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Obsesión filial: 5 cámaras velan por tu seguridad

en Amor filial

Obesión filial: cinco cámaras velan por tu seguridad

Tristán, veinticinco años, un metro ochenta y seis de estatura y setenta y ocho kilos de peso. Moreno de ojos marrones, gran aficionado al deporte y al cine. Experto en seguridad privada y asesor en una empresa dedicada a estas actividades. Podría ser, a grandes rasgos, mi descripción, pero lo cierto es que sabiendo todo esto seguís sin saber nada de mí. Podríamos seguir, mi familia es acomodada y reside en un chalé de lujo en Majadahonda, Madrid. Mi padre, Eliseo, tiene cincuenta años y es productor de televisión, negocio que siempre ha sido rentable y nos ha permitido tener una vida fácil. Mi madre, Alicia, tiene cuarenta y cinco, me tuvo con solo veinte y se casó de penalti con el que era su novio cinco años mayor. Se dedica a cuidarse, ejercer de madre, organizar galas benéficas y todo tipo de frivolidades más. Veinte años después de que se casaran llegó mi hermana, Gilda, que tiene tan solo cinco años de edad. Veréis por lo simpático de nuestros nombres el amor que profesan mis padres por la ópera. Ahora que conocéis a toda mi familia seguís sin saber nada de mí, tan solo lo obvio, lo que muestro al mundo.

Podría contaros cosas más interesantes, o menos superfluas. Perdí la virginidad con quince años, con una mujer madura vecina de la urbanización. Nunca he tenido relaciones sexuales con ninguna chica de mi edad, siempre con mujeres que rondaban o superaban los cuarenta. Mi físico me ha ayudado con mis conquistas pero tampoco he dudado en pagar por sexo en épocas de sequía. El perfil de las mujeres siempre era parecido, la edad, el corte de pelo, el físico, prácticamente han sido todas un calco de la misma mujer. Todo esto tiene una explicación tan simple como oscura, a quien he querido follarme siempre es a mi madre.

Con tan solo once años de edad descubrí la masturbación pensando en ella, y desde entonces se ha convertido en una obsesión que lejos de mejorar ha ido a peor. Mi familia, sin exagerar, es bastante tradicional. No es de éstas que para despedirse se dan besos en la boca o que se cambian unos delante de otros sin ningún tipo de vergüenza y con naturalidad. Especialmente mi madre ha sido siempre bastante pudorosa. Cuando se desnuda lo hace encerrada en la habitación o en el baño, difícilmente sin previamente poner el pestillo. Las pocas ocasiones en las que he podido verla con poca ropa, las nulas circunstancias en las que he podido hacerme el tonto y disfrutar de una u otra forma de ella han enfermado aún más mi mente.

Mi madre es de estatura mediana, un metro sesenta y nueve. Su pelo es rubio teñido y algo corto, un poco por encima de los hombros parece siempre peinado de peluquería. Los ojos son grandes, marrones y sus cejas elegantes y de color castaño. Nariz  fina, triangular y los labios gruesos, sensuales y rosados. De piel blanca, a sus cuarenta y cinco años sigue teniendo un cuerpo muy deseable. Es una mujer voluptuosa, más aún después de haber dado a luz a mi hermana hace cinco años. Su cuerpo me recuerda al de un reloj de arena, con unos pechos muy grandes y voluminosos, una cintura que obviamente no es como la de una chica de veinte años pero que se mantiene bastante delgada y unas caderas y culo también carnosos pero duros y bien puestos. Sus piernas sin ser delgadas como las de una modelo se mantienen fuertes y tonificadas, gracias a la gran cantidad de ejercicio que practica consigue un cuerpo que sin ser perfecto está libre de celulitis. Cotilleé a escondidas en una ocasión su ficha del gimnasio y gracias a eso sé que sus medidas son 105-67-100 y pesa sesenta y seis kilos. Soñé durante días con aquellas medidas. No os puedo describir ninguna parte íntima ya que desde que tengo uso de razón solo he conseguido verla en bañador, la visión más erótica que he tenido de mi madre fue cuando daba de mamar a mi hermana Gilda siendo ella un bebé, y la mayoría de veces se retiraba a un sitio discreto de la casa para hacerlo.

Mi enfermiza obsesión por ella se ha agravado desde que hace dos años me independicé gracias a una buena oferta de trabajo y me mudé a un pequeño apartamento por el centro de Madrid. Lejos del chalé de mis padres aunque el contacto es muy habitual no es comparable a poder verla cada día. Gracias a mi profesión he aprendido muchas cosas, sobre cámaras sobre todo, y esto ha hecho que durante estos dos años trame el plan perfecto para no separarme de mi madre.

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Llegó el verano, el ansiado verano. No deseaba que llegase ésta época del año por el buen tiempo o las vacaciones, lo que me interesaba es que me permitiría llevar a cabo mi plan maestro. Era principios de julio cuando mis padres decidieron irse tres semanas de crucero junto a mi hermana. Mi padre pasaría el agosto rodando un programa de TV en Madeira y este año habían decidido avanzar las vacaciones. Me habían invitado a ir con ellos pero mi excusa era perfecta, no podía cogerme vacaciones hasta el mes que viene. Antes de marcharse mi madre me había pedido que fuera de vez en cuando a la casa para regar las plantas y ver que estaba todo en orden, aquello me dio la coartada perfecta.

Antes de independizarme hackeé el portátil de mi madre, no fue muy difícil, un simple troyano fue suficiente para poder acceder a su webcam a mi antojo, lo que sí que fue es decepcionante. Ella solo lo utilizaba para mirar el correo y poco más, de la cámara de su portátil nunca he obtenido ninguna imagen que valga medianamente la pena, pero si me ha permitido evolucionar la idea. Tenía la casa de mis padres tres semanas para mí solo para desarrollar algo que me ocuparía a lo sumo una semana, llevaba tiempo pensándolo y ya lo tenía todo medido al detalle.

 De mi trabajo obtuve fácilmente el material necesario, cinco cámaras de alta definición absolutamente punteras en el mercado. De pequeño tamaño y completamente inalámbricas tenían una batería que podía durar hasta un año, configurándolas con la WIFI de la propia casa éstas subirían todo lo grabado a una nube a la que yo tendría fácil acceso desde el ordenador de mi casa. Sus únicos defectos eran que no tendría sonido y que no podría ver la imagen a tiempo real. Sustituiría el gran espejo veneciano que preside la habitación de mis padres por un vidrio espejado también de lo mejor que se fabrica ahora mismo. Estos cristales tienen la característica que por una parte reflejan como un espejo pero por la otra son completamente transparentes, parecidos a los que se utilizan en las ruedas de reconocimiento de las comisarías, eran ideales para instalar detrás una cámara espía. Detrás de éste iba a instalar dos de las cámaras, teniendo imagen de cualquier suceso que ocurriera en la habitación de mis padres. Las siguientes tres cámaras iban en el baño, aquí debido a que la medida de los espejos era más estandarizada aún iba a ser más fácil la instalación. Con todo esto cubría, en alta definición y a pleno color, las estancias donde mi madre debería gozar de más intimidad.

