miprimita.com

La Hija Del General Parte V

en Lésbicos

La Hija Del General Parte V

...vieja loca, ¿la conoces? será mejor que llame a la policía. –Sugirió Arly…

-¡No! –le grité desde el fondo.

-¿entonces si la conoces? –replicó.

-Es una larga historia.

-Pues larga o no, no la quiera allá afuera gritando que te estoy cogiendo, ya de por si es pequeño este puto pueblo como para que un lunática les diga a todos lo que yo no les he dicho en 20 años…

-¿Qué vas a hacer? –pregunté preocupada.

-No te preocupes, tengo un amigo que trabaja de policía, él se encargará.

Pocos minutos después arribó una patrulla, las luces azules y rojas iluminaron la obscuridad penetrante.  Durante todo ese tiempo Ania no había dejado de hablar y gritar sin parar. Un chico medio flacucho pero muy alto bajó de la patrulla, y se encaminó hacia Ania.

-Lo siento señorita, pero aquí la gente desea dormir por las noches, no todos somos mitad vampiros como usted.-le reclamó el joven policía mientras la tomaba de ambas manos e intentaba acercarla hacía la patrulla.

-¿Dormir? Aquí nadie duerme, aquí todos se cogen a todos… y esa puta zorra se esta cogiendo a mi... ¡Gia! Si dejas que me lleven le voy a decir a tu papá donde estas, apuesto que se alegrará mucho de saber que hace su niñita consentida…

-Señorita, por favor ¡callese! A mi no me interesa quien se coge a quien, mientras no sea yo. –la jaló por ambas manos de una manera más brusca, de una manera anormal para aquel desnutrido policía.

-¡Dejame Cabrón! –repetía Ania una y otra vez. El policía terminó venciendo al haberla esposado, la dirigió hacia la patrulla y le metió dentro. Después se camino hacia la puerta de la casa y toco el timbre.

Arly se puso todo lo que le faltaba y bajo rápido, yo hice lo mismo y la seguí detrás sin que ella notase mi presencia. Espere en las escaleras y ella bajó a abrir la puerta.

-¡Tomás! Que gusto me da que te haya encontrado en tu turno.

-Que va ¿para que son los amigos?

-Oye, no quisiera hacer un escandalo con esta tía, podrías…

-No te preocupes, yo me encargo. La voy a encerrar toda la noche hasta que se le baje la borrachera, después la suelto y si sigue igual….ya veremos que se hace.

-Enserio Tomás, gracias.

El tal Tomás regresó de nuevo a la patrulla y arrancó el choche, tan rápido como se evaporó en el camino Ania volteó hacia las escalera y me miró.

-Ok, me gustaría escuchar esa larga historia.

Después de varios minutos incesantes en los cuales le explicaba todo por lo que había pasado, terminé dándome cuenta que mi historia no era del todo de su agrado.

-Espera. –tomó una bocanada de aire y prosiguió. –No sé que me sorprende más, si la exnovia acosadora que nunca fue tu novia ó el hecho de que hayas traicionado a tu hermano de esa manera.

-Eso claramente es algo de lo que me arrepiento. –le dije angustiada. –me vuelve loca el simple hecho de recrear la escena, pero como no caer ante esa tentación, tú misma la viste por la ventana.

-Si, y muy borracha.

-No me refiero a eso.

-Mira, aquí el punto no es si te acostaste con esa tipa o no, aquí lo me interesa saber es si la amas, sólo dime eso.

-Quizá me enamoré de ella antes…antes de que me diera cuenta de que sólo jugaba conmigo.

-¿y ahora que te persigue porque dice que no puede vivir sin ti? –mi mente se quedó algo pensativa, estaba confundida, tenía tantos sentimientos encontrados.

-Con eso me vasta Gia, creo que será mejor que te vayas. –me quedé sorprendida.

-¿Qué? ¡Espera! No me puedes votar así como así, dame una oportunidad.

-Yo no puedo darte nada, si dentro de tu cabeza vive y acampa esa borracha.

-No tengo a donde ir. –señalé con la intención de hacerla reflexionar.

-Aquí abajo en la sala hay un sillón, puedes dormir en él, pero cuando sea de día no me gustaría verte cuando baje las escalera. –se puso de pie y subió las escalera, me quedé allí sentada un par de minutos y justo cuando volvió a bajar las escaleras y sentí que había cambiado de opinión ella sólo bajo con una almohada y una cobija, las dejó en el sillón para volver a subir y hacerme escuchar como cerraba la puerta de la habitación.

Ahora si la había hecho de verdad, mi primer oportunidad de rehacer mi vida y… de alguna manera todavía me sentía atrapada por Ania. No lo entendía, Arly era perfecta y muy en el fondo sentía que le faltaba algo, algo que sólo tenía Ania.

Pensé en hacerle caso y quedarme en el sillón, pero tenía la necesidad de ir a otro lugar, no sabía si era una mala o buena idea, pero tenía que ir. Tomé mi mochila y abrí lentamente la puerta principal, salí dando pequeños pasitos para no hacer ruido y me alejé de esa hermosa casa.

