú con tu actitud la que ha provocado esto, ahora no me vengas de víctima y no me pongas como el malo de la película, no me insultes.

Me di la media vuelta y me fui hacia la puerta, antes de salir la voz de mi jefa, esa voz autoritaria llego a mis oídos.

—Sr. Navarro, le quiero el día 31 a las 7.30 de la mañana en su puesto de trabajo, ya hablaremos de sus condiciones.

Ni me molesté en decir nada, sabía desde ese momento que mi vida en esa empresa había terminado, si me quedaba sería una tortura, y vería como mi odiada jefa me machacaba por haberla ninguneado, según ella.

No sabía muy bien que es lo que hacer, me podía pasar por el aeropuerto y largarme en el próximo vuelo, si es que podía, solo sé que parecía un vagabundo arrastrando una maleta. Me metí en el bar del complejo y me pedí una copa, lo tenía claro, el día 31 no iba a trabajar en la gran torre Meroni. Estaba con mis pensamientos y una mano acaricio mi espalda.

—¿David no me digas que te vas?, me dijo Nuria con cara de sorpresa.

La mire serio, iba a ser complicado explicarlo, Nuria me miraba interrogante y miraba mi maleta, vi como entraba Cris que mirándonos a los dos cambio su expresión por la de preocupación, cuando llego a nuestra altura me dio un beso en los labios y se abrazo a mí.

—Dime que no te vas.

—Nuria, Cris, dejadme que os invite a tomar algo y cuente una historia.

Nos fuimos a una mesa, y les conté toda la verdad, todo lo que había pasado desde que nos quedamos encerrados en el ascensor hasta que salió por la puerta con el mulato.

—Joder David, ¿así que no era tu novia? Dijo Nuria.

—Lo que no entiendo, es porque no lo hablaste con ella dijo Cris.

—Desde que pronuncie esas palabras en su oído, fue como si fuese un apestado, no me dejaba acercarme a ella, quizás, solo quizás si hubiésemos cenado a gusto y hubiese visto que estaba receptiva lo hubiésemos hablado, pero vi como me ignoró en todo momento, hasta que se fue con el mulato.

—Bueno, dijo Nuria, seamos positivos, se que hace muy poco que nos conocemos, pero tu manera de ser nos gusta a las dos, ¿te quieres quedar con nosotras? Nos quedan siete días por delante y nos podíamos ir en el mismo vuelo, tu billete no está cerrado, y estoy segura que nos vamos a divertir mucho.

—Bueno, me gustaría, no os voy a engañar.

—No se hable más, me voy a acercar a recepción y arreglar todo, dijo Nuria.

Mientras Nuria iba a recepción, Cris y yo nos fuimos a su bungalow, me picaba la curiosidad por saber la relación entre Nuria y Cris, porque la verdad, en el poco tiempo que había estado con ellas, no se habían tocado, incluso en la noche en la que nos acostamos los tres no hubo nada que demostrase que estaban liadas.

Cuando llegamos, Cris se abrazó a mí dejándome sentir su cuerpecito, no intento nada, solo me dio su cariño, creo que entendió como me sentía.

—Tranquilo David, veras como todo se arregla

Cuando llegó Nuria venía con una sonrisa de oreja a oreja, había solucionado todo, incluso lo del tema de mi vuelo de vuelta, saldría en el mismo vuelo en el que irían Nuria y Cris, me ayudaron a deshacer mi maleta, me duché y nos fuimos a cenar los tres.

Fue una semana increíble, lo pasamos muy bien pero hubo ciertos aspectos que no me dejaban disfrutar como es debido. El primero es que no conseguía quitarme de la cabeza a Anna, lo siento, no iba a pedirla perdón, fue ella la que buscó este final y ya no había marcha atrás, la amaba y no conseguía olvidarla. Segundo, tenía que enviar mi renuncia al puesto de mantenimiento, como comenté no pensaba dejar que Anna me machacase, eso significaba cobrar mi finiquito y quedarme sin ningún ingreso, tenía dinero ahorrado, pero eso me daba para un par de meses no mucho más, bueno ya veríamos como salir de todo esto.

A los dos días estaba en recepción, utilizando uno de los ordenadores que tenían a disposición de los clientes, estaba redactando mi carta de renuncia al puesto, se la iba a mandar al jefe de recursos humanos cuando vi a Anna, iba con sus maletas, oí como pidió un taxi que la llevase al aeropuerto, me entristeció, pero no quise que me viese, le di a “enviar” y creo que en esos momentos mi relación con Anna terminó de la peor manera posible.

Ya estando en mi casa, se me vino el mundo encima, la sensación de desasosiego, de malestar, el enfrentarme a la realidad y saber que todo había cambiado, me hizo venirme abajo, quise ser practico y pase ese día descansando del viaje, mirando mi móvil deseando que me llamase alguien mentalizándome que empezaba a buscar trabajo desde ya, pero la situación desde la última vez que pensaba incluso irme fuera de España no había cambiado mucho, la primera semana me la pasé entera buscando algún sitio donde poder meter la cabeza, al ser Agosto y verano, pensé que a lo mejor alguna sustitución podía hacer pero hasta para pedir trabajo en una conocida cadena de comida rápida te ponían peros me quería dar ánimos y me decía, quien la sigue la consigue, pero veía que no encontraba nada.

A finales de agosto, me fui a la torre Meroni, tenía que pasar por RRHH para firmar mi finiquito, no sabía si estaría Anna o no, tampoco me apetecía encontrarla y tener que saludarla aunque realmente ya me daba todo igual.

—Sr. Navarro, nos ha sorprendido a todos su carta solicitando la baja de nuestra empresa, dijo el jefe de RRHH, hasta la Srta. Meroni se ha mostrado preocupada por su decisión, y me ha autorizado a que le ofrezca unas mejores condiciones salariales que…

No le deje terminar, sabía que me ofrecía mas sueldo, pero quedarme allí seria autorizar por dinero a que Anna me hiciese la vida imposible, lo siento pero no se lo iba a consentir.

—Lo siento señor, pero la decisión está tomada, he encontrado otro trabajo mejor remunerado y que además es para lo que estudié, se lo agradezco pero me marcho.

—Bien, Sr. Navarro, entonces firme aquí y todo quedara solucionado.

Firmé me dieron el talón con el finiquito que me correspondía y salí de allí cabizbajo, sabiendo que iba con una mano delante y otra detrás.

Empezaba el mes de Septiembre y seguía sin trabajo, me di una fecha tope y esa seria a mediados de octubre, si para entonces no había encontrado nada aceptaría la oferta de un amigo y me iría a Alemania a trabajar, no me hacía gracia, pero algo tenía que hacer con mi vida. La providencia quiso que mi suerte cambiase con una llamada de teléfono.

