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Lección

en Amor filial

Esa noche marcó un antes y un después en la vida de Javi. Si bien los dos encuentros con su madre habían sido con diferencia los dos mejores momentos de su vida, no habían pasado de ser eso. Momentos fugaces sin otro impacto duradero en su día a día. Sin embargo, el acuerdo con Rebeca cambió su rutina radicalmente.

 

A partir de aquella velada, en los términos de su trato, cada vez que se encontraban solos o con razonable intimidad, Javi sólo tenía que presentarse ante su hermana mayor, que invariablemente accedía a descargarle, resignada.

 

Así, por ejemplo, Javi se presentaba cada noche, cuando sus padres se acostaban, en la habitación de Rebeca. Ella dejaba lo que estuviera haciendo y pajeaba diligentemente a su hermano hasta que eyaculaba, tras lo cual éste se iba a dormir, satisfecho.

 

O a veces, si tenía un calentón mañanero, Javi madrugaba y se dirigía a la cocina, donde Rebeca estaba sentada desayunando. Delante de su hermana, sonreía, se bajaba los pantalones y exhibía su dura polla. Ella dejaba de comer y pajeaba a Javier hasta que éste, gimiendo en un gran orgasmo, se corría abundantemente en su café o sobre sus cereales, que ella después continuaba tomando, tan tranquila. Llegó a convertirse de forma sorprendentemente rápida en un elemento más de su relación, de sus vidas, que aceptaban con naturalidad.

 

Durante la vida normal, delante de sus padres, su trato supuestamente no había cambiado demasiado, pero sí la actitud con la que Javi lo afrontaba. Resistía estoicamente y sin contestar cualquier desaire o comentario de su hermana porque ¿Qué más daba? En un rato ella estaría satisfaciendo sus deseos. Como consecuencia inesperada pero positiva, cada vez se peleaban menos.

 

Ésa tarde, sin ir más lejos, sus padres habían salido. Su madre iba a acompañar a su padre, que estaría un par de semanas en viaje de negocios, al aeropuerto.

 

Javi estaba tranquilamente jugando a la consola cuando oyó la puerta cerrarse. La verdad es que estaba algo cachondo, pensó distraídamente mientras jugaba. La personaje ésa del juego de lucha estaba buenísima. Vaya culo. Venga va, qué demonios, una rapidita.

 

Pausó el juego y se dirigió al cuarto de Rebeca. Entró y se tumbó en la cama, sacándosela y empezando a pajearse. Ella, que se estaba probando maquillajes en su tocador cuidadosamente a pocos centímetros del espejo, ni le miró.

 

  • Ya voy -dijo dejando la polvera y haciendo ademán de levantarse de la silla, hacia la cama-

  • No te preocupes, no hace falta -dijo Javi pajeándose- hoy me la hago yo, hoy con verte me vale.

  • ¿Tetas o culo? -dijo ella, como siempre que lo hacían así-

  • Culo está bien

 

Rebeca se terminó de levantar y sacó el trasero en pompa hacia donde se encontraba su hermano, después metió sus pulgares bajo la cintura de sus leggins por las caderas, y se los bajó lenta y sensualmente, descubriendo, centímetro a centímetro, su precioso culito adolescente en tanga. Javi, por supuesto, no dejaba de pajearse mirando el espectáculo. Mientras exhibía su culo, ella siguió con lo que estaba haciendo, retocándose las pestañas mirándose a poca distancia del espejo, con los ojos de su hermano clavados en sus nalgas mientras se masturbaba.

 

En ésas estaban cuando se oyó la puerta. Como un resorte, Rebeca se subió los leggins y se sentó de nuevo, y Javi hizo lo propio y volvió a su cuarto con la consola.

 

Se oyó a su madre dejando las llaves en la entrada, y taconeando por el pasillo.

 

  • ¡Ya estoy aquí! Vuestro padre al final ha cogido un taxi en la parada. ¿Que quereis cenar esta noche?¿Pedimos una pizza?

 

  • ¡Claro! -dijo Javi elevando la voz con entusiasmo ante la idea mientras jugaba. Se había acostumbrado a no frustrarse cuando interrumpían sus escarceos sexuales, ya que tarde o temprano llegaría otro-

 

Rebeca, como de costumbre, no contestó.