No sabía hacia donde quedaba ese lugar a donde quería ir, me encontré algunas personas que bebían entre las calles, quienes me dirigieron hacia el sitio. Cuando llegué pensé unos segundos si realmente tenía que entrar, cuando me di cuenta ya lo había hecho. De pronto el policía flacucho se paró frente a mí.

-Disculpe señorita,  ¿esta buscando a alguien?

-Estoy buscando a una chica, cabello café como rojizo, grandes ojos color esmeralda…pecas.

-Ah si, creo que hay alguien aquí con esas características, pero me temó que no puedo dejarla salir hasta mañana, ¿usted es?

-Su hermana, soy su hermana. –justo en ese momento se escuchó al fondo “¡Gia! ¿Eres tú?”

-¿al menos puedo verla?

-Claro, al fundo después de la oficina, es la única de la noche.

Caminé según las instrucciones, pasé frente a una fila de celdas hasta que llegué a la que buscaba.

-Gia… ¿viniste por mí?

-¿Por qué hiciste eso? No tenías por qué amar todo esto. –ella se paró de su camilla, se acercó a los barrotes y puso su rostro entre dos de ellos mientras se aferraba con las manos de otros.

-No lo sé, yo no puedo verte con nadie más, ya no.

-y… ¿crees que era muy bonito para mí verte con mi hermano? –me acerqué hacia los barrotes a pocos centímetros de ella. -¿crees que era agradable saber que te tenía tan cerca y que no podía ni siquiera sonreírte sin que fingieras que me odiabas?

-Sabes que no te odiaba.

-¿Entonces? –la miré fijamente y me acerqué un poco más.

-Te amaba. –metió su cabeza más entre los barrotes y rozó sus labios con los míos. En algún momento sentí la necesidad de besarla fuertemente como lo habíamos hecho alguna vez, pero ya no quería volver a cometer ese mismo error. Puse mis manos en los barrotes contiguos a los que ella estaba agarrada, ella dirigió su mirada a mis manos, quitó las suyas de los barrotes y las puso sobre las mías.

-Gia…no sabes como me arrepiento de lo que he hecho, por favor… perdóname, dame una segunda oportunidad, te juró que no te voy a volver a decepcionar, nunca, es mi palabra.

-Como no saber que me estas mintiendo. –ella me miró y sus ojos se tornaron en un brillo cristalizado.

-Porque las personas cambian, yo cambié. –las lágrimas comenzaron a emanar de sus ojos, un cayó hasta sus labios, ella me volvió a besar con la esperanza de que yo le correspondiera. Sentí sus labios salados por culpa de sus lágrimas.

El policía llegó y se puso tras de mi.

-Si me prometes que no vas a dejar que se meta en más problemas, puedo dejar que tú hermana y tú se vayan.

-Yo… estábamos... -voltee hacia él.

-No digas nada. –me quitó de la puerta, metió la llave a la cerradura y terminó abriendo la reja. Ania salió y me sonrió.

-Anda, hay que ir a descansar. –le dije mientras le hacía una señal con la cabeza.

Caminamos un largo camino de silencio hasta que llegamos a un pequeño establo, vimos un enorme granero y como no vimos perros ni nada peligroso decidimos meternos. La puerta del granero tenía un enorme candado atado a una cadena, sin embargo, estaba tan mal puesta que al jalar ambas puertas cabíamos entre estas. Al entrar buscamos algún lugar donde acomodarnos. Ania sugirió irnos arriba, si llegaba alguien, arriba estaríamos más aptas para que no se dieran cuenta de nuestra presencia.

Cuando subimos le dije a Ania que se quedara en la esquina, mientras yo del otro lado cerca de la ventana. Le di la cobija delgada que llevaba en mi mochila, al principio no quiso pero la convencí diciéndole que yo tenía calor. Me acosté al lado de la ventana y sobre algo de pasto seco esperando a que el sueño me alcanzara. De pronto sentí como Ania llegó a mi lado, se acostó tras mi espalda y nos tapó a ambas con la cobija. Me abrazó y acercó su cabeza a mi cuello, podría sentir su cálido aliento en mi nuca mientras su mano derecha buscaba agarrar cualquiera de las mías. Tomó  mi mano izquierda y la apretó fuertemente, luego metió una pierna entre las mías y se aferró fuertemente hacia mi. Podíamos haber hecho eso toda la noche, pero tenía tantas ganas de sentirla.

Subí mi mano derecha hacia la que ella tenía tomando la otra y agarré la suya. La fui bajando hacia abajo lentamente y la metí debajo de mis jeans, ella entendió claramente la señal y sola metió su mano hasta llegar a mi sexo. Sentí su suave mano acariciándome, con su boca comenzó a besarme el cuello; su mano bajo aún más hasta meterla entre mis piernas, me puse de espaldas y ella se tumbó sobre mí sin sacar su mano de mis jean. Tocó mi cabello con su otra mano y quito todo aquel que cubriera mi rostro, puso sus labios sobre los míos sin abrir la boca, como si sólo quisiese sentirlos justo a ella. Abrió la boca y con su lengua abrió la mía; nuestras bocas se juntaron y comenzamos una revolución de besos, Ania sacó la mano y comenzó desabrochar mis jeans y así mimo los suyos. Se recorrió hacia abajo y se quitó los jeans y las bragas, después regresó por mí e hizo lo mismo.

