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Relato 19- A veces una madura potente, sorprende.

en Sexo con maduras

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Hace unos quince días, un caballero, me escribió preguntándome si era verdad lo que escribía y si era físicamente como me describí. Con unas cuantas fotografías, dejé tranquilo al señor, me hizo muchas preguntas y quería saber que fechas tenia disponible, porque él y su esposa estarían en Madrid, antes del 23, después, tendrían las obligaciones que todos tienen en Navidades, cenas, comidas y pesadas digestiones, no quiero pensar en quien tenga cuñado, será otro suplicio añadido, según dicen los entendidos.

Como es habitual, todas estas fechas, visito a los clientes más importantes y siempre organizo para tener libres varios días, que suelen empezar el día 22.

El pasado martes 19, este señor de nombre Alberto, me comentó que llegarían a Madrid el jueves por la mañana y que el viernes, después de comer se querían ir a su ciudad. Su idea, era tomar algo la noche del jueves, concretamos quedar en una cafetería en la Calle José Abascal, tenían reserva de hotel en la zona, la hora establecida las 21.00 h.

Puntual a mi cita, entré a la cafetería, varias mesas estaban ocupadas, cuatro o cinco parejas desperdigadas, en la barra pedí un descafeinado y envíe un whatsapp, indicando que estaba en el lugar de encuentro. No tardó en llegar la respuesta, preguntó:

-¿Llevas una camisa clara?.

-Sí… fue mi respuesta.

-Ok, te estamos viendo, somos la pareja de la esquina, mi esposa está de espaldas y yo tengo un poco de barba. Escribió.

Dirigí la mirada hacia el final y me hizo un gesto. Vaya, no hubo suerte esta noche, no siempre toca bueno, cuando abarcas mucho, hay de todo, pensé, mientras me dirigía hacia su mesa, la esposa una señora, tirando a gorda, aunque no se apreciaba bien, porque el abrigo sobre la silla tapaba su cuerpo.

-Hola, soy Juan. Me presenté alargando la mano.

-Alberto y mi esposa Mar- Contestó él, invitándome a sentarme.

-Un placer, gracias. Respondí sentándome en la silla que estaba a la derecha de Mar.

-Fue un placer conocerte, me encantan tus relatos y la verdad que tanto Mar como yo empezamos a fantasear y a ver la posibilidad de conocerte. No sería fácil, nosotros somos de cerca de Salamanca y eso es un problema.

-Pues me alegro de que quisieseis quedar, es un placer conoceros. Dije.

Observé detenidamente a ambos, estaban muy nerviosos, Mar, una mujer de unos 46/47 años, 1.70 mts., cara agradable, con media melena rubia de mechas, muy arreglada, con bastantes kilos de más y muy elegante, vestía falda y jersey negros, zapatos de tacón y medias. Alberto, de unos 52/54 años, delgado, de 1.75, más o menos, con barba, vestía vaqueros y jersey granate.

La verdad, que no sabía que daría de sí la charla/café que habíamos planteado. La verdad, que fue un rato tenso inicialmente, Mar no hablaba, Alberto nervioso y yo tratando de hacer agradable y distendido el rato, perdí la esperanza de que pasase de un café, no veía claro que Mar estuviese preparada para realizar la fantasía que su marido deseaba. La conversación se alargó como una hora, eran las diez y no sabía cómo entrar en materia y ver que pretensiones tenían, jamás fuerzo una situación y si no veo claras las cosas, trato de ser muy agradable pero de ahí no paso.

Cuando estaba a punto de preguntar si les apetecía tomar algo en otro sitio, Alberto, me miró y dijo:

-¿te apetece, tomar algo de cena?, aquí al lado hay un local estupendo, en Abascal, 31. Tienen variedad y de cierta calidad.

-Perfecto, ¿cuándo queráis? Respondí.

Salimos después de pagar y nos fuimos a “La esquina de Abascal”, tomamos asiento, me encantó su decoración minimalista. Pedimos unas tostas y unas raciones variadas para compartir. No tardaron en poner la bebida y traer la comida.  Estaba siendo muy agradable, Mar, ya hablaba, estaba más tranquila e incluso un par de veces nuestras rodillas se tocaron y no apartó la pierna.

