miprimita.com

Final Sin Retorno 12

en Hetero: Infidelidad

_Ya para... para por favor -dijo Cristina, ahora si estaba claro lo que decía, al inicio creo que mi mente me jugó alguna mala pasada, ahora sus palabras sonaban a ella - Te dije que aún no estoy lista...

_Pero si estamos tan a gusto aquí... Déjame un ratito más mi amor, no te preocupes nada más que por gozar... Olvídate ya de él, seguro que también él está en alguna cama con otra chica más joven que tú...

_Noo... cómo crees... -dijo mi esposa entre jadeos. Seguramente el tipo con el que estaba, seguía con su labor para terminar con la resistencia de Cristina.

_Es muy serio y tímido... y además de todo, él está muy lejos, en unas tierras muy diferentes… no creo que consiga a nadie... No, no… ¡no puede estar con alguien!

_Seguro que se habrá ido de putas, no dudes que estará con alguna otra mujer, déjame mostrarte lo que es un hombre de verdad mi amor...

_No... No... A él no le gusta esas cosas... a él... aaaah....

Mi esposa de repente comenzó a emitir unos gemidos muy próximos al momento de llegar al orgasmo, la cama rechinaba acompasadamente al tiempo que los cuerpos estaban convulsionándose. De repente los movimientos se estaban haciendo cada vez más y más fuertes y por tanto sonoros, pronto estarían llegando al orgasmo.

Imaginaba el cuerpo de mi esposa y del que es ahora su amante en esa cama que yo había utilizado en algunas ocasiones tras ser castigado al discutir con mi esposa pero en la que jamás le había hecho el amor, pero al parecer no estaban follando. Algo en el sonido que generaban me daba la impresión de que no sucedía nada pero claro mi mente podía engañarme fácilmente en estos momentos de turbación.

_No pares... no pares... - decía mi esposa, mientras el tipo seguramente había detenido lo que estaba haciendo a mi esposa- nooo... nooo... no... Sigue por favor no me dejes así...

_¿Acaso no me dijiste hace un rato que te deje... acaso quieres que siga...? Dime... ¿quieres que siga jugando con tu conchita?

Mi esposa seguramente estaba siendo masturbada por aquel hombre del que aún no conocía su nombre, tal vez algún amigo del gym... acaso el fortachón de Ricardo que había visto tan cerca de mi esposa, en sus ajustados leggins mientras hacía ejercicio, o acaso el hijo de puta del fotógrafo que seguramente desde que la veía casi desnuda en las sesiones que habían tenido ansiaba poseerla o algún otro modelo con cara de niño bueno y alma ladina.

Mientras yo divagaba en pensamientos inútiles, mi esposa no respondía a las intenciones de su amante porque aunque no me constaba que ellos en algún momento hubieran tenido sexo, era seguro que ahora sí llegaría el momento, ¿qué otro nombre podía tener la relación de dos personas que mientras están recostadas en la misma cama se besan tan apasionadamente? Ella permanecía sin expresar una sola palabra, pero claro, el muy zorro no había soltado su presa y seguramente no perdería oportunidad para seguir con los juegos con mi esposa, hasta romper con su resistencia o voluntad.

_Dime... ¿quieres que siga...? si lo quieres tienes que pedírmelo decirlo.

_... - apenas y si escuche susurros, no podía entender que se decían, pero seguramente mi esposa había accedido a las intenciones de su amante.

_Ya te dije... sigue... sigue...

_Así me gusta mi amor... eres muy fogosa para quedarte con este deseo entre tus piernas... Me encantas.

_Noooooooo, déjalo así... ya te dije que no quiero sexo... Esto ha sido más que suficiente.

No salía de mi consternación, estaba totalmente desolado ante los hechos que iba conociendo, mi esposa a pocas semanas de nuestra separación ya se encontraba con otro hombre en la cama y aunque hasta el momento suponía que no había pasado nada, su actitud no era normal.