Como Murphy avisó hace mucho tiempo, no fue tan fácil como esperaba. Primero tuve que alquilar una furgoneta ya que los cristales eran demasiado grandes para transportarlos en mi coche, luego la configuración de las camaritas fue un trabajo bastante arduo sin olvidarnos de más de una chapuza mía al agujerear alguna pared en busca del espacio suficiente para instalarlas o simplemente montando los nuevos vidrios. Lo que parecía un trabajo de seis o siete días me había ocupado más de dos semanas, pero lo cierto es que en apariencia estaba todo perfecto y las cámaras estaban testeadas y funcionando a pleno rendimiento.

Cinco cámaras velan por tu seguridad mamá.

Con el trabajo duro concluido mi impaciencia por el regreso de mis padres rozaba la ansiedad, me quedaba una semana de espera muy larga.

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Mis padres regresaron por fin, felices y morenos de su crucero por el Mediterráneo, cargados de anécdotas y regalos. Para celebrarlo comimos todos juntos en el vigilado chalé.

—Qué lástima que no pudieras venir hijo —me decía mamá mientras servía la comida.

—Me habría encantado, pero ya sabéis que cuando se acerca el verano tengo mucho más trabajo debido al miedo de la gente a una oleada de robos mientras se van de vacaciones.

—Eso no te pasaría si te vinieras a trabajar conmigo a la productora —aprovechaba como siempre papá para intentar convencerme de trabajar juntos.

—Déjalo Eliseo, ya sabes que le encanta su trabajo —me defendía ella que con la  piel bronceada en el punto exacto de color aún lucia más guapa.

La comida siguió de lo más normal, entre anécdotas del viaje, fotografías y mi hermana pequeña queriéndome contar hasta el último detalle de su aventura marítima, pero yo estaba deseando volver a casa y empezar a disfrutar del espectáculo. Repasando a mi madre que vestía con un vestidito blanco algo ceñido de ir por casa tuve más de una erección durante la larga tarde. Finalmente sobre las siete conseguí despedirme y fui directo a mi piso del centro de la capital.

Entrené un poco en casa haciendo pesas con las mancuernas, saltando a la cuerda y luego cené el típico pollo a la plancha con arroz y me duché. Sabía que tendría que esperar hasta la noche para tener alguna vista interesante y cualquier cosa que hacía me ayudaba a que las horas fueran pasando. Sobre las once y media pensé que ya sería una buena hora y comencé a descargar los vídeos de las cámaras. El primero fue grotesco, tuve que ver a mi padre poniéndose el pijama luciendo su considerable y peluda barriga, los otros simplemente intrascendentes, mi madre repasando la cama antes de ir a dormir, ventilando, cosas típicas después de un viaje largo. Por fin un vídeo grabado exactamente a las 23:16 horas me enseñó las primeras imágenes interesantes.

Mi madre entraba en el cuarto de baño con un camisón en la mano, la cosa pintaba muy bien. Primero se levantó el vestido un poco lo suficiente para introducir sus manos y bajarse las braguitas, éstas eran finas y de color negro, y levantando la taza del váter se sentó a hacer sus necesidades. Nunca me han gustado este tipo de vídeos escatológicos, pero lo cierto es que viendo a mi madre allí sentada, mostrando sus piernas casi al completo y con la ropa interior por los tobillos mi miembro empezó a reaccionar. Después de eso se limpió y volvió a subirse las bragas, se miró unos instantes en el espejo y se quitó el vestido por los hombros. Gracias a las tres cámaras instaladas tenía diversos ángulos de mi madre semidesnuda solo tapada por la ropa interior, aquello era maravilloso.

Misión cumplida, pensé regocijándome del éxito del plan.

El sujetador era negro a juego con la parte de abajo, luchaba por contener lo que sin duda eran unas mamas generosísimas. Se miró un rato en el espejo, recreándose en su bronceado de barco y en su cuerpo tonificado falto absoluto de celulitis o piel de naranja.

¿A ti también te gustas verdad mamá?

Llevándose las manos a la espalda desabrochó el sostén dejándolo caer momentáneamente al suelo y guardándolo inmediatamente en la cesta de la ropa sucia depositada al lado del váter. Por fin después de tantos años podía ver sus increíbles pechos sin ropa por el medio, libres eran tan imponentes que desafiaban las leyes de la gravedad. Aun teniendo una 105 de busto éstos se veían duros y en su sitio, muy poco caídos dado el tamaño y su edad. Pude observar como sus pezones parecían ligeramente erectos y su aureolas eran grandes y rosadas.

Aún estás más buena de lo que pensaba.

Enseguida se vistió con el camisón negro que había dejado encima de la pila, éste era bastante translúcido y corto llegando solo algo por debajo de sus caderas. Se miró nuevamente en el espejo, se lavó las manos y la cara, recogió el vestido blanco del día que había dejado en el suelo para dejarlo también en la cesta y salió del baño.

Ansioso busqué los vídeos de después grabados por las dos cámaras instaladas en la habitación de matrimonio, en ellos se veía a mi padre dentro de la cama leyendo un libro y como entraba mi madre vestida con aquel camisón tan sexy. Sin sonido no podía saber de qué hablaban mientras ella se metía también en la cama.

Vamos papá deja el puto libro y atiende a tu mujer.

Tenía la esperanza de que empezara algo bueno, de ver a mi madre cabalgando sobre mi padre o éste follándosela salvajemente en posición de perrito.

Deja de leer y follad como animales.

Mi padre dejó el libro, se dieron un recatado beso de buenas noches y apagaron la luz del dormitorio. No podía creer como podía dormir tan tranquilo al lado de semejante hembra, aquello fue una decepción.

Volví al vídeo anterior y lo edité para ver a mi madre desvistiéndose, puse en bucle justo la parte en la que se quitaba el sujetador y me mostraba aquellas tetazas y me masturbé como un chimpancé.

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La siguiente semana me dediqué a tres cosas, trabajar, entrenar, y seleccionar los mejores vídeos de mi particular estrella de cine. Había encontrado cosas buenas y cosas malas. Hasta el momento la habitación de matrimonio estaba siendo un desastre, ni rastro de desnudos o sexo conyugal, pero el lavabo era muy interesante. Aunque no tenía imagen de mi madre duchándose sí podía verla desnudarse antes de hacerlo o cambiándose de ropa. Esto me había dado por fin imágenes de mi madre completamente desnuda. En ellas me congratulé al comprobar que su espectacular trasero era exactamente como me lo imaginaba y que llevaba el sexo parcialmente rasurado y arreglado. Ver a mi madre en su completa intimidad, ajena a unos ojos que la vigilan me había proporcionado noches de placer en las que incluso he olvidado el número de pajas que fui capaz de hacerme. Pero lo cierto es que solo siete días después ya sentía que necesitaba algo más.

Mi colección de material erótico maternal enseguida comenzó a ser monótono, sabía que los matrimonios que llevan tantos años juntos tienen una vida sexual escasa en su mayoría pero me acostaba cada noche con la esperanza de ver a mi madre en acción. Pronto este deseo se esfumó, llegó agosto y mi padre como tenía planeado partió rumbo a Madeira a supervisar el rodaje de un reality show, tres semanas de trabajo en las que pensé que la monotonía invadiría el chalé, pero me equivocaba.

