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La sorpresa de mi hijo 5

en Amor filial

A la mañana siguiente estaba muy nerviosa. Después de la mamada que le hice a Marcos cuando acepté realizar sus fantasías, mi hijo me prohibió correrme durante el resto del día. El muy cabrón me provocaba tocándome el culo o las tetas cuando mi marido o el resto de familiares que vinieron a casa por las fiestas se despistaban un poco. La noche anterior yo estaba como loca por follar y cuando mi marido vino a buscarme para un polvo navideño, tuve que decirle que me dolía la cabeza por todo el alcohol que había bebido y conformarme con saborear la corrida que conseguí chupando su polla.

Salimos pronto de casa para llegar al hotel lo antes posible. Le había dicho a mi marido que iba a pasar el día con Marcos en la ciudad, íbamos a ir de compras y a comer fuera y tal vez ir al cine a ver una película. La idea era decirle que después del cine nos habíamos tomado unas copas y era mejor no conducir y volver a la mañana siguiente. Me puse un vestido negro con escote palabra de honor, cogí mi abrigo y salí con mi hijo hacia el coche. Nada más cerrar la puerta, dí un respingo cuando sentí la mano de Marcos agarrar mi culo.

- Preparate, puta. Va a ser un día inolvidable.- Me susurró al oido.

Le sonreí como una boba mientras intentaba reaccionar a que mi hijo se hubiera referido a mí como puta. Supuse que la humillación verbal venía de la mano con el trato que había aceptado con él para su regalo. Subí al coche y empecé a conducir. Poco  después de salir del pueblo y llegar a las solitarias carreteras que conectaban con la capital, Marcos comenzó a sobar mis tetas. Después de pasarme el día y la noche anterior cachonda, el contacto pronto consiguió que mis pezones se pusieran como una roca.

- Vaya, parece que la prohibición te tiene como una perra en celo, mamá.

Le miré mordiéndome mi labio inferior mientras seguía disfrutando de las caricias de mi hijo sobre mis tetas. Ésto y sus duras palabras ya habían empezado a conseguir que notara como mi coño iba humedeciéndose.

- Vamos a comprar lo obediente que es mi puta.

Metió su mano por el centro de mi escote y de un tirón lo bajó dejando mis dos tetas a la vista. Dí un pequeño grito de sorpresa mientras mi hijo pellizcaba mis pezones. Iba con los ojos como platos rezando para que ningún coche se nos cruzara, al menos no un coche con algún conocido del pueblo. Mi hijo se reía, se echó para atrás y sacó su polla y comenzó a masturbarse delante de mi. La sorpresa y algo de indignación por la situación terminó al poco rato, siendo sustituida por el morbo y la excitación. Solté la palanca de cambios para agarrar la polla de mi hijo y pajearle mientras seguía con la mirada fija en la carretera con mis grandes tetas al aire. Finalmente un coche se cruzó con nosotros y el claxón del tipo que conducía indicó que había disfrutado de una buena vista de mis turgentes pechos. Poco después de este incidente, Marcos me volvió a colocar el vestido y llegamos a la ciudad.

Al llegar al hotel, mi hijo se dirigió al maletero y sacó dos maletas. Me dió una y me dijo que era mi ropa para la noche. No tenía ni idea de cuando hizo esto pero se ve que lo había preparado todo muy bien. Recogimos la llave en recepción y nos fuimos a nuestra habitación. Al entrar, mi hijo me cogió del cuello y me puso contra la pared. Comenzó a lamer mis labios mientras metía la mano libre por debajo de mi falda para comenzar a acariciar mi coñito y sonrió al comprobar que no me había puesto ropa interior.

- Vaya, puta, parece que vienes bien preparada.

- Mi único deseo es complacer a mi amo.- Respondí entrando al juego.

Sin soltar mi cuello, mi hijo comenzó a guiarme para que me pusiera de rodillas mientras se desabrochaba los vaqueros y sacaba a relucir su polla.

- Abre bien la boca, zorra.

Le obedecí sin rechistar y comenzó a introducir su potente miembro en mi boca lentamente. Joder, llevaba todo el día deseando volver a saborear la polla de mi macho. Me agarró de la parte de arriba de mi pelo y comenzó a follarme la boca con violencia. La saliva escapaba de mi boca por la brutal follada e iba resbalando por mi cara para caer sobre mi escote. Cuando no pude más, empujé un poco con mis manos sobre sus piernas y mi hijo me liberó. Apenas aspiré un poco de aire el guantazó me alcanzó de lleno en la mejilla.

