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Dando el paso final

en Lésbicos

Yo descansaba en mi cama, era de día y no tenía nada que hacer. No me habían asignado ninguna misión, ni había que perseguir a un demonio de la realeza. Dejé el ejército, pero no sería la primera vez que aún así me llaman para una misión. No acostumbro a estar libre. Mi novia, Niuva procedente de otro mundo. Nos conocimos en una guerra y simplemente surgió la chispa. Esmeralda, mi amiga y hermana adoptiva me felicitó de poder dar un paso así. Esto lo hacía ya que tuve un pasado traumático con un demonio que me esclavizó para su repugnante red de pedofilia y trata de blancas. Durante el tiempo que he estado libre he evitado ese tipo de contacto. Solo una vez me besé con otra chica que me gustaba pero que tuvo que huir de aquí. Nunca en los quince años que han pasado he tenido novia, pero Niuva es especial. Ella entiende que de momento no quisiera practicar sexo, que no sea capaz de dar ese paso. Recibí un mensaje suyo, ya había terminado la misión a la que estaba designada.

–¿Podemos tener una cita en algún sitio romántico?– le mandé el mensaje, estoy cansada de estar en casa sin hacer nada.  

–¿No te importa si decido en lugar?

–Iremos donde tú quieras

Iba en bragas y con una camiseta de pijama. Así desde luego no voy a ninguna parte. Me quité lo que llevaba encima y me metí a la ducha. Un cosquilleo en mi espalda hizo que mis alas saltaran en la ducha. Casi tiro la cortina. Hay una particularidad de nosotros los alados, sobre todo las aladas. Nuestras alas son órganos sexuales también. Si junto mis alas con las de Niuva por ejemplo me quedaré embarazada, y si acaricio la punta de mis alas tendré el mismo placer, que si me masturbo con mis dedos. Eso es lo que hice en el baño, aproveché para darme placer. Puede que desde aquello no haya mantenido relaciones sexuales, pero eso no ha impedido que por ejemplo deje a Niuva que me masturbe o que directamente me vea desnuda. Salí de la ducha, me enfunde una toalla al cuerpo y otra a la cabeza para mi pelo mojado. Debo secar mis alas, si no mi espalda va a pesar aún más. Hoy hacía calor, y lo aproveché para salir a la terraza. Se secarán mis alas. Me quedé durmiendo en la tumbona. Me había despertado Niuva acariciando la parte más sensible de mis alas. Me desperté con un gemido.

–No hagas eso, son demasiado sensibles–le dije mientras permanecía inmóvil

–Vengo de una misión, me dijiste que saldríamos y te encuentro en la tumbona durmiendo desnuda–dijo algo enojada

–Agua fiestas–me levanté con mucho esfuerzo. Había caído redonda en la tumbona–Niuva, ¿donde tienes pensado ir?

–No lo sé. Un restaurante, la playa, un parque….

–Podríamos ir a un restaurante–no me di la vuelta a mirar pero juraría que me estaba mirando el culo, sentía su mirada–  Después, un paseo por la playa y si me animo podríamos acabar la cita con final feliz.

–¿Final...feliz? ¿Estamos las dos pensando en el mismo final feliz?–preguntó incrédula, como conté antes era incapaz de dar ese paso.

–Si quiero demostrarme que he superado mi pasado debo tener sexo y gozar–empecé a vestirme.

Me di cuenta de que Niuva ya iba vestida, su uniforme militar estaba sobre la cama.  Se habrá duchado mientras tomaba el sol. Me puse una camiseta tejida especialmente para alados, ambas nos compramos este tipo de ropa. Tiene una abertura por la que salen nuestras alas sin necesidad de romper nuestra camiseta ni romper el sujetador. Yo decidí no ponerlo, voy más libre sin eso. Por la espalda me abrazó Niuva.

–Te quiero, Laura. No lo olvides–lo dijo en un tono que solo usa cuando ha estado al borde de la muerte

–Yo también te quiero. ¿Que ha ocurrido?

