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Faena Inmortal (III)

en Fantasías Eróticas

La luz del sol entro por los resquicios de las ventanas, había amanecido, no se muy bien que hora era, estaba cansada y mi muñeca lacerada ardía, había despertado en la cama, arropada por el mas suave y blanco lino, no quería levantarme, con la luz del sol habían reaparecido mis temores, ya no quería estar ahí, pero era inútil lamentarme, yo misma propicie mi destino, quise enfrentarme al fuego y ahora sentía que me quemaba.

En medio del más fulminante  silencio, mi acalorada mente recordó los tratos de mi amo, el recuerdo de su mirada clavada en mi rostro, sus brazos agarrándome con fuerza y domando mi deseo, lograron hacer que mi sangre hirviera, que mi humano cuerpo se invadiera de apetitos.

 La llama de la pasión aun ardía dentro de mí, la habitación misma guardaba rastros de la faena de la cual había sido testigo; y queriendo revivir la atmosfera desmedida de esa madrugada, me despojé de los linos que me abrigaban,  mi cuerpo desnudo y con huellas del sudor compartido, se agitaba sutilmente, mis pezones imponentes ante el roce de mis dedos, exigían ser torturados, como mi nuevo amo lo hacía con sus dientes, mi vientre contraído por la emoción, se erizaba al deslizar con suavidad mis uñas por toda su extensión,  deseaba que llegara mi amo, me atara y me hiciera su hembra una vez mas, fantaseaba con su cuerpo, con la potencia de su sexo y con la avidez de sus manos.

 La excitación se apodero de mí, separe un poco las piernas y mi mano comenzó a  juguetear con el escaso vello que cubría mi pubis,  mis caderas agitadas, comenzaron el bailoteo rítmico del gozo y la pasión. De arriba abajo, en círculos cada vez más amplios, mostraban con complacencia, el gusto que cada una de mis caricias enérgicas, les hacía sentir.  Con mis dedos hurgando en lo más profundo de mí ser, los acalorados pensamientos aumentaban, lo deseaba, si, deseaba ser tratada como una esclava sexual por aquel señor inmortal que lograba hacerme perder toda voluntad.

 Mis piernas levantadas proporcionando una vista bastante apetecible para cualquier macho fecundo, facilitaban el trabajo de mis dedos, que no contentos con estar lo suficientemente dentro, arremetían salvajemente contra las paredes de mi sexo empapado, no podía parar, estaba enloquecida, el sudor de nuevo corría por todo mi cuerpo, y  no conseguía apagar los gritos eufóricos que salían de mi garganta, rompiendo el silencio sepulcral del recinto. Con fuerza apreté mi clítoris, y estallando en un poderoso orgasmo, quede rendida en la cama, inmóvil, aturdida, los ojos cerrados con fuerza, de mi brotaban mares incontenibles de líquidos salados, que dejaron huella en los suaves e inmaculados linos; el cálido sudor hacía arroyos en mi piel, deslizándose con delicadeza, y mis erguidos pezones amenazaban imponentes y sensibles.

 Moría de sed, y mi mortal cuerpo pedía alimentos, abrí mis ojos, en la vieja cómoda, cuidadosamente puesta y servida, pude ver una generosa cantidad de alimentos y abundante agua,  bebí con ansiedad como si nunca la hubiera probado. En un momento inesperado y cuando aun no probaba ni un solo bocado de los manjares puestos exquisitez, sentí como la puerta era abierta estrepitosamente.

 No podía ser mi amo, realmente no sabía nada sobre Inmortales, los vampiros eran un tema oculto y místico, pero si la leyenda era cierta, ellos no salían en e día, cuan equivocada estaba: pero ese pensamiento calmo un poco mis nervios.

 Voltee despacio para ver, y la imponente figura de mi señor, tan finamente vestido; me hizo temblar como una hoja al viento. El vacío de su mirada intacto, se clavó en mi, las piernas no me sostenían, caí a sus pies, era su esclava, sumisa y temerosa, sus labios se abrieron y su voz varonil, seductora, lúgubre e imponente dijo con firmeza, hablándome por primera vez:

 -No tenias autorización para provocarte placer….

 -Perd… (Intente disculparme con mi voz temblorosa, pero con un gesto interrumpió la frase)

-Me perteneces.

 Y girando tan impávido como siempre, se perdió en el vacío de la casa. No moriré aun, pero el castigo se aproxima…