De pronto tuve unas ganas terribles de entrar en el cuarto y terminar con todo pero reaccioné a tiempo, qué podía reprocharle, ella me dijo con claridad lo que iba a suceder y, al menos por ese lado, está cumpliendo con lo que había pactado. Si armaba un alboroto, pelea o discusión qué respuesta podía dar yo al encontrarme en aquella sala cuando todos pensaban que estaba a miles de kilómetros.

_Pero no me dejes así... mira que ya exploto... No seas mala.

Mi corazón quería explotar dentro de mi pecho, me sentía como un idiota esperando un desenlace que en el fondo sabía cuál sería, sentía la impotencia y el dolor de saber a mi esposa en brazos de otro y no poder hacer nada, ya que si actuaba y me descubría ahora estaba seguro de que mi esposa me diría que por mis celos estaba allí, buscando el momento propicio para echarle en cara una infidelidad, que tras el acuerdo no era tal, pero que para mis propios sentimientos y mi corazón, era exactamente como lo sentía. De buena gana hubiera mandado todo al diablo de no ser porque aún quería esa oportunidad con ella, aún quería mantenerla a mi lado, aunque finalmente me cueste mi cordura.

_Eres un cerdo... como mucho te voy a hacer una paja pero nada más... – mi corazón se detuvo, pensé que me encontrarían muerto al siguiente día y por un momento me alegré de que supieran que morí por su causa. Pero todo duró apenas un segundo y volví al dolor nuevamente.

_Tal vez... pero así te gusto o ¿no? Ahora dame esa linda manita... o prefieres tu boquita.

_Te dije que una paja, no te creas que te la voy a chupar... Tú tampoco te comiste mi conchita hace un momento...

_Pero eso se puede arreglar, mi amor, cuando tú quieras me la como con todo el gusto del mundo.

_jajaja... ya veremos...

Mi esposa no dijo nada más, pero pasados unos minutos se comenzó a escuchar un sonido que al menos yo asocié como el de una mano haciendo una paja sobre una cama chillona, claro está que mi imaginación no habría sido tan prolifera de no saber de antemano lo que habían hablado. Pero ni siquiera eso hacía que no me sintiese fatal, saber que mi esposa estaba con una de sus manos en la verga de este tipo hacía que se me revolviese el estómago. En ese instante tuve la iluminación de salir de allí para no volver nunca más, pero claro la estupidez siempre tiene más fortaleza que la cordura, por lo que me quedé. Transcurrieron unos cuantos minutos en los cuales la mano de mi esposa se empeñó en pajear a aquel tipo, hacía que ambos estuvieran cada vez más excitados.

_Aguantas mucho... la tienes muy dura... Vamos quiero que te corras... Ven aquí, ven...

_Así mi amor... lo haces tan rico... ya sabía yo que lo deseabas... Ven... así.

No pude entender las palabras que mi esposa había dicho, pero el estruendo que la cama había dado, me confirmaba que algo había cambiado en la posición de los dos amantes. Pronto lo descubriría con certeza, aunque estaba seguro que no me agradaría.

_Asii mi amor... sabía que lo deseabas... así chúpalo bien... Eres increíble, siempre había querido tenerte así, chupándome la verga hasta el fondo... Asiii, asiii.

Fue otro golpe bajo, mi esposa ahora estaba chupándosela a su amante, no sabía por qué pero lo había supuesto desde antes, creo que era algo que sabía que sucedería, a ella le encanta chupar cuando se encuentra muy excitada, no hay poder humano que la detenga y no había razón para cambiar sus gustos. Pero ahora ¿qué más vendría? Pasaron muy lentamente los minutos, al tiempo que escuchaba a mi esposa chupando ávidamente la polla de su amante que retorciéndose de gusto daba muestras del placer que recibía.