–Unos ángeles negros nos han sobrepasado. Nos vimos rodeados, y a mí me clavaron un espadazo en el estómago–me di la vuelta,  y vi su herida. Tenía una venda que la cubría–Cain nos salvó, y me cosieron la herida. Terminé bien la misión, pero casi muero. Tengo suerte de que tú abandonaste el servicio militar, no quiero perderte.

–Tranquila. Ya pasó todo–le di un beso–¿Estás lista para salir?–cambió su rostro de tristeza por una sonrisa

–Si.

–Yo conduzco–cogí las llaves de su coche

Yo también era una soldado no humana como ella. Con un equipo muy bien entrenado maté a mi antiguo amo. Combatí en la tercera invasión demoníaca, en la que nos adentramos en el reino abandonado de estos seres y acabamos con esa amenaza. Mi última guerra fue contra otros humanos, corrompidos por el ángel oscuro más terrible, Alive la Señora de las Sombras. Tener que enfrentarme a humanos fue demasiado para mi. Mis batallas anteriores habían sido duras pero aquello me hizo abandonar. Actualmente no trabajo, el gobierno me paga una pensión más que suficiente. Niuva también cobra, una miseria para lo que hace. Tener que enfrentarte a no humanos no es fácil como para que te paguen el sueldo que te pagan.  Intenté convertirme en mercenaria, pero había que hacer cosas que no me gustaban por dinero o casi siempre estar lejos de casa.

Yo conducía. Ninguna de las dos sabía a dónde ir. Me detenía cuando veíamos restaurantes pero o no le gustaban a ella o no me gustaban a mi. Era todo muy improvisado. Al final vimos una pizzería, en la otra punta de la ciudad. No nos desagradó a ninguna así que aparqué. Entramos, y para fortuna nuestra había sitios libres. Pedimos una pizza grande para ambas y cogimos sitio.

–Después de esta misión he pensado hacer como tú y dejar el ejército. No quiero estar cada día temiendo que sea el último que pueda verte.

–Me alegra que tomes esa decisión, tendremos más tiempo para nosotras.

–Ya quiero empezar a formar planes de pareja.

Nos llegó nuestra pizza. Ambas la devoramos rápido, yo no había comido nada más después del desayuno y ella no creo que haya comido nada en un día.

–Tienes algo en el...–se me cayó jamón en el escote. Niuva aprovechó para meterme mano, y sacarme la comida.

El trozo se la comió ella y me había metido mano sin avisar. La miré vengativa. Me quité mi zapato. Levanté mi pierna y toqué su miembro con él, se atragantó. Niuva tiene pene. La primera vez que le vi su polla pensé que era una chica trans, y no tenía problemas con ello. Sin embargo me enseñó también su coño, era una hermafrodita. Me explicó que descendía de raza de sacerdotisas hermafroditas. Ella decidió no seguir con la costumbre familiar, y llegó a La Tierra.

Pedí otra pizza, me había quedado con hambre. No separé mi pierna de su entrepierna, le incomodaba. La rozaba, tampoco quiero hacerle daño. Nos terminamos la otra pizza, y pagamos. Aquello  le había gustado y su polla se había puesto dura. Rápidamente volvimos al coche.

–Dijiste que hoy tendríamos sexo. ¿Cuando va a ser eso?

–Si quieres te alivio–metí mi mano por debajo de sus pantalones

Niuva para facilitarme la tarea se quitó a medias el pantalón. Conducía mientras le hacía una paja. Ella no podía hacer otra cosa sino gemir. Quise tener su miembro en mi boca, pero estamos en mitad de la ciudad y no quiero que me vean. Niuva eyaculó. Mi mano se llenó de su corrida. Cogió mi mano, y le pasó la lengua. A lametazos me limpio la mano. Terminó de hacerlo con un pañuelo. Aún así seguía teniéndola dura, el aguante de las hermafroditas.

–Deja algo para luego–mi mano me olía a pene

Yo seguí conduciendo.  Niuva seguía muy excitada, pero se contuvo.

–No sé cómo aún no hemos tenido sexo. Espero que hoy seas capaz. No quiero tener que aliviarme a pajas.  

