miprimita.com

House. La extraña paciente

en Parodias

 

He intentado recrear un episodio de House con elementos de todas las temporadas, incluyendo su adicción a la Vicodina y contando aún con la presencia de Lisa Cuddy. Espero que os guste:

 

HOUSE, LA EXTRAÑA PACIENTE

 

Una mujer de aspecto rotundo manosea la fruta. Aprieta los tomates mientras grita con voz ronca:

-¡AY QUE RICO, COMO LAS BOLAS DE MI NOVIO FEDERICO!

La clientela se ríe, pero el frutero refunfuña. La mujer sigue con sus exploraciones. Toma un brote de cerezas, se las cuelga de la oreja a modo de pendientes y parpadea alocadamente con unas pestañas que bastarían para barrer el apartamento de cualquiera de los televidentes. Toma un par de sandías partidas y las apoya en sus senos. La gente se ríe a carcajada limpia, pero el frutero insiste:

-¡Oiga, señora, no me manosee más las piezas de fruta o llamo al guardia!

La frase del frutero se presta a interpretaciones diversas y las risas estallan de nuevo. Eso no mejora el ambiente, se forma un corrillo frente a la parada y la mujer rotunda de voz ronca toma un plátano enorme y maduro, lo pela con puteril delicadeza mientras saca la lengua y lo relame en toda su extensión. Las mejillas del frutero enrojecen, sus labios toman un matiz púrpura y sus córneas traman venillas.

-¡AAAAY QUÉ RICO BANANO, POR LA BOCA, POR EL COÑO Y POR EL ANO! -proclama la mujer mientras hunde la pulpa madura en su boca.

Los televidentes, ingenuos, harán lo de siempre: esperar a que sea el frutero el que caiga fulminado. Pues no. Nunca aprenden: La mujer rotunda de voz ronca, que mostraría su tez pálida y arrugada si las seis capas de maquillaje no lo impidieran, boquea inútilmente y su mirada se clava en un punto indeterminado próximo a la pollería de María Santos. La mujer rotunda se desploma asfixiada ante el pasmo general, el de los televidentes y el de María, la pollera.

-¡Un médico..., un médico... ¿hay por aquí algún médico? -grita el listillo de siempre que aún no se enteró de que hay un número telefónico para eso.

-Yo soy médico -se oye entre el barullo.

Aparece un chico joven con un cestito de rafia en la mano. Es rubito, muy guapo y la mayoría le observa con curiosidad. Nadie pondría en sus manos ni a la suegra más odiada tal es la desconfianza que inspira. Tanta belleza, juventud y candidez sugieren inexperiencia. Pero el supuesto médico no pierde el tiempo y les grita:

-¡Dejen sitio, por favor. Me llamo Robert Chese y trabajo en el Hospital Princeton para el eminentísimo doctor Gregory House!

-Pelotaaaaassss -se oye un rumor de fondo.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

House chirría el yeso en la pizarra para escalofriar a sus subordinados, sin resultado. Están curados de espantos y ya no se inmutan con sus perrerías. Con los recortes han vuelto a la pizarra tradicional, incluso el yeso escasea. Se mete un puñado de Vicodinas en la boca y se guarda una en la mano; ha descubierto que tiene las mismas prestaciones que el yeso y se dispone a escribir con ella.

-Chese fue al mercado y no sólo nos trajo casquería... ¿qué nos trajiste, Chese...? ¿no practicaste la inmaculada contracepción con la pescatera y te obsequió con purgaciones y no con merluza fresca...?

-Esa cara me suena… ¿No será… -parece recordar Park, la doctora diminuta.

-¿Vas a comprar casquería y mondongo al mercado? -interrumpe Taub, el doctor judío.

-Aún no acabé la tesis. Quiero demostrar que la dieta vegana no es mejor que la Dukan y muy parecida a la del avestruz.

-¿Buscas ateromas en la coronaria de un avestruz? -pregunta Park-. Me gustaría acompañarte, el martes viene mi familia a cenar y quiero hacer chop suey con higadillos de morsa y no los encuentro en...

