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Ayuda materna 5

en Amor filial

AYUDA MATERNA 5

Pensé que Juliana bromeaba conmigo y no creía en mi propuesta, siempre había sido muy ágil de mente para sus respuestas, las daba con mucho ingenio y era difícil saber cuándo hablaba en serio y cuándo no, los años nos habían unido a las tres hermanas pero no de una manera igual, eso había sucedido desde nuestra primera juventud. Julieta, la otra gemela resultó un poco frágil de salud y por tal motivo mis padres la tuvieron más cerca de ellos, y yo como hermana mayor me acomedí a acercarme a mi hermanita Juliana, ellas son solo 4 años menores que yo. Ese acercamiento entre ella y yo nos ha permitido identificarnos más, pero sin hacer menos a Julieta, solo que había más comunicación y confidencia entre Juliana y yo.

  • Dime ¿A quién tienes intención de amamantar July? —pregunté desconcertada por la condición que me había propuesto—

  • Ay, a nadie en especial, pero al oírte me pareció una buena idea hacerlo yo también jajaja—dijo alegre y sinceramente— Aun no tengo hijos y no sé si los vaya a tener, pero siempre he tenido la curiosidad por ver que se siente lactar. Cuando las he visto a ti y a Yuli amamantando a mis sobrinos me ha movido el deseo de saber que se siente darle leche a alguien.
  • Ah, me sorprendiste con pedírmelo —dije comprendiendo la razón de su respuesta, Juliana no había querido tener hijos con Sergio, pues su matrimonio siempre había sido de altibajos, con separaciones frecuentes y poca estabilidad familiar, aunque lo económico era más que aceptable, y les permitía una vida holgada y hasta cierto punto lujosa, pues la familia de él tenía una cadena de gasolineras y mi hermana ganaba bastante bien en una revista femenina, escribiendo artículos para mujeres, haciendo su trabajo desde su casa por internet.
  • Y dime Naty, ¿En verdad deseas volver a lactar?—preguntó Juliana con suspicacia, pues ella sabia la verdad de mi matrimonio— ¿Por qué te nació el deseo de amamantar a tu marido, tan de improviso?
  • Me gustaría que pasara más tiempo en casa, y así sería una atracción para él —volví a mentir, pero dándome cuenta de que ni yo me lo creía y al ver la cara de mi hermana, supe que ella tampoco daba crédito a mis argumentos —Ay, no me mires así.
  • Ay Naty no te creo nada, dime la verdad para ayudarte —me dijo autoritaria— si me lo dices te prometo mi ayuda.
  • Está bien, tu ganas —dije aceptando que mentía— conocí a alguien y quiere que yo lacte para él.
  • ¿Quién es? —indagó curiosa Juliana sonriendo con complicidad— ¿Lo conozco?
  • No, no lo conoces —le respondí mintiendo de nuevo— Después te lo presentaré, lo conocí casualmente.
  • ¿Me lo prometes? —exigió mi hermana con gesto de triunfo— Y por supuesto también me contarás todo lo que han hecho.
  • Si Juliana, te lo prometo,—mentí, pero está vez si me creyó, no iba a decirle nunca la verdad para quién quería yo lactar— y si mantenemos la relación lo suficiente lo conocerás
  • ¿Mantener la relación lo suficiente? —preguntó con curiosidad mi hermana— ¿Pues cuánto tiempo llevan viéndose?
  • Mira Juliana llevamos ya algunos meses —confesé con cierta verdad pensando en cuando inició mi relación con Fito— casi un año ya, pero nos hemos visto muy pocas veces, si acaso cuatro o cinco nada más.
  • ¿Y con tan poco tiempo para verse, vas a lactar para él? —me miró de nuevo desconfiada— mira mejor dime la verdad sabes que no diré nunca nada.
  • La verdad es que en poco tiempo se va a ir a vivir al puerto y podremos vernos a diario o casi —dije tratando de mostrarme emocionada y convincente— eso será en pocos meses por eso quiero que cuando nos veamos me encuentre ya con leche en los senos.
  • ¿Pero que hay con tu marido? —Indagó nuevamente con notoria curiosidad— ¿Qué le vas a decir cuando sé de cuenta de tus tetas?
  • Pues que tal vez sea un cambio hormonal por la cercanía de la pre-menopausia ya tengo 37 años—le contesté con naturalidad— además sé que le va a gustar que tenga leche, le encanta.
  • Bien, ya ves que es más fácil decirme la verdad y ahora dime ¿Cómo puedo ayudarte Naty? —preguntó Juliana cambiando el tema al obtener mi promesa— ¿Qué debo hacer?
  • Mira he leído sobre eso y hay algunos métodos para hacerlo —le contesté preparando el terreno para mi petición— y definitivamente no quiero ningún aparato ni medicamentos.
  • Si, lo sé, también he leído algo de eso —respondió dudosa— no quieres medicamentos ni los aparatos y comprendo por qué no te gustan, he llegado a probar los sacaleches que tenían ustedes cuando amamantaban a los bebés, y lastiman mucho las tetas y los pezones.
  • Así es, no quiero usar el sacaleches —conteste de inmediato— por eso quiero proponerte que me ayudes con otra solución.
  • Óyeme cabrona, no me vengas con que quieres que te presente a alguien para que te lo haga, porque ahí no me meto. —repuso algo sorprendida y sonriendo con picardía—Naty piénsalo bien, es una intimidad muy grande y de seguro acabarás cogiendo con esa persona.
  • Si lo sé, y no se trata de eso July —dije para tranquilizarla, y le solté de golpe mi plan— entiendo que hay ese riesgo, por eso no quiero que me presentes a nadie. Quiero que tú me lo hagas.
  • ¿Yo? —dijo abriendo los ojos enmudeciendo por la sorpresa— ¿Quieres que yo te mame las tetas? Ay Naty no inventes, eso está más raro que presentarte a alguien.
  • Mira lo pensé mucho, antes de venir —le confesé tratando de convencerla— no puedo recurrir a nadie más que a ti.
  • Si Naty, lo sé, es que me tomaste desprevenida —respondió Juliana tratando de tomar tiempo para pensar su respuesta— y entiendo por qué me lo pides. Pero eso fue ya hace muchos años desde…….
  • Si july, hace muchos años —admití sonriéndole amablemente— desde que me empezaron a crecer los senos hasta que Fito era bebé, justo antes de que te casaras.
  • Si Naty, —dijo pensativa y respirando hondo— mira tal vez podría aceptar pero antes dime algo ¿Cómo piensas que lo podríamos hacer?
  • Pues mira, he pensado que podemos hacerlo en mi casa —propuse tratando de encontrar una excusa para vernos tan seguido como yo lo necesitaba— podemos decir que hacemos ejercicio o algún curso de algo, o en fin, algún pretexto encontraremos.
  • Pues en ese caso creo que será mejor que nos veamos aquí —propuso Juliana con seriedad— vamos a decir que vienes a tomar clases de yoga conmigo. Además nadie viene a visitarme y menos aun de improviso, hasta ahora solo has venido tú en meses.
  • Pues me parece perfecto —acepté de buena gana— así podré venir en la mañana y en la tarde.
  • ¿Tanto Naty, también por las tardes? —Replicó Juliana pensando en voz alta— ¿Y por cuánto tiempo será eso?
  • Si July, debe ser por lo menos dos veces al día —respondí pensativa en mi siguiente propuesta— y durante dos o tres meses por lo menos, hasta que empiece a salirme leche y después un poco más, para aumentar la cantidad.
  • Bueno, pero recuerda que estás de vacaciones aquí —argumentó Juliana pensativa— y vas a tener que regresar a tu otra casa, y ya no podremos vernos tanto como tú lo necesitas, ¿Allá a quien vas a recurrir?
  • Ay a nadie july, pensaba que tú te puedes irte a vivir al puerto y seguir trabajando desde allá —le propuse ansiosa y agregué— al fin que lo que escribes aquí, lo mismo lo puedes hacer allá, y enviar tu trabajo.

