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¿Y cómo es él?

en Gays

 

21/08/12  08:30

(Ramón sigue recordando ante el espejo todos los pormenores de su relación con Mariano)

—Bueno… ¿Y ahora qué?

Vistiendo únicamente unos escuetos calzoncillo, al igual que yo, tenía a mi amigo sentado frente a mí y  lanzando la pertinaz pregunta.

Acabábamos de  echar un polvo de los que hacen época, un polvo que me había descubierto la parte más perversa y oscura de mi amigo Mariano. Tenía la sensación de que, al igual que el personaje de ficción de Robert Louis Stevenson, mi amante tenía dos personalidades,  la de Mr Hyde que era  aquella con quien  él sacaba sus más bajos instintos a pasear,  instintos tales como meterse un carajo de goma por el culo o dejar que yo lo regará con mi agüita amarilla.

Pero al igual que en el individuo bipolar de la famosa novela, un  particular modo de ser daba paso al otro y mi amigo había vuelto de nuevo a su identidad de Dr. Jekyll,  más prudente y tranquila. Amparado en la sensatez que ella le daba, clavaba sus ojos en mí y lanzaba la comprometedora pregunta de “¿Y ahora qué?”. ¡Cómo si yo tuviera la respuesta!

Lo miré fijamente a los ojos, si hubiera tenido los cojones suficiente lo habría besado y un gesto (que vale más que mil palabras) me hubiera evitado tener que explicar algo, que ni yo mismo llegaba a comprender plenamente.

—Pues seguiremos siendo amigos… —dije cogiendo por la calle de en medio, en un vano intento de engatusarlo.

—Eso lo tengo claro… —en su cara se pintó una pequeña sonrisa que le iluminaba hasta los ojos, pero aun así no se dejó  embaucar por mis zalamerías  y automáticamente retomó la cuestión—Pero tú sabes bien que no es eso lo que te estoy preguntado, así que voy a intentar explicártelo como si fueras un niño de cuatro años.

—¿Te da igual de cinco? Yo es que a los cuatro lo pase fatal…—mis bromas no pretendían otra cosa que quitarle hierro al asunto, pues sabía que mi respuesta, fuera la que fuera, no sería nunca la adecuada.

—Pues de cinco… Pero si no te enteras bajo el nivel, ¿ein? —dijo  haciéndose cómplice de mi bufonada, y  a continuación, cambiando su gesto por otro más serio, prosiguió con lo que yo no quería escuchar. —Ramoncito, si ayer al verte con una cerveza de más pensaba que yo para ti podía ser un desahogo y tal, lo que ha sucedido hoy me deja claro que no, que hay algo más…

—Yo lo te dije, pero no me quisiste creer. —dije con cierto amago de contundencia.

—Sí, pero es que bastante complicado. Nos conocemos de siempre y nunca me pude pensar que esto pudiera suceder.

—Pues ha sucedido y ¿qué quieres que te diga? ¡Me gusta!

—Sí, creo que casi tanto como a mí. — al decirme esto no pudo evitar sonreír por debajo del labio y mirarme con ojos de niño travieso. —Pero tú eres de mis mejores amigos y siempre que se mezcla el “follisqueo” con la amistad, las cosas terminan jodiéndose.

—Entonces, ¿qué? Lo dejamos… Ambos hemos intentado por todos los medios que esto no volviera a suceder y no ha habido manera. —no sabía si al decir esto le mentía más a él que a mí, porque lo cierto y verdad es que si algo me había obsesionado desde que descubrí mi  aparente bisexualidad, era el volver a estar con él y compartir momentos tan plenos como el que acababa de ocurrir. Por lo que lo de “intentar por todos los medios que no volviera a suceder”, era más falso que un Judas.

—Sí, llevas razón… —Al decir esto en su rostro se dejó ver un mohín de preocupación. —Pero alguna solución tendremos que pensar,  porque yo no quiero dejar de tenerte en mi vida, ya sea como amante, ya sea como amigo…

Fue la primera vez que  oí a Mariano referirse a mí como su amante. Al oír aquella palabra tuve la sensación de que hablaba de otra persona y no de mí, más  fue escuchar sus dudas y no pude contenerme:

—Como amigo no me vas a perder nunca… Los amigos como tú no se encuentran así como así. Y lo otro, depende de ti.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—No sé, el que tiene estudios universitarios es usted, que yo me quedé en el Bachiller.

—¡No seas cabroncete y mójate! —Al decir esto, movió la cabeza dando muestras de que con mi aparente desidia  estaba agotando un poco su paciencia.