Esmeralda si me viera estaría orgullosa de mi. Yo también lo estoy. Soy capaz de hacerle una paja a mi pareja sin que entre en pánico o sin que me de un ataque. Esmeralda tenía también sus amantes, le insistí en que no tenía problema con que trajera a sus ligues a casa. Hay mucha confianza entre   nosotras, y una vez abrí la puerta, la vi cabalgando a un hombre. Otra vez le estaban comiendo el coño, buscaba mi guitarra en su habitación. No era ninguna inocente, así que no me importó verlo. Ni siquiera me excitó, era el pan de cada día para mí. La diferencia es que yo era una niña y era esclava. Pero eso ya es pasado. Debo pensar en el presente.  En mi preciosa y genial novia. Dejamos el coche en la orilla de la playa.

Nos dimos un paseo cogidas de la mano. Su miembro ya había perdido la erección. No me imagino la vergüenza de pasear con semejante bulto.

–A veces pienso en nosotras casadas, con tres preciosos hijos. ¿Tú nos ves haciendo de madres?–preguntó Niuva

–Nos veo. El dinero que ganamos es suficiente para sentar definitivamente la cabeza. Aunque por otra parte ser madre es demasiada responsabilidad. No se si me gusta la idea.

–Bueno, no serías la única que haría las tareas del hogar.

–Con el tiempo ya veremos qué ocurre. Quiero disfrutar de la libertad que supone no tener hijos. Dentro de unos años tal vez.

–Solo hablaba por hablar.

Paseamos hasta que empezó a atardecer y se nos bajó la comida. Nos metimos en la playa. Quiero intentarlo al aire libre. Nos quedamos en ropa interior, y yo en topless. Nos metimos en el agua. Nadamos hasta que el agua me cubría mitad hasta los hombros. Por detrás Niuva bajó mis bragas. Con un dedo me empezó a masturbar. Fue a más, hasta que metió todos los dedos mi sexo soportaba. Sentí su miembro liberado fuera del agua, tocaba mis glúteos.

–¿Nuestro primer polvo en el agua?–pregunté algo avergonzada

Sentí su miembro intentar penetrar mi ano, pero la detuve. No quiero que mi primer polvo de pareja sea anal. Me di la vuelta, y cuando estuve lista para que me penetrara no fui capaz.

–Sé que él te jodió la vida, que has vivido cosas que nadie debería vivir. Lo mataste con tus propias manos. No dejes que estando muerto siga arruinando tu vida–sus palabras me animaron a seguir

Tiene razón. Han pasado ya años desde que lo maté. Además ya he hecho cosas sexuales, como una paja. Metió su pene en mi coño lentamente. En aquel momento no me importó si nos veían. Únicamente necesitaba disfrutar del sexo. Hacerlo en el agua y en una playa sin haber anochecido me provocaba un placer especial. Se me acabó por caer mis bragas pero con el placer que sentía teniendo su pene dentro de mi no me importó. Nuestra ropa interior es muy posible que se perdiera en la inmensidad del océano. Me abracé a ella. Sin ninguna prisa ella me follaba. Aquella tarde fue el recuerdo más romántico y especial que tuve. Ella se corrió dentro de mí por primera vez en nuestra relación justo en el momento en el que el sol se escondió. Fue mi primer polvo consentido, y me había encantado. Sentí algunas miradas observándonos.

Volvimos a casa después de follar en la playa. Yo me había quedado con ganas de más. Aquella noche disfruté como nunca he disfrutado.

Nos besamos en el comedor. Fuimos dejándolo todo por cualquier parte. Ambas nos desnudamos como pudimos en el comedor. Seguimos con lo nuestro en la habitación.

Niuva me acostó en la cama, y me abrió las piernas. Al ver que llevaba su lengua a mi entrepierna me preparé. Se nota que no es la primera vez que Niuva comía un coño, lo hace como una profesional. Ella estuvo haciendo sus maravillas con la lengua hasta que llegué al orgasmo.

Yo también le hice lo mismo a ella. Le acariciaba los testículos mientras le comía el coño, lo que tiene tener dos órganos sexuales. Aquello le provocó más placer del que me había dado a ella con un uso de la lengua espectacular. Lo más gracioso es que la hice eyacular semen, sentí como caía sobre mi espalda. A la misma vez le hice venirse en el coño.

