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Un gran cambio en mi vida

en Sexo con maduros

Dicen que la soledad es un beneficio para las personas, pero en pequeñas dosis, ayuda a conocerte a ti mismo, es a veces un refugio, un lugar donde calmar los miedos, donde solo estoy yo y mis pensamientos, nada ni nadie más. Pero también es un arma de doble filo, el pasar mucho tiempo solo había creado ciertos hábitos, manías que no me gustaban, estar demasiado tiempo solo, hacía que esos mismos pensamientos me hiciesen sufrir, porque no los sabia explicar con demasiada nitidez, me costaba entender lo que pasaba por mi mente.

Eso es lo que tiene la soledad, en pequeñas dosis es buena, es buena cuando elegimos estar solos y así poder pensar con claridad, pero se vuelve contra nosotros cuando estamos demasiado tiempo en esta situación y nuestros pensamientos negativos nos hacen daño.

Esta situación tenía que cambiar, debía de cambiar por mi bien, muchos años de soledad y muchas vivencias, no todas agradables, me habían llevado a estar en esta realidad, mi statu quo debía de alterarse lo tenía claro.

Me presento, mi nombre es Matías, tengo 45 años y vivo solo, me case muy joven, y una enfermedad hepática grave me tuvo postrado en la cama durante muchos años, mi mujer me abandonó, y desde entonces salvo algún ligue esporádico no he vuelto a tener pareja. Soy ingeniero industrial, y trabajo en una multinacional, mi sueldo no es malo, y gracias a tres pisos que tengo alquilados mis ingresos son elevados. Físicamente no estoy mal, cuando logré recuperarme de mi enfermedad me dediqué a la natación y a los bailes de salón, soy un experto bailarín y me gusta bailar todo, salsa, bachata, vals…vamos todos los estilos, gracias a esto me mantengo en forma, soy alto, tengo los ojos verdes, y el pelo castaño, cuido mucho mi imagen cuando me miro al espejo todas las mañanas la imagen que me devuelve no me desagrada.

Vivo en un chalet grande con piscina, muchas veces he pensado en venderlo y deshacerme de él, es mucho para mí y con algo más pequeño me apañaría, pero le tengo mucho cariño, y siempre desecho la idea. También es cierto que aunque me había acostumbrado, el vivir tan solo en una casa tan grande se me hacía duro, el chalet tenía cinco habitaciones y tres cuartos de baño, planta baja, primera planta y buhardilla, la buhardilla la tenía aclimatada como gimnasio equipada con diversos aparatos, como veis no vivía mal, pero se me hacía grande.

Vivía en una urbanización, cerca de una universidad, un día al venir de trabajar desde el metro hasta mi casa vi infinidad de carteles de universitarios buscando alojamiento económico, me daba algo de miedo meter gente extraña en mi casa pero me dije que por qué no, si quería cambiar, si quería dejar de estar tan solo, esta era una oportunidad única.

Me puse manos a la obra y reforme dos habitaciones que no utilizaba para nada y eran las que estaban más alejadas de mi dormitorio, las insonorice y las equipé con todo lo que los estudiantes pudiesen necesitar, una buena cama, horno microondas, televisión por cable, ADSL de alta velocidad, una nevera para que guardasen su comida, estanterías, un  armario ropero y una gran mesa de estudio, puse sendas cerraduras en las puertas, para que los posibles inquilinos supiesen que nadie iba a entrar allí mientras no estuviesen, mire todo bien por última vez y sembré de carteles la universidad y las farolas desde el metro hasta casi mi casa.

No pasaron ni dos horas y el teléfono no paraba de sonar, ya tenía a dos posibles inquilinos, y otros dos por si fallaban los primeros, quedamos para la tarde del día siguiente cuando viniese de trabajar y cite a los dos posibles alquiladores a la misma hora; cuando llegue de trabajar al día siguiente, comí rápidamente, me duché y me vestí elegante pero informal y repasé que todo estuviese en orden, a las cinco de la tarde el telefonillo de la entrada sonaba, abrí la puerta exterior y a los pocos segundos llamaban al timbre de la puesta principal, cuando abrí me quede un poco parado, dos preciosas jovencitas me miraban interrogantes y no es que no las esperase, pero mi idea principal era que fuesen dos chicos los que vivieran allí, pero lo tuve que desechar ya que casi todas las llamadas eran de mujeres.

—¿Matías?, pregunto una de ellas.

—Ho…hola, si soy yo, dije avergonzado y muy cortado.

—Somos Lourdes y Susana, dijo una de ellas.

Ni hacia ni decía nada, solo las miraba, colorado, avergonzado. Las dos chicas se miraron confusas y me miraron a mí.

—¿No nos invita a pasar?

—Por dios, pasad por favor, soy un mal educado.

Las chicas pasaron, y miraron a su alrededor, no decían nada solo miraban, me fije un poco más en ellas, eran dos preciosidades, Susana era morena con ojos azules, más o menos de 1.70, y un cuerpo muy bonito, Lourdes era rubia, un poco más alta 1.75 o así, ojos color miel un cuerpo precioso y una tetas impresionantes. No lo quise alargar más, se había creado un silencio incómodo.

—Bueno, si queréis os enseño esto y luego hablamos si os interesa o no.

—Si, casi va a ser mejor.

Lo primero que hice fue, enseñarlas su posible habitación, estaba una frente a la otra, según la vieron se quedaron impresionadas, las dos tenían los mismos metros cuadrados y la misma equipación, luego les enseñé su cuarto de baño, pegado a las habitaciones, aun así les dije que había otro cuarto de baño al final del pasillo, por si urgía utilizarlo, las subí a la buhardilla y les encanto el gimnasio, por ultimo bajamos al piso de abajo y les enseñé el salón, la cocina, la biblioteca y la piscina, vi en sus caras la emoción de poder vivir allí, de pasar el curso estudiando  en un sitio muy confortable.

Las pasé al salón, y preparé algo de beber y algo de picar, desde la cocina las oía cuchichear, miraban todo no perdían detalle, llegué con la bandeja, y les serví la bebida.

—Bueno, no sé si os ha gustado o no, pero esto es lo que hay.

—Sr. Matías, la verdad es que estamos sin palabras dijo Lourdes, el chalet es impresionante, nuestras habitaciones son increíbles, todo nos ha gustado un montón, pero creo que lo que va a pedir por habitación y por vivir aquí se nos sale de presupuesto.

Es cierto, en los carteles no había puesto el importe y no habíamos hablado de ello, pero sabía desde que empecé que esto no lo quería como negocio, solo lo quería por sentirme acompañado y no estar tan solo.

—Bueno, la verdad es que tenéis razón, no habíamos hablado de ello, pido 250€ por habitación al mes, en ese importe esta todo incluido, el agua la calefacción, el ADSL y todo lo demás que queráis utilizar, gimnasio, piscina cuando sea temporada claro, en fin todo lo que veis.

Las dos se miraron con la boca abierta, y los ojos como platos.

—¿Lo dice en serio? Dijeron las dos al unísono.

—Claro que lo digo en serio, dije algo asustado, ¿os parece caro?

—Para nada Sr. Matías, es que con lo bonito que es todo y el equipamiento nos esperábamos el doble.

Se miraron las dos, estaban serias, parecía que con la mirada se lo decían todo. Habló Lourdes.

—A ver Sr. Matías, si lo que dice es cierto, nos quedamos sin dudarlo, pero no nos interprete mal, esto nos resulta extraño, ¿Cómo una casa con este equipamiento, lo cobra tan barato?, ¿no habrá algo que luego tendremos que hacer?

—No os entiendo, no hay nada más, solo lo que veis.

Se volvieron a mirar entre ellas, cuchichearon algo, me imaginé que estaban valorando el quedarse o no, me levanté y aduciendo que debía de hacer algo las deje solas, al rato me senté nuevamente con ellas.

—Vera Sr. Matías, nos encantara quedarnos en esta casa, pero de verdad, ¿no hay, nada más?, ¿no intentara nada con nosotras, seducirnos, no tendrá cámaras instaladas para grabarnos desnudas? Dijo Lourdes.

Estaba estupefacto, no me creía lo que estaba escuchando, pero que se creían estas niñatas, con quien se creían que estaban hablando, mantuve la calma, pero tenía ganas de mandarlas a la porra, me levanté muy tranquilo y las mire seriamente.

—Señoritas, creo que aquí se acaba esta conversación, si piensan eso de mí es mejor que se vayan y busquen otra cosa, aquí no hay cámaras ni chorradas de las que están hablando, y seducirlas, pero por dios, si podría ser su padre, no soy un depravado.

Me dirigí hacia la puerta, y la abrí invitándolas a irse, ellas se levantaron y se dirigieron hacia donde estaba, las dos estaban preciosas, sus caras reflejaban el mal momento que estaban pasando, se pararon a mi altura y me miraron con una cara de pena que ablandaría el corazón del más fuerte.

—Sr. Matías por favor perdone si mi comentario ha sido desagradable, dijo Lourdes, usted no sabe a lo que nos tenemos que enfrentar cuando buscamos piso, hasta nos han ofrecido el piso gratis a cambio de sexo diario, estamos curadas de espanto, por eso le he hecho ese comentario.

Las mire por un par de interminables minutos, sus caritas eran todo tristeza, lo mejor es que empezásemos de nuevo y las contase el por qué. Cerré la puerta y las invite a sentarse nuevamente, ellas fueron  delante de mí y pude apreciar los culos tan bonitos que tenían, eran una preciosidad, se sentaron y esperaron a que yo hablase.

—Bien, quiero que esto os quede claro, no quiero hacer negocio con el alquiler de las habitaciones, si las pongo a este precio es por pagar los posibles gastos que se deriven de la estancia del inquilino, pero lo más importante es que llevo casi quince años viviendo solo, y me hace ilusión tener compañía, aunque solo sea de buenos días o buenas noches, saber que hay alguien más en esta casa aparte de mí.

—Está bien Sr. Matías, le reitero mis disculpas por los comentarios que he hecho, díganos donde hay que firmar, que nos quedamos con usted.

Firmamos los contratos, y esa misma noche se instalaron en sus habitaciones, yo les ayude a subir las pesadas maletas, y todos los libros y demás, me enteré que eran del mismo pueblo y llevaban desde el colegio siendo amigas. Cuando terminaron más o menos de instalarse, les prepare algo de cena, hablamos de mis horarios y los suyos, prácticamente coincidiríamos todos los días para desayunar y seguramente para cenar, aunque yo estaba seguro que haría mi vida y ellas la suya.

Las chicas estaban encantadas, el primer mes fue de adaptación, cuando vieron mi manera de vivir, y que no las acosaba ni me metía en sus vidas, incluso dejaban las puertas de sus cuartos abiertas mientras estudiaban, muchas noches me pasaba por sus habitaciones pero sin entrar dentro de sus cuartos eso era terreno privado, ya nos tuteábamos, si íbamos a vivir mucho tiempo juntos, el tratamiento de señor delante de mi nombre era un formalismo ridículo, tampoco era tan mayor.

—Chicas, les decía, voy a preparar la cena, ¿os apetece algo en especial?

—Matías, nos malcrías, es que eres todo detalle, nos tienes en palmitas.

—Tengo que cuidar a mis inquilinas, además para que os voy a engañar, me gusta hacerlo, cuidaros, prepararos la cena, el desayuno y lo que haga falta…venga, ¿qué os preparo?

—Totilla de patata dijo Susana, mientras Lourdes se unía a la elección.

No hubo más que hablar, a la hora más o menos, estábamos todos sentados en la mesa de la cocina en animada charla, las chicas ya habían tomado algo de confianza, y bajaban a cenar en pantalones cortos y con camisetas que enseñaban más que escondían, el alguna ocasión se me fue la vista a las tetas de Lourdes, no llevaba sujetador con lo que sus tetas se marcaban perfectamente sobre la tela desafiando a la gravedad, Susana tenia 20 años, y Lourdes 21 y ninguna tenia novio, como decían ellas algún rollete para quitarse las telarañas, decían entre risas, pero nada más, solo querían centrarse en sus estudios, las dos estaban haciendo ingeniería, Susana Ingeniería Industrial, y Lourdes Ingeniería Aeronáutica, con lo que muchas veces las podía echar una mano con alguna duda.

Un sábado por la mañana, me había levantado y estaba desayunando, las chicas habían salido un poco por la noche, aunque no me importaba y no era asunto mío, no dormía tranquilo hasta que no oía la puerta de entrada, como habían llegado tarde sabía que se levantarían a las tantas, sobre la once de la mañana, sonó el telefonillo de la puerta exterior.

—¿Quién es?, pregunte.

—Hola buenos días, somos las madres de Susana y Lourdes.

Me quede a cuadros, pero abrí inmediatamente, y las espere en la puerta principal y cuando las vi aparecer me quede gratamente sorprendido, dos mujeres de entre 40, 45 años se acercaban a mi casa, eran guapísimas, y sus cuerpos se adivinaban esculturales.

—Señoras, Matías Hidalgo para servirlas, hice una reverencia y bese su manos.

—Ufffff…don Matías, nuestras hijas no nos mintieron, es usted todo un caballero.

Tengo que reconocer que desplegué todos mis encantos, eran dos mujeres fascinantes, las invite a pasar a la cocina y les prepare un café, se presentaron, Ana era la madre de Susana, un poco más bajita que su hija, tremendamente sexy, con un cuerpo espectacular y unos ojos que cuando te miraban te desarmaban. Elvira era la madre de Lourdes, tremenda hembra, con unas tetas tan grandes o más que las de su hija, y un cuerpo para perderse en él, su pelo castaño claro y sus ojos verdes eran un marco imposible dejar de mirar, todo ello estaba en una mujer casi tan alta como yo, no podía dejar de mirarla.

—Bueno señoras, las dije, ¿a que debo el placer de su visita?

—Pues mira Matías…perdón, ¿nos podemos tutear?

—Por supuesto, faltaría más.

—Como te iba diciendo Matías, nuestras hijas nos han hablado tan bien de ti, de lo detallista que eres, de la casa que tenías y de cómo las tratabas de bien que no nos lo creímos, y hemos venido en persona para comprobarlo y poder criticarte, dijo Elvira la madre de Lourdes entre risas y con cara de guasa.

—Pues estoy a vuestra entera disposición, las chicas siguen durmiendo, ayer por la noche salieron un rato, pero aunque no se han acostado tarde la semana ha sido dura.

Debo de reconocer, que la conversación fue muy animada, las enseñe la casa donde vivían sus niñas, estaban impresionadas, pero estaban muy pendientes de mí, de mi manera de moverme, de cómo hablaba, bueno, era lógico, sus retoños estaban viviendo con un hombre y querían asegurarse de que no hubiese ningún problema.

La primera en bajar fue Lourdes, según vio a su madre, se echó a llorar y se abrazó a ella con fuerza, luego se abrazó a su “tía” Ana, la cara de felicidad que tenía era el mejor de los recibimientos.

—Voy a subir a llamar a Susana, no se lo va a creer.

El recibimiento de Susana fue igual o más entrañable, se abrazó a las dos mujeres y las cubrió de besos, las dos chiquillas estaban emocionadas, y estaban abrazadas a sus madres, les prepare el desayuno, mientras ellas hablaban y serví otro desayuno a sus madres, en el fondo me encantaba ser testigo de esa escena, de pasar a esta muy solo a tener mucha compañía y ser testigo del cariño que se profesaban madres e hijas, estuvimos hablando casi toda la mañana, al final, les dije a las chicas que se arreglasen, y si me lo permitían, las invitaba a comer.

Al final pase todo el día con ellas, después de la comida, nos fuimos a un centro comercial, sus madres habían venido para surtirlas de ropa y de todo lo que necesitasen, llegamos a casa llenos de bolsas y subieron a ordenarlo todo, mientras prepare algo de cenar, embutido, queso y dos buenas ensaladas.

—Ufffff, Matías, porque te has molestado en preparar nada. Dijo Elvira.

—Algo tendremos que cenar antes de ir a dormir ¿no?

—Nosotras no nos quedamos a dormir, tenemos que llegar a la estación de autobuses antes de las once de la noche, a esa hora sale el último autobús que nos deja en casa.

Mire mi reloj, quedaban menos de cuarenta minutos para las once de la noche. Vi a las chicas abrazadas a sus madres, como despidiéndose ya, sabiendo que se tenían que ir.

—Ana, Elvira, si me lo permitís, sabéis que estáis en vuestra casa, si no hay nadie que os espere (sabía que no las esperaba nadie, Elvira era madre soltera y Ana estaba divorciada), porque no os quedáis aquí a dormir, hay sitio de sobra, y mañana por la tarde os vais, así pasáis más tiempo con vuestras hijas.

Lourdes y Susana se pusieron como locas, les dijeron a sus madres que por favor se quedaran, las dos mujeres se miraban entre sí, sin saber muy bien lo que hacer, hasta que Elvira, mirándome con agradecimiento me lo dijo.

—Matías si no es molestia para ti, no nos importaría quedarnos.

Me alegro que me dijesen eso, siendo sincero, me apetecía que se quedasen, sobre todo por estar más tiempo con Elvira, la madre de Lourdes, era una mujer increíble, muy guapa y con un cuerpo precioso, su manera de ser me cautivo enseguida, lo mismo que su hija, no me malinterpretéis, a las dos chicas las había tomado mucho cariño, pero mientras Susana era más hermética y había que sacarla las palabras con sacacorchos, Lourdes era todo lo contrario, era como su madre, muy dulce hablando, te contaba todo y te daba pie a seguir hablando.

Cuando terminamos de cenar, entre todos recogimos la mesa y dejamos en orden la cocina, las chicas se fueron a sus respectivos cuartos con sus madres para charlar más íntimamente, y yo prepare las habitaciones para las dos mujeres, cuando salieron escogieron una habitación y yo me despedí hasta el día siguiente. Como todas las noches, me duchaba, me ponía el pijama y bajaba a tomarme un vaso de leche y de paso leer un poco las noticias que habían pasado en el día, no había pasado ni quince minutos y vi que alguien bajaba por la escalera, era Elvira, parecía una diosa, iba con unos leggins que le habría dejado su hija pero le sentaban como un guante, se pegaban a su piel, dejando adivinar dos piernas largas y muy bien torneadas, marcaba de una forma deliciosa su sexo y la camiseta que llevaba le quedaba tan ajustada que se le marcaban sus dos poderosas tetas de una manera increíble, la mire embobado y saludo con la mano en un gesto gracioso mientras iba a la cocina, no pude menos que según me dio la espalda, admirar ese portentoso culo que lucía desafiante, mientras veía como se movían con gracia, los dos globos de carne, mi polla tantos años dormida, salto como un resorte ante tal visión.

—Pensé que ya te habías ido a dormir, dijo Elvira sobresaltándome.