Ambos cuerpos ahora se encontraban semi desnudos… puso su sexo sobre el mio y comenzó a rozarlo con el suyo de arriba abajo, sentí como la humedad entre mis piernas se empezó a correr, cada vez que presionaba más su sexo sobre el mío, lograba sentir su clítoris tocando el mío; cada vez era más el calor que sentía que después de unos minutos me di cuenta que la cobija ya estaba a metros de nosotras. Levantó mi blusa, besó mi abdomen una par de veces y después la desabrochó, yo comencé levantándole la suya hasta que ella me ayudo y después de quitarse la suya terminó por quitarme la mía. En un instante ambas nos quitamos los brasieres y los arrojamos sin pensar en donde caerían. Ya estando desnudas comencé a sentir la picazón del pasto seco o paja debajo de mis glúteos y en toda mi espalda, sin embargo, en lugar de molestarme me excitaba mucho, porque era como sentir muchas pequeñas manos por todo mi cuerpo.

Una vez amabas desnudas se tumbó nuevamente sobre mi, dejando su sexo y sus pechos exactamente sobre los mio, podía sentir sus pezones duros sobre mis pechos. De pronto Ania se dio vuelta y dejó su sexo sobre mi cara mientras ella ponía la suya sobre el mio. Teníamos justo ahora un 69, ella empezó con ambas manos a abrirme las piernas haciéndome exponer todo mi sexo, yo no podía hacer lo mismo pero levanté mi cuello hasta alcanzar su sexo y rodeé con mis manos su cintura.

Con la punta de su lengua comenzó a jugar con mi clítoris, podía sentir claramente su húmeda lengua tocarlo. Me sentí en ese momento tan húmeda que rápidamente metí toda mi boca en su sexo, pasé mi lengua alocadamente y succioné todo lo que salía de ella. Claramente a ella le excitó tanto eso que comenzó a hacer lo mismo. Su boca entraba entre mis dos piernas y su lengua recorría toda mi vagina. El sudor de nuestros cuerpos se hizo presenté, nuestra pieles se tiñeron en un tono rojizo y el calor comenzó a aumentar incluso un poco más.

Una de sus manos se descolgó de una de mis piernas, la hizo a un lado y dejo un espacio entre mis pernas de 180° lamió por última vez e introdujo dos dedos dentro de mi vagina, me estremecí por unos instante tensando mi cuerpo, ella lo notó y los sacó rápidamente, después lo volvió intentar…pero ahora un poco más lento. Yo de la misma manera metí mi dedo índice y anular en su vagina, empezando por hacerle espacio y girándolos. Era como un juego recompensas, si yo movía mis dedos y a ella le  gustaba, ella hacía algo muy parecido en respuesta al placer que yo le deba, de tal modo que mientras a una más le gustara, la otra se esforzaba mucho más.

Mis dedos y sus dedos salían y entraban de nuestras vaginas a un ritmo perfecto, cada vez comenzaba a introducir mis dedos más dentro de ella y ella presionaba más fuerte y movía sus dedos dentro de mí, haciendo que me excitara mucho más. De pronto llegó a mí esa sensación temblorosa, aquella cúspide de todo, un orgasmo. Como si nuestros cuerpos se hubieran sincronizado comenzamos a gemir una y otra vez, el ruido nos aturdía y nos excitaba al mismo tiempo. Nuestros cuerpo se tensaron, sentí claramente  como empezó a cerrar las piernas, ya que estas comenzaban a presionar mi cabeza, así mismo aprisioné su mano dentro de las mías. De pronto mi cuerpo se desplomo, el de ella también pero jamás cayó sobre mí, se mantuvo allí mientras se agitaba y dejaba salir bocanadas de aire.

Volvió a darse vuelve hacia mí, me besó y yo le correspondí. Sentía su boca salada y llena de mis fluidos dentro de la mía. Un olor suave se fundió entre ambas bocas. Se colocó a mi lado, se acostó, volvió a subir su pierna sobre mí, me abrazó y colocó su cabeza sobre mi hombro. Me sentía tan feliz de aquello, mi mirada se guio hacia arriba, alcanzando a ver por la ventana parte de la luna; después los cerré y me perdí rápidamente entre el sueño.

La Hija Del General Parte VI:

...El ruido aturdidor de un tractor nos despertó… la luz deslumbrante entro por mis ojos, junto con la silueta de un hombre frente a nosotras…

Como cada semana aquí me tienen. Gracias por sus comentarios motivadores y que tengan un buen día.

 

También quiero aprovechar para decirles que cambié la URL de mi página donde ya publiqué el prólogo y el primer capítulo de Andrea Princesa…Samantha Príncipe, la página esta actualizada y con nuevo diseño, espero que les guste, Cuídense y hasta pronto.

 http://m.writeandimagine.neositios.com/

Twitter: @WriteAndImagine