Durante los primeros tres días en los que mi madre y Gilda estaban solas en casa todo siguió como siempre, poca cosa durante el día y un fugaz desnudo por la noche cuando se iba a dormir, pero la noche del cuarto día sucedió algo completamente inesperado: Se desnudó en el cuarto de baño como siempre, aquella noche el modelo elegido para dormir constaba de unas braguitas blancas y un camisón color rosa pálido bastante vaporoso. Se fue directa a la cama y cerró la luz, podía observarla perfectamente allí estirada gracias a la calidad de las cámaras instaladas, su visión nocturna me dejaban una imagen de mi madre en blanco y negro de lo más sugerente. El verano había llegado fuerte de calor como hacía mucho que no recordaba, viéndola tumbada encima de la cama ansiaba su entrepierna pero también el aire acondicionado de casa de mis padres, yo tenía que conformarme con un ventilador barato. Estaba a punto de cerrar el vídeo descargado cuando algo me llamó la atención.

Mi madre parecía estar algo inquieta, pensé que quizás el efecto del aire acondicionado se había pasado demasiado rápido y empezaba a sofocarse pero pronto descubrí que era otro tipo de calor. Lentamente como intentando contenerse se subió el camisón a la altura del ombligo mientras que a su vez abría sus piernas sugerentemente, aquello estaba tan lejos de lo habitual que mis ojos miraban el portátil abiertos como platos. Llevó una de sus manos hasta sus partes y suavemente comenzó a acariciárselas por encima de las bragas, lo hacía con mimo, casi con veneración.

No me lo puedo creer, repetía mentalmente casi como un mantra.

Siguió frotándose por encima de la ropa interior un rato, cada vez con más ímpetu hasta que con la misma delicadeza que había comenzado el proceso introdujo su mano por dentro de ésta. Veía sus braguitas abombadas presionando la mano, podía intuir como sus dedos ahora tenían contacto directo con el sexo sin ropa de por medio. Se acariciaba ya sin barreras de manera tan sensual que parecía una película erótica, aquello era demasiado para mí, rápidamente liberé mi polla que ya estaba completamente tiesa y decidí acompañarla. Se frotaba de manera circular, primero lentamente y luego cada vez con más ritmo, estaba claro que la parte elegida para sus caricias era el clítoris. A medida que intensificaba el ritmo de sus tocamientos lo hacía yo, subiendo y bajando la piel del prepucio excitadísimo. Mi madre se masturbaba cada vez con más ganas, podía ver como se mordía el labio inferior en señal de placer, habría dado lo que fuera para que las cámaras tuvieran audio.

¿Te lo estás pasando bien eh mamá?

Parecía que sus dedos estaban alcanzando la velocidad de centrifugado, mientras se pajeaba con furia acompañaba el movimiento de la mano con un ligero balanceo de las caderas.

Sigué así, sigue.

Su expresión era de tal placer que casi parecía que le estuvieran haciendo daño, cerraba los ojos con fuerza mientras que retorcía el cuello. Siguió jugando con ella misma un rato más hasta que llegando al clímax pude ver claramente como levantaba ligeramente el culo de la cama acompañando a lo que seguro fue un orgasmo que terminó entre fuertes espasmos. La expresión de su boca me dejó claro que había gemido como una perra en los últimos segundos. Mientras le veía recuperar el aliento llegué yo también al final corriéndome encima del monitor, lanzándole cuatro o cinco lechazos. Pensé que si el vídeo llega a ser en directo nos habríamos corrido casi a la vez.

Aquello cambió por completo mi manera de pensar, mi recatada y puritana mamá estaba mal atendida por mi padre, lejos de haberse cansado del sexo con los años podía ver como seguía teniendo una fuerte pulsión sexual. Este nuevo dato tenía que convertirse en un plan, abría una pequeña posibilidad de conseguir lo que había ansiado durante tantos años, aunque sabía que a la mínima insinuación por mi parte ésta reaccionaría de la peor manera, el deseo que he sentido por ella todo este tiempo era algo que ni en sus peores pesadillas podía llegarse a imaginar, pensar que mi madre podía acceder a tener relaciones conmigo de ningún tipo no era más que una infantil utopía.

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—¿Seguro que lo has entendido todo? —dije yo.

—Me lo sé todo de memoria, no te preocupes muchacho, soy un profesional.

La noche en la que vi a mi madre masturbarse fue larga, entre paja y paja había estado puliendo mi nuevo plan. Éste era realmente arriesgado, pero sabía que el tiempo apremiaba, no podía dejar pasar la oportunidad de intentarlo y habiendo cogido ya vacaciones pude dedicarme a tiempo completo. Era tan sencillo como improbable, tan poco original como fiable.

Los siguientes dos días los dediqué por completo entrevistándome con gigolós, nunca habría imaginado que era un “mercado” tan complicado el de los hombres de compañía. La mayoría o estaban especializados en sexo gay o eran unos fantasmas que costaba creer que pudieran atraer a ninguna mujer. Finalmente había conocido a Yudel, Charlie de nombre artístico. Metro ochenta de mulato cubano musculado, no solo era atractivo sino que tenía mucho más cerebro que cualquiera de los que me había entrevistado. Al poco de charlar vi en él mi gran oportunidad y él en mí un buen negocio, si la primera parte del plan tenía éxito estaba dispuesto a pagarle tres mil euros, dinero contante y sonante libre de impuestos. No acordamos un primer pago adelantado, sabía que lo necesitaba al cien por cien para tener éxito y no quería que se confiara viendo dinero fácil. Su misión era muy clara, seducir a mi madre.

 Aprovechando que mi hermana se iba dos semanas de campamentos y faltando el mismo tiempo para el regreso de mi padre teníamos quince días en los que mi madre, ejerciendo de Rodríguez, era más vulnerable de lo habitual. Preparé a Yudel en todo lo humanamente posible, las rutinas de mi madre, donde quedaba con sus amigas, donde hacía la compra, sus gustos, sus aficiones, todo. Siempre había sabido que mi madre veía con buenos ojos a los “morenitos”, si Yudel no lo conseguía posiblemente el plan era directamente inviable.

Los días fueron pasando y mi angustia crecía, llamaba cada día al chico de compañía para que me informara de sus progresos que parecían más bien escasos, acercarse a una mujer de clase media alta así por las buenas no era tan fácil como había pensado. Se habían conocido, él se había mostrado encantador, se ganaba su confianza poco a poco intentando que pareciera casual, pero si no había conseguido ni cenar con ella a solas difícilmente llegaría a mucho más. Siguieron pasando los días e incluso el gigoló parecía estar a punto de tirar la toalla, pero entonces, tres días antes del regreso de mi hermana y mi padre ocurrió:

—¿Si? —digo atendiendo una llamada a mi Smartphone.

—Está hecho hermano.

—¿Hecho el qué Yudel?

—Hecho, la misión.

—No me jodas con estas cosas cubanito que me voy a cabrear.

—Te lo digo de verdad brother, hoy la invité a cenar y no veas, creí que luego cada uno por su cuenta pero la parte final fue más fácil de lo esperado.

—Yudel, tengo maneras de saber si me dices la verdad, así que si lo dices para cobrar solo te diré tres palabras: NO-ME-JODAS.

—Que va en serio muchacho, además he puesto mi móvil en modo grabadora por si luego pasaba esto, cuando quieras me paso por tu casa y lo escuchas.

Me quedé reflexionando un momento, comenzaba a parecerme convincente la historia, le contesté:

—No hace falta, voy a hacer unas averiguaciones, si es cierto lo que dices no sufras mañana mismo te pago tus tres mil euros, lo voy a hacer encantado, te llamo en una hora.

