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Mamá Striper

en No Consentido

Me llamo Elena, tengo 30 años y soy malagueña, de la capital. Con 16 años cometí el estúpido error de dejarme convencer por un imbécil para echar un polvo sin condón. Lo único bueno que salió de aquella noche fue mi hijo Pedro. Por supuesto el imbécil no quiso saber nada y desapareció de mi vida. Mis padres me miraban con ojos acusadores y de decepción y yo estaba desolada, triste y asustada. Cuando Pedró nació todo cambió para mi. Acepté el desprecio y la desconfianza de mis padres, guardándomelo para mi. Al menos eran unos buenos abuelos y criaban encantados a mi hijo mientras yo terminaba el instituto. Con 18 años fui aceptada con una beca para la universidad, pero ya me había perdido los primeros dos años de la infancia de mi hijo y no quería seguir alejada de él tanto tiempo.

Aquel verano comencé a trabajar de limpiadora en un laboratorio. Cuando llevaba seis meses me ampliaron el contrato y por fin pude alquilarme un piso e irme a vivir con mi hijo y dejar a mis padres. 

5 años después, el segundo palo de la vida. Reducción de plantilla y a la calle.

Volví a buscar trabajo sin decir nada a mis padres. Mi madre, ama de casa toda la vida, se quedaba por las noches en mi piso con Pedro. Yo me iba todas las noches que le decía que tenía turno en el laboratorio y salía a dar vueltas sin hacer nada para que no supiera que había vuelto a fracasar y volver a ver la decepción en su cara.

Tres meses después fui a mi nuevo trabajo. Estaba en un club de las afueras de la ciudad, más cerca de Sevilla que de Málaga. Lo bastante lejos para que hubiera pocas posibilidades de encontrarme con una cara conocida. Llegué, saludé a las demás chicas timidamente y me desnudé para ponerme mi nuevo "uniforme" mientras un tipo no me quitaba ojo y me explicaba como funcionaba el local. Mis horas para bailar en el escenario, mis horas para pasearme entre los clientes, las tarifas de los privados, la tarifa de la sala VIP, lo que podía hacer y lo que no...lo que podían hacerme y lo que no.

El primer día me secaba las lágrimas en el garaje antes de subir a casa mientras contaba el dinero. 7 años después tenía casa propia, ropa de marca, viajes de vacaciones,mi hijo iba al instituto y yo disfruto cada noche de mi trabajo. 

Hasta que mi secreto salió a la luz.

Aquella mañana me despertó la insistente llamada del timbre de casa. Me até la bata sobre mi cuerpo cubierto por lencería negra y fui a abrir de mal humor. Era Alex, el hijo de la vecina de abajo. Un capullo macarra de 18 que sabía que molestaba a mi hijo.

- Buenos días Alex, ¿qué pasa?

- Buenos días Elena.- Contestó apartándome con el brazo y entrando en casa.

Me quedé mirándolo atontada por las repentinas formas. Un chaval moreno, alto y musculoso, con ropa de cani y piercings en la lengua y la ceja. Era uno de los matones del instituto, uno de los matones del barrio...otro imbécil que no tardaría en dejar embarazada a una niña de 16 años.

- ¿Qué haces Alex?

- ¿Está tu hijo en casa?

- Claro que no, está en clase.

- Vale, venía a hablar contigo.

- Mira, estaba durmiendo. Anoche acabé destrozada del turno del laboratorio.

- Ya, te vi anoche en el "laboratorio".

Vi la puta verdad en su mirada.

- ¿Cómo dices?

- Que anoche fui al club estúpida. Y te vi bailando en el escenario. Estuve a punto de pagarte un baile privado pero están caras las bebidas en ese puto sitio.

- Mira no sé donde estuviste- Le dije como si no supiera que decía la verdad- pero vete de aquí y no vuelvas a hablarme de esa forma.

Simplemente sacó el teléfono y me enseñó un video donde se veía la entrada principal del club y luego la imagen se iba moviendo hasta donde se me veía fumando al lado de una puerta lateral del club con dos de mis compañeras en uno de los descansos con mi ropa de trabajo.

- ¿Qué quieres Alex? Borra eso, por favor.

- Quiero el baile privado que no tuve anoche.

- ¿Pero qué estás diciendo niño? ¡Si tú no deberías ni poder entrar en ese club!

- Vale. Me voy al instituto a esperar al marica de tu hijo a ver que le parece el trabajo secreto de su madre.- Me dijo dirigiéndose a la puerta.

- Serás cabrón. Espera, vale joder. Vamos a hablarlo.

Me sonrió y se fue al sofá. Se sentó y sveíe quedó mirandome.

- ¿Cómo se que no vas a seguir chantajeándome con el video?

- Ah, no te preocupes. Te voy a dar el móvil para que lo borres en cuanto pongas la música.