El impaciente bastón de House barre la mesa, y la comida basura alta en sodio y colesterol cae al suelo incluido el huevo Kinder que Park guardaba para el postre. Quiere que le presten atención:

-Estábamos en que Chese nos trajo algo del mercado... ¿Qué era, Chese?

-Mujer, 78 años. Se atascó en la frutería con un plátano. Le practiqué la maniobra de Heimlich sin resultado. La ambulancia también se atascó, pero fue a causa de la manifestación antisistema. Mientras, tuve que rajar el cuello de la señora y clavarle una pajilla en la tráquea para ventilarla. Recuperadas las constantes y extraído el plátano, no mejoró sustancialmente.

House hace sus particulares anotaciones en la pizarra y Chese prosigue:

-Le suministramos antibióticos de amplio espectro y puede que por ello se quede sorda. Muda, no lo parece de momento. No para de soltar memeces. Todo apunta a que la pajita en cuestión procedía de un bar de chinche y mosca y que le provocó una infección generalizada...

-House -interrumpe Cuddy asomando la cabeza- ven un momento a mi despacho por favor.

-¿Puedo decir algo sobre la paciente? -insiste Park.

-No me convence lo de la traqueotomía con la pajita séptica. Buscad nuevos focos infecciosos o contaminantes ambientales, ya sabéis lo que hay que hacer -advierte House que sale arrastrando su cojera tras la jefa con el palote más duro entre las piernas que el propio bastón. Sus ojillos de rata brillan de lujuria y sonríe travieso.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

Chese, Chi Park, Taub y Foreman esperan en el portal de un sórdido edificio en el peor barrio de la ciudad: Slut Town. Encontraron la dirección de su domicilo en los documentos y han intentado localizar a familiares o amigos de la paciente, pero nadie da fe de ella, no saben nada o aparentan no conocerla. Cuando pretendían asaltar su vivienda descubren que regenta una casa de citas y que alguien mantiene la actividad en su ausencia. No tienen más remedio que camuflarse entre los “activos” del negocio y los clientes.

Las “partes contratadas” esperan su turno junto a las “partes contratantes” en la puerta. Park simula ser la “parte contratada” de Taub; y Chese, la de Foreman; la “parte contratante”. Resulta menos creíble Park que Chese, pero gracias a un bazar cercano han conseguido resultados aceptables. Han vestido a Park con un disfraz de geisha precioso, pero todas las miradas se van para Chese, convertido en una rubia alucinante de rompe y rasga.

Por fin llega su turno y suben al séptimo bajo terraza y sin ascensor donde encuentran al palanganero. Les franquea la entrada tras previo pago y reciben su ración de toalla junto a un jaboncito robado en un hotel y un condón de aspecto reciclado. Las toallas llevan más almidón que las enaguas de Sisi y no las van a usar, por supuesto.

Ocupan los correspondientes picaderos y se disponen a tomar muestras, aunque no hace falta mucho protocolo para diagnosticar que ahí hay más gérmenes que en los urinarios de cercanías.

Chese se siente extrañamente suelto desde que se vistió de putilla. No lo hacía desde las fiestas en el seminario y la mujer del jardinero le prestaba su ropa a cambio de follársela. Siente los tacones como propios y se muestra seguro andando sobre ellos. Sus preciosas nalgas oscilan tras la minifalda de volantes que han comprado con los fondos de investigación.

Foreman está aturdido. No sabe que hacer ante la eclosión de belleza y feminidad de su odiado Chese. Está palote mientras lo contempla agachado junto a la pata de la cama, despegando una cucaracha atrapada en un chicle con unas pinzas de las cejas. Ve como las bragas de 60 céntimos se hunden en la raja de ese precioso culito y ya no puede más. Se saca la verga kilométrica y empieza a meneársela.

En el picadero contiguo, Taub sostiene a Park sobre sus hombros. Están investigando una de esas antiquísimas lámparas sujetas con cadenitas doradas que recuerdan peceras colgando del techo. En el cuenco de la pantalla se amontonan los pañuelos que lanzan los clientes tras el orgasmo. Se preguntan cómo la bombilla analógica no ha prendido aún.

