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El Iphone

en Hetero: General

Juan estaba encantada con su nuevo y flamante Iphone 4S. Se pasó el día que se lo entregaron conociendo todas sus prestaciones. Hizo varias fotos y videos y se maravilló de la calidad de las mismas.

-Mira Rosa. Mira qué maravilla de fotos hace este telefonito.

Rosa, su mujer, miró la pantalla. Sí, eran fotos claras y se veían muy bien, pero ella no era una mujer muy amiga de los aparatitos, justo lo contrario que Juan.

El teléfono sólo lo soltó por la noche, en la cama, cuando Rosa le puso una mano sobre la polla.

-Si sueltas el dichoso Iphone te como la polla.

Juan puso el teléfono sobre la mesilla y se dispuso a disfrutar de una de las sensuales mamadas de su mujer. Se acostó boca arriba, recostado sobre el respaldo de la cama. Ella se puso entre sus piernas, de lado, para que él llegara fácilmente a su coño con una de sus manos. Les gustaba mucho hacerlo así, ella chupando y él haciéndole una suave paja.

En cuando Rosa bajó el pantalón del pijama de su marido, la polla saltó, dura, sobre el pubis de Juan. Mirándole a los ojos, le pasó la lengua a lo largo de la polla y se abrió de piernas, señal inequívoca de que estaba cachonda y quería los dedos de su marido jugando con su coño. Juan alargó la mano derecha y la metió por dentro del pijamita de su mujer. No llevaba bragas, y cuando le pasó dos dedos a lo largo de la rajita de su mojado coño, ella abrió la boca y se metió la polla dentro.

-Ummmm que calientes estás, mi amor. - dijo Juan, mirando como toda su polla desaparecía en la boca de Rosa.

No era difícil. La polla de Juan era normalita, tirando a pequeña. Y finita. Pero era la polla de su marido y a Rosa le encantaba chupársela, metérsela toda en la boca y jugar con su lengua alrededor.

Mientras ella mamaba, Juan le pasaba las yemas de los dedos alrededor de su clítoris. De vez en cuando le metía dos o tres dedos en el coño y la sentía estremecer.

Una de las veces que Rosa llegó con sus labios a la base de su polla, Juan miró a la mesilla de noche. Allí, su 'amado' teléfono. Sin dejar de frotarle el coño a Rosa, lo cogió con la mano izquierda.

¿Cómo se vería la mamada a través de la cámara? Con el pulgar presionó el icono de la cámara, elogió video y empezó a grabar. Con disimulo, como quien no quiere la cosa, dirigió el teléfono hacia la cara de su esposa.

-¿Qué haces? - preguntó ella.

-Nada.

-¿Cómo que nada? ¿Me estás grabando?

-Sí.

-Capullo.

-Venga mujer. Sólo por ver que tal queda.

Rosa estaba muy caliente, sintiendo en ese momento los dedos de Juan clavados a fondo en su coño. Abrió la boca y se volvió a meter la polla dentro.

-Ummmm mi amor...que rico. Qué bien se ve mi polla en tu boca.

Juan acercó la cámara para sacar primeros planos de la polla dentro de la boca.

-Aggg, sigue cariño. Ahora...lámela. Pásale la lengua a toda la polla.

Rosa hizo lo que Juan le pidió, mirándole a los ojos. Pero Juan no estaba contento. La mirada no quedaba bien en el video.

-¿Ves este punto? - le dijo, señalando el objetivo de la cámara.

-Sí.

-Mira ahí, no a mis ojos.

Cuando Juan vio como Rosa le pasaba la lengua arriba y abajo, a lo largo de su polla y mirando a la cámara, se estremeció. Era como estar viendo una película porno, en la que él era el protagonista.

-Umm, eso es. Cómeme la polla, mi amor. Vacíame los huevos con tu boquita.

Con la mano izquierda sostenía la cámara. Miraba embelesado la pantalla, en donde su amada esposa se estaba otra vez tragando su polla. Y con su mano derecha no paraba de masturbarla. No iba a aguantar mucho más así. Aquello era muy morboso.

-Me vas a hacer correr con esa boquita tan caliente que tienes. Eres una mamona de primera.

Rosa aumentó el ritmo de la mamada. Ella también se correría pronto.

-Ummm, sigue...sigue...que estoy a punto. Cuando te avise te sacas la polla de la boca y me haces correr sobre tu carita... ¿Vale?

Rosa asintió, sin dejar de mamar. Estaba claro que Juan quería grabar como se corría en su cara. Le daría ese placer. Juan separó un poco la cámara para coger un buen plano de la preciosa carita de su mujer. Sintió como sus músculos empezaban a tensarse.

-Aggg, vida... mía...que me...corro....aggg aggggg

Rosa se sacó la polla de la boca, la agarró con una mano y la pajeó apuntando a su cara, mirando fijamente al objetivo de la cámara. La polla de Juan dio un latigazo y un chorrito de leche salió de la punta, pero con poca fuerza y no le dio en la cara. Rosa acercó la polla a sus mejillas para que los siguientes dieran en el blanco.

De la polla salieron dos pequeños chorros más, que esta vez sí acertaron en la cara de la mujer. Juan, casi sin respiración, miraba el caliente espectáculo. Vio como Rosa se esparcía su semen por la cara ayudándose de la polla.

-Aggg, no pares...sigue...sigue pajeándome...que...me voy a correr...

La cara de su mujer en pleno orgasmo quedó inmortalizada en el teléfono. Fue un orgasmo largo e intenso. Juan se quedó mirando la pantalla, en donde una sonriente Rosa mantenía agarrada su dura polla contra su brillante cara.

-Estás preciosa. ¿Quieres verlo?

-Vale.

Sin limpiarse, Rosa se incorporó y se puso al lado de su marido. Juan puso el video y los dos lo miraron.

-Vaya, que bien se ve.

-A que sí. Este teléfono es una maravilla.

-Es la primera vez que me veo chupándotela.

-¿Te gusta?

-Bueno, es raro verme así. Pero sí. ¿No lo hago mal, eh? jajajaa

-Lo haces muy bien.

Siguieron viendo la mamada, atentos.

-Mira, ahora es cuando me voy a correr.

-¿A ver?

Los tres débiles chorritos salieron de la polla.

-Y ahora mira como te corres tú, mi amor.

Rosa se miró a sí misma corriéndose. Se oía gemir. Y se excitó otra vez.

-Juan... mi amor.... ¿Me comes el coño?

-¿Te puso cachonda verte mamándome la polla?

-Joder...sí. Venga...cómemelo como tú sabes.

Rosa se acostó boca arriba en la cama, se quitó el pantaloncito del pijama y se abrió bien de piernas. Su precioso y peludo coño negro quedó ofrecido. Aparecía abierto, hinchado, rezumando jugos. Juan se acostó boca abajo entre las piernas y le dio un profundo lametón al marital chumino.

-Aggggggggggg

-Ummm, que rico sabe tu coño, mi amor.

-Calla y come.... calla y come.

Rosa agarró la cabeza de su marido la apretó contra su coño. Necesitaba correrse, y la experta lengua de Juan lo consiguió en pocos segundos. Si algo hacía Juan bien era comerle el coño. No dejó de lamer y chupar durante su orgasmo, y se bebió con placer los jugos que el coño expulsaba con cada espasmo orgásmico. Siguió lamiendo, chupando, buscando un segundo orgasmo, el cual arrancó del cuerpo de su mujer a los pocos minutos.

Después del placer, se abrazaron un rato antes de dormirse.

+++++

Al día siguiente, por la mañana, Juan desde su oficina llamó al trabajo de su mujer.

-Hola cariño

-Hola. ¿Qué tal la mañana?

-¿Sabes que estoy haciendo?

-Nop

-Estoy viendo el video de tu mamada de anoche.

-¿Cómo? ¿No lo borraste?

-No. Antes quiero comprobar una cosa

-¿Qué cosa?

-Jeje, ya verás.

-Ten cuidado. No lo vaya a ver alguien

-Tranquila, mujer

-Ay, hombres. Cómo se lo enseñes a alguien te la corto.

-Jajajaja. Que noooo.

-Más te vale. Bueno, te dejo que tengo mucho trabajo. Chao.

Lo que Juan deseaba era ver el video en la tele plana del salón, de 50 pulgadas full HD que le había costado un pastón. En cuando llegó a casa a comer, fue al estudio, enchufó el teléfono a su portátil y descargó el video. De allí lo copió en un pendrive y fue derechito al salón.

-Rosa, ven un momentito.

-Estoy preparando la ensalada, cariño - gritó ella desde la cocina.

-Ven mujer. Es sólo un momento.

Rosa dejó la lechuga a medio cortar y fue al salón a ver que quería su marido. Lo encontró sentado frente a la televisión, con el mando en la mano. Le hizo señas para que se sentara a su lado.

-¿Qué es? - preguntó sentándose a lado de Juan.

-Ya verás

Juan buscó con el mando el contenido del pendrive y pulsó play sobre el fichero. En las 50 pulgadas de la televisión, en gloriosa alta definición, apareció Rosa chupándole la polla.

-WOW - dijo, asombrado Juan

-Joder - añadió Rosa

Se quedaron unos segundos mirando el video, maravillados de la nitidez y claridad de la imagen. La polla entrando y saliendo de la boca, brillante de saliva.

-Sácame la polla, mi amor.

Sin dejar de mirar la pantalla, Rosa le bajó la bragueta y le sacó la polla a su hombre. En la televisión ella le lamía la polla mientras ahora le hacía una paja mirando.

-Ummm que bien la chupas, mi amor.

-Ujum...

En el video se acercaba la corrida. Rosa dejó de pajear la polla para concentrarse en la polla de la tele.

-Mira que linda te ves, mi vida.

-Jeje, no estoy mal.

-Lástima de corrida.

-¿Cómo que lástima? ¿No te gustó correrte en mi carita?

-Sí, claro que sí.

-¿Entonces?

-Me refiero a que me sale poca leche. A veces me gustaría ser como esos actores porno que se corren como animales. Ummm, estarías preciosa con la cara bien llena de leche.

-Jajaja. Y pringosa.

-Si, jeje. SI tuviese uno de esos pollones que se corren como mangueras...uf

-No seas tonto. Estoy muy satisfecha con tu pollita - le dijo recomenzando la paja.

-Joder, no le digas pollita.

-Jajajaja. Bobito.

-Rosa...

-Dime mi amor.

-Me quiero correr en tu cara. Y...lo quiero grabar.

-¿Ahora? ¿Antes de comer?

-Sí.

-Bueno, vale.

-Ummm, gracias, gracias.

Juan sacó de su bolsillo su querido teléfono. Cogió un cojín y lo puso en el suelo.

-Ponte de rodillas.

Rosa se puso como su marido deseaba. Juan encendió el teléfono y empezó a grabar. En la pequeña pantalla, Rosa, sonriente, le cogía la polla y empezaba a masturbarle.

-Así que mi amorcito se quiere correr otra vez en mi carita, ¿Eh?

-Sí.

-Y grabar como su... - dudó en si decir pollita o no - polla escupe su leche sobre mí.

-Ummm, sí.

Rosa trató de ser todo lo sensual que podía, mirando a la cámara, para que saliese un buen video. La luz era perfecta, y Juan gemía, mirándola a través de la pantalla.

