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Mi suegra es la amante de... mi marido (2)

en Confesiones

MI SUEGRA ES LA AMANTE DE …..MI MARIDO.

2/a parte.

Es la segunda parte del relato de la vida de Lidia, ella pone a vuestro conocimiento sus alegrías y penas, con gran valor al contar sus vivencias íntimas que ni su propia familia, ni las personas mas allegadas a ella conocen. Aquí narro a ustedes la continuación de la vida una mujer confundida.

Una de esas noches en que me retiraba a dormir después de cenar y platicar entre los tres, subí a mi habitación, me puse mi camisón y esperé a Fernando con mi vaso de leche endulzada con miel, el no tardó en llegar para consentirme un poco antes de ir a charlar con su madre, dejo encima de mi buró, el vaso con leche, yo encendí el televisor pues había una noticia que me interesaba ver, tan absorta estaba en la TV que por descuido queriendo tomar el control remoto del televisor, para aumentar el volumen, mi mano chocó con el vaso derramando toda la leche en el mueble, presurosa fui al baño de la habitación para buscar con que limpiar el líquido derramado, una vez que dejé todo perfectamente limpio, se me hizo fácil ir a la cocina por mas leche.

Al salir de mi habitación ví que las luces aun estaban encendidas en la sala, y supuse que todavía mi suegra y Fernando estarían conversando, como iba descalza no hice ningún ruido, pero no porque no lo quisiera hacer, simplemente bajé en silencio para ir a la cocina pero sin pasar por la sala para no interrumpir la conversación. Pero las voces llegaron a mis oídos y sin querer escuche lo que decían. Me escondí detrás de un pilar entre las sombras y me sentí afortunada de llevar un camisón negro esa vez. Mi suegra estaba de pie paseándose por la sala como era su costumbre mientras Fernando se encontraba sentado en el sillón grande.

Pero mi bebé, ¿No querrás hacerlo en la sala otra vez, o si?... oí que decía la voz de mi suegra… mira que es muy arriesgado, Lidia podría salir alguna vez y sorprendernos en plena cogida.

No te preocupes Ana Rosa… dijo Fernando… de seguro ya se tomó la leche y debe estar muy relajada y somnolienta con el efecto tranquilizante, estará adormilada como siempre, esperándome.

No seas cínico Fernandito… dijo Ana Rosa reprendiéndolo cariñosamente… Lidia es la mejor mujer que hayas podido conseguir en la vida.

Lo sé Ana Rosa… dijo Fernando apenado… y la amo, pero bien sabes que si no me excito contigo y cogemos un poco, no se me puede parar con ella, necesito tu imagen para calentarme.

Si mi amor, lo sé… dijo Ana Rosa en tono comprensivo… pero debes intentar que se te pare con ella sin mi ayuda. O puede llegar a inquietarse y a hacer deducciones.

Ya lo he intentado… admitió Fernando con sinceridad… y lo hemos logrado pero solo imaginándome que eres tu la que me la chupa, o que estoy mamando de tu leche.

Está difícil la solución… dijo Ana Rosa… pero debemos encontrarla, por tu bien y el de Lidia. Me gusta mucho esa niña. Y estoy contenta con ella, sé que te ama, pero si me gustaría que tu sexo con ella fuera sin ayudas, que nos cojas a las dos si quieres, pero sin necesidad de la otra.

Pues para coger contigo solo tengo que verte y se me para completa… dijo Fernando… es mas mira como la tengo ya.

Yo me había aproximado un poco mas, con curiosidad para verlos, después de oír la hiriente plática que sostenían respecto a mi intimidad, me sentí humillada y dolida, mi primer impulso fue el encararlos y descubrir su engaño a mí persona. Pero afortunadamente me contuve por prudencia y también por la curiosidad de ver hasta donde llegaban las cosas entre ellos.

Fernando se había desabrochado el pantalón y se lo bajaba junto con el bóxer, sacudiendo su hermosa verga a la vista de su madre.

Anda mamá… dijo mi marido a su madre en tono provocativo… ven a sentirla un poco.

Sabes que no me puedo resistir… dijo Ana Rosa sin resistencia alguna, acercándose a su hijo, para hincarse en la alfombra en medio de sus piernas, llevando a su boca esa verga que yo creía solo mía, veía como otra mujer la estaba disfrutando, saboreando sus transparentes y saladas gotas lubricantes que tanto me encantaban a mi.

Ví desde mi escondite como subía y bajaba la cabeza de Ana Rosa, en tanto mamaba esa verga que me pertenecía, quise salir corriendo pero algo en mi inconsciente me obligaba a permanecer observando la erótica escena incestuosa, tan grotesca y tan fascinante a la vez, sin proponérmelo sentí que mi vagina se humedecía y sin proponérmelo lleve mi mano hasta mi vulva y me empecé a masturbar suavemente. Mis senos se endurecían poniendo erectos mis pezones por la involuntaria excitación de mi cuerpo, los levante uno y otro hasta mi boca y yo misma me mamé mis chiches, como lo hacia siempre que me masturbaba, afortunadamente para mi tengo grandes los senos y me alcanzo perfectamente los pezones. Mi respiración se agitó al ver como Fernando estaba disfrutando de la boca de su madre, quien lo complacía golosamente. Ella dejó de mamar el grueso pene dando un sonoro chupetón como final, y levantándose del piso, se subió sin ningún pudor la ajustada falda dejando ver una fina tanga, no niego que me sorprendió que una mujer de edad usara ese tipo de prendas, pero ví que resaltaba su bien cuidado culo, se sacó la tanga frente a Fernando quien se quitaba ya el pantalón y el bóxer habiéndose descalzado antes, con mirada seductora y lujuriosa Ana Rosa desabrochó todo el frente de su blusa sin mangas y se la quitó, quedando solo en un diminuto brasier que apenas contenía a sus enormes senos, y llevando las manos a su espalda soltó el broche hábilmente, dejando a la vista de mi marido esas hermosas chiches que yo en secreto y desde el punto de vista femenino admiraba, al liberar sus senos estos se bambolearon un poco dando un toque de erotismo a la escena, que pareció provocar una reacción ansiosa en Fernando, que se inclinó al frente para tomarlos entre sus manos y estrujarlos delante de su cara, entonces ví muy sorprendida, claramente, como salían de los erectos pezones unos finos chorritos de leche mientras mi marido apretaba las grandes chiches de su madre, y buscaba con su boca atrapar esas blancas líneas de leche, Ana Rosa sonrió divertida ante los intentos de su hijo, acercándose seductora a él y mientras se levantaba mas la falda y se montaba en Fernando para insertarse su verga en la vagina, tomaba con una mano una de sus hermosas chiches y con la otra la nuca de su hijo juntándolos para que Fernando mamara ávidamente la leche de esos senos suyos.

