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Amor Extranjero (Parte V)

en Lésbicos

Amor Extranjero

Parte V

Recuerdo que aquella mañana que desperté me sentí la mujer más feliz del mundo; me sentía tan liberada y ligera; sentía como si todo hubiese sido un sueño tan real; sentía tantas cosas y hasta cierto punto me sentía como una nueva mujer. Creo que ya había llegado tan lejos para aquel entonces (demasiado) y eso era lo que más me sorprendía de mí misma, porque no sentía culpa o remordimiento, cosa que siempre llegaba a mi mente cuando hacía algo mal. Mi punto final era saber y entender que lo que había hecho no era algo para sentir remordimiento, simplemente porque no era nada malo… ¿Cómo algo que te hace feliz puede ser malo?, Simplemente aquello no lo entendía.

Cuando miré el reloj y me di cuenta de que ya se acercaba la hora de despertar simplemente decidí respirar hondo y tratar de pensar cómo iba a disimular cuando me preguntaran acerca de mi entrevista y la estancia en una casa londinense, sí, la emoción recubriría mi rostro cuando me preguntaran sobre Lena y eso sería bastante obvio. Sin embargo en mi mente había algo que me decía que si fingía esa emoción al escuchar el nombre de Lena era como mentirme y negar a alguien que justo ahora era el centro del universo, pero lo que más me dolía era pensar en lastimar a Lena si yo la negaba.

Y todo esto anterior revoloteaba en mi cabeza como loca, aunque me costara admitirlo, no conocía tanto a Lena… Podía saber de memoria hasta la última peca de su cuerpo o el más pequeño detalle sensual de su silueta, pero todavía era una extraña y hasta cierto punto no sabía si ella era de esa clase de personas que no les importa mucho si a la primera no se les llama novia, bueno, al menos no entre lesbianas… Bueno, a lo que me refiero es que aún no había hablado con ella respecto a si le molestaría si negará todo en algún caso.

Mientras pensaba en cosas que quizá para muchas parecería sin sentido o sin mayor significado Lena comenzó a abrir los ojos lentamente y a tientas comenzó a buscarme en la cama, una de sus manos cayó sobre mi rostro y lentamente comenzó a dibujar sobre mi rostro, como cuando un invidente intenta reconocer o imaginar el rostro de una persona.

-Eres tú… -dijo susurrando mientras sonreía.

-¿Es una pregunta o una afirmación? –le pregunté sin reconocer realmente la entonación de sus palabras.

-Claro que eres tú… ¿Quién más podría despertar en mi cama entre semana? –afirmó.

-No lo sé… dímelo tú.

Lena sonrió pícaramente y se acercó hacia mí para darme un beso suave y sin ningún toque erótico, simplemente un dulce beso de esos sin más intención que ser un dulce beso.

-Vane… ¿Puedo preguntarte algo?

-Claro, lo que sea.

-¿Qué clase de mujer piensas que soy?

-¿A qué te refieres?

-¿Piensas que soy de esas chicas que traen a muchas a la cama? ¿Qué quizá esté haciendo lo mismo contigo? ¿Qué probablemente no sea lo que tú piensas?

-¿A qué viene todo eso? –pregunté algo confundida.

-Solo respóndeme, quiero saber qué idea tienes realmente sobre mí.

-Yo… -tomé un ligero respiro-. Sé que no te conozco tanto ni tan bien, pero no creo que seas esa clase de persona que juega con los sentimientos de los demás.

Ella simplemente me miró y sonrió levemente al mismo tiempo que acariciaba una de mis mejillas.

-Qué bueno que pienses eso sobre mí.

Fue lo único que me respondió antes de cambiar radicalmente de tema.

-Será mejor que nos vistamos… Pronto llegarán mis padres pensando que nos hemos quedado dormidas, ellos nos pueden darse el lujo de quedar mal con el colegio y extraviar una hermosa mexicana.

