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Buenos Vecinos

en Sexo con maduros

 

El edificio donde vivía no es que fuese nada del otro mundo, era una torre de diez pisos y yo vivía en el último, lo único que tenia de bueno ese piso eran las vistas. Situado en una zona alta de un barrio de Madrid, ofrecía una panorámica de la ciudad y de la sierra de Guadarrama que era imposible no admirar. En verano era de obligado cumplimiento el cenar en la terraza con la brisa de la noche y viendo algún programa de televisión mientras me quedaba dormido con el frescor nocturno. Pero esa casa tenía una pega y es que la compramos entre mi mujer y yo, pero a los diez años de casados un cáncer de páncreas muy agresivo se la llevó de mi lado en algo más de cuatro meses. Miles de recuerdos se escondían en cada recoveco de esa casa y aunque en alguna ocasión me propuse venderla, nunca llegué a hacerlo por la carga sentimental que tenía para mí.

Aunque esa torre tenía diez plantas, éramos solo 20 vecinos. La mayoría, matrimonios mayores otros algo más jóvenes y algunos pisos de estudiantes. Vivían allí prácticamente desde que compramos la casa y nos instalamos en ella mi mujer y yo. Nos conocíamos hacia muchos, muchos años y aunque con algunos roces, la convivencia era buena. Mas o menos ya conocéis donde vivo, yo me llamo Alfonso, tengo 50 años y como ya os he contado soy viudo. Soy bastante normalito aunque me gusta cuidarme, voy al gimnasio habitualmente no solo para mantenerme en forma, también para ver los cuerpazos de algunas jovencitas que se pasean marcando su cuerpo sin vergüenza. Muchas noches salgo con unos calentones brutales.

Tengo un negocio de fontanería, que sin ser una pasada si me da para vivir muy bien. Desde que murió mi mujer no he vuelto a tener una compañera, si acaso algún "rollete" pero nada del otro mundo y no es que me considere feo, soy muy normalito, simpático y se ganarme la simpatía de la gente que me rodea. Todos en esa torre sabían a lo que me dedicaba y aunque tenía mi tienda una calle más arriba, el boca a boca y mi forma de trabajar me trajeron muchos clientes, con lo que el trabajo no me faltaba.

Pero nos vamos a centrar en la vecina que vive frente a mí. Se llama Julia y tiene una niña de ocho años que es una preciosidad y se llama Noelia. Cuando ella y su marido o pareja vinieron a vivir a nuestro edificio, ella ya estaba embarazada de Noelia, era una joven muy guapa y aunque su embarazo estaba muy avanzado se la veía que tenía un cuerpazo increíble. Su pareja a primera vista no me gustó mucho, lo veía demasiado prepotente, narcisista, pijo y un petulante insufrible, no así Julia que era un encanto de mujer.

Fue inevitable que se enterasen que era fontanero y les hiciese algunos arreglos y eso me ayudó a conocer algo más a Julia y enterarme que no estaban casados, que la familia de él estaba podrida de dinero pero que la había dejado embarazada y en un acto de "rebeldía" él se había enfrentado a sus padres y se habían ido a vivir juntos su amor. Mientras, Julia se había criado en una familia humilde, sus padres trabajaban, en su casa no faltaba el cariño y el amor de sus progenitores. No les hizo ninguna gracia que se quedase embarazada, pero respetaron su decisión de irse a vivir con su pareja y criar al bebé que nacería en breve.

Pobre mía, no se lo quise decir en esos momentos, pero a mi parecer esa unión no duraría mucho. Ese hombre, por llamarlo de alguna manera, no se acostumbraría a vivir una vida de trabajo y esfuerzo sacando a su familia adelante, cuando toda su vida se lo habían dado todo hecho. Todo fue bien, más o menos, hasta que nació Noelia. Los siguientes dos años fueron un martirio para Julia que aunque intentaba mantener a su familia unida, ese desgraciado solo hacía que hundirla moralmente con sus broncas continuas y sus desplantes hasta que a los dos años de haber nacido la pequeña un día salió de casa por la mañana y desapareció dejando a su pareja y su hija solas en la vida.

Creo que nunca he visto a una persona luchar de la manera como lo hizo ella para sacar a su hija y su casa adelante. No le fue fácil encontrar trabajo y fue más difícil aun, cuando se enteraban de que era madre soltera y tenía una niña de tan corta edad. Pero ella no cejó en su empeño y al final encontró trabajo en una tienda de moda que estaba relativamente cerca de donde vivíamos.

En un principio los padres de ella se hicieron cargo del cuidado de la niña y aunque le dijeron que dejase ese piso de alquiler y se fuese a vivir con ellos, su orgullo y su idea de poder con todo debido a su juventud hizo que desechase esa oferta. Todo fue más o menos bien hasta que ella tenía 26 años y la niña cuatro. Por desgracia los padres de Julia la tuvieron ya mayores y el padre estaba delicado de salud. Ellos decidieron irse al pueblo a vivir, allí dejarían el bullicio de la ciudad, con lo que ya nadie cuidaría de la pequeña Noelia. Le siguieron ofreciendo el piso donde siempre había vivido, pero ella, y aunque intentamos hacerla cambiar de idea, no sé por qué razón no quiso volver a donde había nacido y vivido casi toda su vida.

Al final sus padres, no sé si en una acertada decisión, decidieron deshacerse del piso donde habían vivido siempre y le dieron la mayor parte del dinero a su hija para que pudiese vivir mejor. Fueron unos años en los que ella sí que vivió mucho mejor, trabajaba mucho pero también se podía permitir ciertos lujos. Una chica cuidaba de Noelia, la iba a buscar al colegio y se quedaba con la niña hasta que llegaba ella de trabajar. Incluso alguna vez me pidió como favor personal el que cuidase a la niña algún fin de semana para que ella se pudiese ir con su ligue en ese momento.

Yo lo hacía encantado. Por una parte a Noelia la había visto nacer y crecer y la quería como si fuese mi nieta. Por otra parte entendía las necesidades de Julia, era una mujer joven y extremadamente bella. Una cara preciosa con unos ojazos verdes muy expresivos y su pelo largo hasta media espalda de color cobrizo. Unas tetas que cuando se ponía escotes era difícil mirarla a los ojos, un cuerpo muy bonito y un culo respingón y muy bien formado que exhibía cuando se ponía pantalones muy ajustados. Todo eso lo apoyaba en un par de piernas largas, llenas, torneadas que la elevaban a casi el metro setenta y cinco de estatura.

No es que fuese un cotilla, pero todas las semanas se la veía con un tipo diferente y por su cama ya habían pasado muchos tíos. Lo sé más que nada porque nuestros dormitorios solo los separaba un muro de ladrillo y a poco que afinases el oído, se escuchaba gemir y bufar a la pareja en pleno coito y en más de una ocasión me he sorprendido a mí mismo con la oreja pegada a la pared y haciéndome una paja mientras oía follar a la pareja oyendo como se decían auténticas burradas.

Lo malo de Julia es que el tipo de hombre que le gustaba no era el típico que le apasionasen los críos y le atrajese la vida marital, todo lo contrario, si acaso repetían en alguna ocasión, pero cuando intuían que ella se empezaba a encariñar, cortaban todo contacto con ella y la bloqueaban en redes sociales y no atendían sus llamadas y eso de alguna manera empezó a menoscabar su autoestima. Yo lo hablaba alguna vez con ella y empezaba a ver su desesperación.

—Los hombres son unos cabrones, me decía Julia enfadada, mucho te invito, mucho nos vamos a la playa de fin de semana y cuando consiguen lo que quieren y además les confieso que tengo una hija, les falta tiempo para salir huyendo como niñitas asustadas.

—Julia, quizás no estés buscando donde debes al hombre que te hace falta, me he fijado que todos los que he llegado a conocer son siempre los mismos malotes que van a lo que van, a follarte y desaparecer.

—¿Y qué quieres Alfonso? ¿Qué me vaya con el primer planchabragas pichacorta que quiera ligar conmigo? De esos tengo muchos, sé que babean por mí pero yo quiero algo más, algo que me llene en todos los aspectos de mi vida, no quiero cometer el mismo error dos veces.

—Si les dejases acercarse alguno te gustaría, pero no lo hacen porque seguro que los miras con indiferencia y para quedar en ridículo ni te dicen hola. Además, no tienen que ser como tú dices, seguro que habrá algún hombre bueno que se ajuste a tus criterios.

—Te aseguro Alfonso que esos hombres ya están "pillados" vamos, que si encuentro a uno así lo ato y no se me escapa.

Yo solo esbocé una sonrisa de compromiso. Su manera de pensar no es que me gustase, y su manera de actuar empezaba a distar mucho de la de una mujer con una niña pequeña. Lo repito, entendía las necesidades de Julia por su juventud pero había una prioridad y esa era su hija y creo que eso exigía ciertos sacrificios.

Nunca le dije nada, nuca me oyó decir nada desagradable y creo que aunque no estaba de acuerdo con ella en muchos aspectos, siempre la apoyé. Seria hipócrita por mi parte el no reconocer que estaba como loco por poseer a esa mujer pero ella no se dio cuenta, o eso creo. En más de una ocasión le advertí que tanta fiesta y tantas salidas de fin de semana no eran buenas y que vigilase su economía ya que tenía la impresión de que gastaba más dinero del que entraba todos los meses en su cuenta corriente.

Lo que tenía que ocurrir, ocurrió y fue inevitable. Julia empezó a preocuparse por que su cuenta corriente bajaba a pasos agigantados. Tuvo que recortar gastos y de entrada empezó a salir menos y tuvo que prescindir de los servicios de la chica que se hacía cargo de Noelia cuando salía del colegio hasta que llegaba ella de trabajar cerca de las nueve de la noche. No sé en qué momento me dejé liar, bueno si, Julia sabia utilizar sus armas de mujer y un día se presentó en mi casa vestida de una manera que hizo que se me cayese la baba, iba con una blusa ajustada y sin sujetador, sus pezones se adivinaban sin problemas y una minifalda por encima de medio muslo junto a unos zapatos de tacón era toda su indumentaria. Fue inevitable el que me excitase y me costase mirar a sus ojos con todo lo que me ofrecía a la vista. Me quedé sin habla mirándola embobado.

—Emmm… ¿No me invitas a pasar a tu casa? Preguntó Julia seductoramente.

—Jodeeer…claro, sí. Pasa por favor. Perdóname, pero no esperaba tener visitas.

Mientras Julia era pura lujuria así vestida, yo era la antítesis. Vestido con una musculosa algo raída, unos ridículos pantalones cortos rojos de deporte y para rematar con unos calcetines blancos sin zapatillas. Me sentí absurdo conmigo mismo, pero qué coño, estaba en mi casa y podía vestir como me diese la gana. La invité a pasar y durante algo más de media hora que estuvo en mi casa se dedicó a calentarme como no lo había hecho desde que nos conocíamos. La muy perra no se había puesto tampoco bragas y me dejó ver en algunos de sus cruces de piernas su coñito lampiño como en la película Instinto Básico, aparte de enseñarme ese par de piernas que debido a su minifalda dejaba muy poco a la imaginación.

Estuve más preocupado de intentar esconder mi erección y de ver lo que me estaba ofreciendo Julia que de la pequeña charla que me estaba dando, yo asentía con la cabeza y la sonreía estúpidamente me quede con frases sueltas «Confío en ti» «Eres mi tabla de salvación» «Falta de liquidez» «Ocuparse de Noelia hasta que llegue de trabajar» Cuando terminó de decirme eso descruzó sus piernas y las abrió ligeramente para seguidamente preguntarme en un tono subyugante:

—¿Harías eso por mí? No te haces una idea de la preocupación que me quitarías de encima, estoy muy agobiada.

—Cla…claro, dije medio sudando por el calentón que llevaba.

Ella puso la mejor de sus sonrisas y poniéndose de pie me dejó adivinar que una vez conseguido su objetivo se iba a vaya usted a saber dónde así vestida. Al ponerme de pie se hizo patente mi erección, ella me miró divertida arrugó su naricilla y se encogió de hombros en un gesto travieso sabiendo lo que había provocado en mí, nos dirigimos a la puerta sin yo poder dejar de mirar su culo y sabiendo que debajo de esas prendas iba completamente desnuda. Cuando llegamos se despidió con un tierno beso en mi mejilla y dejándome sentir sus tetas en mi pecho.

—Muchas gracias por lo que haces por mí, dijo Julia con cariño, te quiero como a un padre. Luego te dejo los horarios de Noelia para que no tengas problema.

Cuando cerré mi puerta me di cuenta del "marrón" que me había endosado mi vecina. En ese momento me sentí el mayor de los "pagafantas" sobre la faz de la tierra. Esa zorra se vistió así para mí y no supe decirle que lo sentía pero que no, yo tenía un negocio que atender e iba a ser muy complicado el hacerme cargo de la niña. No me lo pensé, me fui al baño y me hice una buena paja a su salud que dejó el lavabo con una buena corrida

Cuando por la noche vino a mi casa después de trabajar, también me fue imposible decirle que no, venia con Noelia y cuando entraron en mi casa la niña enseguida me echó los brazos para que la levantase y la diese un beso. Era un encanto de niña, muy guapa y simpática y mentiría si no confesase que me tenía robado el corazón.

—Alfonso, me ha dicho mi mamá que vas a ser tú quien me vaya a buscar al cole, ¿Es verdad?

—Si cariño, a partir del lunes voy a ser yo quien te vaya a buscar, pero cuando salgamos, nos tendremos que ir a mi tienda hasta que cierre.

—Bueno, no me importa. Dijo la niña con alegría.

Cuando deje a Noelia en el suelo pasó al salón y se sentó frente al televisor y enseguida cambió de canal para ver alguna de las series que le gustaban. Cuando pasó Julia no pude dejar de admirar de nuevo su cuerpo. Esta vez iba más de andar por casa una camiseta, unas mallas que marcaban su culito perfectamente y unas zapatillas. Nos sentamos en la mesa y ella me dio un papel con los horarios de la niña de lunes a viernes.

—Mira Alfonso, empezó a decir Julia, el horario de la niña es muy sencillo, solo los martes y jueves tiene actividades extraescolares y sale a las 17.30, los demás días con que estés a las cinco de la tarde es más que suficiente. Ya he hecho una nota para que el lunes cuando vayas a recogerla no te pongan pegas, aunque si te pedirán tu DNI para poder identificarte.

Mire a la niña que sentada en el sofá veía la televisión desentendida de lo que hablábamos nosotros. Se había quitado sus sandalias y estaba sentada estilo indio mientras reía por algo que estaba viendo en la tele.

—¿Qué tal se ha tomado el que yo vaya a buscarla?

—Bueno, ha preguntado por que la chica que la cuidaba desde muy pequeña ya no venía, yo le he tenido que contar que estoy pasando por una mala época y tengo que ahorrar dinero, pero se ha mostrado entusiasmada con que tú vayas a recogerla por la tarde.

—Para mí no va a ser problema el recogerla, creo que lo que le va a desconcertar es que hasta las ocho de la tarde no cierro la tienda y tendrá que estar conmigo allí hasta que lleguemos a casa y tu vengas a recogerla.

—Alfonso, si hay algo que me gusta mucho de ti es que eres muy resolutivo. Estoy segura de que encontrarás la manera de que la niña no eche de menos el estar en casa.

Esa noche entre charla y charla, invité a Julia y a la niña a que se quedasen a cenar. Me gustó mucho el que ella y yo nos metiésemos en la cocina y entre risas, bromas y una cerveza preparásemos una cena muy rica para los tres. Sobre las diez y media se fueron a su casa, Noelia debía de bañarse e irse a dormir.

El sábado me levanté temprano y me fui a la tienda. No me fue complicado en el despacho en el que yo trabajaba, hacer un hueco montar un pequeño escritorio y dotarlo de todo lo necesario para que Noelia pudiese estar allí haciendo sus deberes. Incluso le puse un viejo ordenador portátil que aunque lento, era totalmente operativo, pero eso sí, bajo un estricto control parental, no quería que la niña se encontrase con algún contenido inapropiado.

Durante las siguientes semanas todo fue bastante bien. Noelia y yo nos entendimos a la perfección y el que se quedase conmigo en la tienda no fue problema, se adaptó perfectamente e incluso me pedía ayuda para hacer sus deberes cuando tenía alguna duda. Eso también hizo que pudiese disfrutar más de Julia y su compañía cuando venía a recoger a la niña, provocó que dada la situación nuestra confianza aumentase. Había roces, muestras de cariño, tanto por su parte como por la mía…joder…parecíamos una familia que se reunía por la noche y nos contábamos nuestro día y lo que habíamos hecho. Incluso algún viernes se quedaban conmigo a ver algún programa de televisión y después de la dura semana Julia se apoyaba en mi hombro y se quedaba dormida, al igual que Noelia que se apoyaba en mi regazo y también dormía.

Eran mis chicas, mis niñas y las quería por encima de todo. Seria por la de años que llevaba solo, o por que aportaban algo de alegría a mí ya de por si aburrida vida o…o porque tenía cerca de mí a Julia y eso me excitaba enormemente. Fuera lo que fuese estaba feliz, creo que hacía tiempo que no me sentía así. Creo que la confianza que alcanzamos Julia y yo fue muy grande, hasta el punto de poder admirarla en ropa interior, una ropa interior que rozaba lo mínimo realzando la ya de por si increíble belleza de esa mujer. Me calentaba hasta el infinito, ella sabía que estaba loco por ella y creo que se sentía en deuda conmigo y esa era su forma de "pagarme" pero realmente lo que estaba pasando es que día a día me enamoraba más y más de esa mujer. Era un imposible, algo inalcanzable, pero me gustaba soñar despierto, pensar que algún día me podría ver como un padre para Noelia, alguien en quien confiar, en quien apoyarse, alguien con quien compartir su vida y su cama.

La vida tiene tendencia a despertarte con un par de buenos "sopapos" y eso es lo que me ocurrió a mí. Al principio fue algo casi imperceptible, pero al paso de las semanas vi como Julia siempre llegaba tarde, tardísimo a recoger a Noelia. Unas veces era porque su jefa la había entretenido, otras porque había llegado un pedido y había que darlo de alta y colocarlo y alguna porque una amiga la había llamado para tomar algo y se le había hecho tarde. Excusas, excusas baratas que empezaron a molestarme ya que también empecé a notar a Julia más fría que de costumbre y cuando venía a por Noelia ni quería pasar a casa a tomar algo y conversar como hacía habitualmente.

Se que no tenía ningún derecho, que entre ella y yo no existía ningún vínculo salvo el de la amistad y el hecho de que me ocupase de Noelia cuando ella estaba trabajando, pero lo que no iba a consentir es que yo me quedase de niñera mientras ella se divertía cuando sabia positivamente que su situación económica no era para tirar cohetes.

Una tarde ya no lo soporté mucho más y con Noelia en mi coche me fui a esperar a que su madre saliese de trabajar. Noelia no se enteró de nada, la dejé mi móvil y estaba concentrada en uno de los muchos juegos que tenía instalados para ella. Cuando Julia salió de la tienda a las ocho en punto, se dirigió hacia un coche y con una gran sonrisa se subió a él. Dentro, estaba un hombre que la recibió con un beso que creo que les dejo sin aire a los dos. Iniciaron la marcha y se pararon en un hotel. Se bajaron del coche y entusiasmados se metieron dentro…creo que no fue muy difícil saber lo que pasaría en las siguientes horas.

Ese día llegó poco antes de las doce de la noche. Noelia ya se había bañado y cenado y estaba dormida en el sofá. Cuando llamó a la puerta de mi casa la recibí con frialdad, con la misma frialdad que ella me demostraba, pero se extrañó mucho de mi actitud aunque no dijo nada. Yo estaba destrozado, anímicamente hundido, me había hecho unas ilusiones que no eran ni creíbles ni realizables. Aun así me sentía engañado, ultrajado y utilizado y eso no lo iba a consentir. Hubo alguna vez mas que los seguí hasta descampados donde volvía a presenciar como ese desgraciado se follaba a Julia e imagino que le hacía de todo por la manera que tenía el coche de moverse. Viendo aquello, y los cristales de ese coche empañados, no podía evitarlo mis ojos se humedecían y mi mentón temblaba descontrolado imaginando todo aquello.

—¿Qué hacemos aquí parados? Preguntó Noelia.

Su pregunta me sorprendió mucho, no me la esperaba, me di la vuelta para responderla y me vio llorando.

—¿Por qué lloras Alfonso? ¿Estás malito?

—No cariño, lloro porque me he acordado de algo muy triste y eso me ha hecho llorar.

Nos fuimos a casa y esperamos a que llegase su madre de follar con su amante. Apareció a las once de la noche algo bebida y con sus ropas hechas un desastre. Incluso intuí que no llevaba sujetador por cómo se movían sus tetas debajo de la blusa y como se marcaban sus pezones.

—Julia esto no puede seguir así, cada día llegas más tarde.

—Lo…lo siento Alfonso, dijo arrastrando las palabras, mi…mi jefa me ha liado.

—Y donde habéis estado ¿Corriendo una maratón? Pregunté irónico.

—N…no… ¿Por?

—Mírate, tu pelo parece estropajo, tu maquillaje corrido, ¿Y tú ropa? Parece sacada de un vertedero. Además, ¿Te has caído? Tienes las rodillas rojas y muy sucias.

Julia sonrió bobaliconamente, agarró de la mano a su hija y sin despedirse siquiera se fue hacia su casa. Esa noche no dormí nada bien ni las noches siguientes. Creo que julia fue consciente de que las cosas no podían seguir así y en los sucesivos días a las ocho y media en punto sonaba el timbre de mi casa y se llevaba a la niña, hasta el día siguiente que yo iba a recogerla.

El día que todo se fue a la mierda y que perdimos toda relación de buenos vecinos, fue un viernes. Como siempre fui a recoger a Noelia al colegio y a las ocho y media la tenía preparada para cuando viniese su madre que se fuesen a su casa. Hacía ya muchas semanas que ese "feeling" que teníamos al principio se había perdido. Eran las doce de la noche y Julia no había dado señales de vida. Ya molesto con ella y su actitud la llamé al móvil pero después de varios tonos saltó el buzón de voz. Como siempre me ocupé de que Noelia estuviese bañada y cenada, la pobre mía era un ángel, no tenía la culpa de tener una madre tan puta.

Sobre las dos de la madrugada estaba ya muy preocupado. Julia no atendía mis llamadas y no sabía muy bien que es lo que hacer hasta que en el silencio de la noche escuche un golpeteo rítmico que me era familiar. Me fui a mi habitación y ahí se escuchaba el cabecero de la cama de Julia golpeando contra la pared que dividía nuestros dormitorios. Pegue mi oído a esa pared y aunque algo ahogado por la separación se escuchaba perfectamente.

—Follameeeee…vamos hijo puta…fuerte…más fuerte…revientameeee. Gemía fuera de si Julia.

—Te voy a reventar zorra de mierda, te voy a dejar el coño y el culo como la boca del metro, te voy a llenar de leche hasta que te salga por la bocaaaa. Bramaba el fulano.

El golpeteo era impetuoso, ese cabrón estaba empotrando a la mujer que me había enamorado y creo que no eran conscientes de la hora que era. Mi cabreo no me dejó pensar con claridad, estaba furioso, encolerizado. En pijama como estaba, fui a la puerta de Julia y empecé a llamar al timbre a la vez que golpeaba la puerta. Al poco la vocecilla de Julia se escuchaba al otro lado.

—¿Qui…quién es?

—Abre inmediatamente la puerta Julia. Ordené autoritariamente.

—¡¡Alfonso!! Se hizo la sorprendida, ahora…ahora no es buen momento.

Volví a golpear la puerta con la palma de la mano más fuertemente, de manera que tembló hasta el marco de la puerta mientras elevaba el tono de mi voz.

—¡¡TE HE DICHO QUE ABRAS LA PUERTA YA, ME HAS OIDO!!

Se escuchó el ruido de las llaves girando para seguidamente abrirse la puerta y aparecer la cabecita de Julia toda despeinada. Sabía que detrás de esa puerta estaba su cuerpo desnudo con su coño babeando y enrojecido de la follada que le estaban metiendo. La miré furioso a la par que decepcionado.

—¿Tu qué coño te has creído que soy yo? ¿Acaso me pagas por horas para poderte permitir el lujo de disponer de mi tiempo a tu antojo? La espeté enfadado.

—Alfonso te aseguro que lo podemos arreglar de alguna manera…

—La única manera de arreglar esto es que empieces a comportarte como una madre responsable debe de hacerlo. Te estoy haciendo un favor y puedo entender que algún día puedas llegar algo tarde por que tengas cosas que hacer, pero disponer de mi tiempo y quitárselo a tu hija para que estéis juntas y que tú puedas follar me parece lamentable y muy egoísta por tu parte.

—Bueno, dijo Julia evitando mirarme a los ojos, ahora dentro de un rato voy a por la niña.

—Creo que no me has entendido Julia, tienes cinco minutos para que ese payaso que te está follando, se vista, salga de tu casa y yo te entregue a la niña.

—Por favor Alfonso, no me hagas esto déjame…

—¿QUE COJONES PASA AQUÍ? Vociferó un armario ropero interrumpiendo a Julia.

Ante mí se encontraba un tío grande como un oso, con su cuerpo tatuado hasta la mismísima polla. Se notaba que cultivaba su cuerpo, era el típico chulito de gimnasio, con una pinta de malote impresionante y con una polla muy respetable. Era mal encarado y en su cara y su cuerpo se adivinaban cicatrices de una vida que llevaba que muy seguramente no era la adecuada para Julia y mucho menos para la niña.

—¡¡HOMBRE!! Exclamé molesto ante ese animal. Mira quien ha aparecido…¡¡El que te folla!!

—Qué pasa abuelo, ¿Algún problema? ¿Tienes envidia de que me folle a esta golfa? Al terminar de decir esto ese energúmeno tiró de Julia y la dejo a su lado frente a mi totalmente desnuda.

