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La casa del placer y la depravación 2

en Dominación

Recibimos una orden del amo, id al salón principal desnudas a la espera de nuevas órdenes. Aquel día el prostíbulo estaba cerrado. Obedecí sin mayores reparos. Al salón llegaron chicas que no había visto nunca. Una elfa de pechos normales, me miraba con complicidad. Jana la besó, y ella le siguió el juego. Sacó una polla de mentira y la elfa le hizo una demostración de cómo se hace una mamada. Ella le dió su aprobación. Yo me acerqué va la segunda, una humana de cabellos blancos y ojos azules pero bastante joven. Me miraba con superioridad. 

–¿Que se te da bien a ti?–pregunté a la peliblanca

–La pregunta será que no se me da bien. No me gusta ser sumisa, esa es la única pega que pongo, quien intente someterme, o agarrarme del pelo saldrá mal parado

–Una mujer con carácter, ¿sabes que esto es para  contratar nuevas esclavas? 

–Yo follo y mamo, y a cambio yo gano un techo, una chimenea y comida. 

–Eso es justo, aquí tendrás todo eso. Placer, seguridad, y comida–respondió Jana detrás de mí

–¿Cómo te llamas?–pregunté a la peliblanca

–Mis padres me llamaban Ava. 

–Yo me llamo Elia, bienvenida. 

Jana despachó a tres chicas, una por fea y dos por qué se notaba que no querían estar ahí. Al final solo quedó una muchacha joven, de ojos rasgados. Me acerqué a ella con curiosidad, era tímida pero dejó que la desnudase. Levanté su cabeza y la obligué a mirarme. Tenía un buen tamaño de pechos. 

–¿Por qué estás aquí?

–Huyo de una gente muy mala. 

–Y quieres que nuestro amo te proteja. 

–Si–la miré a los ojos durante unos segundos

–Serás camarera hasta que tú decidas hacer algo más que servir platos. 

–Yo t-también se…chuparla–dijo totalmente roja. 

–Aquí no te obligaremos a hacer nada que no desees. 

–Gracias. Mi nombre es Haiye

–Ava, Haiye, quedaos. Necesitaré mujeres para catar nuestros nuevos esclavos. Dirm quiere tener también aquí, unos cuantos prostitutos, para atender todas las necesidades. De incluso alguna clienta. Quiere conseguir que no solo hombres frecuenten su prostíbulo. 

–Eso es muy difícil de conseguir, si todas las trabajadoras somos mujeres esclavas–dijo Ava y no le faltaba razón

Entraron al salón treinta hombres, todos con cuerpazos. 

–Joder, menudo día nos espera. 

Eran treinta y dos exactamente, y nosotras éramos cuatro. Así que escogimos a ocho cada una. Ava no parecía avergonzada por la tarea que nos tocaba hacer. Haiye permaneció en su lugar. 

–Si no os gusta, decid fuera. Si os gusta, no dejéis que lleguen al orgasmo y tomaos vuestro tiempo–indicó Jana

Formaron filas de ocho. Haiye se puso de rodillas y empezó a mamar pollas. Al primero lo echó.  Me besé con el primero, en vez de simplemente tomarme me masturbó. Me penetró con su miembro, y yo me abrí de piernas para facilitar la tarea. Gemí varias veces al ritmo al que me penetraba. Recordé las palabras de Jana, y lo aparté con una sonrisa. Ava ya había despachado a dos. Los dos fuera, no le gustaron. El segundo tenía una polla normalita, pero se agachó y me comió el coño. Me agarré a la mesa. Dejé que me comiera el coño durante unos segundos. 

–Oh, por la jodida luna–exclamé–Para, tú te quedas, me gustas. ¿Haces mamadas también? 

–Si

–Ve con la chica que está de rodillas y ayuda a atender a sus esclavos. Y seleccionar los mejores. 

El tercero tenía una polla demasiado grande y lo despaché nada más versela. Los dos siguientes  no me gustaron así que les eché. Jana era montada por los esclavos. En unas pocas penetraciones decidía si se quedaban o no. Ava se lo estaba montando con dos de ellos. Se olvidó totalmente de que estábamos probando esclavos. Los apartó y se puso de rodillas en suelo. Mientras uno de los míos penetraba mi coño, observé el espectáculo. Ordenó a uno de ellos que se acostara en el suelo, mientras por su boca pasaban las pollas de todos sus hombres. 

–Tu te acepto–aparté al hombre, y seguí observando

El que estaba debajo se corrió en su coño, le sonrío y otro se puso debajo. Los hombres que la rodeaban se corrieron encima de ella, uno en su boca y más tarde el que estaba debajo volvió a eyacular en su coño. Se quedó con tres de esos hombres. Ava se acercó a Jana y le preguntó algo que no llegue a entender. Sin embargo está no podía ni hablar de la follada que le estaban pegando. Se acercó a mi. 

