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Feliz cumpleaños, mi amor

en Hetero: General

Por fin había llegado el cumpleaños de Juan. Cuarenta y cinco taco sólo se cumplen una vez. Su mujer, Ana, llevaba casi un mes diciéndole que para ese día tenía algo preparado. Por más que él lo intentó, ella no soltó prenda.

-Venga, mujer, dame una pistita.

-Que no, pesado. No insistas más. Será una buena sorpresa, te lo aseguro.

-Joooo, que queda mucho.

-Nanay.

Esa mañana, antes de irse a la oficina, Juan volvió a insistirle.

-Ya es mi cumpleaños. ¿Cuál es la sorpresa?

-Felicidades, mi amor. Aguanta un poquito más. Al medio día, cuando vuelvas de la oficina, te la daré.

La despidió con un beso y se marchó.

Justo a las dos salió corriendo para su casa. Deseaba saber qué le había preparado su mujer, que sorpresa era.

Llegó, abrió la puerta.

-Anaaaa. Ya estoy aquí. Quiero mi regalo ya.

Silencio. Ana  no contestó. La buscó en la cocina. Nada. De allí pasó al salón.

Sobre la mesa vio una rosa roja, junto a lo que parecía una DVD, una nota y un sobre cerrado. Sonriendo, se acercó y cogió la nota.

"Hola mi amor:

Por fin llegó el momento de darte mi regalo. Aquí tienes un DVD y un sobre. Mira primero el DVD. El sobre no lo puedes abrir hasta haberlo visto. Espero que te guste.

Besos.

Tu esposa".

Juan sonrió. Se imaginó que en DVD habría algo picante. Ella sabía que a él le gustaban esas cosas. Nervioso, lo sacó de la caja y lo puso en el reproductor. Encendió la tele plana de 50 pulgadas y se sentó a disfrutar lo que su esposa le había preparado.

Empezó la película. Apareció una imagen de su mujer. Se había maquillado y estaba preciosa, mirando a la cámara. Se le veía de mitad de pecho hasta la cabeza. Detrás, se vía su cama. Estaba en su habitación matrimonial.

-Hola mi amor. Felicidades. Eres un año más viejito. Conociéndote, seguro que ya te estás poniendo cachondo.

Era verdad. La polla se le estaba empezando a poner dura dentro del pantalón.

-¿Recuerdas el día 12 de abril? Fue hace como dos meses. Yo sí lo recuerdo.

Juan hizo memoria. Pero no recordaba nada especial ese día.

-Ese día salí a media mañana de la oficina. Me sentía mal, y me vine a casa.

Juan se puso tenso. Ahora empezaba a recordar.

-Y cuando entré por la puerta... ¿Qué crees que oí? Oí la voz de Clara. Clara, mi amiga del alma. Se la estaban follando. No me lo podía creer. Algo me dijo que no podía ser nadie más que tú. Me acerqué sin hacer ruido a nuestra habitación...

Juan empezó a sudar.

-Y allí te vi. Follándote a mi mejor amiga, en mi propia cama. La tenías a cuatro patas, como a una perra, y ella no hacía más que pedirte que le dieras más polla. Me sentí humillada, traicionada. Me destrozaste, cabrón.

Juan se sintió mareado. Lo había pillado. Pero su mujer no parecía enfadad en el video. Hasta sonreía.

-Tranquilo, hombre. Que no te voy a  matar. Me fui como entré, sin hacer ruido. Pensé en muchas cosas. Incluso llegué a decirme que era culpa mía. Que quizás yo no te sabía dar lo que deseas. Ya sé que me has pedido algunas cosas que no he querido darte.

Eso era cierto. Juan a veces le había pedido que fuera más caliente en la cama, pero ella no accedía a ciertas cosas.

-Quizás deberíamos haberlo hablado más y no habríamos llegado a esto. Pero ya está hecho. Pasé unos día muy mal, pero entonces me dije...Si él puede follarse a otra... ¿No puedo yo hacer lo mismo?

Juan dio un respingo en su asiento.

-Y eso voy a hacer, Juan. Me voy a follar a otro. Y lo voy a hacer ahora, delante de la cámara. Para que no te pierdas detalle. Sé que lo vas a disfrutar. ¿Cuántas veces me pediste hacer un video porno? Pues mira, lo estoy haciendo ahora.

Ana giró la cabeza, sonrió a alguien e hizo una seña con el dedo, pidiendo que se acercara. Para asombro de Juan, en la pantalla apareció un hombre. No se le veía más de de rodilla hacia arriba y hasta medio pecho. Estaba de pie y Ana debía de estar sentada.

Cuando Juan vio como Ana llevaba, mirando a la cámara y sonriendo una mano hacia la polla del desconocido y empezaba a sobarla, se le puso la polla dura.

-Ummm, Juan, le noto la polla dura. ¿La tienes tu ya dura? Seguro que sí. Sácatela y menéatela mirando a tu mujercita.

Juan lo hizo. Se sacó la polla mirando como Ana le acariciaba la polla por encima del pantalón a otro. Vio como la recorría con los dedos.

-Uf, parece que tiene una buena polla. Se la voy a sacar

La mano de Juan empezó a subir y bajar a lo largo de su polla. En la televisión, su mujer le bajó la bragueta al hombre, metió la mano y le sacó la polla.

-Wow, Juan. ¿Has visto que pollón? Es...enorme. Mucho más grande y gorda que la tuya.

Ana también le sacó los dos huevos. Agarró la polla con una mano y empezó a moverla.

-¡Qué dura está, mi amor! Se me está empezando a mojar el coño.

Mirando a la cámara, como si mirase a Juan a los ojos, Ana acercó su boca a la punta de la polla y le dio un beso. Después, sacó la lengua y lamió la punta.

-Qué rica polla, mi vida. ¿Sabes? He visto la clase de videos que te gusta mirar en internet. Esos en donde una zorra se arrodilla a los pies de un buen macho y le hace una profunda mamada. ¿Te gustaría ver cómo me arrodillo y le chupo la polla?

-Joder, sí - dijo Juan dirigiéndose a la televisión como si ella pudiese oírla.

Ana sonrió.

-Supongo que sí querrás. Seguro que ardes en deseos de verme actuar como una de esas zorras. Ummmm, creo que a mí también me va a gustar.

Ana, lentamente, se arrodilló. La boca le quedó un poco por debajo de la poderosa polla. Se colocó de casi completamente de perfil con respecto a la cámara, pero de manera que pudiera mirarla sin mucho esfuerzo.

Abrió la boca y empezó a chupar la polla.

-Ummmm que rica está. Y como me llena. ¿A ver hasta dónde me cabe?

Juan miró con asombro como Ana se empezó a tragar la polla, lentamente. Cuando más de media polla estaba dentro de su boca, se la sacó del golpe y tosió.

-Uf, que me ahogo. Es demasiado grande. No me cabe más.

Comenzó entonces una sensual mamada, lenta, mirando a Juan a los ojos. Se pasaba la polla por la cara, por los labios. Lamía todo el tronco. Incluso se metió en la boca los huevos, uno a uno. Juan miraba embelesado la estupenda mamada que su mujer le estaba haciendo a la polla de aquel desconocido.

Y se pajeaba furiosamente mirándola. Ella nunca se la había chupado a él así. Era de verdad como mirar un video porno en internet. Sólo que la chica era su esposa. Eso lo calentaba aún más.

Ana aceleró la mamada. Se empezaron a oír leves gemidos del hombre.

-¿Le oyes mi amor? Creo que le está gustando como se la chupo.

Juan vio como Ana levantaba la vista, mirando al hombre cuya polla tenía cogida con una mano. Después volvió a mirar a la cámara.

-Sí, le está gustando mucho. Me mira con cara de placer.

Ana tenía la cara brillante. La saliva que depositaba en la polla la esparcía después por sus mejillas cuando se pasaba la polla por el rostro.

-¿Qué es lo que siempre me pides cuando te la mamo? Ummmm sí, eso que siempre has deseado pero que nunca he dejado que hicieras. Pues ahora a él se lo voy a permitir.

-Cabrona - dijo Juan, al borde del orgasmo.

-Sí mi amor. Se lo voy a permitir. Le voy a dejar que corra en mi cara, que me la llene toda de su espesa y caliente leche. ¿Sabes una cosa? Le pedí que no se corriera durante varios días, así que debe de tener los huevos bien cargados de leche.

Ana levantó la vista, y dirigiéndose al desconocido, le dijo.

-Venga, úsame. Córrete en mi cara. Enséñale a mi marido como me la dejas llena de leche.

Apareció una de las manos del hombre. Agarró a Ana por el pelo y le levantó la cara. Ana empezó a mover la suya con rapidez, pajeándolo con fuerza.

-Umm, sí, eso es. Lléname de leche. Que mi marido me vea como a una de esas zorras de internet.

De la polla salió un impresionante chorro de leche, blanco, espeso, que cruzó la cara de Ana desde la barbilla hasta la ceja derecha. Ana cerró los ojos y Juan al borde del orgasmo se maravillo de la copiosa corrida que su mujer estaba recibiendo en su cara. Ella siempre se negó a permitírselo y ahora aquella polla no dejaba de lanzarle chorro tras chorro. El hombre le movía la cabeza para dirigir los disparos por toda la cara.

Cuando terminó de correrse, la soltó. De la polla salía un hilillo de semen que colgaba hasta la cara Ana. Ella se giró hacia la cámara, con los ojos cerrados, cubiertos de semen.

-¿Estoy guapa, mi amor?

Juan no pudo más. Se corrió con intensidad, manchándose la camisa y los pantalones. No dejó de mirar como de la cara de su mujer empezaba a gotear el semen poco a poco.

El hombre le quitó con los pulgares el semen que le había caído sobre los párpados  Ana pudo abrir los ojos.

-Ummm, mi amor. Cómo siento la cara. Caliente. Y como huele esta leche. Estoy tan cachonda. Me ha gustado mucho que se corriera en mi carita. Sé que a ti te ha encantado. Siempre has sido un guarrete.

Ana miró a la polla. Con la lengua lamió el semen que le colgaba de la punta.

-¿Te has dado cuenta? Se acaba de correr como un burro en mi cara y aún su polla sigue dura. ¿Cómo es eso? Cada vez que tú te corres se te afloja enseguida.

Era cierto, menos esa vez. Juan tenía la mano cubierta de su leche, pero estaba tan caliente por lo que su mujer estaba haciendo que seguía con la polla dura.

-Creo que le voy a tener que pedir que me folle. ¿No crees mi amor?

-Sí, zorra. Que te folle bien follada - gritó Juan volviéndose a pajear.

Ana miró nuevamente la polla.

-Uf, que gruesa es. Me da miedo. Mucho miedo, Pero le he dejado correrse en mi cara. Ahora le voy a dejar hacerme eso que también me pides siempre y que siempre te digo que no. Le voy a dejar que me dé por el culo.

Los ojos de Juan se abrieron como platos. Ese era su mayor deseo. Siempre insistía, le decía que lo haría con cuidado, pero ella se negaba rotundamente. Y ahora se lo iba a permitir a aquel tipo. Iba a dejarse encular por aquella polla que era más grande que la suya.

Vio como Ana se subía a la cama y se ponía a cuatro patas, pero mirando a la cámara. Vio como el hombre se ponía detrás de ella. No le veía la cara, pero sí vio como le subía la falda.

-Mi amor. Me van a follar el culito...Uf....

Por los ojos de ella, Juan supo que se la estaba metiendo. Los entornó y puso una mueca de dolor.

-Agggggggg me la está...clavando....mi amor....me está...metiendo la polla...en mi cerrado culito...

El corazón de Juan latía a mil por hora. Delante suya, en una televisión enorme de 50 pulgadas, miraba a su mujer siendo follada por otro. Tenía la cara llena de semen. Goteaba sobre la cama, bajando por sus mejillas, sobre sus labios. Ella, de repente, se tensó.

-Agggggggggggggggggggg Ya...ya...Dios mío...Juan...me la ha metido toda. Me ha clavado toda su polla en el culo. Me duele...me duele....pero.....ummmm me gusta.

-Cabrona... ya sabía yo que te iba a gustar que te rompieran el culito. Ahora vas a saber lo que es bueno.

El hombre empezó a encularla, a follarla. Los golpes que de daba hacían que ella se moviera.

-Ummm mi vida, que cosa más rica. Apenas me duele, pero...que gustoooooooo. Es maravilloso sentirme así, tan llena.

Juan observó como Ana meneaba las caderas, como buscaba con su culito la polla. Tenía los puños cerrados, apretados, y un expresión de puro placer en su rostro. Sacaba la lengua para lamer el semen que le iba escurriendo sobre los labios.

-Agggg, mi amor...creo que...me correré. Sí, sí, me correré como una perra con su polla en mi culito... Que placer....agggggggg

Juan miró varios minutos como su esposa era salvajemente sodomizada en su cama, por la gruesa polla de un completo desconocido, al menos para él. Se pajeaba mirando su cara, rota de placer. Gemía cada vez más fuerte.

-Ya... no puedo más....me voy a correr...aggggg, dios mío....lléname...lléname el culito de leche....ya...ya.....

Oyó gruñir al hombre. Vio como le daba dos sacudidas tremendas a Ana. Vio como ella se tensaba, como lo ojos se le quedaron en blanco. Su amada esposa se estaba corriendo mientras aquel hombre le llenaba el culo de leche.

Juan se corrió con ellos. Una segunda corrida se sumó a la que ya manchaba su ropa.

Cuando terminó su placer, jadeando con fuerza, miró la pantalla. Ana, con la cara apoyada en la cama, también jadeaba. Tenía una sonrisa en la cara.

-Ummmm, mi amor. Siento el calor de su leche dentro de mí. Se ha corrido como en mi cara. Mucha leche para mí.

El hombre se bajó de la cama y desapareció de escena. Ana siguió con el culito en pompa. Se puso las dos manos debajo de la barbilla.

-Pues ya está, Juan. Me acaban de follar bien follada delante de ti. Mira mi cara, aún gotea leche de macho. Seguro que tú también te has corrido mirándome. Espero que te haya gustado mi regalo.

Ana se sentó en la cama. Siguió mirando a la cámara.

-Ah, se me olvidaba. Aún queda otro regalo, el sobre. Ya puedes abrirlo. Son los papeles del divorcio, hijo de puta. Fírmalos si quieres. Me da lo mismo que lo hagas o no. He hecho las maletas y me he largado de casa, para siempre. Quédate tú con la zorra de Clara. O a otra boba cualquiera que te aguante. Yo he encontrado una polla mejor que la tuya. Chaooooooooooooooo.

La pantalla se puso en negro. Juan se quedó mirando como un tonto varios segundos. Cuando reaccionó, se levantó corriendo y fue a su cuarto.

Las gavetas estaban abiertas. Faltaba casi toda la ropa de Ana.

Sintió que las piernas le flaqueaban. Se sentó en la cama.

Ese cumpleaños no lo iba a olvidar en la vida.

FIN

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