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Viviendo deprisa.

en Gays

21/08/12  08:30

(Ramón sigue recordando ante el espejo todos los pormenores de su relación con Mariano)

No olvidaré aquella jodida historia en la vida. Mariano, a petición mía, me había relatado como conoció a un catalán con el que había quedado recientemente. Si ya me sorprendió el  hecho de que su primer encuentro sucediera en una sauna masculina, más lo hizo el modo y forma en que ocurrió. Mi amigo, sin cortapisas de ningún tipo, me había contado que en una especie de sala de cine porno y a la vista de todo el que pasaba por allí, lo había masturbado mientras otro tío le chupaba la polla a él. Aquello me chocó por indecente y porque no me cuadraba para nada con la forma de ser de quien lo contaba. Pero por el gesto de su cara parecía que el encuentro con aquel individuo (quien  despertó en mí una animadversión enorme), solo acababa de empezar…

—De allí nos fuimos para la ducha y mientras nos secábamos me propuso tomar una copa —La espontaneidad en sus palabras me tenía atónito, contaba todo aquello como si fuera lo más natural del mundo. —En el bar fue contándome cosas de él. Se llamaba Manuel, llevaba casado varios años…

—¿Casado? ¿Allí van tíos casados? —No sé porque le pregunté aquello y mucho menos, porque  demonios me extrañaba de ello.

—Sí, Ramoncito. Es de lo más normal… Aunque él  estaba de paso y por motivos de trabajo, yo quisiera que vieras como se llana de tíos como tú los domingos, con la excusa de  que juega el Betis o el Sevilla.

Escucharle decir “se llena de tíos como tú” me molestó bastante. Tanto que si  se hubieran dado otras circunstancias, el hecho de  que alguien se tomara la libertad de compararme a mí con unos maricones casados, hubiera sido motivo de bronca, ¡y de las gordas! Pero era mi  mejor amigo, una de las personas que más quería en este mundo y aunque no hubiera medido sus palabras, su intención no pasaba por ofenderme. Lo mire con el ceño fruncido durante unos segundos y le dije:

—Yo nunca he ido por sitios así, ni creo que vaya…

Me miró muy serio, movió la cabeza en señal de perplejidad y tras morderse el labio suavemente me dijo:

—Te puedo asegurar que no es algo que uno se plantee cuando se levante por la mañana. —Agachó la cabeza como avergonzado, la pasión y la alegría que minutos antes brillaba en su rostro se había desvanecido por completo.

De nuevo el orgulloso machito que vivía en mi interior, había sacado lo peor de mí. ¿Quién era yo para juzgar lo que él hiciera? ¿Quién era yo para sentirme mejor que él porque decidiera hacer con su vida una cosa u otra?

Dejándome guiar por lo que me mandaba el corazón, le volví a coger las manos, las apreté entre las mías y mirándolo a los ojos le dije:

—Perdona tío, todo esto es nuevo para mí y no me acabo de creer todavía donde estoy…

—¿Y dónde estás?—su pregunta fue tajante y la contesté del mismo modo.

—Disfrutando con mi mejor amigo de una variedad del sexo que no sabía me iba a gustar tanto…

Nos miramos, de nuevo si mis barreras morales no hubieran existido lo habría besado y en lugar de eso, simplemente dejamos que nuestros ojos tuvieran una intensa conversación.

—¡Anda sigue! No me dejes con la historia a medias…

—¿De verdad quieres que sigas? Lo que queda por contar es muy fuerte.

Siendo franco, no tenía ningunas ganas de escuchar lo que había pasado con el tal Manuel, pues, aunque yo no quisiera admitírmelo en aquel momento, la historia de Mariano en la sauna me escocía más de lo que quería. Y no por lo escabroso del sitio y el “aquí te pillo, aquí te cepillo” reinante en aquel antro. Me molestaba, sobre todo,  por  el simple hecho de imaginar  a mi amigo compartiendo con otra persona,  momentos  muy parecidos a los que yo acababa de vivir con él.

Sabía que si le respondía que no, quebraría un poco la confianza que empezaba a surgir entre nosotros en lo referente a aquellos escabrosos temas. Sabía que si le respondía que sí, cada palabra sexual que saliera de su boca, en vez de excitarme, me desagradaría (¡Qué equivocado estaba!)

Opté por no mirarme el ombligo y asentí levemente con la cabeza.

Mariano me miró atentamente, disimulé como pude mi semblante y  convencido de que aquello no me afectaba lo más mínimo,  prosiguió con su batallita sexual  como si tal cosa.

