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Esclava Imperial 3

en Dominación

Liviana me hizo acostarme en su cama, boca abajo. Cerré los ojos y esperé a que me hiciera lo que deseaba hacerme. Sus manos estaban untadas en aceite, empezó a pasar ese aceite por mi espalda. A diferencia de lo que me esperaba, solamente quería darme un masaje. Un merecido y placentero masaje.

–Gracias por esto, Liviana. 

–Te vi llorando ayer, y te escuché con mi madre. 

–Vaya, siento que tuvieras que verme así. 

–Quiero que seas feliz, y si te sirve. Si te casas conmigo, dejarás de ser una esclava. Serás solo mía. 

–¿Va en serio?–hice el amago de voltear la cabeza pero me lo impidió. 

–Si, por suerte el emperador permite el matrimonio con hermafroditas. Sería tu...marido

–Más abajo, un poco más, ahí. 

–¿Entonces qué dices?

–Si quieres mi mano tendrás que conquistarme, si quieres tener además de mi cuerpo mi corazón tendrás que ganartelo. O solo mi cuerpo, o mi cuerpo y mi lealtad. 

–Ya eres una sumisa obediente, ¿que diferencia hay?

–No es lo mismo tener mi amor incondicional, que mi obediencia.

–Quiero tu amor–besó mi cuello, llevó su mano a mi entrepierna y sentí sus dedos masturbandome–¿Cómo consigo tu corazón?

–Quiero comer a tu lado, sin insinuaciones sexuales

Me puse a cuatro patas y me di la vuelta. Liv estaba desnuda, con su miembro erecto. Abrí la boca y me lo metí entero en mi boca. Ella estaba que no se lo creía. Lo volví a sacar, y esta vez me dediqué a chuparlo. 

–Espero que mi semen me de puntos

Ella movió la cadera con velocidad hasta correrse dentro de mi boca. Yo me lo tragué todo como buena sumisa.+

-.

–Trátame como a una mujer libre–besé la punta de su miembro y yo terminé de limpiarla

–¿Y como quieres eso sí mi padre adora montarte a ti más que a un caballo?

–No lo sé, eso es cosa tuya. 

–Marcaré territorio, hoy eres mía.

Se colocó detrás mía, besó mis glúteos y bajó hasta mi culo. Metió dos dedos que entraron con facilidad. 

–Hoy te monto como una mujer libre

Estaba más que acostumbrada a que me dieran por el culo así que entró con facilidad y yo gemí de placer. 

–Liviana la comida está puesta–gritó el amo

–¿Que pena eh?–dije sonriendo y me golpeó el culo

Salió dentro de mi, y me llevó a su habitación. Ella se dedicó a vestirme, y llevarme con los amos. Amo y ama se sorprendieron de verme con ropa. La hija  no dijo nada y me sentó con ella. 

–Hoy ella come con nosotros. 

Ordenó que trajeran un plato, y empecé a comer con ellos. Por suerte estaba lejos del amo, veía su mirada de depredador. Estas semanas se acostumbró a darme de comer semen hermafrodita. Parecía no estar contento con su decisión. La ama decidió cortar la tensión.

–Hijo mío, ¿cuando te vas?

–Después de comer, las hermafrodita me esperan fuera en el puerto. 

–¿Por qué te vas?–me atreví a preguntar

Echó su silla atrás y se levantó la ropa. Debajo tenía en vez de una polla como la de su padre una vagina. 

–Yo desciendo de una hermafrodita, y nací bien, pero descender de una hermafrodita da pie a cosas como esa–explicó el amo–Cuando regrese será un hombre, o una mujer hermosa, pero no las dos cosas. 

–Aunque yo estoy contenta con mis dos miembros–dijo Liviana

–Lo se–dije con una sonrisa

–Hoy Akira se viene conmigo, lo siento papá, pero tú tienes a mamá. 

La comida me sabía a poco, era como si apenas tuviera sabor. Así que deje de comer y esperé a Liviana. Mientras terminaba de comer, me bajé  de la mesa y gatee hasta su entrepierna. La saqué y empecé a masturbar a Liviana. 

