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Olvidando 5

en Hetero: Infidelidad

En la mañana siguiente desayunamos juntos y entre risas y manoseos pasamos un día de lo más ameno hasta la noche, donde salimos a tomar algo, pero lejos de nuestro departamento. Sabía que Karen quería decirme algo, pero que no se atrevía, más conociéndola supuse que buscaría el momento más adecuado.

Felipe, ¿Crees poder dirigir una empresa pequeña? - me dijo al final su primera copa de vino y mi primera cerveza sin alcohol -

A qué se debe la pregunta.

Quiero poner un negocio, -dijo Karen mirando el infinito que se encontraba lejos de mis ojos.- Pero no sabría cómo hacerlo andar, ni tampoco administrarlo. Podríamos ser socios, si te interesa.

¿De qué se trata? - pregunté mientras mi interés crecía, principalmente cuando el trabajo que hacía me estaba comenzando a hartar-

Quiero poner un prostíbulo de chicas finas... Un lugar donde poder emborracharse y coger con chicas guapas y entre paredes oscuras. Tragos finos, chicas lindas, cuartos elegantes, todo lo que alguien pagaría una buena pasta.

¿Y quieres que yo administre eso?

¿Por qué no? ¿Acaso no te crees capaz?

No lo sé, no conozco el medio, ¿Creí que querías salir de ese medio?

Yo sí... Pero el negocio es otra cosa... Es muy lucrativo y creo que lo podríamos hacer muy bien juntos. Yo conozco como son algunas realidades y tú como poder hacer funcionar un negocio, nos podríamos asociar muy bien... Pues yo ya no quiero ejercer más, ahora tengo lo que necesito y no pienso estar con nadie más, pero conozco este tipo de negocio y seguro nos podremos forrar en dinero.

¿Y el dinero para montarlo?, esto va a necesitar de un capital algo grande para iniciar, nadie nos prestaría para hacer algo así...

Puedo conseguir algo de efectivo entre algunas chicas, que incluso podrían pasar a formar parte de la nómina, pero inicialmente pueden aportar algo para iniciar un buen negocio.

¿Y si iniciamos solo por internet? - Me sorprendió la idea, de una forma clara y completamente posible.- No gastaríamos mucho y podríamos iniciar mañana, claro que con un poco de publicidad...

Yo de eso no se mucho, pero creo será una buena idea... -dijo alegremente Karen-

Seguimos conversando de detalles y análisis de resultados que podríamos tener, la cosa es que salimos del bar algo tarde y caminamos hasta tomar un taxi, comenzaba a llover cuando paramos un taxi pero justo cuando estábamos por subirnos, un golpe me lanzó contra el auto dejándome algo aturdido.

Hija de Puta... - gritaba a mis espaldas un tipo, mientras se oía una bofetada cruzar el rostro de Karen - ¿Acaso estás viviendo con este maricón?

El tipo lanzó una patada sobre mí, al tiempo que el taxi que pensábamos tomar arrancaba velozmente, lanzándome lejos de donde estaba y de paso dándome tiempo para recobrarme.

Al momento que me pude parar identifiqué claramente a mi atacante, era el tal Mario, ex proxeneta de Karen y un chulo de cuidado. Creo que no me había reconocido, más podría no haber sido así, por lo que me puse muy listo para cualquier cosa. Ya los tiempos nos habían igualado en fuerza y velocidad, y para mala fortuna suya en tenacidad y fiereza.

Déjala en paz... pendejo - grité tratando de no amilanarme - Ahora es mi mujer...

Largo de aquí maricón... - contestó mi cordial saludo, dejando en claro sus intenciones - Si no quieres que te mate aquí mismo...

Cuando Mario sacó una navaja de su bolsillo supe que la amenaza era muy cierta y que tanto Karen como yo estábamos en un buen aprieto. Me fui acercando lentamente donde se encontraban, mientras sacaba mi cinturón y lo envolvía en mi mano zurda, dejando la hebilla en el extremo opuesto.

