miprimita.com

La nueva reina enana

en Fantasías Eróticas

Tinuviel era penetrada analmente por el rey enano. Siempre le había sorprendido el dote sexual que tienen los enanos.

–Majestad, me vais a partir… en dos–él le agarró la melena y la obligó a echar la cabeza hacia atrás

Tinuviel era una elfa, una noble refugiada entre los enanos. Él la había acogido sin dudarlo ni un instante. Había pasado mucho tiempo desde que se fue al reino enano. La habían acogido bien. Añadir que esto se debe a que Tinuviel desciende de sangre enana, su altura y su robustez lo delatan. Eso ayudó a que se la viera como algo más que una elfa.

Él eyaculó dentro del ano de ella. Ella sonrió cuando ya habían terminado.  Tinuviel se abrazó a su rey.

–Sois todo un semental, Gadvarg–tenía algo de semen en el rostro que ella se llevó a la boca

–No te has quejado, Tinuviel.

–¿Quejarme? No es la primera vez que me cabalgan de esa manera.

–No digas eso aquí o dejarán de pensar que eres una herrera.

–En palacio podía tener lo que quisiera sin que me estuvieran juzgando eternamente. Tenía una hermana con la que tenía todo tipo de aventuras sexuales. Y pensar que mi padre me quería virgen–se rió

–Podrías casarte conmigo, Tinuviel y volverías a ser una princesa tan preciosa como la que eras antes.

–Esa oferta... Majestad yo vine aquí a vivir como una persona cualquiera, una plebeya. Si me caso contigo sería reina, y echaría mis planes a perder. Me gustas, y mucho. Tenemos muchas cosas en común, ambos perdimos a nuestros seres queridos, a los dos nos gusta luchar, me has tratado muy bien…y follais como nadie

–Si ya tenemos todo el sexo que queremos. No es ningún secreto lo que hacemos en mis alcobas.

–Si, se oirán mis gemidos, pero de momento prefiero ser la herrera que se folla al rey. No sé si quiero ser reina.

–Tu piénsalo, las ventajas que tiene eso. Además aparte de buen amante, y mejor herrera, eres una guerrera excelente. Serías una gran reina del Reino Enterrado.

–Gadvarg, lo pensaré. Tu oferta en si no es mala, es que quiero estar alejada de la política y la nobleza. Aunque me acueste con el rey.

–No te presionare más, confío en que tomes la decisión correcta. Recuerda que no soy tu padre, y bajo mi techo nunca te he hecho vivir una mala experiencia. Dicho eso, el amigo vuelve a tener ganas de más–la puso a cuatro patas

–¿Más por detrás?–preguntó, y se preparó para ser penetrada analmente de nuevo

–Mientras no quieras casarte conmigo no puedo follarte por el coño.

–¿Sabes…ahh?–dijo cuando Gadvarg ya tenía su miembro dentro del ano–Creo que…–el placer le impedía hablar–Follame el coño–él sacó su miembro del ano de ella–Hoy y mañana puedes follarme como y donde te apetezca como garantía de que me pensaré el casarme contigo.

–Me tomaré tu palabra en serio

Ambos follaron durante horas, él le había tomado la palabra. Se la metería donde a él le gustase hoy y mañana. Y no dejaría pasar esa oportunidad. Tinuviel no lo dijo en ese momento pero quería casarse con él. Al fin y al cabo si ha estado evitando que le follen la vagina ha sido para no quedarse embarazada. Si se queda embarazada tiene dos opciones, tener un hijo estando viuda o casarse y que tenga las comodidades de un rey. Cuando ya sí que hubieron terminado ella durmió en su cama.

Se despertó en sus brazos.

–Tuviste una pesadilla, Tinuviel.

–Soñé con la muerte de mis hijos–dijo entristecida–Y yo que creía haberlo olvidado–las lágrimas corrieron por su rostro

Gadvarg la abrazó con fuerza. Ella se aferró a sus brazos, y lloró en su hombro.

–Hoy si no quieres no trabajes. Date un buen baño en las aguas termales, y toma unas cervezas para encender los ánimos–se secó las lágrimas y asintió–Has sufrido mucho, Tinuviel. Te mereces vivir una vida feliz.

–Ya se que dije que podrías follarme donde tú quieras, pero deja que esté sola en los baños.

Se levantó, andaba adolorida por el sexo que habían tenido antes. Gadvarg no pudo evitar reprimir una risa.

–Cabrón, no te rías.

–No cojas tu ropa, está sucia. Daré la orden de que te dejen una muda en los baños y una toalla.

