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Las pajas de mi hijo 4

en Amor filial

A media mañna del día siguiente, mi marido volvió a casa. Yo tenía la cabeza como en una nube por la marihuana del día anterior. Me llevó a la habitación y me echó un polvo que apenas sentí. Ya estaba acostumbrada a follar de otra manera y con una polla más grande pero tenía que hacer lo que fuera por volver a la normalidad. Después de comer salimos los dos a la ciudad. Estuvimos de bares, hablando de nuestras cosas y más tarde me llevó a cenar. 

Cuando volvimos a casa, mi marido se metió a la ducha para descansar, ya que volvía al trabajo al día siguiente. Yo me fui a mi dormitorio para preparar mi ropa y ducharme después de él. Noté una mano en mi culo y me volví para descubrir que era mi hijo quien me palpaba, con una camiseta de tirantes negra y un pantalón largo de chandal lo sofucientemente bajado para tener su polla asomando.

-¿Qué haces, Mario?- Le susurré.- Tu padre está en la casa.

- Ven a mi habitación y hazme una paja.

- Ni hablar. Mira hijo, esto tiene que acabar. No debí dar pie a nada de esto desde el principio pero no puedo seguir haciéndole esto a tu padre. Déjame en paz, por favor.

Me sujetó del brazo con fuerza mientras sus rostro cambiaba.

- No voy a renegar de ti, mamá. Ya hablaremos.

Y se fue, dejándome temblando. No sabía que hacer para salir de esta situación. Intentaría no estar a solas con él hasta que me dejase en paz y se olvidara de mi con alguna putita de su grupo de amigas. Recogí mis cosas y me fui a la ducha antes de que mi marido saliera y le hice una buena paja mientras lo enjabonaba.

Desperté de golpe al notar la mano cubriéndome la boca. Miré hacia arriba y vi a mi hijo haciendome una señal de que guardara silencio. Estaba totalmente desnudo junto a mi lado de la cama. Miré hacia abajo y vi como se pajeaba lentamente para no hacer ruido. Su polla estaba goteando líquido preseminal, por lo que supe que llevaría masturbandose una buen rato antes de despertarme. Miré al otro lado y vi la espalda de mi marido mientras dormía mirando hacia el otro lado. Volví a mirar a mi hijo y me quedé quieta y callada observándole. Empezó a sobar mis tetas sin sujetador por encima de mi camiseta y me odié a mi misma cuando mi coño empezó a reaccionar. Tuve que reprimir mis ganas de pajearme allí mismo mientras notaba las gotitas resbalando por mi entrepierna. Mi hijo soltó mis tetas y me sujetó la cara, tirando de mi mandíbula para abrir mi boca. Cuando la tuve bien abierta, colocó su enorme cipote sobre mi lengua y comenzó una corrida silenciosa, llenándome la boca de semen caliente y espeso. Cuando terminó me dio un último apretón en mi teta y se fue dejándome allí, cachonda y con la boca llena de semen. Me lo tragué todo y me recosté para dormir intentando ignorar las ganas que tenía de ir a su habitación y que me follara.

Cuando desperté a la mañana siguiente, mi marido ya se había ido. Fui a la habitación de mi hijo a dejarle las cosas claras. Abrí la puerta con decisión y entré, lo vi tumbado en la cama en calzoncillos chateando con el móvil.

- Mario, estás loco. Lo de anoche no se va a repetir. Es más, lo de estos días no se va a repetir. Yo quiero a tu padre y se acabó este lio que tenemos tu y yo. Ya buscaré que hacer todos los días, pero no volveré a quedarme a solas en esta casa contigo.

Mi hijo soltó su movil y de repente se levantó de la cama abalanzándose sobre mi. Salí corriendo a mi habitación y en ell umbral de la puerta me agarró del pelo haciendome frenar.

- No, Mario, suéltame.

- ¿De dónde sacas los cojones, pedazo de puta? Tus agujeros son mios para usarlos cuando me de la gana. Lo de anoche fue una lección para que aprendieras que si te pido una paja cuando papá esté aquí, me hagas una paja o pasará algo más extremo. Y esto es otra lección para que no vuelvas a desafiarme, puta.

Sin soltarme del pelo, comenzó a darme unos azotes bestiales en mi culo. Yo arqueaba la espalda intentando escapar de sus golpes pero era inútil. Me lanzó sobre mi cama mientras yo agarraba mi dolorido culito y lo veia quitándose los calzoncillos. 