—En el bar, me dijo que se llamaba Manuel y que llevaba casado varios años. Pero que recientemente había descubierto el sexo con hombres y  que le gustaba más de lo que hubiera imaginado. Recuerdo que no apartó la mirada de mí en todo el tiempo y de vez en cuando me decía, en un tono de voz muy bajo, que le gustaba mucho y que estaba muy bueno…

—¡Sí, pero si tú no te arrancas el tío no te hubiera echado cuenta en la vida! —exclamé reprobando al catalán de los cojones.

—Tiene su explicación —contestó mi amigo  dándole un atisbo de misterio a sus palabras.

—¡No me imagino cual! —me escuchaba y no me reconocía, me estaba cabreando con el ligue de Mariano sin motivo aparente.

—El tipo era muy varonil, pero eso no quiere decir que no fuera presumido —la sorna con la que  soltó aquello me dejó más perplejo aún, le puse mi mejor cara de no enterarme de nada y con un gesto le invité a que continuara explicándose —El tío es bastante miope y se quitó las gafas para ligar más. No es que no me hiciera caso, ¡es que de lejos no me veía! —Mi amigo no pudo reprimir una pequeña carcajada.

—Qué si no te acercas  tú, ¡ni flores!

—Sí, pero mereció la pena —la fascinación con la que se refería a aquel tipo  me recordaba una y otra vez que por mucho que yo lo deseara, no lo tenía en exclusiva. Del mismo modo que él no me tenía a mí.

—¡Anda sigue que se te cae la baba!

Me sacó la lengua tímidamente ante mi comentario y prosiguió por donde lo había dejado:

—Estuvimos un buen rato charlando, el “gachón” no solo estaba que crujía de bueno, sino que encima parecía simpático. Una cosa que me llamó la atención de él, es que su acento no era el característico de su tierra, me dijo que  era debido a que viajaba mucho y a  que sus padres, dado que  eran andaluces, no eran muy amigos de practicar el catalán en la intimidad. Le hablé un poco sobre mí, lo justo y lo necesario (tampoco soy yo amigo de diseccionarme con desconocidos)  y cuando nos terminamos la copa, con total desparpajo me dijo de pasar a una cabina para un segundo y mejor tiempo. —Observé la expresión de mi amigo, si en algún momento había sopesado dejar de contarme su “aventurilla” de aquella noche, dicha posibilidad se había esfumado por completo. Estaba disfrutando tanto con aquello, que  había decidido darme hasta el último detalle de lo ocurrido —Tras coger unos preservativos y unos pequeños envases de lubricante, nos dirigimos a la zona donde estaban los cuartos. 

»Tuvimos suerte y rápidamente encontramos una que estaba libre. Fue cerrar la puerta y nos deprendimos de las toallas. Hasta aquel momento, no había tenido tiempo de fijarme en él en la justa medida. ¡Era un tío de los pies a la cabeza!

»Un cabello moreno sobre el que se desperdigaban alguna que otra cana  y una barba descuidadas eran las señas de identidad de un rostro que se me antojaba atractivo a más no poder.

» Por su porte llegué a pensar que practicaba algún deporte o lo había hecho en algún momento, pero me confesó que el ejercicio físico y él no hacían buenas migas.

»Poseía unos anchos hombros, un peludo y  robusto pecho el cual reinaba sobre una pequeña tripa, que de ningún modo le restaba atractivo.

»Aunque tengo que reconocer que aparte de su polla, lo que más me gustaba de él eran sus piernas y su trasero. Un culo redondo y voluminoso que daban ganas de perderse en él…

Escuchar como Mariano hablaba de manera tan explícita de otro hombre, me hizo sentirme desplazado. A pesar de que solo deseaba lo mejor para él, y eso pasaba porque fuera feliz haciendo lo que deseara. Oír como desgranaba las características del “catalán de Dios”, propiciaba en mí un sentimiento de rechazo hacia aquel, que ni entendía ni estaba dispuesto a comprender.

—… Nuestras miradas se cruzaron levemente y faltos de sutileza, como dos boxeadores en el ring, nos lanzamos él uno sobre el otro. Su boca se posó sobre la mía, la cual se abrió para dejar pasar su lengua. Mis manos se plegaron sobre su cuello mientras las suyas acariciaron mi espalda. Sentir sus dedos caminar por mi espina dorsal, hizo que un placentero escalofrío viajara por todo mi ser.