Me quedé pensativo por un momento, todo lo que se me ocurría decir me parecía inapropiado y fuera de lugar. Aunque el niño caprichoso que habitaba en mí, deseaba que momentos como el de aquel día formaran parte de mi vida, el hombre sensato y padre de familia sabía que aquello era netamente peligroso. Ni que decir tiene que no estaba dispuesto a renunciar al sexo con él, pero tampoco podía poner las bases para una relación que fuera mucho más allá de unos encuentros esporádicos y furtivos. Cuanto más lo pensaba, más enrevesado lo  veía todo y seguía sin aclarar nada a mi acompañante, quien aguardaba expectante.

—Bueno, ¿qué?

—No sé qué decirte, esto se me escapa completamente de las manos. Todo esto es nuevo para mí… —Mi voz emanaba confusión y preocupación por igual—Sí, para más inri nunca le había sido infiel a Elena antes, ¡las veces que me he ido de putas no cuentan!—Al decir esto último levanté el dedo y  gesticulé una mueca tonta, intentando hacer una desacertada broma.

—Sí lo entiendo y  no te quiero presionar pero sé que cuando salgas por esa puerta sin darme una respuesta, me voy a quedar aquí dándole vueltas al molondro…

—…y ya lo has pasado bastante mal, ¿no?

Instintivamente cogí sus manos entre las mías y sin despejar mi mirada de la suya le dije:

—No tengo muy claro si esto nuestro va a ningún lado o no, pero lo que sí sé es que pase lo que pase  en mí  tendrás un amigo al que recurrir cuando te haga falta, igual que lo has tenido siempre. Eso amigo mío, no va a cambiar nunca por muy torcidas que nos vengan las cosas.

Aunque Mariano no sonrió, y pese a que no era la respuesta que él se  esperaba, un brillo en su mirada reflejó que la sinceridad de mi pequeño discurso le había complacido. Pero no por ello, se quedó satisfecho y volvió a insistir en el tema de nuestro posible “futuro”.

—¿Eso quiere decir que vamos a seguir viéndonos?

—Si “viéndonos” significa para echar un buen polvo pues sí y para tomar una cerveza y charlar un rato también.

—Pues te lo agradezco, tener alguien con quien compartir todo es lo único que necesito…

—La pena es que estos encuentros nuestros no podrán ser tan habituales como me gustarían. —sin querer mi voz paseo por la calle tristeza.

—Sí, lo sé… Pero es lo que hay. —la resignación era la protagonista  absoluta de las palabras de mi amigo.

—Sabes que me juego mucho cada vez que nos vemos, pero eso no quiere decir que lo desee menos. Lo que no quiero es que te quedes encerrado esperando que yo te llame, como has hecho ahora.

—¡Eso no ha sido así! —Aunque sonreía se veía que mi afirmación le había tocado un poquito los cataplines—Si no he salido ha sido por otros motivos y no hagas que te lo repita de nuevo…

—Sí, que estabas anímicamente hecho polvo y bla, bla, bla… Esta vez, sal y diviértete. ¿Cómo se llamaba ese amigo tuyo de Sevilla tan simpático?

—JJ.

—¡Pues llámalo y pégate una juerga como a nadie le importa! Todo menos permanecer entre estas cuatro paredes… Por cierto, ¿también le va el tema?

—¡Sí y mucho! —Contestó dibujando en su rostro una sonrisa de granujilla—Pero JJ, no está para pegarse muchas fiestas...

—¿Y eso?

—Porque vive con su novio y esta vez, parece que por fin ha sentado la cabeza.

Fue escuchar las palabras “vive con su novio” referidas a un hombre y la boca del estómago pareció que me quemaba. ¡Qué duro pueden ser los convencionalismos sociales! Si en mis diálogos  conmigo mismo ya había aceptado que dos hombres se podían dar un gran placer en la cama, el hecho de irse a vivir con él y formar una especie de familia todavía me parecía cosa de otro universo y eso que lo del matrimonio  gay parecía algo socialmente aceptado. La homofobia implícita que tiene más rostros de los que se vislumbran. 

—Entonces ya no te ves con él.

—Hombre, de vez en cuando  para tomar un café, cenar  y tal. Pero lo que si hacemos es hablar mucho por teléfono, raro es el día no me llama o lo llamo.

—¿Y no se dio  cuenta de lo que te pasaba? Porque “quillo”,  ¡tú estabas tela de raro!

—Supongo que lo he sabido disimular bien, como todo… —al decir esto último un velo de pesadumbre y culpabilidad cubrió su rostro.