Paseó sin ropa sin ningún pudor por los pasillos. Dentro del Reino Enterrado había unos baños termales que suelen visitar todos y la mayoría tampoco se tapan. Cuando llegó estaban solitarios los baños termales. Reconoció el sitio en el que siempre se bañaba. Solamente había una pareja de enanos que tenían relaciones. Se metió en el agua, caliente todo el año. Sonrió al recordar que ella también había tenido relaciones esa noche. Cerró los ojos y se relajó durante horas. En ese tiempo los baños se  fueron llenando de gente. Solamente le molestó un soldado enano cuándo le trajo la toalla que el rey le había prometido, la muda le esperaba en la alcoba real. Le avisó también que le esperaba un desayuno.

–El rey te cuida muy bien–dijo un enano que se bañaba en el mismo sitio.

–Si Dathar, me cuida muy bien

Algunos de los baños eran mixtos, y nadie tenía problemas en ellos. Aunque Tinuviel sabía que  también había baños separados de enanos y enanas. Saben respetar la intimidad, y mientras no la molesten ella no tiene problemas.

–¿Cómo es en la cama?–preguntó una enana

–Es...un semental–respondió Tinuviel con normalidad

Ella es consciente de que muchos saben que se acuesta con el rey sin estar casados. Sin embargo a ella nunca le ha importado lo que opinaran los demás, y su hermano mayor ya fallecido le animó a que siguiera pensando así.

–Nunca dejes que te cambien hermanita. Eres una hizun excelente, y así es como debes ser.

Ella adoraba a su hermano mayor. De pequeña ella quería ser como él, una gran amada y temida guerrera. Conoció a algunos de sus sobrinos bastardos. Aunque cuando se hizo suficientemente adulta para las relaciones al poder quedarse encinta siempre tuvo más cuidado. No le apetecía tener hijos bastardos de los que cuidar. Todos los hijos que tuvo, los tuvo con su amado esposo, el cual murió envenenado junto a casi todos sus hijos, sólo sobrevivió uno. Al que no se vio capaz de cuidar, lo dejó con alguien de confianza. Desde entonces se exilió al reino enano. Lleva viviendo allí más de quince años, casi nada para una elfa. Siempre se le dió bien la forja y a eso se ha estado dedicando.  Expandiendo, y mejorando su negocio. Sus sentimientos por el rey Gadvarg vienen de unos cinco años, pero siempre se ha visto incapaz de volver a casarse. De volver a compartir una vida con alguien más.

Salió de los baños. Se enfundó con la toalla que le habían dado y salió de allí camino de nuevo a la alcoba real. Ella esperaba que esa fuera una trampa para tener otro revolcón, pero al entrar el rey no estaba allí. Vio la ropa que le había dejado. Era ropa enana, como ella tenía la misma altura que la del enano medio se la puso sin problemas.

–Telas de la más alta calidad. Seguro que ha mandado tejer estos ropajes solo para mí–sonrió de felicidad

Se vistió. Encontró al rey teniendo un banquete junto a sus enanos de confianza. Cuando él la vio le hizo una señal para que se sentase con él.

–¿Te gusta?

–Es un bonito detalle–le besó–Aunque estos bonitos vestidos no me van a convencer.

–Gadvarg nos ha hablado de que estáis pensando en casaros–dijo Niro, el encargado de que fuera de los salones enanos no ocurriera nada fuera de lo normal.

–Si, lo ha hecho.

–¿Y qué estás pensando? ¿Un si?–los miraron ansiosos.

–Aun no tengo nada decidido, pero si tengo que compartir una vida con alguien de nuevo ese es Gadvarg. Él comprende el dolor y la pérdida que he sufrido–ambos se miraron–Si hay algo mejor que follar como animales, es salir a cazar juntos. No me casaría con él por ser un rey, y volver a tener mis privilegios. Lo haría porque me gusta, es alguien con quien quiero compartir mi vida. Salir a luchar juntos, que rompa cráneos con mis martillos. Me gustas Gadvarg, sabes cómo tratar a una mujer. Tú puedes ser un esposo excelente

Todos aplaudieron, y la pareja se besó.  Cuando sus labios se separaron, brindaron.

–Por la reina

–¡Por la reina!–repitieron todos

–Pensaba que tardarías más en aceptar. Veo que solo necesitaste meditar en los baños.  

–Ya tenía decidido que me casaría contigo hace como un año. Ahora es cuando estoy preparada dar ese paso.

–Me alegro mucho de que aceptes, es lo que nuestras parejas hubieran querido para nosotros.

–Cambiando de tema. ¿Cuánto te ha costado este vestido?

–Nada que no pueda pagar. Esos vestidos son muy poco en comparación de lo que merece mi futura reina.

El banquete-desayuno fue bastante abundante. Eso les caracteriza, comen mucho. Era algo que a Tinuviel le gustaba. La cantidad de manjares que no ha probado. Cuando los demás ya se hubieron ido, la pareja aún se quedó en la mesa.