Tuve que tragar saliva, era lo más perfecto que había visto. Era una preciosidad de mujer y estaba en manos de un ser deleznable que de seguro la haría la vida muy difícil. Fue inevitable que me empezase a empalmar, pero Julia pudorosamente se volvió a esconder tras la puerta.

—Creo que el problema lo tienes tú y además no sabes lo que se te viene encima por meterla en caliente. Le dije con calma a ese animal.

—¿Me estas amenazando abuelo? Preguntó con chulería.

—Ni mucho menos, pero estoy seguro que aquí nuestra amiga no te ha informado que es madre de una niña de ocho años. Niña que ahora duerme en el sofá de mi casa y que lleva esperando desde las ocho y media de la tarde a que aparezca su madre. ¿A que eso no te lo ha contado?

—¿Es eso cierto? Dijo el tatuado dirigiéndose a Julia.

—Pen…pensaba contártelo, pe…pero no encontraba el momento. Tartamudeaba Julia.

—¿Y cuándo pensabas contármelo, zorra? ¿Cuándo estuviésemos follando y apareciese tu hija a pedir que no hiciésemos ruido?

Oí el llanto de Julia detrás de la puerta, ese animal la miraba de una manera que no me gustaba nada, creo que de un momento a otro le iba a soltar un guantazo y yo tendría que intervenir, y dada la corpulencia de ese animal, seguro que alguna leche me llevaba.

—No, si al final encima le voy a tener que agradecer al pureta este el que me haya avisado de lo golfa que eres. Ya me advirtieron mis colegas, que eras demasiado buena para ser tan puta y que razón tenían. Encima de guarra además vienes con equipaje.

El maromo se metió dentro de la casa, y a los pocos minutos salía vestido. Ni se despidió, se montó en el ascensor y desapareció.

—Cúbrete, ahora te traigo a la niña.

Cuando se la llevé en brazos Noelia dormía plácidamente ajena a todo lo que había pasado. Aun así Julia no me dejó pasar al interior de su casa y dejar a Noelia en la cama, la cogió en brazos y antes de cerrar la puerta me lo dijo con rencor, para hacerme daño.

—Eres un cabrón, ¿Tanta envidia tienes que no me dejas follar con quien quiera? Si, no me mires con esa cara, ¿te crees que no me he dado cuenta de cómo me miras?, ¿del deseo que hace que tu penosa polla este siempre lista para mi cuando estoy a tu lado? Me das asco, me oyes, por nada del mundo dejaría que me pusieses un dedo encima. Dijo Julia con desprecio.

—Puedes follar con quien te dé la gana, pero es mi tiempo y eso tiene un precio.

—Sabes que estoy muy mal de dinero. Se excusó Julia.

—Para una golfa como tú, seguro que encontramos otra manera para que pagues mis servicios. Contesté lascivamente mirándola de arriba abajo.

—¡¡Eres un cerdo hijo de puta!! No quiero que te vuelvas a acercar a nosotras. En que estaría pensando para confiar en ti.

Terminó de decir esto y dándose la vuelta golpeó la puerta con un pie y de un portazo terminó esa relación de buenos vecinos que teníamos desde que llegó a vivir a esa casa. Al día siguiente sábado, un sobre estaba en el suelo, en la puerta de entrada a mi vivienda era de Julia y decía algo así.

«A partir del lunes no hace falta que vayas a buscar a Noelia al colegio, yo me hago cargo de ella. Quiero que te alejes de nosotras y si no lo haces te pienso denunciar por acoso»

Eso si me hizo daño, Noelia era mi punto débil, quería a esa niña como si fuese mía y juntos habíamos pasado muy buenos ratos. Echaría de menos su compañía, lo que me ayudaba en la tienda ordenando piezas en estanterías y las conversaciones sobre lo tontos que eran algunos niños de su clase.

A partir de ese día yo era como un apestado para Julia. No quería ni verme y evitaba por encima de todo el coincidir conmigo. Prohibía a Noelia el que me dirigiese la palabra, incluso el que me saludase, era tal su odio hacia mí que se estaba volviendo enfermizo. Su afán por herirme, por hacerme sentir mal se volvió tan obsesivo que a las dos semanas un sábado por la noche me despertó un golpeteo rítmico en mi habitación, seguidos de golpes con una mano en la pared y la voz excitada de Julia casi gritando.

—Lo oyes baboso de mierda. Me están follando dos tíos ahora mismo y no hay nada que puedas hacer para evitarlo…jajjajaja…jódete cabrón.

Me fui al salón, cerré la puerta de mi dormitorio y la puerta del salón pero aun así se escuchaba el rítmico golpeteo del cabecero de la cama de Julia golpeando la pared que nos separaba. No lo pude soportar, agarré una bolsa de deporte metí algo de ropa y un neceser y me fui de mi casa en sigilo, no quería que Julia oyese como salía con el rabo entre las piernas y derrotado.

No sé si Julia supo que no estaba en casa, aunque cuando llegue el domingo por la tarde, la vi asomada en su terraza y sé que me vio llegar y sacar del maletero la bolsa de deporte. Quizás se preguntase si realmente yo me encontraba en casa esa madrugada del sábado y si sirvió de algo el numerito que montó. No lo sé, pero me reconfortaba el pensar que la duda se hiciese presente en su cabeza.

La decisión de Julia de apartarme de su vida hizo que el karma se volviese contra ella. Se que fui muy radical cuando la avergoncé delante del animal que se la estaba follando, pero los celos me consumían y me sentía utilizado. Perdí su cariño y su amistad y a partir de ese día mi vida se hizo más monótona, triste y aburrida. Julia se hizo cargo de su hija como me dijo, la llevaba al colegio y la iba a recoger a las cinco de la tarde, se la llevaba a la tienda donde trabajaba hasta que llegaban a casa sobre las nueve de la noche. Por mi parte todas las tardes a las cinco estaba como un clavo en las inmediaciones del colegio de Noelia. Quería asegurarme que su madre no hacía de las suyas y se olvidaba de ella dejándola esperando.

Las cosas no pudieron ir a peor. Al cabo de los meses me enteré de que Julia había perdido su único modo de ganarse la vida. La dueña de la tienda de ropa donde trabajaba no pudo soportar la carga de una trabajadora que faltaba mucho al trabajo e incluso tenía que aguantar a una niña revoloteando por la tienda. Muy a pesar suyo esa dueña del negocio tomó la decisión y mandó al paro a Julia.

Yo me enteraba de esto a través de los vecinos que venían a mi tienda. También me enteré de que había cobrado el finiquito y que tendría un año de paro, eso de alguna manera me tranquilizó, pero no me hizo sentir mejor. Sabía que Julia era una pésima administradora y parecía que el dinero le quemaba en las manos y así ocurrió. A los dos años se había quedado sin paro sin dinero y cobraba una miseria de subsidio por madre soltera sin ingresos fijos. No encontró otro empleo con lo que todo se empezó a complicar mucho. Sabía lo que todo eso significaba para ella. Estaba sola y mantener una casa y a una niña en edad escolar no era barato precisamente. Con lo que le daban todos los meses no cubría ni el tres por ciento de lo que debería de ganar para cubrir gastos y poder vivir.

Lo que tenía que ocurrir, ocurrió inevitablemente. Los meses fueron pasando y vi, por lo poco que coincidíamos, que tanto esa mujer como su pequeña iban perdiendo peso y en sus caras y sus miradas se iba descubriendo lo que era más que innegable, su alimentación no era la adecuada. Me empecé a preocupar mucho ya que sobre todo en Julia se hacía muy evidente su pérdida de peso y ya llegando el verano sí que me asustó el ver en que se había convertido esa exuberante mujer que ahora mostraba solo piel y huesos, había perdido todo su atractivo y sus formas femeninas y tanto la madre como la hija mostraban un cansancio y una fatiga permanentes. Los vecinos comentaban entre ellos lo mal que lo estaban pasando y que como siguiese así seguramente intervendría asuntos sociales. Algunas vecinas incluso las invitaban a comer, pero la terquedad de Julia y su orgullo hacía que siempre rechazase la invitación.

Pero algo ocurrió, algo muy grave que se veía venir. Un lunes a las nueve de la mañana el timbre de mi casa sonaba insistentemente mientras al otro lado de la puerta la vocecita de Noelia se desgañitaba llamándome.

—¡¡¡ALFONSO, ALFONSO, ABREME TIENES QUE AYUDARME, MI MAMÁ NO SE DESPIERTA!!!

Lo que me dijo Noelia me heló la sangre en las venas. La puerta de la casa de Julia estaba abierta y no dudé en entrar corriendo y dirigirme a su habitación. Julia yacía en su cama, medio destapada, estaba pálida como un cadáver y sus ojos vidriosos medio abiertos, me arrodillé a su lado y agarré su mano, estaba helada, noté una presión débil en mi mano y su voz muy débil.

—Alfonso…me muero…cu…cuida a Noelia.

—¡¡NO!! Grité, tú no te vas a morir, me oyes, te necesito a mi lado y por una vez haz una cosa bien en tu vida y haz el favor de aguantar.

Los nervios me podían, Noelia lloraba en silencio a mi lado, viendo a su madre como se iba apagando. No dudé ni un momento, llamé a emergencias y a los diez minutos estábamos camino del hospital a partir de ahí todo fue un poco locura. Los médicos me preguntaban como si yo fuese su marido y padre de Noelia, vino la policía, asuntos sociales, incluso algún movimiento feminista mal informado gritaba soflamas contra mi frente al hospital por si había habido malos tratos por mi parte.

Al final del día con todo aclarado me encontraba en una habitación con Noelia. Su madre estaba en la UVI en estado crítico con fallo renal y hepático. La niña solo mostraba una desnutrición muy acusada y principio de anemia, pero estaba fuera de peligro. Los médicos fueron claros conmigo, sería un milagro que Julia sobreviviese y me aconsejaron que me pusiese en contacto con su familia más cercana.

Y no se equivocaron. A los dos días de estar ingresada en el hospital, Julia falleció. Su organismo no pudo resistir y un fallo multiorgánico se la llevó para siempre. Creo que nunca he llorado tanto a alguien después del fallecimiento de mi mujer. La quería, estaba muy enamorado de ella aunque no fuese correspondido y me "putease" como lo hizo ignorándome hasta hacerse doloroso, pero la amaba y ahora tendría que aprender a vivir sin ella y otro recuerdo penetrante se sumaría más a esa casa del que ya tenía con mi mujer en su momento.

Esa misma noche la madre de Julia apareció rota por el dolor junto a una tía de ella. Me enteré de que el marido de esa mujer y padre de Julia estaba muy enfermo en el pueblo donde ahora residían. Sin decírmelo expresamente me dejó entrever que ella no se podría hacer cargo de Noelia, que habría que buscar a su padre y que se hiciese cargo de su hija a quien abandonó siendo muy pequeña. Se que esto no era mi problema, que asuntos sociales se hiciese cargo y yo me dedicaría a lo mío, a lo que siempre había hecho y a no complicarme la vida, pero pensé en la niña, en lo mal que lo iba a pasar y que eso no era bueno para ella. Me puse en su lugar y me sentí muy mal, yo no iba a dejar que mi niña pasase por ahí.

En siguientes semanas y después del entierro de Julia no fue difícil localizar al padre biológico de Noelia entre la policía y asuntos sociales. Ese desgraciado se deshizo de su hija a golpe de talonario, ahora vivía muy bien y no quería complicaciones y mucho menos la carga de una hija que apenas conocía.

—Con dos millones de euros habrá más que suficiente para que a esta niña no le falte de nada de aquí hasta que termine la universidad, ¿No? Comentó ese ser desalmado.

—¿Tú crees que te puedes deshacer de tu hija así como así? Pregunté enfadado.

—Mira Alfonso, te diré que siempre me caíste bien, pero el error que cometí es irme a vivir con Julia y además sabiendo que estaba embarazada. A mí los críos no me gustan y no pienso hacerme cargo de la niña y si me obliga la ley te aseguro que conmigo no lo va a pasar bien, siempre estará metida en internados, no quiero que me moleste. No hay nada que el dinero no pueda comprar.

—Algún día tu hija te buscará y te hará llegar su odio por no quererla y deshacerte de ella y de su madre.

—Bueno, con otros dos millones será suficiente para que me deje en paz otros veinte años. Comentó ese tipo con una risa cínica.

Ante la imposibilidad de que el padre de Noelia y sus abuelos paternos se hiciesen cargo de la niña, la única solución viable y casi obligatoria fue la de ceder la patria potestad a los abuelos maternos. Ser millonario como lo eran los abuelos paternos les hacía tener muchos contactos que fueron claves para que se desestimasen todos los recursos que se interpusieron contra ellos para que ejercieran su obligación para con la niña. Al final la madre de Julia vino a buscarla para llevársela al pueblo. Nunca me podre quitar de la cabeza el llanto desesperado de Noelia abrazándose a mi porque no quería irse de mi lado, pero no quedó más remedio y con lágrimas en mis ojos y muy a mi pesar las vi marchar.

Pensé que ya no vería nunca más a Noelia. La barbaridad de dinero que nos dio su padre estaba en un fondo de inversión que no se tocaría hasta que Noelia fuese mayor de edad, salvo alguna emergencia, pero me equivoqué. Al año, poco más un sábado al medio día llamaron al timbre de mi casa y cuál fue mi sorpresa cuando abrí y me encontré la carita risueña de Noelia.

—¡¡¡ALFREDOOOO!!! Gritó mi niña, echándome los brazos y abrazándose a mí con fuerza.

—¡¡¡NOELIA MI AMOR!!! Se me escapó una lágrima, la niña estaba preciosa. Pero mírate, dije emocionado, estas cambiadísima, eres toda una mujercita.

—Ya tengo nueve años, dijo orgullosa mi niña.

En ese momento saliendo del ascensor apareció la madre de Julia andando con dificultad. Me quedé impresionado, había envejecido una barbaridad, pero la persona que salió a continuación me dejó sin habla. Pensé que se había equivocado de piso, es lo primero que se me vino a la cabeza. Era una joven de unos 25 años (29, me lo dijo más tarde) de rostro dulce, nariz respingona y labios carnosos. Su cabello era pelirrojo y sus ojos de un verde intenso, venia vestida con una camiseta y unos shorts cortos mostrando sus curvas descaradamente, me impresionaron sus tetas, ese par de piernas y su altura, mediría más de 1.65. Creo que vio mi cara de bobo porque sonrió pícaramente.

—Alfonso hijo, perdona que nos presentemos así, comentó la madre de Julia, pero Noelia estaba deseando verte y como ha terminado el curso muy bien, creo que se lo ha ganado. Y ahora me vais a perdonar pero estoy muy cansada y necesito sentarme.

Vi como la madre de Julia, pasaba al salón y se sentaba en el sofá quitándose los zapatos con un gesto de placer. Miré a Noelia que me sonreía divertida y luego miré a esa mujer bellísima.

—Pero pasad, no os quedéis en la puerta. Dije franqueando la entrada.

—Mira Alfredo, esta es Cristina, ella es una prima de mamá y es la que me ha estado cuidando.

Alargué mi mano para saludarla, pero ella avanzó hasta mí y dejo mi mano en su cintura y dándome un abrazo me dio dos sonoros besos.

—Hola Alfredo, dijo con una voz muy dulce Cristina, Noelia me ha hablado tanto de ti que estaba deseando conocerte, para ella eres su héroe.

Mire a Noelia con amor y ella me devolvió la sonrisa con esa carita de pilla que ponía de vez en cuando y me cautivaba. Miré a Cristina nuevamente y la verdad tenía cierto parecido con Julia, aunque Cristina se le notaba que era pelirroja natural, además de ser muy blanca de piel y tener su cara salpicada de pequitas pequeñas. Reconozco que me gustó mucho físicamente esa chica.

Ese día lo pasamos juntos los cuatro y pude disfrutar de nuevo de Noelia y sus historias. Me contó que tenía nuevos amigos pero que echaba de menos el estar cerca de mí y el ir a la tienda a hacer los deberes y a ayudarme a colocar el pequeño almacén. También me enteré hablando con Cristina que ella y Julia no eran primas, eran buenas amigas desde la infancia. También me comentó que se acordaba de mí, cuando enterramos a Julia y se acercó con sus padres a saludarme.

—Quizás no me recuerdes, Comentó Cristina, pero nos conocimos en el entierro de Julia, aunque fuimos tanta gente que no creo que reparases en mí.

—Perdóname Cristina, pero ese día me presentaron a tanta gente que ya no me acuerdo ni de sus caras.

Estuvimos charlando de banalidades, aunque esa mujer sabia muchas cosas sobre mí, imagino que por boca de Noelia, aunque yo no me quedé atrás y la atiborré de preguntas. Así me enteré de que estaba soltera y sin compromiso, que había dejado una relación de años con un chico porque no se comprometía a nada y solo le gustaba la fiesta y vivir bien y que trabajaba llevando la contabilidad del negocio de sus padres. Nos fuimos a comer a las afueras de Madrid y luego estuvimos paseando por uno de los muchos pueblos de la sierra de Madrid, era finales de junio y hacia una temperatura increíble. Empezaba a anochecer y para mí fue inevitable la pregunta.

—¿Os vais a quedar unos días por Madrid?

—Pues la verdad que no, dijo la madre de Julia, de hecho deberíamos estar en el autobús de vuelta al pueblo, pero se esta tan bien aquí que da pereza moverse, si acaso luego buscamos alguna pensión para quedarnos hasta mañana.

—No se preocupe por eso señora, en mi casa hay sitio de sobra para todos y para mi será un placer alojarlas. Además así mañana no esperan el autobús, nos montamos en mi coche y las acerco hasta el pueblo, tampoco son tantos kilómetros.

Las tres se mostraron entusiasmadas con la idea, sobre todo Noelia que se abrazó a mí y me cubrió de besos. Esa noche en la soledad de mi habitación, me masturbé pensando en el voluptuoso cuerpo de Cristina, en sus grandes tetas, su culito respingón y ese coñito apetecible que debería de tener y se marcaba perfectamente en sus shorts. Solo el pensar que la tenía a pocos metros de mi hizo que me corriese abundantemente sobre mi pecho y abdomen.

Al día siguiente, pude disfrutar de la compañía de Cristina mientras desayunábamos ella y yo solos contándonos algunas confidencias. Poco antes del mediodía las llevé al pueblo, y allí pude conocer a los padres de Cristina, un matrimonio que me llamó mucho la atención ya que el padre tenía 70 años y la madre 51, pero noté mucho cariño y complicidad en esa pareja. Me invitaron a comer y tuvimos una sobremesa muy entretenida, Cristina no se separó de mi lado en ningún momento y eso de alguna manera me hizo soñar y más cuando antes de irme Cristina me abrazó de nuevo y me dio dos besos.

—¿Me darías tu número de teléfono? Me preguntó con dulzura.

—Claro, como no, dije con naturalidad dándole mi número de móvil.

Al instante Cristina le dio a llamar y en mi pantalla apareció su número de móvil, la miré y ella me sonrió con picardía.

—Hazme el favor, cuando llegues a Madrid llámame para saber que has llegado bien y así me quede más tranquila, ¿Lo harás?

—Claro, descuida que lo haré encantado.

Cuando me monté en el coche e inicié la marcha vi a Cristina por el retrovisor despidiéndome con la mano y haciéndose pequeñita según me alejaba. No quería hacerme ilusiones, pero ¿Qué había ocurrido? ¿A qué se debía esa actitud de Cristina tan cariñosa? «¡¡Imposible!! Me dije a mi mismo, no te hagas ilusiones Alfonso que luego te caes con todo el equipo y te cuesta recuperarte, si no, acuérdate de Julia y lo que pasó». Cuando llegué a mi casa casi me olvido de llamar a Cristina, pero la llamé y nos tiramos una hora hablando por teléfono y contándonos cosas sobre nosotros. Me gustaba hablar con ella, no respondía con monosílabos, si no que provocaba la conversación haciéndola muy amena.

Pasó poco más de una semana desde esa última conversación y mentiría si dijese que estaba deseando hablar con ella de nuevo, pero por miedo al rechazo o que pensase que era un viejo verde, no me atrevía yo a llamarla. Una noche de Julio con un calor sofocante estaba en la terraza de mi casa cuando sonó mi móvil y vi que era ella, no pude ocultar mi alegría.

—¡¡Cristina!! Qué alegría oír tu voz. ¿Qué tal estas?

—Hola Alfonso, ¿Te alegras de oírme? ¿De verdad?

—De verdad de la buena, charlar contigo es muy ameno y entretenido.

—Me alegro que me digas eso, no quería que pensases que era una pesada.

A raíz de esta llamada y sin ser nada tácito, hablábamos casi todos los días, o bien llamaba ella o yo. La verdad estaba confuso, ella parecía estar muy cómoda hablando conmigo, y como dije no quería hacerme falsas ilusiones, pero parecíamos novios contándonos de todo. Una noche en una de nuestras muchas conversaciones me la puso más dura que un poste, no sé si a propósito o no.

—Uffff…que calor hace esta noche, este verano está siendo criminal de calor. Dije sudando.

—Ya te digo, yo estoy en mi habitación con solo unas braguitas puestas y abanicándome…ups…perdón Alfonso, que vergüenza, no he querido ser tan descarada.

El caso es que de solo pensarlo, imaginar su cuerpo desnudo y solo unas breves braguitas tapando su sexo o abierta de piernas mientras se acariciaba hablando conmigo, hizo que mi imaginación volase y mi erección doliese como nunca. Esa noche después de hablar con ella me acosté totalmente desnudo y me hice una soberana paja en honor a esa mujer que era la musa de mis onanismos.

Poco antes de terminar Julio me llevé una alegría. Como todo el mundo imagina o a oído comentarios o leyendas urbanas, los fontaneros solemos "quitar atascos" o "limpiar tuberías" en casas donde mujeres solas se inventan averías mientras sus maridos están de viaje o trabajando.

Esa mañana a primera hora el teléfono de mi empresa sonó como lo hacía muchos días, pero esta vez la voz de Lola sonaba melosa al otro lado.

—Alfonso querido, necesito de tus servicios, tengo un conducto que necesita ser abierto y quitarle todas la telarañas, ¿Crees que podrás venir en un rato?

Lola era una exuberante morena de 45 años con algo de sobrepeso, pero que estaba buenísima, con unas tetas, un culo y un cuerpo muy lascivos. Era muy guarra, muy puta como decía ella misma y no sé si tendría más amantes pero a mí me llamaba de vez en cuando. Sabia como me debía de vestir, bermudas y una simple camiseta pero sin ropa interior para no perder tiempo. La mecánica del encuentro era muy sencilla. Yo entraba en su casa, ella solo llevaría un vestidito ligero y también sin ropa interior, yo me tumbaría en el suelo para mirar esa "tubería defectuosa" y ella se pondría encima de mi cara, de pie para que no perdiese detalle de su entrepierna, para seguidamente, ya con mi polla lista para ella, bajar mis bermudas, ponerme un preservativo y follarme hasta que nos corríamos los dos.

Pero ese día ocurrió algo fuera de lo normal. Hacia un par de meses que no veía a esta mujer y cuando llamé a su puerta y me abrió me encontré a una Lola totalmente diferente. Había adelgazado y me recibió completamente desnuda, estaba increíble y mi polla saltó dentro de mi pantalón. Me hizo pasar, cerró la puerta y dándome la mano me llevó a su habitación viendo ese par de nalgas temblar como flanes a cada paso que daba.

—¿En tu habitación? Pregunté incrédulo, ¿Qué ha pasado con nuestro ritual?

—Hoy quiero que follemos como es debido, dijo Lola tumbándose en la cama y abriendo sus piernas. No quiero hacerlo en el suelo, ahora cómeme el coño, nunca he probado tu boca.

—Te has dejado el coño como el culito de un bebé, exclamé maravillado aspirando su aroma, y además huele de maravilla.

Me amorré a ese coñito delicioso y lo estuve devorando hasta que Lola se retorció por el orgasmo que tenía. Su coño ya era un manantial y mis dedos entraban y salían chapoteando entre tanto fluido.

—Diooos Alfonso, fóllame con ese pollón que tienes, vamoooos déjame bien abierta.

Me desnudé rápidamente y cuando saltó mi verga dura como el acero, Lola la agarró con sus manos y me dio un par de mamadas que me hicieron poner los ojos en blanco, me miró con deseo y me invitó a tumbarme. Pensé que me pondría un preservativo, pero cuando vi que se ponía a horcajadas sobre mí y apuntaba mi polla a su coñito me alarmé.

—¡¡LOLA, EL PRESERVATIVO!! Exclamé algo alterado.

—Mi amor, gimió Lola, solo he dejado a mi marido correrse en mi interior y ahora quiero que este pollón llene mi útero. No temas nada no hay peligro de embarazo ni de ETS, te lo aseguro.

Lola hizo una sentadilla y dejándose caer se metió mi polla en su interior, mientras ponía los ojos en blanco y se mordía el labio inferior.

—Diooooos que gustooooo…asiiiiii…hasta la empuñaduraaaaaa.

Lola empezó a mover sus caderas para que mi polla se acoplase bien en su interior y llenase su estrecha vagina. La sensación de piel con piel era increíble, muy intensa, ese coñito me abrasaba y apretaba mi balano de forma sorprendente, como nunca antes lo había sentido con esta mujer. Cuando empezó a cabalgar sobre mi polla, agarré su culo y fui yo quien moviendo mis caderas de arriba abajo, empecé a follarme a esa increíble mujer haciendo tope muchas veces en su interior, mientras veía su cara desencajada por el placer.

—Al…Alfonso…no pareees…más fuerte…maaaas…me corrooooo…me corroooooo…siiiiiiiiiiiii.

