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La prometida. IV

en Hetero: General

Se puede leer la primera parte (Amor filial) aquí. http://todorelatos.com/relato/123498/

Se puede leer la segunda parte (Amor filial) aquí. http://todorelatos.com/relato/123498/

Se puede leer la tercera parte (Hetero general) aquí. http://todorelatos.com/relato/124284/

Salió al jardín y estaban las tres en el agua; Olga preguntó con una risita.

— ¿Vienes? Nos gustaría tenerte aquí, dice Eva que nadas muy bien.

 

Pablo se lanzó al agua aunque estaba más cansado que excitado y es que si lo de Liliana había estado bien lo de Edna había sido laborioso y para rematar, Sara, esa viciosa lo había escurrido y nunca mejor dicho. Emergió junto a las mujeres y vio que Olga estaba saliendo por la escalerilla, desconcertado se aproximó a Eva y le preguntó que le pasaba a su amiga.

— En ambientes conocidos como el círculo es una fiera desvergonzada pero aunque no lo creas en general es muy tímida pero está tratando de solucionarlo. Ve por ella y déjate llevar hasta donde te parezca, pero te advierto que cuando toma confianza es bastante gamberra y no tiene una idea buena.

Pablo salió del agua y sin secarse se acercó a Olga que lo esperó inmóvil mirándolo a los ojos, la agarró de un brazo y le preguntó qué estaba haciendo.

— Trataba de enojarte para que me castigaras prescindiendo de mis atenciones que es lo que más deseo desde que hace unos meses te vi con “Martina-Eva”

— ¡No! No pienso enojarme y te exijo que hagas conmigo lo que te plazca, aunque te advierto que tus amigas me han dejado para el arrastre.

— En ese caso voy a ayudar a Eva a preparar la merienda; me quedaré a pasar la noche con vosotros y mañana me acompañáis a tomar el tren; te aseguro que recordaras este día mientras vivas.

Pablo recapacitó entonces. Con Liliana estaba todo claro; era una maquina sexual que estaría disponible cuando la necesitara. Edna era dócil y muy servicial, también podría recurrir a ella cada vez que se le antojara, de Olga aun no tenía elementos de juicio pero por lo dicho dedujo que era muy semejante a Eva. Sara era la única incógnita; le habló de “cosas poco usuales” y se ofreció a responder a sus preguntas y pensó que era el momento de charlar con ella. Se puso unos pantalones cortos y la camisa que llevaba por la mañana y se sentó en una de las butacas de mimbre, con un gesto llamó la atención de Sara que se acercó de inmediato; en pie frente a él preguntó si se vestía; Pablo asintió y regresó poco después cubierta con el vestido que traía aunque se notaba que no llevaba nada debajo, acercó una butaca y preguntó a Pablo que quería saber.

— ¡Todo! todo cuanto quieras o puedas decirme de ti. Quiero comprenderte y prefiero saber lo que sea de tus labios, y quiero que sepas que me encanta como los empleas ¡para todo!

— Tengo treintaicinco años y soy económicamente independiente; dispongo de un fondo de inversión que me permite vivir sin trabajar y trato de no aburrirme. No tengo amantes fijos porque no tengo suerte y los que conozco suelen ser demasiado posesivos. Lo del círculo está bien aunque muchos de los tipos que acuden son demasiado remilgados para disfrutar de mis gustos y he notado que a ti no te ha molestado y eso me gusta pero hay más. Si Eva me da permiso, me gustaría que me acompañaras a casa un día para que conocieras en directo algunas de mis grandes pasiones.

Edna los estaba mirando y Pablo le pidió que se acercara; también vino Liliana y estando juntos los cuatro y muy animado preguntó.

— ¿He pasado vuestro escrutinio? Si Eva me lleva a alguna de vuestras reuniones ¿creéis que seré bien recibido por las demás?

Las mujeres aseguraron que sí y añadieron de forma individual que estarían encantadas de contar con su amistad. Aparecieron Eva y Olga con unas bandejas con la merienda y regresaron dentro a por vasos cerveza y refrescos por si a alguna le apetecía.

Liliana preguntó a Eva si pensaba compartir a Pablo o si solo lo había mostrado para darles envidia y esta respondió llena de orgullo.

— Gracias por preguntar aunque no es mi pareja ni mi amante; es “mi futuro suegro” además de un sátiro que hace que me corra solo con imaginar o soñar que se acerca. Es totalmente libre y no se lo he pedido aún por falta material de tiempo aunque me gustaría que no se apartara de mí, a pesar de lo que pueda pasar si lo mío con su hijo se tuerce, aunque lo dudo ya que fue él quien me introdujo en el círculo.