Yo no cabía en mi asombro al ver semejante escena incestuosa, jamás me lo hubiera imaginado y de no ser por el incidente de la leche creo que nunca me habría dado cuenta de ello. Estaba sorprendida al descubrir el amasiato de mi marido y su madre, al saber que si no cogía con ella primero no podía coger conmigo, también el ver que ella conservaba su leche materna y que seguramente la había conservado desde siempre, desde cuando nació su hijo.

Extrañamente yo no me podía mover de mi lugar estaba paralizada por la impresión, ya Ana Rosa subía y bajaba su cadera descubierta de la falda, pero ciertamente con la verga de su hijo en el fondo de sus entrañas, mientras él juntaba los pezones de Ana Rosa para mamarlos al mismo tiempo, tal y como me las mamaba a mi también. Esa pareció ser una caricia extrema para Ana Rosa que aceleró el ritmo de su cadera hasta sacudirse sobre Fernando y lanzando un grave gruñido de placer, se convulsionó violentamente varias veces y apoyando las manos en el respaldo del sillón, dejó a su hijo que siguiera mamando sus chiches a su antojo, mientras ella disfrutaba los espasmos y contracciones de su interior.

Cuando recuperó algo el aliento y con voz aun entrecortada pidió a Fernando que parara, pues este seguía moviéndose dentro de su madre.

. Ya mi amor para, que ahorita bien sabes que no te debes venir dentro de mamita, pues estoy en mis días fértiles… explicó Ana Rosa… y no te pusiste el condón. Ya chiquito déjame parar, ya me dejaste vacía y satisfecha, voy a dormir como bendita. Ya ve con Lidia, te está esperando.

Al oír esas palabras lo que me detenía desapareció y rápido corrí escaleras arriba hasta mi habitación acostándome y fingiendo dormir, esperé a que llegara Fernando. Oí sus pasos minutos después al abrir la puerta y entrar al baño, lo escuché orinar con fuerza y vino a mi mente su gorda verga y lo mucho que yo la disfrutaba. Salió del baño ya desnudo como era su costumbre y se metió a la cama.

Me tocó los senos que respondieron de inmediato a sus manos. Bajó el fino tirante para sacar una ansiosa chiche del camisón y mamarla con fuerza como queriendo extraer leche de ella, pero mis chiches aun estaban secas, y solo servían como zonas erógenas, metió su mano bajo el camisón y yo caí en cuenta de que aun me encontraba muy mojada incluso la pantaleta también lo estaba, fingí despertar con sus caricias mientras separaba mis piernas para dejar que su mano se moviera libremente como siempre lo hacia.

¿Qué pasa?… preguntó extrañado… estás muy mojada.

Es que estaba soñando contigo… mentí… y me cogias muy sabroso, pero ahora tienes que hacer realidad mi sueño.

Me entregué a él totalmente excitada, con la imagen de él y Ana Rosa cogiendo en la sala, decidí no decir nada hasta pensar bien lo que iba a exponer ante ellos, preferí estudiar la situación y tratar de entenderla pero eso sería con tiempo y paciencia. Por lo pronto no demostraría nada y actuaría normal, como siempre. Y me concentré en los cachondeos de mi marido que resoplaba fuertemente por lo caliente que se encontraba, como cada vez que me cogía, yo no iba a desaprovechar una oportunidad de coger con el amor de mi vida, lo dejé que me sentara para sacarme de encima el camisón, dejándome solo la húmeda pantaleta, decidí mostrarle como me mamaba yo misma las chiches, pues nunca lo había hecho en su presencia ni en la de nadie, le pedí que me mirara, y mientras lo veía fija y seductoramente a los ojos tomé con mis manos mi seno derecho y lo levante hasta que el pezón estuvo cerca de mi barba, sin dejar le mirarlo con pasión baje la cara y acerque el pezón a mi boca y empecé a mamarme yo misma, al verme Fernando tomo su verga con una mano y comenzó a masturbarse lentamente frente a mi hincado como estaba en la cama, yo veía como subía y bajaba su mano por todo ese gordo tronco de su verga y sentía que mi vagina escurría ya incapaz de soportar dentro tal cantidad de fluidos y néctares pasionales, el miraba extasiado y caliente como me mamaba una y otra chiche con toda facilidad, sin ningún esfuerzo, no soportando mas se abalanzó sobre mi y empezó a mamaria las chiches desesperadamente me juntaba los dos pezones y los chupaba con fuerza mientras yo me retorcía de placer y me metía mis dedos dentro de la vagina para calmar en algo la calentura que me invadía toda por dentro.

Como pude me saqué mi calzón empapado y lo arrojé a un lado, oí mi voz gruñendo, gimiendo y gritándole que ya me metiera la verga, que no me hiciera esperar, lo jalé hacia abajo con desconocida fuerza y lo coloque de espaldas en el lecho, con ansiedad e impaciencia me monte firmemente sobre su gorda verga y de un solo envite me la ensarte hasta el fondo lanzando un bramido de lujuria que salió desde el fondo de mi, lo cabalgue violentamente, como si tratara de borrar todos sus recuerdos y que quedara solo mi imagen en su mente.