_No puedo más, voy a terminar ... assssí que rico... - dijo el amante de mi esposa, mientras se corría -

_... idiota, te has venido en mi boca... - dijo mi esposa con muestras de intención de vomitar ya que ella odia recibir la corrida en su rostro y peor aún en su boca. Pronto pude escuchar las arcadas que le daba aquella situación.

De pronto mi esposa se levantó de la cama y salió hacia el baño que estaba fuera de la habitación. Eso hizo que mi corazón diera un vuelco y me hiciera reaccionar rápido, ocultándome tras la pequeña barra del bar que se encontraba lo más cerca de mi puesto de escucha. Desde ahí no podrían verme, si es que no querían tomar algo más, ya que siendo así, me encontrarían sentado en el suelo con la cara del idiota más grande del mundo.

_No soporto la corrida de un hombre en mi boca, ni siquiera a mi marido le dejo hacer tremenda marranada... - decía mi esposa desde el baño, donde sufría algunos espasmos mientras se enjaguaba la boca - Eres un cerdo...

_Si no es para tanto mi amor... no he podido controlarme...

_Pero me has sostenido la cabeza clavándomela hasta la garganta... eres un imbécil Julio...

Por fin mis sospechas de quién era el amante de mi esposa se veían confirmadas, el fotógrafo con el que tanto tiempo había trabajado era el tipo con el que estaba pasando la noche.

_jajaja... Vamos mujer ya dije que lo siento...

_Yo tengo la culpa por aceptar dormir junto a ti, debí quedarme con las chicas en mi habitación o al menos echarte para que duermas en el pasillo...

_Ya cálmate guapa, que vas a despertar a las chicas y seguro que nos preguntarán qué hacemos a estas horas de la noche y, bueno, yo no soy de decir mentiras y tendré que contarles que estuviste chupándome la verga contra mi voluntad, jejejejej...

_Idiota...

Algo había cambiado, lo noté al instante que mi esposa había dicho esa palabra, al parecer ofensiva, pero que a la luz de los acontecimientos me mostraron que ahora entre ellos había algo que me causaba aún mayor preocupación, esto era complicidad. Lo que una pareja tiene tras vivir o convivir o al menos algo que nosotros teníamos, disfrutábamos y alentábamos. ¿Qué me esperaba de ahora en adelante?, ¿acaso el fotógrafo era la persona elegida por parte de mi esposa para reemplazarme por este periodo de tiempo? ¿Sería él o ella capaz de reemplazarme definitivamente?

_Ahora ya vamos adormir... -dijo ella mientras volvía a la habitación. - Las chicas siguen tan borrachas como las dejamos, no creo que despierten hasta mañana.

_Claro amor, ven aquí para poder dormirnos... Aunque la noche aún es joven...

_Ya déjalo así... no creas que me he olvidado de la trastada que me has hecho... De mí no obtendrás nada más esta noche...

¿Acaso otra noche tal vez si?, pensaba yo mientras los escuchaba escondido detrás de la barra de nuestro bar, viendo la forma en cómo se comportaba mi esposa con el fotógrafo. ¿Cómo podía lograr tanta familiaridad con aquel tipo?, recordaba el esfuerzo que me había costado poder acostarme con ella y de ahí todo lo que habíamos tenido que pasar para realmente sentirnos cómodos entre nosotros y cuán fácil le había resultado a aquel tipo hacer que mi esposa sienta tal nivel de familiaridad con él.

_¿Quieres una cerveza? - preguntó mi esposa a su amante, mientras mi corazón se paralizó al saber que sería descubierto sentado en medio del bar, qué iba a decirle?, mi matrimonio ahora sí, seguro que iba a terminar y además quedaría como un idiota y cornudo ante mi esposa.

_No... No me gusta - escuché con cierto alivio la respuesta de su amante- eso solo te da una barriga cervecera.

_A mí tampoco me gusta... - contestó mi esposa, algo que me dejó completamente helado - en cambio a mi esposo le encanta beberse una cada vez que puede... yo solo lo acompañaba para no dejarle solo.