Todas celebraron la confianza y charlaron un rato hasta que Edna hizo notar a Liliana que ya eran las ocho de la noche, fueron las tres al baño; Olga y Eva se quedaron literalmente junto a Pablo, sentadas una a cada lado y mientras las otras se vestían y arreglaban ellas comenzaron a tontear, jugando con “el viejo” como traviesas adolescentes.

Aparecieron las tres en el jardín para despedirse y Sara recordó a Pablo su ofrecimiento que aceptó, junto con la tarjeta de visita que le entregó con la dirección y teléfonos; las acompañaron hasta la parte delantera de la casa, abrió la verja, sacaron el coche y las despidieron con la mano hasta verlas desaparecer por la curva.

Regresaron a la casa y al cerrar la puerta Olga tomó a Pablo de la mano y lo llevó hasta el jardín; lo hizo sentar en una butaca y se puso a bailar delante suyo; Eva se colocó detrás y comenzó a sacarle la ropa; miraron a Pablo y se encararon para continuar desnudándose la una a la otra, ofreciéndole al hombre un espectáculo lésbico cargado de sensualidad y erotismo. Pablo estaba excitando y ellas también, así que al quedar denudas lo llevaron al salón y se colocaron ambas en la misma posición que horas antes estuvo Edna y Eva le animó.

— Vamos viejo. ¡Fóllanos como a la negrita! ¿Te gustó? ¡Nosotras también podemos hacerlo así!

Pablo no respondió; se despojó del pantalón y con la pija en ristre se dedicó a meterla alternativamente en una y en la otra con algo semejante a la rabia aunque era solo una apreciación, pues cuando le pareció, dio un par de zurras a Eva despidiéndola y se centró en Olga llevándola una y otra vez al límite disfrutando al evitar que obtuviera ese tan deseado orgasmo y al fin le dijo en tono burlón.

— ¿A qué jode que te dejen a medias? Después de cenar jugaremos con mis reglas y te aseguro que quedaras servida.

Alzando la voz para que también lo oyera Eva ordenó.

— Vestiros porque cenamos fuera, conozco un lugar que os encantará.

Marchó a su habitación y unos minutos después regresó al salón vestido con pantalón y camisa; llamó a un restaurante donde reservó para asegurarse de tener mesa, como era sábado noche no quería sorpresas al menos de ese tipo. Al poco aparecieron las chicas que estaban radiantes con sus minifaldas y blusas de gasa fina cuyas transparencias mostraban los vistosos sujetadores.

Pablo condujo unos veinte minutos en los que atravesaron dos pequeños pueblos de pescadores y a la entrada del tercero llegaron al restaurante; era un lugar no demasiado grande que estaba casi lleno, un joven los acompañó hasta una pequeña mesa cuadrada en medio del comedor y les trajo cervezas y unas tapas mientras elegían la cena; Pablo miro divertido a las chicas, sentadas Olga a su derecha y Eva a su izquierda.

El chico tomo nota y para pasar el rato hasta que les sirvieran Olga preguntó a Pablo que planes tenía.

— ¡Voy a ayudarte con lo de tu timidez! Eva, dame tu tanga. &&

Eva lo miró entrecerrando los ojos y musitó un. — ¡Bueno, voy al baño! Pero al ver la expresión de Pablo, alzó un poco el culo del asiento y con una mano bajo la faldita, comenzó a deslizar la prenda hasta llevarla a las rodillas, de ahí fue fácil sacarla y encerrada en el puño se la entregó al hombre que no había perdido detalle de la maniobra ni de las diferentes expresiones de Olga que lo miraba inquisitivamente.

Pablo la miró fijamente y primero con un gesto y después de viva voz exigió.

— ¡Ahora tú!

Olga mantuvo la mirada unos instantes y con un par de lágrimas pugnando por salir comenzó a moverse hasta lograr su misión, entregó su tanga de la misma forma que su amiga y Pablo quedó con una en cada mano. Abrió las manos y extendió ambas prendas sobre la mesa plegándolas a continuación con sumo cuidado; las estaba guardando en el bolsillo ante la atenta mirada de los que ocupaban las mesas cercanas cuando apareció el camarero con los primeros platos de la cena. La sonrisa volvió al semblante de Eva que divertida comentó.