Me quedé mirándolo desconfiada. Tardé dos segundos en darme cuenta de que cuando quisiera podría ir de nuevo al club, o contárselo a medio instituto o a su madre. Decidí ser amable con él. Le haría el numerito y le diría de invitarle a copas la próxima vez que fuera para intentar que no largara. Le dije que iba a mi habitación a prepararme. Me senté en la cama temblando. Tenía que seguir haciendo como que no importaba tanto que se descubriera mi secreto. La imagen de la cara de decepción y vergüenza de mis padres asomaron de nuevo a mi mente. No podía volver a pasar por aquello. Me levanté con decisión y me puse las medias, los vaqueros cortos y rotos, la camisa negra y el sombrero vaquero y volví al salón.

- Vale, las reglas son que puedes acariciarme las caderas y el culo pero nada de tocar las tetas y el coño ¿vale?. ¿Me das el móvil que borre el video?

Alex me pasó el móvil y borré el video. Pulsé el botón del mando del equipo de música y empecé mi número. Mientras me desnudaba lentamente veía a aquel adolescente acariciar su creciente polla sobre su pantalón de chándal cutre. Me dejé el tanga y las medias espernado que me dijera que, al menos, me quitara el tanga pero no dijo nada. Avancé hacia él y me di la vuelta, apoyé las manos sobre sus rodillas y coloqué mi culo sobre su abultado paquete y empecé a bailar sobre él al ritmo de la música. Pronto noté sus manos en mis caderas acompañando mis movimientos. En mi cabeza yo estaba en el club haciendo un servicio más y seguí a lo mio. Al rato, me volví a levantar y a girarme, colo qué mis piernas a ambos lados de su cuerpo y empecé a restregar mis tetas por su cara y su pecho mientras sus manos agarraban firmemente mi culo. Me sorprendió gratamente que no sacara su lengua para lamer mis tetas. Cuando la canción terminó me separé de él y me quedé observándole.

- ¿Satisfecho?

- Has estado genial Elena, creo que volveré a pasarme por el club otro día. Ahora hazme una paja y me voy.

Me quedé en shock con sus palabras.

- ¿Cómo? Me temo que eso no entra en el baile.

- Pues inclúyelo como extra.

- Mira capullo, yo bailo. Yo no hago pajas. Ya he hecho lo que querías. Cuando quieras pásate por el club y el baile y unas copas corren de mi cuenta.

De repente saltó del sofá y me agarró con fuerza del cuello. Los dedos de mis pies rozaban el suelo mientras me levantaba con la fuerza de un sólo brazo. Le golpeé con mis débiles fuerzas y me lanzó al suelo. Me agarré la rodilla dolorida mientras le miraba con lágrimas asomando en mis ojos negros.

- Las cosas claras puta. No vuelvas a insultarme en tu vida. Y ahora tienes diez segundos para bajarme los pantalones, agarrar mi polla y pajearme o me voy al instituto a sugerirle a unos amigos que vayan a cierto club y de paso le doy una paliza al mierda de tu hijo a la salida.

Agarré un cojín y me puse de rodillas sobre él. Bajé el chandal y el slip de aquel hijo de puta y su polla dura saltó como un resorte. Nada especial, unos 16-17 centrímetros. Rodeé aquel pedazo de carne con mi mano derecha y empecé a menearle la polla.

- Eso es, buena chica. Escúpeme en el cipote.

Solté un buen montón de saliva sobre la polla de aquel cerdo y seguí con mi tarea. Su cipote brillante aparecía y desaparecía de aquella polla sin circuncidar ante mis lloroso ojos. Recordé lo humillada que me sentí después de mi primer turno en el club hace tanto tiempo y casi me hecho a reir. Jamás me había sentido más sucia, triste y humillada en mi vida.

- Ahh Elenea, asi, sigue... más rápido putita...

Aceleré el ritmo de mi mano y comencé a pajearlo lo más rápido que podía implorando que aquello terminara lo más pronto posible. Levanté la vista y entre una neblina provocada por mis lágrimas vi a aquel cabrón mirándome mientras jadeaba. De repente me retiró la mano y se cogió la polla.

- Échate hacia atrás, quiero correrme en tus tetas.

Hice lo que me pidió y aparté la cara cuando Alex empezó a bufar y a acercar su polla a mi cuerpo. Rompí a llorar definitivamente cuando noté el primer chorro de semen caliente caer sobre mi pecho. No tardaron en llegar el segundo y el tercero y luego su cipote restregándose por mis tetas. El muy asqueroso se volvió a vestir sin limpiarse siquiera la polla. Me agarró de la mandíbula y me hizo mirarle.

- Dame tu teléfono.

Le vi marcar un número y escuché su teléfono sonar.

- Guarda el número y éstate atenta al teléfono.

Me dio un apretón en mi teta llena de semen y salió de casa.

Me tumbé en el suelo del salón retorciéndome mientras lloraba desconsoladamente y me cubría el cuerpo con las manos. Finalmente me levanté y fui a ducharme. Volví a limpiar los resto de semen del suelo y me dispuse a prepararle la comida a mi hijo.

Continuará...

Elenasaga2@gmail.com