Se había parado cerca de mí, dejándome ver el contorno de su sexo perfectamente marcado por la prenda, otro espasmo de mi polla me puso algo nervioso.

—No, todavía no me voy a dormir, me tomo un vaso de leche y leo las noticias, pero siéntate si quieres, no te quedes de pie.

Elvira se sentó cerca de mí, con una pierna flexionada contra su pecho y la otra en posición normal con lo que se quedaba ligeramente abierta de piernas marcándose su chochito perfectamente, mi erección era más que evidente y estaba francamente muy nervioso, más aun cuando Elvira me cogió la mano dulcemente y la beso.

—Matías quiero darte las gracias de corazón por cómo estas tratando a Lourdes, me ha contado lo que haces por ellas, como las ayudas, como las cuidas, no te haces una idea de lo agradecida que te estoy, sobre todo por la tranquilidad de saber que están en una buena casa y con alguien como tú.

—No tienes por qué dármelas, además ellas también me están ayudando a no estar tan solo, y eso me está haciendo mucho bien.

—Lourdes me ha contado que tu mujer te abandono cuando estabas enfermo.

A raíz de esto, iniciamos una conversación, que nos mantuvo despiertos mucho rato, yo le conté cosas de mí y ella me conto cosas suyas, me gustaba mucho estar con ella, era una mujer increíble y la deseaba, en todo ese rato no había soltado mi mano, estábamos siempre en contacto, se había acercado mucho más a mí y había dejado descansar una pierna suya en mi muslo, transmitiéndome su calor, intentaba por todos los medios que no se me notase pero era imposible, estaba avergonzado, tenía una erección brutal, en alguna ocasión la pille mirando a mi paquete, no quería ni moverme, nos quedamos mirando unos minutos a los ojos sin decirnos nada, mire mi reloj.

—Nos deberíamos de ir a dormir, son más de las dos de la mañana.

Elvira, sonrió dulcemente y se levantó, me tendió la mano para que la acompañase, pero no me quería levantar, mi polla estaba en su máximo esplendor y no quería que me viese así.

—Ve tu primero, quiero leer un poco más, dije sin mucha convicción.

Elvira se agacho y me dio un tierno beso en la mejilla dejándome ver a través de su escote, ese par de tetas en casi todo su esplendor, me dijo un sensual hasta mañana y dándose la vuelta se fue hacia las escaleras obsequiándome con la visión de esa maravilla de culo que con tanta gracia sabia mover, me había dejado más caliente que un horno, deje todo y me subí a mi habitación, y me hice una de las mejores pajas que recuerdo pensando en el voluptuoso cuerpo de Elvira.

A la mañana siguiente, también pasamos el día fuera, nos divertimos mucho y estaba encantado de formar parte de esas cuatro mujeres, estaban pendientes de mí y me trataban a cuerpo de rey. Por desgracia todo llega a su fin, estábamos en la estación de autobuses despidiendo a Elvira y Ana, las chicas estaban tristes por tener que alejarse de sus madres otra vez aunque las dije que cuando quisieran podrían venir a pasar el fin de semana, me vi besando la mano de Ana y cuando iba a besar la de Elvira, ella me abrazo con cariño y me dio un beso en la mejilla.

—Matías, después de todo lo que he visto, no puedo menos que mostrarte mi cariño y admiración, eres un hombre como pocos he visto y me siento tranquila por dejar a las chicas bajo tu cuidado.

—Es cierto dijo Ana, ven aquí grandullón.

Y me dio otro abrazo cariñoso y un par de besos, las dos me miraron complacidas, en los ojos de Elvira se adivinaba un deje de tristeza, subieron al autobús y mientras se acomodaban Lourdes se agarró a mi brazo juntándolo a su cuerpo mientras apoyaba su cabeza en mi hombro, Elvira desde la ventana nos miró con cariño e hizo el gesto con la mano de que llamaría.

Esa tarde, desde que se fueron sus madres las chicas estaban tristes, lo cierto es que pasamos un fin de semana muy divertido, me imagino que eso también influyó, para mitigar esa tristeza, les hice su cena preferida, subí a las habitaciones y encontré a las dos tumbadas en su cama estudiando algo con carita de tristeza.

—Venga chicas, he preparado vuestra cena preferida, tortilla de patatas, con un poco de todo.

A las dos se les ilumino la cara, me regalaron su mejor sonrisa y bajamos a cenar, durante la cena hablamos mucho del fin de semana, las dije que no se entristecieran que habría muchos más como este.

—Matías, ¿de verdad no te importa que vengan nuestras madres aquí?, pregunto Lourdes.

—Pues claro que no, es más, me gusta que vengan, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto, por mi como si quieren venir todos los fines de semana, pero eso es una cosa que debéis de decidir vosotras, son vuestras madres, y me imagino que alguna vez os apetecerá estar a vuestro aire.

—Matías, cada día me alegro más de haberte conocido y estar viviendo en tu casa, dijo Lourdes, nadie es como tú.

—Apoyo lo que ha dicho Lourdes, dijo Susana con una gran sonrisa.

—Matías, ¿te puedo hacer una pregunta?, dijo Lourdes.

—Por supuesto, pregunta lo que quieras.

—Desde que estamos aquí contigo, nos hemos dado cuenta que no sales, nadie te llama, ningún familiar, solo por temas de trabajo, ¿no hay nadie especial en tu vida?

—¿Te refieres a si tengo pareja?

—Si, a eso me refiero, alguien con quien compartir tu vida.

En esos momentos el que me entristecí fui yo, ya hacía mucho tiempo, pero fue muy traumático el día que mi mujer me abandonó, las dos chicas se miraron y se sentaron más cerca de mí.

—Perdónanos Matías, no queríamos molestarte.

—No, tranquilas, los recuerdos son dolorosos, y eso me marcó mucho, he intentado rehacer mi vida en alguna ocasión, pero no me ha gustado lo que he visto, y no me ha gustado como me ha tratado esa posible compañera, lo he intentado unas cuentas veces con idénticos resultados, y la verdad con mi edad no quiero tonterías, ni rollos de ex ni nada por el estilo, estoy mejor solo.

—Pero vamos a ver Matías, dijo Lourdes, a lo mejor es que no has buscado en el sitio adecuado, eres un madurito muy atractivo, vamos, y no me lo tomes a mal, pero te veo en una discoteca y te lanzo la caña a ver si picas.

Me puse colorado y las dos chicas se quedaron un poco paradas, pero la carcajada que solté, hizo relajar el ambiente creado, nos estuvimos riendo un buen rato.

—Gracias Lourdes, de verdad, has hecho subir un poco mi ego, pero no creo que me veas en esos ambientes, las discotecas no me gustan, mucho ruido y pocas nueces.

Estuvimos hablando y riendo  durante un rato, pero nos teníamos que ir a dormir, al día siguiente madrugábamos, empezaba una semana y teníamos que rendir. No sé si fueron imaginaciones mías, pero a raíz de ese fin de semana el contacto de las chicas hacia mí se estrechó mucho más, las notaba más cercanas, más cariñosas, el ambiente era muy relajado, todas las noches nos sentábamos a ver la televisión los tres juntos, yo sentado en el sillón y una a cada lado, no había nada obsceno, solo hablábamos y nos conocíamos mucho más, eran dos chicas magnificas, envidiaba al hombre que lograse conquistar su corazón, porque se llevarían unas mujeres dignas de alabanza.

Los meses fueron pasando pausadamente, las navidades las pase solo, las chicas se fueron a su pueblo con su familia, mentiría si dijese que no eche de menos a las chicas y sus madres el día de nochebuena, me hubiese encantado tenerlas allí y agasajarlas como se merecían, pero me tenía que hacer a la idea, eran solo mis inquilinas, aunque cuando llegaron después del día de reyes creo que fue el mejor regalo de esas navidades, nada más entrar en casa se fundieron en un abrazo conmigo deseándome feliz año nuevo, cuando deshicieron sus maletas, bajaron a la cocina, estaba preparando la comida, dejaron los regalos en la mesa del salón y las dos a la vez me cogieron de las manos y me llevaron fuera de la cocina, cuando vi lo que había en la mesa, estaba tan contento de tener a las chicas otra vez allí que viendo el detalle me eche a llorar como un niño pequeño, fue un momento muy emotivo, las chicas se abrazaron mí, y me dieron su cariño, abrimos los regalos, era un llavero muy bonito de Loewe y una cartera de la marca Pielnoble muy elegante, yo a su vez la regale a cada una un perfume que sabía que usaban y les gustaba.

Más o menos a finales de enero, Susana pasaba menos tiempo en casa, había conocido a un chico y le gustaba estar con él, Lourdes pasaba mucho tiempo conmigo, nuestra relación se estrechó aún más si cabe, por las mañanas cuando bajaba a desayunar lo hacía solo con el camisón, era muy liviano y se adivinaban sus enormes tetas con el pezón oscuro y pequeño, su cuerpo era precioso, y se transparentaban sus braguitas a través de la tela, yo no la decía nada, pero no era de piedra, verla así me producía una gran excitación y mis erecciones eran muy dolorosas, para evitar males mayores siempre la ponía por los hombros una chaquetita que solía tener por el ropero del salón, para que no cogiese frio.

Un fin de semana coincidió que nos quedamos solos Lourdes y yo, Susana se había ido con el chico que había conocido, le dije a Lourdes si quería que nos acercásemos a ver a su madre, ella desganada me dijo que no, se la veía con ojeras y muy demacrada, se había pasado toda la semana tosiendo y moqueando.

—Lourdes deberías de ir al médico, tienes mala cara.

—Tranquilo Matías, es solo un resfriado, este fin de semana en la cama y veras como el domingo estoy mejor.

El sábado por la mañana me levante y prepare nuestro desayuno, pero Lourdes no bajo, era casi la hora de comer y no había dado señales de vida, me empecé a preocupar, no era su rutina. Subí hasta su habitación y llame a la puerta con los nudillos, no recibí ninguna respuesta, abrí la puerta de su cuarto con cuidado, vi la cabecita de Lourdes en la cama.

—Lourdes ¿te encuentras bien?, ¿te hace falta algo?

Esto no iba bien, no era normal, no respondía, pase directamente y cuando llegue a su altura, la encontré bañada en sudor, temblaba, estaba muy pálida y con los labios morados. Cuando toque su frente estaba ardiendo, tenía una fiebre muy alta y empezaba a tener convulsiones, me asuste muchísimo, pero lo primero que hice fue irme a mi habitación y llenar la bañera con agua tibia, cogí el termómetro que tenía y fui a su habitación nuevamente, la puse el termómetro y cuando sonó la alarma lo mire, por dios 41.8°C, llame a urgencias y di los síntomas y los datos, fui a ver cómo iba la bañera, temperatura idónea y nivel de llenado bueno, destape a Lourdes y la desnude, la cogí en brazos, la lleve a la bañera y la deposite con cuidado dentro del agua, mientras, la ponía una toalla en la frente con agua fría.

—Matías, me muero, estoy muy mal.

—No cariño, no te vas a morir, estoy contigo y veras como dentro de poco te encuentras mejor.

—No me dejes sola, no te vayas.

—No me pienso ir a ningún lado estoy aquí a tu lado.

Estaba desvariando, ya había pasado más de diez minutos desde que llame a urgencias y todavía no llegaban, volví a tomar la temperatura de Lourdes, ya había bajado a 38°C, cuando vi que su temperatura llego a 37°C, la saque de la bañera y la seque bien, fue inevitable el fijarme en su cuerpo mientras lo acariciaba para secarlo, cuando la seque en interior de sus piernas ella las abrió para que la secase entre ellas mi polla iba a romper el pantalón, tenía un chochito precioso, depilado, cerradito, cuando la seque el culo casi me corro era un auténtico portento, y no lo pude evitar me recree con sus tetas, Lourdes estaba como ida y no sé si se enteraba, pero sentí vergüenza de mí mismo. La volví a coger en brazos y la lleve a mi cama, su cama estaba empapada en sudor, en esos momentos llamaron a la puerta baje rápido y llegaron los de urgencias, los lleve a mi dormitorio y les explique la temperatura que había alcanzado y que la había bañado hasta bajarle la fiebre a 37°,  una doctora muy amable se encargó de reconocerla, la deje a solas con ella, mientras iba a la habitación de Lourdes y ponía sus sabanas, la almohada y el edredón a lavar. A la media hora más o menos, salió la doctora, traía buena cara gracias a dios.

—Bueno, tranquilo, es solo una gripe muy fuerte, pero gracias a que usted la ha bañado y ha conseguido bajar la fiebre está mucho mejor, ahora está estabilizada, tiene unas décimas, pero es normal, le hemos puesto ibuprofeno en vena, pero es conveniente que cada seis horas le dé un comprimido de paracetamol de 1gr. Alternándolo con ibuprofeno de 1gr. De aquí al lunes vera como ha mejorado, dele dieta blanda y en una semana como nueva, aun así, sería conveniente que la viese su médico de cabecera.

Cuando se fueron los de urgencias, subí a mi habitación, me acerque a la cama y me arrodille, acaricie la cara de Lourdes y la bese en la frente, su temperatura era normal, ella abrió los ojos y me miro con cansancio, tenía ojeras, saco una manita para que se la cogiese y beso mi mano.

—Gracias Matías.

Volví a besarla en la frente y la mire con cariño.

—No me las des cielo, ahora solo ponte buena, voy a salir a comprarte las medicinas, tardo muy poco.

Pase todo el fin de semana al lado de la cama, ocupándome de que a Lourdes no la faltase de nada, durmió hasta el Domingo por la mañana, que note como se levantaba de la cama, yo había dormido con ella pero sin meterme dentro de las sabanas, así me venía mejor para darle la medicación, cuando se levantó vi que se mareaba, salte enseguida de la cama y la puse una mantita por los hombros para tapar su desnudez, ella me lo agradeció, la ayude a sentarse en el inodoro sin mirar a su cuerpo aunque lo deseaba con todas mis fuerzas…era una diosa como su madre, la deje sola y la volví a ayudar a llegar a la cama. A la hora de comer aunque no le apetecía nada la di un caldito de pollo con fideos, pase un mal rato increíble, se incorporó para tomarlo dejando sus tetas al aire, no dijo nada ni yo tampoco, solo la puse algo por los hombros para que no sintiese frio actuó con total naturalidad, pero mi erección era palpable y no quería que ella se diese cuenta, aunque creo que eso fue imposible.

Ya por la tarde la pase a su habitación, había hecho su cama, y se encontraba mucho mejor, estaba aún débil, así que la ayude a vestirse, la puse unas braguitas y una camiseta, rocé con mis manos su piel, vi su cuerpo en todo su esplendor, y mi polla reacciono como se esperaba, se puso en posición de firmes buscando una posible presa, para cuando termine me tuve que ir al cuarto de baño a masturbarme, fue una corrida impresionante, que me dejo más tranquilo.

Esa noche cuando llego Susana, la explique lo que había pasado, me puse colorado al decirla que tuve que desnudarla para meterla en la bañera, pero lejos de escandalizarse se mostró natural.

—Matías, no te sientas mal por eso, estoy segura de que no es la primera vez que ves a una mujer desnuda, y la ocasión lo requería, así que no le des más vueltas.

Subió a su habitación y  a ver a Lourdes, estuvieron un buen rato hablando, y cuando acabaron bajaron las dos, Lourdes tenía mucha mejor cara, y tenía apetito, eso era buena señal, prepare algo ligero de cenar y nos fuimos a dormir.

Ese lunes teníamos cita en el medico a primera hora, acompañe a Lourdes aunque no entre a la consulta con ella, cuando salió le había cambiado la medicación, y la había dicho que esa semana estuviese en cama hasta que se recuperase, fuimos a comprar la nueva medicación y la invite a desayunar en una churrería que había frente a la consulta, mientras nos traían lo que habíamos pedido Lourdes apoyo su cabeza en mi hombro.

—¿Te encuentras bien?, pregunte preocupado.

—Muy cansada, pero estoy bien, estando contigo me encuentro muy a gusto.

Me sorprendió ese comentario, aunque tampoco quise darle más importancia, nos trajeron los desayunos y charlamos mientras terminábamos, cuando salimos lo primero que hice fue llamar a Elvira y comentarle lo que había pasado, Lourdes hablo un buen rato con ella, al final me paso el teléfono nuevamente.

—Matías muchísimas gracias por preocuparte de mi hija como lo haces, si supieras lo que me tranquiliza el saber que está contigo y saber que nada malo le puede ocurrir…es una sensación muy agradable.

—No tienes por qué dármelas, de todas formas me he pedido un par de días libres para quedarme con ella, todavía está débil y por lo menos que no se encuentre sola, ya para mitad de semana la dejare que vaya haciendo su vida.

—Eres un sol Matías.

Nos despedimos y nos fuimos a la farmacia y cuando llegamos a casa Lourdes subió a su habitación a acostarse, me pidió ayuda ya que se encontraba algo mareada.

—Matías ayúdame a desvestirme, me estoy mareando.

–¿A…a des…desvestirte? Tartamudee asustado.

—Vamos Matías, dijo Lourdes con voz cansada, que ya me has visto desnuda.

Mi erección fue inmediata, por dios que vergüenza, empecé por quitarle el suéter que llevaba, tenía puesto un sujetador blanco con encajes precioso, que tardó poco en quitárselo, allí estaban sus tetas, impresionantes, pidiendo ser acariciadas, mimadas, lamidas, sus pezones enhiestos llamando a gritos ser maltratados, su piel suave, blanca, Lourdes se echó hacia atrás y apoyo los codos en la cama, me miraba fijamente, desabroche los botones de su pantalón y empecé a tirar de ellos con delicadeza hacia abajo, ella levanto su culete ligeramente y subió las piernas para que le quitase el pantalón, tuve que contenerme, llevaba un tanguita precioso, al subir las piernas, vi su entrepierna y su anito tapado por la fina línea del tanga, la tienda de campaña que tenia se marcaba escandalosamente, mire avergonzado a Lourdes, pero ella tenía fijada su mirada en mi paquete mientras se mordía el labio inferior, se puso de pie y me miró fijamente a los ojos, apoyo sus dos manos en mis hombros, y con la voz más sensual que os podáis imaginar me susurro.

—También quítame la braguita, me gusta dormir desnudita.

Me arrodille delante de ella, levante la cabeza y la mire como suplicándole que no me hiciese pasar por ese momento, me acaricio la cabeza, en orden directa de que la quitase el tanga que llevaba puesto…no aguantaba más, mi polla iba a estallar, su vientre plano, el sensual piercing en el ombligo, sus caderas perfectas y ese olor a hembra…sus feromonas se clavaban el mi pituitaria.