Primero me moví de arriba-abajo, sacando y metiéndome la verga con cada sentón sobre él, después cambie al movimiento de mis caderas que mas disfruto al cogerme a mi marido y es de adelante-atrás, rozando y tallando mas bien mi clítoris contra su rizado vello púbico hasta venirme dos o tres veces antes de que él me llene con su dulce y ácido semen, esa vez me bajé de él después del tercer orgasmo y me puse en cuatro, ordenándole que me metiera su verga por el culo, que tenia el canal mojado por mi abundante flujo vaginal, me acomodó a su altura i sin mas me introdujo la ancha cabeza de un solo empujón que me hizo gritar de dolor y placer, pero podía mas mi lujuria y ma impulse hacia atrás para clavarme mas su verga en mi intestino, él al sentirme recular dió un envite poderoso que terminó por ensartarme la verga hasta los mismos huevos sacando de mi interior un largo grito que retumbó probablemente en toda la casa y que seguramente fue escuchado por mi suegra, enardecido por mi disponibilidad Fernando me cogió con fiereza como si tratara de meterse todo en mi ano, tal era la fuerza de sus embates que con cada uno de ellos me hacia gemir sacándome el aire de mis pulmones, le oí a él también bramar y gruñir de deseo al darme su verga por el lugar que pocas veces le había permitido usar, pero algo en mi me decía que debía hacerlo, pues mi rival era muy fuerte y tenia mucho poder sobre mi marido.

Siguió cogiéndome hasta hacerme alcanzar otro extenuante orgasmo que, después de estallar en cientos de espasmos internos que me convulsionaban las entrañas, me dejó sin fuerzas y desmadejada ante el poder de mi hombre que me sacudía con cada embestida en mi dolorido pero satisfecho culo, hasta que apresuro su ritmo y reventó en un mar de semen que escurrió de mi ano, chorreando y goteando en una cantidad asombrosa. Al sacarme la verga me acomedí a chupársela amorosa y agradecidamente hasta dejarla limpia de todas mis secreciones y de las de él

Si el había llegado a mi caliente por la cogida inconclusa con su madre, yo había logrado hacerlo perder todo el control al calentarlo al máximo de su líbido arrancándole verdaderos bramidos de lujuria y placer.

Al día siguiente después de mamar un poco la verga de Fernando, como lo hacia todas las mañanas en señal de saludo entre los dos, nos levantamos y nos bañamos. Bajamos a desayunar y esperamos como siempre unos instantes a Ana Rosa, que bajó sonriente saludándonos con un apretado beso en la mejilla, se sentó en su lugar y la muchacha nos sirvió el desayuno.

Yo me sentaba a un lado de Ana Rosa y Fernando al otro, al verlos frente a mi, vino a mi mente el suceso de la noche anterior, y con un impulso sin pensarlo mas, abordé la situación y los encaré.

Anoche los ví… dije sin mas… derramé la leche y cuando bajé por mas, los ví a los dos, cogiendo.

Los rostros de ambos palidecieron alarmantemente, que sentí miedo de que se fueran a poner mal por mis palabras.

Pero, ¿Qué fue lo que viste Lidia?... preguntó angustiado Fernando… tal vez soñaste, cuando subí estabas dormida.

No mi amor estaba fingiendo que dormía… dije con asombrosa calma… y no lo soñé, no quieras confundirme, se honesto esta vez.

Mira Lidia, mi amor… trató de explicar Fernando… lo que viste te lo voy a explicar.

Creo que los dos te lo debemos explicar Lidia… intervino Ana Rosa muy angustiada… por favor escúchanos.

Creo que no hay necesidad de explicación alguna… dije mas alterada… oí que conmigo no se te para, que necesitas coger con tu madre primero, para poder hacerlo después conmigo. ¿O no dijiste eso?

Si, Lidia, si lo dije… aceptó mi marido… pero déjame explicar como son las cosas.

Mira ya sufrí una vez… dije tratando de tranquilizarme… quedé muy lastimada y tardé mucho en volver a creer y a confiar en la gente, y ahora ustedes me salen con esa cochinada. Si no soy lo suficiente mujer para hacer que se te pare la verga conmigo, no tiene caso seguir esta relación, para mi cuando hay amor, hay deseo y tu no me deseas a mi, deseas a tu madre, y yo no voy a competir en su lodazal.

Pero mi amor… imploró mi marido… óyeme por favor, te lo suplico. En verdad te amo, ya no podría ser el mismo sin ti.

¿Qué me vas a decir?... bramé furiosa… ¿Que me amas pero no me deseas? Fijate que yo te di todo el paquete, mi amor y mi deseo, y no admito menos de lo que doy, tampoco me gusta compartir lo mío con nadie. Ni con tu madre. Mejor así dejamos las cosas, antes de que me lastimen más. Siento que aquí estoy de mas y nunca me ha gustado ser la que sobre, y aquí estoy sobrando con ustedes. Pueden seguir con sus porquerías sin mi, quiero que nos divorciemos.

Por favor Lidia, perdóname y escúchame… dijo Ana Rosa, con la voz implorante… solo te pido unos días para que sepas nuestra vida. Sé que yo soy la culpable pero si oíste nuestra conversación, recordaras las cosas que dijimos de ti. Lo que eres para nosotros, y te aseguro que sin ti nuestras vidas ya no serian las mismas. Por favor solo te pido que hablemos tu y yo.

Está bien… acepté sin saber por qué… hablaremos pero no creo que cambie mucho mi forma de ver las cosas.

No es esa mi intención… dijo Ana Rosa mas compuesta y recuperando su dulce tono de voz con el que siempre me hablaba… solo quiero que conozcas el por qué de nuestra forma de vida.

Bien hablemos entonces… dije yo dispuesta… de una vez dime lo que me tengas que decir Ana Rosa.

Me parece que es lo mejor… dijo mi suegra… pero te propongo que nos pongamos mas cómodas y vayamos a cambiarnos para estar en la alberca, mientras Fernando va a la empresa nosotras hablaremos.