–Así si se puede comer–dijo desde arriba

Yo la masturbé hasta que me avisó de que iba a correrse. Entonces la metí en mi boca a toda prisa y sentí su semen. Después de aquello sí me sentí comida, y volví a sentarme normalmente. Esto era lo que me habían dicho, tomar de su extraño semen traía sus consecuencias. 

Después de comer me sacó de paseo, sin correa. Cómo dos mujeres normales y corrientes. No me llevó a los baños, en su lugar me llevó a un circo. La construcción era inmensa, y pero no había nadie. 

–Todavía no hay espectáculos, pero quiero darte un regalo. Ver guerreros de verdad, y si te lo permiten también podrías luchar. A veces a las mujeres nobles les encanta follarse un buen gladiador. Seguro que te gustará

El portero nos dejó pasar, pareció reconocer a la hermafrodita. Fuimos directas a los patios, donde los gladiadores se estaban entrenando. Se detuvieron al vernos, me miraban con lascivia.

–Vosotros seguid–dije a los gladiadores

–No podemos si hay una mujer delante–dijo uno de ellos

–Hagamos una cosa–me rasgué el vestido y me desnudé–Lucharé contra vosotros, quien me derrote podrá poseerme. ¿Qué decís?

–Me gusta–dijo un gladiador de mi raza. 

El instructor que estaba allí pero no decía nada me pasó una espada. El primero se abalanzó sobre mí, le hice una herida en el vientre y lo tiré al suelo. Allí le di varias patadas, y lo retiraron del escenario. Nuestro combate empezó a generar interés entre los demás gladiadores de otros patios. Otro se abalanzó sobre mí, le hice un corte en la mano, yo lo obligué a soltar el arma. Y lo retiraron, el sureño es mi mayor enemigo. Luchaba muy bien, íbamos parejos aunque yo contaba con la ligereza. La entrada del amo me distrajo, y me tumbó. Se desnudó y metió su polla dentro de mi. Ya estaban aplaudiendo mi derrota. Sin embargo yo le di un cabezazo y me libré de él. Le pegué varios puñetazos en el rostro, y una patada en el costado. Eso lo dejó tumbado, el instructor se fue con mi amo. 

Entró en escena un hombre muy alto, de melena blanca y muy fuerte. El primer puñetazo lo recibí en la nariz, la cual me rompió y una patada que me tiró lejos. Me levanté, y volvió a tumbarme. Era demasiado fuerte y rápido, apenas pegaba un golpe y tenía otro dándome. No se podía reaccionar a sus golpes. Aprovechó mi posición para inmovilizarme, estaba a cuatro patas. Introdujo su polla en mi coño y agaché la cabeza en señal de sumisión. Todos aplaudieron mi derrota, y animaron al titánico gladiador a correrse dentro de mi. Yo solo podía gemir y ser el espectáculo de esos hombres. Levanté la cabeza al ver que mi amo estaba frente a mi, pero mi hombre  volvió a bajarla. 

–Se me ha ocurrido una idea que te tiene como premio. Competición de gladiadores, quién gane tendrá todo el oro del mundo, y a ti como puta. Hace falta concretar los detalles con el emperador, pero le gustará la idea. O podríamos hacerla con las hizun de Niuva. 

El hombre siguio penetrandome,y yo ya tuve un orgasmo pero él seguía. Esto es lo que soy, una puta. Se corrió dentro de mi coño, y me  tiró del pelo para mirar a los asistentes. Yo tenía cara de haber estado en el cielo, la polla del hombre peliblanco perdió su fuerza y salió dentro de mi. 

–¡Otro! ¡Otro! 

Leiviana intervino para salvarme de estar en una orgía de gladiadores. El peliblanco nos siguió, y una vez fuera del patio nos cortó el paso. Llevaba mi vestido en su mano. 

–Te he vencido, ¿no te irás así sin más?

–Ya la has sometido, y follado. ¿No querrás mas?–dijo en mi defensa

–Pues si que quiero más, yo no pierdo la fuerza tan fácilmente. 