  • Ya lo tenías todo pensado ¿verdad? —dijo riendo y mirando fijamente mi generoso escote—
  • Debemos pensar en algo para las tardes, sería mucha yoga y no lo van a creer —propuso Juliana entrecerrando los ojos para pensar— ¿Qué podrás decir?
    • ¿Qué te parece un grupo de lectura? —opiné mirándola sonriente— es aburrido para casi toda la familia, solo a ti y a mí nos fascina leer.
    • Entonces será eso fingiremos que vamos a un grupo —rio Juliana mirándome fijamente— ¿Y cuándo quieres que empecemos?
    • Pues en cuanto tu digas —repuse sumisa y nerviosa— mientras más pronto mejor.
    • Bueno pues vamos a empezar desde ahorita mismo, ¿Te parece bien? —dijo con su tono autoritario y seductor que me encantaba desde siempre— Sácate la blusa.

    No era momento para ponerme remilgosa, además la plática, el tema y el recuerdo de nuestros años de jóvenes, habían encendido mi líbido, así que me levanté de la silla y sonriéndole con lascivia fui subiendo la prenda, mis brazos cruzados frente a mi cintura, tomaron la orilla de la prenda, levanté la delgada blusa de brilloso satín rojo con amplio escote, casi la pasé sobre mi cabeza estirando mis brazos exponiendo ante Juliana mi semidesnudo pecho, cubierto solo por el fino y transparente brasier del mismo color, pero juguetonamente, volví a bajarme la blusa nuevamente con ademán sensual.

    Juliana se levantó también de su silla, clavó su mirada en mis ojos y avanzó lenta, contoneándose seductora hacia a mí, se detuvo a pocos centímetros de mi cuerpo, es un poco más alta que yo, y tiene el mejor cuerpo de las tres hermanas. Mojó su dedo con su saliva y lo pasó entre el canal de mis senos. Mirándome fijamente a los ojos, con la lascivia brillando en ellos.

    • ¿No temes que vuelva a ocurrir lo de antes? —preguntó casi murmurando por la emoción que ya empezaba ella a sentir— recuerda por lo que pasamos y sufrimos al terminar lo nuestro y prometer no volver a tocarnos de nuevo.

