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Sorpresa

en Hetero: General

Hola ¿No te dejan entrar? — eso lo dije al aproximarme al portal y Marta respondió. No sé; parece que no hay nadie; pensé que el día no podía ir a peor: he olvidado las llaves de mi casa y de la de mis padres en el trabajo y además me ha pillado la lluvia y mira cómo voy; además me he quedado sin batería en el móvil y no puedo llamarlos.

Si quieres puedes venir a casa. — le ofrecí añadiendo. Tengo cargador y podrás llamarlos para saber dónde están y cuando regresarán. — inconscientemente la desnudé con la mirada y mientras abría la puerta y llegábamos al ascensor recordé como había cambiado.

Antes de cumplir los catorce era una niña lisa como una tabla aunque muy simpática; soy diez años mayor que ella y desde que sus padres le compraron el ordenador; cada vez que tenía problemas o dudas recurría a mí, pasé cuatro meses en Italia con una beca y al regresar vi con agrado que había pasado directamente de la infancia a la adolescencia obviando la pubertad; su físico había cambiado y mucho. Unos pechos talla 95~100 en un cuerpo de armoniosas curvas; piernas torneadas y un culo pequeño aunque respingón, incluso el rostro mostraba sutiles cambios; labios carnosos y aquellas pecas que antes le daban un toque de inocencia ahora resultaban sensuales y el cabello más largo y suelto sobre los hombros la hacía parecer mayor; pero me sorprendió muchísimo la forma en que me miraba y al besarme en las mejillas aplastó su cuerpo contra el mío haciéndome estremecer y con una sonrisa pícara más típica de una mujer madura que de una casi niña preguntó. ¿Me ves guapa?

¡Todos dicen que sí!

— no respondí aunque era evidente que la encontraba muy atractiva. Incluso tuve una erección pero era una chiquilla a pesar de todos esos cambios.

Unos días después la encontré en el portal y me preguntó. ¿Cuándo me darás una oportunidad? Me gustaría que me llevaras a la playa en tu moto; estoy segura que conoces alguna cala donde hacer desnudo integral ¡quiero sorprender a mis amigas al mostrarles mi cuerpo totalmente bronceado! Son unas mojigatas que solo se preocupan de ocultar lo que la naturaleza les ha dado y en cambio a mí me encanta mostrarlo y quiero que seas el primero en disfrutar de mi desnudez; estoy segura que te gustará.

 — esto lo dijo con la mirada fija en mis ojos que no podía apartar de sus pezones que me apuntaban descaradamente.

Mi respuesta fue un quizás aunque tenía muy claro que hacer. — estaba decidido, y a pesar de que posiblemente me arrepentiría por no haber aprovechado la oportunidad me apartaría para no caer en la tentación de hacerlo.

Ya hemos llegado. — anuncie lo evidente volviendo a la realidad. La hice entrar en casa y exclamó. Te lo voy a poner todo perdido.

No te apures mujer, sácate el abrigo cúbrete con esta toalla y toma el cargador y así podrás hablar con tus padres para saber cuándo regresan. — al despojarse del abrigo pude comprobar que en estos quince años había mejorado en todos los aspectos y que los embarazos no habían dejado huellas evidentes. Conectó el móvil y me aparté para que hablara con total libertad; poco después vino a la cocina donde estaba preparando café y explicó con una mezcla de rabia y tristeza.

Pues el día ha ido a peor. He encontrado varias llamadas perdidas de mi madre: aprovechando las vacaciones de la escuela se llevaron a los niños a pasar toda la semana al pueblo y debían regresar esta mañana; quería pasar el fin de semana con ellos pero las lluvias han bloqueado un puente y por no dar un rodeo de 90 kilómetros no regresaran hasta mañana o pasado; dice mi madre que ha llamado varias veces sin que respondiera y le he dicho que me quedé sin batería y que no se apuren. Desde el divorcio hace casi un año me ayudan mucho y no puedo enfadarme con ellos aunque ahora no sé qué hacer; lo mejor es que busque un hotel y te deje tranquilo.

