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La historia de Marina y Franco

en Amor filial

LA HISTORIA DE MARINA Y FRANCO

 

Hola voy a presentarles la historia de unos buenos amigos que desean hacer pública su relación amorosa, ellos viven en un hermoso país, y tienen una intensa y apasionada vida que van a compartir con nosotros a través de esta su historia. Se las narro a ustedes tal y como me ha sido contada por ellos mismos.

Hola soy Marina, una mujer joven, bella y sensual, alta, morocha, bellos ojos oscuros de alegre mirada, sensual y coqueta, mi cuerpo es delgado con mis bellos y perfectos atributos, mi cabello es largo, lacio, abundante y negro. Desde muy joven conocí a mí a mi esposo Ángel, nos hicimos novios cuando yo tenía 16 años, me gustaba su físico, tanto que me sentí enamorada de él, nuestros momentos en la intimidad eran ardientes, con él descubrí lo excitable que soy, y cuanto me gusta el sexo en todas sus formas, pero en ese tiempo, siempre me negué a consumar nuestro noviazgo entregándole mi virginidad, pues mi educación es muy estricta en ese aspecto, así que no quisimos esperar más tiempo y al cumplir mis 18 años nos casamos como Dios manda.

En el tiempo en que nos decidimos a formalizar y casarnos, Ángel me llevó a conocer a su familia, todos me trataron con mucha amabilidad y cariño, me hicieron sentir querida por ellos en especial Franco, el hermanito de Ángel que en ese tiempo tendría unos 9 años, desde el momento que vi a ese niño sentí un especial cariño por él su timidez y su belleza me impactaron, y en mis posteriores visitas nos hicimos muy amigos, entre los dos nació un amor, yo sentía que lo amaba como a un hermanito y de seguro él veía en mi a una hermana cariñosa y consentidora. Nos abrazábamos y nos besábamos cariñosamente cada que nos veíamos, me platicaba sus cosas y yo le contaba las mías, nos volvimos confidentes. Y solo pensábamos en platicarnos lo que nos pasaba mientras no nos veíamos. A nadie le pareció extraño que nos hiciéramos tan amigos a pesar de la diferencia de edades entre nosotros.

Pero como dije antes nuestra intimidad entre Ángel y yo, había llegado a sus máximos límites, llegamos a conocer nuestros cuerpos completamente y sin reservas, hicimos todo lo que se puede hacer excepto la penetración, no le permití meter su verga en mis orificios así que mi culito y mi vagina se mantuvieron vírgenes hasta después de la boda, pero el sexo oral si fue muy frecuente entre nosotros, de él recibí mi primera mamada en mi conchita y su verga fue la primera que yo mamé en mi vida, su semen llenó mi boca incontables veces, y él me hizo conocer mis primeros orgasmos con sus mano y después con su boca, mis senos siempre eran el preámbulo en nuestras intensas y lujuriosas entrevistas, los mamaba deliciosamente que algunas veces me corrí de tan solo dejarlo mamarme las tetas, pensé que con él había conocido lo máximo del placer sexual, pero estaba equivocada, afortunadamente, pues la vida me preparaba una sorpresa increíble al lado de mi verdadero amor.