»Nuestras pelvis se acercaron dejando que las bestias de nuestras entrepiernas se enfrentaran la una con la otra, como en un combate de esgrima. Nuestros cuerpos se contaron tanto en tan breve tiempo, que de ser dos perfectos desconocidos pasamos a tener la extraña sensación de saberlo todo el uno  del otro…

Comencé a analizar todas y cada una de las palabras que salían de la boca de mi amigo. Cada similitud que veía en lo que contaba con lo que yo sentía, en vez de acercarme a él y afianzar más mis sentimientos, lo que hacían era alejarme y reforzar más mis incertidumbres y pensamientos contradictorios. Si a todo aquel baturrillo de sensaciones le añadíamos que yo era incapaz de reconocer que me estaba enamorando de él, la dolorosa punzada en la boca del estómago no se podía  cuantificar.

—…Acaricié con mi mano derecha su cuello y alargué la izquierda hacia su polla, esta estaba dura como una roca. Inspeccioné  con la yema de mis dedos cada milímetro de aquel mástil de sangre y musculo, las venas que recorrían su tronco se me antojaba morbosas a más no poder. Agarré sus testículos y los apreté suavemente, un pequeño mordisquito en mis labios me sirvió como prueba, para saber lo mucho que aquello le estaba gustando.

»Besaba de una manera sumamente deliciosa, pero dejé que el torbellino de sensaciones que bullían en mi interior se apoderara de mi raciocinio e instintivamente,  coloqué mis labios sobre su cuello para ir bajando paulatinamente  hacia su pecho.

»Mi lengua jugueteó con los rizados y oscuros vellos que cubrían su tórax, hasta alcanzar una de sus tetillas. Mordí suavemente el pequeño y oscuro montículo, obteniendo como única respuesta de mi acompañante un profundo gemido de satisfacción.

»Comencé a apretar suavemente sus erecto pezones entre mis dedos y Manuel, entre suspiros y jadeos, casi me suplicó  que lo hiciera más fuerte. La desorbitada petición me chocó en principio, pero como ya había dado el día libre a la prudencia apreté sin pensármelo dos veces. —Al decir esto Mariano sonrió mostrándome su mejor cara de granuja.

»Por lo que pude intuir al tío le ponía  que le apretaran las tetillas, tanto que en una de estas lancé una visual  su cipote, y este vibraba como si tuviera vida propia. Sin dejar de suministrar el doloroso placer a uno de sus pezones, acerqué mi mano a su verga y comencé a acariciarla. Clavé mi mirada en él y como si formara parte de una coreografía ensayada, nuestras bocas se volvieron a buscar y dejamos que nuestros fluidos bucales se entremezclaran de nuevo…

Oír como Mariano iba desmenuzando poco a poco su polvo con el comercial catalán despertó en mí unas sensaciones muy extrañas y que, aunque pueda parecer raro, no había vivido nunca hasta el momento. La pasión que mi amigo le ponía a cada frase que salía de sus labios  me excitaba como si lo viviera, pero al mismo tiempo imaginarlo disfrutando con otro me producía una especie de rabia mezclada con tristeza. El Ramón atrevido y que acostumbraba a ponerse el mundo por montera, deseaba conocer todos los pormenores de aquel encuentro sexual, el Ramón cobarde y miserable  quería que su amigo se callara, aunque para ello tuviera que besarlo… Pero es bien sabido que un cobarde nunca ganó una batalla.

—…Fue tanta el entusiasmo que pusimos en cada  uno de nuestros movimiento —prosiguió Mariano —que tropezamos y caímos sobre el camastro de la cabina. Sus manos agarraron mis glúteos primero suavemente, después más contundentemente.  Fue oírle decir: ¡Qué pedazo de culo tienes cabrón! , y si aún quedaba alguna célula  de mi cuerpo que no se había encendido con la pasión, lo hizo al mismo tiempo que mi vanidad. No conocía a aquel tipo de nada, pero fue sentirme deseado de aquel modo  y  me entregué sin condiciones.

»De nuevo volví a restregar  mi lengua por su torso, pero esta vez de un modo desenfrenado y  dejando  a su paso, desde su cuello a su entrepierna, un caliente reguero de  saliva. Al llegar a la altura de su miembro viril, lo observé levemente y sin más, me lo introduje en  la boca.

»Al principio me límite a saborear su glande dándole unos breves lengüetazos para, inmediatamente,  meterme el capullo entero. Él,  de un modo que para nada fue violento, empujó mi nuca introduciendo  una buena porción  de su falo en mi boca. Una vez fui consciente de que podía tragármela en su totalidad, agarré sus huevos para que me sirvieran como palanca y deje que me atravesara la cavidad bucal  hasta la garganta. A Manuel le tuvo que gustar mucho, pues  continuó apretando mi cabeza entre sus dedos y  me dijo: ¡Macho, qué bien la chupas!

»Sus palabras fueron una especie de acicate y me esmere en darle a aquella caliente tranca todo el placer oral del que era capaz. La engullí hasta el fondo tantas veces como pude, deteniéndome solo unos segundos para inspirar.