"Joder, puta. Aquí está tu primera bofetada. Reconoce lo mucho deseas que llegue la segunda, zorra"

- Puta, cruza tus manos detras de tu espalda y no vuelvas a hacer eso.- Me ordenó mientras tiraba de mi pelo para que le mirara a la cara y me escupía.

Volvió a meter su polla hasta mi garganta. La sensación de sumisión y abuso a la que estaba siendo sometida hizo que mi coño se empapara al instante. Nunca había pensado que disfrutara tanto que un hombre me usara de aquella manera. Las lágrimas corrían por mis mejillas por los choques de aquel pedazo de miembro en mi garganta. De vez en cuando, mi hijo sacaba su polla de mi boca para abofetearme y volver a metérmela. Una de las veces que me liberó, bajé la cabeza para dejar caer una cantidad ingente de saliva mezclada con flujos sobre mi cuerpo y observé mi vestido negro lleno de restos blancos de toda la saliva que había ido chorreando por mi cara. Me puso a mil observar mi ropa en ese estado. Tras unos minutos más, mi hijo sacó su polla de mi boca, se retiró un poco y empezó a masturbarse frente a mi cara mientras yo abría la boca y me ofrecía a recibir su inminente corrida. Marcos bufó mientras mi cara recibía los trallazos de semen de mi hijo. Cuando terminó, volvió a introducir su polla para que se la limpiara con mi lengua y mis labios. 

- Has hecho un gran trabajo, puta. Quédate ahí y no te muevas hasta que yo te lo ordene.- Me dijo después de tener su polla brillante y se fue a echarse en la cama.

Me quedé de rodillas, recogiendo con mis dedos la carrida de mi hijo que quedaba con mi cara y metiéndomela en la boca. Sentía la cara dolorida, aunque cada uno de los toratazos que había recibido los había disfrutado enormemente. Me miré el vestido, totalmente lleno de semen y saliva y sonreí al imaginar mi propia imagen de puta allí tirada.

"Joder, has gozado este momento más que cualquier follada que te hayan dado en tu vida. Ojalá pudiera follarme ahora mismo con mis dedos hasta gritar"

Al rato, escuché a mi hijo pidiendo comida al servicio de habitaciones. Volvió a aparecer ante mi, me cogió del cuello y me hizo levantar.

- Vaya pintas tienes, puta.- Me dijo mientras recogía su semen de mi vestido y me introducía los dedos en la boca.- Desnúdate.

Soltó mi cuello y me quité el vestido. Me agarró del brazo y me llevó a la cama donde me dejó a cuatro patas. Comenzó a inroducir dos dedos en mi coño y empecé a gemir como una perra.

- Tienes ganas de correrte, ¿verdad, puta?

- ¡Si, amo! Quiero correrme, quiero chorrear para ti.

Mi hijo sacó sus dedos y me soltó dos fuertes azotes en mis nalgas.

- ¿Quieres más, puta?

"Joder, claro que quiero más. Azota fuerte el culo de mamá"

- Si, amo. Azótame más. Castiga a tu puta.

Siguió golpeando mi trasero con fuerza mientras yo no paraba de gemir hasta que escuchamos los golpes en la puerta.

- Date la vuelta y mastúrbate hasta que vuelva. Y ni se te ocurra correrte o parar.

Le obedecí mientras mi hijo iba a recoger la comida. Estaba masturbando mi coño con dos dedos cuando vi aparecer por el pasillo al camarero. Me quedé mirándolo con sorpresa mientras el tipo clavaba sus ojos en la puta que estaba sobre la cama masturbándose completamente desnuda. Me repuse rápidamente de la sorpresa y seguí tocándome para no decepcionar a mi hijo. El tipo dejó las bandejas en una mesita de la habitación y se fue avergonzado mientras mi hijo sonreía.

Cuando el camarero salió, Marcos se desnudó y se colocó encima mia clavándome la polla de una sola embestida. Comenzó a follarme con fuerza mientras sujetaba mi pelo.

- Joder, puta. Como me ha puesto verte masturbándote con el camarero mirando. Eres una puta muy obediente.

- Sólo quiero complacerte, amo.- respondía entre jadeos.- Mamá está cerca de correrse, mi amor. Sigue follándote duro a mamá.

El orgasmo no tardó en llegar, mis piernas temblaban mientras oleadas de placer inundaban mi cuerpo a la vez que el semen caliente de mi hijo me llenaba el coño. Exhausta, me quedé tumbada en la cama mientras Marcos me comía las tetas.