—Hola guapo, ¿sabes quién soy?

—Nuria, aparte de que tu voz no la olvidaría en la vida, tengo tu nombre en la pantalla de mi móvil.

—Jajajajaja, rio con ganas Nuria, eres un cielo, mira ¿te apetecería comer conmigo?, tengo ganas de verte, bueno, Cris y yo tenemos ganas de verte.

Me dejo parado, sabia el poder adquisitivo de Nuria y los lugares que frecuentaba, yo no me podía permitir ciertos lujos, ahora no, creo que Nuria fue consciente de ello enseguida por mi silencio.

—David, sé que ahora estas pasando por mal momento, esta comida la paga mi empresa, además quiero comentarte algo.

Me dio la dirección del restaurante y quedamos a las dos de la tarde, quise que me vieran con mis mejores galas, así que me puse un traje que solo utilizaba para ocasiones especiales y me sentaba muy bien.

A las dos en punto estaba en el restaurante, pero ellas no habían llegado, esperé poco mientras tomaba una cerveza en la barra a un precio prohibitivo, las vi entrar por la puerta, estaban guapísimas las dos, pero Cris era mi punto débil, estaba preciosa, Nuria me abrazo con cariño y me dio un beso en la mejilla, Cris no se cortó, me morreo con ganas, dejándome sin aire y metiendo su lengua hasta mi campanilla, me miraba con los ojitos brillantes.

—Que ganas tenia de volver a verte, dijo Cris, te echaba de menos.

Mire a Nuria y me guiñó un ojo, nos pasaron al restaurante, la comida fue divertida, hablamos de las vacaciones y de volver a repetir la experiencia, y ya en la sobremesa Nuria abordo el que creo que sería el mejor día de mi vida.

—Bueno David, dijo Nuria, quiero proponerte algo, mi jefe de informática me ha dejado tirada, se ha ido y estoy vendida, te necesito, me dijiste que eras programador, y entendías de redes y ordenadores, quiero que trabajes para mí. ¿Qué me dices?

—Por dios que sí, claro que si Nuria, me encantaría.

—Hacemos una cosa, dijo Nuria, esta tarde no puedo tengo una reunión muy importante dentro de una hora, pero mañana te invito a desayunar, y te voy poniendo al día, quedamos a las nueve aquí mismo.

Lo siento, estaba tan emocionado que según se levantó para irse la abracé y la di un pico en los labios. Ella me miro con cariño pero deshizo el abrazo suavemente.

—David, si vas a trabajar para mí, estas muestras de cariño deben de desaparecer.

—Lo siento no quería incomodarte, es la alegría que me has dado, no la he sabido controlar.

Nuria me miró con cariño, me dio un beso en la mejilla y se despidió de nosotros, Cris estaba radiante, con una sonrisa seductora.

—Mira por donde vamos a ser compañeros de trabajo, esto promete, dijo Cris divertida.

Me miro con deseo, de forma seductora paso su dedo índice desde mi frente hasta mis labios, mirándome con intensidad de forma tentadora y mirándome a los ojos me lo dijo.

—¿Me invitas a tu casa a tomar un café?

Eso me hizo gracia y pensé en mi ex, siempre me decía lo mismo cuando quedábamos y quería follar.

—Por supuesto Cris ¿nos vamos?

Ni café ni nada, según cerré la puerta de mi casa tras de mí, Cris se abalanzó como una fiera y empezó a comerme la boca con desesperación.

—David, no te imaginas lo que te he echado de menos, necesitaba sentirte otra vez, que me follases solo a mí, nadie me ha hecho sentir lo que he sentido contigo.

Mi ritual de seducción se fue a la porra ella llevó la iniciativa, me desnudo en un santiamén y ella hizo lo mismo, me llevo a la ducha directamente el cuerpo de Cris era espectacular, sus grandes tetas, su cinturita pequeña, esas caderas proporcionadas y un culo respingón, precioso, que todavía no había probado conferían una estampa difícil de olvidar.

Ya en la ducha me dio una mamada que recordaría toda mi vida por lo sensual y profunda. Veía como mi polla desaparecía prácticamente en su boca, me miraba a los ojos de forma lasciva, la daba arcadas, pero la veía disfrutar.

—Joder como me gusta tu polla, tiene la medida exacta, decía entre mamada y mamada.

Verla así tan sometida, tragándose mi rabo hasta que su nariz tocaba con mi pubis hizo que mi eyaculación se agolpase en mis huevos deseando salir.

—Cris, joder, como la chupas cabrona, me voy a correr, Cris que me voy a correr…siiiii joder siiiii, toma zorra…ahhhhhh.

Empecé a largar trallazos de leche a su garganta, Cris chupaba con deleite, mientras mis fuerzas flaqueaban y me temblaban las piernas del placer que había recibido, dos profundas mamadas más dejaron mi polla limpia y reluciente. Cris se levantó y apoyó un pie en la jabonera.

—Cómeme el coño, estoy chorreando, necesito tu boca bebiéndose mis jugos.

Metí mi cara entre sus piernas, la visión era turbadora, lamí a placer, mi boca, mi lengua jugaba con su anito y su clítoris, las caderas de Cris temblaban de placer y se movían descontroladamente buscando el mayor goce, eche un poco de gel en mi dedo y se lo metí en su culo, gimió hasta que resoplando empezó a correrse entre convulsiones.

—Siiiii, joder si, follame el culito con tu dedo, ufffff…asiiiiii…ahhhhhh.

Mi polla estaba otra vez al máximo, deseaba follarme a esa putita viciosa, salimos de la ducha y nos secamos mutuamente, me lleve un frasco de aceite corporal y cuando llegamos a mi cama Cris se subió gateando seductoramente dejándome a la vista su chochito brillante, hinchado y su anito, la agarre de las caderas y de una sola estocada se la metí en ese coñito que pedía a gritos ser follado.

—Joder que rico por diossss, follamé, no pares…siiiiiiii

Cris se agarraba a la colcha de la cama, mis embestidas eran fuertes profundas, y hacían que  desplazase en cada envite a Cris, miré el aceite corporal y embadurné el anito de Cris.

—¿Qué me haces cabrón? ¿Me quieres follar el culo, marica de mierda?

—No te lo voy a follar zorra, te lo voy a reventar.

—Jajaja, rió Cris, pollas más grandes que la tuya ya han entrado por ahí, no creo que ni la sienta.

