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Faena Inmortal (II)

en Fantasías Eróticas

Estaba lista para calmar su apetito, sabía que saciaría su sed con mi sangre.
No pude evitar temblar, estaba asustada, temerosa, pero yo misma  me había ofrecido como su presa.
Sus labios se abrieron,  cerré mis ojos con fuerza, y acercándose a mi cuello, se limito solo a besarlo, no quería alimentarse aun, sentir mi vulnerabilidad ante su imponente presencia, lo hacia sentir ganas de jugar, era una fiera y deseaba disfrutar un poco mas de la magia de cazar.
 
Tomándome con brusquedad me lanzó a sus pies, rebusco entre el desorden de su habitación  y encontrando su cinturón, amarro mi muñeca izquierda al  borde de la cama.
No podía moverme, no podía desatarme, no podía gritar, el temor, la curiosidad y la lujuria se habían apoderado de todo mí ser, me encantaba pertenecerle, deseaba que tomara mi cuerpo y erizara mi piel.
 
Mis ojos se encontraron con los de mi amo, me miraba con un inminente deseo, en ellos había el brillo de las ansias.
Se puso un poco a la altura que se encontraba mi mortal cuerpo, halo de mi cabello, beso con frenetismo mi boca, como lo había hecho antes, su mano resbalo hasta mis pechos.
La redondez del fruto era descrita por sus intermitentes caricias, logrando que mi cuerpo temblara de emociones.
Sin permisos, sin reservas, solo guiado por el más alocado deseo, su mano freno las carias para explorar los rincones de mi intimidad. Mi sexo rebosante de latidos, fue invadido por sus dedos, hábiles y fríos, que hacían, con cada una de sus arremetidas, que mi gusto aumentara.
Mis gestos lo complacían, su mirada fija en mi  rostro le contaba lo mucho que esta disfrutando.
 
Se instaló entre mis piernas, quería que su viril esencia, diera un paseo en mis adentros. Su condición de macho cabrío lo invitaba a  poseer a su hembra, lo obligaba a llenarla de si.
Cada movimiento convulsionado de mi cuerpo excitado, llevaba a que la amarra, lacerara mi muñeca, pero no podía contenerme, gritos descontrolados salían de mi garganta, movimiento involuntarios nacidos del mas desbocado placer, ríos de sudor caliente corriendo por mi cuerpo y su mirada fija en mi, llevando al éxtasis de dos cuerpos de condiciones distintas pero que se anhelaban como ninguno.
 
El estallido poderoso y viril  de mi amo en mis adentros me condujo a la cúspide de la gloria, mi cuerpo invadido de latidos se agitaba complacido, suspendido en el clímax animal que solo una fiera podía provocar.
Su mirada aun fija en mi rostro; sus ojos tan impávidos y fríos como siempre, su boca entre abierta, y un gesto de complacencia en sus facciones inmortales, lograban que mi espíritu se regocijara por que sabía que el gozo había sido de ambos.
 
Se puso en pie, me miro como siempre, con sus ojos vacios y tan profundos como el mar mismo, tomo sus vestiduras y enmarcando con ellas su cuerpo salió del recinto; me quede en el suelo atada, con mi muñeca lastimada, agotada, agitada y con deseos de saber que pasaría conmigo, quizás en unas cuantas horas mi cuerpo mortal dejaría de latir.
Pronto amanecería, debía descansar un poco.