Después de comer totalmente desnudos, estuvimos hablando como madre e hijo hasta que Marcos se recuperó lo suficiente y volvió a ir hacia la cama. Se tumbó boca arriba y se agarró la polla, que ya estaba recuperando un tamaño bastante aceptable.

- Vamos puta, ven a por el postre.

No le hizo falta repetirlo. Me acerqué relamiéndome, subí a la cama colocándome a cuatro patas enfrente suya y empecé a mamar aquella polla deliciosa. Mi hijo puso su manos detrás de su cabeza mientras se deleitaba de la mamada que le hacía la puta de su madre. Poco después me agarró la cabeza y tomó el mando. Su polla volvió a taladrar mi garganta mientras mi saliva caía sobre sus huevos. Poco después, empezó a empujar mi cabeza hacia abajo a la vez que abría las piernas colocando mi boca a la altura de su culo. Sin pensarlo dos veces, comencé a chupar mi primer culo.

- Oh, joder, zorra. Eso es, comete mi culo.- Gemía Marcos mientras se pajeaba soltándome la cabeza.

Abrí el culo de mi hijo con mis manos y seguí chupando y lamiendo intentando que mi lengua llegara lo más profundo posible. Después se levantó dejándome en aquella posición y se colocó detrás mia. Noté como la saliva de mi hijo caía sobre mi culo y la restregaba por mi agujero para después apoyar su cipote en la entrada y comenzar a sodomizarme. Empecé a gemir mientras acariciaba mi coñito a la vez que su polla me reventaba el culo. Se puso de pie sin sacármela, puso sus manos sobre la cama al lado de mis costados y empezó a embestirme con violencia. En aquella posición, su polla llegaba a una profundidad que no había experimentado aún. Yo gritaba sin parar, mientras mi mano recorría frenéticamente mi coño y giraba mi cabeza para observar a mi hijo.

- Oh, si, Marcos. Follame, me estás llenando entera, cabrón. Destrózame más.

- Llámame amo, puta de mierda.- Y me soltó un escupitajo en pleno rostro.

Eso fue más de lo que pude soportar y dando un grito, comencé a correrme de una manera bestial. Mi hijo salió de mi, me agarró del brazo y prácticamente me tiró de la cama al suelo. Me quedé tumbada boca arriba casi sin fuerzas, con el culo dolorido y el cuerpo temblando presa aún de los efectos del orgasmo. Mi hijo se acercó y me escupió en la cara de nuevo, se irguió sujetando su polla y empezó a orinarme encima. Solté un pequeño grito de sorpresa al notar aquel líquido caliente caer sobre mis tetas. Luego, mi hijo dirigió su chorro hacia mi cara y abrí la boca para recibir la meada de mi hijo. Notaba como la boca se llenaba y la orina iba resbalando por mi cuerpo. Fue una experiencia totalmente humillante y genial. Cuando terminó, me hizo ponerme de rodillas sobre aquel charco de orina y me metió la polla en la boca. Comencé a mamársela con pasión y al poco noté como mi boca se llenaba de la leche de mi hijo.

"En menuda puta te está convirtiendo tu hijo. Ya no tienes límites con él, perra"

- Coge tu vestido y limpia todo esto.- Me dijo quedándose observando como usaba mi ropa para limpiar esa mezcla de orina y semen.

Marcos me cogió de la mano y nos fuimos a la ducha donde seguimos con nuestro día de sexo salvaje.

Poco antes de media noche, mi hijo abrió mi maleta y me dio otro de mis vestidos. Era un vestido azul que me encantaba. También con escote palabra de honor (con mis pechos, eran los que más me favorecían), la falda era algo más corta que la del negro, y las mangas eran de encaje. Salimos del hotel hacia el coche. Esta vez era él quien conducía de camino a una discoteca que estaba casi a las afueras de la ciudad. Yo estaba muy nerviosa, ya que se acercaba lo que ví en el tercer video.

"Sabes que no son nervios, puta. Es expectativa y ansia porque llegue el momento de cumplir la fantasía favorita de tu hijo"

Mientras nos dirigíamos a la entrada de la disco, observaba a algunos jovenes que se quedaban mirándome y cuchieando entre ellos, seguramente hablando de la madurita cachonda que habá llegado. Entreamos y fuimos a la barra a tomarnos un par de copas, mientras mi hijo y yo nos besábamos y me acariciaba sobre el vestido. Después fuimos hacia el centro de la sala a bailar.