Prefiero que hablemos los tres juntos… insistí molesta… así de una vez definimos la separación.

Te lo pido… dijo Ana Rosa suplicante, que sentí lastima por ella, siempre la ví tan segura y tan fuerte, que al verla casi derrumbada no tuve la fuerza para darle el toque final… es mejor que primero hablemos las dos, de mujer a mujer.

Esta bien… acepté yo… no sé por qué lo hago, pero hablaremos tu y yo primero. Entonces voy a cambiarme.

Al bajar a la alberca ya estaba ahí Ana Rosa con un breve bikini en forma de triangulitos, que apenas tapaban sus areolas, dejando toda la masa de sus firmes y duros senos a la vista y como complemento una diminuta tanga cubierta con una transparente bata cortita que dejaba descubiertas sus largas y torneadas piernas. Observé que del triángulo de su tanga no sobresalía un solo pelo de su pubis y deduje que debía tener su mata de vellos recortados y rasurados en las orillas. Yo me había puesto un bikini mas conservador de brasier completo guardando mis senos y con calzón más amplio cubriendo mis nalgas. No pude dejar de admirar el hermoso cuerpo de mi suegra, sus grandes y prominentes nalgas descubiertas totalmente brillando por la crema protectora recién aplicada. Tras la apertura de la bata asomaban ese tremendo par de senos grandes, redondos y pesados que se bamboleaban a cada paso que daba, sus brazos largos y delgados pero torneados, bien definidos sus insinuantes músculos sin llegar a perder su feminidad. No podía dejar de admirar a esa mujer, tal vez por el enorme parecido conmigo, o por ser mi concepto de la belleza femenina. Ella ya había ordenado una jarra de jugo de fruta con poco licor, delicioso y frío.

Mira te había comprado este regalo y creo que es buena oportunidad para entregártelo y lo estrenes… me dijo Ana Rosa con su dulzura acostumbrada.

Muchas gracias Ana Rosa… agradecí desconcertada por su actitud despreocupada, como si no existiera problema alguno.

Abrí la cajita y me sorprendí, era un conjunto de un breve bikini, tanga y bata muy hermoso. Pero muy revelador. Agradecí el regalo sin salir de mi desconcierto.

Gracias está precioso… dije sinceramente… veré cuando lo estreno.

¿Y por qué no ahorita?... dijo con naturalidad mi suegra… estrénalo ya, no esperes alguna ocasión especial, todos los días son especiales y dignos de celebrarse.

Tienes razón… le dije optimista pero sin dejar de pensar en la plática… me voy a cambiar.

¿Y porque no lo haces aquí?...sugirió Ana Rosa… nadie te va a ver mas que yo, y eso es como si me viera en mi espejo de hace 15 años.

Pues si. Tienes razón… dije divertida y como si fuera una travesura me quité mi bikini y me puse mi regalo, sintiéndome rara al estar en tanga frente a mi suegra y mas porque sobresalían del triángulo mis largos y negros vellos en forma indiscreta, pero no hice mucho caso de eso… al fin no es mucha ropa. Pero se salen los pelos.

Que hermosa eres… me dijo con sinceridad Ana Rosa al estar completamente desnuda frente a ella, mientras me ponía las nuevas prendas… somos muy parecidas perota tienes una hermosura que sobresale. No te preocupes por los pelos te dan un aspecto sensual y de poder femenino, mi mata de vellos es igual de abundante que la tuya pero de vez en cuando me la recorto y me depilo.

Gracias Ana Rosa… dije halagada… tu también eres muy hermosa.

Bueno… dijo solemne Ana Rosa… estoy muy nerviosa por lo que te voy a contar así que vamos preparándonos cómodamente para un largo rato. Lo que viste anoche es una consecuencia de lo que fue el principio de mi vida.

Empezó contándome Ana Rosa, cuando era niña ella quería mucho al hermano menor de su madre que siempre jugaba con ella, la llevaba a pasear y le hacia regalos, cuando Ana Rosa iba a cumplir 15 años su tío le prometió que en cuanto tuviera vacaciones escolares la llevaría junto con su esposa a una famosa playa, así que la joven Ana Rosa estaba ansiosa de que llegara la fecha. Salieron hacia en sur del país con la idea de disfrutar de dos semanas de sol playa y diversiones. Pero no fue así, por principio al tío Samuel lo había dejado la esposa, y la realidad de las atenciones y cariño a Ana Rosa, salió de manifiesto desde la primera noche.

No llegaron a ningún hotel, Samuel había conseguido una casa prestada por un amigo y en ella se alojaron, le compró a Ana Rosa varios bikinis muy chiquitos que apenas cubrían su juvenil cuerpo, que ya presentaba unos senos de buen tamaño y unas nalgas grandes y redondas, a lo que Samuel le dió una acariciantes nalgaditas, haciendo que la joven se estremeciera por el íntimo contacto. Pero no fue nada de su agrado. Pasaron la tarde jugando en el mar y tomando refrescantes bebidas. Y mientras retozaban dentro del mar Samuel se las ingeniaba para sacar del bikini los duros senos de su sobrina quien presurosa los volvía a cubrir mirando apenada a su alrededor para ocultarlos de miradas morbosas

Por la noche la llevó a cenar y a bailar, invitándole bebidas alcohólicas con deliciosos sabores, pretextando que quería que probara todas las bebidas posibles para conocerlas, ahora que tenía a alguien quien cuidara de ella. Bailaban y regresaban por una nueva bebida, hasta que Ana Rosa estaba muy mareada por la mezcla de tantos licores que de sorbo en sorbo iban haciendo efecto en ella, Samuel liquidó la cuenta y ayudó a su sobrina a salir y a subir al auto.

Al llegar a la casa Ana Rosa casi iba dormida pero en cuanto entraron Samuel se encargo de reanimarla dándole café y tés para hacerla vomitar. Por fin Ana Rosa volvió el estómago y se sintió aliviada y mas conciente. Samuel le propuso bailar un poco para que desapareciera de su cuerpo la mayor cantidad de alcohol y no se sintiera mal a la mañana siguiente.