—Bueno, sea como sea. Lo que quiero es que salgas y entres, que dos meses sin echar un polvo es mucho tiempo.

—Tampoco ha sido así… —su tono de voz me pareció dubitativo, como si le diera vergüenza.

—¿Qué quieres decir? —Su forma de hablar había picado enormemente mi curiosidad.

 —Pues que hace dos semanas, aprovechando que anímicamente me encontraba un poco mejor, me pegué una escapadita.

A la vez que clavaba mis ojos en él, arrugué la frente y puse cara de circunstancia.

—¡Te parecerá bonito! —aunque el desparpajo con el que había hablado me había roto los esquemas por completo, disimulé para que no se me notara. —Aquí uno preocupándose por su amigo del alma y este resulta que las mata callando… ¡Cría cuervos…!

—Sí no te he dicho nada es porque no he tenido ocasión. —sé que puede parecer increíble pero a la vez que intentaba excusarse, el sonrojo visitó sus mejillas… ¡Parecía mentira que fuera el mismo hombre que me había pedido que me meara sobre él unos momentos antes!

—¡No, cómo últimamente no nos vemos…!—dije yo con bastante ironía y cachondeo.

—Sí, pero como comprenderás  tampoco era para ponerme a contártelo delante de toda la peña y tal… Y que conste que estaba deseando hacerlo.

—¡Pues ya estás tardando!

Mariano me miró con cara de cordero degollado, carraspeó un poco como si se dispusiera a soltar un mitin y sin darme tiempo a reaccionar empezó a hablar como si las palabras tropezaran unas con otras.

—Bueno… no es que… yo haya ido… en busca de ligue… ni nada por el estilo…

—¡Arranca ya ! ¿O es que no me tienes confianza?

Asintió con la cabeza, me miró fijamente y poniendo la espalda recta, comenzó a hablar de un modo más normal:

—Pues lo que paso fue que un tío con el que había echado un buen polvo en Noviembre me llamó.

—¿Y desde Noviembre ahora te llama? ¡Quillo, que estamos  en  Junio!

—Es que no es de aquí…

Entre que a mi amigo parecía que le costaba trabajo hablar y que no se explicaba del todo,  yo me estaba empezando a liar más que la sandalia un romano. Así que volví a cogerle las manos de nuevo y buscando su mirada le dije:

—Tranquilízate y ya que has empezado me lo cuentas. Ni quiero, ni tengo derecho a enfadarme por nada que hayas hecho.

Fue escucharme y el sosiego visitó su rostro, respiró profundamente y acariciando mis manos dulcemente me dijo:

—Estaba deseando contártelo.

—Pues empieza y como si yo fuera un niño de cinco años. —adorné mi voz con una pequeña y picara sonrisa.

—En Noviembre,—el gesto de Mariano se tornó solemne, como si estuviera dando una clase magistral —poco  después de haber estado contigo en el escampado, conocí a un catalán y nos dimos los teléfonos. Hace dos semanas me llamó y como ya estaba mejor de ánimo, accedí a quedar con él.  

—Con eso de “vernos” quieres decir echar un polvo, ¿no? —Seguí apretando sus manos entre las mías y le regalé la  mejor de mis sonrisas cuando él respondió afirmativamente con la cabeza —¡ Pues me alegro!

—¿De verdad que no te importa?

—Para nada. —Si he de ser sincero, él escuchar que había estado con otro me molestó, hoy en perspectiva sé que fueron una especie de celos, pero si lo único que yo podía ofrecerle era mi amor a cuenta gotas, no me veía en el derecho (ni quería) de exigirle una entrega total y absoluta que no beneficiaría ni a él, ni a mí.

—Pues mejor. —Una sensación de alivio llenó su cara, donde parecía haber vuelto la alegría por completo.

—¿Con el catalán es con quien has aprendido eso de la lluvia dorada?

—No, gracioso —Contestó haciendo un mohín de desagrado —Eso lo vi en una película  y se me antojó… Al catalán le va el rollo de los pies.

—¿Los pies? ¡Con qué gente más rara te “juntas”!

—Sí, tienes razón y los más raros los casados —Sus palabras pudieron parecer punzantes, pero su ironía no pretendía de ningún modo ser maliciosa

Lo miré como perdonándole la vida y le dije:

—¡Sí, pero a ti bien que te gusta hacerlo con el casado ese que conoces!

Se mordió el labio levemente y movió la cabeza con resignación a la vez que se reía de mi “pazguatada”.

