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La Hija Del General Parte IV

en Lésbicos

LA HIJA DEL GENERAL PARTE IV

 

….Entre la oscuridad  y el silenció escuché el ruido de un choche alejándose, minutos después la puerta se abrió y entró mi hermano. Prendió la luz y se paró enfrente mio…

 

Atemorizada, lo primero que vi fue lo que cargaba en la mano derecha, se había quitado el cinturón y ahora lo cárgaba en mano ¿Qué pensaba hacer? ¿Castigarme como si fuera una cría? Se acercó a paso lento y firme, comenzó levemente a levantar el hombro, me puse nerviosa y traté de no mirarlo a los ojos, sabía que si lo veía...si lo veía, yo vería en el mi triste retrato, uno que no lograba del todo aceptar.

 

Quise por un momento salir de allí corriendo como una niña pequeña que huye antes de recibir su castigo, yo no podía, y era por 2 razones: 1) estaba desnuda y esposada a la cama y 2) huir no formaba parte del vocabulario de los Marcuss, eso...eso nos lo había inculcado nuestro padre desde que éramos unos críos.

Justo ahora tenía a Bruno a un metro de mí, cerré los ojos y comencé a sentirme minúscula. En cualquier momento sentiría la gruesa piel del cinturón sobre miel, fruncí fuertemente los ojos, de pronto… percibí como algo cayó sobre la cama, abrí los ojos y justo en medio de la cama se encontraba el cinturón.

-¿lo recuerdas Gia? Le tenías tanto miedo cuando eras pequeña y mi padre te amenazaba con él, el castigo de cuando hacías algo malo. Pero sabes que Gia, ya no somos niños, somos adultos y no pienso rebajarme a tu nivel, pero quiero que tengas muy claro, que eres una deshonra para la familia, un insulto para la academia y sobre todo una decepción para nuestro hermano, para mi padre…yo…

-Bruno…

-¡No! no digas nada, tantas veces juré protegerte del mal, cuando el mal era quien estaba ya en ti. No pienso decirle nada a mi padre, por respeto, pero hoy mismo te quiero ver lejos de la casa, de la familia y de la academia, no sé que le dirás a mi padre o si le dirás algo, pero para mi, estas muerta junto con mi madre. –arrojó unas llaves a la cama, caminó de regreso a la puerta, volteó hacia mi y salió cerrando la puerta.

Me sentía al límite del llanto y la desesperación, tenía claro que mi vida cambiaría necesariamente, aunque dudaba que yo cambiase. Como pude y después de muchos minutos logré acercar las llaves hasta mí, las tomé con mi boca hasta pasarlas a las puntas de mis dedos, abrí los pequeños candados y quedé libre…

Sabía que hablar con mi padre solo acarrearía más problemas, más preguntas, más de todo por lo que no quería hablar. Ese mismo día preparé mi mochila como comúnmente lo haría para irme de nuevo a la academia, sólo que esta vez cargaba lo más esencial, me despedí de mi padre como siempre y salí de la casa, me dirigí a la academia para presentar mi carta y darme de baja, lo cual no era muy permitido ni muy bien visto, así que primero pase a mi habitación por las demás cosas que me hacían falta y deje la carta de abandono en recepción y una más en mi habitación diciéndole a mi padre que lo sentía pero que yo no quería ser un aburrido militar, que me iría a buscar mi vida, mi felicidad o lo que fuese que fuera para mi, después…me largué tan rápido como pude.

Cuando pase la puerta de la academia miré para todos lados tratando de pensar hacía donde ir, no sabia que rumbo tomar, no teníamos parientes o cosas así, así que sólo caminé sin un rumbo en especial.

A medio día mi celular comenzó a sonar sin cesar, la mayoría llamadas de mi padre  así que como ya no me importaba mi vida, tomé el celular y lo tire en la primera alcantarilla por la que pasé. Logré pedir algunos aventones durante el camino, cuando me di cuenta ya estaba comenzando a obscurecer así que decidí tomar mi último aventón, un tráiler rojo se paró y un hombre medio regordete y amigable se ofreció a llevarme a la ciudad o en este caso el pueblo más cercano.

Todo el camino el señor no deja de hablar de la solitaria y estresante vida de un camionero, de su familia que casi no veía y de toda la mierda que se metía comiendo, cuando por fin logró callarse vi a lo lejos una señal con “Bienvenidos a Dilavan” un lugar desconocido para mi, pero apuesto que habría un hotel donde pudiera pasar la noche. De pronto el tráiler comenzó a disminuir la velocidad y a orillase.