Pero en ese tiempo ese placer fue suficiente para mi, y eso agraciadamente para mí, hizo que en mi noche de bodas me sintiera como una princesa de cuento de hadas, Ángel me trató increíble aunque no fue tan tierno como yo soñaba, pero en su brusquedad me hizo gozar de una forma inolvidable, después de habernos despedido de familiares e invitados huimos apresurados a nuestro destino elegido para la luna de miel, llegamos al anochecer, y de inmediato nos apresuramos a instalarnos en la habitación reservada para nosotros, iniciamos brindando con una copa de una botella de vino que nos habían llevado como obsequio del hotel por nuestro matrimonio, recién tomamos un sorbo y nuestros cuerpos se buscaron ansiosos, por fin iba a sentirlo plenamente como mi hombre, nos besamos ansiosos y como siempre mis senos fueron los primeros en ser disfrutados por mi señor, los mamó con una pasión que me hizo venirme de lo excitada que me tenía, sus dedos jugaban con mi panochita masajeándome el clítoris hasta el delirio y apenas entrando un poco la puntita de sus dedos en mi cuevita, pero sin metérmelos más adentro, yo sentía que mi vagina se abría y se cerraba buscando esa verga tanto tiempo esperada, Ángel ya me había encuerado toda y yo a él, lo tenía agarrado por su verga, yo la sentía dura y crecida no alcanzaba a tocarme la punta de los dedos al tomar el troncote en mi mano, ya olíamos a sexo, y eso nos ponía mas cachondos, mis piernas se abrían y cerraban atrapando su mano en mi concha.

Sentí que me empujaba suavecito con su cabeza mientras me seguía mamando las tetas, yo me fui acomodando boca arriba subiéndome al centro de la cama, quedé con mi espalda sobre el lecho esperando y gozando de sus caricias, sus dedos frotaban mi clítoris como a mí me gustaba, pues nos habíamos enseñado a tocarnos en los puntos claves de la forma que más nos calentaba, así que Ángel estaba concentrado en gozarme y hacerme gozar, yo me dejaba manosear por mi marido de la forma que a él se le antojara, me hizo abrirme toda de piernas y noté la sensación de mi panocha bien abierta y muy mojada, de pronto se empezó a acomodar en la cama, y me puso su verga frente a mi cara, no necesito decir nada, al verla tan dura y sabrosa me prendí de ella como ternera a la vaca, me supo deliciosa, sentía en mi las ansias de mamársela fuerte con la libertad de ya estar casada, le chupaba con ansias la cabezota color marrón brillante.

  • Llénamelo de saliva nada mas Marina —me dijo mientras me agarraba la cabeza para que no me moviera— ya te la voy a meter, no sea que me vaya a venir en tu boca, quiero echártelos en tu panocha por primera vez.

  • Mmmmmhhhh si mi amor, te la voy a dejar bien mojadita —le dije mientras hacía saliva para llenárselo todo desde la punta hasta la raíz, se lo dejé escurriendo de mi babita— pero métemelo despacito Ángel se te ha puesto muy gorda y muy dura no quiero que me vaya a doler mucho.
  • No tengas miedo bonita, te voy a tratar suavecito —dijo acomodándose entre mis piernas, mientras yo las abría de nuevo lo mas que podía, pues tenía un poco de miedo de que me fuera a doler y me habían recomendado abrirme toda para que entrara más fácil.

Mire desde ese punto su verga y me pareció bella pero tremenda, no imaginaba que semejante barra fuera a caber en mi, respiré hondo, eché la cabeza para atrás y me recosté en la almohada mientras Ángel se acomodaba sobre mí, apoyó sus manos en el colchón y fue bajando su cadera con su verga, a más no poder de lo parada que la tenía, la sentí en mi pancita, caliente y dura resbalándose hacia mi cosita, pasó por mi espesa mata de pelos, pues así le gustaba que tuviera mi panochita muy peluda para él, resbaló un poco mas y acarició en su paso mi clítoris haciéndome brincar por la fuerte sensación provocada por mi cachondez.

