miprimita.com

Una tía como hay muchas (3)

en Amor filial

UNA TÍA COMO HAY MUCHAS (3)

¿Estas seguro que no tienes hambre amorcito?... preguntó Penélope sonriendo sensualmente, mientras apretaba la dura verga alojada dentro de ella, con sus músculos vaginales, brindándole a Germán una grata sensación jamás sentida antes por él... ¿No estás cansado Ger?

No Penny... dijo el muchacho mientras bajaba su cabeza y daba un largo beso a su tía en los labios... ahorita solo tengo muchas ganas de volver a cogerte.

Germán movía su cadera empezando el vaivén sacando su pene hasta la mitad para volverlo a meter con fuertes embestidas dentro de su tía, ella disfrutaba plenamente cada empujón de su sobrino, cerrando los ojos por el placer que le provocaba, sentía como se llenaba totalmente su vagina con la virilidad enorme del joven amante. Aunque ella estaba conciente de que su sensibilidad erógena radica en la entrada de su vagina, junto con el clítoris por fuera y en la parte interna del pubis, con el famoso punto G. Sin embargo era deliciosa la sensación de sentirse llena en plenitud, hasta lograr esa saciedad erótica que le brindaba la enorme masa incrustada en su vagina.

Casi de inmediato coordinaron el ritmo de sus caderas cogiendo con una cadencia lenta y deliciosa que le producía a ella una relajada excitación que fue encendiendo su ardor interno, hasta que muy despacio empezó a brotarle un tierno y callado orgasmo que la hizo gemir de placer emitiendo pequeños y ahogados chilliditos desde el fondo de su pecho, siguió calladamente disfrutando de su tranquilo orgasmo mientras su sobrino continuaba bombeando lento y firme hasta el fondo de las entrañas femeninas, al darse cuenta de que Penélope ya se estaba viniendo, el clavó en lo mas profundo su verga endurecida sintiendo las contracciones internas de las paredes de la suave y estrecha funda vaginal. Sentía el calor del interior de ella en su pene, y el le seguía dando pequeños empujones en la pelvis para ayudarla a vaciar todo su orgasmo, al sentir que ya habían cesado los internos espasmos volvió a iniciar el vaivén, pero Penélope lo detuvo.

Déjame subirme papito... pidió Penélope a su sobrino.

Germán sacó su reluciente verga de la vagina de su tía, después de mas de una hora de tenerla dentro de ella, estaba visiblemente bañada de semen y de fluidos femeninos que escurrían a lo largo y ancho del grueso tronco y del brilloso y oscuro glande, ella admiró durante unos instantes la imponente vergota del joven amante, viendo que tenia el mismo color del pene de su padre, café oscuro en el tronco y con la cabeza casi negra, pero también tenían la misma forma, con el glande mas ancho sobresaliendo del grueso tronco, en cuanto Germán se acostó pesadamente sobre su espalda, Penélope no pudo resistir el impulso de mamar esa descomunal y oscura verga, prácticamente se abalanzó sobre ella metiendo todo el glande dentro de su boca, comprobando una vez mas, que su talla era mucho mas grande que la de Ramsés y de todos los demás que habían tenido la oportunidad de coger con ella, paladeó los sabores mezclados del pene mientras mamaba ansiosa, moviendo sus manos de arriba abajo embarrándoselas y masturbándolo casi con desesperación, tal era lo caliente que se había puesto al ver la similitud entre Germán y su padre, el solo recordar a Ramsés la prendía por dentro, y era un recurso que usaba para venirse cuando cogía con su marido.

Ahora tenia en su boca la verga del hijo del hombre que la hizo despertar al sexo, y le encantaba esa situación prohibida, mamó unos instantes produciendo en el joven una insoportable excitación, llevándolo casi al borde de la eyaculación, pero se detuvo a tiempo para dejarlo reponerse mientras escalaba por encima de él para montarse firmemente sobre su verga y clavársela despacito, hasta sentir que estaba sentada en él, con todo adentro de su vagina, pasó su brazo por detrás de ella y acarició los peludos huevos que sobresalían, debajo de sus nalgas, y pudo sentarse a gusto, para medir hasta donde le llegaba el pene por dentro, primero se introdujo totalmente todo el pene en ella y después palpó su abdomen para sentir desde afuera la punta del miembro a través de la carne y piel, del algo ensanchado, abdomen.