Ella aceptó confiada en su querido tío, y se levantó a bailar con él, estaba adormilada abrazada al cuello de su tío dejándose llevar por el ritmo de él y por la cadencia de la romántica música, cuando se dió cuenta de que Samuel le besaba el cuello y le acariciaba la espalda hasta poco mas abajo de sus bellas nalgas.

Rápidamente se separó de él asustada pero Samuel la sujetó con firmeza y la besó en los labios, ella forcejeó para soltarse, pero Samuel era mas fuerte, no supo Ana Rosa de donde vino el golpe, solo sintió el impacto en su abdomen y el dolor la hizo doblarse sobre su cintura, sintió que no podía respirar que los ojos le lloraban y tampoco podía hablar, los oídos le zumbaban mientras trataba de jalar aire por la boca, sintió el segundo golpe en su costado en la zona del hígado y su pierna derecha se paralizo y perdió el equilibrio cayendo de rodillas al piso para después deslizarse sobre su costado llevándose las manos al abdomen.

Oyó la voz de Samuel, amenazándola con golpearla más si no cooperaba con él y que de todas maneras obtendría todo de ella, en sus manos estaba ahorrarse más dolor. Pacientemente esperó a que ella le pidiera ayuda para recuperar el aliento, Samuel realizó en ella las maniobras de recuperación y pronto Ana Rosa pudo volver a respirar, aunque dolorida, fue cuando le suplicó a su tío que no le hiciera daño, pero todo fue inútil Samuel la sometió a su voluntad obligándola a cumplir con todos sus antojos sexuales, por lo menos tuvo la delicadeza de desvirgarla cuidadosamente tanto vaginal como análmente.

Una vez que Ana Rosa acepto no poner resistencia alguna contra él, Samuel le ordeno que se desvistiera toda, con algunas leves protestas pero sometida por el miedo ella obedeció a su tío.

A estar desnuda me hizo mostrarme a él en todas las poses imaginables… me dijo Ana Rosa con el rostro enrojecido de coraje… después me hizo bailar con él de nuevo, cuando ya se había desnudado él también. Me manoseó por todos lados y a la menor resistencia me pellizcaba los pezones o me jalaba el cabello o el vello púbico. Yo ante el miedo opté por dejarme hacer lo que él quisiera.

¿No había nadie cerca de ahí que pudiera escucharte si hubieras gritado?... le pregunté indignada.

No era de esas casas aisladas con bardas altas… contestó enojada mi suegra… me besó por todas partes, mamándome los senos como desesperado veía como se le hundían las mejillas por lo fuerte que me chupaba mis chichitas, provocándome dolor, me mordía los pezones y hasta me los masticaba me cargo sin dejar de mamarme, y me llevó al cuarto, ahí me tendió sobre la cama y se hincó entre mis pies, comenzó a acariciarme toda mientras me lamía todo el cuerpo. Contra mi voluntad mi cuerpo empezó a reaccionar con sus caricias pero el temor y la ira que sentía en mi interior me ayudaban a no entregar mi conciencia también. Me separó las piernas dejando expuesta mi virginidad a la vista, me dijo que nunca había visto una panocha virgen que yo sería la primera en enseñársela, se había cogido ya a algunas vírgenes pero sin haberles visto su panocha de cerca que yo sería la primera. Me separó mis pelos con los dedos y también mis labios vaginales con fuerza tal que me lastimó y me quejé, a lo que el se rió.

"No te espantes"… me dijo Samuel… "Si te portas bien no te voy a lastimar, te quiero mucho y ahora que te has puesto tan buena te me has antojado mas, quiero que gocemos, y que disfrutes". Yo acepté y le dije que estaba bien pues tenia mucho miedo, el continuó abriéndome la vagina y explorando en mi interior, ante mi vergüenza y mi llanto impotente, sentí que me besaba lo mas adentro posible y que ma daba una chupada fuerte que me hizo estremecer por la inesperada sensación pero e pensó que me estaba excitando ya.

"Ya ves Anita, te está gustando lo que te hago"… me dijo mi tío…"Y ahorita vas a sentir mas bonito, te voy a enseñar a disfrutar cogiendo con un hombre de verdad". Yo trataba de que no se diera cuenta que estaba llorando de miedo, cuando de pronto sentí toda su lengua lamiéndome la vulva de abajo-arriba, no te voy a negar que sentí sabrosa esa lamida en mi panocha, y a ella siguieron muchas mas hasta que me hizo retorcerme por las insoportables sensaciones que había despertado en mi, me daba cuenta que mi vagina palpitaba extrañamente y que se me abría sola, me sentía muy mojada, mi cadera se movía para todos lados y mas empujando fuerte contra su boca, me escuchaba yo gemir y quejarme de ansiedad quería que parara ya y me dejara en paz pero otra parte de mi deseaba seguir sintiendo esas sensaciones placenteras.

"Ya tío, por favor ya déjame"… le supliqué casi sin voz, pero mi cuerpo pedía otra cosa desconocida para mi.

"Dime si no te gusta cómo se siente esto"… me dijo jadeando.

"Si me gusta, pero no está bien"… traté de detenerlo débilmente entre jadeos y suspiros… "por favor ya para". No me hizo caso alguno y siguió mamándome la vagina dulcemente mientras yo me retorcía con la cadera contra su caliente boca y dando gritos y gruñidos ansiosos y desesperados, no se en que momento sujeté su cabeza con fuerza y me frote y me tallé contra él moviendo fuerte mis caderas y apretándome contra su cabeza, hasta que sentí que algo se reventaba en mi interior, en el orgasmo mas intenso que había sentido hasta el momento nunca antes al masturbarme había sentido algo tan intenso.