Fue poniéndomela lento en mi entrada sintiendo seguramente mi humedad, pues yo me sentía anegada de mi vagina, por fin la sentí bien apuntada en mi hoyito y aguanté la respiración, esperando el lento empujón de la verga para penetrarme por primera vez, pero no fue ni lento ni suave. Sentí como embistió fuerte para hacer pasar su cabeza a mi interior, rompiendo mi virginidad haciéndome gritar de dolor al traspasarme con su cabezota dura y caliente, me abracé a sus hombros y escondí mi cara en su pecho, sollozando adolorida con mi piernas apretándose contra las suyas en un reflejo de protección, pero él es más fuerte que yo y ni siquiera sintió mi resistencia, después de un pequeño descanso, sentí el otro empujón en mi concha y la verga entró a más de la mitad en mí, se detuvo de nuevo un poco mientras yo clavaba adolorida mis uñas en su espalda y hombros resistiendo inútilmente mi desvirgada, pero aun faltaba más verga por entrarme, y sin aviso empujó de nuevo con toda su fuerza haciendo pedazos lo que quedaba de mi virginal vagina, sentí correr algo mojado que me salía por la vagina, de inmediato supe que era mi sangre la que brotaba de mis entrañas al ser desgarradas por la tremenda y fuerte verga de Ángel.

Mi nuevo esposo hizo uso de su mujer por primera vez, solo esperó un momento para que me "acostumbrara a su tamaño" según me dijo y después se puso a bombearme como semental a su hembra, me cogió de diferentes formas y velocidades, se movía en círculos o de adentro afuera, despacio, o muy rápido o en forma cadenciosa que fue la que mas soportaba, poco a poco el dolor fue cediendo aunque no por completo. Otro suplicio fue cuando iba a venirse, pues aceleró mucho el ritmo y la velocidad además de que su verga se le puso más gorda y más dura y creo que hasta más larga, sentí que me mataba y yo gritaba de dolor y el gritaba de cachondo pues se estaba viniendo por primera vez dentro de mí. Sentí como me llenaba con sus chorros calientes toda mi vagina, y a pesar del dolor sentí también mucho placer, por fin ya era yo una señora, y había conocido en mí la verga de mi hombre.

Pero solo estaba un pensamiento en mi mente, y ese era platicarle a Franco mis vivencias en mi luna de miel, me sentí rara pues algo me faltaba, caí en cuenta que extrañaba a Franco, lo extrañaba mucho pero no me podía explicar a qué se debía ese sentimiento, el era un niño de tan solo 10 años y yo estaba recién casada con su hermano, no le di mayor importancia a esa duda y traté de disfrutar mi paseo de casada, regresamos del viaje. Como la casa de mi suegra es muy grande, Ángel decidió quedarnos ahí para ahorrar y juntar para comprarnos una casa en pocos años, así que nosotros ocuparíamos la recámara de Ángel, a mí en lo personal me pareció un alivio, pues no dejaría de ver a Franco, y nos integramos a la rutina de la sociedad, Ángel y los demás salían por las mañanas al trabajo o a la escuela y yo me quedaba a atender la casa, en esos días salí embarazada de mi primer hijo Fausto.

Fue un suceso muy importante para la familia, y en especial para Franco y para mi, pues creo que ahí comenzó a desarrollarse la atracción que sentíamos, por fin llegó el día que nació Fausto, y con él llegaron tareas nuevas para mi, algo más complicadas pues todos salían a sus labores y quedaba yo sola a cargo de la atención de la casa, no era que yo hiciera todo el quehacer pues cada quien cooperaba en limpiar sus espacios y lavar sus trastes y ropas, además de limpiar sus cuartos al regresar o antes de irse a sus deberes, así que prácticamente yo atendía mi espacio mis cosas y a mi bebé, por ese tiempo algo llamó poderosamente mi atención y no podía dejar de pensar en ello, y era que Franco me visitaba siempre para charlar de muchas cosas, pero le gustaban más los ratos en que yo amamantaba a Fausto, y lo veía como me miraba las tetas, le encantaba vérmelas dándole de mamar al bebé, yo en parte para ver sus reacciones y en parte para agradarlo ¿Y por qué no aceptarlo? Para excitarme y ponerme cachonda hacia como que no me daba cuenta y dejaba al descubiertos mis senos mientras cambiaba a Fausto de una teta a la otra y dejaba sin cubrirme el seno libre, me divertía ver como abría Franco sus ojitos al ver mis bellas y crecidas tetas desnudas.