Agarre los laterales del tanga y lo fui bajando poco a poco, mi mirada se clavó en su coñito, depilado, precioso, cerradito y brillante, ¿estaba excitada? Fue un movimiento imperceptible pero mi cabeza se acercó más a su sexo y creí ver que sus caderas se adelantaban ligeramente también, diossss, necesitaba salir de allí y hacerme una paja brutal, iba a reventar. Me levante, las manos de Lourdes seguían sobre mis hombros, me abrazo dejándome sentir la calidez de su cuerpo y me dio un pico en los labios.

—Matías, eres un hombre extraordinario.

Aparte el edredón, y se metió en la cama, dio una última mirada a mi paquete y me disponía a salir de su habitación.

—Matías, ¿no me das mi beso en la frente?

Me quede clavado y cerré los ojos, esta chica estaba llevándome al límite, deshice mis pasos y me acerque hasta su cama, me miro con dulzura, acaricie su cabecita y la di un cariñoso beso en la frente.

—¿Mejor?, la dije con una sonrisa.

—Así mucho mejor, gracias Matías.

Salí de esa habitación del “pánico”, cerré su puerta y me fui corriendo al cuarto de baño de mi habitación, la paja que me hice fue la más rápida de mi vida, y puse todo perdido, mi polla no paraba de soltar trallazos de semen que se estrellaban en el espejo en los recipientes que estaban en la encimera del lavabo y en el propio lavabo, me empezaba a obsesionar con Lourdes, y tenía miedo de que quisiese jugar conmigo, ella era una joven de 21 años, con una belleza impresionante, y yo tenía 45, con el agravante de que encima era mi inquilina y vivía en mi casa, me tenía que centrar y poner ciertos límites, tenía que tomar el control de la situación.

Lejos de pensar que en esos días Lourdes me iba a acosar, su comportamiento fue ejemplar, salvo ciertos detalles que para mí no pasaban desapercibidos, pero que me excitaban, la semana transcurrió tranquila, muchas miradas, y detalles de cariño, el miércoles fui a trabajar, y ya deje sola, ella siempre me esperaba para comer, comíamos los dos solos, Susana y su nuevo compañero, pasaban el día juntos, solo venía a dormir, y los fines de semana desaparecía hasta el domingo por la noche.

Ese sábado por la mañana estaba en la cama, serían las diez de la mañana, estaba repasando unos informes en el portátil cuando vi aparecer la cabecita de Lourdes por la puerta.

—Buenos días Matías, ¿has desayunado?

—Todavía no, pero ahora mismo bajo y preparo el desayuno.

—No, hoy te lo preparo yo, y desayunamos en tu habitación, quédate tranquilo que ahora subo.

No es que me gustase mucho desayunar o comer en la cama, pero por no decirla que no, la deje que lo preparase ella, al rato apareció con una bandeja, pero no me fije en la bandeja, Lourdes venia impresionante, una camisola que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, marcaba sus tetas de una manera deliciosa, sus pezones iban a romper la tela, no llevaba ropa interior, no se notaba ninguna costura, y solo le llegaba un poco por debajo de su culo, dejando a la vista esas piernas que eran como dos columnas de mármol, llevaba el pelo suelto, y se había maquillado ligeramente, estaba espectacular y mi polla también hizo los honores, se empezó a levantar para saludarla, gracias a dios que tenía el edredón tapándome, si no, hubiese sido muy violento.

Pero las cosas no se desarrollaron como esperaba, Lourdes puso la bandeja en el centro de la cama y se sentó a los pies como los indios, en ese momento supe lo que esperaba de mí, que me sentase de la misma manera, pero eso sería mostrarle mi erección en todo su esplendor, encima dormía solo con los pantalones del pijama, este era fino, y marcaba perfectamente todo, me puse colorado y empecé a temblar.

—Vamos Matías, siéntate a desayunar, espero que te guste todo lo que he traído.

La mire desesperado, estaba avergonzado, encima me fije que Lourdes al sentarse había dejado su coñito a la vista, la camisola no escondía nada y Lourdes no hacía nada por esconderlo.

—Lourdes, veras es que ahora…ufff, no es el mejor momento.

—Ya, me imagino que estarás empalmado, ya sabemos que los hombres por las mañanas están en su mejor momento, y bueno, yo no es que ayude, ¿verdad?, dijo mirándome con picardía. Cielo, no te preocupes y no te avergüences de tu cuerpo, eres muy atractivo.

Lourdes alargo una mano y me invito a salir de debajo del edredón, un poco más tranquilo por sus palabras, me senté, frente a ella, nos miramos fijamente y fue inevitable, nuestras miradas se posaron en nuestros sexos.

—Ves como no ha sido tan difícil, dijo Lourdes con un brillo en los ojos que me enamoró.

Empezamos a desayunar en silencio, mirándonos fijamente, alternado nuestras miradas entre nuestros sexos y los ojos, mi erección dolía a rabiar, la punta de mi polla pugnaba por salir por el elástico del pantalón del pijama y me fije que el coñito de Lourdes estaba abierto y muy brillante, prácticamente habíamos terminado de desayunar, según se fuese Lourdes me iba a volver a pajear,  la imagen de su coñito la tenía grabada a fuego en mi retina.

—Sabes Matías, cuando te dije el otro día que eras atractivo, y que si te viese en una discoteca intentaría ligar contigo, no lo dije en broma, ni por quedar bien, me gustaste desde el primer minuto que te vi, eres de ese tipo de hombres que ya no se ven y que me gustan a rabiar.

—Lourdes yo….

—Shhhh, déjame terminar cielo, sé que te gusto, hasta Susana se ha dado cuenta de cómo me miras, el día que me puse mala, no recuerdo cuando me desnudaste, pero si recuerdo con detalle cuando me sacaste de la bañera y me secaste el cuerpo, la delicadeza con lo que lo hiciste, y la mirada de fascinación que tenías, como te recreabas en mis tetas, mi culo o mi chochito, aunque estaba mala me pusiste a cien, luego el otro día cuando te hice desnudarme, me di cuenta que como no fuese yo quien diese el primer paso, te ibas a matar a pajas, y eso no lo voy a permitir, te quiero dentro de mí, y quiero ver eso que escondes con tanto celo.

Estaba sin palabras, me había dejado desarmado, vi cómo me miraba, se bajó de la cama y quito la bandeja del desayuno, estaba temblando nuevamente sabedor de lo que iba a suceder, me miro con lujuria y se quitó la camisola quedándose totalmente desnuda, entro a gatas en la cama y me quito los pantalones del pijama, sus ojos se abrieron como platos y se llevó las manos a la boca, mi polla estaba delante de ella en todo su esplendor dando saltitos de excitación.

—Por favoooor, pero que pedazo de pollón tienes, es una preciosidad, es enorme, preciosa, joder Matías cuanto tiempo perdido con jueguecitos, es la más grande que he visto en mi vida y ahora es mía, ¿Cuánto te mide?

—Lourdes créeme, nunca me he puesto a medírmela, la tengo así desde que era chaval, pero nunca me ha dado por saber su longitud.

Lourdes salió corriendo de su habitación, y vino con un metro y su móvil. Por primera vez note sus manos en mi polla y casi me corro, la midió y puso los ojos en blanco.

—Joder Matías, más de 24cm. qué maravilla. 

Seguidamente saco una foto con su móvil y me alarme, no quería ese tipo de jueguecitos.

—Lourdes no me gusta que me saques fotos, bórrala por favor.

—Matías tranquilo, solo se ve tu polla, tu preciosa polla, se lo voy a mandar a Susana, veras que risa.

Lourdes se sentó a horcajadas sobre mí, nuestros sexos entraron en contacto, agarre su culo con mis manos y la atraje hacia mí, empezando a devorar sus tetas, Lourdes empezó a gemir mientras movía sus caderas a lo largo de mi polla, sonó un mensaje en su móvil, lo miro y empezó a reírse, era de Susana, algo empezó a escribir, pero no la deje terminar, la quite el móvil y lo apague.

—Lourdes, quiero toda tu atención, no quiero que un móvil interrumpa esto, te voy a follar hasta que me pidas que pare, te llevo deseando muchos meses.

Ella me agarro la cara con sus manitas y nuestras bocas se juntaron, las lenguas jugaron a darse placer, se enroscaban invadíamos nuestras bocas acariciábamos nuestros labios, se separó de mí y me miro a los ojos con deseo.

—¿Puedes apoyar con hechos lo que me acabas de decir?

Lourdes me acariciaba la cara mientras me miraba con deseo, sentía su cuerpo y su calor, sentía la humedad de su sexo en mi polla, la tenía empapada, su olor me embriagaba, me llenaba y me sobrepasaba, sus caderas no dejaban de moverse, y yo estaba al límite, en esos momentos Lourdes era mucha mujer para mí.

No me quise acobardar por ella y su seguridad, quería ser dueño de la situación, la mire desafiante, haciéndome dueño de la realidad, amasaba su precioso culo, mientras sus caderas no dejaban de moverse. Hice  algo que me costó, así como estaba y haciendo esfuerzos, levante a Lourdes y me quede de rodillas, sus piernas rodearon mis caderas y se colgó de mí, mi polla rozaba su chochito, haciendo que gimiese y se desesperase pensando que la iba a follar, nada más lejos, estaba acojonado, hacía muchos años que no estaba con una mujer y si me la follaba ahora no iba a durar ni un minuto, la abrace fuerte con mi brazo izquierdo, mientras apoyaba el derecho en la almohada y la dejaba caer delicadamente sobre el colchón, Lourdes volvió a besarme con pasión, me miraba de una manera que me desarmaba.

—Follame Matías por dios, estoy deseando sentirte dentro de mí.

—Shhhh, espera mi vida, la dije susurrando, si hago eso ahora solo voy a disfrutar yo, y no quiero eso, quiero que gocemos los dos.

Puse un dedo sobre sus labios y los bese, fui bajando lentamente, besando todo su cuerpo, me recree en sus tetas, tantos meses deseadas, eran perfectas, Lourdes arqueaba su espalda y gemía, baje por su estómago, su ombliguito, besando cada centímetro, me puse entre sus piernas, y desde las rodillas fui subiendo lentamente, besando sus muslos, llenos, duros, perfectos, y por fin me encontré frente a ese santuario digno de halagos, aspire su aroma, su olor penetrante, un escalofrío recorrió mi espalda, sus labios mayores era perfectos, mullidos, suaves y escondían unos labios menores delicados, finos, su clítoris sobresalía ligeramente debido a la excitación, notaba la respiración acelerada de Lourdes, y todo su chochito brillante, rezumando flujos, mi boca se apodero de ese manjar y se encargó de su clítoris, mi lengua no paraba de lamerlo y mimarlo, Lourdes no tardó mucho en alcanzar un orgasmo, mientras gemía y gritaba a partes iguales.

—Joder, joder, siiiiiiiiii.

Con sus manos, aparto mi cabeza, estaba muy sensible y la molestaba que siguiese castigando su clítoris, fui besando nuevamente su cuerpo hasta llegar a su preciosa cara, mi polla rozaba los labios de su sexo y las caderas de Lourdes hacían por atraparlo y hacerlo suyo, me miraba con los ojos brillantes y carita de deseo, por dios no iba a aguantar nada era preciosa, era perfecta.

—Lourdes eres preciosa y sabes muy bien, te comería entera.

Diciendo esto metí más de la mitad de mi polla en su interior, Lourdes grito de gusto, mientras echaba su cabeza hacia atrás y agarraba el edredón crispando sus manos, sus ojos estaban en blanco y boqueaba como un pez.

—Jodeeeeeer que rico, por dios sigueeeeeeee, grito Lourdes excitada.

Puso sus piernas abrazando mis caderas y atrayéndome más hacia su interior, su chochito era estrecho y oprimía mi polla deliciosamente, pero llego a un punto que ya no entraba más, tenía mi glande intentando perforar su cérvix y todavía quedaban cuatro dedos por entrar, mi dulce niña seguía haciendo fuerza intentando que entrase más y yo temía hacerla daño, de repente algo cedió en su interior y mi polla prácticamente desapareció dentro de ella, Lourdes me miro con los ojos muy abiertos y exploto en un orgasmo arrollador, que hizo que su cuerpo se convulsionase.

—Siiiiiiiiiiiiii, por dios, que gustooo, me muero, me estas matando, ahhhhhhhhhhhhh.

Yo no aguantaba más, mi polla estaba literalmente atrapada en su interior y notaba las contracciones de su vagina exprimiéndome para sacarme toda mi esencia.

—Lourdes, me corro, me corro y no llevo condón.

Creo que nunca he visto una mirada como la de Lourdes en ese momento, mirada de determinación, de me importa todo una mierda salvo lo que estoy sintiendo ahora mismo y con quien lo estoy sintiendo, con voz temblorosa y entrecortada me lo dijo.

—Dentro mi amor, córrete dentro, no te preocupes de nada.

Y explote, mi polla se hinchó y lanzo el primer trallazo de semen, cuando Lourdes lo noto en su útero, exploto en otro orgasmo sin haber terminado el anterior, mi polla no paraba de inundar su interior, literalmente se abrazó a mí con toda su fuerza fundiendo nuestros cuerpos en uno de los mayores orgasmos que recuerdo, tardamos varios minutos en recuperar nuestras respiraciones, seguíamos muy abrazados, Lourdes me besaba por toda la cara y yo la correspondía, nos mimábamos, juntábamos nuestras bocas y nos besábamos con lujuria, yo seguía teniendo mi polla al máximo, dura como una barra de acero, hice el amago de sacarla, pero Lourdes cerro los ojos y gimió guturalmente, deshizo su abrazo con las piernas sobre mí y las abrió hasta el máximo mientras sus manos me agarraban el culo y me atraían nuevamente hacia ella.

—Sigue mi amor, no pares, quiero tenerte siempre dentro  de mí, no quiero perder esta sensación, me estas matando de placer, ummmmm.

Empecé a bombearla lentamente, pero llego un momento en que perdí los papeles y la folle salvajemente, no era yo, no me conocía, pero Lourdes lejos de asustarse me miro con deseo y empezó a encadenar un orgasmo tras otro, al haberme corrido aguantaba lo que me echasen, y el hambre de sexo atrasada me hacía ser creativo y tener el mando de la situación, le saque la polla y ella me echo una mirada asesina.

—Ponte encima de mi cariño, cabálgame.

Lourdes me miro divertida, puso la punta de mi polla en su entrada y de dejo caer sin problema, ver su carita, el movimiento de sus tetas y como movía sus caderas era algo que nunca olvidare, bendita juventud, era como un volcán que era imposible apaciguar, pero que me encendía a mí también, mi aguante empezaba a menguar, verla disfrutar, como se retorcía según llegaban sus orgasmos, me hizo adelantar mi corrida, no la avise, solo me agarre a sus caderas y le clavé mi polla en lo más hondo de su coñito y volví a inundarla, Lourdes grito su orgasmo pegando su sexo a mi pubis y moviendo sus caderas, me parecía imposible que toda mi polla estuviese alojada en su interior.

Cuando terminamos, mi polla seguía clavada hasta la empuñadura, ella se mantenía erguida, con los ojos cerrados mientras se movía dulcemente y se mordía el labio inferior, ver a semejante diosa empalada con mi polla en su interior, me hacía soñar, en esos momentos me hubiese gustado tener 20 años menos, para mí era la mujer de mi vida, nunca nadie se había portado así conmigo ni había sacado la fiera que llevaba dentro, nunca había sabido donde estaban mis limites, sabía que con Lourdes los descubriría.

No me di cuenta, estaba absorto en mis pensamientos, me estaba mirando fijamente, una sonrisa de felicidad en su cara lo decía todo, me miraba dulcemente, sus ojos risueños se clavaban en mí, se dejó caer sobre mi pecho y me beso como nunca nadie lo había hecho, el beso duro minutos, pero no deseaba que terminase, mi polla que en principio empezaba a menguar, volvía a ponerse dura y recia dispuesta a un nuevo asalto.

—Joder Matías, nunca había sentido lo que he sentido contigo, me has hecho perder el sentido, has llegado a partes de mi interior donde nunca nadie había llegado, ha sido sencillamente espectacular, y lo he vivido contigo. Encima veo que vuelves a empalmarte sin sacarla, ufff, eres mucho, pero debo de parar me tienes agotada, aunque la sensación de tenerte dentro de mí me encanta.

—Lo siento Lourdes es lo que provocas en mí, hacía muchos años, muchos, que no estaba con una mujer, tu belleza, tu juventud, y tu vitalidad me llevan a estar así.

Lourdes volvió a besarme con pasión, empezó a sacar mi polla de su interior, según salió, fue como quitar el tapón de una botella, empezaron a caer fluidos de su chochito poniendo todo perdido.

—Joder, lo siento Matías, ufff, no puedo retenerlo en mi interior, dijo avergonzada Lourdes.

La atraje hacia mi nuevamente y la bese con pasión, ella correspondió a mi beso poniéndose encima de mi nuevamente.

—Nunca te avergüences de esto mi vida, es la consecuencia de haber gozado como nunca.

Más tranquila, Lourdes, se levantó y se fue al baño, me quede embobado mirando su precioso culo, sabía que sería mío también. Al rato salió del baño, venía con unas toallitas húmedas, me limpio a fondo los restos que habían caído de su interior, y se dedicó a dejar mi polla limpia, sus maniobras dieron su resultado y mi herramienta estaba lista para un nuevo asalto, palpitaba dura entre sus manitas, ella la miraba fascinada, me miro con ojos picaros, mientras sin apartar sus ojos de mí, veía como su boquita se apropiaba de mi polla, empezó una mamada impresionante, bueno para mí lo era, en mi vida no me habían hecho más de tres mamadas, sin sacarla de su boca Lourdes paso una pierna por mi cabeza dejando su coñito en mi boca, la visión que tenía ante mí era la más bella y morbosa que me pudiese imaginar hicimos un 69 perfecto, lamí desde su clítoris hasta su anito, rosado, perfecto, que nos llevó a los dos a otro orgasmo arrollador, note como inundaba mi boca con sus fluidos mientras sus piernas temblaban y gritaba su orgasmo con mi polla en su boca, mi orgasmo crecía sin remedio desde mis huevos.

—Lourdes, me corro, no aguanto más, ufffff, me corrooo.

Esa diosa no se sacó mi polla de su boca, empecé a correrme, oyendo como tragaba mi corrida, fue espectacular y nos quedamos satisfechos los dos. Ella se dio la vuelta y me beso notando nuestros propios sabores.

—Tú también sabes riquísimo, me encanta tu sabor.

Volvió a besarme y nos metimos bajo el edredón, Lourdes se abrazó a mí y al rato estaba profundamente dormida, yo no podía pegar ojo, todavía no me creía lo que me acababa de pasar, la miraba y no me hacía a la idea de haber estado follando con semejante mujer, pensé mucho en ello y me tuve que convencer que lo que no podía permitir es que saliesen los sentimientos, era lo que era, solo sexo, la llevaba 24 años de diferencia, disfrutaría hasta que dijésemos basta, seria duro separarse de ella pero tendría que ser así.