Tomó la mano de Germán y la llevó al punto exacto a donde se palpaba claramente la punta del pene comprobando que llegaba un poco mas arriba del ombligo, los dos rieron divertidos.

Así le mediamos la verga a tu papá, tu mamá y yo... le confió Penélope acariciando la mano que le tocaba el abdomen... claro que estábamos mas delgadas que ahora y sentíamos mejor lo que teníamos adentro.

¿Qué cogían las dos juntas con mi papá?... preguntó sorprendido Germán.

No,.... bueno.... si,..... unas pocas veces... confesó Penélope algo ruborizada deteniéndose un poco en su lento movimiento al frotar su clítoris sobre el muchacho... pero ya casi al final, cuando me iba a cambiar para acá, después de casarme con tu tío.

A ver cuéntame eso... pidió Germán curioso por saber lo sucedido... dime ¿cómo fue?

Si te lo voy a decir... prometió Penélope, susurrando... pero no ahorita, déjame disfrutarte todo completo.

La mujer montada firme y prácticamente empalada por el cilindro masculino, movió en círculos cortos su pelvis, sintiendo como su erecto clítoris se frotaba vigorosamente contra el hirsuto vello de Germán, el trató de moverse en la misma forma como lo hacia su tía, agradándole esa sensación de giro y frote, percibiendo como se meneaba su verga dentro de la húmeda y tibia vagina. Germán estiró sus brazos para tomar entre sus manos los bamboleantes senos de Penélope, que ahora había cambiado su movimiento circular para tallar su vulva de adelante hacia atrás, rozando con fuerza los labios vaginales contra el pubis de Germán. Quien le pellizcaba los pezones poniéndoselos erectos y duros.

El saber que estaba cogiéndose a su tía Penélope, ponía en la mente de Germán un toque de lujuria enorme, desde que empezó a despertar sexualmente siempre le atrajo esa sensual mujer, y mas aun la recordar cómo siempre le había dejado agarrarle las chiches y hasta mamárselas cuando era más chico.

Penélope le tomó una mano y se la colocó en su clítoris pidiéndole que se lo sobara con fuerza pues ya le venia un nuevo orgasmo, ella apoyó las manos en los hombros de Germán mientras movía su cadera hacia atrás y hacia adelante con creciente velocidad cogiéndose salvajemente a su joven sobrino a quien miraba directo a los ojos con un gesto de lujuria, el también la miraba fijamente disfrutando de ese cuerpo sensual, viendo como rebotaba la redonda y firme chiche en el pecho de ella mientras le estrujaba el otro seno apretándole el pezón hasta hacerla gemir, mientras que con la otra mano sobaba el botón de su clítoris, que se encontraba húmedo y viscoso, entre gritos y gemidos de los dos. Llegó a su nariz el inconfundible olor de la sexualidad de Penélope, enardeciendo sus sentidos aumentando su líbido al máximo en tanto que la sujetaba por la cintura para bombear con fuerza dentro de ella, adquiriendo los dos un ritmo frenético chocando sus pubis con violencia, arrebatados por la lujuria en una cogida desenfrenada llena de gritos y quejidos que resonaban en el pequeño cuarto, los cuerpos escurrían de sudor y se oía ya el chapoteo por debajo de las nalgas de Penélope donde se había ya formado un pequeño lago de viscosos fluidos femeninos, que sonaban con el incesante chocar de los cuerpos.

¡Mámame las chiches!... grito ahogadamente Penélope casi sin aliento... mámamelas fuerte, Ger. Las dos juntas.

