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Diana

en Amor filial

Hoy he cumplido 60 años y ha sido un día muy feliz.

Me llamo Diana y a pesar del calor que empieza a notarse; es 15 de junio, hemos ido a comer a un restaurante, mi marido Ramón, mi hijo Juan con su mujer Luisa y mis dos nietos, Sergio que es el mayor de 14 y Miguel de 12.

Después, Ramón y yo hemos ido al cine a ver una película que hacía tiempo que quería ver y a la salida hemos cenado los dos solos, en una “pequeña tasca” donde se come muy bien de “pinchos”.

Al rato de llegar a casa, nos hemos acostado y para rematar el día nos hemos dado un buen repaso, hacía tiempo que estaba algo estresado con el tema de la cercana jubilación, aunque la farmacia es suya está valorando si jubilarse ahora que aún estamos bien o esperar a los 65 o más.

Cuando se la he mamado como en los tiempos en que éramos más jóvenes, se le han quitado las tonterías de la cabeza y me ha estado dando caña hasta que ha quedado extenuado, se ha dormido y ha sido cuando yo.

¡Yo! Como cada año desde hace 20 sigo el mismo ritual, voy a la habitación donde tengo “mis” trastos y de una vieja caja de lata saco una serie de cosas, cada una de ellas evoca recuerdos, aunque todos ellos interesantes opuestos entre sí.

Una foto de Juan cuando era bebe me recordó, que fue en una “Noche de San Juan” en la playa “Cala Lanuza” en El Campello Alicante tuve mi primera experiencia sexual completa; con 18 años cumplidos poco más que una semana antes, fui a la playa con unas amigas a ver las “hogueras”, bebimos mucha sangría, el calor era asfixiante y húmedo además del que proporcionaban las hogueras, me puse tonta con unos chicos y acepte acostarme con uno de ellos.

Llevaba unos shorts y una blusa fina, debajo mi bikini blanco.

 Después de que me pusiera a cien detrás de una inmensa roca que había al final de la cala donde estábamos le dije que era virgen y que fuera con cuidado, por toda respuesta me tomo de la mano y nos metimos en el agua hasta algo más de la cintura y al oído me susurro.

.-Dentro del agua, notaras menos molestias.

Es cierto que el chico fue con cuidado para no hacerme daño y lo hicimos sin condón porque me dijo que la primera vez no habría problemas.

No puedo saber si fue por la sangría, por el cuidado que puso o quizás porque el himen ya estaba roto por alguna otra causa pero he de decir con sinceridad que no me dolió, solo note algo muy extraño cuando me penetro, era mi primera vez pero no la suya y me fue dando pequeños empellones mientras le rodeaba las caderas con mis piernas.

Cuando acabo vi cerca a uno de sus amigos, no me lo pensé y fui hacia él y le pregunte si también quería estar conmigo; estaba celebrando mi mayoría de edad.

En total fueron cuatro los chicos con los que estuve esa noche, con alguno incluso repetí y cuando estaba amaneciendo les pregunte de donde eran y resultaron ser de Bilbao, habían venido juntos en viaje de fin de curso y no los vi nunca más.

Tres meses después supe que estaba embarazada; era 1969.

Recordé como mis “piadosos” padres, bueno más mi padre ya que mi madre en esa época poco tenía que decir, sentenció.

.-Esa criatura te la tienes que quitar. ¡Iremos a Londres y abortara! Si nos dicen que es peligroso abortar, te enviaremos fuera y cuando lo tengas se dará en adopción y si aparece el padre sabrá lo que es bueno.

No le dije nada en ese momento, a la mañana siguiente prepare una maleta y me despedí de mi madre diciéndole que no estaba dispuesta a hacer lo que decía mi padre, iría a casa de alguna amiga o donde fuera; me dijo que la acompañara a un locutorio de Teléfonos.

Desde allí llamo a un hermano de mi padre que vivía en Zaragoza y con el que no se habla desde antes de nacer yo; nadie me explico por qué y prácticamente no se le nombraba en casa; solo hablo mi madre y al parecer fue convincente.