Lola empezó a correrse salvajemente. Su vagina estrangulaba mi polla de una manera que nunca había sentido con esa mujer. Yo intentaba moverme en su interior y ella gemía y gritaba, se dejó caer encima de mí y buscó mi boca con desesperación llenándome de besos y sin haber terminado su orgasmo, volvió a correrse de nuevo.

—¡¡¡ALFONSOOOOO…OTROOOO…OTROOOOOO!!!

Era tal la presión de los músculos de su vagina sobre mi verga que mi orgasmo no se hizo de rogar. Noté esa sensación tan placentera antes del orgasmo y sabía que ya era un punto sin retorno.

—Lolaaaa…me corrooooo.

—Dentro mi amor…llénameeeeee.

Mi polla empezó a soltar trallazos de semen que impactaban en el útero de esa mujer que volvía a retorcerse con su tercer orgasmo. Fue tal la cantidad que expulsé que noté mi corrida desbordar ese coñito y como caía por mis huevos. Cuando nos tranquilizamos, Lola me besó amorosamente mientras acariciaba mi cabeza y con mi polla aun dura clavada hasta lo más hondo de su interior, noté como los músculos de su vagina se relajaban y mi verga quedaba en un limbo de calidez y humedad, pero sin ningún tipo de presión.

—Dios Alfonso que polla tienes, nunca nadie me ha arrancado tres orgasmos sin sacármela. Dijo Lola con la respiración acelerada.

Mi polla que siempre pensé que era algo normal, volvía locas a las mujeres. Se que mi esposa cuando la vio por primera vez abrió mucho los ojos pero no dijo nada, ahora, eso sí, disfruto de mí y yo de ella hasta que su enfermedad la dejó sin fuerzas. Una amiga que tuve años después sí que me exprimió a conciencia y me dijo que tenía una polla descomunal y me hizo ver la comparación.

—Mira, dijo con un bote de spray para matar insectos, es prácticamente igual de larga y gruesa. Y es que era cierto, salvo ligeros matices lógicos, se asemejaban bastante.

Cuando Lola sacó mi polla de su interior espesos goterones de semen salieron de su coñito, bañando mis huevos. Se sentó frente a mí con las piernas bien abiertas y metió sus dedos dentro de su coño sacándolos pringados de sus fluidos y mi semen para seguidamente llevárselos a su boca y saborearlos.

—Ummmm…que placer, que rico sabes, la próxima corrida la quiero en mi boca.

Estábamos sudando y Lola se levantó y dándome la mano me llevó a la ducha, donde nos empezamos a enjabonar sobándonos con lujuria nuestros cuerpos.

—¿Tienes mucha prisa? Gimió Lola mientras mis manos sobaban sus tetas y mi polla se metía entre los cachetes de su culo.

—No me puedo quedar mucho más, tengo que atender la tienda, está cerrada y tengo a los chavales atendiendo otras averías.

—Fóllame el culo mi amor, déjame abierta para ti.

Quien se podría negar ante semejante petición. Durante un buen rato me dedique a lamer, chupar, agrandar, relajar y lubricar el anito de esa mujer que gemía ante mis ataques y me rogaba que la follase. Al rato y sin casi dolor por parte de ella, mi polla entraba y salía de ese culo divino hasta que Lola estallaba en otro orgasmo y pedía que me corriese en su boca.

Lo reconozco, esa mujer era pura lujuria y sabia como encender y mantener excitado al hombre que la follase en esos momentos. Cuando terminamos, me besó con cariño mientras nos secábamos. Fuimos a su habitación y me empecé a vestir bajo la atenta mirada de Lola. Ya en la salida me besó de nuevo y me abrazó, eso me intrigó ya que antes nunca lo había hecho.

—¿Sabes Alfonso? Mi vida ha cambiado mucho desde la última vez que nos vimos. Mi marido y yo nos hemos separado, él tenía un rollito con una jovencita y yo, bueno, yo ya sabes que soy muy puta.

Se quedó callada por unos instantes mientras me miraba a los ojos intentando adivinar o decir algo.

—Nunca hemos hablado de ti, aunque sé que eres viudo. Y quería proponerte algo, que vivamos juntos, tú y yo, pero en una relación abierta. Me gustas mucho Alfonso y sé que tú y yo nos llevaríamos muy bien.

—¿Una relación abierta? Pregunté incrédulo.

—Si cielo, una relación en la que tú y yo estemos juntos pero follemos con quien nos apetezca.

—Veras Lola, yo soy muy fiel a mis parejas y me gusta la exclusividad. Lo mismo quiero que mi pareja sea de la misma opinión que yo en ese aspecto. No creo que me gustase en absoluto que estemos follando tu y yo por la tarde y por la noche te marches por qué has quedado para follar con otro.

—Sería muy divertido, dijo Lola convencida, además, te presentaría a muchas amigas que estarían encantadas de probar ese pollón que gastas. Haz una cosa, piénsatelo y ya hablaremos ¿Vale?

Puse una sonrisa de compromiso pero ni de coña me iba a juntar con semejante mujer, eso solo me traería problemas y disgustos. Sabía que con ella solo follaría muy de vez en cuando y si me llamaba ella, yo no la llamaría nunca.

Ese día empezó muy bien. Ese polvo me dejó un buen sabor de boca y muy relajado, pero Cristina no desaparecía de mi cabeza, estaba deseando que llegase la noche para poder hablar con ella, además me quedaban un par de días para empezar las vacaciones y estaba deseando verla y estar a su lado y el de Noelia, no sé, me daba miedo pero le propondría irme a su pueblo y pasar unos días con ella y con la niña.

Esa noche Cristina me dio otra alegría. Cuando la llamé enseguida atendió mi llamada y se ilusionó al oírme aunque la notaba algo inquieta y le pregunté el motivo.

—Veras Alfonso, es que…uffff…a ver cómo te lo digo sin parecer una fresca.

—Dímelo Cristina, seguro que me gustará.

—Me apetece mucho verte y estar contigo y he pensado que nos podías invitar a tu casa unos días…¿Sería posible?

Cuando me lo dijo mi corazón empezó a latir con fuerza, no quería ilusionarme, pero Cristina abría todas las puertas para que llegásemos a algo más o eso creía yo.

—Sabes, empecé diciendo, te iba a hacer la misma proposición, acercarme a tu pueblo para estar contigo, también me apetece una barbaridad verte.

—¿Me lo dices en serio? Preguntó Cristina emocionada.

—Totalmente en serio. Respondí alegre.

—Pues que alegría me das, de veras, aunque prefiero que nos acerquemos a tu casa, aquí todo es muy aburrido.

—Pues dime cuando llegáis y os voy a buscar.

—Llegaremos el viernes por la tarde, ahora sacaré los billetes por internet, si veo que hay algún problema te lo comunico.

Estuvimos charlando y haciendo planes para cuando viniesen. Al poco Cristina me confirmó que llegarían el viernes sobre las nueve de la noche. Cuando nos despedimos Cristina me mandó un beso por el teléfono a la vez que me lo decía con cariño.

—Mañana te los daré de verdad.

¿Esa chica joven y guapísima estaba enamorada de mí? ¡¡Venga ya!! La chica solo le apetecía estar conmigo, pero eso no significaba que sintiese algo por mí.

El viernes se pasó muy lentamente. Sobre las siete de la tarde recogí la tienda y poco antes de las ocho eché el cierre hasta septiembre que abriría de nuevo. A las nueve menos cuarto estaba en la estación de autobuses nervioso, esperando la llegada de mis dos invitadas. Cuando bajaron del autobús y nos vimos, el recibimiento estuvo a la altura del cariño que nos profesábamos. Noelia vino corriendo hacia donde estaba con los brazos abiertos, la levanté y ella se abrazó a mí con cariño.

—Alfonso, me alegro de verte otra vez. Me saludó Noelia.

—Yo también mi amor, me encanta que estés aquí, cada vez que te veo estas más guapa.

Y era cierto, esa niña cada vez que la veía se parecía más a su madre, en unos cuantos años sería una autentica belleza. Vi venir a Cristina con una minifalda blanca y una camiseta azul, marcando esas enormes tetas que tenía. Estaba guapísima y mi polla reaccionó ante su presencia viendo esas piernas de lujo e imaginando si al final de ese par de columnas de mármol llevaría unas braguitas mínimas.

—Hola Alfonso. Me dijo con una gran sonrisa y sus mejillas arreboladas.

—Hola Cristina, me alegro mucho de verte.

Al terminar de decir esto me agaché ligeramente ya que yo era más alto que ella y fui a darle un beso en la mejilla, ella me echó los brazos al cuello y me abrazó con fuerza juntando su cuerpo al mío, mientras besaba mi mejilla. Yo la abracé contra mi cuerpo sintiendo sus tetas clavarse en mi pecho y su pubis pegarse a mi polla endurecida al notar su cálido cuerpecito casi fundido con el mío.

—Te he echado de menos. Susurró en mi oído mientras deshacía el abrazo.

Yo me puse algo colorado también, la sonreí y agarrando su mano se la besé con cariño.

—Yo también, estaba deseando verte.

Creo que si en ese mismo momento la hubiese besado, hubiésemos juntado nuestras lenguas hasta enredarlas y quedarnos sin aire en un beso largo y húmedo, pero no sé, tenía miedo de confundir un cariño que a lo mejor solo era puramente entrañable y no llegaría a más. No dejaba de pensar que ella era una preciosa joven de 29 años y yo ya iba a cumplir los 51 y mis cuentas no cuadraban.

En ningún momento Cristina me dijo los días que se iba a quedar y yo tampoco se lo pregunté, solo deseaba estar con ellas y disfrutar lo que pudiera de su compañía, sobre todo de la de Cristina que me tenía enfermo de calentura. Cuando salíamos a pasar el día por ahí, ella vestía casual, pero siempre con pantalones vaqueros muy ajustados, shorts cortitos y con camisetas o musculosas ajustadas a su busto y con un escote que hacía difícil mirarla a los ojos. Pero las noches…¡Ay! Las noches, se me ponía unos pantaloncitos de algodón ajustadísimos y muy pequeños que dejaban media nalga al aire prácticamente y su blusita para dormir pero esta vez sin sujetador adivinando unos pezones preciosos.

Luego cuando Noelia se iba a dormir, Cristina se dedicaba con mucha naturalidad a sentarse de manera que esos pantaloncitos se metían por su coñito y por su culo y yo me empalmaba de una manera brutal y cuando se iba a dormir, siempre me abrazaba dejándome sentir su cuerpo y susurraba en mi oído:

—Hasta mañana Alfonso, que descanses.

Se que ella se daba cuenta y en más de una ocasión le pillé mirándome la entrepierna. La verdad, no sé en que acabaría esto, me tendría que "lanzar" y si salía mal pegarme el mayor trastazo sentimental de mi vida. Cristina me empezaba a gustar mucho como mujer y como compañera, no la quería para follar, bueno si la quería para follar, pero también para algo más, lo que me frenaba, lo que me echaba para atrás era la diferencia de edad.

Pasados unos días se me ocurrió una idea. Tenía un buen amigo que tenía un chalecito muy acogedor en la costa onubense y sabía que en agosto nunca lo utilizaba porque decía que le agobiaba la cantidad de gente que había. En más de una ocasión me lo ofreció para pasar las vacaciones pero al no tener nadie con quien ir siempre declinaba su oferta. Cuando hablé con él me dijo que no había problema, que me pasase por su casa llamaría a su hijo y me daría las llaves. Cuando las tuve en mi poder hablé con Cristina.

—¿Cristina cuantos días tenéis pensado quedaros?

Cuando vi la cara de tristeza que puso esa diosa, entendí que quizás la pregunta había sido demasiado directa y se había interpretado mal.

—¿Quieres que nos vayamos ya? Preguntó Cristina al borde del llanto.

—NOOO…no…no, todo lo contrario, por mi quiero que os quedéis todo el mes, todo el año…o…o para siempre. Lo que pasa es que se me ha ocurrido que nos podemos ir a la playa, tengo un chalet casi a pie de playa y lo pasaríamos bien.

Estábamos en la cocina sentados en unos taburetes altos, mientras Noelia veía la televisión en el salón. Cristina vino hacia donde estaba y se metió entre mis piernas abrazándome con fuerza, yo también la abracé. Sin deshacer ese abrazo Cristina me miró y acarició mi cara.

—Por mí no me separaría de tu lado nunca. Susurró Cristina.

Fue inevitable, notábamos nuestro aliento, nuestras bocas estaban peligrosamente cerca y mis labios se posaron en los suyos en un dulce beso que aumentó de intensidad hasta que nuestras lenguas se conocieron y se envolvieron la una contra la otra para no querer separarse. Mi polla reaccionó ante esto y se puso dura como una barra de acero. Se que ella lo notó por que empezó a frotarse suavemente contra mi mientras gemía en mi boca. Mis manos se enredaron en su melena haciendo más profundo el beso, nuestras salivas, nuestros alientos se confundieron en uno solo…Diooooos, estaba en la gloria, estaba besando a esa diosa y ella parecía excitada con eso.

—¿Sois novios? Preguntó Noelia desde la puerta con picardía.

Con disgusto por mi parte dimos fin a ese beso tan pasional. La mirada, la eterna sonrisa en la cara de Cristina me dejó ver lo bien que estaba, lo feliz que se sentía. Sin dejar de abrazarnos Cristina miró a Noelia y la sonrió.

—Bueno cariño, el tiempo lo dirá, dijo Cristina a Noelia, pero creo que esto es un buen comienzo.

Noelia encogió sus hombros mientras reía con complicidad. Cristina volvió a mirarme y me volvió a besar, pero esta vez fue más corto aunque igual de intenso.

—Estaba deseando besarte y me gusta lo bien que lo haces…uffff, me has dejado sin aire. Me dijo Cristina con una gran sonrisa. Y a lo de irnos a la playa, contigo me voy donde haga falta, la idea me parece genial.

Esa noche fue muy diferente, Cristina se mostró muy amorosa conmigo y yo estúpidamente estaba muy asustado. Antes de irnos a dormir, estuvimos preparando todo en mi habitación para salir de madrugada y Cristina me dijo que se le había olvidado el traje de baño.

—Bueno eso no es problema, la dije para tranquilizarla, a donde vamos tienes una calle llena de tiendas donde te venderán el traje de baño que desees.

—Ummmm…eso suena bien, dijo Cristina mimosa. Me pienso comprar un traje de baño que haga que no me saques los ojos de encima.

—E…e…eso no es necesario, tartamudeé, no me canso de mirarte…me…me…gustas mucho. Me atreví a decir.

Cristina vino hacia donde me encontraba y me abrazó con fuerza buscando mis labios. Nos volvimos a besar con una pasión inusitada mientras ella se abrazaba a mí y sus manos recorrían mi espalda atrayéndome más hacia ella. Cuando nos faltó el aire y deshicimos el beso Cristina me miró con pasión y empujándome hizo que me sentase en la cama, volvió a meterse entre mis piernas pero esta vez mi cara quedaba a la altura de sus impresionantes tetas. Agarró mi cabeza y la abrazó contra su pecho, notando perfectamente la falta de sujetador. Besó mi cabeza y me lo preguntó excitada.

—¿Te gusto? Me preguntó mirándome a los ojos.

—Es…estoy loco por ti, me…me he enamorado de una diosa y no…no deseo separarme de tu lado…te…te…te deseo. Dije entre la excitación y el miedo al rechazo.

Volvió a besarme con cariño pero esta vez el beso duro poco. Se irguió y mirándome con picardía desde su posición elevada empezó a desabrocharse la blusa que llevaba para dormir dejando sus preciosas tetas a la vista con un pezón y una areola pequeña y rosadita. No hizo falta que me dijese nada más, mis manos se dirigieron temerosas a acariciar esas dos preciosidades mientas mis labios se apoderaban de esos pezones que estaban duros por la excitación.

—Te quiero Alfonso, te he querido incluso antes de conocerte y yo también estoy loca por ti. Dijo excitada Cristina.

Mis manos agarraron su perfecto culo apartando su pantaloncito, mis dedos se metieron entre sus nalgas buscando su anito y la entrada de su vagina. Cristina gimió de gusto y apoyando su rodilla derecha en la cama dejó más abiertas sus piernas para que mis dedos llegasen mejor a ella. Mi polla estaba ya desbocada y pedía a gritos los mimitos de esa diosa de fuego que me estaba llevando a un estado de excitación que no sabía controlar. Note su humedad y ese coñito estaba ya chorreando, deseando ser lamido, comido y penetrado.

—Ven mi amor, dijo Cristina tirando de mí.

Me puso en pie y me besó lascivamente mientras sus manos sobaban mi polla por encima del pantalón.

—Joder Alfonso…¿Qué escondes aquí? Dijo libidinosamente, mientras devoraba mis labios y mi boca.

Estaba muy nervioso, sabía cómo iba a terminar aquello, necesitaba verla desnuda, comerle el coño y follármela. Necesitaba sentir como su boca devoraba mi príapo y como mi ariete abría ese coñito hasta llenarlo de leche. Ni me acordaba de que no estábamos solos hasta que la voz de Noelia nos sacó de nuestra lujuria.

—No me encuentro bien, dijo Noelia con voz lastimera, tengo ganas de vomitar.

Cristina inmediatamente saltó como un resorte, como si la hubiesen pillado en el peor de los renuncios, se puso de espaldas a la puerta de mi habitación recomponiendo sus ropas y yo me fui de inmediato a atender a mi niña que veía como le llegaba la primera arcada previa al vomito. No me dio tiempo a llegar al inodoro y en el lavabo Noelia echó toda la cena que había tomado. Aunque le advertimos que comiese con mesura, se puso "morada" de pizza cuatro quesos y ahora le estaba pasando factura el exceso que hizo.

Al poco se unió Cristina conmigo intentando tranquilizar a Noelia que no paraba de echar el exceso de cena mientras lloraba asustada por la magnitud de semejante indigestión. Al final Cristina y yo nos acostamos juntos, pero con Noelia entre medias porque no quería dormir sola. Cristina se negó también a dormir sola esa noche, quería compartir cama conmigo y como mi cama era grande nos acostamos los tres dispuestos a dormir o por lo menos intentarlo, ya que tanto Cristina como yo teníamos un calentón del quince.

Esa noche no pude dormir bien. En mi cabeza se repetía en bucle la escena anterior a que llegase Noelia y me preguntaba una y otra vez como esa impresionante mujer, joven, bellísima e inteligente había ido a fijarse en un tipo como yo casi 22 años mayor que ella y le demostraba una y otra vez las ganas que le tenía. Sabía que no era por dinero, su familia nadaba en la abundancia metida en el mundo de vinos y bodegas, de hecho cuando fui a llevarlas a su pueblo y vi en la hacienda que vivía Cristina con sus padres me quedé muy sorprendido, tanto por lo campechanos y agradables que eran como por los peculios que poseían.

Y luego estaba otra idea que empezaba a rondar en mi cabeza, descabellada por lo ridícula que era. No es que fuese creyente en el esoterismo, pero que las dos veces que Cristina y yo nos empezásemos a "enrollar" y Noelia nos interrumpiese hizo que me preguntase si Julia desde su nueva vida no intentaba decirme algo o me advertía con esas interrupciones del posible peligro que me podía acechar al intentar intimar con esa diosa. Estaba hecho un lio o era un estúpido de manual, pero algo tan bueno, tan sencillamente fácil como era amar a esa mujer tenía que esconder algo malo por descontado.

Estaba con esos pensamientos y miré la hora, eran las cuatro de la mañana, dentro de una hora nos levantaríamos para salir de viaje con la "fresca" sobre las seis. Me levanté con cuidado para ir al baño y cuando regresé Cristina había cambiado de postura y ahora estaba en posición fetal con el culo hacia la parte exterior de la cama.

El morbo pudo más que la cautela y me acerqué por su lado para, en la semi penumbra de la habitación, vislumbrar la poderosa obra de arte que poseía Cristina en su retaguardia. Me arrodillé maravillado, sus nalgas devoraban la tela del pantaloncito que llevaba, blancas como la nieve, su vulva se adivinaba perfectamente en la tela y no pude vencer la tentación de acercar mi cara y oler su feminidad, ese olor característico a sexo excitado en una mujer y que mi pituitaria captó de inmediato.

Mi polla enseguida se llenó de sangre mostrando una más que evidente erección, mi mano fue a calmarla mientras aspiraba a escasos centímetros de esa maravilla, ese olor adictivo y mis ojos devoraban cada centímetro de ese rincón tan íntimo. Deseé tocarla, que mi boca recorriese cada recoveco y empaparme de ese olor que estaba nublando mis sentidos, cerré mis ojos y mi mano empezó a subir y bajar lentamente por mi balano, me estaba masturbando al lado de la mujer que me tenía loco de deseo y notaba que mi orgasmo no tardaría en llegar pero un movimiento,  un ligero ruido hizo que mis prácticas masturbatorias cesasen de inmediato y me recompusiese, sería muy incómodo que me descubrieran de rodillas al lado de Cristina, con mi cara prácticamente pegada a su culo y mi mano agarrando mi polla.

Me incorporé con cautela y me fui al otro lado de la cama con mi polla a punto de reventar y mis huevos llenos de leche que necesitaba expulsar. Pensé irme al servicio y pajearme, sí, eso era una gran idea iba a hacerlo cuando la dulce voz de Cristina me sobresaltó.

—¿Alfonso que haces levantado? ¿Ya es la hora? Preguntó somnolienta

—No cielo, es que necesitaba ir al baño, sigue durmiendo.

—Anda acuéstate, tienes que estar descansado.

No me quedo más remedio que acostarme. Noelia dormía sin problema a pierna suelta, Cristina se arrimó a ella y puso su mano sobre mi pecho, yo me limité a agarrar su mano y entrelazar mis dedos con los suyos.

No sé cuánto tiempo pasó pero me volví a quedar dormido. Note algo cálido en mis labios y entre sueños abrí los ojos encontrándome la carita risueña de Cristina dándome tiernos besos. Yo me limité a sonreír, entendedme, no todos los días te despiertan así.

—Cariño, son las cinco y veinte, vete despertando, yo voy a ducharme. Susurró Cristina.

Cuando se puso en pie pude ver que estaba completamente desnuda y se mostraba ante mi sin pudor alguno. Cuando salió de la habitación y encendió la luz del pasillo, su espléndida figura se dibujaba en el marco de la puerta iluminándola, yo me quedé sorprendido ante esa imagen y balbuceé:

—Cristina, eres…eres preciosa.

—Gracias mi amor.

La vi desaparecer hacia la ducha y mi polla volvió a erguirse desesperada por terminar algo que no llegaba a empezar. En el transcurso de la ducha de Cristina, desperté a Noelia y nos fuimos a la cocina a empezar a preparar el desayuno, al poco vino Cristina envuelta en una tolla anudada a su pecho y dejando sus increíbles piernas al aire. Me volví a poner cachondo sabiendo que debajo iba completamente desnuda, vino hacia donde estaba y me volvió a besar.

—Anda cariño, vete a duchar, yo termino esto.

Obedecí sin rechistar, cuando me metí en la ducha, y pensando en todo lo pasado y esa última imagen de Cristina desnuda, me hice una soberana paja en su honor teniendo un orgasmo increíble y corriéndome como un animal, creo que nunca me había visto echando tanta leche, pero ese orgasmo me dejó algo más relajado aunque no más tranquilo.

Antes de la hora de comer llegamos a nuestro destino. A las chicas les gustó muchísimo el chalet donde nos íbamos a alojar. Deshicimos las maletas, nos cambiamos de ropa y fuimos a hacer algo de compra. Cristina aprovechó y se fue a una tienda donde vendían ropa de baño y al rato se juntó con Noelia y conmigo con una gran sonrisa en su cara.

—Te aseguro que solo vas a tener ojitos para mí. Dijo Cristina con picardía.

Solo escuchar eso ya me puso la polla morcillona, pensando en un traje de baño minúsculo tapando mínimamente lo más íntimo de esa mujer. De seguro que me tendría que partir la cara con algún chulito de playa que se cree con derecho a intentar follarse a todas las mujeres que desea.

Ese día Cristina nos invitó a comer en un restaurante y por la tarde nos fuimos a la playa y como me dijo solo tendría ojos para ella. Un bikini azul turquesa con una braguita pequeña que se metía en su culo deliciosamente y la parte de arriba tapando como podía sus exuberantes tetas era lo que hacía que no despegase los ojos de ella. Toda la tarde estuve excitado y Cristina fue la causante, no paraba de rozarse conmigo, pegando su culazo a mi polla y frotándose descaradamente. Noelia jugaba con nosotros ajena a nuestros manejos, pero mis manos bajo el agua acariciaba el cuerpo de esa hembra increíble que me tenía al borde del colapso.

Hubo más momentos "calientes" tanto en la playa como cuando nos duchamos y cenamos los tres juntos. Cuando se duchó Noelia, Cristina y yo nos buscamos como dos animales en celo, nos comimos la boca como bestias sedientas de sexo y nuestras manos no se estaban quietas, acariciando, amasando y agarrando partes sensibles de nuestro cuerpo. Volteé a Cristina que de inmediato pasó sus manos hacia atrás apoderándose de mi erección por encima del bañador mientras mis manos se metían por dentro de su camiseta y se apoderaban de sus grandes tetas.

—Mi amor…necesito…necesito follar contigo, decía Cristina moviendo sus caderas lascivamente, joder…vaya pollón que tienes, quiero sentirlo dentro.

—Te voy a dejar el coño abierto y lleno de leche. Estoy deseando ver tu coñito de cerca para comerlo y follarlo con la lengua.

Cristina giró su cuello buscando mi boca, bajé mi mano y la metí por su braguita de baño apoderándome de un coñito lampiño y suave y empapado de sus jugos.

—Siiiiiii mi amooor…no pareeees.

Mis dedos jugaban en su rajita inundada, ella abrió mucho más sus piernas y me apoderé de su clítoris haciendo que gimiese de placer, mientras sus manitas se aferraban a mi durísima polla en esos momentos.