— Hacia tiempo que no estaba tan fresquita mientras cenaba en un restaurante.

Olga sonrió y a continuación la sonrisa se convirtió en una risa histérica y contagiosa hasta el punto que algunos parroquianos la acompañaron en ese ataque de hilaridad.

Pablo tomó una mano a cada una de “sus chicas” que poco a poco se fueron calmando y pudieron comenzar a cenar; después del segundo plato y mientras esperaban los postres y el café Pablo les indicó que fueran al baño y regresaran dando una amplia vuelta por entre las mesas con los sujetadores quitados.

Olga se levantó como impulsada por un resorte y con una sonrisa alargó una mano hacia Eva y juntas marcharon a cumplir el encargo; unos minutos después las vio aparecer en un extremo del comedor y fueron zigzagueando por entre las mesas pasando prácticamente junto a todas hasta llegar a la que ocupaban con Pablo; toda la concurrencia, habían, disfrutado unos y soportado otras el magnífico espectáculo de esos pechos bailando bajo la transparente muselina.

Pablo se levantó para recibirlas y alguien aplaudió entusiasmado; tomaron el postre y al pedir la cuenta el camarero les dijo que estaban invitados; al preguntar ¿por quién? El chico comentó que su jefe los invitaba a cenar a los tres cuantas veces quisieran siempre que animaran a la concurrencia como esa noche; Pablo respondió que tomaba nota indicando a las chicas que podían marchar.

La noche era agradable aunque la brisa fresca erizó los pezones de las chicas que Pablo acarició divertido un par de veces antes de preguntar.

— ¿Alguna vez habéis follado en público? No en presencia de otros amigos; me refiero en la calle y con la posibilidad de ser sorprendidas por perfectos desconocidos, gente normal con vidas normales y no tan estimulantes como las nuestras.

No contestaron, aunque por sus expresiones era evidente que no y Pablo interpretó ese silencio como una muestra de aceptación, las tomó por la cintura y caminaron hasta el paseo marítimo; eran poco más de las once y algunos grupos se dirigían a las discotecas que hay al final del paseo; se acodaron los tres en la barandilla y quedaron en silencio viendo pasar un carguero que marchaba en dirección norte y algunas barcas de pesca que faenaban a un par de millas de la costa; la luna aún estaba baja y era poca la claridad que proporcionaba.

Pablo se colocó tras Olga acoplándose a su cuerpo; abrió la blusa y comenzó a jugar con sus pechos; un par de chicos pasaron muy cerca y aunque miraron continuaron su camino; Eva estaba fascinada por la serenidad con que se comportaba Pablo y es que para él no era la primera vez que estaba en ese lugar y circunstancia.

Levantó la minifalda y comenzó a pasearle el capullo por entre los cachetes, Olga comenzó a bufar y parecía haber olvidado el lugar y situación en que se hallaba y solo era consciente de lo que se avecinaba y deseaba desde que llegó a aquella casa. La primera embestida le llegó al fondo por sorpresa arrancándole un tremendo jadeo que hizo girar en redondo a los chicos que pasaron poco antes y que comprendieron de qué iba el asunto. Los siguientes caderázos, igual de enérgicos los recibió con igual agrado aunque trató de controlarse para no alarmar a los transeúntes que al mirar de reojo vio que se aproximaban.

Junto a ellos, Eva los miraba extasiada pero un enérgico. — <¡Disimula! > Por parte de Pablo la hizo reaccionar y separándose de la barandilla comenzó a dar pasos de valet, esos que le obligaron a aprender en el internado donde pasó su niñez y la pubertad y que dejó de practicar en cuanto pudo, aunque las cosas que se aprenden de niño jamás se olvidan; evidentemente desvió parte de la atención del grupo que se aproximaba y aunque algunos repararon en lo que sucedía algo más allá pensaron que eran unos “fumados” y prefirieron ignorarlos pasando de largo camino a su destino sin entretenerse.

Las embestidas de Pablo llevaron a Olga a un orgasmo que creció exponencialmente a medida que los espasmos se sucedían y Pablo no pensaba aflojar hasta vaciarse en ella y eso fue devastador para la pobre criatura que se debatía como una lombriz en el anzuelo tratando de escapar de semejante suplicio aunque por otra parte, deseosa de fracasar en el intento.