Sabia como picarme, era una zorra de cuidado, no me corté ni un pelo, saqué mi polla de su cálido coñito y se la clavé en el culo hasta que mis huevos rebotaron en su coño, Cris se tensó y aulló como una perra en celo, quiso zafarse pero la agarre de las caderas y la mantuve quieta, pegada a mí y  con mi polla bien metida en su culo.

—No mientas puta, este culo no ha probado una polla en condiciones como la mía.

La follé salvajemente, empecé a azotar las nalgas de Cris hasta dejársela totalmente rojas, en cada azote Cris elevaba el tono de sus aullidos hasta que explotamos en un orgasmo que nos dejo agotados a los dos.

—Joder David, como me gusta follar contigo, eres único.

Nos pasamos toda la tarde follando como conejos, Cris era inagotable y disfrutaba de todos y cada uno de nuestros orgasmos, ya entrada la noche la tenía abrazada contra mí, la mimaba, ella me hacía sentir lo a gusto que se encontraba, metía su carita entre mi hombro y mi cuello, y me besaba abrazándome con fuerza y cariño.

—¿Cenamos algo?, aunque no me apetece debo de irme a casa.

Besé su frente y nos levantamos de la cama, agarré una mano suya y la llevé hasta la cocina ella se quedó en la puerta mientras seguía mis movimientos, tenía apoyada su cabecita en el marco de la puerta, lo mismo que en su momento a Anna, la serví una copa de vino blanco bien frio, ella me miró intensamente.

—David, quiero ser sincera contigo, veo que has estado muy cariñoso conmigo, me encanta pero no quiero que te enamores de mí y creo que eres de ese tipo de hombres que se enamora con facilidad, ¿me equivoco?

La miré desilusionado, joder, creía que ella sería mi punto de inflexión en la vida, conectábamos de maravilla y me encantaba su manera de ser.

—No, no te equivocas Cris.

—Mira David, no te voy a engañar, tengo novio, bueno, una especie de novio, soy su tapadera, él es gay y nuestro compromiso es por conveniencia entre familias, él y yo hemos llegado a un acuerdo, el hace su vida y yo la mía, pero cara al público estamos muy enamorados.

—Pues que triste es que tengas que estar haciendo teatro, no eres tú misma, la dije contrariado.

—David, me gustan los hombres, todas las semanas me follo a tres o cuatro tíos, me encanta follar y no quiero a alguien que me reclame exclusividad por que no se la voy a dar…no soy fiel y nunca lo voy a ser.

Me dejo hecho polvo, pero agradecí su honestidad conmigo.

—Agradezco tu sinceridad Cris, si no me lo hubieses contado creo que hubiese tenido un gran problema.

Cenamos en silencio, y cuando terminamos nos vestimos y la acerque a su casa, y beso casto en la mejilla fue nuestra despedida, mire a Cris, ella estaba seria, como arrepintiéndose de lo que me había contado.

—Espero que esto no cambie nuestra relación, me gusta follar contigo, eres increíble, y además vamos a ser compañeros, nos veremos todos los días, quiero que seamos buenos amigos.

—Y lo somos Cris, descuida que en mi tienes a un buen amigo.

Se bajó del coche y allí terminó mi aventura con Cris, todo el atractivo que tenía para mi despareció, lo siento, pero una tía así no merecía la pena, era una ninfómana, y no me sacaba de la cabeza que a lo mejor antes de follar conmigo ya hubiese follado con otro, joder, le había comido el coño, me dio un asco terrible.

Esa noche no dormí bien, primero por el nerviosismo de mí cita con Nuria, y segundo porque tendría que ir con pies de plomo con Cris, no quería, no me apetecía por nada del mundo follar con ella, no después de su confesión.

La cita con Nuria fue todo un éxito, le gustaron mis ideas y mi manera de ver la informática para una empresa como la suya, a los dos días estaba trabajando con un muy buen sueldo, me dio carta blanca para cambiar equipos informáticos y programas, todo para que su negocio avanzase como ella deseaba. Entendí perfectamente sus necesidades y a los dos meses de estar trabajando con ella estaba encantada de cómo funcionaba todo. Reconozco que me volqué con ese proyecto, salía muy tarde de trabajar, no me importaba la hora que fuese, solo quería que todo funcionase al milímetro.

—David, es tardísimo, ¿Qué haces todavía aquí? Dijo Nuria con fingido enfado.

—Esa misma pregunta te la podía hacer yo, Nuria trabajas catorce horas al día.

—Nadie ha dicho que ser dueña de una empresa sea tarea fácil y te haga tener una vida de lujo…aunque ayuda. Venga termina David, te invito a cenar.

A la hora poco más estábamos sentados en un restaurante acogedor con una animada charla, la cena fue estupenda y ya en los postres abordo lo que deseaba decirme.

—Tenía pensado comer o cenar contigo, estoy impresionada con tu trabajo, lo que has logrado en tan poco tiempo, todo el mundo está muy contento con los resultados y yo más.

—Bueno Nuria me contrataste para eso y me gusta hacer bien mi trabajo, más aun cuando te dan los medios para llevarlo a cabo.

Me miró fijamente durante un momento que a mi pareció eterno, no sabría decir exactamente lo que pasaba por su cabeza, pero creo que lo que iba a decir no era malo para mí, apoyó los codos en la mesa y esbozo una gran sonrisa.

—Sabes David, cuando nos conocimos en Zanzíbar, pensé que solo serias una aventurilla de una noche, un polvo esporádico y una cama vacía al amanecer. Me encanta decirte que me equivoqué contigo, has resultado ser una persona muy especial.

Volvió a quedarse callada, mirándome, iba a decir lo agradecido que estaba cuando volvió a hablar.

—No solo eres un perfecto amante, además eres un buen amigo muy discreto y un fantástico profesional, creo no equivocarme, pero te voy a dar más poder en mi empresa, quiero que compartamos opiniones, me fio mucho de lo que piensas, te voy a ofrecer un puesto de directivo, con lo que eso conlleva, mucho más sueldo, pero también estar muy atado al trabajo y estar catorce horas al día viendo mis cambios de humor…¿aceptas?

—Con los ojos cerrados Nuria

—Sabía que no me equivocaba contigo.

A quien esperase un polvo de película, siento decepcionarlos, Nuria estaba casada y era mi jefa, eso pesaba mucho para ella, mucho más que un buen polvo, prefería mantener las distancias.