La cosa se empezó a descontrolar, mi hijo estaba excitadísimo restregando su paquete por mi culo al ritmo de la música, pasaba sus manos por mis tetas por encima del vestido mientras yo veía como demasiados adolescentes pajilleros se nos quedaban mirando. Mantuve mi papel de puta sumisa y no apartaba las manos de mi hijo, sólo me recolocaba el vestido para que no se viera nada cada vez que los manoseos de Marcos me lo movían un poco. Después de bastante rato bailando, Marcos me dijo que esperase allí y se fue. Pronto, un adolescente se acercó y se presentó como Lucas. Nos dimos dos besos y comenzamos a bailar. Tenía miedo de que aquel chico pensara que podría meterme mano después de verme con mi hijo, pero únicamente bailamos aunque de vez en cuando presionaba su polla contra mi culo, lo cual no me importó e incluso lo disfruté. Poco después intentó besarme en la boca, pero le rechacé sonriéndole y se marchó.

- Venga puta, vámonos que nos están esperando.- Me dijo mi hijo al oido acercándose por detrás cuando Lucas se alejaba.

Salimos de la discoteca y vi a dos jóvenes al lado de mi coche. Cuando los vi, lo primero que se me vino a la cabeza que eran dos pringados. Eran unos chicos muy delgados y muy mal vestidos, sin gusto ninguno y lo más problable es que fueran vírgenes. Deduje que mi hijo había elegido a aquellos pringados para controlar la situación.

- Ya les he contado a mis "amigos" lo que vamos a hacer.- Me dijo Marcos mientras me llevaba hacia el coche con su mano en mi culo.

Saludé a los dos jóvenes, de los que no llegué a saber sus nombres y me subí al asiento del copiloto. Mi hijo conducía y los dos chicos se sentaron atrás. Nos apartamos bastante de la discoteca y mi hijo condujo por una carretera de tierra que entraba en el monte y aparcó en un pequeño claro. Los chicos salieron del coche y mi hijo me dijo que pasara al asiento de atrás. Para su sorpresa, empecé a desnudarme fuera del coche para que los dos pringados no se perdieran nada. Después de ver el video, ya sabía lo que ibamos a hacer y me pareció una tontería follar con la ropa arremangada. Miré a mi hijo mientras abría la puerta y vi su sonrisa de aprovación. Entré al coche cerrando la puerta, bajé la ventanilla y apoyé mi cuerpo desnudo en el hueco dejando mis tetas por fuera para que aquellos dos chicos las observaran mientras babeaban. Pronto noté la lengua de mi hijo recorriendo mi coño para empezar a lubricarme.

"Vamos puta, dale un buen espectáculo a tu hijo. Pon a tono a estos dos pringados"

- Oh chicos, que bueno.- Decía entre gemidos.- ¿Os gustan mis tetas?¿Porqué no me enseñais vuestras pollas?

Los chicos no soltaron una palabra en toda la noche, pero eran obedientes. Dejaron caer sus pantalones y agarraron sus pollas empezando a pajearse frente a mi. No tenían la polla de mi hijo pero eran bastante aceptables. Ver aquellas dos pollas delante de mi y los ojos de los chicos fijos en mis tetas me estaban poniendo a mil. Noté como mi hijo se movía y pronto tuve su polla ensartada en mi coñito. Mi hijo me embestía con fuerza y yo gemía escandalosamente para mi público mientras mis tetas se movían sin parar para deleite de aquellos dos pringados. Los chicos aceleraron la paja y sus pollas llegaron a su máximo esplendor. Yo no paraba de gemir mientras mi hijo me reventaba el coño sin dejar de observar aquellas pollas desconocidas.

- Oh, amo. Fóllame fuerte, eso es. Destrózame el coño para que mis chicos vean como se folla a una puta.

Tenía el coño chorreando, pronto comencé a correrme mientras miraba a la cara a mi público y veía como se esforzaban por no correrse todavía. Poco despues, Marcos, sacó su polla de mi interior y salió del coche. Abrió mi puerta y me sacó, dejándome desnuda y de rodillas en mitad del monte mientras veía aquellas tres pollas masturbarse alrededor mía. Metí mis dedos en mi coño mientras los miraba suplicando por su leche.

- Oh, joder, vamos. Dadle su premio a esta puta. Llenadme bien de leche.

Uno de los chicos dio un paso al frente y empezó a eyacular sobre mi cara. Tenía una buena corrida el muy cabrón. Abrí la boca y algún chorro cayó dentro mientras los demás impactaban en mi cara. Cuando terminó, el siguiente joven ocupó su puesto y empezó a regarme con su lefa. Tenía una gran cantidad de semen resbalando por mi cuerpo y mi cara mientras mi mano hurgaba en mi coño. Luego le tocó el turno a mi hijo.