–Ya la has humillado en público–él agarró del cuello a Leiviana y la empujó contra la pared

–¡Ama! ¡Déjala, idiota!–de una bofetada me volvió a tirar al suelo

–Follame a mi

Él rasgó las vestiduras de la hermafrodita, destrozándole el vestido en el proceso. Su miembro se puso erecto, y penetró la vagina de mi ama. 

–¡Por ahí no, idiota! Por mi culo-dijo conteniendo un gemido

El hombre peliblanco que era casi pálido terminó de destrozarle el vestido a mi ama. Mi ama como todos aquí, eran elfos de piel oscura. El contraste entre blanco y oscuro era muy vistoso. El hombre peliblanco penetró en el culo de Leiviana, a lo que ella respondió con un grito de placer. 

–Ama, no hace falta que hagas esto–dije apoyando un brazo en su hombro

–¿No ves que tú ama disfruta? Le gusta que la enculen–miré su expresión, me sonrió y siguió gimiendo

Mi amo entró, y me llevó a una esquina. Me puso de rodillas y se bajó la bragueta, se podría decir que su miembro erecto me miraba. De mi nariz brotaba sangre. Me entregó un pañuelo, y con una sola mano libre metí su polla en mi boca. Al amo no parecía importarle que su hija estuviera siendo enculada por un gladiador, algo que me preocupó. Mientras mamaba su miembro, me aseguré de mirarlo. Era la esclava de mi amo, mi amo elfo oscuro. 

–Puta sureña, quiero tener a toda tu raza de rodillas. Quiero tener a más esclavas elfas blancas color tu, y dejarlas preñadas. Y si no quieres un hijo mío, ya te dará mi hija uno o uno de estos gladiadores

Y por fin mi amo se quitaba la máscara mientras se la felaba. Su semen fue directo a mi garganta. Por lo menos conmigo ya lo ha conseguido. Aunque espero que su ambición sobre mi raza no le lleve muy lejos. Después de correrse se vistió y se largó. El gladiador y mi ama llegaron al climax. El gladiador se largó. El culo de la ama chorreaba, y mi vagina también lo hacía. 

–Se habrá quedado a gusto–dije mientras ella se vestía con mis ropajes

Me levanté y gemí de dolor. No solo tenía rota la nariz.  Me vestí con los harapos de la ama. Y salimos del circo. No nos dijimos ni una palabra. Tampoco nos llevó a casa, fuimos a la de una amiga suya. Vieron mi nariz rota y me llevaron con unas personas con túnica. Utilizaron su magia para sanar mis heridas, mientras la ama conversaba. Vino un elfo oscuro de esos con una esclava como yo,  y echó a los magos. 

–¿Estás mejor?–preguntó el hombre

–Si, estaba en un circo, y perdí una pelea. 

–Ya veo que sí, te presento a mi esclava, elfa también–hizo una reverencia– Tu ama me ha dado permiso para darte un paseo–me entregó una correa

¿Por qué llevarme a andar como una persona normal? La otra esclava tenía el mismo cuerpazo, también había sido capturada. Si hubiera sido un nacimiento de una esclava, no tendría la fuerza que tiene. Ella me miraba de vez en cuando. 

–¿Sabes qué es lo bueno de tener como esclava a una elfa sureña? Una vez que consigues que acepten la sumisión no se rebelan, lo malo es que como no tengas su lealtad total muy probablemente escapen o por lo menos lo intenten. 

–Y eso que tiene que ver conmigo. 

–Hay elfos y elfas que huyen de su patria, y eso nos permite capturaros. Mitad del imperio desea someter a los elfos. Tú ya serás la puta de tu amo, y obedecerás todas su órdenes. Resulta que tu amo no me cae muy bien.

Me agarraron entre cinco gorilas imperiales, forcejeé para soltarme pero todo esfuerzo fue en vano. Eran más fuertes que yo. Agarró una copa y la esclava me obligó a abrir la boca. 