Lo mejor es que te des una ducha y te cambies de ropa aunque no tengo nada de mujer como imaginaras; mi madre se lo llevó todo cuando regresaron al pueblo. — lo comenté como algo natural y como tal lo tomó preguntando a su vez. ¿Qué ropa me darás?

Puedo ofrecerte un chándal y aunque te quedara enorme; mientras se seca tu ropa te mantendrá caliente y además te quedaras a cenar y puedes dormir en la habitación pequeña, en la única en la que tengo una segunda cama por si surge una emergencia y esta lo parece. Aceptó la oferta y la acompañé a mi habitación abriendo el armario para que eligiera las prendas que “luciría”; entró en el baño y poco después oí correr el agua.

Me senté en la cocina a tomar un café que es mi único vicio y retome los recuerdos donde los había dejado.

Estaba decidido; no pensaba quedarme a solas con ella bajo ninguna circunstancia; incluso en un par de ocasiones: al verla correr para subir en el ascensor conmigo fingí haber olvidado algo en el coche y la dejé subir sola. Un día pasó avisó de que el ordenador tenía un virus y me excusé diciendo que tenía mucho trabajo y aproveche una mañana que estaba en el instituto para pasar a su casa y desinfectarlo. Por fortuna para mi pues estaba sufriendo con esa situación conseguí un empleo en Londres y marche de inmediato; eso fue hace quince años.

Regresé hace unos seis meses después que mis padres decidieran establecerse de nuevo en su pueblo de origen en Jaén para disfrutar de su vejez junto a mi hermana y mis cuatro sobrinos; me quedé con el piso que habían reformado totalmente un año antes dándole un toque funcional y en ese tiempo no había coincidido con Marta aunque Raquel su madre: me contó lo del divorcio y la forma en que el padre se enfrentó a “ese desgraciado” repitiéndome palabra por palabra quizás la conversación más larga que haya mantenido en su vida con el que durante cinco años fue su yerno.

 < Has tenido la oportunidad de hacerla feliz y la has desaprovechado; jamás me he inmiscuido en vuestra relación pero te juro; que si no la dejas en paz ella y mi mujer me llevaran tabaco a la cárcel y puede que tu madre flores al cementerio y esto tómalo como quieras.>

Durante el divorcio no hubo problemas y como en realidad no tenía ningún interés renunció a la patria potestad de los niños y el derecho de visitas a cambio de no pasarles pensión: algo que Marta aceptó de mil amores ya que sus problemas nunca fueron de índole económico.

¿Puedes acercarme la toalla? — su voz me volvió a la realidad.

Le llevé una toalla y esperaba encontrarla tras la mampara pero al abrir la puerta estaba frente a ella esperando y con una sonrisa pícara que me recordó aquella pregunta tan lejana en el tiempo aunque tan fresca en mis recuerdos dijo insinuante.

¿Piensas buscar una excusa para escabullirte de nuevo? Lo que hiciste hace quince años lo entendí con el tiempo pero ahora somos libres. —la forma en que me miraba me hizo reaccionar; nos abrazamos y sus labios atraparon los míos sorbiéndolos como si no hubiera un mañana; la alcé tomándola por las nalgas y caminé despacio hasta mi cama donde me dejé caer de espaldas; me cubrió con su cuerpo y poco después se irguió para desabotonar la camisa besando mi pecho a continuación; movió sus manos para soltarme el cinturón y retiró en parte el pantalón junto con el bóxer y con un violento movimiento se empaló; hicimos el amor y al ver la facilidad con que encadenaba los orgasmos supe que eso no sería una aventura fugaz; al rato, satisfechos y desfallecidos continuamos besándonos como dos enamorados que se reencontrasen tras años de separación. — ¿me había enamorado de aquella chiquilla? pasé esos años tratando de olvidarla y al parecer fue una gran equivocación aunque me sorprendió la forma en que habló.