    • Lo recuerdo July, lo recuerdo muy bien —dije calmadamente, pero con mi interior agitándose por las caricias en mi seno tras la emocionante sensación al sentir que era sacado de la copa por la hábil mano de mi hermana, agregué con voz agitada— July he llegado a un momento en que mi vida ha cambiado, rompí con mi pasado por miedo, a pesar de lo que todo lo hermoso que había entre nosotras, quiero rescatar esa vida y vivirla libre, ahora que tengo algo nuevo y bello quiero entregármele sin obstáculos ni remordimientos.
    • ¿Me estas proponiendo que volvamos? —preguntó Juliana casi sin voz, ahora ya tenía mi pezón erecto entre sus dedos y lo giraba cuidadosamente hacia un lado y hacia el otro como hacía mucho, mucho tiempo no lo sentía— mira que yo estoy en una situación sentimental difícil, y me afectaría mucho hacerme de nuevo ilusiones que no resultaran.
    • Si July, quiero que volvamos y descuida porque no funcione, eso no va a pasar, por eso te propongo que te vayas conmigo al puerto, para que volvamos a estar juntas, como antes —se lo dije en tanto que le acariciaba su mano con la mía, mientras ella pellizcaba suave mi botoncito endurecido— puedes vivir con nosotros, pero si deseas vivir sola, tu lo decidirás—

    • Definitivamente quisiera vivir sola, no soportaría vivir sin mi independencia y aun menos, verte de nuevo como te entregas a Arturo —me respondió presionando un poco mas mi pezón, enviando descargas de lujuria a todos mis rincones, siempre había sabido excitarme de inmediato y me lo volvía a demostrar triunfal, mirándome directo a mis ojos y pasando su lengua por sus labios rojos— tal vez venda esta casa, y compre allá algún departamento más chico, ya veremos lo más conveniente para las dos.

    Mientras me acariciaba el seno, mi cabeza voló a sus recuerdos. Tantos años habían pasado que ya no recordaba cómo se sentían en mi cuerpo las caricias de mi hermana, el tiempo casi había borrado de mi mente esas sensaciones de mi juventud. Conforme nos acercábamos una a la otra, mi corazón palpitaba y cuando nuestros pechos se tocaron como antes, creí sentir los latidos de Juliana a través de sus generosos senos, tan grandes, pero mas firmes que los míos, nuestros ojos no dejaban de mirarse deleitándose con esas imágenes tan amadas y deseadas, recordando, como destellos de luz en nuestras mentes, los momentos vividos por ambas, una en brazos de la otra, explorando, descubriendo curiosas, las sensaciones en ese tiempo desconocidas, que afloraban bajo las acariciantes pieles de nuestros cuerpos juveniles y virginales.

    Pero las caricias de Juliana me volvieron a la deliciosa realidad, ya tendría tiempo para recordar y regodearme con tantos recuerdos bellos, que me vi obligada a guardar y no sacar desde hacía muchos años. Ahora mi relación con mi hijo, esa relación prohibida para muchos, pero tan gratificante y excitante me daba el vigor y la valentía de enfrentarme a la vida y tomar lo delicioso y placentero de ella, acabé con los tabúes de mi mente decidiendo tomar los placeres que se me presentaran. Y uno de esos exquisitos placeres era precisamente volver a sentir el amor físico de mi hermana.

    No supe cómo, pero cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, mi hermana me había conducido a su habitación sobria y elegante, me llevaba de la mano tal y como si el tiempo no hubiera pasado, le encantaba guiarme, decía que se sentía muy excitada al hacerlo. Se detuvo en el centro de la recámara cerca de la cama, buscó con calma el borde de mi blusa y tiró de ella hacia arriba para pasarla por encima de mi cabeza, yo levanté mis brazos para facilitar el despojo, al sacarme la blusa tomó mis brazos con sus manos y me los mantuvo levantados, quedándome solo con el brasier, al instante recordé una vieja caricia nuestra, besó el interior de mis brazos por dentro de los bíceps, cambiando de un brazo a otro, pasando su cara cada vez más cerca de la mía pero sin tocarme todavía con sus labios, solo besaba y lamía mis brazos acercándose rápidamente a los hombros y rematando el corto trayecto en mis axilas cosquillosas pero excitables, me brindó esas caricias inquietantes con su boca tibia y sedienta, húmeda y demandante, el cosquilleo me invadió y me hizo retorcerme por la intensa caricia, donde no atinaba yo si alejarme o seguir soportando tanto placer exótico y sensual, besó, lamió y chupó golosa mis sensibles axilas arrancándome risitas y gemidos elocuentes que rebelaban mi cachondez y cada lengüetazo enviaba descargas electrizantes que erizaban mis pezones, que ya estaban ansiosos de ser atendidos por esa boca. Continuó besando y chupando el tiempo justo, me vino a la cabeza la comparación de Juliana con Fito pues los dos me habían demostrado saber el momento exacto de la caricia para mantenerme excitada, me regodeé con ese pensamiento y me ofrecí sensual a mi hermana.

    Me vi en sus ojos, me miraba con pasión, la reanudación de nuestra relación le daba un brillo especial a su mirada, se notaba excitada y feliz, cachonda como aquellas tantas veces que nos entregamos sin freno, ahora estábamos en el umbral de la pasión y la lujuria, me tomó el rostro entre sus manos acariciando delicadamente mis mejillas recorriendo con sus dedos el contorno de mi boca, dibujando con ellos la forma de mis labios de comisura a comisura, cosquilleándome, despertando en mi el deseo loco por besar sus labios carnosos rojos y brillantes por la salivación al pasar incesantemente sobre ellos su cálida lengua.