.-Óyeme bien Julián, Diana está embarazada y sin novio; tu hermano se ha puesto farruco en llevarla a Londres a abortar, la acompañaré ahora a la estación y cojera un tren primero a Madrid y después a Zaragoza; no tengo que decirte nada más ¡Cuida de ellos!

Ya te llamare cuando pueda, un abrazo.

Entonces mi madre me dijo.

.-Aunque tú no lo conoces te puedo asegurar que tu tío Julián es la persona más buena que conozco, con el estarás bien y no te preocupes porque tiene medios para hacerse cargo de todo, además a tu padre le faltan huevos para ir hasta allí.

Me sorprendió mucho el comportamiento de mi madre, ella siempre tan sumisa, después cuando fui madre entendí que todo se puede tolerar menos lo que tiene que ver con un hijo.

De la caja saque un sobre que estaba amarillento después de tantos años, saque la carta de su interior y comencé a leer lo que sabía de memoria.

No se culpe a nadie de mi muerte, soy yo quien ha tomado libremente esta decisión, mi vida ya no tiene sentido.

Seguían una serie de razones que en aquel momento me parecían suficientes para finiquitarlo todo.

Cuando llegué a Zaragoza me esperaba en el andén “El tío Julián” que resultó ser un tipo la mar de simpático, inteligente y muy comprensivo, llegamos pronto a su casa que está en el centro, al entrar me la enseño y sugirió que me instalara en una habitación inmensa con su propio baño independiente y una puerta que comunicaba con otra algo más pequeña y dijo.

.-En esta habitación estarás bien mientras quieras tener a la criatura contigo, tienes espacio de sobras para la cuna y más adelante cuando esté en su habitación, te quedara justo al lado para que este cerca pero no dentro ¿Te parece bien?

Si claro como diga usted.

.-No me llames de usted nunca más, que no me hayas visto nunca no significa que no te conozca, además de verte en muchas más ocasiones de las que imaginas, en el patio del colegio, en el parque, o incluso en la playa, tu madre me ha ido enviando fotos tuyas.

Abrió un armario; de un cajón saco una serie de fotografías mías, desde que tenía un año hasta una de mi último cumpleaños.

En ese entorno tan agradable pase todo el embarazo, hable con mi madre en varias ocasiones, siempre a media mañana que era cuando mi padre estaba trabajando.

En cierta ocasión, conversando con Julián le pregunte, ¿de que trabajas? Siempre estas disponible para mí, pero no te veo hacer otras cosas.

.-Estoy soltero y antes trabajaba en el sector de la construcción, en su momento, cuando nadie le daba importancia y estaban baratos fui comprando aparcamientos cada vez que tenía algo de dinero y siempre por aquí en el centro y ahora tengo unos cuantos alquilados.

Con algunas propiedades como garantía, hice construir un bloque de pisos; son 16 viviendas alquiladas también y unas cosas han ido pagando las otras de modo que hace un año todo era definitivamente mío.

Cuando nació Juan mi madre vino a verme y conocer a su nieto, no así mi padre que según creo se quedó bastante mosqueado.

Viendo las miradas entre Julián y mi madre, comprendí mucho más de lo que ellos imaginaron, solo se quedó cuatro días pero fue suficiente.

Así supe que mi padre biológico es Julián.

Después de parir y pasado un tiempo le plantee la idea a Julián de marchar y dejarlo tranquilo, por toda respuesta me pregunto.

.-¿Estáis mal aquí tú o tú hijo, os trato mal, os pido algo? solo quiero que estéis bien, termina los estudios, Juan tendrá aquí lo que quiera y no necesita nada que no le podamos dar entre los dos.

Cuando Juan tenía casi los dieciocho años Julián tuvo un infarto fulminante; mi madre vino al entierro y ha sido la única vez que la he visto llorar con verdadero sentimiento, en el testamento yo figuraba como heredera universal de todos sus bienes y en segundo lugar estaba Juan.

En ese momento salí de mis pensamientos y me di cuenta que tenía la carta en la mano, recordé porque había escrito esa carta.