Miré su pene con deseo. Me senté con cuidado sobre su miembro bien dotado, lo tiene grande(no demasiado) y eso me gusta. Niuva puso sus manos en mi culo y me ayudó en la tarea de cabalgarla.

Ella al ser descendiente de sacerdotisas hermafroditas, al igual que sus antepasados estaba pensada para tomar un camino sexual. Niuva la obligaron a tomar ese camino, y la dominaron mentalmente. Consiguió liberarse, y curarse de la ninfomanía hermafrodita. Aún así ella da un placer... y tiene un aguante poco común.

Niuva llegó al orgasmo. Descansamos durante unos minutos antes de que le volviera la misma erección de antes. Teníamos un consolador que usaba casi siempre Niuva, al acordarme de él decidí irme al armario y sacarlo. No seré la única a la que le penetren el coño.

Se dio la vuelta y se puso a cuatro patas, para mí sorpresa quería que lo usara por su ano.  Yo me detuve a ver la maravilla escultural que es su cuerpo. Antes de que me gritara para que no me quedase parada, me detuve.

–¿Estás segura? No sé sí te hará daño–desde luego cuando se trata de juguetes sexuales Niuva se supera

–Haz lo que te he dicho. Vamos, estoy preparada.

Decidí hacerle caso, pero antes relajé su esfínter. No la puedo penetrar con semejante consolador si está nerviosa.

–Niuva, relaja tu cuerpo. Sacaré un lubricante, me da miedo hacerte daño.

Todas estas cosas sexuales son todas de Niuva. Yo ya dije antes que hasta hoy lo más sexual que he sido capaz de hacer es dejar que me masturbe( y masturbarla) y dejarme ver desnuda. El consolador lo usaba casi siempre Niuva, yo lo usé muy pocas veces. Supongo que si quisiera tener sexo anal también podría. Tras haberla calmado un poco y ponerle el lubricante empecé. Lo metí con cuidado. Al principio le dolió pero tras acostumbrarse al consolador cambió sus quejidos de dolor por gemidos de placer.  Mientras le practicaba a ella un anal con el consolador le acaricié la espalda. Sus alas salieron sin oponer resistencia. Estuve así durante mucho tiempo. Llegué a su punto G. Dió alaridos de placer cuando también le metí dos dedos en el coño y la masturbaba. No me quiero ni imaginar el placer que sentirá en un trío. Cayó rendida sobre la cama.

–Tenemos que tener un trio, Laura. Sea con un chico o una chica–expresó

–Tu eres la que quiere un trío, tú traes al otro acompañante. Si he sido capaz de tener sexo contigo, lo seré añadiendo otro pene u otro coño. O las dos cosas también.

Volvió su erección e hice el amago de volver a cabalgarla pero me detuvo.

–Tu me has follado el culo, es justo que yo también. Si quieres, claro.

–De acuerdo–acepté. Mi cuerpo fue modificado por mi antiguo dueño para hacer estas cosas más fáciles. Era un auténtico capullo.

Despejé mi mente de esos pensamientos. No debería estar pensando en eso con mi novia. Antes de penetrarme como había hecho con ella usó el lubricante. Lo hizo con amabilidad, y sin meterla de golpe. Mis tetas bamboleaban al ritmo de la penetración. No hacía otra cosa sino gemir.

–Como me cojas el pelo te rompo la mano–dije entre gemidos

Cuando el sexo lo haces con quien amas no es malo. Este día lo recordaría en mis peores tiempos. Yo que tardé años y años en recuperarme por fin estaba teniendo sexo. Vaginal, y anal. Lo disfrutaba con mi amada pareja.

Quizás fue cosa de que el placer de ambas nos había despojado de la razón, sobre todo el mío. Pudiera ser que simplemente no nos importó. Saqué mis alas mientras seguía siendo penetrada analmente. Sus alas se acercaron a las mías. Juntamos las alas. Sentí como nuestros cuerpos pasaban a ser uno. Mi placer era su placer.

No describiré el placer que provoca juntar las alas, es indescriptible para no alados. Solo nosotros podemos entender que significa ser uno solo durante unos minutos.