Quien te va a matar soy yo... -le dije con la voz más amenazadora que tenía - si no la dejas en paz maldito perro.

El tipo ni se inmutó, pero lanzó a Karen a la vereda, mientras con su mano diestra empuñaba su navaja para seguramente tratar de hacerme picadillo. Nos acercamos hasta el alcance de la mano y comenzó el combate.

Entre lances de navaja y respuestas con la hebilla de la correa nos mantuvimos a raya al principio, más un movimiento muy rápido de su parte me obligó a pararla con mi antebrazo derecho, no sin antes aprovechar darle un buen golpe con mi zurda, que enguantada con la correa la hacía más efectiva.

Pero eso en lugar de aquietarlo, enfureció más a la bestia y se lanzó como una tromba sobre mí. Lo único que atiné fue lanzar un último golpe de hebilla que fue sujetado con la mano izquierda de mi oponente, permitiéndole lanzarme un navajazo que justo cortó dos centímetros arriba y abajo de mi ojo derecho, dejándome prácticamente ciego por la sangre.

Con esta ventaja y justo cuando pretendía clavar la navaja en mi rostro, una macanazo reventó en su cabeza, dejándolo aturdido por un segundo, el mismo que aproveche para sacar mi propia navaja desde mi bolsillo derecho, y abriéndola automáticamente se la clavé dos veces en su costado derecho, justo debajo de sus costillas entre las vértebras que se alinean a su corazón.

De esta forma nos separamos nuevamente, yo casi no veía por mi ojo izquierdo, pero me levanté rápidamente. Mario en cambio, pese a tratar de levantarse, sus piernas fallaron y cayó de rodillas en la calle. Karen con su macana que siempre llevaba para protegerse en la mano se retiraba lentamente hacia atrás. Las heridas de Mario eran insalvables si no recibía ayuda en los próximos minutos, lo malo es que no había nadie allí que se la brindaría.

Tomé precaución de no pisar la sangre, tomé los puñales y la macana antes de salir corriendo por la avenida, corrimos durante 10 minutos o más, mientras tanto pensaba que como la lluvia comenzaba a caer con fuerza todas nuestras huellas se borrarían o dañarían, ahora solo me preocupaba saber si perdería mi ojo o no.

La mañana nos despertaría en una sala de emergencias al otro lado del lugar del encuentro, donde con nombres falsos indicamos que nos habían robado y que me habían herido. Mi ojo tenía una herida seria aunque esperaban que se recuperara casi completamente, por lo que inmediatamente pusieron un parche para dejármelo cubierto y que no se contamine, por otra parte apenas unos cortes en antebrazos pero nada de gravedad. Salimos abrazados a las 8 de la mañana, con un negocio en el futuro y una muerte en el pasado.

Dormimos juntos apenas llegamos al departamento. El cansancio y el estrés nos mataban, al llegar la noche nos despertamos hambrientos de comida e información. Prendimos la TV para saber algo de la muerte de Mario, y justo ahí en medio del canal de crónica roja estaba su nombre, la policía lo había reconocido inmediatamente, tenía algunas detenciones y un claro pasado delictivo, el fiscal indicó que suponían un ajuste de cuentas entre pandillas rivales; claro mensaje de que el caso está resuelto y que no había nada más que investigar, nos tranquilizamos.

Pero también nos excitamos, de una manera visceral e incluso mórbida, el escuchar que el hombre que nos había hecho tanto mal se encontraba muerto en un callejón nos despertó la libido de una forma muy tétrica.

Nos besamos nuevamente, nuestras ropas quedaron en el piso y nos dirigimos a la ducha, jabonamos nuestros cuerpos con delicadeza y mucha pulcritud, lavamos todo, incluso creo yo nuestra conciencia. De pronto Karen se voltea, me muestra su firme trasero y su fina cintura que producto de una mejor alimentación y cuidado ahora se presentaba con aquella presencia que hacía regresar a ver a cuanto hombre la cruzaba en el camino, Karen levantó la grupa y regresó a verme directo a mi ojo sano.