    Sus manos atrajeron mi cara a la suya, Juliana ladeo sensual su cabeza y sin dejar de mirarse en mis ojos, fue acercando lentamente nuestras bocas, sentí el vacio desesperante en mis entrañas que se contraían sobre sí mismas, provocándome un temblor incontrolable en mi cuerpo. Estaba a punto de volver a besarla, saboreé su fresco y delicioso aliento, mi corazón azotaba furioso mi pecho ansioso por la interminable espera de ese beso tan esperado por años, sus labios rozaron los míos, yo me estremecí y gemí suplicante. Las bocas suavemente se fueron acoplando en una perfección natural, en esos labios habíamos aprendido ella y yo a besar, por fin los teníamos unidos una vez más, con esa caricia erótica, cargada de sexualidad retenida a punto de reventar, como el más poderoso y terrible de los volcanes, sin prisa unimos las bocas abriéndolas cándidamente para saborearnos, las lenguas se reconocieron, mientras que en mí, el vacío interno me hacia estremecerme y temblar notoriamente.

    • Tiemblas Natalia —me dijo susurrante Juliana al tiempo que acariciaba mi espalda tratando de darme confort— ¿Tienes frío Naty?

    • No July, no es frío al contrario es la fiebre que había apagado en mi —le dije mientras ansiosa besaba y chupaba sus labios— ahora me calienta y me hace convulsionar.
    • Ay amor, cuanto deseaba volver a besarnos, nunca pude sentir con Sergio lo que sentí contigo —me confesó Juliana besándome con la misma intensidad— pensé que tal vez me había vuelto lesbiana, pero no es así.
    • Mmm después me platicas como lo descubriste —dije con la voz entrecortada— ahora bésame hazme tuya otra vez.

    Mi petición fue atendida inmediatamente, nos besamos abrazadas acariciándonos las espaldas y tomando la redondez de nuestras nalgas con las manos ansiosas, yo estaba maravillada por el cuerpo tan perfecto de Juliana, era firme toda ella, la apretaba, sobaba, amasaba esas carnes duras y perfectas, sentí un poco de pena por mi cuerpo no tan perfecto como el de mi hermana, pero al momento me disipó ese sentimiento.

    • Ay Naty, estas como lo desee, tan hermosa y tan deliciosa como siempre —dijo halagándome y rompiendo mis temores— eres tan deseable que no resisto.

    • Haz lo que desees July —le dije en un arrebato de entrega— para eso estoy aquí.

    No necesitamos más, hábilmente me arrancó el brasier con dos dedos, dejando mi torso desnudo.

    • ¿Estos son los bebes que quieren lechita? —preguntó juguetonamente, tomando entre sus dedos mis pezones desnudos, mientras los retorcía sin lastimarme— les voy a dar un tratamiento muy especial.

    Cogió mis senos con sus manos levantándolos lo más posible y mirándome a los ojos con cachondez, acercó a ellos su hermosa cara, para lamerlos como si fueran frutas jugosas, la caricia erectó mis pezones, parándolos y alargándolos exageradamente. Tal era el líbido de mi cuerpo que ya se manifestaba sin control, mi vagina la sentía hecha un mar de fluidos, estaba segura que mi pantaleta tendría una huella extensa y muy mojada, yo acariciaba su cara y sus hombros tratando de desnudarla. Pero el movimiento desenfrenado de Juliana me impedía poder lograrlo, subía y bajaba besando mis senos, mi cara, me mordisqueaba el cuello chupándolo con frenesí. Descendía hasta mi abdomen y me lamía toda.

    Mientras ella desbrochaba mi falda, logré apoderarme de su blusa jalándola por su cabeza hasta quitársela. Mientras ella me lamía mi ombligo, de un tirón sacó mi pantaleta y llevándola a su cara, aspiró mi aroma en ella, entrecerrando los ojos embelesada por mi fragancia, después en un arrebato de lujuria la chupó en la parte mojada mirándome fijamente, lo que casi ocasiona que me corriera ahí mismo sin siquiera tocarme un cabello, tal impacto me causó verla hacerlo.

    Sin dejar de chupar mi prenda se me acercó, y puso la húmeda tela en mi boca, buscando la reacción en mis ojos, le sonreí con ellos y abriendo mi boca atrapé mi pantaleta con mis labios mientras ella hacía lo mismo con el otro extremo y a petición de ella chupamos y sorbimos los jugos de mi intimidad atrapados en la fina tela, nuestros labios se encontraron y reconociéndose los fundimos en un largo y explorador beso que aumentó su intensidad en tanto nuestros cuerpos se unían, mis senos se oprimieron con los suyos, a través de su brasier, pero no tardé en despojarla de la obstaculizante prenda, se unieron al fin pezón con pezón como antes había sucedido, recordándose ellos cuando nos habíamos obligado a dormir unidas en ese mismo contacto.

    Desabotoné su pantalón aprovechando la momentánea pasividad de Juliana al entretenerse juntando nuestros pezones. No me sorprendió que no llevara ropa interior, solo el pantalón, su pubis lucia depilado con una pequeña mata de vellos recortados casi al ras de su piel pero lo bastante visibles para apreciar la forma de corazón sobre la vulva.

    • Ven vamos a la cama —dijo con voz enronquecida— vamos a hacerlo, después te mamo lo que quieras, ahorita solo quiero cogernos.