Eres una fiera como imaginaba y es una lástima que te apartaras de mí; estoy segura que todos estos años habríamos disfrutado mucho el uno del otro porque siempre supuse que eras el amante perfecto pero ahora estamos aquí. —me quedé perplejo, y pensando que no había entendido sus palabras pregunte.

¿Estabas enamorada de mí? No se trata de que me regales los oídos; es solo por saberlo.

¡No! Enamorada no; siempre quise ser tú amante, esa putita joven a la que guiaras enseñándome todo tipo de perversiones hasta convertirme en la viciosa que soy aunque estoy segura que aun puedes enseñarme muchas cosas. —esto lo dijo mirándome a los ojos y mostrándose totalmente sincera.

Sin esperar respuesta saltó de la cama y regresó poco después con el cinturón de mi albornoz. ¿Has fantaseado alguna vez con que te viole una mujer? A mí me encantaría que alguien como tú lo hiciera conmigo; confío en que antes de separarnos lo hagas. ¿Me dejas? Quiero tenerte totalmente a mi merced; toma nota de lo que no te guste para cuando cambiemos los papeles hacérmelo pagar con esa crueldad que todos llevamos dentro. — dijo esto entornando los ojos y me pareció un juego como poco curioso; asentí y llevó mis manos al cabecero de la cama sujetando las muñecas con el cinturón.

Retiró la sabana y comenzó a acariciar mi cuerpo con uno de sus dedos; me hacía cosquillas y comencé a reír; me cubrió el rostro con un pañuelo y comenzó la fiesta; se arrodilló entre mis piernas separándolas y al notar como besaba el interior de los muslos dejé de reír de inmediato; mi excitación era notable y comenzó a pasar la lengua por el capullo mientras masajeaba el tronco lentamente; estaba a punto de explotar cuando paró de súbito y acodándose a mi lado preguntó muy seria.

¿Marchaste huyendo de mí, de mi madre o de la ira de mi padre? Al poco de marcharte dejaron de discutir aunque tardé un tiempo en averiguar por qué ¡Trata de ser sinceró! Supe que te la sigues tirando por el brillo que vi en sus ojos al decirme que habías regresado. Quiero todos los detalles y piensa que estas en mis manos y si me mientes u ocultas algo lo sabré y te castigaré.

Me quede en silencio y en unos instantes comencé relatarle como empezó aquella aventura con su madre.

Fue el día de mi cumpleaños; después de comer pasaron tus padres porque siempre nos habíamos llevado muy bien y mama los había invitado a tomar café y tú estabas de colonias; aquellas en que pasaste tu primera noche fuera de casa: al rato, tu padre se disculpó diciendo que iba a encontrarse con los amigos para ir a ver un partido y marchó; cuando decidí irme tu madre salió conmigo y mientras esperaba el ascensor abrió la puerta de vuestra casa y con un guiño me dijo.

¡Ven conmigo! tengo un regalito para ti. ¡Cierra la puerta por favor! — me pidió con voz melosa.

La seguí hasta el salón y vi como quedaba desnuda al retirar el vertido que era su única prenda; me quede helado pero me tomo una mano que llevó a su pecho y recuerdo perfectamente las palabras que murmuró junto a mi oído.

Has dicho que no tienes chica y quiero que este día en el que cumples veinte años sea inolvidable para los dos y te aseguro que lo será; y si te gusta, puede ser el principio de algo muy bonito.

En aquella época tenia algunas amigas con derecho a roce con las que me había acostado alguna vez pero en nada se parecían a lo que tu madre hizo conmigo.

Era y sigue siendo una mujer muy especial con una elegancia solo comparable a su belleza de la que jamás alardea, vistiendo de forma conservadora y mostrando una imagen que en nada se corresponde con la inmensa sensualidad y lujuria que alberga en su interior y que solo deja aflorar en privado. Me llevó al paraíso una y otra vez y al intentar satisfacerla su actitud me sorprendió al pedirme que le prometiera volver a verla para hacerlo; con sus palabras me aseguró que “quería ser la afortunada que me hiciera gozar pues esa era su mejor recompensa” después de eso comenzó a besarme el interior de los muslos como tu hace poco y después estuvo jugando con mi ciruelo hasta conseguir beberme con ansia.