Germán se acercó a ella levantando su cabeza para alcanzar el pecho de su tía con su boca, juntando con sus manos los dos senos, uniendo los pezones y mamándolos casi con furia, haciendo gritar a Penélope de placer, succionaba los dos pezones enloquecido de deseo soportando los auténticos sentones que daba su tía sobre él. Se prendió de los senos chupándolos ávidamente, no soportando mas la tremenda excitación de su cuerpo le llegó la hermosa sensación del nacimiento del orgasmo en sus entrañas, él la dejó crecer en su interior disfrutándola y lanzando un rugido potente que anunciaba la erupción que reventaría dentro del cuerpo de la ardiente mujer, que no dejaba de gemir restregando enfebrecida su vulva en el sexo de su hombre, sintiendo ella también que le venia ya un orgasmo mas violento que el anterior dejando salir de su boca un largo gruñido casi animal al vaciarse en chorros de espeso néctar que brotaban en borbotones de sensualidad en los dos amantes.

Ella, después de la tensión, fue disminuyendo rápidamente el ritmo de la cogida, soportando los últimos y mas debilitados embates de Germán, quien también entregaba dentro de ella su mensaje de vida nueva, llenando todo el largo y estrecho túnel con chorros de blanco néctar, destinado para fecundar a su hembra.

Germán sujetaba a su tía por la cintura apretándola contra él, mientras le duraban los espasmos de la eyaculación, Penélope ya descansaba su cuerpo en el amplio y suave pecho de su sobrino embriagándose con su fascinante aroma a macho. Resoplaba ruidosamente sobre él sintiendo en su espalda las manos acariciantes que pasaban por su espalda y por sus nalgas jalándolas y separándoselas jugueteando sus dedos con el apretado y húmedo ano. Sintiendo el cosquilleo agradable en ese pequeño y prometedor orificio. Permanecieron un rato mas recuperando las fuerzas, saboreando las delicias posteriores a la cogida.

Vamos a bañarnos amorcito ¿Si?... propuso Penélope rompiendo el silencio... y luego te doy de desayunar.

Vamos... dijo Germán aceptando y agregó... mientras me vas contando lo que pasó con mi papá y mi mamá.

Bueno, me parece bien... respondió Penélope levantándose para sacarse la ahora flácida pero larga verga... pero no te vayas a espantar por lo que te cuente.

No Penny... dijo Germán, apretándole cariñosamente un seno... de ellos ya no me espanta nada, los he visto en muchas de sus ondas, y sé bien como son y lo que hacen.

Si, son tremendos pero los queremos mucho ¿Verdad que si?... dijo coquetamente Penélope... ahora dame un beso y vamos a bañarnos y mejor platicamos mientras desayunas. Y así tú me bañas a mí y yo a ti, ¿Te parece bien?

Si mamacita... contestó Germán... todo lo que tú hagas me parece bien.

Penélope se sentía casi como una recién casada en su luna de miel, solo deseaba sentir el cuerpo de su sobrino junto a ella cogiendo una y otra vez, pensaba que tal vez así debería haberse sentido cuando se casó con Evaristo, pero fue totalmente diferente, en realidad se casó con él porque era una buena opción, además él si estaba enamorado de ella, y quería sinceramente a Hildita y la había adoptado como su hija, también les podía dar una situación económica muy desahogada. Penélope aceptó darle un hijo que afortunadamente fue hombre y era la adoración del padre, con el niño Evaristo era feliz y soportaba mejor la cortés frialdad de Penélope, tanto en el plano familiar como en el sexual, aunque al principio del matrimonio las relaciones eran placenteras, pero con el tiempo la respuesta en ella se fue enfriando en el paso de los años.

Durante la ducha Penélope volvió a mamar golosamente el pene de Germán, mientras se bañaban haciéndolo eyacular esta vez en su boca y bebiendo sedienta todo su semen. Salieron alegres del baño vistiéndose cada quien en su habitación y reuniéndose en la cocina.

Ya estoy listo para oír la historia de ti y mis papitos... rió Germán divertido y curioso.

Pero te voy a contar desde el principio... prometió Penélope... para que sepas como y por qué empezaron las cosas. Y no te formes otras ideas.