    • Si amor lo que tu pidas —respondí complaciente dejándome llevar a la impecable cama que sería testigo de nuestro reencuentro— ahora sé cuánto te he extrañado.

    Ella se sentó en el borde de un costado de la cama yo me puse al lado suyo, abrazándola mientras ella hacía lo mismo acariciando además mis hombros y espalda. Busqué su boca en esa posición tan conocida por ambas, besándonos hasta que nuestra pasión estuviera al máximo para navegar por nuestros cuerpos. Fue un beso dulce y largo, de demandas y perdones, un beso de reencuentro y reconciliación, las lenguas retozando enredándose, reconociéndose enloquecidas

    En mi interior sentía el inquietante vacío, solo contenía ahí el fantasmal revoloteo conocido de mis miles de alitas que estremecían mis entrañas, nos besamos hasta que el deseo rebasó nuestro control, el beso se tornó voraz, ansioso, casi salvaje, mi boca resbalaba de sus labios a sus mejillas y barbilla babeándola, bajando a su grueso y largo cuello tan sensual en su mismo grosor, se lo mordisqueé y lengüeteé hambrienta, descendiendo a los hombros y levantándole los brazos sobre su cabeza, descubriendo sus axilas, bien sabía yo que eso la enloquecía, era su fetiche, y me dispuse a complacerla, nos subimos mas a la cama recostándonos en el lecho yo me coloqué con mi pecho desnudo encima del suyo, con nuestras piernas colgando al costado, besé casi rozando esa delicada y perfumada piel, blanca, sensible, exquisita, lamí con verdadera lujuria las axilas de mi hermana, chupando y besando todo el hueco del brazo, estremeciéndola hasta que su garganta emitiera sonidos guturales, semejantes a ronquidos callados, gemidos de placer, y grititos agradecidos por procurarle tan hechizante deleite, mi nariz buscaba aire para respirar de cuando en cuando debido a mi ímpetu por sumergirme en mi hermana, su piel delicada obstruía el paso del oxígeno a mis pulmones. Daba yo bocanas de aire y me sumergía de nuevo en ese cuerpo exquisito y sensual. Mamé sus axilas un poco más, hasta que su pecho denotaba la necesidad de atenderle otra erótica zona que subía y bajaba endurecida, sonrojada y adornada por dos piedras preciosas que remataban su cúspide, los pezones se erguían casi dos centímetros sobre las rosadas areolas que se habían contraído adoptando la clásica forma ovalada de la excitación en los dos senos.

    Sostuve uno de ellos con mi mano y guié el pezón a mi boca abierta, deseosa de volver a sentirlo entre mis labios succionándolo, mamándolo, sintiendo como se alarga aun mas dentro de mi boca, al ser mamado entre la lengua y el paladar con fruición, intentando obtener de él el blanquecino líquido vital. Mamé uno y otro, sentía el cuerpo de Juliana moverse y sacudirse de vez en vez, mientras besaba mi cabeza y mi frente presionándome contra su pecho para sentir con más intensidad mi succión y la presión en sus duras masas.

    Las estrujaba con mis manos crispadas por el deseo lujurioso y prohibido, sentía en mis palmas la tibieza y suavidad de su piel tersa y perfecta, la sentí madura, mas mujer, adorable y sensual, experta, sabia disfrutar de lo que yo le daba, se dejaba hacer como una gran gata que ronronea y goza de las caricias, gemía y suspiraba mientras yo juntaba sus pezones en un punto, al sentir mi intención quedó expectante respirando ansiosa por la esperada caricia, subí un poco por su cuerpo y miré de frente las dos joyas duras y húmedas por mi saliva alargadas por la pasión, sonrosadas por la succión de hacia unos instantes, pero ansiaba la mamada doble, esa que habíamos inventado en la intimidad para nosotras.

    Lamí pesadamente las preciosas piedras enormes de sus senos en medio de estremecimientos y convulsiones lujuriosas acompañadas de jadeos ansiosos de placer, posé mis labios en ellos y los besé apasionada, agradecida por ser recibida y aceptada, seguí besándolos inconsciente, entre meneos y retorcidas anhelantes, de forma natural mi boca empezó a mamar, cerré mis ojos y me vi en la libidinosa escena. Mi boca cerrada en sus gruesos botones unidos en uno solo gracias a la grandeza de su gran busto firme, generoso, auténtico, su piel sonrojada en su pecho, resaltaba con lo blanco del resto, mis mejillas hundidas y sus grititos de placer indicaban lo intenso de mis mamadas, Juliana metía sus dedos entre mi pelo, restregando mi cara en sus senos, aceptando mi boca en sus cúspides sensibles y erectas. Una de sus manos sustituyó a la mía, para dejármela libre que pudiera vagar por su cuerpo.