»Te lo querrás creer o no, pero mientras mamaba aquella polla recordé nuestro primer encuentro. Primero, porque no había tenido relaciones con nadie desde entonces y segundo, porque estaba disfrutando casi tanto como contigo…

Sabía  que Mariano  con sus generosas palabras lo que intentaba era alimentar mi vanidad,  pero fue un gesto  tan vano como inapropiado. Cuanto más conocía de los escarceos de mi amigo, menos preparado me sentía para afrontar lo que debía de venir. ¿Cómo podía ser tan enormemente egoísta? ¿Cómo podía pretender que él se contentara solo con las migajas de mi vida que me dignaba a compartir con él? Aunque de dientes para afuera le estaba pidiendo que fuera feliz y viviera su vida, la parte más ruin de mí esperaba que no lo hiciera y, por así decirlo, me fuera fiel.

Y pese lo fastidioso que me sabía imaginarlo chupándosela a otro, el realismo que daba a sus palabras me estaba excitando y mi hermanito pequeño, que no entendía de tratados de psicología, empezó a despertarse.

—… No sé cuánto tiempo estuve regando con mi baba aquel tronco de carne —Mariano seguía cuenta que te cuenta, recreándose  en cada palabra —, pero el suficiente para que mi paladar se empapara de su sabor y Manuel tirará de mi cabeza y me dijera: “¡Tío para un poco!, que aunque tardo en correrme esto no hay quien lo resista”.

»Levanté la cabeza y lo observé minuciosamente, si te digo que  simplemente me gustaba, te mentiría… ¡El tío me ponía como una moto!  Sin recapacitar mucho como le pudiera sentar,  le pedí que se diera la vuelta. El catalán no me puso ninguna pega y sin preguntar nada, accedió a mi petición y  adoptó una postura en la que dejaba claramente  sus posaderas a mi alcance. 

»Apoyé suavemente las yemas de mis dedos sobre aquellas hermosas redondeces peludas. Era el culo más apetecible que había visto en mucho tiempo, lo miré y lo remiré como si con ello intentara captar una instantánea para llevar en mi memoria, y acto seguido separé con mis manos aquellas incitantes nalgas, abriendo el paso hasta el oscuro agujero. Sin pensármelo,  pegué un lengüetazo sobre aquella pelambrera  hasta llegar al caliente orificio, el cual pareció plegarse por completo ante el húmedo contacto.

»Sentir como aquel agujero se estremecía ante mis lametones, me puso lo libido por las nubes. Si lo había pasado bien comiéndole el cipote, no me lo estaba pasando peor con aquel beso negro…

Escuchar a mi amigo decir aquello del “beso negro”, despertó una curiosidad malsana en mí. Únicamente lo había visto practicar en alguna que otra peli porno, tanto heterosexuales como gays. Pero se me antojaba como un preliminar para la penetración, no como algo de lo que se pudiera disfrutar en sí. Aun así, ver la expresión de satisfacción que reinaba en el rostro de Mariano me excitó enormemente y aquella modalidad sexual se me antojó tan novedosa como deseable.

—…Al tiempo que hundía mi cabeza entre sus glúteos, pasé una de mis manos alrededor de sus caderas, con la única intención de agarrar su verga. Esta no solo estaba  como el cemento, sino que babeaba abundante líquido pre seminal. Empapé mis dedos con el viscoso fluido, lubriqué el vibrante falo con él y comencé a masturbarle sin dejar de saborear el enmarañado botón.  

»Alterné mis atenciones entre el estrecho orificio y sus huevos, humedeciendo su perineo a mi paso. Mientras mi mano proseguía masajeando su enhiesta y caliente tranca.

»De nuevo Manuel puso freno a mi pasión e incorporándose un poco separó mi cabeza de su culo. Sin darme tiempo a reaccionar agachó su voluminoso cuerpo y cuando su cara llegó a la altura de mi entrepierna, dio un pequeño beso a mi glande para a continuación comenzar a succionarlo.

»Sentir como su boca se plegaba alrededor de mi pene, elevó mis sentidos hasta la saciedad. Si hasta el momento había habido un atisbo de cordura en todas y cada una de mis acciones dentro de aquellas cuatro paredes, a partir de que sentí el calor de su paladar en mi sexo, abandoné toda cautela y me hundí por completo en la lujuria. Una muy descontrolada lujuria…

Estaba claro que para mi amigo el tener plena confianza conmigo estaba siendo una de las mejores terapias posibles, pues de esconder  completamente su “segunda vida”  ante mí, había pasado a mostrarse como realmente él era. El único problema es que a mí no todo lo que estaba descubriendo de él me parecía aceptable y la manera en cómo se entregaba a un desconocido era una de ellas. Pues, ¿dónde me dejaba a mí aquello?