—Por cierto, ¿cómo has conocido al tío ese? ¿Por internet?

—No, en la sauna.

Una muestra de perplejidad por mi parte fue interpretada erróneamente por Mariano como una  especie de reprobación, sin meditarlo se lanzó a la defensiva, cuesta abajo y sin frenos…

—¡Sí la sauna! ¡No pongas esa cara! ¿Acaso los “machitos” no os vais a los puticlub de carreteras?

La salida de tono de mi amigo era una clara muestra de todas las censuras y malas caras que tenía que soportar en silencio. Dado que no estaba  por la labor de discutir deje que soltara conmigo toda su frustración acumulada, agaché la cabeza y cuando se desahogó le dije:

—No te estoy juzgando. Simplemente que no me lo esperaba de ti. Aunque eso de sorprenderme con tus cosas, se está convirtiendo en el pan nuestro de cada día…

Mariano torció el gesto y negó repetidamente con la cabeza.

—Perdona, es que estoy acostumbrado a que todo el mundo saque conclusiones precipitadas por ese modo de vida…

—No pasa nada. ¡Continua!

—Aquella noche había estado cenando con JJ y Guillermo, su novio. Tras tomarnos unas copas, decidieron irse para casa. No era ni las dos de la mañana y sábado…Ni tenía ganas de meterme entre cuatro paredes tan pronto y mucho menos con lo caliente que estaba. Desde que estuve contigo, no había estado con nadie y la verdad es que ya iba siendo hora…

» Estuve sopesando el ir a Itaca, una discoteca de ambiente que…

—Sé cuál es… Ve al grano...— aunque mi tono de voz denotaba cierto fastidio, le regale una amplia sonrisa para compensarlo– ¡Qué te enrollas más que una persiana

—… pero cómo no tenía ganas de marcha. Lo que realmente me apetecía era echar un polvo. Así que sin pensármelo me fui a la sauna de Nervión.

—La verdad es que tienes razón, es casi tan guarro e impersonal como irse de putas…

—Sí, pero con la diferencia que cuando te dicen “¡Cariño que bien lo estás haciendo!” sabes que no están fingiendo por la pasta que has pagado. Aunque por lo que me han contado, últimamente lo que se lleva más es “¡Papi, como me “hases gosar”!—su última frase intentó ser el remedo de una mulatita cubana y a mí me sonó a la Mammy de “Lo que el viento se llevó”.

—¡Anda sigue, que eres más cabrón que bonito! —le dije un poco molesto, pues su “filosofía barata” me había dejado sin argumentos.

—Bueno, una vez dentro fui a pegarme la ducha de rigor y si iba ávido de sexo, me lo encontré en vivo y en directo…

»En la ducha de enfrente y escondidos tenuemente de las miradas de los que pululaban por la sauna, había dos chicos (bastante delgados por cierto)  de unos veinte y pocos años, con la polla mirando al techo y dándose  un muerdo de mil cojones…

»Como comprobé que mi presencia no les perturbaba, sino todo lo contrario,  seguí duchándome como si tal cosa. Aunque la visión me parecía sumamente morbosa, no me veía yo ni uniéndome a ellos, ni  tampoco quedándome allí en plan voyeur y tal, así que me enjaboné dejando ver que la cosa no iba conmigo, aunque eso sí, de vez en cuando  los miraba disimuladamente  por el rabillo del ojo (¡La curiosidad que es muy mala compañera del aburrimiento!). Cómo vieron que no me animaban, pusieron más  sal y pimienta a lo que estaban haciendo: uno de ellos, se apoyó  sobre los azulejos de la pared y mostró el culo de manera insinuante, circunstancia que aprovechó su acompañante, quien tras echarse un lapo en el tieso cipote, se lo metió sin contemplaciones…

—¿Así sin más, a pelo? —si me sorprendió  que la gente practicara el sexo en público, más lo hizo el hecho de que lo hicieran sin tomar las debidas precauciones.

—Sí, Ramoncito. Desde que el SIDA no es una enfermedad mortal, la gente le ha perdido el miedo y como los condones aprietan un montón, se hace mejor a pelo. —La ironía estaba  presente en todas y cada una de las palabras de Mariano.

—Bueno, ¡sigue!, que o si no me veo  que vas a acabar metiéndome un discursito de los tuyos. —a pesar de lo cortante de mis palabras, las cargué de sorna intentando no parecer grosero— ¿Qué hiciste?

