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ARA’S (El Altar del Sexo) II

en Sadomaso

Adela:             “Puta, dame tu NIF y espera aquí.

Alicia:             “Sí mi Ama.

            La chica miraba a sus pies sin saber que estaba haciendo, por un lado le atraía enormemente poder entrar en la zona VIP de esa discoteca, pero seguirle el juego a esa mujer hacia que su cabeza le gritara de forma insistente que se alejara y regresara a la comodidad de su casa, pero su cuerpo se negaba a obedecer, era como si necesitara la autorización de la mujer para poder actuar. Entretanto los porteros de la zona VIP se dedicaban a decirle que se la iban a follar hasta hartarla, que le iban a romper el culo, el coño y la boca de tanto joder, a lo que ella mansamente contestaba que si su Ama lo permitía se dejaría hacer.

Adela:             “¡Puta! Es tu momento.

            Alicia entró por la puerta, mientras sentía como los porteros la toqueteaban de forma descarada. Creía que la mujer les diría algo, pero se mantuvo en silencio mientras le sonreía al ver el gesto de ella. Sin venir a cuento Adela le soltó un fuerte puñetazo en su vientre.

Adela:             “Eres mía, y si me apetece usarte como un saco de boxeo lo hago y punto. Estás a tiempo de echarte atrás, si entras y te desnudas ahora no tendrás salvación, pero si te retiras, no volverás a esta discoteca en lo que te queda de vida…

            Alicia, doblada por el dolor y sin hacer caso a lo que en su cabeza bullía de abandonar, dio dos pasos más para adentro mientras intentaba despojarse de la camiseta super ceñida que tenía puesta cuando unos brazos la rodearon, y la despojaron de toda la ropa que traía puesta. Cuando un hombre se nos acercó.

Hombre:         “Mi Señora, ¿qué nivel quiere para la prueba?”

Adela:             “Por supuesto el alto, sino ¿Cómo crees que puedo disfrutar?, no quiero que la azotes, ese es mi privilegio, solo ponle altas descargas eléctricas durante varios segundos, rozando el minuto. Ahora voy a disfrutar con tu dolor, para mí no hay mayor deleite que torturar a una pequeña esclava, y ahora tú me vas a dar mucho placer. Si eres capaz de provocarme un orgasmo con tu sufrimiento tendrás todo lo que quieras…”, le lamió la mejilla.

            Alicia, mientras Adela le hablaba, se mantenía en silencio con la cabeza gacha y sin atreverse a mirar al frente, prefería mirar sus pies embutidos en unas sandalias con un tacón de aguja altísimo hasta que llegaron a una extraña estructura metálica formada por tubos y cables de acero, la sentaron sobre la estructura. Ciñeron sobre su cuello un fino cable de acero que le obligaba a echar su cabeza hacia atrás, seguidamente le colocaron un aro metálico dentro de su boca para que estuviera siempre abierta y un cable doble de acero, mansamente permitió que le sacaran su lengua para introducirla entre los dos cables de acero que presionaban su boca. A continuación sus muñecas eran colocadas a la misma altura de su cuello y fijadas a la larga barra que se encontraba en la base de su cuello. Unos gruesos cables de acero fijaron sus muslos, obligándola a mantener totalmente abiertas sus piernas, por último le unieron los tobillos con las muñecas, unieron un gancho con una trenza que, contenía cable de acero, le habían hecho en el pelo, estaba suspendida. En sus pechos colocaron unas pinzas similares, pero en pequeño, a los que se usan para conectar las baterías, y de aquéllas mediante finísimo cable se unían en su lengua, las babas mojaban gran parte de sus senos, primordialmente las zonas atrapadas por las pinzas.

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