Como si estuviera en la intimidad de su alcoba, Pablo llegó al cenit y acompañó las últimas embestidas en las que descargaba su semilla con unos para nada discretos. — < ¡Toma puta! > Dichos en voz alta que repitió hasta quedar satisfecho; quedó doblado sobre la espalda de la joven besándola y amasando sus pechos hasta que se retiró y la ayudó a recomponerse un poco la ropa; le ofreció unos clínex con los que se limpió y cuando estuvo lista en tono jocoso exclamó.

— Primera parte superada; vamos a bailar.

Fueron hasta la discoteca más alejada en el final del paseo y en la entrada algunos les reconocieron, las chicas andaban orgullosas mostrando sus pechos con sus transparencias y Pablo aún más orgulloso con las manos en sus caderas y apoyándolas contras su cuerpo; dentro continuó el espectáculo aunque en este caso Olga se mostró más participativa y no fue necesario animarla; se frotaba con Pablo descaradamente y le acariciaba sin recato alguno, así como a Eva con la que se besaban sin reparar en quien las mirase; el espectáculo culminó cuando Olga comenzó a contonearse levantándose la falda hasta dejarla arrollada en su cintura mostrando sus joyas, el sexo aun inflamado y ese culo perfecto que Pablo deseaba gozar aunque esperaría para hacerlo en casa.

Antes de que los echaran del local, Pablo le bajó la falda y tiró de ellas hasta la puerta; en medio de una risa histérica Olga preguntó.

— ¿He superado la prueba? ¿Crees que he vencido la timidez?

Le dio una sonora zurra y respondió a su vez.

— ¿Tu qué crees? Estas preparada para lo que se te ocurra.

Condujo de vuelta a casa sin distraerse con las chicas a las que pidió se sentaran atrás para evitar que tuvieran la tentación de jugar con él mientras conducía y al llegar a la casa descorchó una botella de cava y se sirvió una copa; ellas rechazaron tomar nada y les ofreció acostarse en la cama de invitados.

— Después iré a buscar a alguna de vosotras, pero ahora quiero que os desfoguéis un poco y me dejéis reposar para recuperarme de tanto ajetreo.

En realidad lo que pretendía era tomar aliento para poder destrozar a Olga, terminó la copa y buscó en la mesilla el anillo de pene que había empleado por última vez hacia un par de semanas con su buena amiga Beatriz que estaba de crucero con su esposo, se maravilló por los resultados y prometió visitarlo para repetir a su regreso; lo estuvo mirando unos instantes y junto con un envase de lubricante que sacó del armario del baño lo llevó al salón donde se sirvió otra copa de cava con la que se tomó una viagra; hacía meses que no las empleaba y por lo general no le eran necesarias, aunque siempre tenía por si surgía la ocasión y esta lo era.

Podía contar con las tres mujeres que había conocido ese día, pero a pesar de que Eva era excepcional, quería asegurarse a Olga, esa perita en dulce que lo impresionó por el aplomo al hablar y la forma de doblegarse a sus peticiones; faltaba darle la puntilla y lo haría dándole tanto sexo que lo desearía como a una mascota.

Una sola copa más y cuarenta minutos fueron suficientes para que fuera a buscarla; estaban abrazadas y al parecer satisfechas después de jugar un buen rato aunque al verlo comenzaron las dos a reír; Pablo besó a Eva y tomó a Olga de la mano que lo acompañó a la habitación grande; le ofreció una copa de cava que la joven bebió lentamente mientras le acariciaba los pezones; al soltar la copa Pablo dio rienda suelta a su imaginación y se desató la pasión contenida. La forma en que empujaba sorprendió a Olga que si bien poseía bastante experiencia jamás había estado con alguien tan fogoso y es que se juntaban, la viagra, la experiencia y el deseo de saturarla para convertirse en un referente. Tratar de detallar lo que allí sucedió seria largo y complicado, solo apuntar que perdió el sentido en varias ocasiones y que despuntaba el día cuando suplicó por enésima vez que la dejara descansar.

Fueron dos horas de un sueño inquieto plagado de imágenes y sensaciones todas agradables pero que evitaron a la pobre chica descansar y cuando Eva la despertó zarandeándola cariñosamente la abrazó preguntándole.

— ¿No te enfadaras si veo a Pablo a solas fuera del circulo? Te prometo que no intentaré acapararlo y dudo que lo lograra porque ese hombre necesita mucha mujer.

— Puedes verlo cuando te apetezca y te lo permita pero no te encariñes, él no lo hará al menos como podrías esperar. Mucho antes de lo que imagina me casaré con Javi y formaremos una familia donde ocupara como imaginas un lugar preferente mientras quiera.

