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Ayuda materna 2

en Amor filial

AYUDA MATERNA 2

Después de ese maravilloso encuentro, las cosas en mi hogar continuaron aparentemente, su curso normal, pasaron los días y siguieron las semanas y los meses, hasta el siguiente fin de cursos escolares en que mis hijos salieron de vacaciones veraniegas, no volvió a darse otro encuentro en todo ese tiempo, no hubo nada de nada, pero yo no dejaba de pensar y de recrearme al recordar como vibré bajo el cuerpo de Fito, era desconcertante para mí no sentirme molesta conmigo misma por haber casi fornicado con mi hijo, dejarlo mamarme como un amante y encima de eso hacerlo venirse y tener yo misma un escandaloso pero delicioso e inolvidable orgasmo en el que eyaculé a mares.

Sin embargo me sentía en paz conmigo y con Fito, la infidelidad para con Arturo carecía de importancia para mi, pues él no dejaba de acostarse y coger con cuanta niña linda le meneara el culo. Así que no me sentía mal por haber tenido un orgasmo con otro hombre, aunque ese hombre era nuestro hijo.

Fuimos de vacaciones a pasarlas en nuestra casa de la capital, la cual habíamos dejado intacta para volver en cuanto teníamos unos días de descanso. Las chicas salían desde temprano con las amigas y las primas Arturo se iba a ver sus amigos o tal vez a sus antiguas conquistas, sin que eso me causara ninguna incomodidad, Fito salía igual a reunirse con sus amigos pero según me contó, la relación de amistad con ellos ya no era la misma y no disfrutaba tanto como antes de los juegos, mi hijo ya estaba creciendo y veía en ocasiones la vida con otro enfoque y desde un punto de vista diferente.

Así se dio que al volver a ver a una de sus amigas se emocionó pues la chica ya empezaba a embarnecer y a dar los frutos de su cuerpo juvenil, sus senos ya eran de un tamaño más que considerable su cintura se había estrechado y su cadera apuntaba a ser su máximo atractivo sostenida por unas piernas largas, gruesas y torneadas que eran la envidia de más de una.

Pero el infortunio perseguía a Fito en lo sentimental, pues Magda, su amiga, estaba enamorada de uno de los antiguos amigos de Fito y no le dio a mi hijo ninguna esperanza, lo que vino a entristecerlo un poco, sin llegar a la crisis anterior, pero sí dejándolo bastante desalentado, a grado tal, que no quiso salir esa noche con sus amigos.

Las niñas pidieron permiso para dormir en casa de una de mis hermanas pues habían organizado una fiesta de piyamas, y Arturo por su parte me avisó que se tomaría el fin de semana con los amigos para ir de pesca y acampar esos días. Así que Fito y yo quedamos solos en casa para ver televisión y cenar, esa escena era común en mi hogar, no era extraño que pasáramos la velada Fito y yo solos, pero hasta ese día no había vuelto a darse otro encuentro sexual, ni él me buscaba ni yo a él, éramos simplemente madre e hijo.

Yo lo veía como su rostro estaba triste y pensativo, pero por más que tratara de distraerlo y platicar de algo, solo respondía con un sí o un no, me empecé a acalorar y decidí irme a acostar y continuar viendo la película en mi recámara, más que nada al tener poca respuesta de Fito, entendí que no deseaba hablar del asunto y prudentemente decidí no insistir más.

Ya me había cambiado y puesto mi camisón favorito, uno suelto y delgado que no me tapaba mucho pero tampoco me acaloraba, con esa vestimenta y el ventilador de techo era más que suficiente para refrescar mi habitación.

                                   

Ya estaba yo acostada sobre la cama aun sin destender, cuando oí que Fito apagaba el televisor de la sala y subía las escalera rumbo a su habitación, pero cruzando antes por la mía, yo había dejado la puerta abierta para que corriera el aire fresco, cuando lo oí acercarse lo llamé para despedirlo y al asomarse vi su rostro aun más triste que hacía unos minutos.