En poco más de tres años, me convertí en un peso pesado en la empresa de Nuria, era su mano derecha, aprendí el funcionamiento de la bolsa, y lo más importante aprendí a desenvolverme en ese mundo que desconocía. Gracias a Nuria invertí dinero en bolsa, y a través de sus consejos hice una pequeña fortuna, cambié de coche y de casa, Cris me ayudó a decorarla y darla ese toque femenino, desde el día que se sinceró conmigo nos convertimos en excelentes amigos, cuando nos apetecía follabamos como posesos y tengo que reconocer que con ella cumplí mis más oscuras fantasías y las de ella también, rara era la vez que follabamos solos, siempre había más de una persona ya fuese hombre o mujer.

Con 32 años estaba en un momento de mi vida que me gustaba, hacia lo que me daba la gana, si quería follar, follaba, no es que fuese muchimillonario pero si tenía mis millones de euros en mi cuenta y seguía aumentando gracias a mis operaciones en bolsa… ¿Qué más podía pedir? La vida no me trataba mal. Un día como otro cualquiera Nuria y yo nos fuimos a cenar, quería hablar conmigo.

—David, quería consultarte algo, ya sé que has oído rumores, pero debido al volumen de negocio que tenemos necesitamos trasladar nuestras oficinas, ya tengo el trato casi cerrado, pero quería saber qué te parece el que nos traslademos a la Torre Meroni, tu trabajaste en ese edificio y lo conocerás ¿no?

Sabía que nos íbamos a trasladar, además que era inminente, pero lo que me pilló de sorpresa fue a donde nos íbamos a ir, eso significaba tener que compartir espacio con Anna, y tarde o temprano nos tendríamos que ver las caras.

—¿La Torre Meroni? Dije para salir del paso, es un gran edificio, pero dime que te han ofrecido para saber lo que decirte está en pleno centro financiero y los alquileres se disparan.

—Bueno, dijo Nuria, me han ofrecido la planta 120 toda el ala oeste 850m² por 175.000€/mes, ellos se encargan de montarme la planta como yo desee y me la dejan lista para que entremos a trabajar.

—¿Hay alguna posibilidad de que antes de que firmes pueda echarle un vistazo?, pregunte a Nuria.

—Claro, mañana quedamos a las ocho de la mañana y lo vamos a ver.

A las ocho de la mañana estábamos en la planta 120 de la Torre Meroni, mis años de mantenimiento me habían enseñado mucho sobre los recovecos de ese edificio, sabia de sobra que esa planta no valía ni la mitad de lo que habían pedido a Nuria, pero quise cerciorarme de algo más y no falló, hasta esa planta no sé por qué todavía no habían metido fibra óptica, esencial para nosotros debido al volumen de datos que manejábamos.

—Aquí ya hemos terminado, dije a Nuria, acompáñame quiero saludar a mis antiguos compañeros.

Bajamos a la planta -1 y allí estaban la mayoría de las caras conocidas, saludamos e invite a uno de mis mejores amigos allí a un café, quería información y me la dio, la fibra óptica llegaba hasta la planta 95, las demás plantas tenían solo par de cobre aunque la mejor planta estaba vacía era la planta 50 y la mejor ala que podíamos pedir, es la que más horas de luz solar tenia.

—Creo que no te gusta nada la oferta que me han hecho ¿verdad?

—Nuria, llama al comercial que te ha intentado vender eso y dile que queremos la planta 50, y que no pensamos pagar más de 200.000€/mes, te ha intentado engañar, y si ves que te quiere liar dile que quieres hablar directamente con Anna Meroni, ese tío es un estúpido y un listo.

A los dos días Nuria me llamó a su despacho, estaba hecha un mar de nervios, el comercial no accedía a nuestras ofertas, incluso dudó que ella fuese la dueña de la empresa y casi la humilló. Me molestó mucho ver a mi jefa así, descolgué el teléfono y hable claro con Nuria.

—De acuerdo Nuria, creo que sabes jugar al póker, vamos a tirarnos un farol, llama al gilipollas ese y dile que no hay trato, que has encontrado algo mucho mejor por menos dinero a pocas manzanas de la Torre Meroni y con mejor equipamiento, no le dejes decir nada, cuélgale el teléfono y esperaremos su próximo movimiento porque seguro que lo harán.

Efectivamente, el viernes de esa misma semana teníamos una reunión con Anna Meroni en persona, me vi entrando solo en la gran Torre, Nuria se uniría con nosotros un poco más tarde, quería que yo llevase el peso de la negociación, confiaba tanto en mí que delego todo su poder para que yo tomase las decisiones necesarias.

Me pare en la planta 95 decidido pero acojonado me dirigí al salón de juntas, no llamé a la puerta entré directamente y me encontré a Anna sola, sentada leyendo un documento, me imagino que el memorándum de nuestras condiciones, cuando me vio se quedó en shock, no imaginaba quien iba a entrar por esa puerta, se levantó corriendo y vino hacia mi para darme un abrazo pero extendí mi mano parando en seco su efusivo saludo.

—Srta. Meroni, David Navarro directivo de ActivityGroup y responsable del departamento de informática.

Anna me miró con disgusto y estrechó mi mano, mentiría si no reconociese que según note la calidez de su mano desee abrazarla, pero en mi mente seguía muy presente lo mal que me lo hizo pasar en Zanzíbar, su mirada y su expresión se endurecieron.

—Bien Sr, Navarro, veo que ha prosperado usted, esperaba que apareciese la Sra. del Amo para cerrar nuestro trato, no que mandase a un segundón.

—Srta. Meroni, Nuria del Amo tiene cosas más importantes que hacer que estar delante de usted discutiendo un alquiler. Me ha dado plenos poderes para poder cerrar el trato, así que muestre algo de respeto, si no, me puedo permitir el lujo de mandarla a la mierda y créame que no voy a dudar en hacerlo ni lo más mínimo.

—Por supuesto que me puede mandar a la mierda…ya lo hizo una vez y no le costará hacerlo otra, ¿verdad? Dijo Anna con rencor

—Srta. Meroni, no fui yo quien la dejo tirada en un restaurante, ni fui yo quien la dejo tirada en una isla de mierda en mitad del océano indico, y no quiero seguir con esta conversación, he venido a negociar un alquiler de una planta en este edificio, si está preparada para afrontarlo adelante, si no, lo dejamos aquí y no perdamos nuestro tiempo.

La mirada de Anna era indeterminada, odio, incertidumbre, tristeza, vi por unos instantes su mentón temblar pero se mantuvo firme, orgullosa, había una jugosa cantidad al mes que negociar.

—De acuerdo Sr. Navarro, espero a dos colaboradores míos, no tardaran en llegar.

—No me gusta esperar, voy a tomar un café ahora vuelvo.