—Pues que iba a hacer, terminar de ducharme e irme con viento fresco, ni me parecía el sitio adecuado para enrollarse, ni eran mi tipo…

»Me fui para la sauna finlandesa para secarme y ¡Oh sorpresa!, me encuentro a otros dos dando el espectáculo, en este caso era un veinteañero metidito en carnes al que un sexagenario, demostrando que la experiencia es un grado,  le estaba metiendo una mamada de padre y muy señor mío.

»Fue verme llegar y en vez de interrumpir lo que estaban haciendo,  cambiaron su posición, de forma que yo pudiera ver con  la suficiente claridad  cómo el “abuelete”  se tragaba el enorme nabo  del chaval.

»He de reconocer (mejorando lo presente), que el gordito tenía una de las pollas más grandes y gordas que he visto. Pero sospecho que era una de las pocas gracias que Dios le había dado,  pues era bastante feo y su físico dejaba mucho que desear.

»Me sequé lo más rápido que pude y salí de allí como alma que persigue el diablo…

— ¡Oye “quillo”!, —lo interrumpí porque me veía venir que me iba a contar con pelos y señales cada uno de sus paso por aquel tugurio —yo no te he preguntado cómo estaba la sauna  aquella noche, yo lo que quiero saber es como conociste al “catalá” ese y punto. ¡Qué te explayas que  no veas!

—Entiéndeme…  Si te cuento todo esto es para que  sepas por qué hice lo que hice.

—¡Pero abrevia “miarma”, abrevia!

—¡Vaaale!—refunfuñó resignado— Pero si no te enteras de algo no es mi culpa…

—¿Quieres seguir? —mis manos adoptaron una postura  casi suplicatoria.

—Pues eso, la primera media hora transcurrió como te dije: Todo el mundo follando en cualquier sitio y a la vista de todos, algunos para lucirse, otros buscando más amigos que se unieran a la fiesta…

»Entre que no había visto a nadie que me pusiera siquiera un poquito y que aquellas prácticas tan exhibicionista  me cortaban un poco el rollo. La idea de irme tras jugar “cinco contra uno”, rondó por mi cabeza.

»Cuando más decidido estaba a hacerme una buena paja, pegarme una señora  ducha y marcharme, apareció él. Lo vi desde lejos y me impresionó: un tío de unos cuarenta y cortos años, alto, moreno, con barba de dos días, muy peludo, “anchote”, con un poco de barriguilla pero con un porte vigoroso y ¡muy, muy masculino! En dos palabras: un machote (Como los que a mí me gustan). 

Fue escuchar a Mariano hablar de otro tipo, tan apasionadamente y me sentí un poco traicionado, un sentimiento entre la envidia y los celos se apoderó de mí. Estuve a punto de decir una patochada de las mías para que cambiara la conversación, pero una morbosa curiosidad por conocer los detalles de su encuentro,  me impidió hacerlo.

Más mi amigo había cogido carrerilla con su historia y sin darse cuenta del  patente cambio en mi estado de ánimo, prosiguió relatándome su encuentro con el machote catalán:

—Me quedé contemplándolo  con total descaro pero, ¡ni caso! Lo seguí con la mirada, comprobé que se metía en la sala de cine y decidí seguirlo. Era lo mejorcito que había visto en toda la noche y  tampoco  no tenía nada que perder, pues el “no” ya lo tenía.

»En la sala, frente a la pantalla, hay una especie de rampa con  cuatro anchos  y largos escalones donde se sientan la gente a ver la película y frecuentemente inspirados por lo que  ven en ella se pajean; están divididos en dos por una especie de panel de madera, en cada uno de los tres niveles pueden caber unas tres  personas. Pero normalmente  se sientan una o dos por piso.

»Comprobé que el compartimento más cercano a la entrada estaba desocupado, el individuo al que perseguía (ignorante de mi presencia), se sentó en la parte alta de este (Por cierto,  tuve que reprimir  una carcajada pues al ser tan alto y no calcular bien, se pegó un sonoro “cosquí” en la cabeza con el techo).

»Como no quería que se diera cuenta de que lo seguía y para disimular avancé hasta el segundo compartimento y… ¡otra vez  la misma cantinela de toda la noche!... Esta vez había tres tíos, como su madre los trajo al mundo haciendo no sé qué cosas… Fue ver el plan que había  y tan deprisa como entré, salí de la habitación. Desistiendo, momentáneamente, de ligarme al  tío “buenorro”  a quien le había echado el ojo.

