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Tiranía Divina 1

en Dominación

Yo me llamaba Laura, en otro tiempo era una guerrera. Hice un pacto con los dioses celestes, para que en caso de mi muerte salvarán mi alma e impideran que mi cuerpo cayera en malas manos. Una profecía que descubrí, y esa fue la única forma de evitar que a mí muerte me usaran para fines oscuros. Ya había estado en el paraíso de la diosa de la luna, un paraíso afrodisíaco. Allí ella puede proveer de todo placer, pero también conocí a las sacerdotisas hermafroditas. Poseen ambos sexos, son temibles en batalla y muy buenas en la cama. Mí día me llegó y las consecuencias del pacto que había hecho no se hicieron esperar. La diosa de la luna me esperaba, vestía una túnica transparente que mostraba todos sus atributos. Sólo con verla una vez ya no olvidabas ese cuerpo. Ella me dijo que había dejado mi cuerpo en manos de las sacerdotisas, ellas se encargarían de darle un buen uso.

–Pensé que quemarias mi cuerpo–le dije, hizo una señal para que me acercara

Algo curioso que tiene ese sitio es que ni siquiera te das cuenta de no llevas ropa allí. Cuando te das cuenta da igual que seas la persona más vergonzosa del mundo, ahí no te importará. Puso sus manos sobre mi culo y me hizo acercarme más a ella. Nuestro pechos se rozaban, y nuestros labios se separaban apenas casi nada. Mi respiración se aceleró.

–Hiciste un trato con los dioses, pero he convencido a los dioses de que  seas mía. Ser de todos nosotros equivale a que todos puedan hacerte lo que quieran. ¿Como los has convencido?

–He usado mis dotes divinas–me besó

Todo en aquella diosa es perfección pura, sus labios harán que nunca quieras despegarte de ellos. Son adictivos. Por algo es la diosa del sexo y la luna. Me abracé a ella mientras me besaba. Por un momento ella se despegó de mis labios.

–Conozco tu atracción por las hermafroditas, así que si no te importa–le apareció un miembro de su vagina

Me atraen las sacerdotisas eclipse, las mujeres hermafroditas dotadas con ambos órganos. Su diosa las esculpió con suma perfección a todas, aunque sus dotes sexuales no es lo que las precede que también. Aparte de excelentes soldados en batalla, puede adoptar cualquier forma y ser invisibles, lo que las hace casi indetectables. Las más inteligentes se cambian el aspecto con otro y eso las hace aún más peligrosas. Una eclipse enviada a matarte podría ser tu esposa o tu hijo mayor que vuelve de la guerra.  He amado a varias sacerdotisas eclipse, son amantes estupendas.

Respecto a la diosa de la luna y porque le aparece un miembro de su coño es simple. Ella es como un reflejo de lo que me atrae, toma la forma de mis gustos. Si me gustaran los chicos calvos y barbudos ella sería un hombre calvo y barbudo. Así con cada persona.

Su miembro se quedó erecto nada más aparecerle de la nada. Cogí el miembro y gimiendo de placer lo introduje en mi coño. Ella lo sacó y se acostó en el suelo. Me senté en su miembro y lo metí todo en mí. Algo que tiene de bueno este sitio es que solo puede sentirse placer, el dolor no es algo que pertenezca al más allá. La cabalgué durante mucho tiempo y durante todo ese tiempo seguimos sin cansarnos ninguna. Siendo el más allá aunque el reciente miembro de la diosa esté pensando para eyacular alguna vez dudo que alguna se canse. No sé si pasaron dias, horas o años al abandonarte al placer aquí pierdes la noción del tiempo. Ni siquiera sabes cuántos orgasmos has tenido.

–Por fin–sentí como se corría dentro de mí–¿Cuánto ha pasado? –dije sin sacar su miembro

–¿Eso importa?

–Hace tiempo, conocí a una eclipse de alto rango–volví a cabalgarla, aunque esta vez más lento. Saboreando el placer–Jane se llamaba, venía también de mi mundo de origen. Poseía una mansión, con esclavos y esclavas que le hacían las tareas del hogar, los recados en el mercado y satisfacer la lujuria. Mi esposa y yo decidimos separarnos  y en un encuentro la conocí. Hablamos de nuestras cosas, de las penurias y de la guerra… Ella me propuso vivir un tiempo en su...ahh casa. Cuando nuestra relación era más o menos íntima me propuso un juego sexual.