Quería salir de esa sala, estaba furioso, esto se había convertido en algo personal y no estaba dispuesto a entrar en su juego, a la mínima y habiendo explorado otras opciones, daría por desestimado el trato y me iría de allí a la carrera.

La negociación fue larga, pero extrañamente Anna no entro en el debate, solo miraba y escuchaba, yo había dado una oferta y de ahí no pensaba subir ni un euro, aunque Nuria me había dado carta blanca, después de estar casi toda la mañana discutiendo, regateando, Anna dijo algo a uno de sus colaboradores, dio por buena la oferta y firmamos el contrato.

—Bien Sr. Navarro, parece ser que nos veremos más a menudo, dijo Anna seria.

—No, si puedo evitarlo, la dije con una sonrisa cínica

Vi salir de la sala de juntas a Anna furiosa, pero me fije en ese culo tan llamativo que tenía, la vi más delgada y con un cuerpazo espectacular, sacudí mi cabeza para quitarme las ideas que tenía en la cabeza de sexo desenfrenado con Anna y me puse manos a la obra, el siguiente mes fue de locos, pero deje todo preparado para que ActivityGroup empezase su andadura en la gran Torre Meroni.

Nuria estaba impresionada con las instalaciones y mi trabajo, y eso me valió un nuevo aumento de sueldo y algo más de poder dentro de la estructura directiva, no me sentía a gusto dentro de esas instalaciones, la tensión entre Anna y yo era evidente, los encuentros eran fríos e impersonales, parece ser que lo que hubo en su tiempo no supuso nada, Anna hacia todo lo posible por coincidir conmigo e intentar comenzar una conversación, aunque por mi parte nunca lo consiguió, siempre que la tenía cerca me disculpaba y me dirigía a hablar con otras personas.

Esto no pasó desapercibido para Nuria que me llamó la atención, tuvo una charla muy “didáctica” conmigo y me aconsejo rebajar mi tensión con Anna, y seamos sinceros, me moría por estar con ella, pero todavía estaba muy, muy dolido; me costó casi un año, un año en el que fuimos rebajando nuestro mal rollo. Una mañana estando en la máquina del café paso Anna a mi lado.

—Sr. Navarro, buenos días.

—Hola Anna, ¿te apetece un café?

Anna se paró en seco y me miro extrañada.

—¿Me lo dices en serio?

—Por supuesto Anna, si no, no te lo preguntaría.

Ese café fue el punto de inflexión en nuestra relación, lejos de creer que la charla seria tensa fue relajada, hablamos de todo, del tiempo, de si estábamos a gusto con las instalaciones, de la situación económica...nuestra despedida fue cordial, a desde ese día nos buscábamos para tomar café, casi fue pactado sin decirlo, pero a las nueve de la mañana estábamos los dos como clavos buscándonos.

Un día cualquiera y por qué no, después de cientos de cafés, Anna vino espectacular, su vestido me recordaba mucho al que trajo ese día que cenó conmigo en mi casa, la veía nerviosa, nos servimos el café y empezamos a charlar, Anna me miraba intranquila y al final tomo aire y me lo dijo.

—David, me encantaría invitarte a cenar, y estar fuera de esta máquina de café, estar fuera de aquí.

La miré algo intranquilo, sabía que todos los pasos que íbamos consumiendo, eran para estar juntos nuevamente y que conste que no me importaba, pero era reticente a tropezar dos veces en la misma piedra.

—Me encantaría, pero si me lo permites quiero invitarte yo, ¿me dejas?

—Claro que si, me dijo Anna con una gran sonrisa en su cara.

Terminamos el café y subimos juntos en el ascensor.

—A las nueve te recojo en tu casa, la dije, ¿te parece bien?

—Perfecto, dijo Anna con una gran sonrisa.

El día pasó lento, demasiado diría yo, necesitaba estar a solas con Anna y preguntarla por qué pasó lo que pasó, necesitaba respuestas, y solo sería ella la que me las diese. A las nueve en punto estaba como un clavo frente su casa, y a los pocos minutos salía Anna, espectacular, bellísima, impresionante. Me baje del coche un gran BMW X6 y la abrí la puerta.

—Ufff, David, este coche es impresionante y tu estas guapísimo.

Cabe decir que me había puesto de smoking, pero lo que Anna no sabía, es donde la iba a llevar a cenar, iniciamos la marcha y Anna estaba radiante, feliz, la sorpresa fue cuando paré en un Burger King; Anna se quedó sorprendida, me miró seria, pero según me vio la cara se echó a reír.

—Ni yo misma habría elegido un sitio mejor para nuestra primera “segunda” cena dijo Anna con una gran sonrisa.

Divertida no, lo siguiente, lo pasamos genial, nos reíamos por todo, éramos el centro de atención del local, Anna se volvió a guarrear las manos al comer la hamburguesa pero no le importó, de hecho lo disfrutó, la gente nos miraba extrañados, dos maduritos apetecibles, vestidos de gala y cenando entre risas como dos adolescentes, nos miraban con descaro pero con una sonrisa el su boca. Cuando terminamos Anna se fue a lavar las manos y al venir me miro interrogante, la hice sitio y se sentó muy junto a mí. Notaba el calor de su cuerpo su mirada clavada en mí, esperando que pasase algo.

—Anna, ¿no crees que debemos de aclarar lo que pasó en Zanzíbar?

Sé que rompí la magia del momento, pero no quería avanzar, no sin antes aclarar todo, quería a Anna, la amaba más que a mi vida pero no pensaba darlo todo para llegando a un punto sin retorno mandar todo a la mierda.

—Es complicado David, dijo Anna muy seria, quiero olvidar ese episodio por que fue muy doloroso y muy amargo.

—Lo sé, yo sigo todavía furioso contigo. Anna, antes de que digas nada, vámonos de aquí, este no es el sitio más adecuado para hablar esto.

El gesto de Anna había cambiado, estaba enfadada, nos montamos en el coche y la lleve a un sitio tranquilo donde poder hablar, durante el trayecto no dijo nada, llevaba el gesto serio y solo miraba al frente. Ya sentados y con una copa delante la hice mirarme.

—Anna, vamos a hablar ¿de acuerdo?, no quiero que nos echemos en cara nada de lo que pasó, solo quiero saber que te llevó a actuar así, si vamos a seguir con esto adelante, mejor será que seamos sinceros, ¿no crees?

Anna agachó la cabeza, se cogía sus manos nerviosa y las frotaba una contra.