Colgué sin darle opción a réplica y fui directo al portátil, tenía muchas dudas sobre la veracidad del éxito de la misión pero aun así mi pulso y mi respiración estaban completamente acelerados. Entré en la nube casi con taquicardia.

NICK NAME: Tristan91

PASSWORD: ***********

Comencé la descarga de vídeos del día, todos eran intrascendentes, los abría nervioso de dos en dos viendo que no había nada en ellos, horas y horas de nada. Estaba empezándome a enfadar.

Maldito puto me las pagarás.

Seguí descargando y mirando vídeos a cámara rápida, mi pulso seguía acelerado pero mutaba de excitación a enfado, me invadía de nuevo la frustración cuando lo vi.

La madre que parió al mulato.

En el vídeo se veía a mi madre irrumpiendo en la habitación de espaldas, comiéndose la boca con Yudel entraban tan excitados que ni atinaban a la hora de volver a cerrar la puerta. Directos a la cama ella se dejaba caer mientras que el cubano se tiraba encima suyo sin dejar de besarla y meterle mano.

Hijo de puta, tendrías que pagarme tú a mí.

Con el musculoso gigoló encima apenas podía ver a mi madre que parecía ir vestida con una blusa de color claro y unos pantalones a juego, el blanco y negro al no haber encendido la luz no me permitía ser muy preciso. Seguían besándose y sobándose mutuamente, ardientes de deseo, con prisa por comenzar el juego fuerte. Mientras el habilidoso mulato ya estaba en calzoncillos mi madre se deshacía patosamente de la blusa y comenzaba a quitarse los pantalones. Observé como él no la animaba a deshacerse del sujetador y me pareció un auténtico desperdicio.

Tú te lo pierdes amigo mío.

Tirando los pantalones al suelo siguió con las braguitas que parecían especialmente finas y sexys quitándoselas con ansia.

La muy guarrilla se había vestido para conquistar.

Yudel se deshizo por fin de la ropa interior y pude ver como la expresión de mi madre cambiaba por completo, del deseo más imparable a la sorpresa más inesperada. De refilón pude ver cuál era el problema, el caribeño iba bien calzado, aun teniendo una perspectiva ladeada podía ver como se asomaba una Mamba negra que debía medir por lo menos veinte centímetros en erección y gruesa como un vaso de cubata. Él se había dado perfectamente cuenta del cambio de actitud de mi madre y se la acariciaba sonriente diciéndole quien sabe qué. Finalmente después de intercambiar unas palabras el gigoló abría de piernas a mi madre que estaba completamente desnuda a excepción del sujetador y colocándose en medio de éstas la penetraba con menos esfuerzo del esperado. A través del monitor de mi portátil podía ver estremecerse a mi madre en una combinación de placer y dolor que no parecía hacer que cambiara de opinión. Veía el atlético cuerpo de él como la embestía una y otra vez casi con violencia mientras ella parecía gemir con fuerza y enrollaba sus piernas alrededor de los riñones de éste.

Joder ni preliminares ni nada, aquí te pillo aquí te mato.

Me embargaba una sensación no esperaba, entre excitación y envidia, la poca delicadeza con la que estaban haciendo aquel acto me tenía un poco desconcertado, en quince días había conocido una madre completamente distinta.

El mulato siguió penetrándola sin piedad y mucho antes de lo que habría esperado pude ver como ella abrazándolo con fuerza con sus brazos y piernas se corría con una cara de viciosa que ni en mis sueños más húmedos habría imaginado. Se notaba que el cubano era un profesional del sexo y mi madre andaba muy necesitada. Él se separaba de ella dejándole recuperar la respiración con el mástil erecto aún, antes de que pudieran decirse nada Yudel comenzó a masturbarse a gran velocidad y a los pocos segundos descargó todo su semen encima de su escote, momento que aprovechaba mi desconocida progenitora para juntarse los pechos haciéndolos lucir gigantescos.

Lo siguiente fue totalmente carente de interés, el chico de compañía se vestía mientras hablaban de cualquier cosa e inmediatamente abandonaba la casa, me pareció muy sorprendente el que mi madre ni siquiera le acompañara a la salida.

Sin demorarlo más alcancé mi teléfono móvil y le llamé:

—Yudel, mañana te pago lo acordado.

Colgué antes de dejarle responder, aquel último mes había hecho una gran inversión de dinero quedándome casi a cero pero sin duda había valido la pena, puse el vídeo desde el principio y ahora sí, me pajeé compulsivamente.

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Las siguientes cuarenta y ocho horas las utilicé para cerrar cabos sueltos. Pagué los servicios del prostituto, limpié y edité las imágenes de la infidelidad de mi madre y pensé cual sería la mejor manera de abordar la parte final de mi oscuro plan. A pesar del deseo por mi madre, de la espera y de las ganas que tenía me costó mucho reunir el valor para llevar a cabo lo que tenía pensado, en varios momentos estuve a punto de echarme atrás, de vivir del material audiovisual obtenido, de reprimirme, pero finalmente decidí jugarme el todo por el todo. Tan solo me quedaba un día antes del regreso del resto de mi familia.

¡Riiiing!

—Hijo, no te esperaba hoy, ¿qué haces por aquí, por qué no has avisado que venías? —me dijo ella algo sorprendida pero cordial como siempre.

—Nada mamá, había pensado en hacerte una visita, estos días que has estado sola no he podido pasarme todo lo que quería.

—No te preocupes cariño, trabajas mucho y cuando llegan las vacaciones entiendo que vayas a la tuya, pasa, pasa.

Iba vestido con un pantalón de lino azul y una camisa blanca también de lino, el calor era intenso pero no tan sofocante como días anteriores. En cuanto mi madre entró en la casa dejándome pasar noté que mi excitación crecía, ella llevaba un vestidito blanco de ir por casa como tantos tenía, algo escotado y corto pero sin excesos.

—¿Quieres que te prepare algo Tristán?

—No gracias mamá he comido hace poco.

Fue directa al sofá del salón y se acomodó en éste, decidí que si iba a hacerlo lo mejor sería empezar lo antes posible no fuera caso que me acabara rajando. Del bolsillo de mi pantalón saqué un CD mientras le decía:

—Por cierto tengo que enseñarte algo.

Ella me miró con curiosidad y fijando la visa en el CD me dijo:

—¿Ah sí?, ¿de qué se trata?

—Nada, una cosita del trabajo —mentí.

Fui al reproductor de DVD y lo introduje, agarré el mando del televisor y me senté al lado de mi madre, premeditadamente cerca de ella, tocando pierna con pierna. Puse el canal adecuado para visionarlo, mi corazón volvía a acelerarse. En primer lugar la gravilla inundó la gran pantalla de LEDS de mis padres.

—No se ve nada, ¿de qué va esto? —me preguntó ansiosa.

—Tranquila mamá, es normal, es un vídeo doméstico.

—¿No me habías dicho que era del trabajo?

En cuanto terminó la frase la esperada primera imagen hizo acto de presencia, en ella se veía inequívocamente como mi madre entraba en la habitación de matrimonio comiéndose la boca con un pecaminoso cubano. De reojo pude ver como palidecía, no era capaz de articular palabra. Poco después el vídeo seguía con ellos tirándose en la cama, liándose como si aquel fuera el último día antes de la extinción de la raza humana. Mientras seguía el visionado en absoluto silencio coloqué mi mano encima del muslo de mi madre, acariciándolo sin aparente maldad aquel era el contacto más excitante que habíamos tenido desde que de niño me amantó.