"¿Ya lo vez Anita, cómo disfrutaste?"… dijo satisfecho y con la cara llena de mis flujos se subió en mí y me besó en la boca, yo sentí mi sabor y a pesar de estar agotada y sin aliento me agradó mi sabor y sin darme cuenta lamí su cara para saborear más mis néctares. El lo tomó como señal de aceptación y diciéndome que iba a ser muy cuidadoso me abrió de nuevo las piernas y puso dos almohadas bajo mi cadera, para levantarme mas, frotó contra mi clítoris su verga y la bajaba a mi entrada, sentí claramente como ponía su glande en mi vulva metiendo y sacando la cabeza de su verga yo la veía con cierta fascinación pues era la primera vez en mi vida que miraba una verga así, me pareció enorme en ese momento y me dió miedo de que me fuera a meter semejante miembro, dió otras dos o tres talladas en mi entrada para después ir metiendo su verga dentro de mi, sentí que me partía en dos, la vagina me ardía sentía que me quemaba por el terrible dolor traté de apretarme pero fue peor, me dolió mas, entonces me relajé y aflojé mis músculos.

"Ya falta poco mi hijita así aflójate y te va a doler menos"… me dijo Samuel mientras rompía mi himen y pasaba dentro de mi esa enorme y gruesa barra de su pene. Yo chillaba y gritaba de dolor pero no podía moverme me había inmovilizado con su cuerpo y me sujetaba con fuerza, mientras me empujaba su verga hasta el fondo.

"Ya te entró toda Anita"… me dijo satisfecho… "ahora te voy a dejar que la sientas para que la vayas conociendo y vas a ver como te va a hacer gozar". Quedó sin moverse unos interminables minutos y yo sentía solo dolor y ardor me quemaba por dentro y quería que me sacara esa porquería de verga que tanto me estaba lastimando, sentía asco, lloraba de dolor, de vergüenza y de impotencia. Pero lo peor no había pasado empezó a moverse lento empujándome su verga hasta el fondo de mi, topando con mi hueso posterior lastimándome todavía mas, además del dolor que sentía en todo lo largo de mi violada vagina, empezó a meter y a sacar su verga cada vez mas rápido y mas fuerte haciendo que el ardor fuera insoportable hasta que poco a poco se fue calmando, pero jamás llegué a disfrutar ninguna de sus cogidas, se movió en forma frenética metiéndome y sacando su verga de mi, cada vez mas rápido mientras los dos gritábamos yo de dolor y él seguramente de placer, hasta que por fin se vino dentro de mi, quedando agotado encima, con su verga aun clavada en mis entrañas, al poco rato lo oí, roncar y decidí aprovechar la oportunidad para escaparme me vestí apresuradamente y salí de la casa. Pero no llegué muy lejos, a pocos metros de la casa me sacudió un fuerte jalón de cabello que me hizo caer de espaldas, era Samuel que me había alcanzado y estaba furioso.

"Ya veras desgraciada lo que te espera… dijo gritándome Samuel… te iba a tratar como a una reina pero ahora serás una puta mas". Le supliqué que no me lastimara que iba a hacer lo que él quisiera.

Hizo conmigo lo que se le antojó… dijo Ana Rosa con rabia aun al recordar la violación a manos de la persona en quien confiaba ciegamente… las dos semanas fueron de coger con él a todas horas y de las formas en que él quería, o me golpeaba.

¿Pero no trataste de escapar otra vez?... pregunté indignada.

Claro que traté… dijo Ana Rosa… Pero me descubrió y me encadenó con unas esposas de policía, solo me las quitaba para coger y para llevarme al baño, y para bañarme él mismo.

Pero lo acusaste y lo castigaron, supongo… exclamé enojada.

No lo pude hacer, por miedo… dijo Ana Rosa casi llorando de impotencia… me amenazó con matar a mis padres, después de violar a mi mamá frente a mi papá y a mi también si decía algo, me enseñó fotos de mujeres a las que estaba violando y después como las mataba. Entonces creí en sus amenazas y me callé para siempre el nombre del padre de Fernando, hasta ahora que te lo digo a ti, y te pido por favor que nunca se lo digas a nadie. Te lo cuento por la desesperada situación en al que me encuentro contigo. Por favor prométeme no decirlo nunca a nadie.

Te lo prometo Ana Rosa… dije conmovida… por mi nadie lo sabrá y mucho menos Fernando. Pero como ocultaste la culpa de Samuel.

Él fue el de la idea… me confió Ana Rosa… me adiestro para que repitiera una historia de que me habían violado en el trayecto de la escuela, y que el violador no me dejó verlo porque me metió una bolsa en la cabeza, que me llevó a un terreno baldío y únicamente me había violado una vez y ya. Para esto me llevó a un hotel y me volvió a coger para dejar semen en mi vagina.

Pero pudieron hacer pruebas de ADN y descubrirlo… opiné espontáneamente.

No Lidia, en ese tiempo no había la facilidad de hoy… repuso Ana Rosa… les bastó con comprobar que había sido violada. Y yo por el miedo no dije nada mas, solo que nunca ví al violador y que no me lastimó de mas, que solo me violó y ya.

Pero porque no delatas ahora a Samuel… aconsejé a mi suegra…no creo que pueda hacerte daño todavía.

El ya murió Lidia, se mató en un accidente en la carretera y quedó todo destrozado… dijo con satisfacción Ana Rosa… y como todos habían creído la mentira la he seguido hasta la fecha, haría mas daño el decirlo ahora que seguirlo callando para siempre.

Pero eso como justifica para que cogieras con tu propio hijo… pregunté indignada.

Pues me afectó en que sentí odio hacia todo… me contestó Ana Rosa… solo me refugié en mi hijo.

¿Pero y tu familia ellos no te dieron apoyo?... pregunté con ironía.

Claro que me dieron apoyo y mucho… aclaró mi suegra… pero no estaba enojada con ellos sino con el resto del mundo no confiaba en nadie y cuando nació Fernandito me volqué en él, todo mi mundo fue él. Continué estudiando una carrera de comercio equivalente al bachillerato y conseguí trabajo en una empresa de supermercados.

Si pero eso no explica que cojas con tu hijo… aclaré molesta.