Park se embriaga con el aroma a semen rancio y se da cuenta de que Taub es el primer macho de la especie humana que tiene entre sus piernas (tuvo un pulpo del mismo género en la playa de Long Island, pero fue un rollo accidental). A Taub tampoco le es indiferente ese exótico coñito que tiene en el cogote y su respiración acelera por momentos.

En el otro picadero, Chese oye a sus espaldas el chop-chop delator de la verga de Foreman al ser pajeada, pero aún no está convencido. Menea el culo para hincarse aún más la tira de la braga y el chapoteo acelera. Más claro: el agua. Siente un excitante picorcillo que le calienta desde el ano a los testículos, enloquece y no puede parar de menearse. La falda asciende irremediablemente...

De nuevo en el otro picadero: El coño de Park arde inflamado por el cogote de Taub, pero su propietaria no es ajena a lo que le hizo prometer su padre: casarse virgen con un ingeniero coreano adicto al trabajo y a las costillas de cerdo laqueadas. Se muere de ganas de frotarse contra ese viril cogote mientras el rígido cuello de la camisa de Taub se le hunde en la raja, pero decide controlar sus impulsos y no ceder a la disipación occidental. Por ello, aprieta bruscamente el cuello de Taub con una llave de Hapkido para acabar con al tentación de una vez:

-iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!!!!

Taub se desploma con la lengua fuera arrastrándola en su caída. La inocente Park, que acaba de partirse los morros contra la mesilla, desconoce que acaba de regalar a Taub con uno de los orgasmos más salvajes de su sórdida existencia gracias a la asfixia erótica. Tampoco se ha enterado de su propio orgasmo, el primero de su vida, y mira asombrada esos flujos que bañan el cogote de Taub desfallecido. La eficacia le impide sustraerse a su profesión y recoge una muestra para un cultivo junto a los dos dientes rotos.

Si los orgasmos de Taub y Park han sido “casi” silenciosos, no lo será el de Chese que siente como su faldita asciende y sus bragas siguen el camino opuesto; o sea: descendente. Siente el dedo pringoso de babas acariciándole el ano que se abre ávido de carne fresca. Definitivamente el dedo se introduce en su recto.

-¿Forma parte de la campaña de prevención para el cáncer de próstata eso, Foreman? -gime Chese obnubilado y con un marcado temblor en la voz.

-No estás en edad de riesgo, cielo, pero siempre viene bien un tacto rectal no me digas que no...

-Aissssssshhhh... sííííííííí... ni que lo digas -contesta Chese arrobado, pues nunca hasta el momento ese bruto ex-pandillero que siempre le odió por ser blanco, guapo, rico, pijo, pelotas, australiano y surfista, le había tratado tan bien ni llamado: «cielo».

Chese siente manipular su interior con eficacia médica y espera le recete una merecida y completa colonoscopia.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

KILL-BITCH,

desinfectación a domicilio

24 horas

Manténganse alejados sobre todo

niños y mujeres embarazadas

...anuncia el cartelito que cuelga en la puerta del despacho de Cuddy. Han probado todo tipo de artimañas para que no les sorprendan y esa parece funcionar. House suelta el bastón para apartar las solapas del traje ejecutivo azul marino de Cuddy...

-Cómo me pones con ese traje...

-Sí, bueno, ya sabes que no me gusta ir tan clásica, Greg; me lo pongo para ti y te costará una tarde en Consultas Externas.

-Joder, ya empezamos...

-Mejor te expongo las nuevas tarifas y así no hay malos entendidos. Una paja, una tarde en Consultas Externas; una manola, dos tardes; chuparla con condón, tres; chuparla sin condón...

-Lisa, mejor vamos al grano, luego me pasas la nota y, si no cumplo, me lo descuentas de la nómina... ¿vale? -interrumpe House impaciente mientras le desabrocha la botonera de la blusa.

-Como quieras, pero que sepas que dar por el culo te costará dos guardias en Urgencias y...