Tómame por detrás... - me dice con pasión y lujuria - Toma mi culo... A nadie se lo he dado por voluntad, solo el maldito de Mario me lo abrió una vez violándome mientras estaba drogada. Ahora es tuyo... Ahora soy tuya...

Con una buena cantidad de jabón en su culo, introduje uno y dos dedos ante la inicial molestia de Karen, pero sin echarse atrás. Pude sentir como lentamente se iba abriendo a mis deseos y a los de su dueña, lentamente hasta quedar como una pequeña flor abierta, dispuesta y deseosa.

Puse mi verga en dirección a su más secreto anillo mientras podía sentir los temblores que esta acción provocaban en las piernas de Karen, pude sentir como un ligero estremecimiento se dio al sentir la punta de mi verga justo en el centro de su culo, mientras mis manos cubrían de jabón sus caderas, su cintura y sus senos.

Dámela...

Y se la di, hundí mi verga lentamente hasta que mis huevos chocaron en su concha donde ya mi mano comenzaba su trabajo mientras que la otra disfrutaba de la redondeces del cuerpo de Karen. El momento del dolor fue corto, y creo que incluso placentero, tanto para ella que lo sintió como para mí que lo provoque.

Fuerte...

Y me esforcé, embestí con calma pero con energía, lentamente pero con toda la fuerza al final de cada golpe de cadera. Disfruté de cada centímetro de su cuerpo, y ella de cada centímetro de mi verga, no sé cuánto tiempo permanecimos de esta forma, pero todo finalizó con un orgasmo muy fuerte de Karen con mi verga bien clavada en su culo y mi mano abriéndose paso entre su entrepierna, sus temblores y sus gemidos me obligaron a detenerme para no correrme, quería verla disfrutar, quería disfrutar haciéndola gozar.

Al final, tembló como una hoja mientras sentía como reiniciaba mi martilleo, y eso fue justo lo que ya no pude resistir. Mi verga estalló dentro de este culo que sin pensarlo siquiera su dueña había guardado para mí...

Siempre has peleado bien... - me dijo finalmente Karen una vez que la calma había vuelto - Creo que nunca has perdido una pelea...

Creo que no... - dije recordando algunas peleas anteriores, siempre tan violentas, pero las que me causaban mayor remordimiento eran las que no recordaba, las que por causa del alcohol llegué a hacer cosas impensables.- Siempre he tenido mucha suerte, aunque ahora creo que no salí bien librado...

Esta otra vez tampoco... - Karen me apuntó directo bajo mi costilla, donde años atrás un maleante me había acuchillado - Aunque esa vez lo mandaste a... al hospital... supongo...

Lo recordaba, el tipo aquel logró clavarme su puñal justo el momento en que hundía el mío justo debajo de su mandíbula, dejándolo clavando junto con su lengua y paladar. Se desplomó diez segundos después, se ahogaba en su sangre mientras luchaba por respirar, ya sin ánimo de combate lo dejé tirado en la acera y me fui a urgencias... él nunca llegó.

¿Y esta otra? No la había visto... - me dijo mientras acariciaba mi muslo muy cerca a la entrepierna - ¿Es un disparo?

Fue el Memo... - dije recordando al tipo que me la hizo - No recuerdo mucho, porque estaba como una cuba de ebrio... justo después de que me abandonaste...

Me lo contaron después... - respondió poniéndose algo melancólica - Dijeron que le cortaste los huevos... ¿Fue cierto?

No recuerdo... - dije a pesar de que si recordaba y saber que borracho hice eso y muchas otras cosas más - Lo dudo... no creo fui yo... estaba muy ebrio...

Ese día terminaba como empezó, acostados juntos, ahora más fuertes y decididos a seguir adelante, con un secreto que nos llevaremos a la tumba, un secreto que ahora mientras Karen desliza su mano a mi verga, es necesario olvidar.