Pues empieza de una vez... la apresuró Germán... yo te escucho.

Mira la verdadera relación empezó porque tu papá y yo nos gustamos desde que nos vimos por primera vez... confesó Penélope... pero también le gustaba mucho tu mamá y tu ya venias en camino.

Entonces fue amor a primera vista... comentó Germán, acariciándole el culo al acercarse ella a servirle el desayuno. La giró hacia él y le metió la mano en el escote sacándole un seno y dándole una fuerte y sonora mamada al pezón.

Espérate para que me oigas... pidió Penélope riendo... ¿O no quieres que te cuente nada?

Bueno si, te oigo... rió Germán... síguele. Entonces se vieron y se enamoraron.

Pues en realidad no nos enamoramos nunca... admitió Penélope... nada mas nos gustábamos mucho, pero yo creo que no estábamos enamorados.

Entonces era pura calentura lo de ustedes... dijo Germán extrañado... pero si se deben de haber querido ¿Si no entonces cómo pudieron coger por tanto tiempo?

Si nos queríamos y nos seguimos queriendo mucho... le explicó Penélope con paciencia... pero era mas el deseo, pues yo he podido soportar sin ningún problema las veces que he sabido que él anda cogiendo con otras viejas, en cambio tú mama aparte de mí no soportaba saber que andaba con otras.

Si es cierto, pero ya últimamente la veo mas calmada... dijo Germán... ¿Y cómo empezaron a andar tú y él?

Pues como te digo siempre nos gustamos mucho y en ese tiempo tu papá cada que podía me manoseaba a escondidas... recordó Penélope divertida... y hasta nos besábamos algunas veces pero hasta ahí no mas. Ustedes estaba chiquitos y tu mamá y yo les dábamos chiche a ti y a Hilda y los dos nos mamaban a mi o a ella por igual. Pero un día tu papá nos sorprendió casi encueradas dándoles de mamar, a mi me dio mucha pena con él pues nunca había estado sin ropa frente a él, ni con ningún hombre, y luego tu no me soltabas la chiche, te la quería quitar y me mordías fuerte, así que nada mas pude ponerme un trapo que me aventó tu mamá para taparme las chiches y no me las estuviera viendo Ramsés.

¿Y mi mamá que hacia?... preguntó Germán.

Ella le estaba dando chiche a Hilda, muerta de la risa... dijo Penélope riendo al recordar... pero ella si le pudo sacar la chiche y vestirse. Pero eso no era lo que nos había asustado, lo que pasó fue que tu papá salió de la casa para ir con sus amigos y para que yo me vistiera. Pero nosotras creímos que se iba a tardar, y empezamos a mamarnos entre las dos.

¿Qué, no me digas que hacen tortillas las dos?... gritó sorprendido Germán.

Ay no digas así... le ordenó Penélope... se oye muy feo eso, además era algo que siempre, desde niñas, habíamos hecho, y es que como mi mamá siempre tuvo hijos casi cada año, siempre la veíamos criando, así que nuestros juegos eran muchas veces jugar a la mamá entre nosotras y nos dábamos de mamar desde niñas. Y como siempre dormimos en la misma cama las dos, cuando alguna no podía dormir la otra le daba chiche, y ya cuando tu naciste no pudimos seguir pero cuando me fui a vivir con ustedes y estaba criando a tu prima fue fácil volvernos a mamar y mas con la curiosidad de que ya las dos teníamos leche para darnos.

¿Bueno pero nada mas se mamaban o hacia todo lo demás?... indagó Germán curioso y excitado.

Ay que metiche eres, eso no te lo voy a decir... bromeó Penélope entre sonoras risas... ¿Para qué lo quieres saber? Eso no te interesa.

Claro que me interesa... dijo Germán abrazándola por detrás y haciéndole cosquillas en los costados entre fuertes carcajadas de los dos, pero sin que Penélope aceptara hablar, así cayeron al suelo y Germán la pudo poner sobre sus rodillas y metiendo la mano entre la pantaleta localizó el ano de ella amenazándola en broma con meterle el grueso pulgar.