—David aunque no lo creas no ha sido fácil, si estoy donde estoy es gracias a mi tesón y mi…

—Espera, espera Anna, luego hablamos de lo doloroso que ha sido para ti llegar a donde estas, ahora solo me interesa saber por qué cuando me estaba corriendo dentro de ti y te dije al oído que te quería y que te amaba tu actitud cambio, ¿Por qué me rechazaste de lleno? ¿Por qué me echaste de tu lado? ¿Por qué actuaste de esa manera?, vamos es fácil, cuéntamelo.

—Quiero irme a casa David, creo que aquí ha terminado la noche.

—Anna vamos se sincera conmigo, tampoco es tan difícil.

—¿No me has oído?, QUIERO IRME A MI CASA.

La miré con disgusto, con frustración, ¿Qué la llevaba a ser así? Solo quería hablarlo con ella, saber lo que pasó.

—Bien Srta. Meroni, aquí termina todo, tranquila que la llevare a su casa.

Me levanté y pagué las consumiciones, nos montamos en el coche y no dijo nada, conduje hasta que llegamos a su casa, ni se despidió, solo se bajó del coche y la vi desaparecer por el portal de su casa.

—Seré gilipollas, me dije mentalmente, quien en su sano juicio podría esperar algo de semejante mujer.

Un sentimiento de odio empezó a crecer en mi hacia a Anna, era una malcriada, caprichosa, inmadura y estúpida mujer, que era incapaz de reconocer sus propios fallos, solo conocía el recurso de la rabieta y la pataleta, si no me salgo con la mía todo el mundo está equivocado menos yo, pensé de ella.

Cuando llegué a mi casa estaba muy enfadado, me puse cómodo y me serví un bourbon, no tenía ganas de dormir, solo pensaba en la estupidez de esa mujer, mi móvil sonó y vi que era Anna

—¿Y ahora qué quieres Anna?

Oí como lloraba por el teléfono, no me decía nada, pero estaba llorando con desesperación.

—Sabes mi vida, todo lo que pienses de mi ahora mismo me lo merezco, soy una cobarde, y no he querido reconocerlo, voy a cometer una locura, voy a tomarme…

Un golpe seco en el teléfono y luego el silencio me indico que algo no iba bien, grite su nombre pero no respondió, volví a llamarla y solo salía el mensaje de que el teléfono al que llamaba se encontraba desconectado y me asusté, me asusté mucho y llame a urgencias, conté lo que había pasado y enseguida mandaron dos coches patrulla y un SAMUR a la dirección que les di, salí de mi casa corriendo hacia casa de Anna pero yo no llegué, un camión de gran tonelaje se saltó un stop y se empotro contra mi coche.

No sé cuánto tiempo había pasado, me desperté en la cama de un hospital, era de noche, todo estaba en silencio, solo una pequeña luz mínima alumbraba la estancia, mire a mi alrededor, y solo vi a Anna tumbada en un sillón y dormida, no me acordaba de nada, solo de dos faros muy cerca de mi cara y luego oscuridad y silencio. Levante mis manos y vi que tenía todo en su sitio, intente incorporarme pero fue imposible, solo pude lograr ver las puntas de los dedos de mis pies y como a una orden mía se movían sin problemas.

—¿Anna? Gemí débilmente, hice un esfuerzo y mi volumen de voz se elevó ligeramente. ¿Anna me oyes?.

Anna abrió los ojos y salto del sillón como un resorte, se echó a llorar y pulso el botón para que viniesen las enfermeras, a los pocos minutos la habitación se había llenado de gente tres enfermeras y dos médicos, me hicieron todo tipo de pruebas para ver si al despertar me situaba en el espacio tiempo o yo que sé, me enteré que había estado un mes en coma, llevaba mes y medio en ese hospital, en el accidente  me había roto las dos piernas, tres costillas y había tenido conmoción cerebral grave y perforación de pulmón izquierdo, quede hecho todo un cromo. Una vez que nos quedamos solos, Anna vino hacia mí me abrazó y se echó a llorar nuevamente.

—Mi amor, pensé que te había perdido otra vez, decía Anna entre sollozos.

Me llenaba de besos la cara y me miraba llorosa.

—Anna, cuando me llamaste esa noche me dijiste que ibas a cometer una locura, algo te ibas a tomar, pero se cortó la conversación, ¿Qué ibas a hacer? Me diste un susto de muerte.

—No iba a hacer nada malo, pero todo se alió para que pasase lo que pasó, la locura que iba a cometer era tomarme cuatro donuts de chocolate, te iba a pedir que vinieses a casa para terminar la conversación que habíamos empezado, pero se me cayó el teléfono y al golpearse contra el suelo salto la batería y se metió debajo de un mueble, me costó dios y ayuda recuperarla, cuando me quise dar cuenta alguien aporreaba mi puerta y cuatro policías y un médico del samur entraban en mi casa.

—A ver, a ver… ¿me estás diciendo que casi pierdo la vida porque te ibas a tomar cuatro donuts de chocolate?

—David si lo dices así me siento la peor persona del mundo y la más estúpida, decía Anna llorando

Y lo eres Anna, y lo eres, pensé mientras la miraba muy seriamente.

—Necesito descansar Anna, estoy muy cansado.

Realmente lo que necesitaba era perderla de vista, en mi estaba naciendo un sentimiento de odio y animadversión hacia Anna, necesitaba que se alejase de mí, de acuerdo había sido un accidente y un cumulo de coincidencias, pero ya no había nada que me gustase de esa mujer, en resumidas cuentas, la quería lejos de mí, muy lejos. Me limité a cerrar los ojos y desconectarme de esa habitación, no sé cuánto tiempo había pasado, pero cuando abrí los ojos nuevamente estaba solo, sé que fui cruel, pero llamé a los médicos y enfermeras y di orden que no dejasen pasar a Anna, no quería verla.

Nuria y Cristina pasaron a verme ese día, se alegraron mucho de que estuviese consciente, me pusieron al día sobre todo lo que había pasado desde el accidente, me desearon mi pronta recuperación y se despidieron, por la noche tenia docenas de llamadas de Anna que no respondí.

Mi recuperación fue lenta y dolorosa, estuve cerca de un año hasta que fui yo mismo otra vez, trabajé duro para recuperarme, se celebró un juicio por el accidente del cual recibí una jugosa indemnización. Anna intentó por activa y por pasiva acercarse a mí, estoy seguro que sabía lo que pasaba por mi cabeza; un día cansado de su acoso quede con ella y se lo dije claramente, no deseaba volver a verla en la vida, lloró, suplicó, pero no la quería cerca de mí, no la quería en mi vida, no la quería ni para un mísero polvo.

