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Las pajas de mi hijo 5

en Amor filial

Los días iban pasando. El semen de mi hijo no paraba de llenarme todos mis agujeros mientras yo complacía a mi marido con pajas y mamadas debido al estado en que mi hijo dejaba mi coño y mi culo. Había dias que no podía desnudarme delante de mi marido por el estado de mis tetas, mi hijo tenía una fuerte fijación con golpeármelas y a mi me encantaba y no paraba de pedírselo.

Aquel día estábamos los tres viendo la televisión en el salón, yo con mi marido en el sofá grande y mi hijo en un sillón. No recuerdo la última vez que estuvimos los tres juntos si no era para comer, mi hijo se había ido distanciando de nosotros con el tiempo, pero mi marido nos había comentado que tenía una ruta a Santander al día siguiente y podía ver la excitación y la lujuria en los ojos de Mario. Mi marido me dio un beso y se fue a dormir bastante temprano pues iba a tener que madrugar al día siguiente. No habían pasado ni diez minutos desde que su padre desapareció, que mi hijo se sentó al lado mia.

- Mañana te voy a reventar, mamá.- Me susurró al oido.

Le miré mordiéndome el labio mientras se me ponía la carne de gallina. Mi hijo comenzó a pellizcarme los pezones.

- Mañana vas a saber lo que es ser una buena puta.

Agarró mi mano y la puso sobre su polla por encima de los pantalones. Miré hacia el pasillo que conduce a los dormitorios. Aún no habíamos hecho nunca nada con mi marido en casa y me asusté un poco. 

- Mírame a mi.- Me dijo mientras se levantaba un poco para bajar sus pantalones y calzoncillos.

Cogí su polla en cuanto estuvo libre y me acomodé en su pecho mirando como le pajeaba. Era ya algo mecánico en mi mente, ver la polla de mi hijo y comenzar a pajearle, recorrer con mi mano su tronco y sus huevos y mirar como va saliendo líquido de su cipote por mi estimulación.

- Mañana quiero que cuando te levantes vengas a mi cuarto desnuda. 

Agarró mi cabeza y me la bajó hasta su polla. Comencé a mamar su rico cipote mientras su mano entraba por mis pantalones hasta acariciar mi coñito.

- Haz que me corra rápido, vaya a ser que papá vuelva para lo que sea.

Empecé a tragarme su polla hasta chocar contra su pelvis. Después de muchas mamadas, mi garganta se había estirado y acostumbrado lo suficiente para tragarme aquel rabo enorme del todo. Comencé a hacer chocar su polla en mi garganta escuchando como en el silencio de la noche se escuchaban los ruidos guturales que emitía al mamársela. Mi hijo tenía sus dedos en mi coño que ya estaba chorreando y me sujetaba la cabeza. Pronto noté como empujaba su polla hacia mi boca y noté mi garganta llenándose de leche. Empecé a tragar todo lo que salía, sabía que hasta que no acabara de correrse no iba a dejarme respirar. Cuando me soltó la cabeza, la levanté y aspiré aire mientras unos chorros de semen y saliva caían sobre sus piernas, polla y huevos. 

- Shhh! No seas tan escándalosa.- Me recriminó mientras se reía y me pellizcaba las tetas.

- Serás cabrón.- Le respondí sonriéndole mientras volvía a arrimarme a su polla para dejarsela bien limpia, como a él le gustaba.

- Bueno, me voy a dormir. Te espero por la mañana.

A la mañana siguiente, me desnudé y fui a la habitación de mi hijo. Mi coño se mojó en cuanto me quité las bragas para ir a su encuentro sabiendo que teníamos dos días para estar a su total disposición. Cerré la puerta de su cuarto y me quedé mirando como mi hijo se tocaba su polla.

 - Venga, ven aquí.

Me crucé de brazos y me quedé apoyada en la puerta de su habitación.

- ¿Qué cojones haces? Ven aquí ya.- Me dijo empezando a enfadarse.

- ¿Te crees que voy a estar siempre haciendo lo que te dé la gana? Hoy haremos lo que yo quiera.

Se levantó y vino hacia mi mientras mi respiración se agitaba. Quería que me follara con violencia, que estuviera enfadado Pero siempre que lo provocaba, en el último momento me arrepentía y sentía miedo, aunque ese miedo mezclado con la excitación era algo delicioso. 