Tan rápido como lo dijo se puso de pie dejando caer las sabanas que cubrían su cuerpo, de nuevo la tenía allí desnuda y no podía quitarle la vista a la perfección de su cuerpo, ella me miró sabiendo que la observaba; se paró frente a un closet; lo abrió; sacó un uniforme limpio; volvió a cerrarlo y se recargó sobre él. Su mirada estaba tan fija en la mía que no sabía si aquello significaba realmente algo o solo me miraba por mirar.

-¿Si quieres puedes vestirme? –me dijo mientras me mostraba el uniforme.

-¿En serio? –pregunté cómo tonta.

-Imagina que estas vistiendo una Barbie… Solo que más grande y más sexy.

Me levanté de la cama en cuanto escuché su petición, ni siquiera lo dudé dos veces antes de darme cuenta que ya estaba frente a ella y con el uniforme entre mis manos. Ella extendió ambas manos a los lados y cerró los ojos fuertemente sin quitar en ningún momento esa sonrisa tan preciosa de su rostro.

Dejé la ropa colgada sobre un perchero que estaba a su lado y pasé mi mano sobre su rostro con el único deseo de tocarla; miré en un estante un brasier negro y corrí rápido por él; regresé y volví a acariciar su cuerpo pero esta vez con más intención en sus pechos; los acaricié suavemente mientras recorría sus brazos y por fin llegar a sus manos; las tomé y las acerqué hacia mí para poder meter sus brazos dentro del brasier. Ella abrió los ojos lentamente mientras recorría el brasier y lentamente me iba girando para poder terminar por abrocharlo. Cuando ya estaba detrás de ella y terminé de abrocharlo mis ojos se fijaron en una peculiar cosa sobre el cuerpo de Lena, cosa en la que no había puesto atención.

Se trataban de dos leves hoyuelos que se formaban en su espalda baja, uno paralelo al otro de manera horizontal. Tantas veces me había preguntado porque algunas mujeres tenían esos peculiares hoyuelos, cosa de la que yo carecía, pero ahora verlo tan vivamente al grado de poder tocarlos me hacía creer que si yo no los tenía era porque debía disfrutar de mis carencias en aquellas personas que si las tenían. Acerqué mi mano derecha tan lentamente como pude y toqué de la manera más suave posible los hoyuelos; los rodeé con la punta de mi dedo índice y finalmente puse mi mano sobre su cintura; estiré mi izquierda entre medio de su brazo y su torso para pedirle la blusa.

Lena rápidamente tomó y me puso la blusa en mi mano; la tomé y la extendí sobre su espalda dejando las entradas de las largas mangas sobre sus hombros; dirigió sus manos hacia los costados doblando levemente los brazos para finalmente meterlas. En ese momento me di vuelta quedando frente a ella y comencé a abrochar los botones uno por uno sin quitarle la vista de los ojos. Cuando terminé de abrochar todos los botones agarré la falda que aún estaba colgada y enganchada; la falda era una única pieza, era tan diferente a la mía que prácticamente se enroscaba en mi cintura para poder formar una falda; así que con ella lo único que tuve que hacer fue desabrochar un botón, bajar el cierre y dejar frente a ella la entrada.

Cuando abrí la entrada de la falta también me vi en la necesidad de hincarme sobre el suelo para que ella solo tuviese que meter sus piernas y poder subir la falda; pero al ir bajando y terminar en el suelo era imposible no ver su perfecto y suave pubis que ahora se encontraba frente a mí. La pura idea del movimiento de sus piernas para meterlas en la falda me hacía volverme loca, pues había una vocecita en mi cabeza que me ordenaba no quitarle la vista de pubis, pues en cuanto estirara las piernas podría ver el movimiento de sus dos labios rozándose unos con otros y aquello sería tan excitante tan solo con la vista.