 

Cenaron animadamente, charlando y comentando entre risas lo que veían por la tele. Su madre aprovechaba para intercalar preguntas a sus retoños, acerca de sus estudios, de sus amistades… le gustaba estar informada, pero sobre todo, le gustaba que fueran ellos los que se lo contaran. Tras la cena, se sentaron en el sofá. Estaba puesta la televisión, pero lo cierto es que no la miraban mucho. Javi esperaba impacientemente que su madre por fin se fuera a dormir, estaba deseando sacársela y ponérsela a su hermana en la cara, y desahogarse por fin, su calentura se había incrementado con el transcurrir de las horas. Rebeca también sabía que le iba a tocar hacerlo, su hermanito no se iría a la cama con el calentón, así que también esperaba, incómoda, a que el tiempo transcurriese y llegase la hora de retirarse.

 

  • Uy qué tarde es -dijo Mamá- ¿No tenéis todavía sueño para iros a la cama?

  • Nn...no -contestó titubeante Javi, intentando fingir- ¿Tú no.. quieres irte a dormir?

  • No, estoy bastante agusto aquí con vosotros. Pero por mí no os cortéis, podéis empezar a enrollaros cuando queráis.

 

Los dos se pusieron a la vez absolutamente pálidos. Se hizo un terrible e incómodo silencio, ante la sonrisa sabionda de Mamá. La primera en hablar fue Rebeca, nerviosa y tartamudeando:

 

  • ¿Qué… qué has dicho? Mamá, no digas esas cosas, no tienen gracia, no sé por qué…

  • Oh, vamos Rebeca -la cortó su madre, seca- ni se te ocurra tomarme por tonta. ¿Te crees que no os veo? Siempre andábais como el perro y el gato y ahora de repente todo cambia. Os lleváis super bien. Tu hermano.. Sí, tú (dijo mirando a Javi) que se tiraba una hora cada vez que iba al baño, ahora de repente, aparte de pegarte unos repasos con la mirada que le falta relamerse, no hace nada. Y si antes olían sus calzoncillos que tiraban para atrás, lo único que apesta a semen del cesto de la ropa sucia son tus tangas, señorita. No hay que ser físico nuclear.

 

Los dos se quedaron callados sin saber qué decir. Se miraban, incómodos ¿Que pasaría ahora?

 

  • Bueno, ¿Qué os pasa? ¿Os ha comido la lengua el gato? Venga, no os cortéis, por lo menos disfrutad de que soy permisiva, y no os castigo seis meses sin salir salvo para ir al psiquiatra, que es lo que probablemente debería hacer -sentenció, bebiendo un sorbo de su copa de vino- Javi, ¿Qué pensábais hacer cuando me fuese a la cama?

  • Yo… bueno… -Javi ya sabía de a qué extremos era capaz de llegar su madre, pero aún así le resultaba difícil verbalizarlo; aquella situación era morbosa e incómoda a partes iguales- quería que Rebe me hiciera una paja antes de irme a dormir.

  • Rebe. Vamos, ya lo has oído -dijo su madre con naturalidad-

  • ¿Qu..qué? -dijo Rebeca alucinada mientras Javi se sacaba su polla erecta, temblando de excitación al hacerlo delante de su madre y su hermana, nada menos-

  • Vamos, que pajees a tu hermano.

 

Rebeca se la cogió tímidamente y empezó a pajearle. Javi gimió de placer. Estaba a tope, mirándolas a una y otra alternativamente: Rebeca cada vez se soltaba más, pero parecía seguir algo incómoda, mientras que su madre les miraba a ambos mordiéndose el labio… No sabía si iba a seguir resignándose a sólo mirar durante mucho más.

 

Efectivamente, en un momento dado abrazó desde atrás a su hija y le dijo:

 

  • Si quieres que termine rápido y bien, tendrás que excitarle más.. -dijo mientras le levantaba desde atrás la camiseta del pijama, dejando ver sus pechos. Rebeca fue a parar y protestar, pero su madre la cogió de la mano, y se la volvió a colocal en la polla de su hermano para que siguiera. Además, besó el cuello de su hija, que se excitó casi de inmediato- sssshhhh, no pares. ¿Te gusta más así, Javi?