Cuando llegó hasta mi, me dio la vuelta y me estampó la cabeza y parte de mi cara contra la puerta. Mi pecho subía y bajaba por el miedo al castigo que llegaría.

- Tú no me follas a mi, mamá. Yo soy quien te folla a ti por el agujero que prefiero, puta. Echa el culo un poco para atrás ahora mismo.

Empecé a recibir fuertes azotes en mis nalgas. Mis gritos se mezclaban con gemidos cada vez que la mano de mi hijo impactaba en mi culo. Me agarró del pelo y un brazo y me lanzó con furia al suelo de su habitación. Me hice daño en la rodilla y la cadera al caer y miré a mi hijo con miedo. Me recordaba a la última vez que su padre se fue a Barcelona, el estar sólo conmigo lo sobreexcitaba mucho. Vi como agarraba una zapatilla de deporte y comencé a gatear hacia su cama.

- No, Mario, espera... Ya hago lo que quieras, mi amor...

Mario me alcanzó y puso su pie en mi espalda, haciéndome pegar mis tetas al suelo. Comenzó a golpearme con las suelas de las zapatillas mientras yo me metía un calcetín que encontré cerca de mi en mi boca porque los gritos que empezaba a soltar eran demasiado escándalosos. Mi rostro se llenó de lágrimas mientras sufría el castigo de mi hijo. Ponía mis manos en mi culo para qque no me diera la zapatilla, con lo que conseguía llevarme un golpe en la mano mientras el castigo seguía. Mario, me dio la vuelta en el suelo y me sacó el calcetin sucio de la boca. Se arrodilló a mi lado y me metió sus dedos en mi coño con fuerza. El castigo había sido demasiado severo y mi coñito no había empezado a mojarse por lo que gemí del dolor ante la invasión de sus dedos.

- Lame esto, puta. 

Puso la suela de la zapatilla delante de mi y comencé a lamer el instrumento de mi tortura. Sus dedos en mi coño empezaron a obrar su magia y pronto estuve mojada y moviéndo mis caderas pidiendo más. Mi hijo me levantó y me puso de espaldas sobre su cama con mis pies en el suelo. Acercó su polla a mi coñito y comenzó a follarme con fuerza.

- Eres una puta, mamá. Tienes el culo en carne viva y tienes el coño chorreando como una puta perra en celo.

- Ahhh, si. Soy tu puta cielo, sólo se me pone así el coño contigo, amor.

Mi hijo siguió embistiéndome con fuerza. Yo gemía con cada pollazo y le pedía más y más. Me corrí dos veces durante aquella follada, mientras sentía un dolor extremo cada vez que mi hijo me daba un azote sobre mi dolorido culo. Poco después de mi segundo orgasmo, mis piernas fallaron y resbalé hasta apoyar las rodillas en suelo. Mi hijo seguía follándome con fiereza mientras yo me dejaba hacer ya sin fuerzas, en esos momentos era sólo un agujero donde clavar una polla. Me dio la vuelta desués de un rato y me quedé sentada con la espalda apoyada en la cama mientra veía a mi hijo pajearse delante de mi hasta empezar a descargar en mi rostro mientras mi respiración se normalizaba. Pasaba su polla por mi cara y acercaba sus chorreones de lefa con ella hacia mi boca para que me lo tragara todo.

- Ahora tengo que irme, volveré para comer.

Me dejó allí destrozada mientras notaba mi culo hinchado sobre el frio suelo. Lo vi vestirse y salir para aprecer con mi bolso, sacó mi cartera y cogió dinero y arrojó el bolso a mis pies. Después se fue.

Cuando me recuperé, fui a lavarme. Cuando me miré el culo en el espejo me puse cachonda de inmediato. Estaba rojísimo y en algunas zonas morado. Era increible lo mucho que me gustaba que mi hijo me castigara y me humillara, y como cada vez iba un paso más en el dolor que me proporcionaba. Me puse con mis tareas del hogar y empecé a preparar la comida.

Desde que llegó no me dirigió la palabra. Sólo miraba el móvil y pasaba de mi. Yo estaba deseando que me cogiera y me follara, seguía desnuda desde que se fue pero no conseguía provocarle. Sobre las seis de la tarde, estaba viendo la televisión bastante desanimada cuando escuché su voz.

