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Confidencias en el diván 3 . Papi no quiere

en Amor filial

No entiendo por qué papi no me quiere follar. ¡Pero si todos quieren!

Sé que estoy muy buena. No paran de piropearme por la calle. No paran de meterme mano en el autobús. Don Carlos, el de la carnicería, se pone loquito mirándome las tetas. Yo para calentarlo, las apoyo contra el expositor. Jeje, cuando no lleva el delantal, se le nota la polla dura. Para calentarlo un poco se la miro fijamente, y si no hay nadie esperando, siempre le digo alguna cosita picante. Jajaja... Cuando me voy lo dejo sudando y cachondo perdido.

Pero papi no me quiere follar.

Por ejemplo. Hace unos meses saqué un diez en el examen de historia. Sólo me costó hacerle una rica mamada a Don Jaime. Siempre me pone unas gafas que guarda en su despacho y me pide que me arrodille delante de él. Yo le saco la polla y los huevos y después pongo mis manos en sus muslos. Me gusta mucho como gime cuando me paso su polla por la cara, como entorna los ojos cuando me la meto en la boca y se la chupo despacito. Cuando se va a correr me agarra la cabeza con las manos y me folla la boca hasta que estalla. Me dice de todo. Que soy una buena mamona, que soy una preciosa zorrita... A veces se corre dentro de mi boca y yo se la enseño abierta después, llena de su corrida, antes de tragármela toda. Otras veces me la saca en pleno orgasmo y me llena la carita con su leche, sobre todo las gafas. Es extraño, pero don Jaime nunca me ha querido follar. Solo quiere que se la chupe.

Cuando llegué a casa, contenta con las notas, fui a abrazar a papi. Se puso muy contento al ver el diez. Me dijo que era una niña muy buena, que estaba orgulloso de mí. Yo estaba sentada a su lado. Me di cuenta enseguida de como me miraba de reojo, disimulando, el escote. Siempre llevo un buen escote que resalta mis lindas tetas. Cuando papi me las mira siempre me pongo cachonda.

-¿Te gustas mis tetas, papi? - le pregunté.

El miró hacia otro lado, tratando de disimular. Lo que no pudo disimular fue el bulto de su polla en el pijama. Se le pone dura muy a menudo cuando estoy a su lado. Acerqué mi mano y se la empecé a acariciar.

-Ummm, papi. ¡Qué dura tienes la polla! ¿Es por mí?

Como siempre, no dijo nada. Miró hacia otro lado mientras le sobaba la polla. Mi coñito ardía de deseo por él. Metí la mano por la parte de arriba y le agarré su dura estaca. Tiré del pijama y se la saqué.

Ummm, que ricura de polla tiene mi papi. De todas las que he visto, es la más linda, sin duda. La que más me gusta. Pero papi no me quiere follar. Empecé a hacerle una pajita, lentamente, apretando la mano alrededor de su gruesa polla. Él seguía mirando hacia otro lado, como si nada pasara, con los labios apretados. Me arrodillé entre sus piernas y empecé a darle besitos a la polla, con mimo. Le miré a los ojos. Papi me miraba de vez en cuando, pero enseguida apartaba su mirada.

Le pasé la lengua a lo largo del tronco. Hice circulitos alrededor de la punta y me la metí en la boca. La polla de papi es la que mejor siento en mi boca. Porque es su polla. Don Leandro me enseñó a tragarme una polla como es debido. Pero la de papi no me cabe toda. Me la empecé a meter despacito. Llegó a mi garganta y seguí tragando. Apenas quedó fuera de mi boca 5 de centímetros de su polla. Sé que eso le gusta mucho a papi. Me mira fijamente, con los labios entre abiertos. Siempre dice lo mismo..."Ay, Dios".

Aunque nunca me lo ha dicho, sé que a papi le encantan mis tetas. Así que aproveché que me miraba para tirar de mi vestido hacia abajo y liberarlas. Sus ojos se clavaron en ellas. Me saqué la polla, brillante de saliva, de la boca y la puse entre mis tetas. Me las apreté y empecé hacerle una paja con ellas. Una cubana, como lo llamaba Don Ramiro, el del quinto. La polla de papi se deslizaba entre mis tetas. Cuando yo bajaba, sacaba mi lengua y le daba lamiditas en la punta.

Entonces papi ya no miraba hacia otro lado. Me miraba a mí, a mis tetas. Apretaba sus puños con fuerza y gemía. Ummm, me gusta como gime papi. Aceleré la paja  y él aumentó sus gemidos. Solo decía..."Ay Dios...ay dios...no puede ser...no puede ser... esto no está....bien".

Otra cosa que me gusta de la polla de papi es como se corre. A borbotones, con grandes y espesos chorros de leche. Y...uf, cuanta leche echa mi papi cuando se corre. Aunque lo he intentado muchas veces, nunca  me la he podido tragar toda. Siempre parte de su corrida se me escapa de la boca. Noté que se iba a correr. Su polla empieza a tener espasmos, se muerde el labio y se pone tenso.

Vaya corrida que tuvo ese día mi papi. El primer chorro salió disparado de entre mis tetas y me dio en la barbilla. Seguí subiendo y bajando a medida que se corría. Los chorros me daban en la cara, en el cuello. Hasta en pelo. Papi no apartó la mirada de mí durante toda su corrida. Los últimos chorritos, más flojos, quedaron en mi pecho y bajaron por entre el canalillo de mis tetas.

Mi coño era un laguito entre mis piernas. Necesitaba su polla. Ya no podía más.

-Papi...papi.... ¿Cuándo me vas a follar? Se bueno, papi. Fóllame... por favor, fóllame ahora.

Siempre igual. Después de correrse le llegaba el arrepentimiento. Decía que era un depravado, que aquello estaba mal. Que era su niñita linda y que no podía tocarme. Que un padre no puede hacer esas cosas con su hija. Su polla aún palpitaba entre mis tetas, su leche goteaba de mi cara y él decía que aquello estaba mal.

Se levantó con brusquedad y salió corriendo a su cuarto, cerrando la puerta con fuerza. Me dejó allí, cachonda perdida, escurriendo piernas abajo. Me levanté y tal como estaba salí de casa. Toqué en la puerta del vecino, de Don Leandro. Abrió y me vio con la cara y las tetas llenas de leche.

-Hola Don Leandro. - le dije

"¿Sigue sin querer follarte tu padre?", me preguntó.  Le dije que sí, apenada. El me hizo pasar. Él sí que me follo. Durante toda la tarde. Regresé a casa con leche en la barriga, leche en el coñito y un poco en el culito.

¿Por qué todos me quieren follar y papi no? No lo entiendo. Si hasta el tito Tomás me folla. Y tito Luis. Ah, y tito Juan. Bueno, tito Juan no es en realidad mi tío, pero me folla. Papi no.

Y mira que se lo pongo fácil. Muchas noches, mientras esté en el salón viendo la tele, aparezco desnuda y me acuesto a su lado, en el mismo sofá. Mi cabeza en el apoyabrazos y mis pies en su regazo.

Me empiezo a hacer una pajita,  con las piernas bien abiertas, para que papi vea lo mojado que tengo el coñito. Al principio no me mira, pero poco a poco se olvida de la tele y mira hacia mí. Mira como mis dedos recorrer mi raja, como los meto en mi coño, como me los chupo. Mira como me acaricio las tetas.

Su polla se va poniendo dura. Yo se la acaricio con los pies. Y se lo pide. Le digo que estoy muy cachonda, que lo deseo. Que deseo que me folle.

-Papi... por favor...fóllame. Mira mi coño lo mojado que está. Es por ti. Fóllame ya, papi...

Él solo me mira. Lo máximo a que llega es a acariciarme los pies, a presionarlos contra su polla. Una vez conseguí sacársela del pijama con los pies y le hice una paja con ellos. Me los dejó llenitos de leche. Me corrí con él. Pero lo que yo deseaba era esa leche en el fondo de mí.

Me cuelo en el baño cuando se está duchando. Me meto en la bañera con él y le suplico que me folle. Papi dice que no, que no puede follarme. Que eso no estaría bien. Lo dice mientras acaricia mi cabello, pasando su polla por mi cara. Dice que no puede follarme al tiempo que se corre, llenándome la boca con su leche en tal cantidad que escurre por la comisura de mis labios y cae barbilla abajo.

Ya no sé qué hacer. Me estoy empezando a desesperar.

Hoy Paquito, el portero, me notó triste. Es un hombre algo mayor, que siempre me come con la mirada. Tan triste estaba yo que se lo conté todo. Él me escuchó, comprensivo. Me llevó al almacén en donde guarda las cosas para la limpieza. Me trató con mucho cariñó, diciéndome cosas lindas, dándome tiernos besitos en la frente. Me hizo sentir bien.

Besó mis labios y rozó mis tetas con sus dedos. Yo le dejé. Era muy tierno. Me sentó en una mesa llena de cosas, que apartó de un manotazo. Siguió con sus tiernos besitos. Su mano subió por mis mulos y se metió por debajo de mi corta faldita. Ummmm me acarició el coñito por encima de la braga.

Uf, cuando comprobó que yo estaba mojada, se transformó. Me quitó las bragas, se sacó la polla, me abrió de piernas y me la clavó. Su polla era bastante gorda y me sentí bien llena. Me folló de una manera salvaje, haciendo que las cosas que quedaban en la mesa fueran cayendo al suelo.

Sin dejar de clavarme su pollón me decía, entre jadeos "Mira que tu padre es bobo. Mira que no querer follarse a un bombón como tú. Yo te follaré todo lo que quieras, preciosa"

Y vaya si me folló. Debía de hacer mucho que Paquito no follaba, porque se corrió enseguida dentro de mi coño, bufando como un todo. Pero no paró de follarme. Siguió metiendo y sacando su polla, sin descanso. Noté como su leche escurría de mi coño y bajaba por la rajita de mi culo hasta la sucia mesa.

Esa segunda vez aguantó mucho más. Me sobó las tetas a placer, follándome como un loco. Me hizo correr rico muchas veces. Jamás pensé que Paquito follase tan bien. Solo paró cuando volvió a correrse en lo más profundo de mi coño, apretando con fuerza mis tetas.

Me sacó la polla, que goteaba un poco de su leche. Me quedé sobre la mesa, abierta de piernas, rezumando sus corridas sobre la mesa.

Ummm, entonces Paquito hizo algo que nadie había hecho. Se arrodilló y empezó a comerme el coñito. Claro que me lo habían comido antes, muchas veces, pero nunca así, llenito de leche. Aggggg, que rico me lo comió. Me sorprendió lo bien que me comió el coño Paquito. Me hizo correr tres veces en su boca.

Le dejé las bragas de regalo y subí a casa. En el ascensor volvió mi tristeza. Si hasta Paquito, el portero, que podría ser mi abuelo, me follaba... ¿Por qué papi no?

Me fui a dar una ducha para limpiarme. Y allí, de repente, me di cuenta de que había sido una tonta. Si papi no me quería follar... ¿Por qué no me lo follaba yo a él?

Tracé un plan. Esa noche, cuando estuviera en su cama, me metería en ella con él. Le haría, como tantas noches, una rica paja, o una mamada. Y cuando la tuviese bien dura, en vez de suplicarle que me follase, me subiría sobre él y me sentaría sobre su polla.

Ummmm, al fin papi me iba a follar.

FIN

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