  • Ooohhh, si, mami, así mucho mejor… me encantan las tetas de Rebe… y su culo -remachó, serio y cachondo-

 

Su madre sonrió y obedeció. Bajó el pantaloncito de su hija dejando al descubierto su precioso culito en tanga, ante la vista del cual Javi no pudo evitar soltar un gemido. Al inclinarse para facilitar la operación, la húmeda y brillante polla de su hermano quedó a pocos centímetros de su cara. La verdad es que le tentaba, pero no quería quedar como una viciosa necesitada delante de su madre más todavía… Eso es lo que pensaba cuando notó su mano en el pelo de la nuca dos segundos antes de que le empujase la cabeza contra el pene de Javi, sin más remedio que metérselo en la boca.

 

  • ¡¡¡Ooohhh si, así, mami, me encannta, mmm!!!  -gimió Javier al sentir y ver a su hermana chupándosela al ritmo que su madre imponía-

  • Mmmmmm, vamos Javi.. ¿Voy a tener que enseñarte de nuevo a soltarte? -dijo su madre con una mirada significativa, que Javier comprendió al vuelo-

  • No, mami.. Lo siento mami. -carraspeó, preparándose, y cambió completamente el tono- Ya puedes dejar la cabecita de esta guarra, yo le enseño -dijo cogiendo la nuca de su hermanita y llevándole el ritmo- y tú enséñame las tetas, quiero ver un buen par de melones además de las peritas de Rebeca

 

Rebeca abrió muchísimo los ojos, sorprendida por las implicaciones de lo que estaba escuchando… sin embargo la situación la arrastró más allá de cualquier duda. Mientras chupaba la polla de su hermanito, su madre se abrió el batín de raso y se sacó sus enormes pechos por encima de la delicada copa de encaje de su sujetador.

 

  • Mmmmm Dios, joder, éso sí que son unas tetas… vamos Mami, ahora baja y enséñale a Rebe a chupar, que para eso es tu hija.

 

Bajó y tomó cariñosamente a su hija del mentón… la separó de la polla de Javi un segundo y se puso ella a mamar. Rebeca sólo pudo alucinar durante unos instantes, antes de que su madre la volviese a poner a chupar. Mientras Rebeca se volvía a aplicar al cipote de Javi, ella bajó a lamer sus testículos y el tronco de su pene. Así se estuvieron turnando un rato.

 

Javier estaba en el séptimo cielo. Ver a su rotunda y exhuberante madre y a su esbelta y prieta hermanita chupándole la polla estaba sacándolo de cualquier estándar de placer jamás sentido, y tirando por la borda todas sus inhibiciones.

 

  • Ooohhh, vamos, zorras, seguid chupándomela a dúo, aahh!! Lamédmela entera, putas chupapollaaas!!

 

Rebeca sintió una punzada en su orgullo y estuvo a punto de parar, pero de algún modo, al ver que su madre no parecía reaccionar, más allá de continuar lamiendo, se estuvo quieta y siguió… un escalofrío le recorrió la espalda. Y así descubrió el placer, el morbo de saberse sometida. Humillada y usada como una zorra. Se sintió vulnerable, provocativa. Sexy. Y muy excitada.

 

Como si su madre le hubiera leído la mente, empezó a acariciarla suavemente. Su trasero redondito y duro, sus pequeños y perfectos pechos… y luego habló.

 

  • Vamos, Rebe.. ¿Tú no tienes nada que decirle a tu hermano? ¿Y si dejáis de pelearos y obligaros… y simplemente os abandonáis a disfrutar?

 

Rebeca por fin lo entendió. Miró a su hermano, y por primera vez aceptó que, en el fondo, adoraba darle placer. No rechazó el pensamiento de que, cada vez que su hermano la obligaba a pajearle en virtud de su acuerdo, ella, en cuanto él se iba,ella se masturbaba frenéticamente con la misma mano en la que su hermano había eyaculado. ¿Por qué guardar eso en su subconsciente? Lo aceptó, y no sólo eso, sino que lo verbalizó, sintiéndose libre. Libre e increíblemente cachonda.