Cuddy no puede continuar con su oferta, silenciada por la lengua de House que se hunde hasta la campanilla mientras ella oye repiquetear campanas en su cabeza. Paladea el chute de saliva impregnado de codeína, el único flirteo que tiene con los tóxicos desde que dejó su pasado de crackera. No puede permitirse ir más allá sin recaer.

Se arrodilla frente a House y toma su verga, la acaricia como a un perrito triste y se la mete en la boca. Él da un respingo, electrizado mientras Cuddy le bate el glande con la lengua. Ella saborea en el precum que destila, no sólo la consabida codeína, sino un 0,03% de cocaína, un 0,08 de Valium y un 0,13 de pimentón procedente de la chistorra que se zampó en el almuerzo. Dos cosas nunca le perdonó su padre: que se enganchara al crack y que con ese paladar que tiene no se metiera a sommelier y así pudiese continuar con el negocio de vinos de la familia Cuddy-Codorniu en Napa. Relame, chupa y requetechupa...

-Aaaaghhhss sííííííííí... -goza House ajeno al potencial gastronómico de sus fluidos.

El doctor barre a bastonazos la mesa, alza a Cuddy por la cintura pero se siente inestable a causa de la cojera y la deja en el suelo de nuevo con cierta frustración. Ella misma se agacha sobre el tablero, ofreciéndose culo en pompa. House arranca el manguito de un tensiómetro y con él le ata las muñecas a su espalda. Alza la falda azul marino con cortes a los lados y le rompe las bragas de un tirón dejando al aire ese culo que tantos sofocos le provoca. Le da un vigoroso golpe con el bastón haciendo vibrar las dos nalgas. Cuddy le pide más y él repite. El culito se trama de rojeces tras veinte bastonazos.

Hasta el último momento mantiene el pulso negociador con ella:

-Se que te mueres porque te de por el culo, pues mira: no va a ser. Será por el coño y con condón. Estoy hasta los huevos de Urgencias.

Lo consulté en el sindicato y ya no se corresponde con mi cargo.

-Ahhhhhhh...

-Greg..., por favor..., por favor...

-Pues retírame todas las guardias.

-Va a ser que no. Y los del sindicato me los paso yo por el… ¡AAGGGHH… SÍÍÍÍÍÍÍÍ…!

House acaba de meter su verga en el condón para seguidamente hacerlo en el húmedo coñito de Cuddy. Mete, saca y bombea hasta que la jefa se retuerce gozando de las endorfinas que su cuerpo segrega a raudales. Definitivamente el sexo a suplido a los tóxicos externos. House la coge del pelo mientras sus cojones golpean vigorosamente en su culo...

-LISA, SOPUTA... SÍÍÍÍÍÍÍÍÍIÍÍIÍ... ¡RETÍRAME DE CONSULTAS EXTERNAS!

-¡VA A SER QUE NOOOOOOO! ¡NOOOOOOO! ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!

-¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ…!

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

House sigue con ese mete-saca gozoso no exento de discordia y se corre con envites que desplazan la mesa contra la pared mientras Cuddy convulsiona gozando de la vara que la ensarta. Sus piernas se aflojan, pero la verga de House consigue sostenerla. House se afloja también, pero el bastón le ayuda a cumplir. Cae doblado finalmente sobre ella y así quedan durante unos breves momentos. Su profesionalidad no le permite retozar por más tiempo y el recuerdo de la extraña paciente hace que saque la herramienta, la albergue tras la bragueta y, tras desatar a Cuddy, se disponga a salir del despacho.

Greg! Ya podrías despedirte, maleducado… Al menos saca el cartelito al salir.

-¿Crees que ya mataron a todos los bichos? -inquiere House desde la puerta.

Cuddy se abotona la blusa con rapidez. Tiene una importante entrevista dentro de cinco minutos con uno de los benefactores del Hospital y se da los últimos toques de maquillaje. Se detiene súbitamente... ¿Y el condón?

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

House acaba de trajinarse a Cuddy, su jefa, a cambio de unas cuantas tardes en consultas externas. Odia el Ambulatorio, pero desea a Cuddy. La muy zorra lo sabe y cada vez le sale más caro meter. Antes era dos tardes por un completo, pero pronto será el mes entero. Se dirige a la habitación de la paciente pero no le da tiempo a meterse con ella como es su costumbre.