    Sin que mi boca desatendiera sus pezones, mi mano se deslizó curiosa por su vientre rozando cosquilleando, acariciando esa piel ya húmeda de mi hermanita, que imploraba por mas placer tras una sequía de Dios sabe cuánto tiempo, mi mano descendía exploradora por su abdomen plano, endurecido, que se contrajo sensiblemente, mi boca mamaba con fuerza sus senos y mi mano llegaba a ese ensoñador adorno sobre su pubis en forma de corazón color castaño claro, tupido por lo hirsuto de su vello púbico recortado y arreglado coquetamente, sus piernas se abrieron apoyando los talones en el lecho, sus rodillas se distanciaron lo más posible para dar la bienvenida a esa mano que por tanto tiempo se había mantenido ausente de esos labios depilados, tratados con finas cremas especiales para mantener su tersura, su vulva se abrió a la presión de mis dedos, palpé su viscosa humedad, un sutil aroma a sexo femenino invadió mi nariz enardeciendo mi líbido, sentí una oleada de mis fluidos empapar aun mas mi anegada vagina.

    Los dedos no esperaron más preámbulos, sin control total invadieron la sagrada gruta de mi hermana, que se cimbró ante la intensidad de la penetración, gimiendo sonora y largamente por el deseo hasta ese momento reprimido, la sentí caliente por dentro ardía en deseo, su vagina manaba su viscoso néctar aromático y sensual, no supe cuando introduje en ella los tres dedos forzándola a abrirse toda, sollozando ávida de satisfacción sexual, su cadera inició un vaivén frenético indicando el grado de excitación que la invadía, busqué instintivamente su punto G y al oprimirlo con firmeza lanzó un alarido de voluptuosidad que salió desde lo más profundo de su ser delatando la necesidad de aplacar su refrenado líbido.

    Sus envites eran violentos, desesperados pero sensuales mi boca había dejado libres sus senos y ella se los estrujaba descontrolada sus ojos desorbitados, su respiración ahogada, los sonidos guturales acompañaban el desenfreno de las dos hermanas, sin sacar mi mano giré mi cabeza hacia sus pies quedando en una especie de 69 pero lado a lado, tomé su mano y con trabajos la llevé a mi vulva que ardía también por ser atendida de forma inmediata, tendida de costado al lado de Juliana introduje su mano en el punto abierto donde se juntan mis piernas, el espeso y resbaloso fluido de mi vagina permitió que los dedos de July resbalaran solos a mi nido llenando de golpe mi cálida cavidad, recibiendo a los deseados visitantes en el umbral de mis entrañas, atrapándolos y saboreando sus formas, también era para nosotras un viejo hábito aprendido en nuestras largas sesiones amatorias en las cuales practicábamos lo oído o leído en algún lado, ahora nuestras memorias casi habían olvidado tantos gozosos artilugios que nos llevaban al placer erótico, pero nuestras manos y sexos recordaban perfectamente los puntos principales para hacernos enloquecer.

    Sus dos dedos penetraron en mí dirigiéndose de inmediato a mi sensible estructura interna que solo tiene como misión darme un infinito deleite al ser estimulado sabiamente por la hábil mano de Juliana. Coincidimos en la caricia frotándonos nuestros G, fuerte con las yemas de los dedos, yo me sentía vibrar, las convulsiones eran la respuesta a tanta intensidad lujuriosa. La urgencia por la satisfacción nos condujo en forma apresurada a darnos la más poderosa de las caricias para una mujer, yo recuerdo oírme lloriquear mientras Juliana hipaba jadeante moviéndose salvajemente buscando llegar a la cumbre de su delirio, sus dedos rascaban con fuerza mi cojincito sacando de mi interior fuertes y gratificantes ayes que agradecían la voluptuosidad de la lésbica e incestuosa unión de nuestros cuerpos, la pasión nos acercaba velozmente a la meta, nuestras voces ya eran chillidos suplicantes por alcanzar el estallido final, fui yo quien primero explotó en mil sensaciones delirantes mi cuerpo convulsionó y sentí como reventaba mi represa liberando una torrencial eyaculación que baño el brazo y parte de costado de Juliana.

    Pero dudo que ella lo hubiera sentido pues en ese instante un desgarrador aullido anunció que terminaba para ella la larga espera de la satisfacción sexual, el aullido chillante cambió a incontrolables gritos y ayes quejumbrosos y gratificantes al soltar ella una eyaculación aun más intensa que la mía, ahí yacíamos temblando de placer por la descomunal entrega de nuestros cuerpos sudorosos mojados de fluidos viscosos y eyaculados, mis piernas temblaban como poseídas y al mirar a mi hermana vi sus piernas frente a mi presas de feroces convulsiones que la sacudían de pies a cabeza mi mano salió de su vagina, y me abracé a esas amadas piernas que se volvían a abrir para recibirme al igual que las mías, recibirían a mi amada hermana para completar mi ya pervertido comportamiento, ella sería un secreto mas en mi vida, un bello, adorable y misterioso secreto. Al menos esa era mi intención.

    Cerré mis ojos y abrazada a esas piernas me abandoné a descansar un momento, en breve debería volver con Fito y seguramente él iba a necesitar de su madre para dar rienda suelta a sus deseos. Pero Juliana aun no había terminado de satisfacerse. Después de unos minutos reconfortantes en los que nos relajamos para calmar el torbellino que nos había arrastrado a tan deliciosa entrega, el ánimo en Juliana renació, recobrando fuerzas para levantar de nuevo su líbido, sentí sus labios en mis pantorrillas, besándome cariñosa y agradecida, a lo que correspondí girándome para darle frente, mis pies ya estaba sobre el lecho pero no así los de ella que aun colgaban del borde de la cama, la hice subir hasta quedar sus pies en el lecho, en un raro 69 que casi unía nuestras caras a las tetas relajadas y húmedas de incipiente sudor fresco y limpio mis manos no resistieron la tentación de tan inesperada posición y tomé entre ellas las pesadas masas firmes de mi hermana que al sentir como sujetaba sus senos y se los besaba, ella repitió en mi la misma caricia, giré un poco mas y ella hizo lo mismo para dejar los senos a la altura exacta de nuestras encontradas bocas.