- ¡Mamá! Ven aquí.

Me quité el tanga y la camiseta que me había vuelto a poner, dejándolos tirados en salón y fui por el pasillo dando saltitos a su encuentro.

- Ve a tu habitación y túmbate en la cama.- Me dijo mientras cogía una bolsa negra de su escritorio.

Cuando me tumbé, se quedó mirándome mientras veía el bulto de su pantalón crecer. Vi como sacaba unas cuerdas de la bolsa y empecé a mojarme de inmediato. ¿Que me tendría preparado esta vez? Se acercó a mi y me cogió primero una mano y después otra atándomelas al respaldo de la cama.

- Espero que estés preparada para lo que viene, putita. Te he dejado descansar esta tarde por un buen motivo. Ahora voy a comerme tu rico coño como recompensa anticipada.

Se colocó frente a mi, mientras yo abría mis piernas y enterró su cara entre ellas. Cogió mi clítoris entre sus labios y comenzó a succionar y a lamer mientras yo veia como mis pezones se endurecían deseando poder pellizcarmelos. Mi hijo comenzó a pasar su lengua por mi húmeda raja mientras abría bien mi coño con sus manos y hundió su lengua en mi interior. Empecé a gemir de puro placer con la deliciosa comida de coño de mi hijo y pronto empecé a menear mis caderas, restregando mi coño con su boca mientras me corría. Me quedé allí tumbada, mirando con una sonrisa en mis labios mientras miraba como mi hijo se levantaba y esperando su polla atravesarme el culo o el coño. Mi hijo sacó de la bolsa algo negro y me lo enseñó. Era una máscara de latex negra. Se apróximo a mi y me la colocó en la cabeza. Era una máscara completa, no tenía abertura en los ojos ni en la boca, sólo en la nariz para poder respirar. Me quedaba muy ceñida y casi no podía abrir la boca para hablar siquiera, era un poco agustiosa pero yo era una buena puta acostumbrada a sufrir y pronto me relajé y la angustia desapareció.

- ¿Estás bien, mamá? ¿Puedes respirar bien?

Moví mi cabeza asintiendo. Mi hijo acercó sus manos a la máscara y abrió una cremallera que estaba a la altura de mi boca.

- Estás increible con esto puesto, mamá. ¿Te gusta mi regalo?

- Me encanta tu regalo, Mario. Estoy muy cachonda de nuevo.

Noté el cipote de mi hijo en los labios y abrí la boca para dejarla entrar. Comenzó a follarme la boca lentamente mientras sobaba mis tetas. Me resultaba extraño que mi hijo me tratara así pero disfruté igualmente la sensación de la máscara y mis manos atadas mientras mamaba su polla. De repente la sacó y cerró la cremallera de la máscara. Escuché sus pasos alejarse y me quedé allí. Poco después volví a escucharlo haciendo algo en la habitación. Intenté hablarle pero de mi boca sólo salía un débil "mmmm" y si mi hijo lo escuchó hizo como que no me oía. Volvió a irse al rato dejándome allí indefensa de nuevo.

No sé cuanto tiempo pasaría hasta que escuché algo de nuevo, empezaba a estar algo asustada de que mi hijo se hubiera ido de casa dejándome allí.

- ¿Qué os parece?- Dijo Mario.

- Joder, tio. ¿Cómo ostias has conseguido esto?- Dijo otra voz.

Cerré mis piernas instintivamente al escuchar aquella voz desconocida y oí risas.

- Vaya, se ha asustado la muy guarra, ajajja.- Dijo una tercera voz para horror mio.

Escuché unos pasos aproximarse y alguien empezó a darme azotes en las piernas.

- Abre, las piernas puta.- Decía mi hijo enfadado.- Déjales ver tu coño, guarra.

- Buff, vaya puta más bien entrenada.- Dijo uno cuando volví a abrir mis piernas delante de ellos.

- Tio, en serio, ¿Dónde has conocido a esta zorra?

- ¿Pero tú que quieres su curriculum o qué? Es una zorra que me tiro y ya está. ¿Qué pasa, os interesa? ¿Traéis la pasta?