-EN BOCA CERRADA NO ENTRAN MOSCAS, PERO ENTRAN POLLAS COMO ROSCAS -brama la extraña mujer al verlo entrar.

Tras ello le saca la lengua lascivamente y la hace girar como el aspa de un molino. House la contempla asombrado. Su cara esta hinchada como una calabaza de Halloween y tras la sábana a la que una enfermera la intenta ceñir con dificultad se alzan sus tetas erectas. House no veía nada parecido desde que visionó El Exorcista en el 76, aunque no se enteró mucho del argumento. Por aquel entonces aún no cojeaba y su mano estaba en el escote de su compañera de butaca, Amanda Cool de 3º de Veterinaria.

-MIRA SI TENGO GLAMOUR QUE ME PERFUMO EL COÑO CON AMBIPUR -grazna de nuevo a modo de sentencia, esta vez bizqueando.

House piensa si no estará ante un Síndrome de Tourette cursando en brotes y está a punto de llamar a la doctora Amber, pero recuerda que la psiquiatra murió en la 5ª temporada. Observa que la entrepierna de la paciente se abulta sin prisa pero sin pausa y pronto se convierte en una ostentosa tienda de campaña. Mira a la enfermera con complicidad y los dos cogen la sábana por sendas puntas. Tiran de ella arrastrándola hasta los pies y la enfermera se cubre la boca con la mano para ahogar un grito. House sonríe y él/la paciente rubrica la situación con el siguiente pareado:

-TENGO MUCHO TALANTE TANTO POR DETRÁS COMO POR DELANTE.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

Foreman bombea en el culo de Chese. Lo que empezó con protocolario tacto rectal se ha convertido en una salvaje follada, y el ano del rubito hace rato que se convirtió en una flor desflorada, un rosado círculo ensartado en la venosidad negra y rotunda de esa verga monstruosa, claro ejemplo de que a veces los tópicos se basan en realidades probadas. Chese enloquece con ese taladro en su próstata y, en los pocos momentos de lucidez, se pregunta si no debería pedir la excedencia en House y opositar para Queer As Folk.

Con la boca de Foreman mordiéndole el cogote y sus manazas atrapándole los pezones siente que va a correrse y así lo hace, chorreando leche por su pollita rosada de perrito faldero. El móvil que Foreman llevaba en el bolsillo se ha deslizado por el forro hasta el escroto de Chese con tan buena fortuna que en el momento álgido suena multiplicando exponencialmente el orgasmo. Chese aulla al ritmo de Macarena y Foreman lo corea rellenando su recto como si fuera el hoyo de una napolitana de nata.

-Con esas zorras tan putas y chillonas, los vecinos volverán a denunciar -se queja el palanganero, novio de la extraña paciente en realidad-. Si Carmen la espicha, to’l bacalao pa mí -murmura mientras se frota las manos sonriente-.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

House está nervioso; bueno, cabreado mejor dicho, y cojea por los pasillos del Hospital con el móvil en la oreja. Está llamando a Foreman y éste no contesta. Por fin escucha una voz agónica y ronca con un leve parecido a la de Foreman.

-Sííííííí... dime Houuuussseee... agsshhh... síííííííí... Iba a llamarte ahora.

-¿Eres tú, Foreman? Si lo eres deberías tomar miel con limón.

-Estamos con lo de los cultivos pero descartamos los tóxicos. Es tierra virgen de jabón o lejía. Esa mujer atrapa las cucarachas con chicles mascados y con eso descartamos el uso de insecticidas más potentes.

-No es una mujer, Foreman. Cuando me ha visto se ha puesto palote, y qué palote...

-Lo siento. Eso parecía, y ella misma lo confirmó en Admisiones...

-Ella, no, capullo; ÉL. ¿Cuantas veces os he dicho que el paciente siempre miente?, ¿cuantas?

-Un montón, House.

-Lleva 80 libras de silicona, entre labios, párpados, mejillas, tetas, culo, muslo y pantorillas... ¿qué te parece que puede ser Foreman?

