miprimita.com

Crónicas de Xentar I: El camino de regreso a casa

en Otros Textos

Crónicas de Xentar I

El camino de regreso a casa

 

El regreso estaba siendo tranquilo, tal y como había sido la misión. La singular patrulla volvía contenta después de seis días de misión que habían transcurrido mucho más apacibles de lo esperado. Habían estado reconociendo el terreno aledaño del reino de Al Saaarb felices de comprobar que no había ninguna amenaza inminente de los extraños vecinos y volvían a su querida Nordenburg satisfechos por el trabajo bien hecho. Después de tantos días entre frondosos bosques se congratulaban de haber encontrado ya el Camino Real, que les indicaba que estaba a menos de tres millas de su hogar. A veces pensaban cómo era posible que esa Tierra, que no era la originaria de ninguno de los tres, despertaba en ellos una sensación tan grande de hogar, y es que el reino de Nordenburg siempre había tratado con respeto a los foráneos, y su rey Bértil Vanberbum, alias Bértil el Bajito, había logrado una cierta paz y prosperidad en su reinado.

La misión la integraban tres personajes de muy distinta procedencia. El líder era Karlsben, un antiguo soldado del reino de Al Saaarb que harto de la tiranía del rey Baaal había desertado y huido junto a su mujer e hija al reino vecino, donde había sido recibido con gran hospitalidad y donde actualmente trabajaba por encargos ya que el ejército de Nordenburg era escaso y poco dado a efectuar misiones lejos del castillo de su majestad. Aunque su piel morena y su pelo negro, en contraste con sus ojos azules no dejaba lugar a dudas su lugar natal, los Nordenburgueses lo respetaban como si de un caballero se tratara.

Les acompañaba la bella Khora, una sanadora que siendo muy niña se había trasladado con su familia desde tierras sureñas al próspero reino de Nordenburg. Allí era frecuentemente solicitada para acompañar a tropas o expediciones gracias a sus conocimientos de sanación. Para Khora la naturaleza ofrecía todo lo que hacía falta para curar casi cualquier mal. Las malas lenguas también decían que sus contratos frecuentes tenían que ver más por su belleza, y los ánimos que despertaba en los hombres, y algunas mujeres incluso, el solo poder mirarla.

Cerraba el círculo el más temible guerrero de las Montañas Sombrías del Norte, Khrull, un bárbaro apodado el animal, experto en el arte de la guerra, el hacha y el desmembramiento. Había abandonado su vida salvaje hacía ya cuatro años, cansado de vivir en constante peligro, y a pesar de su reputación de guerrero implacable los que le conocían decían que era buena gente.

Los tres charlaban contentos y jocosos avanzando por el ansiado Camino Real, sintiéndose a salvo.

—Tendrás que invitarme por tus tierras a probar el afamado estofado de oso si tan rico dices que está—. Reía divertida Khora siguiéndole el juego al bárbaro.

—Jajajaja, una muchacha de piel suave y bonitas formas como tú creo que pronto se convertiría en el postre de donde yo soy, jajajaja—. Le contestaba Khrull repasando el bonito cuerpo de ésta que iba embutido dentro de un vestido que no por estar confeccionado a base de cuero tachonado dejaba de ser sexy, sobre todo después de seis días de viaje.

Khora reía mientras le guiñaba un ojo, y observando el cuerpo del salvaje solo tapado por un calzón y unas botas hechas de piel de oso pensaba pícara: Si todos tiene estos músculos quizás incluso me dejo. Aunque en aquella época del año no había frío, tanto Karlsben como ella no podían entender como el ultra musculado cuerpo del bárbaro era completamente ajeno a los efectos del tiempo, y vestía prácticamente siempre con esos atuendos, salvo que nevase.

Los dos seguían bromeando pero el líder llevaba un rato sin participar, serie y atento.

—¿Qué te pasa Karls?— Le preguntó al fin Khora.

Él hizo un gesto con la mano indicándoles que bajasen el volumen de su conversación mientras avanzaba unos metros a hurtadillas.

—Oigo algo, y no me gusta, será mejor que no avancemos por el medio del camino, vayamos mejor por la maleza.

La sanadora y el salvaje se miraron extrañados, pero sabían perfectamente que su líder raramente se equivocaba y obedecieron sin rechistar. Avanzaron un rato sigilosamente bordeando el camino, y los ruidos de los que había hablado el líder cada vez se hacían más evidentes. Siguieron entre las plantas y los árboles hasta que pudieron ver con sus propios ojos que es lo que estaba pasando. En medio del camino una pobre campesina estaba en el suelo y encima tenía un Rep, también llamados hombres lagarto, abusando de ella salvajemente. Mientras éste se lo pasaba en grande otro Rep vigilaba el camino armado con una espada en forma de media luna, esperando hambriento de sexo su turno. Los Reps eran criaturas menospreciables, una mezcla entre humanoide y lagarto, que tenían especial preferencia por saquear, asaltar y violar mujeres humanas, siendo esto último lo que más les divertía.

—¡Putas serpientes!—. No pudo evitar exclamar el bárbaro, pero los Reps no llegaron a oírlo.

—¡oh sí puta humana, mueve un poco las caderas!— Decía el lagarto mientras la penetraba sin dejar de gemir y su compañero reía.

—No hay nada que me guste más que un bonito coño humano—.

Los Hombres Lagarto eran violadores expertos, tenían un aparato reproductor que parecía fabricado para este fin. Era retráctil, para poder introducirlo era viscoso y  escurridizo como una anguila y una vez dentro de convertía en algo duro como un bastón.

