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Deseándola

en Amor filial

Se está bañando. Oigo el agua correr. Ella nunca cierra la puerta, así que sigilosamente me acerco y miro desde fuera. Pero desde allí no se ve la bañera.

Siempre la estoy mirando, sin que ella se dé cuenta. La deseo desde que el deseo nació en mí. He llegado a ver sus muslos, largos y torneados. La he visto en bragas. Sus caderas son perfectas. Su culo redondo, amplio, apetitoso. Cuando camina de espaldas a mí mis ojos no se apartan de sus nalgas. Una vez atisbé a la lejos sus tetas, pero atrapadas en un sujetador que apenas podía contener aquellas dos esplendidas redondeces.

Ella no me vio.

Abro más la puerta. Pero desde fuera no podré ver nada. ¿Y si entro? Quizás no me vea. Está en la ducha. Si me escondo detrás de la puerta, junto al armarito, no me verá.

Mi cuerpo quiere entrar. Mi cabeza dice que no. Pero al final gana mi deseo. Así que sin hacer ruido me cuelo y me escondo en el hueco que hay entre la puerta y el armario.

Y desde allí la veo. Mi corazón se desboca y mi polla amenaza con romper la tela de mi pijama. Veo todo su cuerpo. Su cabello largo, rizado, mojado sobre la espalda. Su cara preciosa. Sus tetas. Oh, sus tetas. Grandes, blancas, coronadas por dos oscuros pezones. Están cubiertas de jabón. Todo su cuerpo está enjabonado.

Ella se pasa las manos por ese adorado cuerpo. Se está lavando, pero para mí es como si se estuviese acariciando. Las tetas, esas tetas que me tienen loquito. Las recorre con sus palmas. Las levanta, las llena de jabón.

 Baja hasta su barriga. Se entretiene en ella. En su caderas. Su mano derecha por la izquierda y la izquierda por la derecha. Es como si se abrazara a sí misma. Y eso hace que sus tetas se levanten aún más. Esas tetas...

No puedo más. Tengo que tocarme. Meto una mano por dentro de mi pijama y atrapo mi polla. La siento palpitar entre mis dedos. Sin sacar la mano me acaricio... Arriba...abajo... despacito. Apretando. Y mirándola en la ducha.

 Sus manos siguen bajando, lentamente. Su pubis es negro. Como su cabello. Pero ahora está lleno de jabón. Ummm, se frota. Con una mano se frota el pubis. Y mi polla se tensa aún más.

Su  mano sigue... bajando. Abre las piernas un poco y la mano se mete entre ellas. De la punta de mi polla mana líquido pre seminal cuando mis abiertos ojos ven como ella se pasa los dedos por la rajita de su coño, enjabonándolo. Para mí es como si se estuviera masturbando, pero sólo se está lavando. Su otra mano hace lo mismo con su culito. Se la pasa por las nalgas y por la hendidura que las separa.

No lo veo. Pero sé que sus dedos están frotando su anito. Ese que tantas veces he soñado con lamer... y ahora ante mis ojos ella se lo está acariciando.

Las manos siguen bajando. Frotando los muslos. Se agacha un poco para llegar más abajo. Sus tetas quedan colgando hacia mí. ¿Cómo pueden ser tan hermosas?

Tengo ganas de salir de mi escondite y lanzarme sobre ella. Pero me quedo quieto, moviendo mi mano más rápido, apretando más.

Se da la vuelta. Su espalda es preciosa. Y termina en su bello culo. Besaría cada centímetro de su culo. Besaría cara centímetro de todo su cuerpo, cada poro de su piel.

Abre el agua de la ducha. El agua caliente empieza a caer sobre ella. Se da de nuevo la vuelta, levanta sus manos y se empieza a aclarar la cabeza. Sus tetas se levantan. Son las tetas más bonitas que he visto en mi vida.

El agua se va llevando el jabón que cubre su cuerpo. Termina con la cabeza y pasa a las tetas. Se las acaricia. Mis ojos se clavan en sus pezones. Parecen... duritos.

Otra vez se acaricia la barriguita. Ahora su pubis ya no tiene jabón. Es un triángulo negro sobre su piel blanca, apuntando, como señalando, hacia el tesoro que se esconde entre sus piernas. Todo mi cuerpo se pone en tensión cuando su mano nuevamente empieza a acariciar su coño. Ahora con más intensidad, para quitar cualquier resto de jabón.

