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¿Amor? ¡Seguro que sí!

en Erotismo y Amor

 Siempre fui una romántica y lo sigo siendo, aunque con el tiempo he aprendido algunas cosas.

Cuando era más joven pensaba que cada persona tenía asignada su media naranja, esa era la única explicación que encontraba al observar muchas de las parejas con las que me cruzaba. — mujeres muy bellas con hombres del montón, hombres guapos simpáticos y ocurrentes con verdaderos cardos borriqueros; cosas del todo chocante y al fijarme en algunas parejas cercanas pude comprobar que parecían felices a pesar de que yo no era capaz de entender que los mantenía juntos.

Eran poco más de las nueve y me disponía a cenar, sonó el telefonillo y me extraño pues ni esperaba visitas. — ¿me abres? Soy yo Pol. — abrí abajo y esperé junto a la puerta, apareció con su eterna sonrisa y nos besamos en las mejillas. — ¿Cómo está el bichillo? — dijo esto acariciándome la panza; ya estaba en el sexto mes de embarazo y me sentía muy orgullosa a la par de contenta por no haber tenido molestias en lo que llevaba de embarazo. Estamos muy bien los dos. — ¿Qué tal estas tú, y que haces por aquí?

Pregunté eso mientras me seguía hasta el salón.

 — Pasaba cerca y quería concretar lo del sábado. ¿Dónde está tu marido? — ¡Trabajando! Cambió el turno con un compañero para que le hiciera el sábado y así podemos marchar el viernes cuando nos parezca y pasamos una noche más en Madrid, podremos salir de fiesta y estar frescos para la boda que será el sábado por la tarde.

 Conocí a Pol y a Ana, hermana de Marcos unas semanas después de conocerlo a él y comenzamos a salir los cuatro. — estaba y estoy muy enamorada de Marcos que es un hombre bueno pero tosco y un poco difícil en el trato, con poco sentido del humor aunque con un gran corazón; Pol es atento, educado, servicial, gracioso, amante del baile, dispuesto a ponerse en ridículo por seguir la broma, detallista; en definitiva una joya, además de ser uno de esos hombres guapos a los que se sigue mirando cuando ya ha pasado.

Desde el primer día se me aceleraba el corazón cuando coincidíamos en una habitación, y ahora cuatro años después y estando ambos casados sigue causándome el mismo efecto. — estoy locamente enamorada de él en secreto, aunque lo que siento por Marcos es igual de fuerte que el primer día, lo amo con locura y quiero que eso no cambie jamás; estoy echa un lio y espero solucionarlo algún día. — la voz de Pol me volvió a la realidad.

 — Bueno, pues entonces ya lo concretaremos, podemos salir el viernes a media mañana cuando Marcos haya dormido un rato y además puede echar una cabezada junto a su hermana; acordé con Ana que irás delante porque hay más espacio y ella puede ir detrás sin problemas, comeremos a las afueras de Zaragoza y antes de las seis estamos en Madrid, después de instalarnos nos damos una ducha y “FIESTA” hasta la madrugada o cuando nos apetezca. — ¿Sigues sin que se te hinchen los pies?

 — Sigo como una “mozuela”, solo he ganado peso pero me encuentro muy bien. — ¿Cómo vas con los antojos?

Eso lo dijo con esa sonrisa que me cautiva y puse morritos para responderle. — Marcos sigue sin darme caprichos. — ¡Insisto en bailar pero se niega diciendo que no me conviene! ¿Sabré yo lo que me conviene?

 Pol me empujó suavemente por los hombros hasta el equipo de música y murmuró. — ¡pon algo que te guste! — había un Cd de baladas y le di al Play; sus manos en mis hombros las mías en su cintura y mi cabeza apoyada en su pecho pues no llego más arriba, mi barriga apoyada en su cuerpo evitaba que notara su sexo y lo estaba deseando; desde que Marcos supo que estaba embarazada comenzó a tratarme como si estuviera enferma y apenas teníamos sexo. Me restregaba en su cuerpo como un cachorro que buscara calor y no se inmutaba o al menos no lo demostraba.

 Estaba excitadísima y quería más, lo necesitaba y supuse que de algún modo a él le sucedería algo semejante porque en ningún momento trató de apartarse, solté sus caderas y comencé a girar sin perder el contacto con su cuerpo, al quedar a mi espalda, alcé los brazos y tiré se sus manos hacia abajo; entrelacé mis dedos con los suyos y al alargar los brazos hacia adelante su cuerpo quedó totalmente pegado al mío, llevé nuestras manos hasta mis pechos y los apreté; notaba su tremenda erección contra mis cachetes y sus labios en mi cuello.

