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El paciente de la 312 (1/3)

en Hetero: General

El día había amanecido luminoso y presagiaba que iba a ir mejorando hora a hora. Hacía ya quince días que mí chico y yo estábamos de vacaciones en Luz un sitio precioso del Algarve Portugués. Habíamos alquilado una pequeña villa con mucho lujo y con acceso directo a la playa; la casa estaba rodeada de césped con una gran piscina en la parte trasera y con vistas a la costa, todo bastante discreto que te daba intimidad. Yo estaba en una hamaca solo con un camisoncito que apenas lograba tapar mi cuerpo y vi salir de la casa a mi adonis, a el hombre perfecto, venia enfundado con su slip de baño, marcando su tremendo aparato en el bañador y no pude evitar excitarme aunque hacia pocas horas que me había pegado una tremenda follada que me dejo el coño desgastado y llenito de leche. Llegó a mi lado y se sentó junto a mi dándome un piquito en los labios, joder está buenísimo pensé y es solo mío.

—Buenos días amor. Dijo risueño.

—Hola cielo. Respondí mimosa.

—Hoy por la tarde llegan todos, ¿no?

—Ummmm, siii, reí traviesa.

—Cabronas, dijo echándose a reír, vais a tener tres buenas pollas para vosotras, sois unas zorras insaciables.

—Sabes que lo somos y también sabes lo que te gusta verme ensartada por dos buenos rabos.

Me besó con gula mientras una mano suya subía por el interior de mis piernas, instintivamente las abrí dejando mi coñito al descubierto, debajo de ese camisoncito, iba totalmente desnuda.

Pero detengámonos aquí, porque hace poco más de un año este panorama ni remotamente se dibujaba en mi cabeza y mucho menos la aventura que estaba viviendo junto a ese hombre increíble. Retrocedamos un poco en el tiempo y dejarme contaros esta aventura y que me conozcáis.

Mi nombre es Lydia tengo 27 años, mido 1.60 y soy morena con unos ojos marrones muy risueños. Mi pelo a media espalda es algo rizado y enmarca una cara angulosa de pómulos marcados naricilla respingona y boca grande de labios finos. Mi cuerpo es muy bonito, o por lo menos a mí me lo parece, hago mucho ejercicio con lo que mi peso esta entorno a los 52 kilos, mi pecho sin ser enorme, sí que llama la atención, pero lo que realmente me encanta es el culito que tengo, redondito y respingón que sé que vuelve locos a los hombres. Todo esto lo sujetan dos piernas acordes con mi estatura pero llenas, torneadas y tonificadas, vaya que me he descrito muy bien, pero sé que estoy muy buena.

Estudié enfermería y de hecho es gracias a esto por lo que ocurrió todo lo que voy a contar a continuación. Cuando terminé mi carrera estuve haciendo mis prácticas en hospitales para ir cogiendo experiencia, pero por desgracia siempre me tocaban los trabajos más desagradables, los que nadie quería, como me decían es lo que tenía que aguantar por ser novata. Por otra parte estaban los médicos, cirujanos, enfermeros, no os hacéis una idea de lo que ocurre dentro de un hospital, creo que en esa época follé más que en toda mi vida, pero…ufff, es que había unos tíos buenísimos, aunque, no me daban lo que andaba buscando.

¿Y que andaba buscando? Pues realmente a un imposible, al hombre perfecto, el que toda mujer busca, pero yo iba más allá y también buscaba un pene en especial, uno que me llenase de una manera determinada y esto es algo que también quiero contaros. Veréis, tengo la teoría de que las personas nacen para hacer ciertas cosas determinadas en la vida y yo sé que nací para el sexo y para ayudar a las personas. Desde pequeñita fui muy aventajada y sentía mucha curiosidad por lo que tenía entre mis piernas y jugaba mucho con ello y cuando lo acariciaba sentía unas cosquillitas muy ricas. Muchas noches en mi cama recuerdo quitarme las braguitas y meter la almohada entre mis piernas frotándome con ella sintiendo un placer indescriptible hasta quedarme dormida.

Lo mismo pasaba con mis muñecas, siempre jugando a los médicos y enfermeras con ellas, incluso llegue a jugar a los médicos con mi hermana pequeña, me encantaba tenerla desnuda en la cama para hacer un reconocimiento "a fondo” con mis manos acariciando su cuerpo y metiendo mis dedos por lugares prohibidos, eso nos excitaba mucho a las dos. Siendo más mayor mi curiosidad incansable me llevó más allá y yo misma me desvirgué con una zanahoria, la preparé muy bien, la mondé y como sabía lo que iba a ocurrir porque ya me había documentado iba sin miedo, solo fue un pinchazo y algo de sangre pero que me proporcionó creo mi primer orgasmo y desde ese momento ya no pude parar, mi coño parecía un coctel de frutas y verduras, necesitaba tener mi coñito ocupado por algo duro y grueso. Reconozco que de siempre fui muy precoz en el sexo, además mi cuerpo era muy voluptuoso en comparación con chicas de mi edad y eso me excitaba porque sabía lo que provocaba en los hombres.

El punto de inflexión en todo esto me lo proporcionó un calabacín que trajo mi madre del mercado. Si, ya sé que suena a chiste pero es así. Era grande, largo y grueso y en mi cabeza ya lo tenía metido en mi coñito. Esa misma tarde sola en mi casa, robé un preservativo del cajón de la habitación de mis padres, se lo puse a esa verdura fálica y procedí a follarme con él. Creo que en ese momento fui consciente de que mi vagina podría aceptar cualquier tamaño porque se amoldaba rápidamente al grosor que fuese sin dolor alguno. Ese día gocé como una salvaje y ese calabacín me proporcionó muchos orgasmos hasta que, con pena por mi parte, fue utilizado por mi madre en la cocina.

Por lógica no podía depender de calabacines, pepinos y plátanos, pero otra sorpresa me aguardaba y mi curiosidad me llevó a encontrar en un cajón de la cómoda de mi madre un consolador de grandes dimensiones que fue a partir de ese día el que me proporcionaba mis orgasmos. Pero quise más, mucho más y ya no me conformaba con un trozo de plástico, ahora quería una polla de verdad, quería una polla como las que veía en alguna peli porno que conseguía ver en el ordenador de mi padre. No era tonta sabía que los niños de mi edad no eran lo que buscaba, necesitaba un hombre con experiencia, ¿pero a quién?

La respuesta la obtuve en mi cumpleaños. Cumplía años en el mes de agosto y aunque la mayoría de la familia estaba de vacaciones, siempre nos juntábamos mis padres, mi hermana,  mi padrino y yo en el chalé que teníamos a las afueras y fue a él a quien elegí para que fuese mi primer hombre. Tenía 43 años y nos teníamos mucha confianza, para mí era guapísimo y aunque en la piscina ya había disfrutado de tocamientos "accidentales" nunca le había mirado como hombre hasta ese día.

Lo recuerdo con cariño, cuando llegó venia con una camisa y una bermudas. A pesar de su edad se mantenía en forma y con un buen cuerpo. Después de los achuchones que me dio por mi cumpleaños me hizo uno de mis mejores regalos, un móvil de última generación que estaba como loca porque me comprasen mis padres. Yo estaba con el bikini puesto pero no me importó lanzarme a su cuello y comerle a besos mientras mis piernas rodeaban su cintura y sus manos me agarraban fuertemente por mi culo.

—Gracias padrino, muchas gracias de verdad. Le dije emocionada.

—Lydia, cada día estas más guapa…y estas más buena, dijo susurrando en mi oído. Un día me pienso comer este culito.

Diciendo esto amasó mis nalgas haciendo que la braguita del bikini se metiese en mi culo como un tanga. En la posición en la que estábamos mis padres no veían nada así que me abracé más a él y decidí que me lo tenía que follar, el problema era ¿Cómo quedarme a solas con él? Una vez más mi suerte me ayudó en mi deseo y fue al intentar poner en marcha mi nuevo móvil, la tarjeta SIM para el nuevo terminal era diferente a la que tenía yo en mi móvil.

—¡¡Que fastidio!! exclamé disgustada, yo quería estrenarlo ya.

—Bueno hacemos una cosa, dijo mi padrino, comemos y cuando terminemos nos bajamos al centro comercial y pedimos un duplicado de tarjeta, creo que hay una tienda del operador al que perteneces y luego si te apetece nos vamos al cine ¿Te hace?

Estaba tan contenta y excitada que sin pensarlo me senté a horcadas sobre sus piernas y le abracé muy fuerte juntando mis labios con los suyos. Sus manos se fueron de nuevo a mi culo atrayéndome hacia su polla, noté como su lengua acariciaba mis labios e instintivamente abrí mi boca y nos dimos un beso lleno de deseo.

—Ufffff, Lydia, para por favor, esto no está bien.

—Tranquilo padrino, dije con calma, solo es mi cumple y lo quiero pasar muy bien.

Quise quitar hierro al asunto, veía a mi padrino algo tenso y le invité a darnos un baño en la piscina. No se que fue peor, el remedio o la enfermedad, jugué con él, le puse al borde de la locura con mis abrazos y mis roces de hecho cuando nos llamaron a comer él se quedó en la piscina unos minutos más debido a que estaba empalmado.

Cuando terminamos de comer mi padrino me dijo que me fuese a cambiar que nos íbamos a solucionar lo de la tarjeta SIM de mi móvil. Estaba excitada sabiendo lo que quería hacer a la vez que muerta de miedo por la posible reacción de mi padrino. Notaba mi coño empapado, rezumado juguitos, preparándose para lo que creo sería una pasada. Me quité el bikini y me mire desnuda al espejo, estaba buenísima y de seguro que mi padrino babearía al verme, mis tetas aunque todavía no se habían desarrollado del todo, eran muy apetecibles con un pezón pequeñito y una areola rosadita y también pequeña, mi coñito tenía una pelusilla suave y mi culo, redondito y respingón con forma de manzana…tentador.

Opté por ponerme un vestido muy fresco y cortito sin ropa interior, aunque en el pequeño bolso que llevaba metí unas braguitas y un salva slip por lo que pudiese ocurrir. Volví a mirarme en el espejo, no se notaba que bajo ese vestido fuese desnuda, me puse un poco de colonia y fui al encuentro de mi padrino, que ya me esperaba en el coche. Sé que cuando me vio le gustó como iba vestida, su mirada se dirigió a mis piernas y me fui a montar en el coche.

—Lydia, obedece a tu padrino y no seas caprichosa, pórtate bien. Me aconsejo maternalmente mi madre.

—Ya soy mayor mamá, no hace falta que me avergüences. La respondí enfadada.

Tanto mi madre como mi padrino esbozaron una sonrisa, se despidieron e iniciamos la marcha,   estaba algo molesta con el comentario de mi madre.

—Ya no soy una cría, se cómo comportarme y lo que quiero. Dije molesta.

—Claro que si cariño, dijo mi padrino agarrando mi mano y besándola con ternura. Eres toda una mujer.

Le miré con amor y le lancé un beso, vi cómo me miraba las piernas y eso me gustó. Creo que con toda la intención del mundo dejo una mano suya en mi rodilla mientras la acariciaba subiendo hacia el interior de mis muslos, eso lejos de incomodarme me excitó más aun y las abrí ligeramente invitándole a seguir, pero llegó un punto ante mi desesperación que no avanzaba. Ya estábamos lejos de casa y por la carretera secundaria, en pleno mes de agosto a las cinco de la tarde no había nadie, tenía la boca seca y muchos nervios, pero con toda naturalidad me quité las sandalias, puse los pies en el salpicadero y me abrí de piernas todo lo que pude. La faldita del vestido se había subido totalmente dejándome al descubierto desde mi barriguita hasta mis pies, el frescor del aire acondicionado del coche me dio de lleno en la entrepierna y mi dedo recorrió mi rajita empapada emitiendo un gemido de placer.

—Ly…Lydia ¿Qué haces? Preguntó mi padrino con voz temblorosa.

—Padrino, me ha encantado tu regalo, de veras. Decía excitada. Pero quiero algo más de ti, quiero que me folles.

—Pero Lydia, eres muy joven todavía, te puedo hacer mucho daño y me puedes meter en un lio.

Sus palabras decían una cosa, pero su mano decía otra muy distinta y ya la tenía en mi ingle, rozando mis labios mayores.

—Te aseguro que no te voy a meter en ningún lio y no me vas a hacer daño, ya no soy virgen, pero tú vas a ser mi primer hombre, mi coñito está preparado para recibir una buena polla.

—Joder Lydia dijo metiendo un dedo en mi coño, dios como me pone oírte hablar así.

Su mano estaba llevándome a cotas de placer que nunca había experimentado, instintivamente una mano mía fue hacia el tremendo bulto de sus pantalones encontrándome con una erección descomunal de su polla.

