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Mi Castigo (6)

en Hetero: Infidelidad

** Llego a mi casa, beso a Paulina y a mis hijos, siento gran alivio en estar con ellos y poder jugar un momento. Siento un poco de incertidumbre en el rostro de mi esposa, que aunque disimula, no puede ocultar completamente. Ella espera una llamada de Xavier, se siente ansiosa de pasar nuevamente con él, tal cual lo ha hecho a lo largo de todos estos años. Yo inmediatamente recuerdo lo sucedido hoy en la tarde en mi casa y siento paz, la paz que brinda la venganza después de culminada, la paz de haberme vengado de ella, por todo lo que me ha hecho, por lo que me ha convertido tras todos estos años.

Amor, acabo de llegar y estamos desembarcando del avión - me dijo por teléfono Paulina, con el fuerte sonido ambiental provocado en el aeropuerto - No te preocupes que voy directamente a la casa. Y por cierto, espero que no hayas echo travesuras solo, ya que tenemos mucho que hacer aún.

Su voz sonaba sinuosa y excitante, en cada palabra demostraba toda la lujuria que podía generar su dueña, demostraba el alto grado de placer que podía generar y entregar, en cada entonación, en cada pausa e incluso en cada silencio podía adivinar toda la alegría que Paulina sentía en ese momento. Alegría que claro está se debía al hecho que pasó todo el fin de semana junto a Xavier.

¡Por supuesto que no! - contesté ya en nuestra casa, había llegado unos minutos antes de mi trabajo, mientras tomaba una copa de licor, que se me hacía tan necesaria para sofocar al menos un poco la terrible ansiedad que sentía - ¿Que tal estuvo el vuelo?

Excelente, aunque pasé dormida la mayor parte del viaje- me dijo mientras escuchaba como mi esposa abordaba a un taxi, podía notar en su voz alegría e incluso algo de impaciencia por verme, lo que a la vez que me causaba alegría también me producía angustia debido al motivo por el cual Paulina se encontraba así - necesitaba un poco de tranquilidad y tiempo para recuperar fuerzas, ya sabes, por la intensa actividad realizada.

No demores amor - contesté con mi ansiedad completamente desbordada, aunque tratando de mantener algo de dominio - Te espero, ¡un beso!

Me quedé con el teléfono en la mano unos minutos más, repasé algunas veces nuestra conversación, mantenía en mi mente cada uno de los devaneos de la voz de Paulina, podía imaginar incluso su rostro cuando me decía cada palabra, de pronto una imagen de su hermosa boquita succionando la verga de Xavier me sacó de un golpe de mi ensimismamiento y me llevó a la realidad, mi esposa había estado follando todo el fin de semana con Xavier.

Traté de distraerme mirando algo en la TV, pero cada coche que se acercaba a la casa, me producía un la esperanza de que mi esposa abra la puerta un minuto después, pero el tiempo pasaba y mi ansiedad aumentaba gota a gota. Cuando Paulina llegó, yo quería tomarla en mis brazos y llevarla a nuestra habitación inmediatamente para follarla sin piedad hasta el día siguiente, quería por un lado que me contara todo con lujo de detalle pero por otro no quería saber nada de lo sucedido el fin de semana pasado, era una completa mezcla de contradicciones que me asaltaban y demostraban cuan excitado me encontraba. Pronto la inquietud que me dominaba se fue apaciguando, pero al mismo tiempo iba enterándome de las cosas que no quería.

Hola amor - saludó el momento que llegó al departamento, su rostro se veía completamente radiante, su cuerpo denotaba el maltrato del avión pero yo lo veía completamente sensual y excitante. - ¿Me extrañaste?

Claro que si - le contesté devolviendo el beso que me había propinado al entrar - Te extrañé mucho, aunque yo se que tu a mi no, ¿verdad?

En verdad, no mucho - me dijo con una cara de picardía, que en un segundo me hizo imaginar todas las cosas que seguramente Xavier había gozado con ella – pero discúlpame mi amor, lo que pasó es que el tiempo se me pasó volando y no he podido tener ni un momento de tranquilidad.

Espero que toda esa actividad – espeté inmediatamente – te haya sentado bien.