—Alfonso sácatela, necesito verla. Dijo con necesidad esa diosa.

Fue ella la que sacando mis manos de su cuerpo, se dio la vuelta y se arrodilló frente a mí, deshizo el nudo del elástico de mi bañador y me lo bajó hasta las rodillas. Mi polla saltó furiosa frente a su cara mirándola fijamente con su único ojo, ella me miró con los ojos muy abiertos mientras ponía sus manitas sobre mi piel y una descarga de placer recorrió mi espalda.

—Por diooos cielo, es…es enorme.

Como una niña impresionada con un juguete que no se esperaba, sus labios besaron mi glande para seguidamente y con algún esfuerzo por su parte meterse una parte de mi polla en su boquita. Cerré mis ojos y eche mi cabeza hacia atrás mientras mis manos se metían entre sus cabellos y agarrando su cabecita empezaba un suave movimiento de caderas follandome la boca de Cristina. Cuando la volví a mirar, ella fijaba sus ojos en mi mientras una mano suya se perdía por su entrepierna.

—Cariñoooo…gemí excitado, me…me voy a correeer.

Ella gimió excitada cerrando sus ojos en señal de placer, mi orgasmo era ya imparable, cuando oímos como se abría la puerta del baño y salía Noelia diciendo en voz alta «¡¡SIGUIENTE!!»

El susto que nos metimos Cristina y yo fue monumental y se nos cortó todo el rollo. Recompusimos nuestras ropas con la velocidad del rayo y para cuando apareció Noelia, los dos estábamos uno en cada punta del salón. Cristina me cedió la vez para que me fuese a duchar y así Noelia no se percatase de la tremenda erección que tenía. Antes de entrar al baño esa mujer increíble me paró y me besó nuevamente, susurrando en mi oído:

—Se que quieres masturbarte, pero no lo hagas mi amor, aguanta solo un poquito, ¿Lo harás por mí?

—Por ti hago lo que me pidas…Te quiero Cristina. Me atreví a decir.

Vi como la cara de Cristina se iluminaba y sus ojos se humedecían ligeramente. Volvió a besarme y me lo preguntó como si no creyese lo que había oído.

—¿Me quieres? ¿En serio? Mi amor, yo te quiero más que a mi vida, estoy loca por ti. Afirmó Cris.

—Yo estoy igual que tú, te quiero con todo mi ser. Le confesé.

Volvió a besarme con cariño y se separó de mí, me quedé mirándola según se alejaba y no pude dejar de admirar ese culito provocador. Cristina se dio la vuelta y me pillo mirándola descaradamente, ella solo se limitó a sonreír con picardía y a lanzarme un besito volado.

Ese primer día finalizaba y cenamos algo de embutido. Todos estábamos muy cansados por el madrugón que nos habíamos dado, por el viaje de más de siete horas y por la tarde en la playa. Noelia fue la primera en irse a dormir, la acompañamos a su cuarto en el piso de arriba y la dimos el beso de buenas noches. Pensé que en ese momento Cristina y yo terminaríamos lo que habíamos empezado, pero realmente estábamos muy cansados y bostezábamos a cada momento, así que con dolor por parte de los dos nos despedimos y cada uno se fue a su habitación, Cristina en otra habitación del piso superior y yo en la habitación que había en la planta baja. Pensé que debido a la excitación y a esa cama que no conocía, me costaría dormirme, pero fue cerrar los ojos y caer en un profundo sueño.

Esa noche fue muy especial, soñé que Cristina y yo estábamos juntos de nuevo, su boca recorría mi verga dura como una piedra mientras una manita suya amasaba con mimo mis huevos, incluso olí su fragancia, el olor de su excitación…dios mío como necesitaba follarme a esa mujer que me tenía loco de deseo. Joder la sensación era tan intensa que me iba a correr poniendo todo perdido, pensé en mi sueño, eso de alguna manera me hizo despertar topándome con la visión del coño de Cristina en primer plano mientras ella en un 69 me comía la polla. Me costó centrarme, ella había encendido la luz de la mesilla y puesto el aire acondicionado y entonces hice la pregunta más ridícula que se puede hacer en esos momentos:

—Cris…Cristina…que…jodeer ¿Qué haces?

Cuando oyó mi voz Cristina me dejo de mamar la polla para ponerse encima de mí y comerme la boca con gula.

—Follame mi amor, follame que no aguanto más, no puedo dormir pensando en ti, necesito ser tuya.

Cristina había perdido el juicio y en su mente solo existía la palabra follar. Su coño no paraba de babear y su cara reflejaba lo decidida que estaba para llevar a buen fin sus deseos. Se tumbó en la cama y se abrió bien de piernas mostrándome un coñito precioso rojo como su pelo con unos labios mayores muy abiertos mostrando su clítoris, sus labios menores y su vagina dispuesta a acoger mi polla.

—¿Y si Noelia se despierta? ¿Si nos descubre? Pregunté tumbándome sobre su cuerpo.

—Ya no me importa que nos vea, sabe que nos queremos.

Las caderas de Cristina se movían con desesperación notando la punta de mi polla rozar su coñito. Mi boca devoraba sus tetas y los gemidos de esa loba eran cada vez mayores. Apunté a su vagina y dejé ir la mayor parte de mi polla en su interior.

—¡¡¡AHHHHHHH!!! DIOOOOOS QUE GUSTOOOOO. Casi grito Cristina.

Su coñito era estrecho y apretaba mi polla de una forma que era deliciosa y que de seguro haría que me corriese en nada de tiempo, saqué mi polla para volver a meterla de nuevo y volver a oír gemir a mi diosa.

—Vamos campeón, dijo Cris excitada, demuéstrame lo que sabes hacer con esa polla.

Mi cariño hacia ella hizo que fuese delicado en mis embestidas. Veía su cara, sus ojitos cerrados, para abrirlos mientras me sonreía y me besaba, pero llegó un momento en que su gesto cambió.

—Solo eso, ¿con el pollón que tienes y solo sabes hacer eso? Dijo Cris decepcionada.

—Si soy brusco puedo hacerte mucho daño y no quiero que sufras, quiero que disfrutes.

La mano de Cristina bajó hasta mi polla y la palpó, la agarró empujando hacia su coño a la vez que elevaba sus caderas.

—¡¡¡VAMOS, FÓLLAME COMO ES DEBIDO MARICON!!! ¡¡¡HAZME GRITAR DE PLACER!!!

Empuje algo más y noté como hacia tope en su útero. Cris se aferró a las sábanas y puso sus ojos en blanco mientras gemía guturalmente.

—Asiiiiii…revienta el coño a esta zorra, haz que no pueda cerrar las piernas…métela todaaaa.

—Te voy a destrozar el coño puta, vas a desear no haberme dicho eso.

De un enérgico golpe de caderas se la metí hasta el corvejón, el grito que dio Cris se tuvo que escuchar nítidamente en el silencio de la noche y a partir de ahí inicié un bombeo brutal que hizo que esa diosa de fuego alcanzase su primer orgasmo en poco tiempo.

—Me corroooo…me corroooooooooo.

Note como el coñito de Cris se aferraba a mi polla como si fuese una tabla de salvación. Ella me miraba enfebrecida, esa cara de salvaje, de ninfómana desatada no la conocía. Hasta que termino su orgasmo se aferró a mí con sus piernas para no dejarme salir, pero cuando noté como jadeando aflojaba su presa sobre mí me salí de ella, necesitaba tranquilizarme o si no me correría en breve y esta diosa no se conformaría con un orgasmo.

—¿Qué haces? Preguntó jadeando. ¿Por qué me la sacas?

—Shhh…calla y no hables zorra. Solo disfruta.

Fui bajando por su cuello, sus tetas, su tripita, hasta llegar a ese coño increíble. Mi lengua lamió desde su anito hasta su clítoris para posar mis labios sobre ese botoncito del placer y hacer jugar mi lengua con él. Enseguida las piernas de Cris se abrieron mucho más y mi boca y mi lengua jugó con todo su sexo arrancándola gemidos y haciendo que su respiración se disparara. Mi dedo buscó su anito, estaba empapado de sus jugos, empecé a jugar con él pero sin penetrarla y noté como su respiración se aceleraba aún más.

—Diooos mi amor que me haceees…sigue…sigue no pareees.

Mi lengua empezó a follarla mientras mi dedo se metía por su anito sin la oposición de Cristina que elevó sus caderas gimiendo de gusto.

—Cabrón me voy a correr otra vez…jodeeeer.

Me faltaban manos, boca y lenguas para satisfacer a esa puta insaciable. Me puse de rodillas y la mire como un sátiro.

—Ponte en cuatro putita, te voy a reventar.

Ella rió con picardía, y de inmediato se puso en cuatro dejándome ver todo ese culazo impresionante y su coñito que no paraba de babear juguitos. Su anito era como toda ella, precioso, rosadito y cerrado mi boca fue hacia ese lugar y lo chupé y follé con mi lengua.

—Mi amor no aguanto más, necesito correrme, gemía con desesperación Cristina.

No me hice de rogar, mi polla estaba a reventar y mis huevos estaban cargados desde la mamada de Cristina antes de cenar. Apunté mi verga en su coñito y se la metí hasta que mis huevos rebotaron en su clítoris.

—Siiiiiii…follameeeee.

Notaba como su coño se abría para alojar mi tremendo balano, veía como devoraba todo mi cipote una y otra vez hasta que mis huevos columpiándose rebotaban en su clítoris haciéndola gemir. Puse mi dedo gordo nuevamente en su anito y empecé a estimularlo, Cristina estaba tan entregada que veía como ese agujero se abría y cerraba debido a los espasmos de placer hasta que haciendo algo de presión empecé a follarle con el dedo gordo su culito.

—Me corroooooo mi amoooor… no pareeees.

Empecé a empotrarla con fuerza haciendo que ese culazo vibrase como la gelatina ante mis acometidas y Cris, mi diosa de fuego se derritió con sus corridas.

—Asiiiii…no pares…no pares…sigueeeeeee…me corroooo otra vez…siiiiiiii.

Mi orgasmo no tenía vuelta atrás, así entrase Noelia en la habitación en ese momento, no pararía por nada del mundo hasta que llenase el coño de Cristina de leche. Noté de nuevo las contracciones de los músculos de su vagina sobre mi polla, iba a correrse de nuevo y ya no me pude aguantar más, ver como mi polla entraba y salía de ese coñito y sus nalgas con mi dedo metido en su anito me hicieron explotar.

—Cristinaaa…me corrooooooo.

—Diooooos siiiiiiiii…llena mi coño de lecheeee.

Creo que nunca me había corrido de esa manera, clavé mi polla hasta los mismísimos huevos en el coñito de Cris solo con el primer latigazo de semen en su interior esa diosa levantó su cabeza y abrió su boca para tomar aire explotando en uno de los orgasmos más violentos que he visto en una mujer. Tembló y se retorció como una serpiente mientras mi polla no paraba de soltar leche en su interior.

Cuando nos tranquilizamos, cuando recuperamos nuestras respiraciones, acaricié la espalda de Cristina que ronroneaba todavía con mi polla clavada en lo más hondo de su ser. Mi dedo gordo todavía estaba clavado en su culo y las caderas de Cris, se mecían suavemente. Primero saqué mi dedo de su culo provocando su estremecimiento, haciendo que sus riñones se elevasen ligeramente para seguidamente sacar con cuidado mi polla de su interior.

Vi su coñito más enrojecido aun de lo que era. Estaba muy dilatada y su vagina se veía distendida, su mano se dirigió a su coñito del que empezaron a caer goterones de semen que ella recogió, para seguidamente erguirse y voltearse hacia mí, mientras lamia con glotonería su mano. Me besó con lujuria notando mi propio sabor. Aunque en principio me dio asco, enseguida eso cambió por una sensación de placer que nunca había sentido e hizo que mi polla volviese a erguirse. Cristina acarició mi cara y me miro muy intensamente.

—Dios que polvo, nunca había tenido algo tan grande dentro de mí y nunca había tenido tantos orgasmos…joder me has destrozado.

—¿Te he hecho daño? Pregunté preocupado.

—Mi amor, ha sido un dolor placentero, me has metido el útero en el estómago, pero te aseguro que he disfrutado como nunca lo he hecho.

Nos metimos entre las sábanas y nos abrazamos, mientras nos mirábamos con cariño. Amaba a esa mujer, pero la diferencia de edad me seguía asustando, y temía que me hiciese daño y destrozase mí ya maltrecho corazón. En mi cabeza se repetía una y otra vez como una mujer tan bella e inteligente se había ido a fijar en un simple fontanero cincuentón.

—Alfonso, antes de que lleguemos a más, quiero que sepas algo.

Su mirada cambió y eso me asustó de alguna manera. Ahora que había encontrado una mujer que me decía que me quería, habría algún pero, como pensé en su momento, no podía ser todo tan bueno.

—Soy muy puta, muy guarra en la cama. No digo que no a nada y me gusta hacer las mayores cerdadas que puedas imaginar. Cuando estoy excitada pierdo los papeles y me gusta el sexo duro que me follen con saña, como si me violasen.

—Cuando te refieres a las mayores cerdadas, ¿A qué te refieres? Orgias, lluvia dorada, coprofagia, gang bang, tríos, BDSM, fisting…

Vi la cara de alucinada de Cristina, como no entendiendo lo que le había comentado, me quedé un poco desconcertado, esas eran auténticas cerdadas.

—No…no entiendo eso que me has dicho, dijo tímidamente, para mí las mayores cerdadas es que mi hombre me folle por todos mis agujeritos y se corra en ellos.

—Pues mi amor, entre lo puta que eres tú, y lo vicioso que soy yo, creo que lo vamos a pasar muy bien.

Que queréis que os diga, con 29 años y esa candidez, me enamoró más aun. Cristina era un diamante en bruto queriendo aprender más y de seguro que la enseñaría a ser más puta aun. Nos quedamos callados los dos, muy abrazados. Al tener el aire acondicionado puesto hacía que nuestros cuerpos se diesen calor y eso hacía que tuviésemos un contacto muy íntimo. En mi cabeza revoloteaba la misma pregunta desde que empecé a notar que Cristina quería algo más de mí.

—Cris, ¿te puedo preguntar algo?

Cristina me miro preocupada, muy seria, como esperando algo malo.

—Claro cielo, puedes preguntarme lo que quieras. Contestó intranquila.

—Bueno, nos hemos confesado que nos queremos, nos llevamos muy bien y hemos follado como hace tiempo que no lo hacía con nadie. Eres bellísima, joven e inteligente y…y ¿Por qué yo? Un fontanero cincuentón.

—Ya, entiendo. Dijo Cristina. Como te dije me enamoré de ti incluso antes de conocerte, eres todo lo que he buscado en un hombre, tienes unos valores que hoy en día ya se van perdiendo y créeme, tu edad y con lo que ha pasado esta noche sé que tú eres el hombre de mi vida. ¡¡Ah!! Y que seas fontanero es lo de menos, no te avergüences de ello.

—Pero nos llevamos más de 21 años. Dije con preocupación.

—Mira Alfonso, te voy a contar algo. De siempre, desde que tengo uso de razón me han gustado los hombres más mayores que yo. Perdí mi virginidad con un hombre de 45 años siendo una tierna adolescente y durante un par de años me enseñó a amar el sexo a ser una buena puta en la cama. Casi todas mis relaciones han sido con hombres mucho más mayores que yo, salvo la última que tuve que fue con un chaval dos años mayor y me constató que los jóvenes no son lo mío y que los hombres mayores me hacen perder la cabeza. Además, mira mis padres, se llevan 20 años y nunca he visto pareja más feliz.

—Vaya, creo que he tenido mucha suerte al conocerte.

—No mi amor, la suerte la hemos tenido los dos.

Apagué la luz de la mesilla y nos quedamos los dos dormidos como angelitos. No sé cuánto tiempo había pasado cuando oí como golpeaban la puerta suavemente, eran las diez de la mañana y supuse que sería Noelia. Cristina estaba adormilada y se incorporó también mirándome asustada.

—Tranquila mi amor no pasa nada. Dije dándole un beso de buenos días a Cris. Pasa Noelia.

Cuando se abrió la puerta y Noelia vio que estábamos juntos en la misma cama arrugó su naricilla y sonrió con picardía.

—Ahora entiendo el jaleo que había ayer por la noche y no me dejó dormir. Dijo Noelia

—Noelia, no es lo que piensas solo estuvimos hablando, quizás un poco alto y claro…

—Alfonso, no soy tonta, no hace falta que te excuses.

—Bien jovencita, pues danos un momento para que nos vistamos, desayunemos y nos preparemos para irnos a la playa.

Cuando se cerró nuevamente la puerta del dormitorio, fui consciente de que Noelia, ni niña, se hacía mayor. Como bien dijo ella no era tonta y sabía lo que había ocurrido en esa habitación. ¿Para qué engañarla? Pensé, seguro que en el colegio hablarán entre las amigas, habrá oído conversaciones de adolescentes, incluso en películas o alguna vez que en internet se haya topado con alguna página no recomendable para menores, intenté justificar su precocidad. Fuera lo que fuese me alegró que supiese que Cris y yo estábamos juntos.

—¿Sabes? Noelia sabía que esto iba a ocurrir, porque notaba lo que sentía por ti. Fue ella la que hizo que me enamorase de ti.

Miré a Cristina, si ya de por si era una mujer bellísima, los matices de su rostro según se había despertado junto a su melena pelirroja y alborotada le daban un aspecto tierno y aniñado que la hacían aún más deseable. La besé con pasión haciendo que nuestras lenguas jugasen entre ellas y eso unido a su cálido cuerpo desnudo junto a mi hizo que mi polla se llenase de sangre y se pusiese dura como el mejor acero. Cris hizo que me incorporase y apoyase mi espalda en el cabecero de la cama mientras ella se sentaba a horcajadas sobre mi sexo dejando que los labios de su coñito mimasen y acariciasen mi polla.

—Dios que pollón tienes, es algo increíble decía excitada.

Notaba como sus babitas empapaban mi verga hasta dejarla mojada y brillante. Su coño destilaba fluidos sin control embarrándome todo mi vientre. Mis manos y mi boca se adueñaron de esas increíbles tetas que tenía y me dedique a lamer, morder y chupar hasta hacerla gemir de placer mientras abrazaba mi cabeza contra su pecho. Cristina hizo que la mirase, su rostro estaba desencajado por el placer, me besó mordiendo mi labio inferior y metiendo su manita y levantando su culo apuntó mi polla en su coñito y se dejó caer gimiendo de gusto.

—Auummmm mi amor, me encanta sentirla dentro, notar como me abres.

Mis manos se fueron a su perfecto culo, lo amasaban y ayudaban a que mi polla entrase y saliese de ella mientras mis dedos jugaban con su anito. A diferencia de la noche anterior que literalmente me follé a esa diosa, esa mañana casi me pedía sin decirlo que la hiciese el amor con calma, mi polla entraba y salía casi en toda su longitud de ese coñito, mientras sus caderas tenían un movimiento sensual e hipnótico. Sabía que no iba a durar mucho, el calor abrasador de su vagina estaba fundiendo mi aguante y junto a sus gemiditos en mi oído me estaban llevando al nirvana del placer. Como adivinando mis pensamientos y con la voz más sensual que os podáis imaginar susurró en mi oído:

—Estoy deseando que me folles el culito y me dejes bien abierta para ti.

Eso de alguna manera hizo explotar mi orgasmo. Fue imposible pararlo imaginando a esa criatura celestial con su culo en pompa y mi polla entrando y saliendo de él.

—Diooooos…Criiiis…me corrooooooo. Balbuceé.

Clavé mi verga todo lo que pude en el coñito de Cristina mientras empezaba a regar el interior de esa mujer de fuego. Note su cuerpo temblar y besándome gimió su orgasmo junto con el mío mientras me vaciaba, creo que fue uno de los polvos más rápidos, sabiendo los dos que Noelia nos esperaba para desayunar. Aun así nos permitimos el lujo de darnos cariño cuando logramos tranquilizarnos, mientras mi polla seguía en su interior.

Nos hubiese gustado ducharnos juntos, pero mientras ella se duchaba yo me fui a preparar el desayuno de todos y por supuesto a partir de ese momento cada vez que podíamos nos demostrábamos nuestro cariño y nuestro deseo con tórridos besos mientras nuestras manos buscaban las partes más sensibles de nuestros cuerpos.

Ese día Cristina estrenó otro bikini que me dejó sin habla. Era un tanga que subía por encima de sus caderas y dejaba sus ingles a la vista tapando su coñito con celo. La parte de arriba contenía a duras penas sus tetas mientras marcaba descaradamente sus pezones. Me quede embobado mirándola y me seguía preguntando como una diosa así estaba conmigo.

—¿Me queda bien? ¿No crees que es muy atrevido?

—Cris te queda increíble y te hace aún más deseable, pero si me dejas darte mi opinión, te propongo que este lo estrenes en otra playa que conozco, a la que vamos es demasiado familiar y sé que a más de uno le va a dar un infarto según te vea.

—Creo que tienes razón. Entonces no te enseño el tercero que me compré, dijo con picardía, ese te lo enseñaré en la intimidad.

Subió a cambiarse y nos fuimos a pasar el día en la playa. Aun con el bikini que llevaba puesto que era más discreto, los hombres la miraban desnudándola con los ojos. Creo que si hubiese tomado la decisión de ir con el otro bikini me hubiese tenido que partir la cara con alguno que se fijaba en ella con descaro.

A los pocos días de estar de vacaciones fue inevitable que al ponernos en el mismo sitio siempre,  hiciésemos amistad con un matrimonio que tenía una niña de la edad de Noelia. Las niñas fueron las que digamos fuese inexcusable el que las dos parejas empezásemos a hablar. Ellos eran de Sevilla, de unos 45 años, muy agradables y simpáticos, se llamaban Angel e Inma y hacían muy buena pareja. No pude dejar de fijarme en como ese hombre calvo y regordete miraba a Cristina con deseo, como también no pude dejar de fijarme en lo buena que estaba esa mujer pese a su edad. Esto de alguna manera nos vendría muy bien a la larga ya que los días de playa serían más amenos.

Desde el día que Cris y yo follamos como desesperados, no volvimos a dormir en camas separadas. Noelia fue consciente e incluso creo que le gustó la idea de verse en ese ambiente "familiar" con dos de las personas que más quería. A la semana de haber llegado, y compartiendo de forma tácita lecho Cris y yo, noté movimiento en la cama, miré el reloj del teléfono y vi que era temprano, cuando me di la vuelta vi a Cristina vistiéndose.

—Cariño es pronto, ¿A dónde vas tan temprano?

—Siento haberte despertado mi amor, tengo cita a primera hora en el salón de belleza para depilarme.

—¿Depilarte? Dije sorprendido, pero si tienes la piel como el culete de un bebé.

—Puede ser, dijo dándome un beso, pero es algo que hago de forma habitual, algo así como el ir a la peluquería. Sigue durmiendo amor, cuando despiertes estaré aquí.

Eso hice y estando desayunando Noelia y yo sobre las once apareció Cristina con una gran sonrisa y unos churros. Se subió a cambiar y cuando bajó supe que debajo de esa camiseta grande iba totalmente desnuda. Me miró con picardía y dio un besito al aire. Desayunamos entre miradas enfebrecidas y haciendo "piececitos" como dos púberes ilusionados con su nueva situación. Cuando Noelia terminó, nos dio un beso a cada uno y dijo que iba a su habitación a cambiarse. Según nos quedamos solos en la cocina Cris se levantó y poniéndose a mi lado se levantó la camiseta mostrándome su piel nívea y su sexo imberbe.

—Tócame mi amor, dijo Cris en un susurro, veras que suavecito esta.

Mis dedos se fueron a su entrepierna, estaba empapada, ella se limitó a abrirlas ligeramente para que mis dedos entrasen dentro de ella y la masturbasen. Mi polla estaba ya a reventar y Cris con cuidado apartó un poco las cosas del desayuno y sentándose en la mesa frente a mí se abrió bien de piernas mostrándome esa preciosidad de coño que poseía.

—Cómeme el coño mi amor.

Saqué mi polla y empecé a masturbarme mientras mi boca se apoderaba de esos labios y de su clítoris arrancando gemidos de placer de la garganta de mi amante. Ella tapaba su boca para que no la oyese mientras sus caderas ya se movían descontroladas. Necesitaba follarme a esa diosa de nuevo, mi polla reclamaba ese coñito y apartando la silla donde me encontraba sentado la ayudé a sentarse a horcajadas sobre mi polla que entró dentro de ella del tirón y hasta las pelotas. Ella abrió mucho los ojos y ahogó un gran gemido pero sí susurró en mi oído.

—¡¡¡Ahhhhh!!! Diooooos mi amor…me corroooooo.

Se abrazó a mí con fuerza emitiendo gemiditos casi inaudibles mientras sus caderas se movían descontroladas y notaba su cuerpo temblar. Estaba tan excitado viendo como esa niña increíble se corría con mi polla clavada hasta la empuñadura, que noté como mi orgasmo estallaba dentro de ella. No la avisé, solo me tensé y noté como mi polla se ponía granítica y empezaba a palpitar escupiendo semen en el interior de Cris que se retorcía de placer al notar como la iba llenando. Sabíamos el peligro que corríamos, que Noelia podía aparecer en cualquier momento, pero todos los minutos en que nos podíamos demostrar nuestro cariño los aprovechábamos a tope. Nos quedamos quietos los dos disfrutándonos, su cabeza apoyada en mi hombro mientras acariciaba mi cara.

—Cariño, sé que me vas a matar pero quiero que hagas algo por mí. Me dijo Cris.

En esos momentos con mi polla todavía clavada en lo más hondo de su ser no sabría decirla que no a nada. Además Cris era muy mimosa y sus arrumacos y ronroneos me volvía loco.

—Pídeme lo que quieras, no se decirte que no. Dije todavía flotando por el polvo recién echado.