—Ufffff padrino como estas, le dije con vicio.

—Diooos Lydia, te quiero follar ¡¡YA!!

Sabía que todo se estaba saliendo de madre, quería a mi padrino follandome, pero no podíamos aparecer por casa sin haber solucionado aunque solo fuese lo de mi teléfono, seria sospechoso.

—Hacemos una cosa, dije fuera de mí por la excitación, solucionemos lo del teléfono y vayámonos a tu casa a follar. Pasamos del cine y llamas a mis padres y les dices que nos vamos a la última sesión, así tenemos toda la tarde y parte de la noche para nosotros.

Mi padrino me miro con deseo y asintió con la cabeza. Me hizo quitar los pies del salpicadero por si nos pillaba algún control de carreta, aunque su mano se mantuvo entre mis piernas dándome placer. Antes de llegar al centro comercial, ya había tenido un orgasmo devastador que me dejo feliz esperando a lo que venía.

No nos costó nada hacer el duplicado de tarjeta, previsoramente mi padre le había dado el carné de identidad a mi padrino ya que la línea estaba a su nombre. Durante todo el tramite estuve abrazada a mi padrino, notaba la humedad de mi coño bajando por el interior de mis muslos, estaba cachondísima y deseando tener entre mis piernas a ese hombre. Cuando bajamos de nuevo al aparcamiento, mi padrino me agarró por la cintura y me dio un beso que me dejó tiritando, su lengua jugaba con la mía y aunque no había dado muchos besos creo que lo hacía muy bien por sus gemidos. Me agarro del culo y me pego a él notando su tremenda erección, yo me abrazaba fuertemente para notarlo en mi cuerpo.

—Cariño ¿Ya tienes el periodo? Preguntó excitado.

—Si padrino, termine hace dos días. Susurre en su oído.

—Te voy a follar ahora mismo, no aguanto a llegar a casa…diooos Lydia te voy a llenar el coñito de leche.

Sus palabras me hicieron temblar de deseo, mi tío me llevó hacia el coche, el aparcamiento estaba desierto, era enorme y su coche creo que a propósito lo había dejado en un sitio muy discreto y lejos de la entrada al centro comercial. Me sentó en el maletero del coche y yo me abrí de piernas instintivamente, subí mis pies al borde y apoyé mis manos en el cristal trasero, dejando mi culito elevado y mi coñito totalmente expuesto para él.

—Joder que preciosidad cielo, tienes un coño perfecto.

La lengua de mi padrino empezó a lamerme el interior de mis muslos saboreándolos, pero lo más, fue cuando noté su boca y su lengua comiendo, lamiendo y succionando mi coñito, me volví loca de placer y ya todo me daba igual, le necesitaba dentro de mí.

—Padrino, follamee…por favor quiero ver tu pollaaaaa…ahhhhhh…diooooos.

Se puso de pie y miré como se desabrochaba los pantalones, cayeron al suelo junto a su ropa interior y entonces la vi, la polla más bonita que había visto, mejor que las de las pelis porno, enorme, brillante, gruesa, amenazante, llena de venas que parecían iban a estallar. Mi padrino me colocó el glande en la entrada de mi coñito y empujó con determinación, sin detenerse y como era de esperar mi vagina lo acogió como si fuese algo suyo hasta que noté como hacia tope en mi útero.

—Padrinooooo…que gustooooooo. Gemí como una puta.

Nada de lo que me había metido en mi coño era comparable a esta sensación, notaba su calor, como palpitaba, como su capullo friccionaba las paredes de mi coñito dándome un placer que no conocía, miraba hacia abajo y la veía desaparecer dentro de mi hasta que sus huevos golpeaban en mi culo arrastrando la piel y haciendo que mi clítoris se rozara provocándome espasmos de placer increíbles. Cuando la sacaba salía brillante de mis juguitos y recubierta por una babita blanca, la notaba muy dentro de mí y eso me proporciono mi primer orgasmo con la polla de un hombre.

—Mi amor me corrooooo…me corrooooo…aumffffff…siiiiiiii.

Mi padrino me besó en la boca para acallar mis gemidos, su polla seguía entrando y saliendo de mi coñito que babeaba debido al orgasmo que estaba teniendo. Esa polla no dejaba de perforarme, mantenía un ritmo continuo que me volvía loca y a los pocos minutos otro orgasmo me sobrevino.

—Ahhhhhh…Padrinooooo…

Creo que mi coñito y las contracciones de mi orgasmo hicieron que esa polla empezase a escupir semen en mi interior.

—Lydiaaaa…me corrooooooo.

Y lo noté, noté como su polla se hinchaba y lanzaba uno, dos, tres así hasta once latigazos de semen en mi interior y os juro que esa sensación me volvió loca y nunca la olvidaría. Estábamos los dos abrazados, mi postura no es que fuese cómoda, así que pase mis piernas por su cintura mientras nos besábamos con pasión. Su polla seguía en mi interior, notándola palpitar, estaba muy caliente y muy dura, casi me quemaba por dentro pero era una sensación sin igual.

—Eres extraordinaria Lydia, llevo unos cuantos meses fantaseando contigo, pero lo de hoy no me lo esperaba, me has hecho un regalo increíble. Dijo fatigado.

—Nos hemos hecho un regalo increíble padrino. Me ha encantado como me has follado, pero ahora quiero más, vayámonos a tu casa a continuar.

Cuando sacó su polla de mi interior, espesos grumos de semen salieron de mi coñito, copie lo que hacían las actrices porno y me puse en cuclillas en el suelo haciendo fuerza con los músculos de mi vagina para expulsar lo máximo posible, metí dos dedos dentro de mí y cuando los saqué volvieron a caer goterones de semen, me llevé los dedos a mi boca y los chupé, su sabor me gustó mucho.

—Joder Lydia, estás hecha una viciosa, creo que tú y yo nos lo vamos a pasar muy bien.

—Aparte de follar, quiero que me enseñes todo lo que sabes. Dije risueña.

Mi padrino me ayudó a levantarme, abrió el maletero de su coche y sacó una toalla que puso en el asiento para que me pudiese sentar sin poner todo perdido, mi coño era una fuente de jugos y semen. Esa tarde follamos como desesperados, me folló de todas las posturas y su polla, su gran polla me volvió loca de placer. Tuve incontables orgasmos y me dejó el coño anegado de su semen hasta que cerca de la una de la mañana me llevo a mi casa muy a mi pesar. Aun así estaba feliz, muy feliz porque por fin había cumplido mi sueño y fue muchísimo mejor de lo que esperaba.

Esa noche mi padrino se quedó a dormir en mi casa y fui tan temeraria que ya muy de madrugada sin poder dormirme, me quité mis braguitas, fui a la habitación de mi padrino y me lo volví a follar, quería tener su polla dentro de mi coñito.

Todo esto lo recuerdo con mucho cariño, mi padrino me enseño de todo, pero lo más principal me enseñó a ser una buena puta en la cama y a satisfacer a mi hombre. Me instruyó en cómo hacer una buena mamada, a ser una "garganta profunda", eduqué los músculos de mi cuello para poder alojar su tremendo rabo dentro de mi boca sin que vomitase. Me folló el culo en incontables ocasiones y me hizo amar el sexo anal. Su polla entraba por mis orificios sin problema y sin dolor y gozaba con el de una manera que nunca imaginé. A su lado me sentía muy mujer, me trataba como a una reina y no temía nada, porque sabía que nunca me haría daño.

Sería necio por mi parte el negar que me enamoré de ese hombre excepcional. Lo amaba hasta el delirio, aunque sabía que nuestra relación no duraría mucho y no tenía futuro. Con 17 años me preparó para lo que sería inevitable, se marchaba a trabajar a otra provincia y además había conocido a una chica y vivirían juntos, eso fue devastador para mí.

Me costó mucho recuperarme de ese golpe y aunque mi padrino me habló y me dijo que no fuese tonta y que aprovechase mi juventud y mi belleza, me costó mucho que otro hombre me tocara. Me acuerdo de que fue en la fiesta de graduación del bachillerato, ese día tan especial me puse un vestido muy sugerente que dejaba más bien poco a la imaginación. Ya en la fiesta que organizamos en una discoteca que alquilamos, unos cuantos chicos no dejaban de halagarme y de rozarse conmigo subiendo mi temperatura y mi excitación. El más popular de mi clase, el más "gallito" fue el elegido y al poco rato me tenía en los servicios con mi vestido en la cintura y acariciando mi coñito empapado por encima del tanga.

—Joder Lydia, me tienes loquito desde que te he visto, decía excitado, necesito follarte, estas chorreando.

Yo respiraba agitada suspirando en su oído mientras mi mano intentaba localizar su polla por encima del pantalón. Lo más lógico es que me fuese a su entrepierna, pero acostumbrada a mi padrino empecé a buscar por el medio muslo, sin resultados. Creo que le miré con curiosidad y agachándome empecé a desabrocharle los pantalones.

—Eso es Lydiaaaa…hazme una buena mamada, te voy a follar esa boquita que tienes.

Decepcionante, esa es la palabra, cuando descubrí lo que escondía ese chico quise echarme a reír, pero me contuve. Sé que las comparaciones son odiosas, pero acostumbrada a la polla de mi padrino que era como mi antebrazo de larga y gruesa, ante mi estaba una de las pollitas más pequeñas que vería en toda mi vida. No quise alargar más aquello, le puse un preservativo, aparte mi tanga y dejé que el chaval me follase y se corriera, no sentí nada de nada, pero fingí placer. Esa noche otro chico me llevó a casa y aunque mejoró ligeramente no fue nada del otro mundo. Creo que en ese momento fui consciente que mi padrino me acostumbró muy bien, me dio a probar un buen chuletón, pero ahora me tendría que conformar con simples escalopines.

Pero de todo se sale, esa relación la guardé en mi corazón con un cariño inmenso, pero el legado que mi padrino me dejó fue lo que condicionaría mi vida. Y aquí retomo mi historia, que seguro pensabais había olvidado. Mi paso por la universidad me hizo conocer a infinidad de hombres, pero que no me daban lo que buscaba, al hombre perfecto, el que toda mujer busca, pero yo iba más allá y también buscaba ese pene especial, ese que me llenase de una manera determinada, una polla como la de mi padrino, lo mío era un imposible lo mirase como lo mirase.

Reconozco que me follaron muchos tíos, la mayoría patéticos que no pasaban de la simple paja y otros que tenían posibilidades, pero que por su manera de ser o por que no aguantaban nada más que un mísero polvo, les mandaba a la mierda a la primera de cambio. Con mi padrino las sesiones de sexo eran interminables y supe que era multiorgasmica, pero ninguno de los que me follaron pudieron sacar lo mejor de mí hasta ese día que entré a trabajar en esa clínica privada.

Gracias a un enchufe de mi padre entre a trabajar como enfermera en una clínica privada que casi era como una jaula de oro. Los pacientes pertenecían a familias muy adineradas de rancio abolengo y que no querían problemas en sus vidas con familiares dependientes, en esa clínica conocí a Javier. Cuando entré a trabajar me di cuenta de que todo el cotarro lo llevaban cinco enfermeras orondas, sin ganas de trabajar y lo más importante sin ganas de agradar. Eran desagradables y trataban a los pacientes a patadas y eso me entristecía enormemente.

—Niña, me dijo la más desagradable, mañana tú te vienes conmigo y te voy a encomendar la higiene y el cuidado del paciente de la 312.

Todas se echaron a reír, cosa que no entendí muy bien.

—¿Por qué os reis? ¿Qué ocurre con el paciente de la 312?

—Jajajajaja, rieron al unísono, ya lo averiguaras.

Cuando me quede sola una chica de cocina vino a presentarse y me lo comentó.

—El paciente de la 312 es un hombre que tuvo un accidente de tráfico y sufrió daños cerebrales. Ni los médicos saben si es consciente de los estímulos exteriores, pero estas focas lo tratan como a una mierda y lo peor es que sus familiares ni se preocupan por él, el pobre esta jodido, solo esperan que un día fallezca.

Me espantó lo que me contó esa chica, mi trato con los pacientes siempre había sido cariñoso, bastante tenían con encontrarse allí para que encima les hiciesen la vida imposible. Al día siguiente la que parecía la "líder" de las enfermeras una gorda de más de cien kilos me lo dijo como una orden.

—¡¡TU niña, conmigo y no te separes!!

Fui tras ella hasta que llegamos a las 312, cuando entramos esa foca se puso a gritar.

—¡¡VAMOS CERDO TOCA DESPERTARSE!!