- Gracias amo por esta noche. Ya sólo me falta tu leche. Dámela, por favor.

Mi hijo comenzó a correrse sobre mi cara mientras yo gritaba con mi orgasmo. 

- Has estado genial, puta. Quédate ahí.

Vi como los chicos sacaban la cartera y le daban dinero a mi hijo. Luego les dijo que dejaran los pantalones y se metieran en el coche.

- Muy bien, puta.- Me dijo Marcos cuando estuvimos solos.- Mis amigos nunca han estado con una mujer así que entra tal como estás al coche y hazles una buena paja.

Entré al coche y me coloqué entre los dos vírgenes. Mi hijo se quedó fuera y se alejó del coche para darnos privacidad, mientras cogía una polla con cada mano y empezaba a masajearlas.

- Bueno chicos, ahora quiero ser yo la que os haga correros. Tocad todo lo que queráis - Les dije con mi cara y tetas llenas de lefa.

Las pollas de los chicos se pusieron duras casi al instante. Uno comenzó a acercar su mano hacia mi coño. Yo no dije nada, así que comenzó a meterme los dedos de una manera muy torpe. El otro empezó a tocar mis pezones sin importarle el semen de mis tetas y yo empezaba a ponerme cachonda de nuevo. Cerré los ojos mientras los pajeaba y de repnté noté como el chico dejaba de tocar mis tetas y empezaba a chuparme una. Abrí los ojos y lo miré como mamaba de mi teta sin importarle el semen, sujeté su cabeza soltando su polla para que siguiera mientras mi coño empezaba a humedecerse.

- Oh, joder, si. Vamos, cabrón follame más fuerte con la mano.- Le dije al otro chico mientras aceleraba su paja.

El pringado me obedeció y empezó a masturbarme más fuerte mientras yo jadeaba con la mamada de teta del otro chico. Pronto, empecé a correrme reprimiendo mis gritos para que mi hijo no oyera nada.

- Poneros de rodillas, chicos.- les dije cuando me repuse del orgasmo.

Cuando los tuve de rodillas volví a pajearlos y miré por las ventanas para ver si mi hijo estaba cerca. No lo ví por ninguna parte.

- Esto queda entre nosotros, nada de decirle nada a mi amo.

" Ya eres una puta completa. Enhorabuena, zorra"

Empecé a mamar aaquellas pollas, alternándolas sin dejar de pajear la polla que estaba libre. Mientras mamaba la polla del chico que me había mamado la teta, recibí por sorpresa la corrida del otro chico en la cara sin dejar de pajearle para momentos depués sentir como mi boca se llenaba de leche. Mamé aquellas pollas para dejarlas limpias y los chicos salieron del coche buscando sus pantalones. Uno de ellos me pasó mi vestido y me lo puse sobre mi cuerpo lleno de semen. Al rato, mi hijo apareció, se subió al coche sin decir palabra y empezó a conducir mientras yo seguía detrás entre los dos chicos palpando sus pollas sobre los pantalones. Al llegar a la disco, los chicos salieron sin decir palabra, pasé al asiento de delante con mi hijo y nos fuimos a casa. Sobre las 5 de la madrugada aparcamos frente a casa. Sin decir palabra, mi hijo sacó su polla y me agarró de la cabeza. Yo tenía la boca cansada y la garganta algo dolorida de tanta mamada y tanto semen pero tenía que obedecer. Dsifruté la última corrida de mi hijo en mi boca frente a la puerta de casa, con mi marido durmiendo dentro, y me tragué todo el semen que me dio. Luego abrió la guantera, cogió un paquete de pañuelos y comenzó a limpiarme la cara y el pecho.

- Muchas gracias, mamá. Has estado fenomenal. Te amo.- Y comenzó a besarme de una forma muy dulce.

- Yo también te quiero, cielo. Me lo he pasado muy bien, ha sido muy excitante. Espero que vuelvas a dominar a mamá muy pronto.

Entramos en casa, mi hijo se fue a su habitación y yo saqué el vestido negro de la maleta totalmente lleno de restos de semen y orina, me desnudé y puse una lavadora. Subí desnuda hacia la ducha con el cuerpo con restos de semen y me masturbé bajo el agua caliente rememorando aquella noche maravillosa y esperando seguir desifrutando la polla de mi hijo lo que quedaba de vacaciones.

Continuará...