 Estaba en la gloria y ni siquiera oía la música, solo el palpitar de mi corazón en sus dedos y el suyo contra mi espalda, me notaba mojada y supe que haríamos el amor; lo estaba deseando desde hacía años y por fin lo conseguiría.

 Apenas nos movíamos bailando pero comencé a andar despacio camino de mi habitación y cada paso nos acercaba un poco más a lo que imaginaba seria la culminación de esa historia romántica con la que en tantas ocasiones había soñado; sin soltarme, cuando estábamos frente al enorme espejo de mi habitación comenzó a desabotonarme la blusa, acariciándome los pechos deliciosamente, su erección era tremenda pero en ese momento lo que realmente me tenía extasiada eran sus frases que pronunció despacio y en un susurró acariciándome la oreja con sus labios. 

— Me tienes hechizado.

— Deseaba tanto que llegara a ese momento.

— Eres la criatura más hermosa que he conocido.

— Siento que voy a estallar de alegría, imaginé esto hace mucho tiempo.

— Voy a hacerte el amor hasta que me pidas que pare, tengo tanto y tanto acumulado para ti.

 Se sentó en la cama y me colocó sobre una de sus rodillas, así abrazada a él de lado nos besamos y todo mi mundo comenzó a distorsionarse; a la dulzura de su tacto se unió la fuerza de sus brazos que me daban seguridad con su abrazo firme, ese abrazo que necesitaba para sentirme segura además de protegida; abrí su camisa y mis labios se pasearon por su pecho mientras acariciaba mi cabello arrullándome con dulces palabras.

Alargó el brazo, tomo el teléfono de encima de la mesilla y marcó un numero. — ¡Hola Ana! Estoy con Marta y aunque no se encuentra mal, tu hermano no está porque cambió el turno y ella necesita compañía. ¿Prefieres venir o me quedó yo ya que estoy aquí?

— ¡Mejor te quedas tú! Además, seguro que también ella lo prefiere, dale recuerdos y ya nos veremos mañana.

Cortó la comunicación sin añadir nada más; Pol me miró y sin pronunciar palabra le empujé suavemente el pecho y se dejó caer de espaldas; sin terminar de sacarme la ropa me eche encima de él y nos quedamos quietos y en silencio, en esos momentos ya no era necesaria una penetración ni nada más que lo que ya teníamos el uno del otro, entrega plena y felicidad completa, nada me preocupaba, no pensaba en Marcos, ni en Ana ni en si alguien podía ver mala intención en nuestros actos, de hecho no nos escondíamos, estaba sucediendo de noche porque surgió así y supe que nuestro momento habia llegado.

 Unas lágrimas escaparon de mis ojos, lágrimas de felicidad que me hicieron reaccionar, despertando aquella fiera que tenía adormecida desde que Marcos supo que estaba embarazada y en lugar de alimentarla y mantener la llama encendida, trató de apagarla o al menos sofocarla dejándome una sensación de desamparo, me sentía vacía en ese aspecto que tan importante es para mí.

Me moví sobre el cuerpo de Pol despojándome de la ropa, me ayudó con mi pantalón y el suyo simplemente lo abrí sin apartarlo apenas, acaricie su verga complacida antes insertarme en ella lentamente.

 Marcos cumplió su jornada de 21 a 5 y a eso de las 5.30 llegó a casa; cuando hace ese turno se acuesta en otra habitación para no molestarla pero siempre se asoma a la puerta para ver como duerme; también esa noche lo hizo y vio la expresión de serena felicidad en su rostro y acoplado a su cuerpo el de Pol que lo rodeaba con sus brazos; se retiró despacio y salió a la terraza. Llamó a su hermana que a pesar de la hora atendió al primer timbrazo

— ¡Ana! Ana ya ha sucedido.

— Era de esperar, cuando los presentamos te lo dije. ¡Están enamorados! Nada ni nadie podía evitarlo y tratar de apartarlos habría precipitado este momento y seguramente con resultados nefastos. ¿La quieres? Porque yo sigo queriendo a Pol con toda mi alma y creo que ambos tiene amor suficiente también para nosotros.  — No pienses en una infidelidad, es simplemente que manifiestan ese amor que mantenían escondido hasta ahora.