Subió la persiana y abrió la puerta de la terraza de la habitación, realmente olía a sudor y a "hombre" esa mujer quito los cobertores que le tapaban y apareció el cuerpo de ese hombre y un escalofrió recorrió mi espalda. Era grande, calculo que más de 1.85, su cuerpo era muy bonito, pero lo que llamó mi atención fue el tremendo bulto de su entrepierna. Su cara estaba poblada por una espesa barba castaña clara al igual que su pelo y sus ojos eran de un azul intenso. A mí me pareció un hombre muy bello.

¿Por qué le ha llamado cerdo? ¿No es un hombre que ha sufrido daños cerebrales? Se me ocurrió preguntar.

—Mira niña, dijo esa enfermera desagradable, cuando tú no estabas ni en el pensamiento de tus padres yo estaba harta de limpiar mierda de pacientes. Este es un cerdo porque lo único que hace es comer, cagar y correrse sobre nosotras y creo que lo hace a propósito.

Me quedé callada viendo como esa mujer levantaba a ese hombretón con una especie de grúa y un arnés bajo sus brazos. Estando así le desnudó completamente y tuve que reprimir una exclamación al comprobar que su pollón era casi una copia calcada al pollon de mi padrino, ese que me hizo amar el sexo. Estaba morcillona y me hipnotizaba su balanceo, sus huevos eran enormes y todo lleno de una espesa mata de pelo.

—Míralo, dijo esa mujer, ya empieza a estar empalmado, como se corra hoy le hostio. Exclamó enfadada.

Lo llevo al baño, un cuarto muy grande y aséptico con una alcachofa de ducha y un sumidero en medio del suelo, esa habitación era tan grande que podíamos estar los tres moviéndonos sin problemas y estaba dotada de todas las comodidades para poder atender al paciente.

—Fíjate bien como lo hago, porque a partir de mañana él va a ser tu responsabilidad.

No hacía falta que me fijase en nada, bueno si, en ese pedazo de rabo que hacía que mi coñito se humedeciese. Mentalmente ya pensaba lo que iba a hacer. Era necesario un corte de pelo, recortar esa barba, arreglarle las uñas de pies y manos y creo que si iba a ser yo quien cuidase de semejante belleza, quería sus genitales sin un solo pelo, era algo que me encantaba. Estaba ensimismada en mis pensamientos y vi como esa mujer se disponía a lavar su pollón y sus huevos, ese pene enorme se irguió desafiante mostrándose en todo su esplendor, rojo, brillante, surcado de infinitas venas alimentándolo de sangre para mantenerlo erguido y provocador.

—¡¡No lo hagas!! Dijo esa mujer retadora, ni se te ocurra.

—Lo…lo va a hacer, dije mirando su cara y su polla, se está congestionado y se va a correr.

La mujer dio un totazo a su polla y en ese momento soltó el primer trallazo se semen que fue a parar a mi uniforme, el segundo hizo una parábola perfecta y cayó en mi pelo, agarré su polla y pude dirigir los siguientes trallazos al suelo de la ducha que no fueron pocos. Me quedé fascinada de su dureza y del poder de eyaculación de ese hombre y no pude dejar de imaginar todos esos disparos dentro de mi coñito y ya me empezaba a notar empapada.

Esa enfermera se volvió loca y empezó a darle golpes en la cabeza con la mano abierta, dos de ellos fueron tortazos en su cara.

—Cerdo, asqueroso, guarro, gritaba fuera de sí, pero por que no te mueres ya y nos dejas tranquilas, eres un satirooo.

Tuve que ponerme entre ella y el paciente para parar la avalancha de golpes que le estaba propinando. Debido a su volumen me costó dominar la situación, pero al final logré echarla de la habitación y quedarme a solas con ese hombre. Cuando entré de nuevo noté su agitación, su respiración acelerada; sangraba ligeramente por la nariz, debido a los golpes, me fijé mejor en su cuerpo y vi moratones y cardenales imagino que de anteriores golpes recibidos. Sus manos agarraban el apoyabrazos de la silla de baño con fuerza como queriéndose aferrar a algo que no le dejase caer, reconozco que eso me enterneció, le vi tan desvalido tan dejado de la mano de Dios que abracé su cabeza contra mi pecho.

—Tranquilo, dije besando su cabeza, yo me voy a encargar de que estés mejor a partir de ahora.

Estuve un buen rato con el así, hasta que note que su respiración volvía a la normalidad y se relajaba, volví a besar su cabeza y le mire con cariño.

—Y ahora vamos a terminar de bañarte, tengo a más pacientes y además he de bajarte a desayunar.

Terminé de asearle, lo vestí y lo bajé al comedor, cuando me vieron aparecer esas mujeres estallaron en una gran carcajada.

—Jajajaja, niña ese cerdo ¿ya te ha bendecido con su "agua bendita"?

No me acordé todavía llevaba el lamparón en mi uniforme y su corrida en mi pelo, con lo que sus risas y su cara de asco me pusieron de muy mal humor.

—Vamos a dejar algo claro, dije muy seria, mi nombre es Lydia, no niña, y esto dije señalando las manchas, se lava, vuestra conciencia no. Terminé de decir mirando a la que le había propinado los golpes.

No sé si hizo efecto o no, pero cuchichearon entre e ellas y por lo menos me dejaron tranquila. Deje a ese hombre desayunando en el comedor y me fui a atender a otros pacientes, mi resto del día lo pase entre tareas que me asignaron y el cuidado de ese hombre que dependía totalmente de mí. Me enteré por otras compañeras, que siempre estaba metido en su habitación, incluso había días que no le daban de desayunar o de comer en castigo por su comportamiento. Bueno, eso había cambiado conmigo, desde ese día su vida sería mejor.

Al día siguiente cuando entré a trabajar lo primero que hice fue hacerme con un corta pelos eléctrico, maquinilla de afeitar, jabón y brocha y cortaúñas. Como iba a estar mucho rato con Javier, entre a su habitación a despertarle pero lo hice con amabilidad.

—¡¡Buenos diaaas!! Exclamé cantarina, hay que ir despertándose.

Levante la persiana y le encontré con los ojos abiertos, pero mirando a la nada, estaba inmóvil y sus cobertores están impolutos, como si no se hubiese movido en toda la noche.

—Mira, no sé si te gustará la música, le dije mirándole a los ojos, pero te voy a dejar algo para que te vayas relajando, voy a atender a otros pacientes y luego me voy a dedicar a ti, a dejarte muy guapo.

Puse unos cascos en sus oídos y dejé un reproductor MP3 con música Chill Out muy tranquila y relajante. Cuando terminé fui de nuevo a atender a mi paciente, cuando entré estaba con los ojos cerrados, imagino que relajado, pero cuando puse una mano sobre su muslo para despertarle noté como se tensaba y abría sus ojos desmesuradamente, como asustado.

—Tranquilo, tranquilo, soy yo, no pasa nada. Venga a levantarse que toca asearte.

Mentiría si no dijese que deseaba verlo desnudo otra vez, su anatomía era espectacular, este tío se las tuvo que llevar a pares a la cama, su polla estaba a medio camino entre el reposo y la erección, así como estaba colgado de esa especie de grúa con su polla casi a la altura de mis tetas, no pude resistir la tentación y agarré con mimo sus enormes huevos mientras que con la otra mano recorría su enorme falo. Ese contacto hizo que su polla se pusiera dura como el acero, palpitando en mi mano, mostrándose deseosa de mis caricias, era impresionante verla a esa distancia su glande era muy grande, era como un ariete que abriría coñitos sin problema. No pude evitarlo mordí mi labio inferior y deseé meterme ese pedazo de carne en la boca, pero era algo muy arriesgado aunque mis labios quedaron a escasos centímetros de él. Me notaba empapada, muy excitada y con unas ganas irrefrenables de meterme esa polla en mi coñito.

—Ufffff, cielo, vaya herramienta que tienes, es una pena que no puedas valerte por ti mismo, porque te aseguro que ahora mismo me dejaría follar por ti.

Lo llevé a la ducha y empecé a asearle, no es que fuese peluquera, pero no se me daba mal cortar el pelo, de hecho le hice un buen arreglo, tanto a su barba que la recorte muy bien, como a su pelo, con ese arreglo aún era más guapo, joder estaba buenísimo. Como sabía que cuando depilase su zona genital se correría sin remedio decidí masturbarle para aliviar su tensión.

—Bueno cielo, ahora solo queda quitarte todo ese pelo de tu sexo y tus huevos, pero como no quiero que me pongas perdida, voy a aliviarte antes.

Me puse detrás de él y besé su mejilla, apoyé mi cabeza en su hombro abrí sus piernas y acaricié sus huevos, su polla se irguió enseguida y entonces eché aceite corporal en mi mano derecha, mientras que con mi izquierda amasaba sus testículos. Empecé a masturbarle y creí oír una especie de gemido.

—¿Te gusta cielo, estas a gusto?

Claro que estaba a gusto, mis palabras las decía susurrando en su oído y mis manos se movían agiles por sus huevos y su polla, eso en un hombre era infalible y note como se tensaba y como palpitaba su polla, mi mano se fue hacia su glande y explotó. Mira que estaba acostumbrada a mi padrino y sus corridas, pero lo de este hombre rompió su record. Estuvo algo menos de medio minuto con un orgasmo impresionante lanzando semen por su polla con poderío, casi me corro viendo ese espectáculo, notaba mi humedad anegando mis braguitas y encharcando mi entrepierna.

—Ufffff cielo, vaya "corridón" dije apretando mi mejilla contra la suya, espero que te hayas vaciado bien para poder arreglarte esa mata de pelo que tienes entre las piernas.

Aunque deseaba follarme a ese tío, mantuve mi mente fría y realice mi trabajo, al poco rato sus genitales lucían sin un solo pelo y esa polla otra vez amenazadora, pedía a gritos mis caricias. Quise averiguar si era capaz de correrse de nuevo tan copiosamente y volviendo a retomar mi postura para hacerle una paja, torné a mi posición anterior y de nuevo amasé sus huevos mientras le pajeaba, aunque ahora le susurraba en su oído algo más fuerte.

—Tengo mi coñito empapado por tu culpa, le decía gimiendo, me encantaría que me probases, que notases lo mojada que estoy por ti, me encantaría sentir como tu pollón me abre el coño y que lo llenases con tu corrida.

Note su polla palpitar en mi mano, incluso creció más si cabe y alcanzando una dureza que no había notado nunca en un hombre, lanzo su primer disparo que casi llego a la pared de enfrente, ese tótem de carne empezó a escupir semen como una fuente aunque su orgasmo duró mucho menos, pero la corrida fue bestial.

—¡¡JODEEEER!! Exclamé asombrada, vaya manera de correrse, pareces una fuente.

Estaba hipnotizada ante aquel soberbio ejemplar y mis braguitas ya no daban más de sí para retener mis juguitos que empezaban a calar mis pantalones. Entonces hice algo guarro, pero no aguantaba más, Javier estaba inmóvil mirando al frente, su polla iba menguando poco a poco, me puse frente a él y bajé mis pantalones y mis braguitas mostrándole mi sexo depilado. Metí dos dedos en mi coñito y gemí como una puta, los saqué empapados de mis fluidos, y acercándoselos a la boca metí mis dedos en su interior para que me saborease.

—Mira como me tienes cielo, pruébame, saborea lo que provocas en mí.

Cuando saqué los dedos de su boca, vi como su lengua se movía en su interior, captando mi sabor de mujer excitada, automáticamente su polla volvió a llenarse de sangre recuperando su dureza.

—Dios bendito, dije asombrada, no tienes límite.

Delante de él, me empecé a masturbar, mientras agarraba de nuevo su polla y le volvía a pajear. Fue bonito porque prácticamente llegamos los dos al orgasmo a la vez, su corrida impacto en mi vientre, menos copiosa pero también abundante.

—Bueno cariño, exclamé fatigada, no te quejaras de cómo has empezado el día, te has corrido tres veces y ha sido un gustazo ver como lo hacías, pero no creas que todos los días van a ser como el de hoy, seguro que me llaman la atención por bajarte tan tarde a desayunar.

Me limpié bien y aseé de nuevo los genitales de mi paciente. He de deciros que así depilado su polla era mucho más grande y bonita, daban ganas de comérsela, hacerle una buena mamada y que me llenase la boca con su corrida. Cuando recobre el juicio, me di cuenta de lo que había hecho y de lo imprudente que había sido, si me llegan a pillar me hubiese costado un buen disgusto y mi despido fulminante. Lo más lógico sería prometerme a mí misma que no volvería a ocurrir, pero me conocía, sabia el poder que esa polla tenía sobre mí y también sabía que no tardaría en follarmelo.