-          ¿Qué pasa Fito, deseas que ….. “platiquemos” un momento? —dije sintiendo un cosquilleo nervioso en mi interior al darme cuenta que mi comentario había sonado a una invitación de otra índole.

-          No, no má, no te preocupes, no tiene importancia y además me da pena contigo, no quiero parecer chillón ante ti —dijo Fito con visible incomodidad

-          Vamos mi amor, solo quiero ayudarte a que te sientas mejor —dije con sinceridad dándome cuenta de que Fito reparaba en mi vestuario, que transparentaba todo mi cuerpo, me sentí un poco turbada pero no le quise dar importancia— tal vez si te desahogas platicando tu sentir, te sientas mejor, a veces cuando dices lo que sientes te das cuenta de que no era tan terrible como parecía.

-          No sé má, tal vez tienes razón pero no quiero parecer débil ante ti —confesó Fito mirándome a los ojos— y menos aun cuando pasó aquell……

-          ¿Cuándo pasó que cosa mi cielo? —indagué yo, al haberse detenido él en completar el comentario, pero al instante supe a lo que se refería mi hijo, así que traté de disimular y no dar importancia a lo sucedido para no incomodarlo y ganarme su confianza— entiendo, pero en este momento lo que importa es saber por qué estas así, ¿Es por………aquello?

-          No, no mamita, para nada, —se apresuró a aclarar— eso fue……. muy bonito, lo de ahora nada tiene que ver con eso.

-          ¿No quieres contarme? —dije risueña, para alentarlo con mi sonrisa, mientras me sentaba y tomaba mis piernas dobladas entre mis brazos— anda, cuéntame y verás que se te va a quitar la tristeza.

-          Bueno, está bien —respondió un poco animado Fito, apoyándose en el marco de la puerta — en verdad no sé qué pasa en mi, a las chicas que me interesan solo me quieren como amigo y nada más, prefieren a otros antes que a mí.

-          Vamos cielo, esa es solo la imagen que tú ves, pero tal vez no miras en todo tu alrededor, estoy segura que a más de una chica le gustas y desearían ser tus amigas o tus novias, eres muy guapo, y no es porque soy tu madre, como hombre me gustas mucho….. — me frené de golpe pero ya lo había dicho, le había confesado a Fito ¡¡Y a mí!! que me gustaba como hombre—

-          Si mamá, eso dicen todas las mamás a sus hijos —dijo riendo con amargura—

-          En verdad Fito, solo fíjate en las personas que te rodean —le dije aliviada de que no le diera importancia a mi confesión, aunque la mas escandalizada era yo en ese momento al aceptar esa verdad— pero ven acá a mi lado. Pone más cómodo, así te veo mejor.

-          Tal vez tienes razón má, ¿Pero por qué a las muchachas que me gustan no les gusto yo? —dijo exhalando el aire con fuerza mientras se acostaba a mi lado apoyando la cabeza en su mano para verme mejor. Yo trataba de que viera lo menos posible de mi cuerpo y no cambié de posición—siempre elijen a otro y a mí no.

-          Pues en el corazón nadie manda mi amor —dije mirándolo fijamente a los ojos para que no volteara a ver mi cuerpo casi desnudo, solo tenía un bikini pequeñito bajo el camisón— te enamoras o no te enamoras, es así nada más. Ellas posiblemente ya estaban enamoradas de esos muchachos desde mucho antes de que aparecieras tú. Hasta que les llegó su oportunidad de estar con ellos. Pero a ti también te va a ocurrir lo mismo, solo dale oportunidad a las chicas de acercarse a ti. Ellas te guiarán ya lo verás.

-          Creo que tienes razón — dijo pensativo mientras metía su mano entre mi pecho y mi pierna, tocando la piel desnuda bajo mi brazo de una forma que nos pareció muy natural a los dos. Continuamos platicando más acerca de los enamoramientos y cosas triviales. Era solo el pretexto para que Fito siguiera acariciándome.