—Mañana…mañana tienes cita a primera hora para que te depiles tú también. Dijo Cris con algo de miedo.

—¡¡¡Q…QUEEEE!!! Casi grité asustado.

—Shhhhh mi vida calla que Noelia nos va a oír, tranquilo. Dijo cris levantándose y sacando mi polla de su interior.

Cuando vio que de su coño empezaban a salir fluidos y semen, se dio la vuelta para alcanzar papel de cocina y poder limpiarse dejando su perfecto culo a escasos centímetros de mi cara. La abracé contra mi mientras mis labios besaban ese par de perfectas nalgas que poseía, estaba en sus redes pero la idea de "depilarme" me parecía rocambolesca. Una vez terminó se volvió a sentar a horcajadas sobre mí y me besó con cariño.

—Mira mi amor, empezó diciendo, uno de mis deseos más ocultos, de los que casi nunca hablo con nadie es que mi pareja, mi HOMBRE, recalcó, tenga sus genitales libres de vello, vamos que no tengan ni un solo pelito, que mi boca pueda lamer, chupar y comerse sus huevos y su polla sin que como a los gatos se me haga una bola de pelo en la garganta. Dijo exagerando un poco la comparación.

—Ya mi vida, pero eso duele mucho ¿No? Además, que vergüenza, voy a tener que estar desnudo delante de un tío mientras toquetea mis "partes nobles" Dije intentando evitar tan mal trago.

—Emmmm…bueno, técnicamente te lo debería de hacer un hombre, pero ese salón de belleza solo contrata chicas, dijo Cris con cara de intranquilidad.

—¡¡¡¿COMOOO?!!! Volví a gritar, ¿QUE ENCIMA ME LO VA HACER UNA MUJER? OSEA NO, DEFINITIVAVMENTE NO. Dije levantándome y quitándome de encima a Cris.

Ella se sentó en la silla y me miró traviesa apoyando su mentón en la palma de su mano mientras mordía seductoramente su dedo meñique sabiendo que me tenía en sus manos.

Al día siguiente a las nueve de la mañana entraba puntual en el salón de belleza y una mujer atractiva de mediana edad se acercaba a mi sonriendo, mientras unas seis mujeres me miraban inquisitoriamente aumentando mi intranquilidad

—Hola buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

—Yo…yo…bueno ayer mi…mi pareja vino a depilarse y…este…bueno…

—Ahhh, tú debes de ser Alfonso ¿No? Dijo ella con naturalidad e interrumpiendo mi tartamudeo.

—Si ese mismo, dije resignado a mi destino.

—Bien, estate tranquilo. Dijo esa mujer viendo mi azoramiento. Acompáñame y no temas, la persona que te va a depilar tiene muy buena mano, aquí vienen muchos hombres a depilarse y nunca se han quejado.

Nos metimos en una habitación, y me señaló un biombo. En ese sitio había una camilla y una especie de cómoda con todos los utensilios que se utilizan imagino para depilar y una estantería llena de toallas. Me metí detrás del biombo y esa mujer me dio un par de instrucciones y me dejó allí solo.

—Desnúdese de cintura para abajo y con una de las toallas tápese y túmbese en la camilla. Y relájese, enseguida vendrá la chica que le atenderá.

Y ahí estaba yo, temblando como un primerizo en un burdel y maldiciéndome por haberme dejado liar por Cris. Ahuequé la toalla y eche un último vistazo a la "pelambrera" que tenía adornando mis genitales cuando oí como se abría la puerta y entraba una joven de no más de 22 o 24 años morena y de pelo negro azabache. Era muy guapa y aunque su uniforme blanco la ocultaba bastante se apreciaba que poseía un cuerpo muy bonito.

—Hola Alfonso, buenos días, me llamo Mari Carmen y me han dicho que es tu primera vez para depilarte, que tenga paciencia contigo, ¿Es así? Dijo esa chica con simpatía y un marcado acento andaluz.

—Bueno, sí. Afirme sobresaltándome al notar como esa mujer me despojaba de la toalla dejándome expuesto ante sus ojos.

—Tranquilo Alfonso, veras como esto no es tanto como parece. Otra cosa al tener que toquetear tus genitales es normal que tengas una erección, no te preocupes ni te sientas violento, es algo natural y no me voy a escandalizar, estate tranquilo. Ahora abre bien las piernas y vamos a empezar.

Vi cómo se ponía unos guantes de látex y mirando vi cómo me agarraba la polla y la movía viendo la obra a realizar. Empezó con un cortapelos eléctrico a recortarme el exceso de vello. Ella tenía agarrada mi verga por la base y la movía a su antojo para acceder a los sitios más difíciles, en un principio no me importó, estaba más pendiente de su trabajo que del "manoseo" al que me estaba sometiendo. Fue muy cuidadosa y me depiló desde mi ano hasta los huevos, inglés y pubis y parte del pene que también tenía pelos. Al final, con tanto manoseo, mi polla estaba en su máximo esplendor, mostrándose desafiante ante esa joven que con la excusa de comprobar si había quedado algún "pelito" se había quitado los guantes de látex y manoseaba mis genitales sin pudor alguno.

—Mari Carmen, como…como sigas haciendo eso me voy a terminar corriendo…ufffff. Dije excitado.

—Mamen…llámame Mamen, joder Alfonso vaya badajo que tienes y vaya huevos, desde que he visto lo que tenías entre las piernas mi coño no ha parado de encharcarse.

Yo me dejaba hacer, de acuerdo que podía haber parado eso inmediatamente, pero esa chica era puro vicio y miraba extasiada mi polla. Cerré mis ojos y pensé en Cris, en que era ella quien me estaba haciendo ver las estrellas cuando noté algo caliente y húmedo en mi polla. Miré y Mamen estaba haciendo honor a su diminutivo y me estaba haciendo una señora mamada.

—Joder Mamen…jodeeer… como sigas así me corro.

—No quiero que te corras todavía, quiero follarte.

—Alguien puede entrar. Dije asustado.

—Hay una luz encendida fuera que indica que estoy trabajando y estamos en una habitación insonorizada para amortiguar los posibles gritos de clientes "quejicas" Te aseguro que nadie nos molestará.

Solo yo podía parar eso, pero ni quería ni deseaba que parase. En esos momentos mi cabeza estaba en mi polla y solo deseaba profanar el coño de esa niña que pedía a gritos que la follase. Vi cómo se quitaba su pantalón y su tanga y mostraba su coñito totalmente depilado, estaba brillante por sus fluidos y ese olor penetrante a mujer excitada llego a mi nariz haciendo que mi polla diese un espasmo.

—¿Tienes preservativos? Preguntó la morena mordiéndose el labio y acariciándose el coño.

—Veras, mi pareja y yo no utilizamos preservativos, nunca los he utilizado, siempre lo hago a pelo.

—Ufff…joder cabrón, me tienes a mil, dijo agarrándome la polla. Mi Paco y yo también lo hacemos a pelo, sé que debería utilizar protección, pero ahora mismo quiero esto dentro de mi coño.

De no sé de dónde saco un botecito de gel de una conocida marca de preservativos y embadurnó mi polla con él notando al instante una agradable sensación. Se subió a la camilla y poniéndose en cuclillas, con la punta de mi polla rozando sus labios miro al cielo mientras ella solita se ensartaba hasta los huevos.

—Pacoooo…perdóname mi…mi amoooor…¡¡¡AHHHHH!!! Diooos que polloooon.

—Joder que estrechita eres, como aprietas.

—Es que nunca me he metido algo tan grandeee…joder…jodeeeer…me corroooooo.

Y sin apenas habernos movido, solo dejando que mi cipote se acomodase en su interior Mamen se corrió como una perra salida. Cuando se tranquilizó se quitó su blusa y su sujetador y me mostraba unas tetitas no muy grandes pero si muy apetecibles. Agarre su culo y fui yo quien moviendo mis caderas empecé a follármela con penetraciones profundas que la hacían gemir escandalosamente. Estuvimos así como unos diez minutos, con mi polla entrando y saliendo de su coñito como una perforadora, notaba mis huevos empapados de sus jugos y mi orgasmo que ya no podía retener más y se lo dije.

—Me voy a correr Mamen…no aguanto más.

—Dentro…hazlo dentrooo…llenameeee.

Me corrí como un animal en su interior mientras ella temblaba con otro orgasmo intenso atravesando su cuerpo. Cuando nos tranquilizamos ella se tumbó en mi pecho y pude acariciar su cuerpecito y su culo, pequeño, suave y blandito.

—Ha sido una pasada, dijo con algo de fatiga Mamen. Nunca me había corrido así con nadie.

Diciendo esto sacó mi polla de su interior poniendo todo perdido, se bajó de la camilla e inmediatamente se limpió con una toalla ya que su coño parecía una pequeña fuente de fluidos y semen. Se vistió rápidamente y yo me iba a levantar pero me paró antes.

—Espera, déjame que te limpie bien. No me gustaría que tu pareja viese como te he dejado la polla y los huevos de mis jugos después de la follada que me has dado.

Me limpió bien con unas toallitas húmedas y luego me dio una loción para evitar la irritación al haberme depilado, aunque creo que los jugos de esa mujer fueron un bálsamo difícil de superar. Nos despedimos con un pico en los labios y ella abriéndome la puerta me despidió mientras recogía su lugar de trabajo.

Nunca me había pasado algo así, que una mujer solo y únicamente quisiera follar conmigo nada más conocerme, bueno, el caso es que cuando me conoció estaba con todo al aire y no sé, si me pongo en su lugar y soy yo el profesional y una tía que esta buenísima se abre de piernas para mí para que le arregle el "chichi"…uffff, creo que mis manos se comportarían lascivamente.

No pude evitar tener remordimientos pensando en Cris. Hacia solo una semana que nos habíamos confesado nuestro amor y ya le había sido infiel y esa no era mi manera de ser. No era tan promiscuo y como creo que comenté me gustaba la exclusividad por ambas partes y eso ya no lo había cumplido. Esto no volvería pasar pensé para mí, miré la hora todavía era pronto busqué la churrería donde Cris compró los churros y cuando salí vi en un pequeño callejón un sex shop, sentí curiosidad y me acerque a mirar.

El local era pequeño, en apariencia, lleno de mostradores y vitrinas con cientos de artículos para el sexo, había de todo y la mayoría no tenía ni idea para lo que servían. Vi unos consoladores monstruosos y otros pequeños que parecían bolígrafos algo gruesos, la verdad no sabía que es lo que hacía allí hasta que una vocecilla sensual sonó a mi espalda.

—¡¡Hola!! ¿Puedo ayudarte a encontrar lo que buscas?

Una muñequita de apenas un metro sesenta, ojos color miel y un cuerpecito muy bonito me miraba con una gran sonrisa, con sus manos a la espalda sus pies juntitos y moviendo sus caderas suavemente de adelante a atrás. No tendría más de veinte años pero con esa minifalda y esa camiseta casi transparente, sin sujetador y estando en el sitio que estábamos, joder, me dieron ganas de follármela, aunque quité esa idea de mi cabeza enseguida.

—Pues veras, no sé muy bien porqué he entrado, la verdad es que no busco nada en concreto, más bien curioseo. Confesé a esa chica algo azorado.

—¿Sabes? Todo el mundo quiere algo, dicen que entran a curiosear, pero buscan algo con que satisfacer a su pareja o a él mismo. Así que no tengas vergüenza, aquí estamos para lo que estamos, cuéntame que es lo que te preocupa.

La verdad y aunque me costase el reconocerlo me asustaba la juventud de Cris y su vitalidad, sus ganas de follar casi a diario y no es que me molestase pero si temía a un "gatillazo" con ella con la consiguiente vergüenza. ¿Le iba a contar eso a esa chica que no conocía de nada? Creo que historias como la mía tenía que escucharlas a diario, así que ¿Por qué no?

—Pues veras, algo increíble me ha ocurrido, una preciosidad pelirroja de 29 años se ha enamorado de mí, bueno, nos hemos enamorado los dos, es un volcán en la cama y yo con casi 51 años entiendo que quizás…no se si me entiendes.

—¿Qué no des la talla? Jajajajaja…rio la chica mientras agarraba mi brazo y me dejaba sentir su teta. Cielo, conozco a los hombres según los veo te aseguro que tú eres un semental, aunque un poquito de ayuda no nos vendrá mal ¿A qué no? Mira, ven que te muestro algo.

Serpenteamos entre los mostradores de la pequeña tienda, pero muy bien distribuida, hasta que llegamos a un rincón donde había solo cajas pequeñas imagino que de estimuladores o algo parecido. Estaba bajo llave y esa chica abrió la vitrina y saco una de esas cajas en la que se leía, «PENETRÓN»© Aumento de la libido, la erección y la eyaculación masculina. Tomando otra caja me la dio y en ella se leía «EMPOTREITOR» Lubricante de alto rendimiento. Especial para sexo anal. Solo leer eso hizo que mi polla ya empezase a ponerse morcillona pensando en el culito de Cris.

—Tanto uno como otro los he probado yo personalmente con mi chico y te aseguro que son la leche. Alguna vez en el show que hacemos los hemos utilizado con un resultado increíble.

—¿Haces un show? Pregunté impactado.

—Claro, respondió segura. Aparte de ser la dueña de este negocio, detrás de aquella puerta hay unas cabinas con un escenario donde "mis chicos" y yo damos un buen espectáculo, ya sabes, dijo guiñándome un ojo, sobre todo follamos y me tapan mis "huequitos" te aseguro que si te quedas a verme no te arrepentirás y si te gusto…bueno, por 300€ podrás follarme por dos horas. Dijo con picardía.

—Emmm…bueno, te aseguro que eres toda una tentación, pero me quiero centrar en mi chica. Dije evitando la incitación.

—Perdona, dijo ella disculpándose, es el negocio y hay que mantenerlo, son tiempos difíciles.

Seguimos charlando y al final me llevó a la estantería de los dildos y me hizo preguntas sobre Cris, algunas las respondí, otras me las reservé por ser demasiado personales, cogió un dildo normalito grueso y algo largo, tendría unos veinte centímetros.

—Mira, no sé si tu chica habrá tenido sexo anal, si no es así esto no lo intentes pero si lo ha practicado, cuando la estés follando el culo o el coño métele esto por el agujerito que le quede libre, veras que manera de correrse.

A estas alturas, con esa jovencita lujuriosa y la conversación que manteníamos, tenía mi polla como un bate de beisbol, y debido a mi indumentaria mi verga se marcaba perfectamente y mantenía una tienda de campaña dentro de mis bermudas. Esa chica me miró con deseo y se mordió su labio seductoramente, mientras nos íbamos al mostrador a que me cobrase, me volvió a mirar con lascivia y me lo dijo.

—Cielo, estas muy excitado y vaya pollon que marcas…50€ y follamos hasta que te corras.

—Solo esto encanto, en serio, eres una tentación, pero quiero llegar a casa para follar con mi chica.

Ella me miro con resignación, pero mostró una sonrisa traviesa, fue a buscar algo y me lo metió en la bolsa.

—Me has caído muy bien, esto te lo regalo yo para tu chica, es un plug anal para que la vayas dilatando y puedas follarla el culito.

Pagué lo que me llevaba, no fue barato, joder, casi trescientos euros, solo esperaba que valiese la pena lo que me llevaba. Antes de salir esa chica me llamó de nuevo.

—Solo un consejo, léete el prospecto del «PENETRÓN» y no te pases con las dosis, puedes pasar un mal rato.

—Muchas gracias, lo tendré en cuenta. Dije abriendo la puerta para salir.

—Emmm…de acuerdo, no me pagues nada pero fóllame, ¿Quieres? Insistió esa chica

Esa niña era una monada y una tentación enorme y en otras circunstancias no lo habría dudado, pero aunque sorprendido por esta inusual coincidencia de mujeres jóvenes queriendo follar conmigo, no iba a ser infiel de nuevo a la mujer que en esos momentos ocupaba mi cabeza y mi corazón.

—De veras, no me lo tomes a mal, pero quiero follar con mi novia y no quiero serle infiel.

Puso cara de disgusto, creo que no estaba acostumbrada a que un hombre la rechazase, solo levantó la mano con una sonrisa de conformidad y nos despedimos.

Cuando llegué a casa, Cris me esperaba preocupada. Según abrí la puerta vino corriendo hacia mí y me abrazó con cariño llenándome de besos. Me sentí un canalla al haberla engañado con la chica que me depiló, pero quise quitar eso de mi cabeza y centrarme en Cris.

—Cariño estaba preocupada y con cargo de conciencia al haberte metido en este lio ¿Te han hecho mucho daño? ¿Has pasado mal rato?

—No mi vida, no ha sido tan terrible como pensaba, a ver, duele, pero la chica que me ha atendido tenía mucha práctica y ha sabido tenerme entretenido hablándome y preguntando mientras me dejaba sin un pelito.

—¿Me dejas verlo? Preguntó traviesa.

—¿Y Noelia?

—Sigue durmiendo en su habitación, no he querido despertarla hasta que llegases. Comentó Cris acariciándome por encima de las bermudas.

Cristina agarró mi mano y me llevó al salón. Se sentó en el sofá abriendo sus piernas y dejándome ver sus braguitas mínimas que tapaban su sexo a duras penas. Mi verga ya empezó a llenarse de sangre, mientras ella me desabrochaba las bermudas y con delicadeza bajaba mis pantalones y mi slip. Cuando lo vio abrió mucho los ojos y se llevó una mano a la boca para acallar una exclamación.

—Dioooos mi amor es enooormeeee, exclamó por lo bajo mientras acariciaba mis huevos. Da gusto tocarlos, lo tienes todo muy suavecito.

Mi polla estaba ya dura como el granito y Cris no lo dudó. Se metió mi balano en su boquita y empezó a hacerme una mamada que hizo que mis piernas flaqueasen. No quería parar eso, vi la mirada de vicio de Cris y su manita que acariciaba su coñito por encima de la braguita, mientras que su otra mano masajeaba mis pelotas y sus dedos acariciaban mi perineo. No iba a durar mucho, la chica del sex shop me había puesto cardiaco y me había dejado a punto para Cris que mamaba de una manera increíble utilizando su lengua con maestría. Estaba demasiado excitado con los acontecimientos de esa mañana y mi orgasmo no quiso esperar, agarré la cabecita de Cris y empecé a follarme su boquita con saña.

—AHHHH mi amoooor que boquita tienes…asiiiii, trágatela toda…me voy a correr en tu boquita, puta…traga…tragaaaaaaa.

Empecé a correrme como un animal en la garganta de Cris que con esfuerzo y lágrimas en los ojos tragaba a duras penas. Saque mi polla ligeramente para que pudiese respirar y tragar y vi como su cuerpo temblaba y se corría con su manita dentro de sus braguitas. No dejó escapar ni una gota de mi corrida mientras mamaba mi polla y la dejaba limpia y reluciente. Recuperamos nuestras respiraciones besándonos y dándonos cariño y justo cuando me abrochaba las bermudas oímos la puerta de la habitación de Noelia, Cris se puso en pie y me besó notando mi propio sabor para seguidamente deshacer el beso y meter en mi boca sus dedos mojados de sus babitas.

—¿Soy tu puta mi amor? Quiero ser todo para ti.

Saque los dedos de mi boca y creo que nunca había sentido lo que sentí en ese momento por Cris. La besé intentando fundirme con ella ser parte de su cuerpo y no dejar de sentirla en ningún momento. La dejé de besar y ella me miraba feliz y salió natural de mi garganta según lo sentía todo mi cuerpo.

—Te amo, te amo como no te haces una idea.

Vi brillar los ojos de Cristina y como su carita irradiaba felicidad, en esos momentos entro Noelia con cara de sueño frotándose los ojitos. Vino hacia nosotros y se abrazó con cariño.

—Buenos días Cristina, buenos días Alfonso. Dijo mi niña con voz de sueño.

La cogí en brazos y ella cariñosamente me dio un beso, le pregunté si tenía hambre y ella asintió con su cabecita. Los tres nos fuimos a desayunar y en ese desayuno las miradas de complicidad, de cariño y amor no cesaron entre Cris y yo. Cuando terminamos y Noelia se fue a su cuarto a cambiarse, recogimos todo en silencio, Cristina agarró mi mano y me llevó a nuestro dormitorio para ponernos en traje de baño. Nos desnudamos completamente y volvía preguntarme como esa diosa estaba conmigo si con solo un chasquido de sus dedos podría tener al hombre que quisiera. Creo que adivinó lo que pensaba, vino felinamente hacia donde estaba y me abrazó con fuerza dejándome sentir todo su cuerpo desnudo pegado, fusionado con el mío, piel con piel.

—Dímelo mi amor, necesito oírlo de nuevo. Susurró en mi oído Cris.

—Te amo mi vida. Cada molécula de mi cuerpo te ama de forma irracional.

Aunque solo hacia un rato que me había corrido en la boca de Cris, mi polla se irguió insolente alojándose en el huequito que había entre sus piernas y su sexo y notando su humedad. Esa diosa era uno de los mejores afrodisiacos y me hacía sentir cosas que nunca había sentido, incluso con mi mujer, a la que amaba sin condiciones.

—Yo también te amo mi amor, te quiero, te quiero a rabiar, hagamos que esto no tenga fin.

Joder, estaba viviendo la mejor historia de amor de mi vida, una historia que ni en mis mejores sueños podría hacerse realidad, vaya, ni en las mejores novelas de Corín Tellado, seguro que no había algo tan intenso ni pornográfico.

Muy a pesar nuestro tuvimos que separarnos, Noelia reclamaba la presencia de uno de los dos para que la pusiésemos bronceador antes de ir a la playa. El sexo empapado de Cris y mi polla dura, férrea, eran motivos más que suficientes para haber follado hasta desfallecer, pero había prioridades y eran más importantes, ya tendríamos nuestros momentos de sexo desenfrenado

Como todos los días cuando fuimos a la playa Angel e Inma nos esperaban en el lugar de siempre, incluso ellos ponían toallas para reservarnos un lugar junto a ellos y así no tener que estar algo alejados. Eso de alguna manera nos condicionaba ya que Cris y yo necesitábamos nuestros momentos de intimidad cuando Noelia y la niña de ese matrimonio se iban a jugar, pero bueno, que le íbamos a hacer solo eran unas horas, horas que se convirtieron en el día completo ya que tanto Cris como Inma decidieron comer en el chiringuito de la playa.

El día transcurrió con tranquilidad y ya cuando nos íbamos a despedir vinieron las niñas y la hija de estos amigos se lo preguntó a sus padres.

—Mamá, ¿Se puede venir Noelia con nosotros mañana al parque acuático?

Fue un momento algo incómodo, esa pareja se miraron entre ellos como no sabiendo muy bien lo que decir. También era cierto que hacía muy poco tiempo que nos conocíamos y salvo las conversaciones de la playa muy superficiales no nos conocíamos de nada, así que decidí intervenir, pero se me adelantó Inma.

—Veréis, mi hermana y mi cuñado se van mañana con sus niños al parque acuático que hay aquí cerca. Siempre se llevan a nuestra niña ya que se lo pasan en grande, sé que no tenemos mucha confianza pero si la dejáis ir se lo pasará muy bien.

Cristina y yo nos miramos enfebrecidos y nos lo dijimos todo, tendríamos todo el día para nosotros, tendríamos intimidad y follaríamos hasta caer agotados.

—Por Noelia no os preocupéis, mi cuñado es muy "niñero" y disfruta tanto o más que ellos, nunca los pierde de vista. Dijo Inma a modo de información.

Miramos a las niñas que impacientes esperaban una respuesta afirmativa hasta que Cris sabedora de la respuesta se dirigió a Noelia.

—Pero tienes que prometerme que obedecerás en todo lo que te digan y se una niña educada.

—Lo prometo Cristina, dijo emocionada Noelia dando saltitos junto a su amiga.

Al final nos despedimos y quedamos en llevar a Noelia a su casa a las diez de la mañana. Cuando llegamos a casa y Noelia se metió en la ducha, Cris y yo nos enganchamos como dos desesperados comiéndonos la boca y metiéndonos mano.

—Mañana mi amor…mañana no quiero que salgas de mí, gemía excitada Cris, tendremos todo el día para nosotros.

Nuestras manos empezaron a desatar la calentura, la pasión que llevábamos en nuestro interior y que no dejábamos de exteriorizar a la más mínima oportunidad acariciando, sobando nuestros cuerpos y dejando que nuestros dedos tocasen puntos extremadamente sensibles. Cris fue la primera que arrodillándose me bajó en bañador y acariciándome los huevos empezó a mamarme la polla con gula mirándome con lujuria.

—¡¡¡FÓLLATE LA BOCA DE ESTA PUTA!!! Exigió.

Agarré su pelo formando una cola de caballo y afianzándola bien empecé una follada feroz en esa boquita oyendo el chapoteo de sus babas. Vi como su mano se bajaba a su coñito y empezaba a masturbarse y en esos momentos me acordé del dildo que había comprado esa mañana, si lo tuviese de seguro que le entraría sin problema.

No teníamos mucho tiempo, Noelia saldría enseguida del baño, mi orgasmo estaba a punto de explotar y miré con amor a Cris que sumisa me devolvía la mirada con sus ojos llorosos, notando sus arcadas.

—Criiiissss…Gemí susurrando su nombre.

Empecé a correrme como un animal clavando mi polla en lo más profundo de la garganta de Cristina mientras ella soltaba un gemido casi inaudible de placer notando su cuerpo temblar…¡¡¡SIGUIENTE!!! La voz de Noelia nos anunciaba que había terminado, teníamos como unos quince, veinte segundos como mucho antes de que apareciese por la puerta pero ni Cristina ni yo dejamos de disfrutar de ese orgasmo, era como si no fuese con nosotros, como si estuviésemos solos. No nos dimos prisa, cuando nos tranquilizamos, mi diosa de fuego sacó lentamente mi polla de su boquita, chupando, lamiendo para no dejar ni rastro de mi corrida.  Cuando terminó, me subió las bermudas y me besó con cariño, momento en el que entraba Noelia y nos sorprendía en pleno beso.