Ya con el alta del médico en mi poder, me fui a ver a Nuria, lo había meditado mucho, pero no deseaba trabajar para ella en la gran Torre Meroni, eso significaba encontrarme con Anna y no lo deseaba. En mi cabeza empezó a fraguar la idea de irme fuera de España a trabajar, por suerte ahora era millonario, entre lo ganado en bolsa y la indemnización en mi cuenta corriente aparecía una cifra muy cercana a las ocho cifras. Llamé a Nuria y la invite a comer, como dije no quería encontrarme con Anna.

—¿Estás seguro David? Preguntó Nuria cuando la dije que me despedía de su empresa.

—Totalmente seguro Nuria, debo de pasar página, y donde tienes tus oficinas ya no me siento a gusto.

—Siento que me digas eso, aunque he tenido que contratar a otro informático para que te supliese, nadie es como tú en tu trabajo, voy a lamentar mucho perderte, como amigo y como empleado.

—Sabes de sobra que como amigo nunca me perderás.

Nuria, me agarró la mano y la besó, me miro por un par de interminables minutos mientras sus dedos jugueteaban con los míos, era una mujer con una belleza impresionante, la calidez de su mirada, la suavidad de su piel, sus grandes ojos y esos labios que llamaban a gritos ser besados, hacían que dejarla de mirar fuese una tarea complicada.

—Bien David ahora debo de irme, me ha encantado comer contigo y ver que estas recuperado totalmente, cuando tenga tu finiquito te llamo y dejamos zanjado todo.

Esa misma tarde Cris vino a mi casa llorando, diciéndome que no quería que me fuera, como siempre estaba increíble, era una pena que fuese tan puta porque una vida a su lado hubiese sido algo que en mi fuero interno deseaba, follamos como animales, y me dejo seco, cuando  salía por la puerta, me acaricio la cara y me beso largamente.

—Te voy a echar mucho de menos, no me olvides, ¿vale?

—Eso va a ser muy difícil Cris, eres una persona difícil de olvidar.

Vi como desaparecía por la puerta del ascensor, me dio pena, habíamos vivido mucho juntos, era una gran amiga además de muy viciosa y estaba muy buena, yo sé que no la olvidaría, ella seguramente esa noche ya habría olvidado con quien folló por la tarde, mientras otro hombre taladraba con saña su cálido coñito o su perfecto culito.

A los dos días Nuria me llamó ya tenía los papeles del finiquito, pero me dijo que no quería que los firmase en su oficina, quería que la recogiese en una cafetería cercana a la Torre Meroni. Cuando se montó en el coche me dio una dirección y llegamos a un edificio de apartamentos de lujo, entrando por la puerta me quede sorprendido de lo acogedor y el lujo que rodeaba ese lugar.

—¿Y esto Nuria? Dije mirando a mí alrededor.

—Digamos que es mi lugar secreto, mi refugio, el sitio que utilizo cuando discuto con mi marido y no deseo verle…el sitio donde traigo a mis amantes ocasionales, por cierto hoy no me esperan en casa a dormir.

Diciendo esto se quitó el abrigo, y me dejo ver su perfecto cuerpo solo cubierto por un conjunto de lencería negro, divino, sensual, un sujetador que casi no contenía las preciosas tetas que tenía, un tanga mínimo, de encaje transparente que dejaba adivinar su hinchada vulva lampiña, un liguero, medias negras y unos zapatos de tacón, conferían una estampa muy difícil de olvidar, su mirada era felina, acechando a su presa, todo su cuerpo rebosaba sensualidad.

—Nuria, estas preciosa, atiné a decir.

Se acercó y pasó sus brazos por mi cuello y me besó, en principio de manera tierna, saboreando solo mis labios, pero deseaba más de ella y mi lengua acaricio los suyos abrió su boca y nos besamos con furia luchando con nuestras lenguas jugando a ver quién ganaba esa batalla, Nuria deshizo el beso, y me miro con deseo, la estreché contra mí y hundí mi cara en su pelo empapándome de su aroma, besé su cuello, mientras ella jadeaba y sonreía.

—¿Sabes David?, dijo Nuria, el día que comimos juntos y te dije que te iba a contratar, me diste un pico en los labios que yo acepté pero recomendé no hacerlo mas si ibas a trabajar para mí, ¿lo recuerdas?

—Perfectamente Nuria, en esos momentos te desee como nunca he deseado a nadie.

—No me gusta mezclar el placer con el trabajo, eso solo trae disgustos, por eso lo hice, aunque yo también te deseaba, todos estos años he tenido una lucha impresionante conmigo misma para no follarte en la oficina, te quería conmigo, lo más cerca de mí, has sido un hombre increíble que no voy a olvidar…y ya no trabajas para mí.

Esa mirada de perra en celo no se borrará de mi mente, me fue desabotonando la camisa, mientras besaba mi pecho, su mirada de clavaba en mis ojos, mi excitación crecía, se puso en cuclillas, me quitó el cinturón, bajó mis pantalones y mis bóxer y mi polla salto desafiante delante de su carita, me hizo gracia su comentario.

—Hola cariño, ¿me has echado de menos?

La cogió con sus manos y me empezó a pajear mientras amasaba mis huevos, fue dando besitos por la puntita abrió su boquita y comenzó a hacerme una de las mejores mamadas de mi vida, poco a poco notaba como iba relajando los músculos de su garganta hasta que vi como su cara se aplastaba contra mi pubis y notaba su barbilla en mis huevos, la sensación era brutal, cuando la sacó llena de babas me miró fijamente.

—Vamos follame la boca.

Agarre su cabecita y empecé un bombeo brutal en su boquita, mi polla entraba hasta el final y salía bañada en sus babas, de vez en cuando la sacaba totalmente y solo metía el glande que sus labios mimaban con delicadeza, estuvimos así varios minutos, pero quería comerle el coño, quería empaparme en su olor. La ayudé a incorporarse, me besó y me llevó a su habitación, allí la desnudé la tumbé en la cama y empecé a comerle su coñito, era espectacular, mi lengua recorría desde su anito hasta su clítoris, metía dos dedos en su coño mientras martilleaba su clítoris, Nuria estaba empapada y notaba su orgasmo crecer en su interior.

—Sigue David, sigue por lo que más quieras…ummm, no pares

Nuria estaba muy abierta de piernas, aunque me pidió que no parase estaba tan excitado que quería follarmela en ese momento, la visión era impresionante, apunte mi polla y de un solo envite se la metí hasta los huevos, estaba tan lubricada que entro sin dificultad.

—Jodeeeeer, siiiiiii, follamee.

No hizo falta mucho para que se corriera, la saque y la metí un par de veces, pero estaba tan excitada y tan a punto que empezó a correrse y a chillar como poseída.