Los días fueron pasando, el vínculo que nos unía a ese paciente y a mí era evidente, hasta los médicos se dieron cuenta del cambio en el. Me preocupaba mucho por su bienestar y a la dirección no le importó que pasase algo más de tiempo con él. Siempre le llevaba bien arreglado, con su barba muy cuidada y su pelo bien peinado, hasta las zorras que le hicieron la vida imposible se dieron cuenta.

—Vaya Lydia, tu paciente ha mejorado mucho, parece tu novio.

Todas rieron como histéricas, pero las miré con indiferencia.

—Lo único que hacía falta era atenderle y sobre todo entenderle, para eso nos prepararon en la universidad…Aunque claro vosotras por no saber, no sabéis ni a tocino.

Las dejé con la palabra en la boca y me fui con mi paciente al comedor, sé que me pusieron a parir y que si por ellas hubiese sido ya estaba en la calle, pero gracias a dios tanto la supervisora como la directora estaban al tanto de todo y me querían justo donde estaba.

Digamos que mi relación con Javier aumentó, a diario le masturbaba dos o tres veces, mis pajas con el fueron muchas, pero empezaba a querer más de él y una noche que tenía guardia no pude resistir la tentación y subí a su habitación bien entrada la madrugada. Como una furtiva me fui escondiendo de las cámaras de seguridad y logré entrar a la habitación 312, en la oscuridad me acerqué al cabecero de la cama y encendí una pequeña luz. Javier abrió sus ojos y creo que hasta me miró y sonrió. Le miré con cariño y besé sus labios.

—Sé que me escuchas y creo que sabes porque estoy aquí, te voy a follar, no aguanto más sin tener tu polla dentro de mí.

Me fui a la puerta y por si acaso puse una silla para que no se pudiese abrir desde afuera, cuando me di la vuelta ese hombre mostraba una erección increíble, fui hacia él y bajé la cama al máximo, empecé a desnudarme, noté como Javier intentaba mirarme, saqué un preservativo y retirando las sabanas y bajando sus pantalones su polla salto desafiante y se lo puse, mi coño ya parecía una fuente y aunque hacia un par de meses que no follaba sabía que meterme ese mástil no sería problema. Le puse otra almohada bajo su cabeza para que no perdiese detalle.

—Quiero que me veas bien amor, sé que te va a encantar ver como tu polla desparece dentro de mí.

Me subí a la cama y puse una pierna a cada lado de su cuerpo, me puse en cuclillas y abrí bien mis piernas para que viese bien mi coñito, agarre su pollón y lo puse en la entrada de mi coño, solo me deje caer notando como esa barra de carne me abría bien por dentro hasta que mi culo hizo tope en sus huevos. Le mire con lujuria, su expresión era de felicidad y empecé a moverme, sabía que quizás no durase mucho, pero tenerlo así y con el riesgo de que nos pudieran pillar aumentaron mi excitación y me pusieron al borde del orgasmo.

—Ufffff…mi amor, te noto muy dentro de mí, decía excitada…jodeeeer que polloooon.

Empecé a moverme lentamente subiendo mis caderas hasta casi sacármela para luego dejarme caer y que me llenase nuevamente. Increíblemente estuve así unos minutos hasta que noté mi orgasmo crecer en mi interior, Javier aguantaba mis ataques estoicamente aunque cuando exploté en un orgasmo brutal noté su pollón palpitar y ponerse duro como el mejor acero, sabiendo que él también se estaba corriendo.

—Ahhhhhh…siiiiiiii…me corrooooo…me corrooooooo…siiiiiiiiiiiiii. Gemí en voz baja.

Me apetecía chillar, aunque no era aconsejable, el orgasmo fue muy largo para los dos y nos dejó agotados y satisfechos, saque su polla de mi interior y me quede alucinada de la cantidad de semen que había dentro del preservativo.

—Joder tío eres la leche reí divertida, esto desborda un coño, seguro.

Por mi me hubiese quedado con él, pero no era posible. Me vestí rápidamente, le limpié a él y le dejé más feliz de como lo había encontrado. Le miré con cariño y volví a besarle.

—Seguro que vas a dormir mejor, me ha encantado follar contigo y no va a ser la última vez. Te lo aseguro.

Salí de esa habitación tan furtivamente como había entrado y me fui al puesto de enfermeras. Cuando llegué todo estaba en orden y nadie me había echado de menos, eso me tranquilizó. Al día siguiente antes de irme a mi casa, me pasé por la habitación 312 y aseé a mi paciente favorito. Más o menos ese era mi cometido en esa clínica/residencia, mi trabajo me encantaba, estaba muy a gusto y ganaba un buen sueldo.

En los meses siguientes conocí a más gente de esa clínica, con algunos intimé pero fue decepcionante como siempre, solo el rabo del paciente de la habitación 312 me daba lo que necesitaba. De los muchos compañeros que conocí, hubo uno que fue algo especial por lo joven y cariñoso que era. Se llamaba Augusto, Agus para los amigos, tenía 23 años y era un amor de persona siempre dispuesto a ayudar. Supe enseguida que a ese chico le gustaba, su cariño, sus atenciones hacia mí y su manera de comportarse cuando estábamos juntos así me lo decía. Era técnico de laboratorio y llevaba poco más de un año trabajando en esa clínica, pero lo siento, no era mi tipo y sabía que era buen chaval, pero era muy joven para mí y yo los prefería más mayores, sexualmente no me atraía. Aun así mantuvimos nuestra amistad pero solo dentro del trabajo y aunque me invitó a salir infinidad de veces lo rechacé con amabilidad.

Mis folladas con Javier siguieron, sabía que me la jugaba, pero era excitante jugar con ese riesgo, aunque acostumbrada a follar con preservativo, echaba de menos follar a pelo con una buena polla, como cuando lo hacía con mi padrino, esa sensación no se me borraba de la cabeza, entonces se me ocurrió. Yo sabía que estaba sana, los últimos análisis no detectaron nada anormal, pero no sabía cómo estaría el paciente de la 312 y deseaba con toda mi alma follarmelo a pelo y notar como su corrida inundaba mi útero.

No fue difícil coincidir un día con Agus y después de tomar un café con él y preguntarle por su vida le tanteé a ver si me podía ayudar.

—Oye Agus una pregunta, si yo te doy unas muestras de sangre ¿Me podrías decir el resultado solo a mí, sin que fuese oficial?

—Claro, no habría inconveniente. ¿Tienes algún problema?

—No ni mucho menos, le contesté segura, solo es por asegurarme que esa persona este sana.

—Hay algo que deba de buscar en el análisis.

—Solo decirme si está sano y no tiene ningún tipo de infección.

—De acuerdo Lydia, mañana si tienes esas muestras me las das y te daré los resultados por la tarde.

Al día siguiente y con las muestras en mi poder, se las di a Agus y ya por la tarde me buscó para darme los resultados. Como era de esperar estaba sano y no había rastro de enfermedades ni infecciones y eso me alegró ya que podría disfrutar de el sin preservativo. Al día siguiente cuando fui a bañarle me fue imposible no comportarme como una zorra con él. Le enjaboné bien, lavé su polla y sus huevos con esmero haciendo que su polla se irguiese desafiante y me quedé embobada mirándola.

—Creo que alguna vez te lo he dicho, comentaba mimosa, tu polla me encanta y a partir de hoy se acabaron los preservativos, tú y yo vamos a follar a pelo.

Su polla dio un espasmo, sabía que Javier respondía a mis estímulos y entendía perfectamente lo que le decía. Agarre sus piernas y tire de él hasta dejar su culo al borde de la silla de baño, las abrí y me metí entre ellas, me arrodillé y le miré a los ojos golosa empezando a besar la punta de su polla para seguidamente empezar una buena mamada a semejante pollón.

Oí un gemido gutural proveniente de Javier, mientras mi boca chupaba y succionaba y relajaba los músculos de mi garganta para meterme toda esa carne.

—Aguanta cariño, le decía sacando su polla llena de babas, solo un poquito más, no te corras todavía.

Volví a meter su polla en mi boca y esta vez forcé más para que entrase toda y por supuesto que lo conseguí. Me fascinaba la sensación de ahogo y como mi cuello se deformaba para alojar ese balano en mi garganta. Y me fastidiaba el no poder notar como una mano suya agarraba mi pelo y era el quien me follaba la boca, había muchas cosas que añoraba, pero de momento es lo que había.

—¿Dónde te quieres correr cielo? decía excitada, ¿en mi coño? ¿En mi boca? ¿O en los dos sitios?

Noté un primer espasmo en su polla y supe que se iba a correr, aumente mi ritmo y enseguida el primer latigazo de semen inundaba mi boca, su sabor me gustó muchísimo pero la cantidad que inundo mi boca y mi garganta no fui capaz de tragarla con lo que lo dejé caer empapando sus huevos. Ese tío era un semental en toda regla.

Dejé que se recuperase un poco, pero este tío parecía de otro planeta o estaba muy necesitado. Su polla lejos de menguar estaba más dura aun, sabia el peligro que corría, pero el deseo era mayor que mi prudencia, me bajé los pantalones y las braguitas hasta medio muslo y dándole la espalda metí mi mano entre mis piernas y con su glande recorrí toda mi rajita empapada de fluidos. Apunté su polla y me dejé caer sobre el hasta que mi culo hizo tope en su pelvis…esto es lo que andaba buscando. Noté su calor, cada vena marcada en su polla mi coñito la sentía totalmente, su glande tocaba mi útero y me hacía estar al borde del orgasmo, lo que había buscado tanto tiempo, lo había encontrado.

—¡¡Que buenooo!! Exclamé, cielo intenta aguantar un poco porque quiero correrme contigo…ufffff…quiero sentir como me llenas con tu corrida.

Empecé a botar sobre el sintiendo como ese pollón abría mi coño sin problema, notaba el roce en la piel de mi vagina y eso me encendía más aun, deseaba desnudarme, pero no debía de hacerlo, metí mis manos por debajo del blusón y empecé a pellizcarme los pezones. Javier aguantaba mi follada pero notaba su polla palpitar, preludio del orgasmo que se nos avecinaba, yo estaba a punto y se lo dije.

—Mi amor me voy a correr…joder…córrete conmigo, venga, siiiiiiii…me corroooooooooo.

Me dejé caer sobre él y eche mi cabeza sobre su hombro mientras mis caderas se movían frenéticas con su polla dentro y noté como empezó a correrse aumentando más mi orgasmo. Este tío era una fuente porque noté todos y cada uno de los latigazos de semen que inundaron mi coñito y lo desbordaron, la sensación fue brutal y nuestro orgasmo larguísimo que a mí me dejó bastante agotada. Estaba fatigada, mi cara pegada a la suya con mi cabeza apoyada en él, le miraba con cariño, me había hecho sentir muy bien.

—Como me gustaría que me dijeses si lo has disfrutado como yo, le dije en su oído, me encantaría que tus manos me acariciasen y probar el sabor de tu boca, notar nuestras lenguas luchando por darse placer.

Estuve así unos minutos hasta que decidí que aquello se tenía que acabar, estaba poniendo en peligro mi puesto de trabajo y mi futuro. Saque su polla aun dura de mi interior y una catarata de semen y fluidos, regó el regazo de ese hombre, la cantidad que salió de mi coño fue increíble.

—Cabrón, dije riéndome, con tal cantidad de semen aunque tome la píldora, eres capaz de preñarme.

Me limpié rápidamente y me vestí, terminé de asear a mi amante y me dispuse a bajarle al comedor a desayunar, durante el trayecto no pude dejar de ver su cara de felicidad, sabía que ese hombre sentía, entendía todo y lo vivía intensamente, no era un vegetal como muchos se empeñaban en asegurar. Me pasé todo el día empapada, tuve que ponerme una compresa porque mi coñito no dejaba de destilar fluidos

Aunque me prometí a mí misma que aquello se tenía que acabar fue imposible, ese hombre era lo que andaba buscando y ahora que lo tenía no lo iba a dejar escapar, algo se me ocurriría. Hubo mucho más sexo, muchísimo más, incluso estuvimos los dos desnudos en la cama de su habitación, eso para mí fue sublime, incluso creí ver signos de querer darme más de él, de intentar…no sé, algo conmigo. Sus ojos hablaban por él y me fascinaba estar con su polla en lo más profundo de mi interior y mirarle a los ojos, me decían lo que sentía y su cariño me lo demostraba así.

El caso es que después de los meses esa relación que tenía con Javier, el paciente de la 312 se me quedaba corta. Quería sentir sus manos sobre mi cuerpo, sus gemidos de placer y que me susurrase lo que le hacía disfrutar. De acuerdo que siempre supe que es lo que me esperaba, pero es innato en el ser humano el querer avanzar en algo que empiezas, en querer más y más.