Poco después de la muerte de Julián fue el cumpleaños de Juan y aunque no quería lo convencí para celebrarlo; una cena nosotros dos el viernes que era su día y una fiesta en algún sitio con sus amigos el sábado por la noche, bebí algo más de la cuenta y me puse un poco nostálgica, llegamos a casa y me acosté y enseguida me dormí.

No sé el rato que paso, pero estaba teniendo una de las peores pesadillas de mi vida; lo que fuera me tenía aterrada, grite y cuando Juan llego desde su habitación en calzoncillos y logro despertarme, estaba sudada aunque estábamos a finales de Marzo.

Lloraba como una chiquilla; no había manera de consolarme y Juan como cuando había sido al revés y era yo quien se metía en su cama si tenía una pesadilla se metió en la mía para tranquilizarme, me abrazaba y yo a él; cuando comencé a serenarme note algo que inmediatamente me sobresalto aunque pensé que no había que darle importancia.

Notaba contra mi vientre una potente erección; yo no había cumplido aún los 37 y Juan justo tenia los 18, en esos meses había salido con algún “chico” esporádicamente pero nada serio, no trate de darle importancia y pensé que sería una reacción “física” sin más, cuando comenzó a besarme el cuello me gustó y de súbito nos apartamos los dos mirándonos con cara de espanto.

No sé qué pensó él, yo en un instante tenía que escoger entre el sentido común y la lujuria y…………………..

Dudamos solo un instante, tal como nos separamos volvimos a juntarnos y esta vez comenzamos a devorarnos la boca con desesperación.

Las manos de ambos exploraban el cuerpo del otro; notaba que estaba con un semental, con su edad y un cuerpo vigoroso Juan era el sueño de cualquier mujer, él me tenía a mí, una mujer en la flor de la vida a su entera disposición.

Paso por mi mente el pararlo, pero fui incapaz y parece que el tampoco pudo o quiso.

Fui acariciándolo mientras él torpemente me amasaba las tetas, no es que no hubiera estado con chicas pero no era lo mismo, yo no iba a protestar. ¡Esa noche no!

Fui lamiendo su fibroso cuerpo al tiempo que lo acariciaba, cuando pude comencé a besarle y no podía parar, al llegar a su vientre tire de sus calzoncillos hacia abajo dejando libre el resto de su hermosa polla, de la que hasta entonces solo podía ver un espléndido capullo que sobresalía por la cinturilla de la prenda.

Se planteaba una curiosa situación, yo deseaba meterme ese gran pedazo de carne en la boca y hacerlo gozar al máximo y por otra parte quería tenerlo dentro de mí.

Por miedo a un embarazo no deseado, algo a lo que soy “propensa”, decidí que me penetrara primero y se corriera fuera y después ya seguiríamos como fuera; me había convertido en una “depredadora”.

Me acomode en medio de la cama y le hice poner encima de mí, no necesito mucho más y apunto el capullo a la entrada de mi “poco transitado” coño y en un solo movimiento me ensarto, porque fue algo más que una penetración.

Se quedó quieto unos instantes; en ese momento tuve un flash y pensé en pararlo pero era una misión imposible por ambas partes, en ese momento éramos dos caballos desbocados; comenzó a subir y bajar cada vez más rápido y más profundo, notaba como sus pectorales chafaban mis tetas y su lengua se enredaba con la mía; cuando note que se tensaba le dije de forma autoritaria aunque no sé muy bien como lo logre.

¡¡¡Córrete fuera, no tomo nada!!!

Aun me dio cuatro o cinco caderazos más y entonces salió de mí justo a tiempo, la primera descarga me llego a las tetas, las demás quedaron esparcidos por mi vientre; fue la eyaculación propia de un semental, abundante y potente.

Cuando termino de soltar las últimas descargas, se tendió del todo encima de mí besándome intensamente y me confesó que era la primera vez que llegaba hasta el final con una mujer.

En varias ocasiones había estado con alguna, pero se asustaban de su “aparato” cuando lo veían en su máximo esplendor. Nos quedamos así abrazados besándonos hasta que decidimos ir al baño.

Nos enjabonamos mutuamente de forma amorosa, nos enjuagamos y cuando estábamos a punto de salir me miro a los ojos y coloco sus manos sobre mis hombros en silencio, me senté en una banqueta que había en el baño y comencé a besarle la polla que en ese momento estaba a medias, después de los primeros besos y caricias creció hasta que estuvo otra vez en forma.