Sobre las 11.30 h, Mar fue al baño y Alberto me explicó lo que deseaban vivir, dijo:

-Mira Juan, lo que te voy a proponer es una locura, seguro que lo piensas…

-Nada es una locura cuando las partes quieren…Intervine cortando.

-Te cuento, llevamos 26 años, casados, tenemos una niña que estudia aquí en Madrid, está terminando la carrera prácticamente, venimos de vez en cuando a verla y aprovechamos para fantasear. Me encantaría ver a Mar, disfrutando con otro hombre, que gozase, que disfrutase de algo tan grande como lo que tu tienes y que lo pasase bien. Dijo.

-Bueno Alberto lo importante es si ella desea lo mismo que tú, es importante que lo tenga claro, que quiera hacer realidad esa fantasía y que no se sienta mal después. Respondí.

.Ya…se lo que me dices, pero la verdad, tengo ganas de que lo pase bien, que pruebe otro hombre, solo estuvo conmigo, que yo sepa y confío en ella, no tuvo ninguna relación y solo hacemos trabajar, ya sabes yo hice mis pinitos cuando era más joven, pero ahora estoy muy formal, jajajaj. Dijo, riéndose.

-Lo comprendo, respondí y no seguí hablando Mar, llegaba a la mesa.

-Mar, hablé con Juan de lo que sabes, como comprenderás, depende de ti, sabes que es así ¿Qué opinas? Preguntó Alberto.

-Alberto, estoy nerviosa, es una locura, jajajaja. Dijo Mar, bajando la cabeza.

-Jajajaj, una locura maravillosa, ehhh, Respondió Alberto, acompañada de una caricia en su cara.

-Lo importante es que estés tranquila y que lo desees, por lo demás no debes preocuparte, tengo experiencia. Respondí, intencionadamente pegué mi pierna a la suya.

-Ya se lo dije…-comentó Alberto- lo que le ocurre es que se ve gorda y no sabe cómo saldrá el tema, no sabe qué opinas tú y eso la inquieta.

-Me perdonáis, voy al baño. Perdón. Dije levantándome, ese es el preciso momento que necesitas que hablan tranquilos durante un rato, de esa conversación saldrá su decisión. Cuanto más había observado a Mar, más me picaba el gusanillo, como viviría esta experiencia, como seria en la intimidad.

Dejé pasar unos minutos y volví a la mesa. Pedí perdón de nuevo, ambos se reían. Tomó la palabra Alberto:

-        Juan, hemos hablado, por nuestra parte está decidido, si quieres subir al hotel, encantados, está aquí al lado y con discreción podemos tomar el ascensor y una vez pasado el hall, lo demás no hay problema.

-        Claro, nadie tiene porque sospechar nada, podemos estar cerrando un acuerdo o lo que sea y continuar hablando tranquilamente. Dije.

-        Eso me da mucho corte, diosss. Habló Mar.

-        Tranquila, ninguno, esto es un hotel de nivel, son profesionales y cada cual va a su vida, pagando y comportándose, tranquilidad. Dije.

-        Venga, déjanos invitarte y salimos. Comentó Alberto, llamó al camarero para la cuenta y fue al baño.

-        Mar tranquila, sabes que nada pasa si tu no quieres, tranquila, ¿vale?

-        ¿tranquila? Estoy como un flan, uffff. Dijo.

-        Tranquila, vemos cómo estas y si no te apetece lo dejamos y me voy. Respondí.

-        Vaya eso sería una faena y Alberto está decidido, mi problema es que estoy inquieta y me veo gordísima, y tú eres un hombre guapo y con un cuerpo estupendo, ¿no sé? Respondió.

-        Eso no es lo importante, lo suyo es que tu goces y lo pases muy bien, te relajes y disfrutes, Alberto está decidido. Dije.

-        Lo sé, todavía me lo dijo ahora, aprovecha que Juan es buen tío y tiene experiencia… Dijo Mar.

-        Tranquila. Corté, el camarero trajo la cuenta y Alberto de pie le dio la tarjeta y se fue con él para pagar.

-        Estoy como un flan. Comentó Mar.

-        Tranquila, vas a disfrutar y sabrás que una vez que te relajes, estarás en la gloria. Dije, mientras observaba las tremendas tetas que a través de los bultos de su jersey se podían percibir.