—Hijo…pero…¿qué es esto?

—Sabes perfectamente lo que es mamá.

Con las imágenes de ellos dos semidesnudos siguió hablándome con la voz completamente quebrada.

—¿De dónde ha salido esto?

Hablaba tan flojo que todo parecía un susurro, su cara era de terror absoluto a estas alturas de la proyección. Mi mano siguió acariciando su muslo ahora en un tono quizás algo más picante, probablemente estaba tan en shock que ella ni se dio cuenta.

—Yudel, el mulatito con el que te acostaste, es un zorro muy listo y se las ingenió para grabar vuestro encuentro  —volví a mentir.

Jugando con su muslo pude notar como tiritaba de miedo, no era capaz de mirarme, sus ojos estaban clavados en aquel televisor. Yo también estaba asustado por lo que estaba haciendo, pero mi excitación era más fuerte que el miedo.

—Imagínate por un momento que papá ve esta cinta, después de veinticinco años de casados. La vida que tienes, acomodada, de lujos, sin obligaciones ni preocupaciones, ¿qué pasaría si llegase a enterarse de esto?

Viendo que mi madre estaba tan aturdida que ni era capaz de defenderse seguí:

—Sin olvidarnos de Gilda claro, ¿qué juez no le daría la custodia a su padre viendo estas imágenes? Seguramente la verías un fin de semana cada quince días y eso con suerte.

Sabía que con aquello había metido el dedo en la llaga.

—¿Qué es lo qué quieres Tristán?  —contestó al fin seria como nunca la había visto y mirándome a la cara.

Subí mi juguetona mano por su muslo hasta llegar al final de su vestido y una vez allí lo subí un poco hasta que el mismo sofá me impidió seguir mientras seguía acariciándole éste por la parte interna, excitantemente cerca de sus braguitas que asomaban de un impoluto blanco. Si la cara de mi madre había mutado al terror con aquel DVD, al darse cuenta probablemente de lo que estaba pasando se convirtió directamente en pavor.

—Ahora voy a contarte algo y te juro que cómo me interrumpas una sola vez o muevas un solo músculo papá se enterará de lo que pasó hace un par de días, no tendrás una segunda oportunidad.

Creyéndose la amenaza o simplemente en shock viendo como su hijo se convertía en un sociópata lo cierto es que permaneció inmóvil durante toda mi explicación.

—Desde que tengo uso de razón me he sentido atraído por ti. Los sicólogos supongo que lo llaman complejo de Edipo, la verdad es que me da igual como calificarlo pero te aseguro que va mucho más lejos de un amor infantil o platónico, he llegado a masturbarme tantas veces pensando en ti que no te lo puedes ni imaginar. En una época incluso llegué a odiar a papá maldiciéndolo por poder gozar de tu cuerpo a su antojo, sé que es algo enfermizo pero con la misma certeza también sé que no tiene cura. No es mi culpa, nací así y nunca fui capaz de cambiar, hace años que di la batalla por perdida. Pienso en ti continuamente, sueño contigo, me obsesiono, es algo que no me deja vivir. Es una necesidad física, capaz de hacerme sentir una especie de abstinencia comparable a la que la heroína produce en los drogadictos. Por fin he reunido el valor para dar un paso al frente, y si me quieres, si quieres a nuestra familia y no la quieres destruir sé que lo entenderás. Lo que queda del día de hoy vas a ser mía, vas a hacer exactamente lo que yo te diga y así mañana cuando vuelvan papá y Gilda yo habré destruido el vídeo donde se ve tu traición y jamás volveremos a hablar de nada de lo que hoy pase. Piénsalo bien, unas pocas horas en comparación a cuatro vidas arruinadas por un desliz, y sabes que sería incapaz de hacerte ningún daño.

Cuando terminé mi alegato su cara estaba completamente desencajada y el color del moreno mediterráneo se había convertido en un blanco pálido como el papel. En mi cabeza un montón de sentimientos se entrelazaban.

—Te juro mamá que he hecho todo lo humanamente posible para reprimirme.

Mientras que ella seguía incapaz de reaccionar mi mano siguió ganando centímetros y por unos impagables segundos llegó hasta su entrepierna acariciándola con extrema delicadeza por encima de la ropa interior. Estaba a punto de dar la batalla por ganada cuando con un movimiento rapidísimo me la quitó de un manotazo mientras que con la otra me daba una sonora bofetada.

—¡¿Es que te has vuelto completamente loco?!

Sorprendido por aquella reacción sabía que ya no había vuelta atrás y me abalancé sobre ella, encima suyo en aquel sofá comencé a tocarle los pechos mientras intentaba colocarme entre sus piernas. Ella forcejeaba mientras yo poco a poco gracias a mi tamaño conseguía acomodarme encima.

—¡Suéltame ahora mismo! ¡Déjame!

Se resistía con todas sus fuerzas mientras yo seguía sobándole todo lo que podía, había conseguido meter mis partes entre las suyas y con mi miembro le apretaba su sexo por encima de la ropa de ambos.

—Mira como me pones mamá, ¿lo notas?, estoy empalmado por tu culpa, ¿la notas?, ¿notas lo grande que está?

Entre empujones y manotazos conseguí arrancarme la camisa y seguí jugando con aquellas tetas que me habían vuelto loco durante tantos años.

—Quítate el vestido, hazlo por la familia.

En un descuido me dio con fuerza un codazo en la cara y volví en sí, por muy excitado que estuviera los dos sabíamos que no era ningún violador.

—¡Sal de encima monstruo!

Me levanté del sofá liberándola aturdido por el golpe y la situación, el plan estaba a punto de fallar, estaba a punto de cargarme la relación con mi madre para nada. Me puse el dedo en la nariz y noté como ésta sangraba ligeramente debido al golpe con el codo, vi a mi madre como se colocaba bien el arrugado vestido y le dije:

—Si no lo quieres hacer por mí, si no lo quieres hacer por papá, hazlo por Gilda, ella no tiene la culpa de que lo que has hecho.

Noté como los ánimos de mi madre se serenaban, sentí como nuevamente las palabras habían calado en ella y continué:

—Si no cedes te juro que no descansaré hasta arrebatártela por completo, nunca la volverás a ver. Le contaré lo que has hecho, ¡te lo juro!

Teniendo perfectamente localizado su punto débil terminé:

—Unas cuantas horas, haz lo que yo te digo unas cuantas horas y te doy mi palabra de que esto habrá terminado para siempre, es más, jamás habrá pasado.

Pude ver como una lágrima se le escapaba y se deslizaba por su mejilla mientras contestaba:

—La palabra de un monstruo, he criado a un enfermo.

 Aquello me dolió relativamente pero sabía que ya era mía, me deshice de los pantalones y los calzoncillos liberando la erección más bestia que había tenido en mi vida. Miré en dirección  mis genitales y le dije:

—Esto es lo que me haces sentir y no lo puedo cambiar.

Abatida sicológicamente, vencida, no dijo nada.

—Quítate el vestido mamá, hazlo por mí.

—Lo hago por mi hija —respondió otra vez con voz temblorosa.