-Umm, dámela mi amor. Córrete en mi cara. Llénamela de lechita.

-Agggg, Rosa...sí...sigue así. Hazme correr...

Rosa sonrió, aumentando el ritmo de su mano. Conocía bien a su marido y supo cuando se acercaba el momento.

-Uy, que mi amorcito se va a correr, que me va a dar mi premio.

Levantó un poco la cara, sonrió y se acercó más a la polla. Esta vez no quería que ningún disparo errase su objetivo. Sintió en su mano como Juan se tensaba y también, con la mano, notó la llegada del primer chorro. Al estar apuntando hacia abajo salió con cierta fuerza y se estrelló contra su mejilla derecha. Un segundo disparo le dio en la nariz. El tercero, débil, sobre los labios risueños.

Le soltó la polla y se quedó quieta, sonriéndole a la cámara. La polla, a escasos centímetros de su boca tenía aún pequeños espasmos. A pesar de la intensidad del orgasmo, la corrida no había sido nada espectacular. Apenas tres chorritos.

Rosa abrió la boca y con la lengua recogió el semen que tenía en los labios. Se relamió.

-Ummm, que rica la leche de mi esposo.

Juan siguió grabando. Con los dedos de la mano libre recogió el resto de su corrida y la llevó a la boca de Rosa. Ella, sin dejar de sonreír, se lo comió todo. Cuando la cara quedó limpita, Juan dejó de grabar.

-Gracias mi amor. Ha sido maravilloso.

-¿Me lo enseñarás después de comer?

-Claro.

La ayudó a levantar y la besó con pasión. Amaba con locura a su hermosa mujer. Se guardó la polla y se fue a prepara el video mientras Rosa terminaba de hacer la comida. Antes de grabarlo en el pendrive, lo miró en la pantalla se 15 pulgadas de su ordenador.

Era muy erótico, excitante. Pero se dijo que si en vez de su pollita hubiese sido una de esas enormes pollas el video habría sido perfecto.

Comieron con calma y después se fueron al salón.

-Venga mi amor. Ponme ese vídeo.

Juan lo puso y pegados el uno al otro lo miraron.

-Vaya, parezco una zorrita de esas de las películas porno.

-Umm, sí. La verdad es que fue muy caliente. Te metiste bien en el...papel

-Jajaja.

Miraron el video completo. Cuando terminó, Rosa tenía el coño empapado.

-Ummm, estoy cachonda. Ponlo otra vez y hazme una rica paja mientras lo miramos.

Rosa se quitó las mojadas bragas y se abrió de piernas sentada sobre el sofá, con el culo casi al borde. Juan, sentado a su lado llevó su mano al empapado coño de su mujer.

-Ummm, parece un lago tu coñito.

-Estoy muy cachonda - dijo, mientras en la pantalla, sonreía ante la polla de su marido.

-Espera, tengo un idea - dijo Juan, quitando la mano del anhelante coño.

Se levantó, puso la mesita camilla justo delante, cogió su móvil y lo puso apuntando a las abiertas piernas de su mujer. Encuadró bien, para que se viera claramente el coño y empezó a grabar. Volvió junto a ella.

-Sigue mirando el video mi vida.

-Ummmm, sí...pero...no seas malo... tócame.

Mirando como ella le hacía una paja a su marido, él grababa cómo le hacía una a ella. Le abría el coño con los dedos, para que se viera bien su sonrosado interior. Le pasaba las yemas alrededor del clítoris, masturbándola con delicadeza.

-Aggg, que rico mi vida. Sigue...sigue que me voy a correr.

-Espera un poco. Aguanta. Córrete cuando yo me corra en tu cara en el video.

-No sé si podré... aguantar....agggg

-Sí puedes.

Rosa se concentró. Estaba al borde del orgasmo. Abierta de piernas, mirando la pantalla grande, mientras era grabada.

-Me corro mi amor... me corro...no puedo... más....

-Sí. sí...córrete. Mira como me corro yo en tu cara...mira...mira....

Le frotó con fuerza el clítoris justo cuando su polla, en la televisión, lanzaba sobre su mejilla el primer chorro de leche. El orgasmo de Rosa fue intenso. La obligó a cerrar con fuerza los ojos al tiempo que de su coño salían jugos que mojaron los dedos de su marido.

-Aggg Aggggg...dios...mío....aggggg

Largos segundos de placer inundaron el cuerpo de Rosa, que entre abrió los ojos para verse a sí misma sonriendo con el semen de Juan en la cara.

Juan, acercó su boca a la de su mujer y la besó.

-¿Te ha gustado, mi vida?

-Ummm sip... ha sido muy rico.

+++++

Así empezó la afición de Juan por los videos caseros. A Rosa también le gustaban, pero lo hacía más por su marido, aunque le encantaba mirarse en la pantalla mientras Juan le hacía una paja o le comía el coño.

Él se fue refinando. Buscaba los mejores ángulos y le daba instrucciones a Rosa de cómo ponerse, qué hacer. La filmó mamándole la polla en todas las posturas que se le ocurrió. La filmó masturbándose y enfocando a su cara mientras se corría.

Su colección fue creciendo día a día. Pero siempre le quedaba a Juan ese resquemor. Ese deseo de ver algo más.

+++++

Una mañana estaba Juan en su despacho cuando entró Alberto, un compañero.

-¿Es ese el 4S?

-¿Qué?

-El Iphone. ¿Es el 4S?

-Sí - contestó Juan, orgulloso.

-Dicen que hace buenas fotos y videos.

-Alberto, he tenido varios teléfonos y te aseguro que este es el mejor.

-¿Me lo dejas probar?

-Claro

Alberto cogió el teléfono y sacó un par de fotos.

-Saca un video también para que veas la nitidez. Aunque para verlo perfecto, nada mejor que una buena televisión HD.

Juan estaba encantado de presumir de teléfono ante su compañero. Alberto sacó unos planos del despacho y después se dispuso a ver el resultado.

-Joder, no están nada mal. Que nitidez. Bueno, la pantalla ayuda bastante.

-Sí. Los de la manzanita saben hacer las cosas.

Alberto paró el video que había grabado y la pantalla regresó al directorio de imágenes. Vi uno que le parecía algo familiar. Parecía un pequeño clip porno, algo seguramente bajado de internet por Juan. Pulsó sobre el iconito y el video comenzó.

-¿Quién le va a llenar la carita de leche a su linda mujercita?

Juan se quedó blanco cuando reconoció la voz de Rosa. Era el video que había grabado ayer y aún no lo había borrado.

-Dame...apaga eso - dijo, levantándose como un rayo.

-Ey, déjame verlo. La chica es preci... ¡Coño, pero si es tu mujer!

-Alberto, es algo privado.

-Jeje, ya lo creo.

-Dámelo.

-De eso nada. Déjame verlo.

Juan se sentó otra vez. El mal ya estaba hecho. Además, en el fondo, se sentía orgulloso de sus videos.

Alberto conocía de vista a la mujer de Juan. La había visto en alguna ocasión en la oficina. Era una chica bastante guapa, y ahora, sonreía a la cámara mientras se tragaba por completo una polla, arrodillada en el suelo.

-Vaya, no la mama mal tu mujer. ¿Eres tú al que se la come?

-Pues claro que soy yo.

-Jajaja tranqui tío.

Alberto miró el video con atención. Terminó con aquella pequeña polla corriéndose con apenas dos chorritos de semen sobre la preciosa chica, que sonreía a la cámara. Cuando terminó, Alberto le devolvió el teléfono a Juan.

-Oye, de esto ni una palabra a nadie, ¿eh?

-Claro que no, hombre.

-Joder, si ella se entera, me mata.

-Jajaja. No pasa nada, hombre. ¿Así que te gusta grabar a tu linda mujercita, eh?

-Jeje, sí.

-¿Tienes más videos?

-Claro, pero no los vas a ver, Albertito.

Alberto se llevó la mano a la cintura, en donde tenía su teléfono. Lo cogió, buscó algo y se lo pasó a Juan. Juan miró la pantalla y se quedó boquiabierto.

-Son algunas fotos. Los videos de mi teléfono son una mierda, pero las fotos son pasables.

En la pequeña pantalla de teléfono de Alberto se veía una preciosa rubia mirando a la cámara. Pero lo que llamaba la atención era la enorme polla que tenía en la boca. Grande, gruesa, llena de marcadas venas. Juan la miraba, asombrado.

-Pasa la foto. Hay más.

Con el dedo, empezó a pasar las fotos. Todas de la preciosa mujer, arrodillada con aquella monstruosa polla sobre ella. En su boca, sobre su cara. La abarcaba toda.

-Coño - saltó Juan cuando pasó a la siguiente foto.

-¿No está mal, no?

La polla se estaba corriendo sobre la mujer. Y la corrida era de campeonato. Eran varias instantáneas. En algunas se veía un inmenso chorro de leche golpeando la cara de la mujer. Juan se quedó unos minutos mirando la última foto. La chica, sonriendo, con la cara literalmente cubierta de semen. Sobre la frente, sobre los ojos, en la nariz, en las mejillas, en los labios. Toda cubierta.

-¿Eres...tú?

-Claro que no. ¿No ves que es una mujer?

-No coño. El que se corre sobre la mujer.

-Jajajaja. Sí.

-Vaya pollón que te gastas.

-Jeje, afortunado que es uno.

-Y vaya corrida. La dejaste hecha una pena.

-Sí. Pero Julia quedó encantada. Lástima que se fuera de la ciudad. No es fácil encontrar mujeres dispuestas a dejarse filmar. Tienes suerte.

-Sí. Rosa es...maravillosa.

-Y una mamona de primera. Me pregunto si podría hacer con mi polla lo que hace con la tuya.

-¿Cómo? ¿Qué dices?

-Que me pregunto si tu mujer se podría tragar mi polla como se traga la tuya.

-Joder, no creo. Se ahogaría con semejante tranca.

-Jajajaja, seguro. Está muy buena. No me importaría pasarle la polla por la cara.

-Coño Alberto. Que es mi mujer.

-Lo sé. Sólo hablaba por hablar, hombre. Bueno, te dejo, que tengo trabajo.

Alberto se levantó y se marchó. Juan lo miró marcharse. Se quedó unos minutos pensando. No se sacaba de la cabeza la enorme polla de Alberto. Se la imaginó en la boca de Rosa, follándosela. Se imaginó a su querida mujer recibiendo alegre una abundante corrida de aquel pollón.

La polla se le puso dura.

+++++

El resto del día Juan no se pudo sacar aquella loca idea de la cabeza. Su adorada Rosa chupando la enorme polla de Alberto. Se imaginó mil formas de decírselo, de plantearlo, pero ninguna le pareció bien. Durante la cena, Rosa se dio cuenta de que algo rondaba por la cabeza de su marido.

-¿En qué piensas, Juan? Estás muy callado.

-¿Eh? No... nada. Cosas del trabajo.

Después de la cena se fueron a ver la tele un rato. Juan se sentó y Rosa se recostó en su regazo. Al poco, Juan le acariciaba dulcemente el precioso culito, sobre el pijama. Rosa se dejaba acariciar, como una gatita mimosa.