Estaba impactada por lo que estaba pasando. Mi hijo iba a dejar que me follaran aquellos dos chicos y les iba a cobrar. Las lágrimas asomaron a mis ojos al comprender que iba a ser la puta de aquellas dos personas y que no iba a poder hacer nada por impedirlo.

- Si, tio. Aquí tienes los 60 pavos.

- Toma, Mario.

Di un respingo cuando una mano acarició mi pierna.

- Espera, cabrón, no tan rápido.- Oí decir a Mario.- Podeis follaros y chupar su coño y sus tetas, pero su culo es mio. Y ponedla cachonda al principio que ahora estará nerviosa.

Empecé a notar las manos recorrer mis muslos acercándose a mi coño. Intenté relajarme ante las caricias ya que no podía impedir de ninguna manera lo que iba a pasar. Ni siquiera podía gritar por la cámara. Los chicos siguieron sobando mi cuerpo y pronto empezaron a acariciar mi coño y a meter dedos dentro de él.

- Joder, esta puta no se moja ni a la de tres.

- Puta, relájate porque en unos minutos van a empezar a follarte y mejor que tengas el coño húmedo.- Me dijo Mario.- No me hagas enfadar.

Y sentí la inconfundible y maestra mano de mi hijo golpear mis tetas con fuerza mientras uno de los chicos metía y sacaba sus dedos de mi coño. Los golpes de mi hijo en mis pezones hicieron que el dolor que sentía hiciera reaccionar a mi cuerpo y empezara a disfrutar de la situación, transformándome en la puta adcita al dolor y la humillación que era cuando estaba a solas con mi hijo.

- Menuda zorra, Mario. Ya tiene el coño empapado.

Noté una lengua lamer mi húmedo coño mientras yo soltaba gemidos ahogados contra la máscara y arqueaba mi espalda por el placer mientras seguía recibiendo, de vez en cuando, azotes en mis tetas. Pronto, la lengua salió de mi coño y fue sustituida por una polla. Aquel hijo de puta estaba ansioso, apenas acomodó su cipote en mi raja metió un empujón y comenzó a follarme con violencia. Noté como alguien toquetaba una de las cuerdas de mi muñeca y pronto tuve una mano libre a la que se acercó una segunda polla a la que empecé a masturbar. Cerré los ojos intentando imaginar la escena, con una polla desconocida machacando mi coñito, mientras mis tetas se meneaban y recibian algún azote ocasional de mi hijo y mi mano pajeaba otra polla anónima. 

- Venga, tio, cambia conmigo, que quiero probar ese coño.

La mano de mi polla desapareció a la vez que la de mi coño salía de mi interior. Pronto tuve la polla mojada de mis flujos en mi mano mientras otra mano acariciaba mi coñito y me metía los dedos. Aquel chico sacó sus dedo y colocó su cipote en mi entrada, frotó su polla sobre mis labios vaginales hinchados y comenzó a penetrarme despacio para luego empezar a embestirme como un buen macho. Desde luego, ese chico si que sabía follar como es debido y pronto mis piernas empezaron a temblar cuando el orgasmo me alcanzó. La máscara ahogó un grito que murió en mis labios mientras notaba como mis fluidos chorreaban de mi coño donde seguía recibiendo las embestidas de aquel chico. La polla de mi mano estaba recibiendo una paja brutal debido a mi corrida y noté como el dueño de ese rabo, apartaba mi mano y empecé a sentir los chorros de semen cayendo sobre mis tetas.

- Ufff, joder, menuda puta más cachonda. No veas como pajea la muy cerda.- Dijo el chico mientras sus últimas gotas caían sobre mi pecho.

- Y que me dices de este coño tan rico.- Decía el que me estaba follando.- Joder, me pasaría la noche metiéndole la polla en su coño de zorra.

Las palabras de los chicos, los pollazos del que seguía penetrandome y la lefa caliente en mis tetas me hicieron correrme de nuevo. En aquel momento sólo pensaba en que aquello no terminara, estaba disfrutando como una zorra de ser emputecida por mi hijo y estar a merced de aquellos dos cerdos. El chico seguía follándome mientras yo usaba mi mano libre para jugar con la corrida de mis tetas.

- Joder, Mario, esto es increible. Quiero correrme en su boca.

- ¿Tienes diez pavos?

- Claro tio, hecho.