—Asiii, asiii mi amor, me corrooooo… ahhhhhhhh.

Notaba como exprimía mi polla, quería sacarme hasta la última gota, era difícil controlarse, dentro de ella se estaba muy bien, su vagina se adaptaba a mi falo como un guante de látex a los dedos, pero viendo muy cercano mi orgasmo salí de ella, la abracé y empecé a cubrirla de besos dejando que se recuperase de su orgasmo.

—Ummmm, me encanta como me mimas, dijo Nuria en un ronroneo.

Diciendo esto último me hizo levantarme, me miro con cara de putón y se puso a cuatro patas dejándome ver su chochito enrojecido por la follada y su anito abierto.

—Vamos dijo Nuria, follame, no pares.

Metí mi polla en su chochito, lentamente, veía como la iba devorando centímetro a centímetro, Nuria gemía, levantando su cabeza y arqueando su espalda deseosa de recibir toda mi polla en su interior, empecé un bombeo tranquilo, quería aguantar lo máximo, yo todavía no me había corrido y mis huevos estaban muy cargados, pero fue imposible el controlarme, me agarré de sus caderas y la empecé a embestir con saña clavando mi polla en lo más hondo de su ser, los dos empezamos a gritar nuestro orgasmo y llegado a un punto clave mi polla, me tensé y empecé a llenar de leche el útero de Nuria que acogió mi corrida con un orgasmo largo y placentero.

—Ummmm, como deseaba esto David, no sé cómo me he podido aguantar, vamos a beber algo tengo la garganta seca y hay mucha noche por delante.

Nos fuimos hacia la cocina los dos desnudos, desde Zanzíbar no veía a Nuria desnuda, pero ahora la veía más deseable, más estilizada era preciosa. Nos dormimos los dos de madrugada agotados, estuvimos cerca de seis horas follando, me corrí en su culo, su coño, su boca y la última corrida poco abundante sobre sus tetas, pero los dos estábamos felices y exhaustos, Nuria perdió la cuenta de sus orgasmos pero riéndose casi aseguró que habían sido quince.

Al día siguiente amanecimos abrazados, Nuria estaba preciosa, radiante, nos besamos y sin decirnos nada nos fuimos a la ducha, hicimos el amor, en ese momento no follamos, tuvimos un orgasmo que nos sació a los dos, hablamos poco lo decíamos todo con la mirada, desayunamos casi en un silencio incómodo.

—Bueno, dijo Nuria con una mueca de tristeza en su rostro, esto se acaba, debo de marcharme, sabes que no puedo estar sin ocuparme de mi empresa.

—Lo se Nuria, ha sido una noche increíble, tu eres increíble, y de corazón, gracias por todo.

Nuria me echo los brazos, me levanté y nos fundimos en un abrazo largo y cálido, terminamos besándonos, sintiéndonos.

—Antes de irme, dijo Nuria, ¿cuales son tus planes, a dónde vas?

—Me voy en un par de semanas, me marcho a Múnich, allí tengo un amigo que me deja quedarme en su casa mientras encuentro algo, para trabajar y para vivir.

—No, dijo Nuria segura, te vas a ir a Liechtenstein.

—¿A Liechtenstein? Pregunté incrédulo.

—Si a Liechtenstein, como sabes nos dedicamos a jugar en bolsa, hemos hecho ganar auténticas fortunas a mucha gente y Liechtenstein es un paraíso fiscal, allí tengo dos amigos muy importantes que trabajan en uno de los mayores bancos del principado, les he hablado de ti, de tus capacidades y están deseando conocerte.

Diciendo esto saco de su bolso una tarjeta y un cheque.

—Esa tarjeta es el número de teléfono de Ricardo, uno de mis mejores amigos, confío en el con los ojos cerrados y te va a ayudar sin problema, este cheque es tu finiquito y una ayuda para que no tengas problemas, quiero que lo aceptes.

Cuando vi el cheque abrí los ojos desmesuradamente, un millón de euros era la cifra que ponía, la mire asustado, ella solo se limitó a besarme.

—Anda vamos a vestirnos.

Nuria me cogió de la mano y nos fuimos a vestir, la despedida fue dura, muy dura, no pensé que quería tanto a esa mujer, pero ella me había dado todo tipo de oportunidades y me había enseñado mucho.

A las dos semanas y con mi nuevo BMW X6 cargado hasta los topes inicie camino hacia Liechtenstein, Nuria y Cris me despidieron entre lágrimas, las dos me abrazaron y me desearon lo mejor.

—Por favor, dijo Nuria, lleva mucho cuidado en la carretera y si no te importa cuando llegues me mandas un wasap, ¿lo harás?

—Descuidad, que os mandare un wasap para que sepáis que he llegado bien. Las volví  a abrazar nuevamente. Os quiero chicas.

Me monté en el coche e inicie mi marcha hacia un futuro incierto, por el espejo retrovisor vi como Nuria y Cris se iban haciendo pequeñitas, hasta que doblé en la primera esquina y desaparecieron de mi vista, no lo pude evitar, una lagrima recorrió mi mejilla.

Epilogo.

 

Ya hace más de seis meses que vivo en Vaduz la capital de Liechtenstein, la vida no me va nada mal, a los quince días ya estaba trabajando como programador en el banco donde trabajaba Ricardo el amigo de Nuria, tengo un sueldazo y me encanta este sitio, he encontrado un loft muy cerca de donde trabajo he de reconocer que mi vida es ahora muy cómoda una vez por semana suelo hablar con Nuria y Cris y nos contamos chismorreos.

Todos los fines de semana me monto en mi coche y me dedico a recorrer el principado, todo esto merece la pena ser visto, al estar en el valle del Rhin y en los Alpes tiene unos sitios y unas vistas increíbles…pero estoy solo, he intentado conocer gente, ir a discotecas, pubs, y todo tipo de acontecimientos, pero no hay nada, las mujeres que residen en este principado son frías y poco comunicativas, incluso a alguna compañera del banco la he intentado invitar pero muy amablemente ha declinado mi invitación, por ahora solo mi mano derecha es la única que no me rechaza.

Un domingo de primavera estando tomando un café en una terraza de un bar alguien se paró frente a mí.

—¿David?

Levante la vista y vi a Yolanda mi ex, guapísima, había cambiado mucho, hacia cerca de cuatro años que no la veía, me levante como un resorte y nos abrazamos, ni me pregunté que hacíamos allí, nos miramos a los ojos y nos fundimos en un húmedo beso. Yolanda mirándome con cara de deseo me lo preguntó.

—¿Me invitas a un café?

FIN

 

 

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