Las jóvenes se vistieron y poco después de desayunar acompañaron a Olga a la estación; besó a Pablo y cuando lo hacía con Eva le dijo muy animada.

— Supongo que nos veremos antes de la boda.

Eva hizo un gesto y no respondió; de camino a casa fueron callados y al entrar en el salón Pablo preguntó.

— ¿Para cuándo lo de la boda? Parece que Olga sabe más que yo.

Un poco intranquila respondió midiendo muy bien sus palabras.

— Fuimos a ver a Bárbara para anunciarles que nos queríamos casar en breve pero como nos trató tan mal Javi decidió no decirle nada y acordamos que le enviaría un whatsapp y aunque no se pusiera echa una fiera que no arremetiera contra mí. Pensamos decírtelo hoy pero ya ves; las cosas han ido por otros derroteros. Mi familia es muy corta, solo tengo a mis padres que viven en Canadá. Nos desean lo mejor pero no vendrán, nunca se han ocupado de mí y ahora que soy mayor aún menos. Pensamos casarnos en agosto y el venir era para decirte que nos gustarías que asistieras, pero ahora es imprescindible que lo hagas.

— De acuerdo, iré a la boda. Pero ¿Cómo quedamos nosotros? ¿Qué pasará cuando Javier se entere de lo nuestro? Un fin de semana como este es difícil que logremos tener para nosotros otra vez y...

Le cerró la boca con sus labios y después de un rato besándose le dijo con su suave voz.

— Estoy segura que lo sabe. ¿Acaso piensas que le importa? Me cedió a otros incluso antes de que fuera por un tiempo “Martina” y sabe que soy su pareja ideal; jamás encontrara a otra como yo.

En cuanto a lo del circulo; estoy segura que aunque él vaya con cierta regularidad preferiré pasar tiempo contigo, todo el tiempo que decidas concederme sin olvidar a las demás mujeres de tu entorno y es que alguien como tú no ha de amarrarse a una sola mujer.

Después de esa declaración de intenciones se sentaron en el sofá para dedicarse a lo que más gusta a los dos y a mediodía, Pablo propuso preparar algo de comer y ella comentó que iba a llamar a Javier y contarle que le había hablado de la boda y que se lo comunicara el a Bárbara, a fin de cuentas es su madre y un whatsapp resulta muy frio e impersonal.

La chica estuvo hablando unos minutos y al fin se dirigió a la cocina y sonriente exclamó.

— Menuda le espera a Javi. Ya imagino a Bárbara gritándole que no le convengo y algunas lindezas más.

Prepararon la comida y pasaron el resto del día retozando; al acostarse, Eva preguntó intrigada.

— De mis amigas ¿cuál es la que te ha causado mejor sensación?

Pablo pensó unos instantes antes de responder.

— La verdad es que son todas especiales y muy diferentes aunque tú eres la mejor del grupo con diferencia.

Viendo su expresión decidió detallarlo un poco más.

— Olga es una criatura primorosa que se puede moldear a gusto. Sara es un misterio que necesito desentrañar aunque es tan servicial que no le encuentro ningún defecto. Edna es muy dulce y esa aparente candidez la hace muy apetecible. Y Liliana; esa mujer es un reto para cualquiera que se le acerque; estoy seguro que a pesar de lo mucho que ha buscado aún no ha encontrado lo que necesita y pienso que puedo darle, al menos lo intentaré.

Eva lo abrazó y le dio las gracias por su sinceridad añadiendo.

— Te ayudaré a conseguir lo que pretendes de cada una de ellas, porque estoy segura que en realidad lo del círculo, ahora que las has conocido ya no te interesa tanto como antes.

Tenía razón, con ella, esas mujeres, y alguna de sus amigas tenía más que suficiente. Un verdadero harén del que podía disponer a su antojo.

Hicieron el amor hasta la madrugada y se durmieron abrazados como una pareja de enamorados.

Despertaron a un lunes lleno de sol y optimismo; Eva pensó que sería bueno ir a la universidad para obtener un certificado de sus notas y después a la empresa donde hizo las prácticas para formalizar su continuidad en ella y comentar lo de su inminente boda que celebraría durante las vacaciones estivales aunque a ella no le correspondían. Pablo la acompañó a la ciudad y se despidieron al llegar al campus; de regreso a casa sonó el móvil varias veces pero lo ignoró como siempre mientras conduce.

©PobreCain