–¿Juego sexual?–preguntó la diosa.

–Si, me colocó un collar de esclava al cuello. Tendría que comportarme como una esclava normal, hacer un par de cosas que no me había atrevido a hacer. A cambio ella me juró que no me haría nada que no me gustase hacer. Era un ama muy buena. Descubrí cosas increíbles que se pueden hacer sin esos límites morales.

–Que yo sepa una esclava debe hacer todo lo que una ama quiera, sin excepciones.

–Hay cosas que ella sabe que odio, y el juego consistía en disfrutar nada más. Quiero volver a verla, si todavía no habéis desechado mi cuerpo.

Ella se separó de mí bruscamente. Me puse de rodillas y le empecé a limpiar el miembro.

–Haré algo mejor–dejé que me penetrara la boca.La diosa de la luna puede ser bastante dominante, aunque nunca obliga a una  hacer algo que no quiere–Serás su esclava de verdad, ella desearía tenerte como su propiedad. Por su puesto en verdad seguirás perteneciendome. Cuando te requiera vendrás a mi, pero si no serás suya o de quién te venda.

–Y ahora, te marcaré–sacó su miembro de mi boca y se masturbó hasta que se corrió en mi cara y mis pechos

Me levanté y me miré en el lago que tenía detrás suya. La corrida se había transformado en marcas que significan todas propiedad de luna. Es la vida que pacté con ella.

Antes de que me mandara fuera de aquí le hice una petición:

–Se que mi esposa a su muerte vendrá aquí, por favor cuando eso pase quiero volver a verla–asintió

Me tocó la frente, y aparecí en una jaula en la que estábamos cuatro mujeres con las mismas marcas. Yo en el pasado, siendo una niña, fui víctima de la trata, trata con niños. Yo debería odiar esto de no ser porque sé que las sacerdotisas no tienen nada que ver con el que destrozó mi vida. Se lo que he hecho y no me arrepiento. Tal vez en realidad no debería haber hecho esto pero no me importaba en aquel momento. La parte de mi que debería rechazar esta vida me la arrebató la diosa cuando tomé de su leche materna hace años. Todas las chicas íbamos inmaculadas, y por sus marcas pensé que ellas también eran de la luna. Tal vez ansiaban el aire fresco y no el paraíso de la diosa.

–Todas somos propiedad de la luna–observé

–Muy lista, ¿lo habías visto en mi frente, en mis glúteos o en mis pechos?–dijo una pelirroja como yo con sarcasmo

–Es curioso, antes yo viví de niña una situación como está pero más horrible. Ahora yo misma lo he pactado con la diosa.

–A todas nos arrebata esa parte de nosotras que debería rechazar la esclavitud. Nos moldea para que seamos como ella quiere.

Detenidamente me di cuenta de que las cuatro esclavas que estamos en la jaula, llevadas en un carro tirado a caballo, que todas somos mujeres esculturales, o por lo menos con cuerpos atractivos. ¿Qué hará la diosa con las que no son tan agraciadas físicamente? Esa pregunta me la guardé para mí pues temía la respuesta, no soy tonta tengo experiencia en esto. Rezo para que la diosa no sea el tipo de persona que temo que es. Al fin y al cabo las órdenes sacerdotales aún mantienen la esclavitud. En el caso de las eclipse es comprensible, ellas deben desahogarse, o si no acaban enfermas pero la diosa…

Miré detrás de mí y no éramos el único encargo. Es el mandato de los dioses, nosotros y nosotras no somos nada más que esclavas. Las caravanas estaban protegidas por mucha escolta. No querrían perder tales encargos.

–Laura, piensas demasiado. No quieras convertirte en una cabeza hueca sin cerebro–oí la voz de la diosa en mi cabeza. Muy distinta a como se oye en el paraíso

–¿Y cómo quieres que no piense?

–Deberías dejar de lado esa parte de ti del pasado, nadie te destrozará la vida aquí–sentí un dolor terrible de cabeza,

Olvidé lo que estaba pensando antes. Sentí como mis recuerdos se esfumaban. No pude hacer nada, soy de la diosa. Pronto no tenía motivos para recelar de la diosa. Me fui con la pelirroja.