Con todo esto me relajé un poco y alguien a quien le importaba mucho y que estaba muy pendiente de mi acabó descubriendo mi gran secreto, mi relación con Javier y ese no fue otro que Agus. Estaba en plena faena, con Javier en la ducha sentado en su silla y yo a horcajadas sobre él, botando como una loca sobre su polla y gimiendo de placer. La entrada a la ducha estaba en un lateral, por lo que cuando entró Agus lo que vio es mi espalda y la polla de Javier entrando y saliendo de mí coño, brillante, llena de jugos que mi coñito destilaba debido a la excitación. Todo fue uno, empezar a correrme y notar los latigazos de semen de Javier en mi interior y la voz de Agus sobresaltándome.

—Joder Lydia, estás enferma, ¿follándote a un paciente?

Le miré con la cara desencajada por el placer que recibía, estaba entre avergonzada y muy excitada al ser consciente de que Agus me había descubierto mire hacia atrás y le vi de pie en la puerta acariciando el bulto de su bragueta. Cuando me tranquilicé saqué la polla de Javier de mi interior y empezaron a caer semen y fluidos por mis muslos, me puse frete a él y vi como fijaba su vista en mi coño babeante, creo que si en ese momento se lo pido hasta me hubiese comido el coño y me hubiese follado.

—Agus, todo tiene una explicación, déjame hacerlo.

—Lydia, por mucho que quieras explicar, el hecho es que te estabas follando a un paciente, sin preservativo y además has dejado que se corra en tu interior. Eso querida amiga es una falta gravísima que si sale a la luz creo que hasta podía ser penado con la cárcel.

No era tonta, sabia de sobra lo que quería decir Agus y creo que me tocaría follar con él, le había utilizado y quizás menospreciado y ahora reclamaría su premio por mantener mi secreto y la boca cerrada. Fui a decirle algo pero me interrumpió.

—Mira Lydia, esto es muy incómodo para mí, dijo molesto, cuando estés más "presentable" búscame y tomamos un café.

Se dio media vuelta y se fue hacia la puerta aunque antes de llegar volvió y asomando su cabeza para ver mi culo me lo dijo:

—Y asegura la puerta, que no pueda entrar nadie, si yo he entrado alguien más puede hacerlo y quizás no sea tan bueno como yo.

Terminé lo que estaba haciendo y me permití el lujo de follarmelo una vez más, ya una vez descubierta daba igual uno que diez. Por la tarde busqué a Agus en un momento de descanso y nos fuimos a la cafetería, pensaba que me echaría la charla del siglo, abroncándome por lo visto por la mañana, pero me dejó claro desde el principio lo que quería.

—Mira Lydia, pensaba enfadarme contigo por ser tan inconsciente, te hacia una persona más seria y responsable, pero después de lo visto esta mañana creo que lo que te diga te va a dar igual.

Se quedó callado pensando en lo que iba a decir sin atreverse a mirarme a la cara aunque sabía lo que iba a salir de su boca, extrañamente yo no tenía sentimiento de culpa, pero él se notaba que sin haber hecho nada si lo tenía. Iba a decirle algo cuando habló:

—Quiero follarte Lydia, sé que una relación contigo es imposible aunque es lo que me gustaría, pero ya que eso no puede ser, quiero disfrutar de tu cuerpo.

—Sabía que me lo pedirías, dije con tranquilidad, pero pídemelo mirándome a los ojos.

Me miró fijamente, muy serio, como si lo que fuese a hacer estuviese mal y eso le hacía sentirse mal consigo mismo. Sin apartar sus ojos de los míos me lo dijo sin sentimiento.

—Te quiero follar Lydia.

—De acuerdo Agus, aunque no esperaba esto de ti, buscare un día para que…

—No Lydia, no vas a buscar ningún día, va a ser este viernes, te pasaré a buscar a las ocho a tu casa y te invitaré a cenar, aunque sé que no te gusto, quiero hacer de esto algo especial, luego nos iremos a tu casa y pasaremos la noche juntos, follaremos hasta que amanezca.

Aunque no me gustaba ese chico como pareja, reconozco que me excitó esa seguridad suya, sabiendo lo que quería hacer aunque no iba a dejar que explotase lo que sabía porque sería su perdición.

—Vamos a dejar una cosa clara niñato, será este viernes, pasaremos la noche juntos y el sábado por la mañana se acabó, ¿me entiendes? No pienso dejar que saques más partido de esto, si no, subimos a dirección ahora mismo y les cuentas lo que has visto esta mañana…pero será tu palabra contra la mía, con lo que eso puede conllevar… ¿Lo tomas o lo dejas?

Se "acojonó" vi el miedo en su mirada y bajando su cabeza aceptó lo que había oído, mejor pasar una noche conmigo que matarse a pajas recordando lo visto. Charlamos de cosas banales y nos despedimos con un casto beso en la mejilla sabiendo que dentro de un día íbamos a estar desnudos y follando, pero es que no, ese chico no me llamaba, era superior a mí y mi atracción por él era cero.

Llegó el viernes y como dijo a las ocho en punto estaba en mi casa a recogerme, se comportó como si fuésemos novios y eso me enterneció y me dio alas porque una idea perversa atravesó mi cabeza. No quería follar con él, joder, no me apetecía nada, era un buen amigo y yo sola lo metí en esa zona que odian tanto los hombres, la friendzone y no quería que saliese de allí, así que me propuse emborracharle y ya en la cena cayeron dos botellas de vino que prácticamente se bebió él solito. Luego nos fuimos a un garito donde ponían buena música y le hice beber tres cubatas mientras yo le hacía ver que también tomaba alcohol, pero solo eran refrescos y la magia se obró, Agus estaba muy borracho y casi no se tenía en pie.

—Anda, dije divertida, vámonos a follar, que si no me vas a dejar sin polvo y estoy cachonda.

El solo sonrió bobaliconamente y agarrándolo lo llevé al exterior y paramos un taxi. Estaba en tal estado de embriaguez que tuve que llamar a mi hermana, que bajase al portal y me ayudase a subirlo a mi cama para completar el engaño.

Mi hermana y yo vivíamos solas en el piso de mis padres, ellos vivían en la casa del pueblo atendiendo el pequeño negocio que regentaban. Mi hermana Marina era una preciosa morena de ojos grises, pequeñita, no llegaba al metro cincuenta, pero con un cuerpo que para mí era una envidia. Muchas veces que salíamos juntas me fijaba en como la miraban los hombres, en su cara de deseo y como se fijaban en su culito, pequeño redondo y respingón. Mi hermanita era una friki de los ordenadores, se dedicaba a la programación y al diseño de páginas WEB y se permitía el lujo de trabajar desde nuestra casa, hacia unos meses que había terminado una relación de cinco años y últimamente no salía mucho, solo se dedicaba a trabajar incluso fines de semana. Cuando llegué ya estaba esperándome con curiosidad en el portal.

—¿Pero qué ha pasado Lydia? ¿Quién es este chico y porque lo quieres subir a casa?

—Luego te lo cuento Marina, ahora ayúdame a subirlo a casa, desnudarlo y meterlo en mi cama.

—Pero…pero… ¿te has vuelto loca? Míralo, esta grogui, ¿y te lo quieres follar?

—Que no, no me lo voy a follar, pero necesito que cuando despierte me vea desnuda a su lado.

—Mira, no sé qué te traes entre manos, pero este pobre no sabe con quién esta…míralo, pobrecito, se le ve tan mono y desvalido. Dijo mi hermana con ternura.

No me pasó desapercibida esa mirada que le echo de deseo. En hombres los gustos de mi hermana y los míos no coincidían para nada. Mientras a ella le gustaban los chicos buenos, tiernos y cariñosos, a mí me gustaban más canallas, chulos y con buenas pollas. Sabía que a mi hermana le gustó Agus y no sería yo quien le impidiese llegar a algo con él.

Mi hermana me ayudó a desnudarlo y reconozco que me causó buena impresión verlo desnudo. Su cuerpo era muy bonito, pero lo que realmente nos dejó con la boca abierta a mi hermana y a mí fue la polla que se gastaba Agus. No parecía muy larga, pero era gorda y muy cabezona, estaba circuncidado con lo que su capullo aparecía sin protección, un cosquilleo recorrió mi coñito y por un momento lamenté el no haberle dejado más sobrio para que me follase, creo que lo habría gozado. Pero no venía al cuento, salí de la habitación y le conté a mi hermana a medias lo que había pasado, omitiendo el detalle de que me estaba follando a un paciente. Ella fue comprensiva y nos fuimos a dormir. Cuando entre en mi dormitorio, encendí la luz de la mesilla esperando a que se despertase Agus y que follásemos, pero no fue así, estaba en el mundo de los sueños, su respiración acompasada así lo afirmaba. Me desnudé delante de él y me metí en la cama juntando mi cuerpo al suyo, besé su frente y pase una pierna por su cadera, así me quede dormida.

No sé qué hora seria pero noté un movimiento a mi lado y supe que Agus se estaba despertando, tenía que completar el engaño, que fuese creíble, mi culo estaba pegado a su polla que ya empezaba a despertar también y una mano suya amasaba una teta mía, mientras besaba mi hombro, reconozco que me excité, pero no soy de polvos mañaneros recién despierta y este no sería la excepción.

—Buenos días Agus, ¿dormiste bien?

—Bufff, creo que si dijo acariciando mi espalda, pero…pero joder, no me acuerdo de nada.

—¡¡¿Comooo?!! Exclamé con fingida ofensa. ¿No te acuerdas de nada de lo que me hiciste?

—Joder Lydia, tengo un dolor de cabeza increíble, pero no me acuerdo de haber follado contigo, te lo aseguro.

—Pues cielo, ayer me follaste tres veces, me hiciste alcanzar incontables orgasmos y todavía tengo el coño lleno de tu leche, aparte de que con el pollón que gastas me lo dejaste dolorido.

Con eso casi le di a entender que no quería sexo por la mañana, aunque Agus me acercó su pollón ya totalmente erecto a mi barriguita.

—¡¡Joder!! ¿Ya estas así? Le dije excitada.

Agarré su polla y me impresionó su grosor, era sorprendente, mi coño literalmente se licuó y por un momento estuve tentada de tirarme encima de él y pasar la mañana follando como locos, pero mi yo racional pudo más.

—Vamos Lydia, solo una vez más, necesito sentirte una vez mas

—Lo siento Agus, pero de verdad que estoy agotada y dolorida.

Aunque con algo de vergüenza me levanté y deje que me viese desnuda, mientras me ponía mis braguitas un pantalón y una camiseta. Cuando me di la vuelta vi su polla en su máximo esplendor y volví a arrepentirme de no haber follado con él. La palabra impresionante se quedaba corta para describir semejante aparato, quise apreciar su calor y grosor y me acerque a él, le di un pico en los labios mientras agarraba su pollón, mediría entorno a los 18 cm y era tan gorda que mis dos manos juntas casi eran incapaces de abarcar su circunferencia, la di un besito en la punta y me levanté porque si me quedaba más rato no respondía de mí. Vi su cara desencajada por la excitación y juro que dudé, pero por orgullo mantuve la farsa hasta el final.

—Voy a preparar el desayuno, te espero en la cocina. Le dije con cariño.

Fui al baño, y me tuve que hacer un dedo de lo cachonda que iba. Me corrí en nada de tiempo pensando en el pollón de Agus, me lavé las manos y la cara y me fui a la cocina y allí me encontré a mi hermana con un pijamita muy sexy que dejaba sus encantos casi a la vista. Una camiseta ajustada a su cuerpo que marcaba sus grandes tetas y sus pezones y un pantaloncito muy ajustado que dejaba media nalga al aire y se metía tentadoramente en su culito.

—Ufff hermanita, cuando te vea Agus así te va a querer follar, estas de muerte.

—Me he puesto así para él, sonrió con picardía y poniéndose colorada. Tiene cara de buen chico y sabes que eso me pone un montón…además le vi desnudo y ufffff.

—Mira, hacemos una cosa, cuando entre en la cocina y te vea seguro que se le van los ojos, yo le diré que me tengo que ir y que si quiere que se duche y bueno…luego es cosa tuya.

En esos momentos entro Agus en la cocina y lo primero que vio fue el culito de mi hermana, tentador, enfundado en esos pantaloncitos y diciendo "muérdeme" ella giró coqueta su cabeza mirando hacia atrás y viendo su carita de alucine.

—Agus te presento a mi hermana Marina, Marina este es Agus.

Se giró felinamente y en dos pasos calculados juntó su cuerpo al de Agus. Su cabeza quedaba a la altura de su pecho, pero apoyó una mano en su nuca y poniéndose de puntillas le dio dos sensuales besos cerca de la comisura de sus labios. Cabrona, pensé, se lo está follando con la mirada, si no capta lo evidente este chico es más tonto de lo que pensaba.