Habían sido pocas las mamadas que había hecho en mi vida pero no me importo, las anteriores fueron más por tratar de retener a alguien que por “ganas”, está en cambio sí que la hice con verdadera devoción y cuando Juan comenzó a bufar me prepare y cuando intento apartarse lo retuve, una parte de su esperma la pude tragar y el resto se derramó por la comisura de mis labios sobre mis pechos.

Seguí lamiendo sorbiendo y chupando hasta que no quedo nada, entonces nos lavamos un poco y regresamos a la cama, en este caso a la suya por no cambiar la mía que entre la sudada por la pesadilla que había tenido y los restos de la reciente actividad estaba perdida.

Nos tendimos muy juntos abrazados y fue Juan quien pregunto.

.-¿Te arrepientes de algo?

Con sinceridad le respondí que solo si él se sentía incómodo, por única respuesta me beso y apretó un poco más el abrazo.

Note entonces su polla contra mi vientre otra vez en pie de guerra y no pensaba dejarlo así, la cama era más pequeña que la mía.

Metí la carta en el sobre y la guarde otra vez, entonces encontré una foto de las primeras vacaciones que pasé con Ramón.

Estábamos en un hotel en Sitges y fuimos una playa nudista, era la primera vez para mí y al principio me costó un poco y sin que el insistiera viendo con que naturalidad la gente iba i venia sin dar importancia a su desnudez opte por imitarlos y la sensación de libertad fue algo especial; hacía tres años que conocía a Ramón y casi uno que “salíamos”, él es dos años mayor que yo que un mes antes había cumplido los 40.

Esa noche hicimos el amor con ganas, después de que el me aplicara una crema para las quemaduras porque el sol había hecho de las suyas; no me había puesto protector después de desnudarme vio que tenía unas pequeñas rojeces, la excusa perfecta para que me diera unas friegas que me pusieron a mil, de ahí a estar follando como monos fue solo un paso.

Entonces recordé como conocí a Ramón, tenía y tiene una farmacia en el barrio de Torrero de la que es titular.

Al día siguiente del cumpleaños de Juan, pensé en lo sucedido la noche anterior.

Tal y como estaba de excitado no lo podía dejar, fui al baño y traje una crema hidratante y al regresar le puse bastante a lo largo de la polla y me puse un poco entre los cachetes y la entrada del culo, me arrodille en la cama y se lo ofrecí, a pesar que aún era virgen por ahí y él tiene una verga que por momentos me asustaba; me acariciaba las caderas mientras restregaba su polla arriba y abajo.

Cada vez estaba yo más caliente al tiempo que asustada, cuando me soltó una de las caderas para apuntar bien, mordí la almohada creyendo que así sofocaría el grito que soltaría cuando metiera toda esa carne en mí.

Mi sorpresa fue grande cuando comenzó con pequeñas arremetidas, casi tímidas, que apenas entraban un poco cada vez, tardo casi diez minutos a meterme el capullo por completo y fue cuando me volvió a sujetar por las dos caderas, ahora sí con firmeza.

Después, siguiendo con la misma técnica de recular un poco para avanzar algo más a la entrada llego hasta el fondo, no me dolió como imagine aunque se me hacía muy extraño tenerlo dentro de mí.

Cuando me soltó las caderas fue para abrazarme el vientre con una mano mientras la otra se abrió camino hasta el clítoris, comenzó a acariciarlo y comencé a soltar flujo en abundancia.

Juan inicio así una lenta follada, cada vez salía casi del todo para entrar hasta el fondo de un solo y lento recorrido.

Cuando alcance un del todo inesperado orgasmo, continuó en lo que estaba, prolongándolo de una forma inhumana, mi clítoris estaba más que martirizado y yo culeaba tratando de obtener el máximo placer hasta que por fin note como las primeras descargas me inundaban las entrañas, en este caso las estaba gozando sobremanera y trate por todos los medios de no desplomarme aunque era difícil; Juan me sujetaba por el vientre.