»Ni cinco minutos después, reanudé mi caza del macho ibérico y volví a la sala de proyecciones. Esta vez, permanecí de píe en el pequeño pasillo que había junto a la imitación  de patío de butacas. Desde donde me hallaba, podía observar perfectamente al morenazo. ¡Cuánto más lo veía más me gustaba! Cuando vi que se metió la mano bajo la toalla y empezó a tocarse la polla, me marché porque si seguía allí corría el riesgo de caer en la tentación de intentar hacer cualquier tonteria y llevarme un corte de los que hacen época.

»Unos cinco minutos después, en mi caprichoso y tenaz empeño por tener algo con aquel tipo, volví a entrar en el dichoso compartimento. Dado que no se le veía en la parte alta de la escalera, supuse que se había marchado, más no era así, había bajado un escalón y tenía  entre sus piernas  a un tipo metiéndole una mamada que, por la  expresión de su cara, debía ser de lo más placentera.

»Me quedé como un pasmarote ante la pornográfica imagen. Pero ni él atractivo cuarentón, ni su acompañante (Que según comprobé se trataba de un tipo de unos cincuenta años y bastante afeminado, a quien  había podido ver dando vueltas por la instalaciones), parecieron ser consciente de mi presencia. Fue tanto lo que me ignoraron, que resignado pasé al siguiente compartimento donde (¡gracias a Dios!) ya no estaba el trio de antes sacándose punta al manubrio.

»Aguardé unos minutos para salir de allí,  pues no quería parecer una especie de acosador. Al cruzar por delante de ellos, la sorpresa que me llevé no pudo ser mayor: un tercer tipo de unos treinta y largos años y bastante peludo se había unido a ellos y el cincuentón se había puesto a chuparle la polla, dejando  triste y sola la verga de mi atractivo machote.

»¡No sé qué pájara se me pasó por la cabeza! Pero volví a quedarme delante de él, mirándolo embobado como si fuera una especie de aparición o algo por el estilo. Sopesé los pros y los contras sobre lo que me disponía a hacer… La locura y la calentura se apoderaron de mí y me dije: “¡Qué coño, nadie se va a fijar en mí pues todo el mundo anda haciendo lo mismo! Además, ¡lo que pasa en la sauna, se queda en la sauna!”.

» Subí los dos escalones como poseído por el espíritu de Henry Miller, cuando llegué a la altura del “tiarrón” peludo no pude obviar examinarlo detenidamente y comprobé que  de cerca me gustaba muchísimo más. No era nada feo, al contrario diría que era bastante atractivo y a las muchas cualidades que ya había visto en él, se le sumo una seductora sonrisa y una voz ronca y sensual, la cual escuché por primera vez cuando me dijo : “¿Qué pasa guapetón?”

»Como si el sutil piropo hubiera sido el indicio  que aguardaba para lanzarme  de cabeza a la piscina, alargué mi mano a su pecho y acaricie la espesa mata de pelo negro que lo cubría. Él, por su parte, no dejaba de acariciarse la polla en un claro intento de provocarme para que se la tocara.

»Su polla, aunque no demasiado grande ni gorda (¡qué no es la tuya Ramoncito!), —Al hacer este inciso, me guiñó un ojo y me mostró una sonrisa de tunante — pero poseía  una de las erecciones más vigorosas que he visto. Un tronco con una piel oscura sobre la que resaltaban algunas venitas azuladas, pero lo que más me gustaba de ella era su ancha cabeza morada.

»Sin reflexionarlo demasiado y borrando  absolutamente de mi mente la vergüenza que me daba  hacer aquello a los ojos de todo, alargué mi mano hacia la prominencia de su entrepierna, fue tocarla y una descarga eléctrica pareció recorrer mi cuerpo.

»Algo similar le tuvo que ocurrir a él,  pues su rostro se contrajo en una placentera mueca. Paseé levemente mis dedos por aquel miembro viril,  a la vez que clavaba mi mirada en la suya en busca de algo de complicidad. Sus ojos se iluminaron con la pasión del momento y    en su rostro asomó una morbosa sonrisa. Sin pensarlo escupí sobre su glande, por unos segundos un brillante puente de saliva unió mis labios con aquel trozo de carne en forma de cabeza de flecha. Agarré la lubricada verga y olvidándome por completo de donde estaba, inicié una suave pero contundente masturbación.

»Tan absorto estaba en disfrutar del cuerpo que tenía ante mí, que ni advertí que el peludo treintañero se había marchado, dejando allí al otro tipo. Fui consciente de ello en el momento en que unas manos tocaron mi entrepierna, eran las del cincuentón afeminado que al quedarse compuesto y sin novio, decidió ponerse a jugar con mi polla.