Pasamos un fin de semana impresionante, follamos hasta la extenuación, Lourdes probo todas las posturas habidas y por haber, llevamos a cabo las perversiones más morbosas que se nos ocurrían, parecía un chaval, mi polla estuvo a la altura de las circunstancias, Lourdes alucinaba de la vitalidad que tenía, decía que era mayor que la de los chavales de 20 años de ahora que no aguantaban nada.

Era domingo por la tarde, estábamos en la cocina, yo sentado en una silla desnudo, y Lourdes sentada a horcajadas sobre mí con mi polla clavada en lo más hondo de su interior, me besaba y me miraba con cariño, nos estábamos recuperando de nuestro último orgasmo, brutal y arrollador, mis manos amasaban su culo y jugaban con su anito.

—Ahhhhh, que bien se siente estando así contigo, pero ya es tarde y debemos de empezar a comportarnos como las personas serias que somos, dijo Lourdes divertida, Susana va a venir en cualquier momento y sería raro que nos pillase así, aunque si te soy sincera no me importaría lo mas mínimo.

Volvió a besarme con pasión, haciendo que nuestras lenguas jugasen en nuestras bocas.

—Veo que te gusta mi culito, has estado todo el fin de semana admirándolo, besándolo, sabes que va a ser tuyo ¿verdad?

Cuando oí eso mi polla dio un espasmo de placer, solo pensar que la iba a follar ese culito que me tenía loco era más que suficiente para perder la cabeza.

—Ummmm, veo que tu polla sabe a lo que me refiero, tenemos muchos días por delante, pero me vas a tener que preparar bien, nunca ha entrado nadie por ahí.

Volvió a besarme mientras se levantaba, agarro mi mano y nos fuimos cada uno a nuestra habitación, había sido un fin de semana increíble.

Al poco rato entro Susana como un torbellino en casa, vino hacia mí y me beso en la mejilla como hacia siempre.

—Hola Matías, buenas noches, ¿esta Lourdes en casa?

—Claro, la dije, está en su habitación, ¿ocurre algo?, te veo alterada.

—Nada grave Matías, me dijo Susana con una sonrisa, pero necesito hablar con ella.

Vi como subía corriendo las escaleras y se perdía hacia su habitación, al rato, me fui a preparar la cena para los tres, y cuando estuvo preparada las avise, bajaron la dos riéndose, mire a Lourdes estaba radiante, me giño un ojo y me lanzo un besito sin que la viese Susana, cuando se sentaron, su amiga la miraba con admiración, la cena como siempre fue muy divertida, charlamos y reímos, Lourdes hizo tiempo para que Susana subiese primero, cuando nos quedamos solos se colgó de mi cuello y me beso hasta dejarme sin aire.

—Hasta mañana Matías, que descanses.

—Hasta mañana cielo, que descanses tú también.

La semana transcurrió sin novedades, algo que tuve en cuenta es que Susana vino a comer a casa todos los días, Las pocas veces que podíamos hablar Lourdes y yo abiertamente, me conto que cuando llegó Susana la cosió a preguntas, Lourdes no se cayó nada y la conto con pelos y señales todo su fin de semana, lógicamente no le dijo a Susana quien era su amante secreto, el poseedor de semejante polla, pero Susana rogó, suplico a Lourdes que se lo presentase, mi niña, como pudo esquivo esa suplica, pero sería irremediable que supiese quien era su amante, Lourdes también me conto que con el rollete que estaba Susana había salido un poco “pez”, era echar un polvo rápido y quedarse dormido, y no hacer nada más, joder, que desperdicio, pensé para mis adentros, Susana era una belleza y tenía un cuerpo precioso.

—Estoooo, Matías, te tengo que decir algo, dijo Lourdes con cara de pena.

—Dime lo que sea Lourdes, sabes que no hay problema.

—Me ha llamado mi madre, va a pasar el fin de semana con nosotros ¿el viernes por la noche, nos podemos acercar a recogerla a la estación de autobuses?

—Por supuesto cielo, no hay problema, me encanta que venga a verte.

—Pero sabes lo que significa eso.

—Por supuesto, pero como tú me dijiste hay muchos días por delante.

Lourdes me miro seria, y me beso con cariño, la dio igual que estuviese Susana en casa, deseaba hacerlo y lo hizo.

—Matías, eres…eres increíble, nunca vas a dejar de sorprenderme.

En el fondo me hubiese gustado quedarme el fin de semana a solas con Lourdes y follar como conejos, pero me apetecía ver otra vez a Elvira, esta vez venia ella sola sin Ana la madre se Susana, y si os soy sincero, mi vena crápula salió  para sorprenderme, no me importaría enrollarme con Elvira, con ella sí sé que podría llegar a algo, aunque la idea me parecía descabellada.

El viernes, estábamos Lourdes y yo en la estación de autobuses, esperando a que llegase su madre, el autobús, venía con retraso, pero no nos importó, podíamos estar juntos y no escondernos, nos abrazábamos y nos besábamos, aunque me molestaba como nos miraba la gente, tantos años de diferencia se notaban y Lourdes se dio cuenta.

—Cielo mírame, dijo Lourdes, mírame y dime que es lo que piensas.

—Lourdes no me creo que estemos así, creo que tengo quince años, estoy viviendo una segunda pubertad, me encanta lo que estoy viviendo contigo.

—Pues quédate con eso, dijo Lourdes, y no permitas que la gente te juzgue por lo que estás haciendo, haces lo que deseas, lo que deseamos, eso es lo más importante.

Me gustaba como pensaba Lourdes, era muy madura, pero sobre todo me encantaba esa pose de me importa una mierda lo que pienses de mí.

Elvira no tardó en aparecer delante nuestra, a ver si no me confundo cuando quiero explicar lo que siento, Lourdes era increíble, su juventud era su mejor arma, me tenía cautivado, preso de su belleza y de su cuerpo, pero Elvira era lo mismo elevado a la décima potencia, su serenidad, su sensualidad, su madurez y su cuerpo perfecto eran armas arrolladoras que relegaban a su hija a segundo plano. Elvira se fundió en un abrazo con su hija interminable, mientras se cubrían de besos.

—Mírate, decía Elvira a su hija, estas preciosa y radiante, guapísima, mi niña querida, ¿Qué tal va todo?

—Muy bien mama, soy muy feliz, Matías me cuida como a una hija y además he conocido a alguien que me está haciendo tremendamente dichosa.

Me puse tenso, mire a Lourdes asustado, pero su mirada me tranquilizo, para ella era como un juego que sabía que no podía perder.

—¿Ah, sí? Dijo Elvira, eso me lo tienes que contar más detenidamente.

Seguidamente, Elvira me miro con cariño y me abrazo dándome un beso en la mejilla de agradecimiento.

—Matías, me alegro de verte.

—Yo también Elvira, estas guapísima

Elvira me miro halagada y me volvió a besar pero esta vez muy cerca de la comisura de mis labios, ese gesto erizo mi piel. Le cogí la maleta y nos dirigimos a mi coche, de camino madre e hija estuvieron charlando animadamente entre ellas y conmigo. Cuando llegamos a casa, subí la maleta a la habitación que Elvira ocupo la vez anterior, ella entro detrás de mí, cuando iba a salir me agarro del brazo y me atrajo hacia ella.

—Matías, te agradezco que me dejes quedarme en tu casa, cerca de Lourdes.

—Faltaría más Elvira, no me des las gracias, sabes que puedes venir todas las veces que quieras, como si quieres quedarte más días o venir todos los fines de semana, eres bienvenida.

Casi me moría por decírselo, como si te quieres quedar a vivir aquí, la miraba y cada rato me parecía más hermosa. En esos momentos ni me acordaba que hacia una semana en el cuarto de al lado me folle a Lourdes hasta la extenuación, y disfrute como nunca con ella.

—Eres un cielo Matías, gracias.

Les dije que iba a preparar la cena, ellas se quedaron arriba y yo me fui a la cocina a preparar algo de cenar, cuando bajaron como siempre Lourdes me tiro un besito volado y me guiño un ojo, sin que su madre se diese cuenta, la cara de Elvira era muy risueña, y reflejaba lo a gusto que se encontraba en esos momentos, la puerta principal se abrió y apareció Susana, que corriendo fue a abrazarse con Elvira.

—¡¡TIA ELVIRA!!

—¡¡ Susana, cariño!! Pero que guapa esta tú también, como habéis cambiado, las dos, estáis preciosas. Tu madre me ha dicho que te de un beso muy grande de su parte, y que la disculpes, pero ese viaje de trabajo era inaplazable.

—No te preocupes Elvira, ya nos veremos en otro momento.

Como siempre la cena fue magnifica, la compañía, la mejor que se pudiese desear, estuvimos haciendo una sobremesa larga, prepare café, y luego unos chupitos, cerca de las dos de la mañana, nos retiramos todos a nuestras habitaciones, yo como siempre me duche, y me baje a tomar mi vaso de leche, no habían pasado ni cinco minutos y vi bajar a Elvira, espectacular, llevaba una camiseta ceñida que se ajustaba a su cuerpo perfectamente dejando su ombliguito al aire, sus tetas se marcaban sin problema, sus pezones iban a romper la tela, unos pantaloncitos cortos y muy ajustados, no dejaban nada a la imaginación, joder, ¿esta mujer me estaba poniendo a prueba?, no se veían marcas de ropa interior, se paró cerca de mí, vi de reojo su chochito perfectamente marcado por esos pantaloncitos mínimos.

—¿Me puedo sentar Matías?

—Como no Elvira.

Aproveche para retirar un cojín, y ponérmelo encima para que no se viese la incipiente erección que tenía, esta noche Elvira estaba tremendamente sexy, arrebatadora, en esos momentos, me hubiese encantado follarmela en ese sillón, quitarle esos pantaloncitos y empaparme de ella, mientras mi rabo taladraba su coño con saña, solo de imaginármelo, mi polla se ponía como un bloque de acero, estuvimos charlando de muchas cosas, conversar con ella era muy fácil.

Esa noche no ocurrió mucho más, solo que cuando llegue a mi habitación, me tuve que hacer una paja como cuando era un jovenzuelo, en esos momentos eche mucho de menos a Lourdes, me hubiese encantado follarmela hasta caer rendido, joder que sarcasmo, me calentaba la madre pero me quería follar a la hija.

Al día siguiente me levante muy temprano, me fui a correr un rato, necesitaba despejarme, Elvira me tenía al borde de la locura, era perfecta y la deseaba, pero luego estaba Lourdes, un terremoto por donde la mirases, pasional, temperamental y joven, muy joven, tenía que poner orden en mi cabeza, aunque un menage a trois, no lo descartaba, muy, muy difícil, pero no imposible.

Cuando llegue, todo el mundo seguía dormido, me duche y me cambie, baje a la cocina y me dispuse a preparar el desayuno, al poco bajo Elvira, mucho más recatada que por la noche, estuvimos charlando animadamente, ella muy cerca de mí, me acariciaba, casi diría que me miraba con deseo, cuando bajaron las chicas nos dijeron que, ese día lo pasaban fuera, habían quedado con unos amigos y llegaría a la noche, tarde, y que no las esperásemos despiertos.

Ese sábado para mí fue espectacular, comimos fuera, estuvimos de compras por la tarde, fuimos al teatro y luego Elvira me invito a cenar, la verdad que parecíamos dos enamorados, incluso en alguna ocasión me agarro de la mano y no la soltó, esa noche volvió a ocurrir más de lo mismo, nos retiramos a dormir y yo me baje a tomar mi vaso de leche, al poco rato bajo Elvira y se me corto la respiración, llevaba algo parecido a un camisoncito muy corto, casi transparente, se le veían perfectamente sus tetas a través de tan vaporosa tela, cuando se acercó más a mí la braguita que llevaba mínima dejaba su pubis al aire a través de ella se le veía perfectamente su sexo, totalmente depilado, se quedó de pie frente a mí, muy cerca, mire hacia arriba y vi sus tetas desafiando la gravedad y más arriba su carita muy sonriente.

—¿Te gusta lo que ves? Pregunto Elvira.

—Elvira me has dejado sin aliento, me dan ganas de saltar sobre ti y, y bueno…

No me salían las palabras, lo que me gustaría es quitarle esa ropita y follarla, joder, mi educación y mis principios me impedían ser tan descarado pero eso es lo que deseaba.

—Te lo voy a poner fácil, me dijo Elvira, te gustaría follarme, ¿a qué si? Dijo sensualmente

—Joder Elvira, ¿tú qué crees? No soy de piedra.

—Bien, muy bien, esto marcha, dijo Elvira, con una gran sonrisa.

Seguidamente se dio la vuelta y me dejo ver su culito, perfecto, la braguita casi no podía contener esas dos esferas perfectas de carne, que se abrieron para mí cuando Elvira se agacho para recoger algo que estaba sobre el asiento del sofá. Se sentó y me miro muy interesada, llevaba una especia de encuesta o estadillo.

—Dime Matías, bajo tu opinión ¿Qué puntuación das a este modelito que llevo puesto? Siendo 1 poco excitante y 10 muy excitante.

—¿Cómo dices?, la dije confuso.

—Bueno veras, tu opinión es muy importante para mí, ya sé que no hemos hablado de ello, pero tengo una web de venta de artículos eróticos, y ahora también de lencería intima, y todas las opiniones las valoro mucho, en todas las prendas pongo mi valoración, para que las mujeres sepan que ha producido dicha prenda sobre el hombre, por ejemplo, este modelito no baja de 9, y el de ayer que tenía puesto esta entre 7 y 10, esta valoración esta sobre un muestreo de unos 75 hombres.

—75 hombres que tu…

—Que yo he entrevistado, y me han dado su punto de vista, tengo que ser objetiva y mejorar en lo que pueda mi producto para mejorar las ventas.

Creo que en esos momentos mis niveles de serotonina, cayeron a niveles alarmantes, se me había caído el mundo encima, mierda, esta mujer era una…una, joder una puta, no sé cuántos habitantes serian en su pueblo, pero seguro que se había follado a todos. Mi polla que antes de esta noticia estaba en posición de firmes se redujo a la mínima expresión, me encontré bastante mal, quería gritar y liarme a guantazos con algo.

—Bien Elvira, dije muy serio, creo que me voy a retirar a mi habitación.

—No Matías todavía no hemos terminado…

—Creo que si hemos terminado, sinceramente, no me interesan tus encuestas sobre lencería intima.

Diciendo esto me levante, vi como Elvira miro mi entrepierna pero no adivino nada, porque no había nada que mostrar, vi su cara de frustración, me miro y me despedí fría, pero educadamente de ella. La noche fue horrible, prácticamente no dormí nada, todas las ilusiones que me había hecho con Elvira se diluyeron, ahora lo que realmente me preocupaba era Lourdes, mi pobre niña, ¿sabría a lo que se dedicaba su madre?, cientos de preguntas se agolpaban en mi cabeza, pero no obtenía ninguna respuesta. Oí a las chicas llegar, serían las cinco de la mañana, llegaban algo achispadas por las risas, me limite a intentar dormir y pensar cómo afrontar el día del domingo, sinceramente no me apetecía estar con Elvira, deseaba que fuese la hora de ir a la estación de autobuses a dejarla y que se fuese.

Al final no dormí nada, me levante serían las siete y media de la mañana, estaba de mal humor, muy irritado, hacía muchos años no me encontraba en esa situación, temía el momento en que Elvira y yo nos encontrásemos, y ese momento no tardó en llegar.

—Buenos días Matías, dijo Elvira muy seria.

—Buenos días, dije muy frio y casi sin mirarla.

Ninguno de los dos dijo nada más, esa química del día anterior había desaparecido, esas ganas de sentirnos de acariciarnos se había esfumado, mi lenguaje corporal lo decía todo, deseaba no estar en su mismo entorno, ese tipo de personas me asustaba, nunca había estado con una puta, eran mis principios y no los pensaba alterar por nada ni nadie, por mucho que me gustase.

—Matías, sé que algo ha pasado, creo que lo ayer por la noche no te lo esperabas, solo quiero decirte que…

—No me hace falta que me digas nada, es tu modo de vivir la vida, no es que la apruebe, pero si es lo que deseas, que así sea.

Vi el mentón de Elvira temblando y sus ojos muy brillantes, venga ya, ahora no me vengas, con lloros.

—¿quieres que me vaya?

—Por dios no Elvira, eres mi invitada y sabes que esta es tu casa.

—Pues entonces compórtate como si te apeteciese tenerme a tu lado joder, dijo Elvira visiblemente enfadada.

Se levantó sin desayunar y se fue a no sé dónde, esto no lo quería, no me gustaba esta situación, tampoco quise ir tras ella y hablarlo, a lo mejor me hacia otra encuesta y pasaba. La mañana transcurrió sin novedad, Elvira estaba encerrada en su habitación, y no salía, sobre las dos de la tarde apareció Lourdes en la cocina con una resaca increíble, se extrañó de no ver a su madre conmigo, pero aprovecho y me dio un morreo que me dejo sin habla, su boca estaba pastosa y sabia a algo acre y algo sin determinar, definitivo, hoy no era mi día.

La comida lejos de ser, entretenida y divertida, fue silenciosa y muy seria, ninguno de los presentes levanto la vista de sus platos, cuando terminamos Elvira con los ojos muy rojos de llorar se disculpó.

—Perdonadme voy a mi habitación a hacer la maleta, quiero salir pronto de aquí, tengo trabajo que hacer en casa.

Lourdes no es tonta, sabía que algo había pasado, según salió Elvira de la cocina, salió tras ella, Susana, estaba tan ida que no se enteraba de nada, según termino, se disculpó y se fue a dormir a su habitación. La despedida en la estación de autobuses fue muy fría entre Elvira y yo, nada que ver con la recepción del viernes, la cara de preocupación de Lourdes era latente, vimos partir el autobús y nos fuimos a casa, ninguno de los dos dijo nada durante el trayecto.

Durante la semana, el día a día de Lourdes y mío también había cambiado, ya no había besos apasionados ni nada parecido nuestro trato era afable pero muy correcto, en esos momentos sinceramente me arrepentía de haber iniciado esta aventura, estaba muy incómodo y no sabía muy bien cómo actuar, deseaba abrazar a Lourdes y sentir su calor, deseaba rebobinar la vida y volver de nuevo al viernes en esa estación de autobuses y actuar de otra manera, pero ¿de cuál?

El jueves Lourdes me dijo que Susana y ella se iban al pueblo, quería estar con su madre, había hablado un par de días con ella y la notaba muy deprimida, me sentí muy mal por lo que me dijo, porque pienso que yo era una de las causas de que estuviese así, Lourdes se quedó mirándome en silencio durante unos interminables segundos, esperando que la dijese que yo también me iba con ella, pero no tuve fuerza ni ganas. Creo que mi “aventura” con Lourdes había llegado a su fin, no es que fuese fría conmigo, pero esa pasión de antes de que viniese su madre se había esfumado.