-¿sucede algo? – pregunté.

-que va, parece que un neumático se esta bajando, le echaré un vistazo. –se bajó de un brinco del enorme camión, me sonrió y me dijo que no tardaría en regresar. De pronto se asomó por el lado de copilotó y me hizo señales por el vidrio, así que lo bajé.

-¿me echarías una mano? Parece que uno se ha ponchado. – me pregunto sonriendo.

-claro, no tengo otra cosa mejor que hacer. – respondí mientras abría la puerta.  Y si, efectivamente, uno de los muchos neumáticos traseros estaba muy bajo.

-anda, puedes subir atrás y pasarme un neumático, los acabó de comprar y no he tenido tiempo de ponerlos donde van los repuestos. – asentí con la cabeza y subí a la parte trasera del camión, había un par de enormes llantas hasta el fondo. – deja te ayudo a bajarlas. – se ofreció mientras subía esforzándose al camión. Intenté levantar una de las llantas pero pesaban demasiado, encendí un foco para lograr ver mejor la llanta y después un ruido grotesco me retumbó los oídos, el tipo ese había cerrado las enormes puertas del camión, en ese momento supe que algo andaba mal.

Cerró y se metió las llaves al pantalón. Camino lentamente y comenzó a desabrocharse el cierre del pantalón.

-vamos hermosura, se porque te subiste, como no vas a resistirte a este pequeño gran amigo.- me miró con una mirada pervertida mientras se metía la mano al pantalón y se tocaba sus asquerosas partes.

-aléjese de mi.- le advertí.

-¿o que? – se bajó rápidamente los pantalones y sus bóxer para terminar desnudo frente a mi, al ver su cuerpo sentí tanta repugnancia y asco… se agarró el pene y comenzó a jalárselo de arriba abajo. –anda, me vas a decir que no se te antoja que te meta esto por ese bonito culo que tienes, se acercó aun más.

-no de un pasó más. –le volví a advertir. Pero ignorante a mis advertencias siguió acercándose sin dejar de tocarse el pene y los testículos, vi claramente como se le empezó a para el pene en señal de erección. Lentamente fui retrocediendo buscando a tientas algo con lo que me pudiese defender, de repente así como loco se dirigió corriendo hacia mi, me estrese por no tener algo con que golpear, así que preparé mi rodilla y justo cuando llegó a mi le di un puto golpe en los testículos; su cara se puso roja y de pronto me azotó un puñal en la cara, realmente aquel movimiento no lo había prevenido, se suponía que como el las películas se tiraría al suelo y se retorcería como la miserable cucaracha que era, pero no, solo se tocó sus partes y gritaba maldiciéndome con repetitivos “puta hija de perra” mientras yo medio aturdida por el golpe trataba de mantenerme en pie, y así lo hice, una vez que recuperé el sentido, mucho más rápido que él, caminé tambaleándome y le propiné una patada en las piernas. El tío asqueroso cayó sobre unas cajas, así que teniéndole ya vulnerable me acerqué  y con el puño cerrado…le pegué directamente en la cara y tan fácil como  respirar, se quedó inconsciente. Rápidamente busque los pantalones donde se encontraban las llaves y como pude abrí la puerta, bajé de un brinco y cerré por fuera, ese puerco pasaría algún tiempo allí dentro encerrado.  

Con tal susto, supe claramente que los hombres ya no formarían claramente algo en mi vida. Apenas con la poca luz de la luna logré guiarme por la carretera hasta llegar a Dilavan, a pesar de las tardes horas aun había mucha gente por todo el pueblo, tenia tanta hambre que no dude en buscar un pequeño local donde pudiera comer algo. Allí la chica que me atendió me habló sobre un hotel no muy lejos de allí.

-¿es muy caro? Emily… -le pregunté mientras trataba de leer su gafete.

-si, Emily… así me llamo y respondiendo a tu pregunta, es no. Además tu no tienes cara de ser niña pobre.

-no, no tengo, por ahora, pero si muy pronto.

-Bueno si necesitas algo…

-te lo agradezco, pero he tenido un muy largo días, y siendo sincera quiero descansar. –tomé mi mochila y me dirigí al dichoso hotel.