–¿Qué haces aquí?–pregunté a la pelirroja

–Soy una esclava, ¿no lo parece?

Dejé de pensar y en mi cabeza sólo había imágenes de la esclava desnuda, follando conmigo. Nos besamos con pasión, excitadas. Ella masturbó mi coño húmedo, mientras yo le comía la boca. Nos turnamos la esclava y yo, para comernos el coño. Así hicimos el viaje más entretenido. Después de haber follado dormimos poco tiempo en aquella jaula. Nos despertaron al llegar. Grande fue mi sorpresa que Jane había encargado dos pelirrojas, compartiría dicha con ella. Casi fuimos de la mano a la casa de Jane.  

–Veo que os habéis conocido, ya. Me gusta, así no habrá problemas. Pasad, y acomodaos–nos invitó a sentarnos, estábamos desnudas y no pareció importarle nada–Esas marcas que tenéis os protegen del frío y del calor, por lo que no lo vais a pasar mal. Sois mis zorras, pero de vosotras querré lealtad y sumisión. Me perteneceis y a nadie más. Esta orden, es como una manada de hienas carroñeras. Así que más os vale no traicionarme. ¿Qué sabéis sobre las necesidades  de una hermafrodita?

–Necesitan de sexo constante–respondí

–Eso es Laura. ¿Entonces a qué esperáis, venid las dos?

Nos levantamos de nuestros asientos, y nos arrodillamos frente a su entrepierna. Nos repartimos su  polla. La otra chica le dio lametones y luego le arrebaté de las manos la polla y empecé a chuparla yo. Nos interrumpieron nuestro primer servicio.

–Quedaos aquí–se levantó con semejante manubrio duro

Miré por curiosidad, y parecía ser una mensajera. A Jane no le gustaba la noticia. Despidió a la mensajera y cerró la puerta.

–Malditas sean las sumas sacerdotisas y sus putas arpías

–¿Qué ocurre?–pregunté por curiosidad

–Vienen a visitarme la suma sacerdotisa y su séquito de putas. Joder, llamad a los esclavos diles que preparen su llegada.

Ambas nos miramos, ella gritó de nuevo la orden. Buscamos otros esclavos y les repetimos la orden. Volvimos con Jane. Su erección bajó con la noticia.

–Menos mal que me han avisado. Vosotras quedaos así, cuando lleguen os quedaréis una a cada lado de mi sitio–asentimos

Ella fue andando de un lado a otro. Ambas tuvimos tiempo de conocernos mejor.

–Me llamo Miranda. Me hice novia de una sacerdotisa medialuna, y ahí estoy pagando sus deudas. Menuda zorra

–Yo hice un pacto con la diosa. Ella me permite estar con Jane, ya la conozco de antes.

–Un pacto, ya debías necesitar ayuda para pactar con una diosa.

–Es una larga historia, pero supongo que ya no importa. Yo necesitaba entretenimiento

Un esclavo mensajero entró por la puerta avisando de que las invitadas habían llegado. Nosotras dos solo nos quedamos en esa posición, esperando a que nuestra ama se sentase a nuestro lado. Las invitadas traían a sus propios esclavos. Nosotras nos colocamos a ambos lados de nuestra ama, esperando sus órdenes. Las miradas de algunas de las invitadas se posaron sobre nosotras, ella puso sus dos manos sobre nuestras cabezas, en señal de que éramos exclusivamente de ella. Ambas besamos sus manos.

–Buenas chicas. Bueno, suma sacerdotisa quisiera saber cual es el motivo de su visita–dijo Jane con educación, cuidando sus palabras

–Todo a su tiempo sacerdotisa. Explícame la razón de tener sacerdotisas de las medialuna.

–Cada vez que he comprado esclavas para mí servicio, me las han arrebatado, pero a estas no podéis ni tocarlas–la suma sacerdotisa no dijo ni hizo nada, simplemente sonrió

–Esto, sacerdotisa Jane, debes tenerlo como un privilegio y tener cuidado. No sabes que puede hacerte la diosa Freya. Esas esclavas no son tuyas, son suyas.

–Tendré cuidado–dijo con desdén

–Me gustaría quedarme y degustar tus delicias, pero tengo que irme. Alabada sea la diosa del Eclipse

–Alabada sea

Me extrañó lo rápido de su visita, que hubiera venido solo para eso. Jane suspiró aliviada cuando estas se fueron.