Llegó un SMS de tu padre. > Llegaré más tarde; los chicos insisten en ir a tomar unas cañas.

Tu madre soltó el móvil y retomó su actividad hasta pasadas las nueve de la noche en que lo dejamos y mientras nos vestíamos le hice la promesa de vernos siempre que ella tuviera oportunidad y me avisara. Tomamos la costumbre de encontrarnos por las mañanas; ella no iba al gimnasio y yo dejaba de ir a alguna clase aunque siempre insistía en que lo primero eran los estudios y jamás perdí una clase importante. Tu padre llegó a sospechar que existía una tercera persona por un solo indicio: tu madre se comportaba con él mucho mejor sexualmente hablando y eso le llamó la atención; supongo que era por el mal llamado “sentido de culpabilidad” lo cierto es que jamás supo que era yo quien se acostaba con ella y estando en Londres supe que a pesar de no tener a nadie más tu padre continuó unos años con la misma cantinela hasta que de alguna manera se convenció de que eran alucinaciones o simplemente se resignó a ser un cornudo muy bien servido.

Eso duró cuatro años; a mi regreso de Italia todo cambió ¡tú habías cambiado! Cuatro meses fueron suficientes para convertir al patito feo en un bello cisne; aquella niña larguirucha y desgarbada se había convertido en una diosa y tu madre para protegerte me habló muy claro.

¡No quiero que te acerques a mi niña!

No hacía falta que me lo dijera y así se lo aseguré, resultó que ya entonces apuntabas maneras y trataste de seducirme; en algún momento pensé que podía teneros a las dos o incluso cambiar a la madre por la hija pero me convencí que ninguna de esas opciones era buena y llegó la oferta de Londres. Lo demás ya lo sabes...

— Marta respondió sonriendo.

Así que como imaginaba mamá era y continua siendo un putón: aunque lo más acertado sería decir que es la afortuna mujer que ha sabido conservar tu amistad y mantener el fervor a pesar de los años porque quince son muchos años para conseguir algo así sin mantener otro tipo de contacto más que por e-mail y que continúes interesada en ella. — no quise callar nada y continué.

Lo cierto; es que en este tiempo nos hemos visto cuatro o cinco veces cada año; esos viajes que hacía a Andorra con las amigas del gimnasio o cuando marchaba a casa de su prima en Bilbao porque la necesitaba; nos encontrábamos en un hotel donde pasábamos un par de días haciendo lo que más nos gusta.

 — noté que todo había cambiado. Marta soltó mis muñecas; apoyó su cabeza en mi pecho y preguntó.

¿Qué piensas hacer? La dejaras, seguirás acostándote solo con ella, me apartaras de nuevo o te acostaras también conmigo a escondidas o piensas hacernos tuyas en equipo.

¿Qué es lo que te gustaría? — pregunté a mi vez convencido de que ser yo quien al final decidiría.

Te he dicho antes que con el tiempo entendí porque te apartaste y es que tuve algunas conversaciones con mi madre que al principio te disculpó, hablándome de que lo más importante para ti era el trabajo pero unos meses después; al comentarle que me había enrollado con un chico pero que era un niñato que no me produjo ningún placer le pregunté si le habría importado que lo hiciera contigo; trató de esquivar la respuesta avisándome de los peligros que entraña el sexo ocasional y al insistir me aclaró que ya tenías una amante cuando marchaste con la que te acostabas con frecuencia y que te satisfacía plenamente; al querer saber de quien se trataba se puso seria y dio el tema por zanjado confirmándome así, que ella era esa amante y cuando poco después dejaron de discutir supe que al marchar tú se había terminado el conflicto que tenían aunque lo que nunca supe fue si papá llegó a saberlo aunque lo dudo, pues unos días después les oí hablar de ti con toda normalidad y todavía lo hacen con frecuencia.