Con la mirada fija en su parte baja ella comenzó a subir su pierna derecha mientras recargaba sus manos sobre mis hombros; su pierna siguió subiendo y a doblarse de la rodilla. Sin darme cuenta ya todo lo que me había imaginado estaba sucediendo, pero de una manera mucho mejor, pues sus labios alcanzaron a despegarse ligeramente dejando ver una pequeña parte de su pubis que si hubiera tenido más voluntad lo hubiese besado. Su pierna comenzó a descender de un momento a otro para darle paso a la otra pierna que repitió el mismo espectáculo frente a mis ojos.

Cuando pensé que la mejor parte llegaría, y con ello no me refería en poner la ropa interior, sino los calcetines, sí, seguiría con los calcetines que eran muy largos por la cuestión del frío. Al ir deslizando uno de ellos también me di tiempo para ir acariciando toda su pierna y hasta podría decirse que me tomé el atrevimiento de llegar casi hasta su entre pierna con el más mentiroso pretexto de tocar con la parte exterior de mi mano superficialmente su pubis. Hasta ese momento todo parecía ser un perfecto y erótico cuento de hadas, pero como todo lo perfecto siempre existe la posibilidad de la imperfección, pues de un momento a otro la voz lejana de su padre comenzaba a acercase diciendo en voz alta “The breakfast is ready girls… Si no vienen voy por ustedes”.

Me puse de pie de un brinco y corrí a mirar por debajo de las cortinas para darme cuenta de que el padre de Lena si iba en serio. Volteé y vi la mirada de despreocupación de Lena que se estaba arreglando la corbata de su uniforme.

-¡Apúrate! Nos va a cachar tu papá –le grité.

-¿Cachar?

-Atrapar.

-Ah, ya entiendo. No te preocupes, mejor en lugar de estar apurándome y ponerte así de loca vístete.

-Cierto.

-Aunque si fuera por mí, me encantaría que te fueras así al colegio.

-Ni de loca.

Ella solo se rio un poco  y siguió acomodando su corbata. Yo me vestí tan rápido como pude y mientras lo hacía no dejaba de observarla. Una de las cosas que me sorprendió fue cuando parecía ya haber terminado de vestirse, incluso se estaba ya poniendo su mochila, pero en ningún momento noté que se pusiera la ropa interior y con eso me refiero a las bragas.

-¿Ya terminaste de vestirte? –le pregunté atónita.

- Ya, terminé rápido porque tú me vestiste en la mayoría.

-No me refiero a eso.

-¿Entonces? ¿No comprendo?

-¿Tus bragas?

-¡Oh! Eso… no pienso ponerme hoy.

-¿Cómo que no piensas ponerte hoy?

-No, hoy no.

-Oye, no sé qué clase de ideas tengan en Londres o en Rusia, pero en México o al menos yo siempre uso ropa interior.

-Pues en Londres y Rusia también… Y yo.

-¿Entonces?

-Simplemente hoy no me voy a poner bragas… Hoy es un día especial.

-¿Por qué?

-Ya verás… ¡Anda! Que apenas si nos va a dar tiempo de ir a desayunar.

Recuerdo haber desayunado ese día a una rapidez de locura, y una vez que el padre de Lena nos dejó en el colegio regresé a mi estado de tranquilidad y absoluta calma.

-Vena… Quiero proponerte algo.

-¿Sobre qué?

-Hoy tengo que quedarme a pintar algunas cosas que se van a usar para la obra de teatro del mes que viene… Hoy es el día en que me toca sola y no me caería mal una ayudadita.

-¡Me parece genial! Pero, ¿qué tengo que hacer para poder ir a ayudarte?

-Nada, solo ve al salón de artes, en la parte trasera… Allí estaré trabajando.

-Pero no creo que me dejen salir de mi clase.

-He allí el asunto positivo de todo esto… Es en el receso.

-¿Te ponen a trabajar en el receso?

-Algo así… Realmente es un castigo.

-¿Te han castigado? –le pregunté casi gritando por lo sorprendida que estaba.

-No fue nada, realmente fue culpa de mis compañero de clase… Un castigo en grupo, pero para no tenernos juntos nos dividieron en la semana.

-Vaya… Bueno, y si se enojan porque te ayude.

-No te preocupes, en el receso nadie se asoma por allá.