—Encantada de conocerte Agus, dijo mi hermana.

—El…el gus…gusto es m…mío tartamudeo Agus, rojo como la grana.

Mi hermana salió de la cocina mostrando ese culito tentador y Agus se quedó mirando embobado, mientras yo veía su polla crecer dentro de su slip.

—¿Te gustaría follártela? Le dije sacándolo de sus pecaminosos pensamientos.

—Noooo, ¿cómo dices eso?

—A ver Agus, ya es sábado por la mañana, fin de nuestra cita, es lo que acordamos. Mira puedes hacer lo que quieras pero mi hermana esta loquita por ti, ayer por la noche nos vio follar y está deseando que la folles bien follada.

Me miro como si le estuviese tomando el pelo, pero estaba segura de que si les dejaba solos no tardarían ni media hora en estar en la cama. Con todo esto haciendo de celestina, estaba excitada, además veía el paquetón de Agus y me estaba poniendo mala, ¿pero porque no me lo follaria? Me acerqué a Agus, le besé tiernamente en los labios y acaricié su polla por encima del slip, noté palpitar su polla y sentir lo durísima que estaba.

—Mira yo tengo que salir, he quedado con una amiga, pero tú te puedes quedar, ir a ducharte y dejar la puerta del baño ligeramente abierta, te aseguro que no te vas a arrepentir.

Aunque todavía me miraba desconfiando por lo que le había dicho desayunamos y me fui dejándolo en mi habitación. El pobre mío estaba temblando de nervios, pero aunque traté de calmarlo fue imposible.

—Agus, esto es solo un juego, no temas nada, solo diviértete.

Me fui de casa, pero no sabía muy bien dónde ir. Ni había quedado con una amiga ni tenía ningún plan, así que me fui al kiosco de periódicos, compré unas revistas y me fui a una cafetería a pasar un buen rato de lectura y cotilleos, pero la curiosidad pudo más que yo. Solo pensaba si esos dos se habrían liado y si estarían follando como descosidos, un escalofrió recorrió mi espalda y me fui decidida y excitada para intentar verlos.

Cuando llegué frente a la puerta de mi casa pegué la oreja a ver si escuchaba algo, pero no se oía nada, metí la llave en la cerradura y entré con sumo cuidado sin hacer apenas ruido. Me quité los zapatos y fui hacia el salón pero antes de entrar escuché un leve gemido y me paré en seco, logré tener una buena visual del salón y vi a Agus sentado en el sillón y a mi hermana a horcajadas con las piernas muy abiertas frotando su coño sobre su polla. Todavía estaban vestidos, pero el pantaloncito de mi hermana lo tenía metido entre sus nalgas como si fuese un tanga y Agus sobaba a conciencia ese tentador culito, susurraban algo y se notaban sus respiraciones agitadas, sus labios se buscaban continuamente y jugaban con sus lenguas en besos larguísimos, mientras las manos de ambos tocaban, acariciaban el cuerpo del otro. En un momento de esa batalla mi hermana saco su camiseta dejando sus tetas al aire y Agus las miró embelesado.

—Dios Marina, son preciosas.

—¿Te gustan cielo? Pues son tuyas. Dijo mi hermana ronroneando mimosa.

Estuve mirando como una vulgar voyeur, como Agus comía las tetas de Marina y esta gemía de placer, algo le dijo porque se levantaron y agarrando la mano de Agus mi hermana se lo llevó a su habitación y se desnudaron totalmente. Durante más de dos horas estuve mirando como ese chico hacia enloquecer a mi hermana de placer, vi como el pollón que tenia se metía sin problema en el coñito de mi hermana que bufaba de gusto proporcionándola buenos orgasmos. Fue inevitable que me quitase mi tanga y remangando mi faldita me masturbase viendo ese espectáculo y preguntándome porque fui tan estúpida y no me follé a ese chico.

Tres orgasmos por mi parte después, me fui de mi casa con el mismo sigilo que entré, oyendo como esos dos se derretían follando como si no hubiese un mañana. Joder con Agus, parecía una mosquita muerta, pero su manera de follar y su aguante me tenían impresionada, creo que mi hermanita me debía una.

Quise dejarles tranquilos, me fui a la calle y llamé a mi amiga Belén, éramos amigas desde el instituto. Esta chica que era una preciosidad pelirroja de ojos verdes y un cuerpazo de infarto, se vestía de manera desastrosa y como yo la decía era una perro flauta, siempre involucrada en temas de salvar la tierra, las ballenas, limpiar los mares, ayudar a refugiados, de hecho trabajaba en una ONG de las muchas que había, viajaba mucho a diferentes países y sabiendo que se encontraba en nuestra ciudad la llame para quedar a ver si podía quitarme de la cabeza la visión de mi hermana y Agus follando. Al poco estábamos sentadas en una terraza tomando algo y poniéndonos al día y como no, terminamos hablando de chicos.

—¿Y tú? Dijo Belén, ¿Ya has encontrado a tu hombre ideal?

—Bueno, dije resignada, algo hay, me da lo que necesito, pero por lo demás parece un vegetal, no hace mucho. ¿Y tú?

—Mira Lydia, ya me he dado por vencida, los tíos van a lo que van, no quieren compromisos y yo ya no estoy para tonteos, cuando necesito que me follen busco a alguien y me lo tiro, sin compromisos ni malos rollos, me deja bien follada y hasta nunca.

—Bueno, dije con paciencia, seguro que el destino nos depara algo bueno

No tenía ni idea de lo que nos esperaba cuando dije esas palabras, pero sería determinante en nuestras vidas.

Ese día lo pasamos juntas Belén y yo y por lo menos me quito de la cabeza lo vivido por la mañana. Ya por la noche me fui a casa, pensando que Agus no estaría, los dos entrabamos a trabajar el domingo por la mañana y con el trajín que se trajo con mi hermanita necesitaría descansar, pero cuando entré en casa los oí a los dos riendo en la cocina. Me fui y saludé y la estampa que vie era la de por la mañana, mi hermana seductora con sus pantaloncitos mínimos y marcando unos pezones para romper la tela de la camiseta y Agus medio empalmado marcando un bulto impresionante en su slip.

—¡¡Hermanita!! Dijo Marina alegre, ¿Dónde has estado todo el día? Te esperábamos a comer.

—He estado con Belén, dije extrañada, hacía tiempo que no nos veíamos.

—Bueno, dijo alegre mi hermana, cenas con nosotros, por cierto Agus se queda a dormir y así os vais mañana juntos al trabajo.

¡¡Venga ya!! Pensé, los oiría follar como descosidos mientras yo en mi habitación o espiándoles me masturbaría como una perturbada. Como vi que ninguno de los dos se iba a cambiar para cenar, decidí que yo no iba a ser menos, además Agus ya me había visto desnuda, así que daba igual. Me fui a duchar y cuando terminé me puse un culotte muy sexy y una camiseta de tirantes que dejaba entrever mis tetas y tapaba difícilmente mi culo. Sé que Agus alucino por la cara que puso pero no hizo ningún comentario, su polla hablaba por él.

La cena fue distendida, charlamos de muchas cosas y aunque sabía que Agus estaba con mi hermana me dedique a zorrear un poco con él a sabiendas que estaba muy excitado. Agus se disculpó y fue al servicio, o a "enfriarse" o a cascarse una buena paja a nuestra salud, pero mi hermana aprovechó y lo que me dijo me dejó de piedra.

—¿Te gusto vernos a Agus y a mi follar esta mañana?

—Que dices Marina, estás loca…yo espiando, viendo como folláis, estas muy mal.

—Mira Lydia, conozco los ruidos de esta casa y conozco muy bien el sonido de la puerta de entrada al abrirse. Te vi cuando estábamos en el salón y te vi cuando estábamos en la habitación, joder hermanita hasta olí tu excitación y oí el chapoteo de los dedos en tu coño.

—Yo…yo…no se… ufff, que vergüenza Marina.

—No seas boba, no hay que avergonzarse, pero por que mirar si puedes participar.

Mi hermana me miraba traviesa, con esa mirada que tenía cuando jugábamos a médicos y pacientes. Mentiría si no dijese que viviendo solas ella y yo, alguna vez nos habíamos masturbado mutuamente, incluso nos habíamos comido el coño la una a la otra, pero lo que me estaba proponiendo ahora es que nos follásemos a Agus las dos.

—Mira hermanita, se lo que me contaste, sé que no te lo follaste, pero se ve el deseo en tu mirada y antes de que me arrepienta, esta noche cuando nos oigas follar entra a la habitación y únete a nosotros, pero solo por esta noche…Agus es mío.

Cuando me dijo eso mi hermana moje mis braguitas, incluso me puse colorada, notaba mis mejillas arder, joder con Marina, tenía más vicio que yo. En esos momentos llegó de nuevo Agus marcando más paquete que antes y desee estar ya en la cama con ellos, creo que mi hermana lo notó porque agarrando de la mano a Agus se fueron a su habitación. Recogí lo poco que quedaba y me fui a la mía, estaba temblando no sé si de excitación o de miedo y al rato ya escuchaba los gemidos de mi hermana. Me desnude completamente y con sigilo me fui hacia su habitación, la puerta estaba entornada y enseguida vi a mi hermana cabalgando sobre la polla de Agus que miraba hacia la puerta esperando que llegase.

Mi coño ya estaba encharcado y notaba la humedad entre mis piernas, Marina saco la polla de Agus de su interior brillante llena de sus juguitos y me cedió su sitio mientras ella besaba ese hombre con pasión para que no notase mi presencia. Vi la polla que me iba a meter y casi me corro, me subí a la cama y agarrando la polla de Agus la enfile a mi coñito dejándome caer, la sensación fue total, ese pollon inmenso en diámetro me abría el coño de una manera que nunca había sentido y sin poder evitarlo noté mi orgasmo crecer en mi interior de lo excitada que estaba. Sin llegar a los sitios donde me llegaba la polla de Javier, esa polla me estaba llevando a límites de placer que no conocía.

—Me corrooooo, gemí como una perra, dios Agus que pollón.

Y estalle en un orgasmo increíble que hizo que exprimiese la polla de ese chico hasta obtener mi premio. Agus no se lo esperaba y cuando me vio follándole se corrió en mi interior llenándome de leche espesa y calentita, ese orgasmo nos dejó rotos y fatigados aunque le miré y dándole un piquito en los labios se lo dije.

—Espero que ahora si te acuerdes de haber follado conmigo. Le dije mimosa.

No valoré en lo que valía a este chico, nos folló a mi hermana y a mi hasta dejarnos satisfechas y relajadas y caímos en un profundo sueño los tres. Por la mañana mi móvil me despertó, entrabamos a trabajar en una hora y nos teníamos que preparar. Me metí en la ducha y al poco Agus abrió la puerta del baño y se metió conmigo a ducharse, en otras circunstancias le habría gritado, pero dado lo bien que me lo hizo pasar lo recibí con un beso y nos enjabonamos mutuamente.  Fue inevitable, me volvió a follar y me volví loca de gusto. Por suerte mi hermana estaba bien dormida y solo se despertó cuando la dimos un beso y nos fuimos al trabajo.

Durante el camino hablamos más bien poco, pero lo miraba sonriente y agradecida del orgasmo que me había dado en la ducha. Cuando llegamos, le paré un momento y le hablé seriamente.

—Agus lo hemos pasado muy bien, pero dentro de la clínica no quiero tonterías.

—Tranquila Lydia que no pienso ponerte en un apuro, confía en mí. Dijo Agus algo molesto.

Nos fuimos a nuestros puestos de trabajo y lo primero que hice fui a ver a mi paciente favorito. Note la alegría en su mirada, sabía que sentía todo lo que había en su entorno y cuando me veía su mirada, su cara cambiaba.

—Mi paciente preferido, el hombre de mis sueños, ¿me has echado de menos? Pregunté besando sus labios.

Mi mano ya se había metido por el pantalón de su pijama y se apoderaba de su preciosa polla pajeándola con mimo.

—Ummm, mi vida, ¿quieres que te folle ya? O ¿prefieres que te desnude, te duche y te folle?

La conexión que había entre Javier y yo era increíble, solo ver su mirada hizo que quitase el cobertor de su cama, subí a ella y baje el pantalón de su pijama, joder hasta note como movía sus caderas mínimamente alzando el culo para ayudarme a desnudarlo, eso no pasó desapercibido para mí. De nuevo su polla salto majestuosa, enorme, erguida y mi coñito ya excitado desde la mañana se volvió a licuar.

—Decidido, te follo ahora mismo, te necesito dentro de mí.

Me bajé al suelo, puse una silla en el pomo de entrada a la habitación y me desnudé completamente, mi necesidad de él era patente y no tarde en correrme como una puta cuando su polla llegó a mi matriz.