–¿Sabes qué deberíamos hacer?–preguntó Gadvarg

–¿Follar sobre esta mesa? Te dije que hoy y mañana soy tuya para lo que quieras pero acabamos de desayunar.

–Si, bueno no. Hoy quiero un día para los dos, y por supuesto te tomo la palabra. Me sorprende que me dijeras algo así.

–Me gusta el sexo más de lo normal, y sé que no me voy a arrepentir. Mi padre decía que sufría un mal intratable.

–Pensaba en los dos cazando bestias por el bosque. Te vendría bien la práctica, y me gusta tenerte cazando conmigo.

–Ya que hoy me tomo el día libre, creo que es un buen plan. Cazar junto a mi futuro esposo.

–Llamaré a mi escolta. Tu prepárate para salir. Nos vemos fuera.

Le dió un beso, y se retiró. Cuando no se acostaba con el rey dormía en su diminuto dormitorio detrás de su herrería. Era lo único que no había cambiado en todo ese tiempo. Ni siquiera cuando su negocio era ya próspero y ganaba suficiente para remodelar su habitación. En su diminuto dormitorio buscó algo más adecuado para salir. Se armó con un arco, dos dagas y su espada favorita. Forjada por ella misma. Afuera le esperaba el rey, y su escolta. No era la primera vez que salían a cazar juntos pero normalmente siempre iba acompañado por sus enanos de confianza. Cuando salen solos sabe que acabará con final feliz. Se montó en un poni.

–Gadvarg, ¿os conté alguna vez que debido a mi altura siempre tenía que ir en ponis? O directamente sin montura.

–No me lo has contado.

–Se burlaban de mí por eso. Soy más enana que elfa. Tampoco es que me gustase ir en caballo. No me importe andar largas distancias.

–Y eso es un orgullo para mí.

–Mis orejas de elfa y cuerpo de enana confundían a la mayoría. Tanto a enanos como a elfos. Tu no, Gadvarg.

–Tu sangre mestiza ha compuesto un cuerpo tan escultural como el tuyo. Los demás se lo pierden.

–Ya me dirás lo mismo cuando me dejes embarazada.

Se detuvieron cuando vieron un ciervo a lo lejos. Tinuviel tensó su arco, y disparó. La flecha no acertó y el animal salió huyendo.

–Casi le das, pero busquemos algo con lo que calentar de verdad.  

–¿En qué estás pensando? –pregunté

–Jabalíes

–Busquemos jabalíes entonces

Estuvieron callados. Buscando caza, hasta que Tinuviel habló.

–Cuando me case. ¿Que sera de mi negocio?

–Seguirás siendo una herrera si eso quieres, pero ya no vivirás en el diminuto dormitorio en el que duermes. Lo que yo me pregunto es qué diría tu padre si supiera que su hija se va a casar con un rey enano.

–Dando por hecho que a mi padre le importe. Nunca aceptaría un casamiento así, y menos si no es un acuerdo político que le beneficie.

–Ese es el problema de los elfos. Piensan mucho.

–¿Yo pienso demasiado?

–Tu eres distinta, eres una enana. Ahí está. Que no se te escape esta vez.

Esta vez acertó su objetivo, pero no bastó con una sola flecha para abatirlo. Lo persiguieron. Gadvarg enfrentó al animal, y el animal perdió.

–Hoy cenamos jabalí. Cazado por el rey y la reina.

Tinuviel se bajó del poni.

–Tanto tiempo estoy bajo tierra que olvido la preciosidad de tus bosques.

–Eso es porque trabajas demasiado. Menos mal que te saco de vez en cuando si no pasarías todo el día en la forja.

–El oro no se gana solo

–Siempre he admirado eso de ti. Vienes de una familia real, y sin embargo eres independiente. Has construido un negocio próspero, tu herrería es muy buena. Serás la primera reina herrera.

–Gracias por no querer quitarme eso. Mi padre no pudo quitarme mi amor por la forja, y al menos tu no me lo quieres quitar.

–Sería atentar contra la artesanía.

Tinuviel se empezó a desvestir.  Miró incómoda a su escolta. El rey les dio la orden de darse la vuelta.

–Me pone cachonda solo pensar en el sexo al aire libre, pero aún más hacerlo con tus guardias presentes.

–Tienen que protegerme.

Tinuviel se acostó en el suelo y se abrió de piernas.

–Sabéis, majestad. Antes de ser oficialmente reina, siempre he soñado con una orgía–los soldados la miraron

–Por mis barbas, la reina tiene que darle a su pueblo placer, al fin y al cabo los reyes se deben a su pueblo. Es un deber de la realeza. Ya habéis oído.

Todos y cada uno de los enanos se quitó la ropa. El rey también. Mientras él reestrenaba su coño, hasta ahora ella no quería quedarse embarazada así que nunca quería ser follada por ahí,  los soldados dejaban que la reina les hiciera una mamada.