-        Vamos. Sentenció Alberto.

Salimos caminando tranquilos, como un paseo de amigos, al llegar a la puerta del hotel, Mar subió para la habitación, después de que Alberto le hablase al oído, y los dos, nos sentamos en un sofá del hall, cerca de la puerta del ascensor, pasado un rato aprovechar un instante de movimiento y arriba.

Sonó el whatsapp de Alberto y subimos a la cuarta planta, antes de llamar para que abriese Mar, Alberto me dijo:

-Mira yo no quiero participar, quiero ver todo lo que le haces y como disfruta, después decidimos lo que hacemos, ¿te parece?

-Tú indicas y no te preocupes, todo saldrá bien, si ves algo que no te gusta lo comentas y listo. Respondí. Mientras observaba a Alberto llamar.

Se abrió la puerta y Mar, nos recibió con un batín negro, debajo llevaba ropa interior de nivel, calzaba zapatos de tacón muy altos, se veía alta y enorme, bueno potentísima, grande. Dije:

-Disculparme voy al baño. Después de hacer lo necesario para quedar tranquilo comprobé que los condones, estuviesen en mi bolsillo, estaban, listo. Al salir estaba cerca de la puerta Alberto y me dijo:

-Quiero que empecéis, ella está sentada allí en el sillón de la ventana y coloqué el otro aquí en la esquina para observar todo, Tiene los ojos tapados, empieza cuando quieras.

-Perfecto. Respondí.

- Por mí no te preocupes, como si no estuviese. Venga.

Pasé a la habitación y estaba sentada con un antifaz de vuelo negro, su batín cerrado y las manos sobre sus piernas. Me desnudé, dejé la ropa sobre la mesa de escritorio y puse a mano los condones. Busque espacio por detrás del sillón y comencé a acariciar su cuello, su pelo. Inicialmente se estremeció, el momento era emotivo para ella. Seguí acariciándola, sin parar, pasé a besar su cuello, separar el batín y buscar sus tetas…dios, enormes, unos tetones gigantescos, enormes. Seguí muy despacio hasta que ella comenzó a dejar caer su cabeza hacia atrás, mi boca recorría su cuello hasta que llegue a su boca, al principio la cerró, pero insistí y terminó abriéndola y mi lengua busco la suya, a partir de ese instante Mar ya era una hembra en celo, metí mis manos en medio de sus piernas, busque el coño, muy suavemente, a los cinco minutos estaba frotando su coño por encima de la braga negra que llevaba puesta y la humedad era manifiesta, estaba caliente, caliente.

Le ayudé a levantarse, quité el batín con su ayuda, quedo a mis vista una hembra, grande, tetona, con roja sexy negro con detalles rojo inglés, una piernas enormes, unas nalgas grandes, en suma una bbw, pero con buenas formas, sin barriga excesiva.

La tomé de la mano, la dejé caer sobre la cama y comencé a besar su boca de nuevo, mientras que mis manos recorrían todo ese enorme cuerpo qe estaba sobre la cama. Levanté la vista y Alberto se sentó en ese instante en el sillón, haciendo la señal de ok.

Continué haciendo un recorrido total por la geografía de Mar, sin dejar un solo rincón atrás, acaricié sus tetones, aparte las copas del sostén y dejé los pezones al aire, las tetas enormes colgaban hacia los lados, pero los pezones respondieron a mis lamidas y rápidamente, sujetó mi cabeza y comenzó a jadear. Los pezones son su punto débil, decidí trabajarlos, mientras mi mano, escrutaba la entrepierna de Mar. Metí la mano por la cintura de su braga, y me fui a por su coño, un triángulo de pelo sobre el inicio de los labios, lo demás estaba rasurado. Unos labios gigantescos protegían la entrada a la cueva, los acaricie una y otra vez, ella abría más las piernas para dejar paso a mis dedos, mientras mi boca iba de una teta a otra poniendo los pezones como escarpias, de las lamidas y mordisquitos que le daba. Estaba totalmente entregada, sabía que la polla que había visto en las fotos que le mostró Alberto enseguida estaría clavando su coño, para hacerla gozar. Bajé comiendo cada espacio de su cuerpo, hasta que llegué al monte de venus, bajé un poco su braga negra y mi lengua dio dos lametones a lo largo del coño, hervía, estaba empapada. Ese coño necesitaba un pollazo para hacerla correr como una hembra en celo.

