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ARA’S (El Altar del Sexo) VI

en Sadomaso

            Adela comenzó a golpear, de forma alternativa, los pies, previamente le explicó que el número total de azotes debía ser el mismo para ambos pies, no la mitad del total para uno y la otra mitad para el otro. Si contaba veinte eran veinte azotes en el pie derecho y otros veinte azotes en el izquierdo, para hacerlo más doloroso, cada cinco azotes, en ambos pies Adela desaparecía durante varios minutos para desesperación de Alicia.

            Adela empezó a golpear la planta del pie.

Alicia:             “Uno, gracias por educarme adecuadamente Ama. Dos, gracias…

            Alicia no pudo terminar la frase, ya que Adela le propinó dos fuertes bofetones.

Adela:             “¡ASÍ NO! Tienes que decir uno y uno, dos y dos, y así sucesivamente ¿hablo claro puta?

Alicia:             “Sí mi Ama

Adela:             “Por esta tontería tendrás diez azotes extras en cada pie.

            Adela golpeó nuevamente la planta de los pies de Alicia.

Alicia:             “Uno, gracias por educarme adecuadamente Ama. Uno, gracias por educarme adecuadamente Ama…

            Así estuvo hasta que dio los primeros cinco azotes a cada pie, Adela se ausentó con la excusa de que le apetecía beber algo fresco, cuando se quedó sola intentó separar, aunque fuese unos milímetros y durante unos escasos segundos del martirio que le suponía el asiento de faquir, como le había dicho Adela. Comprobó que al, elevarse unos pocos milímetros durante un par de segundos escasos, volver sobre el asiento notaba como sus pezones se iban poniendo cada vez más duros, por su imaginación pasaban imágenes de ver sus pechos azotados con saña, llegando a producirle pequeñas heridas. Durante algunas horas Alicia estuvo alternando los castigos físicos que le infligía su Ama, con lo que su mente ansiaba recibir y el que se auto infligía con el asiento de faquir.

            Al terminar el castigo Adela la llevó hasta una cama que tenía un pequeño colchón allí la colocó boca abajo para curarle las pequeñas heridas recibidas en su culo por las puntas, le roció con alcohol de 96o, y al sentir el liquido caer sobre sus heridas se aferró con fuerza a la colcha y su boca mordió la misma, todo para no gritar. La roció con casi un litro de alcohol para desinfectar las pequeñas heridas. Al sentir hervir todas las pequeñas heridas situadas en su perfecto trasero, comprobó, nuevamente, que sus pezones se endurecían con el dolor además de las situaciones humillantes y degradantes.

Adela:             “Esta noche iremos al club. No podrás mantener relaciones con nadie, ni hombres ni mujeres, solamente podrán castigarte mediante flagelación o azotes con la fusta. Aparte serás usada como urinario, deberás tragarte todo lo que recibas en tu boca. Pero antes serás marcada para que todos sepan a quien perteneces ¡¿está claro Puta?!

Alicia:             “Sí mi Ama

            Alicia se subió al coche colocándose en la posición del conductor, mientras que Adela lo hizo en el asiento trasero. Durante el trayecto, Alicia aún notaba las heridas recibidas en el trasero, hasta la discoteca las dos estuvieron en un impenetrable silencio, al entrar Adela fue directamente hacia la zona VIP, el club como lo llamaba, mientras que Alicia se paró unos minutos tomándose una copa y hacia algo de tiempo para poder entrar, al no saber el rato que la retendrían en la zona VIP, creyó oportuno el ir a los servicios, no quería dar una mala impresión a su Ama.

Voz:                “Por favor Amo, deme otra oportunidad. No me deje, no le volveré a fallar, por favor no me deje, no ¡AMO!

            Alicia salió del cubículo, y se encontró con una mujer pelirroja, ella pensó que sería una cuarentona de muy buen ver, totalmente abatida y llorando sin consuelo.

Alicia:             “¿Qué te ha pasado?

Mujer:            “Mi… novio que me ha dejado, y me ha puesto en la calle. Tengo algo más de ocho horas para ir a su casa y recoger mis cosas.

Alicia:             “Mira si te parece “bien”, hablo con mi… Ama y le cuento tu caso. No me engañas te he oído perfectamente, eres una sumisa…

Mujer:            “Y ¿tú?

Alicia.             “Soy una esclava, me llamo Alicia, aunque mi Dueña me llama Puta Maravilla. Hoy me iban a marcar para que me pudieran usar como les apeteciera, pero sin mantener relaciones sexuales, me pueden azotar, maltratar, torturar, degradar. Mira me tengo que ir ahora, voy a hablar con mi Ama, te dejo en un lugar que ella ya sabe y si ves que alguien te enseña esto, ya sabes que es ella.”, sacó un billete de cinco euros nuevo y lo parte en dos trozos uno se lo da a la mujer y otro se lo guarda ella.

Mujer:            “Espera, ojalá pudiera estar contigo y me llamo Esther, y mi amo me llamaba…

Alicia:             “Ese ya no importa, si mi Ama lo cree conveniente te dará un nuevo nombre. Hasta ahora.

            Alicia salió corriendo y se dirigió rauda hacia la zona VIP, los dos porteros, que ya sabían de la situación de la chica la dejaron pasar.