–Si vas a seguir siendo siendo así en el matrimonio creo que disfrutaré aún más de ti.

Ella por supuesto no podía responder, su boca estaba ocupada. Otro enano animado por el rey le penetró el ano. Tinuviel disfrutó aún más de la orgía que ella había pedido. Moría de placer. Cuando los enanos ya se hubieron corrido en ella, y en todos sus agujeros aún tenían ganas de más. Tinuviel se empezó a cansar de estar en esa posición, pero ellos no. El rey cuando estuvo exhausto les cedió a su futura esposa.  Ella se quedó descansando en el suelo.

–Creo que hoy tomaré el té de luna. No creo que quieras tener un bastardito. Le sonrió con todo el semen en su cara, y boca.

–¿Y si te parece si le enseñamos al pueblo la nueva reina en todo su esplendor?–propuso Gadvarg

–¿Lo estás diciendo en serio?

Tinuviel se subió a su poni, como el rey. Ella iba desnuda, no se podía creer que el rey quisiera hacerlo. Pero eso dentro de ella hacía que la vergüenza que cualquier mujer pudiera tener en esa situación, ella no la tuviera. Sólo hacía falta que alguien despertase ese yo interior. Ese yo totalmente sin vergüenza, ni límites morales. Gadvarg tuvo suerte de también sintiera amor por él. La sangre de la luna es difícil de controlar, y podría haberse convertido en la reina más promiscua de Dekram.

Cuando llegaron como era de esperar todas las miradas se posaron sobre ella. Él la cogió en sus brazos. Y dijo:

–Ved a la nueva reina–Tinuviel rió

La exhibió pero no dejó que la tocaran. Tinuviel se fue a la alcoba real, pero Gadvarg no se dió prisa en llegar.

–Ahora nadie olvidará de lo que yo gozaré todos los días.

–No es la primera vez que lo hago.

–¿En serio?

–Mi hermano mayor me gastó una broma pesada una vez. Él conocía mi poca vergüenza, y que me vieran desnuda no era un problema. Así que me tiró la ropa a un pozo. Fui así sin ropa hasta mi habitación. Y me bañaba frente a mis guardias sin ningún pudor.

 

 

 

Los días pasaron. Se hizo oficial el casamiento entre ambos. Y antes de su boda, días antes llegó la hermana de Tinuviel. Las noticias ya habían llegado al reino elfo.

–Encantada de verte, Mylanna.

–Me alegra que te cases, y más con un enano. Dicen que son muy buenos en tu ya sabes qué.

–Si, pero no es eso por lo que me caso. Amo a Gadvarg. Después de todo lo vivido vuelvo a casarme. ¿A ti cómo te han ido las cosas?

–Nuestro padre sigue desvariando. Le ha dejado todo a nuestro hermano. Tu último hijo se ha unido a los rebeldes alados, quieren liberar Novo Caeli. Le dije que era una insensatez, pero si todo sale bien él será vengado. Me dijo que te diera la enhorabuena por la boda, se alegra por ti. Dice que vendrá a verte cuando su guerra haya acabado.

–Ven quiero que veas mi vestido de boda–Tinuviel se llevó de la mano a  Mylanna

Por la boda el reino estaba bastante animado. No siempre un rey se casa, la boda será todo un acontecimiento. Mylanna vio el vestido que le habían hecho, pero antes de pudiera opinar. Tinuviel se puso el vestido antes para que su hermana pudiera verlo mejor.

–Es digno de una reina. Precioso. El vestido es como tú, mitad enana y mitad elfo. Se nota que una parte de Hizun aún está en ti–acarició sus pechos, y le retiró el vestido para poder verlos mejor

–El rey y yo lo hemos estado organizando todo. No paramos nunca. Estuvimos pensando en invitar a mi padre y a vosotros.

–Padre decía que no iría a esa boda. Nuestro hermano tampoco, y tu hijo lamentablemente no puede venir. Yo, he venido pero a quedarme. Si quieres que esté contigo...

–Será un placer tenerte conmigo.

Tras meses de preparación llegó el día de la boda. Invitados de todos los reinos cercanos llegaron, de su reino natal a excepción su hermana no se presentó nadie más. La boda fue según lo previsto. Hubo un banquete como nunca antes habían visto los salones enanos.

Vuelvo tras muchos meses de ausencia. Dudo que alguien estuviera esperando de regreso mis relatos, pero de ser así debo decir que es muy probable que los relatos anteriormente escritos no se van a continuar. Creo que puedo usar a Tinuviel de eje central para otros relatos. Ya sean del futuro o del pasado respecto a la boda. Y si veo que el relato tiene buen recibimiento pues me animaré a escribir más en esta página.