Cuando terminó me dejo suavemente sobre la cama sin salirse de mí, me sentía sofocada por su peso pero al mismo tiempo estaba feliz, muy feliz.

A media mañana salí a la calle a hacer algunos encargos, lo primero fue acercarme a una farmacia cercana y ver cuales estarían de guardia al día siguiente, tome nota de la dirección y el teléfono de una que estaba bastante retirada del centro, entre en una cabina telefónica y llame para asegurarme que tenían abierto y confirmar la dirección.

Tome un taxi y le di la dirección de la farmacia, al llegar le dije al taxista que esperara; saldría enseguida.

Había otras tres personas, atendían Ramón y un mancebo, el primero en quedar libre fue Ramón y en un tono muy amable pregunto que necesitaba, sentí mucha vergüenza y en ese momento me dieron ganas de pedir aspirinas para salir del paso, estaba muy nerviosa pero le dije.

.-Normalmente es mi marido quien se encarga de esto, pero regresa hoy de viaje, llegara esta noche y me ha llamado para decirme que no teníamos preservativos, me da un poco de vergüenza pero...

No se apure ¿De que marca los quiere?

.-Eso es lo que me avergüenza, siempre se encarga el de comprarlos y la verdad es que no tengo ni idea, ni de la marca ni siquiera si hay modelos o tamaños diferentes.

  —Podemos hacer una cosa, yo le doy un surtido, me refiero a diversas opciones y el lunes si quiere me trae los que no haya abierto y se los abono, no sufra por eso mujer.

Imagino que debía ver mi cara de apuro en ese momento pero se comportó como un caballero y un profesional. Me entrego una bolsita pequeña con varias cajas, los pague y en cuanto entre en el taxi que me esperaba comencé a tranquilizarme, regrese a “mi mundo” y realice unas cuantas compras que necesitaba.

Esa noche, después de probar un condón que resulto ser demasiado “pequeño” para Juan y le oprimía bastante, probamos otro que resulto ser ideal para ambos, recuerdo que en el fin de semana gastamos los diez que venían en la caja, además de alguna mamada que otra y al menos tres enculadas que me supieron a gloria.

El lunes fui otra vez a la farmacia y me atendió Ramón, haciéndome esperar un momento para despachar a una señora que entro después que yo, en lugar de devolver los no usados los descambie y me lleve cuatro cajas de los que si “nos” iban bien, desde entonces acudía con regularidad a la farmacia incluso cuando conseguí que un médico me recetara “la píldora”.

Ramón, en los dos años que duro este ir y venir jamás me pregunto absolutamente nada, tan solo bromeaba para distender la situación si me notaba algo nerviosa, en ocasiones en que había mucha gente me decía.

.-Su encargo está listo en la rebotica.

Salía con el paquete dentro de una bolsa, pagaba lo que me pedía y me iba la mar de tranquila; fue siempre una relación muy cordial.

Seguí mirando dentro de la caja y encontré entonces la primera foto que tengo de Luisa con Juan.

Recordé entonces como un sábado por la tarde me dijo Juan, después de dos maravillosos años en que disfrute muchísimo con él como madre y mujer.

.-Mama he conocido a una chica, hace unos meses que nos vemos con cierta frecuencia y nos entendemos, estamos pensando en ir a vivir juntos; le he hablado sobre la estrecha relación que nos une en varias ocasiones pero no he mencionado nunca el tema del sexo.

Su respuesta fue que podemos vivir los tres juntos, a ella no le importa y cualquier cosa que sea buena para mí también lo es para ella, creo que tengo que ser honesto con las dos y tanto si sigues viviendo aquí como si vives con nosotros esto que tenemos no puede continuar; sería una forma de traicionaros a las dos y no quiero eso.

Esa tarde lloré, lloré mientras hacia el amor con Juan por última vez, no sería yo quien minara su felicidad y si estaba con Luisa adelante, la tarde se unió a la noche y eran más de las seis de la madrugada cuando por fin nos dormimos abrazados como tantas otras veces, aunque sabía que esa sería la última vez.