El chico sacó su polla de mi coño y me dio un azote en la raja que me hizo temblar entera. Mi hijo abrió la cremallera de mi boca y la abrí de par en par en cuanto la tuve libre. Noté la polla hinchada con sabor a mi coño entrar en mi boca, cerré los labios y me djé hacer mientras el chico se follaba mi boquita. Pronto noté el semen resblar por mi garganta cuando el chico empujó su polla en mi interior, sacó su polla después de un par de descargas y siguió rociando mi boca, mis labios y mi lengua desde fuera. Tragué y relamí todo lo que pude y empezaron a cerrar de nuevo la cremallera.

- Joder, Mario, ha sido genial. Tienes una buena puta ahí.

- Pues venga, vestiros que ahora me toca follármela a mi y yo no quiero público, jajaja.

- Jajaja, eres un máquina. Mañana hablamos colega.

-Oye, avísanos para otra vez eh?

- Ya veremos.

Salieron todos de la habitación y yo me quedé allí tumbada. Con las piernas abiertas y el coño palpitando, mi mano jugueteando con el semen de mis tetas y el sabor a lefa en mi boca.

Mi hijo volvió y empezó a desatar mi otra mano. Me levantó de la cama y me llevó por el pasillo donde me hizo agachar y ponerme de rodillas. Me empujó de los hombros para hacerme colocar las manos en el suelo  y así me quede, de rodillas y mostrando mi cuerpo desnudo reclinado hacia atrás y con la máscara puesta.

- No te muevas, mamá.

De repente, noté un chorro caliente caer sobre mi cuerpo. El chorro de orina de mi hijo me bañó entera, cayó sobre mi mascara y lo fue moviendo para que cayera sobre mis tetas, mi barriga y mi coño. Yo gemía dentro de la máscara mientras mi cuerpo se llenaba de aquel líquido caliente. Finalmente mi hijo me quitó la máscara, pasó una mano por mis tetas llenas de lefa y orina y me la restregó por la cara para después hacerme lamérsela.

- Has estado increible, puta. Limpia esto, dúchate y ven al salón.

Me levanté y cogí la fregona para limpiar todo aquello y me metí en la ducha. El contacto del agua tibia en mi cuerpo me dio un placer indescriptible. Todo mi cuerpo se relajó cuando empecé a frotar mis manos llenas de jabón por mi cuerpo. Cuando terminé, fui al salón desnuda y vi a mi hijo junto al televisor.

- Sientate y ábrete de piernas.

Me acomodé en el sofá y vi como mi hijo estaba conectando su cámara de video al televisor. Me llevé la mano al coño cuando comprendí lo que iba a ver. El interior de mi casa apareció en la pantalla.

- Córrete con tu obra, mamá. Has sido una gran puta hoy.

Mi hijo se sentó en un sillón cerca del mio y empezó a masturbarse mientras me miraba. Volví a dirigir la vista a la pantalla.

Vi como se abría la puerta de casa y aparecían dos chicos jóvenes, de la edad de mi hijo o muy parecida. Uno era muy alto y guapo, con una barbita bien afeitada y cuidada y tenía un buen cuerpo, el otro era más bajito y más del montón. No dudé de cual era el que me había follado mejor. "Tio, ¿qué haces con eso?" dijo el alto apartando la cámara con la mano, "mi putita quiere ver después el espectáculo asi que esto es lo que hay" respondía mi hijo. "¿ Y ahora no lo va a ver o que?" decía el bajito riéndose. "Ya lo veras, pringado". La escena seguía pasando por el pasillo hasta llegar a mi dormitorio, empecé a meterme los dedos cuando me vi con la máscara y atada mientras recordaba el miedo que pasé al principio y como había disfrutado luego. Seguí mirando la cinta sin parar de masturbarme. Cuando vi en la televisión la polla de mi hijo orinando sobre mi cuerpo, me di la vuelta y me puse de rodillas sobre el sofá con las piernas abiertas y el pecho y los brazos apoyados en el respaldo y miré a mi hijo, desnudo y pajeándose con la polla en su máximo esplendor.

- Fóllame, Mario. Fóllate a mamá con todas tus fuerzas. Quiero que me folles como a la buena puta que soy.

Sonreí mientras veía a mi hijo levantarse y avanzar hacia mi.

Continuará...