–Oye, Elia yo…

–¿Puede esperar?–rechistó

–Tu, elfo oscuro limpia mi coño–ordenó con voz autoritaria–Y vosotros dos lamed mi semen

El humano no obedeció y lo largó. Los que se quedaron la obedecieron. 

Al último que me quedaba no le dije nada, por lo que esté siguió. De haber tenido a todos esos hombres follandome, no tardé en tener un orgasmo. El siguió y tardó algo más en eyacular en mi coño. Yo quedé libre. 

–Ha sido inteligente tu forma de despacharlos–le felicité

–Así al menos he tenido varios orgasmos. Te iba a preguntar, ¿dónde están los baños?

Después de aceptar a aquellos nuevos esclavos, y quedarnos servidas. Ava, y Haiye fueron a ser marcadas. Dirm nos dijo que abríamos por la noche. Las cuatro fuimos a los baños, y nos quedamos preparadas para la velada.

 Para cuándo fue la noche. Entró un regimiento de soldados, tuve miedo por si me habían encontrado ya, pero eran humanos. Haiye llevaba un vestido de camarera que enseñaba mucho escote, y marcaba el culo. Fue sirviendo bebidas y comida a los recién llegados.  Se anunció que también había hombres, alguno discretamente pagó a unos cuantos de ellos. Cuatro amigos me pidieron un par de mamadas mientras comían. Cómo sola no iba a poder, detuve a Ava y ambas nos colocamos debajo de la mesa. Ambas metimos sus pollas en nuestras bocas y nos pusimos manos a la obra. Nos repartimos los miembros mientras estos comían. Me tragué la corrida del primero, y la del segundo poco tiempo después también. Nos pagaron y lo llevamos a dónde debíamos. 

–¿Por qué ser esclava de este lugar?–pregunté a Ava

–Necesito un lugar seguro en el que vivir, y no me importa trabajar con mi cuerpo. 

–¿Tanto como para perder tu libertad?

–Si hubiera sido libre no habría acabado aquí, vamos. Esos soldados nos están llamando, nos quieren a las dos. 

Había más que no me contó, pero si no quería decir nada no insistiré. Cada una tiene su historia. Fuimos con los cinco soldados, estos querían compañía así que nos sentamos entre ellos. 

–Estáis de celebración, ¿que habéis ganado?–pregunté

–Una nueva ciudad se añade a nuestra República. 

–Felicidades. 

Ava se dejaba manosear por dos de esos tipos, al igual que yo, pero ella les daba indicaciones para que al menos sus manoseos fueran más agradables. Nos bajamos los vestidos mientras ellos seguían bebiendo, pero de vez en cuando besábamos a uno y a otro. 

–Oye chicas, ¿porque no vamos a un lugar privado y nos atendeis a los cinco?

–Vamos seguidme. 

Nos recolocamos el "vestido" y les llevé a mi habitación. Allí nos lo terminamos de quitar y nos entregaron una bolsa llena de monedas. 

–¿Queréis que llame a una amiga?

–Rapido–exigieron

Busqué a Jana, al principio no la vi hasta que me dio por mirar debajo de las mesas. Haiye y Jana estaba haciendo mamadas a los soldados. Mientras las dos se masturban. Me metí debajo de la mesa y le di un toque a Jana. 

–Necesito una ayudita con unos clientes, y pensé en ti. Somos Ava y yo. 

–Espera–siguió haciendo aquella mamada hasta que este se corrió y salimos de la mesa–Haiye, si alguno se propasa, defiendete o pide ayuda. 

–Haiye es toda una mamadora. 

–Esta chica ha llegado hasta aquí a base de mamadas, te lo juro. ¿Tu has visto cómo las hace? Se las mete hasta la garganta. Es una zorra muy trabajadora. 

Cuando llegamos a mi habitación vimos a Ava masturbando a algunos soldados. Nos indicaron que querían por el culo, Jana y yo obedecimos con presteza, Ava dudó un poco más. Solo puso una condición, que no le cogieran del pelo o del collar. Y así es como las tres fuimos sodomizadas. Otro más se animó y metió la polla en mi boca. Con Jana hicieron lo mismo. Mis gemidos quedaron contenidos por la boca que penetraba mi boca. Aunque Ava pudo gozar libremente. Todo fue bien por el momento. Hasta que el cliente desobedeció la petición de no cogerle del pelo y ella protestó. Siguió protestando pero este siguió, incluso sus protestas le animaron a seguir. Los míos se corrieron, aunque siguieron un poco más. Las protestas de Ava se transformaron en agobio y en miedo, en ansiedad. Se quedó paralizada. Los soldados acabaron por irse, se enroscó y acurrucó en la mesa, temblaba. 