—Me gusta veros así, pero dejar algo para mañana. Dijo Noelia riéndose colorada como un tomate.

Eso hizo que tanto Cris como yo nos sorprendiésemos de su comentario, era como si supiese que al día siguiente que no nos íbamos a mover de la cama e íbamos a estar follando todo el día. Aunque lo deseaba, esa noche no ocurrió nada, Noelia estaba nerviosa con su excursión al día siguiente al parque acuático, con lo que acabó durmiendo con nosotros.

Esa noche no dormí bien, bueno ni Cristina ni yo dormimos bien, nos despertamos a menudo y juntábamos nuestras manos por encima de la cabeza de Noelia, que ella si dormía a pierna suelta, y nos acariciábamos tímidamente como aperitivo de lo que nos esperaba cuando estuviésemos solos.

Noelia fue la primera en despertarse y por ende nos despertó a nosotros. Enseguida se fue a su habitación para vestirse y que desayunásemos, momento en que Cris y yo nos quedamos solos.

—Anda, lleva tú a Noelia a casa de nuestros vecinos de playa, quiero prepararme muy bien para ti. Dijo Cris acariciando mi erección matutina.

Solo ese comentario hizo que soñase con un auténtico maratón de sexo con esa pelirroja explosiva imaginando lo que íbamos a hacer en un rato. Cuando fui a la cocina y me preparaba para desayunar me acordé de lo que había comprado en el sex shop, fui a mi habitación y a los pocos minutos estaba leyendo el prospecto del «PENETRÓN» Lo típico, no tomar en caso de sufrir alguna enfermedad vascular o del corazón, posible efectos secundarios y lo más importante, la posología.

«Administrar una gota de PENETRÓN por cada diez kilos de peso» en mi caso que casi pesaba 80 Kg. tendría que poner ocho gotas en medio vaso de agua. «ADVERTENCIA, SOBREPASAR LAS DOSIS, PODRIA CAUSAR EFECTOS NO DESEADOS. EN CASO DE SOBREDOSIS, PÓNGASE EN MANOS DE UN FACULTATIVO»

Bueno lo más importante estaba leído. Eché agua en un vaso y me dispuse a poner la ocho gotas correspondientes aunque cuando las eché me dije, «que diablos, hoy va a ser un gran día» Y estúpidamente doblé la dosis recomendada.

Cuando llegamos a casa de Angel e Inma ya empezaba a no encontrarme muy bien me notaba raro. Sentía mi polla dura como un poste y mi deseo por follar empezaba a ser preocupante. Según íbamos andando por la calle miraba a las mujeres de forma insana, como cachos de carne donde correrme. Angel me abrió la puerta y me saludó con afecto mientras daba un beso a Noelia que ajena a todo deseaba encontrarse con su amiguita. Fue inevitable que ese capullo que deseaba a Cristina se fijase en mi erección y cuando se levantó me miró con envidia.

—Cabrón con suerte, dijo golpeando levemente mi hombro, vas a dejarle el coño "escocío"

Yo me limité a sonreír, y solo le pregunté a qué hora pasaba a recoger a la niña.

—Pásate sobre las nueve de la noche y tráete a Cristina hombre, así nos tomamos unos vinitos.

Se lo agradecí aunque sabía que era por tener cerca a mi chica. Solo había que observarle para ver el deseo que tenía por follarse a Cristina. Cuando llegué a casa Cris ya me esperaba solo con una braguita tan pequeña que dejaba la parte superior de su coñito a la vista y unas sandalias con taconazo que la hacían unas piernas y un culo impresionantes.

No sé lo que me pasó. Se me nubló la vista y mi raciocinio me abandonó. Me vi agarrando de su hermosa melena a Cristina, mientras la arrastraba a nuestro cuarto. No hubo mamadas ni comidas de coño, ni tampoco hubo besos ni frases de amor dedicadas por mi para esa hermosa mujer, ella estaba algo asustada pero le fascinaba el sexo duro, casi como si fuera una violación.

Cuando entramos la empotré contra la pared mientras mantenía su melena agarrada y su cara pegada contra el blanco muro. Metí mi mano entre sus piernas y noté que estaba empapada, arranqué sus braguitas y como pude me quité mis pantalones y sin previo aviso me agaché y apunté mi polla en su coño.

—¿Preparada puta?

No la dejé responder, retomé mi posición mientras mis caderas se impulsaban hacia delante y le metí toda mi verga de tirón en su coño hasta que hizo tope en su útero. Chilló, chilló de dolor por que ese grito no era de placer, pero me daba igual, solo quería follar y correrme. Empecé una follada bestial, mi polla dura como el acero entraba y salía del coñito de Cris a toda velocidad, sentía sus babitas cayendo al suelo, creo que eso la ayudó a que fuese menos doloroso y al poco lo anunció entre jadeos.

—Me…me corro…me corroooooooooo.

Noté su cuerpo temblar, la tenía contra la pared y de las embestidas que le daba hacia despegar sus pies del suelo, estaba como poseído, a partir de ese momento Cristina empezó a correrse sin control y al cabo del rato, de un buen rato me lo pidió, casi me lo suplico.

—Me…me haces daño…decía agitada y con voz llorosa. Salte por favor, déjame descansar.

—Todavía no me he corrido zorra, pero quiero tu culo, te lo voy a llenar de leche.

—NOOOOO…POR EL CULO NOOOOOO…NOO…PARA…¡¡¡ARRGGGHH…JODEEER…DUELEEEEE!!! Grito Cristina intentando zafarse de mi

Cristina no estaba preparada para que la follase el culo, creo que ni se lo esperaba, pero mi polla entró hasta la empuñadura. El grito que pegó y como lloraba, no fue motivo para parar en mi alocada decisión de follar a toda costa y con quien fuera. Vi como en mi frenesí Cristina intentaba "escalar" por la pared arañando con sus uñas la pintura, queriendo sacar mi polla de su culo y terminar con ese suplicio, pero era tal mi ímpetu, mi empuje que ya ni sus pies tocaban el suelo, la tenía totalmente a mi merced.

—Por favor deja…me, deja…me, imploraba llorando y sin fuerzas.

Era mi presa y la había destrozado. En esos momentos me sentí poderoso y mi orgasmo estalló en su culo lanzando litros de leche. Nunca en mi vida me había corrido de esa manera tan brutal e intensa. Mi cuerpo estaba aplastando el cuerpo de Cris contra la pared que ya solo sollozaba sin fuerzas. Según la liberé y saque mi polla de su interior cayó como un fardo al suelo y cuando miré mi polla me asusté, estaba llena de sangre y heces. En ese momento recuperé mi poca cordura y fui consciente de la barbaridad que había cometido. Cuando levanté a Cris del suelo, un pequeño charco de sangre y semen yacía en el suelo como evidencia de la brutalidad de esa follada, llevé a Cris hacia la cama y separando sus nalgas vi su esfínter, dilatado, enrojecido y sangrando abundantemente, me asusté, me asusté mucho. Vestí lo mejor que pude a Cristina y la llevé al hospital; fue vergonzoso entrar en urgencias con ella en brazos y explicar lo que había ocurrido. La doctora que la atendió no me miró con buena cara, tuvieron que anestesiar la zona y darla cinco puntos por el desgarro tan bestial que tenía en su esfínter.

—No apruebo la brutalidad que ha cometido usted. Si de mi dependiese le denunciaría ahora mismo, pero su novia me ha insistido en que esa relación fue consentida por ella y fue consciente en todo momento del dolor que sufría y no quiso pararlo.

Mi polla estaba a reventar dentro del pantalón. Frente a mi tenia a una doctora que aun siendo poco atractiva, era una mujer con un coño y un culo donde meter mi polla. Estaba mal, muy mal, no era yo, era otra persona muy distinta a como solía comportarme, esa porquería que me tomé en el desayuno me había cambiado.

—Haga algo por ella, déjela descansar, cómprele las medicinas que le he recetado y en una semana que visite a su ginecólogo y al proctólogo

Cris y yo salimos andando de urgencias, pero era tal su dolor que aun estando anestesiada le costaba andar. No cruzamos ni una sola palabra hasta que llegamos a casa y la acosté en mi cama. Estaba avergonzado de mi conducta y quise hacérselo saber.

—Cris, yo…no se…

—Alfonso, ahora no quiero hablar, estoy agotada y dolorida. Hazme un último favor, ve a la farmacia y cómprame lo que me ha recetado la doctora, solo quiero dormir.

Había frialdad en sus palabras. Por primera vez en muchas semanas me había llamado por mi nombre y no había utilizado los apelativos cariñosos con los que solía dirigirse a mí. Ella se dio la vuelta en la cama y me dio la espalda yo me limité a salir a la farmacia a buscar las medicinas.

Con mi decisión de tomar ese maldito bebedizo, había arruinado las vacaciones de película que estábamos viviendo, me lo había ganado a pulso, pero ahora solo deseaba que Cris se pusiese bien. Me preocupé por ella hasta que por la tarde me pidió que la dejase sola, que necesitaba pensar en todo lo que había pasado y que conmigo allí no se encontraba a gusto. Derrotado me fui de esa casa pensando que esa relación idílica que tenía con Cristina había acabado.

Anduve deambulando por calles y sin darme cuenta me encontré de nuevo frente al sex shop, la fuente de todas mis desgracias. Aunque mis deseos de follar ya no eran tan acentuados ni irracionales, mi polla se mantenía en una semi erección, dispuesta a entrar en acción en cualquier momento. Cuando entre me encontré a la misma chica que según me vio me sonrió y me saludó con alegría.

—¡¡HOLA!! De nuevo por aquí, afirmó, ¿Qué tal fue todo? ¿Disfrutasteis?

—Si te dijese que si te mentiría. He echado a perder la relación que tenía con mi chica, dije con tristeza.

—Pero…¿Pero qué es lo que ha pasado? Preguntó seria.

Le conté todo lo que había pasado y como me había comportado con Cris y las consecuencias. Esa chica se llevó las manos a la boca para acallar su exclamación al enterarse de lo ocurrido de que había doblado la dosis del PENETRÓN.

—Te dije que te leyeses el prospecto y que no te pasases con la dosis ya que podías pasar un mal rato y veo que ni me has hecho caso. Tienes que ir a urgencias a que te vea un médico, puede ser peligroso para ti.

—Mira te agradezco el consejo pero bastante vergüenza he pasado esta mañana cuando he llevado a mi chica al hospital, todos me miraban como un enfermo, como un agresor sexual y si encima me presento con esto, dije señalando mi "paquete" creo que puedo tener algún tipo de problema. Mi pregunta es ¿Cuánto duran los efectos?

—Mas o menos unas 24 horas pero con dosis normales, en tu caso lo desconozco. Bueno y también…también es bueno orinar muy a menudo y sobre todo correrte todas las veces que puedas. Desde que lo has tomado ¿Cuántas veces te has corrido? Me preguntó.

—Solo una vez. Dije apesadumbrado.

Esa chica me miro a los ojos como evaluando la situación y seguidamente miró a mi polla que estaba otra vez como el cerrojo de un penal y es que no era para menos. Esa monada de niña iba con la parte de arriba del bikini tapando a duras penas unas tetas muy apetecibles y su minifalda, más mini que la del otro día dejando sus largas piernas al aire y casi adivinando su tanguita como única ropa interior.

—¿Sabes? El otro día me quede con unas ganas locas de que me follases. Hoy, hoy no te va a quedar más remedio que hacerlo si quieres empezar a ser tú de nuevo. Dijo sonriendo con picardía. Por cierto, me llamo Patricia.

—Yo soy Alfonso, dije con nerviosismo.

Patricia se fue a echar la llave a la puerta de entrada y puso un cartel de "Vuelvo en un rato" Agarró mi mano y me llevo tras la puerta donde me dijo que hacía su show. Era una especie de semicírculo con cabinas. Fuimos a una en concreto que tenía una cerradura digital. Esa chica marcó un código y se abrió la puerta pasando los dos al interior. Cuando pasamos me pidió que cerrase la puerta y automáticamente se levantó una especie de persiana mostrando el "escenario" una cama redonda enorme donde una niña estaba siendo follada por un tío con una polla de considerables dimensiones.

—¡¡JO…DER!! Exclamé al ver el espectáculo. Es muy joven todavía para hacer esto ¿No?

—Alfonso, te presento a mi hermana Leticia y aunque no lo parezca ya tiene 18 añitos cumplidos hace una semana y por cierto, el que se la está follando es mi chico, Marcos.

Estaba obnubilado con esa chiquilla que se movía de una manera increíble con una buena polla dentro de su coño. Tanto él como ella o estaban fingiendo o estaban a punto de explotar en un gran orgasmo. Estaba tan alucinado que Patricia ya me había quitado la camisa y bajado los pantalones y ni me había percatado de ello. La cabina era estrecha y estar allí los dos metidos nos hacía estar muy pegados, solo me saco de mi ensoñación la exclamación de Patricia.

—¡¡¡LO SABIA, VAYA PEDAZO DE POLLÓN QUE TIENES…JODEEEER!!! Y yo que pensaba que mi Marquitos la tenía enorme.

Aun sin haber mucho sitio, esa chica se arrodilló y empezó una mamada increíble aunque no podía meterse toda mi polla en su boquita. Aun así sus labios y su lengua hacían un trabajo inmejorable, eso, unido al espectáculo que me ofrecía su hermanita y su chico y a la calentura que llevaba encima, hizo que durase menos que un caramelo a la puerta de un colegio.

—Me…me corroooooo, gemí incontrolable.

Patricia se sacó la polla de su boca y saco pecho para que me corriese en sus tetas. Fue una corrida como pocas, la puse perdida y grandes goterones de semen caían desde su barbilla y su pecho hacia el suelo. Con dificultad se puso en pie y cogiendo un rollo de papel se limpió bien.

—Ibas bien cargadito ¡¡Ehhh!! Dijo ella con picardía. Ahora quiero que me folles, quiero sentir todo esto dentro de mí, dijo agarrándome la polla.

Mi verga no había perdido dureza, creo que incluso estaba más recia que antes. Me hubiese gustado desnudarla, pero debido al poco espacio fue ella quien lo hizo dejándome ver su espectacular cuerpo.

—Me hubiese gustado hacer esto más especial, dijo Patricia, no hacerlo dentro de una cabina viendo follar a mi hermana, pero es lo que hay y no pienso dejarlo pasar. Las oportunidades están para aprovecharlas.

Al terminar de decir esto se subió a una especie de poyete que había pegado al marco del cristal y abrió sus piernas dejándome ver el coñito tan bonito que tenía. Me dio un preservativo que me coloqué rápidamente y sin preámbulo metí mi verga en ese coñito apretado que me llamaba a voces.

—Dioooos…siiiiiiiiiiiii. Gimió en mi oído.

Su coño me abrasaba, me rodeó con sus piernas mientras mi polla entraba y salía de ella sin problema. Estaba hiperlubricada con lo que la penetración era fácil, ella me miraba a los ojos mientras mis manos agarraban su culo para atraerla más hacia mí y hacer la follada más profunda. Me apetecía besarla, acerqué mis labios a los suyos y ella me recibió con un morreo muy sensual, eso hizo que se abrazara con fuerza a mí, casi la mantenía yo en vilo mientras mi verga la barrenaba sin descanso. Note como su respiración se aceleraba y empezaba a gemir quedamente, tenso su cuerpo y se abrazó aún más a mi…

—Me corrooooooo…asiiiii…no pares…ahhhhhhhhh

Patricia estaba muy abrazada a mí, mientras veía a su hermana follando. Era muy morboso ver a esa niña con un cuerpecito perfecto y unas tetas muy apetecibles follandose una polla bastante grandecita y metiéndosela hasta los huevos. Yo estaba muy excitado viviendo aquello, seguía follandome a Patricia y noté su segundo orgasmo.

—Cariñoooooo no pareeeeees…diooooos.

—No voy a aguantar mucho más, dije a punto de correrme.

—Córrete cuando quieras cielo…pero no pareeees…follameeeee.

El preservativo ayudo a controlar algo más mi corrida. Mis caderas imprimían un violento bombeo en el coñito de esa preciosidad y volvió a correrse provocando así también mi orgasmo. Justo en el momento que me corría vi como su hermana sacaba esa polla de su interior y arrodillándose el muchacho se puso en pie y empezó a correrse en la cara de Leticia que con la lengua fuera de su boca recibía los lechazos de ese chaval en su rostro. Cuando terminé de correrme en el interior de Patricia los dos estábamos muy abrazados, jadeábamos y estábamos empapados en sudor. Buscó mi boca con ansiedad y nos besamos con lujuria, intercambiando nuestras salivas y enredando nuestras lenguas. Cuando vi que la hermana y el chico desaparecían por una puerta me salí del interior de ese coñito que había hecho mis delicias.

—Joder Alfonso, ha sido mejor de lo que me esperaba, dijo Patricia jadeando, lo peor el sitio, me gustaría probarte en una cama y sin preservativo. Nunca he tenido una polla así dentro de mí.

Mire a Patricia que bajándose del poyete donde estaba sentada, agarró mi balano, duro, pétreo todavía y le quitó el preservativo mirándolo con curiosidad.

—¡¡Joder que "corridón"!! exclamó esa chica que miraba alucinada el preservativo.

Aunque el lugar era estrecho, con agilidad Patricia se vistió en un santiamén mientras me miraba con picardía y me lo soltó de sopetón y sin anestesia.

—¿Te gustaría follarte a mi hermana? Me he fijado en como la mirabas cuando me follabas y aunque no me importe, ya que me corrido contigo tres veces, no sé si tu orgasmo te lo he provocado yo o el ver a mi hermana y a mi chico follar.

—Han sido las dos cosas Patricia, ver a tu hermana follando y notar tu calor abrasador en mi polla. Y si, me encantaría follarme a tu hermana.

—Vale, si te quieres asear detrás del escenario hay una ducha. Cuando termines búscame en la tienda.

Se lo agradecí ya que mi cuerpo sudaba profusamente. Solo me puse las bermudas y Sali de esa cabina que era un horno buscando el aseo que me había dicho Patricia. No me fue difícil encontrarlo y me di una refrescante ducha que me dejó como nuevo. Empezaba a sentirme mucho mejor, esas dos corridas con esa chica me habían relajado bastante, pero mi polla seguía queriendo más y en mi cabeza aparecieron las imágenes de Leticia follando con ese chaval. Cerré mis ojos y empecé a masturbarme aunque paré inmediatamente, ¿Para qué hacerme una paja pensando en esa niña si quizás me la podía follar?

Terminé de ducharme y al poco entraba de nuevo en la tienda y lo primero que vi es un culito precioso enfundado en unos shorts pequeñísimos dejando media nalga al aire y metiéndose por su raja de forma provocativa.

—Hola Alfonso, me saludó con alegría Patricia desde detrás del mostrador.

En ese momento la chiquilla poseedora de esa maravilla de culo se dio la vuelta y era ella, Leticia, que me miró diría con deseo. Desnuda esa niña era impresionante, pero según iba vestida era aún más deseable. Tenía una cara preciosa, con dos ojos grises y una larga melena negra que le llegaba hasta casi su culo. Llevaba una camiseta anudada bajo sus tetas y se notaba que iba sin sujetador y ese pantaloncito abría los labios de su coño marcándolo nítidamente. En ese momento entro en la tienda el novio de Patricia, saludó con la mano y dando un pico a sus chicas se fue despidiéndose hasta la noche.

—Alfonso, te presento a mi hermana Leticia. Leti, este es el hombre del que te he hablado.

—Mi hermana me ha contado lo que habéis hecho, pero sobre todo me ha descrito lo que ha sentido cuando la estabas follando.

La vocecilla de esa niña era lo más dulce y sensual que había oído. Eso unido a que se había pegado a mí y me miraba con esos ojazos grises, hizo que mi polla se irguiese desesperada, golpeando levemente la entrepierna de esa niña. Ella solo se limitó a sonreírme y se pegó aún más a mi metiendo entre sus piernas lo que sobresalía de mi cuerpo. Ella solo cerró sus ojitos y se mordió el labio inferior con deseo.

—¿Me acompañas? Dijo esa niña agarrando mi mano y tirando de mí.

—Pasadlo bien, rio Patricia desde el mostrador.

Me llevó hasta una especie de camerino. Cerró la puerta y se sentó con las piernas muy abiertas mientras me miraba traviesa. Ese pantaloncito le apretaba tanto que los labios mayores sobresalían por los lados de la poca tela que tenían tapando solo lo más importante.

—Desnúdate para mí. Pidió esa niña.

Con tranquilidad, pero muy nervioso, me fui quitando las únicas tres prendas que tenía puestas, bueno cuatro contando con las zapatillas. Cuando Leticia vio mi polla se llevó las manos a la boca y abrió mucho los ojos.

—¡¡¡HOSTIAS QUE TRABUCO…Y ADEMAS DEPILADITO…ME ENCANTA!!!

Sin mediar palabra esa niña se arrodilló delante de mí y dándome besitos en mi capullo engulló solo la punta, ensalivándome, jugando con su lengua sobre mi glande que agradecido daba espasmos de placer. Me miró a los ojos mientras me pajeaba e hizo algo que me dejó alucinado, poco a poco se fue metiendo todo mi pedazo en su boquita hasta que su naricilla toco mi pubis. Eché mi cabeza hacia atrás del placer que me dio y puse mis manos en su nuca para que no terminase esa mamada tan profunda, solo se oía el gorgoteo de sus babas y mi respiración agitada. Hacía poco me había corrido abundantemente dos veces y notaba mis huevos llenos de nuevo con ganas de descargar. Unos golpecitos de esa niña en mi pierna me anunciaron que necesitaba respirar, la liberé y ella sacó mi polla de su boquita llena de babas.

—Tienes una polla riquísima, no me voy a cansar de ella. Dijo volviéndose a tragar mi polla de nuevo.

Literalmente Leticia se estaba follando la boca y eso me estaba volviendo loco de placer. Como siguiese así no iba a aguantar mucho y necesitaba follarme a ese bombón de 18 añitos que se ofrecía a mi sin ningún tipo de pudor.

—Para Leticia…para que como sigas me voy a correr.

—Bueno, de eso se trata ¿No? Además, mi hermana me ha contado lo que te ha pasado, rió con picardía, apuesto que esta mañana cuando te despertaste ni se te pasó por la cabeza que te ibas a follar a una jovencita como yo.

—Por supuesto, dije ayudándola a ponerse en pie. Lo mismo que tú ni llegaste a pensar que un "abuelete" de 50 años te iba a follar. Dije acariciando sus tetas por encima de la camiseta.

—Ya me gustaría a mí encontrar a chavales con esta pedazo de "tranca" Dijo acariciando mis huevos y mi polla.

Esa niña era puro vicio, me miró con intensidad mientras deshacía el nudo de su camiseta y se la quitaba liberando esas dos tetas perfectas, duras, altivas, jóvenes. Inmediatamente mi boca se apropió de ellas, chupando, lamiendo y acariciando, arrancando gemidos de placer de esa niña. Mi mano bajó a su entrepierna, noté su humedad, mi boca devoraba una teta suya y mis dedos frotaban su coñito por encima del pantalón.

—Deja…deja que me los quite. Dijo excitada.

Leticia no tardó en quedarse totalmente desnuda delante de mí. Los dos estábamos en ese camerino y empezaba a hacer calor, aun así esa niña se sentó en el sofá que había y se abrió bien de piernas mostrándome un coñito precioso, apetecible y brillante de los juguitos que desprendía. Creo que fue una invitación clara a que se lo comiera y no le iba a hacer ascos aun sabiendo que hacía poco rato otra polla bombeaba dentro de ella.

Empecé besando el interior de sus muslos, tenía una piel extremadamente suave y olía a gel de baño, a recién duchada, pero según me acerqué a su coñito ese olor a hembra, a excitación, inundó mis fosas nasales e hizo que mi polla tomase una dureza que nunca había conocido.

Mis labios devoraron literalmente esa rajita jugosa y mi lengua la folló a conciencia. Su sabor era una ambrosía y para cuando se corrió en mi boca, mis dedos la follaban buscando su punto G. Agarró mi cabeza y me separo de su coñito que destilaba jugos preparándose para lo que venía a continuación. Hacia un calor de mil demonios y si seguíamos así nos íbamos a deshidratar.

—Dios Alfonso, ¡¡que comida de coño!! Exclamo esa niña fatigada después de su orgasmo. Aquí hace mucho calor, dijo Leticia acariciando mi cabeza y notando como sudaba. Se de un sitio que tiene aire acondicionado y allí podríamos follar muy a gusto…¿Vamos?

Yo solo asentí con mi cabeza. Ella agarró su teléfono móvil y escribió algo, se puso en pie y rebuscó en una caja con atrezzo, cuando lo encontró pegó su cuerpo al mío y me besó. No pude evitar bajar mis manos a su perfecto culo y amasarlo con desesperación, uno de mis dedos se metió en su culito y esa niña gimió de gusto.

—Ummmm…mi vida fóllame, no aguanto más.

—Dame un preservativo. Apremié excitado.

—Nooo mi amor, a pelo, quiero que me folles a pelo, no temas nada.

Leticia estaba muy, muy excitada y yo estaba con mi polla a punto de reventar, amoratada, dura como el asta de una bandera y golpeando mi vientre. Con mis manos en su culo tiré de ella y la levanté, ella pasó sus piernas por mis caderas y mi glande ya notaba la humedad de su coñito.

—Salgamos de aquí. Me susurró.

Salimos de esa habitación y algo de frescor nos invadió a los dos, cosa que agradecimos, me indicó una puerta y antes de entrar me puso un antifaz y dejándose caer se metió mi polla en su coñito, la sensación fue brutal, era muy estrechita y mi polla la abrió sin problema, pero apretaba mi balano de una forma deliciosa.