Marcos quedó en silencio unos instantes y al fin replicó.

— ¡Como siempre llevas razón! ¿Y ahora qué?

— Acuéstate y trata de descansar, ahora que he hablado contigo es lo que haré y estoy segura que dormiré hasta mediodía y cuando te lo comente trata de entenderlo como te lo he contado porque es lo que hay y nadie lo cambiará a no ser que quieras dejarla, en cuyo caso me demostraras que eres un chiquillo egoísta de esos que no comparten sus cosas.

 La voz de Pol terminó de despertarla.

— Buenos días princesa. —  ¿Qué tal estas además de preciosa?

 — ¡Feliz!

Dicho esto se movió un poco e hicieron el amor lentamente en la posición de la “cuchara” y Marta no reprimió sus jadeos en el que fue el más dulce de los orgasmos desde hacía meses, pues se elaboró sin urgencias y consciente que sería uno de los muchos de ese tipo que gozaría hasta el momento del parto; ella se dio la vuelta y quedaron abrazados disfrutando del momento.

 Al rato, Pol diciendo que debía marchar salió de la cama, ella se incorporó también y mientras miraba como se vestía comentó.

— Marcha tranquilo, Marcos está durmiendo en la habitación pequeña y cuando despierte le diré que has estado aquí y le contaré tu intención de salir el viernes después de que duerma un rato, también le diré que nos queremos y hemos pasado la noche juntos, estoy segura que lo entenderá porque me quiere y nunca le he ocultado nada.

 Pol marcho a su casa y encontró a Ana en la habitación, se acostó junto a ella y la abrazó, ella se giró medio dormida y le dio un ardiente besó.

 — ¿Marta está bien?

— ¡Sí! Se ha quedado tranquila.

 — ¡Amala tanto como a mí, pero no me cambies por ella!

Sorprendido Pol replicó.

— La amo, la amo tanto como a ti, y sé que no podría vivir sin ninguna de las dos, no ahora que se con certeza que os amo a ambas por igual, espero que tu hermano sea igual de compresivo que tú.

 Ana se vistió sin ducharse siquiera, y ante la mirada inquisitiva de Pol explicó.

 — Marcos es muy buena persona pero un poco zoquete, voy a su casa a tomarme un café o lo que me ofrezca Marta para estar allí cuando despierte y ella le cuente lo vuestro aunque ya lo sabe; esta madrugada me ha llamado para decirme que ella se veía muy feliz entre tus brazos.

 Eso alegró a Pol que por primera vez pensó en la reacción de su cuñado y es que realmente es un poco cavernícola y le cuesta razonar las cosas más simples.

 Ana llegó apenas una hora después de que marchara Pol y me abrazó con más ternura que otras veces y sin soltarme murmuró en mi oído.

 — ¡Gracias! Gracias por no arrebatármelo.

Sollozamos abrazadas, yo porque en ese momento me di cuenta de la generosidad que derrochaba y supongo que ella por tener la seguridad de que no la apartaría del que es su gran amor, el nuestro; nos sentamos en la cocina y en silencio al principio le preparé un café y yo tome una infusión, después comenzamos a charlar del viaje y poco después de Pol y la forma de hacernos sentir vivas.

 Al rato apareció Marcos que nos saludó a ambas y Ana esperó que fuera yo quien le contara lo sucedido con Pol esa noche y resuelta comencé a hablar.

 — Marcos, anoche vino Pol para comentarte algo sobre el viernes.

 Con un gesto de la mano me hizo callar y esforzándose por suavizar la voz y de forma muy directa afrontó la situación.

— ¡Vaya! Que por fin os habéis dejado de tonterías y ya estáis como nosotros sabíamos que era lógico, me alegro por los cuatro porque si vosotros estáis bien los demás también, espero que las cosas no cambien demasiado y que ahora no nos apartéis de vuestro lado.

Me abracé a su cuello y lo besé con mucho cariño.

 — ¡Nada cambiara entre nosotros! Bueno si, pasare momentos con él pero eso no ha de preocuparos a ninguno de los dos.

 Ese viernes marchamos a Madrid, a esa boda que marcó un antes y un después en nuestra vida y no por los contrayentes precisamente; en el hotel pasamos dos noches, la primera me acosté con Pol y la segunda con Marcos; Ana compartió una habitación doble con Marcos sin problemas y de regreso a casa nos organizamos muy bien, ahora Marcos es encantador, parece que se le va pegando algo de su cuñado.

©PobreCain

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