Khora indignada ante aquella situación dijo:

—Tenemos que hacer algo Karls, esto no podemos permitirlo.

—Khora tiene razón, aunque la chica ya está muerta.

—Esperad un momento sin hacer ruido.

A Karlsben también le hervía la sangre por dentro viendo aquella escena, pero sabía que los Reps además de ser seres despreciables también eran rápidos y fuertes, y que con algo de mala suerte podían convertirse en letales incluso para dos guerreros experimentados como ellos.

—Ohhhh síiiii, como me gustas maldita zorra jajajaja, no te preocupes pronto me correré y será el turno de mi amigo.

La campesina gritaba y lloraba, pero ya no tenía fuerzas para resistirse mientras aquella inmunda bestia la sacudía una y otra vez. La indignación de Khrull llegó a extremos inaguantables, salió de la maleza sosteniendo su enorme hacha y diciendo:

—Siento amargaros la juerga lagartijas.

La sanadora y el guerrero no dudaron en salir inmediatamente con él, aunque no les gustaba que hubiera tomado unilateralmente la decisión de descubrirlos sabían que no podían dejarlo solo. El Rep que violaba a la campesina giró lentamente la cabeza para mirar de donde venía aquella voz, dejando ver sus grandes ojos de serpiente y sus afilados dientes. Su compañero también miró hacia ellos sosteniendo con fuerza su espada.

—Los humanos cada vez sois más maleducados, ya no nos dejáis ni follar en paz.— Dijo el violador mostrando una sonrisa burlona.

Asqueado se separó de su pobre víctima incorporándose, dejando a la vista su gran miembro y también una afilada daga mientras se ponía bien el cinturón. Khrull siguió con sus provocaciones:

—Nunca habría pensado que unos seres asquerosamente verdes como vosotros tendrían una asquerosa polla de color azul.

El Rep portador de la daga, que parecía ser el líder, se fijó en la gran cicatriz que lucía el pecho descubierto de bárbaro en forma de garra, y volvió a hablar con su voz grave.

—Bonita cicatriz.

—Me la hizo un puto cara de sapo como vosotros.

—Me alegro.

—El también parecía contento hasta que le arranqué la cabeza y la herví en una olla para cenar.

El lagarto rio cínico, y con un pequeño movimiento de mano ordenó a su compinche atacar.

—¡¡¡Vais a morir putos pellejudos!!!

Atacó éste sin pensárselo, corriendo directo a Karlsben con la espada en alto y al llegar hasta su situación lanzó un fortísimo ataco por arriba que consiguió parar el guerrero con su mandoble.

—¡¡¡Arrghhhhhhh!!!

Forcejearon unos segundos cuando el bárbaro decidió ir en ayuda de su amigo, en un hábil movimiento se tiró rodando por el suelo e incorporándose aprovechándose se la inercia que le había dado la velocidad atacó con su espada cortando por la mitad aquel abominable ser con un preciso golpe.

—¡Flaaaaps!

El ruido de la carne separándose fue espeluznante, mientras la parte de arriba del cuerpo aun podía arrastrarse por el suelo sin saber dónde ir, la otra mitad seguía de pie lanzando chorros de sangre azul. El combate había durado menos de lo esperado.

Mientras éste se lamentaba, el otro Rep se había dado cuenta que no tenía nada que hacer, así que decidió lanzar su daga con todas sus fuerzas hacia Karlsben mientras decía:

—Nos volveremos a encontrar, sobre todo contigo puta humana, te haré gritar de placer.

La daga consiguió impactar contra la armadura de cuero tachonado del guerrero sin conseguir hacer más que un pequeño golpe a esta, pero la confusión del ataque fue suficiente para que el Hombre Lagarto emprendiera la huida. Los tres se dieron cuenta que no serviría de nada perseguirlo, nunca conseguirían correr tanto como él.

Se acercaron rápidamente para intentar socorrer a la muchacha herida, que permanecía en el suelo.

—¡Corre Khora ayúdala!

Sentándose en el suelo la cogió en sus brazos, ésta no podía ni hablar. Se fijó en sus ojos que parecían muy débiles, y bajando la mirada se dio cuenta que sus partes se habían convertido en un sanguinolento agujero de carnes desgarradas. Fue entonces cuando entendió que no había nada que hacer, ella murió al cabo de un momento, en los dulces brazos de la sanadora.

—Hijos de puta…

La patrulla no tenía ni ánimo de comentar aquello, rápidamente emprendieron el camino de regreso a casa, maldiciendo la última escena que la plácida misión les había deparado. El trayecto transcurrió en silencio, a las pocas horas llegaron hasta el túnel de Bran, que atravesaba la Roza Maciza y separaba los bosques de las primeras partes habitadas de Nordenburg. Los dos guardias que custodiaban la entrada los reconocieron enseguida, y sin pedirle ni tan siquiera las credenciales uno de ellos, vestido con armadura real y armado con un lanza virotes les dijo sonriente:

—Bienvenidos a casa.

Siguieron otra hora andando por el Camino Real Interior hasta llegar a Norden, la capital del reino y la ciudad más habitada, que estaba construida en la falda de la montaña donde se hallaba el Castillo Real, y que era también donde vivían. Se miraron los tres antes de despedirse, esperando las últimas palabras del líder.

—Chicos han sido unos días muy largos, id a casa a descansar, mañana tenemos que informar de nuestra misión al rey.