    • ¿Qué te parece que iniciemos la lactancia con este nuevo 69 de tetas? —dijo divertida juliana metiéndose mi pezón en la boca, empezando a succionarlo con fuerza—

    • Es perfecto para dar de mamar relajadamente y reponer fuerzas —respondí contenta al tiempo que daba atención al grueso y ya erecto pezón de Juliana frente a mis ojos, mamándolo con fuerza inesperada haciendo gemir a mi hermana por la deliciosa sensación— ¿En verdad tu también quieres lactar July?
    • Si hermanita ¿Por qué no? —respondió soltando momentáneamente mi pezón, y al instante dejé de sentir las descargas electrizantes en mis zonas erógenas, aun me sentía húmeda de la excitación reciente, mi vagina todavía estaba repleta de mis jugos— lo dije en serio, quiero saber que es amamantar a alguien con mi leche.
    • Pues no perdamos más tiempo —propuse yo, tomando entre mis labios el delicioso y enorme botón de mi hermana dando una succión intensa que la hizo estremecer todo su cuerpo poniéndole la piel erizada, la cual vi plena y claramente al aparecer frente e mis ojos las hermosas bolitas en la piel de su seno, encogiendo la areola y endureciendo la protuberancia que tenía entre mi paladar —creo que voy a lograr que tu lactancia sea muy abundante.

    Después de unos momentos de mamarnos mutuamente Juliana se movió sobre mí, poniéndome de espaldas al lecho y colocándoseme encima para tener más a su alcance mis dos senos y así sujetar uno mientras chupaba del otro, yo por mi parte enloquecí al tener frente y sobre mi ese delicioso par de senos grandes y pesados pendiendo frente a mi cara ofrecidos por su dueña para regodearme con ellos y mamarlos hasta la saciedad, así continuamos succionándonos una a la otra por largos y gratificantes minutos, cambiando de un seno a otro indistintamente, o bien uniéndolos para mamar los pezones simultáneamente, cada cual hacíamos lo que se nos antojada en ese amamantamiento doble que tantas veces nos deleito en nuestros encuentros juveniles.

    Solo se oía de vez en vez los chasquidos de las bocas al succionar sedientas, esas fuentes de vida aun secas, las caricias de las bocas en los pezones fueron provocando que la lascivia nos invadiera de nuevo, las respiraciones se entrecortaron, las succiones se intensificaron en fuerza y duración, el estrujar y oprimir las masas mamarias denotaban la cachondez que sentíamos, mi vagina estaba anegada nuevamente deseosa de ser tomada en cuenta, nunca tomamos el tiempo de nuestras sesiones solo nos amábamos y dábamos placer a nuestros cuerpos, sin prisas ni presiones, July liberó mis senos y comenzó a darme una voluptuosa serie de besos y lamidas en los senos para ir descendiendo a mi abdomen que reaccionaba estremeciéndose por las deliciosas cosquillas al rozar mi piel sudada con su aliento y sus labios lamiendo mi sudor y avanzando hasta su nuevo objetivo.

    Yo no permanecí pasiva en ningún momento, ansiosa secundé la decisión de mi hermana lamiendo, besando y chupando lo que pasaba cerca de mi boca. Al tener su delicado ombligo frente e mi cara lo atosigué con mi lengua jugueteando con ese lindo hoyito, sensual haciendo reír a mi hermana por la cosquilleante caricia, sentí que la cara de Juliana llegaba a mi pubis lentamente saboreándome, mientras ante mi ojos se presentaba el coqueto corazón de vello púbico, perfectamente delineado sobre su vulva.

    Su aroma de sexo invadió mi nariz provocándome una oleada de excitación que me hizo suspirar de ansiedad, iba a volver a saborear esa vagina tan deseada y conocida por mí, tan amada y separada por convencionalismos, pero al fin había decidido ir por todo en mi vida, ansiosa veía como aparecía ante mí la raja inconfundible de la mujer que me buscaba en la misma forma, lamiendo mi largo y ensortijado vello besándolo y pasando su lengua pesada por la suave y sedosa mata de mi entrepierna, abrí mis piernas para entregarme ardiente a esa boca experta y conocedora de todos mis puntos excitables, me prendí como naufraga sedienta a esa fuente vaginal, sorbiendo ruidosamente su espeso jugo que se derramaba por mis comisuras hasta mis mejillas mojándolas al igual que mi barbilla.

    Su boca besaba torturante mis ingles haciendo que mi cadera guiara mi vulva hacia ella, buscando el alivio que calmara el fuego de la lujuria, al sentir sus labios besar los de mi vulva como si fueran dos bocas que se exploran. Un largo "Ay" salió de mi garganta dando gracias a la anhelada caricia, su lengua cual serpiente hambrienta reptó en mi umbral lamiendo lo que ahí había de viscoso y espeso, llenándose la cara también de mis jugos.