Nos despertamos el domingo casi a mediodía, Juan tenía que ir a comer con Luisa y unos amigos, yo comí poco y pensé mucho, fue esa tarde cuando tome una decisión y escribí “la carta”.

Al día siguiente lunes, fui a la farmacia de Ramón y le pedí unos sedantes que fueran efectivos, me explico que no debía tomar más de dos pastillas aunque no notara un efecto inmediato pues había riesgo de sobredosis.

Le comenté que marchaba unos días a Menorca con mi marido y que nos habían comentado que posiblemente tendríamos problemas para encontrar algunos medicamentos, ya que había quien los combinaban con alcohol pues resultaban más baratos que otras “drogas”, fue cuando Ramón me dijo que pasara un momento a la rebotica encargando al mancebo que se hiciera cargo, y que no lo molestara si no era estrictamente necesario.

Lo seguí, me hizo sentar y muy serio me dijo.

Quizás no le guste lo que le voy a decir pero me siento en la necesidad de hacerlo; cuando apareció por aquí la primera vez hace dos años me pareció una mujer muy atractiva.

Nunca se me ocurrió pensar en usted más que como clienta, cuando apareció con la primera receta donde figuraba el nombre, sentí curiosidad y mire en la guía telefónica, así supe que vive muy lejos de aquí lo que confirmo que la relación que tuviera con quien fuera no era del todo “licita”, según los cánones de los “guardianes de la moral”.

Si aún no se quiere ir piense en lo que le he dicho y espéreme; en diez minutos será la hora de cerrar y hasta las cuatro podremos hablar, sé que necesita quien la escuche.

Sin añadir nada más salió de la rebotica dejándome en un mar de dudas, me quede sentada pensando si sería acertado hablarle abiertamente, decidí que no me haría ningún daño y poco después oí como bajaba la persiana; apareció Ramón que indicándome un pasillo dijo.

Aquí detrás hay una escalera que comunica con el piso superior que es donde vivo, subamos y tomaremos algo mientras charlamos.

Subí delante de él y llegamos a un apartamento muy funcional, me hizo sentar en un sofá y me pregunto si me apetecía comer o prefería beber algo, opte por tomar una copa de algo y le pregunte.

Concretamente ¿Qué es lo que me quieres decir? Pienso que aunque nos tuteemos no pasara nada, me llamo Diana y tú sé que te llamas Ramón.

Entonces de forma tranquila y con una voz muy agradable me dijo.

¡Sé! con seguridad que no planeas un viaje. ¡Sé! que los somníferos que pretendes comprar no son para un sueño ligero. ¡Sé! que si no te los vendo yo los compraras en otro sitio y no te veré nunca más.

No sé qué te ha llevado a esta situación, pero pienso que cualquier contrariedad se puede y tiene que superar y también sé que cualquier decisión precipitada te quitara la opción de corregir tu comportamiento.

Esas palabras resuenan en mi cabeza, cada vez que me encuentro con Juan.

Encontré una foto en la caja, donde estaba junto a Luisa en la playa y recordé.

Luisa, me llamó dos meses después de que Juan me pidiera que lo dejáramos y preguntó cuándo nos podríamos encontrar, un tanto sorprendida le dije que cualquier día que vinieran podíamos hablar de lo que fuera pero insistió en vernos a solas.

Trabaja en la gestoría de su padre por lo que no tiene problemas de horarios y quedamos para la mañana siguiente, llego sobre las diez nos saludamos de forma amistosa y me dijo.

Juan tiene un problema serio, no es feliz a pesar de que tiene todo lo que pide, no me quiere hablar de ello aunque sé que tiene que ver contigo, hay noches que murmura tu nombre en sueños y alguna vez incluso teniendo sexo.

Me quede pensativa unos instantes, después sin omitir nada le conté como habíamos pasado a ser amantes durante dos años, y como lo dejamos cuando apareció ella.

Luisa con lágrimas en los ojos pregunto.

¿Echas de menos estar con Juan? porque al parecer el sí.

Sí que lo echo de menos pero entiendo que tiene que vivir su vida, sé que te quiere y con eso me conformo, estoy tratando de enderezar mi vida sin él.

Luisa me abrazo y me dijo.

