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LILITH Desayuno Literario y Femdom :)

en Sadomaso

 

LILITH

 

Desayuno Literario

 

 

“El esclavo, desnudo por completo, se hallaba acostado sobre el áspero potro de tortura de oscura madera sin labrar. Las antorchas iluminaban la estancia subterránea con una misteriosa luz sobrenatural.

Una pesada puerta de hierro, llena de manchas de sangre y herrumbre, daba al pasillo del calabozo.

Los pines de la cerradura crujieron y la puerta chirrió sobre sus goznes abriéndose, sobre el umbral se plantó una siniestra y hermosa figura. Su nombre era Isthar, ella era una atractiva mujer con un cuerpo de curvas voluptuosas y sedosa piel bronceada, calzaba unas altas botas  de cuero negro, y elevados tacos de metal, su única ropa consistía en un tanga de cuero negro con un sostén a juego, y guantes que subían hasta los codos. El cabello, largo y negro, lo llevaba recogido con una tiara de plata.  

La bella e imponente fémina se acercó al potro de tortura, meneando sus caderas al avanzar. Sus enormes senos como melones maduros parecían querer escapar del sostén de cuero negro, su cintura estrecha de vientre plano se perfila perfecta a la luz de las antorchas.

El esclavo ladeó su cabeza contemplando a la temible Diosa Isthar, al instante su miembro se puso duro y rígido, sufriendo una poderosa erección que apuntaba a la bóveda de piedra del techo de la cámara de torturas.

Despacio, la Ama posa su mano enguantada sobre el duro pecho del esclavo.

Ghor la observa desafiante, con valor.

Los ojos oscuros de la Diosa le observan con una mirada de maldad, mientras en su hermoso rostro se dibuja una sádica sonrisa.

Su mano enguantada se desliza hacia abajo, recorriendo los esculpidos abdominales del esclavo, bajan más, se acercan al pubis, al llegar cerca del pene lo cogen por el tronco. El miembro está en plena erección, con las venas marcadas y la cabeza hinchada, como a punto de estallar.

-Te voy a hacer sufrir. -Sentencia con sensual la bella Diosa Isthar.- Como ni siquiera te lo puedes imaginar.”

 

-¡Otra vez! ¡No puede ser! -Exclamó Lilith, mientras deslizaba su dedo por la pantalla del iPad, la brillante superficie desplegó una nueva página del documento electrónico.

-Se me antoja otra de tus aburridas historias. -Dijo mientras me miraba de reojo, se veía adorable, con una carita aún de sueño pues acababa de levantarse de la cama, llevaba su pijama rosa crema de estampado infantil, conformado de camisa y pantalones. Leía el iPad recostada en el sofá azul oscuro de la sala estudio de mi casa junto a la playa.

Estaba recostada como una princesita, con sus piernas estiradas, movía sus pequeños y hermosos pies descalzos con un ritmo hipnótico. Nada más ver sus hermosos deditos sonrosados y la planta de sus pies me provocaban una tremenda excitación.

Pero el endiablado aparato de castidad que llevaba puesto en los genitales hacía que mis erecciones fueran muy dolorosas.

El endiablado artefacto era una maquinación infernal, hecho de acero y cuero negro, parecía salido de alguna sala de torturas medieval, su jaula metálica cubría todo mi miembro, además al interior llevaba puntas de metal, como dientes afilados, que apuntaban hacia adentro, de manera que cuando tenía una erección las puntas se clavaban con crueldad por todo mi pene, desde la cabeza al tronco.

Me había sorprendido mucho que ella hubiese encontrado semejante dispositivo diabólico. Según había acontecido, Lilith lo había comprado con mi tarjeta de crédito por eBay, a una tienda en Alemania, especializada en artilugios y ropa BDSM.

-¡Es tan repetitivo! -Continuó hablando, interrumpiendo mi contemplación concentrada de sus pies.- ¿Cuantas veces has escrito lo mismo? Todas tus historias son así, el esclavo siempre en situación pasiva, encadenado al piso, o al techo, y luego la aparece el Ama para ejercer la tortura, y vaya Ama, ¿Por qué siempre son pechos grandes y redondos, como melones?

Mientras hablaba se apartó un mechón de cabello rubio del rostro, era adorable, su cabellera era tan larga y de un lacio increíble, como hilos de seda, por lo cual se despeinaba siempre con la menor brisa.

Dejó el iPad sobre la mesita de té junto al sofá y cogió su iPhone para chequear sus mensajes.

-¿Sabes qué? Mejor tráeme el desayuno.  

Me puse en pie. A todo esto mientras ella leía mi historia yo había permanecido arrodillado en el piso frente a ella.

Sobre la mesa de la cocina se hallaban ya los dos desayunos. Uno empacado, para ella, que venía por servicio a domicilio del restaurante a cinco calles de mi casa de la playa, el otro, el mío, consistía en un gran plato de frutas picadas, fresas, bananos, gajos de naranjas y uvas cubiertas con yogur griego sin azúcar. Claro no era mi primer comida del día, como siempre me había levantado a las 4:00 a.m. y tomado mi licuado de tomate con apio y zanahoria antes de mis dos horas diarias de ejercicios de Jiu Jitsu brasileño y yoga.

Llevé la comida a la sala, Lilith, siempre recostada sobre el sofá, se hallaba ahora viendo el canal de historia en la colosal televisión de pantalla plana. Coloqué su desayuno sobre la mesa de té y el mío sobre el suelo.

Ella se incorporó sobre el sofá, sentándose con ambos pies sobre el piso, sonreía mientras tomaba los cubiertos.

Le había ordenado pancakes cubiertos con miel y mantequilla, huevos revueltos, pastel de chocolate y una enorme taza de cappuccino caliente y humeante.

A su edad dicha dieta no le afectaba lo más mínimo, de hecho era delgada como un palillo.

Ya eran como las diez de la mañana, ella tenía el mal hábito de dormir hasta tarde.

Me retiré el short bermuda floreado, única ropa que llevaba, quedando desnudo frente a ella, sólo con el aparato de castidad fijado a mis genitales.

Me coloqué de rodillas observándola anonadado por su belleza.

Su cabello rubio oscuro, y sus ojos, grandes y expresivos de un hermoso color, con un tono miel claro, eran una poesía adorable.

Se llevó un trozo de pancake en su linda boca. Era una contemplación seductora.

-¿No tienes hambre? -Preguntó con la boca llena.

Asentí con mi cabeza.

Me observó con esa extraña expresión con la que siempre me miraba cuando estábamos a solas, era una mezcla extraña que me había hechizado desde que la había conocido, tal expresión era muy compleja, sus ojos se entornaban con una mirada de desdén que rallaba en asco y desprecio, mientras a la vez su boca dibujaba una media sonrisa, con los labios entreabiertos, sensuales y sugerentes, su nariz, larga y afilada se respingaba más como si oliese algo desagradable, en fin era una expresión imposible de duplicar, la cual llegaba de lleno hasta el fondo de mi espíritu.

-Está bien, ¡Acerca tu plato! -Me ordenó entre seria y divertida.

Yo me apresuré excitado.

Puse el plato de frutas entre sus pies descalzos.

Siempre observándome con su hechizante y misteriosa expresión elevó uno de sus pequeños y hermosos pies, luego lo posó sobre el plato y haciendo presión comenzó a pisar la fruta, convirtiéndola en puré.

Después de machacar bien, elevó su pie, que estaba cubierto con la pasta de frutas machacadas, uvas, bananas, fresas y yogur, y lo estiró hacía mí. Yo me acerqué a gatas, cogí con delicadeza su pie por el tobillo y comencé a lamer el puré de frutas del que estaba cubierto.

Ella soltó una leve risa.

-Oye, eso hace cosquillas.

Le lamí el pie por completo, el talón, la planta del pie, y luego sus hermosos deditos, los cuales le chupé uno a uno como bombones.

-¡Sí que te gusta esto! -Exclamó.

Retiró su pie y lo volvió a posar sobre el plato para embarrarlo con el puré, luego lo extendió de nuevo para que yo lo cogiera.

Procedí de nuevo, de la misma forma, para continuar comiendo de su pie.

-Apuesto a que te gustaría tomar todas tus comidas así. -Me dijo luego de un rato.

Asentí con la cabeza, luego continué lamiéndole. 

-Mientras estás ocupado. -Dijo a la vez que tomaba un sorbo de su cappuccino caliente y luego cogía su iPad de la mesa.- Voy a leerte un pequeño relato que compuse anoche ¡Vamos, no me mires así! Me tomé el tiempo de redactarlo para ti, para que veas que también soy capaz de pensar en otra persona aparte de mí ¡Ja, ja! Espero que te guste, más te vale que te guste, de hecho, empieza así:

 

“El esclavo Ghor se hallaba en el patio del castillo de su Ama, desnudo y con el cuerpo bañado en sudor, estaba encadenado por el grillete de su tobillo a una anilla empotrada en el piso de roca. Ghor blandía un hacha de acero, con la cual cortaba los troncos de madera que colocaba sobre un enorme y antiquísimo troncón de madera vertical.”

 

¡Te das cuenta! -Me dijo Lilith interrumpiendo su narración.- En mi historia el esclavo tiene un nombre, no sólo es «El esclavo», así sin más, pero no por eso es menos humillante, vez, su nombre es un simple monosílabo, «Ghor», como el motete de un animal, como un sonido gutural. Además está haciendo algo útil por su Ama, no holgazaneando acostado encadenado en algún lugar mientras espera que Ella llegué para divertirlo y hacerlo todo por sí misma.

-Bien sigamos:

 

“Ghor trabaja con ahínco, llevaba toda la mañana haciendo leña, la tarea que su Ama le había asignado era enorme. Sin embargo él se esmeraba por la adoración que profesaba hacía ella. Cogía uno de los troncos de la montaña de maderos que se hallaba a un lado, lo colocaba sobre el troncón de caoba y de un hachazo  lo partía por mitad.”

“Exhausto, se pasó el antebrazo sobre la frente para limpiarse el chorro de sudor que bañaba su frente.”

“Ghor era un hombre fuerte, pero sin haber recibido ni agua ni comida, el cansancio le atacaba, haciendo que se sintiese débil.”

“Escuchó pasos tras de sí. Era el inconfundible sonido de los tacones de metal golpeando el piso de piedra del patio del castillo, apenas con el sonido su pene comenzó a ponerse duro, como parte de un reflejo condicionado, no obstante su miembro no pudo completar la erección pues un artefacto de castidad masculino, hecho de metal y cuero, aprisionaba sus genitales.”

“Dos figuras se acercaron. Ghor tiró el hacha al piso y de inmediato se puso de rodillas. Eran su Ama Sekhmet, acompañada de su novia Selene, las que estaban junto a él.”

“Ambas Mujeres vestían similar, con sus delgados y esbeltos cuerpos cubiertos del cuello a los pies con lustrado y brillante cuero negro. Llevaban sus manos enguantadas y calzaban botas de caña alta, con vertiginosos tacones de metal. Sus rostros de piel blanca iban cubiertos con maquillaje oscuro que a tono con sus cabelleras lisas y negras les acentuaba un espectral aspecto vampírico. Se veían muy sexis y misteriosas.”

“-¡De manera que aún no has terminado, animal! -Exclamó enojada Ama Sekhmet.- ¡Te dije muy claro que quería toda la leña cortada para el mediodía! Tu desobediencia no me deja más opción. ¡Tendré que castigarte! ¡Selene, prepáralo!”

 

-¿Te das cuenta? –Preguntó Lilith, mientras daba otro sorbo a su cappuccino.

Yo continuaba de rodillas ante ella, atento a su relato, mi plato de frutas estaba limpio.

-De esta manera el castigo tiene más sentido. –Prosiguió la pequeña perversa.- De hecho es aún más sádico por la injusticia del hecho, el esclavo, débil, sin agua ni comida, no podría haber terminado en tan poco tiempo la enorme tarea. Sekhmet lo sabía, por consiguiente, esperaba siempre castigar a su esclavo.

Lilith cruzó sus piernas como una Reina y continuó la historia leyendo en voz alta de la pantalla de su iPad:

 

“-¡De manera que aún no has terminado, animal! -Exclamó enojada Ama Sekhmet.- ¡Te dije muy claro que quería toda la leña cortada para el mediodía! Tu desobediencia no me deja más opción. ¡Tendré que castigarte! ¡Selene, prepáralo!”

“Selene sonriendo se plantó tras del esclavo Ghor, y cogiéndole por los brazos se los llevó tras la espalda, el hombre se dejó hacer sin oponer resistencia. El esclavo llevaba brazaletes de cuero negro en las muñecas y tobillos, así como un collar al cuello, todos estos trabes llevaban adicionadas anillas de metal provistas para poder encadenarlo de diferentes formas. Selene le sujeto una cadena entre los brazaletes de las muñecas y los tobillos, de manera que el esclavo quedaba sujeto de rodillas, manos tras la espalda, luego la Diosa, cogiéndole por la anilla trasera del collar le hizo alzar la cabeza poniéndole erecto.”

“Sekhmet trepó al troncón de caoba, plantándose encima con las piernas abiertas y las manos a la cintura, como toda la Diosa que era.”

“Tras de ella se alzaba un cielo oscuro y amenazante, pues a pesar de ser mediodía, el sol se hallaba oculto por gruesas nubes negras. Centelleantes relámpagos brillaban cruzando el cielo gris con terrorífico resplandor.”           

“Una suave brisa hizo ondular la larga cabellera azabache de Sekhmet.”

“La Diosa se llevó una mano enguantada al pecho, donde colgaba como un dije una pequeña llave, sujeta a una cadenilla de plata, era la llave que abría el candado del aparato de castidad masculina del esclavo Ghor.”

“Sekhmet se retiró la cadenilla de donde colgaba la llave y alargando su mano la ofreció a su compañera Selene.”

“La otra Diosa cogió la cadenilla y con gran presteza retiró el artilugio que aprisionaba los genitales del esclavo. Al momento se desplegó un pene enorme y largo, grueso como la rama de una encina, y surcado de venas nudosas que parecía a punto de reventar, bajo el descomunal miembro colgaban un par de testículos pesados y grandes como los de un toro.”

“-Pon el monstruoso paquete de este animal sobre el troncón.” -Mandó Sekhmet.

“Selene apenas pudo coger los tremendos genitales con ambas manos, sin embargo, colocó la enorme carga sobre el troncón, luego se plantó tras el esclavo sujetándole bien por el collar de cuero negro.”

“Sekhmet sonrió complacida.”

“La malvada caminó sobre el troncón, plantando cada uno de sus pies a cada lado de los genitales posados sobre la superficie de madera, indefensos y desprotegidos ante cualquier abuso.”

“La Diosa levantó un pie, y posó la punta de la suela de su bota sobre los testículos del esclavo. Hizo una leve presión, apenas prensando las grandes bolas. Aumento la presión poco a poco. El esclavo comenzó a gemir de dolor.”

“¿Ya estas quejándote? -Preguntó Sekhmet.- ¡Si apenas estoy empezando!”

“La cruel Diosa descargó más presión.”

“El gemido del hombre se convirtió en un grito ahogado de dolor.”

“Sus pelotas eran prensadas con crueldad contra la superficie áspera y cubierta de astillas del viejo troncón.”

“Por fin la Diosa retiró su pie, posándolo de nuevo a un lado de los genitales.”

“A pesar del dolor el pene del hombre continuaba en plena erección, de hecho parecía aún más grande que antes.”

“Sekhmet, manos a la cintura, le observó con desprecio desde su altura, como una Diosa viendo a un gusano entre sus pies.”

“Sin mayor preámbulo la hermosa Ama elevó su pie y de golpe le propinó un contundente pisotón con la suela delantera de la bota, directo a los testículos.”

“Ghor lanzó un aullido de dolor, su espalda se arqueó hacía adelante, sin embargo Selene le mantuvo en su lugar, sujetándole por el collar del cuello, y hundiendo su rodilla entre los omóplatos del hombre.”

“A continuación Sekhmet le dio otro pisotón en los huevos, luego otro, y otro, y otro más.”

“A cada golpe el desgraciado gritaba como un animal herido.”

“No contenta con este castigo, Sekhmet elevó el tacón de acero de su bota y con precisión lo posó encima de uno de los testículos, al cual empezó a presionar contra la madera.”

“Los ojos del esclavo se llenaron de lágrimas, Sekhmet, enfurecida le cruzó el rostro de una bofetada.”

“El tacón de acero continuó prensando el testículo, forzándolo hasta el límite de su aguante.”

“A pesar de la presión ejercida la bola no cedió, sino que se escurrió hacía un lado, bajo el tacón, que se hundió atravesando ambos lados de la bolsa escrotal.”

“Sekhmet retiró el pie.”

“Unas burbujas de sangre roja emergieron de las heridas. Más aún, todavía, Sekhmet no estaba saciada con el  sufrimiento provocado, poseída de furor se agachó y cogió en su mano la afilada hacha de metal con la cual el hombre había estado antes cortando leña.”

“Sekhmet se plantó como toda una Diosa blandiendo en alto la amenazadora hacha en sus manos, tras de ella el cielo, negro por completo, refulgía con poderosos truenos.”

“Ghor, el vil esclavo, contemplaba a su cruel y hermosa Diosa, congelado por completo, transfigurado por la imagen de la fiera figura femenina frente a él. Sekhmet elevó el hacha al cielo y descargó un tremendo y certero golpe, de un sólo tajo le cercenó los testículos.”

“Instantes después, ambas Amas entraban de nuevo al castillo, caminando abrazadas, felices y excitadas, harían el amor sobre el gran diván frente a la chimenea, que ardería con la leña producida por el sacrificio de los esclavos.”

“Afuera, la lluvia empezaba a caer, en segundos se convirtió en un diluvio de gruesas gotas de agua fría, junto al troncón de madera, encadenado de manos y pies, Ghor el esclavo se hallaba agonizando, tirado sobre el piso de duras lajas de piedra, su sangre derramándose sobre la superficie de roca.”

 

-¿Y bien? -Preguntó Lilith, luego de concluir su relato.

Yo estaba de una pieza, observándola fijo, con los ojos como platos, la boca entreabierta y mi miembro aprisionado, presionando con toda su fuerza posible contra la jaula del aparato de castidad.

-Bien, tomaré eso como un sí.

 

    

 

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