–Ya estaba al tanto de lo que supone teneros, podría haberse ahorrado su visita.

–Nosotras no te haríamos nada–le aseguré para que no desconfiase de mi. Miranda asintió

–Lo se, ¿no tenéis hambre las dos? El banquete que había preparado para la suma sacerdotisa no va a poder oficiarse.

–No me vendría mal comer–dijo Miranda

–Así no se desperdicia, ¿no, ama?–dije

–Venid

La seguimos hasta la mesa de invitados, estaba llena de manjares. Íbamos a sentarnos pero nuestra ama lo impidió.

–Por muy dura que me pongáis la polla, para nosotras es una falta de respeto que los o en este caso las comensales se sienten sin ropa. ¡Esclavos! Traerles túnicas a mis esclavas. Esclavas, si me servís bien yo prometo cuidaros igual de bien, os daré banquetes y masajes. Vosotras debéis acompañarme allá donde yo vaya, satisfacerme allá donde yo esté, sea una reunión o cualquier otro lugar público. Vais a ser mis esclavas de mayor confianza. Conoceréis mis secretos. Por eso quiero tener unas esclavas contentas con su ama.

–No todas podemos tener semejantes banquetes–nos pusimos las túnicas que nos trajo, y nos sentamos

–Si hacéis lo que debéis, tendréis banquetes, y todo lo que os pueda dar. Soy una buena ama.

Me sorprendió para bien  Jane, ha cambiado desde la última vez que estuve con ella.  Con ella como ama, creo que pronto nos olvidaremos que somos esclavas.

Durante toda la comida esperé alguna guarrada por parte de la ama, pero su educación en la mesa fue impecable. Nos dejó comer y pedir lo que quisiéramos, yo tomé cerveza. Cuando terminamos estábamos hinchadas. Ahora viene el postre.

–Lo tomaremos en un lugar más cómodo.

Se desnudó Jane, y nosotras la imitamos. Salimos al jardín de su mansión. Los esclavos nos habían preparado el jardín para las tres. Nos acomodamos en la alfombra.

–¿Y el postre?–pregunté, Jane sonrió

–Después de un buen banquete, lo mejor es tener sexo. ¿Que queréis, culo o vagina? Solo podéis elegir una cosa

–Yo por detrás–dije

–Entonces ya sé que me toca. ¿Por qué has elegido por detrás?

–Es un juego de la ama. Si eliges culo, y lo tienes acostumbrado lo pasarás genial, pero si eliges coño ella se acuesta, y tienes que montarla tu. La verdad es que después de comer no tengo ganas de estar cabalgando a la ama, y yo sí tengo el culo hecho para eso.

Dicho eso yo me quedé observando, sin tocarme a pesar de que lo deseaba, a las dos follar. Lo que me gusta de Jane es que su miembro es de buen tamaño y sabe usarlo, no hay problema con ello.

La cara de Miranda mientras cabalga a la ama es de puro placer. Jane usa sus manos de almohada mientras gime y se deja follar. Yo aburrida de esperar que Jane se corriera, besé los labios de Jane.  No sé cuánto pasó, pero oí como Miranda llegaba al orgasmo.

–Creia que iba a ser peor, pero ha sido genial-dijo teniendo aún dentro el miembro

–¿A qué esperas a dejarle a Laura?

–Espero que me bese

Nos besamos por petición suya. Se movió varias veces con el pene dentro. Pero finalmente se levantó y se quedó a un lado. Miré de reojo a Jane, me asintió. Suspiré y me puse en posición.

–Esclava, lubrica el ano de Laura.

Miranda salivó mi agujero, y una vez que Miranda cumplió su tarea. Empezaba a sentir el miembro de mi ama hermafrodita, en mi puerta trasera. Cuando me agarró el pelo supe que iba a darme caña. Las marcas de los pechos de Miranda se iluminaron, y esta se levantó automáticamente. Mientras la ama me follaba analmente y sin tregua, Miranda me obligó a lamerle el coño. Sentí como Jane se corría dentro de mi, pero siguió durante un rato más. Cuando Jane sacó su miembro de mi culo me sentí vacía. Ella apartó a Miranda y me hizo limpiar su miembro. Ninguna de las tres nos levantamos de allí, y poco a poco nos dormimos.