Sé que los celos tenían escalera de color en aquella partida, pero ni por ello se me quitaban las ganas de saber hasta dónde se habían atrevido a llegar,  así que puse mi mejor cara de estar atento (la misma que le ponía al “profe” de “mates”) y me deje llevar por lo que Mariano narraba.

—…Me abrí sitio como pude hasta su cintura y, tras acomodarnos en el impersonal camastro, nos sumergimos en un tremendo sesenta y nueve. —Los ojos de mi interlocutor se iluminaron con un brillo que solo había visto en ellos en el momento que lo penetraba, ¡cómo disfrutaba el muy cabrón narrándome aquellos perversos momentos! —Sentir como una lengua jugaba con los pliegues de mi prepucio mientras yo hacia otro tanto parecido, era una sensación que aunque no era desconocida por mí, la tenía casi olvidada.

»En el momento que más fuera de mí estaba, el tío se sacó la polla de la boca y comenzó a moverse  lentamente hacia abajo, privándome, al mismo tiempo,  de seguir saboreando su sexo. Una vez llegó a mis píes comenzó pasear los dedos de sus manos por la planta de estos. Como no escuchó ninguna objeción de mis labios, comenzó a juguetear con ellos de una manera que se me figuró tremendamente morbosa, seguidamente los besó de una manera sensual y delicada a la vez.

»Tengo que reconocer que nunca nadie me había tocado los pies de ese modo y al placer de la novedad que suponía había que añadirle que el tío era todo un maestro en aquella modalidad sexual. De nuevo, anulé mis prejuicios  y una sensación de plena satisfacción comenzó a sacudir mi persona. Cuando su húmedo apéndice lamió dulcemente uno a uno mis dedos, creí estar en la Gloria.

»Jadeé de forma compulsiva, parecía que mi cuerpo no podía contener todas las emociones que en  él bullían, miré sus pies y considerando que debía obsequiarle una porción del placer que él me estaba regalando, acaricié con sumo mimo la planta de estos.

»La respuesta del catalán fue positiva y  comencé a entrecruzar los dedos de mis manos con los de sus pies. Sin reflexionar si me gustaría o no, me metí uno de sus anchos pulgares en la boca y lo comencé a mamar como un ternerito las tetas de su madre.

»Mi mente, por unos instantes,  perdió constancia de donde estaba y lo que hacía. Solo sabía que gozaba como desde mucho tiempo no lo hacía, para el resto puse el piloto automático.

»Besé, mordisqueé y chupé la  cálida envoltura de aquellas falanges como si en ello me fuera la vida. Mi acompañante, como si se tratara de una especie de competición, adoptó mi misma actitud y durante un prolongado momento nuestros cuerpos se vistieron de un salvaje frenesí.

»La alocada pasión igual que vino se fue y no sé si cansados de dar  y recibir placer o buscando  mejores emociones, nuestras miradas se cruzaron y dando paso a la ternura, nos incorporamos levemente y nuestros labios se fundieron, dejando que nuestras lenguas zigzaguearan  intentando degustar la felicidad del momento…

Imaginar a dos hombres dándose un muerdo,  aunque pudiera parecer absurdo,  todavía era una especie de tabú para mí. Follar, era simplemente sexo y no implicaba sentimientos, besar era como más íntimo, más personal. Otro concepto equivocado y cultivado durante demasiados años, que me demostraría que a mis treinta y ocho años me quedaban todavía muchas cosas que asimilar  y que aprender.

—…Mientras lo besaba busqué con mis manos su polla. Esta palpitó entre mis dedos, gritándome en silencio que la colmara de mimos y atenciones.  Con cierta rudeza aparté mis labios de los suyos, abandonando la poca prudencia que aún quedaba en mí le dije: “¿Quieres follarme?”. Levantó las cejas casi sorprendido y sin meditarlo ni un segundo me respondió: “Sin problema, siempre que tú me folles después”.

»Su petición me dejó un poco descolocado, pues  sin querer había puesto en el guion del día que el único papel que me tocaba  era el de ser pasivo. Y es que  las ideas preconcebidas son las peores consejeras —al decir esto hubo una inflexión en su voz, como si intentara justificarse — ¿Quién me iba a decir a mí que un tío con una pinta de macho que quitaba el “sentio” iba a ser versátil? ¡Pues lo era! —Hizo un gesto con la cabeza, al tiempo que sus labios mostraba una sonrisa de satisfacción.

»El inesperado añadido que llevaba aquel atractivo y varonil tipo me dejo sin palabras, por lo que acerqué mis labios a los suyos y deje que la pasión hiciera el resto.

»Un poco más tarde,  tras cubrir su miembro viril con un profiláctico y lubricar debidamente la entrada de mi ano, preparé mi mente para ser penetrado. He de reconocer que estaba un poco nervioso, hacía ya bastante tiempo que no me follaban y aunque el aparato de aquel tipo no era una barbaridad,  su tamaño era bastante respetable. No obstante lo que más miedo me daba era su capullo, era muy ancho y me preocupaba que  me pudiera hacer “pupa”, lo que llevaría a que se estropeara una noche que iba camino de ser casi perfecta…

La pasmosa facilidad con la que Mariano desnudaba sus sentimientos ante mí, me acercaba a él de un modo que antes nunca me había sentido con nadie. Pero su sinceridad se eclipsaba ante el hecho de que lo que me mostraba era una relación libidinosa con otro hombre. Si por instantes me sentía único por contar con su confianza, al imaginarlo chupándole la polla a alguien que no era yo, me hacía sentirme un número más de una larga lista.

Lo miré, sus vivarachos ojos transmitían casi tanta pasión como sus palabras. Desconocía si lo que venía a continuación me sería agradable o no, pero sin querer me había dejado atrapar por su historia.

—…Decidí sentarme sobre él, pues es una de las posturas más cómodas y menos dolorosas. Al principio costó un poco, pero una vez el glande atravesó el primero de los anillos, entró con una facilidad pasmosa…

—Así fue cómo lo hicimos nosotros la primera vez, ¿no? —La irreflexiva frase resultó tan inapropiada como un elefante en una cacharrería. 

Mariano  perplejo movió la cabeza, no entendiendo muy bien  cual era mi intención al recordar aquello. Simplemente se limitó a mover la cabeza asintiendo a mi pregunta y prosiguió sin darle más importancia.

»… Una vez dilatado mis esfínteres decidimos cambiar a una postura más cómoda y adopté la posición del perrito. La misma con la que continuamos nosotros, ¿te acuerdas? —al decir esto último cambio el tono de sus palabras por uno más cariñoso y me sonrió por debajo del labio en un gesto de plena complicidad. —Porque si tú no te acuerdas, ¡yo lo tengo grabado en piedra en mi memoria!

—Sí, que me acuerdo, ¡so “peaso”! —no sé porque aquel detalle por parte de mi amigo, hizo que me sintiera mejor. Tanto que volví a apretar una de sus manos entre las mías —¡Cómo para no acordarme! ¡Pero sigue, no me dejes a medias!

—…pues eso, fue cambiar de postura y ¡fue la hostia! No sé si por la química que había entre nosotros, porque ya estaba caliente a más no poder   o porque realmente el tipo lo estuviera haciendo tan de puta madre, el caso es que fue sentir como aquel cipote se introducía plenamente en mis entrañas que de mi pene comenzaron a salir descontroladamente gotas de líquido pre seminal y creí que tocaba el cielo con los dedos. Ni que decir tiene que la euforia se apoderó de nosotros y Manuel en un momento determinado viéndoselas venir me preguntó: ¿Nos corremos?

» El catalán se desprendió del condón y empezó a masturbarse tras de mí, un susurrante aullido fue la señal de que había llegado a la meta del placer. Sentir como su semen empapaba mi zona lumbar al tiempo que yo exprimía toda el esperma de mi interior ¡Fue la leche! (Y nunca mejor dicho) —al decir esto sonrió y me guiño un ojo — Hacia tiempo que no me lo pasaba tan bien. Una sensación de felicidad llenó mi pecho, me volví levemente y culminamos el momento uniendo nuestras lenguas.

»Nos limpiamos un poco, nos tendimos uno al lado del otro abrazándonos fuertemente. Tras el paroxismo…

—¿El paro qué? —interrumpí poniendo mi mayor cara de imbécil.

—El paroxismo, la exaltación de las pasiones…

—En otras palabras que tras la calentura se quedasteis listo de papeles, ¿no? —Mi amigo afirmó con la cabeza haciendo un gesto extraño —¡Pues dilo así! ¡Qué a veces te pones de un “curto” y un fino que no hay que te aguante…! ¡Venga sigue! —Acompañé mi pequeña reprimenda con una pequeña burla y la mejor de mis sonrisas…

—… Pues eso, que tras la calentura nos quedamos listos de papeles —A Mariano la risa apenas le permitía hablar— y el cansancio hizo su trabajo y nos quedamos dormidos el uno junto al otro, durante al menos media hora.