Al llegar al lugar noté que no era la gran cosa, el cobro no fue caro. Subí al segundo piso y entre a mi pequeña habitación de 4x4, me acosté con la esperanza de conciliar el sueño, cerré los ojos y sentí levemente el cansancio cayendo sobre mis párpados. Al momento de comenzar a dormir alguien tocó a la puerta, pregunté un par de veces "¿Quién era?" Sin embargó nadie respondió a mi pregunta. Me levanté algo atarantada y enojada. Cuando abrí la puerta se encontraba ante mi la última persona que hubiese imaginado.

-Ania... ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encon...?

-Te seguí, cuando saliste de la academia, pensé en darte un aventón pero no me atreví, además te perdí cuando te subiste a un enorme camión, me asuste porque lo encontré vacío al lado de la carretera, llegué a este pueblito y le pregunté a una mesera...ella me dijo que habías preguntado por un lugar para dormir...

-Espera...¿Me seguiste todo el día?

-Yo sólo quería hablar.-me miró a los ojos.

-¿Hablar? ¿Sobre que? Nosotras no tenemos nada de que hablar, si quieres hablar puedes hacerlo con cualquier persona pero tu y yo no. -intenté cerrar la puerta pero ella la topó con la mano, entró y se paró en medio de la habitación.

-Gia, admito que hice mal, desde un principio y hasta el final. Me he equivocado y quiero arreglarlo.

-Una disculpa para lo que hiciste se queda corta.

-Es que… no solo quiero pedir disculpas, Bruno me terminó y básicamente no me quiere ver, así que ya que él ha salido de mi vida, quizá tú y yo podríamos…

-¿Intentarlo? Ania, ¿escuchas lo que estas diciéndome? Tú misma me dijiste que no eres lesbiana o no lo recuerdas.

-No soy lesbiana, sólo me he vuelto loca por ti. –se acercó lentamente hacia mi, me miró a los ojos con una mirada tan brillante y profunda, subió la mano derecha y tocó mi mejilla. Tomé su mano y quité de m cara.

-No lo intentes, ¡ya no lo intentes! ¿Así es como quieres arreglarlo? ¿Seduciéndome y embriagarme de ti? Sabes muy bien que así comienza todo y también sabes como termina, y la última vez no terminó tan bien ¿o si?

-Dame una oportunidad, sólo una…mira, todo esto comenzó siendo un juego para mi, una experiencia nueva y excitante e incluso por curiosidad, pero me bastó el primer beso para sentir algo por ti, no lo quise admitir y por eso es que te trataba así, porque no me gustaba pensar en que me estaba haciendo lesbiana o algo así. –volvió a acercarse con la intención de volver a tocarme, di un paso hacia atrás y la enfrente.

-Ania, nada de eso ya me importa, perdí todo lo que formaba parte de mí, y te digo algo, a pesar de parecer una estúpida que se rendía cada vez que me tocaba, nunca formaste parte de mí, nunca fuiste parte de mi vida. Márchate, yo tampoco quiero verte.

-No me voy a ir, no te voy a dejar salir de mi vida tan fácil Gia, no así.

-Tan fácil como respirar, la que se va soy  yo, y por favor deja de seguirme, no me gusta que me acosen. –me dirigí hacia la cama rodeando a Ania, tomé mi mochila y caminé de nuevo hacia la puerta, Ania intentó seguirme pero cerré la puerta bruscamente dejándola dentro de la habitación.

Cuantas veces me hubiese gustado escuchar a Ania decir todo aquello, incluso algunas veces hasta lo había soñado, y bien, quien no quiere o sueña con que la chica de tus sueños de diga si. Bajé las escaleras casi corriendo, no quería que me alcanzara, no quería hablar con ella, simplemente no la quería tener frente a mi; lo cual era algo que nunca me hubiese imaginado pensar, aun así más que odio, sentía dolor y más que dolor, sentía tristeza.

Yo nunca he sido de esas chicas que desahogan sus penas en las drogas o en el alcohol, y mucho menos en las drogas, pero sintiendo que prácticamente ya lo había perdido todo, que más daba perderme en el alcohol. El pequeño pueblo con indicios de ciudad se encontraba ahora en un tono completo de obscuridad, la mayoría de los comercios ya habían cerrados mientras otros comenzaban a hacerlo, traté de buscar algún bar o algo parecido, y tuve suerte. Justo casi al otro lado de Dilavan, hasta podría decirse que se encontraba en las afueras de este.

Frente a mi se encontraba una especie de bodega enorme, dentro de esta salían variedad de personas, el sonido y las luces incandescentes escapaban por ventanas y otros pequeños agujeros. Me acerqué a la entrada donde se encontraba un muchacho recibiendo el dinero para poder entrar a la enorme bodega. Pagué al muchacho y entre sin problemas, dentro del lugar me sentí bastante cómoda, era totalmente diferente a como me lo había imaginado; era bastante bien ambientado, simplemente dentro de esa enorme bodega había perfectamente un bar hecho y derecho.