—Por diooooos que buenooo…reviéntame…que gustooooo. Gimió fuera de si esa niña.

Cuando abrimos la puerta, me encontré con el escenario donde hacia un rato Leticia follaba con el novio de su hermana. Me miró y me besó con cariño, como pidiéndome perdón por la encerrona.

—No temas nada cielo, nadie te va a reconocer. Tú solo concéntrate en mí.

Y allí me encontraba yo, en un escenario ofreciendo un espectáculo porno, con una niña de 18 años ensartada en mi polla y por lo que intuía con todas las cabinas, menos una llenas, y me dije:  «¿Por qué no? Quieren espectáculo, pues lo van a tener»

Leticia estaba tan excitada, tan caliente, que fue moverla unas cuantas veces sobre mi polla cuando entre gritos empezó a correrse. A partir de ahí y durante algo más de veinte minutos, me follé a esa niña en todas las posturas imaginables, pero sobre todo ofreciendo espectáculo, que los espectadores viesen como mi polla entraba y salía una y otra vez de ese coñito lleno de babas. Leticia se corrió muchas veces y yo no pude aguantar mucho más y se lo avisé, estaba a punto.

—Leticia me voy a correr, ¿Dónde lo quieres?

—Dentro por favor, córrete dentro de mi…llenameeee.

En ese momento Leticia se encontraba encima de mí. Sin sacar la polla de su interior me dio la espalda moviendo sus caderas y follandose ella misma y exploté llenando su útero de semen espeso y calentito. Leticia al notarlo gritó su orgasmo mientras sus piernas descontroladas se movían y su cuerpo temblaba. Noté como mi corrida la desbordaba y en ese momento se oyeron murmullos procedentes de las cabinas y algunos aplausos.

Cuando terminaron los espasmos del orgasmo esa niña cayó sobre mi pecho desfallecida pero feliz. Saqué mi polla de su interior y ella se quedó con sus piernas bien abiertas ofreciendo el espectáculo de su coñito supurando fluidos y semen.

—Alfonso has estado fantástico, creo que el día de hoy no lo olvidaré en mi vida. Me dijo esa niña buscando mis labios.

Cuando nos recuperamos, nos levantamos y salimos de ese escenario, metiéndonos en el camerino de nuevo. Pensé que ya había terminado todo, me quité el antifaz y agarre mis pantalones y mi ropa interior pero Leticia me detuvo.

—¿Nos duchamos juntos? Me preguntó con picardía.

—Me parece una idea estupenda.

Cuando nos metimos en la ducha ninguno de los dos se mantuvo quieto. Besos, caricias, nuestras manos enjabonaban el cuerpo del otro recreándose en los sitios más sensibles. Aun habiendo estado cerca de media hora follando con esa joven de ensueño, mi polla seguía con una dureza que no recordaba y esa niña con sus caricias y sus manitas ayudaba a que estuviese así. Por mi parte mis manos amasaban ese culo joven, duro y tremendamente apetecible, mis dedos ya se habían introducido en su interior dilatando su esfínter.

—¿Quieres follarme el culito? ¿Es eso lo que pretendes? Dijo besándome el cuello y sacando más su culo para que mis dedos entrasen mejor.

—No lo pretendo, te lo voy a follar ahora mismo. Dije con seguridad.

Lo mío con esa niña era puro deseo animal y ella lo sabía provocar muy bien. Con algo de violencia le di la vuelta y apoyé su cara en la pared. Ella abrió sus piernas y sacando su culito lo expuso ante mi provocadoramente.

—Hazlo con cuidado amor, es mi primera polla de verdad pero no lo primero que entra en mi culo, y tu verga es bien grandecita.

Viendo lo zorra que era esa jovencita, imagino que tanto su culo como su coño habrían recibido las visitas de dildos de considerables dimensiones. Iría con cuidado, pero seguro que ella no sufriría como una primeriza.

Embadurné su anito y mi polla con gel de baño y ella excitada abrió los cachetes de su culo ofreciéndome esa preciosidad que tenía. Apunté mi polla y casi sin esfuerzo como me imaginaba metí más de la mitad de mi balano en su culito.

—Ahhhhhh…diooos que ricoooooo, gimió moviendo sus caderas con lujuria.

Esto no había hecho nada más que empezar, mis manos agarraron sus caderas y sacando mi polla y de un fuerte golpe de caderas se la metí hasta que mis huevos rebotaron en su coñito.

—¡¡¡OOUUUAAAAA…SIIIIIII!!! ¡¡¡REVIENTAME EL CULITOOOOH!!!

Me quedé quieto unos instantes para que se acostumbrase a mi grosor pero ella me conminó a que no parase. Mis manos subieron a sus tetas y se apoderaron de ellas mientras mi boca besaba, mordía, lamia los hombros y el cuello de esa joven loba.

Mis empellones fueron a más, estaba muy excitado y ella muy cachonda. Mis golpes de cadera empezaron a rozar lo demencial y a cada envión la levantaba del suelo. Una mano de esa niña estaba en su coñito dándose placer y nuestros orgasmos eran ya imparables.

—Asiii…asiii…maaas…maaaaaas…¡¡OHH DIOOOS!!…¡¡OHHHHH!!…VAMOOOS…ME VENGOO…

Noté como esa niña se tensaba y empezaba a temblar. Echó su cabeza hacia atrás y abrió su boca como si la faltase el aire y su orgasmo explotó en su cuerpo.

—¡¡¡YAAAAAAH!!!…¡¡¡YAAAAAAAAAH!!!…¡¡¡SIIIIIIH!!!

Con mi polla bien clavada en sus intestinos y las contracciones de su anito sobre mi verga, me abracé a ella con desesperación mientras mis huevos se vaciaban dentro de su culo notando su orgasmo. Ni cuando tenía veinte años me llegué a correr en tan corto espacio de tiempo tantas veces. Ese bebedizo que me tomé por la mañana era como "La piedra filosofal" para el sexo. Te garantizaba una erección casi permanente y eyaculaciones copiosas.

Cuando recuperamos nuestras respiraciones y nos tranquilizamos, Leticia me miró fascinada y me volvió a besar en la boca. Mi polla seguía dura, dentro de su culo y si de mi hubiese dependido, me quedaría dentro de ella y la volvería a follar. Pero esa niña aunque feliz estaba ya agotada, solo su juventud y sus hormonas la habían hecho resistir, pero todo cuerpo tiene un aguante y creo que el de ella había dicho "hasta aquí" Como a cámara lenta, Leticia se fue sacando mi verga de su interior mientras ponía una cara de placer infinito.

—Me escuece el culo y mañana seguramente me acuerde de ti al sentarme. Pero te aseguro que este polvo no lo olvidaré en la vida.

Seamos sinceros, a partir de ese momento todo fue muy frio y lo entendí. Ya se había terminado el momento pasión y volvíamos a la realidad, ella era una niña aun y yo un maduro "asaltacunas" que había tenido el privilegio de poseer el cuerpo de una jovencísima "lolita" no me arrepentía de nada. Ya vestidos no pude dejar de observar como esa niña provocaba con esos mini shorts que marcaban su anatomía con procacidad.

Antes de entrar en la tienda Leticia se abrazó a mí y me besó con cariño dejándome notar su cuerpecito nuevamente. Me dio un papelito donde estaba su nombre y su número de móvil.

—Se que estas aquí de vacaciones, pero quiero que me llames de vez en cuando y poder charlar y bueno…si te apetece y vuelves por aquí…pues…no sé, dijo dejando el comentario en el aire.

Sabía de sobra, que lo de esa tarde había sido todo fruto de una serie de hechos. El hecho que yo me tomase el bebedizo y me excediese con la dosis, el hecho que me portase como un animal con Cris, el hecho que ella me pidiese que me fuera, el hecho que apareciese en esa tienda y el mayor de los hechos, que en ese momento Leticia se encontrase en el escenario follando con el novio de su hermana. Todos esos hechos me llevaron a follar con esas dos putas y a disfrutar como animales, pero esa niña era muy joven y muy golfa y yo demasiado mayor y con muchos prejuicios hacia ella, el resto seguro que no sería buena idea. No quise ser descortés ni borde, besé su frente y se lo dije intentando ser lo más convincente posible:

—Claro que si cielo. Seguro que estaremos en contacto.

Cuando salí de esa tienda tiré el papelito en la primera papelera que encontré, la tentación de llamarla sería demasiado fuerte. Fui a echar mano de mi teléfono móvil y recordé que cuando Cris me dijo que me fuera me lo dejé encima del mueble de la entrada. Parecía mentira que después de lo vivido con mi diosa de fuego todo se hubiese ido a la mierda por culpa de una estupidez que hice.

Era curioso, desde que Cris me dijo que me fuera y la dejase sola, mi cabeza había empezado la "desconexión" y no me había acordado de ella en toda la tarde. Tenía una sensación amarga, primero por haber terminado con una relación que empezaba a ser idílica y segundo porque al haber follado con esas dos chicas la sensación que tenía era de plenitud, no de culpa. Me incomodaba el volver al chalet y enfrentarme con Cris, pero mirando la hora vi que tenía que acercarme a casa de Inma y Angel, recoger a Noelia e irnos a casa y esperar acontecimientos.

Estaba llegando a la altura de la casa de ese matrimonio cuando alguien me llamó por mi nombre. Cuando me di la vuelta era Inma que venía de la playa, pero acostumbrado a verla bastante modosita cuando iba con su marido, ahora frente a mi estaba esa mujer con un bikini que eran trocitos de tela tapando lo justo y un vestido calado tan escaso y corto que dejaba adivinar sus curvas y lo que llevaba debajo. Su atuendo lo remataba con una pamela, unas gafas de sol unas chanclas como calzado y su inseparable bolso de playa.

Inma debió de ver mi cara de alucinado y divertida giró sobre si misma constatando que su braguita era un tanga muy escaso y dejaba su culazo al aire.

—¿Te gusto? Rio divertida.

—Uffff…ya lo creo, estas impresionante, dije babeando. ¿Y Angel? Pregunté con curiosidad.

Intuía por las pocas veces que hablé con él que Angel era el típico machito controlador que podía mirar y desear a cualquier mujer pero que a su Inma no la miraba nadie nada más que él.

—¿Angel? Dijo Inma con ironía. ¿Te puedes creer que le han llamado del trabajo esta mañana y ha tenido que irse a Sevilla? Creo que volverá mañana, pero me ha dejado sola.

Esto último lo dijo acercándose mucho a mí y pasando su dedo índice por mi pecho y bajando hacia mi pubis poniendo un mohín que se asemejaba a un puchero. Increíblemente mi polla empezó a llenarse de sangre nuevamente.

—¿Y tú? ¿Qué haces aquí? ¿Y Cristina? Preguntó Inma.

—Bueno estaba haciendo algo de tiempo hasta que viniesen las niñas…y Cristina, pues esta mañana ha tenido un percance, se ha caído de culo por las escaleras y tiene fisura de coxis. Inventé improvisando sobre la marcha.

—¡¡¡Ay pobre!!! Con lo que duele eso. Anda ven que te invito a una cerveza. Dijo Inma agarrando mi mano y tirando de mí.

Pensé que nos iríamos a cualquier chiringuito de la playa y tomaríamos algo, pero ella me llevó hasta su casa. Cuando entramos, nos fuimos a la cocina y sacó dos botellines, me miró como una leona mira a su presa y pasó su lengua por sus labios de manera sensual. Sin dejar de mirarme y con su móvil en la mano escribió algo y casi al instante recibió, imagino, la respuesta y una sonrisa se dibujó en su cara.

—Sabes, tengo en wasap un grupo de amigas que están más salidas que una esquina y son unas calentorras de cuidado. Dijo con una sonrisa maquiavélica.

—Emmmmm…jajajajaja…curioso, y…¿Y por qué me cuentas eso? Pregunté ya algo nervioso.

—Porque esta tarde, en un conocido sex shop de esta localidad un hombre con una polla enorme se ha follado a una jovencita durante más de veinte minutos. Alguien lo ha grabado y una de estas amigas me lo ha mandado, creo que se ha convertido en viral.

Inma me enseñó el video y efectivamente, era yo follándome a Leticia. Aunque la grabación no era de mucha calidad y el que grababa utilizaba mucho el zoom, grabó todos y cada uno de los orgasmos de esa niña y por ultimo y en un primer plano mi corrida dentro de ella desbordando su coñito. Eso me preocupó bastante, aunque con el antifaz no se me veía la cara, si había partes de mi cuerpo que digamos tenían alguna característica que me podían delatar y me podrían poner en un apuro.

—Es increíble como ese hombre, comentó Inma mientras seguíamos viendo el video, ha conseguido volver loca de placer a esa niña, pero lo que me ha descolocado es el aguante que ha tenido follandose a esa nínfula…creo que cualquier mujer sueña con un semental así, que la lleve al paraíso del placer y por suerte yo conozco a este hombre.

—¿Lo conoces? ¿Y qué piensas hacer? Pero lo que me sigue intrigando es ¿Por qué me cuentas esto?

Inma en ese momento se quitó el vestidito que llevaba quedándose solo con el bikini. Madre mía que pedazo de tetas tenia, mi polla ya estaba pidiendo guerra de nuevo y empujaba dentro de la pernera del pantalón intentando salir. Inma se puso frente a mí y apoyo su cuerpo en el mío, me miro con deseo y me dio un tierno beso en los labios.

—Sabes de sobra que el hombre de este video eres tú, te reconocería sin problemas por el antojo que tienes en tu espalda y por ese pequeño tatuaje en forma de corazón que tienes en tu antebrazo a la altura del hombro. ¿Quieres más pruebas? Dijo Inma bajando su mano y acariciando mi polla por encima del pantalón.

—Joder Inma…uffff…¿Y Angel? Pregunté excitado.

—Seamos sinceros Alfonso, gemía Inma en mi oído mientras me hablaba sobreexcitada, soy muy puta y mi marido es un cornudo que no sabe darme lo que necesito, pero le quiero. Y ahora mismo lo que necesito esta entre tus piernas.

—Las niñas pueden aparecer en cualquier momento. Dije bajando mis manos a su culo y besando su cuello.

—Tenemos una hora y media, mi hermana sabe que estoy contigo.

Separándose de mí, agarro su vestido y dándome la mano me llevó a su habitación. Cuando llegamos me desnudó ella con rapidez y cuando vio mi verga, dura, surcada de venas y amoratada se relamió.

—¡¡¡HOSTIA PUTA NIÑO…VAYA CIPOTE!!! Exclamó Inma arrodillada frente a mí.

Sin preámbulos empezó a mamarme la polla, sin mucha maestría pero con mucho empeño y eso me arrancó mis primeros gemidos. Reconozco que con ese bikini Inma estaba tremenda, pero quería verla desnuda y sobre todo quería follarla. La ayudé a ponerse en pie y no me costó mucho trabajo dejarla completamente desnuda para mí y aunque los años no perdonan se notaba que se cuidaba mucho. Tenía algo de tripita pero incluso eso la daba un toque de belleza que me encantaba y su coñito lo llevaba muy arreglado pero con algo de vello en su pubis. Cuando mis dedos jugaron con su rajita estaba empapada, casi goteando y ella ruborizada apartó mi mano.

—Lo…lo siento, cuando me excito soy una fuente. Se excusó Inma.

—¿Y eso te preocupa? Le pregunté. Ven cielo, túmbate en la cama.

Inma obedeció sin rechistar pero se notaba que estaba incomoda. Cuando se tumbó lo hizo con las piernas muy cerradas intentando proteger o esconder algo, pero con delicadeza abrí sus piernas mostrando un coñito brillante, con sus labios mayores lampiños, su clítoris sobresaliendo y su vagina palpitando. Me tumbé y me dispuse a disfrutar de ese manjar pero Inma me frenó de inmediato.

—¡¡NOOO!! No hagas eso, te va a dar asco. Angel no lo soporta.

No me quise parar a hacer preguntas pero algo no me cuadraba. Si Inma era tan puta como decía y su marido un cornudo…¿Es que nunca le habían comido el coño?

—Yo no soy tu marido y por supuesto esto no me da asco, al contrario, es un manjar.

Me amorré a ese coñito babeante y nada más empezar a lamer y chupar esa golosina Inma ya explotó en un gran orgasmo que dejó empapada mi cara. Aunque intentó separarme de su coñito, yo me agarré a sus muslos y seguí lamiendo y acariciando su clítoris con mi lengua hasta que sus caderas me indicaron que estaba a punto de correrse de nuevo, trepé por su cuerpo y dejé mi glande a la entrada de su vagina, la besé para que probase su propio sabor y la miré enfebrecido.

—Pídemelo Inma, dime lo que deseas.

—Qui…quiero que me folles…¡¡¡FOLLAME!!! Me exigió.

Enterré mi polla en ese coñito hasta que solo mis huevos quedaron fuera. Durante casi una hora me follé a esa mujer en todas las posturas que ella me pedía, mi aguante era lógico después de haber estado con Patricia y su hermana, pero gracias a eso Inma se corrió cinco veces más y al final ni se lo pregunté, exploté dentro de su coño regando su útero con mi corrida.

—Joder…que bestia, que animal…que manera de follar. Decía Inma con la respiración acelerada. Envidio a Cristina por tenerte y poder disfrutar de ti cuando le venga en gana.

Los dos estábamos empapados en sudor, Inma miró la hora y tirando de mi nos fuimos a duchar y aunque me hubiese gustado seguir follando a esa mujer la hora nos aconsejaba parar. Cada uno se limitó a enjabonarse pero aunque nos mirábamos febriles, no nos tocamos un pelo sabiendo que si lo hacíamos nos engancharíamos como perros.

—Date prisa y vístete, me conminó Inma, mi hermana está a punto de llegar.

Yo me fui al salón y dejé que ella se vistiese cómodamente y sin prisas. Miré la hora, eran cerca de las nueve y Cristina no sabía nada de mí y yo no sabía nada de ella. Imagino que estaría preocupada por la niña así que descolgué el teléfono y me dispuse a llamarla, entonces me di cuenta que ni me sabia su número de móvil, cuando la llamaba buscaba su nombre en mi agenda. Así que hice lo más lógico, sabiendo que mi teléfono estaba en casa me llamé a mi mismo y a los pocos tonos la voz apagada de Cris sonaba al otro lado.

—¿Dígame? Preguntó Cris.

—Hola Cristina soy Alfonso.

—¡¡Cariño!! ¿Dónde te has metido? Estaba muy preocupada por ti. Dijo Cris echándose a llorar. No sabía cómo localizarte y miles de pésimas ideas se me han pasado por la cabeza.

—Bueno, me dijiste que necesitabas estar sola y que el que yo estuviese allí te incomodaba. Dije sorprendido.

—Se…se lo que te dije, pero necesito que vengas, ¿Dónde estás?

—En casa de Angel e Inma, he venido a por la niña.

—Vale, me alegro que me lo digas estaba también preocupada por eso. Venid en cuanto podáis, os echo de menos.

Nos despedimos con cariño, como siempre lo hacíamos. Sabía que tendría que aclarar con ella mi actitud de la mañana, pero mis peores temores de que Cristina me dejase se fueron de mi cabeza.

Cuando llegó la hermana de Inma, quiso que nos quedásemos a cenar todos. Vi su mirada de deseo cuando me saludó, pero yo necesitaba ver a Cris, estar con ella y aclarar todo. Me excusé diciendo que Cristina al estar muy dolorida me necesitaba a su lado y nos despedimos. Cuando llegamos al chalet y abrimos la puerta, Cris vino andando a duras penas hacia nosotros y se abrazó a mí con fuerza, estaba tan dolorida que al abrazarla se quejó de dolor. Ni podía sentarse, con lo que Noelia se fue a duchar y yo preparé la cena para los tres.

Noelia estaba tan cansada que según terminó de cenar se fue a dormir y Cris y yo cenamos de pie en la cocina entre miradas de cariño.

—¿Me ayudas a ducharme? Me preguntó Cris, me duele tanto el cuerpo que ni puedo doblarme.

—Por supuesto que sí, pídeme lo que necesites.

Aunque en un principio no me quise meter en la ducha con ella, me convenció que sería mejor, así no pondríamos todo perdido de agua. Fui muy cuidadoso cuando la enjaboné. Me fijé que sus tetas tenían moratones imagino del fuerte magreo al que las sometí. Puse especial cuidado cuando lavé su culete y su entrepierna y ahí sí que se quejó de mucho dolor, cuando terminé la sequé con mimo y la llevé a nuestra habitación para ayudarla a vestirse y hacer la cura en su anito. Cuando pude ver lo que le había hecho se me saltaron las lágrimas. Todo su esfínter era un hematoma, estaba hinchado y todavía sangraba ligeramente. Vi su sexo también tenía hematomas y estaba enrojecido, sentí vergüenza de mí mismo.

—Mi amor te ruego que me perdones por lo que te he hecho, no tengo palabras con que expresar esto.

Ella solo, me sonrió entre dolores, aplique una pomada cicatrizante en su esfínter y luego le di el antibiótico y el analgésico que le habían recetado. Con esto le ayudé a acostarse y me acosté a su lado, ella enseguida se acurrucó contra mí y yo la abracé con cariño.

—¿Me vas a contar que ha ocurrido esta mañana? ¿Por qué me has tratado así? Me preguntó Cris.

Le conté todo, desde que entre a ese sex shop hasta lo que compre. Le dije que quería sorprenderla con un día de sexo increíble y que para eso adquirí esos productos.

—Cometí una temeridad y doblé la dosis que tenía que tomar. No sé qué demonios será ese producto ni de donde estará sacado pero te cambia, te transforma en un sátiro, en un depredador sexual. Cuando te follé había perdido la razón, no era yo.

—¿Y cómo te encuentras ahora? Preguntó Cris.

Yo agarré una manita suya y la lleve hacia mi polla. El sentir el cuerpecito cálido de Cris pegado al mío me había puesto como una moto. Ella metió su mano dentro del slip y acarició mi verga e hizo un intento de masturbarme, pero debido a las folladas que había tenido me dolía, con lo que quité su mano con delicadeza.

—¿No quieres que te alivie? Preguntó extrañada.

—Hasta que tú no te encuentres mejor y puedas disfrutar…no. Digamos que es como un castigo que me autoimpongo por haberte hecho sufrir.

—No te martirices con eso mi amor. Aunque esta mañana estaba furiosa contigo y estuve tentada de dejar lo nuestro, te reconozco que has cumplido una de mis fantasías que creo que nunca me hubiese atrevido a confesarte. Siempre fantaseé con que se sentiría cuando te violan, cuando te fuerzan a hacer algo que no quieres, hoy he sentido eso…ha sido uno de los mejores polvos de mi vida.

Cristina me dejó a cuadros, esa confesión me demostró que nunca se sabe lo que pasa por la cabeza de una mujer y que todavía me quedaba mucho que descubrir de esa joven increíble.

—Alguna vez, continuó diciendo, me he vestido muy provocativa, con una ropa tan escasa que solo faltaba en mi frente la palabra "FÓLLAME" Me paseaba por el pueblo de semejante guisa esperando que algún "garrulo" me forzase y me violase, pero siendo la hija de quien era y como me conocía todo el mundo, creo que incluso si hubiese ido desnuda no me tocarían un pelo, era desesperante.

—Esto que me has contado Cristina aparte de sorprenderme no me hace sentir mejor.

—Bueno mi amor, es nuestra última semana intentaremos pasarla lo mejor posible, lo único que te quiero pedir ahora es que me compres un flotador para que me pueda sentar.

—Mañana mismo te lo compro a primera hora. Por cierto Inma me preguntó por ti y le he dicho que te caíste de culo por las escaleras y tienes una fisura en el coxis

—Jajajajajaja, rió Cris, bien pensado. Anda vamos a dormir estoy cansada.

Esa semana dio para poco más. Cristina me demostró la entereza que tenía, aun sufriendo los dolores que sufría, no nos privó a Noelia ni a mí de bajar a la playa y pasar la mañana entre baños y viajes al chiringuito a por cervezas o refrescos y charlas con Inma y Angel. No me separé de su lado en ningún momento aun sintiendo las miradas de deseo que me echaba Inma y ya a mitad de semana con mi ayuda se dio los primeros baños. Creo que el agua de mar ayudó también a que mejorase y día a día veía como su anito iba mejorando a marchas forzadas.

—Te voy a ser sincera, me dijo Inma en un momento en el que nos quedamos solos. Antes de que te vayas me gustaría que me follases de nuevo, joder, no me puedo quitar de la cabeza el polvo que echamos y si ahora tocases mi coñito notarías que estoy chorreando.

La oferta era tentadora, no lo niego, pero los efectos del "PENETRÓN" ya hacia días habían desaparecido y me negaba a ser promiscuo e infiel, de acuerdo, ya lo había sido, pero esa no era mi manera de ser ni de pensar.

—Va a ser complicado Inma, me disculpé con ella, Cristina me necesita y no puedo dejarla sola ni un momento.

—Lo entiendo, dijo con pena, pero prométeme que lo intentarás.

Ella y yo sabíamos que ya no habría más encuentros, pero la esperanza es lo último que se pierde. La tarde que me follé a Inma se dieron todas las circunstancias para que así fuese y pienso que fue un polvo increíble, pero las situaciones no deben de forzarse o todo sale infinitamente mal.

Con pesar por nuestra parte el domingo iniciamos el viaje de vuelta a la rutina. Aun con el incidente que dejó a Cris maltrecha, comentamos lo bien que lo habíamos pasado y que repetiríamos. Se que el viaje de vuelta para Cristina fue un suplicio y que gracias a los analgésicos no sufrió tantos dolores, pero estaba deseando llegar. Antes de llegar al pueblo donde vivía Cris nos paramos a descansar y a tomar algo y me lo comentó Cris.

—Alfonso me gustaría pedirte algo si es posible.

—Claro, pídeme lo que quieras.