Yo fui consciente de que eso nos embarazará, pero no me detuve. No fui capaz, ese placer nubla la mente.

Al terminar dormimos del tirón. Me desperté abrazada a ella. Sentí su erección mañanera rozando mis clítoris. Niuva estaba despierta.

–Perdona al amigo, por la mañana es un poco rebelde.

–Anoche lo pasamos bien–dije con una sonrisa de oreja a oreja.

–Te soltaste la melena. No tenía ni idea de que detrás de un ángel como tú había una chica tan salvaje. Te preguntaría si te sientes bien, pero parece que sí.

Vi su erección y se me ocurrió darle una mamada, simplemente me apetecía. Niuva gimió de placer al tener su miembro en mi boca.

–Hoy mismo pensabaaah, presentar mi renuncia. No quiero posponerlo–deje de chupar su polla y la miré

–Te acompaño si quieres, así puedo ver a Esmeralda–seguí con la mamada.

Niuva recogió mi pelo lo que me ayudó a que no molestara. Me avisó de que se iba a correr, y saqué su pene de mi boca. Se corrió por mi cara, mis pechos.

–Me gusta esta Laura  sin ataduras emocionales

–A mi también me gusta–dije.

Niuva me besó. Puso sus manos en mis pechos. Lamió la corrida que ella había expulsado. Tuve que detenerla. La noche pasada había dejado mi cuerpo resentido y no tengo ganas ahora.  Nos dimos una ducha rápida, y desayunamos.

El desayuno fue muy callado. Yo no dejé de mirarla en toda la mañana. No creo que ella tenga idea alguna de lo que el paso que he dado significa para mí. La confianza, y el amor que siento por ella han conseguido que deje mis traumas atrás.

–¿Estás segura de que quieres presentar tu renuncia hoy?–le pregunté. Es una decisión importante en su vida, y para nuestro futuro.

–No quiero salir por la puerta y temer que ese sea el último día que vuelvas a verme–respondió con tristeza. Cogí su mano

–Si tú también  te quieres retirar no pasa nada. Así podremos hacer nuestra vida en pareja plenamente. Casarnos, tener hijos, esas cosas–ella apretó mi mano y me miró con seguridad

–Te amo

–Yo te amo más a ti–le di un beso apasionado.

Sus labios tienen un sabor adictivo, una vez que los besas quedas hipnotizada. Niuva es hermosa, cada rincón de ella lo es. Ambas nos separamos por una fracción de segundo antes de volver a besarnos. Llevé mi mano a su entrepierna, esta vez no a su polla sino a su coño. Tenía una sensibilidad especial en su segundo órgano. Me miró derretida por el placer. Mis dedos se mancharon con sus jugos vaginales cuando la hice venirse. Ambas nos miramos con ganas de más, pero si seguíamos así no saldríamos nunca de casa.

–Tenemos que salir–nuestros pezones se rozaban, nuestras bocas estaban a menos de un centímetro–Tienes que...–me calló con otro beso–presentar tu renuncia–ninguna quería separarse–El viaje será...–nuestros labios se besaron de  nuevo–largo

–Estoy de acuerdo–Niuva se alejó un poco–Iré a ponerme...el...traje mili… y tu mientras te vistes y haces lo que...quieras–tenia de nuevo una poderosa erección.

Admiro la fuerza de voluntad que tiene Niuva. Ella misma me confesó hace un tiempo que la mayoría de hermafroditas como ella sucumben a la adicción sexual convirtiéndose en ninfómanas sin remedio, sólo una pocas como ella consiguen comportarse como personas normales. Yo al no tener ya ninguna posición en el ejército me vestí con ropa formal. Un pantalón vaquero, y una camisa de cuadros. Me gusta vestir con este estilo de ropa. Niuva mientras se vestía hablaba por teléfono. Al oírla hablar supuse que estaba hablando con los altos cargos. Me recogí el pelo, y terminé de arreglarme. Niuva ya se había preparado para salir.

–Se te ven las...el escote–ni siquiera le había dado importancia

Niuva me abrochó los botones de la camisa. Estaba por decirle que no me importaba.