Juan metió la mano por debajo del pijama y acarició las suaves nalgas de su mujer. Rosa tenía los ojos cerrados. Aquellas íntimas caricias le gustaban. Se excitaba por momentos. Llevó una de sus manos hasta la polla de su marido y la acarició sobre el pijama. La encontró dura. Le bajó un poco el pijama y se la sacó. Quedó delante de su cara. Cuando acercó su boca a la punta de la polla, Juan llevó su mano hacia adelante y le empezó a acariciar el poblado pubis.

Juan cerró los ojos y gimió de placer cuando sintió la lengua de Rosa empezar a lamerle la polla. Separó los labios de su coño con los dedos y recorrió su caliente y babosita raja. Se entretuvo en su botoncito del placer, lo que hizo que Rosa gimiese y empezara una lenta mamada.

-Rosa, mi amor... esta tarde pasó algo en la oficina.

-¿Ujumm...? - preguntó su mujer, sin sacarse la polla de la boca.

-¿Recuerdas a Alberto, de contabilidad?

Ella asintió.

-Pues vino a mi despacho. Se interesó por mi teléfono. Hizo unas fotos y un video. Quedó maravillado con la calidad.

Rosa dejó de chupar. Se lo veía venir.

-Y...entonces, esto.... no me acordaba que aún no había borrado el video de ayer.

Rosa se incorporó y miró a su marido.

-¿Lo vio?

-Sí.

-Joder Juan. Qué vergüenza. ¿Lo vio todo?

-Sí, hasta que me corrí en tu cara.

-Coño... ¿Por qué no se lo impediste?

Juan seguía con sus dedos en coño de Rosa, que seguía muy mojado.

-Lo intenté, pero no me dejó. Pero no te preocupes, me prometió no decir nada.

-Claro, y tú le creíste. Seguro que ya lo sabe media oficina. Juan hace videos a su mujer con su flamante telefonito.

-Que no, que Alberto es de fiar. Además, el también hace fotos. Me enseñó unas que tiene en su teléfono.

-¿Qué clase de fotos?

-Era de una mamada que le hacía una chica preciosa.

-Joder. Hombres. Todos sois iguales.

-No. Él no es igual a mí.

-Igual de salido sí.

-Me refiero a....uf, Rosa. Tiene una polla enorme.

-¿Enorme?

Los dedos de Juan empezaron a masturbarla otra vez.

-Sí, un inmenso pollón, Rosa. Por lo menos le mide 25 cm. Y es gruesa. Casi parecía un brazo. Menuda polla.

-Exageras, seguro.

-Que no. Y vaya corrida que le echó a la chica. Le dejó la cara llena de leche.

Juan le metió dos dedos en el coño a Rosa. Su mujer gimió.

-¿Sabes que me dijo?

-¿Qué? ummmmmm que rico...sigue...

-Me dijo que la chupas muy bien.

-Agggg ¿Eso te dijo?

-Sí. Y que no le importaría pasarte la polla por la cara.

-Qué... cabrón...Ahhhhhh...le dirías que de eso nada... ¿No?

-Claro que le dije que no... Pero...

-¿Pero?

-Uf, llevo toda la tarde pensando en ello. En cómo te verías con una polla como esa en la boca. En lo preciosa que estarías con una corrida te toro en la cara.

Juan estaba muy cachondo. Y a juzgar por cómo gemía, Rosa también. La cogió con la mano izquierda por la cabeza y la presionó hacia abajo. Rosa abrió la boca y se tragó la polla, comenzando a mamar con fuerza. Por su parte, Juan la pajeó intensamente.

-Aggg, mi amor....Sería un video precioso, verte mamando su pollón. Grabarte la boca llena de polla. Y.... como se corre sobre ti.

Rosa cerró los ojos. Se iba a correr. ¿Cómo sería chupar una polla tan grande como decía Juan? ¿Qué sentiría al tenerla en la boca? Cuando los dedos de su marido frotaron su clítoris, se tensó y se empezó a correr. En ese momento, la polla que tenía completamente dentro de la boca estalló. Sintió el primer chorro golpearle el fondo de su garganta. Los dos restantes los recibió en el paladar y sobre la lengua. Se los tragó con ansias mientras ella misma se corría.

La polla de Juan dejó de manar, pero Rosa seguía sorbiendo, recorrida por fuertes espasmos. Después, lentamente se levantó y miró a su marido.

-¿De verdad te gustaría ver como se la chupo a otro hombre?

Juan la miró. ¿Qué le decía? ¿Qué sólo era una fantasía? ¿Algo que lo calentaba pero nada más? O le decía la verdad. Se lo pensó y optó por la verdad.

-Sí. Me gustaría ver como se la chupas a Alberto.

-Capullo.

Rosa se levantó, enfadada. ¿Cómo podía su marido decirle eso? ¿Cómo esperaba que ella lo hiciese? Chuparle la polla a otro hombre, delante de él. Y encima, filmarlo.

¿Y por qué diablos el coño le palpitaba?

Juan se quedó un rato en el sofá. Rosa se había enfadado. Pero se le pasaría. Sólo era una posibilidad. Si ella no estaba dispuesta, pues nada pasaría.

Después de unos minutos, se fue a la cama. Rosa estaba vuelta hacia el lado contrario. Juan se acostó y apagó la luz.

A los dos minutos, ella la encendió. Se dio la vuelta y lo encaró.

-¿No te sentirías un cornudo viendo cómo se la chupo?

-Claro que no. No es un engaño. Es algo en lo que estamos de acuerdo.

-Yo no estoy de acuerdo.

-Bueno, me refiero a que si llegara a pasar sería algo pactado entre tú y yo.

-Mira que eres....Pero no pasará.

Rosa se dio la vuelta y apagó la luz.

Sentía su coño latir.

+++++

Al día siguiente, Alberto volvió al despacho de Juan.

-Hola Juan.

-Alberto...

-¿Tienes más videos de tu mujer?

-No, en el teléfono no.

-Lástima.

-Se lo conté todo.

-¿Sí? ¿Y qué dijo?

-Pues se enfadó un poco.

-Dile que no se preocupe. Que soy una tumba.

-Eso le dije.

-¿Le contaste también lo que yo te enseñé?

-Sí.

-¿Y?

-¿Y qué?

-Que qué dijo.

-Nada. Sólo tenía mi descripción de tu... herramienta.

-Ah, claro, jeje. Si quieres te envío un par de fotos por bluetooth y se las enseñas.

Juan miró a Alberto.

-¿Tú crees?

-Claro hombre. Le dices que ya que yo la vi a ella, es justo que ella me vea a mí. Así estaremos en paz.

-Ummm. Vale

Alberto sacó su teléfono y le envío algunas de las fotos que Juan había visto el día anterior.

-Bueno, ya me dirás. Hasta luego.

Cuando se quedó sólo, Juan miró las fotos. Se volvió a maravillar ante la enorme polla.

+++++

Durante la comida, Rosa no parecía tan enfadada como por la noche. Juan aprovechó.

-Alberto me volvió a decir que no te preocupes. Que no se lo contará jamás a nadie.

-Eso espero. Eso espero.

-También.... me dijo que lo justo sería que ya que él te vio ti, tú deberías también verlo a él. Que así estaríais en paz.

-¿Queee? ¿Eso dijo?

-Sí. Me dio unas fotos. Las tengo en el móvil.

-¿Fotos? ¿De él?

-De su polla. Las de la rubia que te dije. ¿Las quieres ver?

La curiosidad mató al gato, dicen. Y Rosa ardía de curiosidad.

-Bueno... ya que te las dio.

Juan sacó su teléfono y se sentó al lado de su mujer. Buscó la primera foto. Le pasó el teléfono a Rosa. Los ojos se ella se abrieron como platos.

-Joder. Pero vaya pedazo polla.

-Ya te dije que era enorme.

Rosa fue pasando las fotos. No decía nada, pero no se podía creer lo que sus ojos veían. Y al final, toda aquella inmensa corrida sobre la chica. Tenía los muslos juntos. El coño le ardía.

-¿No se ve su cara?

-No, jeje, sólo la polla.

-Ay, Juanito. Pero pareces tonto. ¿No te das cuenta de que te ha tomado el pelo? Puede ser cualquiera. Seguro que son fotos sacadas de internet.

-¿Y por qué me iba a engañar?

-Y yo que sé. ¿Quiere ver más videos míos?

-Sí.

-Pues por eso. Seguro que te los cambiará por sus fotos.

-¿Tú crees?

-Pues claro. Esas fotos deben de ser retocadas con el fotochop ese.

-Fhotoshop.

-Lo que sea.

Rosa le devolvió el teléfono a Juan. Juan miró la foto que había en la pantalla. Empezó a dudar. Quizás Rosa tuviese razón y todo había sido una broma de Alberto. Seguramente su polla sería normalita, como la suya.

+++++

Esa misma tarde, Alberto volvió al despacho de Juan.

-¿Se las enseñaste?

-Sí.

-¿Y qué dijo?

-Pues...dijo que...seguramente no serían tuyas. Que las habrás

encontrado en internet y que debían de estar retocadas.

-Jajaja. ¿Eso dijo?

-Sí.

-Y... ¿Tú qué crees?

-No lo sé.

Alberto cerró la puerta del despacho.

-Saca tu teléfono y graba esto. Tú mujer se llama Rosa, ¿No?

-Sí.

+++++

Cuando Rosa llegó a casa por la noche, Juan la esperaba en el salón.

-Tengo algo para ti. Ven un momento.

-¿Qué es?

-Siéntate.

Rosa se sentó. Juan pulsó play en el mando. Estaba claro que le iba a enseñar un video. Pero ya los había visto todos y no habían hecho ninguno nuevo.

Dio un respingo en el asiento cuando en la pantalla apareció el tal Alberto.

-Hola Rosa. Soy Alberto. Me dice Juan que piensas que las fotos no son mías.

Rosa miraba la pantalla, en donde Alberto se estaba pasando la mano por encima de la bragueta.

-Pues te voy a demostrar que te equivocas.

Rosa miró a Juan.

-¿No irá a...?

-Sí. Mira

Rosa volvió a mirar a la pantalla. Alberto se bajó la cremallera, metió la mano y se sacó la polla.

-Como ves aún no la tengo dura del todo. Pero si me la chupases mientras Juan saca un buen video, se me pondría como una piedra. Según vi, eres una buena comepollas.

Rosa estaba absorta en la pantalla. La polla de Alberto, a pesar de estar aún a media asta, era enorme. Le colgaba hacia abajo, pendulona. Se sacó también dos grandes huevos. Se la agarró y se empezó a hacer una paja.

La polla crecía ante los ojos de Rosa, que ni parpadeaba. Ni dijo nada cuando Juan metió su mano por debajo de la falda y la llevó hasta su coño. Las bragas estaban empapadas.

-¿Ves, mi amor? Es de verdad. Es su polla. Mira que pollón tiene Alberto.

-Uf. Es... es...

En la pantalla, Alberto se exhibía para Rosa. Se puso de perfil, mostrando su enorme herramienta. Se la cogió con una mano y golpeo, cual porra, la otra mano.

-¿Te la imaginas en tu boca, mi amor? Esa enorme polla, paseándose por tu cara. Meterte cada uno de sus cargados huevos en la boca.

-Ummmmm Juan....

Le metió los dedos por debajo de las bragas y empezó a hacerle una paja. Ella se abrió de piernas.

-Y yo filmando. Sacando primeros planos. ¿No te gustaría?

-Agggg Yo... no sé....

-Sí sabes. Estás chorreando. Mírala. Mira esa enorme tranca... Imagínala en tu boca

Le empezó a frotar el clítoris. Rosa no quitaba la vista de la tele, en donde la polla de Alberto estaba casi dura del todo.

-¿Me quieres chupar la polla, Rosa? - dijo Alberto en el video.

-¿Se la quieres chupar? - le susurró Juan al oído.

Rosa se mordió con fuerza el labio. Su espalda se arqueó contra el respaldo. Su cuerpo se tensó y se empezó a correr, con intensos espasmos que hacía que su cuerpo vibrase.

-Sí, sí...siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Juan la besó con pasión, haciendo que el grito de Rosa se ahogara en su boca. Su mujer se convulsionaba entre sus brazos, corriéndose con fuerza.

Cuando ella dejó de correrse, el video había terminado. Miró la pantalla, con los ojos entrecerrados. Las bragas y los dedos de Juan habían quedado empapados.

-¿Estás seguro de esto, Juan? - preguntó Rosa.

-Sí mi amor. Mira como tengo la polla sólo de imaginarte chupándole la polla a Alberto.

Rosa se la sacó. Estaba dura y babeando. La cogió con la mano. Y por primera vez, le pareció una polla pequeña, pero no se lo dijo a Juan. Se arrodilló entre sus pies.

-Grábame.

Juan alargó la mano, cogió el teléfono y empezó a grabar a su mujer.

-Mi marido quiere que te chupe la polla - dijo, lamiéndosela de abajo a arriba.

-Ummmm... sí sí

-Quiere que te coma esa inmensa polla que tienes.

-Toda...quiero que se la comas toda.

-¿Crees que podré hacer esto con tu polla?

Rosa, mirando fijamente a la cámara se metió toda la polla en la boca, hasta que sus labios tocaron el pubis de Juan. Lentamente, dejándola la polla bien llena de saliva, se la fue sacando de la boca y se la pasó por la cara.

-Quiere que te la mame hasta que te corras en mi cara. Quiere grabar mi carita con tu corrida.

-Joder, sí. Cómo lo deseo. Verte bañada en la leche de esa enorme polla.

Rosa aceleró la mamada. Notó cuando Juan llegaba al orgasmo. Cogió la polla con la mano, la masturbó sobre su lengua hasta que los tres chorritos de semen salieron disparados. Mirando a la cámara, se los tragó.

-¿Te parezco una buena mamona, Alberto? - dijo, sonriendo.

Juan dejó de grabar

-Ha sido fantástico, mi amor. Seguro que a Alberto le encanta el video. Porque se lo puedo enseñar, ¿No?

-Claro.

Juan se abalanzó sobre su amada esposa y la besó con pasión, notando en su boca el salado sabor de su propia leche.

-Te quiero. Rosa. No sabes cuánto. Te amo.

-Yo también te quiero. Aunque desees que le coma la polla a otro hombre.

Esa noche Juan apenas durmió. Estaba nervioso, con las promesas que traería el día siguiente.

+++++

Juan descolgó su teléfono. Marcó la extensión de Alberto.

-Hola, soy Juan. ¿Puedes venir un momento a mi despacho?

-Claro. Voy para allá.

Cuando Alberto entró, Juan le pasó el teléfono.

-De parte de Rosa.

Alberto empezó a ver el video. La polla se le puso dura. Juan miró el bulto que formó en su pantalón.

-Te invito a comer en mi casa, Alberto.

-Ummm, encantado.

Juan cogió el teléfono fijo y llamó a su mujer.

-Hola mi amor. Tenemos un invitado a... comer.

-Uf, ya me has puesto nerviosa. ¿Está ahí contigo?

-Sí.

-¿Le enseñaste el video?

-Sí. No veas el bulto que tiene en pantalón.

Rosa se estremeció en su mesa. Aquello era una locura. Pero estaba muy cachonda.

-Bueno...pues...nos vemos después - contestó, nerviosa - Aún estamos a tiempo de... echarnos para atrás.

-Hasta luego, mi amor. Te quiero.

Juan colgó.

-¿Y bien? - preguntó Alberto.

-Todo Ok. Cuando salgamos al medio día nos vamos. Quedamos en el parking y me sigues.

-Perfecto. Hasta luego pues.

Alberto se marchó. Estaba encantado. Rosa era una mujer muy guapa. Morena, de pelo negro y piel blanca. Ardía en deseos de pasarle la polla por la cara. Y delante de su marido. Aquello era muy morboso.

+++++

Como habían quedado, Alberto siguió a Juan con su coche hasta la casa de éste. Una vez allí, Juan le indicó que aparcara y esperara mientras él metía el coche en el garaje. Después subieron juntos en el ascensor. Ninguno hablaba.

Juan abrió la puerta de su casa y pasaron dentro.

-Cariño. Ya estamos aquí - gritó.

A los pocos segundos, Rosa apareció en el salón. Estaba preciosa. Y muy nerviosa.

-Hola mi amor - dijo Juan abrazándola y besándola - ¿Recuerdas a Alberto?

-Sí...sí. Hola.

-Hola Rosa.

Alberto se acercó y le dio dos castos besos en las mejillas. Eran dos mejillas suaves y cálidas. Le miró a los ojos. Rosa apartó la mirada. Había un ligero rubor en sus mejillas.

-Enhorabuena, Juan. Tienes una preciosa esposa.

-Gracias. Lo sé. Es una mujer maravillosa.

-¿Os apetece una copa? - preguntó Rosa

-Sí, gracias

Rosa desapareció corriendo hacia la cocina. Temblaba de nervios. Mientras servía las bebidas, notaba como el coño le palpitaba. Respiró hondo y volvió al salón con los tres vasos.

Juan y Alberto estaban sentados. Cuando ella entró, Alberto, galante, se levantó. Ella le dio uno de los vasos y se sentó junto a su marido. Alberto volvió a sentarse.

Los tres estaban callados. Acercaron las bebidas a sus bocas y dieron un par de sorbos. Rosa evitaba mirar a Alberto. Cada vez que lo hacía, se encontraba con su mirada. Era un chico bastante atractivo.

Juan fue el primero en hablar.

-Bueno, parece que estamos un poco nerviosos los tres.

-Jeje, algo, sí - respondió Alberto.

-Los tres sabemos a lo que hemos venido. Será mejor ir al... grano, para romper el hielo

Rosa le daba vueltas a su vaso. De reojo vio como Alberto dejaba su copa sobre la mesilla y se levantaba. El corazón latía desbocado en su pecho.

Juan sacó su teléfono y empezó a grabar.

-Bien, Alberto. Acércate a Rosa. Ponte de pie delante de ella.

Alberto obedeció. El bulto de su polla era más que evidente. Se quedó de pie frente a la hermosa mujer.

-Rosa, deja el vaso en la mesilla... Bien... bien.

Ahora Rosa se frotó las manos. Le sudaban.

-Mírale le polla, Rosa. Mira como abulta en sus pantalones.

Los ojos de Rosa se quedaron fijos en el bulto que tenía frente a los ojos. Sentía el corazón latir en su pecho, en sus sienes...en su coño. Levantó la mirada y miró a Alberto a los ojos. Él le sonreía.

-Acaríciale la polla mi amor. Pásale la mano por el pantalón.

Rosa, lentamente, llevó su mano derecha y la apoyó contra la polla. Aquello era enorme y duro.

-Ummmm - gimió, mordiéndose el labio inferior.

-Eso es...así. Recórrela con los dedos.

Alberto miraba como la bella mujer le acariciaba la polla mientras su marido no se perdía detalle y dirigía la escena.

-Wow, perfecto. Esta es tan caliente. Ahora, Rosa, mi vida, arrodíllate a los pies de Alberto. Sigue acariciándole la polla.

Lentamente, Rosa se arrodilló la los pies de Alberto. Le acarició la polla mirándole a los ojos. Y por primera vez, sonrió.

-Ahora, bájale la bragueta. Sácale la polla y los huevos.

Con un ligero temblor en los dedos, tiró de la presilla de la bragueta, bajándola. Metió la mano e intentó sacar la polla, pero no pudo. Alberto la ayudó.

Rosa jamás iba a olvidar lo que sintió cuando antes sus ojos, en vivo, apareció la polla de Alberto. No sólo era enorme. Era hermosa. Sin que Juan le dijera nada, alargó las manos y la agarró. No la podía abarcar de lo gruesa que era.

-Dios mío...que...polla...es...tan....enorme.

Juan grababa, buscando los mejores ángulos. Su mujer con la polla bien agarrada. Sacaba planos de sus ojos, brillantes. Grababa como miraba a Alberto. Como miraba a la polla

-Suéltala, Rosa - dijo Juan.

-¿Qué?

-Que sueltes la polla.

¿Que soltara la polla? ¿Estaba loco? No quería soltarla nunca. Era suya...quería aquella polla. Pero obedeció. Soltó el pollón.

-Umm, bien. Lo tengo todo pensado. Quiero grabarlo como yo lo deseo.

-Tú mandas, Juan - dijo Alberto

-Bien. Alberto, cruza tus manos a tu espalda. Y pásale la polla por la cara a Rosa. Acaricia su bello rostro con tu verga.

La escena era muy caliente. Juan se acercó para sacar primeros planos de la polla sobre la cara de Rosa. Por su frente, sobre su nariz, en sus mejillas. Rosa se dejaba acariciar, muerta de deseo. Notaba los pezones duros, clavados contras la tela de su blusa.

-Uf, que morbo. Ahora, Rosa, abre la boca y métete la polla en la boca. Pero sin usar las manos.

Obedeció. Lo deseaba. Abrió la boca y Alberto empezó a meterle la polla en la boca. El capullo era enorme. Le llenaba la boca. Presionó un poco más y la polla entró un par de centímetros. No cabía más.

Juan se acercó y puso el teléfono casi rozando la cara de su mujer. Grabó un primerísimo plano de su boca abierta con la enorme polla dentro.

Eso era justo lo que deseaba desde hacía tanto tiempo. Ver a Rosa arrodillada, con la cabeza levantada  y el pollón distendiendo su boca. Su propia polla le dolía, encerrada en sus pantalones. Se bajó la bragueta y se la sacó.

-Joder, joder, que maravilla. Ahora, Alberto, fóllale la boca, despacito. Tú, Rosa, mama, chupa. Disfruta de la polla.

Durante dos minutos sólo se oían los sonidos de la boca de Rosa. Los besos, los rechupeteos. Y los gemidos de Alberto, los gemidos de Rosa. Juan no se perdía detalla de la perfecta mamada que se desarrollaba delante de sus ojos.

-Dile lo bien que te la chupa. Dile lo buena mamona que es.

-Ummmm, sí. Rosa....eres...maravillosa. Eres una mamona de primera. Agggggg como me gusta follarte esa preciosa boquita.

Le sacó la polla de la boca y le ofreció los huevos. Uno a uno, Rosa los besó y los chupó. Uno a uno, se los metió en la boca mientras sobre su cara descansaba la enorme polla...

Fue una mamada larga, intensa. Rosa y Alberto hacía todo lo que Juan le pedía.

-Rosa, pídeselo. Pídele a Alberto que se corra. Que se corra en tu cara. Que te la llene de leche.

-Ummmm, Alberto... ¿Me darás tu leche? ¿Te correrás en toda mi carita? Lo deseo tanto.

-Claro preciosa. Va  a ser una corrida de campeonato. Te voy a dejar embarrada de leche.

El momento se acercaba. Alberto le folló la boca con más ganas.

-Rosa, hazte una paja mientras te folla la boca. Córrete con él.

-Sí, sí...

Rosa llevó una de sus manos por debajo de su falda, por dentro de sus bragas y se empezó a masturbar intensamente mientras sentía el pollón entrar y salir de su boca. Miraba la cara de placer de Alberto.

-Ummm, Juan, prepárate, que estoy a punto de correrme.

-Perfecto. Cuando te vayas a correr, se la sacas de la boca y la dejas sobre su cara, pero sin tocártela. Quiero grabar como tu polla palpita y se corre sobre su cara. La mueves para que tu leche le caiga por todos lados.

-Agggg, vale... Joder...eres...un....vicioso.

Un par de embestidas más bastaron para que el cuerpo de Alberto se tensase, presa de un intenso orgasmo. Justo cuando sintió la primera contracción, sacó su polla de la boca de la mujer.

A través de la pantalla, Juan vio como la polla tenía un espasmo y de la punta salía disparado un tremendo chorro blanco, espero, abundante, que cruzó la cara de Rosa, manchándola desde la frente a la barbilla. Un segundo espasmo de la polla lanzó un segundo chorro contra el rostro de la mujer, que con los ojos cerrados, recibía en la cara la cálida lluvia.

Alberto se movió un poco, haciendo que el siguiente chorro callera sobre el otro lado de la cara. Cada contracción de su polla era seguida por un latigazo de placer y un espeso y brillante chorro de semen. Juan, mentalmente, los contaba.

Cinco. La frente, las mejillas. Seis. La nariz, los párpados. Siete. Los labios, la barbilla. Ocho. El cuello. Nueve. Más sobre su cara. Diez... La polla dejó de disparan, aunque tuvo un par de espasmos más.

Ninguno de los dos hombres se dio cuenta de que Rosa se había corrido. Durante toda la inmensa eyaculación que recibió en pleno rostro estuvo crispada por un arrollador orgasmo que la dejó sin aliento. Sólo cuando sintió como la pesada polla descansaba sobre su cara, fue cuando volvió a respirar, profundamente.

No podía abrir los ojos. Los tenía cubiertos de semen. Juan, casi sin respirar tampoco, miró a su mujer, ahora directamente, no a través de la cámara.

Estaba...hermosa. Se acercó, se cogió la polla, apuntó a la manchada cara y con sólo dos golpes de su mano, se corrió, gritando de placer. Su semen apenas se notó contra la leche de Alberto.

-Joder, Alberto. Como has dejado a mi mujercita. Límpiale la leche de los ojos para que pueda abrirlos.

Con los pulgares, Alberto quitó el semen que cubría los parpados de Rosa. Ella abrió los ojos. Los dos hombres la miraban.

-¿Estoy guapa?

-Estas hermosa, Rosa - dijo Alberto

Rosa, sonrió. Abrió la boca y se metió la polla en la boca. Estaba salada y sobre su lengua cayó un poco de leche. Juan enseguida apuntó la cámara y siguió grabando.

Chupó un par de minutos más, hasta que notó como la leche de la cara empezaba a gotear sobre su blusa.

-Voy a lavarme

Alberto la ayudó a levantarse. Se miraron a los ojos, sonriendo.

Ambos hombres miraron como la bella mujer salía del salón.

-¿Qué tal?

-Wow, Alberto. Ha sido...maravilloso. Mejor de lo que esperaba.

-No ha estado mal, no.

Mientras los hombres hablaban, Rosa, en el baño, se miraba al espejo. La corrida de Alberto había empezado a licuarse, a perder color. Se maravilló de cómo le había dejado la cara. Literalmente cubierta de semen.

Abrió el grifo y se lavó. Luego, volvió al salón.

Juan se acercó a ella, la abrazó y la besó con pasión.

-Gracias, mi amor. Ha sido lo más erótico que he visto en mi vida.

Rosa miró a Alberto. Él la miraba. Se había guardado la polla.

-¿Comemos? - preguntó Rosa.

-Claro. Tengo un hambre de lobo.

Los tres fueron a la cocina, en donde Rosa había preparado la mesa. Les sirvió la comida y empezaron a comer.

-Ummmm, Juan. Además de maravillosa mamona, tu mujer es una experta cocinera. Te envidio.

-Gracias, amigo Alberto. La verdad es que soy un hombre afortunado, sí.

-Exageras, mi amor - dijo Rosa, mirando a Alberto.

Terminaron de comer y volvieron al salón. Ahora el ambiente era más distendido. Alberto no dejaba de mirar a Rosa. La deseaba. Deseaba follarse a aquella preciosa mujer.

-Juan, si quieres, antes de volver a la oficina... podemos hacer otra grabación.

Rosa se estremeció. Juan saltó de alegría.

-¿En serio? ¿Podrás volver a correrte otra vez?

Juan no podía correrse hasta pasadas unas horas desde la anterior.

-Sí, creo que sí. Si me permites follarme a tu mujer, creo que podré correrme otra vez.

-¿Follarme? - preguntó Rosa, sintiendo como su coño de mojaba en el acto.

-¿Follártela? - preguntó Juan

-Sí. Así seguro que podré tener un nuevo orgasmo. Cuando me vaya a correr, se la saco y me corro en su cara, o en su boca.

Juan pensó a toda prisa. Que se la follase no entraba en sus planes. Pero se dijo que no importaba. No eran cuernos. Era algo... pactado.

-En su boca. Quiero que te corras en su boca.

-Juan...pero... - trató de protestar Rosa.

-Vengo mujer. Es para que se pueda correr otra vez.

-Bueno... si es lo que quieres...

Rosa sentía cosquillitas por todo su cuerpo. Alberto le iba a meter su pollón en el coño. Se la iba a follar delante de su marido, su primer y único hombre hasta entonces.

-¿Cómo lo hacemos? - preguntó Alberto.

-Aquí mismo, en el sofá - respondió Juan.

-Me voy a desnudar. Estaré más cómodo.

Rosa se quedó mirando como Alberto se desnudaba. Su pecho era musculado y velludo, sin pizca de grasa. Cuando se quitó los pantalones se dio cuenta de que los negros calzoncillos no podía ocultar la enorme polla, que se salía por los lados. Se los quitó lentamente, quedando totalmente desnudo ante el matrimonio

Ahora, la polla parecía aún más grande. Rosa volvió a estremecerse. Aquello no le iba a caber en el coño.

-Rosa, venga. Quítate las bragas. - dijo Juan.

Como una autómata, Rosa se quitó las bragas. Alberto la miraba. Era muy hermosa. Le brillaban los ojos.

Juan empezó a grabar.

-Bien, túmbate en el sofá, boca arriba, mi amor

Rosa se acostó. Tenía las piernas cerradas. Alberto se acercó al sofá y se arrodilló junto a ella. Le acarició las piernas.

-Tranquila, ya verás como no pasa nada. Eres preciosa.

-Gracias.

Con delicadeza, le abrió las piernas. Ella se dejó. Su negro coño quedó expuesto. Alberto se lo miró.

-Ummm, que coño más bonito tienes.

Juan grababa la escena. Filmó como Alberto acercaba una mano al coño de su mujer y se lo acariciaba. Como sus dedos recorrieron la raja del su coño. Como dos se metieron lentamente dentro de su vagina. Alberto quería comprobar si ella estaba lista o no para su polla.

Estaba más que lista. Nunca había visto un coño tan mojado.

-Bien, vamos allá.

Se puso entre las abiertas piernas de la mujer. Acercó su polla al coño y se la pasó a lo largo de la rajita. Rosa le apretó con las manos sus brazos. Quería gemir, gritar de placer, pero no quería gozar así delante de su marido. No lo vio correcto.

.Preparada?

-Sí...

Alberto le puso la polla en la entrada del coño. Y mirándola fijamente a los ojos, se la empezó a clavar. Lenta pero inexorablemente, la enorme polla se fue abriendo paso en el estrecho coño de Rosa, que sentía como las paredes vaginales se separaban ante el grueso invasor.

Alberto no paró hasta que su polla hizo tope con el fondo del coño de Rosa. Aún le quedaron un par de centímetros de polla fuera. Se quedó quieto. Y entonces notó como el coño de Rosa temblaba. Como tenía espasmos. Le clavó las uñas en los brazos, apretó los dientes.

Aquella mujer se estaba corriendo, tratando de disimular, que Juan no lo notara. Pero Alberto sí se dio cuenta. La miró a los ojos mientras ella se corría. Rosa jamás se había sentido tan llena.

Cuando dejó de correrse, Alberto acercó su boca a su cuello. Le susurró al oído.

-Ummm, te has corrido.

-Sí...uf...sí... - respondió Rosa, bajito, para que Juan, que los miraba a través del teléfono no la oyera.

-Te voy a hacer correr más veces. Te voy a follar bien follada.

-No...no por favor.

-¿Por qué no?

-Juan... ¿Qué pensará de mí?

-Oye, Juan - dijo Alberto girando la cabeza hacia el cámara.

-¿Sí?

-No te importa si hago que tu mujer se corra mientras me la follo, ¿No?

-¿Eh? - respondió Juan, mirando la expresión de placer de la cara de su mujer.

-Digo que si no te importa si consigo que tu mujer se corra mientras me la follo delante de ti.

-Esto... no...no... no me... importa.

-Bien. Seguro que su cara es preciosa cuando se corre. Grábala bien. Graba su rostro en pleno orgasmo.

Juan se acercó y apuntó con el teléfono a la cara de Rosa. En ese momento Juan empezó a follársela. Ella cerró los ojos y gimió de placer, ya sin disimulo.

-Aggggggggggg dios...mío.

Sentía la gruesa polla entrar y salir de su coño. Alberto la besaba en el cuello, follándola con intensidad.

-¿Te gusta mi polla? - le susurró.

-Ummmm, sí...sí... - respondió Rosa, mirando a la cámara.

-¿Te gusta cómo te follo delante de tu maridito?

-Aggggggg....siiiiiiiii.

-Díselo a él. Dile que te gusta mi polla. Que te vas a correr mientras te follo.

Rosa miró a Juan.

-Mi amor....me voy a correr....agggggg Me voy a correr con su enorme polla follándome....No puedo...más....

-Sí mi vida. Córrete. Córrete con esa enorme polla bien clavada en tu coño.

Rosa cerró los ojos, estiró el cuello hacia tras, abrió la boca y gritó. El orgasmo que atravesó su cuerpo fue de los más intensos de su vida. Y la polla no dejaba de martirizarla, de follarla sin descanso, cada vez más fuerte.

A los pocos minutos se volvió a correr, sin disimulos, sin tapujos. Mirando a la cámara mientras lo hacía. Pidiendo más polla.

-Así...así...no dejes de follarme. Dame más polla...fóllame...fóllameeeeeeeeeee.

Alberto también gozaba al follarse aquel apretado coño, a aquella preciosa mujer. Sintió acercarse su propio orgasmo.

-Aggg. Juan...prepárate... que ya llego...

-Eso es... recuerda. Córrete en su boca. Llénasela de leche.

Un par de embestidas más y Alberto se salió del coño de Rosa. Se agarró la polla y la acercó a la boca de Rosa, que lo esperaba abierta.

Juan, con el teléfono a penas a 10 centímetros, lo grabó todo. Todos y cada uno de los chorros que la polla escupió dentro de la boca de su mujer. Como la boca se fue llenando de semen y como empezó a salirse por la comisura de los labios. Y como Rosa, sin que se lo pidiera, se lo tragó todo y después mostró su boca vacía a la cámara.

Alberto exprimió su polla con la mano y depositó en la lengua de Rosa un último chorrito de leche. Rosa, mimosa, también se lo comió.

Juan dejó de grabar. Estaba muy satisfecho del resultado de la tarde. Mucho mejor de lo que había pensado. Tenía un material de primera grabado.

Alberto se vistió y Rosa se puso las bragas. Los tres salieron juntos. Juan y Alberto hacia su oficina y Rosa a la suya. El ascensor paró en el bajo para que que Alberto se bajara.

Le cogió la mano derecha a Rosa, se la llevó a la boca y le dio un beso en la mano.

-Has sido un verdadero placer, Rosa.

-Gracias,

+++++

Esa tarde Juan no podía concentrarse. Sólo deseaba volver a casa para preparar los videos y verlos en la tele grande. Alberto fue a verlo a su despacho.

-Uf, no estuvo nada mal. ¿Eh?

-Joder, Alberto. Ya lo creo.

-Cuando quieras volver a grabar, avísame. Estaré encantado de actuar a tus órdenes cuando quieras, Sr. director.

-Jajaja. Tengo un montón de ideas.

-¿Sí?

-Desde luego. ¿Quedamos mañana a la misma hora?

-Será... un placer.

Rosa, por su parte, tampoco se concentró en toda la tarde. No se podía sacar el pollón de Alberto de la cabeza. Recordaba su sabor. Recordaba como le había llenado el coño. Recordaba todos y cada uno de los orgasmos que le regaló.

Deseaba llegar a casa y ver los videos.

+++++

No cenaron. Se fueron directamente al salón. Juan enchufó el pendrive y se pusieron a ver el video.

-Joder, Juan. Mira como me la mete en la boca. Que pollón, dios mío. Que pollón. Hazme una paja mi amor...estoy muy cachonda.

-Claro mi vida.

Mientras Alberto le follaba la boca en la tele, Juan la masturbaba, mirando él también la pantalla. Rosa se corrió mientras en la imagen la polla le cubría la cara de leche.

-Uf, vaya manera de soltar lastre, ¿Eh?

-Aggg... agggg...sí...

Y volvió a correrse mirando como ella misma se corría mientras Alberto se la follaba. Su tercer orgasmo llegó viéndose tragar la abundante corrida que Alberto le depositó en la boca.

-Chúpamela mi amor...cómeme la polla - le pidió Juan.

Rosa le sacó la pollita, se agachó, se la metió en la boca y Juan se corrió en el acto. Dos pequeños chorros de semen que Rosa apenas saboreó.

Era la primera vez, desde que todo había empezado, en que Juan no grababa mientras se corría en la boca de su mujer.

-Ummmm mi amor...que boquita tienes.

-¿De mamona?

-Jajaja. Sí. Oye.... quedé con Alberto mañana, a la misma hora para hacer más videos

-¿Sí? - dijo ella, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.

+++++

Al medio día del día siguiente, los tres se volvieron a encontrar. Ya no habían recelos, vergüenzas. Alberto se acercó a Rosa y la besó en la boca. Juan miró, pero no dijo nada. Rosa se estremeció de pies a cabeza.

-¿Y bien, Sr. director? ¿Qué vamos a grabar hoy? - le preguntó Alberto a Juan.

-Vamos a grabar una buena mamada. Te pondrás acostado, boca arriba. Ella sobre ti, como si hicieran un 69. Yo me pondré a tus pies y grabaré desde allí.

-Ummm, me parece perfecto. Pero... ¿No crees que si hacemos el 69 de verdad la cara de Rosa será más sexy?

-Coño. Claro. Tienes razón.

Alberto miró a Rosa y le guiñó un ojo. Las bragas de la mujer estaban empapadas.

-¿Dónde lo hacemos, Juan? - preguntó Rosa.

-En la cama será lo más cómodo. Vamos

Precedidos por un alegre Juan, Rosa y Alberto se miraban.  Alberto le susurró al oído.

-Me encanta comer coñitos.

Rosa se volvió a estremecer.

Llegaron al dormitorio. La cama era de 2 por dos.

-Bien, Alberto. Quítate los pantalones y los calzoncillos y túmbate boca arriba. Los pies por fuera del borde de la cama.

Rosa se volvió a maravillar de la inmensa polla de Alberto cuando éste que quitó los pantalones y los calzoncillos. Se quedó mirando al hombre que se subía en su cama y se ponía como su marido le había pedido.

Juan se puso a los pies de la cama y buscó el mejor ángulo.

-Rosa, ahora ponte sobre él, mirando hacia mí.

-Quítate las bragas - le dijo Alberto.

Sonriéndole al hombre que las esperaba con la inmensa polla en la mano, se quitó las bragas, se subió sobre la cama y se colocó encima de Alberto. Éste, le subió la falda, descubriendo su precioso culito y su abierto coño. Brillante, rezumando jugos.

Juan comenzó a grabar.

-Perfecto. Ahora, mi amor, agárrale la polla por la base y comienza una lenta mamada. Mirando siempre a la cámara, no lo olvides. De vez en cuando te sacas la polla de la boca y te la pasas por la cara. ¿Ok?

-Sí mi vida. AGGGGGGGGGGG

-¿Qué pasa?

-Na...nada...

Alberto le había dado un lametón a lo largo del coño que casi la hace correr. Agarró la polla y empezó la mamada. Sensual, lenta. Lamía el tronco de la imponente polla. Enroscaba la lengua alrededor. Chupaba la punta mientras la pajeaba con la mano.

Y entre sus piernas, recorriendo su coño una y otra vez, la experta lengua de Alberto.

-Ummmm....Ummmmmm.... - hacía la mujer subiendo y bajando la cabeza a lo largo de la polla. De la parte de la polla que podía meterse en la boca.

-Wow, que preciosidad...Así mi amor... Eres la mejor. No pares...sigue comiéndote la polla.

La cara de Rosa reflejaba el intenso placer que estaba sintiendo. Tan intenso que no pudo evitar correrse cuando Alberto atrapó entre sus labios su clítoris y lo chupó con fuerza. La cara de Alberto se llenó de los jugos de la mujer.

Juan era ajeno a todo eso. Estaba pendiente sólo de como la polla entraba y salía de la boca de Rosa. Ni siquiera se tocaba su propia polla.

-Precioso mi amor. Está quedando precioso. Escucha. Sigue mamándosela hasta que se corra. Quiero que se corra dentro de tu boca, pero no te tragues nada. Abres ligeramente la boca para que su corrida vaya saliendo y caiga por su polla. ¿Vale?

Rosa asintió con la mirada. Un nuevo orgasmo empezaba a tensar sus músculos. Cerró los ojos y gozó de la intensa sensación. La polla que llenaba su boca impidió que gritase.

Alberto, por su parte, gozaba del intenso placer que la experta boca de Rosa le proporcionaba. Lo llevaba sin remedio a un intenso orgasmo.

-Agggg, me voy a correr...que... placer...sigue Rosa...sigue....sigueeeeee

Juan se tensó. Rosa se tensó. El pollón de Alberto claramente tuvo un espasmo. Juan vio como el conducto uretral se hinchaba una y otra vez. Aquella polla se estaba vaciando dentro de la boca se su esposa. Y como le había pedido, abrió ligeramente los labios.

Juan vio, encantado, como de la comisura de la boca empezaba a manar semen. Como salía de la boca y bajaba a lo largo de la polla. Cuando el primer reguero llegó a la base de la polla, ésta seguía hinchándose y deshinchándose. Seguía disparando leche contra el paladar de Rosa. Fueron otra vez como 10 espesos y abundantes disparos. Y todos y cada uno de ellos salieron de la boca y recorrieron el tronco de la polla hasta terminar en el pubis y sobre los huevos de Alberto.

Silencio. Sólo se oía la respiración agitada de Alberto. Juan tenía la mirada fija en su pantallita. Miraba como Rosa lamía la polla, recogiendo con la lengua el semen que bañaba el tronco de la polla. Mirando a la cámara. Con un ligera sonrisa en sus labios.

-Vaya...mamada, mi amor. Y vaya corrida. Chúpale los huevos. Limpia toda esa leche.

Agarrando la polla con una mano, Rosa lamió y se sorbió todo el semen que Alberto había expulsado. Dejó la polla bien limpia. Lo hizo gimiendo de placer, pues mientras se bebía aquel abundante semen, Alberto le comía nuevamente el coño, hasta hacerla correr por última vez. Se corrió mirando a la cámara, con los ojos entrecerrados, el labio mordido.

Descansaron un poco y fueron a comer. Alberto lo hizo en calzoncillos. Rosa no se puso las bragas. No dejaron de echarse miraditas.

Rose estaba sentada entre los dos hombres. Cuando empezaron a comerse el postre, un poco de tarta casera de chocolate, Alberto le cogió una mano la llevó debajo de la mesa. Se había sacado la polla y Rosa la agarró con fuerza, pajeándola.

-Mi amor. La tiene dura otra vez. ¿Qué... hacemos?

-Ummm, pues...

Juan pensó con rapidez. Había tantas cosas morbosas que tenía en mente... ¿Qué hacer? Miró como Rosa, con la otra mano, cortaba un pedazo de tarta y se la llevaba a la boca. A Juan se le encendió una lucecita en la cabeza.

-¿No crees que la tarta está un poco seca? Seguro que con un poco de... crema estaría más sabrosa.

Tanto Rosa como Alberto entendieron a la primera las intenciones de Juan, que ya estaba filmando. Alberto se levantó sin que Rosa le soltase la polla y se acercó a la bella mujer. La polla quedó justo encima del plato de tarde de ella.

-¿Quieres crema en tu tarta, Rosa? - preguntó Alberto.

-Sí, por favor

Rosa empezó a hacerle una buena paja, moviendo la mano a lo largo de la poderosa polla. La otra mano la llevó hasta los huevos y los agarró.

Juan filmaba a su encantadora esposa haciéndole una paja a aquel joven. Apuntaba la polla hacia la tarta. Alberto, desde arriba, miraba como Rosa lo masturbaba sabiamente.

-Quítate la blusa, Rosa. Quiero verte las tetas.

Rosa miró a Juan. Éste asintió. Ella soltó un momento la polla para quitarse la blusa y el sujetador. Sus tetas saltaron, libres.

-Wow, son preciosa, Rosa - dijo admirado Alberto.

-Gracias - contestó ella, agarrando la polla y reanudando la paja.

-Ummmm, Rosa...eres maravillosa...

Alberto llevó una de sus manos a las preciosas tetas de la mujer. Notó los pezones duros. Eran cálidas, suaves. Perfectas. Se dijo que tenía que follarse esas dos maravillosas tetas, meter su polla entre ellas y follárselas hasta llenárselas de leche.

La paja empezaba a dar sus frutos. De la punta de la polla empezó a salir líquido pre seminal que caía lentamente sobre la tarta de Rosa. Juan sacó un primer plano del hilillo transparente.

-Acelera, mi amor. Esa polla está a punto de estallar.

-Uf, ya lo creo, Juan - dijo Alberto - Tu mujer, además de estupenda mamona es una pajera de primera.

Rosa levantó la vista y le sonrió.

-Gracias por el cumplido. Y ahora, venga, dame mi cremita.

Aceleró el ritmo, haciéndolo endiablado. Alberto gemía cada vez más fuerte, hasta que se empezó a poner tenso.

-Me corro.....joder...me corro....agggg

Rosa sintió en la mano el primer latigazo de semen. Salió disparado de la punta de la polla, con tal fuerza, que la mayoría dio en la mesa, dejando atrás el plato. Rosa bajó la polla, apuntando bien, y los siguientes 8 disparos cayeron todos sobre la tarta, que en vez de chocolate parecía de nata. Tanto Rosa como Juan no dejaban de maravillarse de las copiosas corridas de aquella enorme polla.

Un hilillo de semen quedó colgando entre la polla y la tarta. Rosa se agachó y lo recogió con la lengua.

-Ummm, que rico.

-Venga Rosa. Ya tienes tu tarta a la crema. A...comer.

Los dos hombres se quedaron mirando como Rosa, cucharada a cucharada, se fue comiendo la nevada tarta. Se lo comió todo, masticando y saboreando la mezcla de dulce y salado. Cuando terminó con la tarta, se acercó el plato a la boca y lamió los restos de semen que quedaban.

Juan, filmaba.

-Wow, que caliente ha sido, mi amor. Eres la mejor.

-Sí, ha sido muy morboso...pero...coño... estoy ardiendo. Necesito... correrme.

-Juan... ¿Me permites? - dijo Alberto.

Juan lo miró. ¿Que iría a hacer? Ya se había corrido dos veces. Miró a la monstruosa polla. No estaba dura del todo, pero casi.

-Sí.

Alberto hizo levantar a Rosa, la llevó hacia el pollete de la cocina. La agarró por las caderas y la subió, haciendo que se sentara justo al borde. La hizo abrir las piernas, se agarró la polla, la puso a la entrada del abierto coño y se la clavó hasta el fondo.

Rosa puso los ojos en blanco.

-Agggggggggggggg

Juan miró, asombrado, como el culo de Alberto de moví adelante y atrás entre las piernas de su mujer. Se la estaba follando otra vez, y por la cara de ella, lo estaba gozando de verdad. Y él ni siquiera estaba filmando la follada.

Alberto la agarró por las caderas y se la folló con ganas. Las tetas bailaban al compás de las penetraciones.

-Eres preciosa, Rosa. Me encanta follarte.

-Agggg...ummmm y a mí....que me...folles....Me voy a correr...sigue...sigue....

Gritando, Rosa arqueó la espalda, echó el cuello hacia atrás y se corrió. Su coño se apretaba y distendía alrededor de la polla que no dejó ni un instante de follarla. Alberto sólo paró cuando el cuerpo de la mujer se relajó.

Le sacó la polla despacito, brillante de jugos. Juan se acercó corriendo y filmó las abiertas piernas de su mujer, su coño recién corrido.

-Joder, mi amor. Te ha dejado el coño abierto.

Rosa no dijo nada. No tenía fuerzas para hablar.

+++++

Esa noche, Rosa y Juan disfrutaron de los videos grabados ese medio día. Juan quiso follarse a su mujer.

Rosa, por primera vez, fingió placer. La pollita de su marido no se podía comparar con el pollón que se la había follado sobre el pollete de la cocina. Cuando Juan se corrió en su coño, Rosa le pidió que se lo comiera.

Consiguió así su orgasmo.

Después, se abrazaron en la cama. Rosa tenía apoyada su cabeza sobre el pecho de su marido. Él le acariciaba el cabello.

-¿Vendrá Alberto mañana? - preguntó ella.

-Claro. Hay muchas cosas que grabar.

Rosa cerró los ojos y sonrió.

+++++

A medio mañana Alberto llamó a Juan.

-¿Quedamos para hoy?

-Sí, claro.

-¿Ya sabes lo que vamos a grabar esta vez?

-Más o menos.

-Te acabo de mandar un video de internet. Es algo que creo que quedaría muy bien. Míralo.

Juan abrió su correo y pinchó en el enlace que Alberto le había mandado. Vio el video. Le encantó la idea.

-Ummm, perfecto, genial. Quedará genial.

-Jeje, sabía que te iba a gustar.

-Pues nada. Nos vemos después.

Alberto sonrió. Aquello empezaba a gustarle mucho.

+++++

Rosa esperó ansiosa la llegada de sus hombres. Besó a su marido. Se quedó esperando. Alberto se acercó a ella y la besó, con pasión, abriendo la boca y buscando su lengua. Juan ni miraba. Estaba preparando su telefonito.

-Bueno, listo. Venga, empecemos. Vamos al dormitorio.

Alberto extendió su mano y cogió la de Rosa. Agarrados siguieron a Juan hasta su alcoba. Juan se sentó en el sofá, teléfono en ristre.

-Venga, Alberto. Desnúdala.

Frente a frente, se miraron. Alberto la abrazó y la besó, desabrochándole uno a uno los botones de su camisa. Rosa gemía entre sus brazos.

-Perfecto. Tú, Rosa, sácale la polla.

Sin dejar de besarse, Alberto le quitó la camisa al tiempo que ella le sacaba la polla.

Juan, filmaba.

A través de su pantallita vio como Alberto le quitaba la falda a su mujer. Después, el sujetador y por último, las bragas. La tenía desnuda entre sus brazos.

-Arrodíllate Rosa. Cómele la polla un poco.

Mirando a los ojos de aquel maravilloso hombre, Rosa se arrodilló, se pasó la polla por la cara y después empezó una lenta y sensual mamada. Alberto gemía de placer y le acariciaba el cabello con ternura.

-Maravilloso. Sin dejar de mamarlo, quítale los pantalones.

Al poco, los dos estaban desnudos. Alberto la hizo levantar y la besó al tiempo que le acariciaba las tetas. Rosa ronroneaba como una gatita entre sus brazos. La boca de Alberto besó y lamió su cuello, hasta que llegó a una de sus orejas y le dijo, bajito:

-Rosa... te voy a follar. Y me voy a correr en tu coño. Te lo voy a llenar de leche.

-Aggg... ¿Qué...? Pero...

-Shhhhh, no te preocupes. Ya lo hablé con Juan. Está de acuerdo.

La besó con pasión, acariciando sus bellas nalgas. La fue empujando hasta que cayeron sobre la cama. Sus bocas no se separaron ni un instante.

Rosa abrió sus piernas. Juan se acercó y filmó de cerca como los dedos de Alberto recorrían la mojada rajita del coño de su mujer. Grabó como frotaba el clítoris. Y grabó como del coño salía un chorrito de líquido cuando Rosa se corrió.

-Ya está lista, Alberto. Fóllatela.

Alberto obedeció sin rechistar. Se subió sobre Rosa y le clavó la polla hasta el fondo. Se la empezó a follar en el acto, metiéndole y sacándole la polla hasta el fondo. Rosa, lo rodeó con sus piernas.

-Aggggggggggg siiii siiiiiiiiiiii fóllame Alberto...Fóllameeeeeeeeee

Juan, de pie, no se perdía detalle de la apasionada follada que tenía lugar entes sus ojos. Rosa, su amada Rosa, su esposa, con los ojos cerrados estaba siendo follada a placer sobre su propia cama. Y él... filmando.

Pero esa postura no era la mejor. No había detalle. Él quería grabar como el pollón de Alberto entraba y salía del coño de Rosa.

-Así no se ve nada. Ummmm... a ver...Sí. Rosa, tú quédate así. Alberto, tú ponte a su lado, un poco en oblicuo.

Se pusieron como Juan pedía. Rosa, con las piernas abiertas, acostada boca arriba. Alberto, tumbado de lado, casi en perpendicular a ella. Ahora, la polla se veía claramente. Juan se acercó para sacar primeros planos de como se clavaba hasta el fondo del coño.

-¿Así? - preguntó Alberto.

-Justo así. Perfecto. Dale caña. Llénale el coño de polla.

Eso hizo Alberto. Llenarle el coño con su polla. Rosa estaba tan cachonda que su coño no dejaba de rezumar jugos que hacía que la enorme polla resbalase dentro y fuera de ella con facilidad. La polla brillaba, cubierta de flujo.

Alberto aceleró el ritmo. Se iba a correr muy pronto. Y lo iba a hacer dentro de ella. Lo deseaba desde que la vio.

-Aggg Juan...prepárate...estoy a punto de correrme...

Rosa se estremeció al oírlo. Ella también se iba a correr muy pronto. Juan casi se arrodilló entre ellos, enfocando directamente a la polla clavada en su esposa.

-Ya...Yaaaaaaaaaaaa.

Alberto empujó. La punta de su polla hizo tope con el fondo del coño de Rosa. Aún quedaron fuera sus buenos 5 centímetros.

El primer chorro salido disparado y se estrelló contra el fondo de la vagina de la mujer, que al sentir el calor estalló en un intenso orgasmo. Juan miraba asombrado como la polla de Alberto se hinchaba y tenía un espasmo. Sabía que ese espasmo era un poderoso chorro de leche que era disparado en lo más profundo del coño de su mujer.

Un segundo espasmo. Un segundo chorro disparado con fuerza. Alberto tenía los ojos cerrados, con fuerza. Después del segundo latigazo de semen sacó la polla unos centímetros. Ahora los siguientes espasmos se veían más claramente. Cada chorro hacía que la polla se hinchase.

Tres más antes de que sacase un poco más la polla. Ahora tenía la mitad dentro. Y seguía corriéndose. Estaba llenando el coño, todo el coño, con su corrida. El séptimo y octavo chorros los disparó con un cuarto de polla dentro.

El noveno y el décimo, sólo con la punta dentro. La polla seguía con fuertes espasmos, pero ya no salía más leche. Rosa estaba aún en pleno orgasmo.

Con cuidado, Alberto le sacó la polla, que descansó, cubierta de semen y jugos de Rosa sobre el pubis de la mujer. Juan se acercó y sacó un primer plano del coño de Rosa.

Estaba abierto, mojado. Y una enorme cantidad de semen manaba de su interior.

-Joder... se lo has dejado bien lleno de leche. Vaya manera de correrte que tienes.

Ellos casi no lo oían. Se miraban y se sonreían.

-Fóllame otra vez....por favor...fóllame.

Alberto se agarró la polla y se la metió otra vez en el coño. Estaba tan lleno de semen que resbaló hasta el fondo. Se la folló lentamente, mirándole a los ojos. La polla arrastraba la corrida anterior cuando salía, manchando las sábanas con la mezcla de semen y jugos vaginales.

Rosa no tardó en correrse. Cuando Alberto le sacó la polla del coño, aún salía leche, que escurría entre sus nalgas hasta la sábana.

Juan dejó de grabar, satisfecho.

-Ha quedado perfecto. Joder Alberto, como envidio tus corridas de caballo. Ojalá pudiese llenarle el coño a mi mujer así.

-Bueno, Juan. Cada uno es como es. Seguro que tú tienes otros encantos. Yo te envidio a la mujer.

-Jeje, si. Tienes razón. No sabes lo afortunado que soy teniéndola.

Rosa no miraba a su marido. Miraba al hombre que acostado a su lado se la acababa de follar dos veces y le había llenado el coño a rebosar con semen caliente.

Alberto también la miró. Y la acarició. Le había encantado poder follársela a placer y correrse dentro de ella. Y quería volver a hacerlo. Se levantó y se acercó a Juan. Rosa vio como le decía algo al oído. Juan abrió los ojos.

-¿Harías eso? - preguntó Juan.

-Sí. Creo que será muy... morboso.

-Joder. Ya lo creo. Joder, joder. Vale. Después de comer lo grabamos.

Alberto miró a Rosa, que seguía acostada, con las piernas abiertas, relajada. Se volvieron a sonreír. Rosa sabía, que fuese lo que fuese lo que aquellos dos preparaban, ella gozaría.

Ni Rosa ni Alberto se vistieron para comer. Los dos hombres miraban a la hermosa mujer mientras servía la comida.

-¿Está buena, eh? - preguntó Juan a Alberto.

-Es...preciosa.

Mientras comían,  Alberto, por debajo de la mesa, acarició con su pie las piernas de Rosa. Ella le miró, sonriendo.

-¿Qué me van a hacer? - preguntó.

-Jeje. Algo que Alberto me dijo. Uf, será muy morboso.

-Creo que te va a gustar, Rosa - dijo Alberto.

Cuando terminaban el postre, Alberto se levantó. La enorme polla estaba bastante dura. Se acercó a Rosa y se la acercó a la boca. Ella, sin más, se agachó un poco y se la empezó a chupar.

Juan miraba, embelesado, como la boca se su mujer intentaba meterse lo más posible de la polla dentro. Alberto gemía de placer, con los ojos cerrados. Al lado de Juan, apagado, el teléfono.

-¡Coño! - dijo Juan cuando se dio cuenta de que no estaba grabando.

Encendió y se puso a grabar.

-No te corras en su boca. Tenemos que hacerlo como quedamos.

-Ummm, no te preocupes.

Alberto dejó que Rosa siguiera chupándole la polla un rato más. Después se la quitó.

-¿Vamos?

Rosa se levantó. Siguieron a Juan hasta el dormitorio.

-Acuéstate mi amor. Pídele que te folle. Pídele que se corra otra vez en tu coño.

Rose obedeció encantada. Se acostó, se abrió de piernas y estiró los brazos.

-Fóllame Alberto... méteme esa enorme polla tuya hasta el fondo de mi coño. Y llénamelo de tu caliente leche.

-Será un placer.

Esa vez Alberto se puso encima de ella. Rosa lo rodeó con sus piernas. Se besaban con pasión. Alberto recorría su cara con sus labios. La besó en la frente, en las mejillas, en los labios, en la boca. Besó y lamió su cuello. Y siempre sin dejar de follarla, de clavarle bien profundo su polla. Juan filmaba, aunque no se veía la polla taladrando el coño de su mujer.

Pero no importaba. Lo que quería grabar pasaría después. Ahora estaba filmando a la pareja follar. En su ensimismamiento, no se dio cuenta de que estaba filmando a la pareja hacer el amor.

Rosa se corrió. Abrió la boca, ofreció su cuello y su cuerpo fue recorrido por el placer. Intenso, arrollador. La polla martilleaba sin cesar su coño, que se contraía alrededor del duro mástil.

Aquellas contracciones de la vagina de la hermosa mujer precipitaron el orgasmo de Alberto, que mirándola a los ojos, empezó también a correrse, volviendo a llenarle el coño con su abundante y cálidos semen.

Cuando los dos cuerpos quedaron relajados, se miraron. Los ojos de Rosa brillaban.

-¿Ya te corriste? - preguntó Juan.

-Sí - respondió Alberto.

-Pues venga. Hazlo.

Alberto miró a Rosa. Le dio un suave beso en los labios. Un suave beso en la barbilla. Bajó un poco y besó su cuello, su clavícula. La polla seguía enterrada en el coño, pero se la sacó para poder seguir bajando.

Besó y lamió las hermosas tetas, chupándole los dos pezones. Sacó la lengua y dejó un rastro brillante sobre la piel de la barriga de la mujer. Metió la lengua en su ombligo, haciéndole cosquillitas.

Siguió bajando. Llegó al pubis. Lo acarició con una mano. Todo el cuerpo de Rosa temblaba. Gimió cuando él la besó en su monte de Venus.

-Ummmmmm Alberto... me vas a matar.

No dijo nada. Siguió bajando. Rosa abrió las piernas para darle paso. Él le abrió el coño con los dedos para que Juan pudiese filmar como rezumaba su corrida, que salía como un blanco reguerito.

-Eso es, cómele el coño lleno de leche - dijo excitado, Juan

Alberto sacó la lengua y lamió la raja, desde la entrada de la vagina hasta el clítoris. Se llevó consigo una buena ración de su propio semen mezclado con los jugos de Rosa. Se los tragó con placer y empezó una maravillosa comida de coño que hizo que la mujer se retorciese de placer sobre la cama.

-Agggggggggg dios mío....que...placer....Alberto....Albertoooooooo

De vez en cuando Alberto se separaba un poco y miraba a la cámara, para que Juan viese bien su cara brillando de jugos, para que vises bien como su leche manaba del coño de su mujer y como él se lo lamía, se lo chupaba y se bebía sus jugos.

Cuando notó que Rosa se empezaba a correr, se separó para que la cámara captase los espasmos del coño y los jugos que salían casi a borbotones. De un lametón, los recogió todos y siguió comiéndole el coño a la mujer.

Le arrancó varios intensos orgasmos. Y le dejó el coño limpio, sin rastros de semen.

Juan quedó encantado con su video.

+++++

Todos los días Alberto iba a casa de Juan y Rosa. Todos los días Juan tenía algo nuevo preparado. Posturas, situaciones. Todo quería grabarlo. Rosa y Alberto hacían todo lo que Juan les pedía. Algunas veces era Alberto el que proponía algo y Juan aceptaba sin problemas.

Por las noches, Juan y Rosa veían juntos los videos del día. Juan los comentaba. Llegó un momento en que Juan se excitaba más mirando a su mujer siendo follada que follándosela él. Rosa lo masturbaba mientras él miraba la pantalla hasta que se corría.

Un día, después del segundo video y cuando se despedían para volver a sus respectivas oficinas, Alberto le dio con disimulo un papelito a Rosa. Cuando ella estuvo en su coche, lo abrió. Era un número de teléfono y una palabra: "Llámame".

Se puso nerviosa. Arrancó y se fue a su oficina. Sobre las seis no pudo más y marcó desde su móvil el teléfono de Alberto.

-Hola. Soy Rosa.

-Hola preciosa.

-¿Qué quieres?

-Quiero... follarte.

-Ya me follaste al medio día. Y mañana me follarás otra vez.

-Sí, lo sé. Pero.... quiero hacerlo distinto.

-¿Cómo distinto?

-Quiero hacerlo a solas, sin cámaras. Solos tú y yo.

El corazón de Rosa empezó a latir con fuerza.

-Pero...no puede ser... Juan...

-Olvídate de Juan. Te deseo, Rosa. Deseo que seas mía, sólo mía, al menos una vez.

-No sé...

-Di que sí. Él no tiene por qué enterarse. Será... nuestro secreto.

Rosa había sido follada por Alberto en incontables ocasiones. Le había hecho casi todo lo que un hombre le puede hacer a una mujer. La había hecho gozar hasta el infinito. Pero siempre delante de Juan. Y ahora él deseaba hacerlo a solas. Eso sería traicionar a su marido. Eso sería ponerle los cuernos.

Cogió aire. Expiró. Cerró los ojos.

-Está bien. Pero sólo una vez.

-Ummmm, gracias, Rosa. Muchas gracias. Lo deseo desde hace tanto. ¿Quedamos para mañana por la mañana, en mi casa?

-De acuerdo.

Le dio la dirección y colgaron.

Rosa se estremeció en su silla. Le iba a ser infiel a su marido con el hombre que llevaba semanas follándosela todos los días. Se sentía como si fuese a ser la primera vez que estaba con él.

En cierta forma, lo era. Y lo deseaba. Con todo su ser.

+++++

Al día siguiente tanto Rosa como Alberto pidieron unas horas libres en sus trabajos. Rosa se dirigió la casa de Alberto. Temblaba como un flan cuando se plantó delante de la puerta y tocó.

A los pocos segundos, él abrió.

Se abrazaron. Se besaron con pasión. Durante el camino que llevaba desde la puerta hasta el dormitorio de Juan se fueron desnudando. Cuando llegaron a la cama, ambos estaban desnudos.

-Eres tan hermosa, Rosa.

Hicieron el amor. Intensamente. Con pasión. Sin cámaras. Sólo para ellos. Rosa gozó como nunca. Alberto la hacía vibrar. Sus orgasmos eran largos e intensos.

Lo hicieron tres veces durante la mañana. Las tres veces Alberto se corrió dentro de ella. Mirándola a los ojos.

La tercera vez, sin salirse de ella, la besó. Y le dijo.

-Rosa... te quiero.

-Alberto....No puede ser...

-Sí puede ser. Te quiero, Rosa. Te amo.

Dos lágrimas cayeron por los bellos ojos de la mujer. Él se los secó con los dedos.

-¿Me quieres tú a mi?

-Alberto...estoy casada...

-¿Me quieres?

Los ojos de Rose se volvieron a llenar de lágrimas.

-Con todo mi ser.

+++++

Ese día Alberto le puso a Juan una escusa para no ir a su casa ese medio día. Juan se pasó el tiempo mirando videos en el salón. Rosa, acostada en su cama.

Volvieron a verse a solas, como amantes.

+++++

Días después, Juan llegó a su casa al medio día. Venía sólo. Alberto ese día no había aparecido en la oficina.

-Rosa, mi amor, ya estoy en casa. Hoy tampoco viene Alberto. Debe de estar enfermo, no sé.

Silencio. Rosa no le contestó.

-¿Rosa? ¿Estás en casa?

Silencio.

Fue a la cocina. La comida no estaba preparada. La buscó. No estaba en casa. Fue al dormitorio y sobre la cama, había un sobre. Escrito a mano, su nombre.

Juan cogió la carta. La abrió y empezó a leer. Sintió que las piernas se le aflojaban y se sentó en la cama.

"Querido Juan:

 

Lo siento, pero no puedo seguir así. Ya no siento nada por ti. Me has alejado. Prefieres verme a través de tu teléfono que mirarme a mí.

 

Hace ya mucho que no me das cariño. Mirabas como otro hombre me poseía delante de ti. Me empujaste a sus brazos, y al final lo conseguiste. Me he enamorado de Alberto. Y él de mí. Me voy a vivir a su casa.

 

Soy muy feliz. Inmensamente feliz junto a él. Alberto no necesita cámaras. Se conforma conmigo. Y yo con él.

 

Espero que tú seas feliz con tu dichosa camarita.

 

Adiós"

De los ojos de Juan cayeron dos lágrimas. Se llevó la mano a la cintura. Cogió su querido teléfono, que tantas alegrías le había dado. Y que al final, había cambiado su vida.

Lo encendió. Miró su pantalla. La nitidez de los iconos. La figurita de la cámara que tantas veces había pulsado.

Con rabia, lo lanzó contra la pared. El pequeño aparato saltó en mil pedazos.

-Maldito Iphone - gritó, con rabia.

FIN

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