»En un principio pensé en rechazarlo, pues no me hacía ni chispa de gracia que aquel tipo me manoseara, pero sopesé que aquello podía cortar el “feeling” del momento y opté por dejarlo hacer. Hice de tripas corazón y etiqueté como daño colateral el hecho de que me tocara la polla.

»Al ver mi aparente  cooperación, aquel individuo, sin contemplaciones de ningún tipo,  pasó a mayores. Se agachó ante mí y,  por cierto adoptando una postura bastante complicada, se metió mi pene en la boca.

»El catalán al ver la controvertida posición (yo estaba encorvado para poder agarrar su cipote y el otro tipo intentaba meterse entre mis piernas como podía), me invitó a que me sentara a su lado para que el tercero en discordia pudiera acceder a mi nabo mejor.  

»Una vez me acomodé y el otro tío comenzó a trabajarse con la boca mi tiesa verga, alargué mi mano hacia el oscuro falo de mi acompañante y como de nuevo se había vuelto a quedar seco, me escupí en la mano y extendí el caliente líquido por el enorme capullo. Unos guturales y placenteros bufidos fueron  su  única respuesta.

»Acto seguido los dedos del peludo machote rodearon mi mentón, acerco su cara a la mía y tímidamente me dio un piquito, al comprobar que no le ponía pegas de ningún tipo, unió sus labios a los míos y de una manera tan salvaje como pasional hundió su lengua a la mía.

»Ni que decir tiene que me había olvidado por completo de que estaba a la vista de todo “quisqui” que se acercaba por allí. No sé qué me proporcionaba más placer si el beso que me daba, sentir su duro miembro entre mis dedos o las caricias que me propinaba con la lengua el cincuentón (Dicho sea de paso, ¡me estaba haciendo un trabajito del carajo!).

»El desenfreno se apoderó de mí y en un acto  reflejo y falto de raciocinio comencé a ceder a las sensaciones que me embargaban, fue advertir como el tipo que me la mamaba aumentaba el ritmo y  trasladé su velocidad a mi lengua y a mi mano, besando y masturbando  al catalán de modo frenético.

»Tras unos ardorosos  minutos de subir y bajar la oscura piel de aquel cipote, el atractivo machote apartó sus labios de los míos y reclinando la cabeza hacia atrás suspiró descompasadamente. Ver como de su uretra brotaba un enorme chorro de leche que se expandió por todo su vello púbico me puso a las fronteras de correrme, saqué violentamente mi polla de la boca del cincuentón y a los pocos instantes mi polla dejo brotar el jugo de sus cojones.

»El cincuentón al ver que la fiesta se había terminado y, al igual que algunos mirones (de quienes hasta el momento no había sido consciente), se marchó sin decir esta boca es mía.

»Durante unos momentos el machote peludo y yo permanecimos en silencio recuperándonos de la brutal corrida, no sé cómo nuestras miradas se buscaron y de un modo intuitivito, nuestros labios se volvieron a unir en un prolongado beso.

Continuara en “Viviendo deprisa”

Acabas de leer:

Historias de un follador enamoradizo

Episodio XXXIV: ¿Y cómo es él?

(Relato que es continuación de “¡Voy a por ti!”)

Hola,  ante todo gracias por leerme y  confío en que te haya gustado. Y  pese a que sé que alguno pensara que soy muy pesado con lo de dejar comentarios, valoraciones y tal, vuelvo recordarlo.  Si cuelgo mis relatos  en un medio público es para saber la respuesta de la gente y me gusta  saber que te ha parecido lo que he hecho  

Sí es la primera vez que entras a leer un texto mío y te has quedado con ganas de continuar leyendo más. En su momento publiqué una Guía de lectura que te puede servir para seguir su orden cronológico.