–Hoy conduzco yo–dijo Niuva

El viaje de ida fue largo, y bastante aburrido. Eran muchas horas hasta la base. Nuestro coche al alimentarse de energía solar no tuvimos que parar para repostar.

Niuva se mostraba nerviosa. Hace solo un día servía con toda esta gente. A mí me vinieron recuerdos del pasado, de las guerras que he librado y de la gente a la que he perdido. Estuve callada largo tiempo

–Tu puedes, Niuva. Ánimo–la animé a que saliera.

–¿Crees que hago bien?

–No te rajes ahora. Ve y presenta tu renuncia.

A regañadientes Niuva acabó saliendo del coche. Ninguna es que seamos muy sociables, pero a Niuva es a la que más le cuesta estar entre mucha gente. Todo su nerviosismo, su ansiedad y timidez se esfumaban en combate.

–¿Recuerdas cómo nos conocimos?–le pregunté

–Nos habíamos quedado atrapadas y rodeadas por demonios. Yo estaba malherida, y tu me salvaste la vida. No te rendiste.

–¿Quien diría que seríamos pareja?

Algunos soldados vinieron a saludarme. No he dicho que yo estoy considerada una heroína de guerra por mis hazañas. Entre los soldados se me conoce. Niuva se adelantó. Me encontré con un viejo amigo, había sustituido sus extremidades robóticas por otras mejores. Estaba junto a su novio, un chico apuesto y delgado. No resalta por su fuerza pero si por su poder. Mi amigo, Alex es dulce y reservado, es su chico quien da miedo cuando quiere darlo.

–¿A qué has venido?–me preguntó Alex

–Vine a acompañar a mi novia. Ella también quiere jubilarse.

–Oí las noticias, la mayoría de su equipo había sido masacrado. Caín salvó a los pocos que quedaron.

–Esa misión la ha hecho querer jubilarse. Lo malo es que cuando los ángeles oscuros o alguna otra gran amenaza nos invada todos tendremos que acudir a filas–por no decir que a mí ya me habían llamado para alguna que otra misión estando retirada.

–Si queréis estar en paz deberíais iros a vivir a los confines del mundo–me aconsejó Álex, y razón no le faltaba.

–Ha sido un placer volver a veros.

Me despedí de ellos. Entré en la base. Tras preguntar encontré a mi novia. Estaba presentando su renuncia a Esmeralda, mi hermana adoptiva. Ella con el pasar de los años ha acabado de general. Sí no me hubiera retirado de seguro hubiera triunfado tanto como  Esmeralda. No me arrepiento de haberlo hecho. Cuando toda la ceremonia se había hecho acabado, Esmeralda y yo nos saludamos.

–Me alegra volver a verte, Laura. Hoy estás más feliz y sonriente que de costumbre–me conoce demasiado bien

–Niuva y yo hemos tenido sexo–susurre a su oído

–¡En serio!–exclamó en voz alta–Perdón–bajó la voz–vayamos a un sitio más privado

Nos fuimos a un lugar apartado en el que hablar. Niuva estaba un poco incómoda, parece que no le gusta hablar de su vida sexual. Sin embargo yo tengo una relación de confianza muy estrecha con Esmeralda. Si he conseguido tener sexo y disfrutarlo se lo diré sin pudores.  

–¿Cómo es que habéis tenido sexo?

–Niuva venía de una misión, y le propuse salir. Aproveché está salida para proponerle el intentar tener sexo, ya conoces mis traumas.

–Yo os...espero fuera–dijo Niuva sonrojada

–De acuerdo, no te vayas sin mi

–Continua

–Fuimos a la playa. El agua estaba fresquita, y no había mucha gente. Nos desvestimos y nos metimos en el agua. Me quitó mis bragas y tuvimos sexo. Ni te imaginas el inmenso placer que sentí con el mete y saca de su miembro en mi vagina. Se corrió dentro de mi con la puesta de sol.

–Y pensar que hace solo cinco años apenas eras capaz de dar un beso en la boca. Me haces sentir muy orgullosa, pero acuérdate de usar anticonceptivos y tal si no quieres quedarte embarazada.

–Si, ella y yo tenemos que empezar a hablar de esas cosas. Con nuestra jubilación tenemos que hablar de mucho…

–Si os vais a casar o vas a tener un niño quiero ser la primera en enterarme.