–Esto te hará inmune a la influencia de las hermafroditas, y por lo tanto perderás la necesidad de sumisión. Ahora para ti, ser esclava será más complicado. 

Vertió todo el líquido de esa copa sobre mi boca, no me soltaron hasta que lo tragué por completo. Un terrible dolor de cabeza se apoderó de mí, era como si en cualquier momento mi cerebro fuera a estallar. Grité de dolor, era horrible. Duró una eternidad, mi ama corrió preocupada hacia mi, y se puso a mi altura. 

–¿Estás bien, Akira? ¿Que le has hecho, Malar?–preguntó enfadada

–Curarla por completo, como me has pedido. 

Cuando el dolor terminó, perdí el conocimiento. No estaba en la realidad, ni en ningún sitio tangible. Estaba en una gran nada. Estuve flotando en esa gran nada durante una eternidad. Hasta que aparecí en un bosque con un cielo violeta. Seguí un camino marcado de tierra, que me llevó a una cueva. 

La cueva estaba iluminada por antorchas, tenía dibujos que me parecieron familiares. En el primero había hombres y mujeres entrenando, debíamos ser los elfos. En el segundo había una boda, y en tercero había gente muerta. Era mi historia, y la de muchos elfos. Salí de la cueva rápidamente.

 Un elfo desnudo se dió la vuelta, era apuesto y hermoso. Yo agaché la cabeza avergonzada por aquella visión, pero él me hizo levantarla. Me besó y me abrazó. Sus besos eran curativos, sentía que mis dudas y malo recuerdos se iban con cada beso que me daba. Apoyé mi cabeza en su hombro. 

–¿Por qué estoy aquí, diosa? O dios

–Has muerto, temporalmente. Ellos te reanimarán, y volverás a la vida. Pero no recuperarán a su esclava, sumisa y dócil. Recuperarán a la chica que era antes. 

–No quiero ser como antes, ya no tengo pesadillas. El poder de mis amos sana mi corazón, y eso es algo que no sentía desde hace mucho tiempo. 

–Ya no tendrás una personalidad sumisa, serás distinta. Deberás llevar una vida normal, o huir de aquel lugar en el que se te ve como una propiedad. 

–Por favor, te lo suplico. No quiero volver así, prefiero morir. 

–Lo siento, no soy como mi hermana. Quiero verte libre, hazme caso serás más feliz. 

Me desperté en mi cama. No había nadie. Todas las cosas que hice desde que fui capturada vinieron a mi. Empecé a agobiarme, he sido una esclava y me han humillado y sometido. Mi amo me obligó a tener sexo con él, era eso o ser violada por nosecuantos soldados. Es un monstruo. 

–¿Que he hecho?–me pregunté a mi misma horrorizada

Liviana con el amo, me caí de la cama y huí a un rincón. Liviana detuvo a mi padre y se acercó ella a mí. Puso las manos donde pudiera verlas. 

–No tengas miedo, Akira

–Ese no es mi nombre

–Lo será–la hija miró al padre–¿Puedes irte un momento, papá?–su ida me calmó

–Él es un monstruo, Liviana. Era él o...ser... entregada a sus soldados. 

–Eso está mal, pero hay cosas que hiciste por voluntad propia. ¿Te acuerdas de cuando te enseñé a hacer mamadas? ¿O cuando me pediste tratarte como una mujer normal? 

–Tu eres buena chica–reconocí

–Voy a ser realista, no puedes ser libre. Aunque intentes huir, te volverás a ser capturada. Lo más probable es que seas capturada por amos no tan benevolentes. Eso lo entiendes, ¿no? 

–Si, Liviana. 

–Casate conmigo, y vivirás notablemente bien. 

–¿Me lo propones en serio?–asintió

–Si te casas no significa que me des un hijo, hay tiempo para eso pero tendrás más derechos. 

–Si, quiero casarme contigo–se alegró mucho, y me dio un beso–Dile a tu padre que si quiere una esclava nueva, busque a mi hermana gemela. Debe estar buscándome desde hace meses, es una puta adicta al sexo.