–Va a venir, va a venir, no estoy segura–dijo Ava en estado de shock

Ya había visto cosas así. Aquel gesto debió despertar un trauma, eso explicaría por qué no le gusta ser una mujer sumisa. 

 

 

 

–Ehh, ya está. Ya se fue, tranquila, Ava–puse mi mano en su hombro

Me puse detrás de ella, y la abracé. Su respiración volvió a la normalidad, y pareció que se calmaba. 

–No quiero seguir por hoy, Jana. 

–¿Qué te ha pasado?–preguntó

–Si, todo iba normal hasta que te cogieron del pelo. Entiendo que no te guste pero…–dije

–Yo pertenecía a un clan,  de más allá del mar helado. 

–Entonces no eres humana, eres una chupasangre de esas, una salvaje–me miró durante unos segundos y me enseñó sus colmillos, no me asusté

–Si, lo soy. Mi clan se caracteriza por ser los más agresivos e insensatos. Si queremos algo, lo tomamos y luchamos por ello. El jefe de mi clan, mató a mi pareja para quedarse conmigo. Me forzó y...–se calló, besé su mejilla

–Y asocias lo que el jefe de tu clan te hizo, a ponerte a cuatro patas y que te cojan del pelo

–Si. No me importa ser una prostituta, pero hay cosas que no quiero hacer, y esto no ha hecho sino recordármelo. 

–Mañana o cuando te veas en posición de volver a trabajar. Quizás podríamos darte un papel más dominante u otro que se te acomode a ti.–dijo Jana

–¿No es Dirm el que lleva esas cosas, nuestro amo? 

–Él toma las decisiones importantes, yo llevo lo relacionado con las chicas. No quiero que sufras, Ava. Y si tampoco quieres dar espectáculos, tengo otros trabajos. 

–Gracias por comprenderme. 

–¿Me levanto?–pregunté, seguía estando abrazada a Ava

–No, quédate así. 

–Jana, cierra la puerta. 

Ella se fue y cerró la puerta. Seguí abrazada a ella, a ella parecía haberle calmado y a mi el contacto corporal no sexual me reconfortaba. Así estuvimos durante un largo tiempo. Ajenas al jaleo que estaban montando. Una vez que noté que estaba bien, bajé mi mano hasta su entrepierna, y metí dos dedos ahí abajo. La masturbé como yo sabía, buscando su máximo placer posible. Se acostó boca arriba, y no hicieron falta palabras. Bajé hasta su vagina. Y empecé a comerle el coño. 

–Ohhh, Elia, siii

Mi experiencia le hizo llevarla al cielo, y algo me decía que era la primera vez que le comían el coño. No levanté la cabeza hasta que llegó al orgasmo. Jadeó y reía. 

–Es la primera vez que…

–Lo imaginaba. Ava, si quieres tomarme, en ese armario hay pollas falsas, arneses para las chicas–se levantó y abrió el armario

–¿Esto?

–Si

–Póntelo, y follame con él. 

Tuve que levantarme para ayudarla a ponérselo. Me acosté en la cama, y me abrí de piernas. Lamió mi coño hasta que me mojé, entonces se puso a mi altura. Y me penetró con él. Nuestros rostros estaban uno junto al otro mientras me penetraba. La abracé. 

–No recuerdo la última vez que el sexo se volvió tan íntimo–dije entre gemidos. 

–¿Siempre lo haces como los animales?

–Lo hago como les gusta a los que me follan. Esta posición parece más para hacer el amor. 

–¿Nunca has hecho el amor? 

–¿Quién amaría a una puta?–pregunté entristecida y miré hacia otro lado

–Yo–Ava me hizo mirarla, y me besó en la boca–Pienso hacerte esto todos los días, hacerte correr–tuve un orgasmo–hacerte el amor, aprender a hacer eso con la lengua. 

–Apenas me conoces, Ava. 

–Pues quiero conocerte.

Ava se quitó el arnés, y ambas descansamos en la cama. Las dos acabamos por dormirnos. Yo soñé que me encontraba en una cama, desnuda y acostada boca arriba. Ava en el sueño era una hermafrodita. Ella me abría de piernas y me penetraba.

Al despertar, Ava dormía abrazada a mi. Dada la ternura del momento, decidí no despertarla. Por suerte no tardó mucho en despertar, puso una mano en uno de mis pechos, y lo manoseó como si fuera una almohada. Se frotó los ojos con una mano, mientras seguía con mi pecho. Cuando se dió cuenta de que estaba jugando con mi pechos, sonrió y usó sus dos manos para acariciarme los pechos. 

–Menuda suerte hemos tenido, de que a ambas los dioses nos hayan dado pechos grandes. 

–Si–la pellizqué los pechos mientras ella jugaba con los míos

–Ay, Elia. 