-Bueno, acepto.

Después de estar tan apresurada durante la mañana ahora todo era lo contrario, muchas veces había estado impaciente por los famosos recreos, pero ahora deseaba mucho más que cualquier otra cosa que diera la hora para poder ir a ayudar a Lena y quizá no solo a ayudarle. Cuando el reloj movió la manecilla que indicaba era hora del receso como le decía Lena, salí discretamente con un paso apresurado. Cuando a la salida unos cuantos compañeros me obstruyeron el paso para preguntarme acerca de mi estancia en la casa de Lena mi mundo se vino abajo, pues no quería ser grosera, pero necesitaba escapar de ellos.

Así que después de responder unas simples preguntas me inventé la excusa de que tenía que ir urgentemente al baño y finalmente escape. Lo siguiente que me causó problemas fue finalmente poder encontrar el dichoso salón, así que perdí al menos cinco minutos preguntando. Cuando al fin logré dar con el lugar mi recompensa me estaba esperando, allí estaba Lena tal y como la había visto la última vez, pero esta vez con unas pequeñas brochas en las manos.

-Hola –le dije apenada por el retraso.

-¿Pensé que ya no ibas a venir? –hizo cara fingiendo estar triste.

-Lo sé, pero no me diste muchos datos de la ubicación de este lugar y a mí no se me ocurrió preguntar en ningún momento.

-Ok fue mi error y espero poder arreglarlo.

Lena se acercó hacia mí y me tomó por la cintura, después me fue empujando lentamente hasta que topamos con una mesa donde había un montón de material de trabajo.

-Entonces… ¿Quieres trabajar o… jugar?

-Pero, qué tal si por obras del destino a alguien se le ocurre venir.

-No lo creo, ya te dije que nadie viene en el receso, sobre todo acá atrás.

-Bueno, entonces no perdemos nada si nos divertimos…

-Me gusta tú que pienses así… Sabes… Hoy por error olvidé mis bragas en casa.

-No me digas eso… eso es muy malo.

-Pensé que quizá me podrías prestar las tuyas.

-¿Y yo?

-Cierto, eso nos pone es un gran dilema.

-¿Puedo preguntarte algo? –le dije a Lena con un tono de interés e intriga.

-Claro.

-¿Yo soy especial o soy simplemente una turista más?

-¿Deberíamos hablar de eso justo ahora?

-Contéstame. Quiero saber si estoy aquí porque realmente quieres estar conmigo o simplemente me ves como un objeto sexual que sabes que se irá y que no sabrás más de él.

-No hablemos de tu partida… Porque aunque no lo creas eres muy especial para mí. Yo jamás había hecho algo así… He estado con chicas de aquí… No del colegio, si de Londres, pero nunca con una extranjera. No quiero pensar que te vas a ir.

Acaricié su pelo y le sonreí tiernamente mientras ella hacia lo mismo.

-Pronto se va a acabar el receso… Creo que deberíamos apresurarnos si queremos jugar.

-Tienes razón.

Cuando dijo eso me suponía que haríamos algo como la noche anterior solo que a velocidad luz, pero cuando subió la falta y vi aquello… Literalmente se tragó mis palabras. Lo que tenía allí no había estado la noche anterior y a mi parecer era… era ¿un pene?

-¿Qué? ¿No vas a decir nada?

-¿Qué es eso?

-Es un dildo y esto es un arnés…

-¿Llevabas eso cuando salimos?

-No tontita, lo traía en mi mochila. Anda, puedes tocarlo.

-Prefiero no hacerlo.

-Pues hoy voy a estrenarlo así que de cualquier forma tendrás que tocarlo.

-Yo no voy a dejar que me metas eso…

-¿Por qué no? Ya has estado con hombres… ¿O no?

-Sí, pero fue una vez y no me gusto como para que me queden ganas.

-Anda, yo no soy un chico.

-Pero tienes lo que tiene un chico.