- Recuestate y ábrete de piernas ahora mismo.

Le obedecí con temor en mis ojos. En cuanto estuve en posición, mi hijo se subió a la cama y me clavó su enorme polla hasta el fondo haciéndome gritar de dolor. Se colocó de rodillas enfrente de mi, sujetándome las piernas y follándome con fuerza. Yo gemía sin parar mientras mi coño se humedecía en contra de mi voluntad sintiendo un placer brutal ante el abuso de mi hijo. Soltó mis piernas y empezó a azotarme en las tetas con violencia mientras yo no paraba de gemir.

- Joder, Mario, eso es, sigue así, fóllame cabrón.- No pude contener pedirle más polla cuando minutos antes estaba decidida a acabar con aquello.

Pronto empecé a correrme con las embestidas de mi hijo, notaba mis flujos chorrear por mis muslos mientras mi hijo seguía taladrándome. Tras unos pollazos más, salió de mi y acercó su polla a mi cara. yo abrí la boca para recibir su corrida y acabé con todo el rostro bañado de lefa. Mi hijo me soltó un bofetón en mi cara llena de semen.

- Voy a ducharme y a irme con los colegas. Espero que hayas aprendido la lección, mamá.

Me quedé mirandolo mientras salía. Tragué el semen que había caido en mi boca y me limpié la cara. Me puse unos de mis vestiditos para el verano y unas bragas y fui a la cocina para ver que hacia falta e ir a hacer la compra. Mientras preparaba la lista, sonó la puerta. Fui a abrir y me encontré a Guillermo sonriéndome.

- Bueno días, vecina. ¿Tienes un poco de café? Pensaba que tenía y me equivoqué jejeje.

Miró por encima de mi hombro mientras lo miraba perpleja y me cogió una teta por encima del vestido.

- Suéltame, gilipollas.- Le dije apartando su mano.- Mi hijo está en casa.

- Pues volveré en otro momento, putita.- Y me dio otro pellizco en la teta y se fue.

"Esto ya ha ido demasiado lejos"

- ¡Mario, me voy a hacer la compra!- Le grité a mi hijo mientras cogía la lista de la compra en la cocina y salía de casa.

Subí al piso de arriba y llamé a la puerta de Guillermo. Entré sin permiso y me di la vuelta para enfrentarme a él mientras cerraba.

- Vaya, que visita más inesperada. ¿Te has quedado con ganas verdad, putita?

Le solté un bofetón con todas mis fuerzas en pleno rostro.

- Cállate de una vez, gilipollas baboso. ¿Quieres que le cuente a mi hijo lo que haces conmigo y te de una paliza con su gente?

- Si viene tu hijo le contaré lo puta que es su madre cuando su padre no está en casa.

Casi me hecho a reir. El muy imbécil no tenía ni idea de quien me follaba cuando mi marido no estaba.

- Y yo les diré que se me fue la mano con el consolador. ¿A quién van a creer a su madre y esposa o a un maricón al que su mujer le dejó porque no sabía que hacer con ella?

Vi en sus ojos la sombra de la duda. Se acabaron los chantajes de ese cretino.

- Elena, yo lo siento si me confundí, espero que podamos olvidar esto.

Me quité las bragas y apoyé mi espalda en la pared. Levanté mi vestido para mostrarle el coño a mi vecino viendo como sus ojos me recorrían la entrepierna sin pestañear.

- Ponte de rodillas y cómeme el coño ahora mismo.- El muy cretino no reaccionaba.- ¿No es lo que querías, cerdo? Vamos, de rodillas ahora mismo o el próximo en subir será mi hijo.

Guillermo se arrodilló ante mi y comenzó a lamer mi coño. Tiré de mi vestido hacia arriba, sacándolo por mi cabeza y quedándome desnuda. Vi como aquel perro miraba hacia arriba mientras me chupaba para ver mis tetas. Agarré su pelo y comencé a frotar mi coño por toda su cara dejándosela toda mojada y volví a colocarlo a la altura de su boca. Aquel perro desgraciado siguió chupando hasta que me corrí en su boca mientras me tapaba la boca con la mano para no gritar en aquella casa.

- Muy buena chupada, perro. Ponte de pie y soba mis tetas mientras te haces una paja para mi.