Se quitó con desgana el vestido quedándose en ropa interior, ésta era blanca conjuntada, llevaba un sujetador que ya tenía identificado de los muchos vídeos que guardaba suyos en el cuarto de baño, parecía mentira que aquella tela pudiera detener dos glándulas mamarias tan dotadas.

—Ahora la parte de arriba.

Llevó las manos a la espalda y lo desabrochó lentamente dejándolo caer al suelo, la expresión de mi madre era una mezcla de rendición, rabia y frustración. Por primera vez podía ver sus enormes tetazas en vivo, desafiando de nuevo las leyes de la física éstas eran perfectas, enormes, naturales y bien puestas.

—Joder que buena que estás, tendrías que entender que lleve quince años queriéndote follar.

Hizo cara de asco con aquel comentario y pensé que tenía que ir con cuidado de no forzar la máquina.

—Ahora la parte de abajo.

Ella me miró y negando ligeramente con la cabeza me dijo:

—No por favor, acaba con esto hijo, déjalo aquí por favor.

La miré muy serio y contesté:

—Te he dicho que hasta mañana eres mía, quítate la parte de abajo, no me hagas repetírtelo.

—Hijo por favor…

Esta vez decidí que el silencio sería su respuesta. Viendo que no daba el brazo a torcer se bajó las braguitas hasta los tobillos y sacó un pie y después el otro. Completamente desnuda no dejaba de fascinarme que mi madre de cuarenta y cinco años, siempre pudorosa y vergonzosa llevase el sexo depilado y arreglado casi al estilo brasileño.

—Da una vuelta despacio sobre ti misma para que pueda verte.

Obedeció sin resistencia verbal esta vez, de perfil sus pechos se veían aún más descomunales, la cintura era firme y sin grasa y su culo duro y bien puesto perfectamente podría haber sido el de una bailarina profesional de bachata. Con aquella pequeña performance mi polla respondió teniendo un pequeño espasmo, ansiosa por lo que iba a ser su festín.

—¿Y ahora qué?

—Ahora solo tienes que quedarte quieta y relajarte.

Me acerqué lentamente, recreándome con aquel espectáculo carnal, la excitación y el morbo no podían ser más. Llevé mis manos hasta sus pechos y comencé a acariciarlos con extrema suavidad, disfrutando del ansiado trofeo. Ella tiritaba otra vez y cerraba los ojos visiblemente horripilada por lo que estaba aconteciendo, nunca ni en mis fantasías más alocadas había pensado que mi madre podía llegar a disfrutar de algo así. Le pellizqué los pezones y recorrí la generosa carne como un león a punto de lanzarse contra su presa.

La espera ha valido la pena.

De las caricias pasé a agarrárselas de una forma igualmente delicada, sus senos eran tan generosos que eran difícilmente manejables.

—Tristán por favor.

—Shhhhhhhhh, no hables mamá, relájate.

Se los madreaba cada vez más animado hasta que decidí que quería notar que tacto tenía el resto del botín. Fui directo hasta su espléndido trasero y se lo manoseé desbordado por su espectacular cuerpo, agarrándoselo aún lo notaba más terso.

—No sé qué parte de ti me pone más, estás más buena que cualquier modelo esquelética sin curvas. No entiendo cómo papá puede quejarse del precio de tus clases de aeróbic o de pilates, es el dinero mejor invertido que existe. ¿Cuánto hace que no lo hacéis tú y papá? No entiendo cómo puede dormir contigo sin disfrutar de este cuerpo.

No dijo nada y yo tampoco esperaba respuesta. Le sobé un rato más el culo hasta que llevé un dedo hasta su clítoris y se lo acaricié y pellizqué con cuidado. Ella hizo un gemido de incomodidad, que no de placer, y volvió a insistir:

—Por favor hijo párate aquí, te prometo que olvidaré todo lo que ha pasado.

—Pues yo nunca podré olvidar lo buena que estás la verdad —respondí.

Le froté un rato más la pepita notándola especialmente incómoda y decidí bajar unos centímetros más hasta llegar al orificio de su coño. Jugué unos segundos con sus labios vaginales y con cuidado le introduje dos dedos no sin cierta dificultad. Ella volvió a gemir de nuevo cada vez más agobiada.

—¿Qué te pasa? La polla del cubano era descomunal y en las imágenes no parece que sufras demasiado con ella.

Mientras la penetraba con aquellos juguetones dedos notaba como la respiración se le aceleraba, sufrí por si volvía a revelarse y los quité de inmediato. Volví a jugar un poco más con aquel monumento que era su delantera y casi con romanticismo empecé a besarle por el cuello susurrándole:

—Yo no tengo la culpa de que hayas tenido que ser mi madre.

Bajé mi cabeza y seguí besándole por los pechos, por los pezones, mordisqueándolos a la vez que los magreaba, mi miembro estaba tan dilatado que a veces rozaba involuntariamente su cuerpo, la agarré por las caderas y la llevé despacio hasta el sofá acomodándola en él y poniéndome encima, volvíamos a la posición inicial. Le abrí las piernas y coloqué mi glande en la entrada de su cueva del placer, el sólo contacto con ésta hizo que casi me corriera.

—Esto sí que no por favor, para, no lo hagas.

Me suplicaba que me detuviera sin mucha fuerza pero a su vez se dejaba hacer rendida, era consciente de lo que iba a pasar. Apretándole aquellas tetas que eran mi obsesión con las manos empujé mi polla penetrándola despacio con dificultad, como el cuchillo que corta la mantequilla recién sacada de la nevera.

—¡Ah! Para por favor para.

Quejándose del dolor y de la situación seguí apretando hasta que le agarré el culo para ayudarme, con mis manos presionadas contra el sofá conseguí metérsela hasta el fondo. Los dos gemimos, ella de incomodidad y yo de puro placer, notaba mi polla fuertemente presionada dentro de aquel conducto y pensé que después de aquello ya podía morirme feliz.

—Oh sí mamá eres deliciosa.

Poco a poco su vagina fue cediendo y notándome más a gusto seguí metiéndola y sacándola lenta y cuidadosamente.

—Me encanta mamá muévete un poco, hazlo por mí.

En este punto ni me hacía caso ni se quejaba, seguía allí abierta de piernas como si de una muñeca hinchable se tratara. Continué follándomela, aumentando poco a poco el ritmo, creía que iba a morir de placer y mi polla ya estaba cerca de explotar. La embestía una y otra vez, cada vez con más fuerza notando como los dos vibrábamos encima de aquel sofá mientras que no perdía ocasión en sobarle las tetas y el culo.

—¡Oh!, ¡me encanta!, ¡me encanta!, dime que te también te gusta un poco mami, ¡dímelo!

Se la metía con tanta fuerza que empezaba a notar doloridas las ingles de chocar una y otra vez contra las suyas, sus pechos botaban debajo de mí al ritmo de las sacudidas con tanta potencia que pensaba que podían incluso chocar contra su cara.

—¡Oh sí, oh sí, por fin sé que se siente al estar dentro de ti! ¿Te gusta? ¿te gusta?

A cada embestida notaba que mi madre se podía llegar a mover varios centímetros sacando de su sitio incluso los inocentes cojines del mueble hasta que finalmente no pude aguantar más y agarrándola otra vez por el culo casi con violencia me corrí entre fortísimos espasmos llenándola por dentro de leche.