Como pude logré pasar entre toda gente y hacerme paso para llegar hasta la barra, me senté en un pequeño banco y espere muy poco antes de que el chico que atendía la barra me ofreciese algo de tomar.

-¡Hola Hermosura! ¿Qué vas  a tomar esta noche? –sonrió mostrando sus blancos dientes.

-ammm… dame lo mejor que tengas.

-Lo mejor que hay soy yo,muñeca.

-Sólo dame algo que tenga alcohol, y podrías ponerle al vaso una etiqueta que diga “soy lesbiana”-le regresé la sonrisa.

-Ok, entiendo. –dejó de sonreír y se marchó a preparar la bebida.

Empecé a explorar la el bar con la mirada, buscando algo que incluso no sabía que era, el chico regresó y me dejó la bebida, esta vez de una manera indiferente. Saboreando esa bebida que no sabía que era exactamente pero que estaba muy deliciosa noté que alguien me estaba observando. Justo al otro extremo de la barra se encontraba una chica, era una chica muy guapa, piel clara, cabello castaño y muy lacio, enormes ojos cafés y unos pechos prominentes, tenía una finta algo rustica del pueblo que engañaría a cualquiera haciéndole creer que se trataba de una dulce chica, sin embargo su mirada la delataba.

Por unos momentos pensé el voltear y mirar hacia otro lado, e incluso irme. Después recordé a Ania, quería olvidarla, realmente deseaba olvidarla y debía olvidarla. Así que mejor comencé a pensar si yo me acercaba hacia ella o dejaba que ella viniera hacía mí. Esto de coquetear con chicas jamás me había pasado por la mente, incluso con los chicos me era difícil dar el primer paso. De pronto me di cuenta que pensar si lo hacia ella o yo sólo era una perdida de tiempo, pues esa decisión ya la había tomado ella. La chica se acercó se puso de pie y empezó a dirigirse hacia mi.

De alguna manera los nervios llegaron hacia mí, pero los nervios habían formado gran parte de mi vida y el resultado de ello era ya obvio. La chica se sentó a mi lado sensualmente y volteó hacia mí.

-Mucho gusto, mi nombre es Arlette, pero puedes llamarme Arly.

-Pues mucho gusto Arly, me llamo Gia. –le respondí un poco nerviosa, pero creo que logré ocultarlo.

-No eres por aquí, no te había visto.

-No, no lo soy.

-¿Y que te ha traído hasta este solitario pueblo?

-Estoy empezando una nueva vida.

-¿Qué tan nueva?

-Muy nueva.

-¿Sabes que pienso?  –sonrió pícaramente.

-No, no tengo idea.

-Pues pienso, que aquí hay mucha gente, sabes…tengo cerca de aquí mi departamento, quizá podrías venir conmigo y pasarla bien esta noche; bueno, eso si esto combina con tu nueva vida.

-Combina perfectamente.-le devolví la sonrisa. Tomé mi mochila y nos marchamos ambas.

Fuera del bar esperaba un pequeño coche blanco, me abrió la puerta y sin más…simplemente me metí. Manejo poco menos de 7 minutos, en los cuales solo intercambiábamos miradas y sonrisas lujuriosas. Llegamos a una pequeña casa muy bonita y moderna. Bajamos rápidamente y nos dirigimos hacia la puerta, sacó de sus pantalones un manojo de llaves y mientras buscaba la llave de la puerta traté de hacer algo de charla.

-¿Vives sola?  -pregunté.

-¿crees que me atrevería a traer a una chica a este departamento si tuviera compañeros de habitación?

-No lo sé, yo una vez lo hice.

-¿y como salieron las cosas? –logró encontrar la llave y abrió la puerta.

-Me hubiera gustado que hubiese sido de otra forma…Sin menos integrantes.-susurré la última parte.

-¿sin que?

-Nada. -Prendió la luz y mi asombró de la casa no se hizo esperar. –tu casa es…

-¿te gusta?

-Me encanta.

-Y eso que no has visto lo mejor de la casa.

-¿y cual es?

-La habitación.

Me tomó de la mano y me jaló haciéndome subir las escaleras. Dejé la mochila al pie de las escaleras y no me opuse en ningún momento.  Al entrar a la habitación me miró y me preguntó.