Lamí con calma su coño, una y otra vez, su respiración aumentaba, pero no cometería el error de dejarla correr, la haría correr de una clavada buena. Mi polla estaba enorme, Mar no es una belleza, pero es una hembraza para mazar duro, aguanta lo que le echen, como pude comprobar. Cuando levanté mi vista, mientras lamia su clítoris metiendo lengua y mis manos amasaban sus tetones, su cara de vicio era evidente. Pensé que ese era el momento, saque mi cabeza de entre las piernas, cogí un condón, lo coloqué y pedí a Mar que bajase un poco hacia la esquina de la cama, me ayudo. La coloque en esa posición boca arriba, quite sus bragas empapadas, tomé los tobillos uno en cada mano, elevé sus patorras y ella con su mano derecha, ayudó para que mi polla se colocase en la entrada de aquellos tremendos labios abultados que protegían su coño. Empuje lentamente, mirando la cara de Mar, viendo sus gestos en todo momento, seguí empujando, miré a mi derecha y vi a Alberto a un metro de nosotros, observando como mi polla iba a taladrar el coño de su esposa, era la segunda polla que ocupaba esa parte tan íntima, se veía excitado. Pero observó de pie, sin acercarse, sin participar. Mi polla sintió la humedad y el calor del coño de Mar y me fui a por él. Presioné sin parar, ella gemía, estaba empapada y aunque entraba un poco apretada, mi capullo, pasó sin problema, hizo un plofff, señal de que una parte se había superado. Subí sus piernas sobre mis hombros y rodeándolas con mis brazos, hice fuerza para que mi polla, taladrase el coño húmedo y caliente de Mar, mientras su marido Alberto, miraba, con los ojos como un búho real, se notaba excitado. En esa posición le pregunté a Mar, entrando y saliendo, sin parar hasta llegar al fondo:

-¿Te gusta?

-Siiiii, me encanta, es enorme, ufff, me llena, siiii. Respondió. Miré a Alberto, dio su aprobación. Seguí entrando y saliendo haciendo fuerza en sus piernas, dos enormes columnas que protegían la cueva caliente de una hembra que en su día debió estar buenísima. Me excito el ver sus tetas subiendo y bajando a cada empujón de mi pelvis, ella apretaba sus manos, con la colcha en ellas, apretaba, gemía, se retorcía, estaba recibiendo clavadas de mi pollón empalmado como un burro, sensaciones aumentadas por tener los ojos tapados, no aguantó mucho, no llegó a cinco minutos de empujones cuando dijo:

- Ufffff, uffff, me voyyyy, me voyyyy, siiiiiii, siiiii, siii, -descargaba como una loba en celo- agggg, ahhhh, ahhh, ahhhh.

Mientras se corría, agarré las dos piernas con un brazo y mi mano se fue a por el clítoris para masajearlo y lograr que su corrida fuese más larga e intensa..

-Ahhh, aggg, siiii, siiiiii, asíiii, ahhh, agggg, aggg, ahhh. Seguía descargando su corrida con flujos abundantes, mientras mi polla daba en el fondo del coño, lo tenía lleno a tope y no dejaba de bombear.  Me percaté que esa hembra si seguía tendría otra corrida monumental y me equivocaba, fueron tres seguidas, intensas, potentes, que después de jadear y gemir, la dejaron ko. Mi polla seguía dentro cuando Alberto se acercó por detrás me dio una palmada en el omóplato y se dirigió a la cara de Mar, le dio un morreo y muy suavemente le retiró el antifaz. Me miró a los ojos, estaba satisfecha, me comentaron luego que cuando eran más jóvenes, ella llegaba a tener dos corridas seguidas pero tres nunca. Seguía mi polla dentro, ellos abrazados y hablando muy bajo, me fui retirando poco a poco, estaba empapado el condón, el coño estaba húmedo no, lo siguiente.

Dejé que ellos, terminasen, más relajada, me dijo:

-Ven…

Acerque mi cara, sin más tiro de mi cabeza hacia ella y me dio un morreo buenísimos, intenso, genial, besaba divino. Estuvimos un rato, y muy suavemente dijo:

-Gracias, me encantó.

-Gracias a ti, fue estupendo. Respondí.

-Joder, que pollón enorme tienes, como entraba en el coño, joder me puso a cien. Mira, quiero follarla, ¿no te importa?.

-Por favor, disfrutar, por mí no preocuparos. Respondí.

Se denudó coloco su ropa sobre el sofá y al bajar el calzoncillo me sorprendió, una polla no mayor de 9/10 cmt, delgada, con unos huevos oscuros colgando, la tenía empalmada, en horizontal. Sin decir nada, se montó sobre su esposa.

La excitación de Alberto era total, no tardo ni cinco minutos en correrse:

-Aggg, que gustoooo, agggg, ahhhh, que bien te follo, toma leche, asiiii, ahhhh, agggg. Una corrida larga, larga, demostraba lo excitado que estaba por ver gozar a su mujer. Se quedó un rato sobre el cuerpo de Mar. Al salir, se fue al baño, Mar se levantó y se fue detrás de él. Tardaron como diez minutos en salir. Alberto vino el primero y me dijo:

-¿Te gustaría quedar esta noche con nosotros, casi es la una y podíamos hacerla gozar un buen rato más, a ella le apetece. ¿Qué dices?

-Sin problema, mañana no tengo nada, por la tarde me iré de viaje, pero vuelo a las 7.45 a Vigo.  Por lo tanto vosotros decidís…Respondí.

-Está decidido, te quedas, gracias. Dijo y me abrazo, estábamos los dos en pelotas.

-Gracias a ti por tu confianza. Fue un placer conoceros. Respondí.

Alberto miraba mi polla morcillona y me dijo:

-Joder tio menuda polla tienes, no me extraña que gocen las tías, es inmensa, me encantaría quedar de vez en cuando en los viajes a Madrid. O si tu vienes a Salamanca, allí tienes tu casa. Comentó.

-Gracias eres muy amable, Claro que podemos quedar, solo avisáis y si estoy ningún problema. Respondí.

Ambos miramos hacia la puerta del baño, Mar, sonriendo, caminaba como una pantera negra, hacia nosotros, se había acicalado, colocado todo en su sitios de nuevo, es enorme pero bien formada.

No me había corrido, seguía listo para empotrar a Mar, Alberto, fue al minibar, preparó gin-tonic para él, ella y yo, coca colas. Estuvimos un rato hablando de lo que había supuesto la experiencia para ella. Le había encantado. Pensé en ese momento, que su marido no la había hecho correr.

Seguimos un rato hablando hasta que Alberto rompió de nuevo el hielo y dijo:

-Mar este hombre no puede quedar así, jajajaja.

-Tranquilo Alberto, yo me encargo, quien dijo que yo no quiero más, jajajaja. Respondió Mar.

-Esta es mi chica. Dijo Alberto dándole un cachete y caminando hacia el sofá.

-Quiero verte a cuatro patas clavada y que te corras otras tantas veces..venga. Ordenó Alberto.

-Tranquilo, dale tiempo, ella es la reina ahora. Respondí.

-Alberto me encantaría que me follase sin condón, sentiría más y me gustaría sentir su corrida. ¿qué dices? Preguntó Mar.

-Se ve sano, pero pregúntale a Juan, que me dices a mí. Respondió Alberto.

-Tranquilos, soy donante, estoy perfectamente y cada seis meses revisión, por lo tanto no tengo problema, si aceptáis. Dije.

-Genial, dijo Mar. Caminando hacia mí y me abrazó.

Nos fundimos en un beso, pasado un ratito, se separó de mí, se sentó en la cama y tomó la polla con las dos manos, ya estaba empalmada, pero ella con sus lengüetazos y lamidas, terminó de ponerla a cien.

Dejé que disfrutara de la polla, mientras magreaba sus tetones y buscaba el coño, de nuevo comenzó a mojarse. Cuando creí conveniente, le dije:

-Mar ponte a cuatro patas. Por favor, ¿te apetece?

-Si claro, respondió mientras se colocaba.

-Esto quiero verlo, quiero ver entrar la polla en el coño. Dijo Alberto colocándose a mi lado.

Mar es inmensa, sus piernas gigantescas, unas nalgas enormes para darle cachetes una y otra vez, entre las piernas un valle que oculta el coño de una esposa que por primera vez sentía un pollón en sus entrañas.

Sin condón, enfoqué la polla en la entrada del coño, agarré las caderonas de Mar y comencé a empujar. Entraba mientras ella, gemía, atrapaba la cocha con sus puños y mi polla recorría su coño en esa postura. Dijo:

-Sigueee, me encanta, Alberto es enorme, me llena, que gustazoooo, uffff, que gusto. Ahhhh . Siguió gimiendo Mar.

-¿Te gusta cómo te folla Juan? ¿Verdad? Tiene un pollón, te llena cariño, quiero que te folle muchas veces, que te haga correrte una y otra vez…Dijo Antonio.

-Siiii, me encanta, tiene la polla enorme, me encanta, siiiii, me gustaaaa..Respondió Mar, mientras yo ya recorría el coño en toda su profundidad. Y sus tetas como campanas, iban al ritmo de mis envestidas, lo veía en el espejo del armario, tetones enormes.

He de deciros, que una hembra con sobrepeso tiene una temperatura mayor en el coño, o eso me parece a mí, es increíble lo caliente y húmedo que se pone.

Llevaba un buen rato aguantando para no correrme, pero llegó un momento que con los gemidos de Mar, que se incrementaban, empujaba su culo hacia atrás para que mi polla la llenase bien, ante la atenta mirada de su esposo Alberto, ¡¡coño!! Se estaba pajeando mientras mi polla follaba el coño de su mujer, excitante.

No aguanté mucho, mi cerebro respondió a los estímulos captados por mis ojos y la sensación de calor y humedad del coño y le dije:

-Mar, me voy a correr, voy a llenarte el coño, con mi leche caliente, me da permiso Alberto, te lo voy a llenar todo. Mientras le di unos cachetes en sus enormes nalgas. Parecíamos un galgo follando a una mastina, pero no estaba dispuesto a que no se corriese conmigo. Sé que cuando se acerca el clímax de la mujer si paras y aceleras, le hablas motivándola, no tarda en responder, pero mis huevos, no estaban dispuestos a contener más la corrida y dije:

-Me corrrrooooooooo, aggggggg,a hhh, ahhhh, ahhhh, así, me encanta, esta calienteeee, asiiiii, asiiii. No dejaba de empujar mi polla para que las descargas llevasen toda su intensidad a las entrañas del coño de mar, que las recibía a chorretones.

- Aggggggggg, ahhhh, sigueeee, no pares…siiiii ahhhh, agggg, ahhhh. Mar no aguantó el calor de mi leche y estalló en una corrida monumental mientras yo empujaba una y otra vez la polla, daba cachetes en sus tremendas nalgas y disfrutaba un polvo que jamás pensé que fuese tan rico, rico, rico…

-Me corroooo, dijo Alberto…agggg, ahhhh, ahhhh, agggg. Soltando un poco leche sobre la espalda de Mar.

Nos relajamos, Mar y yo fuimos a la bañera a echar un polvo, mientras Alberto veía un rato la tele, cuando volvimos, estaba encendida y el dormido. Nos metimos en la cama, al rato estaba haciendo la cucharilla con Mar, que no dejó de masajear mi polla para ponerla de nuevo a cien. La clave por detrás entre sus piernas apretadas busque el coño, le metí solo el capullo y estaba empujando y gozando como una loba, hasta que se levantó, se colocó sobre mí, agarró la polla, se la clavó en el coño poco a poco, hasta que lo llenó y comenzó a galopar, mientras me dejaba amasar sus tetones, comer sus pezones y morrear una y otra vez. Estuvimos gozando hasta la mañana, de hecho no dormí nada.

Nunca pensé que Mar con sobrepeso importante lograse que me corriese cuatro veces durante la noche, ella según me dijo:

-Juan perdí la cuenta, pero me encanto. Si puedes en Enero repetimos..

-Desde luego. Dije, mientras iba hacia el baño a darme una  ducha. Me vestí, me despedí cortésmente y me fui a casa, desperté a las cinco, hora que empecé a escribir esta experiencia. Chic@s las apariencias engañan, gocé mucho de una madura cuarentona y la verdad es que quiero repetir y follarme a Mar de nuevo.

Gracias por leerme. Felicidades a tod@s.

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