Por su puesto que si – replicó, moviendo su pelo hacia atrás mientras estiraba su cuello en muestra de estar recordando- me ha sentado de maravilla.

Pero vamos, cuéntame ¿como te fue? – le dije ya con mucho nerviosismo y ansiedad.

Después de desembarcar del avión - comenzó su relato, mientras nos sentábamos en la sala de nuestra casa y tomábamos una copa de licor - Xavier estaba esperándome allí mismo, tras saludar nos fuimos directo hacia su departamento que queda en el centro, pedimos comida, abrimos una botella de vino y comenzamos a charlar un largo rato de cómo había sido nuestra vida, que habíamos echo y cosas así.

Entre copa y copa – continúo – fuimos abordando el porque estaba yo ahí, por lo que comenzó a acercarse más y más hasta que casi sin darnos cuenta nos comenzamos a besar. Sentir nuevamente esos labios, ese cuerpo, me hacia sentir en las nubes – me decía con claras muestras de estar recordando todo lo vivido – mi cuerpo respondía a cada caricia recibida y mis labios devolvían todos los besos y mordidas mientras mis manos acariciaban todo su cuerpo, recordando cada punto y cada sensación, realmente extrañaba cada caricia que nos dimos.

Yo no podía creer que estaba oyendo como mi esposa me contaba las cosas que estuvo haciendo con Xavier, no entendía como podía sentirme tan excitado escuchando lo que sentía mi esposa al estar con otro hombre. Mi verga estaba como un mástil, como un tronco que enfurecido trataba de romper las ligaduras de mi pantalón. Estaba excitado y al mismo tiempo adolorido, sabía que Paulina no sentía las mismas cosas conmigo y eso al final me causaba mucho sufrimiento.

En unos minutos estuvimos desnudos – continuaba con el relato, sin apenas percatarse de mis pensamientos – no supe ni como nuestra ropa había desaparecido de entre nuestros cuerpos, cuando salí del letargo que me producían sus caricias, su cuerpo se acoplaba al mío, mis brazos abiertos como mis piernas abrazaban a Xavier y lo conducían hacia mi interior. Cuando me penetró sentí como si un enorme agujero había sido llenado por él, sentía su dureza y fuerza con cada embestida que me daba. Cambiamos de posición y lugar durante no se que tiempo, estuvimos en la cama, en el sillón e incluso en el suelo, hasta que por fin terminamos en un mar de jadeos y gritos.

Fue increíble poder sentir nuevamente la pasión con que Xavier me folla – me dijo mientras una de sus manos habían ya liberado mi verga y la masajeaban lentamente mientras continuaba su relato – me hizo sentir en las nubes. Durante toda la noche estuvimos follando con una o dos horas de descanso. Al día siguiente Xavier me preparó el desayuno y lo trajo a la cama, así; mientras yo lo devoraba mis alimentos él hacía lo propio con mi conchita, que debido a todas las cogidas de la noche anterior se encontraba aún chorreando el semen de Xavier.

El día la pasamos en la casa follando como conejos - continuó, tras una pequeña pausa en la cual comenzó a chupar mi verga, que estaba totalmente lista para estallar- por la noche salimos a bailar a un bar que frecuentábamos cuando yo vivía en la ciudad, bailamos y tomamos solo un poco para no marearnos demasiado, ya que la noche prometía mucho igual que la anterior.

Mientras hablaba, Paulina no dejaba de pajearme lentamente, midiéndome a cada instante, no quería que me corriese aún, pero pretendía tenerme al máximo de excitación en forma permanente. Mis manos acariciaban todo su cuerpo y principalmente su concha, que producto de todas las batallas de estos últimos días se encontraba completamente húmeda y abierta.