Mira Lidia… dijo mi suegra… todo empezó desde que Fernandito nació, la primera vez que lo amamanté, lo sentí tan mío como lo siento ahora, el succionar de su boquita sobre mi pezón me estimulaba aunque yo no lo quisiera, pregunté a mucha gente incluyendo a los doctores y me explicaron que en algunos casos es normal que la madre se excite al amamantar a su bebé, pues no deja de ser una zona erógena y algunas mujeres tienen mas sensibilidad erógena que otras. Me resigné a seguir excitándome mientras Fernandito me mamaba, al grado de que cuando me mamaba en las noches yo me masturbaba y así aliviaba algo la tensión.

Entonces me quieres decir que de ahí viene tu deseo sexual por Fernando… inquirí con hilaridad.

No fue tan sencillo como eso Lidia… contestó seria mi suegra… resulta que una vez en que Fernandito tenia ya dos meses, lo estaba bañando después de haberme bañado yo. Estábamos solos los dos en mi habitación y en la casa. Así que yo estaba desnuda bañando a mi niño. Estaba muy cansada por las clases y tareas del día así que cerré con llave mi puerta y me sentí en libertad como lo hacia de vez en cuando, aun antes de que naciera Fernandito. Con mi cansancio no tenia ánimos ni de vestirme y como era ya noche decidí acostarme así desnuda, y mientras me animaba a vestir al niño me acosté en la cama boca arriba para colocarlo sobre mi pecho y darle de mamar, era la primera vez que lo hacia estando los dos desnudos. Fernandito encontró el pezón y empezó a succionar deliciosamente como siempre, yo me sentía mas mujer al dar mi leche a mi hijo, de pronto sentí que su penecito se ponía duro en mi abdomen y lo disfruté, mientras me masturbaba al darle su chiche a mi hijo.

¿A esa edad ya se le paraba?... pregunté asombrada.

Si es muy común eso… respondió mi suegra… así que seguí dando de mamar y masturbándome mientras tanto, cuando el niño terminó con las dos chiches yo lo levanté sobre mi con curiosidad para verle el penecito, lo tenia totalmente paradito que me dió tanta ternura que sin pensarlo lo acerqué a mi cara y se lo chupé suavemente, sentí tanto amor y a él le agradó también. Era tan agradable para mi esa intimidad con mi niño que ansiaba tanto el momento de estar a solas con el para darle a mamar mis chiches llenas, y para mamarle yo su penecito, viendo como disfrutaba y se reía. Así fue mi vida con mi hijo cuando era bebé y cuando estaba mas grandecito tuve que salir de la casa pues me enviaron del trabajo a una ciudad del norte del país, donde vivimos solos hasta que cumplió Fernandito diez años.

Pero eres muy bonita… dije sinceramente… ¿Por qué no te has casado? Si coges a diario con Fernando bien podrías hacerlo con un marido.

Hay una razón muy poderosa para ello… dijo Ana Rosa, dudando en continuar, hasta que tomó valor y suspirando me lo dijo… soy lesbiana.

¿Cómo puedes ser lesbiana y coges con tu hijo?... dije riendo burlona… en ese caso eres bisexual.

No Lidia, solo soporto hacerlo con Fernandito y con mujeres… dijo con tristeza Ana Rosa… me quedé tan afectada por la violación que no soporto a ningún hombre, es mas no me llaman la atención, me gustan las mujeres. Por eso no me he casado no puedo coger con ningún otro hombre.

¿Y no haz pensado ir a buscar ayuda profesional?... indagué… eso podría ayudarte mucho.

Si pero tendría que dar muchas explicaciones… dijo Ana Rosa… y la verdad me da miedo que esto se sepa fuera de esta casa. Por eso te pido que por favor no le cuentes a nadie lo que viste aquí.

Descuida no lo haré… prometí a mi suegra… ¿Pero como fue que cayeron en el incesto?

Fue casual… admitió Ana Rosa… en la ciudad renté un departamento chiquito de una recámara en la cual dormía con Fernandito que tenia entonces tres años, y como nunca dejé de amamantarlo, todos esos años continué con mi misma rutina, pasaba a la guardería por él, llegábamos a la casa, nos metíamos a bañar juntos y jugábamos a bañarnos él a mi y yo a él, entonces salíamos para darle de mamar, yo me acostaba y el se me subía para mamarme su leche. Y luego yo le mamaba un poco su penecito. Así fue todo ese tiempo y cuando regresé de nuevo aquí, para poner mi empresa. Renté una casita y ahí vivimos solos los dos. Fernandito ya era un adolescente y había crecido bastante, tenia ya doce años cuando todo pasó.

¿La primera vez que lo hicieron?... indagué interesada.

Si Lidia nuestra primera vez… admitió Ana Rosa… yo había llegado de trabajar y Fernandito había ido a hacer tareas con unos amigos, así que llegó casi cuando estaba yo terminando de bañarme, me pidió que lo esperara para alcanzar a bañarse conmigo. Como te dije ya había crecido bastante y me llegaba casi al cuello, había tomado la costumbre de mamarme las chiches durante el baño, como ya le quedaban a la altura de la boca me mamaba un poco y yo sentía como se paraba su verga ya bastante crecida pero todavía virgen, como siempre sus mamadas me excitaban mucho pero ya no me masturbaba frente a él.

¿Entonces que hacías?... pregunté intrigada cada vez mas con esa hermosa mujer que me desconcertaba con su historia… Te volverías loca, estar todos los días excitándote y sin satisfacerte.

No creas, me masturbaba cuando Fernandito se dormía… me confió Ana Rosa. Además ya tenia algunas amigas con quienes me satisfacía de cuando en cuando.

Y que mas pasó esa vez… pregunté mas interesada sin darme cuenta de ello.