Bueno sin más dilación paso a agradecer los comentarios de los últimos quince días. A techno 20: Nunca me planteé hacer una historia de tan larga duración, pero la historia ha ido surgiendo así. “Pepito” volverá en Abril, sé que sois muchos los que gustáis de sus historias pero el que más o menos  quede “natural” es bastante complicado y lleva su tiempo; a Rocío: Me ha encantado lo de Maratón de Machirulo (yo también tengo uno pendiente de tus relatos, a ver si esta semana el señor tiempo me deja), Paloma saldrá en Abril  y será la co-protagonista de un relato que se sale de mi tónica habitual y en cuanto a lo de Lenny y las doce horas es posible, todo es cuestión de tener un sueño profundo; a Longino: Soy muy poco purista en mis consumos de creaciones de otro, me gusta mucho la música fusión, el cine que mezcla lo absurdo con lo violento y el humor, la literatura de espada y brujería con toques de ciencia ficción, etc. Y eso creo que al final deja su impronta en lo que escribo; a Albany: La verdad es que intentado ser más sarcástico e irónico que cínico, pero como siempre digo los verdaderos jueces de lo que hacemos los autores son los lectores y si te ha dado esa impresión y te ha hecho sonreír, pues me alegro; a Zarok: Sin ánimo de adelantar acontecimientos el “revuelto mental de Ramón” como tú lo llamas solo acaba de empezar ¿Qué te parece esos celos que no sabe cómo asimilar?; a Zoele: No he podido evitar sonreír con tu comentario y me alegro por ti. Parafraseando el titulo  la obra de Oscar Wilde te digo, “la importancia de llamarse Ramón”; a Keegan: De momento sigo escribiendo y si las cosas no se tuercen, hasta final de este año (como mínimo)  os seguiré dando la lata con mis relatos. Me alegro de que   te guste la historia de Mariano y Ramón, va a ser la principal este año; a cuco curioso: Tengo la teoría de que a la hora de escribir (y máxime en el caso de los autores de esta página que solo somos aficionados), hacer llegar exactamente lo que quieres al lector es bastante difícil, por eso leer un comentario como el tuyo, en el que desgranas realmente mi intención al contar la historia desde dos perspectivas, me animan a seguir escribiendo pues por lo  menos la “cosa” no va a peor; a Karl: Al principio de conocer esta página, cuando aún no estaba dado de alta ni nada por el estilo, uno de los autores que me fascinaba( y lo sigue haciendo) eres tú, por eso recibir un comentario tuyo, diciendo que te gusta lo que escribo, tiene para mí un significado  bastante importante; a Aleixen: Una de mis máximas es que el sexo salvaje no está discutido con el amor e intento plasmarla en mis historias de ahí el título general de la serie: “Historias de un follador enamoradizo”; a Luis Arismendi : Pues si has leído los relatos donde se cuenta la versión de Mariano, sabrás que esa dependencia que aduces acaba de empezar. Espero saber contar el resto de la relación de estos dos  de la forma que se merece, pues lo que tengo en mente sigue esa tónica y te puede gustar bastante (Si no es así, dímelo); a Vieri32: No te puedo contestar nada sin reventarte la historia, pero  como ya te dije en la entrevista huyo mucho de los melodramas. Todavía queda un poco para el final, pero creo que te va a gustar cómo evoluciona todo; a pepitoyfrancisquito: La voz en off no se llama Supertacañones, sino superVillalobos, los patos en Sevilla comen por la boca pero en bebederos muy anchos y el cumpleaños me lo pienso reservar para un flashback que tengo por ahí. Por cierto, ¿en que se parece una hermandad cofrade y un lugar de ambiente gay? Que es el único sitio donde todos los hombres, sin ser familia, se saludan con dos besos; a elbotiija10: ¡Mi botii!  Eres uno de mis lectores más fieles y mentiría si no te dijera que he echado de menos tus comentarios, por lo que me alegra bastante saber que sigues leyéndola y, sobre todo, que te siga gustando (Creo que Mariano y tú, tenéis un gusto muy parecido para los hombres,¿ o me equivoco?); a mmj: Antes de nada yo también soy fan de Leonard, Sheldom, Penny y compañía. Je, je. (¡Son geniales!). ¿Qué te ha parecido la conversación del episodio de hoy? Quédate con la copla porque va a traer cola; a mrcp: Cuando uno pide que comenté a los lectores (por lo menos en mi caso), no lo hace para que le digan simplemente si le ha gustado o no y tengo que reconocer que si en su momento “conseguí” que no se limitaran solo a me la pusiste dura, me hecho tres pajas y demás( que también es agradable leerlo de vez en cuando) palabras como las tuya( y la de otros) hacen que merezca la pena seguir escribiendo. ¡Tío, que te conoces mi primer relato y hasta que hice un remake de él!

Bueno no me enrollo más, que van a durar más la interactividad con los lectores que el relato en sí. Ja, ja… La semana que viene quiero publicar una nueva versión de “El blues del autobús” (mi segundo relato), los habituales  nos vemos en quince días con la continuación de este relato que se titulará: “Viviendo deprisa”,  protagonistas, Ramón, Mariano y el machote catalán. Hasta entonces, un beso y nos leemos. 

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido