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El nuevo vecino

en Interracial

Luz entró al ascensor de su casa. Iba a pulsar el botón para subir a su piso cuando una varonil voz le dijo que por favor sujetara la puerta. Automáticamente puso la mano sobre el sensor para que las puertas no se cerraran.

Cuando miró hacia el hombre que le había hablado, se dio cuenta de que era un hombre de color. Nada más verlo le hizo recordar a un jugador de baloncesto. Era alto, fuerte y no mal parecido.

-Gracias. Eres muy amable - le dijo el hombre entrando en el ascensor, sujetando lo que parecía una pesada maleta.

-¿A qué piso va? - preguntó la chica.

-Al sexto, por favor.

Pulsó el botón del sexto. Ese era también su piso. Entonces, al ver al hombre sujetando la maleta recordó que su madre le había dicho que habían alquilado el piso de enfrente.

Mientras el ascensor subía, ella miraba hacia la puerta, contando como los pisos pasaban. Oía la respiración del chico, pero no se atrevía a mirarlo.

La cabina se paró, obediente, en el piso que le solicitaron. Luz salió primero y le mantuvo la puerta abierta al supuesto nuevo vecino.

-Oh, gracias. Eres muy amable - dijo el hombre, mostrando una encantadora y blanca sonrisa.

-De nada.

John esperaba que la chica volviese a entrar en el ascensor, pero vio que ella cerraba la puerta.

-¿Vives en este piso? - le preguntó.

-Sí - contestó ella, bajando la mirada.

-Ah, pues he alquilado el 6J. Encantado.

-Igualmente.

-Ya nos veremos. Chao.

Luz se dirigió a su casa. No fue consciente de la mirada que John le echó.

La miró de arriba a abajo, fijándose especialmente en su lindo culito. A él le gustaban las chicas blancas de piel clara, y esa chica era pelirroja, un plus. Además usaba gafas. Notó que parecía algo tímida, ya que había evitado mirarle a los ojos en todo momento.

Pero era pequeñita, menuda. Seguramente menor de edad y vecina suya. No quería líos, así que se la quitó de la cabeza. Abrió la puerta de su nueva casa y entró.

+++++

Luz fue al salón, pero oyó ruidos en la cocina y se aceró. Su madre fregaba los platos.

-Hola mami. Ya se mudó el nuevo vecino.

-¿A sí? - respondió su madre sin levantar la mirada de la taza que enjuagaba.

-Sip. Es... negro.

-¿Negro? - exclamó la mujer, ahora dejando de limpiar y mirando a su hija.

-Como un tizón - dijo Luz enfatizando la información con aspavientos de su mano derecha.

-¡Coño! Lo que nos faltaba. Otro moro - se quejó amargamente su madre.

-No, moro no. Negro. Como un... americano - añadió la muchacha, pensando otra vez en un jugador de la NBA -. Pero habla español - añadió, como si solo pudiesen hablar español los blancos de piel.

-Pues espero que no sea de esos que queman palitos de olores raros.

-No sé - dijo Luz, riéndose -¿Cuándo cenamos?

-En media hora.

-Okis. Voy a estudiar un poco.

-Vale cariño. Te aviso.

La joven se fue a su cuarto y se sentó a estudiar. En un par de días tenía un examen, pero no se pudo concentrar en el estudio. No se podía quitar al nuevo vecino de la cabeza.

Apenas se había atrevido a mirarlo, pero lo poco que vio, le gustó. Parecía guapo, con un cuerpo marcado. Le vino a la memoria una conversación que tuvo con Luisa, su amiga íntima, hacía unos meses...

-Luz. Ayer le hice una paja a Julián.

-¡Coño! ¿En serio? ¿Te atreviste?

-Jeje. Sí.

-¿Y qué tal?

-Bueno, no estuvo mal, creo. Pero la tiene pequeña.

-¿Qué cosa?

-Joder Luz, la nariz, no te jode. Pues la polla, mujer.

-Ah.

-Nada parecida a la de un negro, desde luego.

-¿Se la has visto a un negro? - preguntó, asombrada Luz, abriendo los ojos como platos.

-Pareces tonta, Luz. Pues claro que no. Solo por Internet.

-Ah.

-Dicen que todos los negros tiene la polla grande. Vamos a buscar vídeos.

-¿Estás loca? Si mi madre nos pilla, me mata.

-Pues cierra la puerta. La oiremos venir - dijo Luisa cogiendo el portátil de su amiga,

Luz siempre se dejaba llevar por lo que dijera Luisa, así que se levantó y cerró la puerta de su habitación mientras su amiga encendía el ordenador.

A los pocos minutos miraba, asombrada, como un negro con una polla inmensa se follaba a una bella rubia, con primeros planos del pollón entrando y saliendo del depilado coño de la chica. Luisa ponía un vídeo tras otro y comentaba la acción. Luz miraba sin decir nada, hasta que Luisa soltó, de repente.

-Luz, si te pilla ese negro te parte en dos... - exclamó, soltando una sonora carcajada.

-Uf... y a ti.

-Joder. Me estoy poniendo cachonda - soltó de sopetón Luisa.

Luz la miro, asombrada.

-No me mires así - le espetó Luisa - que tú también estas caliente.

-¿Qué...qué dices?

-Se te marcan los pezones, guapa - dijo Luisa señalando hacia las tetas de Luz.

Luz se miró y comprobó que era cierto. No pudo evitar ponerse roja como un tomate.

-¿Te importa si me hago una paja aquí? - preguntó Luisa, como si nada.

-Pues claro que me importa, Luisa. Ni se te ocurra.

-Venga mujer. Seguro que tú también tienes ganas. Me palpita el conejo - y se río otra vez.

-Que no, coño. No seas cochina.

-Bueno, pues me voy a casa al calmarme un poco. Chao.

Luisa se levantó, abrió la puerta y se marchó. Luz la oyó despedirse de su madre a lo lejos. En la pantalla, un negro de polla enorme se la sacaba del coño a una chinita, que se arrodillaba antes el dios de ébano y recibía en la cara una copiosa corrida.

Luz se mordió el labio. El corazón le latía como loco. Y entre sus piernas parecía que tuviese otro corazón latiéndole. Se levantó, volvió a cerrar la puerta y regresó a la silla. Se desabrochó el pantalón, se metió la mano derecha por dentro de las bragas y tras acariciar tan solo unos segundos su inflamado clítoris, se corrió, mirando como la china, con la polla negra en la boca y la cara goteando leche, miraba hacia la cámara.

Cerró el navegador y apagó el ordenador.

No era la primera vez que se masturbaba mirando pornografía en Internet. Fue precisamente Luisa la que hacía tiempo la había descubierto ese mundo. Pero fue a partir de ese momento cuando la mayoría de las veces buscaba vídeos de negros follándose a chicas blancas. Se convirtieron en casi una obsesión para ella.

Su experiencia sexual era escasa. No había pasado de besos y caricias sobre la ropa con un chico con el que había salido un tiempo. Cuando él un día le pidió que le sacara la polla, dejó de verle, aunque luego se arrepintió. Le habría gustado sacársela y tocársela, sentirla en la mano. Pero no era tan atrevida como Luisa.

Ahora, meses después de aquello, un guapo negro se había mudado al piso de al lado.

¿Sería cierto lo que le dijo Luisa, que todos los negros la tenían grande? Al menos en los vídeos así parecía ¿Cómo sería la... polla del vecino? Miró hacia la puerta. Estaba cerrada. Se levantó y fue hacia la mesa en donde tenía el ordenador. Lo encendió y buscó vídeos de negros follándose a mujeres blancas. Dio con uno que le encantó. Una preciosa chica, pelirroja como ella miraba a la cámara con sus lindos ojos azules mientras una enorme barra negra follaba su boca.

Mientras lo miraba, su mano derecha se metió por debajo de sus bragas y sus dedos recorrieron la mojada hendidura de su virginal coñito. En menos de tres minutos, su cuerpo se tensó y se corrió mordiéndose el labio para no gritar.

En pleno orgasmo la que gritó fue su madre.

-Luuuuuuuuuuuuuuuz, a cenaaaaaaaaaaaaaar.

Aún con espasmos orgásmicos, se sacó la mano de entre las piernas, apagó el ordenador y se fue a la cocina.

-¿Tienes fiebre? - le preguntó su madre.

-¿Qué?

-Tienes las mejillas sonrosadas. Y estás sudando.

-Ah... no... no....es que... vine corriendo.

Se pasó la mano por la frente, para secar la gotitas de sudor. Le llegó el aroma de su coño. Ni se había lavado las manos.

+++++

Tres días después, Luz salió de su casa y se topó con el vecino, que esperaba el ascensor.

-Hola - le dijo él.

-Hola - contestó ella bajando la mirada.

Se acercó y esperó a que el ascensor llegara. El chico amablemente le abrió la puerta.

-Gracias - dijo Luz, entrando.

Él entró tras ella y pulsó el bajo. En silencio, comenzaron a descender.

Luz miraba al suelo. Oía la respiración del muchacho, de aquel... guapo negro. A su mente acudieron imágenes de todos aquellos vídeos. Sin poder evitarlo, casi inconscientemente, sus ojos se dirigieron hacia la bragueta del hombre. Fue una mirada de apenas un segundo, que apartó rápidamente.

John se dio cuenta de a donde miraba ella. Era bastante más alto que aquella menuda chiquilla.

Imágenes de inmensas pollas negras se agolpaban en la mente de Luz, que notó como sus pezones se endurecían y su coño se empezaba a mojar. El ascensor parecía bajar más despacio de lo habitual.

Antes de que el ascensor se detuviera por fin, sus ojos se volvieron a fijar en la entrepierna del hombre. Y John volvió a darse cuenta. Él no pudo evitar sonreír. Se fijó mejor en la joven pelirroja. Recordó de la otra vez que tenía un lindo culito, y ahora, al tenerla de lado, comprobó que tenía dos buenas tetas, bastante grandes para un cuerpo tan escueto, que destacaban en su pecho bajo el jersey morado que llevaba.

El ascensor llegó al bajo y las puertas se abrieron. Él l abrió la puerta y ella salió.

-¿Vas al instituto de aquí cerca? - le preguntó John.

-No. A la facultad.

-¿Facultad? -exclamó el hombre, sorprendido.

-Sí, estudio empresariales.

-Ah, es que pensé que eras más joven.

-Tengo 19 años - dijo Luz algo molesta porque no le gustó que él pensara que era una niña.

-Me llamo John.

-Yo Luz.

-Lindo nombre. Pues encantado, Luz - dijo el muchacho, tendiéndole la mano

-Igualmente - añadió la chica, estrechándole la mano, de piel cálida, suave y enorme comparada con la suya

-Bueno, chao. Ya nos veremos.

Con grandes zancadas de sus largas piernas, John se alejó a prisa por el pasillo, dejando el corazón de Luz latiéndole en el pecho con fuerza. Ella no vio la amplia sonrisa que se dibujaba en la cara del hombre.

+++++

Días después se repitió el episodio, pero a la inversa. Luz entraba en el ascensor para subir a su casa. Las puertas se cerraban cuando una voz le gritó.

-Ey, Luz....espera por favor.

Ella paró la puerta y vio como John se acercaba corriendo.

-Gracias - dijo él entrando en la cabina.

-De nada.

Al segundo piso la mirada de Luz se posó en la bragueta de John. La retiró enseguida, pero no antes de que John se diera cuenta de nuevo. Él sabía que ella volvería a mirarle otra vez, así que cuando efectivamente los ojos de la chica volvieron a dirigirse hacia su bragueta, hizo un movimiento aparentemente involuntario. Echó un poco hacia adelante las caderas como si se estirara.

Luz apartó la vista con rapidez.

Desde que John le abrió la puerta, Luz salió con paso rápido hacia su casa.

-Chao Luz.

-Adiós... John.

Luz se fue directa a su habitación. Cuando John se había movido hubiese jurado que el bulto de su bragueta era más grande que antes.

- "¿Tendría la polla dura?," se preguntó.

Dura no. Pero cuando John entró en su casa su polla estaba morcillona. Le divertía que una chiquilla como aquella, tan aparentemente tímida y apocada, le echase aquellas furtivas miradas. Se la imaginó desnuda, arrodillada entre sus piernas, con sus gafas, con su polla en la boca, mirándole a los ojos, y se le terminó de poner dura del todo. Se fue al salón, se bajó la bragueta y se sacó la dura verga.

-Así que quieres verle la polla al negrito, ¿eh Luz? - dijo al tiempo que su mano derecha subía y bajaba a lo largo de su negro cilindro.

¿Cómo sería sentir las manos de aquella menuda muchacha alrededor de su polla? Ahora que sabía que era mayor de edad, solo el hecho de que fuera su vecina lo retenía un poco de ir a por ella.

Minutos después, cuando se limpiaba la abundante corrida que había tenido a la salud de Luz, le importaba un carajo que fuese su vecina.

+++++

La oportunidad no tardó en presentarse. Cuatro días después coincidió con ella en el rellano del edificio a medio día.

-Hola. ¿Vienes de la facu?

-Hola John. Sí.

Caminaron hacia el ascensor. La polla de John se empezó a poner dura. Él no trató de disimularlo. Entraron en la cabina y empezaron a subir.

Enseguida, allí estaba la furtiva mirada de Luz. Y cuando la chica vio que ese día se marcaba un más que evidente bulto en la bragueta de John, no pudo evitar que sus ojos se abriesen y que su mirada se quedase congelada más de lo habitual. Él estaba preparado.

-¿Qué miras, Luz? - preguntó.

-¿Eh? Nada... nada... - respondió la chica, enrojeciendo como un tomate y apartando la mirada.

-Me mirabas la bragueta.

-N...no.

-Sí. Y no es la primera vez. Cada vez que nos vemos me miras la bragueta.

Luz no podía ni hablar. No le salían las palabras. Solo sentía el intenso calor de sus mejillas y deseaba que el ascensor se parara para meterse en su casa.

El ascensor se detuvo y ella se quedó sin respiración. No habían llegado a su piso. John había pulsado el botón de stop.

-Tranquila, no pasa nada, Luz.

Ella le miró un segundo, asustada.

-¿Por qué me miras siempre la bragueta? - le preguntó con una sonrisa que dejó entrever sus blancos dientes.

Ella no contestó. Así que John decidió atacar de frente.

-Quieres verme la polla... ¿Verdad? Si quieres vamos a mi casa y te la enseño.

El corazón de Luz casi se le sale por la boca. Claro que quería vérsela,pero no se atrevía a decirlo. Y además estaba un poco asustada.

-¿No dices nada?... Bueno, tranquila. Olvidemos el asunto.

Por el rabillo del ojo la chica vio como la mano de John apretaba el botón de stop y el ascensor retomó la subida. No hablaron durante el resto del trayecto.

Al abrirse la puerta, ella salió a toda prisa. John se dijo que la cosa había salido mal y que quizás se había metido en un lío, pero confiaba en que Luz no diría nada.

Luz llegó a la puerta de su casa. Sacó las llaves, que casi se le cayeron al suelo. Iba a meterlas en la cerradura cuando en su cabeza retumbaron las palabras de John: "Quieres verme la polla, ¿Verdad?".

Seguía ruborizada, con la frente perlada de sudor. En su mente se agolparon todos aquellos vídeos que había visto. Ahora tenía la oportunidad de ver una polla así en vivo. Solo tenía que ser valiente. Solo tenía que atreverse. Fue una cobarde con aquel chico con el que había salido. Por estúpidos miedos había dejado de hacer algo que deseaba.

John metió la llave en su puerta. La abrió y cuando se disponía a abrir la puerta, creyó oír que Luz decía algo. Se dio le vuelta y vio que Luz estaba de cara a él, pero mirando al suelo.

-¿Dijiste algo, Luz?

-Que...sí...que...quiero.

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro del hombre, que sintió como su polla daba un respingo atrapada en los pantalones.

-Ven - dijo John.

Una última duda se apoderó de la voluntad de Luz. Pero su deseo fue más fuerte y sus piernas empezaron a moverse hacia la casa del vecino. Él le abrió la puerta, ella entró sin mirarle y se sobresaltó cuando oyó la puerta cerrarse tras ella.

-Tranquila Luz. Te puedes ir cuando quieras. Ven conmigo.

El hombre se adelantó y Luz lo siguió hasta el salón. Sentía nervios en el estómago y ganas de salir corriendo. Pero fue tras él.

La casa de John tenía la misma distribución que la de ella, pero como reflejada como en un espejo. Llegaron al salón y el chico se sentó en un amplio sofá y le pidió a Luz que se sentara a su lado. La cara de la muchacha seguía como la grana.

-Eres muy tímida, Luz.

-Si...Lo sé. No puedo evitarlo.

-Bueno, cada uno es como es. Te hace más adorable.

Se quedaron los dos callados. Luz no se atrevía a mirar hacia John. Él fue el primero en hablar.

-Tengo la polla dura, Luz. Mírala.

Los ojos de Luz, lentamente, se posaron sobre la bragueta del John. Ahora el bulto parecía aún más grande. Mantuvo la mirada allí varios segundos, la levantó un momento hacia los ojos de John y la volvió a fijar en la bragueta. Los pezones le dolían, duros como piedras. El coñito le palpitaba entre las piernas y le retumbaban las sienes con cada latido de su desbocado corazón.

-Tócala. Siente lo dura que me la has puesto - le dijo John.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Luz. ¿Tocársela? Se suponía que sólo iba a vérsela,y ahora él quería que se la tocara.

John esperó unos segundos, y al ver que ella seguía sin moverse, le cogió una mano. Luz no opuso resistencia cuando se la dirigió hacia la polla y se la dejó sobre ella. Apartó su mano y ella dejó allí la suya.

Luz notó que allí debajo había algo muy duro.

-Apriétala - casi susurró John.

Obedeció. Apretó los dedos alrededor de aquel cilindro escondido. Aunque sentía una enorme vergüenza por todo aquello, aún era mayor el deseo que incendiaba su cuerpo.

-¿Está dura, eh? - preguntó John.

-Uf... sí.

-¿Quieres verla?

Luz asintió con la cabeza, sin dejar de apretar sus dedos.

-Pues sácala.

Luz retiró la mano, como si hubiese recibido una descarga eléctrica. ¿Sacársela? Eso significaría... tocarla... Y no estaba allí para tocarla, solo para verla.

-No... No puedo.

-¿Por qué no?

-Es que... no...Eso no.

John vio que la chica empezaba a dudar. Temió que se levantara y se marchara, acabando con aquella morbosa situación.

-Bueno, no pasa nada. Ya me la saco yo - dijo con rapidez.

El sonido de la bragueta al bajarse recorrió la espina dorsal de Luz, que dirigió su vista hacia la fuente del sonido. Casi sin respiración vio como él metía su mando por la abertura.

Y dejó de respirar cuando una cosa negra y enorme salió por allí. Una gruesa y larga polla. Con los ojos fijos en aquella inmensa barra de carne, Luz vio como John también se sacaba dos poderosos huevos. Él se soltó la polla, que se quedó enhiesta, tiesa, apuntando al techo.

Durante unos segundos ninguno dijo nada. Él la miraba a ella y ella no apartaba los ojos de aquel enorme pollón de ébano.

-¿Qué te parece mi polla, Luz?

Luz se dio cuenta de que llevaba varios segundos sin respirar. No le salió la voz. Cogió aire.

-Es...es...enorme.

-Jeje, sí. No está mal, ¿Eh?

John apretó los músculos del abdomen e hizo que la polla se moviese. Luz no apartaba los ojos. Cuando John vio que ella se mordía ligeramente el labio, supo que ya era suya.

-Tócala Luz, no muerde.

Ella seguía congelada, si apartar la vista de la polla. No fue consciente de que él le cogía una mano y se la acercaba a la verga. Cuando sintió el calor se dio cuenta de que su mano estaba aferrada a la gruesa herramienta. Su blanca piel contrastaba con la negrura de la piel del hombre.

Y fue consciente de otra cosa. Sus dedos no conseguían abarcar todo el grosor de aquella negra barra de carne. Era la primera polla que tocaba en su vida y no podía rodearla con sus dedos.

John soltó la mano de Luz, que siguió con la suya aferrada, como un naufrago se aferraría a un salvavidas.

-Hazme una paja, Luz. Me has puesto muy cachondo.

Ella soltó de repente la polla, asustada.

-Yo...no...No puedo... - se disculpó la muchacha.

-¿Por qué no puedes?

-Es que...yo....nunca....

-¿Nunca le hiciste una paja a tu novio?

-No tengo novio - dijo la chica, bajando la mirada.

Luz pensó que lo más parecido a un novio que había tenido fue aquel chico, del que salió corriendo cuando le pidió que le sacara la polla.

-¿Y eso? Pero si eres una mujer preciosa.

Los colores, que estaban en retirada, volvieron a las mejillas de Luz.

-No lo sé - dijo, en un susurro

-No pasa nada. Yo te enseño - exclamó John cogiéndole otra vez la mano y llevándola nuevamente hasta su polla. Ella no ofreció resistencia y la agarró.

-Así...suavemente. Sube la mano despacito... la bajas.... - le fue indicando

La guió unos segundos más antes de soltare la mano. Ella siguió subiendo y bajándola a lo largo de la gruesa verga, apretando las piernas. John se acomodó en el sofá y gozó de la morbosa visión de tener a aquella linda y menuda pelirroja haciéndole una paja.

-Ummm, que rico Luz. Lo haces muy bien. Para ser tu primera paja no está nada mal.

-Gracias - respondió ella sin dejar de mirar la polla ni de mover la mano.

Era tan dura, tan caliente. Y tan grande. Como la de los vídeos que le gustaba ver. Una enorme polla negra que le quemaba la mano. Una polla real.

-¿Me enseñas las tetas? -preguntó John casi en un susurro.

-¿Qué? - dijo ella, sin parar la mano.

-Que si me enseñas las tetas. Apuesto a que tienes unas tetas preciosas, Luz.

-John... me da vergüenza - susurró, ruborizándose aún más.

-Tranquila, Luz. No pasa nada. No tienes que tener vergüenza. Eres una chica muy linda. Yo te he enseñado la polla ¿No?

-Sí.

-¿Me dejas acariciártelas?

Luz se estremeció de pies a cabeza. No dijo nada, pero no protestó cuando John se acercó más a ella y llevó la mano derecha hasta sus tetas. No le soltó la polla ni un segundo pero gimió cuando la enorme mano, de largos y finos dedos, apretó con suavidad uno de sus pechos. Lo que sintió fue mucho más fuerte que cuando aquel otro muchacho le metía mano en la oscuridad del parque.

-Ummm, que duritas son Luz. Y grandes. Mírame.

Ella alzó la mirada, levantando la cabeza para poder mirar a los ojos al alto hombre. Quedó prendada de aquellos ojos blancos, de aquellos blancos dientes enmarcados en unos carnosos labios, que lentamente se acercaron a los suyos y la besaron. Su mano se detuvo. A Luz le pareció que hasta el Universo se detenía.

Fue como si una corriente eléctrica atravesara por todo el cuerpo. Los labios de John se abrieron, abriendo los suyos, y la lengua del chico entró en su boca, poderosa, invasora. Luz cerró los ojos y se dejó besar, recomenzando el movimiento de su mano a lo largo de la polla, recomenzando su primera paja.

Luisa le contó hacía meses como había masturbado a Julián. A la pequeña polla de Julián. Y ahora ella estaba besándose con un guapo negro y tenía agarrada con una mano una enorme polla mientras él le acariciaba las tetas sobre la camisa.

Jamás había estado tan mojada. Apretó los muslos y se frotó, gimiendo en la boca del hombre.

John empezó a desabrocharle la camisa a Luz. Ella estaba tan absorta en lo que su cuerpo sentía que no se dio cuenta hasta que él terminó y se la abrió. Separó sus labios para mirarla.

-Wow, Luz. Vaya par de tetas que tienes - dijo John con sentida admiración.

Las dos blancas masas de carne destacaban en el delgado cuerpo de la chica. Eran amplias, sin apenas canalillo entre ellas. Y con el sujetador negro que ella lucía destacaban aún más. Se las acarició ahora con las dos manos, presionando con los pulgares sobre los pezones.

-Los tienes duritos, Luz. Eso es que estás tan cachonda como yo.

La besó otra vez, ahora con verdadera pasión, metiéndole la lengua a fondo, buscando y chupando la de ella, que gemía entre sus brazos sin dejar de pajearlo. Aquella chiquilla lo tenía muy caliente. La mano derecha se fue hacia la espalda de Luz y con un hábil movimiento le desabrochó el sostén. Ella ni se dio cuenta de que se lo quitaba. Para ella solo existía la boca, la polla, los besos, las caricias.

La besó largos minutos. Sus labios, su frente, su cuello. Ella gemía y temblaba. Y se estremeció cuando John bajó la boca hasta uno de sus pezones y lo empezó a chupar. No lo pudo resistir y su cuerpo se tensó, estallando en un intenso orgasmo que la dejó casi sin fuerzas.

Pero no soltó la polla.

-Ummm Luz. Pero si te has corrido solo con besarte las tetas. Estás muy caliente, ¿eh?

Ella lo miró con sus lindos ojos, ruborizada. Sintió como él le cogía la mano con que agarraba la polla y se la movió otra vez. Ella había parado de moverla durante el intenso orgasmo.

-No pares... sigue...haz que me corra. Yo también estoy muy caliente. Me has puesto como una moto.

John se echó hacia atrás, apoyándose en el respaldo del sofá. Se quedó mirando como la chica, con la camisa abierta y mostrando sus dos preciosa tetas reanudaba la caliente paja. Su mano era pequeña, y apenas estimulaba su polla, pero el morbo era tan grande que notaba que en poco tiempo se iba a correr.

-Agggg, que rico Luz... Me encanta tu manita en mi polla. Pero... ummm, usa las dos manos...

Ella alargó la otra mano y agarró el pollón por debajo de donde tenía la otra.

-¿Así? - le preguntó.

-Uf sí, justo así, Luz.

Ahora la estimulación era el doble que antes. John entornó los ojos y disfrutó de la soberbia paja que Luz le estaba regalando.

Los gemidos del chico hicieron sentir bien a Luz. Eso significaba que lo estaba haciendo correctamente. Le miró a los ojos y él le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa.

-Agggg Luz...Vas a hacer que me corra.

Ella movió las manos con más ímpetu, mirando hacia el agujero de la enorme cabezota de la polla. En los vídeos que miraba le gustaba ver como salían disparados los chorros de semen. Ahora estaba a punto de verlo en directo.

-Ummmm, ya... casi... ¿Quieres que me corra? ¿Quieres ver como el negrito se corre para ti?

-Uf, sí, sí... córrete, córrete.... - dijo ella, mordiéndose el labio inferior

-Pues... ya... viene...tú no... pares...no dejes de mover las manos hasta que yo...te diga.

Ella notó que el cuerpo de John se estremecía, se tensaba. Notó como la polla tenía un espasmo y con sus manos percibió como algo hacía presión dentro de la verga. Y, otra vez sin respiración, se quedó mirando como de aquella majestuosa polla, cual geiser, salía disparado un poderoso chorro de leche, que describió un arco antes de caer sobre la camisa de John.

Como él le indicó, siguió moviendo sus manos y otro chorro estalló, tanto o más potente que el anterior. A los dos segundos, una nueva contracción de la polla y un tercer chorretón se sumó a los dos anteriores. Siguió con la paja, y más chorros de blanco semen, ahora no tan fuertes, saltaban apenas 3 o 4 centímetros en el aire y caían sobre la polla, escurriendo por el tronco, sobre sus manos.

Luz creyó que de aquella polla no dejaría nunca de manar leche. Sus dejos se mojaron y ahora resbalaban sobre la polla. John, con los ojos casi cerrados apretaba los dientes, gozando de la caricia de la chica.

Por fin, después del noveno o décimo chorro, la espita se cerró. Luz no paró, siguió masturbando aquella enorme polla. Le encantó la nueva sensación. Como sus manos ahora resbalaban gracias a la lubricación del semen.

John empezó a sentir la desazón que surge justo después del orgasmo, cuando la estimulación, más que placer, produce casi dolor.

-Aggg dios, Luz... para... para ya...que gusto...

Ella paro. Pero no soltó la polla.

-¿Seguro que no me engañas? ¿De verdad es tu primera paja? - dijo John.

-Sí. Es la primera vez.

-Pues...uf. Vaya pajote que me acabas de cascar. Me he corrido muy a gusto, gracias.

Luz soltó la polla y se miró las manos. Espesos goterones, grumosos, manchaban sus dedos

-Echas mucha leche.

-Jeje sí. Mis corridas van en consonancia con mi polla, ¿No? -dijo el chico, riéndose

-Uf. Sí.- y se rio con él

Luz movió sus manos. Sentía curiosidad por el semen.

-¿Vamos a lavarnos? - preguntó él.

-Sí.

Se levantaron y Luz lo siguió hasta el baño. Se acercaron al lavamanos.

-Lávate las manos, Luz.

La chica abrió el grifo y se enjuagó las manos debajo del límpido chorro. John, de pie a su lado, con la enorme polla aún fuera, la miraba. A través del espejo le miró las bellas tetas.

-Uf, Luz, vaya peazo tetas que tienes.

-Gracias - dijo, ruborizándose ligeramente.

Hasta ahora, ella se avergonzaba de sus pechos. Los notaba demasiado grandes para su pequeño cuerpito. Pero ahora se sintió orgullosa de ellos.

-¿Me lavas la polla?

-Ujum.

John se acercó. Al ser tan alto no tuvo problemas en pegar los muslos al borde del lavamanos para que toda su polla quedase dentro. Luz cogió agua con sus manos y la fue echando sobre la polla. La empezó a frotar, limpiándola de cualquier resto se semen.

Bajo aquellas caricias, la polla, que había perdido un poco de consistencia tras la corrida, se puso dura de nuevo.

-Ummm, me la estás poniendo dura otra vez, Luz. Creo que vas a tener que hacerme otra paja.

Luz iba a agarrarle la polla con las dos manos para hacerlo cuando le sonó el teléfono. Se secó las manos y contestó.

-Hola mami.

....

-No pasa nada. Es que... me retrasé hablando con Luisa.

....

-Vaaale. Yo estoy llegando.

Colgó.

-Me tengo que ir, John

-¿Ya? ¿Y me vas a dejar así, con la polla dura?

-Yo... lo siento. Mi madre, que es una pesada. Es la hora de comer.

John la encaró, se pegó a ella, presionando con su dura polla contra su barriga y el acarició las tetas. Ella se estremeció. Él se agachó y la besó con pasión.

-¿Vendrás después, verdad? Tienes que terminar lo que has empezado.

-Yo....no sé

-Sí que sabes - le dijo, atrapando entre sus dedos los duros pezones,

-Aggg...yo... lo intentaré...

-Vale. Uf, Luz. No sabes las ganas que tengo de llenarte estas dos preciosas tetas con mi leche

-¿Eh? - preguntó la chica, creyendo no haber oído lo que él dijo.

-Que después, cuando vengas, me harás una buena paja y me harás correr sobre tus tetas.

No la dejó contestar, pues le cerró la boca con la suya. Pero la sintió estremecerse.

-¿Vendrás verdad? Vendrás a hacerme correr en estas preciosidades. A que sí. - le dijo, pellizcándole los pezones.

-Aggg. Vale.... vendré. Pero... me tengo que ir ya.

Fueron al salón a buscar el sujetador. Luz se lo puso, se abotonó la camisa, sin dejar de mirar hacia la polla, que parecía estar apuntándola.

-Jeje, Creo que le gustas a mi polla.

Luz se rio con ganas.

-¿Y ella a ti? - preguntó el hombre.

-Uf... - fue su contestación. Sus ojos abiertos como platos lo dijeron todo.

Ahora fue John el que se rio.

La acompañó a la puerta y le dio un último beso.

-Recuerda tu promesa, Luz.

-Vale.

-Dame el número de tu teléfono: ¿Tienes whatsapp?

-Claro.

Le abrió la puerta con cuidado de que nadie le viera y Luz se marchó. Cerró despacito, sin hacer ruido.

+++++

-Ya llegué mamá - gritó Luz desde la entrada.

-Pon la mesa. Hoy voy de culo - le devolvió el grito su madre desde la cocina.

Durante el almuerzo Luz estuvo ausente. Comió mecánicamente. Su mente no estaba allí. Su mano no agarraba la cuchara con se llevaba la sopa a la boca, sino el pollón de John. Revivía una y otra vez la visión de la polla corriéndose a borbotones, como la leche bajaba por la polla, pasando sobre sus dedos.

A punto estuvo de tirar los platos cuando los llevaba al acabar de comer al fregadero.

-Coño, Luz, pareces tonta. Estás como ida - le espetó su madre.

Se marchó a su cuarto. Estaba nerviosa, y sobre todo, cachonda. Su coño era un mar de jugos. Sus pezones eran como piedras de mechero, prestas a echar chispas si los frotaba.

Tenía que contárselo a alguien. Tenía que contárselo todo a Luisa. Cogió su móvil y la llamó.

-Hola Lucesita. ¿Qué te cuentas, wapetona?

-Uf, Luisa. UF.

-¿Qué? ¿Qué uf? Desembucha.

Se lo iba a empezar a contar cuando recapacitó. ¿Y si la cabrona de Luisa se lo quitaba? Ella lo vio primero. Era suyo, su negro. Pensó a prisa.

-¿Qué? No me tengas en ascuas Luz. ¿Qué pasa? - se impacientó su amiga.

-Creo que... a Juanita le han hecho un bombo

-¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?

-Esta mañana la oí hablando con Rosa - mintió - y algo le contaba. Pero a lo mejor entendí mal.

-Jajaja. Vaya con Juanita. Pero si la muy cabrona dijo que iba a llegar virgen al matrimonio.

Luz se arrepintió de la tonta mentira que se acababa de inventar.

-Bueno, a lo mejor entendí mal. Tú por si las moscas no digas nada, ¿Eh? Que si no es verdad no quiero que extiendas ningún rumor, que te conozco.

-Tranquila. Ya sabes que soy un tumba - dijo su amiga, riéndose con ganas.

-Sí, sí. Menuda tumba.

A luz le llegó un whastapp.

-¿Quién te wasapea? - preguntó Luisa - Yo no soy.

-Pos no sé.

-Pos míralo, coño. A veces pareces tontita, Luz.

Luz se quitó el teléfono de la oreja, y abrió el whastapp. Había un mensaje de un contacto desconocido. Lo abrió.

Era una imagen que reconoció enseguida. Una foto de la negra y enorme polla de John. Estaba acompañada de un mensajito que decía. "Luz, mi polla y yo te echamos de menos. ¿Cuándo vienes?"

Luz se quedó mirando la foto. John se había quitado los pantalones y los calzoncillos. Jamás la iba a olvidar esa polla. Su primera polla. Su primera paja.

-¿Y? - sonó bajita la voz de Luisa al estar el auricular alejado de su oreja.

Luz no la oyó. Estaba absorta mirando la polla.

-Eeooooo Eoooo. Tierra llamando a Luz. Tierra llamando a Luz. Conteste - gritó su amiga.

-Ya.

-¿Quién era?

-Nah, una bobería de la familia - mintió

-Pues bueno. Te dejo. Voy dormir la siesta. Chao

-Chao.

Luz abrió otra vez el whastapp. El coñito le palpitaba.

-Hola - escribió.

-Hola guapa. ¿Vienes ya?

-Ahora no puedo. En un rato, cuando mi madre se eche la siesta y mi padre se vaya a la oficina.

-Dile que vas a dar una vuelta.

-No puedo. Se mosquearía.

-Mujer, ya eres mayorcita. ¿No puedes salir de casa cuando te dé la gana?

-Claro

-¿Pues entonces?

-Es que se pone a preguntarme. No tardará en irse a la cama.

-Bueeeeno, vale. Oye...

-Dime.

-¿Me vas a hacer otro buen pajote, verdad?

Luz se estremeció.

-Sí.

-Bien. ¿Y me harás correr sobre tus preciosas tetas, verdad?

Luz gimió. John no vio como ella se acariciaba las tetas y se mordía el labio.

-Sí.

-Ummmmm, no veas la dura que la tengo. ¿Estás cachonda, verdad?

-Sí.

-Jajaja. ¿Sabes decir algo más que sí?

-Sí - respondió, añadiendo emoticones de carcajada.

-¿Estás mojadita? - añadió John, con más emoticones de risas.

-Mucho.

-Ummmmmm. Quiero que me enseñes el coñito. Seguro que es precioso. Me lo vas a enseñar, a que sí.

-Uf, no sé, John. Me da cosa.

-¿Qué cosa?

-No sé. Vergüenza.

-No te dio vergüenza tocarme la polla.

-Sí me dio.

-Pero aún así, lo hiciste.

-Sí.

-Pues me vas a enseñar el coño. Y punto.

-Bueno.

-¿Cuanto tardas?

-15 minutos, más o menos.

-Si en 20 minutos no estás aquí, te voy a buscar y toco el timbre con la polla.

-Jajajajaja. ¿Y si te abre mi padre?

-Jajaja. No sé. Me presento como el nuevo vecino.

-¿Con la polla fuera?

-Sip.

-Jajajaja

+++++

Su padre se marchó a trabajar. Su madre se puso a terminar la cocina. Luz estaba desesperada porque terminara de una vez y se fuera a roncar.

-Bueno, ya está todo recogidito. Me voy a echar un rato. ¿Qué va a hacer, Luz?

-Estudiaré un poco. Esto... a lo mejor me llama Luisa para de un paseo.

-Vale. Pero no tardes. Que esa amiga tuya siempre te está liando.

-No, tranqui, mami. No tardo.

Esperó, frotándose las manos de nervios, a que su madre se acostara. De vez en cuando se acercaba para oírla. Y cuando por fin empezó a resoplar, se dirigió despacito y sin hacer ruido hacia la puerta. Con el corazón galopándole en el pecho, salió al pasillo y fue hacia la puerta de John. Miró con aprensión por si alguien estuviera mirando y tocó con los nudillos, suavemente.

La puerta se abrió y entró, rauda. Allí, en pantalones cortos, con el pecho descubierto, estaba John. Se quedó mirando su cuerpo perfecto. Marcado, fibrado. Con un vello ensortijado en el pecho. Sus ojos bajaron hacia los pantalones, que parecían más una tienda de campaña debido a lo que allí debajo se escondía.

-Ya le tengo dura.

-Uf. si...Se nota.

-¿La quieres ver, Luz? ¿Quieres ver mi polla negra?

Ella asintió, juntando las piernas y sintiendo un estremecimiento recorrerle el cuerpo.

-Pues sácamela tú. Sácale la polla al negro.

Luz, ya no tan vergonzosa como la primera vez, se acercó al hombre y le acarició la polla sobre el pantaloncito, recorriéndola en toda su longitud.

-Uf, John, que dura. Y que grande. Es enorme.

-Lleva dura desde antes. Me pones tan cachondo, Luz. Estás buenísima.

Luz metió la mano por dentro del pantalón y tocó la desnuda piel. Caliente, palpitante. Agarró la gruesa verga, maravillándose otra vez de su grosor. Sus ojos llegaban a la altura del pecho de John. Levantó la cabeza, para mirarle a los ojos.

John no pudo por más que agacharse un poco y besar aquellos tentadores labios. La atractiva pelirroja, con su piel blanca, sus gafas de empollona, y su mano agarrándole la polla lo tenían muy excitado. Llevó las manos hasta las generosas tetas de la chiquilla y las acarició al tiempo que le chupaba la lengua. Ella gimió en su boca.

El chico llevó sus amplias manos al tentador culito de la mujer y la atrajo hacia él, con fuerza. No le costó nada levantarla en peso y llevársela hasta el dormitorio. Ella lo rodeó con sus brazos y lo besó, sin mucha experiencia pero con todas sus ganas.

-Joder, Luz. Cómo me pones. Lástima no poder follarte bien follada.

-¿Follarme? - susurró Luz, derritiéndose entera.

Llegaron a la amplia cama de matrimonio. John la hizo sentar al borde y él se quedó de pie.

-Bájame los pantalones.

Luz puso sus manos a ambos lados de la prenda y empezó a bajarlos despacio. Apareció el ensortijado pubis, el tronco de la gruesa polla. Siguió bajando el pantaloncito hasta que la verga se liberó y saltó como un resorte. Casi le da en la cara.

-Uf - exclamó Luz.

-Ya no puedo más Luz. O me haces una paja ya o me correré sin tocarme.

Luz agarró la barra con las dos manos y empezó a moverlas. John gimió de placer.

-Ummm, eso es.... así. ¿Recuerdas lo que quiero, verdad?

-Sí.

-¿Qué era?

-Correrte... en mis tetas.

-Sí, sí, sí. Justo eso. Llenarte esas dos preciosas tetas tuyas con mi leche. Pero será mejor que te quites la camisa y el sostén. Va a ser una buena corrida y a ver que le dices a tu madre si llegas a casa con leche de macho en la ropa.

Quitarse las prensas significaba soltarle la polla. Y ella no quería soltarle la polla. Por eso lo hizo a toda prisa. Casi se salta un par de botones. Se quitó la camisa y después el sujetador.

-Wow, Luz. Son perfectas - se admiró él a ver su preciosidades al desnudo.

-Gracias - dijo ella, volviendo a coger la polla y retomando la paja.

John se acercó más a ella. La punta de la polla quedó a menos de 10 centímetros de las tetas. Y a la nariz de Luz le llegó el olor. Un olor que se le metió en el cerebro, embriagándola.

-Póntela entre las tetas.

-¿Eh?

-Mi polla. Ponla entre esas dos tetazas.

Luz enderezó un poco la espalda y se acercó. Como había visto en varios vídeos, atrapó la polla entre las dos tetas y con las manos presionó.

No pudo juntarlas y encerrar completamente la barra entre ella.

-Aggg, joder... así...Luz...que morbo.

John empezó a moverse, a follarle las tetas a la blanca jovencita. Cuando empujaba, la polla casi rozaba con la barbilla de Luz. Empujó más a fondo y la gruesa cabezota rozó con el mentón. Siguió moviéndose, dándole de vez en cuando en el cuello o la barbilla.

Ella le miró. Con sus lindos ojos tras las gafas, sus labios resecos por el deseo. John pensó que sería súper excitante poder correrse sobre esa linda carita, llenarle las gafas de leche, dejarla preciosa. Pero no sabía cuál sería la reacción de ella. Había tenido alguna mala experiencia en el pasado, así que se dijo que correrse en sus preciosas tetas era igual de excitante.

Notó que se acercaba el momento. Su cuerpo empezó a mandarle señales de la inminente corrida.

-Ummmm Luz....que rico.... estoy a punto de correrme. Arrodíllate en el suelo...agggg, rápido.

Luz obedeció. Se arrodilló a los pies de John y le agarró la polla con las dos manos. Le quedó a la altura de las clavículas, así que con solo dirigirla un poco hacia abajo haría blanco en sus tetas.

-Dios... Luz...Me ...co...rrooo...

John, con los puños apretados, al igual que los dientes, miró como Luz acercaba su polla aún más a sus tetas. El primer y poderoso chorro de semen salió como una exhalación de la punta de su polla y se estrelló contra el seno derecho. Ella no dejó de mover sus manos. Movió la polla para que el siguiente disparo bañase su pecho izquierdo. El tercero calló justo entre las dos tetas.

Luz también estaba en éxtasis. Notaba en sus manos la salida de cada chorro. Lo veía salir y lo sentía chocar contra su piel. Entonces, cuando el cuarto latigazo blanco golpeó contra uno de sus pezones, se acordó de los vídeos que había visto. Se agachó más y el quinto espasmo de la polla marcó su cuello.

John no se pudo creer lo que pasó a continuación. Con asombro, vio como Luz se acercaba la polla a la cara y conseguía que el siguiente latigazo le acertara en la mejilla derecha y sobre el cristal de las gafas. El séptimo fue a parar a la otra mejilla. El octavo, ya casi sin fuerza, Luz lo depositó sobre su frente. Y el noveno, sobre su nariz y sus labios. Y todo sin dejar de bombear con sus manos.

Dejó de salir leche, pero ella no paró. Siguió pajeándolo. Presionó la polla contra su cara y se la pasó por toda ella, rebañando y esparciendo el espeso y cálido semen.

Cuando el roce fue insoportable, John le separó la polla de la cara. Ella levantó la cabeza y le miró, aunque por uno de los cristales no veía nada.

-Wow, Luz. ¿Dónde aprendiste a hacer eso? - preguntó, jadeando.

-¿No... te gustó? - dijo ella, temiendo no haberlo hecho bien.

-Joder. Pues claro que me gustó. Me ha encantado.

-Es que...en los vídeos... en Internet. Casi siempre los hombres se corren en la cara de las chicas.

-¡Bendita Internet! No seré yo quien se queje de que la pornografía está corrompiendo a la juventud, no señor - dijo John, riéndose a carcajadas.

La ayudó a levantarse. Estaba preciosa, con un goterón de semen en la frente y un poco aún en la nariz. El de las mejillas se lo había esparcido con la polla. El de las tetas estaba intacto hasta que John se las empezó a acariciar y untó la corrida como si fuera crema hidratante. Al pasarle las palmas por los pezones, los notó duros como piedras.

-Uy, parece que la niña está muy cachonda.

-No soy una niña - dijo Luz, molesta.

-Jeje, mujer, que era en plan cariñoso. Pero estás cachonda, ¿No? ¿Tienes el coñito mojado?

Ella asintió

-Quiero verlo. Desnúdate.

Le había hecho dos pajas. Él se había corrido en sus tetas y en su cara. Enseñarle el coño era una nimiedad comparado con eso. Y además, lo deseaba. Se abrió el botón del pantalón y los dejó caer. John se arrodilló y la miró.

-Me encantan las mujeres con bragas blancas. A ver... date la vuelta despacito.

Luz se fue girando, mirando a los ojos de John, que a su vez miraba el cuerpo de la chica.

-Joder Luz. ¡Pero qué buena estás! Tienes un cuerpo precioso. Mira que culito más lindo - exclamó el muchacho, sobándolo a conciencia.

Ella se sintió estupendamente al oír la sentida admiración de John. Deseaba a aquel hombre. La excitaba sobremanera. Estaba dispuesta a llegar a todo con él. Termino de darse la vuelta.

Entonces John llevó sus manos hasta la braguitas y empezó a bajárselas.

-John... lo siento...No estoy... depilada.

-No me importa. Es más. Me gustan los coñitos naturales.

-Es que... como en Internet...

-Sí, ya sé. Van todas depiladas. Es la moda, supongo.

Le bajó la prenda hasta medio muslo. Ante el apareció el rojo triángulo que formaba el bello pubis.

-Es precioso. Siéntate en la cama.

Con las piernas juntas, Luz se sentó al borde de la cama. John le terminó de quitar las bragas, dejándola completamente desnuda.

-Venga, Luz. Enséñame tu coñito.

El corazón de la muchacha estaba desbocado. Parte de ella no quería hacerlo. Pero los latidos de su sexo, la tremenda excitación que sentía, hicieron que lentamente empezara a abrir las piernas, exponiendo, por primera vez, su intimidad a un hombre. Un hombre que la miraba entre las piernas fijamente.

-Wow. Hija de mi vida. Qué coño más lindo tienes, Luz

-¿Lo dices de verdad?

-Claro que lo digo de verdad.

El vello púbico parecía ser muy suave, de un naranja pálido. Los labios se veían hinchados, húmedos. Y el clítoris era claramente visible

-Te lo voy a oler.

-¿Qué? - exclamó Luz, mordiéndose otra vez el labio.

-Que te voy a oler el coño, Luz.

Ella se llevó una mano a la boca y se mordió un dedo mientras atónita vio como John acercaba su cara hasta su coño y aspiraba.

-Ummmmm que rico huele, Luz. Me encanta tu aroma. Luz...

-¿Umm? - murmuró ella, al borde del orgasmo.

-Luz....Te voy a comer el coño.

Nada más sentir el roce de la lengua, Luz estalló. Su cuerpo fue recorrido por una intensa corriente de puro placer que aumentó exponencialmente cuando la lengua de John la lamió a lo largo de la raja de su coño. El muchacho recibió en la lengua los jugos que ella empezó a destilar y los sorbió con gula.

No dejó de lamerla durante el largo e intenso orgasmo, y cuando ella quedó relajada, fue cuando empezó de verdad a comerle el coño.

Luz se estiró sobre la cama, aferrada con sus puños a las sábanas mientras la poderosa y experta lengua hacía maravillas. No tardó en volver a correrse, arqueando la espalda sobre la cama, apretando los dientes, deseando gritar. Sentía la lengua por todas partes. En sus labios, en sus ingles. Incluso entrando y saliendo de ella.

Jamás pensó que un placer así pudiese existir. Se corrió una vez más, y luego otra. Y él no paraba. Seguía martirizándola con aquella endiablada lengua. Llevó sus manos hasta el ensortijado cabello del hombre que la estaba matando de placer.

-Agggg... John....dios...

Un nuevo y atronador orgasmo la partió en mil pedazos. Los músculos llegaron a dolerle debido a las fuertes contracciones del éxtasis.

Quedó, por fin, saciada. Aquella maravillosa lengua ahora más que placer le transmitía molestias, así que separó la cabeza.

-Ya...para John...para...por... favor.

John no se movió. Dejó de lamerla y se limitó a darle tiernos besitos en las ingles. Besos que la hacían estremecer entera. Luz se quedó un par de minutos quieta, con los ojos cerrados, jadeando.

Hasta que la boca de John, pegándose a la suya, le hizo abrir los ojos.

-Creo que te ha gustado que el negrito te comiera el coño,

-Uf, John, creí que me moría de gusto.

-De eso no se muere nadie. - dijo él, sonriendo -. Bueno quizás algún abuelo al que le explota el corazón en medio de un polvo.

La besó mientras le acariciaba las tetas con mimo. Luz llevó su mano hasta la polla de John, que no estaba dura del todo. La acarició y en pocos segundos volvió a todo su esplendor. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

-John... - le dijo, mirándole a los ojos, con las mejillas coloradas.

-Dime, preciosa

-Fóllame.

John sonrió. Una preciosa chiquilla, de piel blanca, ligeramente pecosa, que le tenía la polla cogida con una mano, le pedía que se la follara. El sueño de todo hombre.

-Luz, de verdad que nada me gustaría más que follarte. Pero... no puedo.

Él ya había dicho eso dos veces. Luz no entendía el porqué.

-Yo... lo deseo John. Deseo que tú seas el primero.

-Luz... te haría mucho daño. Mi polla es demasiado grande para tu coñito.

-No me importa. Yo... lo he visto. Hombres con la polla...grande...con chicas.

-Bueno, esas chicas ya están... rodadas. Acostumbradas. Pero no son tan pequeñitas como tú. Eres preciosa, toda una mujer, con un cuerpo precioso y deseable, pero eres menudita.

Luz sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. Lo deseaba tanto. Lo tenía al alcance de la mano, literalmente hablando, y él se negaba.

-Por favor, John...Hazlo despacito. Seguro que podemos.

-Mira. Hace un tiempo salí con una chica. Era parecida a ti, aunque no tan menuda. Lo intentamos. Fuimos con mucho cuidado, pero aún así le hice daño. Casi tenemos que salir corriendo a urgencias.

-Por favor...

-Que no puede ser chiquilla.

La abrazó y la besó, ahora con ternura. Ella no le soltó la polla en ningún momento, pero dejó de mover la mano. Con los ojos cerrados se dejó besar, se dejó acariciar. Y volvió a gemir cuando los dedos de John empezaron a recorrer la rajita de su coño. El calor volvió a invadir su cuerpo. El deseo renació y su mano comenzó una nueva paja.

John notó en sus dedos como ella se iba excitando. Con cuidado buscó la entrada de la vagina e introdujo, lentamente, uno de sus dedos. A pasar le la abundante lubricación pudo comprobar lo estrechita que era aquella vagina. Luz encogió el cuerpo.

-¿Te duele? - preguntó el hombre.

-No...

-¿Seguro? Es solo un dedo, Luz. Imagina si fuera mi polla.

John siguió masturbándola, follándola suavemente con un dedo primero y luego con dos, intercambiado la acción con caricias sobre el inflamado clítoris. Luz gimió de placer, gemidos que fueron ahogados en la boca del hombre.

Minutos después, fuertemente abrazada a él, Luz se corría con intensidad, enterando su cara contra el pecho de John. La dejó descansar varios minutos. Ella apenas se movía. Mantuvo los ojos cerrados. Mantuvo la polla agarrada.

El sonido del móvil de Luz la sobresaltó. Saltó de la cama y buscó en sus pantalones el teléfono.

-Es mi madre. ¿Qué coño querrá ahora?

-No sé. Contesta - le dijo John.

Luz deslizó el teléfono verde de la pantalla y se llevó el aparato a la oreja

-Dime.

........

-Salí...con Luisa. Ya te lo dije.

.......

-Que no tardo, coño.

......

-Ta'bien. Ya voy.

Colgó. Se empezó a vestir.

-Me tengo que ir. Mi madre quiere que la acompañe al súper. Es una pesada.

-Como todas las madres - dijo, John, riéndose.

Cuando Luz se vistió, miró hacia la cama. John estaba recostado. Su polla, ahora medio floja, descansaba sobre uno de sus muslos. Aún así se veía enorme. Pero él no se la quería meter.

John se levantó y se acercó a ella. La abrazó. Le dio un último beso y la acompañó, desnudo, a la puerta. Cuando llegaron, la polla ya se la había levantado del todo. Luz la agarró.

-Tú me vas a follar, John. Te lo aseguro.

-Ay, que chiquilla esta. - rio el chico - Pero si nos podemos dar mucho gustito el uno al otro sin tener que follarte. ¿O acaso no te gustó como te comí el coño?

-Ummmm, me encantó.

-Pues vente esta noche y te lo como otra vez.

-¿Y me follas?

-Que no, mujer.

-No podré venir ya más hoy. Mañana.

-Vale. Mañana te volveré a comer ese coñito tan rico que tienes.

Ella abrió la puerta lentamente y se aseguró de que ningún otro vecino estuviese en el pasillo. Soltó la polla y se marchó. John cerró tras ella.

+++++

Luz acompañó a su madre al súper, aunque de nuevo su mente no estaba allí. Estaba con John, con su enorme barra negra. Y así siguió durante la cena.

-¿Qué te pasa, Luz? - le preguntó su madre.

-¿Eh?

-Llevas todo el día ida, sin apenas hablar. ¿Tienes algún problema?

-No, no. No me pasa nada. Todo está bien.

-¿Seguro?

-Que sí.

Su madre la conocía muy bien, y sabía que algo le pasaba. Pero no insistió. Ya se enteraría.

-Ah, ya conocí al negro - dijo su madre de repente.

Luz dio un respingo.

-¿Sí? ¿Cuándo? - preguntó Luz.

-Esta mañana. Subimos en el ascensor. Es alto.

-Sí.

-Y fuerte.

-Y con una polla como una olla - dijo de sopetón su padre, riendo a carcajadas.

-Coño Manolo. No seas bruto - le recriminó la madre de Luz.

-¿Qué? - respondió el marido, poniendo cara de niño bueno.

Luz no se rio.

-Pues como la tenga arreglada al cuerpo... UF - soltó la madre, haciendo gestos como si se abanicara la cara.

-¡Mamá! - protestó ahora luz.

El padre, divertido, la dio una sonora palmada al trasero de su mujer.

-Calla, bandía. Que tú ya tienes suficiente con mi niño.

-¿Te refieres a tu niño... pequeño? - respondió a carcajadas la mujer.

-¿Cómo que pequeño? - exclamó el hombre poniendo caritas.

-Que no, tontito. Que es prefecto.

Luz se levantó de la mesa. No aguantaba a sus padres cuando se ponían cariñosos.

Se fue a acostar más temprano de lo habitual. Pero no fue a dormir. Se metió en internet a buscar vídeos. Vídeos de negros follándose a chicas, especialmente a las más pequeñas que pudo encontrar. Halló algunos de jovencitas verdaderamente menudas, empaladas a fondo por enormes trancas negras.

Miró con envidia y con deseo como aquellos coñitos se dilataban para dar paso a los oscuros, largos y gruesos invasores. Se masturbó con los ojos fijos en la pantalla, anhelando ser una de aquellas afortunadas mujeres.

Si ellas podían... ella podría

++++++

Sobre la una de la madrugada de ese mismo día John estaba acostado sobre su cama. No podía dormir. Su polla, enhiesta entre sus piernas, no le dejaba conciliar el sueño. Se la agarró y se empezó a masturbar.

Por supuesto, recordando a Luz, su linda vecinita. Aquella hermosa pelirroja de tetas estupendas que le había cascado dos estupendas pajas. Y la segunda haciéndole correr en aquellas tetazas y en su pecosa carita.

Notó humedad en la punta de su polla. Estaba babeando de deseo. Y no quería esperar a la mañana siguiente para tener más de la pelirroja, así que cogió su móvil y abrió el whatsapp.

-¿Duermes, preciosa?

A los pocos segundos, ella contestó.

-No.

-Ni yo. Tengo la polla dura, Luz.

Ella tenía a mano izquierda acariciando su coñito. Se había corrido ya un par de veces cuando el teléfono le silbó.

-¿Te estás tocando? - preguntó ella.

-Ummm, Sí. Me estoy haciendo una paja recordando tus lindas tetas, y lo guapa que estabas con mi leche en tu cara.

Luz se estremeció. Se frotó con más fuerza, girando las yemas de sus dedos sobre su inflamado clítoris.

-Pero no quiero hacerme una paja, Luz - añadió John - ¿Sabes lo que quiero?

-Follarme - respondió la chica, con esperanza.

-jajajaja. Veo que eres insistente. No, quiero otra cosa.

-¿Qué cosa?

-Una... mamada. Quiero que me chupes la polla y me hagas correr otra vez sobre tu cara. Pero esta vez toda la corrida irá sobre tu linda carita, como en los videos de Internet.

Luz cerró los ojos, apretó los dientes y se corrió entre gemidos de placer. Había contemplado una escena como la que John describía cientos de veces en sus vídeos, y ahora ella podría ser la protagonista.

Cuando su largo e intenso orgasmo terminó, pudo contestar.

-Vale. Mañana. Pero tendrás que enseñarme. Yo no sé hacerlo.

-Las pajas se te dieron bien, jeje

-Gracias.

-Pero no puedo esperar a mañana. Quiero la mamada ahora.

-¿Estás loco? Ahora no puedo

-Supongo que tus padres están dormidos

-Sí. Pero podrían despertarse.

-Ya. Pero no creo que miren en tu cuarto. Te levantas, vienes a mi casa sin encender luces. No se darán ni cuenta. Te espero con la puerta abierta.

Luz se lo pensó. Quería saber lo que se siente al tener una polla en la boca, pero tenía miedo de que sus padres la descubrieran. Aún así, probó suerte.

-Voy si me follas.

-Joder Luz. ¿No comprendes que no puede ser? Te podría romper algo ahí.

-Pero... podríamos probar. Si me duele paramos.

-Lo siento, Luz. Pero no puedo hacerlo.

-John, iré a tu casa ahora y te chuparé la polla hasta que te corras en mi cara...

-Bien, así me gusta, que recapacites. Vente ya.

-Pero solo después de que me folles.

-¡Coño Luz!

-Es lo que hay, John. Lo tomas o lo dejas.

"Jodía chiquilla", pensó John subiendo y bajando su mando a lo largo de su dura hombría. Tan tímida que parecía y ahora le lanzaba un ultimátum. O se la follaba o se quedaba sin mamada.

-Joder, está bien. Tú ganas. Pero si te rompo el chichi luego no me vengas con quejas.

-Bien. Ábreme la puerta, que ya voy.

John se levantó, desnudo como estaba y se dirigió a la puerta de su casa. Dejó la luz apagada para que al abrirla nadie pudiese ver nada. Esperó, con la polla palpitándole entre las piernas.

-Jodía - susurró dirigiéndose a su verga - Me vas a meter en un lío con esa chiquilla. Pero es que cuando te pones cabezona te da igual 8 que 80.

Oyó como una puerta se abría. Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad, y con la tenue luz que entraba por las ventanas del pasillo vio como una figura se acercaba a su puerta. Abrió la puerta del todo hasta que ella entró y cerró tras ella.

Lo primero que notó fue como las suaves manos de Luz le agarraban la polla en la oscuridad. Encendió la luz y vio a la guapa muchacha, con un sexy pijamita rosa ajustado, sosteniendo su verga con las dos manos.

-¡Qué dura, John! exclamó Luz.

-Tú me la pones así de dura, chiquilla.

Luz empezó a pajear la inmensa polla, notando como su coño mojaba el pijama. John se pegó a ella y le sobó las tetas.

-Pero que buena estás, Luz.

-Fóllame.

-¿Estás completamente segura?

-Sí. Después de que me folles, te chuparé la polla hasta que te corras en mi cara.

Donde casi se corre John fue en sus manos. Aquella menuda muchacha tenía la virtud de encenderlo como ninguna otra. Esa mezcla de contenida timidez y a la vez deseosa de experimentar era arrebatadora.

-Pues ven - le dijo - Que el negrito te va a follar.

La llevó hasta el salón y allí la desnudó, casi arrancándole el pijama. Comprobó que los pantaloncitos parecían mojados. La besó con pasión mientras ella seguía agarrada a su polla. La hizo sentar en el sofá, con el culete casi al borde y ella recostada hacia atrás. La abrió las piernas y se arrodilló entre ellas.

Luz le miraba con los ojos entornados. A los ojos y a la tremenda polla que le iba a clavar. Aquellas imágenes que tanto deseo le habían despertado por fin se iban a hacer realidad. Estaba a punto de ser empalada por un dios de ébano.

Se mordió el labio cuando vio como John se agarraba la polla con una mano y se acercaba a su coñito. Se estremeció cuando el chico le pasó la cabezota de su polla a lo largo de toda su rajita. Y se corrió cuando John le frotó directamente sobre el clítoris. Él la miró mientras se corría. Los ojos y los dientes apretados, el cuello estirado, el cuerpo en tensión. Hermosa. Muy hermosa.

Cuando el cuerpo se relajó, John bajó su polla y la puso a la entrada de la pequeña cueva. Y empezó a empujar, despacito, con cuidado.

Vio como el grueso capullo de su polla se abría paso, separando los rosados labios del coño de Luz. Siguió empujando, entrando centímetro a centímetro en aquella cálida y apretadísima vagina.

Luz volvió a tensarse. Notó como su sexo se estaba llenando, como se abría, dejando paso el enorme y duro invasor. Sintió un empujón de la polla y un ligero dolor.

-Aggggg- se quejó.

-¿Te duele? - se preocupó John, parando en seco.

-No...sigue...sigue...fóllame - suplicó, con los ojos cerrados.

 

John volvió a empujar. Su polla recomenzó su invasión. Miraba a la cara de Luz, buscando señales de dolor para parar. Cuando le había metido ya como 5 o 6 centímetros, paró al notar una barrera que le impedía seguir. Ella hizo una mueca de dolor. Se la sacó un poco.

-¿Paramos? - le preguntó.

-No...no pares...fóllame... Clávamela toda.

Volvió a empujar, y cuando notó otra vez aquella barrera, apretó hasta vencerla. Luz se tensó y apretó los dientes.

-Más...más... - suplicó, sin abrir los ojos.