Yo aparecí en el mundo de la diosa. Frente a mis ojos se encontraba ella. Se daba un baño.

–Buena bienvenida te han dado las asquerosas hermafroditas. Me asquean profundamente ellas y su diosa. Quiero que espies y me cuentes todo sobre ellas. Se su puta, la puta de todas esas mediomujeres repugnantes.

Su cambio de actitud me consternó. Había tenido en varias ocasiones encuentros con ella, pero nunca había visto su lado oscuro. No dije nada y fui expulsada. Al despertarme, la ama vestida con una túnica púrpura nos observaba.

–Tenemos que irnos. Hoy se oficia un ritual muy importante, y tenéis que venir conmigo.

Asentí y me levanté. Unos esclavos me pusieron un collar con correa, y a Miranda también. La cual al Jane esperó pacientemente a que se despertase.

–Siento que tengáis que llevar las correas como si fuerais animales salvajes, pero son las normas.

No tuvimos que hacer nada más, y salimos de allí. La mayoría de esclavas y esclavos llevaban correa, había quienes no la llevaban pero nosotras sí.

–¿Cuál es ese ritual tan importante?–preguntó Miranda

–Las ofrendas a la diosa

Fruncí el ceño, extrañada por su respuesta. El día de ofrendas es de noche, cuando la luna no brilla sobre el cielo. ¿Que está planeando? Jane evitó mirarme. Sentí un escalofrío. Me detuve cuando vi a dónde nos llevaban.

–Puta hermafrodita–dijo la diosa

Perdí el control sobre mi cuerpo. Saqué mis alas, y aletee para liberarme de sus cadenas, pero Jane supo agarrar mi  correa a tiempo.

–Miranda, deja que esta sacerdotisa te guíe. Ayudadme con esta chica.

Otra se unió a Jane y tiraron pero la fuerza de mis alas era mayor. Mi cuerpo se siguió resistiendo a su agarre. Hasta cinco sacerdotisas tuvieron que tirar de la correa.

Entre las cinco me inmovilizaron, y me vi obligada a esconder mis alas. Seguí resistiendome, mi raza era más fuerte que las comunes en Dekram. Tuvo que venir una sacerdotisa corpulenta, me dió un fuerte abrazo, y me levantó. Su piel era grisácea, y sus ojos pardos. Me levantó y me inmovilizó completamente.

–Ahora, hacedlo

Una sacerdotisa sacó un trapo con el que vendó mis ojos. Mi cuerpo siguió resistiendo inútilmente, los brazos de aquella hermafrodita eran más fuertes. Me taparon los oídos, y mi boca. En ese entonces volví a recuperar el control de mi cuerpo. La mujer puso mi brazo en el suyo y me guío por el templo.

–Siento las molestias, pero es la única forma de quitarle el control a la diosa–sentí su voz en mi cabeza–Tu ama fue advertida antes de que vosotras llegaseis a ella, por una informadora anónima.

Aquella amable y corpulenta sacerdotisa me guió. Así que Jane conocía las intenciones de la diosa Freya antes de que yo llegase a ella. Lo que no entiendo es para que quererme.

–Una esclava liberada de la diosa de la luna, es una agente menos que ella tiene–era de nuevo su voz en mi cabeza–Tengo avanzados poderes mentales. Puedo leerte la mente entre otras cosas. Ahora te voy a acostar, vas a sentir sensaciones agradables y desagradables, por favor no te muevas

Guiándome por sus manos me acostó en algo hecho de piedra dura. Me ataron con cadenas de pies y manos. Estuve allí largo rato hasta que sentí unas manos untadas en lo que parecía crema, sobre mi cuerpo en general. Esas y otras manos siguieron untandome, con lo que fuera aquello. Después sentí unas manos sobre mi cabeza.

–Mientras las marcas de la diosa sigan en tu cuerpo no podemos arriesgarnos. No podrás ni ver ni oír, ni hablar, se que es horrible pero debemos hacerlo. Por tu seguridad estarás aquí mientras te recuperas. Más tarde volverás con tu ama.  

Sentí un dolor en la cabeza espantoso durante un largo rato. Era como si estuvieran golpeandome el cráneo repetidamente con un martillo. Mi mordaza, venda y tapones de oídos fueron retirados. No podía ver, tampoco oir nada, ni hablar.

Estoy jodida.