Ese fin de semana fue muy triste, pensaba que Lourdes y yo tendríamos dos días se sexo desenfrenado y podría por fin probar los placeres del sexo anal, totalmente desconocido para mí, lejos de eso me marche el viernes por la noche a casa de unos amigos que viven en la sierra de Madrid, no sin antes dejar a las chicas en la estación de autobuses, las dos se despidieron de mi como siempre y me marche a casa de mis amigos, por lo menos ese fin de semana no estuve solo, creo que mi casa se me habría caído encima. La mujer de mi amigo enseguida intuyo que algo me pasaba, más o menos le conté lo que había pasado, sin contarla que me había acostado con Lourdes, fue comprensiva y me supo escuchar, pero me dijo que me había sacado conclusiones erróneas a su parecer.

—Te has precipitado juzgando a esa mujer, que tenga una web de artículos eróticos y lencería intima, no implica que sea una puta, no seas tan obtuso; si realmente te importa, habla con ella y aclara todo esto no seas bobo.

El domingo me fui a mi casa, cuando entre todo estaba en silencio, las chicas no habían llegado todavía, mi casa estaba sorda y eso me entristecía, me había acostumbrado al jaleo de tenerlas allí, esperaba que me mandasen un wasap, pidiéndome que las fuese a recoger a la estación de autobuses, pero no, no pasó nada; cerca de las once de la noche me fui a dormir y caí en un profundo sueño, ni me entere de cuando llegaron.

El Lunes me fui a trabajar y no las vi, parecía que todo se había ido a la mierda, empecé a pensar que cuando terminase el curso, casi sería mejor acabar con esta historia de alquilar las habitaciones, lo que en un principio, me pereció una idea magnifica se había liado hasta hacerse  desagradable.

El lunes a medio día estaba solo en la cocina preparando algo de comer, oí como se abría la puerta y la voz dulce de Lourdes preguntaba si había alguien, entrando a la cocina.

—Hola Matías, ¿Qué tal tu fin de semana? Dijo Lourdes acercándose y dándome un beso en la mejilla.

—No muy bien Lourdes, me fui a casa de unos amigos, no quería estar solo, pero ha sido un fin de semana triste.

Lourdes me acaricio la espalda y me dio otro beso en la mejilla, y se fue a su habitación, yo seguía en la cocina terminando de preparar la comida cuando note como Lourdes se abrazaba a mi desde atrás con fuerza dejándome sentir sus tetas clavadas en mi espalda mientras me daba un beso en la nuca que me erizo la piel y acariciaba mi pecho.

—Yo también te he echado mucho de menos, pero necesitaba ir con mi madre y saber qué es lo que pasa.

Diciendo esto me dio la vuelta y quede frente a ella, impresionante es un adjetivo que no la describe, llevaba puesto el mismo modelito que se puso su madre el viernes por la noche, los pezones iban a romper la tela, su ombliguito al aire con su sensual piercing brillando, y esos pantaloncitos, mínimos, metiéndose en cada recoveco de su perfecta anatomía me volvieron loco, coquetamente giro sobre si y me miró fijamente, trague saliba, mi polla iba a reventar el pantalón.

—Matías, ¿reconoces este modelito?

Volví a tragar saliva y asentí con la cabeza.

—Y dime Matías, ¿te gusta cómo me queda?, cuéntame, ¿Qué es lo que sientes?

—Estas preciosa con él, y me dan ganas de arrancártelo y follarte hasta que caigamos rendidos.

—Dímelo con sinceridad mi vida, ¿crees que soy una puta?

La mire sorprendido, casi asustado, ¿Cómo se le ocurría pensar eso?

—Pero por dios Lourdes cómo crees que voy a pensar eso de ti, para nada pienso eso, lo que sí creo es que rezumas sensualidad por cada poro de tu piel y me haces perder la cabeza.

Lourdes me sonrió con cariño, y me beso con dulzura, pegando su cuerpo al mío y sintiendo mi dureza en su tripa.

—Entonces mi vida, explícame por qué el sábado por la noche hiciste sentir así a mi madre, prácticamente te he hecho las mismas preguntas que ella te iba a hacer, pero a mi madre la humillaste, ¿Por qué?

La cara de Lourdes había cambiado, era seria, se sentó en una silla frente a mí, cruzo sus brazos haciendo que sus tetas se subieran y la hicieran un busto precioso, cruzo las piernas en actitud de esperar. Sabía que tenía que ser sincero con ella si quería que todo fuese bien no podía engañarla, Lourdes no era tonta.

—Lourdes, ¿tú sabes a lo que se dedica tu madre?

—Por supuesto que lo se Matías, yo la ayude a montar la página donde vende sus productos.

—¿Solo eso, vende sus productos?

—Única y exclusivamente Matías, te lo aseguro, la venta de productos eróticos esta al alza, y mi madre ha sabido gestionar muy bien su pequeña empresa.

—Veras Lourdes, la noche del sábado tu madre bajó al salón con un modelito impresionante.

—Lo se Matías, mi madre me lo enseño, me dijo que estaba muy nerviosa pero quería enseñártelo a ti en persona, esa noche quería acostarse contigo, mi madre esta coladita por ti, pero es boba, y aprovecho para hacer su puñetera encuesta, rompiendo el momento.

Volvía a estar confundido y muy, muy sorprendido.

—Pues no lo entiendo, le dije a Lourdes, después de haber hecho en persona esa encuesta enseñando su modelito a 75 hombres, me imagino que o todos o la mayoría, se habrán acostado con ella, no tenía por qué estar nerviosa.

—Pero que dices Matías, ¿te has vuelto loco? Dijo Lourdes poniendo cara de asombro.

—A ver, tu madre me dijo y son palabras textuales, que ese modelo lo habían valorado 75 hombres, 75 hombres que a los que les había mostrado ese conjunto como me lo estaba mostrando a mí, y que ella los había entrevistado personalmente, tenía que ser objetiva para mejorar sus ventas, ¿Qué quieres que piense?, pues que tu madre se ha follado a todo lo que se mueve mostrando sus modelitos y haciendo encuestas, dije ya medio enfadado, por eso me comporte así con ella el domingo, se me cayó el mundo encima.

—Matías de verdad, mi madre y tú estáis hechos el uno para el otro, dijo Lourdes divertida.

—Pues que quieres que te diga, yo no lo veo, le dije a Lourdes algo molesto.

—Los dos sois igual de gilipollas, y perdona por el adjetivo, pero es así, dijo Lourdes, Matías has metido la pata, te has equivocado, y mi madre es tonta y no ha sabido explicarse o tu no la has dejado.

Diciendo esto, Lourdes salió de la cocina corriendo, joder como me gustaba la vista de su culo moviéndose con gracia mientras corría. Al rato apareció con su ordenador portátil.

—Mira Matías, la página de mi madre, y aquí está el modelito en cuestión, ¿es así?

—Sí, lo veo, la dije, ese es el modelito de marras.

—Pues mira, si bajas un poco, ves “ver video” lo descargas y aparece esto.

En esos momentos, una modelo que no era Elvira aparecía en pantalla modelando en diferentes posturas.

—Y más abajo zoquete, “danos tu opinión”, dijo Lourdes casi partida de risa, y mira que coincidencia hay 75 opiniones, que además son de hombres que han visto el video. Mi madre ha entrevistado a 75 hombres virtualmente, no en persona, ni se ha acostado con ellos, ese es el pequeño detalle que no supo matizar.

Cerré mis ojos y me di cuenta de la metedura de pata que había cometido con Elvira, un sentimiento de culpa, me invadió y me sentí ridículo.

—Dios mío Lourdes, vaya metedura de pata, me siento ridículo y muy mal, ahora entiendo el malestar de tu madre.

—Te digo una cosa Matías, mi madre es un cacho de pan, buena persona donde las haya, pero también muy orgullosa, te va a costar dios y ayuda que te perdone y que vuelva a confiar en ti.

En ese momento lo decidí, el Sábado por la mañana me acercaría, al pueblo de Elvira y le presentaría mis más sinceras disculpas, estaba pensando en ello y ni me entere, de pronto me vi solo en la cocina, Lourdes había desaparecido y no me había dado ni cuenta, pensaba que se había ido a cambiar para comer, me había dejado con un calentón brutal, pero el descubrimiento de mi metedura de pata me había dejado un tanto apagado.

Volví a mis cazuelas y mis guisos, pero de nuevo sentí el cuerpecito de Lourdes que se abrazaba fuertemente a mí desde atrás.

—Tranquilo cariño mío, veras como todo se arregla. Dijo Lourdes.

Me di la vuelta y Lourdes seguía abrazada a mí, no se había cambiado, la estreché contra mí, sintiendo la calidez de su cuerpo, bese su cabecita.

—Matías no te haces una idea de lo que te he echado de menos, he hablado con Susana, no va a llegar hasta la noche, ¿tienes mucha hambre?

—De ti cariño, tengo hambre de ti.

Solo me dio tiempo de apagar los fuegos, Lourdes me empujo suavemente y me sentó en una silla, se sentó a horcadas sobre mí, agarro mi cara y me beso dejándome sentir su lengua en mi boca, mis manos se aferraron a su precioso culo, esos pantaloncitos no tapaban nada, aun así metí mis manos por dentro, lógicamente no llevaba ropa interior, toque su rajita empapada, esperando mis caricias, sus caderas se movían lascivamente sobre mi polla que a esas alturas deseaba salir de su encierro.

—Ufffff, Lourdes déjame quitarme los pantalones, me están haciendo daño.

Lourdes me beso se levantó y me puse de pie, me quito la camisa mirándome a los ojos,  ella no tardo en arrodillarse y en una de las visiones más eróticas, me desabrochaba el pantalón, me quitaba los zapatos y los calcetines, y tirando de mi bóxer me dejo desnudo, mi polla salto furiosa y quedo frente a su carita, la agarro con las dos manos y me empezó a pajear, miraba a mi polla con reverencia, con deseo.

—Nunca me cansaré de tenerla en mis manos, dijo Lourdes.

Acerco sus labios y me dio besitos por la puntita, me miro con una cara de puta que me subyugo, y se metió todo lo que pudo en su boquita, la visión era turbadora, sus manitas pajeándome a la vez que me la mamaba y me miraba con descaro a los ojos, el placer que me estaba haciendo sentir era increíble. Agarre su cabecita y fui yo quien empezó a follarme su boquita, ella con sus manos me limitaba para que no la ahogase, aun así se oía el gorgoteo de mi polla haciendo tope en su garganta y bañando de babas mi polla, sus ojos estaban llorosos, pero me miraba con placer, estuvo así varios minutos y empecé a notar mi orgasmo creciendo en mis huevos.

—Lourdes, me voy a correr, cielo no aguanto mucho más…joder que bien la chupas, me corrooo, me corroooooooooo.

Mire la carita de Lourdes, sus ojos risueños, note como se hinchaba mi polla y empecé a soltar leche en la boquita de Lourdes, mi niña tragaba con glotonería, no dejo que se escapase nada, el placer que me daba era indescriptible, cuando termine la mire con amor, mientras ella risueña, dejaba mi polla limpia y reluciente. La ayude a levantarse y la bese apasionadamente, la comía la boca sin vergüenza, mordiendo delicadamente su lengua y sus labios.

—Vamos a tu cama, dijo Lourdes, te quiero dentro de mí.

Me agarro de la mano y me llevo con prisa hasta mi dormitorio, cuando llegamos tardo nada y menos en desnudarse se tumbó en la cama y se abrió de piernas echándome los brazos, me quede mirándola impresionado, su belleza, su juventud y su dulzura, quise grabar en mi cerebro esa imagen, que no se borrase nunca, porque  pensé que después de lo ocurrido no volvería a verla así, me tumbe encima de ella y me abrazo con fuerza, busco mi boca y nos besamos con desesperación, quería saborearla primero, la mire con cariño y fui bajando, besando su cuerpo, me recree en sus tetas, esas impresionantes tetas que agradecían mis cuidados, los gemidos no tardaron en salir de la garganta de Lourdes, me agarraba la cabeza y empujaba hacia abajo, me doblegué a sus deseos y baje lamiendo su ombliguito y acomodándome entre sus piernas me inunde de su olor y su sabor, lamí chupe y me recree en ese santuario que Lourdes me ofrecía, la follaba con mi lengua, intentando llegar lo más hondo que podía, luego subía y atrapaba su clítoris con mis labios haciendo que se retorciera de placer.

—Joder Matías, nunca me han comido el coño como me lo comes tú, ahhhhhh, así mi vida, dame lengua que me tienes a punto, ummmmm…asiiiiii, joder…joder.

Arqueo su espalda, vi como su pecho se hinchaba y gritando estallo en un orgasmo que hizo que sus pulmones se vaciaran, cogió aire de nuevo y empezó a respirar como si la faltase el aire.

—Ahhhhh, ahhhhhh, dios que gusto…ufffff, pero sigo queriéndote dentro de mí.

—Tus deseos son órdenes para mi cariño, la dije con la polla como una barra de acero.

Fui subiendo y besando nuevamente su cuerpo, no me demore mucho, y le clave sin compasión la polla en su estrecho coñito.

—Ahhhhhhhh!! Que cabrón, por dios, siiiiiiii, que gustooooooo.

Empecé a bombearla con furia, a Lourdes le iba la caña, el que la follasen duramente, empezó a gritar, estaba fuera de sí, empezó a correrse y gritar, sus caderas se movían rápido buscando más placer.

—Así, así…mas…maaaaaassssss, rómpeme, destrózame, follameeeee, pero no pares por lo que más quieraaaasssss.

Veía como estaba en trance, los ojos en blanco, la respiración agitada y sus pulsaciones disparadas, mi polla entraba totalmente en su coñito, no dejaba nada fuera, me parecía increíble, me tenía atrapado con sus piernas por la cintura y cuando no había más polla para meter ella hacia fuerza queriendo más, pare y la dije que se diese la vuelta, me miro con esa cara de putón que me ponía a 100, dejo su culo y su chochito a mi merced, le clave la polla hasta que mis huevos chocaron con su clítoris, Lourdes dio un grito ronco.

—Por dios, que gusto, no pares de follarme.

Empecé a bombear otra vez con saña, mis manos apoyadas en sus riñones hacia que hundiese su cuerpo arqueando su espalda en una sensual pose, desde esa posición vi el anito, abierto, precioso, chupe mi dedo gordo  y se lo introduje en su culo, ella gimió más fuerte y me miro con lujuria.

—¿Te gustaría follarme el culito?, dijo Lourdes con cara de vicio.

—Joder que sí, la dije excitado, me encantaría.

No sé de donde, sacó un bote de lubricante y me lo dio. Yo no paraba de follarla por el coño.

—Pues lubrícalo bien y follame el culito mi amor, lo he preparado para ti.

Joder como me ponía oírla hablar así, era como meterme Viagra en vena, lubrique bien su culito sin dejar de follarla, Lourdes bufaba de placer, saque mi polla de su cálido coñito, brillante empapada en sus jugos, y la apunte a su esfínter, cuando vi mi tamaño y donde la quería meter lo primero que pensé es que no iba a entrar y la iba a destrozar, puse mi glande pegado a su esfínter, hice algo de presión y milagrosamente entro sin problema, la sensación era indescriptible, era mi primera vez y no tenía palabras para decir lo que sentía, empuje un poco más y prácticamente se coló hasta la mitad, Lourdes no se quejaba y eso me sorprendía.

—Ummmm, mi vida, ¿ha entrado toda? Estoy a punto de correrme.

—Todavía no, queda un poco más de la mitad, le dije sorprendido.

Lourdes hizo algo que me dejo boquiabierto, fue ella la que echando su culo hacia mí, se enterró toda mi polla en su culito.

—Ahhhhhh…siiiiiiii, joder, joder, siiiiiiiiii.

Las contracciones de su esfínter me indicaron que se estaba corriendo de nuevo, era increíble la facilidad de esta chica para alcanzar sus orgasmos. Yo estaba que no aguantaba más, solo el hecho de ver como mi polla estaba enterrada en el culo de Lourdes era lo más morboso que me podía imaginar, la avise que no aguantaba mucho más, pero creo que ella no me oyó, estaba en su mundo, empecé a follarla el culo violentamente, intentando alcanzar mi orgasmo y no tardó en llegar junto a otro suyo, los dos gritamos al unísono y nos corrimos como animales, el orgasmo de Lourdes fue violento porque no paraba de convulsionarse, yo no paraba de inundar sus intestinos con mi simiente, fue una corrida brutal, deseaba abrazarla besarla y fundirme con ella, joder como quería a esta chica, nunca ninguna mujer me había hecho sentir así, tardamos más de diez minutos en serenarnos y bajar el ritmo de nuestra respiración, me había salido del interior de Lourdes y estaba tumbado frente a ella, nos mirábamos sin decirnos nada, pero en mi cabeza había preguntas.

—Solo te puedo decir que ha sido increíble, dije a Lourdes.

—Gracias mi vida, para mí también, eres un animal en la cama, me estás haciendo sentir lo que nunca he sentido.

—Lourdes, ¿si nunca había entrado nadie por detrás, como ha sido tan fácil?

—Jajaja, lo bueno de tener una madre que vende artículos eróticos, es que tengo un arsenal de “aparatitos” a mi disposición. Este fin de semana, cuando estuve en su casa, me estuve preparando el culito para ti, el domingo por la tarde conseguí meterme un dildo más o menos de tu grosor, me encanto la sensación, y estaba deseando sentir tu polla en mi interior.

—Me encanta lo viciosa que eres.

Nos besamos con pasión, estábamos empapados en sudor, me levante la di la mano y nos metimos a la ducha, fue inevitable el volverme a excitar acariciando el cuerpo de Lourdes, mi polla se puso mirando al techo, amoratada, Lourdes estaba muy receptiva, así de pie como estábamos, agarraré una pierna suya con mi brazo, ella se agarró de mi cuello y la penetre, con la mano que me quedaba libre agarre una nalga suya mientras me la follaba salvajemente, estuvimos cerca de veinte minutos follando como animales, nos comíamos la boca con desesperación, Lourdes alcanzo dos orgasmos más y al final me corrí abundantemente en su interior.

—Ufffff, Matías, necesito parar, necesito descansar, me tienes agotada, joder, te has corrido en todos mis agujeritos, eres una maravilla, y luego me llamas a mi viciosa.

Nos besamos con desesperación, queríamos fundirnos en uno solo, La mire detenidamente, estaba preciosa, radiante.

—Matías vamos a darnos prisa es tarde y Susana está al caer.

Salimos de la ducha, Lourdes se puso una toalla, recogió su ropa y se fue a su habitación, yo baje rápidamente a la cocina, y recogí mi ropa también, a los veinte minutos estábamos los dos en la cocina, charlando tranquilamente cuando entro Susana, como siempre vino y me dio un beso en la mejilla.