Pues que esa vez con el jugueteo nuestro que acostumbrábamos en la ducha… recordó Ana Rosa con una sonrisa melancólica… y su delicioso mamar de mis senos. Yo estaba muy excitada y húmeda, nos secamos una a otro y me acostó en la cama para continuar mamando mis pezones, se me subió encima pero sus piernas me lastimaron un poco pues ya estaba mas pesado. Yo abrí mis piernas para evitar la molestia y él quedó en medio de ellas, siguió mamándome deliciosamente y yo seguí sintiendo la humedad en mi vagina de pronto el se subió un poco mas y sentí como su verga ya muy dura se colocaba en la entrada de mi vagina, sentí un escalofrió de placer que enchinó toda mi piel. Dándose cuenta Fernandito de ello.

"¿Tienes frío mamita?"... me preguntó el niño… "¿Quieres que nos metamos bajo las cobijas?"

Le contesté que no, que era un aire pasajero…continuó contándome mi suegra… al cambiar la posición para chupar el otro pezón, volvió a subirse mas y sentí como su gruesa cabeza del pene entraba fácilmente en mi mojada vagina, haciéndome soltar una profundo suspiro de placer y alivio, que espantó un poco a mi hijo.

"¿Te duele algo mami?"... me preguntó espantado Fernando… "¿Te lastimé yo?"

"No mi amor"… le dije suspirando por la excitación que me invadía por dentro… "no me lastimas al contrario mi vida estoy muy a gusto. Pero ven súbete un poquito mas, así como estas solo ven mas arribita". Yo separé mas mis piernas para dejarlo subir mas fácil, pero al mismo tiempo para que su verga entrara mas en mi, el se movió como le pedí y su verga penetró mas adentro de mi, al tiempo que yo también empujaba contra él para recibir mas de aquel amado pene de mi hijito, sentí por primera vez en mi vida una penetración deliciosa y llena de amor.

"Siento bonito en mi pito mami"… me dijo con la voz entrecortada.

"Yo también en mi panochita mi amor"… Le contesté ansiosa… "pero ven empuja mas adentro tu verguita mi vida".

"¿Así mami?"… dijo dando un fuerte empujón, ensartándome toda su verga hasta adentro que pude sentir claramente como chocaban sus huevitos contra mis nalgas, arrancándome un involuntario grito de satisfacción.

"Ay, así mi amor"… grité sin pensarlo… "Ahora apriétame fuerte", mi vagina empezó a palpitar y yo en mi ansiedad apretaba con mi interior el duro paquete que me estaba invadiendo y me hacia temblar de pasión, era la primera vez en mi vida que sentía placer al ser penetrada por un hombre y ese hombre es mi hijo. sin darme cuenta inicié el movimiento con mi cadera, presionándome con fuerza contra mi hijo tomándolo de sus nalguitas con mis manos, mi movimiento se hizo mas rápido y mas fuerte bombeaba yo contra la verga de Fernandito, hasta que me llegó la grata sensación de un hermoso orgasmo, el primero de mi vida con mi niñito, quedé agitada, respirando apresurada, mientras sentía en mi vagina las deliciosas contracciones de los espasmos posteriores. Me sacudían toda de pies a cabeza, ese orgasmo jamás lo voy a olvidar y cuando lo recuerdo vuelvo a sentirlo como si lo estuviera viviendo de nuevo, es uno de los momentos mas hermosos de mi vida.

"¿Te sientes mal mamá?"… me preguntó Fernandito asustado por mi reacción.

"No mi amor"… le contesté resoplando, recuperando la respiración… "Al contrario me has hecho muy feliz, el sentir tu verguita dentro de mi, me ha dado mucho placer, ahora aunque no quiero debes sacármela". Se levantó de mi y esperé impaciente para ver como tenia la verga después de darme su primera cogida, por fin se la ví, estaba brillosa y mojada con todo el prepucio bajado dejando su hermoso glande expuesto a mis ojos, lo hice acostarse a mi lado y tomando su pene entre mis manos lo acaricie agradecida por el placer que me había dado, lo limpie con mi boca y lengua de todos mis flujos de amor, lo chupé con deleite sintiendo mi íntimo sabor en su piel, olí mis aromas privados en él y estos enardecieron mi líbido, no se en que momento introduje su glande en mi ansiosa boca, lo que recuerdo es que estaba mamándolo golosamente subiendo y bajando su piel del tronco, de pronto sentí que su verga se endurecía y engordaba, dentro de mis labios, y al instante un liquido tibio y viscoso invadió mi boca con su sabor indescriptible, entre salado y ácido pero que me pareció el mas delicioso que hubiera saboreado jamás.

"¿Mamita qué me pasó?"… me preguntó Fernandito alarmado… "Me hice pipí en tu boca, discúlpame, se me salió sin querer".

"No mi amor no te hiciste pipí"… dije amorosa y divertida… "lo que te pasó es que tuviste tu primer orgasmo y yo lo recibí todo en mi boca, mi vida me haz hecho muy feliz, ya eyaculaste mi amor".

"Mamita"… me dijo contento y desahogado de la vergüenza… "¿Podemos hacerlo mas veces?".

"Claro que si mi vida"… le contesté emocionada… "Lo haremos siempre y todas las veces que tu quieras, pero jamás, jamás deberás decirle a nadie lo que tu y yo hacemos, este es nuestro secreto, nadie nunca debe saberlo". Después de esa vez, aquella fue nuestra nueva rutina, le enseñé a moverse dentro de mi y todo eso nuevo nos hacia sentir felices y ansiosos por que llegara la hora de nuestra intimidad, solamente no lo dejaba cogerme cuando estaba yo menstruando, aunque algunas veces lo llegamos a probar también, cuando ya tenia él 14 años, llegó a la casa emocionado con una revista pornográfica.

Les pido amables lectores otra pausa pues mi historia ha resultado mas larga de lo planeado, han venido a mi mente tantos recuerdos que no he querido dejarlos fuera, además no es mi intención cansarlos con lecturas muy largas, así que les ofrezco una disculpa y en la siguiente parte os narraré el desenlace de mi historia. Os pido que enviéis vuestros comentarios y opiniones a la dirección del escritor él me los hará llegar y yo os responderé.

Muy agradecida por su atención Lidia.

 

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