_Con razón estaba tan panzón y fofo... - dijo el muy hijo de puta, que encima de querer follarse a mi esposa ahora encima me insultaba y humillaba - No como este macho que tienes aquí...

_Yaaaa... ni que estuvieras tan bueno... además mi esposo no es ningún fofo... Y bueno creo que es más hombre que tú.

_Vamos si ese idiota hubiera sido lo suficientemente hombre no te habrías separado de él, acéptalo, tu ex no te llegaba ni a los tobillos, tú eres una princesa y él no es más que un simplón y un tipo corriente; tú te mereces alguien mucho mejor...

_Déjalo así... no voy a discutir contigo ni con nadie acerca de Esteban.... Ahora ya vamos a dormir que mañana tengo mucho trabajo y no puedo pasármelo contigo todo el día...

Me había quedado desconcertado, por un lado la revelación de algo que creía compartir con mi esposa y que ella apenas toleraba por mí, me hacía ver que yo no conocía a mi esposa, tal vez no la conocía completamente. Por otro lado aunque no creía que ella al final de cuentas me tuviera muy presente durante en esta noche, al menos no permitió que en boca de ese idiota que había conseguido como amante acabase como un pelele, –tampoco me sentí arropado por ella, su defensa era poco convincente- pero no sabía hasta qué punto ella se identificaba con las palabras que este imbécil del fotógrafo le había dicho.

En ese instante él salió al baño mientras mi esposa volvía a la habitación, lo que me mostraba que no tenía la más mínima intención de cambiar de lecho y por tanto supuse que él ya envalentonado por la ventaja adquirida intentaría llevarla más allá, todo esto ante la completa aceptación de mi esposa, que sin mostrar el menor arrepentimiento o reproche, se dirigía nuevamente a la habitación.

_Cierra bien la puerta, que no quiero que las chicas vayan a entrar y piensen otra cosa...

_Claro mi amor, no nos vayan a encontrar en nuestro nidito de amor... jajaja.

_Eso es lo que tú quisieras... pero entre nosotros ya ha pasado mucho más de lo que te mereces, así que ahora sí vamos a dormir...

Apuradamente entraron los dos nuevamente, Julio cerró la puerta para evitar miradas indiscretas, por mi parte, qué más podía hacer allí, eran las tres de la mañana y a pesar de que el cansancio del viaje y el terrible encontronazo con la realidad me habían espabilado, el agotamiento pronto haría mella en mí y me quedaría dormido, siempre y cuando no suceda nada en aquel cuarto, pensé.

Al final, tras unos minutos después de haber cerrado esa puerta, volvió a escucharse algunos sonidos procedentes de la cama donde ahora se encontraba mi esposa y su amante. Mi cabeza empezó a dolerme, un malestar terrible se apoderaba de mi cuerpo, no podía pensar claramente, lo mejor sería salir de allí, ya nada que no sea dolor y sufrimiento me esperaba si me quedaba, lo único que faltaba para terminar tan desastrosa noche era que mi esposa y aquel tipo acabaran follando, pero eso tarde o temprano sucedería, esté o no aquí.

Pese a saber qué iba a suceder, me pegué nuevamente a la puerta del cuarto con el fin de escucharlos. Tenía clara la perspectiva de que si algo iba a suceder lo más probable era que ellos acabarían follando, no había razón para que eso no sucediera y me sentía completamente paralizado frente a esa realidad. Cómo impedir algo que no podía y no debía evitar, si pretendía algún día presentarme con decencia frente a ella tenía que mantener la decisión de separarnos; con todo lo que eso realmente implicaba. Pero la curiosidad, el morbo o qué se yo me mantenían atento a lo que sucedía en ese cuarto. No tuve que esperar mucho tiempo, otra vez los ruidos y las voces dentro me mantenían en una desagradable tensión.

_Juliooo... ya te dije que no... no insistas más.

_Pero mi amor... si me muero de ganas...