No mi amor, por ahí no mi vida... suplicaba Penélope riendo desesperada... espérate no me lo metas, si te lo voy a decir.

-0-

A su mente acudieron de golpe todos esos recuerdos que eran muy queridos por ella, le recordaban situaciones divertidas y agradables. Su mente la llevó a cuando se despertó en las dos hermanas el interés por el sexo, cuando estaban las dos en la escuela secundaria y habían empezado a fijarse en los muchachos.

Una noche antes de dormir estaban platicando cuando sus otros hermanitos ya se habían dormido, de repente Montserrat, sin más preámbulo le preguntó

¿Oye Penny, tu sabes besar?... dijo Montserrat sorpresivamente.

No idiota, ¿Cómo crees que voy a saber?... respondió divertida Penélope… si no he besado a nadie todavía.

¿Cómo crees que sea?... comentó Montserrat... me gustaría aprender antes de besar a un muchacho para no regarla.

Pues debe ser como en la televisión... respondió Penélope... así como lo hacen los artistas.

Yo he oído que hasta se meten la lengua en las bocas, y que les gusta mucho... le informó Montserrat... además que se tiene que chupar los labios y la boca como succionando.

Ah, pues yo no sabía eso... confesó Penélope... pero ha de ser bonito.

¿Lo practicamos tu y yo?... propuso Montserrat...al fin que puede ser como cuando nos damos chiche.

Pues si ¿Verdad?... opinó Penélope... no creo que pase nada malo si ensayamos entre nosotras.

Bueno entonces voltéate un poquito... pidió Montserrat girando ella también para quedar de frente a su hermana... pero abre un poco la boca.

Las juveniles bocas se unieron en ese primer beso experimental probando por primera vez sus labios y lenguas en forma tímida y cautelosa.

¿Qué tal, te gustó?... pregunto Montserrat, viendo ansiosa la reacción de su hermana.

Pues si, se siente bonito besar... contestó pensativa Penélope... ¿Eso será todo lo que se hace?

No sé... respondió Montserrat... vamos a hacerlo mas pero ahora chupando mas y usando las lenguas ¿Si?

Bueno está bien... aceptó Penélope... bésame otra vez.

Esa fue la pauta para que despertara en ellas, en forma mas abierta, el interés por los muchachos y desear tener novio con quien besarse, la mas activa en ese aspecto fue Montserrat, pues al poco tiempo ya había aceptado a un muchachito como novio, solo que él ya tenia mucha mas experiencia en el plano sexual y le enseño muchas cosas nuevas para ella, y que no tardaba en enseñárselas a su vez a Penélope quien recibía esas enseñanzas con mucho agrado, deseosa a su vez de tener un novio con quien practicar, mientras eso pasaba seguiría practicando con Montserrat.

Los besos y las enseñanzas entre ellas, las fueron llevando a tratar de conocer más del sexo, y ponían mucha atención cuando sus amigas contaban sus experiencias para luego ellas ensayarlas por las noches en la intimidad de su cama

Así descubrieron la masturbación entre ellas y exploraron una a otra sus vulvas, incluso llegaron a descubrir el sexo oral entre ellas, poniendo en práctica lo que oían de las muchachas mayores, y mas aun cuando Penélope aceptó por fin a un jovencito casi de su edad, con él fue descubriendo algunos secretos y gustos de los hombres, que transmitía a su hermana en sus sesiones nocturnas, habían logrado ya sus primeros orgasmos entre ellas masturbándose, mas como un juego, compitiendo en ver quien hacia terminar primero a la otra usando sus manos únicamente, pero aun no lograban venirse cuando las masturbaban sus novios ni con el sexo oral entre ellas o cuando se lo hacían ellos, sin embargo se estaban convirtiendo en expertas al mamarles el pene a sus novios, haciéndolos venirse cuando ellas querían y probando los torrentes de juvenil semen que ordeñaban de esas vergas. Ellas habían aprendido a conocerse perfectamente, y se tenían total confianza y comunicación, pero lo que había entre ellas lo consideraban natural, pues no disminuía en nada su interés por el sexo opuesto ya que no sentían atracción por otras mujeres..... Aun.