El muchacho siguió entrando, despacito.

-Aggg... dios... John...me estás follando...me llenas toda. Que... gusto... Sigue... sigue...

John no se lo podía creer. Ya le había metido media polla y ella seguía pidiendo más. Y más le dio. Continuó clavándole su negra espada.

Luz sentía dolor, pero era soportable. Era más el deseo de ser follada, de ser penetrada. Apretó los dientes mientas la polla se abría camino en su cuerpo. De vez en cuando John paraba, le sacaba un poco de polla y se le volvía a meter, haciendo que el placer la invadiese en oleadas. Pero llegó un momento en que notó que la polla hacia tope, que llegaba al fondo de su coño. Cuando él intentó seguir el dolor fue más fuerte, así que le agarró las muñecas.

-Hasta ahí. No empujes más...

John miró. Tres cuartas partes de su polla estaban enterradas dentro de Luz.

Conociendo ahora el límite, empezó de verdad, a follarla. Despacito entró y salió del apretadísimo coño, con cuidado siempre de no traspasar el límite.

-Ya te estoy follando, Luz. Joder, te estoy follando.

-Sí... ay dios... sí...

Fue cogiendo más ritmo. La parte de su polla que entraba y salía del coño estaba mojada, brillante. Luz gemía cada vez más fuerte. Le miraba a los ojos, reflejando el ellos el intenso placer que estaba sintiendo. El dolor había desaparecido. Ahora había solo placer. Intenso placer. Que llenó su cuerpo y la hizo estallar en mil pedazos. Sus uñas dejaron marca en las muñecas del hombre que se la estaba follando con intensidad.

John gozó de las contracciones de la vagina de Luz, que se corría ante sus ojos, pero no dejó de follarla.

Al contrario, bombeó con más ímpetu. Le encantaba estar follándose a aquella preciosa chica. El placer de sentía al entrar y salir de tan apretada vagina lo estaba llevando a él mismo hacia el culmen de placer. No recordaba haber gozado tanto follando con una mujer como estaba gozando con Luz. Miraba su preciosa cara, sus labios, que reflejaban el intenso placer que estaba sintiendo. Sus maravillosas tetas, que se bamboleaban al ritmo de la intensa follada. Y miraba su polla, entrando y saliendo de aquel estrecho y acogedor coñito.

Ella volvió es estallar. Clavó sus uñas en la piel del chico, arqueó su espalda y gritó con fuerza hasta que John le tapó la boca con una mano. A esas horas de la noche todo se oye. Ella le mordió los dedos, temblando de placer.

John ya no pudo más. Su cuerpo también se tensó, agarrotando sus músculos, pero pudo sacar la polla de la maravillosa cueva antes de que el primer y poderoso disparo saliese de la punta de su verga en impactara contra las tetas y la barriga de Luz. Se incorporó, agarrando su polla, regando con su segundo lleretazo las tetas y el cuello de la pelirroja.

El tercero la alcanzó de lleno en la cara. Y el cuarto, el quinto, el sexto. Todos. John repartió su corrida sobre todo el rostro. frente, mejillas, labios... todo regado con espeso y cálido semen.

Luego, sin fuerzas, John se sentó a lado de Luz. Los dos jadeaban. Ella giró la cabeza y le miró. Sonrió.

-Al final no me la chupaste - dijo John, devolviéndole la sonrisa.

-Pero te corriste en mi cara.

-Sí, eso sí - respondió, mirándola de arriba a abajo - Bueno, no solo en tu cara - añadió

 

Luz se miró. Tenía leche de John en la barriga, en las tetas. Y en la cara. Ahí no la veía, pero la sentía.

-¿Ves? No me rompiste nada - exclamó Luz, divertida.

-Uf, menos mal.

-Me follarás otra vez, ¿Verdad?

-Pero chiquilla, si estoy agotado.

-No digo ahora. Digo mañana... y pasado... y otro, y el otro.

-jajajaja. Claro que sí.

-Me tengo que ir. No se vayan a dar cuenta.

-Vale. ¿A qué hora te vas a clases?

-Mañana entro a las 9.

-Lástima. Yo empiezo a las 8. Me habría gustado follarte antes de irme.

-Al medio día, antes de comer.

-Hecho. Mañana, antes de comer, te follo bien follada.

La acompañó al baño para que se lavara. Ver a la atractiva joven lavarse las tetas y la cara le puso la polla morcillona. Se puso detrás de ella y le agarró las tetas. Luz notó en su espalda el toque de la verga, que se endurecía por momentos.

-Se te está poniendo dura otra vez - le dijo, mirándole a través del espejo.

-Se la levantarías a un muerto, Luz. Qué buena estás.

-Me tengo que ir.

-Lo sé - respondió John restregándole la ya dura polla por la espalda.

Luz se estremeció. Sus pezones se endurecieron y su coñito se mojó otra vez. Se dio la vuelta y la polla le presionó a la altura del ombligo. La miró.

-Uf, me metiste todo esto - dijo, agarrándola con la mano derecha.

-Todo no. Quedó un trocito fuera.

Empezó una lenta paja, mirando al chico a los ojos. Él agachó la cabeza y la besó.

-Mañana me follas y me enseñas a chuparte la polla - le dijo ella.

-Como sigas así, no espero a mañana - respondió él, acariciándole el culito, aunque estaba agotado.

-Me tengo que ir.

-Y yo tengo que descansar.

Se separaron. Pero ella no soltó la polla. Con gusto se la habría llevado a su casa. Al final, la soltó, se puso el pijama y se marchó a su casa, cruzando el pasillo en la oscuridad.

Llegó a su cama, se acostó y se durmió casi en el acto.

+++++

A la mañana siguiente, durante las clases, Luz seguía en la luna de valencia. Dio un respingo cuando Luisa le dio un codazo en el costado.

-¿Qué te pasa Lucesita? Estás más despistada que de costumbre.

-Nada... estoy bien

Luisa la miró de arriba a abajo, cerrando un ojo, como escudriñándola.

-Te conozco como si te hubiese parido, guapa. Desembucha.

Luz se sintió acorralada. Además, tenía la necesidad de contárselo al alguien. Y solo se lo podía contar a Luisa.

-Desde hace unos días tenemos un nuevo vecino en casa - le susurró a su amiga.

-Ajá. ¿Y?

-Anoche... mientras mis padres dormían, me folló en su casa - volvió a susurrar, ruborizándose.

-¡JA! - dijo Luisa en voz alta.

-¿Qué decía, Srta. Gómez? - preguntó el profesor de economía aplicada desde la pizarra.

-Eh, no, nada, profe. Disculpe. Que no entendí bien. Pero ya lo pillé.

La clase siguió con normalidad, pero Luisa le susurró a Luz que en el descanso le contaría todo, todo. Con pelos y señales.

A las menos 5, nerviosa, Luz acompañó a Luisa a los pasillos.

-¿Cómo que el nuevo vecino te folló anoche?

-Pues eso...Que ya no soy virgen.

-Joder con la mosquita muerta. ¿Y cómo es que no me habías hablado del nuevo vecino?

-No sé. No salió la conversación.

-No salió la conversación, dice. ¿Qué me ocultas Luz?

-Yo... nada - dijo, bajando la mirada.

Luisa le subió la cara tirando de su barbilla.

-¿Qué? ¿Es un viejo? ¿Un yonki? ¿Un gordo barrigudo?

-Es...

-¿Qué coño es?

-Es negro - soltó al fin Luz.

Luisa se quedó unos segundos paralizada.

-¿Quieres decir... que tu vecino negro.... te folló anoche?

-Sí - dijo, tajante, Luz.

-¿En su casa?

-Sí.

-¿Mientras tus padres dormían?

-Sí

 

Luisa la miró un par de segundos, sin decir nada, hasta que estalló en una sonora carcajada.

-Claro, claro....jajajaja. Hay Lucesita. ¡Qué imaginación tienes! Un negro te folló anoche.

-Es cierto

-Sí, sí. Vamos anda. Jajajaja qué bueno, nena.

Luz sintió rabia hacia su amiga, por no creerla.

-¿Recuerdas ayer, cuando me llamaste y me enviaron un wasap? - le preguntó.

-Sí, la bobería familiar. ¿Por?

-No era una bobería familiar. Era él

-Y yo que me lo creo.

Luz se sacó el móvil del bolsillo, buscó la conversación y le pasó el teléfono a su amiga. Cuando luz lo cogió y vio aquella primera foto, no pudo creérselo. La abrió, la amplió, buscando signos de retoque. Leyó la conversación. Si era una broma, estaba muy bien montada.

-Joder... Luz. ¿No me estás mintiendo en esto, no?

-No.

-¿Es su polla de verdad?

-Uf, sí.

-¿Y te metió todo eso en el coño?

-Todo no. Hizo tope.

-Madre del amor hermoso, Luz. Madre del amor hermoso.

Luz se sintió exultante. Por fin hacía algo que asombraba a su amiga. Algo que la ponía por encima de ella.

-¿Cuando me vas a presentar a tu vecino, Luz?

-¿Qué? ¿Pa...para qué?

-Para qué, dice. ¿Tú qué crees? Tengo que catar esa mamba negra.

Luz se arrepintió de haber sido tan bocazas. John era suyo. Solo suyo.

FIN… POR AHORA.

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