-¿Alergia a la silicona...? Dios mío los antibióticos que le metimos la están matando..., corrijo: LO están matando.

-Volved ahora mismo os espero en cinco minutos...

-House...

-Que sean tres.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

House y su equipo rodean la cama del/la paciente. Tras extraerle la silicona, parece un saco vacío y sus mejillas cuelgan como las paperas de un gallo. Igual sus tetas, que fueron las mejores de Slut Town en sus buenos tiempos. Han descartado la sepsis, el Alzheimer, los golondrinos y el síndrome de Tourette, a pesar de ello la paciente pregona:

-SOY LA MUJER PERFECTA, TENGO PENE Y TENGO TETA.

Entonces desliza sus manos a sus ubres huecas y descubre el cruel infortunio. Muestra un súbito rictus de amargura, las lágrimas bañan sus córneas y se deslizan por su cara. Se ponen todos tan tristes que desearían oír de nuevo uno de esos particulares pareados en boca de los que fueron sus siliconados labios.

La tristeza parece enrojecer la cara del/la paciente con vistosos sarpullidos y los dedos con los que seca sus ojos se convierten en brillantes chiles escarlata. Sus orejas son dos donuts con glaseado de moras, convirtiéndolo/la en la versión fallera de la Dama de Elche. Su garganta se anuda..., ¿por la tristeza?..., y un carajo: no puede respirar y los televidentes hipocondríacos -que son la mayoría- se solidarizan con él/ella mostrando los mismos síntomas y llamando a Urgencias.

Los ojos de House se convierten en canicas dando vueltas en el hoyo, y la puntera de su bastón golpea impaciente el suelo esperando a que su equipo se gane el jornal. Pero, como siempre, sus miembros se limitan a recitar la Enciclopedia Médica de la A a la Z esperando acertar:

-Ácaros en las pestañas -propone Park con voz apenas audible-. Yo juraría que es Carmen...

-Sí, claro, eso explicaría que esté llorando; pero la hinchazón generalizada... -interrumpe House, impaciente.

-Acidez de estómago -sugiere Chese que siente la tripa como si hubiera tragado una morcilla entera sin masticar.

-Explicaría lo de su panza convertida en la cúpula del Vaticano; pero ¿lo demás?

-¿Alitosis? -casi suplica Taub que desde lo de su mujer no da pie con bola.

-Vale, él paciente habla que apesta, pero si todos los que comen ajo como tú enfermaran así, no quedaría nadie en el planeta.

Él/la paciente está tan hinchado que empieza levitar. Su cabeza es una inmensa bola púrpura y no hay más tiempo para...

-Anafiláctico... Ya lo tengo: ¡SHOCK ANAFILÁCTICO! -grita Foreman triunfante.

-Ya puedes, Foreman. Entre Alitosis y Antígenos va Anafiláctico. Lo tuyo ha sido pura carambola pero sirve. Chutadle adrenalina por un tubo. Descartada la infección y la silicona, sólo queda freírle el sistema inmunitario con corticoesteroides. Quiero ver ese globo plegado en quince minutos.

House sale de la habitación-pecera y se topa con Cuddy que lo está buscando.

-Greg, tengo que hablar contigo -su cara delata angustia y cabreo.

-Me voy a Consultas Externas a aburrirme un poco... ¿es lo que querías, no? -prosigue cojeando sin detenerse.

-Espera, Greg, escúchame de una vez: olvidaste el condón dentro y eso te va a costar las guardias de todo el año...

House se detiene y sus ojos se clavan en el infinito, en un punto que sólo los genios infelices como él conocen y donde parecen estar todas las respuestas. Sonríe satisfecho. Cuddy es una experta directiva pero no es un genio y, por mucho que mire hacia ese punto, sólo ve una mujer en silla de ruedas empujada hacia el ascensor por un auxiliar. Contempla con resignación como House se da la vuelta para regresar a la habitación del/la extraña paciente.