Fue una de esas noches calurosas en que el líbido de las dos estaba muy alto por haber recibido un intenso y excitante manoseo por parte de sus novios, pues ya se habían puesto de acuerdo que les permitirían a los jovencitos, mamarles los senos ese día, y así lo hicieron durante las primeras insinuaciones de ellos por avanzar mas allá de solo acariciarles los senos por encima de la ropa, las chicas, que iban vestidas con blusas abotonadas al frente, permitieron esta vez a los novios desabotonarles las blusas y sacarles los senos del brasier, el resto era solo esperar sus bocas ávidas en los ya desarrollados pezones juveniles, las mamadas, aunque inexpertas por parte de ellos, no dejaron de ser excitantes y pusieron muy alto el líbido de las chicas, tanto así que cuando estaban listas para dormir, la reprimida lujuria les impedía conciliar el sueño exigiéndoles un alivio a su elevada excitación.

Penny ¿Estás despierta?... preguntó Montserrat en voz baja.

Si, ¿Por qué?... respondió Penélope en el mismo tono.

No puedo dormir... confesó Montserrat... Paco me dejó muy caliente, y no me puedo dormir así.

Yo tampoco puedo dormir... dijo Penélope. Y me siento como tu, Benja me dejó igual a mi.

Oye ¿Nos besamos un poquito?... propuso Montserrat... para ver si se nos pasa, y vemos quien se viene primero.

Bueno, pero te voy a ganar vas a ver... dijo Penélope riendo con su hermana.

Pero ahora lo hacemos diferente... sugirió Montserrat... vamos a quitarnos la pijama, al fin que está haciendo calor.

Ándale ¿Y los calzones también?... preguntó Penélope.

Si también, pero no hagas tanto ruido... regañó Montserrat.

Yo no hago ruido... dijo Penélope... tu eres la escandalosa, no vayas a chillar como loca cuando te vengas.

Ay, ya cállate y hazte para acá... ordenó bromeando Montserrat.

No, ahora a mi me toca arriba... pidió Penélope.

Bueno, está bien, pero no me aplastes mucho... reclamó Montserrat colocándose en el centro de la cama.

Penélope se acercó a su hermana que estaba desnuda bajo las cobijas al igual que ella, y se recargó a un lado, subiendo su torso en el de Montserrat, para quedar cara a cara, Montserrat la esperaba con los brazos abiertos, para abrazarla entre ellos, ofreciéndole su fresca boca entreabierta. Guiada por un extraño impulso Penélope se acercó a la boca de su hermana mas lentamente que de costumbre, y muy despacio fue juntando sus labios a los de su hermana. Muy suavecito deslizó su boca por la otra que estaba anhelante de caricias, los labios se unieron con exquisita calma, y el calor de sus entrañas aumentaba lentamente en ellas las dos sentían la humedad creciente en sus vaginas y movían ya sus caderas cadenciosamente, estuvieron besándose por varios e interminables minutos, disfrutando una rara sensación que no habían sentido aun entre ellas, poco a poco se dieron cuenta de que se estaban excitando sexualmente una con otra, sus respiraciones se iban agitando conforme aumentaba la intensidad de los besos y sus labios ahora chupaban otros labios y las lenguas se enredaban saboreándose en forma serpenteante.

La boca de Penélope fue resbalando por la mejilla de Montserrat hasta fijarse en el cuello de su juvenil pareja, ahora estaba disfrutando mas de la piel de su hermana, que se entregaba a ella meneando su cuerpo en forma involuntaria en busca de algo que aun no sabia definir con exactitud. Montserrat levantó los brazos sobre su cabeza quedando expuesta su delicada axila a la vista de Penélope, que en un impulso irrefrenable dirigió sus besos a esa atrayente zona, besando delicadamente primero y después probando con su lengua el íntimo sabor de su hermana, sorprendiéndose con el delicioso aroma perfumado de la bella axila femenina, que mostraba una incipiente pelusita escasa que anunciaba lo lampiña que iba a ser en el futuro esa región anatómica de Montserrat. Penélope besó, pero también lamió y chupó golosamente esa axila y la otra a petición de Montserrat.