—Buenas noches, ummm, que bien huele lo que estas cocinando, dijo Susana.

—¿Qué tal con tu chico? Pregunto Lourdes.

—Bien, hemos estado en la biblioteca toda la tarde, pero no sé, estoy rara, no termino de estar todo lo a gusto que debería con él.

—Bueno, la dije, una vez pasada la pasión inicial hay que saber mantener esa llama viva, ahora tenéis que aprender a conoceros poco a poco, y si hay algo que no te gusta comentarlo con él, y anda, sube a cambiarte que vamos a cenar.

Vi salir a Susana meneando su precioso culete, hay que reconocer que las dos chicas eran una preciosidad, pero Lourdes era mi perdición. Lourdes me abrazo nuevamente desde atrás, dejándome sentir su cuerpo pegado al mío.

—Así que hay que mantener la llama viva, ¿no?, dijo Lourdes, pues cielo, yo todavía estoy en la fase de hoguera y mi pasión ha subido desde la primera vez.

Nos volvimos a besar como dos adolescentes, oímos a Susana bajar y guardamos la compostura, pusimos la mesa y cenamos los tres en animada charla. Estábamos terminando, yo empezaba a recoger la mesa y Susana miro fijamente a Lourdes.

—Esta noche esta guapísima Lourdes, dijo Susana, radiante, y con una cara de felicidad increíble.

Vi como Lourdes miraba a Susana con una sonrisa de oreja a oreja y se encogía de hombros, en ese momento me di la vuelta y mire hacia la ventana para ver el reflejo de ellas, Susana la miraba con la boca abierta mientras se hacían señas. Las deje solas para que hablasen.

—Perdonadme, voy al baño, las dije.

Salí de la cocina pero me quede afuera pegado a la puerta, intentado oír lo que decían, cual vulgar cotilla.

—Lourdes, ¿has estado con el tío del pollon esta tarde?, pregunto Susana ansiosa.

—Ya te digo tía, he estado cuatro horas con él y me ha follado por todos lados, se ha corrido en mi boca, en mi culo y en mi coño, y ni se la de orgasmos que me ha regalado, estoy hecha polvo, pero muy feliz, tiene una polla enorme y no me canso de sentirla.

—Lourdes no seas cabrona tía, déjame probarlo, que sabes que siempre he deseado sentir algo así, además acuérdate de aquel chico con el que estuve saliendo, que tanto te gustaba, al final nos lo tiramos las dos a la vez, y no me importó, creo que me lo debes, dijo Susana a modo de súplica.

—Bueno, dijo Lourdes, déjame pensarlo, y déjame proponérselo, es una persona muy especial, y muy tímido, a lo mejor se siente abrumado por la situación, y me dice que no, pero te digo algo para que no te pille de sorpresa por si acepta, nos dobla en edad, sabes que siempre me han puesto los maduritos, pero es una preciosidad de hombre de veras.

Madre mía, solo escuchar lo que habían hablado había hecho que mi polla se disparase hasta querer salirse por mi pantalón, tuve que ir al baño, ahora sí, a recolocarme la polla como pudiese, estaba muy excitado solo con pensar en posibilidad de follarme a las dos chicas a la vez, pero tendría que tener paciencia, y dejar que Lourdes tomase la iniciativa.

Nos despedimos, y ellas se fueron a su cuarto, yo esa noche ni me tome mi vaso de leche, estaba también muy cansado, hice algo que nunca hacía, pero en ese momento me apeteció, me acosté totalmente desnudo y me encanto la sensación, aunque eche de menos a Lourdes pegada a mi dándome calor. Caí en un profundo sueño, no sé qué hora seria, note que alguien se metía en mi cama y pegaba su cuerpecito a mi espalda mientras me besaba, enseguida supe que era Lourdes, por su forma de acariciarme y sus dos impresionantes tetas pegadas a mi espalda, me di la vuelta y quede frente a ella, vi brillar sus ojos en la penumbra, estaba totalmente desnuda.

—Cariño, ¿te has vuelto loca?, Susana nos puede pillar como se le ocurra levantarse, la dije asustado.

—No te preocupes mi vida, la puerta de mi cuarto está cerrada, y la tuya también, si se levanta al baño, no sospechara nada.

Nos miramos por interminables minutos a los ojos mientras nos acariciábamos, mi polla estaba preparada para un nuevo asalto y mi excitación estaba desbordada.

—Matías.

—Dime cielo.

—Hazme el amor, no me folles.

Sabía lo que Lourdes necesitaba, retire el edredón y me puse encima de ella, la cubrí de besos, y de caricias, mientras la penetraba muy dulcemente, empecé un bombeo pausado pero sacaba y metía toda mi extensión, para que lo notase bien, ella se abrazaba a mi estrechándome muy fuerte contra ella, notaba su cuerpecito vibrar.

—Así mi amor, ummm, esto es justamente a lo que me refería, me dijo Lourdes entre jadeos.

Note como se tensaba y empezaba a correrse, los músculos de su vagina me oprimían la polla de una forma deliciosa, Lourdes solo respiraba muy fuerte, gemía y disfrutaba de todos y cada uno de los orgasmos que la proporcione. No sé cuánto tiempo estuve dentro de ella bombeando con cariño, pero mis huevos no aguantaron más, no la avise, y me empecé a correr clavando mi polla en lo más hondo de su coño, cuando Lourdes noto los latigazos de semen en su interior se corrió conmigo en un acto de amor que casi rozaba lo demencial.

Estábamos muy a gusto, salí de su interior y ella se dio la vuelta, pego su espalda a mi pecho, y nos quedamos dormidos los dos, mi despertador me sobresalto, estaba muy abrazado a Lourdes, que oyendo el despertador se dio la vuelta me beso tiernamente y me miró fijamente.

—Buenos días mi vida, dijo Lourdes, esto quiero repetirlo más a menudo, me encanta despertarme contigo a mi lado, y porras, porque tengo que ir a clase, que si no te follaba ahora mismo.

Gracias a dios todo salió bien y nadie se dio cuenta ni echo a nadie en falta en su habitación. La dinámica de esa semana fue así, Lourdes y yo follábamos a diario, Susana llegaba siempre de noche, con lo que nos quedaba toda la tarde para nosotros, reconozco que me encantaba follar con Lourdes, era tremendamente viciosa, le gustaba probar todo, pero a la vez era muy tierna y cariñosa, cada vez me costaba mucho más separarme de ella y fingir que nada ocurría, a ella le pasaba lo mismo, pero como me decía, vamos a aprovechar todos los momentos que podamos para estar juntos, solo sé que no quiero que esto pare, pero cuando llegue el momento de parar, veremos lo que pensamos para que siga funcionando, nos queríamos, pero no estábamos enamorados.

El jueves por la tarde la dije que el Sábado me acercaría a ver a su madre para disculparme con ella, le pareció bien, la dije que si me acompañaba pero me dio una negativa por respuesta.

—No es que no quiera estar contigo, dijo Lourdes, pero el que yo vaya es un motivo que condiciona su actitud, quiero que te vea solo a ti, de todas formas te estaré esperando aquí.

—Te lo agradezco Lourdes, pero pienso venir el domingo por la tarde, es por qué no te quedes sola.

—Tranquilo Matías, tengo mucho que estudiar, y nuestras juergas de estos últimos días han hecho que este un poco atrasada en mis trabajos, me vendrá bien estar sola.

El Sábado por la mañana me levanté eufórico, para mí la semana había sido espectacular, y quería rematarla, quería que el malentendido que había entre Elvira y yo desapareciese, mentiría si dijese que no deseaba a esa mujer, deseaba conocerla más. Como era un romántico empedernido, la había escrito una carta muy sentida, casi dejando mi corazón al descubierto y pidiéndole disculpas de todas las maneras posibles por mi torpeza. Antes de salir de Madrid, me pare en una floristería y compre un ramo de rosas rojas, que lo prepararon de una forma fantástica.

Llegue al pueblo de Elvira al medio día, no me costó trabajo encontrar su casa, baje del coche me plante en la puerta, con mi ramo de rosas y mi carta, estaba nervioso, toque el timbre y oí pasos dirigiéndose hacia la puerta, y allí estaba Elvira, más guapa que nunca. Su cara se ilumino al verme.

—Hola Matías, me dijo alegremente, para seguidamente ensombrecer su mirada y su rostro, ¿Qué haces aquí? Pregunto secamente.

Mi euforia y mi seguridad en mí mismo se congelaron ante un recibimiento tan hostil, eso me puso muy nervioso, y empecé a temblar.

—He venido a disculparme contigo, se cómo me comporte, y no tengo excusa.

Su mirada era gélida, no decía nada, y eso me desesperaba, no sabía muy bien cómo actuar. Le di la carta que la había escrito.

—¿esto qué es? Pregunto con indiferencia.

—Quiero que lo leas, la dije, quizás en esa carta consiga explicarme mejor, cuando estoy nervioso no me salen las palabras correctas.

Miro el sobre con indolencia y lo tiro de mala manera sobre un mueble que había en la entrada, ese detalle me dejo claro que mi presencia no era bien recibida, no lo quise alargar más.

—Toma Elvira, la dije muy serio, la entregue el ramo de rosas, que ella cogió de mala gana y dejo caer a un lado de su cuerpo, con las rosas apuntando al suelo.

Ella me seguía mirando con indiferencia, no había ninguna señal que me dijese que deseaba que algo pasase, ya por último, se lo pregunte ante su falta de interés.

—¿no me invitas a pasar?

Miro hacia el interior de su casa y me volvió a mirar con indiferencia.

—Casi mejor que no, ayer recibí un pedido y lo tengo todo desperdigado por el salón para darle entrada, no quiero que te escandalices, no vaya a ser que saques conclusiones equivocadas.

Eso fue como una bofetada en la cara, creo que se dio cuenta de lo que me había dicho cuando la mire con dureza y desprecio, con la mejor de mis sonrisas cínicas hice una reverencia con mi cabeza, mientras me despedía de ella.

—Creo que me voy a ir, la dije.

—¿te vas al hotel del pueblo? Pregunto Elvira.

—No, he venido a verte, pero no me voy a quedar más de lo necesario, y creo que por hoy, ya he visto suficiente.

Elvira no replico, ni dijo nada, solo abrí la puerta del coche y cuando estaba montado se lo dije.

—De todas formas, si quieres ir a ver a Lourdes, sabes que las puertas de mi casa están abiertas de par en par para ti.

—Si voy a verla me alojare en un hotel, o me iré en el mismo día, dijo Elvira visiblemente enfadada.

—Bien, será como quieras, dije disgustado.

Arranque sin ni siquiera despedirme, catastrófico no se correspondía con lo que había pasado, peor no podía haber salido, podía entender que estuviese dolida, pero ese trato vejatorio, y no apreciar el hecho de acercarme hasta su casa para disculparme y no querer aceptarlas me enfureció, no pare hasta llegar a Madrid, y ahora ¿Qué le iba a contar a Lourdes?, cuando abrí la puerta de mi casa Lourdes me estaba esperando, según entre se acercó a mí y me beso con mucho cariño.

—¿Sabías que esto iba a pasar?, la pregunte.

—Sabía que te lo iba a hacer pasar mal, me dijo Lourdes, pero se ha pasado tres pueblos contigo, a lo mejor es porque te quiero mucho, pero me he enfadado con ella.

—No Lourdes, eso no, no quiero que te enfades con tu madre, y menos por algo que no te incumbe, es un problema suyo y mío, tu mantente al margen.

Ese día lo pasamos fuera de casa, Lourdes me distrajo todo lo que pudo, aunque lo intentaba mi cabeza repasaba una y otra vez lo ocurrido, en un principio estaba dolido, pero al final estaba muy, muy enfadado con Elvira, como me dijo Lourdes éramos dos cabezotas y parecíamos idiotas, y en el fondo tenía razón.

Cuando llegamos a casa, los dos nos fuimos a nuestras habitaciones a cambiarnos. Habíamos cenado fuera, con lo que no sabía muy bien que es lo que hacer, me iba a cambiar estaba solo con los bóxer, cuando entro Lourdes totalmente desnuda, en su mano llevaba un neceser y en su brazo una toalla de baño, me miro con una carita de pilla que me cautivo arrugando su naricilla de una forma deliciosa.

—¿Eso para qué es? Pregunte curioso.

—Cielo, quiero que me dejes rasurarte tu sexo, me encantaría sentirlo sin un pelito, y me encantaría poder comerte esos huevos que tienes.

Mi polla salto dentro de mis calzoncillos como un resorte, Lourdes se arrodillo delante de mí y me quito la única prenda que me quedaba, puso la toalla en la cama y me tumbe con las piernas bien abiertas y mi polla en todo su esplendor, Lourdes la miraba fascinada mientras subía y bajaba su mano por toda su extensión.

—Nunca me cansare de tenerla entre mis manos o dentro de mí, es una maravilla, dijo Lourdes.

Mi excitación era mucha, Lourdes se dedicó a enjabonar bien mi pubis, mis huevos y parte de mi polla que también tenía pelo, también me enjabono mi perineo y mi ano, joder la sensación era increíble, el cosquilleo de la brocha, junto con la mano de Lourdes que no me dejaba de acariciarme iba a hacer que me corriese.

—Ufff, Lourdes como sigas así, no me voy a poder aguantar, estoy al borde del orgasmo.

Me miro con cariño y le dio un besito a la punta, se limitó a rasurar todo mi sexo, al poco rato, estaba totalmente lampiño en mi zona genital, me llevo a la ducha y nos metimos los dos, nos lavamos bien, Lourdes me acariciaba, no utilizaba la esponja, me lavaba con sus manos y me estaba llevando a un orgasmo sin retorno, cuando noto que no aguantaba más, se arrodillo delante de mí, y me pajeo con sus dos manitas, no tarde ni dos segundos en llenarle la cara y la boca con mi corrida, estaba preciosa, se levantó con toda la cara embarrada y me enseño su boca llena de mi corrida, me miro lascivamente cerro su boca y se la trago, seguidamente junto su boca con la mía y metió su lengua en lo más hondo de mi boca dejándome sentir mi propio sabor. Metió su cara bajo la ducha y se lavó bien, me miro risueña, como haciéndome ver lo que estaba disfrutando.

—Matías, mi vida, tengo una amiga que se moriría por tener una polla como esta para ella, creo que es la única persona que he visto que es capaz de meterse en la boca hasta el final algo tan largo. ¿Te gustaría conocerla?

—¿Lourdes que me estas proponiendo?

Sabia a lo que se refería a quien se refería, aunque ese secreto me dejo fuera de juego, y también me quise hacer de nuevas, aunque mi polla salto como un resorte.

—Muy sencillo Matías, quiero que te folles a una amiga mía, se lo debo, no quiero que te sientas mal, pero la maravilla que tienes entre las piernas tiene que conocerla el mundo.

—Pero Lourdes, yo solo quiero estar contigo, tu eres mi motor ahora mismo, creo que no podría estar con otra persona, sentiría como si te estuviese traicionando.

La cara de Lourdes era entre un orgullo oculto de que solo tenía ojos para ella, y otra de picardía, sabiendo lo que podía ocurrir.

—Creo que no me he explicado bien mi amor, ya sé que me quieres, pero lo que yo te estoy ofreciendo es algo que todo hombre sueña, es un trio con dos jovencitas dispuestas a todo.

—Joder Lourdes, llámame anticuado, pero ¿no te molestara verme follando con otra?, además es otra mujer, ¿te gustan las mujeres?

La cara de Lourdes era de ternura, me miraba con cariño y acariciaba mi cara, me dio un beso muy tierno, lento, dejándome sentir su lengua y jugueteando con la mía, cerro el agua de la ducha y nos secamos, me llevo a la cama, me tumbo y se dedicó a cubrirme de besos, acariciaba mi polla y mis huevos con cariño.

—Me encanta como te ha quedado, he hecho un buen trabajo, está muy suavecito, da gusto acaríciatelos, dijo Lourdes con voz mimosa.

Volvió a besarme, esta vez nos comíamos la boca con desesperación, mi polla estaba a punto de explotar, Lourdes bajo besándome el cuerpo y empezó a hacerme una mamada impresionante, pero lo que más placer me dio, fue cuando empezó a comerme los huevos mientras me pajeaba, la sensación de lamerlos y tenerlos dentro de su boca me hacían ver las estrellas. Se sentó a horcajadas sobe mí note su humedad, estaba empapada, levanto su culito y se empalo ella solita, vi como ponía sus ojos en blanco mientras entraba mi polla hasta el final, cuando su pubis choco con el mío, me miro con deseo, se quedó erguida, dejando su peso caer sobre su zona genital.

—Me encanta sentirte dentro de mí, es una sensación que no quiero perder. Mi amor a tus preguntas, pues claro que me va a molestar viéndote follar con otra…ummm, creo que lo mismo que te molestaría verme a mi siendo follada por otro, y no me gustan las mujeres, pero de la persona que te estoy hablando es muy especial para mí.

Lourdes estaba como en trance, se movía muy suavemente, rozando su clítoris con mi pubis, mi polla estaba totalmente metida en su interior y notaba los músculos de su vagina trabajando mi polla de forma deliciosa, y siguió contándome.

—Te tengo que contar algo de esta persona, hemos compartido mucho, hasta una vez compartimos un chico, estaba con ella, pero yo estaba loquita por él, una noche salimos los tres juntos y mi amiga me lo puso en bandeja, terminamos los tres en la cama, y follamos como descosidos. Joder mi vida…ufffff, me voy a correr, me estas volviendo loca de placer.

Lourdes se dejó de mover, quería alargar su orgasmo, en esos momentos su carita reflejaba el placer que sentía.

—Sería tonto negarte que ella y yo también nos besamos, y nos probamos, me encanto su sabor, pero es la única mujer con la que he estado, por eso se lo debo, y sé que ella está buscando hace mucho tiempo una polla como la tuya, ya la he hablado de ti y de lo que me haces sentir, y quiere que la folles, quiere sentir lo que yo siento ahora mismo. Mi vida, como te quiero…ahhhhhh.

Note un espasmo en mi polla, los músculos de la vagina de Lourdes se aferraron a mi falo, como si lo quisieran arrancar, cayó sobre mi pecho, y empezó a mover sus caderas con una velocidad endiablada, mi orgasmo estallo en su interior con fuerza, y empecé a lanzar latigazos de leche a su interior, Lourdes se abrazó a mí con fuerza, dejándome sentir la intensidad de su placer, estuvimos varios minutos disfrutando de ese instante.

Recuperamos nuestras respiraciones, Lourdes saco mi polla de su interior, mientras disfrutaba del momento, se tumbó a mi lado y se abrazó a mí  apoyando su cabecita en mi pecho.