-Avisad a cirugía para que preparen un quirófano -ordena House al atónito equipo-. No es autoinmune. Tampoco era silicona, pero estuvimos muy cerca. Me juego las Vicodinas de un mes que tiene un condón de látex adherido al intestino. No es alergia a la silicona, es alergia al látex. Si nuestro amigo quiere que lo chinguen deberá usar condones de vinilo.

-¿Y esas frases tan rarillas que suelta? -pregunta Taub.

-Es Carmen of Mairena -contesta la aplicada Park contenta de que por fin le hagan caso-. Antiguamente Roody Wood, un guardaespaldas de Kennedy. Tras el suicidio de Marilyn, enloqueció y quiso ocupar su lugar. Os parecerá extraño que yo sepa eso, pero tuve que aprenderme la historia de USA enterita junto a la letra de Bandera Estrellada para conseguir la nacionalidad.

-¿Y por qué no lo decías antes? -claman todos.

-Es lo que intento hacer desde que lo/la vi.

House mueve la cabeza con resignación mientras sale por la puerta.

* * * * * * * * * * * * * * * * *

Una tierna imagen nos muestra a él/la paciente convaleciendo de la operación. No sólo le han extraído el condón sino que ha recuperado sus 80 libras de silicona. También ha descubierto la auténtica naturaleza de su novio, pero le reconforta la presencia de Chese a quien puede enseñar trucos de maquillaje y como usar el tanga de hilo dental sin rajarse los huevos. Poco a poco recupera su cálida sonrisa y hasta suelta algún pareado del tipo:

-CHUPA Y MAMA QUE SE DERRAMA.

Pondría las tomas falsas, pero en House no hay costumbre.

Mas de pokovirgen

Dos polvos y un funeral

El culo incorrupto de Bernat Falop

¿Y si soy...?

La tentación de Rosalinda

Saciada por garrulos (Fin) Amor de perra

Saciada por garrulos (3) Cemento y semen

Saciada por garrulos (2) Vestida de semen

Saciada por garrulos. El gruñido de los gorrinos

Demasiado puta para sentirme vejada

Tú eres mi viaje

Con el padre de mi novio Carlos

Ya no soy tu hijo (4) Mi semen en tu culo

Ya no soy tu hijo (3) Mi semen en tu coño

Ya no soy tu hijo (2) Mi semen en tus labios

Ya no soy tu hijo (1) Mi semen en tus tetas

Soy una mujer nueva gracias a ti.

Nunca crezcas

Amor de Carnaval

No quiero arrastrarte a mi infierno

Quiero que me preñes

Matrioska. Es sólo un juego

Soy feliz, a pesar de la incordiante Navidad

Recibiendo mi merecido (8) Del sexólogo vicioso

Recibiendo mi merecido(7)Un vendedor sinvergüenza

Recibiendo mi merecido (6) Vejación de sor Amelia

Amor chacinero

Recibiendo mi merecido (5) ¿Ofrecida o violada?

Recibiendo mi merecido (4) Por puta y ladrona

Recibiendo mi merecido (3) Ex presidiario maduro

Recibiendo mi merecido (2) El padre de mi amiga.

Recibiendo mi merecido. El conductor del bus

Voy a ir al infierno

Cenicienta. Versión canalla, sin hada y para malos

No sea tan mala conmigo, enfermera

Nunca digas que eso no es amor

Quien bien te quiere, te hará llorar

Paja gustosa y a la carta

Diario de Cocó (3) El problema

Diario de Cocó (2) Ensartada en la estación

Emergiendo de la crisis con el sexo

Diario de Cocó

Esa madura que se reía como nadie

Alcanzando el paroxismo con mis groseras maniobras

Un diablo de sastresa

Madura y viciosa en el tren de la costa

Amor licántropo

Nunca es tarde para perder el virgo

Trabajando de jardinero

Buscando alivio en el cine X

Madura, viuda y virgen

Gozando con el engaño

Me follaron, él y su hermano gemelo

Mis tetas, vendidas a un extraño

La vida secreta de Papá Noel

Atrapada en la crisálida (3: Pasión celosa)

Atrapada en la crisálida (2: La intrusa)

Atrapada en la crisálida (1: Desvirgada)