_Te portaste como un cretino y ahora quieres otras cosas de mí... Ni loca... eres un cerdo y lo único que quieres es aprovecharte de mí...

_Perdóname mi amor... lo que pasa es que me vuelves loco... no sé mantenerme quieto estando a tu lado.

_Te perdono, pero ya déjalo así... no quiero saber de ti hasta mañana.

_Pero mi amor, es que aún estoy muy caliente, es por tenerte así junto a mí. No puedo evitarlo, eres tan preciosa que no puedo contenerme... tus piernas provocan no detenerse y bueno… tu culo es para morir de infarto.

_No seas zalamero, que no te creo nada... Lo que pasa es que eres un sinvergüenza y mujeriego y claro cómo me tienes a tiro, aprovechas para lanzarme tu artillería.

_Pero si sólo vivo para ti mi amor... tú eres la única...

_Eso no te lo crees ni tú... jajaja... Yo tendría la culpa por creerte... -decía mi esposa, pero su voz ya no sonaba ni convincente ni decidida, seguramente tras todo lo sucedido ya no le parecía tan mala idea.

_Pero si es verdad mi amor... Ven dame un besito y te lo confirmo...

_Ya duérmete y no me molestes...

_Vamos... solo un beso…

De pronto no pude escuchar ninguna otra palabra, imaginé inmediatamente lo que sucedía y no me equivocaba; se estaban besando en la cama, seguramente un beso cálido y profundo como a mi esposa le gustaban. La cama comenzó a crujir, imaginé los cuerpos acomodándose nuevamente, tocándose, acariciándose. En mi mente aparecíami esposa con un corto atuendo o quizá ninguno; tal vez alguno de sus pijamas más cortos, posiblemente una camiseta larga y nada más, podía imaginar cómo sus piernas ahora estarían enlazadas con las de a su amante y un frío sudor cubrió mi cara. Cuando estaba elucubrando lo que sucedía, la puerta que cerraba la habitación se comenzó a abrir lentamente, el muy idiota del fotógrafo ni siquiera se había dado a la labor de cerrarla bien, por lo que ésta comenzó permitir el paso de la luz hacia donde me encontraba.

Cuando pensaba que no podían estar las cosas peor pude ver el interior de la habitación. Mi vista se clavó inmediatamente en la cama que compartía ella con su amante, mis ojos ya acostumbrados a la penumbra pudieron distinguir fácilmente las siluetas que descansaban en la cama.

Mi hasta ahora amada esposa se veía claramente como recostada sobre su espalda recibía los besos y caricias del hombre que colocado sobre ella tenía fácil acceso a deslizar sus manos por todo su cuerpo. Podía ver como sus bocas se comían con ansia y pasión, mientras que la mano izquierda del fotógrafo acariciaba el pecho de mi esposa que aún cubierto por una fina tela se mostraba aún más apetecible.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas, mientras aquel hombre fue deslizando su mano hasta el borde de la bata que ella llevaba, jalándola poco a poco, descubriendo sus firmes muslos, quien a pesar de todo estaba ayudando a su amante a desnudarla. Llegado al filo de la bata, pude ver como la mano de aquel tipo tomaba posesión de uno de los glúteos desnudos de mi esposa, lo amasaba delicadamente, acariciando con suavidad desde su muslo hasta su cadera. Mi esposa por su parte sujetaba con sus manos la cabeza de aquel hombre, al tiempo que lo devoraba con sus besos y caricias, encogiendo su muslo para que pudiera ser más sencillo para su amante que de pronto se despojó de su camiseta y mostró un cuerpo esculpido y fuerte, nada que ver con la pancita que siempre había sido mi figura desde joven.