Pese a todos sus intentos, ya mi excitación me estaba causando desesperación, por lo que no pude contenerme más y estalle en un mar de lujuria contenida durante esos días. La desnudé casi arrancando su ropa, no podía sostenerme en pie de la gran excitación que tenía, casi de inmediato penetré la conchita de mi esposa, la conchita que hasta hace poco estaba llena con la verga de Xavier, acaricié los muslos y el trasero que Xavier había acariciado hasta hace unas horas, en fin me deleité con el cuerpo de la mujer que hasta hace unas horas habían pertenecido nuevamente a Xavier y ante mi sorpresa el saber todo esto me produjo una sensación de deseo y excitación mas allá de mis fuerzas. Esa noche no hicimos el amor, únicamente follamos como dos perros, poco nos hubiera importado estar ante una multitud o solos en algún cuchitril de mala muerte, lo importante era follar y lo hicimos hasta la locura.

Al siguiente día como teníamos que trabajar, en la mañana apenas nos dirigimos la palabra y nos dirigimos a nuestros trabajos, pero Paulina al despedirnos me susurró al oído que aún queda mucho por contar y que en la noche hablaríamos.

Llegue a casa tras el día de trabajo que me pareció una eternidad, ya que mi mente y mi deseo se encontraba junto a mi esposa produciendo que no me concentraba en las cosas que hacía, incluso llegando a pasar por alto algunas actividades obligatorias. Paulina había llegado antes y me esperaba con un precioso babydoll rosado, el cual hacía que pareciera una quinceañera en una pillamada. Al instante mi cuerpo respondió al ver tremendo espectáculo, traté de abrazarla y cargarla en mis brazos pero ella me lo impidió.

He pensado en ti todo el día - dije a mi esposa, mientras lanzaba parte de mi ropa que ese instante ya solo me estorbaba - quiero que me cuentes todo lo que sucedió entre ustedes.

Ok, pero con una condición - me dijo al tiempo que sobaba su cuerpo al mío y me ayudaba retirando las pocas prendas que aún cubrían mi desnudez - me vas a permitir hacerte algo antes de iniciar. ¿Estas de acuerdo?

Depende de que quieras hacerme - dije tan pronto pude escapar del terrible beso que me había plantado tras hacer su pregunta.

Quiero tenerte solo para mi, - dijo melosa, al tiempo que yo acariciaba su cola, que francamente me traía loco. - Ven siéntate aquí.

Me hizo sentar en un sillón grande y cómodo y tras quitarme la camisa me mostró un juego de cuerdas con el cual hábilmente fui atado por mi esposa y aunque los nudos eran blandos, no podía liberarme de ellos aún si así lo quisiera. Una vez mis manos estuvieron firmemente sujetas, mi esposa me despojó de mi última prenda que cubría mi cuerpo, dejándome completamente desnudo, sentado y atado en el sillón.

¿Estás listo mi amor? - me dijo lujuriosamente, al tiempo que se contoneaba en frente de mí, tan cerca como para aspirar su aroma y tan lejos que ni siquiera podía rozar su piel. Mi verga estaba completamente empalmada, e igual que el día anterior mi ansia por saber que había pasado entre mi esposa y Xavier comenzaba a nublar mi sano juicio.

Ya era tarde cuando salimos del bar para regresar al departamento - me dijo tras una pausa leve en la cual aprovechó para arrodillarse frente a mi entrepierna y comenzar a acariciar mi palpitante verga - Tan pronto entramos a la habitación nos desnudamos como locos y comenzamos a besarnos nuevamente.

Me contaba mientras chupaba mi verga suavemente por momentos y agresivamente por otros, incluso llegando a pegar un liguero mordisco en mi verga, que en ese momento ya estaba por llevarme a un enorme orgasmo y que mi esposa hábilmente impidió, dejándome una sensación de dolor y placer enorme.

Xavier me llevó hacia el comedor, - continuó - en el camino nuestras ropas quedaron en el suelo, cuando llegamos a la mesa principal yo ya estaba desnuda completamente y únicamente mis tacones cubrían mi cuerpo de la lujuriosa mirada de Xavier. Al llegar a nuestro destino me acomodó recostada boca abajo sobre la mesa, comenzando a sujetar mis piernas a las patas de la mesa y mis brazos a su respaldo, con estas cuerdas, con estas mismas cuerdas que ahora te aprisionan ahora a ti.