—Veras, el lunes ya he pedido cita con el proctólogo y con el ginecólogo y me gustaría que me acompañases. Paso de que mi madre venga conmigo y me haga preguntas incómodas y las hará por qué no se querrá quedar fuera de la consulta y se enterará de todo.

—No te preocupes mi vida, cuenta conmigo para lo que haga falta.

Aunque Cristina dentro de la hacienda tenía una casa propia y aislada de la de sus padres, donde vivía y llevaba la parte económica de la hacienda, la bodega y los viñedos, consideré apropiado irme al motel del pueblo, pero cuando llegamos y sus padres conocieron el problema y que yo me quedaría para ayudarla, no dudaron en ofrecerme alojamiento e insistieron que me quedase con ellos. Eso de alguna manera ayudó a conocer más a esa familia y sé que Cris estaba encantada con tenerme en su casa, aunque no compartimos dormitorio.

Cris se recuperó de sus dolencias aunque tardó cerca de dos meses en poder ser ella misma. No me quedó más remedio que irme a mi casa y atender mi negocio, alargué las vacaciones más de la cuenta, aunque los muchachos que trabajaban conmigo fueron los encargados de abrir la tienda y atender las averías. Esa semana me encontré muy solo después de haber vivido con Cris cinco semanas y no habernos separado prácticamente para nada, hablábamos a diario y más de dos y tres veces hasta que llegaba el fin de semana en el que ya fuese ella o yo nos juntábamos ya fuese en su casa o en la mía y prácticamente no salíamos de la cama en sesiones de sexo interminables que apaciguaban nuestro deseo de sentirnos y darnos todo el placer que reclamábamos.

El culito de Cris fue visitado de nuevo por mi polla, pero gracias a ese gel que compré en su momento en el sex shop, mi verga entro sin dolor y suavemente. Esa segunda vez Cristina sí que disfrutó de esa follada y además también probó el sentirse follada ocupando sus dos agujeritos con el dildo que también adquirí en ese verano, se volvió loca de placer y tuvo unos orgasmos que la dejaron rota y a mí con los huevos totalmente secos.

Bueno, durante casi año y medio estuvimos manteniendo esa relación. En ese tiempo el padre de Julia falleció y su mujer, madre de Julia y abuela de Noelia pudo dedicarse a su nieta a tiempo completo, con lo que Cris y yo también tuvimos más tiempo para demostrarnos nuestro amor. Y no es que la niña fuese un estorbo, la queríamos como si fuese nuestra hija, pero egoístamente eso nos daba más libertad. También durante ese año y medio el padre de Cris me enseñó los entresijos de los viñedos y la bodega. Me ayudó a distinguir un Cabernet Sauvignon de un Merlot, o un Tempranillo de un Pinot. Educó mi paladar y supe sacar matices en los caldos que nunca había apreciado sin yo saberlo.

Pero realmente los planes de ese hombre iban más allá. Para darme más confianza a mí mismo en ese mundo que yo desconocía hizo que tomase decisiones tanto en la recogida de la uva como en llevar la bodega y "mimar" lo que en ella se guardaba para conseguir unos vinos que fuesen únicos. Mas tarde me enteraría que su deseo es que uniese mi vida a la de Cris y que entre los dos nos hiciésemos cargo de la hacienda y el negocio familiar.

Fueron muchas las veces que juntos nos íbamos al pueblo. Él quería que nos viesen juntos, que todo el mundo supiese quien era yo y de hecho cuando entrábamos en el bar del pueblo y me presentaba a alguien se refería a mi como su "yerno" el futuro marido de su hija. Y no es que me molestase, al contrario, pero Cris y yo nunca nos habíamos parado a pensar en juntar nuestras vidas, de hecho ni habíamos hablado de ello y no sé si ese era su deseo, pero ese hombre se encargó de que lo supiese.

—Veras Alfonso, empezó diciendo ese hombre, Cristina ya ha cumplido 31 años y va camino de los 32, tú tienes 52 y mi mujer y yo desearíamos que un nieto o varios correteasen por la casa y poder ejercer como abuelos. Con esto quiero decirte que tienes mi bendición para juntarte o casarte con mi hija, eso lo decidís vosotros, pero lo más importante es que quiero que los dos llevéis el peso del negocio y decidáis en todo momento, aunque yo me mantendré en segundo plano y si necesitáis consejo os lo daré encantado.

—Don Eladio, su hija y yo nunca hemos hablado de juntar nuestras vidas y no sé si es lo que ella desea.

—Joder Alfonso o estas muy ciego o es que no ves lo que hay más allá. Mi hija esta perdidamente enamorada de ti, nunca la he visto así y habla de ti a todas horas. Si vieras la cara de felicidad que tiene cuando llega el fin de semana lo sabrías.

Eso me hizo pensar que quizás debería ver más allá, como me dijo su padre. Quizás Cristina no quería agobiarme y estaba dándome tiempo para que se lo pidiese. Ella no me ponía objeciones a que nos viésemos las veces que hiciesen falta, siempre organizábamos las vacaciones juntos o escapadas de fin de semana. Nuestras discusiones eran prácticamente cero, no discutíamos aunque alguna vez si nos enfadábamos pero un beso o una caricia o un sentido lo siento, te quiero, hacía que nuestros enfados no durasen más de diez minutos. La relación era idílica, entonces, ¿Qué me frenaba? ¿El miedo al rechazo?, ¿A que me dijese que no?, ¿A que nuestro abismo generacional fuese un obstáculo insalvable?…¿A hacer el mayor de los ridículos delante de la mujer que amaba? MIEDO, esa era la palabra, un miedo atroz a que Cristina me rechazase, pero así no podía seguir, cada día que pasaba quería más de ella y ella más de mí, tendría que dar el paso y tirarme a la piscina con miedo que no hubiese agua.

Ocurrió el día que decidí decirle que necesitaba estar con ella a todas horas, que me ahogaba sin sentirla a mi lado. Elegí ese día por que me entregaban el coche nuevo que había comprado para los dos, un precioso Volvo XC90 y por qué Cristina estaba muy estresada con la adquisición de una nueva bodega propiedad de su máximo competidor. Cris deseaba que me deshiciese de mi viejo coche y comprase uno más moderno con más seguridad y que contaminase menos. El jueves por la tarde fui a recogerlo a la concesión y pensé que sería buena idea el irme el viernes por la mañana y dar la sorpresa a Cristina presentándome sin avisar en su casa y compartiendo ese coche que había comprado e invitándola a un fin de semana relajante.

Ese viernes salí un poco más tarde de lo que había pensado, pero con tiempo de sobra para llegar a la hora de comer. Durante todo el camino, fui ensayando las palabras adecuadas con que decir a Cristina que deseaba pasar el resto de mi vida con ella iba nervioso no, nerviosísimo por lo que pudiera ocurrir y aunque el coche tenía todo tipo de comodidades, incluido climatizador, mis manos sudaban por lo inquieto que iba.

Casi llegando a la hacienda, vi como un cochazo impresionante salía de ella. Cuando me crucé con ese coche pude ver perfectamente a Cristina con un escotazo de vértigo y acompañada de un hombre de pelo cano con pinta de chulo vividor.

Inmediatamente hice el cambio de sentido y me dispuse a seguirlos. Tomaron la carretera principal y al cabo de algo más de media hora entrábamos en Toledo (capital). Durante todo el camino me estuve preguntando si la vista no me habría engañado y no sería Cristina si no otra mujer. Pronto salí de dudas cuando pararon en un restaurante muy exclusivo y los aparcacoches abrieron la puerta del acompañante y vi bajar a Cristina. La sangre se me helo en las venas, parecía una puta de lujo, ese vestido dejaba su espalda al aire, no llevaba sujetador y solo la tela del vestido tapaba sus tetas que libres se bamboleaban sin que nada se lo impidiese.

Pero lo que me dejó más aturdido fue lo cortísimo que era el vestido que a duras penas tapaba su culo y de seguro que de frente se verían sus braguitas, si es que las llevaba. El hombre agarró de la cintura a Cristina y los dos entraron al restaurante. Yo me quedé en el coche intentando digerir lo que había visto sin creérmelo aun. Al poco rato me bajé y entré en ese establecimiento, pedí una tónica y eché un vistazo por el local, los vi en una especie de reservado donde tenían algo de intimidad, pero con un camarero única y exclusivamente para ellos.

Lo poco que pude ver fue desolador para mí, ese hombre era como un pulpo, pero lo peor de todo es que Cristina no le impedía que le sobase por donde quería y como podía. Ni me terminé la tónica, me fui al coche y esperé a que salieran. Casi dos horas después, vi como los aparcacoches traían ese cochazo y del restaurante salían Cristina y el tipo ese. Su mano ya no estaba en su cintura si no que amasaba una nalga suya con descaro levantando su vestido de tal manera que iba enseñando todo.

Se montaron, iniciaron la marcha y llegaron a un hotel donde aparcaron, se bajaron del coche y entraron dentro. Bien si tenía alguna duda con esto ya se había aclarado todo. Mientras yo estaba en Madrid trabajando, se supone, ella se divertía entre semana con su amante o amantes. La mujer que amaba era una golfa y desde luego en esos momentos todos los planes que tenía los deseché incluido por supuesto el juntar mi vida con la suya.

Aun así y movido por la curiosidad, no fuese a ser que solo estuvieran tomando algo en el bar del hotel, me acerqué y miré en su interior buscándolos y lógicamente no había rastro de ellos. Me fui a recepción y un joven muy amable me atendió.

—Buenas tardes, hace un momento un hombre y una joven pelirroja con un vestido muy escaso han entrado en este establecimiento, aseveré.

—En efecto, así es señor.

—¿Me podría decir en que habitación se encuentran?

—Lo sentimos mucho señor, pero las normas del hotel nos impiden dar esa información.

Saqué la cartera y puse dos billetes de 50€ sobre el mostrador. El recepcionista miró los billetes y puso su mano encima de ellos, pensaba que los iba a coger y me iba a dar esa información, pero los acercó nuevamente a mí.

—¿Realmente desea ver lo que le están haciendo a esa chica en estos momentos? Se que cada persona es un mundo, pero si yo estuviese en su piel no desearía verlo, he visto muchos cuernos en este hotel y las consecuencias de verlo no son agradables. Hágame caso y márchese a su casa y si lo desea ya lo hablará con ella, pero en la intimidad, no monte un numero aquí que haga que venga la guardia civil y se lleven a todos al cuartelillo.

Sopesé las palabras de ese joven y tenía razón, me despedí de él amablemente, monté en mi flamante coche nuevo y puse rumbo a Madrid, triste, hundido, deprimido y sin ánimo para hacer nada. Casi llegando se me ocurrió llamar a Lola, esa clienta que me llamaba de vez en cuando para que le quitase las telarañas del coño. A nadie le amarga un dulce y esa loba sería una buena cura para olvidarme por un rato de Cris y pagarla con la misma moneda. Busqué en la agenda su teléfono y di a llamar a los pocos tonos oí su voz algo fatigada.

—Alfonso cielo que alegría, ¿Qué tal estas?

—Bien, voy tirando, ya sabes. ¿Y tú, que tal vas?

—Muy bien, muy contenta con mi nueva vida. ¿A qué debo el honor de tu llamada?

—He pensado que por qué no nos vamos a cenar por ahí tú y yo y luego nos vamos a tú casa o la mía a tomar una copa.

—¡¡Ayy!! Cariño lo siento, pero estoy acompañada.

Ahora entendía su respiración agitada, la había pillado en pleno polvo, eso hizo que me deprimiese aún más y no me quedo otra que despedirme de Lola.

—¡¡Vaya!! Siento si te he interrumpido.

—Tranquilo, no pasa nada.

—Bueno, pues nos vemos, dije con tristeza.

—Nos vemos, un beso.

Miré mi teléfono móvil, estuve tentado de llamar a Cristina y montarla una bronca monumental por lo puta que había sido, pero en vez de eso lo apagué, no quería saber nada de ella y sabía que esa misma noche me llamaría.

Ese fin de semana fue anodino. Solo me mantuvo algo activo mi nuevo coche. Tanto el sábado como el domingo me fui a hacer kilómetros para acostumbrarme a su manejo. La semana empezó sin alegría y el martes poco antes de cerrar entró en la tienda Cristina con cara de pocos amigos, aunque cuando vio la mía, supo que algo muy grave ocurría.

—¿Se puede saber que te pasa Alfonso? ¿Por qué no has respondido a mis llamadas ni a mis mensajes? Estaba muy preocupada, pensé que te había ocurrido algo.

Iba a estallar, a llamarla de todo y a acordarme hasta de sus ancestros por haberme engañado. Pero nuevamente me sorprendí a mí mismo y solo la miré con dureza sin decirle ni una palabra. Recogí lo poco que había que recoger y cerré la tienda con Cris a mi lado mirándome sin entender nada de lo que pasaba.

—Alfonso sé que algo muy grave ocurre, pero si no hablas conmigo no sabré lo que pasa.

Me fui hacia mi casa con Cristina andando detrás de mí. Sabía que la actitud que estaba tomando era infantil y tenía que hablar con ella y que sintiese mi dolor y mi rabia por el engaño que vi. Cuando llegamos a mi portal ya me lo dijo muy enfadada:

—Mira Alfonso, solo te pido que tengas la deferencia de decirme lo que ocurre ya que me venido deprisa y corriendo por que estaba muy asustada. Creo que me lo debes y con tu silencio no vas a conseguir nada, solo cabrearme más aun. Dijo Cris elevando un poco el tono de su voz.

—Pasa, indiqué franqueándole la entrada, no quiero estar en boca de los vecinos mañana. Dije secamente.

Subimos en el ascensor mirándonos a los ojos con dureza, ella estaba enfadada, yo estaba que me subía por las paredes y una vez en casa y a salvo de miradas y oídos indiscretos me lo volvió a preguntar de nuevo.

—¿Qué está ocurriendo Alfonso?

—Se que me engañas Cristina, que no eres fiel y te acuestas con otros hombres. Afirmé tajante.

La cara de Cris era de alucine total, como si no se creyese lo que estaba oyendo.

—Creo que te estas equivocando, aunque si lo dices es por algo, ¿No?

—Veras, el viernes pasado tenía tantas ganas de verte, de estar contigo, que antes del medio día me fui hacia tu pueblo. Pero cuando llegué a tu hacienda vi que salía un coche, y dentro de ese coche ibas tú y un hombre de pelo cano y pinta de putero.

—Si, no te lo niego. Afirmo con tranquilidad Cristina.

—Os seguí hasta Toledo a un restaurante muy exclusivo, cuando te vi bajar del coche se me helo la sangre en las venas cuando vi el vestidito, por llamarlo de alguna manera, que llevabas. Parecías…parecías…

—Dilo claramente y sin miedo Alfonso, parecía una puta, una golfa. Tampoco te lo niego.

—En el restaurante y aunque estabais en un reservado, pude apreciar como ese baboso te metía mano y tu no hacías nada por evitarlo. Y por último os seguí hasta el hotel donde os metisteis imagino a terminar el día. Dije con ironía y molesto ante la tranquilidad de Cristina.

—Todo ocurrió según lo has contado. No te puedo negar nada. Aseguró Cristina.

Nos quedamos callados por unos minutos, ella no dejaba de mirarme con una extraña mueca de seguridad y yo me estaba hundiendo cada vez más ante su humillación.

—¿Hubo sexo? Pregunté estúpidamente.

—Por supuesto que hubo sexo, mucho sexo. Admitió Cristina con una ligera sonrisa.

Estuve a punto de echarme a llorar delante de ella y no quería eso, no quería que viese como me había humillado y hundido. Necesitaba estar solo y desahogarme, así que me levanté y lo dije con voz temblorosa.

—Bien, dije sin mirarla, entonces creo que no hay más que hablar, aquí termina todo.

Me fui hacia la puerta y Cristina me siguió, antes de abrir la puerta Cris puso su mano para que no abriera y me hizo mirarla.

—Antes de que mandes lo nuestro a la mierda, ¿Me dejas mostrarte algo?

—Que me quieres mostrar. Dije con cansancio.

Cristina buscó algo en su bolso y sacó su teléfono móvil, busco algo y llamó.

—Lena soy Cris, ¿Estas en casa?

—… …

—Pues espérame que necesito algo muy importante de ti.

—… …

—No me jodas Lena, no estoy para bromas, te necesito como no te haces una idea, esto es algo personal y de vital importancia.

—… …

—Tardo poco en llegar.

Cuando terminó de hablar me miró muy seria, sabia que estaba frustrada por algo pero no sabía por qué, aparte claro está, de haber terminado con nuestra relación.

—Nos vamos. Afirmó Cris.

—¿A dónde?

—Dentro de un momento lo averiguarás. Y no hagas mas preguntas por favor. Respondió Cris con sequedad.

—Mejor, tampoco tengo muchas ganas de hablar contigo. Respondí enfadado.

La tensión entre nosotros se palpaba en el ambiente y cualquier palabra mas alta que otra haría saltar chispas. No entendía su enfado, la parte ofendida era yo. No se si la había dolido mas que descubriese su infidelidad o que hubiese terminado nuestra relación. Era tal la poca empatía que había en ese momento, la nula complicidad entre nosotros, que cuando vio el coche nuevo solo se limitó a sentarse y sin yo decir nada me indicó.

—Vamos a la colonia El Viso, a la calle Nervión, yo te indico.

Durante el trayecto hasta esa dirección el silencio se instaló entre nosotros, no cruzamos ni una sola palabra hasta que llegamos al destino y sacando un mando de su bolso nos metimos en una especie de urbanización de lujo y me dijo donde aparcar. Entramos en un edificio de tres plantas y subimos hasta la última planta. Cuando salimos al rellano lleno de mármol por todos los lados Cris llamo al timbre de una puerta y casi de inmediato abrió una chica impresionante, alta, de pelo negro y con unos inmensos ojos azules, y un cuerpazo que quitaba la respiración. Nos invitó a pasar y Cris y ella se saludaron con un beso, Cris me miró con indiferencia y se dirigió a su amiga.

—Lena, te presento a Alfonso.

—¡¡¡ALFONSOOO!!! Exclamó esa mujer con alegría, el secreto mejor guardado de Cristina, el hombre invisible, el amante perfecto, el…

—¡¡HELENA, COÑO, QUE NO ESTA EL HORNO PARA BOLLOS!! Cortó Cris muy enfadada.

—Joder, vale no te pongas así, ¿Pero que os pasa? Preguntó esa chica confundida.

—Lena, solo quiero que le cuentes a Alfonso que hicimos el viernes pasado. Hazlo como si yo no estuviese aquí.

—Bueno dijo Lena, como creo que Cris no te ha hablado de mí, me presentaré para que me conozcas. Me llamo Helena, Lena para los amigos, Cris y yo nos conocemos desde que éramos niñas, siempre hemos sido buenas amigas aunque ahora sé que se avergüenza un poco de mí.

—Eso no es cierto. Exclamó Cris molesta.

—Calladita guapa que tu no estas aquí. Le cortó Lena. Como te iba diciendo, fuimos, somos y seremos siempre buenas amigas, aunque ella eligió su carrera de empresariales y yo elegí la de prostituta de lujo.

Abrí mis ojos como platos a la vez que un cosquilleo en mi entrepierna anunció que mi polla empezaría a cobrar vida ante semejante hembra. Miré a Cris que permanecía seria y pasiva y luego miré a Lena que me miraba divertida.

—A lo que vamos, Cris y yo mantenemos una amistad y aparte una especie de simbiosis. Ella tiene ciertos negocios que requieren de sexo y ella es el gancho y yo la mano ejecutora.

—¿Negocios que requieren de sexo? Pregunté extrañado.

—Si Alfonso, como por ejemplo el del viernes pasado, continuo Lena. Creo que estarías al tanto de que Cristina quería cerrar la compra de las bodegas Del Huerto. El dueño es el típico vividor, putero y vicioso que puso como condición que firmaría los contratos siempre y cuando Cris follase con él. Cris se vistió para la ocasión con un vestido que yo la elegí para que le hiciese babear.

—Si, conozco ese vestido. Comenté molesto.

—Alfonso, cuando Cris y ese hombre entraron en la habitación todo estaba preparado. Yo me mostraba ante él con una sugerente ropa interior, babeó al verme y vino a mi como un oso ante un tarro de miel, Cris hizo sonar su móvil como si recibiese una llamada y disculpándose me dejó a solas con ese hombre, en ese momento entré yo en escena y Cris desapareció. Ella se fue a otra habitación donde tenia ropa normal, se cambió y se fue a su casa en mi coche. Por la noche tenia encima de su mesa su ansiado contrato firmado y yo seis mil euros en mi cuenta.

—¿Y si no hubiese firmado? Pregunté.

—Cariño, en lo mío soy muy buena, eso nunca ha ocurrido ni ocurrirá. Pero en el hipotético supuesto que un día ocurra entonces me retiraré. Dijo con arrogancia.

—Entonces según me has contado y lo que yo he entendido Cristina no folló con ese hombre todo fue un montaje vuestro para que firmase un contrato y la que se lo folló fuiste tú.

—¡¡Bieeen!! Exclamó Lena, veo que lo has captado a la primera.

—¿Y como se que lo que has contado es cierto, no algo pactado entre vosotras? Cris tu misma confesaste que había habido sexo, mucho sexo.

—Y no te mentí, pero en ningún momento dije que fuese conmigo. Mira cariño, dijo Cris, quiero pedirte perdón por lo que viste, estoy avergonzada, pero todo lo que ha contado Lena es lo que ocurrió tal cual. Solo te pido que confíes en mí, nunca escúchalo bien, nunca se me ocurriría hacerte eso, pero si sigues dudando puedo conseguir las grabaciones del hotel para que veas que no tardé ni media hora en abandonar ese establecimiento.

—No, no es necesario. Dije algo avergonzado por la situación.

Durante unos minutos se hizo un silencio incómodo entre nosotros. Cada cual estaba con sus pensamientos. Aunque lo que me había contado Lena parecía algo fuera de contexto y no se sostenía por lo estrambótico, la seguridad de Cris, su tranquilidad y sobre todo el ofrecerme tantas pruebas para que me convenciese de que todo era cierto, me hizo pensar que todo ocurrió como me lo habían contado. Noté la mano de Cris agarrando la mía y entrelazando sus dedos con los míos mientras apretaba con fuerza. Nos miramos y ella me sonrió con dulzura.

—Lena, nosotros nos vamos a ir.

Nos levantamos y Lena se despidió de nosotros con cariño. Nos montamos en el coche y yo tomé camino de mi casa, aunque no sabia muy bien que es lo que quería hacer Cristina, pero pronto me sacó de dudas.

—¿Me dejas pasar la noche en tu casa?

—Pues claro que si Cris, no hay problema.

Reconozco que el trayecto de vuelta fue mas relajado que el de ida. Hubo muchas miradas entre los dos, miradas de cariño y complicidad. Cuando llegamos a casa Cris sacó de su coche una pequeña maleta y una cartera y entramos en mi casa. Cristina se quedo de pie en el salón y me llamó a su lado.

—¿Aun quieres terminar con lo nuestro? Preguntó Cris con tristeza.

—Estoy muy confundido Cris, no me gustó lo que vi, pero no, no quiero terminar con lo nuestro.

Cristina se abrazó a mi y me besó hasta quedarnos sin aire. Cuando nos separamos me miró con amor.

—Daria lo que fuera por que no lo hubieses visto, pero hay algo que aun me pregunto. ¿Que era eso tan importante que te hizo venir el viernes a verme?

—Bueno, lo primero enseñarte el coche que había comprado para los dos.

—Es precioso mi amor, me gusta mucho aunque no te haya dicho nada. ¿Y lo segundo?

—Lo segundo…lo segundo es que quería decirte que no soporto estar alejado de ti, que mis días son tristes y eternos si no estas a mi lado. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, no lo hemos hablado pero me gustaría casarme contigo o que seamos pareja de hecho, lo que tu desees, pero estar siempre a tu lado.

Los ojos de Cris se llenaron de lágrimas que caían por sus mejillas mientras asentía con la cabeza. Sus ojos no pudieron retener esa avalancha y se abrazó con fuerza a mi llorando, mientras decía una y otra vez:

—Si, si, siiii mi amor, si quiero, si quierooo.

Esa noche hicimos el amor, nos amamos de una manera muy especial y antes de quedar dormidos abrazados, sintiendo la calidez de nuestros cuerpos, empezamos ha hacer planes de futuro.

Esa semana Cris se quedó conmigo y trabajó desde mi casa conectándose en remoto a su ordenador. Por supuesto estuvimos de acuerdo en que yo me instalase en su casa de la hacienda y empezar a compartir nuestras vidas. Traspasé mi negocio de fontanería y los dos muchachos que trabajaban conmigo se quedaron con él. Alquilé mi casa y a los dos meses empecé una vida increíble al lado de la mujer mas maravillosa que había conocido.

En estos momentos somos una de las bodegas mas fuertes de la zona sur de Madrid. Hemos conseguido un premio a la calidad de nuestros vinos y se puede decir que Cris y yo vivimos muy, pero que muy bien. Por supuesto hubo mas "negocios con sexo" pero me negué a que mi mujer participase en eso. Así que instruimos a Lena para que fuese ella la que llevase de principio a fin las posibles negociaciones y no lo hace nada mal de hecho ya ha cerrado varios contratos que nos están generando unos buenos beneficios, tanto a ella como a nosotros. Noelia nos sigue visitando pero no tan a menudo, ya va a cumplir trece años, esta en el instituto y tiene esa edad difícil que hace que no quiera pasar mas tiempo con nosotros. Sabemos y ella también lo sabe que cuando fallezca su abuela se vendrá a vivir a la hacienda y que con el dinero que le dio su padre estudiará donde ella desee. De momento Cris ya me ha dejado caer que le gustaría ser madre y yo estoy encantado de poder complacerla en todo lo que me pida, ¿Quién soy yo para negar nada a la mujer que amo?

FIN