Sentía como mi mundo había terminado mientras oculto por la noche y la oscuridad, la vergüenza y la humillación, el desprecio que sentía hacia mí mismo y a la situación que había desencadenado mis celos, miraba entregarse a mi esposa, observaba como otro hombre disfrutaba de las caricias que tantas veces habían sido mías y que ahora y quién sabe si para siempre, ya no me pertenecerían. Al fin había llegado el momento de mi caída final, observé como aquel hombre buscaba dentro de su billetera un condón para utilizarlo en ese mismo instante, en una señal inequívoca de las intenciones que tenía para con mi esposa. Él, demostrando su habilidad rápidamente se lo puso, mostrándome entre sombras como su polla ahora erecta y firme se mostraba completamente imponente y lista para profanar el santuario que hasta hace no mucho tiempo yo veneraba. Mi esposa separó sus rodillas abrazando con ellas la cadera de quien se estaba convirtiendo en su amante, para después recibir el último beso previo a su entrega.

Mis piernas fallaron y casi caigo al suelo cuando pude ver como aquel hombre penetraba a mi esposa, lentamente pero con decisión y fuerza. Mi corazón no dejaba de latir a mil por hora, estaba a un segundo de entrar y acabar con todo, pero ya carecía del coraje y de la fuerza necesaria para actuar, mis ojos eran manantiales de agua; no debía estar allí, tenía que marcharme pero mis piernas no me respondían y mis ojos no dejaban de ver las sombras que ahora se movían acompasadamente, haciendo que el colchón comenzara a cantar la frecuencia con la que el ahora ya amante de mi esposa, follaba su cuerpo y destrozaba mi corazón. Dejé de verlos, no pude más, apoyé mi cuerpo en la pared y me deslicé hasta quedar sentado en el suelo.

Debía recomponerme para salir de allí, no podía ni siquiera pensar ni respirar ni caminar y menos aún salir por la ventana, mis lágrimas cegaban mis ojos como un mar de angustia y desesperanza, pero para aumentar mi dolor y mi pena, los gemidos de mi esposa se comenzaron a hacer poco a poco más fuertes y audibles, el sonido de la cama mostraba la fuerza y vitalidad de las acometidas. Creo que algo se quebró en mi conciencia puesto que mientras escuchaba nuevamente los sonidos de movimiento en la cama donde estaba mi esposa, mi curiosidad o morbo me hicieron herir aún más, volví a espiarlos; lentamente me levanté y espié a la habitación, ahora la imagen era muy diferente, mi esposa se encontraba a cuatro patas sobre la cama mientras que su amante de rodillas la penetraba desde atrás, yo sabía cuánto placer sentía ella en esa posición y cuan fácilmente llegaba a disfrutar así de tremendos orgasmos, y claro que los obtuvo.

_Así papi... así... - le decía mi esposa al fotógrafo mientras él la sujetaba con una mano de la cadera y con otra de su larga cabellera, penetrándola sin compasión.

_Me corro... me corro... mmmmm

_Si mi amor… correte, cooorrete con toda mi polla muy dentro de ti…

Esa imagen me perseguirá toda la vida, pero no dejaba de mirar, de verlos. Tras un sinnúmero de gritos emitidos por mi esposa, ella se corrió con un gemido gutural que anunció un orgasmo fuerte, apoteósico, mientras él no paraba de penetrarla con fuerza hasta que un minuto después el sonido frenético del colchón anunciaba que él también se correría pronto, tras haber disfrutado de una de las mieles más dulces que seguramente había probado. Un fuerte gemido, por su parte, y las tremendas palmadas que daba en el trasero de mi esposa, me mostraron el momento final donde aquellos amantes habían logrado consumar aquella pasión que seguramente guardaban. Terminaron exhaustos, se recostaron cada uno al lado de la cama hasta recuperar el aliento, mientras yo con la boca seca y los ojos destrozados, al igual que mi corazón, me ocultaba tras la pared, para evitar que alguno de ellos pudiera verme y con ello hacer que la humillación terminará por destrozar, si es que aún había algo que destrozar dentro de mí.