—Ufffff, mi vida, me estoy volviendo adicta a ti. Bueno ¿qué me respondes?

—Es tentador lo que me ofreces, pero no quiero verte sufrir, tú me importas más que todo eso.

Tengo que reconocer que fui un poco cabroncete, sabía quién era y sabía que ella no sufriría tanto, pero quede como un señor al confesarle que solo me importaba ella, solo ver su carita de “me lo como” me lo confirmo, me beso con intensidad, mientras me abrazaba con fuerza.

—Mi amor, de verdad, no me va a importar, sé que estaré contigo en todo momento, y aunque te la estés follando sé que tu pensamiento estará conmigo.

—Bueno, ¿y quién es la chica, la conozco?

—¿No te haces una idea quién es? Pregunto Lourdes divertida.

Claro que me hacia una idea, y joder ese juego me había puesto la polla otra vez como el cerrojo de un penal, pero me hice el despistado.

—Joder Lourdes…no sé, me quede pensativo unos segundos, y la mire con cara de sorpresa, hostia, ¿Susana?

—Siii, jajajajaja, no me digas que no te pone, yo solo de pensarlo me estoy corriendo, mi vida me encanta la idea, y quiero, deseo que ocurra, sabes que Susana y yo somos uña y carne, pero lo que más me ha emocionado es que no has aceptado a la primera, te lo he puesto a huevo, pero me has dejado claro que te importo…y mucho.

Lourdes volvió a besarme con intensidad, las sensaciones que me transmitía me hacían volar, estaba como en una nube, seguía con mi cara de sorpresa.

—Lourdes, ¿Susana sabe que soy yo a quien se quiere follar?

—Bueno, eso es un detalle que tengo que solucionar, Susana sabe que me gustan los hombres más mayores, la he dicho que tienes 45 años, no la he mentido, ahora tengo una semana por delante para prepararla y decirla quien es el Sr. Polla.

—¿El Sr. Polla?

—Jajajajaja, si, así te llama Susana, no la he querido decir cómo te llamas y ella te ha puesto ese mote, me ha dicho que alguna vez se ha tenido que hacer un dedito mirando la foto que te saque, descuida mi amor que lo vamos a pasar de película.

—Joder Lourdes, y el noviete que tiene, es algo que no me gusta, le va a poner los cuernos, y te aseguro que he pasado por ahí y es una sensación muy, muy desagradable, si se entera lo va a pasar muy mal…no sé.

—No sufras por eso, Susana es mucha mujer para ese chico, han hablado y de momento son solo amigos, aunque de vez en cuando les gusta echar un polvo, ya se han puesto los cuernos entre los dos innumerables veces.

Creo que hay acabo esa conversación entre los dos, Lourdes se frotaba contra mí de forma descarada, esa noche follamos como animales, la confesión de Lourdes me había puesto eufórico, mi libido subió hasta limites que ni conocía, solo el hecho de saber que me iba a follar a Susana, me tenía en un estado de excitación continuo. Lourdes a mitad de la noche cayo desfallecida, agotada de los orgasmos que había alcanzado, todo su cuerpo estaba bañado en mis corridas, su coño, su culo, su boca, su cara, en mi última corrida en su boca, me beso, se abrazó a mí y cayó en un profundo sueño, me quede mirándola con cariño, era una mujer increíble, me abrace a ella y apague la luz y a los pocos minutos, me dormí profundamente.

No sé cuánto tiempo habría pasado, cuando me desperté Lourdes seguía muy abrazada a mí, ronroneaba, y estaba mimosa, también se acababa de despertar, estaba preciosa, le estreche contra mí, y nos fuimos calentando, acariciando, hasta que estábamos muy excitados los dos, era imposible permanecer impasible ante esta mujer, clavo sus ojos en los míos con mirada felina, e incorporándose se puso a cuatro patas dejando muy cerca de mí su precioso chochito, babeando ya de excitación.

—Follame cielo, ya estoy a punto, déjate de rodeos quiero tenerte dentro de mí.

Ni me lo pensé, mi polla me dolía a rabiar de la erección que tenía, y pidiendo que la follase estaba la mujer más increíble que había conocido, me puse detrás de ella y apunte mi polla a su coñito que fue se tragando centímetro a centímetro mi falo hasta el final, Lourdes me miraba con cara de deseo y arqueaba su espalda, mis huevos estaban chocando con su clítoris.

—Joder Matías como me gusta sentirte así, ufffff, como me pones.

Empecé a bombear dentro de ella, y era cierto estaba a punto, porque no tardo ni medio minuto en correrse escandalosamente, mi polla seguía dura como el acero, seguía dentro de ella, su calor me abrasaba, empezó a moverse otra vez, apoyo su carita en el colchón y me dejo a mí que siguiese, como siempre esa visión de su chochito engullendo mi polla, con su culo abierto, y pidiendo a gritos que lo follase, me ponía a mil.

—Joder, joder, me voy a correr otra vez, ahhhhhh…ummm, asiiiiiiii, siiiiiii, ahhhhhhhh…

Un orgasmo feroz se adueñó de su cuerpo, que se retorcía y convulsionaba, la verdad me excitaba de sobremanera verla así de descontrolada, cuando termino saco de su interior mi polla, hinchada, roja, a punto de explotar, ella me miro suplicante.

—Joder Matías asusta solo verla, pero tú no te has corrido.

—Pero tu si, para mí eso es lo más importante.

Lourdes se abrazó a mí y me beso con cariño, se tumbó a mi lado, su respiración era agitada, los polvos mañaneros suelen ser algo incontrolados, por lo menos para mí. Estuvimos una media hora dándonos cariño, me levante y dándole la mano nos fuimos a la ducha, ahí perdí algo los papeles y me comporte más salvajemente con ella, pero es que estaba muy deseable, preciosa, la empotre contra la pared, y la folle el culo como nunca lo había hecho, dos orgasmos más suyos y por fin un gran orgasmo de mi parte culminaron ese despertar mágico.

—Cabrón, como me has hecho disfrutar, joder te quiero en mi vida, eres la hostia, dijo Lourdes con la respiración agitada.

Antes de que saquéis conclusiones, tenía muy claro la realidad de Lourdes y mía, es algo que aún no había hablado con esta mujer tan impresionante, pero la diferencia de edad era tanta que se me hacía imposible mirarla de otra manera que no fuera como a una amiga muy, muy íntima, la quería, la quería mucho, casi diría que la amaba, pero sabía que lo nuestro no podría ser de ninguna de las maneras, cuando ella llegase a la flor de la vida, y estuviese en su mejor momento, yo sería un anciano y eso era una condena para ella, y para mí, lo tenía claro.

Por otra parte estaba su madre, mentiría como un bellaco si dijese que no sentía nada por ella, esa mujer me gustaba mucho, pero debido a este mal entendido se habían enfriado mucho las cosas; con ella no me importaría iniciar algo, aun a sabiendas que me he estado follando a su hija, son temas independientes, o por lo menos lo pienso así, de momento, las cosas estaban transcurriendo de esa manera y no iba a forzar ninguna situación y dejaría que todo ocurriese por sí mismo.

Ese domingo paso muy rápido para los dos, las horas se nos hacían minutos, visto desde fuera parecíamos una pareja de adolescentes, y lo mejor de todo es que nos lo pasábamos muy bien juntos, esa noche Lourdes me invito a cenar en un restaurante chino, no me importo, su presupuesto no daba para mucho más y ella estaba emperrada en invitarme, la cena transcurrió tranquila, aunque nuestras manos no se estaban quietas y jugábamos a entrelazar nuestros dedos, sintiendo nuestro deseo a través de los poros de la piel.

—¿Sigues molesto con el tema de mi madre?, pregunto Lourdes

—Veras, si hay una cosa muy clara es que tú me haces olvidar todo lo malo, pero te mentiría si te dijese que no pienso en ello, me ha dolido como me ha tratado, reconozco que me pase con ella, pero fui a buscarla para presentarle mis disculpas y me trato como a basura.

—Bueno, tranquilo, ahora solo piensa en lo que se viene encima, dos fieras te van a dejar más seco que la mojama, Susana es incansable en la cama, me parece que el sábado no vas a dar abasto, y yo no pienso dejarte tranquilo entre semana, así que coge fuerzas.

—A ver, Lourdes, todavía tienes que hablar con Susana, quizás cuando se entere de quien soy no quiera ni plantearse el acostarse con nosotros.

—Tranquilo Matías, tu déjame a mí.

Ese domingo termino ahí, esa cena para mi significo mucho, me dejo claro que Lourdes se encontraba muy a gusto conmigo, en ningún momento me sentí desplazado por su juventud ni nada parecido, de hecho ni me acorde, paseamos de la mano hasta el coche y nos fuimos a casa.

Esa noche, cuando llego Susana se fueron a la habitación de una de ellas a hablar, cuando llego la noche, todos nos fuimos a nuestro cuarto a dormir, Lourdes no tardo ni quince minutos en aparecer por mi cama, mentiría si dijese que me disgustaba, era tener una mujer exuberante voluptuosa y muy, muy viciosa, me hacía sentir joven, primero la folle con desesperación, y luego la hice el amor con mucha ternura y cariño, dormimos muy abrazados hasta que el despertador sonó impertinentemente, Lourdes me beso con pasión, me sonrió, se puso su batita y salió de mi habitación…pero algo paso ese día, era lógico, estábamos tentando a la suerte y al final nos pillaron, justo cuando salía Lourdes de mi habitación Susana estaba yendo hacia la ducha y la vio, solo escuche algo que casi me gustaría no haber escuchado.

—Joder Lourdes, no me jodas, que hacías saliendo del cuarto de Matías, y desnuda, no llevas nada debajo, que asco por dios, ¿Qué has hecho?

Me quede blanco, no supe muy bien que es lo que hacer, solo me arregle como todos los días y me fui a preparar el desayuno, no bajaron ninguna de las dos y me fui muy preocupado a trabajar, no sabía en que terminaría todo esto y por supuesto lo del sábado era de todo punto imposible, Susana lo había dejado claro, le daba asco.

Esa semana fue muy rara, a Lourdes casi no la vi, y lo poco que la vi esperando que hablase conmigo o pasase algo, paso como un suspiro pero siempre con una sonrisa en su boca y un piquito de cariño, a Susana la vi un par de veces, me miraba muy mal y me hacía sentir incomodo en mi propia casa. El jueves cuando llegue de trabajar estaba Susana en la cocina, Lourdes no estaba, la situación me incomodaba, solo asome la cabeza y la salude.

—Hola Susana, buenas noches.

—Hola Matías, ¿Qué tal?

—Muy bien, ¿Qué tal tu día?

Susana se dio la vuelta, estaba preciosa, era mediados de junio y ya hacía algo de calor, vestía con un body que se ajustaba a su cuerpo de manera deliciosa, y un pantaloncito blanco muy ajustado y muy, muy corto, dejando el principio de sus nalgas al aire y marcando su sexo nítidamente.

—¿Desde cuando te estas follando a Lourdes? Pregunto Susana muy seria.

—Lo siento Susana, pero de temas personales no hablo con nadie.

—No quiero juzgarte, de hecho ya sois mayorcitos los dos, sé que a Lourdes le atraen las personas más mayores, pero me ha impactado tanto que estuve enfadada unos cuantos días, joder Matías, tú eras mi referente de moralidad y educación, que calladito te lo tenías.

—Bueno Susana nadie es perfecto.

—¿Matías tu sabes que Lourdes tiene un novio con una polla monstruosa?

—Algo me ha contado, pero eso es cosa suya, nosotros tenemos una relación muy liberal.

Aquí ya me dio la risa, pensaba que el Sr. Polla era otro, Lourdes no la había contado nada de nada, aun así pensé que lo del sábado era de todo punto imposible ¿o no?

—En fin Matías, como te he dicho ya sois mayorcitos, sabes que quiero mucho a Lourdes, no la hagas daño.

—Tranquila Susana, eso nunca va a ocurrir, yo también la quiero mucho, no soportaría verla sufrir.

—Otra cosa Matías, sé que soy muy introvertida, y no tenemos tanta confianza, pero hablo con mi madre y me cuenta que Elvira está muy triste y no levanta cabeza, Lourdes tampoco me ha contado nada, ¿Qué ha ocurrido?

—Fue un mal entendido, Elvira no se explicó bien y yo lo entendí peor, no la trate bien y la aleje de mi lado, se fue dolida, cuando Lourdes me hizo ver mi equivocación, me fui a verla para disculparme pero me recibió muy fríamente y me trato muy mal, desde ese día no hemos hablado ni nos hemos visto.

En ese momento entro Lourdes por la puerta y saludo alegremente, cuando llego donde estábamos no se cortó y me dio un pico, a Susana la dijo que la acompañase a la habitación, cuando Lourdes se dio la vuelta me guiño un ojo y sonrió pícaramente. Estuvieron hablando un buen rato, al bajar la cara de Susana era de felicidad, tenía sus mejillas ligeramente arreboladas, cenamos y nos fuimos cada uno a nuestra habitación.

A la hora más o menos, entro Lourdes, yo estaba leyendo mis noticias, como siempre venia increíblemente bella, provocativa, una camisetita de tirantes muy ajustada que dejaba los laterales de sus tetas a la vista y un tanga minúsculo que prácticamente dejaba a la vista el comienzo de su sexo, era toda su vestimenta, en su brazo una toalla y en el otro su neceser.

—Hola mi amor, ¿me echabas de menos? Dijo Lourdes provocativamente.

—Siempre te echo de menos cuando no estas a mi lado.

Me beso como siempre lo hacía, con ganas, como si fuese la última vez que nos íbamos a besar, dios, como me gustaba sentir su lengua dentro de mi boca, sus labios fundidos con los míos, dejándome sentir su cariño, deshizo el beso y me miro con ternura.

—Matías, ¿preparado para el gran día?

—Pero… ¿seguimos adelante con esa locura? Pregunte asombrado.

—No es ninguna locura, he estado hablando toda la semana con Susana, está loca por conocerte aunque todavía no sabe quién eres, y no te asustes, lo tengo todo pensado, lo único es que no nos lo vamos a montar aquí, veras una amiga tiene un apartamento, no lejos de aquí a diez minutos más o menos, ahí va a ser el encuentro.

—¿Y por qué no aquí? ¿Qué tiene de malo mi casa? Pregunte decepcionado.

—A Susana le ha costado aceptar que tú y yo estemos enrollados, si mañana nos levantamos y le digo que vayamos a tu habitación, por mucho que la prepare, por mucho que la diga, sé que no aceptara. Susana todavía no te relaciona con la polla que le mande por wasap, y voy a utilizar la política de hechos consumados, quiero que te tenga desnudo con la polla bien tiesa cerca de su cara, ahí es donde no va a poder decir que no, hazme caso. Y ahora cariño, vamos a repasar esa depilación de tus bajos, a Susana la vuelven loca los tíos sin un solo pelito.

Lourdes volvió a depilarme y a desesperarme con sus caricias, hacia una semana que no echábamos un polvo y estaba desesperado, notar sus manitas recorriendo mi polla, mis huevos y quitándome con delicadeza la espuma mientras la cuchilla hacia su función, era una sensación difícil de controlar; sabiamente Lourdes marco los tiempos muy bien y no me hizo correr, aunque lo deseaba, cuando termino, me lavo bien con una esponja y dio por finalizado su trabajo.

—Cariño mío sé que quieres correrte, y yo deseo también que me folles, pero mañana quiero que estés al 100%, te dejo apuntada la dirección, Susana y yo nos iremos sobre las diez, tu preséntate una media hora más tarde, si supieras lo cachonda que estoy no me dejabas salir de aquí.

Diciendo esto salió corriendo de mi habitación, dejándome con un dolor de huevos como hacía tiempo que no sentía, estuve tentado de hacerme una paja, pero pensé en el día siguiente y como me dijo Lourdes me quise reservar, si todo se daba como esperaba, iba a tener que satisfacer a dos lobas de cuidado con una juventud arrolladora.

La noche se pasó rápidamente, me levante, me duche, afeite y perfume, estaba muy nervioso, oí a las chicas pasar por delante de mi puerta riéndose, a los pocos minutos oí la puerta de la calle, anunciándome que ya se habían ido. No tenía ganas de desayunar, pero debía de hacerlo, tenía que coger fuerzas, miles de dudas empezaron a rondar en mi cabeza y empecé a tener miedo a fracasar, lo último es que mi polla no había dado señales de vida sabiendo lo que la esperaba.

Me monte en el coche y me fui a la dirección que me había dado Lourdes, antes me pare en una farmacia y me compre una caja de Viagra de 100 mg, no quería sorpresas, ni gatillazos, a los pocos minutos estaba frente al portal, llame al piso y enseguida sonó en inconfundible zumbido de la apertura de la puerta, cuando me abrió la puerta Lourdes pase dentro y ella estaba ya totalmente desnuda, yo estaba temblando literalmente, me hizo pasar a la salita, y le mostré el tembleque de mis manos, enseguida se abrazó a mí y me beso con cariño, me dijo en un susurro que no hablase, ya que Susana podía saber quién era y que me tranquilizase, mi polla salto como si tuviera un resorte, al ver a Lourdes así y creo que también debido a la pastilla.

—Hola mi amor, te estamos esperando, dijo Lourdes con voz normal.

Me dio la mano y me llevo a la habitación, y ahí estaba Susana, solo llevaba unas braguitas muy sensuales, estaba con los ojos vendados, su respiración era muy agitada y temblaba como una hoja, su pecho sin ser como el de Lourdes era una preciosidad, sus piernas las tenía muy juntas, sus manos no paraban quietas del nerviosismo que tenía, mire a Lourdes y ella asintió con la cabeza, acaricie su carita y pase mi pulgar por sus labios suavemente, ella dio un respingo, pero lo admitió.

—Susi cielo, esta es la persona de la que te he hablado, como tú le llamas el Sr. Polla, dijo Lourdes.

—¿Me puedo quitar el pañuelo de los ojos?, pregunto Susana nerviosa, quiero verle.

—No cielo, todavía no, espera un poco, disfruta de esto, dijo Lourdes.

Me dijo por señas que me desnudase, empecé a hacerlo con tranquilidad, no quería parecer ansioso, esto me estaba pareciendo de todo punto imposible y aún tenía miedo por la posible reacción negativa de Susana.

—¿Qué es ese ruido? ¿Qué está haciendo?, pregunto Susana intranquila.

—Susi, tranquilízate cariño, se te va a salir el corazón por la boca, le dijo Lourdes acercándose y acariciando su cara, le dio un tierno beso en los labios. ¿Crees que voy a dejar que te hagan daño?, no cielo, vas a disfrutar como la puta que sé que eres, sé que te gustan los rabos grandes, y te aseguro que este te va a fascinar.