—Mi amor, gemía excitada botando sobre su polla, necesito tus manos en mi cuerpo, necesito tus labios…me corrooooo…cariñooo…siiiiiiiiii…ahhhhhhhhhhhhh.

Mi orgasmo fue largo y muy placentero, pero mi amante aun no se había corrido y eso me extrañó en él, se corría rápidamente, pero últimamente no se si debido a que descargaba sus huevos todos los días mas de dos y tres veces había logrado controlarse más y tardaba casi el doble de tiempo en correrse.

—Cielo, dije con la voz entrecortada por el placer, aguanta solo un poquito más.

Besé sus labios y empecé a follarme de nuevo con su polla metida hasta mi útero, el placer que sentía era increíble y mi amante aguantaba mi ataque. Estuvimos mas de cinco minutos con mis caderas moviéndose frenéticamente sobre el hasta que note como su cuerpo se tensaba. Vi su mirada perdida y noté el primer espasmo en su polla.

—Asiii cariñooo…córrete, llenameeee con tu lecheeeeee…diooooos, como te sientooooo.

Note el primer latigazo de semen en mi interior y eso desató mi propio orgasmo.

—No pareees…llenameeee…asiii...asiiiiiii…ahhhhhhh…siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Mi coño se desbordó como siempre que follaba con él, sus corridas eran tan colosales que mi coñito era incapaz de retener toda su simiente, mi orgasmo fue larguísimo y me dejo agotada. Me quede tumbada sobre su pecho, escuchando su corazón desbocado latiendo a mil pulsaciones y con su polla todavía enterrada hasta los huevos dentro de mi coñito, notaba su calor y como palpitaba al son de su corazón, cerré mis ojos y creo que hasta me quede algo dormida, pero algo me despertó. Fue como una caricia en mi cabeza, mire asustada a todos los lados y miré a Javier, su mismo inexpresivo gesto adornaba su cara y sus brazos estaban inertes a sus costados, pero juraría que me habían acariciado la cabeza.

Saqué la polla de Javier de mi interior y una catarata de fluidos y semen puso todo perdido, le besé nuevamente y me vestí dispuesta a realizar mi tarea de aseo y limpieza a ese hombre increíble. Cuando lo tenia colgado en la grúa para llevarlo a la ducha, me fijé mejor en todo su cuerpo y reparé en algo en lo que no me había dado cuenta, debido, creo, a mi fijación con su pene. Si ese hombre pasaba la mayor parte del tiempo tumbado en la misma posición y cuando se movía lo hacia en silla de ruedas… ¿Cómo tenía esa musculatura? Sus piernas se veían fuertes y tonificadas, su espalda ancha, pectorales definidos y una tableta abdominal bien visible. Se notaba que era cuerpo cultivado y muy cuidado y hasta mi llegada mas bien lo trataban como a basura. En mi corta carrera como enfermera ya había visto a varios pacientes con esta misma patología y algo común entre ellos eran las escaras, ulceras que salían en la piel al estar mucho tiempo tumbado en la misma postura, pero este hombre aparecía impoluto, sin una sola cicatriz.

Quise averiguar mas sobre este hombre y aparte de hablar con el fisioterapeuta, que también estaba extrañado por su musculatura, hable con el medico que le llevaba y que me dejó leer su expediente para según el "familiarizarme" con su paciente.

—Este hombre, sufrió un terrible accidente de tráfico, me contó el médico. Lo sacaron del coche muerto, pero consiguieron reanimarle, tuvo una conmoción cerebral muy grave y como consecuencia de todo ello estuvo un mes en coma. Cuando despertó nos encontramos con que ni se movía, ni hablaba, ni nada, es un vegetal en vida, su cerebro se dañó mucho.

—Doctor, lo siento, pero no estoy de acuerdo con usted, dije educadamente. Ese hombre responde a estímulos externos y es capaz de sentir y de mostrar emociones. Estoy segura de que oye todo y lo entiende perfectamente, además…

Ese doctor me miró con desprecio y no me dejó ni terminar lo que tenía que decirle.

—Esto si que tiene gracia, dijo sonriendo con superioridad, ocho años de carrera y dos de especialización, para que ahora venga una simple enfermera y quiera darme lecciones de medicina.

—Doctor yo no quise...intenté disculparme sin conseguirlo…

—Mire Srta…empezó a decir acercándose a la placa que tenía en mi solapa y metiendo sus dedos rozando mi teta izquierda…Lydia, continuó, deje a los profesionales trabajar y usted dedíquese a lo que se suelen dedicar las enfermeras.

Su mirada lasciva lo decía todo, sus dedos se colaron en mi sujetador y me rozaron el pezón. Él se creía superior a mí y me lo iba a demostrar o eso creía él. De un manotazo retiré su mano de mi mientras le miraba con odio.

—Buenos días ¡¡ D O C T O R !! Recalqué con recochineo.

Me fui hacia la puerta de salida de su consulta, pero antes de salir habló de nuevo.

—Ehhh…Lydia, la espero a la hora de la comida para que me enseñe lo bien que lo hace una enfermera y me ponga al día de sus aptitudes.

—Como ha dicho usted ¡¡ D O C T O R !! Volví a recalcar con ironía, una simple enfermera no le va a enseñar nada que ya no sepa, así que no me espere, no hay nada que yo le pueda mostrar.

—Creo que no me ha entendido Srta. es mejor que venga por su bien profesional, si no, me veré obligado a hablar de este incidente con la directora.

Eso me enfureció, me fui decidida hacia su escritorio, mientras ese desgraciado, misógino y prepotente me miraba desconcertado, descolgué su teléfono y le reté.

—Vamos gilipollas, hazlo delante de mí, llama a la directora y cuéntale todo lo que ha pasado aquí.

Me miró serio, pero no hizo nada, su mirada era retadora, incluso divertida diría yo, pero se quedó callado mirándome.

—Lo que me imaginaba, te hace falta lo más importante para follarte a una enfermera…¡¡HUEVOS!! Buenos días ¡¡ D O C T O R !!

Salí de esa consulta muy enfadada y de muy mal humor y me fui a la cafetería a tomar un café, me hacia falta tranquilizarme. Allí me encontré a Agus con un hombre de mantenimiento que ya había visto en ocasiones. Era de raza negra, muy alto y delgado, aunque era negro era guapo y se veía que se cuidaba, cuando Agus me vio me llamó para que me uniese a ellos.

—Vaya Lydia, tienes cara de pocos amigos, ¿A ocurrido algo?

—No, nada importante, cosas del trabajo, dije con una gran sonrisa, y bueno, preséntame a tu amigo.

—Lydia este es Ismael, trabaja en mantenimiento, seguro que le has visto en alguna ocasión trasteando en alguna planta.

Ismael me dio dos besos, olía muy bien y aunque me había follado a un montón de tíos, nunca había estado con un negro, según decía alguna amiga que si lo había hecho olían raro, aunque lo suplían con sus rabos enormes. Leyendas urbanas decía yo, nadie tenia el rabo mas grande que mi Javier.

—Por fin te conozco Lydia, dijo Ismael, Agus solo sabe hablar de ti y no me extraña eres muy guapa.

No sé si le habría contado nuestra follada de la noche anterior con mi hermana, mas bien creo que no, pero me agradó que Agus me tuviese en tan alta estima, aun habiéndole tratado siempre con indiferencia. Sonreí a Agus con cariño mientras acariciaba su cara, en esos momentos sonó su busca y nos tuvo que dejar ya que tenia una urgencia en el laboratorio. Pensé que seria violento quedarme con alguien que no conocía de nada, pero Ismael me sorprendió con su charla educada, fluida y animada. Hablaba español sin problema, era hijo de padre guineano y madre española, aunque se había criado en Guinea Ecuatorial y había hecho la carrera de empresariales en EE. UU. su cultura era inmensa y hablaba de cualquier tema sin problema. Ese chico me había sorprendido muy gratamente.

—Ismael y teniendo esa carrera ¿Qué haces en mantenimiento de una clínica?

—Bueno Lydia, la gente todavía no se quita los prejuicios de contratar a un negro, aunque tenga unas referencias impecables y como también me apasiona la tecnología y soy bastante manitas, pues bueno aquí estoy, el sueldo no es malo y eso ha hecho que me independice de mis padres.

—Pero tú no eres negro del todo, vaya más bien es un mulato y muy guapo, por cierto. Le dije embelesada.

—Bueno, sonrió Ismael, mi padre es mas negro que un tizón, pero los genes de mi madre se tienen que hacer notar… y por cierto gracias por lo de guapo.

En los siguientes minutos, estuve coqueteando descaradamente con él, después del polvo que me echo Agus por la mañana y el polvo que tuve con Javier no me hubiese importado que Ismael me follara y comprobar si las leyendas eran ciertas. Por desgracia nos tuvimos que incorporar a nuestros puestos después del descanso y ya no supe mas de el en todo el día.

En mi cabeza todavía daba vueltas mi incidente con ese medico gilipollas, pero tenía la sensación de que Javier escondía algo más, en esa habitación no había nadie y estaba segura de que fue Javier quien me acarició la cabeza, estaba convencida.

Cuando llegué por la noche a mi casa me fui a ver a mi hermana que estaba liada con sus ordenadores. Me recibió con una gran sonrisa y se abrazó a mí.

—Hermanita, muchas gracias por traerme a Agus y por lo de anoche, estuvo genial.

—No, las gracias te las doy yo por dejarme participar, disfruté mucho, créeme.

Nos quedamos calladas por unos segundos mirándonos con cariño hasta que yo rompí mi silencio.

—Marina si te doy un nombre y unos apellidos ¿puedes averiguar algo de esa persona? ¿tus ordenadores pueden obrar esa magia?

—Claro, dijo segura, dime como se llama.

—Javier Marchand Dumon.

Solo con meter en Google ese nombre ya salieron cerca de seis mil entradas. La primera hablaba del accidente de Javier, pero lo que realmente nos alucino fue lo que fuimos desglosando de esa familia en las siguientes horas.

El matrimonio Marchand Dumon eran los fundadores de un vasto imperio dedicado a la cosmética y la moda, su fortuna se calculaba en miles de millones de euros. Fruto de ese matrimonio tuvieron cuatro hijos, pero un desgraciado accidente esquiando, acabó con la vida de este matrimonio. En la herencia el hijo mayor se hizo cargo del negocio y la inmensa fortuna de la familia, pero su cuerpo fue encontrado flotando en la piscina de su lujoso chalé en extrañas circunstancias.

En principio, las sospechas recayeron en los hermanos. La lucha por el poder y la inmensa fortuna parecía el móvil, pero todos tenían coartada y no se pudo demostrar nada. Algo pasaba en esa familia, ya que el hermano mayor estando en vida dejó en su herencia una clausula en que dejaba todo en manos de Javier y sus otros hermanos los dejaba fuera del consejo de administración. Al año mas o menos Javier tuvo un accidente de trafico terrible, aunque testigos vieron como un coche le sacaba de la carretera.

—¡¡Joder hermanita!! ¿En qué coño andas metida?

—No lo sé, tengo que asegurarme.

A raíz de el descubrimiento de la vida de Javier mis encuentros con el disminuyeron, necesitaba atar cabos, saber más de él y de su estancia en esa clínica. Creo que lo habían "aparcado" allí a la espera de o que muriese en extrañas circunstancias, ya que la salud de ese hombre dejaba ver que su vida seria larga.

Una mañana que entré a su habitación a despertarle noté que algo había cambiado en la estancia. Me conocía ese cuarto, casi tenía una foto en mi memoria sobre la disposición de todos los utensilios y algunas cremas que utilizábamos para después de asearle hidratar su piel. El aparato que utilizábamos para levantar a Javier de la cama no estaba en su sitio, bueno si lo estaba, pero estaba mal colocado, no estaba como lo había dejado yo el día anterior y una de las esponjas de aseo estaba en el suelo.

Se podría pensar que alguien habría entrado y lo habría tocado, pero estaba segura de que no habría sido así. Pregunté a la enfermera de noche si ella había entrado a la habitación 312 por alguna circunstancia o por que el paciente se hubiese encontrado mal. Me dijo que en las rondas que hizo solo entró para ver que Javier dormía y se encontraba bien pero que no había tocado nada. Me dispuse a asearlo, estaba ansioso, lo notaba en el apremio de su cuerpo y su tensión, estaba segura de que el esperaba que yo atrancase la puerta y me desnudase para follarmelo como hacia casi a diario, pero le mire a los ojos, sabia que el me miraba, aunque sus ojos estuviesen fijos en un punto.

—Javier, sé que puedes oírme y puedes verme, algo pasa aquí y no sé lo que es, pero quiero descubrirlo.