—¡¡¡Ohhh síiiii!!!

Aquel fue el orgasmo más salvaje que había tenido, volví a sentir que una vida de sufrimiento había valido la pena. Con cuidado salí de dentro suyo intentando estabilizar mi desbocada respiración y pude ver como mi madre sollozaba intentando aguantar el llanto.

—No te preocupes mamá, lo has hecho muy bien.

Ella me miró y en un acto de valentía procurando que no se le rompiera la voz me dijo:

—Ahora ya puedes destruir el CD.

Mirándola le dije con una pequeña sonrisa:

—Lo siento pero hasta mañana aún quedan unas cuantas horas.

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Después de nuestro encuentro en el salón nos recuperamos un poco, yo intenté hablar con ella de cualquier cosa con cierta naturalidad pero obviamente fue imposible. Ninguno de los dos tenía apetito y a la hora de la cena nos fuimos directamente a dormir. Mi intención era que durmiéramos desnudos en la cama conyugal pero después de varias súplicas le permití que se pusiera unas braguitas. Las elegí yo, unas braguitas negras finísimas que era lo más parecido que tenía mi madre a un tanga. Una vez allí ella estaba de lado desnuda solo cubierta por aquella escasa prenda y yo la abrazaba al estilo cucharita como Dios me trajo al mundo. Aquella había sido una fantasía recurrente toda mi vida, con mis brazos enroscados en sus pechos y mi miembro presionado contra su culo conseguí dormirme como un bebé sabiendo que ella probablemente no podría pegar ojo. Descansé unas tres o cuatro horas hasta que una erección me despertó, podía notar perfectamente como mi aparato empujaba el trasero de mi madre.

—Mamá, ¿no duermes verdad? —susurré.

Ella no contestó pero era obvio que estaba desvelada. Restregué remolonamente mi polla por encima de aquellas finas braguitas mientras que mis manos volvían a jugar con sus indefensas tetas.

—Sé que estás despierta, vuelvo a tener ganas de ti.

Pude notar como su respiración se aceleraba mientras que yo tranquilamente seguía metiéndole mano.

—Déjame por favor, es muy tarde —suplicó

Seguí sobándola, deberían ser las tres de la mañana y yo tenía claro que aquello no había acabado.

—Incorpórate por favor —le ordené con voz algo firme.

—Hijo…

—Haz lo que te digo, hemos hecho un trato.

Se sentó lentamente en la cama agarrándose con las manos las rodillas, intentando tapar el máximo posible aquellas mamas descomunales, después de todo lo que habíamos hecho me pareció casi ridículo.

Me senté estirando las piernas y mirándome la avanzada erección le pregunté:

—¿Cuánto hace que no se la chupas a papá?

Ella bajó la cabeza sin responder.

—A papá o a cualquier hombre, ¿cuánto hace que no  chupas una polla?

Negaba ligeramente con la cabeza y seguía sin contestar.

—Te lo estoy preguntando, quiero saberlo —le dije muy serio.

—Nunca lo he hecho —terminó diciendo en voz muy baja.

—¿Nunca? No puede ser verdad. ¿De verdad nunca?, ¿la gente de tu generación no hace estas cosas? Bueno no importa, siempre hay una primera vez. Quiero que me hagas una mamada y te juro que como empieces con tus ridículas súplicas romperé el trato y todo esto no habrá servido de nada, haces que todo vaya muy lento mamá.

Ella me miró bastante disgustada y poniéndose de rodillas en la cama vino directa hacia mi miembro con expresión de no saber muy bien que hacer.

—Vamos que no es tan difícil.

Me agarró la base del pene con la mano y lentamente se la introdujo dentro de la boca.

—Exacto, así vas bien.

Comenzó a metérsela y sacársela a una cierta velocidad y de una manera ciertamente patosa.

—Mmm, espera, así no…mamá…primero juega con la lengua…no tan rápido.

Siguió con aquella extraña felación que demostraba que realmente mi madre no había tenido una polla en la boca en su vida mientras yo intentaba guiarle sin mucho éxito. Le agarré por el pelo e intenté ayudarle a seguir el ritmo.

—Así, cierra un poco más la boca, cuidado con los dientes eh.

Durante unos minutos más continuó con aquello mientras que yo intentaba que la mamada fuera más profunda pero me di cuenta enseguida que no solo se estaba atragantando sino que tampoco estaba siendo muy placentero para mí.

—Joder era verdad que no lo habías hecho nunca, con los labios tan morbosos que tienes y que desaprovechados están —le dije apartándole la cabeza.

—No importa mamá, ponte a cuatro patas como si fueras una perra.

Volvieron los sollozos y yo estaba realmente cansado de que todo fuera tan difícil.

—¡Hazlo ya vamos! O te juro…

Antes de que terminase la frase mi madre obedeció regalándome una perspectiva de su increíble culo en pompa que hizo que mi pene volviera a reaccionar aún con más fuerza. Entre sus piernas podía ver sus tetazas colgando tan enormes que chocaban contra el colchón. Me puse de rodillas detrás de ella y agarrándola por las caderas comencé a restregarle la polla por las nalgas.

—Joder mamá eres una Diosa del sexo, te crearon para follar.

Le quité las braguitas con cuidado y seguí jugando con mi miembro que estaba tieso como un bate de béisbol, acariciando primero con el glande su coño pero luego fui un poco más arriba hasta llegar a la entrada de su ano.

—¿Si nunca se la has chupado a nadie imagino que un griego menos no?

Pude ver como giraba la cabeza para mirarme con expresión de extrañada y aterrorizada a la vez mientras yo seguía:

—Me encantará ser el único hombre en el mundo que te haya dado por el culo.

—¡Hijo no! ¡Eso sí que no! ¡Ni se te ocurra!

Forcejeó un poco mientras que yo conseguía detenerla agarrándole aún más fuerte por las caderas.

—Esto es lo último que te pediré mamá, pero estate quieta o todo se irá a la mierda.

Se resistió unos segundos más con menos intensidad mientras seguía suplicando.

—Por favor no por favor, por favor, por favor, por favor…

Podía sentir como sorbía la nariz debido a sus lloriqueos pero yo estaba demasiado cegado por aquel culazo irresistible. Sin decir nada más escupí en una de mis manos y le restregué la saliva por todo el agujero a modo de lubricante.

—Si estás nerviosa será peor mamita.

Estaba tan cachondo que oía sus débiles súplicas de fondo, como si fuera una molesta música ambiental de ascensor. Coloqué la punta de mi pene en la entrada de su culo y empujando con mucha fuerza conseguí que poco a poco entrara la cabeza.

—¡Oh sí mamá, ya ha pasado lo peor, que buenísima que estás!

Ella bajaba la cabeza hasta llegar a las sábanas y gemía por el dolor mientras que yo seguía presionando para que aquel pedazo de carne terminase de entrar.

—Así, así, quietecita ya casi está.

Seguí penetrándola hasta que llegué tan hondo que mis ingles se encontraron con las mejillas de su trasero, era realmente delicioso. Tenía la polla tan apretujada que apenas podía moverla, estaba ensartada como un pincho moruno.

—Por Dios que gusto, ¡que gusto!

Poco a poco el conducto se fue dilatando y con esfuerzo logré comenzar un delicioso movimiento de mete-saca.

—¡Que culazo tienes, oh, sí, sí! No te preocupes mami me correré enseguida.