_Ha sido fantástico mi amor... - dijo el hombre, claramente exhausto por el esfuerzo pero seguramente satisfecho. – Siempre había sabido que tenías un polvo fantástico.

_Eres un bruto... Me has hecho gritar como una loca... Tu polla es enorme... Nunca antes había estado con alguien así...

_Pues cuando quieras mi amor esta lista para ti...

_Tendré que recuperarme antes... - dijo mí esposa mientras trataba de incorporarse, seguramente iría nuevamente al baño ya que acostumbra hacerlo siempre -

Mi temor a ser descubierto volvió de pronto, por lo que rápido volví hacia mi escondite en el bar, donde aún me sentía a salvo. Desde ahí pude verla nuevamente oculto en las sombras, Cristina caminó cubierta con una sábana mientras iba al baño, lamenté no poder verla desnuda, ya que seguramente sería la última vez.

_Creo que ahora te cambiaría esa cerveza por un buen whiskey... -dijo su amante desde el cuarto, en ese minuto mi corazón tembló, mi escondite se volvió el peor lugar para estar.-

_Dame un minuto y te la llevo... – dijo mientras ingresaba en el baño…

No esperé ni un segundo y me lancé a la ventana, tal vez me verían y pensarían que sería un ladrón, pero tal vez no y podría escapar sin ser visto. Tan pronto como salí y al no notar ningún ruido de alerta, supe que había pasado desapercibido por lo que cerré la ventana lo más lentamente que pude. De pronto la luz de la sala se encendió y vi a mi esposa ir directamente al bar donde segundos antes me encontraba y sacaba dos copas. La vi tan hermosa como la recordaba e incluso mucho más deseable que antes, ¿cómo podría vivir sin aquella mujer a mi lado?, duro era pero creo que ya tendría que hacerme a la idea de que la había perdido.

_¿Lo quieres con hielo? - preguntó mientras tomaba su celular para revisarlo, seguramente algún mensaje fuera de hora o tal vez solo costumbre -

_No... para mí solo.

_Vamos empatando en gustos... amor... - esa palabra al final acabó con mi resistencia, ya qué podía esperar si ella ya trataba con tanta familiaridad a su amante. Estaba todo dicho, la había perdido para siempre.

Al final ella regresó a la habitación junto a él, el oír cerrar la puerta hizo que mi cabeza no diera para más y con las pocas fuerzas que me quedaban logré pararme y subir por el mismo lugar que ingresé.

Subí lentamente hasta la azotea y justo en ese momento una suave lluvia comenzó a refrescar mi mente, el frio empezaba a entumecer mi cuerpo, pero mi mente estaba por estallar. Tenía una furia intensa pero mi tristeza era aún mayor, me estaba asfixiando, un fuerte dolor en el pecho y en el estómago estaban a punto de hacerme vomitar, solo las gotas de fría lluvia me mantuvieron consciente. Todo estaba perdido, mi matrimonio y mi vida destrozados, ya qué más daba. En ese instante el abismo que se encontraba a mis pies se tornaba tan atractivo, tan cálido y abrazador, me llamaba y me incitaba a descender por él, saltar al vacío podría ser mi salvación, mi irracional salvación, la huida de este mundo carente para mí de sentido. Y lo hubiera hecho de no ser por la absurda vergüenza que sentía al imaginar que me encontraran muerto a los pies del departamento que alguna vez fue de ella y mío.

Había visto como era follada por un amante tan diferente a mí que seguro que no tenía comparación con lo que yo era, él la había tomado apenas esforzándose en conquistarla mientras que yo tuve que pasar mucho tiempo y esfuerzo para lograr meterme por primera vez en su cama, ¿cómo podría superarlo?, ¿quién en su sano juicio volvería junto a mí? El tipo era un hombre de dinero y posición, dentro del mundo de la gente guapa, él se desenvolvía como un pez en el agua; era mucho más atractivo de lo que yo nunca fui ni en mis años de juventud, tenía aquel sex-appeal que envolvía a las mujeres y estaba claro que mi esposa era ya una de ellas…

Cómo podía yo tratar de recuperarla e imaginé la terrible escena de al terminar los meses de nuestra separación, llegando ella con su amante, seguro que vendría a encarar que las cosas entre nosotros ya no podrían seguir, que yo había tenido mi oportunidad y que ahora lo mejor era seguir cada uno nuestro camino, que ella había encontrado un hombre mejor y que están enamorados, seguro que incluso hasta esperando el hijo que yo nunca pude darle.