Le miré con cariño acariciando su cabeza, dudé en si se lo decía o no, pero lo hice.

—Creo que a ti no te pasa nada, creo que tienes miedo, mucho miedo a que alguien pueda venir a hacerte daño y te escudas en esta especie de parálisis, pero conmigo estas a salvo…deja de fingir y hablemos.

Estuve esperando a ver alguna reacción por su parte, algún movimiento, que me mirase y me hablase, incluso, que se levantase de la cama por si mismo. Sabia que no me equivocaba, pero Javier permaneció en la misma postura, inmóvil y con la mirada perdida.

—De acuerdo, dije vencida, si lo quieres así, así va a ser, pero olvídate del sexo, o me hablas y te mueves por ti mismo para follarme, o aquí se acaba todo el sexo que te he regalado, tú decides.

Le aseé con el mismo cariño que hacia todos los días con excepción del sexo, su mirada de tristeza lo decía todo, pero me mantuve fuerte. Fue inevitable que al limpiar su polla se irguiese orgullosa ante mis caricias y explotase lanzando chorros y chorros de semen. Mojé mis braguitas recordando lo que siento cuando su leche golpeaba en mi útero, cuando su polla se clava en lo mas hondo de mi ser mientras me llena de su simiente, pero tenia que ser fuerte, sabia que esto daría sus frutos.

Incluso ese día pregunte a Ismael, el de mantenimiento, si el había tenido que entrar en esa habitación por algún motivo negándomelo. Estaba convencida de que Javier estaba fingiendo y se movía sin problema. Las siguientes semanas fueron duras para Javier y para mí; necesitaba follar con él, necesitaba sentirle, que su polla me llenase y me dejase bien abierta. Javier tenía una tristeza que me rompía el corazón, pero no podía darme por vencida ahora.

—Cielo, esto puede terminar cuando tu quieras, cuando te comportes como debes y dejes esta farsa, le decía con cariño. Se que puedes moverte y valerte por ti mismo…venga dime algo.

Pero todo era infructuoso, estaba estático, aunque por un momento creí ver que me miraba, pero no sé si fueron imaginaciones mías o que realmente me miró. Pasó casi un mes en el que me mantuve fuerte, aunque me subía por las paredes, acostumbrada a follar a diario estar sin meterme nada me estaba volviendo loca. Además, Agus y mi hermana no se cortaban un pelo y cuando se juntaban en mi casa, que era varias veces a la semana, los oía follar y me agarraba unos calentones de cuidado, mis dedos no daban abasto.

Una mañana escuche como alguien se levantaba e iba a la cocina. Agus había pasado la noche con mi hermana y conociendo sus hábitos sabía que era él. Aun así me levanté y fui a mirar a la habitación de mi hermana encontrándola sumida en un profundo sueño. Estaba ardiendo de deseo, fui a mi habitación, me desnudé y rebusqué entre mi ropa interior hasta encontrar un tanga que me estaba pequeño y que cuando me lo ponía se metía entre los labios de mi coño. De esa guisa me presenté en la cocina frente a Agus que me miro con cara de deseo, solo con esa tanguita y unos calcetines blancos en mis pies.

—¡¡JODER LYDIA!! Estas para que te revienten el coño a pollazos.

Me senté en la mesa de la cocina, justo al borde, levante mis piernas y apoyé mis pies en el borde de la mesa quedándome totalmente abierta de piernas y mostrando algo que de seguro a los hombres les volvería locos.

—¿Pues a que esperas cuñadito? Me encantaría que tu polla me abriese el coño y me lo llenase de leche.

—Ehhh…Lydia, sabes que te quiero mucho y no deseo ningún mal para ti. Pero tu tuviste tu oportunidad y la desaprovechaste, ahora estoy con tu hermana que es un cielo y no deseo hacerla daño ni jugar a dos bandas.

—Venga ya Agus, dije disgustada. Nadie tiene por que enterarse, solo tu y yo, un polvo rapidito y los dos nos quedamos satisfechos.

Agus me miró indeciso, sabia que su mente se negaba pero el bulto de su slip decía lo contrario, solo había que darle un empujoncito más y seria mío.

—Vamos ¿a que esperas? Lo estas deseando, además hazlo y te daré lo que más deseas de mí, mi culito, estoy queriendo notar como me lo rompes con tu pollón.

Ni con esas, el muy cabrón se acercó, me sonrió con ternura y me besó en la frente de manera fraternal, a continuación salió de la cocina dejándome con un calentón brutal. No me quedó mas remedio que irme a mi habitación a hacerme una buena paja, mientras al otro lado del tabique oía a mi hermana gemir en un polvo mañanero con Agus. Me reí de mí misma, había calentado a Agus hasta la ebullición y mi hermana se llevaba el premio gordo.

Estaba tan avergonzada que me duché rápidamente me vestí y me fui al trabajo sin esperar a Agus, creo que me costaría volver a mirarle a la cara sin sentir vergüenza por su rechazo y por cómo me ofrecí a el como una vulgar furcia de saldo barato. La mañana transcurrió tranquila y a media mañana en mi rato de descanso me fui a la cafetería y esperaba encontrarme con Agus y aclarar lo sucedido por la mañana, pero solo me encontré a Ismael.

Como siempre me senté a charlar con él, tenía una manera muy amena de hablar y hacia que te enganchases a sus comentarios por como opinaba y lo bien que manejaba los tiempos en su manera de conversar. El caso es que lo miraba embelesada y de repente a mi cabeza vino la imagen de Ismael desnudo con una polla enorme invitándome a follar, noté la humedad en mi coñito que unido a mi sequia sexual se acrecentó aún más y se me ocurrió, ¿Por qué no? Me dedicaría a zorrear con él un poquito.

—Ismael, nunca me has enseñado tus "dominios" donde trabajas y que es lo que haces.

Ese hombre me miró extrañado, pero creo que vio la posibilidad de quedarse a solas conmigo e intentar algo, lo notaba en su mirada de deseo. Sin pensarlo se levantó tendiéndome la mano.

—Pues si quieres Lydia te lo enseño ahora mismo, esta en el segundo sótano, creo que lo que veras te podrá interesar mucho. Me dijo con una sonrisa cautivadora.

Me agarré de su mano y metiéndome por pasillos por los que nunca había pasado bajamos en un ascensor que ni conocía a las mismísimas tripas de esa clínica. Siempre he sido muy curiosa, y ese hombre me enseño los entresijos de la tecnología que albergaba ese edificio, siempre muy junto a él, agarrándome a su brazo y dejándole sentir mis tetas, rozándome, zorreando con él con descaro. Hubo dos salas que me llamaron poderosamente la atención. Una de ellas fue la de control, una sala automatizada donde se controlaban las cámaras de vigilancia y se grababa de forma continua todo lo que pasaba dentro de la clínica. Y la otra la sala de "potencia" como la llamaba Ismael, una estancia llena de cuadros de interruptores de todos los tamaños y formas.

—Mira, dijo Ismael situándose detrás de mi y pegando su cuerpo al mío, desde estos cuadros se puede controlar la energía que requiere la clínica, se pueden desactivar consumos innecesarios, así como activar otros según necesidad de estos.

—Interesante, dije agachándome y pegando mi culo a él. ¿Y este interruptor tan grande? ¿Para qué sirve?

Ismael ya no se cortaba, me agarró de la cintura y frotó descaradamente su polla por la rajita de mi culo, a estas alturas ya tenia mis braguitas empapadas y mi coño palpitaba de deseo.

—Este interruptor es el principal de la clínica, si pulsaras este botón rojo que tienes al lado dejarías sin corriente a todo el edificio.

—Ummm, gemí seductora, tu y yo solitos aquí abajo y a oscuras.

—Bueno, dijo Ismael ya nervioso, no por mucho tiempo ya que los generadores auxiliares entrarían inmediatamente.

—¡¡OOOOHHH!! Qué pena, dije mirándole traviesa y con carita de decepción.

—Aunque…si los desconectamos con estos interruptores, estaríamos sin luz un buen rato, dijo Ismael con un hilo de voz.

Me di la vuelta y volví a pegar mi cuerpo al de él, abracé su cintura mientras le miraba a los ojos con deseo y pasaba mi lengua seductoramente por mis labios. Estaba indeciso y no sabia muy bien que es lo que hacer aunque estaba claro que es lo que yo estaba esperando.

—Tú no estás aquí para ver esto ¿verdad?

—Pues claro que no bobo, dije seductora, estoy aquí para que nos conozcamos mejor.

—Joder Lydia, dijo Ismael mirando su reloj, solo tenemos veinte minutos…ven.

Salimos de esa sala y me llevó a otra muy cercana y mucho mas acogedora, era como una especie de salita de estar con nevera, microondas, un sofá y una televisión. Ismael cerro la puerta y la puso el seguro y ahí se desató la locura. Vino hacia mi y me comió la boca con gula, nuestras lenguas jugaban entre ellas, el tío besaba de maravilla pero lo que quería es su polla dentro de mí.

—Follame, decía excitada, no tenemos tiempo, vamos follameeeee.

Me desnude de cintura para abajo en un abrir y cerrar de ojos, pero me quede alucinada cuando vi el pollón que se gastaba Ismael. La punta de su cipote le llegaba a medio muslo y era tal el grosor y la longitud, que colgaba, no se podía mantener erguida.

—¡¡DIOOOS!! PARECES UN CABALLO...¡¡ES ENORME!! Exclamé asombrada.

—No te asustes, dijo Ismael preocupado, si quieres lo dejamos aquí y no ha pasado nada.

—No cielo, dije tranquilizándole, veras como todo esto lo metes en mí.

Agarré su pollón y estaba duro como el diamante, su piel quemaba de lo caliente que estaba y la cabeza enorme parecía que iba a explotar. Me senté al borde del sofá y abrí mis piernas todo lo que pude, vi la mirada de perversión de Ismael y acerco su boca a mi coñito, lamiéndolo, ensalivándolo bien aunque estaba inundado de fluido.

—Vamoooos dame tu polla, dámela…damelaaaa. Le exigí ansiosa.

—Ufff Lydia sabes riquísima, te comería hasta hartarme.

—Otro día amor, ahora follameeeee. Le exigí.

Ismael puso su polla en la entrada de mi coñito y presionó ligeramente entrando la cabeza sin problema, dios el placer que sentí fue enorme y le alenté a que siguiera empujando.

—No te pares, vamos métela más, toda entera.

Centímetro a centímetro, noté como ese pollón me abría el coñito, el placer que sentía era enorme, mis ojos estaban en blanco y boqueaba en busca del aire que me faltaba mientras le animaba a seguir. Mi orgasmo era ya imparable y antes de que su polla estuviese totalmente incrustada en mi ya me estaba corriendo.

—Amor me corroooooo…sigue…sigueeeeee…

Creo que Ismael aprovechó para, de un empujón de sus caderas, meterme ese tótem de carne dentro de mí. Noté un gusto que nunca había sentido mezclado con algo de dolor al hacer tope ese pollón en mi matriz incluso querer atravesarla. Quise disfrutar de esa sensación desconocida para mí, me sentía llena de polla y con mi coño totalmente abierto, mi orgasmo crecía y crecía y parecía no tener fin, mis caderas parecía que tenían un baile incontrolado mientras Ismael entraba y salía de mi interior manteniéndome en un orgasmo continuo.

No se determinar el tiempo que pasó, pero mi cuerpo temblaba como una hoja, miraba extasiada como su polla salía hasta casi sacarla para de nuevo meterse hasta lo mas hondo de mi ser.

—Lydiaaaa, me corroooooooooo.

La voz de Ismael me sacó de mi trance, agarré su cabeza y le besé con pasión mientras notaba como llenaba de leche mi útero provocándome otro orgasmo devastador que me dejó totalmente agotada. Permanecimos así un rato, por mi me hubiese quedado enganchado a el como una perra, me encantaba sentir ese pollón dentro de mí, pero la voz de Ismael me volvió a la realidad.

—Lydia, me encantaría seguir contigo así, pero debemos de subir, nos van a echar de menos.

Le besé de nuevo y sacó su polla de mi interior, mientras de mi coño salía semen y fluidos poniendo el suelo perdido. Ismael me dio una caja con pañuelos y pude limpiarme un poco, tome cuatro o cinco pañuelos mas y los puse a modo de compresa en mis braguitas, sabia que si no lo hacia cuando llegase a planta habría calado mis pantalones. Me acompaño hasta el puesto de enfermeras, lo hicimos a la carrera para evitar que nos llamasen la atención, pero antes de separarnos se lo dije al oído.

—Mañana viernes no hagas planes. Tu y yo tenemos algo pendiente.

Continuara…

                                                                                                                                                                                                                Protected by Safe Creative.