Se puso de pie frente a mi y se bajó los pantalones y calzoncillos. Agarró su polla y comenzó a pajearse mientras manoseaba mis tetas y yo lo miraba con desprecio. Me sorprendió lo gorda que era su polla, me la había imaginado más pequeña. Guillermo sobaba mis tetas con ansia y pellizcaba mis pezones. Yo permanecía impasible aunque estaba disfrutando del control que estaba ejerciendo sobre él. Desde luego, me venía bien tener un hijo macarra con esa reputación.

Guillermo empezó a resoplar. Aparté su mano de mis tetas y me coloqué detrás de el pegando mis pechos a su espalda. Le agarré la polla y le di un para de sacudidas que fueron bastante para que aquel cerdo empezara a eyacular sobre su pared y su suelo mientras yo no perdía de vista sus chorros.

Solté su polla y volví a vestirme para irme de allí.

- ¿Volverás a subir?

Me di la vuelta y lo vi allí de pie, con los pantalones y los calzoncillos en los tobillos y su polla flácida goteando.

- No te prometo nada. Adios.

Llegué del supermercado y me puse con mis tareas. Después de comer con mi marido, ya que mi hijo no apareció para comer, nos echamos una pequeña siesta antes de que se fuera al turno de tarde. En cuanto salió de casa, empecé a tocarme pensando en Guillermo. Me ponía mucho ser la putita de mi hijo a la vez que tenía mi propia putita. Me desnudé y fui a la habitación de Mario, me senté en su silla de ordenador y empecé a revisar su historial para ver el porno que veía. La mayor parte eran de madres follando con sus hijos y el resto eran videos de dominación. Puse uno de los de madre e hijo y comencé a masturbarme disfrutando de la sensación de pajearme con lo mismo que se pajeaba mi hijo. Cuando terminé me fui al salón desnuda esperando que Mario volviera antes que su padre. Estaba de nuevo mojada y cachonda cuando escuché las llaves en la puerta. Salí al pasillo y me eché boca abajo en el suelo con mis pechos grandes y calientes pegados al frio suelo y mi culo en alto apuntando hacia donde aparecería mi hijo. Me quedé en esa posición y miré como mi hijo dejaba las llaves y me miraba sonriente. Empezó a desnudarse allí mismo mientras yo apoyaba mi cara en el suelo mientras lo miraba.

- Muy bien, mamá. Veo que la lección de la mañana ha surtido efecto.

Comenzó a chupar mi culo a la vez que me azotaba.

- ¿Y esos azotes? Golpeame como tu sabes, cielo.

Sacó su lengua de mi culo y me dio dos guantazos con fuerza, uno en cada nalga, mientras yo soltaba un gemido por cada uno. Vi se colocaba de pie al lado de mis caderas y vi su polla descender. Colocó su cipote en la entrada de mi culo y empujó con fuerza. Joder, desde esa posición su culo llegó hasta lo más profundo de mi. Solté un gritito de dolor y sorpresa, pero mi culo ya estaba más abierto que la primera vez y aceptó con placer la enorme polla de mi hijo. Mario, movió su pie para colocarlo a la altura de mi boca y comenzó a jugar con sus dedos sobre mis labios. Abrí la boca y atrapé su dedo gordo y empecé a chuparlo mientras mi hijo, satisfecho, comenzó a embestirme con fuerza en mi culito. Yo gemía de placer con su pie en mi boca mientras mi cuerpo temblaba con las embestidas. Mi hijo empezó a escupirme en la cara desde lejos frenando un poco su cabalgada para acertarme en el rostro.

- No pares, Mario, follame fuerte, destrózame el culo.

Volvió a follarme con fuerza, liberé su dedo de mi boca y comencé a gemir y a correrme como una perra. Pronto noté como mi hijo me daba un fuerte pollazo dejando su polla enterrada en mi culo mientras notaba como mi agujero se llenaba de leche. Salió de mi y jugueteó con un dedo en mi culo, recogiendo un poco de su lefo para después metermelo en la boca dandome a probar su corrida. Me dio un fuerte azote en el culo mientras yo me enderezaba notando como su semen caia de mi culo al suelo. Me cogió del pelo y me hizo chupar los restos de semen mezclados con los flujos de mi coño que habían caido al suelo con mi corrida. Recogió su ropa y se fue a su habitación dejándome allí limpiando nuestros fluidos con mi boca. Cuando terminé pasé la fregona para terminar de limpiar y me fui a mi habitación para vestirme y preparar la cena a mi marido.

Continuará...