Por último, pone bajo el chorro caliente cada una de sus largas y torneadas piernas. Se da la vuelta y cierra el grifo.

Es la visión más hermosa del mundo. Mojada, entre nubes de vapor. Se agarra el pelo y lo escurre, retorciéndolo suavemente. El agua cae. Me la bebería... agua con el aroma de su cabello.

Fuera de la ducha tiene preparado un albornoz rosa. Le encanta el color rosa. Saca la mano y lo coge. Se lo pone sobre su cuerpo mojado. Con una mano hace que su húmedo cabello quede por fuera. Después, anuda el albornoz por la cintura.

Saca pierna. Luego, la otra. Yo me pego a la pared. De reojo sigo mirándola. Se da la vuelta, mirando al espejo. Está completamente empañado por el vapor. Con una mano hace un círculo para poder mirarse.

Y entonces, me ve. Abre su boca, sorprendida y se da la vuelta, mirándome.

-Pero...pero... ¿Qué haces ahi? ¿Estás loco? Me estabas espiando.

No digo nada. No hay nada que decir. Nada puede explicar lo que hago allí escondido.

Ella me mira, inquisitiva. Se cierra con las manos el albornoz, para que no vea su cuerpo. Pero no me importa. Ya lo he visto. Ya está grabado a fuego para siempre en mi mente.

-¿Te quedas callado? ¿Cómo se te ocurre espiar a tu madre? ¿No te da vergüenza?

De repente se da cuenta de en donde está mi mano. Sus ojos van de los míos a mi pijama, y de vuelta a los míos.

-Serás...cochino. No sólo me miras, me espías, sino que además te tocas mientras lo haces. Saca la mano de ahí, guarro.

Asustado, obedezco. Pero mi polla va a su aire. Forma una evidente tienda de campaña en mi pijama. Ella mira. Sus ojos se quedan varios segundos fijos en el pantalón de mi pijama.

-Dios mío. Estás...excitado. Te has excitado mirándome desnuda. Eres...eres...

Sus ojos vuelven a mi prominente polla. Sigue con las manos agarradas al albornoz, tapándose.

-Míralo, ahí, calladito. Espiando a su madre con...con la polla dura.

Oírle decir polla no hace más que excitarme aún más. Mi madre ha dicho polla. Nunca la había oído decir polla. Y se refería a la mía.

-Eres un sucio cochino. ¿Te la tocabas mientras me enjabonaba, verdad? No trates de negarlo. Lo veo en tus ojos.

Por supuesto que no lo negué. No dije nada. El que calla, otorga.

-Yo duchándome, creyéndome en la intimidad, y resulta que el depravado de mi hijo me estaba espiando. Escondido mirando como su madre se duchaba. Con...su... polla dura... imaginando cosas.

Si ella supiera todas las cosas que llevo años imaginando

-Me has visto enterita, completamente desnuda. Eres un briboncete. Espiar a tu madre mientras se ducha. Viste como me enjabonada, ¿no? Viste como me pasaba las manos por las tetas. Miraste a tu madre mientras se pasaba las manos llenas de jabón por la tetas. Eres un pervertidillo, ¿Sabes?

Ya no hay enfado en su voz. Me mira a los ojos, y también, fugazmente, a la polla.

-Uf, lo que habrá pasada por tu calenturienta cabecita cuando enjaboné.... ya sabes... mi coñito. Tenías tus ojos clavados en mí mirando como me pasaba los dedos por mi coño. Lo sé. Te tocabas la polla mientras mis dedos recorrían la rajita de mi coño.

La presión que hace en el albornoz con sus manos disminuye, y la prenda se abre un poco. Por el escote aparece un poco de su canalillo. Mis ojos se clavan en él. Ella se da cuenta.

-No tienes remedio, pervertido. Me sigues mirando. Sigues intentando verme las tetas. Sigues con la polla dura a pesar de lo que te estoy diciendo.

Si, la tengo dura, muy dura. Cada vez más. Su mirada me la pone dura. Su voz me la pone dura.

-¿Tanto te gustan mis tetas que te cuelas en el baño a espiarme? Seguro que no es la primera vez que me miras a escondidas, ¿Verdad? No es la primera vez que tu madre te pone la polla así. A saber cuántas veces te habrás tocado pensando en mí.

Me mira a los ojos. Su mirada es extraña. Sus ojos brillan. No puedo creerme lo que hace a continuación. Se abre el albornoz lo justo para descubrir sus tetas.

-¿Es esto lo que quieres ver, no? Las tetas de mami. Míralas bien.

Embobado las miro. Y ella cierra el albornoz.

-Jajajaja. Que carita has puesto. ¿Quieres que mami te las enseñe otra vez?

Sin esperar a mi respuesta, se abre otra vez el albornoz. Mis ojos rápidamente se dirigen hacia allí, temerosos de que las vuelva a ocultar. No lo hace. Las exhibe con orgullo.

-¿Son bonitas las tetas de mami? En tus ojos veo que sí. Por como me las miras.

Junta sus brazos, apretándolas entre ellos. Sonríe, sin dejar de mirarme. Me fijo mejor en sus pezones. Han cambiado. Se ven distintos.

Se suelta el albornoz y se lo abre aún más por la parte de arriba. El cinturón impide que se abra del todo y que quede desnuda ante mí. Sus manos, lentamente, van hacia sus tetas. Y empieza a acariciárselas, como si se enjabonase.

-Mira, así hice antes. Seguro que mientras lo hacía imaginabas que eran tus manos las que me tocaban las tetas. Te tocabas la polla mientras imaginabas que con tus manos acariciabas las tetas de mami. A que sí.

No se las está enjabonando. Son caricias. Mi madre se está acariciando las tetas mirándome a los ojos.

-¿Has visto? - dice pellizcándose los pezones con los dedos - Mami tienes los pezones duritos. ¿Será por el frío? Jajajaja.

Mira mis ojos. Se pellizca y acaricia. Su mirada baja hacia mi polla. Se vuelve a pellizcar. Juraría que ha entornado ligeramente los ojos.

-¿Sabes una cosa? Mami te va a contar un secreto. Pero no se lo digas a nadie. Mis tetas son muy sensibles. Me encanta que me las acaricien...Así... suavemente...ummmmm y que me pellizquen los pezones...eso hace que se me pongan duritos... como ahora...

Se muerde el labio inferior y gime suavemente. Ahora sí que entorna los ojos.

-Agggg.... bribón...mirando como mami se acaricia las tetas con la polla dura... Mejor te diera vergüenza de ti mismo. Pero viste más. Me viste toda. Lo sé.

Sus manos van al cinturón. Lo abren, y queda colgando a ambos lados de su cuerpo.

-Me viste así...Toda...desnuda.

Se abre el albornoz, mostrándome su cuerpo.  Me quedo embelesado mirándolo.

-Eres malo. Muy muy malo. Te quedas como un pasmarote mirando a tu propia madre desnuda. Apuntándola con tu polla dura.

Abre más el albornoz, que se desliza por sus hombros y cae al suelo. Ahora mi madre está otra vez totalmente desnuda, como cuando estaba en la ducha. Pero ahora me está mirando. Ahora sabe que la estoy mirando. Ahora sus ojos miran mi polla y en sus ojos hay una extraña mirada.

Lentamente, una de sus manos recorre su piel, bajando lentamente hacia su pubis. No se detiene y se mete entre sus piernas.

-Ummmmm Antes...cuando me lavaba, tenía el coñito mojado, lleno de jabón. Pero me lo aclaré con agua. Y... aggggg sigue mojado. ¿Por qué seguirá mojadito el coño de mami?

Veo como se pasa el dedo corazón a lo largo de su coño. Gime y empieza a respirar entrecortadamente. La otra mano acaricia sus tetas.

-¿Crees que un hijo debería ver a su madre así? ¿Crees que un hijo debería ver a su madre acariciándose delante de él? ¿Gimiendo de placer delante de él? Agggggg sólo... sólo un niño malo, como tú haría eso.

No puedo más. Meto mi mano en el pijama y empiezo a tocarme mirándola. Gimo con ella.

-Pero... ¿Cómo te atreves a hacerte una paja delante de mí? ¿Cómo te atreves a tocarte mirando como mami se hace una pajita?...Aggggggg eres tan...malo....tan mal...hijo...Y ahora....ummm ahora seguro que te bajas los pantalones para que vea bien tu polla, ¿No? Deseas que mami te vea la polla...que vea como te haces una rica paja delante de ella.

Eso es lo que hago. Me bajo los pantalones con la mano libre. Sus ojos se clavan en mi polla, enfundada por mi mano. Mi madre se muerde con fuerza el labio, sin apartar sus ojos de mi polla, sin dejar de frotarse el coño. Sin dejare de pellizcar sus pezones.

-Agggg agggg...Lo has hecho. Me has enseñado tu dura y preciosa polla. Te estás haciendo una paja delante de tu mami y no te importa...al contrario... parece que te encanta...Aggggggggg

Cierra los ojos. Levanta el cuello.

-Seguro...seguro que no es la primera paja que te haces por mí. Seguro que...ummmm te has corrido muchas veces pensando en mí. Pensando en mis tetas. En mi coño. En mi culo: ¿En tu sucia mente que te imaginabas? Que me tocabas...sí, sí...no lo niegas. Pensabas que me tocabas. Pensabas que me chupabas las tetas....Aggggggg y también pensabas que me metías los dedos en el coño...así...como yo...ummm estoy haciendo ahora...

Mi mano acelera su movimiento. No voy a poder aguantar mucho más tanto morbo, tanta excitación. Nos seguimos mirando. El baño se llena de nuestros gemidos.

-Ummmm ¿Te imaginaste a ti mismo follándome? Metiendo tu dura polla hasta el fondo de mi coño.  Besándome, acariciando mis tetas...sin dejar de clavarme tu polla una y otra vez...Dios...mío...mi hijo...mi propio hijo follándome sin parar... metiendo y sacando su polla de mi mojado coño. Ummmmm Mordiéndome los pezones...haciéndome gritar. Y eres tan pervertido que me obligarías a pedirte. Me obligarías a pedirte, a suplicarte, que no dejes de follarme...que no dejes de follarte a tu mami.... Que te dijera cuando me gusta sentir tu polla llenándome el coño.

Lentamente se arrodilló. Siguió masturbándose... Me miró.

-Sé lo que deseas. Lo que más deseas. Lo que te hace poner la polla dura todos los días. Lo que te hace correr con más fuerza. Lo que quieres...agggggg...lo que te mueres por hacer es correrte en mis tetas...Siiiiiiiiii lo veo en tus ojos... Ven...ven...acércate a mí... pon tu polla sobre mis tetas...Córrete sobre las tetas de mami.....ummmm llénale a mami las tetas de leche....cúbrelas bien... Y mi carita...dios mío....también lléname la carita con tu leche... Por favor....ven ya....que mami se va a correr...que mami desea que su niño le llene las tetas de lechita caliente...ven...veeeeeeeeeeeen.

Lo siento llegar. Me voy a correr ya. No sé si podré cruzar los dos metros que me separan de ella antes de que mi polla estalle. Cuando me planto delante de ella, su cuerpo está temblando. Sus ojos están cerrados. Sus dientes apretados.

Mi madre se está corriendo, esperando que me corra en sus tetas, en su cara.

Y... en ese momento...en ese preciso momento, el más caliente y morboso de mi puta vida, me despierto. Me estoy corriendo en mis calzoncillos, acostado en mi cama, a oscuras, en plena noche. Mi polla descarga todo su contenido sobre mí mismo. Estoy con el cuerpo tensado al máximo, sintiendo los espasmos de mi solitario placer.

Mientras soñaba con ella la veía. Era como tenerla allí de verdad. Pero ahora me estoy corriendo solo. Sólo puedo imaginarla, pensar en ella...Y no es lo mismo. Mis sueños son mejores. Mis sueños son reales en el propio sueño.

 Termino de correrme. Descanso unos segundos para recuperarme. Ahora me toca lo de siempre, lo de otras tantas veces. Salir a hurtadillas en plena noche para lavarme, para limpiar mis calzoncillos llenos de semen para que mi madre no los vea.

 Después volveré a mi cama. Maldiciéndome a mí mismo por sentir lo que siento por ella. Por desearla como la deseo.

Pero, sobre todo, deseando volver a soñar con mi madre. Y que por una vez mi sueño no termine siempre igual, sin tocarla. Que por una vez sueñe con besarla. Sueñe con acariciarla.

Que por una vez sueñe con hacerle el amor a mi madre.

FIN

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