Bajó su cara hasta los senos de duros y erectos pezones y los mamó con un deleite tal que nunca había experimentado, los mamó tal y como maman los bebes a sus madres, provocando que el movimiento de Montserrat fuera de convulsiones incontrolables. Pues su cadera prácticamente brincaba en la cama mientras sus piernas se abrían y cerraban tratando de recibir a alguien entre ellas. Por instinto Penélope llevó su mano hacia la demandante vulva de su hermana y la acarició en forma gratificante concediéndole un calmante masaje a la húmeda cavidad de la adolescente.

Montserrat abrió las piernas para que la esperada mano de Penélope se posara en su vulva y la acariciara hasta saciar su lujuriosa sed, tanta era su excitación que tomó la mano de Penélope con la suya guiándola y frotándola con fuerza desesperada, moviendo en forma frenética su cadera y resoplando ahogados gritos que intentaban anunciar a viva voz el placer intenso que estaba experimentando en ese momento, con un esfuerzo enorme, Montserrat pudo controlarse de no gritar al estallar sus entrañas en mil desquiciantes pedazos que arrancaban su alma en jirones contrayendo todo su ser en espasmos terribles que convulsionaban todo su cuerpo.

Penélope miraba maravillada como su hermana había desatado esa furia candente de su lujuria, liberándola en esa hermosa manera de soltar al mundo su ardiente líbido en una erupción de flujos vaginales, que corrían como ríos hacia el exterior de su cuerpo. Pero la sed de pasión en Penélope no había menguado, antes al contrario, al acariciar y besar el bello cuerpo de su hermanita su excitación había aumentado así como su necesidad de ser atendida por Montserrat, pero su hermana había quedado rendida ante el intenso orgasmo al que la había llevado Penélope. Así que enfebrecida por la pasión insatisfecha, se colocó entre las piernas de Montserrat tratando de juntar las dos vulvas, Montserrat sin fuerzas y completamente extenuada, se dejaba acomodar por Penélope, quien metió una pierna entre las de Montserrat acoplando de este modo las dos vaginas y en cuanto sintió en su vulva la viscosa y caliente conchita de Montserrat inició un frote de sexos enloquecedor que le permitía tallar su clítoris y los sensibles labios unos contra otros, era tal la calentura de su interior que tardó muy poco en alcanzar en esa nueva posición un trepidante orgasmo, acompañado de su primera eyaculación, que mojó la vulva de su hermana y la cama bajo de ella, cayó sobre su espalda rendida por el placer de su primera e intensa cogida incestuosa, permaneciendo al igual que Montserrat desmadejadas, rendidas y sudorosas, vencidas por un relajante sueño, del cual despertaron muy de madrugada poniéndose su pijama para descansar una en brazos de la otra después de darse un prolongado beso de agradecimiento mutuo. Después de esa cogida siguieron muchas más durante todo el tiempo que permanecieron viviendo juntas durante su soltería.

Pero Ramsés se cruzó en la vida de Montserrat y las cosas avanzaron rápidamente entre ellos. La desvirgó en un hotelito cercano al barrio, y ahí conoció ella, lo que era tener un orgasmo cogiendo con su hombre, al saber que Montserrat estaba embarazada la primera reacción de Ramsés fue la de no casarse aun, pero cuando conoció a Penélope, su idea cambió y aceptó entonces el matrimonio con Montserrat y esperar el nacimiento de su hijo.

Sus recuerdos volaron rápidos, a cuando fueron descubiertas por Ramsés amamantando semidesnudas a los bebés y lo que sucedió después a partir de ahí.