El dificultoso vaivén fue incrementándose lentamente en velocidad y fuerza, notar como mis ingles golpeaban sus nalgas me estaba poniendo a cien. Seguí con paciencia hasta que mi miembro ya se podía mover con mucha más libertad y comencé a embestirla con fuerza.

—Que buena que estás, que bien lo haces, así, así.

La sacudía con tanta fuerza que notaba como mi casi la levantaba de la cama, saqué las manos de sus caderas y llegué hasta sus pechos agarrándolos casi con brutalidad.

¡CLAP! ¡CLAP! ¡CLAP! Podía oír como mis piernas se estrellaban contra su culo.

La enculaba a la vez que le sobaba las tetas, mis dos fetiches se habían unido en una increíble follada.

—¡Toma mamá!, seguro que te gusta, ¿estás disfrutando? ¡Oh, oh, oh!.

Estaba completamente desbordado por el placer, intenté aguantar un poco más pero sin poder remediarlo acabé corriéndome con la fuerza de un torrente, mi cuerpo tuvo tantos espasmos que pareció un ataque epiléptico, mis piernas vibraron con tanta violencia que casi no conseguí sostenerme.

—¡Ohhhhhh síiiiiiiiii!

El semen pareció brotar casi sin fin dentro de aquel ansiado cuerpo.

Me separé de ella completamente exhausto, me tumbé sin apenas poder abrir los ojos y le dije:

—Has cumplido mamá, destruiré el CD.

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Volví a dormir con una paz que no había sentido nunca hasta que me despertó el sonido del teléfono de casa. Mi madre descolgó el de la mesilla de noche y habló un rato. Cuando terminó me hizo un resumen:

—Era tu padre, ya está en el aeropuerto, va a buscar su maleta y ya viene para aquí.

Salí de la habitación y volví al rato con el CD en la mano, delante de ella y con bastante dificultad lo rompí en mil pedazos.

—Ya está roto, ahora vamos a vestirnos para recibirlo.

Dispuesto  ponerme la ropa que llevaba el día anterior abrí la puerta del armario con la intención de elegir el modelito que se iba a poner ella.

—Voy a ducharme, por la tarde tendremos que ir a buscar a Gilda —me dijo con voz amargada.

—Nada de duchas mami, quiero que aún huelas a mi cuando papá llegue.

Recogí las braguitas negras que había utilizado para dormir y se las lancé. Removí un poco más entre su ropa y encontré un vestido amarillo que siempre me había puesto caliente, era sin duda el más corto y escotado que tenía mi madre en su vestidor.

—Las bragas negras y el vestido amarilla, sin sujetador, quiero que le des una alegría a papá cuando llegues.

Ella me miró realmente indignada, con cara de odio, pero pensando supongo en que la pesadilla ya estaba acabando me obedeció. Cuando la vi con los pezones marcados en aquel vestidito y sus piernas totalmente descubiertas sentí una pena infinita de que aquel día hubiera terminado. Me vestí con mi camisa y mi pantalón de lino y le dije que me acompañara a la puerta, se me habían pasado las ganas de recibir a mi padre. Una vez allí la cogí por la cara y la besé en los labios, ella cerró la boca con fuerza.

—¿Es que no vas a despedirte de mí? Esto lo termina todo.

Seguí besándola hasta que conseguí que abriera un poco la boca con desgana, asqueada, pero fue suficiente para que pudiera meter mi lengua y morrearla.

—Mmm, que bien sabes.

Seguí comiéndole la boca sin su complicidad empujándola poco a poco contra la puerta principal, noté como mi polla volvía a ponerse dura como un bote de laca, aquel vestidito había sido mi perdición, el que mi padre estuviera a veinte minutos o menos de aparecer creo que aún me dio más morbo.

—Joder mamá como me pones.

Cachondo como un animal en celo la tenía completamente arrinconada contra la puerta, con el pie le separé ligeramente las piernas y hábilmente me metí entre medio de éstas, empujando con mi bulto contra su entrepierna mientras que con las manos le subía el vestido. Ella intentó empujarme, librase de mí, pero yo era demasiado fuerte.

—Vamos solo quiero hacerlo una última vez.

Ella se resistía cada vez con más fuerza intentando separarme,  juntando las piernas, pero le era imposible.

—Ya has roto el vídeo y habíamos hecho un trato, aléjate de mí puto enfermo.

Creo que aquella fue la primera vez en mi vida que oí a mi madre decir un taco, debía de estar completamente desesperada. Seguí empujándole con mi polla con tanta fuerza que parecía posible penetrarla incluso a través de la ropa mientras volvía a sobarle los pechos, tan excitado como la primera vez.

—Te juro que esta será la última vez. Te dije que serías mía hasta que volviera papá, aún tenemos tiempo.

Ella seguía resistiéndose mientras seguía con mi argumento.

—Sera la última vez en la vida, de verdad, lo necesito. Eres demasiado lista para pensar que no tengo decenas de copias de tu vídeo con el mulato. ¡No volveré a pedirte nada nunca más mamá!

Ante aquella evidencia ella dejó de resistirse pero no de suplicar.

—Tu padre llegará enseguida para por favor.

Mientras le magreaba todo lo que podía llevé mis manos hasta sus braguitas y se las bajé, pude ver como ya no intentaba detenerme.

—Para por favor, te lo suplico.

Terminé de quitarle la prenda a la vez que me bajaba yo los pantalones y los calzoncillos con el mismo movimiento.

—Iré muy rápido mamá te lo prometo, necesito hacértelo aquí de pie.

Le abrí un poco más las piernas y colocando la punta de mi miembro en su coño la penetré de una sola embestida golpeándola fuertemente contra la puerta. La diferencia de estatura y la postura hacía que estuviera realmente incómodo pero la excitación lograba que no notara el cansancio.

—¡Ohh, ohhh sí, mamáaa ohhhh!

Conseguí poner mis manos en la parte baja de su trasero para ayudarme un poco y seguí penetrándola contra aquella puerta que crujía a cada sacudida.

—¡Oh síii! ¡Ohh síiii! ¡Síiiii! Me correré enseguida te lo prometo ya casi estoy.

Continué follándomela con tantas ganas que veía como mi madre tenía que ponerse de puntillas para no caerse. A medida que metía y sacaba mi polla de dentro suyo veía sus tetazas botar como dos balones de baloncesto encerrados en aquel ceñido vestido.

—Te quiero mamá, te amo, ¡te necesito!

Las violentas embestidas hicieron que por un momento pensara que acabaríamos rompiendo  la maciza puerta, los dos gemíamos como locos por motivos completamente opuestos. Finalmente me corrí dentro suyo teniendo un potentísimo orgasmo pero triste sabiendo que éste iba a ser el último proporcionado por mi madre. Era la tercera vez en veinticuatro horas que la llenaba de leche.

—¡¡¡Ohhh síiiiii Diooooooossssssss!!!

Me separé de ella nuevamente destrozado físicamente, mientras me agachaba recuperando el aliento pude ver como ella recogía sus bragas y se las ponía. Subiéndome los calzoncillos y los pantalones con dificultad observaba como mi madre se ponía bien el vestido y se azuzaba el pelo.

Me acerqué nuevamente a ella sin saber muy bien que decirle cuando en ese preciso instante sonó la puerta.

¡Riiiing!