–Sobre lo que dijiste ayer…

–Lo dije en serio, me gustas. 

–No nos conocemos, este es tu segundo día aquí. ¿Cómo puedes amarme? Soy una zorra lunar adicta al sexo, casi hedonista. 

–No soy muy versada en la magia, ni en las ciencias, ni en la historia, pero si sé algo con certeza es que no se ama con el coño. 

–Eso es muy bonito, pero tendrás que demostrarlo. 

–Vamos a los baños, Elia. Te lo demostraré allí. 

Tampoco tenía nada que perder y teníamos que limpiar nuestros cuerpos. Echábamos peste a semen de ayer. El prostíbulo estaba cerrado, apenas había amanecido. En los baños se encontraba el amo, con Haiye y Jana. Él nos hizo una señal para ir con él. 

–Eres el único sin collar, ¿tú eres nuestro amo?–preguntó Ava

–Si, vuestro amo. He oído del incidente de ayer, espero que estés bien. 

–Lo de ayer fue un error que no volverá a suceder, reviví un trauma. Seguiré con las mamadas, con el sexo, evitaré el anal y ya está.

–Está bien. 

–Haiye diles cuantas pollas has mamado ayer. 

–Cincuenta y seis pollas, el alcohol me ayudó–incluso para mí eso era demasiado

–¿Y cuántas son las mamadas que te han llevado hasta aquí? 

–Dos para que un mago me llevase a este mundo, durante cinco días me gané un techo y comida a mamadas, unas dos al día. Me dejé tocar por un mercante que iba a caballo, y le hice unas cuantas mamadas, diez en todo el viaje. Allí un noble se encaprichó conmigo, y me poseyó durante varios días. Pensé en quedarme en su castillo, siendo su zorra, su cortesana. Pero me sentí mal, no me gustó ser desvirgada por aquel noble. Y cinco días después estoy aquí. Sin la certeza de saber si estoy embarazada o no. 

–Entre tu, Elia, que puedes traernos problemas si tus perseguidores te buscan y un posible embarazo no vamos a estar tranquilos. 

–Haiye, hay métodos para evitar un embarazo, es lo que hice yo. 

–No quiero usar nada, si tengo el bebé quiero tenerlo. 

–Amo–dijo Ava–quiero me veáis comerle el coño a Elia, y que me digáis qué os parece. 

Ava bajó a mi entrepierna, y metió su lengua dentro de mi. Lo hacía regular que para  ser una mujer debería hacerlo mejor. El amo fue hacia ella, y la interrumpió. Él sí sabía hacerlo. Tras un par de lecciones Ava volvió a mi coño, y esta vez lo hizo mejor. Me agarré al bordillo de la piscina mientras Ava me comía el coño. Dirm masturbaba a Jana mientras Haiye ponía erecta su polla. Acaricié la cabeza de Ava. 

–Lo haces bien

 Cuando me hizo llegar algo me dió un toque en la espalda, era una prostituta. 

–Alguien quiere estar contigo, dice que es...tu padre–Dirm me miró preocupado

–¿Solo está él?–preguntó él

–Si, solo él. 

–Ve, Elia–ordenó Dirm

–Voy contigo–dijo Ava y asentí. 

Nos secamos con unas toallas y nos tapamos con unas túnicas. Me daba miedo estar a solas con él, por lo que pudiera decir o hacer. En mi opinión me lo merecería y no me extrañaría que me quisiera hacer daño. Después de todo le he arruinado la reputación. Estaba en una mesa, fue educado al principio, si estaba enfadado no lo mostraba. Nos invitó a sentarnos. Anwen te está buscando, quiere tu cabeza, y se ha aliado con dos generales a los que también te has tirado. 

–¿Y qué papel desempeñas tu? 

–Siempre supe que llegaría este día, lo vi venir pero no fui capaz de actuar. Desde aquel día que te encontraron con la polla del herrero en la boca sabía que esto ocurriría. A pesar de todo no quiero que mueras. 

–No me creo que hables en serio. 

–Eres mi hija, a pesar de que hayas aceptado la esclavitud. He venido para avisarte y quizás para beneficiarme a alguna esclava. 

–Vete Ava, a no ser que quieras ver esto. 

Ava me obedeció. Sin saber si aún me miraba o no, me quité la túnica. Y caminé hacia él. 

–Esto es lo que soy padre, siempre lo supiste y aún así no me llevaste con las sacerdotisas. Ahora no tienes a una sacerdotisa como hija–me dejé la polla de mi padre liberada, la masturbé hasta que se puso dura y me senté sobre ella–Ahora soy una zorra capaz de follarse a su propio padre, y existe gracias a ti–coloqué su mano en mi culo mientras yo lo cabalgaba con un gemido de puro gozo.