La punta de sus dedos largos y delgados se paseó por la desnuda piel de mi brazo, mi axila, y el nacimiento de mi seno. No me dijo nada, pero también yo me mantuve sin decir palabra al respecto, ya en ese momento solo salían de mi boca exclamaciones acalladas de sorpresa por las caricias que me prodigaba mi hijo. Bastó solo una leve presión de sus dedos entre mi seno y mi pierna para que yo bajara esta última y dejara el libre acceso a mi pecho. La mano de Fito se deslizó bajo el camisón y atrapó mi vibrante seno, sujetando entre sus dedos mi endurecido pezón arrancándome un gemido involuntario de placer.

No es que yo estuviera necesitada de sexo, Arturo se había encargado de dejarme bien satisfecha la víspera, al darnos una deliciosa y larga cogida con varios orgasmos míos y dos copiosas eyaculaciones de él.

No estaba entonces ansiosa de coger, pero esto era diferente era lo prohibido, era el sentimiento en mi del enamoramiento, su mano sobaba mi seno pesado en círculos deliciosos, dándome gran placer mientras sus dedos oprimían y soltaban mi pezón y mis areolas ya estaban ovaladas por la excitación, irradiando señales de deseo a mi cuerpo, en especial a mi vagina que empezaba a lubricar, no supe cómo me fui acomodando de lado para quedar frente a frente con Fito, ni cuándo el camisón dejó de estar más en mi cuerpo, él se bajó un poco para poner su cara a la altura de mis senos, mientras yo, de manera por demás seductora, tomé mi teta con mi mano como si se tratara de una copa repleta y la guié a su boca sujetándomela, apretándola y soltándola como si la exprimiera para sacar de ella la inexistente leche, Fito soltó un bramido leve al verme ofrecer mi seno suave y tembloroso, para que lo mamara goloso, con glotonería e hiciera en él lo que quisiera, yo pasaba mi mano de mi seno a la cabeza de mi hijo, mi seno oprimiéndolo contra su cara, y su cabeza contra mi pecho, con suavidad. Sentí la succión inconfundible en mi pezón, y mi garganta, ya no cesaba de exhalar jadeos y gemidos de placer, que salían desde lo profundo de mi pecho.

Entre la bruma del deseo, vi cómo Fito se separaba un momento de mi, para despojarse de su camiseta, su short y su trusa, mostrando brevemente su crecido y erecto falo, no me había imaginado que le fuera a crecer tanto, es de un tamaño más que aceptable, grueso y largo con una cabeza sobresaliente del tronco, es un pene hermoso, al cual se dirigió mi mano para constatar con el tacto lo que habían visto mis ojos, lo sentí caliente y muy duro, mucho más duro y grande que el de su padre, y eso que en Arturo, ese es uno de sus principales atributos, muchas conquistas son por la fama de su pene.

                                     

Lo acaricié de arriba abajo, sentí lo viscoso de su jugo y me llegó el olor de su esmegma, tiene un olor varonil y fuerte. Producto de su alimentación a base de carne principalmente. Sentí como mi bikini resbalaba por mis caderas y piernas hasta dejarme totalmente desnuda, volvió a recostarse a mi lado para continuar mamándome mientras mi mano sobaba y reconocía gratamente sorprendida, la talla que habían alcanzado esa verga y esos testículos que hacía 15 años habían salido de mi. Desde que lo bañé la última vez aun siendo niño, no había vuelto a verle el falo, y vaya manera de reencontrarme con él.