Justo en ese momento sonó un mensaje en mi teléfono, mi cuerpo entero dio un brinco al reconocer el timbre, era el tono de mensajes que recibía de Cristina, siempre diferente, solo para ella, así podía reconocer al instante cuándo me escribía. Saque el teléfono con las manos temblorosas y me dispuse a leer, imaginé un mensaje corto, seguramente un adiós o quizá algo peor. Pero…

Cristina 04:27 - "TE AMO, hoy más que nunca… no lo olvides jamás."

No la entendía, ¿está pasando la primera noche con su amante y se le ocurre enviarme un mensaje diciéndome esto? No la comprendía, ella jamás había sido cínica ni mucho menos hiriente, cómo podía seguir jugando conmigo, dándome esperanzas donde estaba claro que no las había. ¿Dónde estaba el límite de mi humillación? ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar en mi autodestrucción?

No quise responder, no sabía que le diría ahora, tal vez un mensaje para que ella supiera lo que pensaba: que era una maldita perra que se ha acostado con el primer hombre que se le puso a la mano, que la odiaba con toda mi alma y que había roto mi corazón. Que era una zorra, que me había manipulado para deshacerse de mi, que en menos de un mes ya estaba follando con el primer tipo que consiguió y así poder follar con cuantos tipos quisiera…

Tal vez algo de lo que temía: Que estaba muerto de miedo de que me dejara por aquel hombre o peor aún que quisiera seguir viéndolo porque era un mejor amante que yo y que conmigo no sentía lo que con él.

Acaso lo mejor sería decirle lo que sentía: que le pedía perdón por empujarla a esto, que de no ser por mí, las cosas hubieran sido completamente diferentes y que ahora podríamos estar disfrutando juntos en lugar de que ella hubiera tenido que buscar a otro. O mejor... lo que diría desde muy dentro de mi corazón, lo que en realidad era la esencia de lo que significaba mi relación con ella y las esperanzas que aún guardaba.

Esteban 04:28 - "Yo siempre te amaré... a pesar de todo."

No hubo respuesta, ni siquiera vi si lo había leído o no, apague mi teléfono, y salí para dirigirme al aeropuerto. Allí podría sentarme a descansar y esperar mi vuelo de regreso. Necesitaba pensar, tranquilizar mi mente y mi cuerpo, no quería estar solo, quería ver gente, tenía la necesidad de ver gente porque muchas ideas, como las de pegarme un tiro o lanzarme al vacío estaban muy presentes en mi mente y no quería que se adentran más.

Mi viaje fue muy corto ya que cuando pude tomé una pastilla que me hizo dormir las siguientes 12 horas, librándome de pensar.

Cuando retorné a oriente, había decidido al menos dos cosas: la primera que no aceptaría la propuesta de Lixue. Aunque al fin era libre, yo tenía la certeza de que estar con aquella niña no me generaría más que problemas, ella trabajaba para mí en cierta forma y, además, si llegaba a encariñarme con ella lo más probable era que terminaría más destrozado si volviese con su novio.

La otra cosa que cambiaría aunque me vaya la vida en ello, era mi forma de ver el mundo, tal vez mis celos no son más que eso, una forma de enfrentarme al mundo que tanto daño me ha generado, pero de ese aeropuerto salí convencido que al regresar a él sería un hombre completamente diferente, cueste lo que cueste.

Y claro que me costó... pagué con muchas lágrimas, sangre y dolor.