-¿Mejor aún, no? Voy a ser tan delicada como una chica y tan… tan… Bueno, solo seré yo con un dildo. ¡Vamos! Quedan quince minutos y si no los aprovechamos quizá no se pueda repetir.

Ella tenía razón, pero muy en mi interior deseaba tener esa cosa dentro de mí a pesar de los malos recuerdos.

-Bueno, pero rápido.

-Va a ser el sexo más rápido y delicioso que jamás has sentido.

Rápidamente me puse de espaldas y me recargué sobre la mesa, cerré los ojos y comencé a pensar en sus partes para poder lubricarme y no me doliera cuando eso me entrará. Ella rápidamente me bajó las bragas y acarició un par de veces mis glúteos. Yo estaba tan concentrada en la idea de sentir esa cosa dentro de mi vagina que cuando la sentí recorriéndose hacia el otro lugar mi piel se erizó por completo, su idea no era meterme esa cosa en mi vagina. Su idea era penetrarme por el ano. Una sensación electrizante llegó a mi cuerpo al sentir como el dildo iba entrando lentamente por aquel orificio que nunca había pensado sirviese también para eso. Amito que la idea al principio me causo pavor, pero después simplemente de la nada comenzó a excitarme locamente.

Miré un pequeño reloj a lo lejos y noté que ya quedaban diez minutos, y si a eso le quitábamos los dos o tres minutos que tardaría en llegar a mi clase... Supongo que ella también miró la hora e intentó apurarse, pues de pronto y de sopetón metió el dildo totalmente en mi ano. En ese momento di un grito de dolor, porque decir que era de placer era mentira, realmente me había dolida… No sé, quizá al abrirse mi ano o algo así. Sin embargo, cuando comenzó a sacarlo y a meterlo como si de verdad fuera un hombre la excitación y el placer comenzaron a llegar por sí solos.

Ellla siguió sacando y metiendo el dildo que colgaba de su arnés simulando un pene, la excitación de que alguien llegara más el tiempo al límite estaban haciendo un juego sumamente excitante. En cuestión de menos de un minuto comencé a sentir esa sensación que viene antes de un orgasmo… Pero cuando vi la hora simplemente le grité.

-Sácalo.

-¿Qué?

-Ya me tengo que ir.

Ella obedeció rápidamente y lo sacó, me volteó y metió su mano bajo mi falda para terminar el trabajo. Comenzó a tocarme y metió dos de sus dedos entre mi sexo para comenzar a moverlos bruscamente. Eso finalmente terminó excitándome más y con eso un orgasmo me atrapó por completo. Cuando se me pasó que fue casi en cuestión de segundos me subí las bragas que aún se detenían sobre mis tobillos, le di un beso y le di las gracias; ella solo me miró sonriente y se quedó allí sin decir nada.

Tan rápido como pude logré llegar a tiempo, todavía todos estaban ingresando al salón y aquello me relajó bastante. Al principio me sentí extraña pues estaba ligeramente roja así que intenté cubrirme con un libro para que nadie viera mi cara. De pronto la voz de Alessandra se asomó sobre mi hombro y me susurró al oído.

-Qué mal que se haya manchado tu falda… Tan bonita y cuidada que se veía.

Miré mi falda y efectivamente, noté que estaba manchada de pintura. Me quedé en silencio y no giré mi rostro, pues traté de disimular.

-No te hagas la niña angelical… Qué ya se bien cuál es tu secretito, que buena fiestecita te cargaste en el salón de artes, no te preocupes, ya después hablaremos de eso.

De la nada una corriente fría atrapó todo mi cuerpo… Me paralicé y sentí como toda esa sangre de mi cuerpo rojizo desaparecía dejando todo mi cuerpo frío. 

Tarde pero seguro. Como saben los días se cambiaron y ahora se publicará cada domingo. Espero acomplarme a mi nuevo horario y que sea de su agrado para ustedes. Saludos y estamos en contacto.

PD. Tambien Andrea Princesa.... Samantha Príncipe se publicará los domingos.

Nos estamos leyendo y hasta pronto.

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