 

  • Me encanta tu polla Javi… por favor dame tu leche. Quiero ser tu zorrita y que me riegues entera con tu lefa, hermanito -dijo mientras se llevaba la mano bajo las braguitas, masturbándose-

 

  • Oh, por Dios, Javi… -rompió su madre el pequeño silencio que se hizo tras la frase de Rebeca- vamos, fóllatela. Quiero que te folles a mi pequeña. Folla a mi princesita. Dale fuerte a tu hermana.

 

Rebeca se abrió de piernas completamente encharcada, gotitas le brillaban como rocío en su tierna vagina. Javi no se hizo de rogar, llevaba semanas fantaseando con eso. La cogió de las caderas y la penetró con un largo gemido.

 

  • ¡¡¡Ooooaaahhhh, si, Rebeca, siii!!! ¡¡¡Como he deseado follarte, aaahhh!!! ¡Te quiero, hermanita!

 

Como una catársis, besó apasionadamente a su hermana, que le devolvió el morreo. Ambos intercambiaron lengua en sus bocas mientras Javi la follaba sin piedad. Su madre, satisfecha y lasciva, se masturbaba al lado.

 

Rebeca se corrió sin remisión. Nunca había estado tan excitada física ni psicológicamente. Su orgasmo la hizo temblar y poner los ojos en blanco mientras su hermanito la follaba hasta que se le durmieron las piernas.

 

Javi no supo qué hacer, era la primera vez que provocaba semejante orgasmo en nadie, y dudó. Su madre no. Se abrazó a su hija y la rodeó tiernamente entre sus brazo mientras los últimos estertores de la corrida le recorrían la espalda… Rebeca parecía nueva. Miró a su madre con cariño y lascivia. Con total calma, después se dirigió a Javi, cuya polla estaba en ristre, y le dijo:

 

  • Vamos Javi, sigue, sé que esto te encantará. ¿Mami?

  • Claro, cielo… prepárate y vamos a darle un buen espectáculo.. Ven aquí, mi pequeña.

 

Ambas se abrazaron más fuerte y viciosamente, agarrándose mutuamente del culo y los pechos, y, ante los ojos atónitos de Javi, comenzaron a besarse.

 

Javi ni siquiera reaccionó, no pudo ni llevarse la mano a la polla, lo que estaba contemplando era algo que no entraba salvo en sus más salvajes fantasías. De repente le vino. No pudo salvo poner los ojos en blanco y gritar gimiendo. Sin rozarse, un chorro interminable de esperma brotó con inusitada fuerza de su cipote sobre las caras y los cuerpos de su madre y su hermana. A mitad de la larguísima corrida, la experta mano de su madre se la cogió y empezó a meneársela, pareciendo que aquello no iba a terminar nunca.

 

  • ¡¡Mmm así cielo, mmmm!! -dijo su madre masturbándole sin dejar de recibir lefa en la cara ni de besar a Rebeca, apuntando a las caras de ambas- ¡¡Dánoslo todo, chiquitín… venga, córrete en la carita de tu hermana, quiero ver cómo descargas tus huevos en la preciosa carita de mi hija, cabrón, mmm!!

  • ¡¡Eso, Javi, córrete, mmmmm!! Córrete hermanito, dánoslo todooo!!

 

Javi se cayó literalmente hacia atrás cuando terminó de correrse. Se derrumbó sobre el sofá con la cabeza dándole vueltas. Creía que se iba a desmayar. La situación no ayudaba… Su madre y su hermana se comían mutuamente su semen de la boca, la cara y las tetas… Y ni siquiera parecía una corrida normal. Había soltado tanta lefa que pareciera que le habían hecho un bukkake a ambas. Si no hubiera sido tan brutalmente real hubiera jurado que era un sueño.

 

Por fin, su madre se levantó, se recolocó el sujetador, se atisó el pelo, se plisó el batín, erguida, y los miró a ambos. Ambos derrengados, Rebeca en el suelo, y Javi en el sillón, tras sus correspondientes orgasmos.

 

  • Bueno, chiquitines, mañana hablaremos.. Se ha hecho tarde, a dormir -ya se iba, pero se giró en el último momento para aclarar una última cosa- Cada uno a su cuarto.