Como mi mano acariciaba su miembro, mientras Fito hacia lo suyo en mis senos sujetándome uno con su mano bajo su cuerpo, su boca chupaba indistintamente un pezón y el otro, su mano libre se deslizó entre mis piernas. Al sentir esa tibia mano separé mis muslos y lo dejé llegar a mi mata de vello sedoso y ensortijado, su mano se posó en mi vulva de inmediato y sus dedos invadieron mi vagina, bañados por mi jugo viscoso y abundante, al sentir los dedos en mi interior, mi cadera inició un vaivén cadencioso acompañando la exploración a la que era sujeta, mi mano trabajó con más intensidad en el tronco de la verga, subiendo y bajando hasta que en un momento dado, Fito dejó de mamarme y quedó frente a mí, cara a cara, nos miramos aprobatoriamente a los ojos en un lenguaje que no necesitaba palabras, los dos sabíamos lo que venía a continuación, mi boca se acercó a la suya mientras en mis entrañas las mariposas adormiladas despertaban y batían sus diminutas alas creándome un nervioso cosquilleo interno, que me hacia retorcer de placer y ansiedad, mi corazón golpeaba en mi pecho con fuerza y sus latidos retumbaban en mis sienes ensordeciéndome hasta el delirio, mi cabeza daba vueltas en todos sentidos, ya había perdido yo el control, mientras tanto nuestras bocas se aproximaban una a la otra, sin obstáculos en un movimiento lento que disfrutamos tanto él como yo, su respiración era acelerada, muy rápida, igual que la mía. Bebimos nuestros alientos y los saboreamos, aun antes de que nuestros labios se tocaran, yo no pude mas y al contacto de su piel con la piel de mi boca, cerré los ojos para sentir con más intensidad, y así me perdí en esa exasperante caricia lenta, al principio, pero que paulatinamente fue cobrando fuerza y ritmo, mi boca se abría y cerraba chupando labios y lengua al igual que los míos eran chupados y succionados por esa boca casi infantil.

Sin despegarnos de las bocas sentí como el cuerpo de Fito se posaba sobre el mío, me giré para quedar de espaldas y me abrí como flor para recibir a mi invitado que ya succionaba mis mieles, y en breve introduciría su miembro para depositar en mi su amor en forma de simiente líquida y caliente, sabía que debía abrirme lo más posible pues el adorado falo había ganado talla en esos momentos, y quería que la primera penetración fuera sin obstáculos para él.

Cuando la punta enfebrecida tocó los abiertos labios de mi vulva, deshice un poco el beso.

-          Métemela lento mi amor, despacito, —le pedí suplicante pues ansiaba disfrutar lo que siempre había soñado. Y nunca tuve, la primera penetración de un hombre en mi la ansiaba lenta disfrutando cada centímetro de su desconocida verga que penetrara en mi.

-          Si Naty, te la voy a meter como tu digas —fue la primera vez que Fito me llamó por mi nombre, y así lo siguió haciendo cada vez que cogíamos, pero solamente en esos momentos, después yo volvía a ser “Mamá”.

Mis labios buscaron los suyos con ansias, mi boca mamó su lengua, mientras mi vulva recibía en pleno el contacto con la imponente cabeza del poderoso pene, con tan solo la presión del peso del miembro, los labios se empezaron a separar para abrirse al invasor y dejarle el paso libre cobijándolo con sus húmedas y tibias paredes que envolvían amorosamente ese orgulloso falo, que penetró lento pero continuo según lo pactado y prometido.

La penetración fue lo que siempre soñé, me dejó más que satisfecha, sentí como mi vagina se llenaba gradualmente en una forma interminable y deliciosa, desesperantemente lenta entraba la verga en la madre, invadida de lujuria y deseo. Esperaba yo con calma y paciencia toda la penetración mientras sentía que en mis entrañas el borde de mi represa estaba saturado, a punto de reventar, mientras la monumental verga seguía su paso, poseyendo a la mujer, haciéndola sollozar de satisfacción, pero yo permanecía inmóvil dejándome poseer, hasta la raíz. En mi interior sentía como me acercaba al estallido de mis sentidos, por fin sentí como los testículos de Fito tocaron mis nalgas y la débil barrera que contenía mi orgasmo reventó, convulsionándome y sacando desde el fondo de mi pecho un incontenible grito de deleite y gozo que invadió toda la casa, mi cuerpo saltaba incontrolable ante la firme monta de Fito que se aferraba a mis costados mientras yo me abrazaba a su espalda pidiéndole que me bombeara, que me cogiera que hiciera de mi lo que se le antojara.