–Descuida

–Quiero hablar con tu chica–dijo crujiendo sus dedos, espero que no le pegue ni nada malo.

Niuva estaba sentada apartada de la gente. Ella y yo nos acercamos. Yo le di un beso, y Esmeralda le estrechó la mano.

–Niuva, como me entere que haces daño a mi Laura o la dejas preñada y te largas te parto la cabeza. ¿Me entiendes?–preguntó intimidante.

–S-sí–respondió nerviosa

Ella siempre me ha protegido. A veces la consideraba mi hermana, pero también ha hecho de madre cuando ha tenido que hacerlo. Cuando promete algo lo cumple, sobre todo si se trata de mi. Esmeralda y yo nos dimos un fuerte abrazo y nos despedimos. Ella tiene deberes que cumplir.

Al montar en el coche nos miramos. No quiero volver a casa, sería un viaje largo y aburrido de nuevo.

–¿Y si con lo que tenemos nos vamos por ahí? A cualquier parte, sin destino fijo. ¿Quieres volver a casa?–propuse

–La verdad es que no. Celebremos mi retiro a lo grande.

–No le hemos dicho que juntamos las alas–dije

–Tú decías que querías disfrutar de la libertad que supone no tener hijos. Yo no sé si estoy preparada para ser madre.

–Serias una gran madre, pero tienes razón. Quiero disfrutar de mi libertad. Tener hijos nos obligaría a ser madres.

Nos alejamos de la base y fuimos a cualquier parte. Nuestro primer destino fue un bar de carretera, nos tomamos unas cuantas copas. Niuva estaba borracha, yo todavía no. Cuando ella quiso irse la detuve, no va a ser buena idea conducir con alcohol en el cuerpo. Alquilamos una pobre habitación que olía a nada bueno.

Durante una semana estuvimos de juerga por cualquier parte a donde nos llevara el coche. Cumplimos uno de los deseos de Niuva, conocimos a un hombre desconocido dispuesto a hacer un trío con nosotras. Mi postura favorita fue mientras él me follaba por detrás y le daba una mamada a mi pareja. Niuva fue también penetrada, el desconocido le daba por el culo, y yo con mis dedos por la vagina.  

Respecto a que hicimos con nuestro embarazo. Lo discutimos largo y tendido. Tuve que llamar a Esmeralda, mi madre y mi hermana gemela para que nos ayudase a decidir. Los argumentos a favor eran nuestra actual buena situación. Tenemos una casa grande y una habitación vacía. Cobramos suficiente para mantener una familia.  Las tres nos veían capaces de ser una familia. Mi madre nos expuso los argumentos en contra. Ser madre es una gran responsabilidad, y no podríamos tener las mismas salidas que normalmente tenemos como pareja. Siempre tendremos problemas que superar como pareja. Ninguna nos echaría en cara el abortar. No fue una decisión fácil, y como pareja la reflexionamos durante al menos dos semanas. Al final decidimos seguir adelante.

Mi madre y Esmeralda tenían obligaciones militares que les impedían cuidar de dos embarazadas. Mi hermana fue la que se acabó quedando y la que nos llevó al hospital cuando rompimos aguas.

Durante esos nueve meses mis temores sobre Niuva se confirmaron. Su vagina no estaba preparada para parir un hijo. Por ahí no saldría un bebé. Yo tuve un parto natural, a ella tuvieron que hacerle la cesárea para poder tener el bebé y salir viva. Tuvimos un niño y una niña. A la niña, que la había parido yo la llamé Aela, en honor a una amiga mía que falleció hace mucho tiempo. El niño, Niuva lo llamó Dwyn, un elfo amigo suyo de su mundo.

Nos casamos un año después. Fui yo la que le propuso el matrimonio. Hicimos una gran celebración por presión materna. Nosotras queríamos hacer algo sencillo, pero mi madre no.  Ella quiere una fiesta por todo lo alto, digna de una heroína.

 

 

 

Se que dije que haría más historias sobre Tinuviel. Mientras escribo o no escribo más sobre este otro personaje, aquí tienen otros.