Recordó como trataba torpemente de cubrir su pecho con la pequeña cobija de bebé, pero entre su vergüenza y nerviosismo, y el movimiento de Germán para no ser cubierto, la prenda resbalaba una y otra vez descubriéndola ante las divertidas miradas del matrimonio.

Ay Penny, ya no te tapes... gritaba divertida Montserrat, riendo escandalosamente... Ya te vio Ramsés las chiches. Ya déjate así además al niño no le gusta mamar cubierto.

Lo que pasa es que se me esta saliendo la leche del otro lado... dijo apenada Penélope... y no vamos a poder...... ¡Ya sabes que!

¿No van a poder qué?... preguntó curioso Ramsés.

Nada es cosa de nosotras... dijo Montserrat rápidamente... no seas metiche, es cosa de hermanas. Y mejor sal un rato y déjala vestirse.

Esta bien voy a dar una vuelta no me tardo... dijo Ramsés y salió de la casa.

Ya se fue, babosa ya mero nos descubres... dijo Montserrat regañándola.

Pues no sabia que hacer y luego que Ger no quiere soltarme... se quejó incomoda Penélope.

A ver déjame quitarte al niño... pidió Montserrat agarrando a Germán queriéndolo separar de Penélope... ven Ger, deja ya a tu tía, ven conmigo, yo te doy tu chichita mi vida.

¡Ayy! Me está mordiendo Monse... gritó Penélope y casi llorando agregó... mejor no lo jales porque me lastima mucho.

¡Ya Ger!, deja a tu tía o me voy a enojar contigo... dijo enérgica Montserrat regañando a su hijo... no ves que la lastimas y le duele, así ya nunca te va a dar chichita tu tía.

El regaño surtió efecto y Germán soltó el adolorido pezón de Penélope, mientras su mamá lo cargaba para acostarlo junto a Hilda. Y como les pasa a muchos niños, al apenas poner la cabecita en la almohada ya estaba dormido el pequeño Germán. Montserrat fue junto a Penélope para ver si estaba lastimada seriamente.

A ver que te hizo mi hijo... dijo Montserrat apenada con su hermana tomándole el seno para revisarle el pezón... ¿Te lastimó mucho, te cortó?

No hermanita... la tranquilizó Penélope, enseñándole el pezón para que Montserrat lo revisara bien... nada mas fue la mordida pero si me marcó los dientitos mira.

Si Penny, que pena, ¿Te duele mucho?... le preguntó Montserrat mientras acariciaba y sobaba el pezón con los dedos... voy a darte una chupadita para que te deje de doler ¿Si?

No, mejor mámame la otra Monse... le pidió Penélope... la tengo muy llena y ya me duele también, así mientras se me pasa lo adolorido de mi pezón.

Penélope se acomodó en la cama de Montserrat y le hizo un espacio a su hermana, para ofrecerle su seno, rápidamente se acostó Montserrat y se prendió del pezón de su hermana mamando golosa la leche materna que se le ofrecía. Y como complemento metió la mano bajo la amplia falda de Penélope separando esta las piernas para que entrara la mano fácilmente, empezando a acariciar suavemente la vagina mientras le succionaba el pezón.

Oye Monse mejor luego seguimos... pidió Penélope con la voz quebrándosele de excitación... no vaya a ser que regrese Ramsés y no nos demos cuenta y nos vaya a cachar en plena cogida.

Pues ya se te cumplió el deseo cuñadita... se oyó la voz de Ramsés que estaba parado en la puerta del cuarto viéndolas sorprendido y desconcertado... ¿Así que esto es lo que hacen cuando no estoy?

-0-

 

Me dio muchísima vergüenza que tu papá nos encontrara... confesó Penélope ruborizándose de solo recordar ese episodio... no podía verlo a la cara y me salí corriendo para mi cuarto.

¿Y mi papás que hicieron?... indagó Germán con interés.

Se quedaron en su cuarto alegando primero... relató Penélope abrazando a Germán por la espalda mientras comía y ella seguía contándole sus recuerdos... pero al poco rato tu mamá entró a mi cuarto para decirme que tu papá quería hablar con las dos.

 

CONTINÚA.....