-¿te gustaría quitarme la ropa?

-¿Necesito pedir permiso para eso?

-Soy toda tuya. –levantó las manos y me invitó a comenzar.

Di un paso hacia ella y tomé la orilla de su blusa, inicié deslizándola lentamente hacia arriba hasta que se la quité por completo. Bajó los brazos, tomó mis manos y las puso sobre sus enormes pechos.

-Quítame el brasier si quieres tocarlas. –me ordenó.

Pasé mi mano por detrás de su espalda y desabroche la única prenda que me impedía tocar sus pechos. Cuando quedaron al descubierto sentí la necesidad de tocarlos enteramente, sus aureolas cafés y sus pezones sobresalientes estaban comenzando a excitarme.

Me incline un poco y acerqué mi cabeza para poder pasar mi lengua sobre su pezón. Cuando probé sus pechos un sabor ligeramente salado me hizo meter todo su pezón en mi boca, como si fuese un bebé queriendo ser amamantado. Empecé chupándolos rápidamente, deseaba pasar mi lengua por todo su cuerpo. Subí hasta su cara y le plante un beso, metí mi lengua y ella rápidamente respondió tocando la mía con la punta de su lengua. Los besos comenzaron a repartirse en todas direcciones, con su cuerpo me fue recorriendo hasta la cama, donde finalmente me empujó tirándome sobre el colchón.

Atrevidamente desabrochó mis jeans y los jaló dejándome únicamente en bragas, se montó sobre mí y desabrochó cada uno de los botones que formaban parte de mi blusa, con la desesperación incluso él último botón prácticamente lo arrancó sin querer. Ella misma allí mismo se fue quitando sus jeans y los botó en el aire, su perfecta figura deslumbraba con los reflejos exteriores, esas bragas negras se ajustaban tan perfectamente a su cuerpo que quitárselos parecía innecesario para excitarme.  Se tumbó sobre mí y puso rodilla entre mis piernas, hacia presión mientras tocaba mis pechos, aquello me hizo dar un gemido inapropiado, pero, en esos momentos que cosa no parece inapropiada.

Ella me miró y me preguntó.

-¿Estas bien? –yo asentí con la cabeza y ella siguió haciendo ese movimiento entre mis piernas.

Cuando quitó la rodilla, comenzó a deslizar su suave mano debajo de mis bragas, metió la punta de su dedo anular y empezó a darle movimientos circulares, después de arriba abajo y fue bajándolo lentamente entre los labios de mi pubis hasta llegar a mi vagina.

Pensé sentir esa sensación de cuando tenia un solo dedo dentro de mi vagina, pero de pronto sentí claramente como dos dedos entraron de sopetón, ¡joder! Un gritó emanó de mis adentros de una manera tan fuertes que temí que todo el pueblo me escuchase. Arly levantó rápidamente la mirada y me miró de una manera preocupada, después como notó que me gustaba esa sensación prosiguió y su susto de lastimarme desapareció. Sin embargo, el gusto le duro poco, más aún cuando una de las ventanas fue atravesada por una enorme piedra.

El ruido del vidrio crujiéndose al romperse nos hizo para un susto de mierda. Nuestros corazones se agitaron y rápidamente nuestros cuerpos se pusieron fríos. Atemorizadas nos quedamos allí en la cama viendo la ventana y sin decir nada, nada, hasta que afuera unos gritos se esparcieron por todo el frente de la casa.

-¡Gia sal de allí! ¡No me hagas creer que no estas allí! ¡Sé que estas con esa puta! ¡Hasta acá fuera puedo escuchar como gimes con esa zorra!

Arly se puso rápidamente de pie y se acercó a la ventana, intenté detenerla para que no le fuese a pasar algo pero ella no hizo caso.

-¿Quién es esa borracha? –preguntó Arly mirando por la ventana confundida. Yo simplemente susurré entre dientes.

-Ania…

La Hija Del General Parte V:

...vieja loca, ¿la conoces? será mejor que llame a la policía. –Sugirió Arly…

Sé que no tengo palabras para disculparme por la tardanza, pero bueno aquí esta, vale por dos. También aprovecho para compartir con ustedes que he creado mi página donde escribiré una novela llamada “Andrea Princesa…Samantha Príncipe” será una novela ya más en forma, para las que les guste las historias de amor, algo así  como si leyeran un libro… Espero sus visitas, por ahora solo me he subido el prólogo, conforme vea el avance iré subiéndola. Gracias por sus comentarios y hasta pronto.

 

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