Desde el divorcio no he estado con nadie. Es triste; pero incluso uno de los actores que ayudó a que precipitaran los acontecimientos; en cuanto las cosas se pusieron serias desapareció. Pepe mi ex siempre fue un golfo y muy putero; incluso antes de casarnos lo sabía pero ese puntito canalla es una de las cosas que me atrajeron de él; al marcharte dejaron de gustarme los “chicos buenos” y del mismo modo que mi madre comencé a follar muy joven pero yo siempre tomé precauciones y es por eso que no me quedé preñada antes de cumplir los veinte ni tuve que casarme a la fuerza; al conocer a Pepe me acostaba con él y lo alternaba con otros tres chicos con los que me encontraba de vez en cuando y al proponerme irnos a vivir juntos le dije que a pesar de todo era muy tradicional y que solo daría el paso si había un matrimonio de por medio; acordamos casarnos y así con veintitrés yo y treinta él nos casamos; unos meses después decidimos tener un hijo y llegaron los mellizos.

Después del agobio inicial que siempre genera la maternidad todo comenzó a funcionar bien y cuando los críos comenzaron a ir a la guardería recobramos nuestra vida y entonces a pesar de que continuaba con sus movidas me resigne a vivir solo para él y los niños sin retomar antiguas y buenas costumbres.

Pasaron tres años y comenzaron los problemas.

Pepe; que desde que nos conocimos se esforzaba en satisfacerme lográndolo casi siempre dejó de hacerlo; al principio pensé que quizás eran manías mías o de que con la maternidad me había dejado permitiendo que cambiara mi cuerpo y que por eso no me encontraba atractiva y comencé a ir al gimnasio donde las compañeras me decían que el parto no había dejado huellas y los hombres me miraban con deseo y para cerciorarme contacté con mis antiguos amantes a los que aparté aunque no definitivamente para dedicarme a lo que más importaba en ese instante; embarazarme de mi marido y atender a mis hijos.

El primero con el que me cité fue Raúl que estuvo encantado y después de unos cuantos encuentros en un discreto hotel decidí llevarlo una mañana a la casa alquilada en la que vivíamos en las afueras: en el salón nos desnudamos y después de hacerle sexo oral un rato para ponerlo en forma recule tirando de él hasta la habitación; allí estaba Pepe con dos guarrillas que lo habían dejado para el arrastre y estaban jugando solas mientras las miraba. Al vernos comenzó a vociferar como un energúmeno y cuando se cansó le pregunté si esas eran las reuniones a las que asistía siempre que ponía esa excusa para llegar tarde a casa o incluso no venir a dormir.

Su respuesta fue un bofetón; el primero y hasta ahora el único que me ha dado un cobarde, Raúl que así se llama aquel imbécil, en lugar de enfrentarse a él salió por patas y no he vuelto a saber nada de él; las chicas lo agarraron evitando así que ocurriera una desgracia; me vestí y vine directamente a casa de mis padres para contarle a mamá lo sucedido sin omitir nada; a media tarde llego él: mamá lo hizo esperar en la calle hasta que llegara papá al que no le dijo nada para no alterarlo antes de tiempo; entraron juntos y Pepe comenzó a llamarme puta y otras lindezas ante la pasividad de mi padre que nos miraba a uno y otro haciéndonos señas con la mano para que habláramos y calláramos por turnos; Pepe, harto de oír todas esas cosas que fui relatando y que había hecho en el tiempo que pasamos juntos amenazó con divorciarnos y cuando le respondí que estaba de acuerdo y encantada de recuperar la libertad trató de darme otro guantazo; fue entonces cuando mi padre reaccionó por primera vez como lo que en realidad es: un hombre consecuente, sujetó su brazo y le soltó ese discurso que tan bien conoces. Fue como sabes un divorcio sin problemas y no lo he vuelto a ver ni ganas de hacerlo; los niños apenas lo recuerdan y es que estaba poco en casa y nunca pasaba tiempo con ellos; era como si le molestaran o quizás pensaba que no eran suyos aunque de eso si estoy segura.