Palabra a palabra, la cadencia del cuerpo de Paulina me llenaba de éxtasis, la deseaba con toda mi alma y la deseaba incluso mas al saber todos los detalles de como había estado junto a Xavier. Paulina cumplia con su parte del trato al contarme todo lo sucedido entre Xavier y ella e incluso mas puesto que me llenaba de morbo y lujuria con cada palabra de su relato. Saber lo que habían hecho, como mi esposa se había entregado a otro hombre, y principalmente los sentimientos y sensaciones que ella había sentido, me colmaba de placer y ansiedad, con cada palabra que ella pronunciaba, yo quería mucho más.

Cuando Xavier se dio cuenta que estaba bien atada - continuó Paulina con su cada vez mas explicita descripción de lo sucedido - comenzó a hablar a mi oído, a besar mi espalda y mis hombros, a acariciar mis muslos, mis caderas y mis senos, cada contacto de su piel me provocaba descargas eléctricas que fluían directamente a mi cabeza. Cuando mi excitación se encontraba a tope, comenzó a penetrarme lentamente, haciendo que mi cuerpo disfrute de cada centímetro de su verga en cada empuje que pegaba. Recordaba todas las cosas que había vivido con él y me excitaba terriblemente al estar viviéndolo nuevamente.

Mientras Paulina iba contándome todo lo sucedido, su boca pausadamente iba saboreando la punta y la base de mi verga, que excitada hasta su límite se erguía firme y desafiante al placer que estaba recibiendo. Eso me obligaba a pensar más aún en la forma en que Xavier se sentía el momento que estaba con esta bella mujer y me daba cuenta de que a cualquiera de los dos nos podría llevara a la locura.

Tras un tiempo de estar poseyéndome - dijo Paulina, al tiempo que aumentaba considerablemente la velocidad con la que me pajeaba y su lengua se movía mas asiduamente saboreando la cabeza de mi verga - mi cuerpo comenzaba a recibir un enorme orgasmo, haciendo que mis piernas, mis brazos y mi cuello comiencen a sufrir notorios espasmos, los que Xavier percató inmediatamente, sacando inmediatamente su verga de mi conchita, que ansiosa esperaba nuevamente un embiste de esa rica verga. Pese a mi airado reclamo Xavier se contuvo de follarme debido a que tenía otros planes en mente y así mi pobre conchita tuvo que esperar un momento más para poder sentirse llena nuevamente.

Tan pronto como Paulina sentía que mi cuerpo se entregaba completamente y estaba a punto de estallar, procedía a morder firmemente mi verga, a tal punto de producirme un dolor lo suficientemente fuerte para evitar que culmine con mi ansiado orgasmo. Una y otra vez me fue impedido correrme a mi antojo, pero por cada una de las interrupciones era recompensado con partes del relato que Paulina me contaba, y así nuevamente mí el grado de lujuria y excitación iban creciendo hasta límites incluso mayores a los que tenía hasta el último mordisco.

No te vayas a correr mi amor - me decía, al tiempo que llenando su boca con un buen trago de licor y pegaba sus labios a los míos, transmitiéndome así todo el intenso calor de su boca junto con parte del licor que contenía, mientras tanto con su otra mano aprisionaba mi verga fuerte e incluso dolorosamente para evitar que me corra - Aún te falta por escuchar mucho más y no querrás perderte nada, porque si te corres no me prestarás más atención y ya no te podré contar nada más, y créeme que tengo muchas cosas que contarte.

En ese preciso instante mi cuerpo también pedía insistentemente que el placer me invada, que pueda correrme, liberando toda la angustia y lujuria que me producía el saber como mi esposa se había entregado a Xavier nuevamente. No podía aguantar mucho más el momento en que mi semen escaparía de mi cuerpo, no podía y no quería evitarlo, más el momento que Paulina quería que eso sucediese no era necesariamente el mismo que yo esperaba.

** Aún puedo sentir el calor del cuerpo que entre mis manos se deslizó hoy en la tarde, observar su miedo y angustia el momento que nos encontrábamos en el salón, sentir la paz en su rostro el momento en que llegamos a nuestro destino. Todo me parece increíble, pero debo dejarlo atrás y comenzar nuevamente, debo controlar aún más mis instintos y no permitir que en mi casa suceda una cosa igual nunca más.