También quiero que sea feliz, pero sin ti no lo conseguirá, romper vuestra relación a él no le ha hecho ningún bien, te necesita y yo no tengo inconveniente en que os veáis, sería diferente si fueras otro tipo de ex, pero eres su todo, me conformo con ser la segunda si con eso él es feliz, sé que a la larga me vera de otra forma, puede que como a la primera cuando tengamos un hijo.

¿Cuál de las dos hablara con él, crees que sería buena idea hacerlo tú, si quieres lo hacemos juntas? Y luisa continuó

Casi mejor, el próximo día que vengamos, ponte mimosa y que tenga que consolarte; le diré que lo necesitas y os dejare espacio.

Volver a estar en la cama con Juan con el conocimiento de Luisa fue algo extraordinario, duró unos seis años, hasta que ella quedo embarazada de Sergio, entonces se dedicó por entero a ella y no ha hecho falta volver a estar con él.

A ramón, ese primer día en su casa sobre la farmacia le conté como me había convertido en la “amante de mi hijo”, él no me cuestiono absolutamente nada, solo menciono de pasada que el hecho de que él en ese momento tuviera otras prioridades no significaba que no me quisiera o necesitara.

Volvimos a vernos en varias ocasiones.

Salíamos a cenar o comer como amigos a diferentes sitios, hasta que un sábado noche le invite a cenar en casa, justo la semana que hable con Luisa.

Acabamos en la cama y fue “diferente”, más sosegado no tan salvaje; nos abrazábamos y no dejamos de besarnos mientras nos desnudamos, después ya en la cama todo fue estupendo, un tipo de sexo sin sobresaltos; compenetrados como si hiciera años que fuéramos pareja.

Cuando estábamos descansando pues solo se trató de una pausa, le comente la conversación que mantuve con Luisa y su respuesta me sorprendió gratamente.

Todo el tiempo que pases con tu hijo será bueno para los cuatro; una mujer que es capaz de hablarme así merece toda mi confianza y que te acuestes con él, es desde mi punto de vista un acto maternal, como si le dieras el pecho y estoy seguro que Luisa piensa igual que yo.

Eso me decidió a dos cosas, la primera a hacerle la mamada más extraordinaria que nadie nunca le habría hecho ni le hará, y la otra saber a ciencia cierta que tenía que estar con Juan.

Encontré en la lata una foto del bautizo de Sergio y me recordó que todo seguía un “rumbo normal”, hacía más de catorce años que no me acostaba con Juan; no lo necesitábamos ninguno de los dos.

Guarde todo en la caja otra vez; la metí en su sitio y pensé con firmeza acabar con ese ritual que tan buenos y malos recuerdos me trae, cuando me levante de la butaca me di cuenta que estaba “muy mojada”, mire el reloj y vi que pasaban de las cuatro de la madrugada.

Regrese a la cama donde Ramón roncaba bocarriba, me coloque entre sus piernas y lentamente como para no despertarlo comencé a lamer su polla que al llegar estaba en reposo total, pronto reacciono y él también que se despertó y con la mejor de las sonrisas recibió el regalo que le hacía; cuando por fin no pudo aguantar más y acabo en mi boca, lamí y chupe hasta la última gota y es que en estos años he aprendido lo suficiente para no desperdiciar nada.

Repte por encima de su cuerpo hasta cubrirlo por completo, me beso largamente, rebuscando cualquier resto suyo que hubiera quedado y muy serio me dijo.

Cuando has salido de la cama lo he notado, he pensado un rato y está decidido; mañana hablare con Toño y si quiere le traspaso la farmacia y me jubilo; quiero despertarme cada mañana a tu lado y que sea como mejor nos parezca, si quieres seguir viviendo aquí estupendo y si lo prefieres pasamos temporadas en la casita que tenemos en Alicante ahora que aún estamos en condiciones para disfrutar de una vida normal y tener buen sexo.

Cada vez que quieras vendremos a ver a tus nietos y si Juan lo necesitara también lo podrías consolar, aunque creo que ya se le pasó el agobio y con Luisa tiene bastante.

Este cumpleaños será muy difícil de olvidar por todos. Soy muy feliz.

©PobreCain

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