»Al despertarnos, la pasión se había esfumado por completo y mi acompañante, en lugar de interpretar el “vístete deprisa y olvídate de mí” habitual en estos casos, acarició mi mejilla de un modo muy tierno y me susurró: ¡Pero qué guapo eres!

»Tras embelesarnos mutuamente  con los labios del otro,  salimos de la cabina, nos pegamos una  merecida ducha y decidimos que era hora de dejar aquel antro. Lo primero que hizo cuando llegamos a los vestuarios, fue colocarse las gafas y ¿qué quieres que te diga? No le sentaban nada mal.

»Mientras nos vestíamos me pidió el número de teléfono por si volvía a venir por Sevilla. Hundido en la exaltación  del momento accedí, aunque en mi fuero interno sabía que difícilmente haría uso de él (¡Cataluña queda muy lejos de Sevilla!).

»Nos disponíamos a salir, cada uno por su lado, cuando me preguntó hacia donde me dirigía y le contesté que tenía el coche aparcado cerca, con la confianza que da el haber echado un buen señor polvo me pidió que si podía acercarlo al hotel y  así aprovechábamos para charlar un poco más.

»Su propuesta me pareció de lo más acertada, pues sabía que personas como él eran una rara avis en el ambiente gay y mi solitaria existencia  se aferraba a su compañía, como si se tratara de una especie de salvavidas.

»De camino al coche me volvió a insistir en que se lo había pasado muy bien, yo corroboré su afirmación con una sincera sonrisa y argumentándole que lo que nos había ocurrido no era lo habitual entre aquellas cuatro paredes, que la gente es como mucho más egoísta y, como él pudo comprobar, es cruzar la puerta de la sauna y parecen tener solo una cosa en mente: “A follar, a follar que el mundo se va a acabar”.

»Como pareció que mal interpretó mis palabras, le tuve que explicar que yo allí no iba buscando una relación amorosa, ni nada parecido, pero que las personas no somos animales y que un polvo impersonal puede quedar muy bien en un momento determinado y en unas circunstancias concretas, pero cuando lo único que acumulas en tu memoria son vivencias de ese tipo, al final te terminan pasando factura…

—En otras palabras, que le metiste al buen hombre un discursito de los tuyos. —Lo interrumpí sarcásticamente, no desaprovechando la oportunidad de burlarme de él.

—¡Si, graciosillo! —Respondió Mariano, haciendo un mohín de desagrado —¿Quieres que termine o no?

—Sí, hombre. ¡No te cabrees! ¡No aguantas ni una “pata” en los cojones!

—Manuel, no podía estar más de acuerdo conmigo,  —El retintín en sus palabras no podía ser mayor — y  me dijo que aunque su único propósito de ir  a la sauna era el sexo, no siempre cuando uno se corría se quedaba igual de satisfecho. Lo deje cerca del hotel en el que paraba, me prometió que me llamaría y se despidió de mí con un beso.

»De vuelta a casa mi mente intentó ser trascendente con lo sucedido. Mis pensamientos tocaban la alegría al constatar que lo vivido aquella noche había sido extraordinario, había ido buscando alguien con quien calmar la calentura y había echado un polvo de los buenos, buenos… Pero si tan estupendo había sido todo no entendía porque una sensación que se asemejaba a la tristeza se agarraba a mi pecho…

»Los momentos vividos con Manuel habían sido como un paraíso en el inmenso desierto de mi existencia y una vez nos despedimos, aquel oasis se había convertido en una especie de espejismo. Había pasado del cero al cien  en unos segundos y los frenos con los años cada vez me funcionaban peor. Me sentía bien, me sentía mal. Es lo que tiene vivir deprisa.

»Cuando llegué a casa comprobé que el catalán me había enviado un mensaje al móvil, decía algo parecido a esto:

Ha sido de lo mejor que me ha pasado.

Una noche para recordar siempre.

Espero que nos veamos pronto.

Un abrazo muy fuerte.

Continuara en: “Nos sobran los motivos”

Acabas de leer:

Historias de un follador enamoradizo

Episodio XXXV: Viviendo deprisa.

(Relato que es continuación de ¿Y cómo es él?”)

Hola,  si estás leyendo esto: Muchas gracias por leerme. Si te apetece valora el relato y, sobre todo, deja tu comentario (Pues es el único modo de saber si te ha gustado o no).

Sí es la primera vez que entras a leer un texto mío y te has quedado con ganas de continuar leyendo más. En Septiembre del año pasado publiqué una Guía de lectura, que te puede servir para seguir su orden cronológico.

Antes de pasar a agradecer los comentarios de la última quincena, me gustaría hacer un breve inciso. En el anterior relato algunos lectores me dijeron que tenían la sensación de haber cortado en lo más interesante, más no fue eso lo que pretendí.