Hasta que un día en especial que había amanecido bastante cachonda, esperaba ansiosa la visita de Franco para amamantar al niño, en cuanto Fausto soltó el primer grito exigiendo su teta, Franco apareció por la puerta bien bañadito y con sus ojitos alegres pues se iba a dar otro banquete de tetas, pero él no sabía que yo ya había estado imaginando hacer algo con él, solo para agradarlo. Lo que yo no imaginaba fue que esa acción sirvió para avanzar un paso más en nuestra convivencia señalando ese día como el inicio del paso más importante en nuestras vidas convirtiéndose en nuestro gran secreto. Así que en cuanto entró tome al bebé y me abrí toda la blusa.

  • Hola Franco que guapo vienes hoy —dije amable con él mientras desabrochaba toda mi blusa, sabía bien que solo estábamos los tres en la casa y que nadie llegaría hasta ya muy tarde después de medio día, justo cuando Franco se iba a la escuela vespertina, así que no teníamos riesgo de que nadie llegara— mira el bebé ya está bien hambriento.

  • Si, se le ve ansioso por si comida jejeje —contestó Franco con sus ojitos vivarachos por ver cómo me sacaba la teta que ya estaba goteando, por lo que Franco exclamo asombrado— huy ya se sale sola.
  • Jajajaja Franquito, mira en que te fijas —dije divertida, pero sintiendo un extraño nervosismo que no identificaba la causa— ven acá bebito toma tu tetita.
  • Jejeje dirás su tetota — replicó Franco con atrevimiento— las tienes enormes.
  • ¿Ay Franco, es que te parece que tengo muy grandes las tetas? —repuse a su comentario— ¿Crees que deberían ser más pequeñas?
  • No Marina así me gustan, las tienes muy bonitas así de grandes —dijo sin darse cuenta del impacto que me causaba oírlo— mira ya desea su comida.
  • ¿Entonces dices que te gustan mis tetas? —dije en forma casual para no asustarlo y seguir sabiendo sus gustos— ¿Qué tiene de bonito?
  • Oh Marina, todo es bonito, lo grandes y tus bolitas marrón clarito y como les brota la leche aun sin mamarte Fausto. ¿Por qué pasa así?
  • Oh Franco eso no lo preguntes eres muy niño para esas platicas —dije con falsa autoridad conociendo que eso tan solo despertaría mas la curiosidad de mi cuñadito y seguiría preguntando hasta quedar satisfecho— ya tendrás edad para conocer a las mujeres.
  • Ah pero no quiero conocer a las mujeres —rezongó franco a mi recomendación— solo pregunto por qué te sale la leche solita.
  • Ay franquito, pues te lo voy a decir pero no quiero que vayas a contarlo a nadie —le exigí terminante— ¿Lo prometes?
  • Ya sabes que si Marina si digo que no lo digo, no lo digo a nadie —respondió con seriedad de niño, me encantaba ese gesto en él, se le veía hermoso— lo sabes bien.
  • De acuerdo Franquito, te creo —le dije con ternura mirándolo a los ojos, esos ojos que me fascinaban— te lo voy a decir, se sale la leche sola porque tengo las tetas muy llenas o cuando el bebé tiene hambre empieza a salirse sola también.
  • Ah ya entiendo —respondió con fingida comprensión, pero lo que a continuación dijo fue lo que marco el destino de los dos— ¿Oye y sabe igual a la leche que tomamos todos?
  • Oh jajaja pues no exactamente tiene un saborcito diferente —le dije un poco apenada pues no esperaba algo así— pero también es sabrosa, le gusta al bebé.
  • ¿Entonces la has probado? —soltó sin más, de golpe y no me dio tiempo de pensar una respuesta así que contesté lo real—
  • Pues sí, si no ¿Cómo iba a saber a lo que sabe? —repuse pero arrepintiéndome al instante de lo contestado— pero ya no sigas ya te dije suficiente.
  • Mira marina la otra teta se está saliendo ya —exclamó Franco asombrado señalándome el seno goteante, fue cuando me arrepentí de haberme dejado las dos tetas de fuera— ¿Me dejas ver como sale?
  • Oh pues, no sé —dije descontrolada e insegura— ¿Pues qué quieres ver?
  • Pues eso —repuso inocentemente mi cuñado— ver de cerca como sale la leche de tu bolita.
  • Pues no creo que tenga nada de malo si lo ves —dije tratando de convencerme a mi misma— mira lo que quieras.
  • Gracias Marina —dijo levantándose de la sillita y acercándose a mí, fue cuando sentí a mi corazón acelerarse y mi vagina comenzó a humedecerse—

