Ver como esos bíceps, ese abdomen y ese pecho se inflaban al tiempo que su polla miraba al techo, era más de lo que podía soportar y, disimuladamente, llevaba una mano a mi entrepierna.
La cara del mecánico es un soneto tan libidinoso como pasional. Los envites de su cuerpo contra el mío, no hacen sino corroborar lo mucho que está gozando al penetrarme, una expresión de total lujuria llena su rostro, regalándome de vez en cuando esa sonrisa de granuja que tanto me pone.
Lo que más me gusta de esta putita es lo obediente que es, le tengo dicho que no quiero un puto pelo en el culo, ni en los huevos, pues lo último que quiero es que una maricona me pegue bichitos de esos y ¡no me veas como me obedece!
Concluye el fin de semana de Pepito en casa de su primo Francisquito. Nota del autor: Relato humorístico y de bajo contenido erótico.
Me la volví a tragar, con más pasión si cabe y de los labios del mecánico comenzaron a brotar obscenidades, que lejos de incomodarme, elevaron mi libido.
Tu padre y yo hemos pensado que vas a ir a un internado, donde sepan llevarte por el camino recto, ya que nosotros no hemos sabido hacerlo.
Si eres lector habitual de mis relatos, este texto explicativo te puede interesar.
Si la primera mamada me pareció de escándalo, esta segunda es mucho mejor. Si me gusta cuando siento como mi capullo choca contra su campanilla, más me gusta cuando me masturba mientras me chupa los huevos.
En el momento en que creí que no podía disfrutar ya más, mi amigo comenzó a sacar y a meter su polla de mi boca al ritmo de unos acompasados movimientos de cadera, ¡fue como si Ramón me follara la boca!
Follar es lo mejor del sexo. Cuando estás dentro de la otra persona, la sensación de plenitud es incomparable es como si el yo y el tú acabara y empezara un nosotros.
Tras soportar unas pequeñas arcadas reanudó con más brío la mamada y apretando fuertemente mis glúteos se la tragó casi al completo.
Sin planificarlo los cuatro nos habíamos acoplado en una morbosa escena. Paloma y yo mamábamos los nabos de nuestros chicos, al tiempo que nuestros sexos se fundían en uno.
Una guía de lectura y pequeños avances de los relatos que publicaré a lo largo de este año.
Acercó los sensuales senos al envarado falo de Nacho. Introdujo aquel en su canal central, y le realizó una masturbación en toda regla, por los suspiros prolongados del muchacho aquello debía de ser de lo más satisfactorio.
Schindler cubrió su erecta polla con una goma y la empapó de lubricante de arriba abajo, jugueteó con sus dedos en mi orificio anal y comenzó un suave mete y saca, primero un dedo, luego dos e incluso lo intentó con tres, pero su rudeza en vez de mi placer solo consiguió que gimiera de dolor.
Di un lengüetazo sobre la rasurada y oscura vulva, impregnando con mi saliva cada resquicio de aquella rugosa piel. Olisqueé de nuevo la caliente hendidura y, sin pensármelo, metí mi lengua en aquella rosada cavidad.
Pepito nos da su versión particular sobre la Semana Santa. RELATO DE BAJO CONTENIDO ERÓTICO.
Sentir como aquel agujero se estremecía ante mis lametones, me puso lo libido por las nubes. Si lo había pasado bien comiéndole el cipote, no me lo estaba pasando peor con aquel beso negro
Una vez tengo delante de mí su pollón, el cual no es excesivamente gordo pero si es enormemente largo, intento emular su mamada pero mi garganta sólo admite la mitad de aquel miembro y a duras punas. Chupo aquel caramelo lo mejor que puedo, poniendo en ello toda la dedicación de la que soy capaz...
Sin pensarlo escupí sobre su glande, por unos segundos un brillante puente de saliva unió mis labios con aquel trozo de carne en forma de cabeza de flecha. Agarré la lubricada verga y olvidándome por completo de donde estaba, inicié una suave pero contundente masturbación.
Hoy vas a tener dos pollas para ti. ¿Cuál quieres primero? La chulería que inculqué a mi voz fue a posta, en un acertado intento de excitar aún más a mi acompañante.
¡Tienes mejor culo que mi mujer! Me dice mientras golpea mis nalgas de forma desmedida ¡Te la voy a meter hasta los huevos!
¡Cuánto sabía mi primo Francisquito! ¡Qué bien follaba mi primo Francisquito!
El técnico, al comprobar mi predisposición, me empujó fuertemente contra la pared y sujetando mis manos contra la fría pared de azulejos restregó salvajemente su sexo contra mi entrepierna.