Desde un tiempo a esta parte, escribo con la intención de que el lector se lleve una historia completa (aunque sepa que forma parte de algo más grande), en el episodio pasado mi único objetivo era contar como conoció Mariano a Manuel, el momento sexual  importante quedaba relegado al relato que acabas de leer, pero se ve que no lo supe hacer bien y dio la sensación de una especie de  “continuara”, dejando un mal sabor de boca a algunos lectores. Mis más sinceras disculpas y espero haberme redimido con el capítulo de hoy.

Dicho esto paso a responder a los comentaristas, antes de nada gracias a todos por tomarse su tiempo en escribir algo y a modo particular: A zarok: El revuelo mental de Ramón  será mucho mayor en el siguiente episodio, que se titulará “Nos sobran los motivos” y que se publicará en la categoría de Bisexuales. Sé que es un relato que a muchos de los habituales no le gustará, pero para ser coherente con la historia debe de contarse; a Albany: Comprendo que las reacciones de Mariano te confundan, pero es un personaje al que sus fuertes convicciones morales y sociales, le gastan muchas malas pasadas a la hora de vivir su sexualidad con plena libertad y hace que sea un poco (bastante) contradictorio. “El blues del autobús” es uno de mis primeros relatos y estos al principio no eran muy extensos, por lo que,  a pesar de los añadidos, entiendo que se te haya hecho breve (De hecho en mis inicios los comentarios que más se repetían eran: “Esta bien pero es un poco corto); a Luis Arismendi: ¿Has explotado con el de hoy? ¡Dime que sí, hombre! (Sino seguiremos intentándolo, que por mí no quede) ja  ja ja ;a Zoele: Sé que podía haber contado la historia de un tirón, pero intento que mis episodios contengan entre cinco mil y seis mil palabras y si lo hubiera publicado todo junto hubiera sobrepasado las doce mil. De todas maneras espero que te haya gustado el  resultado en su conjunto  y que no se me haya escapado ningún error ortográfico esta vez (Eso pasa por repasarlo a altas horas de la noche je, je) ; a mmj: Completamente de acuerdo en que todo realmente es más complejo, en concreto en el episodio de hoy Ramón interiormente da un paso más y cuanto más avanza más se le dificulta todo. En este capítulo concretamente he intentado contar la historia en dos planos, la narración de la aventurilla de  Mariano y los sentimientos que esta despierta en su amigo ¿Ha quedado muy complejo o se entiende?; a Cuco curioso: Cuando decidí abordar esta historia desde el punto de  vista de Ramón me daba  mucho respeto y temía estropearla. La única solución que vi fue hacerla muy detallista y poco a poco, sé que cualquiera cuenta el doble que yo en el mismo tiempo y que, por ende,  los acontecimientos  van demasiado lentos, pero dentro de mis posibilidades es la única forma que veo que se puedan desenvolver con cierta coherencia. Me alegro de que te esté gustando; a Aleixen: Me da la sensación que un capítulo con tanto sexo a ti te rompe un poco los esquemas, espero que los pensamientos de Ramón te hayan merecido  leerlo; a Karl: Me encanta que te guste la historia de estos dos, en cuanto al punto de humor no es que haya prescindido de él sino que intento diferenciar la forma de contar de Ramón(un poco más introspectiva)  de la de Mariano(un poco más irónica), sé que es difícil y que me queda mucho que aprender para llegar a hacerlo medianamente aceptable, pero estamos en ello. En cuanto al otro relato (el que te ha gustado menos), estoy completamente de acuerdo contigo pues a mí me pasa lo mismo, se trata de una revisión de uno antiguo con el que no estoy muy satisfecho, pero ya se sabe de donde no hay no se puede sacar…; a pepitoyfrancisquito: Gracias por daros cuenta de mi intento por narrar la historia de un modo distinto y en cuanto a las camisetas de la sauna en cuanto me pasen las primera os paso uno, ¿tallas ocho y diez? Y sí, es la primera vez que sale el apellido de Mariano. ¡Muy perspicaces! Y a tragapollas manchego: Me gustaría  haber conseguido que este también  te lo leas hasta el final. En cuanto a la versión anterior del autobús, era básicamente igual pero un poco más parca en detalle, la historia es la que es y no hay más.

Ramón y Mariano volverán en un mes(más o menos) en la sección de Bisexuales con un relato titulado “Nos sobran los motivos”, en unos quince días en esta misma categoría publicaré un nuevo episodio de “Los descubrimientos de Pepito” que llevará el título de “La masticación del tito Paco”.

Nos leemos.

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido