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Simplemente Olga

en Hetero: General

Olga es una criatura fabulosa; después de correrse infinidad de veces permitió que lo hiciera yo al ritmo de las succiones que hacía con su vagina; había oído hablar de eso pero no lo experimenté hasta ese momento; quedamos agotados y se colocó a mi lado para que la apapuchara, pegado a su espalda acariciando sus pechos murmuré en su oído. .- La lluvia sirve para algo más que mojar las calles.

Y al poco oí que decía como para sí misma. Bueno, ya lo has logrado, ahora te dedicaras a contar a tus amigos como has seducido a una mujer que se te ha entregado tan fácilmente pero no me importa; desde que apareciste me gustaste y me propuse pasar este tiempo contigo y he conseguido hacer algo fuera de la rutina.

.- ¡No digas eso! Esto es el principio de algo si quieres, ahora soy libre y tú eres la que está casada.

¡Casada! Que broma más cruel. Mi marido trabaja a turnos y apenas le veo, cuando hace el de noche como ahora, sale de casa antes de que llegue para ir al gimnasio o a jugar a futbol o ha quedado con algún amigo para tomar una copa y llega a casa después de que yo salga para venir a trabajar, así que solo nos vemos el domingo, porque el sábado he de ir a comprar ¡Sola! El señor está cansado de trabajar desde las diez del viernes a las seis del sábado.

Cuando el turno es de dos a diez de la noche, llega a las once, cena y se queda viendo televisión hasta la madrugada y me acuesto sola; por la mañana lo desperté alguna vez y siempre lo hace de mal humor y así no hay forma de tener sexo y cuando va de seis a dos todavía es peor; cuando llega come y después de acuesta y cuando llego se va al gimnasio y llega a la hora de cenar, se acuesta temprano y si lo hago también me recuerda que ha de madrugar y tiene que dormir.

.- ¿Entonces? — Entonces solo coincidimos el sábado noche y suele ser “el polvo del conejo” se monta encima de mí y se pone frenético hasta que se corre, entonces se da la vuelta y al poco comienza a roncar.

La hice girar para dejarla encarada a mí, nos besamos y en este caso fui yo quien llevó la voz cantante, acaricié su escultural cuerpo mientras lo besaba hasta llegar a los pechos, sorbí sus pezones y su reacción fue la esperada; apareció de nuevo esa fiera; me apartó y después de cambiarme el condón comenzó a realizar su magia; la forma en que movía las caderas en todas direcciones como si pretendiera arrancarme la verga me hizo recordar a una profesional que un amigo llevó a una fiesta en Múnich. Olga es especial y en ese momento no podía pensar, pero al rato cuando estábamos derrotados de nuevo sobre la cama, recapacité sobre su situación y le pregunté.

.- ¿Qué edad tienes? Te veo muy decepcionada con tu vida y eso suele pasar después de mucho tiempo de convivencia. — Tengo casi veintiséis pero no es por cantidad, más bien por calidad, la mala calidad de la convivencia; después de un noviazgo corto nos casamos hace ocho meses que me parecen cuarenta años en algunas ocasiones, aunque puede empeorar; al poco de conocernos todo era genial, tenía sexo casi todos los días aunque lo mejor era que hablábamos y ahora como apenas nos vemos no hablamos de nada; los sábados como te digo echamos un polvo testimonial y ¡todos! los domingos comemos con su familia; su padre me soba descaradamente, me abraza y para restregarme su ciruelo concienzudamente me agarra del culo para que no me escape; la primera vez que protesté medio en broma, mi cuñada me apartó para demostrarme que se trataba de un gesto de cariño y el viejo le dio un repaso que me dejó helada; vi hubieras visto la cara de satisfacción del hermano de Marcos. Pienso que el suegro se la folla y que quieren que yo sea la siguiente, pues no encuentro otra justificación para el comportamiento de mi marido.

Callamos porque cada vez su voz sonaba más triste; estuvimos en silencio un rato hasta que me dijo que debía ir a casa para hacer lo que suele siempre, recoger lo que hubiera por medio y sacar del congelador comida para que su marido la calentara al día siguiente.

.- De acuerdo, te llevo y si como dices por la mañana no coincidís después regresamos aquí a terminar de pasar la noche juntos y aclarar algunas cosas.

Ya no llovía y en poco más de media hora estábamos cerca de su casa, la dejé en un chaflán a unos cien metros y quedamos que la recogería ahí mismo a partir de una hora que era lo mínimo que necesitaba; marche a mi casa y recogí tres mudas completas que coloque en una maleta pequeña que guarde en el maletero; fui hasta una farmacia de guardia y compre dos cajas de condones y llegue al punto de encuentro antes de la hora prevista.

Al verla aparecer me dio un vuelco el corazón, es preciosa y yo me sentí muy afortunado por la oportunidad de tenerla; traía una bolsa con ropa para el día siguiente y al entrar en el coche me besó con más cariño que lujuria, se acomodó a mi lado y me tomó la mano unos instantes antes de ponerse el cinturón y apoyar su cabeza en mi hombro.

 — Temí que no me esperarías, los hombres que me gustan siempre me abandonan de un modo u otro.

.- ¿Si? ¿Qué te pasó? Sigo pensando que eres muy joven para que estas tan decepcionada de todo.

No respondió y le pregunte si le apetecía comer algo, eran casi las doce y conozco un lugar en un polígono cercano al nuestro donde sirven hasta pasadas las dos de la madrugada; aceptó encantada y cuando llegamos me tomo de la mano como si de una pareja normal se tratase; devoró lo que le sirvieron y mientras tomábamos el postre comenzó a hablar pausadamente.

— Siempre me han atraído hombres mayores que yo y que crean problemas, espero que seas la excepción; tuve varias aventuras cortas con hombres diez y hasta veinte años mayores que yo pero ninguno me sirvió más que para disfrutar el momento; conocí a Héctor que me sacaba quince años y con él pasé bellos momentos en los dos años que estuvimos juntos, cada vez era diferente y siempre aprendía algo nuevo; sabía que no era la única y poco antes de cumplir los dieciocho, una tarde me abordo una de las “otras” y me advirtió que si no me apartaba a tiempo acabaría como ellas, puteando para mantener sus vicios que eran muchos y caros; no me enfadé aunque no podía creer lo que me dijo a pesar de que de vez en cuando nos echábamos unos porros; unos días antes de mi cumpleaños me llevó a una casa que no era la suya donde unas cuantas parejas estaban esnifando “coca”, me hizo pasar a una habitación donde otro de aquellos tipos estaba retirando la jeringa con la que había estado inyectando heroína a una mujer medio desnuda.

Me quedé mirando como la tomaban entre dos y la violaban ya que ella era incapaz de decidir si quería o no seguir en el juego; Héctor me señaló un diván para que me echara y rechacé su invitación dirigiéndome a la puerta; trató de retenerme con una amenaza. < ¡Si sales por esa puerta no me veras jamás! >

Dos semanas después lo encontraron en su casa con una aguja clavada; fui a encontrar a la mujer que me advirtió, se me abrazó llorando y cuando pudo me dijo. < ¡¡¡ Lo queríamos, pero ahora somos libres!!! >

Era cierto, ya era libre aunque me habría gustado que fuera de otro modo; dos semanas después conocí a un hombre de unos cincuenta con el que tenía un sexo impresionante pero con el que apenas hablaba y al fin al cumplir los veintidós lo dejamos; el día que nos despedimos solo me dio la gracias sin mostrar ningún tipo de sentimiento y eso me convenció de que los hombres sois unos animales extraños.

Pasé otros dos años de aquí para allá hasta que conocí a Marcos y al cumplir los veinticinco nos casamos, él es doce años mayor y hasta el día de la boda fue muy activo, el primer domingo después de regresar del viaje de bodas comimos en su casa y tras aquel primer sobo por parte de mi recién estrenado suegro se terminó el “amante infatigable” y apareció el que solo me folla una vez en semana cuando se digna hacerlo y además sin darme la oportunidad de disfrutar; en varias ocasiones le he preguntado qué le pasa y nunca responde de forma directa; que está cansado, que son figuraciones mías, que su padre sigue cumpliendo con su madre, que por cierto asiste a los sobos que nos dispensa el muy cerdo con una sonrisa boba en los labios.

Calló y pensé que era hora de regresar al hotel; aparcamos en el sótano y al subir a la habitación se desató de nuevo la tempestad, aunque ahora ya sabía a qué respondía su agresividad en el sexo y me dejé hacer consciente que ella lo necesitaba mucho más que yo; de madrugada nos dormimos agotados aunque yo desperté poco después y recordé como habíamos llegado a esa situación.

Hacia unos meses que la vi por primera vez y siempre acompañada; trabajábamos en el mismo edificio industrial de la periferia, ella en el taller de una modista y yo en una ingeniería. Coincidíamos en el único restaurante económico de la zona a unos diez minutos caminando y un mediodía de regreso y estando a descubierto comenzó a llover; a pesar de los comentarios jocosos de mis compañeros llevaba un paraguas; al caer las primeras gotas ellas comenzaron a correr y al llegar a mi altura le ofrecí guarecerse y aceptó. Pasó una mano por mi cintura y con su cuerpo muy pegado al mío caminamos al unísono; notar su muslo me causaba una agradable sensación y al notar que aspiraba su cabello que olía a rosas me sonrió; en silencio llegamos al vestíbulo después que los demás, en el ascensor me dijo su nombre, Olga, sin darme la oportunidad de decirle el mío y al llegar al despacho dos planta más arriba, el gracioso del grupo comentó.

Ni por un momento pensé que de eso tan inocente pudiera surgir nada, además estaba aquello de “donde tengas la olla, no metas...

Llegaron las seis, hora de concluir la jornada y en el vestíbulo la vi sentada en uno de aquellos horribles sofás hablando por el móvil, me quedé a una distancia prudencial y cuando terminó me acerque para preguntarle.

.- ¿Vas para casa sin paraguas? Parece que seguirá lloviendo toda la noche.

Hace una hora llamé a mi marido para que viniera a recogerme y ahora me contesta que no puede; tiene un partido de futbol siete con los compañeros del gimnasio

.- Si quieres te acompaño, tengo el coche en el parquin.

¿Aquí hay parquin de empleados? Pensé que solo había un par de plazas para cada empresa.

.- Lo de la plaza de parquin fue una de las condiciones indiscutibles para contratarme; ellos me querían en su equipo y aceptaron sin discusión.

¿Me puedes acompañar a una estación de metro?

.- Te puedo llevar donde quieras y estaré encantado de hacerlo ¡Desde hace unos meses estoy solo! ¿Dónde vives?

No voy a casa, estos días me pesa mucho estar sola; me voy a un multicine y al salir me como una hamburguesa o cualquier otra cosa ligera y al llegar a casa recojo lo que Marcos ha dejado por medio y así se hace la hora de acostarme.

Bajamos dos tramos de escalera y llegamos junto al coche; a Olga le sorprendió que la plaza tuviera una tablilla con el nombre. “Samuel Garriga” y le confirme que ese era mi nombre; subimos al coche y partimos. Le pregunté donde quería que la dejara y su respuesta fue tajante.

¿Quieres quedarte conmigo? Podemos hacernos compañía si no te molesta; pero no me lleves a tu casa ni me pidas que vayamos a la mía.

Seguí conduciendo en silencio dando una vuelta completa al polígono hasta regresar al parquin; al ver que entrabamos otra vez me miró inquisitivamente y le aclaré.

.- El parquin se comparte con el hotel que queda por detrás de nuestro edificio; me alojé en él hasta que encontré un apartamento y los recepcionistas me conocen; espérame aquí y no te apures, estas plazas son del hotel y no veras a ningún conocido.

Subí a recepción y pedí una habitación; Jorge me dio la llave comentando que como tenia ficha no necesitaba ningún documento; deposité un billete de diez euros en el mostrador y el tipo lo cubrió con un sobre blanco añadiendo.

Guardé los tres condones que saque del sobre en el bolsillo así como los diez euros, baje al parquin a recogerla y subimos directamente a la cuarta planta.

Besar a Olga en el ascensor desató una tempestad imposible de controlar, esa mujer es mucho más ardiente de lo que imagine al verla y es que las cosas nunca son lo que parecen. Entramos en la habitación a medio desnudar y mientras tiraba de mi camisa para sacarla sin desabotonar yo le soltaba los vaqueros; caímos sobre la cama y ahí sus labios se apoderaron de los míos como si quisiera devorarme y me rendí a su capricho, convencido por mi experiencia que es lo mejor en los casos en que una mujer quiere llevar la iniciativa.

Retiró totalmente mi ropa y se dedicó a recorrer mi cuerpo con sus labios, del mismo modo en que suelo hacerlo yo cuando tengo la oportunidad; estuvo acariciando la verga hasta que llegó a ella con sus prodigiosos labios que la envolvieron con determinación; estaba en el paraíso y no quería romper la magia moviéndome más de lo imprescindible, pero cuando note que me iba traté de apartarle sin conseguirlo y me obsequió con el mejor de los regalos que una mujer me puede ofrecer y cuando levantó los ojos, su cándida mirada me confundió.

Como si despertara de un sueño reaccione sobresaltado y es que también ella había despertado y estaba comiéndome literalmente la verga; al obtener su trofeo reptó hasta quedar frente a mí y me obsequió con una sonrisa antes de susurrar. — Me apetece mucho estar contigo. ¿Nos veremos más veces?

.- ¡Sí! Siempre que quieras y no me importa donde, aquí si te sientes cómoda y si quieres podemos intentar que sea en mi casa, en la tuya no quiero proponerlo siquiera pero tú decides.

Nos besamos y me dijo que debía llevarla al metro antes de las siete y media para esperar que llegaran sus compañeras para “venir juntas” como cada mañana; no quería dar explicaciones al menos de momento, nos duchamos y mientras nos vestimos me dijo que por el momento prefería que nos viéramos en el hotel, acepte y poco después la dejaba en la parada de metro; fui a tomar café al bar del hotel y comenté con Boris, otro de los recepcionistas que conservaría la habitación unos días aunque aún no sabía cuantos y me aseguró que no había problema y que aplicaría la tarifa de “fidelidad” y eso lo dijo con una sonrisa; era seguro que Jorge le comentó algo de la noche pasada aunque esa tarifa representaba un cincuenta por ciento de ahorro sobre la normal.

Aunque nos veíamos en el restaurante solo nos saludábamos como siempre, Olga me esperaba junto a mi coche y pasamos las siguientes tres noches juntos; antes de las doce la acompañaba a su casa y después íbamos a cenar para recuperar fuerzas y pasar el mayor tiempo posible “jugando”; la mañana del viernes nos despedimos hasta el lunes; el fin de semana lo pasaría en “familia”.

El domingo a mediodía me llamó Boris. • Disculpe que lo llame pero debe venir al hotel, su amiga ha venido hace un rato muy alterada y creo que le necesita. • .- Voy enseguida. ¿Puedes enviar a la habitación almuerzo para dos en media hora? ¡Muchas gracias Boris!

Llegue antes de esa media hora y encontré a Olga llorando desconsoladamente; la abracé y espere en silencio a que lentamente se calmara, el llano fue cediendo y al fin pudo decir. — Gracias por venir ¿Cómo has sabido que te necesitaba? .- Me ha llamado Boris. ¿Qué ha pasado?

— ¡Hoy era el día! Hemos ido más pronto que de costumbre y al llegar tenían preparado un aperitivo a pesar que apenas hacia una hora que habíamos desayunado, Marcos estaba más atento que otras veces y su madre me ha rellenado el vaso de vermut varias veces y en cada ocasión alzaba el suyo para hacer chin-chin; Marcos sonreía y es que cuando bebo me pongo muy cariñosa y desvergonzada, así que cuando he visto que mi cuñada comenzaba a meterle mano a su esposo y que mis suegros también se enrollaban he pensado que estaba paranoica y que simplemente son unos avanzados a su época. Estaba muy cachonda cuando ha cambiado el panorama y Marcos ha tomado a su madre de la mano y se ha despedido con un simple.

Su cuñada se apartó del marido y me dijo que había comprado varios bikinis a muy buen precio y quería mi opinión y que podría elegir alguno para mí; la acompañe a la habitación y se desnudó en un santiamén; se colocó uno de ellos y pregunto qué tal le quedaba, la verdad es que muy bien le respondí y entonces me alargó uno para que me lo probara; era blanco y diminuto pero me hizo recordar una antigua película de los sesenta “James Bond contra el doctor No “y a la espectacular Úrsula Andress y su bikini blanco; me lo puse y mientras me miraba en el espejo vi como abría la puerta y aparecían padre e hijo que se me quedaron mirando como el lobo a la ovejita.

De súbito mi suegro, más que decir ladró.  

< ¡Vamos, déjate de tonterías y sácate ese trapo, sabemos que lo estás deseando! • >

Dijo eso mientras se bajaba el pantalón y se sacaba el ciruelo al igual que el hijo desde un poco más atrás y de pronto lo comprendí todo; Marcos les había dicho que me pongo “muy puta” cuando bebo y ellos me iban a violar porque seguro que no atenderían a mis negativas pues también estaban bebidos, la cuñada que estaba detrás de mí de un zarpazo me arrancó la parte de arriba, pero sin preocuparme de taparme las tetas avance decidida y arrolle al padre que arrastró al hijo en su caída y de encima de la mesa tome el mantel y salí a la escalera, mientras bajaba me emboce con la tela como si fuera un sari y en la calle paré un taxi que me trajo hasta aquí; me identifique como tú “amiga” y le pedí al recepcionista que lo pagara. Esto es todo, bueno eso es la primera parte porque ahora me queda lo más complicado, separarme de Marcos y su familia sin que mis hermanos los maten, sé que si les cuento lo que ha pasado ocurrirá una desgracia y no quiero.

La abracé más fuerte y entonces trajeron la comida que devoramos en silencio; solo nos mirábamos cuando parecía que el otro no lo hacía y al terminar fuimos a hablar los dos pero le pedí que lo hiciera ella.

 — Hazme el amor como si fuera la última vez, quiero tener un buen recuerdo de este día para compensar lo que esos canallas han estado a punto de hacerme; no puedo pedirte que te inmiscuyas en mis problemas, pero confío en que no desaparecerás totalmente de mi vida y que podremos vernos alguna otra vez.

No le respondí, cumplí con creces su petición y pasaban de la diez de la noche cuando nos estábamos duchando, entonces la acompañé a casa de uno de sus hermanos y nos despedimos.

Pasaron dos semanas sin noticias de Olga y estaba intrigado; al bajar al parquin reconocí su silueta apoyada en mi coche y al aproximarme simplemente me sonrió y murmuró. — ¿Tienes tiempo para mí? Subimos al hotel y en recepción sin preguntar Jorge me alargó una llave; en la habitación y en silencio hicimos el amor pausadamente al principio y pensé que había sucedido algo que la había cambiado, pero después de esa primera parte apareció esa fiera que añoraba desde que desapareció y era medianoche cuando tuvimos que parar agotados; permanecimos apapuchados hasta que sin soltarse comenzó a hablar.

— ¡Todo solucionado! Soy la pequeña de cinco y mis cuatro hermanos visitaron a Marcos con una propuesta que no pudo rechazar; el me concedía el divorcio sin rechistar y se encargaba de que nadie de su familia me molestara jamás o repetirían lo de quemarle el coche con él dentro. Mi hermano mayor siempre ha sido como un padre para los demás y en este caso tuvo la inestimable ayuda del pequeño que está en un club de lucha desde hace años. .- ¿Y resultó?

— Naturalmente, al día siguiente presentó una petición de divorcio que acepté de inmediato; el piso es alquilado y el coche estaba a su nombre, lo terminará de pagar aunque no lo tiene y no me importa si el seguro le abona una parte o no, me aseguró por medio de un abogado que no intentaría verme y me acompañaron a recoger mis cosas; ahora tengo un pequeño apartamento en el que podemos vernos si quieres, también puedo ir a tu casa si lo prefieres, pero no te apures, mis hermanos solo acuden cuando los necesito y esta ha sido la primera vez desde que tenía catorce años en que un tipo quiso violarme.

— El divorcio tardará a ser efectivo pero ahora vuelvo a ser libre. ¿Nos seguiremos viendo cómo amantes? No te pido nada más.

.- ¡¡¡Nos seguiremos viendo!!! Te lo aseguro.

©PobreCain