Él ya no necesitaba guía, me montó, montó a su madre, se la cogió con delirio, con fuerza, con deseo lujurioso, era su primera vez, y se cogía precisamente a su madre, bramaba y resoplaba brusco, yo trataba de seguir su ritmo, y no dejé de menearme, su verga salió de mi unas 3 o 4 veces pero él de inmediato encontraba nuevamente el codiciado canal materno por donde había salido al mundo y al cual regresaba en forma de poderosa verga, para recodar cuando alguna vez estuvo dentro, ahora entraba y salía con fruición, con verdadero deleite.

Yo trataba de guiarlo para que me disfrutara lo más posible, para que esa primera cogida entre ambos fuera interminable, y él obediente continuaba cogiéndome, haciéndome gozar y gozando él mismo a su vez, nuestro olores se fundían en el ambiente, los gemidos, susurros, jadeos y grititos, invadían y daban coro a nuestra pasión, se oía el chocar de nuestros cuerpos húmedos de sudor, su cara goteaba sudor en la mía y yo lo bebía golosa, como si fuera el mas delicioso néctar que hubiera paladeado mujer alguna.

Mi fuente se llenaba de nuevo rápidamente, me sobrevenía un nuevo orgasmo, y me dejé llevar a él, dócil y maleable, y en mi vagina su miembro comenzó a inflarse aun mas de puso duro como el acero y caliente como una braza encendida, presa de un líbido incontrolable abandoné mi cuerpo al suyo lo dejé cogerme como quiso, estaba yo desmadejada esperando explotar una vez más me propuse esperarlo a que él llegara a su eyaculación para acabar juntos. No tuve que aguardar mucho, ni coordinar nada, todo llegó maravillosamente solo, no pude resistir mas y mi vientre liberó todo el placer que contenía, al mismo tiempo Fito gruñó feroz, como fiera salvaje disparando dentro de su madre toda su retenida carga de semen, salieron de él chorros pesados y calientes, abundantes, tanto que me saturaron y de inmediato brotaron fuera de mi. Buscó ansioso mi boca y nos fundimos en un ardiente beso que selló por siempre nuestras vidas.

No sabía en ese momento que pasaría con nosotros, pero estaba confiada en manejarlo con discreción, para que durara por siempre, era nuestro secreto, y lo ha sido desde entonces.

En tanto, Fito estaba sobre mí, yo lo sentí ligero, sin peso, a diferencia de su padre, mas esa no era la única diferencia entre ellos, el pene de Fito parecía no rendirse y continuaba duro y agrandado, yo me sentía plena, llena a más no poder, mi vagina dilatada y húmeda por su semen y mis jugos, me besaba una y otra vez y yo correspondía a esos besos enamorada, sudaba, estaba toda mojada por dentro y fuera, de pronto sentí el cabeceo de la verga invasora, dentro de mi, estaba reaccionando de nuevo gracias a su esplendida juventud, sin más Fito inició un suave movimiento de sus caderas lo cual aproveché yo para enseñarle como moverse para satisfacerme, le enseñé a cogerse a su madre y a hacerla gozar como poseída.

Al igual que la primera vez que cogí con Arturo, el amanecer nos encontró entregados a nuestros deseo, dándome a mí el papel de instructora y a él el de aprendiz solícito e inteligente, cogimos de todas formas y posiciones, llegó a mi desde todos los puntos y lo recibí dentro de mí con todo mi cuerpo, mi ano y mi boca también se deleitaron con mi hijo, hasta que cayó rendido de sueño y cansancio.

 Pero, para no cansarlos, los otros encuentros de esa noche se los platicaré en otra ocasión, si ustedes así lo desean.