    Así con los rostros impregnados de néctar sexual, hundimos nuestras caras en las vaginas disfrutando de ese sabor tan conocido para nosotras, sabíamos que nuestros sabores eran más fuertes pero igualmente deliciosos como antaño, la pasión aumentó nuestra lascivia, yo atrapé su clítoris en mis labios y se lo mamé con fuerza aferrándome firmemente a sus vibrantes muslos que subían y bajaban sobre mi cara, tallando su diamante rosa sensible y erecto, lo succionaba con fiereza como si quisiera desprenderlo de su lugar, mi hermana bramaba de lujuria y erotismo, meneaba su grupa sobre mi cara arrastrándome con ella pero sin poder liberarse de la torturante caricia que prometía hacerla reventar en pocos instantes

    Sentí en mis labios el latir inconfundible del clítoris y su derredor indicando la tremenda excitación de Juliana que gritaba y rugía como fiera en la trampa, de pronto quedó quieta un segundo tomando aire y levantando su torso con su vulva unida a mi boca que daba más intensidad a la succión, un grito intenso salió de su boca arrodillada sobre mi cara restregándose en mi, sujetando ella mis rodillas, reventaron sus entrañas, liberando unos de sus más intensos orgasmos sus dedos crispados se clavaron en mis rodillas mientras su culo azotaba sin piedad mi rostro embarrándomelo de todo su jugo excretado por su ardorosa vagina, las convulsiones de su cadera eran violentas, pocas veces la había visto correrse de esa forma, los rugidos cambiaron por gemidos y jadeos, jalando aire para su irregular respiración, quedó pasiva un instante como si su conciencia hubiera sido desconectada.

    Pero de inmediato se abalanzó entre mis piernas y hambrienta de mi tomó mi clítoris igual a como yo había atrapado el de ella y lo mamó delirante, enloquecida, mientras yo me abría totalmente con mis piernas separadas y mis pies apoyados en la cama levantando mi cadera para ofrecerme toda. Ella aceptó la oferta y tras tener asegurado mi clítoris en su boca sus dedos hurgaron en mis orificios metiendo primero uno de ellos en mi vagina para mojarlo y llevarlo así a mi ano, introduciéndomelo de una sola embestida mientras su otro dedo penetraba mi vagina, así me tenía en posición bola de boliche como habíamos nombrado nosotras a esa posesión manual.

    Yo sabía que no iba a resistir mucho más tiempo para estallar, me abracé a su cadera y hundí mi cara entre sus gruesos muslos buscando la vulva como becerro que busca la ubre, pegué mi boca sorbiendo su fluido oloroso y excitante lamiendo y chupando frenética mientras Juliana se regodeaba en mi vagina y ano metiendo y sacando sus dedos al tiempo que mamaba con fruición mi perla rosada. El aviso me acometió salvaje, mis entrañas se contrajeron con violencia, haciéndome salir todo el aire de mi cuerpo, abriendo la boca al máximo para soltar un desaforado grito mudo, sin voz, las lágrimas ardientes acudieron a mis ojos al sentir explotar toda mi entraña como un volcán que lanza con furia su fuego, la voz volvió a mi garganta y el alarido me ensordeció mientras mi cuerpo colapsaba, para en seguida ser sacudido por violentos espasmos que movían la cama como si hubiera sido poseída por el demonio de la lujuria, me faltaba el aire retiré mi cara da la vagina de Juliana, buscando llenar mis pulmones.

    Mi hermana se desmadejó sobre mi cuerpo quedando las dos exhaustas mojadas por dentro y por fuera de nuestros cuerpos, satisfechas y felices, su dedos aun estaban dentro de mí, sin fuerzas para ser retirados por ninguna de las dos, así en esa extraña posesión de mis dos orificios Juliana me hizo una confesión.

    • ¿Me creerás Naty que a Sergio le encantaba que le diera masaje en la próstata exactamente así como te tengo a ti ahorita? — me confió con si voz adelgazada casi con un timbre de niña consentida, mientras ella veía sus dedos dentro de mi vagina y mi ano— decía que le encantaba que se lo hiciera.

    • He sabido de muchos hombres que les gusta —contesté todavía con la agitación de mi orgasmo— pero te voy a confiar algo, a tu compadre Arturo a pesar de ser el mas promiscuo y atrevido de los hombres, según él, jamás me ha permitido meterle mi dedo en el culo, dice que eso es para los putos y él prefiere no saber lo que se siente.
    • Pues allá él, a mí por mi parte me gusta hacerlo, y si tengo otros hombres se los haré quieran o no jajaja —dijo Juliana mientras sacaba sus dedos de mi— ¿Y tú no tienes curiosidad por hacérselo a alguien, a tu nuevo amigo por ejemplo?
    • Ahora que lo dices me parece muy buena idea —repuse pensativa y sonriente, imaginando— le voy a enseñar a mi maravilloso amante a gozar de todo lo que le pueda yo dar. Dalo por hecho.
    • Pero prométeme que me lo contarás todo, con lujo de detalles —exigió Juliana besando mi muslo— te vas a sorprender cuando se lo hagas al mamárselo.
    • Te lo prometo —respondí sonriendo— lo voy a experimentar más pronto de lo que imaginas. Ahora y me tengo que ir, no tarda en regresar Fito y seguro que va a llegar hambriento. Vamos a bañarnos ven………

    Continuará