Cuando me vio Lourdes desnudo me miro con excitación, miro a mi polla y abrió mucho los ojos, estaba pegada a mi abdomen y daba espasmos, me mire y hasta yo me impresione nunca la había visto así, enorme, amoratada a punto de explotar surcada por gruesas venas, alimentándose de sangre para que estuviese como el acero.

—Ven Susi, arrodíllate, no temas dijo Lourdes.

Me acerque a ella, estaba preciosa, su boquita ligeramente abierta esperando algo, su respiración muy agitada, acaricie su cara de nuevo y un gemido salió de su garganta, puse mi polla sobre su cara y empecé a pasársela por toda ella, que notase mi olor el peso de mi polla, su textura.

—¿La notas Susi, notas su polla por toda tu carita?

—Dios, Lourdes, si, la noto, joder es enorme.

Susana abría la boca intentando meterse mi polla en la boca, intento agarrarla, pero Lourdes se lo impidió, llevo una de sus manos a su coñito y empezó a masturbarse, Lourdes me miro con cara de satisfacción  y me dio carta blanca, se puso detrás de mí y empezó a acariciarme, acerque mi polla a su boquita y vi como mi polla empezaba a desaparecer en su interior, joder con Susana, como la chupaba, Lourdes era impresionante, pero Susana era muy superior, yo estaba muy, muy a punto de correrme, y Lourdes lo intuyo, se acercó a Susana y acaricio su cabeza.

—¿Qué te parece Susi?, ¿quieres conocerle?, ¿te quito el pañuelo de los ojos?, le dijo Lourdes susurrándolo en su oído

—Diossss, siiiii, estoy cachonda perdida, quiero que me folle, que me reviente con este pollon, que me llene de leche.

Lourdes deshizo el nudo del pañuelo y este cayo el suelo, mire la cara de Susana y sus ojos muy abiertos.

—Dios mío Lourdes, esto ni me lo imaginaba, es aún mejor, joder que banquete me voy a dar.

Diciendo esto se metió mi polla en su boca mientras clavaba sus ojos en mí, paro de golpe, y saco mi polla de su garganta suavemente succionando. Me miro con cara seria y me asuste.

—Ma…Matías… dijo Susana confundida.

—Hola cielo, la dije con ternura, acariciando su carita nuevamente.

Creo que perdí un poco de erección, intente tranquilizarme, estábamos en un momento delicado, pero había algo que me llamo la atención, en ningún momento soltó mi polla, de hecho la pajeaba delicadamente mientras miraba otrora a Lourdes y luego a mí.

—Bien Susi, este era mi secreto, y Matías tu ansiada polla, esa que tanto me pedias, ya has puesto cara y nombre al dueño de semejante maravilla, ¿Y bien?

Susana me miro a los ojos, su mano seguía en mi polla y no la soltaba, su cara reflejaba deseo, me miro y su expresión cambió a ser de lujuria.

—Creo que no hay mejor persona para cumplir mis fantasías que tu Matías, contigo voy a disfrutar muchísimo, y sé que no debo de temer nada.

Susana me empujo a la cama y caí de espaldas mientras ella se quitaba las braguitas y me mostraba su sexo precioso, cerradito y lampiño, se arrodillo y me empezó a hacer una mamada diabólica, casi desaparecía mi polla en su boca y cuando la sacaba estaba llena de babas.

—Joder que polla más rica, decía Susana, totalmente despendolada.

Vi como Lourdes metía su cabeza entre la piernas de Susana, me subí hacia el cabecero de la cama para que mi chica estuviese mas cómoda, eso fue como un detónate, la habitación se llenó de gemidos, y no tarde mucho en correrme en la boquita de Susana que saboreo mi semen y lo trago con deleite, mientras dejaba mi polla reluciente y lista para un segundo asalto, a los pocos segundos, Susana estallo en un poderoso orgasmo que Lourdes le había proporcionado con su boquita.

—Joder Matías, vaya corrida, estabas cargadito, Lourdes cariño nadie como tu comiéndome el coño, eres única.

Susana se tumbó a mi lado y apoyo su cabecita en mi pecho, la bese y la atraje hacia mí, Lourdes se sentó sobre mi polla y empezó a masturbarse con ella, notaba como la iba empapando, seguía con una erección de caballo, a los pocos minutos note como Lourdes gemía escandalosamente y se corría de forma ruidosa, mientras miraba a Susana.

—Susi, a qué esperas para empalarte con esta polla, es lo que siempre has deseado.

Susana, se incorporó, Lourdes se quitó de encima de mí y paso a poner su chochito en mi cara, mientras Susana se sentaba a horcajadas sobre mí, agarraba mi polla y levantando su culito enfilo la polla a su coño y se dejó caer, el chochito de Susana era un pozo sin fondo se la clavo hasta los huevos, me hizo ver las estrellas del gusto que me dio.

—Ufffff, joder Matías, esto es una polla en condiciones, me ha llegado al estómago.

Yo no veía mucho, bueno veía lo más bonito que un hombre puede desear, el culito de Lourdes y su chóchete restregándose por mi cara, Susana me empezó a follar de una manera salvaje, era una loba, botaba sobre mi polla y notaba los bufidos de placer ahogados por los morreos que Lourdes la daba, subí mis manos y me apodere de sus tetas, estuvimos así muchos minutos, Susana se había corrido un par de veces y se quitó de encima, Lourdes se puso en cuatro patas y me pidió que la follase el culo, mi orgasmo estaba cerca, me folle el culo de Lourdes bajo la atenta mirada de Susana, que alucinaba de que metiese toda mi polla en el culo de Lourdes, los dos llegamos al orgasmo al mismo tiempo, y nos quedamos tumbados recuperando nuestra respiración, sencillamente esta situación era espectacular, estaba tirado en la cama y con dos bellezones impresionantes una a cada lado dándome su calor y su cariño.

Ese día fue exagerado, mi polla se comportó como se esperaba de ella, y se corrió en cada uno de los agujeritos de aquellas dos preciosidades, Susana había probado poco el sexo anal, pero a raíz de este día lo amaba. No comimos, follamos y no paramos hasta caer agotados, hasta que mi polla dijo basta, nos metimos los tres en la ducha y disfrutamos enjabonándonos unos a otros, acariciando el cuerpo de quien pillásemos, ni que decir tiene que mi polla fue mimada, y lavada de forma excelsa.

Esa noche nos fuimos a cenar, invite a las chicas, se lo merecían, era la envidia de todo hombre, según me veían entrar con dos preciosidades, a raíz de este día ya nada fue igual en nuestro trato, esa noche, nos fuimos a dormir, a los pocos minutos apareció Lourdes desnuda y se metió a dormir conmigo, y a la hora apareció Susana e hizo lo mismo. Esa noche dormimos como niños, estábamos agotados, pero hubo más días y muchas situaciones, follamos cuando queríamos, pero yo follaba con Susana siempre y cuando Lourdes estuviese presente, no quería dejarla al margen, fue ella la que me regalo esta experiencia, y la quería mucho. Como estábamos llegando al final del curso, hacía calor e íbamos desnudos por casa, la piscina fue testigo de escenas de sexo inimaginables para mí, los fines de semana los dedicábamos a follar y follar, creo que recupere el tiempo perdido.

Todo en esta vida tiene un principio y un fin, los últimos exámenes terminaron, Lourdes y Susana sacaron su año sin problema, eso me hizo sentirme orgulloso de ellas y les regale un viaje de una semana a Ibiza, a uno de los mejores hoteles de la isla, para que disfrutaran y se divirtieran, se lo merecían, aunque no les gusto que yo no fuese, me intentaron convencer, pero yo me negué en redondo.

—Vamos Matías, no nos hagas esto, nos lo pasaríamos muy bien los tres allí, decía Lourdes.

—Veréis chicas, os guste o no, somos un trio un tanto especial, parecéis mis hijas, y de verdad no es que me importe, me da igual, pero tenéis derecho a pasarlo bien, muy bien, y si voy con vosotras estoy seguro que no salimos del hotel, y quiero que os divirtáis con gente de vuestra edad, y que demonios, que folléis con ellos aunque me fastidie.

Ellas me intentaron convencer, me dieron sus razones pero mi postura era inamovible, tenía que terminar de alguna manera, aunque me doliese. El día que las llevé al aeropuerto, creo que fue el peor de mi vida, me quise hacer el fuerte, pero una lagrima recorrió mi mejilla cuando las vi desaparecer por el control de seguridad, me dijeron que después de esa semana en Ibiza se iba de vacaciones con sus madres, y luego se quedarían en el pueblo hasta el principio de curso.

Ese día fue muy triste para mí, subía y pasaba por sus habitaciones, todo estaba vacío, no se oían sus risas, ni las veía pasar denudas, incitándome a perseguirlas y follarlas hasta caer rendido. Un vacío, una soledad como nunca había sentido, se apodero de mí, no quería hacerlo quería ser fuerte, pero todo me supero, me venció y lloré, lloré amargamente, no reconocía mi casa, no sin ellas. Ese día lo pase muy mal, mis niñas me mandaron una foto desde el hotel donde se alojaban, estaban encantadas y me mandaban muchos besos, me decían que me echaban de menos y que les gustaría que estuviese con ellas, esa noche cene pronto y me fui a dormir recordando que Lourdes siempre aparecía en mi cama a los pocos minutos, tenía que aguantar, dentro de unos días cogería vacaciones y me iría fuera a ahogar mis penas…a olvidar.

La noche paso rápido, me levante pronto, era sábado, desayunaría y me iría fuera, en eso estaba cuando sonó el telefonillo de la entrada.

—¿Si, quién es?

—Hola Matías, soy Elvira, ¿Me abres?

Me quede en shock, era la última persona que esperaba ver, la veía acercarse por el jardín hacia mí, estaba preciosa, un vestido corto, con vuelo, divino, que la sentaba de maravilla dejaba unas piernas al aire magnificas y un escote de vértigo, su cara era seria y sus ojos estaban ocultos tras  unas gafas de sol. Arrastraba una maleta de grandes dimensiones, y su paso era decidido.

Me quede en el marco de la puerta con gesto serio, no la esperaba, pero si me acorde de que la ofrecí mi casa, pensé que a lo mejor me pedía hospitalidad por que se iría de viaje, ese pensamiento me puso de mal humor, lo siento pero no se lo iba a consentir. Llegó hasta donde estaba y quitándose las gafas me miro seria.

—Sé que no tengo derecho a presentarme de esta manera después de cómo te trate, pero no quiero alargar esto más, me estoy engañando a mí misma, y después del detalle, que no agradecí delante de ti, que tuviste conmigo, he llegado a la conclusión que no quiero seguir así contigo. Dijo Elvira con nerviosismo.

—Bien, la dije, yo quise arreglar mi metedura de pata, pero tu frialdad, y tu falta de interés, no me dejaron alternativa, si no querías nada conmigo yo no era quien para obligarte a aceptar  nada.

—Bueno para eso estoy aquí, veras ayer me llamo Lourdes y me echo una bronca monumental, estuvimos hablando mucho rato, y he llegado a una conclusión, Matías, me gustas, me gustas mucho, y no pienso dejar pasar la oportunidad de que me quieras.

Diciendo esto se acercó a mí, me abrazo y me beso suavemente, saco algo de su bolso y me miro con cariño.

—Matías, tengo dos pasajes para un crucero por las Islas Griegas, ¿te quieres venir de vacaciones conmigo?

Sorprendido, no define como me quede en ese momento, ¿la mujer de mis sueños me estaba pidiendo que me fuese con ella en un crucero de película?, en ese momento, todo mi mal humor despareció, como no iba a desparecer, miraba la cara de Elvira y tenía esa expresión de “no me digas que no mi amor, que me muero” ya me tenía ganado.

La hice pasar, cogí su maleta y cerré la puerta, ella me miraba entre temerosa y esperanzada, La abrace, y junte mis labios con los suyos, un beso pasional, como pocos, nació entre nosotros.

—Claro que me voy contigo, donde haga falta, la dije, te aseguro que ahora no te pienso dejar escapar, te he deseado mucho, y te he echado mucho de menos.

No hubo mucho más que hablar, la mujer de mis sueños, estaba entre mis brazos y me dejaba ver lo a gusto que se encontraba. Pasamos a la cocina y la prepare el desayuno, no dejaba de mirarla, estaba radiante, preciosa, y esa semana presagiaba que iba a ser muy intensa.

—Veras Matías, sé que no coges las vacaciones hasta el viernes que viene, llevo planeando esto desde hace un par de semanas, la conversación con Lourdes ayer fue muy reveladora para mí, primero me hizo ver lo madura que era mi hija, y segundo, que a ciertas edades los orgullos y las posturas grandilocuentes no llevan a ningún sitio. Tenía miedo de que me rechazases, pero mi niña me dio la seguridad que necesitaba, y no se ha equivocado, te conoce muy bien.

Jodia chiquilla, como no la iba a querer, aun en la distancia se ocupaba de mí, de que no estuviese triste, ella sabía perfectamente cómo me sentía sin estar ella a mi lado y que es lo que me hacía falta…sabía que estaba loquito por su madre.

—Elvira, puedes estar orgullosa de la hija que tienes, en una mujer con mayúsculas.

—Lo se Matías, sé que estáis muy unidos, y ella me dio la idea de hacer lo que quiero, veras, quiero ampliar mi negocio, me hace falta dinero, el sábado que viene nos vamos de vacaciones pero esta semana quiero intentar entrevistarme con posibles inversores.

En ese momento mi cabeza empezó a funcionar, tenía mucho dinero ahorrado, quizás demasiado, en todos esos meses que no vi a Elvira me interese en la evolución de su web y he de reconocer que era impresionante, era un negocio en alza.

—Así que, si no te importa, me quedo aquí contigo y hago las entrevistas con la gente que me pueda financiar,  y el sábado nos vamos tú y yo a unas vacaciones que prometen ser inolvidables.

No lo quise evitar me acerque, ella estaba sentada en un taburete alto, abrió sus piernas dejándome ver fugazmente su entrepierna oculta por su braguita, me abrazo y me beso con una pasión que no conocía, me abrazo con sus piernas acercando mi pelvis hacia la suya.

—Mi amor, desde el primer día que te vi deseaba estar sintiéndote así, decía Elvira excitada, el día que viniste a verme llore hasta decir basta por lo estúpida y orgullosa que fui y dejarte marchar, me se tu carta de memoria, la he leído cientos de veces y cientos de veces me he enamorado de ti, tu ramo de rosas ya está seco pero intacto, lo guardo como oro en paño.

Elvira me decía eso mirándome a los ojos con un cariño que me turbaba, nos besamos como dos adolescentes y juntamos mucho nuestros cuerpos, sentía su calor y su pasión, creo que hoy no íbamos a comer, mi polla estaba como el acero y deseaba a esa mujer como  no había deseado a nadie.

—Cariño, acompáñame, la dije en un susurro, cerca de su oído, note que la piel de Elvira se estremeció.

Agarre su mano y la maleta y subimos a los dormitorios, Elvira enfilo hacia donde ella dormía normalmente, yo me quede en la puerta de mi dormitorio con su maleta, la mire fijamente, no me cansaba de mirarla era divina.

—¿Estas segura Elvira, quieres quedarte en ese dormitorio?

No hubo que preguntar mucho más, vino hacia mí, y me empujo dentro de mi dormitorio, cuando llegamos a mi cama Elvira estaba solo con un tanguita, que no tardo nada en caer mostrándome su cuerpo, por dios era lo más impresionante que había visto, era un autentica preciosidad.

No se anduvo con rodeos y empezó a desnudarme.

—Mi amor, quiero sentirte, quiero que me folles, quiero que me hagas el amor, lo quiero TODOOOO.

Cuando me vio desnudo no pudo reprimir una exclamación de asombro.

—Jo…deeeer, mi niña tenía razón, es impresionante.

Me quede paralizado, ese comentario me cogió de sorpresa y fue devastador, mi polla perdió dureza a la velocidad de la luz, pero la risa de Elvira me hizo mirarla.

—Cariño mío, tranquilo, ya nos iras conociendo, Lourdes y yo no tenemos secretos, nos contamos todo, con pelos y señales, me encanta que me digas lo mujer que es Lourdes para ti, eso me hace ver que he realizado un buen trabajo con ella, pero que ni se te pase por la cabeza tenernos en la misma cama a las dos…de momento.

La vida te puede deparar sorpresas de todas las maneras y formas, Elvira y yo follamos esa semana como animales, era tan apasionada o más que su hija, no quedo ni un solo orificio de su cuerpo en el que depositar mi simiente, de vez en cuando su móvil sonaba, sonreía de manera picara me sacaba una foto y seguíamos follando aun cuando su teléfono no paraba de sonar.

El viernes por la noche, la invite a cenar fuera, para celebrar mis vacaciones y lo que nos esperaba en los próximos quince días, fue una cena inolvidable, les mandamos fotos a las chicas y ellas nos mandaron otras de ellas en una playa, de noche, con un moreno envidiable y de fiesta.

En un momento de tranquilidad, mire fijamente a Elvira, ella me miro con intensidad, estábamos muy a gusto juntos.

—Cuéntame Elvira, ¿cómo va el tema de tus inversores?

—Pfff….bueno, he hablado con ellos por teléfono, no se fían mucho, tendré que ser más insistente, mostrarles resultados y las visitas de mi página para que confíen en mí, no se…

—¿De cuánto dinero estamos hablando?

—Pues más o menos de trescientos mil euros, aunque para empezar bien medio millón sería lo más indicado, dijo Elvira.

—Bueno mi vida, que te parece si empezamos con un millón, para empezar a lo grande, amplia tu negocio hasta donde puedas con ese dinero.

—¿Cómo? Dijo Elvira asustada.

—Cariño, deja de buscar a inversores, delante de ti  tienes a tu más fiel inversor, yo seré quien te financie, quien haga crecer ese negocio y créeme que lo hare encantado.

Elvira se levantó de su sitio se sentó en mis rodillas y literalmente casi me viola en ese restaurante, lloraba, reía, me miraba, no se creía lo que acababa de oír, pero estaba más que decidido. Esa noche dormimos muy poco, Elvira era mucha mujer, y hasta que no dije, ya no puedo más, no paro de follarme, aunque ella no estaba mucho mejor, estaba desfallecida de la cantidad de orgasmos que había tenido.

El sábado estábamos en el barco, en un camarote de película, cama de matrimonio y terraza, Elvira estaba abrazada a mí, y hablábamos de nosotros, un ligero toque en la puerta del camarote adyacente, me sorprendió, cuando abrí, me encontré con Ana, la madre de Susana, me miro con una sonrisa muy picara y paso cerrando la puerta tras de sí, se colgó de mi cuello y me dio un morreo que me dejo sin habla.

—Cariño, dijo Elvira divertida, se me olvido decirte que Ana se viene con nosotros de crucero, Susana y ella también han mantenido una larga conversación.

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