Así que os poníais los cuernos recíprocamente. comenté con sorna; convencido que eso la animaría.

Lo suyo era crónico: lo sabía y consentía desde antes de casarnos; lo mío fue creo yo para recobrar la confianza en mí misma además de que me encanta follar como has comprobado. Ahora solo falta saber qué harás con nosotras, pero no quiero agobiarte y si quieres quedarte solo para pensar dímelo.

¿Es que acaso piensas marchar a un hotel ahora? Puedes quedarte hasta que lleguen tus padres; si lo prefieres podemos dejarlo aquí hasta que se aclaren las cosas con tu madre y decidamos como vamos a continuar. dije eso convencido que se quedaría.

Si lo prefieres; puedo ir a casa de mis padres si me das la llave que siempre ha guardado tu madre en el cajón del mueble de la entrada;  la dejaron hace muchos años por si al regresar del colegio mi madre no estaba.

Salté de la cama; fui hasta el vestíbulo y en el cajón encontré varias llaves en una de ellas pude leer “Martita”

Eres una bruja. dije eso abrazándola y llevándola en volandas hasta la cama; se arrodilló entre mis piernas y me estuvo pidiendo perdón hasta conseguir que me corriera entre sus labios, con su enigmática sonrisa exclamó. ¿Te parece que lo hago suficientemente bien? Quiero que me des la oportunidad de continuar viéndote y me amoldaré a lo que decidas; sé que eres un hombre serio y honesto y no nos traicionaras.

A mediodía salimos a un restaurante cercano a comer y llevamos comida para cenar en casa.

El domingo a media tarde entramos por fin en su casa y por la noche llegaron sus padres con los niños; después de cenar con ellos me despedí; el padre dijo que estaba muy cansado y Marta acompañó a los niños a su habitación para contarles un cuento y Raquel me siguió a casa y después de besarnos incluso antes de cerrar la puerta preguntó. ¿Qué tal con Marta, ya ha logrado acostarse contigo?

¡Sí! Pero ya no es una niña y no tienes de que preocuparte. dije eso a pesar de que notaba su preocupación y para tranquilizarla le conté nuestra conversación asegurándole que Marta sospechaba primero y tubo la certeza después de lo nuestro.

¿Qué pasará ahora? dijo eso sin soltar su abrazo y apoyando su cabeza en mi pecho.

No tienes de que preocuparte porque no pienso perjudicar a ninguna de las dos; quiero que sepas que me gustáis por igual y que tengas la certeza de que ha sido ella quien me ha seducido y me he dejado precisamente porque ya no es aquella niña a la que te prometí respetar; ahora es una ardiente mujer y se de quien ha heredado ese ardor que la hace adorable. ¿Me compartirás con ella o me haréis elegir? No me gustaría que os enfadarais por mí pero tampoco que me apartarais. — dije eso viendo la silueta de Marta enmarcada en la puerta aún abierta y la respuesta de Raquel fue un sincero. ¡Por mí no hay problema!

Marta avanzó y aplastándose contra la espalda de su madre me abrazó y alargando el cuello nos besamos; al apartarse comentó. ¡Por mí tampoco lo hay!

Raquel alzó la cabeza y decida exclamó. Desde que lo prejubilaron; Juan se comporta como un viejo y me tiene abandonada. Ahora es cuando propones que Marta se instale en nuestra casa; él que se encargue de los niños y nosotras de ti; te aseguro que entre las dos estarás en la gloria y no te crearemos problemas jamás. Si un día decides encarrilar tu vida en otra dirección o te atrae otra u otras mujeres sabremos entenderlo, somos conscientes de que solo somos tus amantes.

©PobreCain