Lo miré acercarse curioso y emocionado, al fin hombre, también era atraído por las tetas femeninas, vi su carita iluminada por el gozo de ver mi teta tan de cerca y completamente descubierta, mientras Fausto estaba pegado a la otra mamándome hambriento. Vi que Franco cercaba su mano a mi seno tal vez para sentir mi leche, pero se arrepintió, yo me sentía mareada de la emoción inexplicable que sentía en ese momento.

Me sentía excitada como hacía mucho no lo sentía, pues con Ángel había caído en la rutina monótona, ya no se preocupaba por excitarme si quería sexo solo me quitaba las pantaletas y se subía en mí, me penetraba y bombeaba unos minutos para venirse y quedarse dormido, no quería mamarme las tetas pues decía que esas ya eran solo para su hijo, así que los orgasmos al mamarme los senos se habían acabado, y mi vida sexual se había reducido a que solo Ángel se satisfacía sin preocuparse por mi placer ni procurarme ya ningún orgasmo.

Al ver a franco y su curiosidad por mi lactancia, mi excitación y la intimidad que estábamos viviendo solos acompañados tan solo por el bebé, el mareo en mí cabeza y mi falta de satisfacción sexual, me guiaron al siguiente paso.

  • ¿La quieres probar franquito? —le ofrecí con mi voz temblorosa por los nervios— digo ¿Te gustaría conocer el sabor de mi leche?

  • ¿Me dejarás mamarte? —preguntó Franco con el rostro resplandeciente por su gran sonrisa, demostrando su gran felicidad por mi oferta—
  • Si, si quieres te dejo que la pruebes —respondí sonriéndole tratando de mostrarme tranquila y complaciente, pero en mi interior volaban miles de mariposas como hacía mucho no sentía— anda mira ven acomódate aquí.

En un instante franco estaba recostado en mi regazo frente a mi seno libre que goteaba incesante mi leche que caía en mi pierna, nerviosa lo veía ponerse cómodo y a la altura precisa frente a mi pezón, miraba su carita gustosa y me invadió la ternura, sin pensarlo tome mi seno con mi mano y lo elevé hacia él que lo miraba con los ojos bien abiertos, tanto como su boca que se preparó para recibir por primera vez mi seno.

Lentamente lo acerqué a esa carita adorable mirando como su boca abierta esperaba mi pezón, al sentir como se cerraban sus labios en mi areola no pude reprimir un largo suspiro de satisfacción y excitación, la succión que aplicó en mi pezón fue la exacta para ponerme cachondísima, sentí a mi vagina fluir incontenible hacia tanto que no me ponía así que no supe si gemí o sollocé, solo veía los bellos ojos de Franco mirarme de cuando en cuando, prendido a mi pezón mamándome deliciosamente, hasta hacerme explotar mis entrañas en un poderoso y ansiado orgasmo que brotó poderoso haciéndome estremecer por tanto placer que le daba a mi cuerpo.

Ahí estaba yo con mis dos amores mamándome uno por alimento y el otro por placer y yo por mi excitación, desde ese día Franco fue amamantado por mí, creándose así nuestro lazo de amor que pocos años después se consumaría, pero no sin antes suceder eventos excitantes que iremos platicándoles poco a poco, Franco y yo.